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Concepto
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Derecho penal, las actividades delictivas que le preocupan serán las cometidas por
aquellos jóvenes de 14 años y menores de 18.
Sin embargo, la criminología amplía esa franja de edad tanto por su límite mínimo como
por su límite máximo. Se suelen considerar como delincuentes juveniles todas aquellas
personas menores de 25 años.
Los jóvenes y adolescentes son personas que se encuentran en una dase de
maduración, en la que han dejado de ser niños, pero todavía no son considerados como
adultos, esto los lleva a una inseguridad respecto a su posición en la sociedad que se
manifiesta en un intento de ser como los mayores, lo que al no conseguirlos se traduce
en conductas caprichosas, egoístas, impulsivas, exageradas, egocéntricas, etc.
La criminalidad juvenil es por tanto una manifestación específica de la edad, sin
embargo, no se trata en gran medida de un destino inmodificable, sino de un acontecer
socialmente influenciable.
Por ello, la delimitación entre delincuencia y no delincuencia en la infancia y juventud
presenta dificultades al introducirse en el marco de una personalidad en proceso de
evolución, desarrollo y maduración
A la criminología le ha interesado por tanto conocer cuáles son las edades más proclives
a la comisión de delitos y, para ello, se sirve de las curvas de criminalidad.
En ellas puede observarse una curva de criminalidad en ascenso hasta los 20 o 25 años
y en claro descenso a partir de esa edad, mientras que la edad media de
encarcelamiento se halla entre los 21 y los 30 años, incrementándose hasta los 40 años,
edad en la que comienza a disminuir en notable proporción.
No obstante, lo cual la delincuencia juvenil no implica meros delitos cometidos por
personas menores de edad (ya que es un concepto legal cambiante de acuerdo a las
legislaciones y los tiempos) es una delincuencia que posee características propias.
Aspectos generales
Características
Gran parte de esta delincuencia queda sin detectar, no llega al conocimiento de las
instancias de control social formal (policía y tribunales). Sólo un porcentaje ínfimo de
niños, jóvenes y jóvenes adultos son registrados por la policía como sospechosos, y
más aún, un porcentaje más ínfimo condenado judicialmente.
Normalidad de la delincuencia juvenil: la realización única y a menudo múltiple de delitos
es normal en el sentido de que en su mayoría es un proceso concomitante normal del
desarrollo del sujeto:
De una parte, se encuentra la mayoría de los niños y jóvenes que no cometen
delitos o que cometen delitos poco importantes y con poca frecuencia (carácter
episódico)
De otra parte, se sitúa una minoría de niños y jóvenes cuyos delitos son graves
y frecuentes, se convierten también con un alto grado de probabilidad en
reincidentes cuya delincuencia se consolida y se desarrolla hacia la criminalidad
alta. Por lo tanto, estos últimos son los delincuentes juveniles que necesitarán
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una atención extrema por parte de los poderes públicos, a niveles de prevención
y de tratamiento para evitar que el inicio en la actividad delictiva devenga en una
carrera criminal.
La delincuencia es sobre todo un fenómeno de grupo (t. de interacción de grupos). Se
comete en su mayoría junto con jóvenes de la misma edad. Las actividades delictivas
son frecuentemente una forma de identificación, con lo que se busca el aplauso y el
reconocimiento del grupo, es por ello que el delito se convierte en una actividad digna
de mención y de la que sentirse orgulloso.
Los delitos más frecuentes y graves son cometidos por los niños y jóvenes de las clases
sociales y económicas más bajas; aunque hay que tener en cuenta que las infracciones
cometidas por estos jóvenes se denuncian y son perseguidas por las instancias de
control formal con más frecuencia.
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Al igual ocurría en la delincuencia infantil, “la delincuencia juvenil es un comportamiento
absolutamente normal durante la adolescencia, está presente en cada joven y disminuye
a medida que los jóvenes se acercan a la edad adulta”.
Los jóvenes cometen actos en su mayoría sin planearlos, por lo que su delincuencia
parece a primera vista menos grave y más sencilla que la de los adultos. La delincuencia
juvenil busca el placer inmediato por recreación o por rebeldía, demanda aventura,
emoción, excitación, en una palabra, satisfacer sus deseos, aunque sea en forma hostil
o dañosa.
Además, los jóvenes por falta de rutina son detenidos más rápidamente por la policía y
confiesan sus delitos más fácilmente.
Delincuencia juvenil femenina
Partiendo de la premisa de que la delincuencia es una cosa de hombres al cometer las
mujeres y niñas muchos menos delitos y de menor importancia, la investigación
criminológica ha relega un segundo plano el problema de la criminalidad femenina.
Los datos que nos ofrecen las estadísticas reflejan que la criminalidad masculina muy
superior a la femenina, en los adultos y también en los jóvenes. En el año 2000, las
detenciones de mujeres menores de 18 años alcanzaron la cifra de 2170 mujeres, lo
que representa únicamente 8.03% del total de las detenciones practicadas sobre
menores de 18 años.
Lo que no logran explicar satisfactoriamente ninguna de las teorías criminológicas es el
por qué de esa diferencia cuantitativa entre la delincuencia juvenil masculina y femenina.
Una posible explicación a este desfase sería debido a que el control social al que están
expuestas las niñas previene su implicación en la delincuencia. Así las chicas son
supervisadas más estrechamente los chicos (por la sociedad en general) y ellas se
imponen a sí mismas más barreras morales que los chicos.
En la actualidad en países como EE. UU. o España parece que existen síntomas de que
el porcentaje femenino en la delincuencia juvenil se aproxima al masculino, lo cual es
debido, según SUTHERLAND, en que se trata de países en los que las mujeres disfrutan
de gran libertad y de igualdad con los hombres, siendo menos determinantes por tanto
las diferencias biológicas que las diferencias de tradición y posición social.
Sin embargo, esta explicación que tiende a igualar el comportamiento problemático de
chicos y chicas no resulta del todo convincente y satisfactoria pues investigaciones
recientes han demostrado la intensa relación existente entre una previa victimización
mediante abusos y malos tratos y una posterior actividad ilegal en las niñas y mujeres.
Esta victimización puede proceder (no ocurre en todos los casos) como el
desencadenante de la entrada de las niñas y jóvenes en la delincuencia al tratar de
escapar de un medio ambiente hostil y agresivo.
Delitos más comunes cometidos por los jóvenes
Como delitos específicos de la juventud, por la importante participación de los jóvenes
en los mismos, nos encontramos con una serie de delitos que lesionan diferentes clases
de bienes jurídicos, pero tienen en común principal, entre un componente considerable
de agresividad en forma de exteriorización violenta y ánimo de dañar en los jóvenes
delincuentes.
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Dentro de los delitos más comunes cometidos por los jóvenes podemos destacar:
alteración del orden público (desordenes públicos y alborotos), atentados contra los
agentes de la autoridad, vandalismo (causar graves daños o la destrucción de cabinas
telefónicas, paradas de autobús, mobiliario urbano), agresiones sexuales, hurto,
utilización ilegitima de vehículos de motor, robo con violencia o intimidación (con uso de
armas blancas, el método del tirón), extorsión, daños en las cosas, incendio, lesiones
dolosas y delincuencia por drogas.
Sin embargo, el conjunto de la criminalidad de menores viene determinado,
esencialmente, por delitos contra la propiedad, principalmente, delitos de hurto que
vienen a representar alrededor del 70% de dicha criminalidad.
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D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o
más, tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.
Reacción de huida
La reacción de huida tiene también unos antecedentes de rechazo paterno, siendo la
diferencia principal con la reacción social agresiva en que los primeros responden a la
frustración con la huida y los segundos con la agresión. Nota importante es que ambas
enfermedades constituyen e 50% de la delincuencia infantil y juvenil.
Los niños con reacción de huida suelen ser menos robustos que los asociales agresivos
y son poco propensos a tener compañeros de fuga. Se sientes débiles, abandonados,
maltratados, inútiles, desamparados y sin esperanza. Suelen ser solitarios y cuando se
unen a un grupo o banda de delincuentes, o son aceptados plenamente y permanecen
como marginados. Son insinceros y desconfiados, impresionan por su desaliño y
suciedad y asumen en la vida un rol de perdedores.
El delito más habitual es el hurto dentro del hogar, a su propia familia, generalmente
para financiarse la huida.
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como por distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del
comportamiento.
Estos trastornos pueden manifestarse por primera vez en la infancia o la adolescencia
a través de actitudes y comportamientos solitarios, escasas relaciones con los
compañeros, ansiedad social, bajo rendimiento escolar, hipersensibilidad, pensamiento
y lenguaje peculiares y fantasías idiosincrásicas. Estos niños pueden parecer “raros” o
“excéntricos” y atraer las burlas de otros.
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presencia de 3 o más de los siguientes durante los últimos 12 meses y por lo menos de
1 criterio durante los últimos 6 meses:
Agresión a personas y animales
1. A menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros.
2. A menudo inicia peleas físicas.
3. Ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas (bate,
ladrillo, navaja…)
4. Ha manifestado crueldad física con las personas.
5. Ha manifestado crueldad física con animales.
6. Ha robado enfrentándose a la víctima.
7. Ha forzado a alguien a una actividad sexual.
Destrucción de la propiedad
1. Ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños
graves.
2. Ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de
provocar incendios)
Fraude o robo
1. Ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona.
2. A menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones.
3. Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamientos con la víctima.
Violaciones graves de normas
1. A menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones
paternas, iniciando este comportamiento antes de los 13 años.
2. Se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en
casa de sus padres o en un hogar sustitutivo.
3. Suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta práctica antes de los 13 años.
El trastorno disocial provoca un deterioro clínicamente significativo de la actividad social,
académica o laboral
Si el individuo tiene 18 años o más no cumple criterios de trastorno antisocial de la
personalidad.
La importancia cuantitativa y cualitativa de este trastorno de la personalidad, no se
puede poner en duda, ya que, por una parte, parece haberse incrementado durante las
últimas décadas, y, por otra parte, se corresponde con conductas delictivas de
gravedad, observándose que un inicio precoz predice un pronóstico peor y un riesgo
creciente en la vida adulta de sufrir un trastorno antisocial de la personalidad.
Dado que los niños y jóvenes con estos trastornos mentales se encuentran mucho más
expuestos que otros jóvenes a implicarse en comportamientos antisociales y violentos,
es de suma importancia el diagnóstico y tratamiento de estos jóvenes, ya que sin un
efectivo tratamiento la mayoría de estos jóvenes seguirán manteniendo
comportamientos peligrosos para ellos mismos y para la comunidad, y, en un futuro,
muchos de ellos, se verán inmersos en el sistema de justicia penal de adultos.
