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Entre las conclusiones alcanzadas por Hattie (2006, 2011) destacaremos las siguientes:
Otro de los aspectos más influyentes es la aplicación del enfoque que se denomina
“Mastery Learning” que presupone que todos los alumnos son suceptibles de
cumplir los criterios de éxito si se dan las condiciones de aprendizaje adecuadas. A
saber: alto nivel de cooperación entre los compañeros; retroalimentación dirigida
del profesor que sea tanto frecuente como de diagnóstico e individualizada; permitir
la flexibilidad en el tiempo que el alumno necesita para alcanzar los objetivos.
El reto es otro de los ingredientes centrales del aprendizaje efectivo. La clave está
en proponer un reto de dificultad apropiada para el alumno. Así no debería ser tan
difícil como para que el objetivo parezca inalcanzable, lo que acaba con la
motivación de los alumnos, y lo mismo ocurre si es demasiado fácil.
Las expectativas que tiene el alumno de si mismo y las que tiene el profesor son
determinantes en la mejora y éxito.
Antes de planificar una clase, el profesor debería saber lo que los alumnos saben y
pueden hacer.
Los profesores expertos creen que todos los alumnos pueden alcanzar los criterios
de éxito. Dicha expectación implica creer que la inteligencia es cambiable y no fija,
y que se desarrolla más con el ejercicio. Esto está relacionado con los conceptos de
"mentalidad fija" y "mentalidad de crecimiento" (Dweck 2006).
Los profesores expertos se reunen con frecuencia con otros colegas con objeto de
discutir sobre la evidencia del progreso y sobre cómo mejorar y variar su actuación
teniendo en cuenta lo que no se está consiguiendo. Es decir, a la luz del aprendizaje
visible.
La teoría y de John Hattie parte de la base de que para aprender prácticamente todas las
estrategias funcionan. Eso sí, hay algunas que funcionan mejor que otras. Para entender su
eficacia, Hattie ha definido un modelo que objetiva el impacto en el aprendizaje de un total
de 150 factores. A partir ello ha creado un sistema de medida que establece que cualquier
contribución, a partir de una puntuación de 0,4 implica una mejora real en los logros de los
alumnos.
Hattie plantea los siguientes como las bases conceptuales del aprendizaje visible:
1. Soy un evaluador.
2. Soy un agente del cambio.
3. Hablo de aprendizaje (no de enseñanza).
4. Los exámenes son feedback.
5. Motivo a los alumnos con diálogos (no con monólogos).
6. Me gustan los desafíos.
7. Motivo a través de relaciones positivas.
8. Utilizo el lenguaje del aprendizaje.
9. Entiendo el aprendizaje como un trabajo duro.
10. Colaboro y hago colaborar.
RUTINA DE PENSAMIENTO: PUENTE 3-2-1
Esta estrategia pide al estudiante descubrir, evidenciar y explicitar sus pensamientos, ideas,
preguntas y comprensiones iniciales sobre un tema y luego relacionar o conectar los
mismos, con los nuevos pensamientos surgidos después de alguna intervención.
Esta estrategia puede ser útil para aplicarla cuando los estudiantes van desarrollando
comprensiones a través del tiempo. Puede ser un concepto que los alumnos ya conocen
bastante en un determinado contexto, pero, la consigna planteada propone focalizar el
aprendizaje en una nueva situación. O un concepto que los estudiantes conocen, pero
solamente de una manera informal. Cada vez que se obtiene nueva información, se pueden
construir puentes entre las nuevas ideas y conocimiento previo. El foco está más puesto en
ir comprendiendo y conectando los propios pensamientos, que en lograr un determinado
resultado específico.
Esta estrategia puede ser utilizada como introducción, donde el estudiante escribe sus ideas
iniciales en forma individual, en un papel. Por ejemplo, si el tema es la "población rural",
entonces los estudiantes podrán escribir 3 pensamientos, 2 preguntas y 1 analogía. Luego
los estudiantes, podrían leer un artículo, ver un video o participar en una actividad
relacionada con “población rural”. Actividades y experiencias provocadoras que impulsan a
los estudiantes a pensar en nuevas direcciones, son las mejores. Después de la experiencia,
los estudiantes completan otro 3, 2, 1. Los estudiantes entonces comparten su pensamiento
inicial y el nuevo, explicando a sus compañeros cómo y por qué cambió su manera de
pensar.
Usa esta estrategia cuando quiera que los estudiantes piensen cuidadosamente acerca de
por qué algo se observa u ocurre de determinada de manera y es de la forma que es. Usa
esta estrategia en el comienzo de cada unidad para motivar el interés de los estudiantes o
pruébalo con un objeto que se conecta con el tema durante la unidad de estudio. Considere
usar la estrategia con un objeto interesante cerca del final de cada unidad para motivar a
los estudiantes a mayor aplicación de su nuevo aprendizaje e ideas.
