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INTRODUCCIÓN

En los últimos meses se vienen manifestando conductas –supuestamente– delictivas


contra los miembros de la Policía Nacional del Perú, lo que viene generando un fuerte
impacto en la sociedad, más aún si del quantum de la pena se trata; lo que en muchos
casos obedece a actos arbitrarios al momento de determinar la sanción penal. Ello, sin
duda, demanda un análisis, en estricto, dogmático; y en relación con criterios de política
criminal, con el objeto de determinar una idónea aplicabilidad del tipo penal que
permita evaluar su verdadera naturaleza jurídica.1

Por su parte, el exdecano del Colegio de Abogados de Lima, Mario Amoretti; refiriéndose
a los hechos materia del delito de violencia y resistencia contra la autoridad policial,
opinó que la ley que establece las penas para este tipo de comportamientos “es muy
dura y no es proporcional”: “La ley está muy dura y no es proporcional, porque si un
Policía golpea y causa lesiones graves a una persona, a un ciudadano común y corriente,
el máximo de la pena es de ocho años (…) y el resistirse, en este caso, a la imposición de
una papeleta, la pena no es menor de ocho y máximo de 12 años”.2

Es de conocimiento público que los integrantes de nuestra comunidad, en los últimos


años, no solo vienen desarrollando sus vidas en un ambiente de inseguridad ciudadana
sino también de inseguridad jurídica, el cual mayormente es propiciado por la mala
aplicación de la política criminal que ejecutan los operadores de la argumentación
jurídica3: (i) la función legislativa; (ii) la aplicación de las normas jurídicas, y; (iii) el
conocimiento dogmático.

La Corte Suprema de Justicia de la República, en el II Pleno Jurisdiccional Extraordinario


de las Salas Penales Permanentes y Transitorias, expidió el Acuerdo Plenario
Extraordinario N° 1-2016/CIJ-116. El asunto fue “La agravante del delito de violencia y
resistencia contra la autoridad policial: Tipicidad y determinación judicial de la pena”;
que se publicó en el diario oficial “El Peruano”, el día 4 de agosto de 2016. En concreto,
se analiza la agravante configurada en el inciso 3 del segundo párrafo del artículo 367
del Código Penal.

El delito se encuentra previsto en el artículo 368 del Código Penal, que sanciona la
conducta del agente que no cumple u obstruye la orden impartida por la autoridad en
el ejercicio de sus funciones. Estas figuras penales tienen como finalidad combatir las
conductas obstruccionistas de las personas frente a los actos ejecutivos de la
administración pública, que pone en marcha el aparato estatal para lograr el buen
funcionamiento de la administración pública y el bien común de las personas. Estos
delitos se invocan con frecuencia en todas las instituciones y se denuncian ante el
Ministerio Público; sin embargo, en la vida práctica para su configuración se requieren
ciertas formalidades.

1
Hancco Lloclle, Ronal. El delito de violencia y resistencia contra un policía. Aspectos sustanciales de su
¿victimización? En Actualidad Penal, Instituto Pacifico. Lima, mayo del 2016, Vol.23, p. 75.
2
Rpp.pe. Lima, 21 de diciembre del 2015.
3
Véase ATIENZA RODRÍGUEZ, Manuel. Las razones del Derecho. Teorías de la argumentación jurídica.
Lima: Palestra, 2015, pp. 28-29.
MARCO CONCEPTUAL

Conforme se puede observar al revisar en el Código Penal peruano el capítulo


concerniente a los delitos contra la administración pública contempla no solo aquellos
ilícitos penales en los que pueden incurrir los funcionarios públicos en el ejercicio de sus
funciones, sino también las figuras delictivas que atentan contra la correcta
administración pública, cometidos por sujetos particulares.

El delito de violencia y resistencia a la autoridad forma parte de los delitos contra la


administración pública cometidos por particulares —entendidos estos como personas
naturales que actúan como tal o en representación de una persona jurídica—, pero
también puede ser cometido por funcionarios o servidores públicos, siempre que estos
se encuentren obligados de acatar la orden determinada impartida por un funcionario
público en el ejercicio legal de sus funciones.

Es decir, se trata de un ilícito penal que puede ser cometido tanto por particulares o
extraneus —que no tienen relación funcional con la administración pública— como
también por funcionarios o servidores públicos distintos —extraneus— de la autoridad
que imparte una orden o mandato de cumplimiento obligatorio; para cuya configuración
es condición necesaria la existencia de una orden o mandato impartidos por funcionario
competente en ejercicio legítimo de sus funciones y que necesariamente debe ser de
cabal conocimiento y cumplimiento por parte del sujeto activo, quien, pese a conocer
su deber de acatamiento, incumple el mandato emanado por el funcionario estatal con
poder de decisión.

Al sancionar la conducta rebelde frente a un mandato emanado de la autoridad estatal


pertinente, se concluye entonces que la finalidad del tipo penal de desobediencia y
resistencia a la autoridad es proteger el correcto desarrollo de la administración pública,
procurando evitar que los ciudadanos entorpezcan la función ejecutiva de una orden
emanada de la administración pública —funcionario público dotado de poder de
gobierno o mandato sobre los miembros de la sociedad—. Es así que la administración
pública impone su fuerza coactiva racional frente a los ciudadanos obligados a cumplir
un mandato, por encontrarse dentro de una sociedad jurídicamente organizada. Pues,
si acaso las decisiones-órdenes de la administración pública no llegasen a materializarse
o ejecutarse debido a la contraria voluntad de los administrados, el orden jurídico
público se convertiría en un caos, produciéndose
el desgobierno.

La existencia del tipo penal de desobediencia y resistencia a la autoridad no solo


obedece a un hecho social, que es el comportamiento marginal ciudadano que dificulta
la plena labor directriz, organizativa y ejecutiva de la administración pública, tipificando
ello como un tipo de criminalidad cometido por un ciudadano frente a la administración
estatal y sus componentes funcionariales dotados de mandato, que conllevaría al
desgobierno y el caos; sino también se pretende dotar a la administración pública de
una norma que garantice la efectividad de la ejecución de sus órdenes.
Se trata pues de una figura penal muy frecuente en la práctica judicial, tanto a nivel de
la investigación como del juzgamiento, por lo cual es de mucha importancia contar con
un profundo análisis del injusto penal materia de comentario, a fin de poder distinguir
en la praxis entre un hecho típico respecto del delito de desobediencia y resistencia a la
autoridad, y un hecho que no lo es.