Mantovani señala tres características en el comportamiento de los jóvenes que pueden
operar como síntomas precoces de la inadaptación del joven:
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a) La dificulta de cumplir de modo suficiente sus propias ocupaciones escolares,
familiares, laborales.
b) La dificultad de socialización, esto es de integrarse y comunicarse con sus
coetáneos y consigo mismo.
c) Dificultad de relaciones con las figuras que representan la autoridad, sea en el
ámbito familiar, en la escuela, en el trabajo o en las relaciones sociales.
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Tema 2: Factores de la delincuencia juvenil I
Factores individuales
Factores psicológicos.
Factores inhibidores y facilitadores (protectores) de la competencia social
Muchos estudios e investigaciones asocian a las conductas violentas y delitos cometidos
por jóvenes y adultos una serie de factores individuales de carácter psicológico que se
aprecian en esas personas durante su infancia: desórdenes internos como nerviosismo,
preocupación o ansiedad, problemas psicológicos como hiperactividad, problemas de
concentración… comportamiento violento o delincuente.
Estas carencias, trastornos o problemas de índole psicológica, pueden influir en el
adecuado desarrollo de la personalidad de los jóvenes, creando niños y jóvenes
inmaduros, egocéntricos, impulsivos o agresivos, o que les puede acarrear graves
problemas en aras a una concreta socialización de estos.
Profundizando sobre las características de la personalidad que concurren en la mayoría
de los delincuentes juveniles, garrido señala una serie de factores inhibidores de la
competencia social. A estos factores les opondremos sus contrarios, esto es, factores
facilitadores de la competencia social, citados por García Pablos, lo que nos mostrará
claramente, por un lado, cuáles son las carencias cognitivas de los delincuentes
juveniles y, por otro, los aspectos que se deben potenciar en los menores para aumentar
sus posibilidades de llevar un comportamiento prosocial.
A esos factores, les opondremos sus contrarios, esto es, factores facilitadores de la
competencia social, lo que nos mostrará claramente, por un lado, cuáles son las
carencias cognitivas de los delincuentes juveniles y por otro, los aspectos que se deben
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potenciar en los menores para aumentar sus posibilidades de llevar un comportamiento
prosocial.
Los recursos y técnicas para transformar esas carencias cognitivas en habilidades
sociales forman parte de los programas de prevención y rehabilitación de la
delincuencia, desde un enfoque cognitivo de intervención en la delincuencia.
Los recursos y técnicas para transformar esas carencias cognitivas en habilidades
sociales
1. El desarrollo de las estructuras cognitivas: existen suficientes indicios que indica
una relación entre delincuencia y baja inteligencia.
Rigidez cognitiva: es la dificultad de captar los matices de la situación concreta,
de la realidad y la incapacidad para desarrollar opciones distintas a las
anteriormente adoptadas en situaciones diferentes. Sus mentes están cerradas
a nuevas ideas. Su pensamiento es inflexible, estrecho, rígido intolerante ante la
ambigüedad y el dogmatismo. Eso explica la conducta repetitiva del joven
infractor.
Flexibilidad cognitiva: se trata de otra al infractor de las habilidades cognitivas
necesarias para superar o, cuando menos, mitigar esa incapacidad cognitiva,
posibilitando la aparición de nuevas ideas y opciones distintas.
2. Locus de control externo: creen tener poco domino sobre las circunstancias y
piensa que es el destino o los factores externos los que define por él. Las
investigaciones demuestran que los delincuentes tienen un locus de control más
externo que los no delincuentes.
Los de control interno: El joven debe comprende que su futuro no depende de
otras personas, ni del azar, sino de su propio esfuerzo, de sí mismo,
fomentándose actitudes de compromiso y responsabilización.
3. Bajo autoconcepto: en los jóvenes delincuentes aparece una baja autoestima, con
expectativas fe fracaso altas.
Autoestima: el sujeto comuna elevada autoestima mantendrá expectativas
elevadas de éxito.
4. Invulnerabilidad percibida: muchos delincuentes manifiestan una distorsión
perceptiva, una forma peculiar de percibirse a sí mismo y al mundo. Es la creencia
errónea de que esto no me va a pasar, el problema no me puede afectar, no me va
a coger, etc.
Percepción social: Se ha de dotar al infractor de la capacidad necesaria para
captar las reglas, actitudes y conductas de los diversos grupos sociales.
5. Pensamiento egocéntrico: el egocentrismo vicia y deforma la comprensión de la
realidad y aporta al joven una información errónea sobre las expectativas de los
demás. Para Ross, supone el déficit más importante, ya que estos delincuentes, ven
el mundo únicamente desde su propia perspectiva por lo que tienen una falta de
conciencia de cómo piensan o sienten los demás incluso sus víctimas.
Toma de perspectiva social: se abandona el estilo egocéntrico para abrirse a los
sentimientos y necesidades de los demás.
6. Déficit en el comportamiento afectivo de la empatía: se da una correlación
significativa y de signo negativo entre empatía y conducta antisocial
Fomento de la empatía: implica distinguir las ideas, percepciones y expectativas
propias de las ajenas. Poner en el lugar del otro.
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7. Déficit en el conflicto familiar: conflictos familiares, falta de supervisión paterna,
métodos disciplinarios erráticos y estrictos, conductas agresivas, etc.
Entrenamiento de padres: son programas en los que los padres aprenden
información baica acerca del proceso de desarrollo del niño y les asisten a la
hora de identificar las conductas apropiadas e inapropiadas de sus hijos. Se les
enseña a usar disciplinas eficaces y consistentes.
8. Déficit en habilidades sociales: los jóvenes infractores disponen de un escaso y
limitado repertorio de habilidades cognitivas para abordar ciertos problemas
interpersonales y que dicho déficit o bajo nivel de habilidades aparece asociado una
especial agresividad e impulsividad.
Habilidades sociales especificas: Se debe promover la sensibilidad necesaria en
el joven para captar los problemas potenciales en el trato con los demás, la
habilidad social indispensable para comprobar la eventual relación de causa a
efecto entre las conductas propias y las reacciones de terceros a las mismas. Se
les debe enseñar habilidades que les ayuden en situaciones sociales a lograr
refuerzo positivo en vez de rechazo.
9. Pensamiento concreto: es el que dificulta a internalización de los valores,
restringiendo el desarrollo del razonamiento moral, el cual requiere la capacidad
para conceptualizar a un nivel abstracto. Los delincuentes, al parecer posee una
forma de pensar y rar orientada a la acción, ates que a la reflexión. Encuentran una
gran dificultad en pensar en algo abstracto, algo que no se hace patente a su
percepción inmediata.
Razonamiento abstracto: este le permitirá planificar su futuro, postergar a
aplazar el placer, diseñar metas y objetivos, en definitiva, la apertura al mundo
de los valores, el desarrollo moral. Mayores dosis de razonamiento y reflexión.
10. Impulsividad: los delincuentes son, con frecuencia, impulsivos. No consiguen
pararse y pensar antes de actuar. Actúan en base a sus emociones, no a su
razonamiento
Autocontrol: hay que enseñar a los delincuentes a pararse y pensar antes de
actuar, a considerar todas las consecuencias antes de tomar una decisión. Como
utilizar estrategias de pensamiento para controlar sus emociones y su conducta.
Factores familiares
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Actitudes crueles, pasivas y negligentes de los padres con los hijos.
Violencia de padres contra hijos
En estos supuestos, los padres muestran unos sentimientos negativos, hostiles o
crueles hacia el niño, que en su forma más extrema lleva al abuso psicológico del niño,
a través del cual éste es humillado, atormentado y denigrado sistemáticamente, lo que
se puede manifestar a través de una tendencia irracional a culpabilizar automáticamente
al niño de los problemas, dificultades o fracasos de la familia; atribuir al niño
características negativas, denigrarle como persona, tratarlo injustamente y castigarle
severamente.
Numerosos estudios realizados con niños maltratados consolidan la hipótesis de que el
haber experimentado una situación prolongada de violencia o abusos durante la
infancia, puede suponer un elemento causal en la manifestación de una posterior
conducta agresiva o violenta por parte de la víctima.
Disciplina férrea
El exceso en la disciplina y la rigidez en las relaciones familiar, junto al uso excesivo de
castigo en la educación de los niños y adolescentes, suele llevar a una situación de
tensión e la que los niños desarrollan una agresividad latente contra sus progenitores
que al no poder sacar a la luz dentro de casa tienen necesariamente que exponer en
sus relaciones con los demás, teniendo un comportamiento agresivo, que en un futuro
desarrollarán con sus propios hijos.
El comportamiento antisocial de los jóvenes también puede ser debido a lo que se ha
denominado como disciplina alternada. Este concepto se aplicaba a aquellos padres
que alternan entre la libertad y severidad de modo caprichoso, por ello la disciplina es
aplicada de forma inconsecuente que lleva a la constante alternativa entre la frustración
y a gratificación produciendo en los jóvenes un sentimiento de inseguridad y frustración,
ya que no saben si por sus actos va a ser premiados o castigados. Esta conducta puede
observarse por la falta de reglas o pautas reconocibles acerca de lo que el niño pude o
no hacer; la aprobación o el castigo por parte de los padres es más el resultado del
estado emocional de los padres que el comportamiento del niño.
Conflictos familiares
La ruptura de la familia tradicional sobre lo que el aumento de separaciones y divorcios,
que dejan con frecuencia, a los hijos a cargo de uno de los padres (madre) que tiene
que trabajar obligatoriamente para sacar adelante a sus hijos, produciéndose una
desatención de los mismo, en muchos casos, ha sido esgrimido como una de las causas
generadoras de la delincuencia juvenil. La criminología norteamericana suele asociarlo
al síndrome del padre ausente y a la incidencia de la desorganización familiar.
Familia numerosa
Farrington y West establecieron que cuando un niño tenía más de 5 hermanos antes de
cumplir los 10 años, la probabilidad de llevar una conducta delictiva en un futuro no muy
lejano aumentaba casi el doble.
Sin embargo, para que el tamaño de la familia pueda influir en la conducta de los hijos,
es necesario además que se den los siguientes factores: una mala posición económica
de la familia y un bajo status social que lleva a que los padres no puedan dedicar a sus
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hijos los cuidados y atenciones necesarios produciéndose una desatención y la falta de
control de los hijos por parte de sus padres.
