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CONFERENCIA DE LOS PÁJAROS: PEDAGOGÍAS PARA EL POSTCONFLICTO

COLOMBIANO

Por: John Rodríguez Saavedra

Conferencia de los pájaros es un libro didáctico para estudiantes de primaria y de


colegio enfocado hacia la apropiación del postconflicto colombiano, editado por
Puntoaparte. Basado en el poema persa del mismo nombre escrito por Farid Ud-Din
Attar en el siglo XII, diseñado por Lina Cabrera, imaginado por Lisa Neisa y adaptado
por el escritor colombiano Santiago Gamboa, en su primera edición fue lanzado en la
Feria Internacional del Libro de Quito en 2012 que tuvo a Colombia como país
invitado.

Nominado en 2014 en dos categorías a los International Latino Books Awards como
best educational children's picture book- Spanish or bilingual y Most inspirational
children's picture book –spanish or bilingual, y al Premio Lápiz de Acero en la
categoría de editorial, Conferencia de los pájaros es un libro-taller-lúdico en formato
blanco y negro para que los niños lo intervengan y se apropien de él. Con un CD
respaldado por la emisora HJCK de Bogotá para apoyar la lectura del texto central,
además de juegos y actividades que incluyen la investigación, la memorización, el uso
de las nuevas tecnologías y la fotografía, actualmente es utilizado por los colegios
bogotanos San Carlos, Gimnasio Británico, Gimnasio los Robles y Gimnasio
Femenino, para poner en práctica la ley 120 de convivencia escolar para el aula.

Después de una travesía de trabajo social con comunidades para reconocimiento de


derechos por India, Barcelona y México, Lisa Neisa, creadora del proyecto, llegó sin
nada a su apartamento de Bogotá en 2011. Allí armó la agencia de pedagogía Click. Con
el escritor Santiago Gamboa habían pensado en hacer textos poderosos para lograr
que los niños pudieran acceder a la literatura clásica, y de ahí nace la idea de
Conferencia de los pájaros.

Pero para llegar a Conferencia de los Pájaros, Lisa y su equipo tuvieron que pensar en
cómo pasar algo complejo como los derechos a través del poema, pues el material que
existía para niños, según su percepción, o lo estaban volviendo muy sencillo, o le
estaban quitando toda la complejidad al punto de casi asumir a los niños como si
fueran brutos.

Que todo el mundo habla de paz, dice Lisa, y que nadie se sabe ni siquiera el artículo
primero de la declaración de los Derechos Humanos. Por eso, la idea fue buscar que
se aprendan el artículo primero, y ya después ver cómo ponerlo en práctica a través
de internet, de jugar, de colorear, de irlo integrando en el cotidiano de los niños.
Cuando volvió encontró al país muy polarizado. Muy radical: negros y blancos, poca
capacidad de escucha y de poder mantener sanamente una conversación entre dos
polos opuestos. Pero ahora lo ve peor: toda reflexión sobre el ser humano está
eliminada, nos ponemos en bandos, dice. Ponemos un color, un nombre, y allí está, y
nos atrincheramos.

En Bogotá, trabajó también durante un año y medio con el Centro de Memoria


Histórica en la difícil tarea de hacer pedagogía sobre la masacre de El Salado, ocurrida
el 18 de febrero del año 2000 cuando 450 hombres de bloques paramilitares de los
Montes de María irrumpieron en el casco urbano de esa población, en el departamento
de Bolívar al norte del país y asesinaron a 66 personas. Fueron días de pasar al lado de
los paramilitares, otros al lado de los militares, otros al lado de guerrilleros y otros al
lado de los campesinos. La guerra no era entre buenos y malos, en blanco o en negro,
sino que estaba llena de grises. Entonces empezó el proceso de vivir la experiencia
parados en la línea de tensión que, por un lado se inclinaba hacia el entender, y por
otro hacia el justificar. Cuando uno dice: entiendan, la gente dice: no, usted ya los está
justificando, reflexiona Lisa.