1. TIPO PENAL

1.1. Del tipo básico y las circunstancias agravantes

El tipo base del delito, se encuentra tipificado en el artículo 365 del Código Penal,
el cual prescribe lo siguiente:

Artículo 365.- El que, sin alzamiento público, mediante violencia o amenaza,


impide a una autoridad o a un funcionario o servidor público ejercer sus funciones
o le obliga a practicar un determinado acto de sus funciones o le estorba en el
ejercicio de estas, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos
años.

En tanto el artículo 367 del Código Penal regula las formas agravadas para las
conductas contempladas en los artículos 365 (violencia contra un funcionario
público) y 366 (violencia contra la autoridad para impedir el ejercicio de sus
funciones), la cual refiere:

Artículo 367.- En los casos de los artículos 365 y 366, la pena privativa de libertad
será no menor de cuatro ni mayor de ocho años cuando:

1. El hecho se realiza por dos o más personas.


2. El autor es funcionario o servidor público

La pena privativa de libertad será no menor de ocho ni mayor de doce años


cuando:

1. El hecho se realiza por dos o más personas.


2. El autor es funcionario o servidor público.
La pena privativa de libertad será no menor de seis ni mayor de doce años
cuando:
1. El hecho se comete a mano armada.
2. El autor causa una lesión grave que haya podido prever.
3. El hecho se realiza en contra de un miembro de la Policía Nacional o de las
Fuerzas Armadas, Magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, en el
ejercicio de sus funciones.
4. El hecho se realiza para impedir la erradicación o destrucción de cultivos
ilegales, o de cualquier medio o instrumento destinado a la fabricación o
transporte ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas.
1.2. Bien jurídico

En términos de Abanto Vásquez, el bien jurídico está “constituido siempre por el


correcto funcionamiento de la Administración pública. Para que la
Administración pública funcione correctamente, el funcionario debe decidir
libremente y los interesados deben advertir también que esa libertad existió al
momento de decidir”4. Así, entonces, se tiene que, de manera inmediata, el bien
jurídico es la “libertad de determinación del funcionario público en el ejercicio de
sus funciones; el sujeto activo quiere superponer (imponer) su voluntad a la
voluntad del funcionario”.5

Abanto Vásquez6, refiriéndose al bien jurídico en este delito, refiere que es la


libertad de determinación del funcionario en el ejercicio de sus funciones; pues
el sujeto activo quiere superponer (imponer) su voluntad a la voluntad del
funcionario.

El bien jurídico tutelado es el libre ejercicio de la función pública, sin el cual no


es posible el normal desenvolvimiento de la administración. De manera que,
cuando el agente impide, obliga o estorba el ejercicio de las funciones públicas,
utilizando medios violentos físicos o psíquicos; no hace más que atacar la libertad
con que se debe prestar la administración pública7.

1.3. Sujeto activo y pasivo

El sujeto activo puede ser cualquier persona, mientras que el sujeto pasivo debe
ser una autoridad, servidor público o funcionario, sobre quien se ejerza la
violencia o amenaza.

Dato: El delito de violencia y resistencia contra un policía en España tiene


una pena privativa de libertad de 4 a 6 años, mientras que en Chile tiene
una pena de 2 años a 500 días.

1.4. Tipicidad subjetiva

El delito en comentario implica una conducta en estricto dolosa, por lo que se


exige pleno conocimiento e intencionalidad de ejercer violencia o amenaza
contra un miembro policial, lo contrario, significaría que no habría delito, ni

4
Abanto Vásquez, Manuel A., Los delitos contra la Administración pública en el Código Penal peruano, 2.a
ed., Lima: Palestra, 2003, pp. 141 y 142.
5
Abanto Vásquez, Los delitos contra la Administración pública en el Código Penal peruano, ob. cit., p. 142.
6
Abanto Vásquez, Manuel. Citado por Hancco Lloclle, Ronal en El delito de violencia y resistencia contra
un policía. Aspectos sustanciales de su ¿victimización? Instituto Pacifico, Actualidad Penal. Lima, mayo,
vol. 23, p. 75.
7
Hugo Álvarez, Jorge. El delito de violencia y resistencia a la autoridad. Instituto Pacifico, Actualidad Penal.
Lima, mayo, vol. 23, p. 51.
siquiera en el grado de tentativa, pues el injusto requiere siempre una violencia
o amenaza idóneas (grave, seria e inminente) que solamente existirán, objetiva
y subjetivamente, cuando el sujeto pasivo las haya conocido8.

1.5. Conducta típica

Verbos rectores La conducta típica de este delito se representa en dos verbos


rectores, con la debida aclaración de que el tipo penal hace referencia al nexo
“o”, ya que un hecho calificado como delito, para ser tal, no requerirá la
concurrencia de ambas conductas.

Siguiendo a Celis Mendoza, señalaremos:

Que la violencia será grave si se tiende a lesionar intereses vitales del sujeto
pasivo y que no admita una reparación más o menos rápida del bien jurídico. No
configuraría, por ejemplo, si la violencia ejercida por el sujeto activo, para
impedir o trabar el acto de autoridad, es vencida.

Que sea seria, implica que debe ser idónea para impedir o trabar la ejecución del
acto funcional; para ello, es necesario ponderar la intimidación o violencia que
emplea el sujeto activo con la capacidad de fuerza habilitada del operador
estatal. Nunca podría equipararse la violencia descontrolada de un ebrio, con el
acto de fuerza organizada y controlada del funcionario estatal.

Que sea actual, supone que el acto de intimidación o violencia se produzca en el


momento en que el funcionario público está realizando un acto propio de su
función y con riesgo cierto de su no ejecución.

Por su parte, la intimidación es la amenaza (vis compulsiva) de un mal a la


persona del funcionario, a sus derechos o intereses; debe ser idónea, con arreglo
a las circunstancias del hecho, para infundir miedo, justo temor en el funcionario
y de suficiente entidad para doblegar la voluntad del agente estatal. Este medio
típico requiere, para su configuración, también de la concurrencia de los
requisitos de gravedad, seriedad e inminencia; por ejemplo, la amenaza con una
pistola para impedir o trabar la realización del acto de autoridad9.

El delito de violencia y resistencia a la autoridad es un delito de resultado.