Invita a los estudiantes a hacer una observación sobre un objeto - puede ser una imagen o
un tema - y sobre qué puede estar pasando o qué piensan ellos de lo que observaron.
Aliente a sus estudiantes a respaldar sus interpretaciones con razones y argumentos. Invite
a los estudiantes a pensar sobre qué es lo que los intriga sobre el objeto o el tema.
La estrategia funciona mejor cuando el estudiante responde usando los tres elementos
conjuntamente al mismo tiempo, ej. “Yo observo... Yo pienso... Me pregunto...” Sin
embargo, puede experimentar que los estudiantes comienzan usando un elemento por vez,
y tú tienes que formular preguntas para poder llevarlos al siguiente elemento.
La estrategia funciona bien en una discusión grupal, pero en algunos casos quizás quiera
aplicarla individualmente por escrito o que piensen un tiempo antes de comenzar a
compartir las ideas con la clase. Las respuestas de los estudiantes a la estrategia pueden ser
escritas o grabadas, así ́ un conjunto de observaciones, interpretaciones y preguntas pueden
ser listadas y retomadas durante el curso.
La Curva del Olvido
Uno de los primeros estudios sistemáticos que se llevaron a cabo respecto al olvido fueron
los experimentos de memoria de Ebbinghaus (1885), definiendo lo que se conoce como la curva
del Olvido.
Para ello, este psicólogo decidió estudiar la memoria investigando su propia capacidad
memorística. Creó 2.300 sílabas carentes de significado (consonante-vocal-consonante, por
ejemplo “IFD”) y las agrupó en listas. El estudio consistió en aprender listas de 13 silabas que
repetía hasta no cometer ningún error en dos intentos sucesivos. Posteriormente, evaluó su
capacidad de retención con intervalos entre veinte minutos y un mes.
Los resultados encontrados mostraron que el olvido se producía ya, incluso tras los intervalos
más cortos y que se incrementaba a medida que pasaba el tiempo, mucho al principio, y más
lentamente después en una función logarítmica.
Así, los resultados de los experimentos indican que tras el momento de la memorización de la
lista el nivel de recuerdo bajaba drásticamente en los primeros momentos, pudiendo
desvanecerse de la consciencia más de la mitad del material aprendido a lo largo del primer día.
Después de esto el material sigue desvaneciéndose, pero la cantidad que se olvida en un tiempo
determinado va disminuyendo hasta llegar a un punto, aproximadamente a partir de la semana,
en que no se produce mayor pérdida.
Para estimar la tasa del olvido en cada periodo se utilizó el “método de los
ahorros“, consistente en medir el tiempo que tardaba en reaprender la lista en cada intervalo,
de forma que cuantos más ensayos necesita para volver a aprenderla mayor era el olvido.
Ebbinghaus demostró que se olvidaba el 75% de lo aprendido al cabo de tan solo 48 horas. Esa
conclusión ha sido apoyada por otros autores como Bloom en el año 1981.
Desde la perspectiva del autor, la perdida entre el material que se aprende inicialmente y el
que se mantiene es debido tanto al paso del tiempo como a la no utilización de la información.
Es lo que se conoce como la Teoría del decaimiento por la cual la pérdida de información es
debida principalmente al poco uso dado a la información, con lo que la huella de memoria
dejada en nuestro organismo se debilita y desvanece con el paso del tiempo.
Si a la curva del olvido se le añade la variable repaso se obtiene una nueva gráfica totalmente
diferente. Así, según esta nueva gráfica si al día siguiente de estudiado un material se hace un
repaso se vuelve a recordar un 100% y, lo que es más importante, la curva del olvido se modifica.
La conclusión es obvia, si queremos modificar la curva del olvido y lograr un aprendizaje más
eficaz debemos repasar pero…
Es más útil repasar de un material que no sea el mismo que se ha utilizado para el aprendizaje,
ya que esto sería un segundo aprendizaje y no un repaso. Se debe repasar a partir de esquemas,
resúmenes, subrayados, mapas conceptuales,… que se hayan realizado sobre el tema
Analizando la curva del olvido sabemos que, si no se repasa la información en las 24 horas
siguientes al aprendizaje se habrá olvidado aproximadamente la mitad de lo aprendido. Por lo
tanto, es recomendable repasar el día siguiente y, como norma general, cuantas más veces
mejor, pero como mínimo:
un primer repaso antes de 24 horas del primer aprendizaje, lo que nos permitirá recuperar
el 100% de lo aprendido
uno o dos repasos intermedios entre los días 7 y 15 del primer aprendizaje
un repaso final previo a la prueba de memoria (el examen) en que, y si se han realizado
repasos intermedios podremos llegar a tener una tasa de recuerdo del 90% de lo
aprendido inicialmente