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PRESENTADO A:
BREIDY FERNANDO CASTRO
PRESENTADO POR:
GAIL LIZETH RIASCOS PALACIOS
MOCOA
2018
NO MÁS VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, UN CRIMEN ATROZ
Este ensayo expone el grave problema que se presenta contra las mujeres, un crimen atroz
relacionado con la violencia en todas sus manifestaciones. Se hace una reflexión desde la
perspectiva de la Biblia, de la Iglesia y sus documentos sobre el valor de la mujer, de su dignidad
y el rechazo que conlleva a ocultar o alentar la violencia hacia la mujer. Se realizará a lo largo del
ensayo, reflexiones sobre la violencia hacia la mujer, el problema inmenso que produce el
feminicidio en la sociedad colombiana y que últimamente se ha aumentado considerablemente.
También se dará conceptos sobre lo que es el feminismo, reflexiones sobre teorías de la violencia
contra las mujeres, los impactos a nivel psicológico y salud pública. Finalmente conclusiones
sobre este tema de impacto en la sociedad colombiana.
Es importante hacer ver la realidad que está padeciendo la mujer, para que la sensibilidad
de todos se haga manifiesta en una concientización y de compromiso, de que la mujer es muy
importante y valiosa para las generaciones. Es importante que los castigos se den en toda su
intensidad a los agresores, así los posibles victimarios podrán reflexionar y tomar decisiones
favorables a su comportamiento. Los medios de comunicación se comprometan
responsablemente a denunciar los hechos y no solamente mostrar a las víctimas y tratar de
encubrir a los potenciales victimarios. Que no se dé un discurso de odio, resentimiento, de
desprestigio de las o los defensores del feminismo. Se hace necesario crear una conciencia de no
violencia, de amor, de trato amable, gestos y palabras amables, llenas de afectividad, de amor,
desde el matrimonio, familia, escuela y sociedad. La no violencia debe triunfar sobre la violencia
y para ello se empezará hablando de los aspectos cristianos católicos basados en la Biblia y en los
documentos de la Iglesia. Esto generará que todos y todas tengan las mismas condiciones,
libertades y oportunidades para construir una Colombia con justicia social y paz.
Uno de los documentos de la Iglesia, que reafirma el amor de Dios en la creación del
hombre y de la mujer, dándole importancia y dignidad a la mujer, es el Documento de Aparecida,
cuando los obispos expresan y enseñan que “el hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza
de Dios, poseen una dignidad inviolable, al servicio de la cual se han de concebir y actuar los
valores fundamentales que rigen la convivencia humana” /n.537). Como se percibe, este mandato
de la Iglesia a todos los que creen en Dios Trinidad, es hacer caer en cuenta al hombre, de que la
mujer es hija de Dios, igual que el hombre; que es una ayuda, compañera y que en el matrimonio
los dos se convierten en ayuda mutua, por tanto, se hace necesario sensibilizarse, concientizarse y
comprometerse, desde cada hábitat, donde esté situado el hombre y la mujer o la familia, para
valorar la dignidad de la mujer. Esta toma de conciencia, es vital y fundamental en este mundo de
hoy, donde la mujer es despreciada, rechazada, asesinada, por hombres que dicen que creen y
aman a Dios. La violencia machista, ha sido enraizada en la cultura iberoamericana; donde las
múltiples formas de violencia a la mujer se expresan tanto en el hogar como fuera de ella.
El rostro de la mujer, refleja en muchas zonas del país, las denuncias que hace la Iglesia a
través de sus documentos; reflejan la realidad que está pasando con la mujer y con otros rostros
sometidos a la exclusión por parte del hombre. La lucha es diaria, constante, de denuncia, de
evangelización como misión de la Iglesia por elevar la dignidad de la mujer y de otras personas
que están en la línea de la exclusión como los indígenas, los afroamericanos, los inmigrantes y
todas aquellas personas deshumanizadas por la opresión machista provocada por el mismo
hombre.
La Iglesia Católica Latinoamericana, siguiendo las ideas doctrinales del Magisterio de la
Iglesia, con su Pastor Francisco, invita al ser humano a tomar conciencia de que no se puede
aceptar que la dignidad de la mujer sea pisoteada; despreciada por el hecho de ser mujer, como
una cosa que se utiliza y ya no sirve. La Iglesia crea conciencia en la humanidad, para elevar la
dignidad de la mujer y está a favor de su libertad como persona humanizada para que humanice a
los demás. Gracias a estas doctrinas eclesiales, la posición de los creyentes en favor de la mujer,
crea conciencia y desde la misma escuela, familia, la educación armoniosa en favor de la mujer
se hace notar y está avanzando nuevamente en pro de lo más hermoso de la creación: la mujer.