1.5.1. Uso de violencia La violencia

8
Cfr. Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte especial, t. II, 1.a reimpr. de la 6.a ed. (1997), Buenos Aires:
Astrea, 1998, p. 218
9
Mendoza Ayma, Celis. Análisis Típico del delito de “violencia contra la autoridad para impedir el ejercicio
de sus funciones”. En Legis.pe
“Consiste en una energía física que desarrolla o ejerce el autor sobre la persona
del funcionario o servidor público (víctima) tendiente a obligar o impedir realice
sus funciones”10. Por su parte, la jurisprudencia ha considerado que la violencia
debe ser “entendida como el despliegue de una fuerza física, ha de orientarse a
coartar los mecanismos de defensa del funcionario o servidor público, en el
sentido de imposibilitar la concreción de la voluntad de la Administración, que
es sustituida por la voluntad del particular”. La jurisprudencia, aún desde los años
90, indicaba que “[...] la violencia debe ser entendida como la fuerza irresistible
empleada contra un funcionario para que se abstenga de realizar sus funciones
[...]”11 .

1.5.2. Uso de amenaza


En cuanto a la amenaza, esta “debe ser grave, inmediata e idónea para conseguir
los fines perseguidos por el agente; la cual puede recaer sobre el funciona- rio
mismo o sobre tercero vinculado, siempre y cuando exista posibilidad real de que
este último sea afectado”12.
Al respecto, la Corte Suprema, todavía en 1998, indicaba que “la amenaza, se
presenta en aquellos casos en que se infiere al funcionario un temor fundado de
sufrir un mal inminente y grave en su persona, libertad, honra o bienes, o de su
cónyuge, ascendiente o descendente [...]”13.
Definidas la violencia y la amenaza, se tiene como colofón que la “violencia”
descrita en el tipo penal, se refiere a la violencia “física” y la “amenaza” a la
“violencia psíquica”, que consiste en un mal que se anuncia de manera
“inmediata” y “grave”. Asimismo, debemos aclarar que la violencia, para que se
configure en un caso concreto, debe ser capaz de impedir, obligar o estorbar la
función del policía.
Así por ejemplo, si en un caso concreto el policía interviene un vehículo para
imponerle una papeleta y, en el preciso momento en que se viene imponiendo
la misma, el conductor le arrebata la papeleta, entonces, si bien se podría
argumentar que la conducta del conductor está “impidiendo” la función del
policía, no existiría la conducta de violencia o amenaza, ya que la misma se dirigió
contra la papeleta, es decir, estaríamos frente a una violencia “real”. Ahora bien,
si el caso fuera que, ante la intervención policial, existe un intercambio de
palabras, ello de ninguna manera podrá configurar delito por cuanto “la violencia

10
Peña Cabrera Freyre, Alonso R., Derecho penal. Parte especial, t. V, Lima: Idemsa, 2010, p. 116. Énfasis
agregado.
11
Ejecutoria Suprema del 13 de agosto de 1998, recaída en el Exp. N.° 8831-97 Lima, en Sala- zar Sánchez,
Nelson, Delitos contra la Administración pública. Jurisprudencia penal, Lima: Jurista, 2005, p. 79. (El
resaltado es agregado).
12
Peña Cabrera Freyre, Alonso, Derecho penal. Parte especial, t. V, ob. cit., p. 116. (El resaltado es
agregado)
13
Ejecutoria Suprema del 13 de agosto de 1998, recaída en el Exp. N.° 8831-97 Lima, en Salazar Sánchez,
Delitos contra la Administración pública. Jurisprudencia penal, ob. cit., p. 79. (El resaltado es agregado).
debe ser entendida como la fuerza irresistible empleada contra un tercero para
que haga aquello que no quiera o se abstenga [...] que siendo así, el intercambio
de palabras entre los pro- cesados y los efectivos policiales, que llegó [a una falta]
de respeto a estos últimos, hecho de por sí censurable, no constituye elemento
probatorio suficiente de la existencia de violencia o amenaza”14.
Como se observa, entonces, la propia jurisprudencia existente reconoce que la
falta de respeto por palabras e improperios no configura delito alguno.
Asimismo, es preciso tener en cuenta que para que se configuren los delitos de
violencia y resistencia a la autoridad, “es necesario demostrar la existencia de
una rebeldía u oposición abierta, hostil y maliciosa, en contra del funcionamiento
de un mandato de una autoridad en el ejercicio de sus funciones”15.

Dato: En el artículo 600 del proyecto de ley que propone un nuevo Código
Penal se incluye al “inspector municipal” como parte de las circunstancias
agravantes cualificadas por el sujeto pasivo que merecen una pena
privativa de libertad no menor 8 ni mayor de 12 años.

1.6. Impedir, obligar o estorbar

La modalidad de “impedir” y “obligar”, consisten en “[...] imponer la voluntad del


autor al funcionario que todavía no ha obrado, para que realice u omita actos
propios de su función [...]”16.

La primera conducta persigue una omisión del funcionario (impedir); mientras que
la segunda busca que el funcionario haga algo (obligar). Conforme indica Abanto
Vásquez, obligar implica que “el funcionario toda- vía no ha actuado y el sujeto
activo busca que lo haga en el sentido que él quiere. Impedir implica hacer que el
funcionario no realice la función pública que quería realizar”17; mientras que
“estorbar” solamente se trata de poner obstáculos superables al ejercicio
funcionarial”. Como si lo desarrollado no fuera suficiente, reiterada jurisprudencia
ha indicado que “la violencia debe ser entendida como la fuerza irresistible
empleada contra un tercero para que haga aquello que no quiera o se abstenga

14
Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima del 13 de julio de 1998, recaída en el Exp. N.° 137-98, en Baca Cabrera, Denyse;
Fidel Rojas Vargas y Marlene Neira Huamán, Jurisprudencia penal: procesos sumarios, Lima: Gaceta
Jurídica, 1999, p. 493. Véase también en Urquizo Olaechea, José, Código Penal, t. I, Lima: Idemsa, 2010,
p. 999. (El resaltado es agregado).
15
Sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Huaura, del 27 de abril de 1998, recaída
en el Exp. N.° 413-96, en Academia de la Magistratura, Serie de jurisprudencia 4: sentencias de derecho
penal especial, Lima: Academia de la Magistratura, 2000, pp. 415- 419. (El resaltado es agregado).
16
Fontán Balestra, Carlos, Tratado de derecho penal. Parte especial, t. VII, Buenos Aires: Abeledo Perrot,
p. 155. (El resaltado es agregado).
17
Abanto Vásquez, Los delitos contra la Adminis- tración pública en el Código Penal peruano, ob. cit., p.
148. Énfasis agregado.
de lo que sin ello se quería o no se podía hacer” 18.Por otro lado, ha mencionado
que “el comportamiento en el delito de violencia y resistencia a la autoridad, en
cuanto su tipicidad objetiva, consiste en una negativa abierta al cumplimiento de
la orden impartida por un funcionario público, en donde al tratarse de un delito
de acción, la negativa tiene que quedar claramente expresa”19. Véase que, aunque
se trata de jurisprudencia de los años 90, esta nos permite afirmar que, en esos
años, la verdadera naturaleza jurídica del delito bajo análisis, era comprendida y
aplicada de mejor manera.

