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En todo caso la propuesta es una aproximación etnográfica para pensar los

símbolos relacionados con todo eso, pues tal vez es más atractivo que volver a
re-escribir una historia de las ideas en tomo a ellos.
Con toda seguridad la propuesta de una aproximación etnográfica hará evi-
dentes las carencias de este libro. Faltan muchos más datos etnográficos. Pero eso ,
debiera alentar a buscarlos en la abundante bibliografía. y si contribuye la lectu-
ra de éstos a esa búsqueda habrá que asumirlo: ¡Este libro es muy limitado! INTRODUCCION
Además, los temas aquí sugeridos posiblemente despierten interés por otros simi-
lares. Y si es así y se persiguiera su estudio se habrá cumplido uno de los objeti-
vos básicos: el situar a los lectores en una dirección prometedora de formación Símbolos con los que vivimos
como antropólogos)'

La lista de agradecimientos tendría que ser muy larga. A unos porque nos
despertaron el interés hacia determinados problemas, a otros porque nos guiaron El intento de definir los símbolos es muy loable, aunque reserva una recom-
a través del laberinto del conocimiento, a otros porque nos estimularon a la refle- pensa desco~~ona~ora. Tal v~z lo mejor de los símbolos no sea definible y parte
xión incluso aun cuando condujera hacia la perplejidad, a otros porque apuntaron de su atracclOn este en que Siendo aparentemente frágiles e inconsistentes mue-
certeramente hacia las cuestiones centrales y a otros también porque nos enseña- ve~ y conmueve~ con enorme fuerza a las sociedades humanas. Tumer (Victor)
ron a encontrar disfrute entreteniéndonos con las intranscendentes. Todos ellos ammó a su estudio conclu~endo su ensayo de revisión de 1975 con una frase que,
maestros, colegas, y algunos las dos cosas a la vez y, además, amigos. pese a lo que promete, mas que otra cosa debiera parecer ingenua: "Dominamos
y agradecimiento hacia aquellos con quienes compartimos el descubrimiento al mundo mediante signos y a nosotros mismos mediante símbolos". Y efectiva-
de horizontes, el trabajo esforzado de la lectura etnográfica, el apasionamiento por mente mu.chos los han ima~inado como una fuente de poder, pero mientras que
la reflexión. y también hacia los que mostraron dudas, incomprensión, a veces unos se tienen como dominadores, otros se han considerado "servidores" de
desdén. Todos ellos alumnos, también colegas. Y algunos además amigos. ellos. De todos modos y pese a que podría hacer que se tomara el intento de defi-
Escribir es vivir y los agradecimientos tienen que llegar hacia aquellos que nición con toda la responsabilidad, las cuestiones centrales puede que no se
fueron ejemplares en la hospitalidad (en particular los profesores Stanley resuelvan tan sólo con eso.
Brandes en Berkeley y Carol Greenhouse en Bloomington y hacia el Department Hay toda una selva de definiciones de símbolos. Lo cual habla sobre todo de
of Communication and Culture de esa misma universidad), y hacia aquellos la e~~i~ inclinación hacia ellos que se ha mantenido durante muchos siglos de
otros que mantuvieron fielmente la reciprocidad en la distribución de las tareas tradición. Intelectual occidental. Apenas se ha entrado en analizar qué entienden
del Departamento. y hacia mi familia, los que se fueron, los que están y los que otras sociedades humanas por estos tales instrumentos de "dominio". Es posible
están por llegar. Gracias a todos ellos por haber hecho que la vida siga y la escri-
que a algunas les resulte muy extraño concebirlos así y ni si quiera les parezca
tura también. aceptable que lo que se tenga que destacar de ellos es que ejercen dominio. A
menudo se han empleado para definir a la especie humana, homo symbolicus. K.
