Dr. Oswaldo José Aza Padrón. Mayo 2004 Abogado. Especialista en Derecho Tributario y Administrativo. Director de la Escuela de Derecho de la Universidad Fermín Toro.
Introducción.
A partir de la caída del Estado absoluto, monárquico, policía, nace la
concepción del Estado de Derecho, donde el principio de la legalidad es su columna vertebral. Este principio consiste en que todas las actuaciones de los órganos de los Poderes Públicos están sometidos, como dijo en su momento el ilustre constitucionalista francés Maurice Hauriou, al bloque de la legalidad. Igualmente en Venezuela los ilustres Juristas, entre ellos el Dr. Eloy Lares Martines, recientemente fallecido, se refería al mismo como que todos y cada uno de los actos de la Administración deben estar ceñidos a las leyes y demás normas preestablecidas de carácter general; y el Catedrático Dr. Allan Brewer Carías plantea que todos los actos de la Administración Pública han de ser cumplidos o ejecutados dentro de las reglas o normas preestablecidas por la autoridad competente. La Constitución de la República de Venezuela de 1999, consagra el Principio de la Legalidad en su Artículo 137, el cual reza que; la Constitución y la Ley definirán las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público, a las cuales deben sujetarse las actividades que realicen. El Profesor Jean Rivero determina que existen dos consecuencias del Principio de la Legalidad; La Primera; la vinculación de la Administración con la regla de derecho, ella no la puede infringir sin que su acto se encuentre desprovisto de todo valor; y la segunda; es el carácter jurídico que toma, de este hecho, la acción administrativa, generadora de obligaciones o de poderes jurídicamente sancionados en beneficio o en contra de los particulares y de la autoridad pública. Pues bien, aquí reconocemos su carácter netamente imperativo, ya que las diversas maneras con que la Administración puede desconocer o vulnerar el Principio de la Legalidad en concordancia con el Principio de la Separación de Poderes y generando así el Principio de Responsabilidad de la Administración por los daños causados a los particulares, conduce como consecuencia inmediata al Contencioso Administrativo. Para la Dra. HIldegar Rondón de Sansó el Contencioso Administrativo, es todo procedimiento en el cual se impugne un acto administrativo. Es decir se trata de una vía de recurso, esto es que el mismo es el medio de recurrir contra los actos de la administración y el actor es siempre un recurrente. Igualmente es importante agregar que no solamente contra la actividad de la administración sino contra la inactividad de la misma. Siguiendo a la misma autora, determina que la lucha contra el desbordamiento de los poderes autoritarios, cualquiera que sea el agente que los detecte, se plantea como una necesidad prioritaria en una sociedad de corte esencialmente liberal como la nuestra. Estos recursos contenciosos, dice el Dr. Larez Martines, se denominan así, porque en todos ellos, hay siempre un emplazamiento en virtud del cual quedan enteradas del procedimiento intentado todas las personas interesadas en oponerse a la pretensión del actor, y en hacer valer en juicio sus puntos de vistas. Estos recursos se ventilan ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa, como dice Gastón Jeze es el conjunto de recursos jurisdiccionales organizados para la protección de los individuos contra los excesos de poder de la Administración. El Artículo 259 de la Constitución de la República vigente, dispone que la jurisdicción contencioso administrativa corresponde al Tribunal Supremo de Justicia y a los demás tribunales que determine la Ley. Los órganos de la Jurisdicción Contencioso Administrativa son competentes para anular los actos administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de poder; condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios originados en responsabilidad de la Administración; conocer de reclamos por la prestación de servicios públicos; y disponer los necesario para el establecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa. Bien sabemos que los procedimientos del Contencioso Administrativo está regulado por la Ley orgánica de la Extinta Corte Suprema de Justicia, esperando la entrada en vigencia de la Ley relativa a la Jurisdicción Contencioso Administrativa. No obstante, existen procedimientos contencioso especiales, que de acuerdo a la materia son regulados por normas de rango legal orgánicas, entre ellas tenemos; el contenciosos Laboral, Funcionarial, Agrario, Tributario, entre otros. Nos corresponde hoy revisar el procedimiento Contencioso Tributario y las normas procesales tributarias, que prácticamente dan origen a un Derecho Procesal Tributario, como dice el Maestro Héctor Villegas; conjunto de normas que regulan las múltiples controversias que surgen entre el Fisco y los particulares, ya sea en relación a la existencia misma de la obligación tributaria sustancial, a la forma, arbitraria o no que el Fisco desea efectivizarla, a la validez Constitucional de los preceptos normativos que rigen tal obligación, a los pasos que debe seguir el Fisco para ejecutar forzadamente su crédito, a las infracciones que atribuye y a las sanciones que en su consecuencia aplica; e incluso en relación a los procedimientos administrativos y jurisdiccionales que el sujeto pasivo debe emplear para reclamar la restitución de las cantidades indebidamente pagadas al Fisco. Aunque si bien siguiendo al Maestro Giuliani Fonrouge, este derecho procesal tributario es parte del Derecho Financiero y Tributario, ya que el mismo es un todo orgánico que no admite segregaciones. Así lo comprendemos nosotros. El Contencioso Tributario.
El Recurso Contencioso Tributario es un medio de impugnación en vía
jurisdiccional de los actos administrativos dictados por los órganos pertenecientes a la administración tributaria de efectos particulares que lesionen derechos personales y directos, previsto este en el Código Orgánico Tributario. Los Dres. Luis Socorro y Cesar Loaiza lo definen como un medio judicial de impugnación de los actos de efectos particulares de la administración tributaria, que determinan un tributo, que emiten sanciones o afecten en cualquier forma los derechos de los administrados. El Dr. Edgar Moya Millan lo define como un recurso ordinario y autónomo que procede contra aquellos actos de efectos particulares y de naturaleza tributaria que pueden ser recurridos jerárquicamente pero sin necesidad del previo ejercicio del recurso jerárquico, así como contra los mismos actos si este último fuese denegado tácitamente. Mediante este recurso, no sólo se trata de analizar la legalidad de un acto administrativo, no solo su anulación, sino también su reforma. De aquí que el Juez Contencioso Tributario, después de haber estudiado la legalidad del acto de determinación, debe proceder a establecer el alcance de la obligación tributaria y debe señalarle a la administración como debe ser determinada esa obligación, es decir, declara su existencia, su no existencia o su cuantía con exactitud, entre otras. No obstante, el maestro Giuliani Fonrouge sostiene que el Contencioso Tributario comienza con el recurso de reconsideración entablado por el particular contra el propio ente Fiscal que produjo la determinación, considerando el mismo que pudiese haber cierta actividad jurisdiccional en la Administración pública, esto nos recuerda a la etapa de la Justicia Retenida en la Francia de Napoleón. Sin embargo el Dr. Valdés Costa dice que el Contencioso Tributario propiamente dicho se abre con posterioridad a la decisión administrativa definitiva, o sea, cuando se agota la vía administrativa con todos los recursos previstos en el respectivo ordenamiento jurídico. En este sentido si seguimos las posiciones de las doctrinas de maestros como; Carnelutti y Chiovenda, para que sea actividad jurisdiccional debe llevarla a cabo un tercer sujeto que se halla sobre los sujetos que son parte de la relación jurídica controvertida. El origen del Contencioso Tributario en Venezuela, se encuentra en la Ley de Impuesto Sobre la Renta de 1942, cuya vigencia es a partir del primero de Enero de 1943, la misma establece la creación de la junta de apelaciones, que conocía de las cuestiones que se suscitaran con motivo de la calificación de la renta, entre otras, adscritas al Ministerio de Hacienda, la cual estaba integrada por tres miembros, dos de los cuales eran fiscales del Ministerio de Hacienda y el tercero un abogado, escogidos por el Poder Ejecutivo. Más adelante en la Ley de Impuesto Sobre la Renta de 1955; se crearon los tribunales de apelaciones, que se encargaban de conocer en apelación las controversias entre la Nación y los Contribuyentes, de los reparos formulados por la Contraloría General de la República, entre otras. Integrados por tres miembros designados por la Corte Federal de una lista enviada por el Ministerio de Hacienda. El 9 de Septiembre de 1966, la Ley de Impuesto Sobre la Renta que entró en vigencia en ese mismo año creó los Tribunales de Impuesto Sobre la Renta, integrados por tres vocales, designados por la Extinta Corte Suprema de Justicia; los cuales tenían las competencias del conocimiento de las controversias entre el Fisco y los contribuyentes, igualmente con motivos a los reparos que formule la Contraloría General de la República, y las impugnaciones contra las multas impuestas por incumplimiento a los contribuyentes. El 16 de Diciembre de 1982 son creados los Tribunales Contenciosos Tributarios, que son los órganos jurisdiccionales competentes para conocer en primera instancia de toda materia contencioso tributaria, según publicación en Gaceta Oficial Nro 23.630 de la misma fecha. Los mismos tienen competencia en todo el territorio de la República, para conocer en primera instancia de los procedimientos establecidos en el Código Orgánico Tributario. El extinto Consejo de la Judicatura mediante una resolución de fecha 19 de Diciembre de 1990, le asignó competencia en materia tributaria a los Tribunales Superiores en lo Civil, Contencioso Administrativo y Agrario en la Región Occidental, con jurisdicción en los Estados Zulia y Falcón. Ahora, en un proceso de desconcentración, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, dictó la Resolución N° 2003-01, en fecha 21 de enero de 2003, publicada en Gaceta Oficial N° 37.622, el 31 de enero de 2003, ordenando la creación de los Tribunales Superiores Contencioso Tributarios de las Regiones de Guayana, Los Andes, Central, Centro Occidental y Zuliana. Posteriormente la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, dictó la Resolución N° 1459, de fecha 25 de agosto de 2003, publicada en Gaceta Oficial N° 37.766 de fecha 2 de septiembre de 2003, confiriéndole al Tribunal Superior Contencioso Tributario de la Región Centro Occidental con sede en Barquisimeto, competencia territorial en las Circunscripciones Judiciales de los Estados Lara, Portuguesa, Falcón y Yaracuy. El recurso Contencioso Tributario se nutre de todas las categorías del derecho Administrativo, desde el punto de vista adjetivo, respetando su autonomía desde el punto de vista sustantivo. Similar que el procedimiento civil ordinario, el Contencioso Administrativo Tributario se orienta, consecuentemente, en función al principio dispositivo. Estos órganos jurisdiccionales están obligados, por tanto, a juzgar dentro del límite de las pretenciones formuladas por las partes y de las alegaciones deducidas para fundamentar el recurso y la oposición.