1.7. La función policial

Es común observar con esta ola delincuencial que sufre el país, que con
frecuencia se vienen dando operativos policiales; sin embargo, todo operativo
conlleva una finalidad, vale decir que, si el operativo consiste en verificar
documentos de los conductores, la función policial estará comprendida por la
solicitud de documentos, revisión y devolución de los mismos, entonces, la
función será la esfera de actuación que la ley permite y, por tanto, protege.

En ese mismo sentido, si además de los documentos, el policía busca una razón
para que el conductor caiga en alguna falta, ello no es otra cosa que una
“provocación”, por lo que podría ser calificada como una actuación arbitraria del
policía. Por este motivo, el reclamo del ciudadano, y eventualmente la falta de
respeto, automáticamente no se puede afirmar que configura el delito de
violencia y resistencia, sino que estaríamos frente a un acto arbitrario que
convierte sujeto activo del delito a quien verdaderamente era víctima de la
función del policía. Precisamente esto último, viene sucediendo con frecuencia y
en la mayo- ría de casos además de falta de respeto, hubo empujones y golpes,
lo que para el juez configuró el delito bajo análisis.

Así las cosas, considero que, para analizar el delito, lo primero a tenerse en
cuenta es la verdadera comprensión de la “función policial”, definiéndola de la
siguiente manera:

La función policial es la actividad operativa que en un momento determinado


realiza lo que determinará su esfera de protección; por cuanto lo ajeno a dicha
esfera de actuación; no será protegido por la ley como ejercicio de su función.

18
Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima del 13 de julio de 1998, Exp. N.° 137-98, en Baca Cabrera; Rojas Vargas y Neira
Huamán, Jurisprudencia penal: procesos sumarios, ob. cit., p. 493. (El resaltado es agregado).
19
Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, del 16 de marzo de 1998, recaída en el Exp. N.° 8080-97, en Rojas Vargas,
Fidel, Jurisprudencia penal comentada, Lima: Gaceta Jurídica, 1999, p. 835. (El resaltado es agregado).
Definida la función policial, y teniendo presente los verbos rectores, será más
sencilla la aplicabilidad del tipo penal, ello porque incluso exagerando, un policía
con el uniforme maltrecho puede ejercer su función.

IMPORTANTE Para que se configure en un caso concreto, la violencia


debe ser capaz de impedir, obligar o estorbar la función del policía.

1.8. La Pena

La pena privativa de libertad para este delito es no menor de ocho ni mayor de


doce años. Como es de verse, en primer término, las penas a imponerse para
este delito, en comparación con otros tipos penales aún más gravosos, resulta
elevada. Asimismo, en cuanto a la legislación comparada —tomando como
referencia a dos Estados— muestra que el delito de violencia y resistencia contra
un policía en España tiene una pena privativa de libertad de 4 a 6 años, mientras
que en Chile tiene una pena de 2 años a 500 días. En segundo término, de la
compa- ración de penas resaltan dos aspectos de suma importancia: (i) vivimos
en un país donde el ciudadano no respeta a la policía y, por tanto, cabe
imponerles penas muy altas, o (ii) se trata de un Estado que prefiere aplicar el
derecho penal del enemigo, siendo que su principal aliado es el derecho penal
mediático. Se considera que ambas son la manifestación de nuestro —
supuesto— Estado de derecho, que hoy más que nunca es débil en todas sus
estructuras, principalmente en el sector justicia.

En este punto, la Corte Suprema, ha establecido principios jurisdiccionales que


merecen la atención de los operadores jurídicos.

Pena por delito de violencia y


Conducta resistencia contra la autoridad
policial
1) Si es que la violencia ejercida contra No sobrepasa la pena mínima fijada
la autoridad policial NO ocasionó para las lesiones leves en el artículo
siquiera lesiones leves. 122 inciso 3 literal a del Código Penal.
La pena será privativa de libertad no
2) Si el agente con las violencias
menor de tres ni mayor de seis años.
ejercidas produjo dolosamente
Artículo 122 inciso 3 literal a del
lesiones leves a la autoridad policial.
Código Penal.
3) Si el agente con las violencias La pena privativa de libertad no
ejercidas produjo dolosamente menor de seis años ni mayor de doce
lesiones graves a la autoridad policial. años. Artículo 121 segundo párrafo
del Código Penal.
Prado Saldarriaga20, maestro sanmarquino, ilustrándonos respecto a este tema
nos indica:

El órgano jurisdiccional es una sentencia penal emite hasta tres juicios


importantes. En un primer momento él se pronuncia sobre la tipicidad de la
conducta atribuida al procesado (juicio de subsunción). Luego, a la luz de la
evidencia existente decide sobre la inocencia o culpabilidad de éste (declaración
de certeza). Y, finalmente, si declaró la responsabilidad penal deberá definir la
calidad e intensidad de las consecuencias jurídicas que corresponde aplicar al
autor o participe de la infracción penal cometida (individualización de la sanción).
La determinación judicial de la pena tiene relación con esta última decisión
judicial. Su función, por tanto, es identificar y medir las dimensiones cualitativas
y cuantitativas de las consecuencias jurídicas que corresponde aplicar al autor o
participe de un delito.

Agrega Prado Saldarriaga que la determinación judicial de la pena, alude a “toda


actividad que desarrolla el operador jurisdiccional para identificar de modo
cualitativo y cuantitativo la sanción a imponer en el caso sub judice”.