Burke (1989) entre otros. Eso implica ser creador, fabricante de símbolos mani-
pulador, habituado a ellos, etc. Pero tiene interés recoger los otros aspec;os que
Burke añade en la definición de hombre: inventor de la negativa, separado de la
~ondición natural por los instrumentos que él mismo fabrica, movido por un sen-
t~do de ?rden, ob~sionad? por la perfección. Estos no son sólo rasgos de singula-
ndad, SinO que a diferenCia de otros planteamientos, éste subraya la necesidad de
contemplar la manipulación de símbolos no como característica única, singular,

12 CUERPO Y ESPACIO
INTRODUCCiÓN 13
sino ligada a otras. Que los símbolos tengan.algo de neg~~ión, de separación del un plus de significación. Y en ese plus está algo del peso social que el símbolo
mundo natural, de sentido de orden y de ansia de perfecclOn puede quedar como lleva como acción social. Tal plus social incluye vinculación, pertenencia a un
grupo, co-participación, compartir, identidad social, adhesión, sim-patía, cohe-
una sugerencia. sión, solidaridad, sentido de comunidad, representación social, etc. y lo que impli-
En la selva de las definiciones hay mucha confusión y bastante decepción, can específicamente las distintas relaciones sociales, incluidas el parentesco, la
hasta el punto de pasar de confiar a los símbolos el papel ~e.ntral y comú~ en. la asociación, etc. Este plus social va sobreañadido a las significaciones ideológicas
explicación del comportamiento social en los tiempos, claslcos de las CienCiaS que pudiera hacer explícitas o a las que meramente aluda.
sociales a la propuesta decidida de desmantelar las teonas que se ~an entramado
en tomo Íl ellos y abandonar toda esperanza de lograr nada sustantivo, como pro- Entre estas dos grandes opciones la Antropología Simbólica ya tiene campo
tección necesaria tras tanta herida en la comprensión producida por la especula- más que de sobra si se pronuncia por una definición más restringida. En la línea
ción (Skorupski, J. 1976). Y los símbolos en parte debido a algunas decepciones de la expuesta en este segundo lugar. El problema de la significación ya es bas-
parecen haber caído-en manos de las escuelas extr~cadémica~ Y paracie~tíficas tante gravoso·.
como señuelo que· aprovecha un aura que en las SOCiedades. occldent~les a~n d~be Este libro tiene como propuesta hacer una aproximación etnográfica a los
tener si es que da para mantener tales escuelas. Pero -y SI se penrute la lroma-, símbolos. Eso incluye el intento de abordar el problema de la significación con y
si se está dispuesto a aceptar que con las metáforas vivimos (Lakoff y Johnson), sobre la infonnación etnográfica misma y podrá apreciarse que la tarea es enor-
con los símbolos no tiene por qué ser menos. me tan sólo explorando algunas de las vías que se abren. Para comenzar sólo se
Habría dos posiciones primarias. La-primera ase~ura que h~y razones para requieren algunas claves de reconocimiento.