Interposición.
Con la entrada en vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, se materializa el principio de la tutela judicial efectiva en su Artículo 26, norma que garantiza el acceso al Poder Judicial a fin de obtener la tutela y poner coto a la exigencia tributaria injusta. Prácticamente la Constitución de la República garantiza el derecho del administrado a que el Estado organice los medios necesarios para que el servicio de justicia sea prestado eficazmente, de tal manera que la actuación desarrollada sea susceptible de producir la finalidad buscada. En este sentido el Dr. Parejo Alfonso la formula como una garantía real de los derechos fundamentales o o libertades públicas, además que también para la efectividad de los deberes de acción positiva en que se traduce el Estado social. La efectividad de la tutela judicial se presupone con el principio al del debido proceso, el juicio previo, el derecho a la defensa, entre otras consagradas en el Artículo 49 Constitucional. La interposición de este medio de impugnación jurisdiccional, procede de acuerdo al Artículo 259 del Código Orgánico Tributario Vigente, contra los mismos actos de efectos particulares que pueden ser objeto de impugnación mediante recurso jerárquico, sin necesidad del previo ejercicio de dicho recurso, contra los mismos actos a que se refiere el caso anterior, cuando habiendo mediado recurso jerárquico, este hubiere sido denegado tácitamente y contra las resoluciones en las cuales se deniegue total o parcialmente el recurso jerárquico, en los casos de efectos particulares. En el parágrafo primero del mismo se plantea la opción que esta norma otorga al contribuyente para interponer el recurso subsidiariamente al recurso jerárquico. Ahora la improcedencia del mismo la tenemos en el Parágrafo Segundo de este artículo cuando son contra actos dictados por autoridad competente en un procedimiento amistoso previsto en un Tratado para evitar la doble tributación, es decir acuerdos bilaterales entre Estados contratantes que regulan el marco jurídico tributario aplicable a los hechos imponibles que se realizan en este ámbito, distribuyendo el poder tributario entre ambos y eliminando simultáneamente la doble imposición y al evasión fiscal internacional. Igualmente, contra los actos dictados por autoridades extranjeras que determinen impuestos, y en los demás casos que establezca el código y las leyes. El Recurso Contencioso Tributario se ha de interponer, de acuerdo a lo establecido en el artículo 260 del Código Orgánico Tributario Vigente, mediante escrito razonado ante el Tribunal competente, directamente o por intermedio de un juez del domicilio fiscal del recurrente, o a través de la dirección de rentas del Ministerio de Finanzas o de cualquiera otra oficina de la administración tributaria correspondiente del tributo de que se trata. El mismo debe reunir los requisitos establecidos para el libelo de demanda del Artículo 340 del Código de Procedimiento Civil acompañado del documento fundamental de la acción. En este escrito debe expresarse tanto las razones de hecho como de derecho en que se funda. Según el Artículo 261 del Código Orgánico Tributario Vigente el plazo para interponer el recurso es de 25 días continuos contados a partir de la notificación del acto que se impugna o trascurridos 60 días continuos para decidir el recurso jerárquico. Cuando el recurso no haya sido interpuesto directamente por ante el Tribunal Superior en lo Contencioso Tributario, el juez funcionario receptor deberá remitirlo dentro de los cinco días siguientes al tribunal competente de acuerdo al Artículo 262 ejusdem. Según el criterio jurisprudencial tomado de la Sentencia de la Sala Político Administrativa en fecha 19 de Octubre del 2000 con ponencia del Dr. Levis Zerpa, expone y ratifica la doctrina de la Extinta Corte Suprema de Justicia en las sentencias emanadas de su Sala Político Administrativa, la cual, plantea que el lapso para interponer el recurso contencioso es de naturaleza procesal, y por tanto debe computarse según los días hábiles transcurridos ante el órganos jurisdiccional competentes, es decir, días de despacho. Igualmente todos los lapsos procesales fijados en el Código Orgánico Tributario, se computan por días hábiles y que el día hábil es aquel en el cual el tribunal acuerde dar despacho, no siendo computables los días que no se de despacho, ni lo días de fiesta, entre otros. No obstante de conformidad con el Artículo 5 del Decreto 1079 de fecha 16 de Diciembre de 1982, el Tribunal Superior Primero en lo Contencioso Tributario es el Distribuidor de las causas tributarias, razón por el cual el cómputo debe hacerse por días hábiles transcurridos en dicho órgano. Serán igualmente susceptibles de ser impugnadas mediante Recurso Contencioso Tributario las consultas que evacuen la administración tributaria, cuando de alguna forma afecten los derechos de los interesados. En lo que respecta a la interposición del recurso contencioso subsidiariamente con el recurso jerárquico, se debe tomar igualmente en cuenta el procedimiento establecido en la resolución N° 037 de fecha 04 de Diciembre de 1991, aplicable a partir del 1 de Enero de 1992. en lo que respecta a la remisión del expediente de la Administración Tributaria, Dirección General de Rentas, al Tribunal Contencioso de la causa.
Los Efectos de la Interposición del recurso.
