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El Contencioso Tributario.

Ponencia Elaborada Por:


Dr. Oswaldo José Aza Padrón. Mayo 2004
Abogado. Especialista en Derecho Tributario y Administrativo.
Director de la Escuela de Derecho de la Universidad Fermín Toro.

Introducción.

A partir de la caída del Estado absoluto, monárquico, policía, nace la


concepción del Estado de Derecho, donde el principio de la legalidad es su
columna vertebral.
Este principio consiste en que todas las actuaciones de los órganos de los
Poderes Públicos están sometidos, como dijo en su momento el ilustre
constitucionalista francés Maurice Hauriou, al bloque de la legalidad. Igualmente
en Venezuela los ilustres Juristas, entre ellos el Dr. Eloy Lares Martines,
recientemente fallecido, se refería al mismo como que todos y cada uno de los
actos de la Administración deben estar ceñidos a las leyes y demás normas
preestablecidas de carácter general; y el Catedrático Dr. Allan Brewer Carías
plantea que todos los actos de la Administración Pública han de ser cumplidos o
ejecutados dentro de las reglas o normas preestablecidas por la autoridad
competente.
La Constitución de la República de Venezuela de 1999, consagra el Principio
de la Legalidad en su Artículo 137, el cual reza que; la Constitución y la Ley
definirán las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público, a las cuales
deben sujetarse las actividades que realicen.
El Profesor Jean Rivero determina que existen dos consecuencias del
Principio de la Legalidad; La Primera; la vinculación de la Administración con la
regla de derecho, ella no la puede infringir sin que su acto se encuentre
desprovisto de todo valor; y la segunda; es el carácter jurídico que toma, de este
hecho, la acción administrativa, generadora de obligaciones o de poderes
jurídicamente sancionados en beneficio o en contra de los particulares y de la
autoridad pública.
Pues bien, aquí reconocemos su carácter netamente imperativo, ya que las
diversas maneras con que la Administración puede desconocer o vulnerar el
Principio de la Legalidad en concordancia con el Principio de la Separación de
Poderes y generando así el Principio de Responsabilidad de la Administración por
los daños causados a los particulares, conduce como consecuencia inmediata al
Contencioso Administrativo.
Para la Dra. HIldegar Rondón de Sansó el Contencioso Administrativo, es
todo procedimiento en el cual se impugne un acto administrativo. Es decir se trata
de una vía de recurso, esto es que el mismo es el medio de recurrir contra los
actos de la administración y el actor es siempre un recurrente. Igualmente es
importante agregar que no solamente contra la actividad de la administración sino
contra la inactividad de la misma.
Siguiendo a la misma autora, determina que la lucha contra el
desbordamiento de los poderes autoritarios, cualquiera que sea el agente que los
detecte, se plantea como una necesidad prioritaria en una sociedad de corte
esencialmente liberal como la nuestra.
Estos recursos contenciosos, dice el Dr. Larez Martines, se denominan así,
porque en todos ellos, hay siempre un emplazamiento en virtud del cual quedan
enteradas del procedimiento intentado todas las personas interesadas en oponerse
a la pretensión del actor, y en hacer valer en juicio sus puntos de vistas.
Estos recursos se ventilan ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa,
como dice Gastón Jeze es el conjunto de recursos jurisdiccionales organizados para
la protección de los individuos contra los excesos de poder de la Administración.
El Artículo 259 de la Constitución de la República vigente, dispone que la
jurisdicción contencioso administrativa corresponde al Tribunal Supremo de Justicia
y a los demás tribunales que determine la Ley. Los órganos de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa son competentes para anular los actos administrativos
generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de poder;
condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad de la Administración; conocer de reclamos por la
prestación de servicios públicos; y disponer los necesario para el establecimiento
de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa.
Bien sabemos que los procedimientos del Contencioso Administrativo está
regulado por la Ley orgánica de la Extinta Corte Suprema de Justicia, esperando la
entrada en vigencia de la Ley relativa a la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
No obstante, existen procedimientos contencioso especiales, que de acuerdo
a la materia son regulados por normas de rango legal orgánicas, entre ellas
tenemos; el contenciosos Laboral, Funcionarial, Agrario, Tributario, entre otros.
Nos corresponde hoy revisar el procedimiento Contencioso Tributario y las
normas procesales tributarias, que prácticamente dan origen a un Derecho
Procesal Tributario, como dice el Maestro Héctor Villegas; conjunto de normas que
regulan las múltiples controversias que surgen entre el Fisco y los particulares, ya
sea en relación a la existencia misma de la obligación tributaria sustancial, a la
forma, arbitraria o no que el Fisco desea efectivizarla, a la validez Constitucional de
los preceptos normativos que rigen tal obligación, a los pasos que debe seguir el
Fisco para ejecutar forzadamente su crédito, a las infracciones que atribuye y a las
sanciones que en su consecuencia aplica; e incluso en relación a los
procedimientos administrativos y jurisdiccionales que el sujeto pasivo debe
emplear para reclamar la restitución de las cantidades indebidamente pagadas al
Fisco.
Aunque si bien siguiendo al Maestro Giuliani Fonrouge, este derecho
procesal tributario es parte del Derecho Financiero y Tributario, ya que el mismo
es un todo orgánico que no admite segregaciones. Así lo comprendemos nosotros.
El Contencioso Tributario.

El Recurso Contencioso Tributario es un medio de impugnación en vía


jurisdiccional de los actos administrativos dictados por los órganos pertenecientes
a la administración tributaria de efectos particulares que lesionen derechos
personales y directos, previsto este en el Código Orgánico Tributario.
Los Dres. Luis Socorro y Cesar Loaiza lo definen como un medio judicial de
impugnación de los actos de efectos particulares de la administración tributaria,
que determinan un tributo, que emiten sanciones o afecten en cualquier forma los
derechos de los administrados.
El Dr. Edgar Moya Millan lo define como un recurso ordinario y autónomo
que procede contra aquellos actos de efectos particulares y de naturaleza tributaria
que pueden ser recurridos jerárquicamente pero sin necesidad del previo ejercicio
del recurso jerárquico, así como contra los mismos actos si este último fuese
denegado tácitamente.
Mediante este recurso, no sólo se trata de analizar la legalidad de un acto
administrativo, no solo su anulación, sino también su reforma. De aquí que el Juez
Contencioso Tributario, después de haber estudiado la legalidad del acto de
determinación, debe proceder a establecer el alcance de la obligación tributaria y
debe señalarle a la administración como debe ser determinada esa obligación, es
decir, declara su existencia, su no existencia o su cuantía con exactitud, entre
otras.
No obstante, el maestro Giuliani Fonrouge sostiene que el Contencioso
Tributario comienza con el recurso de reconsideración entablado por el particular
contra el propio ente Fiscal que produjo la determinación, considerando el mismo
que pudiese haber cierta actividad jurisdiccional en la Administración pública, esto
nos recuerda a la etapa de la Justicia Retenida en la Francia de Napoleón.
Sin embargo el Dr. Valdés Costa dice que el Contencioso Tributario
propiamente dicho se abre con posterioridad a la decisión administrativa definitiva,
o sea, cuando se agota la vía administrativa con todos los recursos previstos en el
respectivo ordenamiento jurídico.
En este sentido si seguimos las posiciones de las doctrinas de maestros
como; Carnelutti y Chiovenda, para que sea actividad jurisdiccional debe llevarla a
cabo un tercer sujeto que se halla sobre los sujetos que son parte de la relación
jurídica controvertida.
El origen del Contencioso Tributario en Venezuela, se encuentra en la Ley
de Impuesto Sobre la Renta de 1942, cuya vigencia es a partir del primero de
Enero de 1943, la misma establece la creación de la junta de apelaciones, que
conocía de las cuestiones que se suscitaran con motivo de la calificación de la
renta, entre otras, adscritas al Ministerio de Hacienda, la cual estaba integrada por
tres miembros, dos de los cuales eran fiscales del Ministerio de Hacienda y el
tercero un abogado, escogidos por el Poder Ejecutivo.
Más adelante en la Ley de Impuesto Sobre la Renta de 1955; se crearon los
tribunales de apelaciones, que se encargaban de conocer en apelación las
controversias entre la Nación y los Contribuyentes, de los reparos formulados por
la Contraloría General de la República, entre otras. Integrados por tres miembros
designados por la Corte Federal de una lista enviada por el Ministerio de Hacienda.
El 9 de Septiembre de 1966, la Ley de Impuesto Sobre la Renta que entró
en vigencia en ese mismo año creó los Tribunales de Impuesto Sobre la Renta,
integrados por tres vocales, designados por la Extinta Corte Suprema de Justicia;
los cuales tenían las competencias del conocimiento de las controversias entre el
Fisco y los contribuyentes, igualmente con motivos a los reparos que formule la
Contraloría General de la República, y las impugnaciones contra las multas
impuestas por incumplimiento a los contribuyentes.
El 16 de Diciembre de 1982 son creados los Tribunales Contenciosos
Tributarios, que son los órganos jurisdiccionales competentes para conocer en
primera instancia de toda materia contencioso tributaria, según publicación en
Gaceta Oficial Nro 23.630 de la misma fecha. Los mismos tienen competencia en
todo el territorio de la República, para conocer en primera instancia de los
procedimientos establecidos en el Código Orgánico Tributario.
El extinto Consejo de la Judicatura mediante una resolución de fecha 19 de
Diciembre de 1990, le asignó competencia en materia tributaria a los Tribunales
Superiores en lo Civil, Contencioso Administrativo y Agrario en la Región
Occidental, con jurisdicción en los Estados Zulia y Falcón.
Ahora, en un proceso de desconcentración, la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, dictó la Resolución N° 2003-01, en fecha 21 de enero de
2003, publicada en Gaceta Oficial N° 37.622, el 31 de enero de 2003, ordenando la
creación de los Tribunales Superiores Contencioso Tributarios de las Regiones de
Guayana, Los Andes, Central, Centro Occidental y Zuliana. Posteriormente la
Dirección Ejecutiva de la Magistratura, dictó la Resolución N° 1459, de fecha 25 de
agosto de 2003, publicada en Gaceta Oficial N° 37.766 de fecha 2 de septiembre
de 2003, confiriéndole al Tribunal Superior Contencioso Tributario de la Región
Centro Occidental con sede en Barquisimeto, competencia territorial en las
Circunscripciones Judiciales de los Estados Lara, Portuguesa, Falcón y Yaracuy.
El recurso Contencioso Tributario se nutre de todas las categorías del
derecho Administrativo, desde el punto de vista adjetivo, respetando su autonomía
desde el punto de vista sustantivo. Similar que el procedimiento civil ordinario, el
Contencioso Administrativo Tributario se orienta, consecuentemente, en función al
principio dispositivo. Estos órganos jurisdiccionales están obligados, por tanto, a
juzgar dentro del límite de las pretenciones formuladas por las partes y de las
alegaciones deducidas para fundamentar el recurso y la oposición.