asumir que todo el amplio campo de las representacIOnes .podría ~star c~blerto Antes de nada se reconocen símbolos en la cultura como un todo, no tan sólo
por el concepto de "símbolo" y la capacidad para el lenguaJe debena, c?nslder~­ en alguna de sus parcelas. En primer lugar porque en muchas sociedades sería
se capacidad simbólica (Sapir, Elias, Burke, entre otros). La más baslca defim- artificioso establecer sectores y, habiéndolos, porque no se podría dejar de per-
ción sería: Aquello con lo que se re-presenta algo o aquello que lo re-presenta cibir que están tan estrechamente interpenetrados que no podrían tomarse como
(hay alguna sutileza en subrayar uno u otro enunciado). y ~odría ser bastante disociados. No hay parcela de la cultura en la que los símbolos no encuentren
como para generar consenso en las ciencias humanas y SOC1al~S aunque .sea a campo de acción: la religión, el arte, la política, la vida social, el trabajo, la gue-
costa de dejarla en algo indetenninado Y vago. De manera excesivamente Simple rra, la salud, la alimentación, la comunicación, el control social, etc. La clave
pasa por alto los tantos niveles que se despliegan indefinid~ente con ellos y que está entonces en la dificultad de contención de los símbolos en un ámbito o par-
Geertz advirtió utilizando un cuento indio. Esta perspectiva acaba englobando cela, pues se captan difundiéndose e invadiendo muy distintos campos e impreg-
todo lo que hay en la cultura, en las culturas humanas, que pudiera ser tenido nando o tintando muchas de las áreas de la cultura. Algunos símbolos pueden
como cargado de sentido. llegar a ser ubicuos. Por todas partes se encuentran o en todas las ocasiones los
Habría otra perspectiva algo más restringida, pues hay razones igualme~te miembros de una cultura los invocan y manipulan. Y no por eso necesariamen-
para enfocar la atención hacia esa especial representació~ qu.e no sólo. ~efi~re smo te son visibles desde el exterior. Habitan en las mentes de las gentes y con ellos
que ilumina, no sólo indica sino que guía, no sólo.transrrn~e mfonnaclOn ~mo que ven el mundo. En ocasiones, con los símbolos se cumple estrictamente esa regla
le da carácter de incuestionable, no sólo traduce smo que mterpreta, no solo ofre- etnográfica malinowskiana de ver el mundo desde-con los ojos del nativo y que
ce la aprehensión de algo concreto sino que es capaz de condensar t~o un camp? Geertz situó en el núcleo de la interpretación de la cultura, el "punto de vista"
de realidad en un simple perfil, en un mero gesto, no sólo proporcIOna conocI- del sujeto. Y si se cumple, es entonces cuando se hacen visibles o más bien, se
miento sino que arrastra a la acción, no sólo capta sino que significa, no sólo pro- comprenden. Es cierto que en no pocos casos siendo tan visibles, tan sobre-
porciona experiencia sino saber, no sólo ofrece explicacion~s sino que conmue;e, salientes, parece que hacen pasar a segundo plano u ocultan las acciones ordi-
no sólo abre a la realidad sino que penetra en las profundidades de ella, no solo narias. Como ilustración paradigmática se recordará que, en el anillo del Kula,
se adentra en el interior humano sino que lo transciende, no sólo revela sino qu.e Malinowski quedó subyugado por la circulación de collares y brazaletes, ofren-
desvela no sólo se hace con lo particular sino que con ello se proyecta en lo um- das valiosas y aparentemente sin valor material que se transfieren los asociados
versal Úodas ellas características a las que han dado realce las distintas escuelas comerciales de las islas Trobriand y anejas en sus encuentros económicos y, por
simbólicas). Por poco que se quiera decir con todo ello, al menos está cargado de supuesto, sociales.

INTRODUCCiÓN 15
14 CUERPO Y ESPACIO
Una complicación, innegable es la naturaleza inespecífica de los símbolos. lo mismo se podóa de decir de los objetos, cuyo carácter de 'simbólicos' lo
Son objetos, naturales y artificiales, de factura simple o muy compleja, únicos o adquieren por las acciones sobre ellos.
en conjuntos, de materia perdurable o efímeros, conservados cuidadosamente o
Habóa de reco~ocerse que los símbolos no son entidades completas, acaba-
desdeñosamente dejados tras su uso como si nada, imponentes o minúsculos,
das por sí mismas. Esa que entiende que una vez hechos están ya acabados es una
localizados en el entorno inmediato o lejanos hasta importar una larga peregrina-
apreciación que pone su confianza en la creatividad humana y admira la obra aca-
ción hacia ellos. Pero son también acciones, o más bien secuencias de acciones.