Según el Artículo 263 la interposición del recurso no suspende los efectos
del acto impugnado; sin embargo a instancia de parte, el tribunal podrá suspender parcial o totalmente los efectos del acto recurrido, en el caso que su ejecución pudiera causar graves perjuicios al interesado, o si la impugnación se fundamentare en la apariencia del buen derecho. Contra la decisión que acuerde o niegue la suspensión total o parcial de los efectos del acto, procederá recurso de apelación, el cual será oído en el sólo efecto devolutivo. La suspensión parcial de los efectos del acto recurrido no impide a la administración tributaria exigir el pago de la porción no suspendida ni objetada. En este sentido el Dr. García de Enterría plantea que la suspensión de los efectos del acto es una medida de carácter provisional y cautelar, llamada a asegurar la integridad del objeto litigioso o a garantizar la imposición del criterio del ente u órgano superior que ostenta la tutela o el control sobre el autor del acto, en tanto se produce una decisión sobre la valides del mismo. Los recursos contencioso administrativos no suspenden de suyo la ejecución de los actos impugnados. El Dr. Edgar Moya Millan explica que la no suspensión de los efectos del acto recurrido no limita el acceso a la justicia, al debido proceso ni al derecho a la defensa, así como al imperio del Estado de Justicia y al respeto de la presunción de la inocencia. El recurrente puede interponer su recurso por ante el órgano jurisdiccional y éste, en todo caso puede solicitar la suspensión de los efectos del acto mediante, la demostración del fumus boni iuris y el periculum in mora, más la presentación de una fianza, sin que por ello se incurra en la aplicación del Principio del Solve Et Repete. Nos referimos a este mecanismo según el cual, cuando la administración tributaria impone el pago de impuestos, multas y accesorios a un contribuyente mediante una determinación de oficio, éste no puede impugnarlo judicialmente si no abona, o eventualmente cauciona la suma correspondiente, situación que deriva del principio determinante de la ejecutoriedad de las resoluciones de las autoridades administrativas. Aunque, si bien hemos visto como este principio ha sido desaplicado en Venezuela en reiteradas veces, por su parte, la extinta Corte Suprema de Justicia, en la Sala Político Administrativa, en sentencia del 24 de octubre de 1990, decretó la inconstitucionalidad de los artículos 137 de la Ley Orgánica de Aduanas y 462 de su Reglamento, los cuales establecían la obligación de pagar o caucionar las obligaciones tributarias determinadas por actos administrativos antes de recurrirlos, por constituir una condicionante económica al acceso de los particulares al Poder Judicial, lo cual se traduce en una violación flagrante del derecho constitucional a la defensa consagrado en el artículo 68 de aquel texto legal. Más recientemente, en sentencia del 9 de enero de 1997, el Tribunal Superior Sexto de lo Contencioso Tributario declaró con lugar un amparo contra la retención por parte de la aduana de un equipo importado, por estar pendiente de pago la determinación de derechos resultantes de un segundo reconocimiento sobre dichos equipos. Ahora es interesante interpretar una sentencia del 28 de Marzo del 2003 dictada por el Juzgado Superior Séptimo de los Contencioso Tributario, Caso, Comercializadora Agropecuaria el Cafeto, que desaplica por vía e control difuso Constitucional el Artículo en comento. En criterio del mencionado juzgado, la norma en referencia vulnera el libre acceso a la justicia, condiciona el derecho a la tutela judicial efectiva y viola los derechos constitucionales a la defensa, a la igualdad y la presunción de inocencia desde que permite a la administración tributaria cobrar los montos determinados como tributos aun cuando el acto contentivo de tal determinación, recurrido por el contribuyente afectado, no estuviese firme. Señala el sentenciador que si bien la norma no exige caución como condición necesaria para la procedencia del recurso, es lo cierto que el supuesto de hecho del Artículo 263 objetivamente analizado es un eufemismo, es decir, impide de todas maneras el acceso libre del recurrente a la administración de justicia. En efecto aún con la sola interposición del recurso, la Administración Tributaria puede paralelamente iniciar el procedimiento del cobro compulsivo... y obtener allí resultados que, en definitiva, harían nugatoria la sustanciación del recurso, en el cual cuando se produzca el fallo ya no habría interés procesal para ello. Máxime si el tribunal decide no suspender la ejecución del fallo. En criterio de la sentencia la suspensión automática de los efectos del acto con la sola interposición del recurso contencioso tributario en modo alguno menoscaba los derechos del Fisco, toda vez que éste podrá solicitar en contra del contribuyente las medidas cautelares previstas en la ley para asegurar los intereses de la Nación dadas las circunstancias particulares del caso. Continúa la sentencia señalando que la posibilidad de que la administración tributaria ejecute el acto recurrido, sin estar definitivamente firme el mismo, aun pendiente la determinación de la legalidad o veracidad del acto, constituye una prerrogativa que otorgó el legislador a favor del sujeto activo de la relación jurídico tributaria que violenta el principio de igualdad que consagra el Artículo 21 de la Carta Magna. Señaló además la sentencia que el numeral 1 del Artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica, firmado y ratificado por Venezuela, impone a todos los Estados miembros la obligación de garantizar una instancia de control judicial previa al pago del reclamo fiscal controvertido. Conforme a ello, en opinión del juzgador, los principios de legitimidad y ejecutoriedad del acto administrativo consagrados en nuestra legislación deben interpretarse sistemáticamente con el numeral 1 del Artículo 8 del Pacto, entendiéndose que la ejecutoriedad en materia fiscal sólo se configura luego de la pertinente ejecución de la misma en un proceso con todas las garantías judiciales. Finalmente señaló la sentencia que la disposición contenida en el parágrafo primero del Artículo 263 del Código Orgánico Tributario se opone a lo establecido en el Artículo 289 ejusdem, resultando su aplicación contradictoria e inejecutable toda vez que si la decisión de la suspensión de efectos está pendiente, o en todo caso ha sido negada o no fue solicitada, la obligación tributaria no puede considerarse líquida y exigible como prevé el Artículo 289 ejusdem. Desde que dicha disposición considera como obligaciones liquidas y exigibles aquellas respecto de las cuales no está pendiente recurso alguno, esto es, aquellas definitivamente firmes. En parágrafo primero del Artículo 263 ejusdem, plantea que en los casos en que no se hubiere solicitado la suspensión de los efectos en vía judicial, estuviere pendiente decisión por parte del tribunal o la misma hubiese sido negada, la administración tributaria exigirá el pago de las cantidades determinadas, siguiendo el procedimiento de fiscalización y determinación de tributos del Código; pero el remanente de los bienes que se hubieren embargado se suspenderá si el acto no estuviere definitivamente firme. Más adelante se plantea que si los bienes embargados son cosas corruptibles o perecederas se someterá las mismas a la venta estipulada en el Artículo 538 del Código de Procedimiento Civil. El parágrafo segundo del Artículo 263 del Código Orgánico Tributario vigente determina que la decisión del tribunal que acuerde o niegue la suspensión de los efectos en vía judicial no prejuzga el fondo de la controversia. Siguiendo el hilo del procedimiento el Artículo 264 del Código Orgánico Tributario establece que se entenderá que el recurrente está a derecho desde el momento en que interpuso el recurso. En los casos de interposición subsidiaria de éste, o en la forma prevista en el aparte único del artículo 262 de este Código, el Tribunal de oficio deberá notificar al recurrente en su domicilio o en el lugar donde ejerce su industria o comercio. En caso que no haya sido posible la notificación del recurrente, el Tribunal dejará constancia de ello en el expediente y fijará un cartel en la puerta del Tribunal, dándose un término diez (10) días de despacho, vencido los cuales se entenderá que el recurrente está a derecho. Parágrafo Único: Cuando el recurso contencioso tributario no haya sido interpuesto en la forma prevista en el parágrafo primero del artículo 259 de este Código, el Tribunal deberá notificar mediante oficio a la Administración Tributaria, con indicación del nombre del recurrente, el acto o los actos cuya nulidad sea solicitada, órgano del cual emana y la materia de que se trate, y solicitará el respectivo expediente administrativo. Interpretando la normativa anteriormente leída, nos damos cuenta del momento en que el recurrente esta a derecho, esto incluye que no se requerirá practicarle notificaciones para los demás actos del juicio. Igualmente