Interposición.

Con la entrada en vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela, se materializa el principio de la tutela judicial efectiva en su Artículo 26,
norma que garantiza el acceso al Poder Judicial a fin de obtener la tutela y poner
coto a la exigencia tributaria injusta. Prácticamente la Constitución de la República
garantiza el derecho del administrado a que el Estado organice los medios
necesarios para que el servicio de justicia sea prestado eficazmente, de tal manera
que la actuación desarrollada sea susceptible de producir la finalidad buscada. En
este sentido el Dr. Parejo Alfonso la formula como una garantía real de los
derechos fundamentales o o libertades públicas, además que también para la
efectividad de los deberes de acción positiva en que se traduce el Estado social. La
efectividad de la tutela judicial se presupone con el principio al del debido proceso,
el juicio previo, el derecho a la defensa, entre otras consagradas en el Artículo 49
Constitucional.
La interposición de este medio de impugnación jurisdiccional, procede de
acuerdo al Artículo 259 del Código Orgánico Tributario Vigente, contra los mismos
actos de efectos particulares que pueden ser objeto de impugnación mediante
recurso jerárquico, sin necesidad del previo ejercicio de dicho recurso, contra los
mismos actos a que se refiere el caso anterior, cuando habiendo mediado recurso
jerárquico, este hubiere sido denegado tácitamente y contra las resoluciones en las
cuales se deniegue total o parcialmente el recurso jerárquico, en los casos de
efectos particulares.
En el parágrafo primero del mismo se plantea la opción que esta norma
otorga al contribuyente para interponer el recurso subsidiariamente al recurso
jerárquico.
Ahora la improcedencia del mismo la tenemos en el Parágrafo Segundo de
este artículo cuando son contra actos dictados por autoridad competente en un
procedimiento amistoso previsto en un Tratado para evitar la doble tributación, es
decir acuerdos bilaterales entre Estados contratantes que regulan el marco jurídico
tributario aplicable a los hechos imponibles que se realizan en este ámbito,
distribuyendo el poder tributario entre ambos y eliminando simultáneamente la
doble imposición y al evasión fiscal internacional. Igualmente, contra los actos
dictados por autoridades extranjeras que determinen impuestos, y en los demás
casos que establezca el código y las leyes.
El Recurso Contencioso Tributario se ha de interponer, de acuerdo a lo
establecido en el artículo 260 del Código Orgánico Tributario Vigente, mediante
escrito razonado ante el Tribunal competente, directamente o por intermedio de
un juez del domicilio fiscal del recurrente, o a través de la dirección de rentas del
Ministerio de Finanzas o de cualquiera otra oficina de la administración tributaria
correspondiente del tributo de que se trata. El mismo debe reunir los requisitos
establecidos para el libelo de demanda del Artículo 340 del Código de
Procedimiento Civil acompañado del documento fundamental de la acción. En este
escrito debe expresarse tanto las razones de hecho como de derecho en que se
funda.
Según el Artículo 261 del Código Orgánico Tributario Vigente el plazo para
interponer el recurso es de 25 días continuos contados a partir de la notificación
del acto que se impugna o trascurridos 60 días continuos para decidir el recurso
jerárquico. Cuando el recurso no haya sido interpuesto directamente por ante el
Tribunal Superior en lo Contencioso Tributario, el juez funcionario receptor deberá
remitirlo dentro de los cinco días siguientes al tribunal competente de acuerdo al
Artículo 262 ejusdem.
Según el criterio jurisprudencial tomado de la Sentencia de la Sala Político
Administrativa en fecha 19 de Octubre del 2000 con ponencia del Dr. Levis Zerpa,
expone y ratifica la doctrina de la Extinta Corte Suprema de Justicia en las
sentencias emanadas de su Sala Político Administrativa, la cual, plantea que el
lapso para interponer el recurso contencioso es de naturaleza procesal, y por tanto
debe computarse según los días hábiles transcurridos ante el órganos jurisdiccional
competentes, es decir, días de despacho.
Igualmente todos los lapsos procesales fijados en el Código Orgánico
Tributario, se computan por días hábiles y que el día hábil es aquel en el cual el
tribunal acuerde dar despacho, no siendo computables los días que no se de
despacho, ni lo días de fiesta, entre otros.
No obstante de conformidad con el Artículo 5 del Decreto 1079 de fecha 16
de Diciembre de 1982, el Tribunal Superior Primero en lo Contencioso Tributario es
el Distribuidor de las causas tributarias, razón por el cual el cómputo debe hacerse
por días hábiles transcurridos en dicho órgano.
Serán igualmente susceptibles de ser impugnadas mediante Recurso
Contencioso Tributario las consultas que evacuen la administración tributaria,
cuando de alguna forma afecten los derechos de los interesados.
En lo que respecta a la interposición del recurso contencioso
subsidiariamente con el recurso jerárquico, se debe tomar igualmente en cuenta el
procedimiento establecido en la resolución N° 037 de fecha 04 de Diciembre de
1991, aplicable a partir del 1 de Enero de 1992. en lo que respecta a la remisión
del expediente de la Administración Tributaria, Dirección General de Rentas, al
Tribunal Contencioso de la causa.

Los Efectos de la Interposición del recurso.