Hasta Dios quiso tener una mujer por madre y a fe que la escogió muy bien el Padre para su hijo.
Estas orientaciones que dan los documentos de la Iglesia, sirven de fuente para considerar
a la mujer como la obra perfecta de Dios, porque da y defiende la vida, aunque actualmente con
la influencia de los medios de comunicación y de las teorías de negación de la vida, la mujer se
deje llevar lamentablemente por el camino del aborto, negando el principio de vida que Dios
quiere que se lo ame y se lo respete porque es su obra creadora.
No más violencia contra las mujeres, un crimen atroz; es violar el mandato de Dios, es
atentar contra la misericordia y ternura de Dios para con la mujer; es decirle a Dios que su obra
no es perfecta y por ende hay que exterminarla, excluirla de su dignidad y someterla a toda clase
de abusos y desprecios por parte del mismo hombre. Tanto la mujer como el hombre, son iguales
ante los ojos de Dios y no hay explicación cuando se oyen las noticias de feminicidios;
desvaloración de la mujer en el trabajo; de la desigualdad en sueldos, ocupaciones; desprecio por
su raza, religión, cultura, entre otros. No hay derecho, que la mujer sea el caballito de batalla de
toda desigualdad y violencia.
Tomar conciencia sobre la dignidad de la mujer, exige de parte de todos mirar a la mujer
con otros ojos de comprensión, de afecto, de amor, de aceptación, de solidaridad, de misericordia;
de su liberación integral; de considerarla persona humanizada y si toca el caso humanizarla para
que sea multiplicadora de humanizaciones de otras personas, especialmente de la mujer, así sea
pobre, negra o afroamericana o indígena. Este un desafío, un reto, que exige de todos,
compromisos verdaderos, de aceptación, de reconocer la diferencia con amor, de valorar la
dignidad de la mujer.
El feminismo es la puerta para que las mujeres encuentren alternativas de soluciones ante
la situación problemática que está afrontando. Es fundamental que en la sociedad, a pesar de las
evoluciones que ella sufre, deba también cambiar la forma de pensar, de que solucionar los
conflictos entre parejas o de otras formas, la solución sea el feminicidio. Se hace necesario, que
desde el interior de la familia, se vaya generando la igualdad con el varón; que la estructura
familiar, le dé importancia a la mujer y no solamente al varón. Que los movimientos religiosos,
las costumbres, culturas, tradiciones evolucionen favorablemente en pro de la dignidad de la
mujer; en pro de su humanización como personas importantes en la familia, escuela, universidad,
sociedad y campo laboral.
Gracias al movimiento feminista, a las leyes en defensa de la mujer, de los niños, de los
excluidos, se ha descubierto que la violencia hacia la mujer es producida por aquellas relaciones,
que han sido dadas como normales, entre la desigualdad estructural del hombre y la mujer. Esta
desigualdad estructural creada por la misma sociedad, genera una gran cantidad de violencia en
todas sus formas y la que recibe las consecuencias es la mujer, considerada sexo débil ante la
sociedad. Los estados con sus instrumentos jurídicos, sea nacionales e internacionales, tienen el
compromiso de prevenir, erradicar, sancionar, castigar a aquellos que producen violencia sin
importar el sexo. Los avances, en algunos países, son fundamentales, en otros, la violencia es la
reina del paseo y no se ha hecho nada por solucionarlo. Lamentablemente, las culturas de una
determinada sociedad, influye en el actuar de las personas y esto produce acatamiento, sumisión,
esclavitud en la personas que pertenecen a dicha cultura.
Esta violencia generada en las familias influyen en los hijos, al ver que sus madres,
hermanas y ellos mismos son maltratados por sus padres; esto hará que en un futuro no muy
lejano, cuando tengan hijos, traspasen esta forma de violencia en ellos. Esta influencia de
generación en generación de la violencia intrafamiliar, hace que vaya carcomiendo la estructura
familiar y así no se visualiza ningún futuro.