bada como una muestra de la capacidad (y de la ambici6n) de perfección que dis-
Son rituales, ceremonias, etc., procesos complejos y muchas veces coimplicados
tingue ~icen- a los seres humanos. Más bien el proceso así detenido deja a los
de injustificada separación que requieren tiempos y espacios propios y diferen-
ciados de la secuencia de acción de la vida cotidiana, o meros actos insertos en símbolos petrificados, como parados en el tiempo o tal vez imagina que ya están
ella que se realizan en casi cualquier parte. Son conocimiento, imagen, palabra, fuera de él. Pero el proceso está en marcha a pesar de todo. Nunca están hechos
gesto, técnica, etc. Tambiah ha subrayado que los rituales comunicativamente tra- del todo. Los símbolos están permanentemente ofrecidos a la interpretación y
bajan en multimedÍa,-aunque no seóa la función comunicativa la única que faci- ésta no es algo complementario o sobrevenido sino que forma parte de ellos.
litaóa el justificar la variedad de medios en los que se desarrollan. Son multifun- (Sólo un ejercicio de solipsismo vano demasiado frecuente en el arte occidental
cionales, como señaló Rappaport a propósito de las ceremonias de los tsembanga imagina que la obra perfecta acaba en sí misma). Al contrario, es obligado
maring, operan como indicadores cibernéticos y reguladores de los ciclos de incluirla. El proceso de la significación en ellos es en principio indefinido. Los
energía de una sociedad, entre otras muchas posibilidades. Y aún en esas funcio- símbolos son sometidos a interpretaciones y reinterpretaciones continuamente.
nes habóa que seguir subrayando que lo hacen de modo redundante y multime- No son sólo creados sino recreados, reproducidos, reelaborados, reapropiados,
dia. A veces asaltan la sensibilidad de los sujetos participantes por todos los acomodados, refinados, glosados, manipulados, descargados, vaciados, revitali-
medios, sonidos ótrnicos, melódicos, voces, imágenes visuales, aromas, gustos, zados, amados, venerados, odiados, sacralizados o profanados, despreciados,
substancias estimulantes, tactos, movimientos, etc. Se podóa destacar igualmen- destruidos, ... Interpretación o reinterpretación está aquí refiriendo todos aquellos
te que son palabras, aunque sólo sea por negar que los símbolos irremediable- usos que en cada sociedad humana sus miembros dan a los símbolos con los que
mente hayan de ser inefables. Más que palabras únicas, discurso, incluida la posi- se identifican, los que dinamizan su vida social, los que les mueven en sus com-
bilidad de que se produzcan en interacciones con entidades invisibles, portamientos cotidianos y también en los excepcionales.
transcendentes. y no son fijos. Eso se refiere en principio a la inestabilidad de sus formas, sus-
Si se tomara una de las especificidades señaladas como paradigma de los sím- ceptibles de ser reutilizadas para generar otras, lo que manifiesta la inagotable
bolos -yen particular los objetos- es posible que se esté contaminando de obje- creatividad de la especie humana, aunque también es posible descubrir que no son
tualidad el concepto. Parece razonable, por el contrario, tomar de forma asocia- más que variantes unas de otras, con lo que se podóa concluir lo contrario. Pero,
da objetos y acciones. Curiosamente a veces los objetos símbolos parecen además, el que no sean fijos sobre todo tendóa que implicar que habóa que renun-
surgidos de la nada, como caídos del cielo o venidos desde la noche de los tiem- ciar de una vez por todas a tomar los significados de los símbolos como definiti-
pos y esta visión suele ir acompañada de una sacralización , no por haber caído vos. Se cree a veces que determinadas formas originarias mantienen los significa-
del cielo sino porque gana virtud si tiene como entidad autónoma. El discurso dos primeros a lo largo del tiempo como si quedara en ellas una especie de señal
generado en tomo a ellos adopta la textura de un mito. Pero la etnografía mues- indeleble. Más bien se trata de renovaciones o incluso de reinvenciones que ade-