Según el Artículo 263 la interposición del recurso no suspende los efectos


del acto impugnado; sin embargo a instancia de parte, el tribunal podrá suspender
parcial o totalmente los efectos del acto recurrido, en el caso que su ejecución
pudiera causar graves perjuicios al interesado, o si la impugnación se
fundamentare en la apariencia del buen derecho. Contra la decisión que acuerde o
niegue la suspensión total o parcial de los efectos del acto, procederá recurso de
apelación, el cual será oído en el sólo efecto devolutivo.
La suspensión parcial de los efectos del acto recurrido no impide a la
administración tributaria exigir el pago de la porción no suspendida ni objetada.
En este sentido el Dr. García de Enterría plantea que la suspensión de los
efectos del acto es una medida de carácter provisional y cautelar, llamada a
asegurar la integridad del objeto litigioso o a garantizar la imposición del criterio
del ente u órgano superior que ostenta la tutela o el control sobre el autor del
acto, en tanto se produce una decisión sobre la valides del mismo. Los recursos
contencioso administrativos no suspenden de suyo la ejecución de los actos
impugnados.
El Dr. Edgar Moya Millan explica que la no suspensión de los efectos del
acto recurrido no limita el acceso a la justicia, al debido proceso ni al derecho a la
defensa, así como al imperio del Estado de Justicia y al respeto de la presunción
de la inocencia. El recurrente puede interponer su recurso por ante el órgano
jurisdiccional y éste, en todo caso puede solicitar la suspensión de los efectos del
acto mediante, la demostración del fumus boni iuris y el periculum in mora, más la
presentación de una fianza, sin que por ello se incurra en la aplicación del Principio
del Solve Et Repete. Nos referimos a este mecanismo según el cual, cuando la
administración tributaria impone el pago de impuestos, multas y accesorios a un
contribuyente mediante una determinación de oficio, éste no puede impugnarlo
judicialmente si no abona, o eventualmente cauciona la suma correspondiente,
situación que deriva del principio determinante de la ejecutoriedad de las
resoluciones de las autoridades administrativas.
Aunque, si bien hemos visto como este principio ha sido desaplicado en
Venezuela en reiteradas veces, por su parte, la extinta Corte Suprema de Justicia,
en la Sala Político Administrativa, en sentencia del 24 de octubre de 1990, decretó
la inconstitucionalidad de los artículos 137 de la Ley Orgánica de Aduanas y 462 de
su Reglamento, los cuales establecían la obligación de pagar o caucionar las
obligaciones tributarias determinadas por actos administrativos antes de
recurrirlos, por constituir una condicionante económica al acceso de los
particulares al Poder Judicial, lo cual se traduce en una violación flagrante del
derecho constitucional a la defensa consagrado en el artículo 68 de aquel texto
legal.
Más recientemente, en sentencia del 9 de enero de 1997, el Tribunal
Superior Sexto de lo Contencioso Tributario declaró con lugar un amparo contra la
retención por parte de la aduana de un equipo importado, por estar pendiente de
pago la determinación de derechos resultantes de un segundo reconocimiento
sobre dichos equipos.
Ahora es interesante interpretar una sentencia del 28 de Marzo del 2003
dictada por el Juzgado Superior Séptimo de los Contencioso Tributario, Caso,
Comercializadora Agropecuaria el Cafeto, que desaplica por vía e control difuso
Constitucional el Artículo en comento.
En criterio del mencionado juzgado, la norma en referencia vulnera el libre
acceso a la justicia, condiciona el derecho a la tutela judicial efectiva y viola los
derechos constitucionales a la defensa, a la igualdad y la presunción de inocencia
desde que permite a la administración tributaria cobrar los montos determinados
como tributos aun cuando el acto contentivo de tal determinación, recurrido por el
contribuyente afectado, no estuviese firme.
Señala el sentenciador que si bien la norma no exige caución como
condición necesaria para la procedencia del recurso, es lo cierto que el supuesto
de hecho del Artículo 263 objetivamente analizado es un eufemismo, es decir,
impide de todas maneras el acceso libre del recurrente a la administración de
justicia. En efecto aún con la sola interposición del recurso, la Administración
Tributaria puede paralelamente iniciar el procedimiento del cobro compulsivo... y
obtener allí resultados que, en definitiva, harían nugatoria la sustanciación del
recurso, en el cual cuando se produzca el fallo ya no habría interés procesal para
ello. Máxime si el tribunal decide no suspender la ejecución del fallo.
En criterio de la sentencia la suspensión automática de los efectos del acto
con la sola interposición del recurso contencioso tributario en modo alguno
menoscaba los derechos del Fisco, toda vez que éste podrá solicitar en contra del
contribuyente las medidas cautelares previstas en la ley para asegurar los
intereses de la Nación dadas las circunstancias particulares del caso.
Continúa la sentencia señalando que la posibilidad de que la administración
tributaria ejecute el acto recurrido, sin estar definitivamente firme el mismo, aun
pendiente la determinación de la legalidad o veracidad del acto, constituye una
prerrogativa que otorgó el legislador a favor del sujeto activo de la relación jurídico
tributaria que violenta el principio de igualdad que consagra el Artículo 21 de la
Carta Magna.
Señaló además la sentencia que el numeral 1 del Artículo 8 del Pacto de San
José de Costa Rica, firmado y ratificado por Venezuela, impone a todos los Estados
miembros la obligación de garantizar una instancia de control judicial previa al
pago del reclamo fiscal controvertido. Conforme a ello, en opinión del juzgador, los
principios de legitimidad y ejecutoriedad del acto administrativo consagrados en
nuestra legislación deben interpretarse sistemáticamente con el numeral 1 del
Artículo 8 del Pacto, entendiéndose que la ejecutoriedad en materia fiscal sólo se
configura luego de la pertinente ejecución de la misma en un proceso con todas
las garantías judiciales.
Finalmente señaló la sentencia que la disposición contenida en el parágrafo
primero del Artículo 263 del Código Orgánico Tributario se opone a lo establecido
en el Artículo 289 ejusdem, resultando su aplicación contradictoria e inejecutable
toda vez que si la decisión de la suspensión de efectos está pendiente, o en todo
caso ha sido negada o no fue solicitada, la obligación tributaria no puede
considerarse líquida y exigible como prevé el Artículo 289 ejusdem. Desde que
dicha disposición considera como obligaciones liquidas y exigibles aquellas
respecto de las cuales no está pendiente recurso alguno, esto es, aquellas
definitivamente firmes.
En parágrafo primero del Artículo 263 ejusdem, plantea que en los casos en
que no se hubiere solicitado la suspensión de los efectos en vía judicial, estuviere
pendiente decisión por parte del tribunal o la misma hubiese sido negada, la
administración tributaria exigirá el pago de las cantidades determinadas, siguiendo
el procedimiento de fiscalización y determinación de tributos del Código; pero el
remanente de los bienes que se hubieren embargado se suspenderá si el acto no
estuviere definitivamente firme.
Más adelante se plantea que si los bienes embargados son cosas
corruptibles o perecederas se someterá las mismas a la venta estipulada en el
Artículo 538 del Código de Procedimiento Civil.
El parágrafo segundo del Artículo 263 del Código Orgánico Tributario
vigente determina que la decisión del tribunal que acuerde o niegue la suspensión
de los efectos en vía judicial no prejuzga el fondo de la controversia.
Siguiendo el hilo del procedimiento el Artículo 264 del Código Orgánico
Tributario establece que se entenderá que el recurrente está a derecho desde el
momento en que interpuso el recurso. En los casos de interposición subsidiaria de
éste, o en la forma prevista en el aparte único del artículo 262 de este Código, el
Tribunal de oficio deberá notificar al recurrente en su domicilio o en el lugar donde
ejerce su industria o comercio. En caso que no haya sido posible la notificación del
recurrente, el Tribunal dejará constancia de ello en el expediente y fijará un cartel
en la puerta del Tribunal, dándose un término diez (10) días de despacho, vencido
los cuales se entenderá que el recurrente está a derecho.
Parágrafo Único: Cuando el recurso contencioso tributario no haya sido
interpuesto en la forma prevista en el parágrafo primero del artículo 259 de este
Código, el Tribunal deberá notificar mediante oficio a la Administración Tributaria,
con indicación del nombre del recurrente, el acto o los actos cuya nulidad sea
solicitada, órgano del cual emana y la materia de que se trate, y solicitará el
respectivo expediente administrativo.
Interpretando la normativa anteriormente leída, nos damos cuenta del
momento en que el recurrente esta a derecho, esto incluye que no se requerirá
practicarle notificaciones para los demás actos del juicio. Igualmente en los casos
de la no interposición subsidiaria del recurso, el tribunal de la causa debe notificar
a la Administración Tributaria sobre el caso y solicitar el expediente administrativo
respectivo.
En nuestra norma adjetiva Tributaria en su Artículo 265 se expresa; La
instancia se extinguirá por el transcurso de un (1) año sin haberse ejecutado
ningún acto de procedimiento. La inactividad del Juez después de vista la causa,
no producirá la perención.
El maestro Couture nos plantea que el término o el lapso procesal es la
medida de tiempo para realizar dentro de ella un acto determinado del proceso. De
la misma forma nuestro autor nos dice que la instancia es la denominación que se
da a cada una de las etapas o grados del proceso y que va desde la promoción del
juicio hasta la primera sentencia definitiva, o sobre la interposición del recurso de
apelación hasta la sentencia que sobre el se dicte.
En esta normativa el legislador ratifica la figura de la perención de la
instancia como institución del derecho procesal. La misma de acuerdo al Dr.
Rengel Romberg, extingue el proceso, no ya por un acto de parte, sino por la
inactividad de las partes prolongada por un cierto tiempo.
En sentencia dictada por la Sala Político Administrativa de fecha 09 de Enero
del año 2002, con ponencia del Dr. Levis Zerpa, caso Petrolera Zuata. Se afirma
que la perención de la instancia opera por la inactividad de las partes, es decir, la
no realización de actos de procedimiento destinados a mantener en curso el
proceso, cuando esta omisión se prolonga por más de un año, de acuerdo con lo
establecido en el Artículo 86 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia o
cuando transcurre el tiempo determinado en los supuestos del Artículo 267 del
Código de Procedimiento Civil.
De aquí que se caracteriza la misma por la no existencia de actividad
procesal alguna, dirigida a movilizar y mantener en curso el proceso, evitando con
ello su eventual paralización durante un lapso mayor de un año.
En el caso de la inactividad del Juez después de vistos, para una mejor
comprensión, nos remitimos al Maestro Chiovenda; la actividad del juez basta para
mantener en vida el proceso, pero su inactividad no basta para hacerlo
desaparecer, cuando durante su inactividad las partes no están obligadas a cumplir
actos de desarrollo del proceso.
Para una mejor ilustración de esta teoría revisamos la decisión de fecha 14
de diciembre de 2001, con ponencia del Magistrado Antonio García García, la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia revocó el criterio que venía
aplicando la Sala Político Administrativa conforme al cual la perención de la
instancia podía ser declarada en estado de sentencia, después de vista la causa,
por estimar que el mismo viola los derechos constitucionales a la defensa, al