El punto de la determinación judicial de la pena, en el delito de violencia y


resistencia contra la autoridad policial, era el más debatible a nivel de la opinión
pública.

Las penas a imponerse para este delito, en comparación con otros tipos penales
aún más gravosos, resulta elevada. Asimismo, la legislación comparada –
tomando como referencia a dos Estados- muestra que el delito de violencia y
resistencia contra un policía, en España, tiene privativa de la libertad de 4 a 6
años; mientras que en Chile, tiene una pena de 2 años a 500 días[10].

Considero vital citar a Yenissey Rojas[11], quien señala que el concepto de


proporcionalidad de las penas es producto de una evolución histórica,
introducida para limitar al ius puniendi. Este principio ha sido denominado
también como prohibición de exceso, razonabilidad o racionalidad,
proporcionalidad de medios, proporcionalidad del sacrificio o proporcionalidad
de la injerencia. Tiene su razón de ser en los derechos fundamentales, cuya
dogmática lo considera como límite de límites; con lo que pretende contribuir a
preservar la “proporcionalidad” de las leyes, ligándolo con el principio de “Estado
de derecho” y, por ende, con el valor justicia. El principio de proporcionalidad
caracteriza la idea de justicia en el marco de un Estado de derecho.

20
Abanto Vásquez, Manuel. Citado por Hancco Lloclle, Ronal en El delito de violencia y resistencia contra
un policía. Aspectos sustanciales de su ¿victimización? Instituto Pacifico, Actualidad Penal. Lima, mayo,
vol. 23, p. 75.
El legislador peruano modificó, en cuatro oportunidades, el artículo 367 del
Código Penal; siendo la primera oportunidad por Ley 27937, publicada el 12 de
febrero del 2003; la segunda ocasión por Ley 28878, publicada el 17 de agosto
del 2006; la tercera vez por el Decreto Legislativo 982 publicada el 22 de julio del
2007; y la cuarta oportunidad, fue por la Ley 30054, publicada el 30 de junio del
2013.

Es en la segunda modificación, Ley 28878, que se incorpora el inciso 3 del artículo


367 del Código Penal: “El hecho se realiza en contra de un miembro de la Policía
Nacional o de las Fuerzas Armadas, magistrado del Poder Judicial o del Ministerio
Público, en el ejercicio de sus funciones”.

Por otro lado, la pena también fue distinta en cada modificatoria:

DECRETO LEGISLATIVO
LEY 28878 LEY 30054
982
La pena privativa de La pena privativa de La pena privativa de
libertad será no menor de libertad será no menor de libertad será no menor de
cuatro ni mayor de siete seis ni mayor de doce ocho ni mayor de doce
años. años. años.

En consecuencia, la agravante del inciso 3 del artículo 367 se aplicará para las
conductas del tipo básico de los artículos 365 y 366 del Código Penal, cuyo
contenido es el siguiente:

Violencia contra la autoridad para Violencia contra la autoridad para


obligarle a algo impedir el ejercicio de sus funciones
Artículo 366.- El que emplea intimidación
o violencia contra un funcionario público
Artículo 365.- El que, sin alzamiento
o contra la persona que le presta
público, mediante violencia o amenaza,
asistencia en virtud de un deber legal o
impide a una autoridad o a un
ante requerimiento de aquél, para
funcionario o servidor público ejercer
impedir o trabar la ejecución de un acto
sus funciones o le obliga a practicar un
propio de legítimo ejercicio de sus
determinado acto de sus funciones o le
funciones, será reprimido con pena
estorba en el ejercicio de éstas, será
privativa de libertad no menor de dos ni
reprimido con pena privativa de libertad
mayor de cuatro años o con prestación de
no mayor de dos años.
servicio comunitario de ochenta a ciento
cuarenta jornadas.

1.9. Incongruencias en la aplicación del tipo penal

Como aspecto preliminar debemos señalar que, evidentemente, golpear a


cualquier persona —según la gravedad médico legal— constituye delito o falta,
conducta que, al estar dirigida contra un miembro de la Policía, evidentemente
merecerá un mayor reproche —siempre que esté en ejercicio de sus funciones—
dado que estamos frente a una autoridad. No obstante, lo dicho, lo que me- rece
un mayor análisis es si la acción de “golpear” es suficiente como para con- figurar
conducta delictual, por cuanto ello significaría estar frente al delito de lesiones.
Al respecto, considero que, evidentemente, para ser tal, necesaria- mente debe
existir un examen médico legal (días de descanso médico legales) que determine
que el golpe producido, jurídicamente configura el delito de lesiones, lo contrario
significa que tan solo estaríamos frente a una falta, la cual de ninguna manera
conllevaría a una pena privativa de libertad.

2. PROBLEMAS QUE SE VIENEN PRESENTANDO EN LA ACTUALIDAD

2.1. Desconexión entre la dogmática penal y la política criminal

Lo que viene sucediendo en la realidad es que, al momento de analizar las


conductas ilícitas, se evidencia una absoluta desconexión entre la dogmática
penal y la política criminal. Si bien dentro de un tipo penal la tarea exclusiva de
la dogmática es la de conceptualizar la conducta delictual propiamente dicha; sin
embargo —en términos estrictamente personales—, en el plano específico de la
imposición de las penas, considero que uno de los factores determinantes para
establecer los estándares de pena, sin lugar a dudas, es la política criminal. No
obstante, ello, necesariamente ambas ciencias deben estar conexas.

Bajo esa línea, la praxis judicial y los diversos casos que se vienen sentenciando
muestran una separación de estas, ya que el tipo penal —tal y como se
encuentra— merece un análisis dogmático real, que permita definir con
propiedad lo que implica la conducta de “violencia” o “amenaza” y dejar el plano
de estándares de pena aun análisis político criminal, de tal forma que, como lo
refería Zaffaroni, no estemos frente a una dogmática que: En lugar de superarse
por vía de perfeccionamiento, están casi abandonados, en homenaje a teorías
que se enroscan sobre sí mismas en función de meros requerimientos
sistemáticos y que evitan toda contaminación con el plano óntico, combinadas
con otras tesis que, receptando como telón de fondo la politización total del
derecho penal, reducen toda la estructura dogmática a una hueca formulación
de protección y conflicto de intereses y criterios que deciden sobre la conveniencia
de aplicar pena, sin ninguna base realista que los sustente en un espléndido
aislamiento idealista que vuelve a apuntalar renovadas estructuras analíticas
originarias del positivismo21.