Eb estrecha relación, algunas evidencias apoyan que en el comportamiento delincuente
de los jóvenes adquiere el orden de nacimiento, señalando que los hijos medianos
tienen más posibilidades de delinquir que los mayores o los pequeños ya que los
primeros reciben la total atención y afecto de sus padres, y los pequeños se benefician
de la experiencia adquirida por sus padres, así como de la presencia de otros hermanos
que sirven de modelos.
Carencias afectivas
La ausencia de cariño se caracteriza por un fracaso a la hora de resaltar las cualidades
o logros del niño positivamente o con orgullo (amor de padres), por una incapacidad de
demostrar afecto, cariño, y amor hacia sus propios hijos. Las carencias afectivas de
carácter absoluto conducen a un deterioro integral de la personalidad del niño que esta
siempre dispuesto a procurarse por cualquier vía sucedáneos del amor no recibido.
En sentido contrario un efecto excesivo y un exceso de protección produce en muchos
casos lo que se conoce como un “niño mimado”. Estos niños se convierten en débiles
de espíritu y de voluntad. Al serles solucionados todos sus problemas; al tener que
enfrentarse a ellos se produce un complejo de inferioridad que para las personas
jóvenes es un gran obstáculo en la vida y restringe mucho sus posibilidades.
El hijo único predomina en a clases sociales de nivel económico medio o medio-alto, en
el que generalmente a trabajar el padre y la madre, dejan desatendido a su hijo,
intentado compensarle proporcionándole todos sus caprichos, y convirtiendo en muchos
casos a sus hijos en “dictadores en miniatura”.
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Falta de enseñanza de valores prosociales
En la actualidad, nuestra sociedad se caracteriza por una falta de valores humanos,
éticos y religiosos, en los que prima el individualismo personal sobre la colectividad. Al
menor, para un adecuado desarrollo de su personalidad, se le deben inculcar valores,
como: la solidaridad, la generosidad, la humanidad, la tolerancia, la compasión, el
sentido de autocrítica, la empatía, etc. Muchos padres no se preocupan ya de enseñar
a sus hijos reglas y principios sólidos.
Marginación socioeconómica
Unas condiciones de vida pobre hacen que la paternidad sea más difícil, la educación
de los hijos más defectuosa y el control y supervisión de estos más deficientes, además
de generar situaciones de estrés en los padres lo que puede, a su vez, influir en
carencias afectivas y ausencia de muestras de cariño. Las situaciones de pobreza,
marginalidad, hacinamiento, falta de recursos y oportunidades, se consideran factores
influyentes en el desarrollo de la violencia en familia.
Factores socioeducativos
Escuela
Fracaso escolar
Se viene reconociendo que el éxito escolar es uno de los mejores preventivos de la
delincuencia ya que ésta suele ir asociada a negativas experiencias escolares.
El problema resude en que la escuela que en principio debía de ser junto a la familia
uno de los principales apoyos en la educación y socialización d ellos niños y jóvenes,
resulta que es también uno de los principales factores criminógenos de la delincuencia
infantil y juvenil.
Uno de estos factores reside en que, en la escuela, con el fin de socializar al individuo,
según los valores de la sociedad, se estimula un fuerte sentido de individualismo y
competitividad (teoría de la tensión o frustración) además las exigencias educativas son
cada vez mayorees. Este espíritu competitivo impregna la vida del niño y e condiciona
en su comportamiento frente a la escuela y sus compañeros.
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En la mayoría de los casos, el niño procurará afrontar esa “competición”, para con la
ayuda de los maestros superarla, superándose entonces a sí mismo mejorando. Pero
habrá casos, de estudiantes menos brillantes o dotados, en los que el niño se verá
superado por ese espíritu competitivo y entonces comenzará a mostrarse indiferente,
abúlico, irrespetuoso y violento, empezará a faltar a la escuela y renunciará, a lo que
representa.
La escuela comenzará entonces a seleccionar un grupo de niños a los que considerará
desadaptados, creándoles un etiquetamiento social (teoría del etiquetamiento) que no
podrá ser superado cuando la familia del niño no se encuentre capacitada para
sostenerlo adecuadamente compensando eficazmente las carencias escolares de este.
Por ellos, la escuela refuerza la inadaptación, de los niños y adolescentes con
problemas sociofamiliares o procedentes de medios marginales. Pues cuando se les
exige un tipo de actitudes y conocimientos acordes con los valores de las clases
dominantes estos encuentran extraños esas actitudes y conocimientos y se sienten
incapaces de adaptarse, siendo etiquetados por parte de los maestros y de los demás
compañeros como gamberro, golfo, et. Con lo que reforzará su conducta inadaptada.
Vandalismo escolar
Otro factor que está alcanzando un gran auge en nuestros días y que por ello preocupa
es el considerable aumento de la violencia en la escuela.
Esta violencia en la escuela, también denominada vandalismo escolar, se puede
producir de varias maneras: puede consistir en agresiones físicas por parte de los
alumnos contra profesores o contra sus compañeros. Es frecuente también la violencia
contra objetos y cosas de la escuela. Dicha violencia se puede cometer dentro de la
escuela o fuera de ella, en los alrededores de la misma.
El bullying es una forma de violencia entre niños que suele ocurrir en el colegio y en sus
alrededores. Bajo este término se engloban tres formas de violencia: física, verbal y
psicológica.
Según un estudio del NICHD los niños tienden a maltratar y a ser maltratados más
frecuentemente que las niñas, siendo de forma de bully más común para los niños el
maltrato físico y verbal, mientras que las niñas realizan más a menudo maltrato verbal y
el divulgar chismes o rumores.
Este fenómeno de bullying afecta al entorno social de la escuela, creando un clima de
miedo o temor entre los estudiantes, además de favorecer la aparición de futuros
comportamientos antisociales.
En los últimos años han aparecido varios estudios e investigaciones acerca de este
fenómeno, que tanto preocupa a la sociedad. A la vista de los resultados, es en verdad
un tema preocupante, aunque no alarmante, ya que la percepción de esta violencia es
a menudo más grave que la realidad, lo que no es óbice para que se estudien y
desarrollen estrategias efectivas para prevenir la violencia en las escuelas y que
incrementen la seguridad en las mismas.
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Tema 3. Factores de la Delincuencia juvenil II
Pobreza y delincuencia son dos términos que mucha gente identifica como sinónimos
o, cuando menos, como factores interrelacionados parece ser que la gente pobre
delinque más que los pertenecientes a clases más acomodadas. Ahora bien, esta
afirmación popular que debe ser corroborada por datos fidedignos, únicamente puede
ser cierta para una delincuencia cometida por necesidad, pero no se adecúa a la mayor
parte de la delincuencia juvenil.
Es un hecho comprobado que los niños y jóvenes pertenecientes a las clases sociales
bajas tiene una tasa más alta de delincuencia que los pertenecientes a las clases media
y alta. Principalmente cometen delitos con más frecuencia y con daños más graves en
las personas y en las cosas.
Estos datos según la teoría del labeling se debían principalmente a la criminalización
secundaria de los niños y jóvenes de la case social baja, los cuales sufrían una
persecución penal más frecuente y un peor trato por arte de la policía y lo tribunales
juveniles que los menores de clases sociales más favorables.
La causa de la carga más alta de delincuencia grave de los niños y jóvenes de la clase
social baja reside más bien en el ambiente social malo y en las prácticas educativas
deficientes en las familias de la case social baja: las dificultades y los reducidos recursos
socioeconómicos hacen que muchas familias de la clase social carezcan de relaciones
sociales y de una orientación hacia valores conformes con la sociedad.
A esto hay que añadir otros factores relacionados directamente con las denominadas
“teorías ecológicas”, como pueden ser:
Un entorno social deteriorado, generalmente situado en barrios periféricos en las
zonas mas deprimidas económicamente de la ciudad, con proliferación en las
zonas más deprimidas económicamente e la ciudad, con proliferación de
chabolas, inmigrantes, etc. y situados en zonas densamente pobladas en las que
se observa una carencia de zonas verdes, deportivas o de ocio, servicios
culturales y asistenciales.
Las condiciones de las viviendas en las que viven estos jóvenes no cuentan con
las adecuadas condiciones de habitabilidad: suelen ser espacios reducidos en
los que se amontonan los numerosos miembros de la familia, por lo que no
disponen de intimidad alguna, algunas tienen graves carencias de servicios
mínimos como agua corriente y luz.
El grupo de amigos
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La adolescencia y la juventud son etapas en la vida de las personas que se caracterizan
por la búsqueda de la propia identidad, lo que implica la adquisición de la independencia
emocional y personal frente a los padres y adultos en general, impregnando a la mayoría
de sus acciones un halo de rebeldía e incomprensión frente a los adultos. Es esta
situación, la influencia y aceptación de los amigos y compañeros de la misma edad suele
ser más importante para los adolescentes, que las que puedan ejercer sus padres en
casas y sus profesores en el colegio.
Además, en la sociedad actual, en lo países industrializados, los niños y adolescentes
pasan la mayor arte de su tiempo en el colegio y en la realización de actividades
extraescolares, con sus compañeros, asumiendo en sus decisiones y reflejándose en
sus estilos de vida, las expectativas de los compañeros de su edad.
El gozar de amistades que realizan con cierta asiduidad conductas desviadas o
comportamientos antisociales o delincuenciales, será un factor de riesgo en el
comportamiento presente y futuro de los jóvenes, favoreciendo en gran medida el que
el joven con esos amigos se comporte como ellos para evitar sentirse discriminado y
excluido de su círculo o grupo de amigos.
Desempleo
En nuestro país la tasa de paro juvenil es más alta en comparación con las cifras del
paro en los adultos y registra, además, la tasa de paro juvenil más alta de la OCDE. La
consecución del primer empleo resulta, muy problemática
No obstante, no parece que el parto juvenil sea un factor criminógeno de primer orden.
Es evidente que no afecta por la edad de los sujetos, en edad escolar, a la delincuencia
infantil. Respecto de la delincuencia juvenil, principalmente para los menores con
edades comprendidas entre 18 y 21 o 25 años, a los que se conoce como jóvenes
adultos su influencia es mayor, aunque quizás de cara a una criminalización secundaria.
Como se cometen los primeros delitos cuando los jóvenes son alumnos y, por tanto,
todavía no se encuentran inmersos en el mundo laboral, el desempleo juvenil
generalmente no puede desencadenar el inicio de una carrera criminal. Solamente
puede contribuir a su ulterior desarrollo y a su intensificación.