debido proceso y a la tutela judicial efectiva.
En criterio de la Sala, resulta un desacierto sancionar a las partes con la
perención de la instancia después de vista la causa, pues en esa fase del
procedimiento ésas no pueden efectuar acto procesal alguno. En tal sentido,
señaló la Sala «que si el legislador confina la última actuación de las partes al acto
de informes, no podría al mismo tiempo requerirles actuaciones posteriores a
éste», sostener lo contrario, sería imponer a las partes el cumplimiento de una
carga procesal inexistente en nuestro ordenamiento jurídico.
En vista de ello, la Sala consideró que el razonamiento esgrimido por la Sala
Político Administrativa en sus decisiones en torno a la perención de la instancia no
resulta compatible con los principios consagrados en la Constitución, ni con el
criterio interpretativo vinculante establecido por la propia Sala Constitucional en su
decisión de fecha 1 de junio de 2001, Caso Frank Valero González, en relación a la
improcedencia de la perención de la instancia después de vistos. De allí que,
podrán ser revisadas extraordinariamente por la Sala Constitucional todas las
sentencias de la Sala Político Administrativa que decreten la perención de la
instancia después de vista la causa, dictadas con posterioridad al 1 de junio de
2001, fecha en la cual la Sala Constitucional estableció como doctrina vinculante la
improcedencia de dicha figura en estado de sentencia.
Siguiendo el hilo procesal, el Artículo 266 de la norma adjetiva Tributaria
hace referencia a las causales de inadmisibilidad del Recurso: 1. La caducidad del
plazo para ejercer el Recurso. Prescripción de la acción por transcurso del tiempo o
vencimiento de los lapsos para impugnar. 2. La falta de cualidad o interés del
recurrente. La ilegitimidad activa del recurrente por no tener cualidad directa,
personal y legítima ya que en este recurso se impugna una acto de efectos
particulares, por la tanto el acto debe haber lesionado un derecho personal,
legítimo y directo. 3. Ilegitimidad de la persona que se presente como apoderado o
representante del recurrente, por no tener capacidad necesaria para comparecer
en juicio o por no tener la representación que se atribuye o porque el poder no
esté otorgado en forma legal o sea insuficiente.
En lo que concierne a la legitimación activa, haciendo mención del Artículo
121 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, es importante tomar en
consideración la evolución que nuestra jurisprudencia ha venido presentando. La
Corte Primera en lo Contencioso Administrativo en sentencia de fecha 13 de
Octubre de 1988 refleja que el interés legítimo debe entenderse como la existencia
de una tutela legal sobre la pretensión del actor e incluso, a falta de ella, de la no
existencia de una norma que impida su satisfacción. En el mismo sentido esta
sentencia determina el interés personal alude a la que el actor haga valer en su
nombre o en el de su sujeto o comunidad a los cuales representa, su pretensión.
Por último la misma sentencia plantea el interés directo como la necesidad de que
el efecto del acto recaiga sobre el actor.
Ahora hay que presentar lo que al respecto nos dice una Sentencia del
Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Político Administrativa, del 13 de Abril del
2000, caso Banco Fivenez, la cual expresa que a partir de la entrada en vigor de la
Constitución de la República de Venezuela de 1999, ha quedado tácitamente
derogado el criterio legitimador contenido en la Ley Orgánica de la Corte Suprema
de Justicia, pues dicho criterio resulta incompatible con los principios que establece
la nueva Constitución, al menos en lo que respecta a la exigencia de que el interés
legítimo sea personal y directo. No pueden, pues, los tribunales de lo contencioso
administrativo, inadmitir los recursos contencioso administrativo con fundamento
en que el recurrente no es titular de un interés directo, pues la nueva Constitución
de la República no exige este requisito, razón por la cual ha de entenderse
suficientemente legitimado para actuar quien ostente un interés directo en la
resolución del asunto. Tal restricción es contraria frontalmente al Artículo 26 de la
nueva Constitución, derecho que, por su carácter Constitucional, vincula de forma
inmediata y directa a todos los poderes públicos y en especial a la Administración
Pública y al Poder Judicial, cuyos órganos están obligados en consecuencia a
admitir en base al mismo la impugnación de actos por todas las personas que
actúen en defensa de sus intereses legítimos.
En este mismo orden de ideas, respecto al tiempo para admitir el recurso, el
Artículo 267 del Código Orgánico Tributario, establece que al quinto día de
despacho siguiente a que conste en autos la última de las notificaciones de ley, el
Tribunal se pronunciará sobre la admisibilidad del recurso. Dentro de este mismo
plazo la representación fiscal podrá formular oposición a la admisión del recurso
interpuesto.
En este último caso, se abrirá una articulación probatoria que no podrá
exceder de cuatro (4) días de despacho, dentro de los cuales las partes
promoverán y evacuarán las pruebas que consideren conducentes para sostener
sus alegatos. El Tribunal se pronunciará dentro de los tres (3) días de despacho
siguientes al vencimiento de dicho lapso.
En su parágrafo Único: La admisión del recurso será apelable dentro de los
cinco (5) días de despacho siguientes, siempre y cuando la Administración
Tributaria hubiere formulado oposición, y será oída en el solo efecto devolutivo. Si
el Tribunal resuelve inadmitir el recurso se oirá apelación en ambos efectos, la cual
deberá ser decidida por la alzada en el término de treinta (30) días continuos. En
ambos casos, las partes deberán presentar sus informes dentro de los diez (10)
días de despacho siguientes al recibo de los autos por la alzada.
La apelación, nos dice el Maestro Chiovenda, es el medio para pasar del
primero al segundo grado de jurisdicción.
Esto quiere decir; cuando en auto conste que las partes están a derecho, al
quinto día siguiente, el tribunal se pronunciará sobre la admisibilidad o no del
recurso. Dentro de ese mismo plazo la representación fiscal podrá formular
oposición a la admisión del recurso.
Habiéndose opuesto el fiscal, inmediatamente se abre una articulación
probatoria que no excederá de 4 días de despacho, plazo este en el que las partes
promoverán y evacuaran las pruebas que consideren convenientes para soportar
sus alegatos, debiéndose por consiguiente pronunciar el tribunal a los tres días de
despacho siguientes al vencimiento del lapso probatorio.
En el parágrafo único de esta norma, se plantean dos supuestos muy
interesantes; primero que la admisión del recurso será apelable dentro de los cinco
días de despacho siguientes, siempre y cuando la Administración Tributaria haya
formulado oposición, siendo oída la apelación en un solo efecto, en el devolutivo.
Ahora en el segundo, si el tribunal resuelve no admitir el recurso se oirá
apelación en ambos efectos, la cual será decidida por la Sala Político Administrativa
Especial Tributaria del Tribunal Supremo de Justicia como tribunal de alzada en el
término de treinta días continuos. En ambos casos las partes deben presentar
informes dentro de los diez días de despacho siguientes al recibo de las
actuaciones por la alzada.
En el Artículo 268 ejusdem se plantea que, Vencido el lapso para apelar de
las decisiones a que se refiere el artículo anterior, o desde que conste en autos la
devolución del expediente del Tribunal de Alzada que admitió el recurso, quedará
el juicio abierto a pruebas, sin necesidad de decreto o providencia del juez, a
menos que las partes solicitaren que se decida la causa como de mero derecho o
sólo con los elementos de prueba que consten ya en autos, en cuyo caso el juez lo
declarará así.
Respecto a este Artículo, es necesario comentar que siempre que el
demandado contradice los hechos del demandante, es preciso abrir la causa
apruebas. Esto, porque las alegaciones que hacen las partes, teniendo las
personalmente el mismo valor, tiene que ser acreditadas a fin de que el juez,
pueda pronunciar su decisión de conformidad con las pruebas verificadas dentro
del procedimiento. Entonces probar es demostrar o acreditar la efectividad de un
hecho. Es la demostración de la efectividad de los hechos controvertidos. Teniendo
como condición estos medios probatorios, su legalidad, su oportunidad, su
publicidad y su pertinencia.
Una vez que se venció el lapso para apelar o desde que conste en autos la
devolución del expediente del tribunal de alzada que admitió el recurso, quedará el
juicio abierto a pruebas, sin necesidad de decreto o providencia alguna, a menos
que ambas partes, tanto el recurrente como legitimado activo y la Hacienda
Pública, hayan solicitado que la causa de decida como de mero derecho o sólo con
los elementos de pruebas cursantes en autos, en cuyo caso el juez lo decida así.
Se dice que es de mero derecho, o causas de mero derecho a aquellas en
las que no disiente acerca de la veracidad o exactitud de los hechos, sino tan sólo
acerca de la aplicabilidad a cierta norma respecto del caso concreto, o acerca de la
manera en que ha de ser interpretada.
Es importante señalar que la actividad probatoria tributaria está
íntimamente afectada por la regulación de la misma en el Código de Procedimiento
Civil, en lo que respecta entre otras, a su ampliación de los medios de pruebas, lo
cual hace posible la utilización de otros medios a los tarifados por nuestra norma
civil adjetiva. Aunque en materia tributaria existe una excepción como es la
confesión de empleados públicos, cuando la misma implica confesional de la
Administración Tributaria, ya que la misma no puede quedar confesa.
Igualmente vemos como en este Artículo se mantiene la facultad otorgada a
los Tribunales Superiores en lo Contencioso Tributario para dar comisión o
despacho, a los jueces de rango inferior, inclusive para practicar inspecciones
judiciales, posibilidad conveniente y necesaria dada a la organización actual de la
justicia en esta rama, cosa no admitida en el C.P.C.
Ahora para que la prueba quede admitida por el tribunal, es necesario que
interpretemos una sentencia de la Sala Político Administrativa del 24 de Febrero de
1987; basta a tal efecto, reconocer que la prueba es legal conforme al Artículo
1422 del Código Civil, pues se trata de apreciar o comprobar cuestiones que
exigen conocimientos especiales; que luego de promovida, ninguna oposición hizo
la contraparte; que es congruente y pertinente por cuanto se trata de demostrar
hechos y circunstancias historiadas y formativas del libelo; que la regla ductora del
juez para admitir la prueba es que no sea ilegal o impertinente, calificaciones que
no ocurren en el caso. Si a esto se añade que la jurisprudencia patria ha
mantenido casi como dogma el de la libertad y amplitud de la admisión.
De la misma forma en apelación contra los autos de admisión de las
pruebas, la misma Sentencia de la Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia plantea que limitada esta ponencia a pronunciarse sobre la
apelación oída contra los autos de admisión de la prueba, considera la sala; en las
apelaciones oídas ante la Corte contra una sentencia definitiva, su ley Orgánica en
su Artículo 162 impone al apelante, so pena de declarar desistido el recurso, la
obligación de explanar, antes del comienzo de la relación, las razones que lo
fundamente. Aunque la sanción no se extiende a las interlocutorias, es racional e
implícito que también se motive o fundamente el recurso, y cuando, como en el
presente caso, nada específico ni concreto se ha alegado contra la admisibilidad de
la prueba, el juzgador debe atenerse a las actuaciones y aplicar el derecho que de
su estudio se deduzca.
LAPSO PROBATORIO