tra insistentemente las acciones que los acompañan, de modo que los objetos no más aprovechan el halo de tiempo antiguo que parece que tienen algunos símbo-
simplemente están, sino que son manipulados, usados de modos prescritos o sim- los. (¿Es que hay alguna posibilidad de asegurar que ciertos signos prehistóricos
plemente habituales. El término "manipulación" no tiene aquí ninguna connota- reconocidos como cruces svásticas significan lo que éstas llegaron a significar en
ción , o si se quiere, todas, y no debiera contener sólo la idea de desvirtuaci6n o el Tercer Reich, como algunos pretenden?). La pretensión de fijeza, que en no
desgaste, sino también las de engrandecimiento, reforzamiento, mantenimiento, pocos casos se confunde con ortodoxia es lo que habóa que explicar. Algunas
etc. , ni tampoco sólo la idea de habilidad interesada, sino igualmente las de res- sociedades humanas parecen dispuestas a asumir la antigüedad indefinida de las
peto, cuidado, etc. Las acciones no son accesorias respecto a los objetos sino que formas y una supuesta continuidad de la significación que se les atribuye. Pero no
los activan, y en buen medida los rehacen cada vez. No necesariamente :!IclÜÍzan es fácil disociar si esa significación debeóa atribuirse propiamente al tiempo anti-
las acciones el carácter de 'simbólicas' por los objetos hacia los que se orientan, guo ejerciendo como tiempo originario o a las virtudes de las formas simbólicas.

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Que las interpretaciones no son unifonnes debeóa ser tenido como la nonna. condensación precisa que se encuentran arracimados en los símbolos, ligados
Yeso tiene distintos aspectos. El primero se esconde en una propiedad hace tiem-. algunos con otros y no indiferenciadamente asociados sino fonnando conexiones
po advertida, la polisemia. Siempre o casi siempre se descubre en los símbolos (no propiamente podóa decirse que todos tienen que ver con todos, aunque a
varios significados. La polisemia es a veces una virtud y a veces un vicio. El len- veces se contaminen unos de otros). Lévi-Strauss en el análisis de la mitología
guaje preciso huye de ella: produce errores, mala comprensión, ambigüedad. ,amerindia -<:on algunas ilustraciones de mitología grecolatina- hallaba estas
Pero refuerza la expresividad, la recarga, la enriquece y amplía y hace más pene- ligazones fonnando pares de opuestos y, aún más, daba a la estructura mitológi-
trante la comprensión y más brillante la ejecución. Hablando en ténninos gene- ca la capacidad de la unión de contrarios, la resolución de las contradicciones. Y
rales, la historia de la ciencia está llena de avances en la reducción de la polise- especialmente la de la naturaleza y la cultura. Algo hay de naturaleza y de cultu-
mia, mientras que la historia del arte o de la literatura lo está de fonnas de ra a la vez en los símbolos, y pueden hacer de una o de otra sin dejar de ser la
reconfigurarla y por tanto en las versiones occidentales de ellas se situaóan en contraria. Pero habóa que tomar la aquí citada "naturaleza" con cautela, pues no
polos opu~tos acerca del valor de la polisemia. En el análisis de la cultura es sin se trata sino de la naturaleza "percibida", o si se quiere, de la naturaleza "proble-
embargo una actitud' cíe trabajo básica aceptar que en la vida social las interac- matizada" en cuanto fuente de riesgos y de recursos para las sociedades huma-
ciones se producen interpretando los acontecimientos y los comportamientos, nas. Los animales que hablan, por citar un tema clásico, eran un ejemplo para-
unos actores sociales respecto a otros, y esto supone desplazarse continuamente digmático de esa unión de contrarios. Aunque el contenido de las conversaciones
de uno a otro polo. A veces el orden resulta de la homogeneización, la reducción casi siempre reproducía los conflictos y preocupaciones humanos.