Esta definición, comprende todas las formas de violencia que se cometen contra la mujer
y los niños en el hogar, como dice el texto: la violencia relacionada con la dote, la violación por
el marido, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atentan contra la mujer, la
violencia ejercida por personas distintas del marido y la violencia relacionada con la explotación;
la violencia física, sexual y psicológica al nivel de la comunidad en general, incluidas las
violaciones, los abusos sexuales, el hostigamiento y la intimidación sexual en el trabajo, en
instituciones educacionales y en otros ámbitos, el tráfico de mujeres y la prostitución forzada; y
la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, donde quiera que
ocurra” (OMS/OPS, junio 1998. pág. 3)
Como se ve, todas las formas de violencia están tipificadas en esta definición, aunque
también debería considerarse como violencia a la mujer, el reclutamiento forzado por parte de los
grupos ilegales que todavía subsisten esta Colombia. Los abusos cometidos por estos grupos, se
conocían, pero ahora se están conociendo más debido a las denuncias hechas por las víctimas de
esta violencia absurda en Colombia.
La violencia tiene muchos tentáculos y acabar con todos, requiere de procesos largos,
lentos, de la disposición de todos por terminarlo. Se visualiza en estas formas de violencia, que
ya es necesario decir, no más violencia contra las mujeres, es un crimen atroz; se rechaza
rotundamente, esa violencia que afecta la totalidad humana de la mujer; que se da desde la
aprobación de la Corte Suprema de Justicia en Colombia de aceptar el aborto bajo tres
condiciones; que horror, un país cristiano católico, tenga que aprobar por situaciones de presión
de otros países, de los que están a favor del aborto, de cómo el ser humano en el vientre materno
no tiene valor y como la mujer se presta para que su vientre sea una tumba. Esta forma de
liberarse de un hijo no deseado, o porque está enfermo o porque corre riesgo su vida, no sabe el
sufrimiento existencial que va a tener a lo largo de su vida por permitir abortarlo. Esta violencia
hecha a sus hijos se devuelve como un boomerang hacia su vida, y el sufrimiento es peor que la
solución provocada de cometer un aborto. Se está violentando contra sí mismo y no sólo ella se
repercute este crimen sino que afecta a los que lo rodean y aquellos que lo provocaron.
Lo mismo ocurre con aquellas niñas indígenas de la etnia Embera, de Colombia, que
practican la ablación del clítoris o mutilación genital femenina y que afecta su salud e incluso han
conducido a la muerte. Por tanto, en este año, viendo que esta práctica sigue siendo una
problemática, la ONU declaró el 6 de febrero como el Día Internacional de Tolerancia Cero con
la Mutilación Genital Femenina. En esta fecha se debate el multiculturalismo y los derechos
humanos que subyacen tras la mutilación. (6 de Febrero 2018).
La violencia tiene varios caminos para agredir al ser humano y especialmente al ser
humano, considerado sexo débil, la mujer; en diferentes lugares del país, se da diferentes formas
de violencia intrafamiliar y extra familiar. Violaciones por parte de sus hermanos o miembros de
su familia; por personas que ejercen un poder; por personas ajenas a la familia; al interior del
hogar, disfrazando un silencio forzado, porque si lo divulga se somete al escarnio, a la amenaza
de muerte o se lo oculta para no tener vergüenza ante los demás. Es la sociedad familiar machista
que impone estas cosas en los corazones de los seres humanos; se han enraizado tanto, que todo
lo que conlleve esta violencia se la considera permitida.
Una violencia que se ha ocultado en los conflictos armados. Tanto los paramilitares como
los subversivos, y las fuerzas del orden estatal, usaron su poder para abusarlas sexualmente,
someterlas a sus ideologías e intereses políticos militares; afectaron su dignidad humana y se
sobrepasaron en la violación de sus derechos humanos y ay de la que proteste o denuncie o se
rebele, será sometida a castigos inhumanos o a la desaparición en algún lugar de la selva. Los
ataques a la mujer por estos grupos producen horror cuando se los escucha; la barbarie recorre la
selva y lugares donde las fuerzas en conflicto se hicieron presentes.
Estos abusos van acompañados del maltrato psicológico; la mujer vive en un clima de
miedo, terror, que prefiere morir que seguir sufriendo los horrores de la tortura a la cual se la
somete. La que sobrevive a estos horrores, acumula en su ser daños psicológicos que pueden ser
irreversibles, que la única forma de liberarse es en una sanación de liberación en una santa Misa
de liberación.