En esta parte del procedimiento se evidencia que el lapso de promoción y


de evacuación de pruebas es más corto que las establecidas en el Código Adjetivo
Civil, lo demostramos con la interpretación del Artículo 269 del Código Orgánico
Tributario: Dentro de los primeros diez (10) días de despacho siguientes de la
apertura del lapso probatorio las partes podrán promover las pruebas de que
quieran valerse.
A tal efecto serán admisibles todos los medios de prueba, con excepción del
juramento y de la confesión de funcionarios públicos, cuando ella implique la
prueba confesional de la Administración. En todo caso, las pruebas promovidas no
podrán admitirse cuando sean manifiestamente ilegales o impertinentes.
El Parágrafo Único: La Administración Tributaria y el contribuyente, deberán
señalar, sin acompañar, la información proporcionada por terceros independientes
que afecte o pudiera afectar su posición competitiva, salvo que les sea solicitada
por el juez.
El maestro Armiño Borjas, sostiene que hay impertinencia de la prueba
cuando los hechos que se tratan de probar no tienden directamente a calificar la
acción del demandante, la excepción del demandado, o cuando sea manifiesta su
ineficacia, incongruencia, o sea inadecuada, para afirmar modificar, desvirtuar o
invalidar las pretensiones del actor o del demandado.
La legalidad de las pruebas consiste en que el medio de prueba debe estar
admitido como tal en la ley.
En los casos en que se tenga información, que puedan afectar la
competitividad del contribuyente, se señalará y sólo a petición del tribunal deberá
acompañarse.
Hemos notado que uno de los principios que rigen la actividad probatoria es
el contradictorio, con fundamento a este principio el Artículo 270 del Código
Orgánico Tributario establece: Dentro de los tres (3) días de despacho siguientes
al vencimiento del lapso de promoción, las partes podrán oponerse a la admisión
de las pruebas cuando aparezcan manifiestamente ilegales o impertinentes. Al
vencimiento de este lapso, el juez dentro de los tres (3) días de despacho
siguientes providenciará los escritos de pruebas admitiendo las que sean legales y
procedentes y desechando las aparezcan manifiestamente ilegales o impertinentes.
Este lapso, bien nos dice el Maestro Humberto Bello Lozano, cumple con
una doble finalidad, por una parte, las partes pueden ejercer el derecho de
oposición a las pruebas propuestas; y pro otra se le concede a las partes el
derecho de puntualizar aún más los hechos que van a ser objeto del debate
probatorio.
En el Parágrafo Único de este articulo se plantea que; Haya habido o no
oposición, tanto la negativa como la admisión de las pruebas serán apelables
dentro de los cinco (5) días de despacho siguientes. En ambos casos la apelación
se oirá en el solo efecto devolutivo.
La evacuación de la prueba es la materialización o verificación de la misma.
La evacuación de la prueba conlleva el desarrollo del medio probatorio propuesto y
admitido. Conforme al Artículo 271 del Código Orgánico Tributario establece:
Admitidas las pruebas o dadas por admitidas, conforme a los artículos
precedentes, se abrirá un lapso de veinte (20) días de despacho para la
evacuación de las pruebas, pero si hubieren de practicarse algunas mediante
comisión dada a otro Tribunal, se hará el cómputo conforme lo prevé el artículo
400 del Código de Procedimiento Civil.
Es decir, de treinta días de despacho contados a partir del día siguiente del
decreto de admisión o cuando estas sean dadas por admitidas. Si las pruebas han
de practicarse en el lugar del juicio, se contarán primero los días transcurridos en
el tribunal después del auto de admisión, hasta la salida del despacho para el Juez
comisionado, exclusive, y lo que falta del lapso, por los días que transcurran en el
tribunal comisionado, a partir del día siguiente al recibo de la comisión. En este
orden de ideas es de advertir lo siguiente, a los efectos del computo, el día en que
el tribunal de la causa dicta el auto de salida de la comisión no se cuenta, y luego
el lapso de evacuación comienza a correr el día siguiente al recibo de la comisión.
Para que se entienda por recibida la comisión, el juez comisionado debe dar
cuenta de ella de modo pues que, el comisionado por auto expreso firmado por el
y el secretario, deben darle entrada al despacho, al día siguiente comienza a
transcurrir los días en el tribunal comisionado.
Si las pruebas han de evacuarse fuera de la jurisdicción del tribunal, se
contarán a partir del auto de admisión; primero el término de la distancia
concedido para la ida; a continuación, los días del lapso de evacuación que
transcurran en el tribunal comisionado a partir del día siguiente al vencimiento del
término de la distancia, de los cual dejará constancia el Tribunal Comisionado, y
finalmente el término de la distancia de vuelta.
Esto nos lleva a la interpretación del Artículo 272 del Código Orgánico
Tributario, el cual reza: El Tribunal podrá dar comisión para la práctica de
cualesquiera diligencias de sustanciación o de ejecución a los que le sean
inferiores, aunque residan en el mismo lugar, a cuyo efecto no serán aplicables las
excepciones establecidas en el aparte único del Artículo 234 del Código de
Procedimiento Civil.
En este caso, de comisión para la práctica de cualquier diligencia, esta
norma autoriza al Juez Contencioso Tributario para que ordene la materialización
de inspecciones judiciales, tome posiciones juradas, interrogue a menores y casos
de interdicción, es decir, el comisionado en estos casos debe cumplir con la
comisión, practicar la diligencia, aunque en otros juicios esto le esté prohibido.
Esto en concordancia con el C.P.C en su Artículo 234.
En el Artículo 273 del Código Orgánico Tributario se presenta un caso de
remisión a la legislación procesal civil cuando reza; A los efectos de la promoción,
evacuación y valoración de las pruebas, los jueces tendrán por regla las
disposiciones que al efecto establezca el Código de Procedimiento Civil, el Código
Civil y otras leyes de la República. Es decir, remite a la legislación procesal, civil
ordinaria y en general a todas aquellas leyes que contengan normas referidas a la
materia probatoria.
En este sentido hemos visto como el Código Orgánico Tributario dispone las
fases de promoción y evacuación de los medios probatorios con las reglas
concordantes con el Código de Procedimiento Civil, pero en materia de valoración
y apreciación de la prueba es donde recae más la remisión al campo adjetivo civil.
Es necesario acotar que la doctrina ha establecido tres grandes sistemas de
valoración probatoria, adoptadas las mismas por distintas normativas. Ellas son el
sistema de Tarifa Legal, el sistema de la Libre Convicción y el sistema de la Libre
Apreciación Razonada.
En la tarifa legal, nos aclara el Dr. Humberto Bello, la prueba no depende
del criterio del juzgador, sus posibilidades de autodeterminación se hayan
restringidas en virtud, de las previsiones tomadas por el legislador, todas y cada
una de los medios probatorios se encuentran establecidos y regulados en la ley,
debiendo aplicarse rigurosamente con independencia completa del criterio personal
del Magistrado.
El sistema de la Prueba Libre, otorga al Juez, una absoluta libertad de
apreciación, y el sistema de la Sana Crítica el Prof. Máximo Castro nos afirma que
son el conjunto de modos de ver y de valorar los actos, según el orden común en
que ellos se producen, y el modo corriente de apreciarlos dentro de las costumbres
generales imperantes en el momento en que se consideran. En este sentido
veremos lo que dice el Artículo 507 del C.P.C., a menos que exista una regla legal
expresa para valorar el mérito de la prueba, el juez deberá apreciarla según las
reglas de la sana crítica.