La precoz inmersión en el mundo laboral puede constituir una grave fuente de
frustraciones, impedir un normal desarrollo intelectual, condicionar un irreversible
destino en trabajos no cualificados, de bajo nivel y escasamente remunerados
Ello puede dar lugar a reacciones impulsivas y de rabia, contra el sistema y la sociedad,
lo que determinará en el individuo continuos cambios de trabajo, un sentimiento
permanente de insatisfacción que tratará de aliviar manteniéndose desocupado durante
períodos cada vez más largos, así como, la alta posibilidad de realizar actividades ilícitas
para obtener las compensaciones y satisfacciones que no encuentra en el trabajo.
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Los medios de comunicación
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violencia, la xenofobia y los malos tratos. Por ejemplo: el “Karmagedón” en el que el
jugador gana puntos a medida que va atropellando a la gente y alguas personas, como
las embarazadas, puntúan doble; el “Mortal Kombar”, que es un videojuego de combate
en el que el jugador disfruta arrancando cabezas; o el “Doom Quake II” en que se
descuartizan unas a otras con toda clase de armas: hachas, pistolas, escopetas, etc.
Las drogas
22
situación del individuo que, tras consumir drogas, los efectos de estas le aumentan la
probabilidad de que se involucre en actividades delictivas.
Delincuencia funcional
Hay que señalar que la particular idiosincrasia de los toxicómanos o drogodependientes,
hace que este grupo de jóvenes se distingan de otros delincuentes juveniles, porque
cometen sus delitos con el único objetivo de poder adquirir las sustancias
estupefacientes, pueden cometer diversos tipos de delitos (la mayor o menor gravedad
de los mismos irá acorde con la influencia que le cause la intoxicación por el consumo
de estupefacientes o la influencia del síndrome de abstinencia) pero bajo una única
motivación: conseguir los medios económicos necesito para asegurarse la próxima
dosis. Como delitos más habituales se pueden citar: los robos con fuerza en las cosas
o con violencia o intimidación en las personas, falsificación de recetas médicas, etc.
Delincuencia inducida
Tiene menor relevancia, aunque no cabe duda de que opera (sobre todo el alcohol)
como un facilitador o desinhibidor de conductas violentas. Se puede relacionar con
delitos contra las personas, contra la libertad sexual, contra la seguridad del tráfico y,
ocasionalmente, contra el patrimonio.
23
Conclusión
24
Tema 4: La imputabilidad y la responsabilidad penal de los
menores
Concepto de imputabilidad
Concepto de inimputabilidad
La imputabilidad es un concepto eminentemente jurídico que encuentra su fundamento
en el sistema normativo. Dentro de la estructura de la teoría del delito, el concepto de
imputabilidad no ha sido siempre asociado a la culpabilidad, sino que ha sido entendido
desde diversos enfoques: imputabilidad como capacidad de acción, como capacidad
jurídica de deber (capacidad de oración), como “capacidad de pena y como capacidad
de curabilidad.
25
licita (No permitida) o contraria a las normas. No basta, por el contrario, con saber
que el echo realizado es malo, injusto, inmoral, etc.
2. El elemento volitivo: viene constituido por la capacidad de obrar conforme a la
comprensión del carácter ilícito de la conducta o la capacidad de autodeterminación
conforme a derecho. Implica, por tanto, que en supuesto de hecho concreto el sujeto
tenga la suficiente fuerza de voluntad para resistir la tentación o el impulso de obrar
ilícitamente.
Si no ocurre el primer elemento relativo del hecho ilícito; tampoco ocurrirá el segundo;
pero puede concurrir la suficiente capacidad de comprensión y hallarse ausente el
elemento (volitivo) de autodeterminación o autocontrol según dicha compresión. Si falta
uno solo de ellos, el autor será inimputable, esto es no será capaz de culpabilidad
Ejemplo: en el niño de corta edad falta de capacidad de comprensión y, por tanto,
también la necesaria autodeterminación. En un joven, al borde de la mayoría de edad,
generalmente, será capaz de advertir la ilicitud del hecho, pero le faltará o podrá faltarle
la voluntad necesaria para obrar conforme a esa comprensión. …
Concepto material. Críticas al fundamento material de la culpabilidad
La culpabilidad, en el aspecto material, consiste en la capacidad de obrar de otro modo,
es decir, en la capacidad de adoptar una resolución de voluntad diferente, acorde con
las exigencias del ordenamiento jurídico, solo aquellos actos de alguna forma dependen
de la voluntad humana pueden ser reprochados como culpables. La culpabilidad
supone, por ello, en primer lugar, un determinado desarrollo o madurez de la
personalidad y unas determinadas condiciones bio – psíquicas que le permitan al sujeto
conocer la ilicitud o licitud de sus acciones u omisiones y obrar conforme a ese
conocimiento.
La inmutabilidad o capacidad de culpabilidad es, por ello, un presupuesto de
culpabilidad.
26
Respecto de los niños se entiende de forma unánime por la doctrina, que no tienen
capacidad de culpabilidad, eso es se consideran inimputables, ya que su personalidad
no ha alcanzado, todavía, el grado de desarrollo o madurez necesario que les permita
comprender el carácter ilícito de su conducta y, por tanto, obrar conforme a ese
conocimiento.
En cuanto a los jóvenes adolescentes, la situación no aparece ya tan clara. En principio,
un joven será jurídico. penalmente responsable cuando en el momento del hecho sea
suficiente maduro, según su desarrollo moral y mental; para comprender el injusto del
hecho y actuar conforme a esa comprensión.
El principal problema que nos encontramos a la hora de delimitar si los menores son
imputables o no, reside en que tenemos que operar con unos conocimientos que se
escapan de las ciencias jurídicas para entrar de lleno en aspectos biológicos y
psicológicos, además de sociológicos ya que el grado de madurez de las personas viene
también influenciado por el ambiente familiar, educacional y sociocultural en el que se
desenvuelve.
El desarrollo biológico, el crecimiento físico de las personas y si correspondiente
desarrollo intelectual y grado de madurez personal, es un proceso evolutivo continuado,
no es algo que se pueda dividir en fases o periodos. El desarrollo evolutivo del niño, el
progreso hacia la madurez, no se realiza mediante cambios ordenados prefijados y
coherentes.
Desde la más tierna infancia, mientras se producen cambios físicos y biológicos, en los
individuos, paralela y simultáneamente se va produciendo otro proceso evolutivo en el
ámbito intelectual cognitivo. A través del mismo, el joven dotado desde los 7 años de
una inteligencia fundamentalmente práctica y operativa, (pensamiento concreto del aquí
y ahora) adquiere las claves del pensamiento abstracto (razonamiento o uso de razón).
A partir de los 6-7 años, de manera progresiva (hasta, más o menos los 12 – 13 años)
va comprendido las relaciones personales, se desarrolla la inteligencia (mediante la cual
mejora las relaciones, comprende los símbolos abstractos y posibilita la adaptación a
situaciones nuevas si el ejercicio contraste de ensayo y error) y aparece la conciencia
moral.
El continuo desarrollo vivencial del mismo fortalece y enriquece su personalidad
contribuyendo a su madurez individual y a si integración social. A os 18 años se alcanza
el techo dl desarrollo de inteligencia, aunque la lentitud bio-psicológica no se encuentra
todavía a esta edad que termina la adolescencia y comienza la juventud.
Desde criterios o parámetros exclusivos y de responsabilidad penal, la doctrina se
muestra unánime en dos aspectos: a presunción iruris et de iure (presunción que no
admite la capacidad de imputabilidad/responsabilidad) de responsabilidad penal de los
adultos, y de irresponsabilidad penal de los niños. Alos primeros se les presume la
capacidad de culpabilidad, y a los segundos la incapacidad de culpabilidad o
inimputabilidad. Ahora bien, el tránsito de la niñez a la edad adulta, no se realiza de un
día para otro, sino que es un proceso continuo y progresivo, a lo largo de una fase del
desarrollo humano denominada adolescencia.
Adolescencia
¿tienen responsabilidad penal los adolescentes? ¿han alcanzado un grado de madurez
suficientes para comprender el carácter ilícito de una determinada conducta, y por tanto,
27
obtar de acuerdo a ese conocimiento? ¿cuándo comienza y cuando termina la
adolescencia?
Podemos señalar algunas características que conforman el periodo de la adolescencia:
Se sitúa en la inmadurez de la niñez y deseable madurez de la edad adulta,
siendo una etapa breve, pero crucial para el desarrollo del ser humano. Supone
una situación de incompetez y de tránsito.
No se debe confundir los términos de pubertad y adolescencia. Pues la pubertad
se describe como el periodo durante la cual el cuerpo adquiere las
características adultas, y la adolescencia como el tiempo en que la personas
crece y se desarrolla psicológica, emocional y socialmente.
La pubertad es un hecho biológico inevitable, mientras la adolescencia es una
creación social. El termino adolescencia se refiere al crecimiento psicológico
relacionado con los procesos de crecimiento físicos definidos peor el termino
pubertad.
Constituye un proceso, la etapa de transición desde la irresponsabilidad a la
responsabilidad
La principal tarea de la etapa adolescente consiste en configurar y consolidar la
propia identidad como persona única y madura. Es una época de transformación
y de reestructuración de la personalidad, repleta de connotaciones negativas y
problemáticas caracterizada por algunos autores como un periodo de trastornos
semejante a una enfermedad.
En la adolescencia se produce una maduración de las funciones cognitivas,
adquiriendo el joven una nueva capacidad para pensar de manera lógica,
conceptual y con visión de futuro, sucediendo al mismo tiempo, un desarrollo
psicosocial que permite al adolescente una menor comprensión de uno mismo
en relación a los demás
Este periodo de la vida se extiende entre la niñez y la edad adulta es una
característica de la especie humana. No hace ni u siglo que el niño pasaba,
directamente y sin etapas de transición, de la feliz y despreocupada infancia al
mundo de los adultos. Cuanto más compleja es una sociedad, más conflictiva y
larga es la adolescencia y resulta más difícil y compleja la inserción del
adolescente en el mundo adulto.
Por último, se puede fijar el final de la adolescencia a los 18 años, edad en la que
comienza la juventud.