En las últimas décadas, en nuestro país, las conquistas en relación con la igualdad de
género y el empoderamiento de las mujeres, ha tenido sus avances, pero no como se quiere
totalmente: reducir a cero la violencia contra la mujer en todas sus formas.
Hay que reconocer que el estado a pesar de tantas limitaciones y algunas políticas que han
desorientado a la opinión pública, ha validado los tratados internacionales actuales y de
aplicación referentes a derechos humanos y derechos de las mujeres, como dice el artículo: Las
mujeres en Colombia de ONU-Mujeres: “ha hecho un progreso significativo en el desarrollo de
leyes para promover la igualdad de género y garantizar los derechos humanos de las mujeres”. El
documento muestra algunos ejemplos como son “los Lineamientos de la Política Pública para la
Equidad de Género para las Mujeres y el Plan Integral para garantizar a las mujeres una vida libre
de violencia aprobados en 2012, y la ley de Víctima y Restitución de Tierras, aprobado en 2011,
con disposiciones importantes sobre la igualdad de género, así como la Ley 1257 “Por la cual se
adoptan medidas para garantizar el acceso a la justicia de la víctimas de violencia sexual, en
especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, de 2014, entre otras” ( Las
mujeres en Colombia de ONU-Mujeres).
A pesar de estas intenciones por parte del gobierno y de hacer su aplicación, se siguen
dando dificultades y limitaciones sobre estas situaciones presentadas, porque los datos que se
están dando en Colombia van aumentando la brecha sobre los problemas presentados.
Un país que está creciendo a pasos agigantados hacia el desarrollo económico en pro del
progreso social, del desarrollo humano no puede retroceder en la aplicación de los derechos de
las mujeres en materia de igualdad de género, de participación en lo laboral, político, económico
y social: por tanto, se debe luchar contra este flagelo del feminicidio, de la desigualdad de género
entre el hombre y la mujer; en la violación de los derechos de la mujer, con verdaderas políticas
de acción acordes a los compromisos realizados con los tratados internacionales relacionados con
estas situaciones problemáticas en este país y en todo el mundo.
Es así, que la mujer al ver que se le cierran sus puertas a pesar de su profesionalización,
dedica sus conocimientos al trabajo independiente, intentando sobrevivir a las exigencias que le
hace la sociedad, es así, que las estadísticas revelan que el índice de informalidad ha subido
considerablemente en este país. Lo mismo pasa en materia de salud, la mortalidad materna
aumenta considerablemente, por las condiciones precarias de salud de parte de las entidades del
estado o de aquellas que contratan con el estado, según los datos “500 mujeres que mueren cada
año a causa del embarazo y del parto” ((Las Mujeres en Colombia de ONU-Mujeres); esto
implica que la violencia en materia de salud se hace manifiesta con la mala atención; incapacidad
estructural de centros hospitalarios en atención al ser humano y especialmente a la mujer.
El documento sigue dando datos relacionados con la mujer y a pesar de las leyes
promulgadas en pro de la mujer como la ley 1257 de 2008. Según este documento revela datos
interesantes en relación con el tema de la violencia contra las mujeres. “Según el informe del
Instituto Nacional de Medicina Legal en Colombia (INMLCF) en 2014 fueron asesinadas 1.007
mujeres, se registraron 37.881 casos de violencia contra las mujeres en el ámbito de la pareja y
16.088 casos de violencia sexual fueron contra mujeres, el 86% del total de las victima de este
delito, siendo además las niñas y las adolescentes las principales afectas por esta forma de
violencia” (Las Mujeres en Colombia de ONU-Mujeres). Los datos desde ese año hasta el actual,
en vez de disminuir, ha aumentado considerablemente y se agravará si el nuevo presidente rompe
los acuerdos que se han hecho con el grupo guerrillero, promotor de violaciones de derechos de
las mujeres y de los niños, se volvería a recrudecer la guerra en los campos y se reactivaría más la
violencia en todos los órdenes y especialmente en las mujeres, que sufrirían las consecuencias de
una guerra que no se quiere revivir, porque el horror y la muerte no se la quiere volver a repetir
en este hermoso país.
La violencia no respeta edades, la violencia no tiene rostro de hombre o de mujer, tiene
rostro de destrucción total de todo lo que es vida y sus agentes por lo general son hombres, que le
hacen el juego a la muerte y la producen no solo en el campo sino también en las ciudades y en
las mismas esferas sociales altas del país. Lobos vestidos con piel de cordero, hacen de la suya,
ocasionando violencia, porque la corrupción produce violencia, las amenazas conducen a la
violencia, lo mismo con la extorsión, la salud inoperante conduce a muchos seres humanos a
morirse o los dejan morir por la falta de atención o por malos procedimientos quirúrgicos en
hospitales o en instituciones con doctores falsos que engañan a la usuaria por un cambio estético
y con la ilusión de ser más bella.