Por todo lo afirmado, a todas luces el marco de penas para dicho delito es
sumamente desproporcional, ya que si un policía lesiona a un ciudadano, la pena
máxima será de 8 años; mientras que, si el ciudadano agrede a un policía, la pena

21
Zaffaroni, Política criminal latinoamericana Perspectivas, disyuntivas, ob. cit., p. 61.
mínima será de 8 años, pudiéndose imponer una pena máxima de hasta 12 años,
lo cual es absolutamente falto de proporcionalidad.

2.2. La problemática de la pena: ¿es un problema de legalismo penal imponer penas


por debajo del mínimo legal?

Bruckmann22, todavía en los años setenta, indicaba que la individualización


judicial de la pena en Alemania era defectuosa, afirmando que “en definitiva la
ley no regula el Derecho de la individualización judicial de la pena puesto que de
él no resulta una indicación válida para proceder en la práctica”. Ello
evidentemente mostraba, y muestra en la actualidad, que en la praxis no existía
ni existe una predictibilidad jurídica, considerando que si bien, en mérito al
principio de legalidad, la pena de los delitos se encuentra debidamente
determinada, es un problema vigente que el órgano jurisdiccional sepa imponer
una pena, la misma que también guarde proporcionalidad con la conducta
desplegada. La problemática descrita va acompañada de realidades palmarias,
como el caso específico, v. gr., de que el delito de homicidio tenga una pena
mínima de 6 años de pena privativa de libertad, con lo que se podría afirmar que,
en ocasiones cada vez más comunes, una simple obstaculización de la función
policial recibe mayor pena (8 a 12 años), que un homicidio, por lo que, en
términos penológicos, podría concluirse que una vida vale menos que una mera
obstaculización de una función, como si de esto último dependiera la vida de un
ser humano como fin ulterior de protección del derecho. En correlación con lo
ya dicho, es indispensable también referirse al impacto que se pretende al
momento de la imposición de la pena, es decir, la resocialización. ¿La imposición
de penas tan altas genera el fenómeno de la resocialización? Evidentemente, las
altas penas no aseguran per se la resocialización, por el contrario, generarán
frustración en el ciudadano que reacciona a un acto arbitrario, v. gr., si se viene
imponiendo una papeleta de forma arbitraria.

En este sector de ciudadanos, a diferencia del ciudadano que ha hecho de la


delincuencia una forma de vida, el impacto será una frustración y decepción del
Estado de derecho, dado que por una circunstancia malhadada debe cumplir una
pena privativa de libertad. Esto último no quiere decir que la conducta no sea
sancionada, sino que la sanción a imponerse, simple y llanamente sea
proporcional. Por lo afirmado, la resocialización como finalidad de la pena, tiene
que “ser la base para decidir el sí y cómo una pena debe ser ejecutada, lo cual es
independiente del problema de la cantidad de pena”23.

22
Cfr. Bruckmann, Ernst-Otto, “Vorschlag zur Reform des Strafzumessungsrechts”, pp. 30-34, citado por
Demetrio Crespo, Eduardo, “No- tas sobre la dogmática de la individualización judicial de la pena”, en
Prado Saldarriaga, Víctor Roberto; Eduardo Demetrio Crespo; Fernando Velásquez Velásquez y Alex van
Weezel y Jaime Couso, Determinación judicial de la pena, Lima: Instituto Pacífico, 2015, p. 84.
23
Demetrio Crespo, “Notas sobre la dogmática de la individualización judicial de la pena”, art. cit., p. 85.
(El resaltado es agregado).
Por tanto, el órgano jurisdiccional debería —por medio de un análisis en estricto
jurídico— imponer sanciones por debajo del mínimo legal24. No obstante ello, de
lege ferenda es imperativo, (i) disminuir el marco punitivo, y (ii) establecer penas
alternativas a este tipo de conductas.

2.3. Razones por las que se vienen configurando estos delitos

En los casos que se vienen presentando en la actualidad, es imperativo distinguir


las razones por las que se configuran estos delitos. En unos se da como reacción
a la intervención de parte de la policía y, al estar incursos en una conducta
irregular ante la intervención de las autoridades, la forma de repelerla es
reaccionando de forma violenta; sin embargo, existe una gran mayoría de casos
donde las situaciones obedecen a reacciones de los —supuestos— sujetos
activos frente a actos arbitrarios de la autoridad por quienes son intervenidos,
en donde se exageran conductas que ter- minan siendo sancionadas como
delitos, pese a no serlas.

Así, por ejemplo, si en un supuesto de hecho, 2 jóvenes son intervenidos por la


Policía en un operativo de requisitorias y, ante la negativa de estos de presentar
sus documentos, se les pretende imponer una papeleta por supuestamente
haberse pasado una luz roja, evidentemente es- taremos frente a un acto
arbitrario que demandará una reacción negativa de parte de los intervenidos, lo
que incluso es provocado por la propia Policía. ¿Podría, entonces, constituir
delito el hacer caer la papeleta, en el momento de su imposición, por parte de
uno de los intervenidos y el policía lo recoge? Indudablemente considero que no,
ya que no se afecta la “libre determinación del servidor público”, sino que fue
una respuesta ante un acto que se consideró arbitrario. Entonces, ¿ello merece
una pena de 8 años como mínimo? Así, entonces, existen casos donde es
fácilmente demostrable la existencia de provocación por parte de la PNP a los
supuestos sujetos activos, quienes reaccionaron ante una medida que
consideraron a todas luces arbitraria; sin embargo, ello de ninguna manera
afecta a la “libre determinación” de la PNP; por el contrario, excediendo sus
funciones, pretenden imponer sanciones que muchas veces se intenta realizar
con fines de lograr actos irregulares. Véase entonces que, en el ejemplo citado,
de ninguna manera se podría siquiera pretender sostener afectación alguna al
bien jurídico.