en los casos de la no interposición subsidiaria del recurso, el tribunal de la causa debe notificar a la Administración Tributaria sobre el caso y solicitar el expediente administrativo respectivo. En nuestra norma adjetiva Tributaria en su Artículo 265 se expresa; La instancia se extinguirá por el transcurso de un (1) año sin haberse ejecutado ningún acto de procedimiento. La inactividad del Juez después de vista la causa, no producirá la perención. El maestro Couture nos plantea que el término o el lapso procesal es la medida de tiempo para realizar dentro de ella un acto determinado del proceso. De la misma forma nuestro autor nos dice que la instancia es la denominación que se da a cada una de las etapas o grados del proceso y que va desde la promoción del juicio hasta la primera sentencia definitiva, o sobre la interposición del recurso de apelación hasta la sentencia que sobre el se dicte. En esta normativa el legislador ratifica la figura de la perención de la instancia como institución del derecho procesal. La misma de acuerdo al Dr. Rengel Romberg, extingue el proceso, no ya por un acto de parte, sino por la inactividad de las partes prolongada por un cierto tiempo. En sentencia dictada por la Sala Político Administrativa de fecha 09 de Enero del año 2002, con ponencia del Dr. Levis Zerpa, caso Petrolera Zuata. Se afirma que la perención de la instancia opera por la inactividad de las partes, es decir, la no realización de actos de procedimiento destinados a mantener en curso el proceso, cuando esta omisión se prolonga por más de un año, de acuerdo con lo establecido en el Artículo 86 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia o cuando transcurre el tiempo determinado en los supuestos del Artículo 267 del Código de Procedimiento Civil. De aquí que se caracteriza la misma por la no existencia de actividad procesal alguna, dirigida a movilizar y mantener en curso el proceso, evitando con ello su eventual paralización durante un lapso mayor de un año. En el caso de la inactividad del Juez después de vistos, para una mejor comprensión, nos remitimos al Maestro Chiovenda; la actividad del juez basta para mantener en vida el proceso, pero su inactividad no basta para hacerlo desaparecer, cuando durante su inactividad las partes no están obligadas a cumplir actos de desarrollo del proceso. Para una mejor ilustración de esta teoría revisamos la decisión de fecha 14 de diciembre de 2001, con ponencia del Magistrado Antonio García García, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia revocó el criterio que venía aplicando la Sala Político Administrativa conforme al cual la perención de la instancia podía ser declarada en estado de sentencia, después de vista la causa, por estimar que el mismo viola los derechos constitucionales a la defensa, al debido proceso y a la tutela judicial efectiva. En criterio de la Sala, resulta un desacierto sancionar a las partes con la perención de la instancia después de vista la causa, pues en esa fase del procedimiento ésas no pueden efectuar acto procesal alguno. En tal sentido, señaló la Sala «que si el legislador confina la última actuación de las partes al acto de informes, no podría al mismo tiempo requerirles actuaciones posteriores a éste», sostener lo contrario, sería imponer a las partes el cumplimiento de una carga procesal inexistente en nuestro ordenamiento jurídico. En vista de ello, la Sala consideró que el razonamiento esgrimido por la Sala Político Administrativa en sus decisiones en torno a la perención de la instancia no resulta compatible con los principios consagrados en la Constitución, ni con el criterio interpretativo vinculante establecido por la propia Sala Constitucional en su decisión de fecha 1 de junio de 2001, Caso Frank Valero González, en relación a la improcedencia de la perención de la instancia después de vistos. De allí que, podrán ser revisadas extraordinariamente por la Sala Constitucional todas las sentencias de la Sala Político Administrativa que decreten la perención de la instancia después de vista la causa, dictadas con posterioridad al 1 de junio de 2001, fecha en la cual la Sala Constitucional estableció como doctrina vinculante la improcedencia de dicha figura en estado de sentencia. Siguiendo el hilo procesal, el Artículo 266 de la norma adjetiva Tributaria hace referencia a las causales de inadmisibilidad del Recurso: 1. La caducidad del plazo para ejercer el Recurso. Prescripción de la acción por transcurso del tiempo o vencimiento de los lapsos para impugnar. 2. La falta de cualidad o interés del recurrente. La ilegitimidad activa del recurrente por no tener cualidad directa, personal y legítima ya que en este recurso se impugna una acto de efectos particulares, por la tanto el acto debe haber lesionado un derecho personal, legítimo y directo. 3. Ilegitimidad de la persona que se presente como apoderado o representante del recurrente, por no tener capacidad necesaria para comparecer en juicio o por no tener la representación que se atribuye o porque el poder no esté otorgado en forma legal o sea insuficiente. En lo que concierne a la legitimación activa, haciendo mención del Artículo 121 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, es importante tomar en consideración la evolución que nuestra jurisprudencia ha venido presentando. La Corte Primera en lo Contencioso Administrativo en sentencia de fecha 13 de Octubre de 1988 refleja que el interés legítimo debe entenderse como la existencia de una tutela legal sobre la pretensión del actor e incluso, a falta de ella, de la no existencia de una norma que impida su satisfacción. En el mismo sentido esta sentencia determina el interés personal alude a la que el actor haga valer en su nombre o en el de su sujeto o comunidad a los cuales representa, su pretensión. Por último la misma sentencia plantea el interés directo como la necesidad de que el efecto del acto recaiga sobre el actor. Ahora hay que presentar lo que al respecto nos dice una Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Político Administrativa, del 13 de Abril del 2000, caso Banco Fivenez, la cual expresa que a partir de la entrada en vigor de la Constitución de la República de Venezuela de 1999, ha quedado tácitamente derogado el criterio legitimador contenido en la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, pues dicho criterio resulta incompatible con los principios que establece la nueva Constitución, al menos en lo que respecta a la exigencia de que el interés legítimo sea personal y directo. No pueden, pues, los tribunales de lo contencioso administrativo, inadmitir los recursos contencioso administrativo con fundamento en que el recurrente no es titular de un interés directo, pues la nueva Constitución de la República no exige este requisito, razón por la cual ha de entenderse suficientemente legitimado para actuar quien ostente un interés directo en la resolución del asunto. Tal restricción es contraria frontalmente al Artículo 26 de la nueva Constitución, derecho que, por su carácter Constitucional, vincula de forma inmediata y directa a todos los poderes públicos y en especial a la Administración Pública y al Poder Judicial, cuyos órganos están obligados en consecuencia a admitir en base al mismo la impugnación de actos por todas las personas que actúen en defensa de sus intereses legítimos. En este mismo orden de ideas, respecto al tiempo para admitir el recurso, el Artículo 267 del Código Orgánico Tributario, establece que al quinto día de despacho siguiente a que conste en autos la última de las notificaciones de ley, el Tribunal se pronunciará sobre la admisibilidad del recurso. Dentro de este mismo plazo la representación fiscal podrá formular oposición a la admisión del recurso interpuesto. En este último caso, se abrirá una articulación probatoria que no podrá exceder de cuatro (4) días de despacho, dentro de los cuales las partes promoverán y evacuarán las pruebas que consideren conducentes para sostener sus alegatos. El Tribunal se pronunciará dentro de los tres (3) días de despacho siguientes al vencimiento de dicho lapso. En su parágrafo Único: La admisión del recurso será apelable dentro de los cinco (5) días de despacho siguientes, siempre y cuando la Administración Tributaria hubiere formulado oposición, y será oída en el solo efecto devolutivo. Si el Tribunal resuelve inadmitir el recurso se oirá apelación en ambos efectos, la cual deberá ser decidida por la alzada en el término de treinta (30) días continuos. En ambos casos, las partes deberán presentar sus informes dentro de los diez (10) días de despacho siguientes al recibo de los autos por la alzada. La apelación, nos dice el Maestro Chiovenda, es el medio para pasar del primero al segundo grado de jurisdicción. Esto quiere decir; cuando en auto conste que las partes están a derecho, al quinto día siguiente, el tribunal se pronunciará sobre la admisibilidad o no del recurso. Dentro de ese mismo plazo la representación fiscal podrá formular oposición a la admisión del recurso. Habiéndose