Como dice el documento: “Datos oficiales indican que más de 400.000 mujeres han sido
víctimas de homicidio en el marco del conflicto armado y hay más de 57.000 mujeres víctimas de
desplazamiento forzado. Entre 1995 y 2011, la violencia en el conflicto armado ha generado el
desplazamiento interno de más de 2.700.000 mujeres (cerca del 6% de la población total del país
y el 51% del total de personas desplazadas), 15 % de las mujeres desplazadas declaran haber sido
víctimas de violencia sexual. Las mujeres pertenecientes a grupos étnicos indígenas y
afrocolombianas se han visto afectados de manera desproporcionada por la violencia derivada del
conflicto; de 3.445 casos de homicidios de personas indígenas y afrocolombianas, el 65,5% eran
mujeres.” (Las Mujeres en Colombia de ONU-Mujeres).
Estos datos de estos años demuestran que en vez de mejorar estas situaciones
problemáticas de lo que sucede en el país ha aumentado a pesar de los pactos actuales y de los
diálogos con el ELN, que también ha provocado violaciones a los derechos de la mujer y niñas de
Colombia. (Las Mujeres en Colombia de ONU-Mujeres).
Juanita León, directora de la Silla Vacía: comenta “La situación de la mujer en los medios
de comunicación es muy similar a la de los hombres en Colombia. Se puede decir que es tan buen
o tan mala como ellos. A las mujeres en Colombia –a diferencia de otros países- no les asignan
exclusivamente los temas de moda y vida moderna, y a los hombres los temas judiciales y de
conflicto. “Aquí en Colombia las mujeres hemos cubierto el conflicto armado y la política.”
“Tampoco me parece que exista diferencia en los términos de que los hombres tengan cargos
directivos y las mujeres tengan cargos menos pagados. Aquí en Colombia muchas jefas de
redacción de medios y periodistas son mujeres.” “En lo único que he visto una diferencia en
términos de composición de género en Colombia, es en la propiedad de los medios de
comunicación, somos muy pocas las mujeres que somos dueñas de medios de comunicación.”
(¿Cómo está la mujer en Colombia?, 08-marzo-2017).
Estas tres visiones, que presenta este documento, ante la pregunta: ¿Cómo está la mujer
en Colombia? De 8 de marzo de 2017, indico cada visión en los siguientes aspectos:
Esto está bien, pero ella desconoce o no quiere reconocer que para llegar a esos
puestos, muchas mujeres han tenido que ceder a deseos sexuales de sus jefes y se han quedado
calladas para tener tal honroso puesto. No todas han subido con sus cualidades y capacidades
periodísticas; también ha habido discriminación en este medio; a muchas mujeres periodistas se
les han cerrado las puertas al trabajo periodístico y han tenido que dedicarse a otras cosas
menos al periodismo. Y aquellas que han subido al poder se han vuelto más reacias a aceptar
mujeres en este trabajo, a lo mejor temiendo, la competencia. De todo se ve en la viña del
Señor.
Reconoce esta periodista que si ha visto una diferencia en términos de composición
de género en Colombia y es ser propietaria de los medios de comunicación y son pocas las
dueñas de estos medios de comunicación.
Reconoce que la mujer no está en las mejores condiciones como se quiere hacer
creer; no hay seguridad para la mujer es víctima de la guerra armada, simbólica, material y
financiera y no ve con buenos ojos el puesto de la mujer actual. La profesora, mira con ojos
reales la realidad de la mujer colombiana; reconoce con sus opiniones, muchos obstáculos que
se le presentan a la mujer por avanzar como mujer y tener posición como mujer en Colombia.
La discriminación sigue vigente, a pesar de los intentos del estado, pero sus agentes que aplican
los compromisos internacionales, no han actuado como se merece, más bien han caído en la
inoperancia, indiferencia, corrupción y temor de hacerlo.