DE LOS INFORMES DE LAS PARTES Y DEL AUTO PARA MEJOR


PROVEER.

El Artículo 274 del Código Orgánico Tributario reza: Al decimoquinto día de


despacho siguiente del vencimiento del lapso probatorio, las partes presentarán los
informes correspondientes, dentro de las horas en que despache el Tribunal.
Los informes son los escritos que presentan las partes y donde se analizan
las pruebas actuadas, tanto de cargos como de descargo para demostrar que han
sido aprobados o desmentidos lo alegatos, los hechos traídos al proceso por las
partes, siempre claro está, con el fin de facilitar al Juez el estudio del caso para su
resolución, exponiendo los fundamentos de derecho en que se funda la
controversia. Dicho esto podemos apreciar el apego de esta norma adjetiva
tributaria al C.P.C. en su Artículos 511 y siguientes, los cuales plantean, que si no
se hubiere pedido la constitución del tribunal en asociados, se presentarán los
informes a los 15 días siguientes al vencimiento del lapso probatorio, y constituidos
en asociados a los 15 días de la misma. En el mismo sentido la norma adjetiva civil
plantea la presentación de los informes por escrito, con la apreciación de que el
juez a petición de parte, podrá fijar la lectura de los mismos. Igualmente
presentados los informes, las partes tendrán ocho días para que rendir
observaciones sobre los informes de la contraria. Y por último el dictado de autos
para mejor proveer por parte del juez.
El profesor Santana Mujica, nos enseña que, en los informes las partes
tienen la oportunidad hacer un examen claro y preciso de cada prueba realizada,
su comparación entre sí y examinar su admisibilidad y pertinencia, o sea, su
idoneidad, así como su regularidad en la evacuación; y por último los hechos que
han y como han quedado fijados y establecidos en el juicio.
Igualmente la jurisprudencia Venezolana declara que los informes son las
conclusiones escritas que presentan las partes al tribunal, en el lapso procesal
correspondiente, contentivos de los pormenores del asunto controvertido, así como
los hechos y circunstancias a los que ellas dan importancia capital para la solución
de la controversia.
Vemos entonces en el Artículo 275 del Código Orgánico Tributario como
similarmente a el procedimiento tipo, es decir, el procedimiento civil, se plantea
las observaciones de las partes de la siguiente forma; Cada parte podrá presentar
sus observaciones escritas sobre los informes de la parte contraria, dentro de los
ocho (8) días de despacho siguientes, durante las horas en que despache el
Tribunal, y siempre que hubiesen presentado sus correspondientes informes.
En su Parágrafo Único: El Tribunal, cuando el caso así lo amerite, podrá
disponer que tanto los informes como sus observaciones sean expuestos en forma
breve y oral.
El Dr. Abdón Sánchez Noguera, determina que como norma general no se
requiere que la parte de lectura al escrito que los contiene; simplemente se
concreta el acto a su consignación ante el secretario para que éste los agregue y
de cuenta al juez de la actuación. Una excepción se establece a tal principio. Se
trata de su lectura mediante pedimento expreso de la parte. En efecto, si ambas
partes o una de ellas formula la petición de que se le permita dar lectura a los
informes que presente, el Juez así deberá acordarlo y para ello fijará uno o varios
días para que lo hagan.
En el Artículo 276 ejusdem: Vencido el término para presentar informes,
dentro del lapso perentorio de quince (15) días de despacho siguientes, podrá, el
Tribunal, si lo juzgare conveniente, dictar auto para mejor proveer, con arreglo a la
disposición contenida en el artículo 514 del Código de Procedimiento Civil.
Parágrafo Único: La evacuación de las pruebas acordadas en el auto para
mejor proveer, no podrá exceder en ningún caso de quince (15) días de despacho.
Una sentencia de la extinta Corte Suprema de Justicia de fecha 19 de
Noviembre de 1987, en Sala de Casación Civil, con ponencia del Magistrado Dr.
René Paz Bruzual, determina que en la doctrina de Casación, los autos para mejor
proveer son providencias que el Juzgador puede dictar de oficio, en ejercicio de
sus facultades discrecionales, cuando su prudente arbitrio lo determine
conveniente, y sin que pueda considerárselo obligado a resolver en alguna forma
cuando una de las partes requiera que sea dictado en auto. En efecto, tratándose
de pruebas que las partes puedan promover, no de defensas que ellas puedan
utilizar, en nada viola los Artículos denunciados por el recurrente, el hecho de que
el Juez omita decidir respecto de una solicitud en ese sentido; de los contrario, el
auto para mejor proveer dejaría de ser privativo y discrecional suyo para
convertirse, en contra de su naturaleza, en un derecho de las partes.

DE LA SENTENCIA.

