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El colonato romano : introducción al tema El colonato es una forma de explotación de

las tierras de cultivo, que constituye una forma de transición entre el


sistema esclavista del Imperio romano, y el sistema feudal que predominó durante la Edad
Media. El colono poseía un estatus intermedio entre la esclavitud y la libertad: era aquella
persona libre que cultivaba una tierra que no le pertenecía y estaba ligado a ella, sin poder
abandonarla. Por el hecho de cultivarla pagaba un canon o renta anual, ya fuera en dinero o
en especie.

La institución del colonato no pertenece al derecho clásico. Conocida desde el siglo III, se
afianzó por la desaparición de la esclavitud, eran libertos que trabajaban las tierras de sus
antiguos amos, a cambio de su protección y de una parcela, para su consumo, pagando un
alquiler.1 Surgió probablemente con los primeros emperadores cristianos: sus reglas de
funcionamiento fueron establecidas y completadas desde tiempos de Constantino.2 Y fue una
de las claves en la transición entre el modo de producción esclavista y el modo de producción
feudal, en el que las relaciones de producción no se producen entre esclavos y propietarios,
sino entre señores y siervos. En el colonato, la definición del derecho de propiedad es todavía
clara, mientras que en el feudalismo, la propiedad es un concepto confuso, puesto
que siervos y señores (nobles y clérigos) comparten algún grado de dominio sobre la tierra
(dominio útil, dominio eminente), siendo la clave que unos tengan la capacidad de explotarla y
gestionar la producción, y los otros la capacidad de extraer el excedente.

La persona del colono no estaba sometida al dueño de la tierra: podía casarse y adquirir
bienes, pero para enajenarlos necesitaba el consentimiento del propietario, ya que con ellos
garantizaba el pago anual que se debía efectuar. Tampoco podía ejercer el colono ningún
cargo público.3 Por otro lado, cuando el propietario vendía el terreno, este era transferido con
todo lo que en el hubiese, incluyendo a los colonos que allí habitaran. La condición del colono
era hereditaria y solo podía finalizar mediante una autorización del propio terrateniente o bien
por un orden superior.

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