Ella reconoce que el sistema educativo no está bien; que hay brechas que no se han
cerrado todavía, por ejemplo, el no ingreso de niñas al sistema educativo, por cuestiones de
pobreza, de distancia hacia la escuela y si se logra ingresar al sistema educativo, vida profesional
o laboral se gana menos que los hombres. Es una crítica al sistema educativo, que a pesar de que
no se cobra la matrícula, hay dificultades en la movilización de transporte, en la alimentación,
porque las gobernaciones realizan contratos con oferentes que no satisfacen verdaderamente el
servicio en estos sectores. La corrupción hace su agosto conjuntamente con los administradores
del servicio a la educación en cada departamento. Como dice Paola Portilla, esto no puede seguir
pasando, las contrataciones tienen vicios de corrupción y ponerle la mano ha sido lento por parte
del estado, mientras tanto, las niñas y niños sufren esta inoperancia de parte de sus
administradores del estado, es así que los docentes del país, hacen paro por esta clase de errores y
corrupciones en la mayoría de los departamentos del país.
La atrocidad del hombre hacia la mujer no tiene límites, por eso es necesario, conocer
que formas de violencia se cometen contra las mujeres y que estas acciones son comunes en la
mayoría de los escenarios del mundo y especialmente en Colombia y departamento del
Putumayo.
Es importante conocer estas formas de violencia contra las mujeres, para sensibilizar,
concientizar, reflexionar y comprometerse en la región de Mocoa, para construir un mundo
mejor, de paz, de equidad y justicia social. Se hace necesario empezar desde el seno de la
familia, para que en la escuela, se complemente y se fortalezca en los años escolares.
Estructurando al ser humano con base en la eliminación a toda clase de violencia contra las
mujeres y las niñas, se podrá generar un ser humano de afecto, de amor por el otro, de
solidaridad, compromiso, respeto, convivencia pacífica, entre otros. Esto es lo que necesita el
país, valores humanos y espirituales para el desarrollo integral de los niños y niñas de
Colombia y especialmente de nuestra región.
Es importante para este ensayo, una definición de la violencia contra mujeres y niñas
que se da en todo el mundo y que también se manifiestan en Colombia y Putumayo. Así lo
muestra el artículo referente a la Definición de la violencia contra las mujeres y niñas, que lo
ha tomado de la Asamblea General de las Naciones Unidas: “la violencia contra mujeres y
niñas es una de las violaciones a los derechos humanos más sistemáticas y extendidas. Está
arraigada en estructuras sociales construidas en base al género más que en acciones
individuales o acciones al azar; trasciende límites de edad, socios económicos, educacionales y
geográficos; afectos a todas las sociedades; y es un obstáculo importante para eliminar la
inequidad de género y la discriminación a nivel global. (Asamblea General de las Naciones
Unidas, 2006).
Como así lo expresa, Formas de violencia contra las mujeres, se manifiesta a nivel
físico, sexual, emocional y económico. Este artículo, lo especifica así, además también informa
que: “las formas de violencia más universalmente comunes incluyen la violencia doméstica y
violencia dentro de la pareja, violencia sexual (incluyendo la violación), acoso sexual y
violencia emocional/psicológica. Así mismo, la violencia sexual es una táctica de guerra y una
secuela de situaciones de emergencia que es común en los países y áreas afectadas” (Formas de
violencia contra las mujeres). También habla de otras formas de violencia como: “explotación
sexual, trata y prácticas tradicionales nocivas tales como la mutilación genital
femenina/amputación de órganos genitales (FGM/C), así como el matrimonio forzado y el
matrimonio precoz” (Formas de violencia contra las mujeres).
El artículo especifica que existen formas de violencia menos documentadas incluyen:
crímenes cometidos en nombre del “honor”; feminicidio; selección prenatal del sexo;
infanticidio femenino; abuso económico; violencia política; abuso contra ancianas; violencia
relacionada a la exigencia de dote; ataques con ácido. (Formas de violencia contra las mujeres).
También se considera como: asimismo, grupos particulares de mujeres y niñas tales como
mujeres miembros de minorías raciales, étnicas y sexuales; mujeres con HIV positivo; mujeres
migrantes y trabajadoras indocumentadas; mujeres con discapacidad; mujeres prisioneras y
mujeres víctimas de conflicto armado o de situaciones de emergencia, pueden ser más
vulnerables y experimentar múltiples formas de violencia debido a complicadas formas de
exclusión socio económica y discriminación. (Formas de violencia contra las mujeres).
El artículo concluye que: “los perpetradores de la violencia pueden incluir al Estado y sus
agentes, miembros de la familia (incluyendo esposos), amigos, pareja íntima u otros parientes así
como extraños (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2006).