opuesto el fiscal, inmediatamente se abre una articulación probatoria que no excederá de 4 días de despacho, plazo este en el que las partes promoverán y evacuaran las pruebas que consideren convenientes para soportar sus alegatos, debiéndose por consiguiente pronunciar el tribunal a los tres días de despacho siguientes al vencimiento del lapso probatorio. En el parágrafo único de esta norma, se plantean dos supuestos muy interesantes; primero que la admisión del recurso será apelable dentro de los cinco días de despacho siguientes, siempre y cuando la Administración Tributaria haya formulado oposición, siendo oída la apelación en un solo efecto, en el devolutivo. Ahora en el segundo, si el tribunal resuelve no admitir el recurso se oirá apelación en ambos efectos, la cual será decidida por la Sala Político Administrativa Especial Tributaria del Tribunal Supremo de Justicia como tribunal de alzada en el término de treinta días continuos. En ambos casos las partes deben presentar informes dentro de los diez días de despacho siguientes al recibo de las actuaciones por la alzada. En el Artículo 268 ejusdem se plantea que, Vencido el lapso para apelar de las decisiones a que se refiere el artículo anterior, o desde que conste en autos la devolución del expediente del Tribunal de Alzada que admitió el recurso, quedará el juicio abierto a pruebas, sin necesidad de decreto o providencia del juez, a menos que las partes solicitaren que se decida la causa como de mero derecho o sólo con los elementos de prueba que consten ya en autos, en cuyo caso el juez lo declarará así. Respecto a este Artículo, es necesario comentar que siempre que el demandado contradice los hechos del demandante, es preciso abrir la causa apruebas. Esto, porque las alegaciones que hacen las partes, teniendo las personalmente el mismo valor, tiene que ser acreditadas a fin de que el juez, pueda pronunciar su decisión de conformidad con las pruebas verificadas dentro del procedimiento. Entonces probar es demostrar o acreditar la efectividad de un hecho. Es la demostración de la efectividad de los hechos controvertidos. Teniendo como condición estos medios probatorios, su legalidad, su oportunidad, su publicidad y su pertinencia. Una vez que se venció el lapso para apelar o desde que conste en autos la devolución del expediente del tribunal de alzada que admitió el recurso, quedará el juicio abierto a pruebas, sin necesidad de decreto o providencia alguna, a menos que ambas partes, tanto el recurrente como legitimado activo y la Hacienda Pública, hayan solicitado que la causa de decida como de mero derecho o sólo con los elementos de pruebas cursantes en autos, en cuyo caso el juez lo decida así. Se dice que es de mero derecho, o causas de mero derecho a aquellas en las que no disiente acerca de la veracidad o exactitud de los hechos, sino tan sólo acerca de la aplicabilidad a cierta norma respecto del caso concreto, o acerca de la manera en que ha de ser interpretada. Es importante señalar que la actividad probatoria tributaria está íntimamente afectada por la regulación de la misma en el Código de Procedimiento Civil, en lo que respecta entre otras, a su ampliación de los medios de pruebas, lo cual hace posible la utilización de otros medios a los tarifados por nuestra norma civil adjetiva. Aunque en materia tributaria existe una excepción como es la confesión de empleados públicos, cuando la misma implica confesional de la Administración Tributaria, ya que la misma no puede quedar confesa. Igualmente vemos como en este Artículo se mantiene la facultad otorgada a los Tribunales Superiores en lo Contencioso Tributario para dar comisión o despacho, a los jueces de rango inferior, inclusive para practicar inspecciones judiciales, posibilidad conveniente y necesaria dada a la organización actual de la justicia en esta rama, cosa no admitida en el C.P.C. Ahora para que la prueba quede admitida por el tribunal, es necesario que interpretemos una sentencia de la Sala Político Administrativa del 24 de Febrero de 1987; basta a tal efecto, reconocer que la prueba es legal conforme al Artículo 1422 del Código Civil, pues se trata de apreciar o comprobar cuestiones que exigen conocimientos especiales; que luego de promovida, ninguna oposición hizo la contraparte; que es congruente y pertinente por cuanto se trata de demostrar hechos y circunstancias historiadas y formativas del libelo; que la regla ductora del juez para admitir la prueba es que no sea ilegal o impertinente, calificaciones que no ocurren en el caso. Si a esto se añade que la jurisprudencia patria ha mantenido casi como dogma el de la libertad y amplitud de la admisión. De la misma forma en apelación contra los autos de admisión de las pruebas, la misma Sentencia de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia plantea que limitada esta ponencia a pronunciarse sobre la apelación oída contra los autos de admisión de la prueba, considera la sala; en las apelaciones oídas ante la Corte contra una sentencia definitiva, su ley Orgánica en su Artículo 162 impone al apelante, so pena de declarar desistido el recurso, la obligación de explanar, antes del comienzo de la relación, las razones que lo fundamente. Aunque la sanción no se extiende a las interlocutorias, es racional e implícito que también se motive o fundamente el recurso, y cuando, como en el presente caso, nada específico ni concreto se ha alegado contra la admisibilidad de la prueba, el juzgador debe atenerse a las actuaciones y aplicar el derecho que de su estudio se deduzca. LAPSO PROBATORIO
En esta parte del procedimiento se evidencia que el lapso de promoción y
de evacuación de pruebas es más corto que las establecidas en el Código Adjetivo Civil, lo demostramos con la interpretación del Artículo 269 del Código Orgánico Tributario: Dentro de los primeros diez (10) días de despacho siguientes de la apertura del lapso probatorio las partes podrán promover las pruebas de que quieran valerse. A tal efecto serán admisibles todos los medios de prueba, con excepción del juramento y de la confesión de funcionarios públicos, cuando ella implique la prueba confesional de la Administración. En todo caso, las pruebas promovidas no podrán admitirse cuando sean manifiestamente ilegales o impertinentes. El Parágrafo Único: La Administración Tributaria y el contribuyente, deberán señalar, sin acompañar, la información proporcionada por terceros independientes que afecte o pudiera afectar su posición competitiva, salvo que les sea solicitada por el juez. El maestro Armiño Borjas, sostiene que hay impertinencia de la prueba cuando los hechos que se tratan de probar no tienden directamente a calificar la acción del demandante, la excepción del demandado, o cuando sea manifiesta su ineficacia, incongruencia, o sea inadecuada, para afirmar modificar, desvirtuar o invalidar las pretensiones del actor o del demandado. La legalidad de las pruebas consiste en que el medio de prueba debe estar admitido como tal en la ley. En los casos en que se tenga información, que puedan afectar la competitividad del contribuyente, se señalará y sólo a petición del tribunal deberá acompañarse. Hemos notado que uno de los principios que rigen la actividad probatoria es el contradictorio, con fundamento a este principio el Artículo 270 del Código Orgánico Tributario establece: Dentro de los tres (3) días de despacho siguientes al vencimiento del lapso de promoción, las partes podrán oponerse a la admisión de las pruebas cuando aparezcan manifiestamente ilegales o impertinentes. Al vencimiento de este lapso, el juez dentro de los tres (3) días de despacho siguientes providenciará los escritos de pruebas admitiendo las que sean legales y procedentes y desechando las aparezcan manifiestamente ilegales o impertinentes. Este lapso, bien nos dice el Maestro Humberto Bello Lozano, cumple con una doble finalidad, por una parte, las partes pueden ejercer el derecho de oposición a las pruebas propuestas; y pro otra se le concede a las partes el derecho de puntualizar aún más los hechos que van a ser objeto del debate probatorio. En el Parágrafo Único de este articulo se plantea que; Haya habido o no oposición, tanto la negativa como la admisión de las pruebas serán apelables dentro de los cinco (5) días de despacho siguientes. En ambos casos la apelación se oirá en el solo efecto devolutivo. La evacuación de la prueba es la materialización o verificación de la misma. La evacuación de la prueba conlleva el desarrollo del medio probatorio propuesto y admitido. Conforme al Artículo 271 del Código Orgánico Tributario establece: Admitidas las pruebas o dadas por admitidas, conforme a los artículos precedentes, se abrirá un lapso de veinte (20) días de despacho para la evacuación de las pruebas, pero si hubieren de practicarse algunas mediante comisión dada a otro Tribunal, se hará el cómputo conforme lo prevé el artículo 400 del Código de Procedimiento Civil. Es decir, de treinta días de despacho contados a partir del día siguiente del decreto de admisión o cuando estas