2.4. Algunos criterios para evaluar la cantidad de pena: El comportamiento de la


víctima

24
En la jurisprudencia podemos encontrar casos como el de la periodista Magaly Medina Vela, en la cual
se impuso una pena por debajo del mínimo legal.
Si bien en el Perú, constantemente se ha discutido el tema de la “determinación
judicial de la pena” y estando a que mientras se encuentre vigente la norma que
impone la pena de no menor de 8 ni mayor de 12 años y no exista modificatoria
de la pena del tipo penal en comentario, considero que el órgano jurisdiccional
debería considerar dos factores preponderantes al momento de determinar la
pena, los cuales son los siguientes:

2.4.1. La responsabilidad del autor


Este elemento es la base para la determinación de la pena, para lo cual deben
observarse aspectos tales como la peligrosidad y la relevancia del hecho, a
efectos de determinar una pena elevada, o incluso bajo reglas jurídicas, imponer
una pena suspendida.
2.4.2. El comportamiento de la víctima
Como lo afirma Bruckmann25, el comportamiento de la víctima puede añadir o
restar pena, ya que en si no modifica el hecho, pero puede relativizarlo. En ese
sentido, considero que en el segmento de los agentes delictuales que no tienen
de la delincuencia su modo de vida, este aspecto debe ser de suma relevancia, lo
que debería permitirles ser pasibles de una pena suspendida o por lo menos no
tan severa, que antes que sancionarla, se trata más de un acto arbitrario.

IMPORTANTE: A todas luces, el marco de penas para este delito es


sumamente des- proporcional, ya que, si un policía lesiona a un
ciudadano, la pena como máximo será de 8 años, mientras que si el
ciudadano agrede a un policía la pena mínima será de 8 años,
pudiéndose imponer hasta una pena máxima de 12 años.

3. PROPUESTAS DE LEGE FERENDA: EL DELITO DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA EN EL


PROYECTO DE LEY DEL NUEVO CÓDIGO PENAL

En el nuevo Código Penal —en la Sección XXIII (delitos contra la Ad- ministración
pública), Título I (delitos cometidos por particulares), Capítulo II (violencia y resistencia
a la autoridad), artículo 598— se encuentra regulado el tipo penal base, el cual no tiene
modificatoria alguna respecto al tipo penal vigente, más que un burdo cambio literal de
la individualización judicial de la pena”, art. cit., p. 85. de “será” reprimido, por “es”
reprimido. Ello significa que los verbos rectores son los mismos y la pena también, por
lo que la tan ansiada y anunciada reforma del Código Penal, en su Proyecto de Ley no
recoge la voz de diversos expertos que se han pronunciado porque dicho tipo penal sea
modificado.

25
Cfr. Bruckmann, “Vorschlag zur Reform des Strafzumessungsrechts”, pp. 30-34, citado por Demetrio
Crespo, “Notas sobre la dogmática de la individualización judicial de la pena”, art. cit., p. 85.
En cuanto al tipo agravado, en el artículo 600 de dicho Proyecto de Ley (formas
agravadas de violencia y resistencia contra la autoridad) la pena privativa de libertad
continúa siendo no menor de 8 ni mayor de 12 años, siendo la diferencia con el tipo
penal vigente, que en dicho Proyecto de Ley contempla pena, además de la pena
privativa de la libertad, pena de “inhabilitación de conformidad con el artículo 41 y de
doscientos a trescientos días multa”. Ahora bien, respecto a una diferencia sustancial —
si cabe el término— es que en el Proyecto de Ley, se incluye como sujeto pasivo al
“inspector municipal”, por tanto, si dicho Proyecto de Código Penal lograra aprobarse,
todo hace pensar que la problemática a futuro seguiría siendo la misma.

4. ¿LA ENVESTIDURA DE LA POLICÍA MERECE UNA MAYOR PENA?

Conforme lo prescribe la Constitución Política del Estado (art. 166 del CP), la Policía
Nacional “garantiza el cumplimiento de las leyes”. Entonces, cabe preguntarse si por la
prerrogativa que le otorga la Constitución es suficiente para que al ser sujeto pasivo del
delito bajo análisis, es justificable una mayor pena. Es cierto que la Policía Nacional, en
el ámbito interno representa al Estado, cuyo fin es “garantizar, mantener y restablecer
el orden interno” (art. 166 de la Constitución), por ello, es indudable que atentar contra
la integridad de los policías merece una mayor protección. Sin embargo, ello tampoco
guarda correspondencia para que la sanción sea mucho mayor a la de un homicidio, ya
que desconocer la envestidura policial sería negar la existencia de un Estado de derecho
y, a contrario sensu, sancionar con mayor pena por el simple hecho de tratarse de un
policía, también sería un despropósito.

Así, entonces, cuando una persona en su rol de ciudadano atenta por medio de
“violencia” o “amenaza” contra un policía, deberá asumir la consecuencia de sus actos,
regido por el Código Penal. En el supuesto inverso, es decir, si se tratara de un miembro
de la policía que actuará en ejercicio de sus funciones26 y en contra de un ciudadano,
entonces deberá ser sancionado bajo el Código Penal Militar Policial (D. Leg. N.° 1094,
art. VIII).
Por lo tanto, se considera que la envestidura que poseen merece respeto, no obstante,
ello, de ninguna manera puede justificar que sea razón suficiente para que las penas que
contempla en Código Penal sean demasiado elevadas.
5. ANÁLISIS DEL ACUERDO PLENARIO EXTRAORDINARIO 1-2016/CIJ-116

Base legal Artículo 116 TUO LOPJ


La agravante del delito de violencia y resistencia a la autoridad
Asunto
policial: tipicidad y determinación judicial de la pena
Doctrina Fundamentos jurídicos 16 al 23
legal

26
Artículo XIV, literal d del Código Penal Militar Policial: “[…] el delito de función previene y sanciona todo
acto de los efectivos […]policiales que atente contra el cumplimiento de las funciones, la existencia,
organización y operatividad de las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional”.
La Corte Suprema de Justicia de la República, en el II Pleno Jurisdiccional Extraordinario
de las Salas Penales Permanentes y Transitorias, expidió el Acuerdo Plenario
Extraordinario N° 1-2016/CIJ-116. El asunto fue “La agravante del delito de violencia y
resistencia contra la autoridad policial: Tipicidad y determinación judicial de la pena”;
que se publicó en el diario oficial “El Peruano”, el día 4 de agosto de 2016. En concreto,
se analiza la agravante configurada en el inciso 3 del segundo párrafo del artículo 367
del Código Penal.
Lo primero que habría que tomar en cuenta, es que la Corte Suprema considera que el
problema principal, en el marco de la aplicación de los artículos 366 y 367 del CP, fue el
no apreciar adecuadamente la aplicación del “principio de proporcionalidad”
(fundamento 12), como “ayuda a la verificación constitucional de la norma”; en tanto
“no solamente se compone de elementos normativos y descriptivos, en la misma
cohabitan derechos fundamentales”, debiendo estar sujeta y conforme a la
Constitución.