Los grupos guerrilleros cuando dominaban, imponían también sus condiciones a las
empresas petroleras y a todos los que buscaban el desarrollo económico de este departamento;
luego llegaron los paramilitares e hicieron lo mismo que los grupos guerrilleros, se apoderaron de
las zonas del Putumayo, con la anuencia de las autoridades locales y empezaron a manejar a su
antojo las realidades de las comunidades; los abusos se dieron por doquier, los asesinatos, el
reclutamiento de mujeres y de niños como combatientes a su ideología, así como lo hacia la
guerrilla; estas situaciones violentas entre los grupos, produjo violación a los derechos humanos;
desplazamiento forzado, cambio en las normas de convivencia; enriquecimiento ilícito a costa del
trabajo del campesino sembrando hoja de coca; las aberraciones de la violencia en todos sus
órdenes se manifestó en esta región del Putumayo, hasta la delincuencia común, también hizo su
festín, la inseguridad ha crecido considerablemente, secuelas del narcotráfico y de la vida fácil a
la que estaban acostumbrados.
Esto ha permitido para que la mujer salga de su ostracismo, sometida del machismo y las
mujeres del Putumayo, participan, son protagonistas de las transformaciones a nivel de familia,
de comunidad, superando las dificultades, los retos que se le presentan por ser líderes de cada
comunidad del Putumayo. La mayoría de ellas han sido víctimas, tanto directas como indirectas
de la violencia en el campo y pueblos del Putumayo; afectadas por la marginación, pobreza,
desplazamiento forzado por aquellos grupos que estuvieron en guerra y que ahora se están
rearmando nuevamente. A pesar de habérseles vulnerados sus derechos, las mujeres líderes,
demuestran que se han apropiado de su rol, de ser líderes, dirigentes de sus comunidades; parece
absurdo la violencia las despertó y sacó de su interioridad, ese don de liderazgo, compromiso,
responsabilidad de luchar por otras mujeres, niñas, niños y hombres que se encuentran en las
condiciones que ellas estuvieron. Este capital humano de las mujeres líderes del Putumayo, de
cada región, muestra la valentía, el coraje, la fuerza indígena, mestiza, afroamericana, de sus
capacidades, de su fuerza como mujer para afrontar aquello que el temor, el miedo, las hacia
esconderse y salir huyendo y que hoy, con la unión de todas, son capaces de afrontar los retos
imposibles, pero con la ayuda de Dios, todo lo superan.
Y empoderamiento se conoce como: el proceso por medio del cual se dota a un individuo,
comunidad o grupo social de un conjunto de herramientas para aumentar su fortaleza, mejorar sus
capacidades y acrecentar su potencial, todo esto con el objetivo de que pueda mejorar su
situación social, política, económica, psicológica o espiritual. (Significado de Empoderamiento).
Por tanto, las mujeres del Putumayo, formaron este colectivo o grupo social de mujeres
afectadas por la violencia tanto directamente como indirectamente, en diferentes situaciones:
económicas, políticas o sociales, marginadas, excluidas por su sexo, raza, religión, entre otros
motivos. Su finalidad es organizarse, tener la oportunidad de trabajar, de luchar por mejorar las
condiciones de vida de otras personas, lo que importa es el otro como ser humano, sea hombre o
mujer, niño o niña, de un credo u otro; de una etnia o afroamericana; lo que importa es el ser
humano, para que se ayude y ayudarlo a mejorar sus condiciones de vida. Es así, que este grupo
que busca reivindicar a la mujer putumayense tiene como misión: Empoderar a las mujeres y sus
organizaciones, a través de estrategias de exigibilidad de derechos (políticos, sociales,
económicos, culturales y ambientales), con el fin de recuperar el tejido social afectado por el
conflicto armado y la violencia social y construir así, un Putumayo con equidad de género y en
paz. (Alianza Mujeres Tejedoras de Vida).
Fortalecidas por su trabajo tienen una visión que las ha llevado a ser protagonista de una
nueva construcción humana de mujeres en pro del desarrollo del Putumayo: una alianza
fortalecida y consolidada, con capacidad de incidencia política y movilización social; reconocida
a nivel regional, nacional e internacional, como un espacio de interlocución válido en la defensa,
promoción y generación de políticas públicas con perspectiva de género que se traduzcan en el
disfrute pleno de nuestros derechos (Alianza Mujeres Tejedoras de Vida).