sean dadas por admitidas. Si las pruebas han de practicarse en el lugar del juicio, se contarán primero los días transcurridos en el tribunal después del auto de admisión, hasta la salida del despacho para el Juez comisionado, exclusive, y lo que falta del lapso, por los días que transcurran en el tribunal comisionado, a partir del día siguiente al recibo de la comisión. En este orden de ideas es de advertir lo siguiente, a los efectos del computo, el día en que el tribunal de la causa dicta el auto de salida de la comisión no se cuenta, y luego el lapso de evacuación comienza a correr el día siguiente al recibo de la comisión. Para que se entienda por recibida la comisión, el juez comisionado debe dar cuenta de ella de modo pues que, el comisionado por auto expreso firmado por el y el secretario, deben darle entrada al despacho, al día siguiente comienza a transcurrir los días en el tribunal comisionado. Si las pruebas han de evacuarse fuera de la jurisdicción del tribunal, se contarán a partir del auto de admisión; primero el término de la distancia concedido para la ida; a continuación, los días del lapso de evacuación que transcurran en el tribunal comisionado a partir del día siguiente al vencimiento del término de la distancia, de los cual dejará constancia el Tribunal Comisionado, y finalmente el término de la distancia de vuelta. Esto nos lleva a la interpretación del Artículo 272 del Código Orgánico Tributario, el cual reza: El Tribunal podrá dar comisión para la práctica de cualesquiera diligencias de sustanciación o de ejecución a los que le sean inferiores, aunque residan en el mismo lugar, a cuyo efecto no serán aplicables las excepciones establecidas en el aparte único del Artículo 234 del Código de Procedimiento Civil. En este caso, de comisión para la práctica de cualquier diligencia, esta norma autoriza al Juez Contencioso Tributario para que ordene la materialización de inspecciones judiciales, tome posiciones juradas, interrogue a menores y casos de interdicción, es decir, el comisionado en estos casos debe cumplir con la comisión, practicar la diligencia, aunque en otros juicios esto le esté prohibido. Esto en concordancia con el C.P.C en su Artículo 234. En el Artículo 273 del Código Orgánico Tributario se presenta un caso de remisión a la legislación procesal civil cuando reza; A los efectos de la promoción, evacuación y valoración de las pruebas, los jueces tendrán por regla las disposiciones que al efecto establezca el Código de Procedimiento Civil, el Código Civil y otras leyes de la República. Es decir, remite a la legislación procesal, civil ordinaria y en general a todas aquellas leyes que contengan normas referidas a la materia probatoria. En este sentido hemos visto como el Código Orgánico Tributario dispone las fases de promoción y evacuación de los medios probatorios con las reglas concordantes con el Código de Procedimiento Civil, pero en materia de valoración y apreciación de la prueba es donde recae más la remisión al campo adjetivo civil. Es necesario acotar que la doctrina ha establecido tres grandes sistemas de valoración probatoria, adoptadas las mismas por distintas normativas. Ellas son el sistema de Tarifa Legal, el sistema de la Libre Convicción y el sistema de la Libre Apreciación Razonada. En la tarifa legal, nos aclara el Dr. Humberto Bello, la prueba no depende del criterio del juzgador, sus posibilidades de autodeterminación se hayan restringidas en virtud, de las previsiones tomadas por el legislador, todas y cada una de los medios probatorios se encuentran establecidos y regulados en la ley, debiendo aplicarse rigurosamente con independencia completa del criterio personal del Magistrado. El sistema de la Prueba Libre, otorga al Juez, una absoluta libertad de apreciación, y el sistema de la Sana Crítica el Prof. Máximo Castro nos afirma que son el conjunto de modos de ver y de valorar los actos, según el orden común en que ellos se producen, y el modo corriente de apreciarlos dentro de las costumbres generales imperantes en el momento en que se consideran. En este sentido veremos lo que dice el Artículo 507 del C.P.C., a menos que exista una regla legal expresa para valorar el mérito de la prueba, el juez deberá apreciarla según las reglas de la sana crítica.
DE LOS INFORMES DE LAS PARTES Y DEL AUTO PARA MEJOR
PROVEER.
El Artículo 274 del Código Orgánico Tributario reza: Al decimoquinto día de
despacho siguiente del vencimiento del lapso probatorio, las partes presentarán los informes correspondientes, dentro de las horas en que despache el Tribunal. Los informes son los escritos que presentan las partes y donde se analizan las pruebas actuadas, tanto de cargos como de descargo para demostrar que han sido aprobados o desmentidos lo alegatos, los hechos traídos al proceso por las partes, siempre claro está, con el fin de facilitar al Juez el estudio del caso para su resolución, exponiendo los fundamentos de derecho en que se funda la controversia. Dicho esto podemos apreciar el apego de esta norma adjetiva tributaria al C.P.C. en su Artículos 511 y siguientes, los cuales plantean, que si no se hubiere pedido la constitución del tribunal en asociados, se presentarán los informes a los 15 días siguientes al vencimiento del lapso probatorio, y constituidos en asociados a los 15 días de la misma. En el mismo sentido la norma adjetiva civil plantea la presentación de los informes por escrito, con la apreciación de que el juez a petición de parte, podrá fijar la lectura de los mismos. Igualmente presentados los informes, las partes tendrán ocho días para que rendir observaciones sobre los informes de la contraria. Y por último el dictado de autos para mejor proveer por parte del juez. El profesor Santana Mujica, nos enseña que, en los informes las partes tienen la oportunidad hacer un examen claro y preciso de cada prueba realizada, su comparación entre sí y examinar su admisibilidad y pertinencia, o sea, su idoneidad, así como su regularidad en la evacuación; y por último los hechos que han y como han quedado fijados y establecidos en el juicio. Igualmente la jurisprudencia Venezolana declara que los informes son las conclusiones escritas que presentan las partes al tribunal, en el lapso procesal correspondiente, contentivos de los pormenores del asunto controvertido, así como los hechos y circunstancias a los que ellas dan importancia capital para la solución de la controversia. Vemos entonces en el Artículo 275 del Código Orgánico Tributario como similarmente a el procedimiento tipo, es decir, el procedimiento civil, se plantea las observaciones de las partes de la siguiente forma; Cada parte podrá presentar sus observaciones escritas sobre los informes de la parte contraria, dentro de los ocho (8) días de despacho siguientes, durante las horas en que despache el Tribunal, y siempre que hubiesen presentado sus correspondientes informes. En su Parágrafo Único: El Tribunal, cuando el caso así lo amerite, podrá disponer que tanto los informes como sus observaciones sean expuestos en forma breve y oral. El Dr. Abdón Sánchez Noguera, determina que como norma general no se requiere que la parte de lectura al escrito que los contiene; simplemente se concreta el acto a su consignación ante el secretario para que éste los agregue y de cuenta al juez de la actuación. Una excepción se establece a tal principio. Se trata de su lectura mediante pedimento expreso de la parte. En efecto, si ambas partes o una de ellas formula la petición de que se le permita dar lectura a los informes que presente, el Juez así deberá acordarlo y para ello fijará uno o varios días para que lo hagan. En el Artículo 276 ejusdem: Vencido el término para presentar informes, dentro del lapso perentorio de quince (15) días de despacho siguientes, podrá, el Tribunal, si lo juzgare conveniente, dictar auto para mejor proveer, con arreglo a la disposición contenida en el artículo 514 del Código de Procedimiento Civil. Parágrafo Único: La evacuación de las pruebas acordadas en el auto para mejor proveer, no podrá exceder en ningún caso de quince (15) días de despacho. Una sentencia de la extinta Corte Suprema de Justicia de fecha 19 de Noviembre de 1987, en Sala de Casación Civil, con ponencia del Magistrado Dr. René Paz Bruzual, determina que en la doctrina de Casación, los autos para mejor proveer son providencias que el Juzgador puede dictar de oficio, en ejercicio de sus facultades discrecionales, cuando su prudente arbitrio lo determine conveniente, y sin que pueda considerárselo obligado a resolver en alguna forma cuando una de las partes requiera que sea dictado en auto. En efecto, tratándose de pruebas que las partes puedan promover, no de defensas que ellas puedan utilizar, en nada viola los Artículos denunciados por el recurrente, el hecho de que el Juez omita decidir respecto de una solicitud en ese sentido; de los contrario, el auto para mejor proveer dejaría de ser privativo y discrecional suyo para convertirse, en contra de su naturaleza, en un derecho de las partes.
DE LA SENTENCIA.