de los significados a un conjunto limitado e inequívocamente comprensible y En la multitud de significados se recoge en realidad todo un amplio abanico,
otras resulta de la compleja asunción de la diversidad que pennite convivir por de ideas, creencias, concepciones del mundo, de la sociedad, abstracciones, prin-
consenso y compartir por coincidencia. En este caso la unión no tendóa que ser cipios de acción, itinerarios biográficos, orientaciones para situaciones cotidianas
sorprendente, ni tampoco en el primer caso la escisión. o especiales, etc. Pero también las experiencias propias, los estados de ánimo, los
Sapir había puesto énfasis como propiedad crucial de los símbolos en la con- sentimientos despertados, las pasiones, la memoria de la sensibilidad acumulada.
densación, que es uno de los refinamientos de la polisemia. Se pretende decir con No están integrados sólo por ideología, principios religiosos, políticos, morales,
ella que una multitud de significados están prendidos de una fonna significante ideas cumbre, etc., sino por lo que en la tenninología semántica se llamaban
"connotaciones". A diferencia de las visiones intelectualistas que llenan los signi-
(y de variantes de ella) con capacidad de incremento por asociación conveniente
ficados de los símbolos con grandes ideas, las aproximaciones etnográficas a la
con otras fonnas significantes. Cabe advertir que respecto a los símbolos la fonna
significación constatan una y otra vez que el 'sentido' que tienen y cobran los sím-
significante es, en relación con lo que puede llegar a significar, insignificante.
bolos es parte de las vivencias de las personas. Si la etnografía del habla ha insis-
Este juego de palabras intenta subrayar que la carga de valor está precisamente
tido en la necesidad de incluir en la significación no sólo el significado referencial
en el conjunto de significados que es capaz de vehicular. Pero no implica que las
sino el significado social de las palabras, yeso fue hallazgo reciente en las cien-
fonnas sean intrascendentes ni arbitrarias. Las interpretaciones resaltan a menu-
cias sociales, éste del significado como vivencia es viejo en la apreciación pero no
do en las fonnas simbólicas cuán motivadas están. Es casi un tópico de la sim-
había sido objeto de tratamiento teórico. Victor Turner llamó la atención sobre el
bología política hallar en las banderas de los estados modernos justificaciones de
polo "sensorial" (además del polo "nonnativo" o ideológico) de la significación
su composición y color acomodadas al territorio, al carácter de las gentes, a epi-
en los símbolos. Los ndembu utilizan substancias naturales, como el latex de
sodios de la historia de la fonnación del estado, etc. Y de modo similar los intér-
detenninados árboles, en sus rituales, que aluden directa e indirectamente a los
pretes especialistas de los textos de las grandes religiones glosan la adecuación
fluidos corporales, -en este caso a la leche materna-, y que remiten al principio
de los elementos de acontecimientos singulares en la relación entre los seres
de organización matrilineal, a los antepasados femeninos, etc. El polo "sensorial"
sobrenaturales y los humanos. Se puede apreciar, por ejemplo, en el caso de la aunque aparentemente fisiológico reclama el significado como vivencia pues su
circuncisión judía, que se verá más adelante. La condensación se convierte así a invocación ya lleva asociados los sentimientos que animan -en el caso aludido- la
veces en la base sobre la que se fundamenta el ejercicio de control sobre la mani- relación materno-filial. Aunque no tendóa que ser obligatorio refugiarse en los
pulación de las fonnas simbólicas relevantes de una sociedad. fluidos corporales (la sangre de la herida, el menstruo, el semen, el sudor, la orina,
El otro aspecto principal de la condensación tiene que ver esperablemente etc.) para hacer evidente la vivencia del significado. Turner debeóa haber tomado
con la polisemia. Ésta alude a una multitud abigarrada de significados, pero la mejor la serie de síntomas de la vivencia transida de "simbolismo": temblor, colo-

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ración de la piel, pulso, cabello erizado, pupilas dilatadas, etc. Los momentos de mirar a través de ellos) y desean que otros les miren con ellos. En su formula-