En estrecha relación con lo afirmado hasta el momento, podemos decir que el menor
infringe las normas jurídicas es únicamente una persona en desarrollo que no ha podido
internalizar dichas normas, por falta de madre, carece de la capacidad suficiente para
motivarse por las normas, o en la que se da la falta de n completo desenvolvimiento en
las facultades intelectuales por un desarrollo incompleto d las mismas, por lo que no se
puede partir de la base de que ha defraudado las expectativas que la sociedad pudiera
tener respecto de él, sino que ni siquiera, en gran número de supuestos, esa misma
sociedad le ha dado la oportunidad de adquirir la maduración necesaria para la
internalización de las normas.
28
Responsabilidad penal de los menores: delimitación
de la edad
Hay que recordar que si no hay imputabilidad tampoco puede haber culpabilidad y la
ausencia de ésta última provoca la inexistencia del delito. Para precisar la imputabilidad,
o su faz negativa la inimputabilidad, esto es si en el sujeto está presente esa doble
capacidad de comprensión injusto y de conformar su voluntad según esa comprensión,
se han manejado diversas fórmulas: psiquiátricas, o biológicas, psicológicas y las mixtas
o bio-psicológicas.
La fórmula psiquiátrica o biológica hace depender la exclusión de la
responsabilidad penal, únicamente, de la existencia de la menor de edad (o, en
su caso de la enfermedad, anomalía o trastorno mental).
La fórmula psicológica no alude a los estados anormales del sujeto, sino a las
consecuencias psicológicas de tales estados. Se basa en la influencia en la
esfera psíquica de la edad en el momento de la comisión del hecho. Es preciso
comprobar si en el omento del hecho el sujeto tenía o no la capacidad de
comprensión del injusto y de conformar su voluntad según esa comprensión.
Las fórmulas psicológicas puras son más doctrinales que legales, lo que explica
su rareza en la legislación penal.
El principal problema de la fórmula biológica reside en afirmar, apelando al criterio
biológico puto, y en aras de un mayor grado de seguridad jurídica, que por debajo de
cierta edad () los menores son siempre inimputables, a veces conduce a resultados
29
insatisfactorios. A la vista de la ineficacia de las dos fórmulas examinadas, se propuso
una fórmula mixta o integradoras de ambas, para intentar paliar sus deficiencias.
La fórmula mita o biosociológica establece para precisar la imputabilidad do
inimputabilidad de las personas dos elementos: la capacidad de comprensión del injusto
y, además, la capacidad de actuar en consecuencia con esa comprensión. Nombra, en
primer lugar, los fundamentos biológicos de la imputabilidad y adjunta luego a ellos las
características psicológicas decisivas para un exacto conocimiento y su correspondiente
obrar. La presencia de una determinada edad es condición necesaria pero no suficiente,
del juicio de inimputabilidad. Se exige que, como consecuencia de esa edad, el sujeto
se hubiera visto privado de la capacidad de comprender el carácter ilícito de su conducta
o de obrar conforme a ese conocimiento.
30
En base a este criterio, se establece un límite de edad fijo cronológicamente, de modo
que sólo a partir de una determinada edad se puede responder penalmente y no antes.
De edad establecida fundamentalmente para sacar a los menores del derecho penal de
adultos. Hasta los 16 años se consideraba los menores inimputables, por lo que no
tenían responsabilidad penal y erna colocados bajo la competencia de los tribunales
tutelares para que estos ejercitaran en ellos, su facultad reformadora, la cual no tendría
un carácter represivo o aflictivo, sino educativo y tutelar.
Este limite
Como límite de inimputabilidad por razón de la edad, no se fijaba demasiado alto (15 o
16), a los jóvenes mayores de esa edad y menores de 18 años se les consideraba como
semiimputables, por lo que, aunque legalmente eran considerador responsables
penalmente como los adultos – en base a una cierta inmadurez y a un deficiente o
escaso…
Este modelo era criticado en cuanto que la imputabilidad es siempre un concepto relativo
pues el proceso de madurez no se prodiga del mismo modo en todos los
comportamientos del individuo, ya que puede adelantase en unos y retrasarse en otros,
determinando la existencia de diversos grados de madurez dentro del mismo individuo.
La solución a estas críticas no es otra que la adopción de un criterio que prevea un
sistema de edad variable, individualizado caso por caso. Pero esta solución, es de todo
punto inviable, ya que nos situaría ante los mismos problemas por los que se desechó
el criterio del discernimiento. Por lo que se establece un límite fijo, por razones de
seguridad jurídica y para evitar dudas y vacilaciones en el caso concreto.
Este criterio biológico – cronológico ha estado vigente en nuestro país, hasta la entrada
en vigor …
31
Se puede afirmar tajantemente que los menores de 14 años están fuera de
Derecho Penal.
En todos los casos se entiende que, por el grado de inmadurez de los niños,
deben quedar fuera no sólo del DP, sino de cualquier intervención del aparato
judicial sancionador del Estado, siendo suficiente una respuesta de los servicios
sociales.
2º. Los mayores de 14 años y menores de 18 años. Responsabilidad penal. No
conforme al CO si no en base a un DP juvenil, específico para estos menores.
El fundamento de su exclusión del DP no reside en criterio de imputabilidad sino,
única y exclusivamente, de política – criminal por entender que la
responsabilidad penal de los menores presenta frente a la de los adultos un
carácter primordial jurídica y que determina considerables diferencias ante el
sentido y el procedimiento de las sanciones en uno y otro sector.
El límite de los 14 años establecido por ley, en base a un criterio biológico puro,
puede quizá crear problemas en materia de culpabilidad, ya que con carácter
general la LORRPM no permite excepciones. Ha optado el legislador español,
por presuponer la imputabilidad el principio de seguridad jurídica, sobre otros
aspectos, cerrando la puerta la ley a las posibles excepciones en base a la
inmadurez de los mayores de 14 años.
3º. Los mayores de 18 años y menores de 21. Imputabilidad y responsabilidad
penal. En principio, como regla general a estos jóvenes se les considera
imputables y, por tanto, responsables penalmente.
32
Tema 5: Tratamiento jurídico – penal del menor. Modelos de
justicia penal de menores
Consideraciones generales
A finales del S XIX y principios del S XX, con el nacimiento de la sociedad industrial la
inmigración urbana procedente de sectores rurales y, en definitiva, el nacimiento de un
nuevo concepto de sociedad, e produce un aumento, sobre todo en las grandes
ciudades, de pobreza, marginación y miseria que afecta con fuerza a los niños y jóvenes,
llenándose las calles de jóvenes mendigos, vagabundos, rateros y maleantes.
A la vista de esta situación, movimientos filantrópicos y humanitarios se lanzan a la
salvación de estos niños, que, de acuerdo con las leyes imperantes en la época, estaban
destinadas a sufrir rígidas y severas intervenciones penales.
Este modelo aparece ligado a la ideología positivista y correlacionista, por lo que parte
de la consideración del delincuente como un individuo débil, débil de cuerpo, de espíritu,
33
o de ambas cosas, los niños delincuentes se equiparan, por ello a los enfermos ya que
se les considera con un carácter anormal o patológico y por tal motivo necesitado de
fortalecimiento y ayuda.
Los criterios de la escuela positivista se centran esencialmente en os siguientes
aspectos:
El principal objetivo es sustituir el sistema penal propio de adultos y escoger un
sistema de principios y de normas especiales para los menores, creando un
nuevo Derecho penal específico para ellos, inspirado en un espíritu puramente
tutelar y protector.
Debe aplicarse y regirse rigurosamente el criterio antropológico y por ello se
debe tener en consideración la individualidad del menor delincuente, evitando
la mezcla de jóvenes de índole e inclinaciones diversas. Para ello se realiza una
triple distinción.
a) Menores vagabundos, díscolos y viciosos
b) Menores delincuentes
c) Menores abandonados, necesitados solo de asistencia
Aplicación de medidas preventivas: en vez de imponer penas mediante
sentencias judiciales, resulta más efectivo ejercitar una saludable función de
profilaxis mediante medias de prevención y de educación. La defensa social
conta la delincuencia juvenil actúa mediante procedimientos de educación,
corrección de medidas de seguridad dirigidas a promover la mejoría de los
jóvenes “…
Se crean tribunales especiales para jóvenes. Los Jueces gozan de un amplio
grado de discrecionalidad a la hora de imponer una u otra medida, no estando
sometidos al “principio de proporcionalidad” entre la gravedad de la acción
cometida y la medida impuesta. Con el fin de alcanzar la curación del menor se
instaura el principio de la duración “indeterminada” de las medidas
A la vista de lo anterior, se prescinde del criterio de la “imputabilidad”. Cuando
un menor comete un delito, no ha de verse si es imputable o no, responsable o
no; la cuestión es otra. Mediante la comisión del delito, el menor ah demostrada
adversidad a sus coetáneos y ha revelado actitudes e inclinaciones peligrosas,
por lo que debe adoptarse contra él, rápido y siempre, un sistema de educación
y de corrección propio de los menores delincuentes.
A modo de conclusión podemos establecer como principios básicos de este sistema, los
siguientes:
Elección de la clase y duración de la medida según la necesidad de tratamiento
de menor.
Investigación de la personalidad con ayuda de expertos.
Medidas privativas de libertad temporalmente indeterminadas.
Determinación del momento de la puesta en libertad por expertos in status
judicial.
Aplicación de tratamiento médico, farmacológico y social. terapéutico sin
consentimiento del menor afectado.
Introducción del tratamiento “predelictual”, por medio de medidas privativas de
libertad, para formas de vida desviada.
Rechazo de las siguientes garantías predilectuales, argumentando que ese
modo de tratamiento se lleva a cabo precisamente para bien del afectado.
34
El modelo educativo
El modelo educativo se implanta en Europa (no así en España, donde pasó totalmente
inadvertido) tras la 2º guerra mundial, como consecuencia del nacimiento del Estado de
Bienestar (Welfare State)
En este modelo, lo que prevalece es que la justicia penal no debe intervenir respecto de
los menores, hay que evitar que todos los casos posibles que los jóvenes entren em
contacto con el sistema de justicia penal se buscan para ello soluciones extra –
judiciales, debiendo prevalecer la actuación educativa frente a los mismos.
El modelo educativo parte de un talante tolerante
El sistema educativo se configura como un “modelo social …
Se sigue confundiendo en todo caso entre el joven necesitado de protección y el
infractor, dándose también en coherencia con el alejamiento de lo judicial, la ausencia
de garantías jurídicas en el tratamiento de menores, con arreglo a este modelo, no
pertenecería al orden penal sino al civil.