Llegamos a la fase de Sentencia, el Artículo 277 del Código Orgánico


Tributario plantea; Presentados los informes, o cumplido que sea el auto para
mejor proveer, o pasado el término señalado para su cumplimiento, el Tribunal
dictará su fallo dentro de los sesenta (60) días continuos siguientes, pudiendo
diferirlo por solo una vez, por causa grave sobre la cual el Juez hará declaración
expresa en el auto de diferimiento y por un plazo que no excederá de treinta (30)
días continuos.
Es importante aclarar que la sentencia es la resolución judicial que decide
definitivamente la cuestión objeto del proceso en una instancia o en recurso
ordinario o extraordinario; o la que recayendo en una incidencia, ponga término a
la principal, no haciendo posible su continuación, o purguen al proceso de vicios
que pueda contener. Una sentencia definitiva es la sentencia por excelencia, pues
es la de mérito, la que satisface al demandante cuando es declarada con lugar su
pretensión. Como nos dice el maestro Humberto Bello son todas aquellas que
decidiendo la cuestión planteada ponen fin al juicio.
Siguiendo las lecciones del Dr. Bello; la Sentencia interlocutoria es aquella
destinada a resolver cualquier cuestión surgida o promovida durante la secuela del
proceso, pero su determinación no pone fin al juicio, implicando en consecuencia
la continuación del juicio.
El Parágrafo Primero de la misma norma nos dice: En caso que el Tribunal
dicte la sentencia dentro este lapso, el mismo deberá dejarse transcurrir
íntegramente a los efectos de la apelación. Los jueces procurarán sentenciar las
causas en el orden de su antigüedad. Estos lapsos tienen carácter de preclusivos.
La sentencia dictada fuera del lapso establecido en este artículo o de su
diferimiento deberá ser notificada a las partes, sin lo cual no correrá el lapso para
interponer la apelación. Vemos aquí la importancia de la notificación de estas
sentencias extemporáneas a las partes, para que se aperture el lapso de apelación.
El Parágrafo Segundo: Dictada la sentencia fuera de los lapsos establecidos
en este artículo, el lapso para interponer la apelación empezará a correr una vez
que conste en autos la ultima de las notificaciones.
Es interesante prever aquí la concordancia de esta norma con el Artículo
515 del C.P.C. igualmente en esta norma se entiende que los lapsos procesales
son de cumplimiento obligatorio y hay que dejarlos transcurrir totalmente a los
efectos de interponer el recurso de apelación. Es importante resaltar que de ser
dictada la sentencia fuera de los plazos establecidos, incluso de su diferimiento, la
misma deberá haber sido notificada a las partes para los efectos de apelación.
Siguiendo con el Artículo 278 del la norma adjetiva tributaria; De las
sentencias definitivas dictadas por el Tribunal de la causa, o de las interlocutorias
que causen gravamen irreparable, podrá apelarse dentro del lapso de ocho (8)
días de despacho, contados conforme lo establecido en el artículo anterior.
En la misma norma se establece una limite de cuantía para que la apelación
proceda en casos de determinación y la aplicación de sanciones pecuniarias;
cuando se trate de la determinación de tributos o de la aplicación de sanciones
pecuniarias, este recurso procederá sólo cuando la cuantía de la causa exceda de
cien unidades tributarias (100 UT) para las personas naturales y de quinientas
unidades tributarias (500 UT) para las personas jurídicas.
Considerando ahora el principio de la doble instancia, son susceptibles de
apelación, como recurso mediante el cual los agraviados de la sentencia por
primera instancia la impugnan, provocando un examen de la misma por el juez de
alzada, las sentencias definitivas o interlocutorias que causen gravamen
irreparable.
Los lapsos deben ser computados en forma continua conforme al C.P.C.
Esta sentencia deberá ser notificada al Procurador General de la República de
acuerdo al dispositivo de la Ley Orgánica que lo regula.
Este último aparte del artículo, viola el principio de la doble instancia
consagrado en la Convención Americana de Derechos Humanos, suscrito y
ratificado válidamente por la República, el cual dispone que; todo juicio debe ser
llevado ante un tribunal de instancia cuyo fallo pueda contar con una instancia
revisora. Este principio es de aplicación inmediata y directa de acuerdo al Artículo
23 Constitucional, es decir, tiene Jerarquía Constitucional. El tribunal que conozca
en primera instancia debe oír la apelación cuando se encuentre dentro de los
supuestos, así la cuantía para apelar sea inferior a la establecida en la norma
tributaria. El Tribunal debe, por vía del control difuso Constitucional, desaplicar
esta normativa.
Por último en el Artículo 279 de nuestra norma adjetiva tributaria; El
procedimiento a seguir en la segunda instancia, será el previsto en la ley que rige
el Tribunal Supremo de Justicia.
En sentencia de la Sala Político Administrativa de la Extinta Corte Suprema
de Justicia del 11 de Agosto de 1986; determina que La apelación contra las
sentencias de los Tribunales Contenciosos Tributarios se rige por los artículos 162
y siguientes de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia. La falta de
formalización de la misma, como lo exige la ley, equivale a su desistimiento. La
apelación prevista contra las sentencias exige su formalización mediante un escrito
en el cual se señalen los motivos de hecho y de derecho que determinan su
ejercicio, sin lo cual opera una presunción de desistimiento del mismo.

DE LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA.