climax ritual tan frecuentes en muchas sociedades han proporcionado experiencias ción más ambiciosa, afirma que los símbolos transforman a las personas y al
suficientes de ello. Es imaginable cuál podría ser el polo sensorial de una víctima mundo que les rodea. Pero esta afirmación es, desde una óptica racionalista,
humana entregada para el sacrificio (o el de o de los sacrificadores). escandalosa, especialmente porque la concreción más habitual de ella en
A los símbolos hay que atribuir algún efecto en el entendimiento, la com- Antropología suele ser confundida con la magia. Los cantos cuna relatan un viaje
prensión, entre los miembros que los comparten y por tanto algun valor de mítico hacia la morada de Muu que sirve para superar un parto difícil (Lévi-
cemento social que contribuya a dar unidad o al menos a establecer y reforzar los Strauss, C. 1958). No sólo son los cantos, sino también los granos de cacao que-
vínculos sociales. La polisemia puede ser invocada para favorecerlo o para lo mados, las imágenes sagradas hechas para el caso (nuchu), y toda la performan-
contrario. No menos hay que reconocer que han sido a menudo motivación de ce (es decir, interpretación) del chamán que no toca nunca el cuerpo de la
enfrentamientos, en el seno de las mismas comunidades o entre grupos distintos. enferma, ni le administra ningún remedio. El desafío a la racionalidad está en la
Como mecanismo efectivo de la socialización para la solidaridad las vivencias transposición de dos órdenes de realidad. Pero ¿son realmente dos órdenes de
comunes pueden háber contribuido a hacer deseable lo que es obligatorio y a la realidad distintos? Y si lo son ¿cómo transponer elementos de uno a otro? La
vez a rechazar lo que no es común -lo que se asocia con otros- y a valorarlo noción clave aquí no es la de 'causa' , sino la de 'poder' y los símbolos son media-
como despreciable. El consenso y el disenso acerca de los significados forman ciones en relaciones de poder. Los que las hacen visibles y a la vez los que las
parte de la dinámica social en la que los símbolos se activan y no son procesos activan y ejecutan. La racionalidad moderna admite que el nivel básico de alcan-
ce de la eficacia simbólica es el psicológico, como se muestra en los fenómenos
accesorios sino que la significación se construye y reconstruye con ellos, aña-
de la sugestión y el efecto placebo. En realidad es una forma de desvirtuarla. El
diendo el grave matiz, en el caso de los símbolos relevantes, de que en las inter-
amplio campo primario es, sin embargo, social (yeso no excluye que sea también
pretaciones y reinterpretaciones que se les dan, las personas se involucran en un
psicológico). El catálogo de consecuencias directas e indirectas informativas,
nivel de cierto compromiso. A veces el disenso cuesta la expulsión e incluso la
comunicativas, sociales, socio-políticas, socio-económicas, etc., de las acciones
muerte. Pero, como ha mostrado Fernández, generalmente operan como procesos
simbólicas puede ser ampliado casi indefinidamente (transmisión, acumulación,
habituales que oscilan en intensidad y modo. Tal habituación lleva a aceptar que
validación de información, otorgamiento de sentido, acceso al conocimiento, a la
no siempre existe consenso pleno en tomo a ellos y que el disenso no siempre
comprensión, orden cognoscitivo, sistematización, etc., agrupamiento, cohesión
conduce al conflicto o la no activación ritual de los símbolos. En ocasiones es
social, jerarquización, investición de autoridad, delimitación de roles, ofreci-
posible que exista consenso social en tomo a ellos pero no consenso en cuanto a
miento de modelos sociales, definición de grupos, inclusión y exclusión, reafir-
los significados resaltados yeso basta para mantenerlos operativos.
mación de identidades, etc., y a la vez dramatización de conflictos, catarsis,
Se podría admitir que eso es parte de lo que se ha llamado la "eficacia sim- anclajes, restablecimiento de equilibrio, elevación de la autoestima, exaltación
bólica" (Lévi-Strauss). Seguramente tal eficacia sea lo que mejor diferencia una del ego, purificación, liberación del sentimiento de culpa, etc.). Muchas de estas
perspectiva restringida de los símbolos de la perspectiva general que los engloba consecuencias ya fueron advertidas por los clásicos.