A finales de los años setenta el modelo educativo fue duramente criticado
demostrándose que la afirmada finalidad de educación y rehabilitación enmascaraba,
en realidad, una acción de marginación que golpeaba a un gran número de jóvenes
pertenecientes a las clases sociales más desfavorecidas.
El modelo de responsabilidad
35
víctimas, inadaptados autores de conductas irregulares, etc. → concepción
amplia de delincuencia juvenil). El tratamiento adecuado para unos y otros es
totalmente diferente.
Se debe limitar al mínimo indispensable la intervención de la justicia. este
modelo propone que pueda reducirse el derecho y la intervención de la justicia.
La justicia de menores no es un derecho penal en miniatura, sino un
procedimiento con unas notas y caracteres específicos. La retribución por el
hecho debe estar adecuada al estado de madurez del joven y ajustada a la idea
educativa; por eso se le ha independizado del marco del Derecho Penal general.
Especialización de os órganos de control social formal intervinientes en el
sistema de justicia juvenil.
El recurso a la privación de libertad del menor se articula como ultima ratio. E
utilizará en todo momento como último recurso y durante el mas breve plazo
posible.
Instauración de respuesta penales alternativas; ordenes en materia de atención
orientación y supervisión; libertad vigilada; la mediación; la reparación;
prestaciones en beneficio de la comunidad; probation, etc.
Garantía y reconocimiento de derechos a lo largo de todo el procedimiento:
antes (detención), durante (presunción de inocencia, derecho a asistencia
letrada, a conocer la acusación, a proteger su intimidad, a recurrir, etc.) y
después del proceso (durante la ejecución de medida). Son unos derecho y
garantías fundamentales para un juicio imparcial, justo y equitativo.
Proporcionalidad de las medidas. “cualquier respuesta a los menores
delincuentes será en todo momento proporcionada a las circunstancias del
delincuente y del delito”.
Las medidas deben tener una duración determinada legalmente.
Rigen criterios de prevención especial, sobre otros basados en ideas retributivas
o preventivo – generales.
Una mayor atención a la víctima, bajo la concepción de la necesidad de
reparación de a víctima por la sociedad.
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El principio de oportunidad en el proceso penal de adultos adquiere su justificación en
razones de política criminal que desaconsejan la apertura del juicio y la imposición de
una pena privativa de libertad, como son:
Evitar los efectos criminógenos de las penas privativas de libertad en quienes
nunca con anterioridad han delinquido (sobre todo jóvenes autores de un primer
delito).
Existencia de delitos que producen una escasa lesión social o que generan u
mínimo interés en su persecución.
Obtener la rehabilitación del delincuente mediante su sometimiento voluntario a
un procedimiento de readaptación;
Estimular la propia reparación del daño y, sobre todo o en gran medida.
La conveniencia de evitar juicios innecesarios y razones de economía procesal.
El principio de oportunidad aparece en el proceso penal juvenil, íntimamente conectado
con el principio de intervención mínima con objeto de evitar procesos de estigmatización
social, en el sentido de dotar de relevancia a las posibilidades de no apertura del
procedimiento, renuncia al mismo, al resarcimiento anticipado o conciliación entre el
infractor y la víctima, y a los supuestos de suspensión condicional e la mediad impuesta
o de sustitución de la misma durante su ejecución.
Lo que presupone es conceder amplias facultades al MF para decidir sobre el ejercicio
de la acción penal, es decir para no ejercitarla en determinadas condiciones con lo que
no se llegaría a inicial bien el procedimiento preliminar bien le juicio oral, y ello a pesar
de constar la existencia de un hecho aparentemente delictivo.
Esta situación es la que describe el art. 18 LORRPM al disponer que “El MF podrá
desistir de la incoación del expediente cuando los hechos denunciados constituyan
delitos menos graves sin violencia o intimidación en las personas, o faltas tipificadas en
el CP o e las leyes penales especiales”.
El desistimiento como manifestación del principio de oportunidad reglada, consiste en
una decisión discrecional (pero no arbitraria) el MF, que una vez conocida la notitia
criminis mediante denuncia o atestado policial dará lugar a la correspondiente apertura
de diligencias preliminares, y seguidamente, en su seno habrá de dictarse el Decreto de
archivo, no dando inicio al procedimiento.
La conformidad, como elementos integrantes del mencionado principio de oportunidad
supone, en principio, la aceptación por el acusado del escrito de acusación, alcanzando
a los hechos, la calificación jurídica y la pena que se le va a imponer. Aspectos estos, a
los que el juez queda indefectiblemente vinculado.
La conformidad del menor infractor en el ámbito del proceso penal de menores (dada
su especialidad) no responde al mismo fundamento y finalidad que al regulado en la
LECrim para el proceso penal ordinario. Ambas tienen, desde luego, la misma
naturaleza jurídica y son manifestaciones del principio de oportunidad en cuanto
condicionan la actividad procesal del órgano decisor, pero, la conformidad del menor no
atiende a razones de utilidad ni de economía procesal alguna.
Las razones para defender la conformidad en la jurisdicción de menores deben
circunscribirse, únicamente, a evitar la continuación del proceso para esta manera de
evitar o disminuir, en la medida de lo posible, el carácter estigmador que tiene el proceso
penal.
37
Del art. 32 LORRPM se infiere en que los casos en los que el MF solicite cualquier
medida, salvo las de internamiento () si hubiere conformidad del menor y de su letrado,
el juez “dictará sentencia sin más trámite imponiendo la medida solicitada”.
No obstante lo anterior, el Juez en el procedimiento abreviado sí podrá imponer una
pena inferir a la solicitada por la acusación, ya que si se entendiese “la estricta
conformidad como intención legal de exclusión de todo arbitrio judicial, constreñido el
juzgador a la aceptación de la pena propuesta en su literal significado y duración, en
rigorista entendimiento el principio acusatorio, aquel que vería privado de una de las
facultades más destacadas y significativas que asisten a todo Juez o Tribunal, la de
establecer la debida adecuación proporción entre la acusación y la pena.
Por ello, la imposición de una pena inferior a la solicitada, siempre que se halle dentro
de los límites que la Ley señala, no contradice ningún principio procesal.
Pues una cosa es intentar buscar la solución del conflicto a través de los mecanismos
de des-judicialización (como la reparación o conciliación) y otra muy distinta, que una
vez iniciado el procedimiento, entre el MF y el menor () se llegue a un acuerdo, que el
Juez deba acatar aunque sea contrario al mismo, que en algunos casos puede ser
contraproducente con los intereses del menor y que el modelo de responsabilidad penal
juvenil instaurado en nuestro sistema legal propugna sobre los principios de prevención
especial y educación y resocialización de los menores infractores.
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La reparación sirve al establecimiento de la paz jurídica también a través de fines
de prevención general y especial
Prevención general positiva, orientada a la restauración de la paz jurídica, en cuanto
que es capaz de proporcionar a la comunidad un efecto de confianza y un efecto de
satisfacción.
Prevención especial, en cuanto, que la vía de la reparación conduce desde un principio
a la integración social del culpable, al reconocer su culpabilidad…
Aplicación de la reparación según la gravedad del delito: e un primer nivel de la
criminalidad de bagatela no es necesario ni la pena ni la reparación la culpabilidad es
pequeña y fata el interés público en la persecución.
En el ámbito de la criminalidad leve, la dimensión de desvalor del hecho originalmente
dada puede ser reducida mediante actos de compensación, procurándose la reparación
extrajudicial con ayuda de las correspondientes instancias de compensación autor –
víctima.
En el ámbito de la criminalidad mediante grave, en caso de reparación el Tribunal puede,
tras una declaración de culpabilidad, prescindir de la pena cuando sea superflua en
atención al efecto preventivo.
Por último, en los casos de criminalidad grave, cuando las necesidades de prevención
especial o general no puedan ser satisfechas de otra manera, el Tribunal debe
finalmente recurrir la pena también cuando se haya producido reparación.
39
2. El logro de un acuerdo entre las partes. El conseguirlo o no, depende no sólo de
ellas mismas, sino de la capacidad conciliadora del mediador.
3. La satisfacción de cuantos ha participado en el programa. El motivo principal de
satisfacción tiene casi siempre un contenido psicológico y emocional:
Para la víctima, consiste en la oportunidad que se le ofrece de encontrarse
personalmente al responsable del delito, de comprender los motivos de su acción
y de conocer su background social. Relevante, pero no del todo preeminente, es
para la víctima la consecución de la compensación (económica o reparativa) del
daño sufrido y la demostración de disponibilidad y la actividad por arte del
mediador (como representante de la Ley) con el fin de conseguir un acuerdo.
Para el delincuente, el motivo principal de satisfacción vendrá dado por el hecho
de haber encontrado a la víctima y descubrir que está dispuesta escucharle,
ofreciéndole así, la posibilidad de expresarle personalmente su arrepentimiento.
Además, no nos engañemos, el autor del delito saldrá satisfecho si evita la condena o
la medida
4. Las consecuencias del programa sobre el comportamiento del delincuente
(respecto de reingresos en prisión y reincidencia). Investigaciones llevadas a
cabo en Alemania han puesto de manifiesto que en los casos en que a los
menores que delinquen por primera vez se les impone una medida informal la
tasa de reincidencia disminuye notablemente frente a los casos de
conformidades.
La conciliación
La conciliación tiene por objeto que la víctima reciba una satisfacción psicológica a cargo
del menor infractor, quien ha de arrepentirse del daño causado y estar dispuesto a
disculparse. La medida se aplicará cuando el menor efectivamente se arrepienta t se
disculpe, y la persona ofendida lo acepte y otorgue su perdón.
La LORRPM se refiere a la conciliación en dos momentos procesales diferentes: el
primero, recogido en el art. 19, que produce el sobreseimiento del expediente y, el
segundo, regulado en el art. 51.2 que conlleva que se deje sin efecto la medida
impuesta.
Ahora bien, el legislador no ha aceptado que la conciliación produzca dichos efectos en
todos los casos, sino que ha establecido unos requisitos, limitando la conciliación a los
siguientes supuestos:
Que el hecho imputado al menor constituya delito menos grave.
Atendiendo a la gravedad y circunstancias de los hechos y del menor, de modo
particular a la falta de violencia o intimidación graves en la comisión de los
hechos.
Que la víctima acepte las disculpas ofrecidas por el menor.
El fundamento de esta conciliación, en aplicación del principio de oportunidad, reside en
un sobreseimiento del proceso y una solución extrajudicial del conflicto.