Llegamos a la fase de Sentencia, el Artículo 277 del Código Orgánico
Tributario plantea; Presentados los informes, o cumplido que sea el auto para mejor proveer, o pasado el término señalado para su cumplimiento, el Tribunal dictará su fallo dentro de los sesenta (60) días continuos siguientes, pudiendo diferirlo por solo una vez, por causa grave sobre la cual el Juez hará declaración expresa en el auto de diferimiento y por un plazo que no excederá de treinta (30) días continuos. Es importante aclarar que la sentencia es la resolución judicial que decide definitivamente la cuestión objeto del proceso en una instancia o en recurso ordinario o extraordinario; o la que recayendo en una incidencia, ponga término a la principal, no haciendo posible su continuación, o purguen al proceso de vicios que pueda contener. Una sentencia definitiva es la sentencia por excelencia, pues es la de mérito, la que satisface al demandante cuando es declarada con lugar su pretensión. Como nos dice el maestro Humberto Bello son todas aquellas que decidiendo la cuestión planteada ponen fin al juicio. Siguiendo las lecciones del Dr. Bello; la Sentencia interlocutoria es aquella destinada a resolver cualquier cuestión surgida o promovida durante la secuela del proceso, pero su determinación no pone fin al juicio, implicando en consecuencia la continuación del juicio. El Parágrafo Primero de la misma norma nos dice: En caso que el Tribunal dicte la sentencia dentro este lapso, el mismo deberá dejarse transcurrir íntegramente a los efectos de la apelación. Los jueces procurarán sentenciar las causas en el orden de su antigüedad. Estos lapsos tienen carácter de preclusivos. La sentencia dictada fuera del lapso establecido en este artículo o de su diferimiento deberá ser notificada a las partes, sin lo cual no correrá el lapso para interponer la apelación. Vemos aquí la importancia de la notificación de estas sentencias extemporáneas a las partes, para que se aperture el lapso de apelación. El Parágrafo Segundo: Dictada la sentencia fuera de los lapsos establecidos en este artículo, el lapso para interponer la apelación empezará a correr una vez que conste en autos la ultima de las notificaciones. Es interesante prever aquí la concordancia de esta norma con el Artículo 515 del C.P.C. igualmente en esta norma se entiende que los lapsos procesales son de cumplimiento obligatorio y hay que dejarlos transcurrir totalmente a los efectos de interponer el recurso de apelación. Es importante resaltar que de ser dictada la sentencia fuera de los plazos establecidos, incluso de su diferimiento, la misma deberá haber sido notificada a las partes para los efectos de apelación. Siguiendo con el Artículo 278 del la norma adjetiva tributaria; De las sentencias definitivas dictadas por el Tribunal de la causa, o de las interlocutorias que causen gravamen irreparable, podrá apelarse dentro del lapso de ocho (8) días de despacho, contados conforme lo establecido en el artículo anterior. En la misma norma se establece una limite de cuantía para que la apelación proceda en casos de determinación y la aplicación de sanciones pecuniarias; cuando se trate de la determinación de tributos o de la aplicación de sanciones pecuniarias, este recurso procederá sólo cuando la cuantía de la causa exceda de cien unidades tributarias (100 UT) para las personas naturales y de quinientas unidades tributarias (500 UT) para las personas jurídicas. Considerando ahora el principio de la doble instancia, son susceptibles de apelación, como recurso mediante el cual los agraviados de la sentencia por primera instancia la impugnan, provocando un examen de la misma por el juez de alzada, las sentencias definitivas o interlocutorias que causen gravamen irreparable. Los lapsos deben ser computados en forma continua conforme al C.P.C. Esta sentencia deberá ser notificada al Procurador General de la República de acuerdo al dispositivo de la Ley Orgánica que lo regula. Este último aparte del artículo, viola el principio de la doble instancia consagrado en la Convención Americana de Derechos Humanos, suscrito y ratificado válidamente por la República, el cual dispone que; todo juicio debe ser llevado ante un tribunal de instancia cuyo fallo pueda contar con una instancia revisora. Este principio es de aplicación inmediata y directa de acuerdo al Artículo 23 Constitucional, es decir, tiene Jerarquía Constitucional. El tribunal que conozca en primera instancia debe oír la apelación cuando se encuentre dentro de los supuestos, así la cuantía para apelar sea inferior a la establecida en la norma tributaria. El Tribunal debe, por vía del control difuso Constitucional, desaplicar esta normativa. Por último en el Artículo 279 de nuestra norma adjetiva tributaria; El procedimiento a seguir en la segunda instancia, será el previsto en la ley que rige el Tribunal Supremo de Justicia. En sentencia de la Sala Político Administrativa de la Extinta Corte Suprema de Justicia del 11 de Agosto de 1986; determina que La apelación contra las sentencias de los Tribunales Contenciosos Tributarios se rige por los artículos 162 y siguientes de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia. La falta de formalización de la misma, como lo exige la ley, equivale a su desistimiento. La apelación prevista contra las sentencias exige su formalización mediante un escrito en el cual se señalen los motivos de hecho y de derecho que determinan su ejercicio, sin lo cual opera una presunción de desistimiento del mismo.
DE LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA.
La ejecución de la sentencia es la última etapa del procedimiento. En el
Artículo 280 de nuestra norma adjetiva tributaria, se plantea que: La ejecución de la sentencia corresponderá al Tribunal Contencioso Tributario que haya conocido de la causa en primera instancia, una vez que la sentencia haya quedado definitiva y firme, pasada con autoridad de cosa juzgada. En este caso, el Tribunal, a petición de la parte interesada, decretará su ejecución. Declarado sin lugar o parcialmente con lugar el recurso ejercido, el Tribunal en dicho decreto, fijará un lapso que no será menor de tres (3) días de despacho ni mayor de (10) diez, para que la parte vencida efectúe el cumplimiento voluntario, y no podrá comenzar la ejecución forzada hasta que haya transcurrido íntegramente dicho lapso. A los efectos de suspender la ejecución se seguirá lo establecido en el artículo 525 del Código de Procedimiento Civil. El cual autoriza a las partes a suspender por un tiempo que determinarán con exactitud, de mutuo acuerdo y constando en autos, así como también realizar actos de composición voluntaria. En su Parágrafo Único: En los casos que existieren bienes embargados en virtud de lo establecido en el artículo 263, y los mismos resultaren suficientes para satisfacer el crédito tributario, se procederá inmediatamente al remate de los mismos conforme a lo establecido en los artículos 284 y siguientes de este Código. En esta norma se precisa que la ejecución de la sentencia debe ser efectuada por el tribunal que conoció la causa en primera instancia, así mismo, establece que el lapso para que el contribuyente cumpla voluntariamente el fallo, y los 10 días deben dejarse correr íntegramente antes de la ejecución forzosa. En el Artículo 281 de nuestra norma adjetiva tributaria nos dice que: Transcurrido el lapso establecido en el artículo anterior sin que se hubiese cumplido voluntariamente la sentencia, se procederá a la ejecución forzada. Dentro de esta oportunidad el representante del Fisco solicitará, y el Tribunal así lo acordará, el embargo ejecutivo sobre bienes propiedad del deudor que no exceda del doble del monto de la ejecución más una cantidad suficiente estimada prudencialmente por el Tribunal para responder del pago de intereses y costas del proceso. Si el embargo se realiza sobre dinero en efectivo, se limitará al monto de la demanda más la estimación de los intereses y costas. En caso de que los bienes del deudor sean de tal naturaleza que no pudieren hacerse dichas evaluaciones, se embargará cualquiera de ellos, aun cuando su valor exceda de la operación de que trata este artículo. En el Artículo 282 de la norma adjetiva tributaria: El deudor, en el lapso concedido para el cumplimiento voluntario, podrá hacer oposición a la ejecución demostrando fehacientemente haber pagado el crédito fiscal, a cuyo efecto deberá consignar documento que lo compruebe. Asimismo, podrá alegar la extinción del crédito fiscal conforme a los medios de extinción previstos en este Código. En esta norma se contempla, la oposición y el procedimiento a seguir cuando el contribuyente apercibido de ejecución, tenga la oportunidad de demostrar que esa deuda tributaria fue debidamente cancelada, quedando solvente con la hacienda pública. En el Parágrafo Único de este mismo artículo: En estos casos, se abrirá de pleno derecho una articulación probatoria que no podrá exceder de cuatro (4) días de despacho, para que las partes promuevan y evacuen las pruebas que consideren convenientes. En todo caso, el Tribunal resolverá al día de despacho siguiente del lapso concedido. El fallo que declare con lugar la oposición planteada será apelable en ambos efectos y, el que la declare sin lugar será apelable en un solo efecto. La decisión que