La ejecución de la sentencia es la última etapa del procedimiento. En el


Artículo 280 de nuestra norma adjetiva tributaria, se plantea que: La ejecución de
la sentencia corresponderá al Tribunal Contencioso Tributario que haya conocido
de la causa en primera instancia, una vez que la sentencia haya quedado definitiva
y firme, pasada con autoridad de cosa juzgada. En este caso, el Tribunal, a
petición de la parte interesada, decretará su ejecución.
Declarado sin lugar o parcialmente con lugar el recurso ejercido, el Tribunal
en dicho decreto, fijará un lapso que no será menor de tres (3) días de despacho
ni mayor de (10) diez, para que la parte vencida efectúe el cumplimiento
voluntario, y no podrá comenzar la ejecución forzada hasta que haya transcurrido
íntegramente dicho lapso.
A los efectos de suspender la ejecución se seguirá lo establecido en el
artículo 525 del Código de Procedimiento Civil. El cual autoriza a las partes a
suspender por un tiempo que determinarán con exactitud, de mutuo acuerdo y
constando en autos, así como también realizar actos de composición voluntaria.
En su Parágrafo Único: En los casos que existieren bienes embargados en
virtud de lo establecido en el artículo 263, y los mismos resultaren suficientes para
satisfacer el crédito tributario, se procederá inmediatamente al remate de los
mismos conforme a lo establecido en los artículos 284 y siguientes de este Código.
En esta norma se precisa que la ejecución de la sentencia debe ser
efectuada por el tribunal que conoció la causa en primera instancia, así mismo,
establece que el lapso para que el contribuyente cumpla voluntariamente el fallo, y
los 10 días deben dejarse correr íntegramente antes de la ejecución forzosa.
En el Artículo 281 de nuestra norma adjetiva tributaria nos dice que:
Transcurrido el lapso establecido en el artículo anterior sin que se hubiese
cumplido voluntariamente la sentencia, se procederá a la ejecución forzada.
Dentro de esta oportunidad el representante del Fisco solicitará, y el Tribunal así lo
acordará, el embargo ejecutivo sobre bienes propiedad del deudor que no exceda
del doble del monto de la ejecución más una cantidad suficiente estimada
prudencialmente por el Tribunal para responder del pago de intereses y costas del
proceso. Si el embargo se realiza sobre dinero en efectivo, se limitará al monto de
la demanda más la estimación de los intereses y costas.
En caso de que los bienes del deudor sean de tal naturaleza que no
pudieren hacerse dichas evaluaciones, se embargará cualquiera de ellos, aun
cuando su valor exceda de la operación de que trata este artículo.
En el Artículo 282 de la norma adjetiva tributaria: El deudor, en el lapso
concedido para el cumplimiento voluntario, podrá hacer oposición a la ejecución
demostrando fehacientemente haber pagado el crédito fiscal, a cuyo efecto deberá
consignar documento que lo compruebe.
Asimismo, podrá alegar la extinción del crédito fiscal conforme a los medios
de extinción previstos en este Código. En esta norma se contempla, la oposición y
el procedimiento a seguir cuando el contribuyente apercibido de ejecución, tenga
la oportunidad de demostrar que esa deuda tributaria fue debidamente cancelada,
quedando solvente con la hacienda pública.
En el Parágrafo Único de este mismo artículo: En estos casos, se abrirá de
pleno derecho una articulación probatoria que no podrá exceder de cuatro (4) días
de despacho, para que las partes promuevan y evacuen las pruebas que
consideren convenientes. En todo caso, el Tribunal resolverá al día de despacho
siguiente del lapso concedido.
El fallo que declare con lugar la oposición planteada será apelable en ambos
efectos y, el que la declare sin lugar será apelable en un solo efecto. La decisión
que resuelva cualquiera de los casos previstos en este artículo, no impedirá el
embargo de los bienes, pero no podrá procederse al remate de éstos hasta tanto
la segunda instancia resuelva la incidencia.
En el Artículo 283 de la norma adjetiva tributaria: Ordenado el embargo, el
Juez designará como depositario de los bienes al Fisco, cuando el representante de
éste lo solicitare.
Cuando aquí se habla de depositario se hace referencia a una persona que
recibe una cosa ajena con la obligación de cuidarla y restituirla cuando le sea
pedida legítimamente. Ahora el Depositario Judicial es una persona reconocida y
designada por el juez, para tener, custodiar y conservar bajo su responsabilidad,
determinados bienes, mientras se resuelve un juicio contencioso, universal u
ordinario. Para una mejor comprensión interpretamos la Ley Sobre el Deposito
Judicial en su Artículo 2; el deposito judicial comprende la guarda, custodia,
conservación, administración, defensa y manejo de aquellos bienes o derechos que
hayan sido puestos bajo la posesión de un depositario, por orden de un juez o de
otra autoridad competente para decretar el secuestro, embargo, ocupación,
comiso o depósito de bienes y toda actividad conexa o necesaria para el
cumplimiento de esa función. En concordancia con los artículos 539, 540, 541 y
542 del C.P.C sobre la confianza en persona solvente y el deposito de dinero; e
igualmente sobre los derechos y deberes del depositario.
En el Artículo 284 del Código Orgánico Tributario: Vencido el lapso para el
cumplimiento voluntario, o resuelta la incidencia de oposición por la Alzada, sin
que el deudor hubiere acreditado el pago, se ordenará el remate de los bienes
embargados, el cual se seguirá por las reglas del Código de Procedimiento Civil.
Las formalidades del cartel de remate se seguirán por la disposición contenida en
el artículo 286 de este Código.
Se remite a través de esta norma al proceso civil a los efectos del remate de
los bienes embargados, en la misma forma remite al mismo Código Orgánico
Tributario en lo que respecta a la formalidad del cartel.
En el Artículo 285: El Tribunal procederá a nombrar un solo perito avaluador
a objeto de que efectúe el justiprecio de los bienes embargados, quien deberá
presentar sus conclusiones por escrito en un plazo que fijará el Tribunal y que no
será mayor de quince (15) días de despacho contados a partir de la fecha de su
aceptación.
Es importante aclarar que según Couture el perito es el auxiliar de justicia
que, en el ejercicio de su función pública o de su actividad privada, es llamado a
emitir parecer o dictamen sobre los puntos relativos a su ciencia arte o práctica,
asesorando a los jueces en las materias ajenas a la competencia de ellos. De aquí
que este experto evaluador va determinar lo que el Profesor Manuel Osorio define
como la tasación o valoración de una cosa, generalmente efectuada por peritos. El
justiprecio es indispensable para diversos actos jurídicos, como el que exponemos
en esta actividad.
Cualquiera de las partes puede impugnar el avalúo en cuyo caso se
procederá a la designación de peritos conforme a las reglas del Código de
Procedimiento Civil.
Artículo 286: Consignados los resultados del avalúo, se procederá dentro de
los diez (10) días de despacho siguientes, a la publicación de un solo cartel de
anuncio de remate en uno de los diarios de mayor circulación en la ciudad sede del
Tribunal. Dicho cartel deberá contener:
1. Identificación del ejecutante y del ejecutado. 2. Naturaleza e
identificación de los bienes objeto del remate. 3. Certificación de gravámenes,
cuando se trate de bienes inmuebles. 4. El justiprecio de los bienes. 5. Base
mínima para la aceptación de posturas, la cual no podrá ser inferior a la mitad del
justiprecio tratándose de bienes inmuebles. 6. Lugar, día y hora en que haya de
practicarse el remate. Copia de dicho cartel deberá fijarse a las puertas del
Tribunal.
Además de proceder al nombramiento de un solo perito avaluador, se
publicará su único cartel de anuncio de remate en uno de los diarios de mayor
circulación en la ciudad sede del tribunal. Es decir que no basta cualquier
periódico, sino que este deberá circular todos los días.
En el Artículo 287 de nuestra norma adjetiva: Cumplidas las formalidades
establecidas anteriormente, se procederá en el día, lugar y hora señalados, a la
venta de los bienes en pública subasta, por el Juez u otro funcionario judicial
competente.
Es importante resaltar aquí que la venta de bienes en pública subasta es un
acto de suma trascendencia, ya que mediante él es que se va a satisfacer el
crédito de la Hacienda Pública, de manera pues, que debe estar revestido de
ciertas formalidades, por cuanto la subasta no es más que la manera en que ha de
materializarse el acto de remate.
En lo que respecta al otro funcionario competente, no sabemos a que esta
norma se hace referencia, dada su relevancia del acto de subasta, si tomamos en
cuenta la estructuración de nuestro Poder Judicial, particularmente de la
Jurisdicción Contencioso Tributaria, cuyos tribunales están constituidos por un
Juez, un Secretario y un Alguacil. Aquí el Juez sería el único que pudiese proceder
a la subasta pública de bienes.
Pudiésemos tomar esta norma en concordancia con los artículos 563, 564,
565 y 566 del C.P.C. en lo que se refiere al procedimiento del acto de remate.
Por último el Artículo 288 de nuestra norma adjetiva tributaria: Si no
quedase cubierto el crédito fiscal y sus accesorios, el representante del Fisco podrá
pedir al Tribunal que decrete los embargos complementarios hasta cubrir la
totalidad de los mismos.
Es importante señalar que el remate de los bienes procedente de su
justiprecio, puede llegar a no coincidir con el valor que se le dio a los bienes, con
el fin de decretar el embargo. Puede ocurrir además, que la base mínima de las
posturas no sea igual a la totalidad del justiprecio, estando permitido que se la fije
en una cantidad menor aunque no inferior a la mitad del justiprecio; o bien que ni
siquiera sea formuladas las posturas por esa base mínima, en cuyo caso habrá de
proceder de conformidad con lo dispuesto en el artículo 577 y siguientes del C.P.C.
En este sentido estas circunstancias hacen posible que el embargo acordado
al inicio del juicio ejecutivo, resultare insuficiente para la cobertura del crédito
fiscal con la necesidad de que sean decretados los embargos complementarios
aquí referidos.

Procedimiento en Segunda Instancia.

Este procedimiento se rige ya por lo establecido en la hasta ahora Ley


Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, tomando supletoriamente al C.P.C. y el
órgano jurisdiccional competente sería la Sala Político Administrativa Especial
Tributaria.
Respecto a la admisión, en la audiencia que se dé cuenta de un expediente
enviado a la corte en virtud de la apelación, se designará ponente y se fijará al
décimo día de despacho para comenzar la relación, es decir, esta comienza a
correr a partir del día siguiente que el tribunal de primera instancia oyó apelación.
Dentro de dicho término, el apelante deberá presentar escrito razonado explanado
los hechos y en el derecho en que se apoya. Vencido este lapso, comenzará otro
de 5 días de despacho para la contestación de la apelación. Si el apelante no
presentase el escrito en el lapso indicado se considerará que ha desistido de la
apelación y la corte de oficio o a petición de la contraparte, así lo declarará.
Vencido el lapso anterior, dentro de los cinco días de despacho siguientes se
abrirá el lapso de promoción de pruebas y sobre su admisión se pronunciará el
juzgado de sustanciación, dentro de los tres días de despacho siguientes, contados
a partir del recibo del expediente, que con tal fin le pasará la sala. Los medios
probatorios admisibles consistirán en experticias, inspección ocular, instrumentos
públicos o privados tenidos como legalmente reconocidos. Se exceptúan la
confesión y Juramento de Funcionario Público. La Corte podrá igualmente solicitar
informaciones y hacer evacuar de oficio cualquier tipo de prueba que considere
eficaz.
Concluido el lapso de pruebas o declarado inadmisible los medios
probatorios, el juzgado de sustanciación devolverá el expediente a la Sala, la cual
fijará el décimo día de despacho para el acto de informes.
Consumado el acto de informes, las partes podrán usar el derecho de
réplica y contrarréplica, y la causa entrará en estado de sentencia.

El Procedimiento de Consulta.

Cuando las partes no hayan apelado de una decisión y el expediente suba a


la Corte por vía de consulta, se procederá de inmediato a la vista de la causa, sin
la intervención de ellas. La Corte sumariamente, confirmará, reformará o revocará
el fallo consultado. De igual modo se procederá, con audiencia de las partes,
cuando la apelación verse sobre medidas preventivas. Así mismo podrá solicitar
informes y evacuar pruebas de oficio.
Aquí ponemos fin al procedimiento Contencioso Administrativo Tributario
Venezolano, y citando a Santo Tomás; debéis considerar que los Príncipes de las
tierras son instituidos por Dios no para que busquen sus propios lucros, sino para
que procuren la utilidad común del pueblo.

Prof. Oswaldo José Aza Padrón.


Abogado. Especialista en Derecho Tributario y Administrativo.
Director de la Escuela de Derecho de la Universidad Fermín Toro.

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