Por su parte el papel del mediador no puede ser realizado por una persona cualquiera,
ni tan siquiera por el Juez, debiendo se un experto, u mimbro del equipo técnico
especialmente preparado para ello. El art. 19.3 LORRPM, designa al “correspondiente
equipo técnico para realizar las funciones de mediación entre el menor y la víctima
perjudicado”.
40
La reparación
En esta el acuerdo no se alcanza únicamente mediante la satisfacción psicológica, sino
que requiere que el menor ejecute el compromiso contraído con la víctima/perjudicado
de reparar el daño causado, bien mediante trabajos en beneficio a la comunidad, o
mediante accione adaptadas a las necesidades del sujeto, cuyo beneficio sea la propia
víctima o perjudicada.
Según el art. 19.2 LORRPM, “se entenderá por reparación el compromiso asumido por
el menor con la víctima o perjudicado de realizar determinadas acciones en beneficio de
aquellos o de la comunidad, seguido, de su realización efectiva”.
La ley recoge la reparación en dos supuestos: en el primero, la reparación entre el menor
y la víctima podrá dar lugar al sobreseimiento del expediente y, en el segundo, aparece
recogida en el art. 7.1. j. como la medida autónoma de prestaciones en beneficio de a
comunidad.
Según el art. 19 LORRPM una vez cumplidos los compromisos de reparación asumidos
con la víctima/perjudicado por el delito cometido, o cuando no pudieran llevarse a efecto
por causas ajenas a la voluntad del menor, el MF dará por concluida a la instrucción y
solicitará del juez el ….
Reparación directa a la víctima:
consiste en que el menor infractor realice algún tipo de actividad que beneficie a
la víctima. Se puede realizar junto a, y, además, de la conciliación.
Generalmente las víctimas individuales suelen mostrarse más reacias a
admitirla, realizándose en casos de delitos a víctimas “indeterminadas”, esto es,
cuando la víctima es una persona jurídica, corporación, sociedad, etc.
Reparación indirecta:
Se aplicará, mediante servicios en beneficio de la comunidad, en aquellos
supuestos en los que la menor una vez asumida su responsabilidad por el hecho
esté dispuesto a reparar el daño causado, pero se desconozca la víctima o, ésta
no se encuentre predispuesta a aceptar la reparación.
El quipo técnico debe relacionar los hechos cometidos con la personalidad del
menor infractor para adecuar el trabajo a realizar, que suele ser de dos tipos:
delitos de daños contra la propiedad, trabajos de jardinería o limpieza, sencillos
y sin riesgo, o actos de vandalismos respecto a personas, en residencias de
ancianos, minusválidos, etc.
E debe llegar a un acuerdo con el menor sobre el tiempo de realización
(generalmente, más corto que la medida de prestación de servicios a la
Comunidad, impuesta por orden judicial, duración que en ningún caso se podrá
superar), y debe realizarse fuera el tiempo escolar (fines de semana, festivos y
vacaciones escolares)
Es la medida que más satisfacción ofrece al menor infractor actual, - que ya que
no el “gitanillo” o marginado, sino que es de clase media, con todas sus
necesidades básicas cubiertas, lo que se conoce como “niños vacíos” - Son hijos
de padres que trabajan y que no han pasado tiempo con ellos en su infancia, por
lo que al menor le ha faltado es referencia paterna o materna en la que apoyarse
y reflejarse. El educador, en estos casos, es el primer adulto que tiene tiempo
para hablar con ellos.
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Tema 6. La legislación sobre la responsabilidad penal del
menor
Introducción
Legislación internacional
Naciones Unidas
En cuanto a la Normativa Internacional, el texto más importante es la Convenció de las
Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1989 sobre los Derechos del Niño, la cual fue
ratificada por España el 30 de noviembre de 1990 (=. La convención entró en vigor con
carácter general el 2 de septiembre de 1990 y para España el 5 de febrero de 1991, de
conformidad con lo establecido en su art. 49.
En el apartado segundo del Art. 1 de la LORRPM, se establece que “Las personas a las
que se aplique la presente ley gozarán de todos los derechos reconocidos en la
Constitución y en el ordenamiento jurídico, particularmente….
En los artículos 1, 2, 3 y 12 de la convención nos encontramos una serie de principios
importantes a tener en cuenta:
Art. 1. La convención nos da la definición de niño, “menor de 18 años, salvo que
en virtud de la Ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de
edad”.
Art. 2. Recoge el principio de no discriminación, los derechos deben ser
aplicados a todos los niños, sin excepción alguna, independientemente de las
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circunstancias de cada uno, debiendo los Estados adoptar las medidas
necesarias para protegerlos de cualquier forma de discriminación.
Art. 3. Trata de interés superior del menor. Todas las medidas que se adopten,
deberán basarse en el interés superior del niño. Corresponderá a los Estados
Parte asegurar la adecuada protección y cuidado, cuando los padres u otras
personas responsables, no tengan capacidad de hacerlo, tomando las medias
legislativas y administrativas adecuadas.
Art. 12. Recoge el derecho del niño a ser oído en función de su edad y madurez.
Se le dará la oportunidad desear escuchado en todo procedimiento
administrativo y judicial que le afecte, ya directamente, a través de un
representante u órgano apropiado.
En los artículos 37 y 40 es donde vamos a profundizar un poco más, debido a que, en
cuanto a la responsabilidad penal del menor, proclaman una serie de derechos y
garantías aplicables a los menores infractores, que son reflejo de los principios de
intervención mínima subsidiaria y respeto a la dignidad del menor y a sus derechos.
Así el art. 37 hace referencia a aquellas consecuencias penales que no pueden
imponerse en ningún caso a una persona menor de edad (pena capital, cadena perpetua
y aquellas que impliquen trato inhumano o degradante) y el marco mínimo de las que
implican privación de libertad.
El art. 40 en su apartado primero establece: “Los Estados Parte reconocen el derecho
de todo niño de quien se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse
o declare culpable de haber infringido esas leyes a ser tratado de manera acorde con el
fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que fortalezca el respeto del niño por los
derechos humanos y las libertades fundamentales de terceros y en la que se tenga en
cuenta la edad del niño y la importancia de promover la reintegración del niño y que
asuma una función constructiva en la sociedad”.
En el artículo 37 se recoge como anteriormente hemos citado el tratamiento del menor
privado de libertad y el marco básico de las medidas privativas de libertad, realizando
una pequeña síntesis de estos dos apartados y enlazándolos con la legislación podemos
mencionar:
Se proscribe la tortura y los tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes.
El art. 15 CE recoge el derecho a la vida y la integridad física, así como
prohibición de la pena de muerte, asimismo el art. 56 LORRPM recoge de forma
expresa, entre los derechos de los menores internados, el que la entidad pública
de la que dependa el centro vele por su vida, su integridad física y su salud sin
que en ningún caso, ser sometidos a tratos degradantes o malos tratos de
palabra o de obra, ni ser objeto de rigor arbitrario o innecesario en la aplicación
de las normas.
Actualmente, al menos 31 países, el castigo corporal está permitido como
condena por delitos cometidos por niños, lo que en algunos países puede incluir
palizas con vara, flagelación, lapidación o amputación.
Proscripción de la arbitrariedad y principio de legalidad: Establece la convención
que la privación de libertad no puede hacerse de forma ilegal o arbitraria y que
deberá hacerse siempre conforme a la Ley.
Tales previsiones vienen recogidas en los artículos 17 y 25 CE. Estacar el
principio de prohibición del exceso o proporcionalidad en un sentido amplio, que
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recoge la idoneidad y respeto de los derechos fundamentales en la aplicación de
las medidas de criterios de última ratio. “La detención, encarcelamiento o la
prisión de un niño, etc. se utilizará tan solo como medida de último recurso y
durante el periodo más breve que proceda”.
Privación de la libertad como última ratio: limitar la privación de liberad a los
supuestos más graves y a los delincuentes.
Recoge la convención una serie de derechos…
a) Derecho a ser tratado con humanidad.
…
b) Respeto a la dignidad inherente a la persona humana.
Recogido en el apartado c del art, 56.2 de la LORRPM (derecho a que se
preserve su dignidad)
c) Separación de adultos: la convención expresa que “todo niño privado de
libertad estará separado de los adultos, a menos que ello se considere
contrario al interés superior del niño”.
Este derecho ya aparece recogido en la legislación penitenciaria art. 16
LOGP y 99 RP al establecerse que las medias se ejecutaran en centros
específicos de menores, diferentes de los penitenciarios. Pero hay que tener
en cuenta dos matizaciones, la Convención entiende por niño a todo ser
humano menor de 18 años y la LORRPM se aplica a los mayores de 14 años
y menores de 18, y a aplicación de la ley penal del menor va siempre referida
al momento de la comisión del hecho delictivo.
d) Derecho a la comunicación con su familia.
Este derecho viene expresamente recogido en el apartado h del art. 56.2
LORRPM, que establece el derecho del menor internado a comunicarse
libremente con sus padres, representantes legales, familiares u otras…
En relación al artículo 40 de la Convención de las Naciones Unidas dedicado a la
administración de Justicia de Menores, en su primer apartado recoge que a todo niño
que se alegue que ha infringido las leyes penales, o que sea acusado o declarado
culpable de haber infringido tales leyes, por actos u omisiones que estaban prohibidos
por las leyes nacionales o internacionales en el momento que se cometieron, tienen
derecho a que se respeten sus derechos fundamentales entre los que se encuentran:
Principio de presunción de inocencia
Derecho a ser informado de la acusación y derecho a la asistencia técnica para
su defensa
Derecho a la tutela judicial efectiva, a un juicio sin dilaciones indebidas, a un
juicio justo y a la asistencia de la defensa técnica.
Derecho a no declarar, a no confesarse culpable y a la defensa
Derecho al recurso y a la tutela judicial efectiva en el mismo
Derecho a un interprete
Derecho a la intimidad
Principio de la legalidad criminal o penal.
En su apartado 3º de la Convención dice que, “los Estados Parte tomaran todas las
medidas necesarias para promover el establecimiento de leyes, procedimientos,
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autoridades e instituciones específicas para los niños de quien se alegue que han
infringido las leyes penales o a quienes se acuse o declare culpables de haber infringido
esas leyes, y en particular:
a) El establecimiento de una edad mínima antes de la cual se presumirá que los
niños no tienen capacidad para infringir las leyes penales. Se introduce el
principio de seguridad jurídica.
b) Siempre que sea apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a
esos niños sin recurrir a procedimientos judiciales en el entendimiento de que se
respetaran plenamente los derechos humanos y las garantías legales” Esto
supone la introducción de la discrecionalidad, del principio de oportunidad, como
medio para introducir instrumentos de des judicialización.