resuelva cualquiera de los casos previstos en este artículo, no impedirá el embargo de los bienes, pero no podrá procederse al remate de éstos hasta tanto la segunda instancia resuelva la incidencia. En el Artículo 283 de la norma adjetiva tributaria: Ordenado el embargo, el Juez designará como depositario de los bienes al Fisco, cuando el representante de éste lo solicitare. Cuando aquí se habla de depositario se hace referencia a una persona que recibe una cosa ajena con la obligación de cuidarla y restituirla cuando le sea pedida legítimamente. Ahora el Depositario Judicial es una persona reconocida y designada por el juez, para tener, custodiar y conservar bajo su responsabilidad, determinados bienes, mientras se resuelve un juicio contencioso, universal u ordinario. Para una mejor comprensión interpretamos la Ley Sobre el Deposito Judicial en su Artículo 2; el deposito judicial comprende la guarda, custodia, conservación, administración, defensa y manejo de aquellos bienes o derechos que hayan sido puestos bajo la posesión de un depositario, por orden de un juez o de otra autoridad competente para decretar el secuestro, embargo, ocupación, comiso o depósito de bienes y toda actividad conexa o necesaria para el cumplimiento de esa función. En concordancia con los artículos 539, 540, 541 y 542 del C.P.C sobre la confianza en persona solvente y el deposito de dinero; e igualmente sobre los derechos y deberes del depositario. En el Artículo 284 del Código Orgánico Tributario: Vencido el lapso para el cumplimiento voluntario, o resuelta la incidencia de oposición por la Alzada, sin que el deudor hubiere acreditado el pago, se ordenará el remate de los bienes embargados, el cual se seguirá por las reglas del Código de Procedimiento Civil. Las formalidades del cartel de remate se seguirán por la disposición contenida en el artículo 286 de este Código. Se remite a través de esta norma al proceso civil a los efectos del remate de los bienes embargados, en la misma forma remite al mismo Código Orgánico Tributario en lo que respecta a la formalidad del cartel. En el Artículo 285: El Tribunal procederá a nombrar un solo perito avaluador a objeto de que efectúe el justiprecio de los bienes embargados, quien deberá presentar sus conclusiones por escrito en un plazo que fijará el Tribunal y que no será mayor de quince (15) días de despacho contados a partir de la fecha de su aceptación. Es importante aclarar que según Couture el perito es el auxiliar de justicia que, en el ejercicio de su función pública o de su actividad privada, es llamado a emitir parecer o dictamen sobre los puntos relativos a su ciencia arte o práctica, asesorando a los jueces en las materias ajenas a la competencia de ellos. De aquí que este experto evaluador va determinar lo que el Profesor Manuel Osorio define como la tasación o valoración de una cosa, generalmente efectuada por peritos. El justiprecio es indispensable para diversos actos jurídicos, como el que exponemos en esta actividad. Cualquiera de las partes puede impugnar el avalúo en cuyo caso se procederá a la designación de peritos conforme a las reglas del Código de Procedimiento Civil. Artículo 286: Consignados los resultados del avalúo, se procederá dentro de los diez (10) días de despacho siguientes, a la publicación de un solo cartel de anuncio de remate en uno de los diarios de mayor circulación en la ciudad sede del Tribunal. Dicho cartel deberá contener: 1. Identificación del ejecutante y del ejecutado. 2. Naturaleza e identificación de los bienes objeto del remate. 3. Certificación de gravámenes, cuando se trate de bienes inmuebles. 4. El justiprecio de los bienes. 5. Base mínima para la aceptación de posturas, la cual no podrá ser inferior a la mitad del justiprecio tratándose de bienes inmuebles. 6. Lugar, día y hora en que haya de practicarse el remate. Copia de dicho cartel deberá fijarse a las puertas del Tribunal. Además de proceder al nombramiento de un solo perito avaluador, se publicará su único cartel de anuncio de remate en uno de los diarios de mayor circulación en la ciudad sede del tribunal. Es decir que no basta cualquier periódico, sino que este deberá circular todos los días. En el Artículo 287 de nuestra norma adjetiva: Cumplidas las formalidades establecidas anteriormente, se procederá en el día, lugar y hora señalados, a la venta de los bienes en pública subasta, por el Juez u otro funcionario judicial competente. Es importante resaltar aquí que la venta de bienes en pública subasta es un acto de suma trascendencia, ya que mediante él es que se va a satisfacer el crédito de la Hacienda Pública, de manera pues, que debe estar revestido de ciertas formalidades, por cuanto la subasta no es más que la manera en que ha de materializarse el acto de remate. En lo que respecta al otro funcionario competente, no sabemos a que esta norma se hace referencia, dada su relevancia del acto de subasta, si tomamos en cuenta la estructuración de nuestro Poder Judicial, particularmente de la Jurisdicción Contencioso Tributaria, cuyos tribunales están constituidos por un Juez, un Secretario y un Alguacil. Aquí el Juez sería el único que pudiese proceder a la subasta pública de bienes. Pudiésemos tomar esta norma en concordancia con los artículos 563, 564, 565 y 566 del C.P.C. en lo que se refiere al procedimiento del acto de remate. Por último el Artículo 288 de nuestra norma adjetiva tributaria: Si no quedase cubierto el crédito fiscal y sus accesorios, el representante del Fisco podrá pedir al Tribunal que decrete los embargos complementarios hasta cubrir la totalidad de los mismos. Es importante señalar que el remate de los bienes procedente de su justiprecio, puede llegar a no coincidir con el valor que se le dio a los bienes, con el fin de decretar el embargo. Puede ocurrir además, que la base mínima de las posturas no sea igual a la totalidad del justiprecio, estando permitido que se la fije en una cantidad menor aunque no inferior a la mitad del justiprecio; o bien que ni siquiera sea formuladas las posturas por esa base mínima, en cuyo caso habrá de proceder de conformidad con lo dispuesto en el artículo 577 y siguientes del C.P.C. En este sentido estas circunstancias hacen posible que el embargo acordado al inicio del juicio ejecutivo, resultare insuficiente para la cobertura del crédito fiscal con la necesidad de que sean decretados los embargos complementarios aquí referidos.
Procedimiento en Segunda Instancia.
Este procedimiento se rige ya por lo establecido en la hasta ahora Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, tomando supletoriamente al C.P.C. y el órgano jurisdiccional competente sería la Sala Político Administrativa Especial Tributaria. Respecto a la admisión, en la audiencia que se dé cuenta de un expediente enviado a la corte en virtud de la apelación, se designará ponente y se fijará al décimo día de despacho para comenzar la relación, es decir, esta comienza a correr a partir del día siguiente que el tribunal de primera instancia oyó apelación. Dentro de dicho término, el apelante deberá presentar escrito razonado explanado los hechos y en el derecho en que se apoya. Vencido este lapso, comenzará otro de 5 días de despacho para la contestación de la apelación. Si el apelante no presentase el escrito en el lapso indicado se considerará que ha desistido de la apelación y la corte de oficio o a petición de la contraparte, así lo declarará. Vencido el lapso anterior, dentro de los cinco días de despacho siguientes se abrirá el lapso de promoción de pruebas y sobre su admisión se pronunciará el juzgado de sustanciación, dentro de los tres días de despacho siguientes, contados a partir del recibo del expediente, que con tal fin le pasará la sala. Los medios probatorios admisibles consistirán en experticias, inspección ocular, instrumentos públicos o privados tenidos como legalmente reconocidos. Se exceptúan la confesión y Juramento de Funcionario Público. La Corte podrá igualmente solicitar informaciones y hacer evacuar de oficio cualquier tipo de prueba que considere eficaz. Concluido el lapso de pruebas o declarado inadmisible los medios probatorios, el juzgado de sustanciación devolverá el expediente a la Sala, la cual fijará el décimo día de despacho para el acto de informes. Consumado el acto de informes, las partes podrán usar el derecho de réplica y contrarréplica, y la causa entrará en estado de sentencia.
El Procedimiento de Consulta.
Cuando las partes no hayan apelado de una decisión y el expediente suba a
la Corte por vía de consulta, se procederá de inmediato a la vista de la causa, sin la intervención de ellas. La Corte sumariamente, confirmará, reformará o revocará el fallo consultado. De igual modo se procederá, con audiencia de las partes, cuando la apelación verse sobre medidas preventivas. Así mismo podrá solicitar informes y evacuar pruebas de oficio. Aquí ponemos fin al procedimiento Contencioso Administrativo Tributario Venezolano, y citando a Santo Tomás; debéis considerar que los Príncipes de las tierras son instituidos por Dios no para que busquen sus propios lucros, sino para que procuren la utilidad común del pueblo.
Prof. Oswaldo José Aza Padrón.
Abogado. Especialista en Derecho Tributario y Administrativo. Director de la Escuela de Derecho de la Universidad Fermín Toro.