El Supremo Tribunal sugiere hacer un test de proporcionalidad para determinar la


constitucionalidad de la norma (fundamento 13), pasando por un triple filtro: el primero
de adecuación o idoneidad (si la norma coadyuva a un fin constitucionalmente legítimo);
el segundo de necesidad (verificación de si no existe un mecanismo alternativo que
permita lograr el fin constitucional); y el tercero de proporcionalidad (implica la
evaluación de los efectos positivos o negativos de la norma, de ello dependerá su
constitucionalidad).

Asimismo, se resalta que el sistema penal está sometido a la Constitución (fundamento


14), debiendo interpretarse las normas que la componen (sean de naturaleza material
o procesal), de acuerdo a sus principios (se mencionan el de legalidad, el de lesividad y
el de culpabilidad). De esta manera, la característica de última ratio de la norma penal
(reiteramos cualquiera sea su naturaleza), no es meramente enunciativa, sino que el
comportamiento reprimido “cause un impacto lo suficientemente importante para que
se justifique la intervención penal”27.
El Acuerdo señala en su fundamento jurídico 21:
La aplicación de una sanción más severa exige siempre la existencia de un plus
de lesividad que hace que la conducta realizada se diferencie del tipo básico. La
diferenciación, en este caso, reside en la idoneidad de la acción violenta para
impedir el ejercicio de la función pública de quien es efectivo policial, Por tanto,
aquellas otras acciones que en el caso concreto pueden significar un acto de
intimidación o de violencia contra una autoridad policial en el ejercicio de sus
funciones, y estar destinadas a evitar que ella las cumpla, pero que por las
condiciones particulares de quien las ejecuta o por el contexto donde éstas se
dan, no resultan idóneas para impedir o frustrar el cumplimiento efectivo de las

27
Vega Llapapasca, Rafael. Breves Reflexiones en Relación al Acuerdo Plenario Nº 1-2016/CIJ-116.
actuaciones policiales no podrán configurar la agravante que regula la ley y sólo
pueden realizar el tipo penal del artículo 366º o ser una falta.
Un detalle muy importante, señalado en el Acuerdo, es respecto a hechos que NO
pueden ser considerados como formas agravadas, conforme al artículo 367 inciso 3 del
Código Penal (F.J.21):
 Empujar a un miembro de la Policía Nacional del Perú cuando ejerce sus
funciones.
 Insultos o lanzar escupitajos a un miembro de la Policía Nacional del Perú.
Concluye, por tanto, la Corte Suprema:
Dichas conductas no son suficientemente idóneas para afectar el bien jurídico con una
intensidad o fuerza adecuadas para impedir que la autoridad cumpla sus funciones.
Por otro lado, concuerdo con el Acuerdo cuando refiere que el juez debe aplicar la
responsabilidad restringida regulada en el artículo 21 del Código Penal: “En los casos del
artículo 20, cuando no concurra alguno de los requisitos necesarios para hacer
desaparecer totalmente la responsabilidad, el Juez podrá disminuir prudencialmente la
pena hasta límites inferiores al mínimo legal”; si el caso amerita aplicar la suspensión de
la ejecución de la pena, artículo 57 del Código Penal; así como la pena limitativa de
derechos, artículo 31 del Código Penal. Señala, por otro lado, las reducciones de las
bonificaciones procesales por: confesión sincera, terminación anticipada, conclusión por
conformidad de la audiencia.
Finalmente, los magistrados de las Salas Penales Supremas recomiendan al presidente
del Poder Judicial, hacer una propuesta de lege ferenda para modificar el artículo 367
del Código Penal, y se incluya una circunstancia atenuante específica: “La pena será no
menor de seis meses ni mayor de dos años de pena privativa de la libertad o prestación
de servicios a la comunidad de veinticuatro a ciento cuatro jornadas, cuando los actos
de intimidación o violencia no revisten gravedad”.

CONCLUSIONES
 Mientras no exista modificatoria de la pena, consideramos que el órgano
jurisdiccional debería considerar dos factores preponderantes al momento de
determinar la pena, los cuales son la responsabilidad del autor y el
comportamiento de la víctima, por cuanto esta última puede añadir o restar
pena, ya que si bien no modifica el hecho, puede relativizarlo. Son aspectos que
deben valorarse para aplicar penas por debajo del mínimo legal.

 Todos los problemas que se presentan en la sociedad deben analizarse en


estricta conexión entre la dogmática penal y la política criminal, de forma tal que
un problema sea visto desde un panorama amplio a fin de realizar propuestas de
lege ferenda, ello porque en la actualidad al momento de analizar los tipos
penales, se evidencia una absoluta desconexión entre la dogmática penal y la
política criminal, lo que genera —entre otros problemas— penas
desproporcionales.

 En el delito de violencia y resistencia contra un policía, el bien jurídico es la


libertad de determinación para ejercer su función, por lo que para que configure
el delito, el sujeto activo debe superponer (imponer) su voluntad a la voluntad
del funcionario, lo que necesariamente debe realizarse con violencia o amenaza.

 Este delito exige el dolo para su configuración; por tanto, la violencia como
despliegue de una fuerza física, debe estar orientada a coartar los mecanismos
de defensa del Policía, imposibilitando la concreción de la voluntad de la
administración, es decir del ejercicio de su función, sustituyéndola con la
voluntad del particular. Por su parte la amenaza, debe ser grave, inmediata e
idónea para conseguir los fines perseguidos por el agente.

 Debe tenerse presente que la violencia y la amenaza, descrita en el tipo penal,


se refiere a la “violencia física” y, la “amenaza” a la “violencia psíquica”, que
consiste en un mal, que se anuncia de manera “inmediata” y “grave”.

 La jurisprudencia vigente pareciera desconocer la jurisprudencia de los años


90,ya que esta última era sumamente clara en diferenciar un delito de una mera
falta de respeto por palabras e improperios, por lo que para configurar delito, se
analizaban de forma debida la concurrencia de las circunstancias descriptivas del
tipo penal: impedir, obligar o estorbar, entendiéndolas como la intención de
imponer la voluntad del policía que todavía no ha obrado, para que realice u
omita actos propios de su función.

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