Por su parte, el filósofo y docente de la Universidad de los Andes de Bogotá, Sergio de


Zubiría, quien hizo parte de la Comisión Histórica del Conflicto, en una de sus tantas
reflexiones sobre el tema planteaba que el concepto de postconflicto tiene dos peligros
en Colombia: el primero, la idea de que una vez se firme un acuerdo entre la
insurgencia (insurgencias), y el gobierno, acabaría el conflicto y daría paso al
postconflicto. El segundo la idea de que lo que va a venir después de la firma del
acuerdo, es la ausencia de conflictos. La idea de una noción de paz negativa. En el
campo práctico, hay también unos desafíos, cinco en Colombia, cada vez más notorios:
¿Cuál es la finalidad (el sentido), para estudiar el conflicto? Algunos pensarán que es
para entender su funcionamiento, como Habermas, una especie de ciencia empírico-
analítica, es decir, tratar de comprender, estudiar las lógicas de funcionamiento del
conflicto, por una especie de afán cientifista.

La pregunta que nos hacíamos en la Comisión, dice de Zubiría, empezaba por ello:
¿Para qué vamos a investigarlo? Tenemos que, además, hacer una cartografía, de cómo
se ha analizado el conflicto en Colombia: si el acento ha sido jurídico, filosófico (que
ha sido muy escaso), sociológico, cultural, ético en la comprensión, y hasta llegamos
a decir que en América Latina, Colombia es el país que más ha aportado en Ciencias
Sociales porque hemos creado una rama que se llama la Violentología, un tema que
produciría bastantes dificultades, pero que sí, en el fondo, una de las labores que está
por hacerse, y ya Jefferson Jaramillo, decano de la facultad de Sociología de la
Universidad Javeriana, ha empezado la senda, por lo menos, es mostrar, de las doce
comisiones del esclarecimiento histórico que ha habido en Colombia, cómo han
operado tres de ellas, cómo han abordado metodológica y filosóficamente el problema
del conflicto, y nos quedan pendientes nueve.

El padre Manuel García Durán, del Centro de Investigación y Educación Popular,


CINEP, nos lo ha enseñado de manera muy hermosa: en Colombia hay, unas
aproximaciones que perpetúan en intensifican el conflicto, y otras que sí pretenden
disminuirlo, aminorarlo, decrecer el conflicto colombiano.

En ese sentido, el papel de los medios masivos de comunicación, como dice el padre
Javier Giraldo abanderado de la Comunidad de paz de San José de Apartadó: algún día
en Colombia habrá que hacer un tribunal, casi un tribunal de Núremberg, a los medios
masivos monopólicos de Comunicación, porque aquí hay muchos actos que se dicen
en nombre de la Paz, que solamente son actos de guerra, exterminio, venganza,
crueldad.

Allí, la pedagogía del dilema funciona muy bien, dice Lisa, porque un dilema bien
planteado sigue siendo un dilema mientras uno no contesta. Las preguntas de la forma
¿cómo se les ocurre irse con los paramilitares?, o ¿cómo se les ocurre darle un vaso de
agua a la guerrilla?, no se resuelven fácil. Por eso para Lisa y su equipo fue muy
enriquecedora la experiencia. Nadie salió ileso de ahí, cuenta. La estrategia para hacer
pedagogía de la masacre estuvo basada en varias voces, escoger un mismo hecho, y
verlo desde diferentes ángulos: plantear un dilema a ver si lo contestan tan fácil,
además de un abordaje cronológico pero siempre desde diferentes voces que se
contradicen, que se contrastan, y en esas contradicciones siempre hay una parte de la
verdad. No cerrar el discurso, abrir el debate acerca de qué hubiera pasado.

Las herramientas que usaron en ese trabajo fueron muy importantes. El equipo es
interdisciplinar, y ofrece herramientas para que la gente pueda leer su cotidiano de
manera crítica, pero también constructiva, y para eso trabajan mucho la imaginación.
Tienen claro que alguien sin imaginación es alguien sin la posibilidad de soñar.

Otra parte importante de esa pedagogía es estar en un lugar en donde uno no sabe.
Porque todo el mundo tiene que saber. Promueven el reconocimiento del no saber,
porque cuando alguien no sabe, se abre más, está dispuesto a entender, a escuchar. Y
sumado a eso, análisis de documentos, fotografías.