Posteriormente, a través de diversas resoluciones, se han desplegado un conjunto de
reglas mínimas a la justicia de menores, prevención de la delincuencia juvenil y
protección de los menores privados de libertad entre las que podemos citar:
Directrices de las naciones Unidas para la Prevención de la delincuencia juvenil.
Aprobadas mediante resolución 45/112 de 14 de noviembre de 1990
Las directrices tienen por objeto prevenir la delincuencia juvenil e la etapa “anterior al
conflicto”, antes de que los jóvenes entren en conflicto con la ley, así mismo se favorecen
las políticas de prevención que incluyan la socialización e integración de los jóvenes,
prestando una especial atención a la familia, la educación, la comunidad y los medios
de comunicación.
Establecen unos principios básicos sobre “legislación y administración de justicia de
menores”, entre los cuales podemos destacar:
Deberán promulgarse y aplicarse leyes que prohíban la victimización, los malos
tratos y la explotación de niños y jóvenes, así como su utilización para actos
delictivos.
Ningún niño o joven deberá ser objeto de medida de corrección o castigo severo
o degradante en el hogar, en la escuela, ni en ninguna otra institución.
Con el fin de evitar la estigmatización, victimización, criminalización de los
jóvenes, se deberán promulgar leyes que garanticen que ningún acto que no sea
considerado delito ni sea sancionado cuando lo comete un adulto, se considere
delito ni sea objeto de sanción cuando lo realiza un joven (Regla 56)
Se debería considerar la posibilidad de establecer un punto de mediación u
órgano análogo independiente para los jóvenes que garantice el respeto de su
condición jurídica, sus derechos y sus intereses.
Deberá capacitarse personal de amos sexos encargado de hacer cumplir la ley
y de otras funciones de los jóvenes; ese personal deberá estar al corriente de
los programas y posibilidades de remisión a otros servicios, y recurrir a ellos en
la media de los posibles con el fin de sustraer a los jóvenes al sistema de justicia
penal.
Reglas de Beijing. Reglas mínimas de la Naciones Unidas para la administración
de justicia de menores.
Estas reglas básicas tienen su origen en el 6º Congreso e las Naciones Unidas sobre
Prevención del delitos y tratamiento del delincuente celebrado en Caracas en 1980…
Estas reglas mínimas fueron presentadas en el 7º Congreso, celebrado en Milán en
agosto y septiembre de 1985…
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Estas reglas constituyen principios generales que deben aplicar los estados miembros
de esta institución considerando las características especiales de sus distintos sistemas
penales, atendiendo las características especiales de sus distintos sistemas penales,
atendiendo a sus particulares circunstancias, como son sus costumbres y realidades,
pero siempre teniendo en cuenta que son las condiciones mínimas aceptadas por la NU
en el tratamiento de los delincuentes juveniles en cualquier sistema penal.
Es por esta raco que sus normas se rencuentra redactadas con tanta amplitud, sin
contener indicaciones precisas y de esta forma poder ser incorporadas en cualquier
sistema jurídico.
Dos cuestiones importantes que son estudiadas en estas reglas, son el principio de
proporcionalidad de la sanción que se aplica al menor con relación a la gravedad del
delito cometido y teniendo en cuenta las circunstancias personales del menor, y por otro
lado se hace hincapié en la necesidad de especialización de las personas que
intervienen en el proceso.
Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de Menores Privados de
libertad. Aprobadas por resolución 45/13 de 14 de diciembre de 1990
Estas reglas se pueden considerar como un desarrollo de las anteriormente expuestas
reglas de Beijing, con el objeto de complementar los instrumentos internacionales que
aseguran derechos a los niños y reafirmar los principios fundamentales de la justicia
juvenil.
Como ya lo menciona a su título estas reglas regulan amplia y detalladamente todo lo
relacionado…
Es destacable que estas reglas establezcan que se entenderá por menos a los menores
de 18 años y el límite inferior lo ceden a las legislaciones internas, a su vez entienden
por privación de libertad, “toda forma de detención o encarcelamiento, así como el
internamiento en un establecimiento público y privado del que no se permita salir a
menor por su propia voluntad, por orden de cualquiera autoridad judicial, administrativa
u otra …
También se encargan de reafirmar los derechos de que gozan los menores que se
encuentran en estos lugares, resaltando las normas concernientes al derecho y la
obligación del estado de dar educación obligatoria que debería impartirse fuera del
recinto penitenciario, a la formación profesional y al trabajo con una justa remuneración,
actividades recreativas, garantizarles el ejercicio de su religión, atención médica tanto
preventiva como correctiva, contactos con la comunidad; estas normas buscan lograr
una efectiva reinserción del menor una ve que se encuentre en libertad.
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Se postula la necesidad de desarrollo de nuevas respuestas que nos permitan evitar los
procesos judiciales, haciendo mención a la posibilidad de instaurar programas de des
judicialización.
Estas recomendaciones tienen presente un sistema de Justicia de Menores en el que
se objetivo sea la educación y reinserción social del menor, suprimiendo en la medida
de lo posible su encarcelamiento y en donde las garantías procedimentales estén
plenamente reconocidas, tratando al menor en su medio natural y a la vez
comprometiendo a la colectividad.
Entre los fines que se recomienda a los estados miembros podemos mencionar:
Una actuación preventiva de la delincuencia juvenil a traes de programas de
inserción social.
El desarrollo de procedimientos de des judicialización o mediación.
Asegurar la rapidez de la justicia de menores.
Evitar la detención preventiva.
Excluir la prisión provisional salvo casaos graves, limitando su duración y
separada de los adultos.
Reforzamiento de la posición legal del menor durante el procedimiento incluida
la fase policial.
Promover la formación especializada de las personas que intervengan en el
procedimiento.
Asegurar la confidencialidad de los registros.
Realizarlas intervenciones sin sacar al menor de su ámbito natural de su vida.
La duración de la intervención deberá estar determinada por la autoridad judicial
y esta podrá poner fin a la misma ates del plazo fijado.
Que las formas de internamiento de carácter educativo sean diversas para
ofrecer las más adaptadas a la edad.
Eliminación progresiva de la reclusión mediante sustitutivas que favorezcan la
inserción social.
Cuando la pena privativa de libertad sea inevitable, aplicar la escala de penas
que se adapte al menor.
Las normas penitenciaras europeas aprobadas por el Comité Ministros del
Consejo de Europa de 11 de enero de 2006 y que hacen referencia a los menores
infractores privados de libertad
Recomendación del Consejo de Europa sobre reglas europeas para menores
sujetos a sanciones o medidas
Esta recomendación fue adoptada por el Comité de Ministros el día 5 de noviembre de
2008, en la 104ª reunión de los Delegados de Ministros.
Consta de 142 reglas que se dividen en 8 partes y en las que se recogen ciertos
principios básicos entre los que podemos destacar:
El tratamiento respetuoso de los derechos humanos de los mentores sometidos
a sanciones o medidas
Las sanciones o medias, así como la forma de ejecución deberá estar
especificada por la Ley y a su vez basada en los principios de interacción social
y de la prevención de la reincidencia
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Las sanciones y medidas deberán ser impuestas por un órgano jurisdiccional o
si son impuestas por otra autoridad legalmente reconocida, deberá someterse a
control judicial.
La edad mínima para la imposición de sanciones ha de estar determinada por la
ley.
La composición y ejecución de sanciones o medidas deberá estar basada en el
interés superior del menor y en los principios de proporcionalidad e
individualización.
La privación de libertad com último recurso debe ser impuesta y ejecutada por el
período más corto posible.
Ka mediación y tras medias restaurativas deberá ser incentivadas en todas las
fases del tratamiento de menores.
La involucración de los padres y guardadores en el procedimiento y ejecución de
las medidas o sanciones.
El derecho a la privacidad del menor debe ser íntegramente respetado en todas
las fases del procedimiento.
La selección y formación del personal que realice trabajo con menores deberá
asegurar una capacitación para realizar sus funciones de manera positiva.
Se deben proporcionar medios materiales y personales para que la falta de estos
no justifique la infracción de los derechos humanos de los menores.
La ejecución de todas las medias o sanciones deben estar sujetas a
inspecciones públicas regulares y a controles independientes.
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consentimiento libre e informado de la víctima, el cual podrá retirarse en
cualquier momento.
Antes de que acepte participar en el proceso de justicia reparadora, se ofrecerá
a la víctima información exhaustiva e imparcial sobre el mismo y sus posibles
resultados, así como sobre los procedimientos para supervisar la aplicación de
todo acuerdo.
El infractor tendrá que haber reconocido los elementos fácticos básicos del caso.
Todo acuerdo deberá ser alcanzado de forma voluntaria y podrá ser tenido en
cuenta en cualquier otro proceso penal.
Los debates en los procesos de justicia reparadora que no se desarrollen en
público serán confidenciales y no se difundirán posteriormente, salvo con el
acuerdo de las partes o si así lo exige el Derecho nacional por razones de interés
público superior.
La directiva prevé pues que “Los Estados miembros facilitación la derivación de casos,
si procede, a los servicios de justicia reparadora, incluso mediante el establecimiento de
procedimientos u orientaciones sobre las condiciones de tal derivación”.
El dictamen del Comité Económico y Social Europeo, de 15 de marzo de 2006
relativo a “la prevención de la delincuencia juvenil, los modos de tratamiento de
la delincuencia juvenil y el papel de la justicia del menor en la Unión Europea”
Dicha norma proponía 3 líneas de acción fundamentales en esta materia:
Prevención
Medidas sancionadoras educativas
Integración y reinserción social de los menores y jóvenes infractores
La resolución del Parlamento Europeo sobre la delincuencia juvenil de 21 de junio
de 2007
En su punto 18º, en relación a las políticas nacionales señala el interés, “que representa
desarrollar en los Estados miembros medidas que prevean penas alternativas a la
reclusión y de carácter pedagógico que los jueces nacionales puedan utilizar, como la
oferta de trabajo social, la reparación y mediación con las víctimas así como cursos de
formación profesional en función de la gravedad del delito, así como de la edad, de la
personalidad y de la madurez del delincuente”.
Dentro del marco esta normativa internacional se elabora, promulga y desarrolla
la LORRPM.
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