Es así que las bonanzas, panaceas que se pintaban como el dinero fácil, el enriquecimiento
de la noche a la mañana, fue un sueño, una ilusión y en vez de traer felicidad, trajo todos los
males a la región del Putumayo. Como dice el documento: “La coca presentó un falso
bienestar y la idea de dinero fácil; la gente no quiere cultivar alimentos, pues no genera los
mismos recursos. Además, la dificultad de la comercialización y la imposibilidad de competir
con empresas grandes que llegan con productos baratos…, falta de asistencia técnica; nosotras
también podemos seguir sembrando alimentos, pero nos faltan conocimientos para hacerlo
mejor..., con mallas para defenderlos de los animales. El estado debe aportar y eso no son
imposibles; son apoyos que nos facilitarían... (Testimonio de mujer de Puerto Ospina, mesa de
trabajo Puerto Leguízamo). (Caracterización de la situación de las mujeres del Putumayo 2007-
2008).
Se ve, que la mujer a pesar de trabajar con verraquera, sigue viviendo en la pobreza; que
el ahorro se malgasta porque es la cabeza del hogar o lo pierde por culpa de los delincuentes o de
los grupos que extorsionan, que le exprimen lo poquito que tienen; así la mujer siente
deshumanizada, sometida a las condiciones de vida generada por los seres humanos y por la
inoperancia del Estado; zonas de esta región donde el estado es la guerrilla, la delincuencia, el
narcotráfico, que imponen su ley, su orden, organización y de cómo se debe vivir y qué hacer.
No se valora a la mujer en su trabajo como la educadora de sus hijos, la de ayuda mutua
para el hombre; no se le reconoce esta labor, más bien, se la utiliza como la sirvienta de la
familia, del hogar y el derecho a estudiar, profesionalizarse en algunas zonas rurales, es truncado
porque los padres de familia, no quieren que estudien, que mejor se dediquen a sus labores de la
casa, del hogar o también son truncadas por el reclutamiento de los grupos guerrilleros y ahora de
los reincidentes al proceso de paz; también de los grupos paramilitares, que todavía circundan por
la zona y que el estado se hace el de la vista gorda y de los grupos delincuenciales, que están a la
caza de estos seres indefensos para aumentar sus grupos o del narcotráfico, que ven la
desesperación de las familias por sobrevivir a los problemas y utilizan estas niñas o adolescentes
como mulas o juego de sus diversiones sexuales.
El mundo pareciera que estuviera patas arriba, la mujer es malmirada y de la gran mayoría
que debería educarse, profesionalizarse, son un pequeño número que llega a esta meta deseada,
pero la realidad, nos demuestra, que muchas de ellas, se quedaron en el camino, debido a
embarazos prematuros; drogadicción, alcoholismo, trabajadoras sexuales, prepagos, mulas,
suicidios, delincuencia, ingreso a la guerrilla o a grupos paramilitares y últimamente a un
crecimiento de lesbianismo. Los valores se trastocaron, el respeto a la mujer desde la niñez se
está perdiendo, más prima lo material que lo espiritual y aquellos valores artificiales creados por
la sociedad son más importantes que los valores heredados a través de nuestras familias. El tener,
el poder y el placer son los nuevos dioses, amos de los y las jóvenes de hoy; ya no quieren
estudiar, más bien quieren tenerlo todo fácilmente y los caminos que siguen, creen que lo van a
lograr, pero en el fondo el choque es impresionante para sus existencias, sus vidas como
personas.
Es así que el grupo “Alianza Mujeres Tejedora de Vida”, busca darle sentido a la mujer,
capacitarla, dotarla de conocimientos, de habilidades, de fortalecer su liderazgo, para que sea
protagonista en la construcción de un nuevo país, de eliminación de la violencia hacia las mujeres
y niñas; del rescate de los derechos humanos y de su aplicación en las comunidades donde cada
mujer trabaja como su líder. Se necesita más mujeres valientes, capaces de ayudar a otros a salir
de las situaciones en que se encuentran. A buscar el bienestar social, comunitario que el bienestar
individual y para ello se siguen fortaleciendo estos grupos de mujeres valientes Tejedoras de
Vida, que en un futuro no lejano los resultados serán halagüeños y de verdadero cambio del país.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Recuperado de:
http://www.caritas.org.pe/documentos/documento_conclusivo_aparecida.pdf