Es muy complicado porque uno comparte momentos con los actores armados y sale
diciendo que son unos bacanes, unas personas chéveres. Uno se encuentra con una
persona que le cuenta una historia, que le sirve un café, que le cuenta un chiste, que
le explica la situación desde su punto de vista. Esos encuentros con esa gente tan
diversa fueron muy importantes. Y para eso había que llegar abiertos. Yo le decía al
equipo: respirando y dispuestos a escuchar. Había por ejemplo, militares con todo un
discurso montado para nosotros les creyéramos, pero teníamos que dudar, dice.

No hablaron con altos mandos. Hablaron con soldados rasos, y eran historias muy
similares. Que las botas pesaban un montón, que tenían sed y nadie les quería dar
agua. En el Centro de Memoria Histórica quedaron con las herramientas que se
construyeron, pero el equipo decidió salirse porque, según ellos, faltó rigor en el
trabajo por parte desea institución.
Según Lisa, eso les sirvió también para entender que Colombia está llena de una jerga
absurda. Una de las premisas del Centro de Memoria Histórica era: esta masacre se
presentó porque estigmatizaron a todos los campesinos como guerrilleros. Entonces
el estigma era una de sus líneas y ellos se dieron cuenta de que esa no era la base y
decidieron pasar de la retórica a los objetos.

Además, de Conferencia de los Pájaros, desde la agencia de pedagogía Click están


desarrollando el proyecto Objetos por la paz, en el cual proponen sus usos no sólo
para el postconflicto, y no sólo para un país en guerra.

Entre los objetos están: Dale la vuelta, que sirve para trabajar la identidad, la empatía
y los puntos de vista a partir del movimiento corporal que de acuerdo a la ubicación
posibilite abstraer informaciones acerca de algo particular; la Camiseta del silencio,
que tiene que ver con que quien se la pone tiene posibilidades de silencio y de escucha,
es decir, quien se la pone tiene que escuchar; La Matrushka, que funciona para
entender lo chiquitos que somos frente al mundo y los poderosos que podemos ser,
para ubicar desde el sistema solar en dónde estamos, quiénes somos; La vasija de la
reconciliación, que se rompe, y plantea cómo rehacer eso. Son vasijas para romper.
Este objeto está inspirado en una reflexión que tienen los japoneses frente a eso. Ellos
rellenan los vacíos con oro y la vasija rota después de reconstruida se vuelve más
bonita. De ahí sale la invitación a pensar reflexivamente sobre qué hacer cuando uno
rompe algo y sobre qué significa cuando uno trata de reconciliar eso. Además de
incluir el concepto de reparación porque en todas las apuestas que desde ya se le están
haciendo al postconflicto, el concepto de reparación es muy importante para pensar
cómo van a reparar a las víctimas.

Hay otros objetos que están en construcción como el juego de la diferencia que
trabaja, no sólo sobre la diferencia, sino también sobre la igualdad para entender que,
a pesar de las diferencias de todo tipo, estamos en el mismo lugar: enfatizar la
diferencia para llegar a la igualdad.

Actualmente, Lisa y su equipo están trabajando en un proyecto de Arte para la Paz,


para la Fundación del cantante Juanes. Hicieron la metodología para lograr entrar al
aula a través del arte y poder construir valores y ciudadanías.

Ésta es la quinta edición de Conferencia de los pájaros, galardonada con el premio


Crea Digital 2015 en la categoría de coproducción para el desarrollo de libros digitales
interactivos (e-books), con fines culturales y educativos otorgado por los Ministerios
colombianos de Cultura y de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. A
pesar de que las librerías en las que se distribuye el libro en Bogotá se quedan con el
40% de la venta, siguen más que nunca avanzando con el proyecto y lo están ofertando
incluso en almacenes de artículos para niños.
También hacen parte del equipo de trabajo de la agencia pedagógica Click, Brigitte
Chateauneuf, José Chehab, Diana Ospina, María Angélica Ríos y Mariana Leiva Ponce
de León, entre otros.

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