como signos. Su enunciado no es superfluo, pues revela un sesgo. En las socie-
En este libro se busca dar un paso más y se propone dirigir la mirada hacia
dades occidentales modernas posiblemente se tenga como supuesto que la fun-
dos ámbitos próximos: el cuerpo y el espacio. Como se sabe, la aproximación
ción más común de los símbolos sea meramente expresiva, un adorno. A la vez
etnográfica procede a modo de descubrimiento. Aquí se ha empleado para ir des-
que se mantiene no con toda convicción que intervienen decisivamente en la vida
velando, revelando, en los múltiples modos humanos de vivir el cuerpo la efica-
social. Mauss definía los ritos como "actos tradicionales eficaces" para tratar de
cia de los símbolos. Yeso alcanza no sólo a los ritos de iniciación, a los de puber-
hacer justicia a la relevancia que tienen en muchas sociedades humanas y que t~d, a los de aflicción, al tatuaje y el resto de operaciones de "labra" del cuerpo,
constata la etnografía. Se hace necesario afirmar que son efectivos. No es cues- silla a la exhibición y exaltación de él, a la ascética y la mortificación, al depor-
tión de convertirlos en útiles, en instrumentos, sino de deshacerse de un supues- te y la danza, al desmembramiento metafórico de las partes corporales, al trans-
to etnocéntrico. Muchas sociedades encontrarían incomprensible tomar a sus plante (pero también al tráfico) de órganos, al trance y la posesión, etc. Y podría
símbolos como meros adornos. haberse extendido por todo el campo de la alimentación y el de la enfermedad y
En su formulación más blanda, la "eficacia simbólica" tan sólo afirma que los la salud (aquí y de momento no abordados). Las extensiones y el grado de inci-
símbolos identifican (Velasco 1988). Las gentes se miran en ellos (además de dencia reafirman la idea de que en realidad las culturas, las sociedades humanas

20 CUERPO Y ESPACIO INTRODUCCI6N 21


hacen, construyen, "labran", reproducen cuerpos. De modo que en la eficacia
Rappaport, R. 1979. Ecology, Meaning, and Religion. Berkeley: North Atlantic
simbólica se comienza como una mera función decorativa y luego con ella se Books.
accede a descubrir que el propio cuerpo es a la vez objeto labrado y sujeto mani- Sapir, E. 1970. Le langage. Paris: Payot.
pulador de símbolos. Él mismo una mediación primaria, forma simbólica, instru-
Skorupski, J. 1976. Symbol and Theory: An Philosophical Study of Theories of
mento de transformación y a la vez referente. ¿Cómo deslindar niveles de reali- Religión in Social Anthropology. Cambridge: Cambridge University Press.
dad en el cuerpo humano? Las ciencias sociales han de asumir definitivamente la
Tambiah, S. 1985. Culture, Thought, and Social Action. An Anthropological
superación de los dualismos alma/cuerpo, mente/cuerpo, razón/sentimiento, pen- Perspective. Cambridge: Harvard University Press.
samiento/acción.
Tambiah, S. 1990. Magic, Science, Religion , and the Scope of Rationality.
El espacio se suele tener como el horizonte de la referencia, pero la aproxi- Cambridge: Cambridge University Press.
mación etnográfica descubre que no sólo se está en él sino que se organiza, deli- Tumer, V. 1967. La selva de símbolos. Madrid: Siglo XXI, 1980.
mita, orienta y "cQnstruye", estando. Y con él se organiza, identifica, clasifica, Tumer, V. 1975. Symbolic Studies. Annual Review of Anthropology : 1945-1961.
relaciona, el resto de elementos que constituyen el entorno donde discurre la vida Velasco, H.M. 1988. Creer es poder. Un replanteamiento de la eficacia simbólica. En
social. Algunos han captado con agudeza que el espacio es uno de los modos del C. Lisón (ed.). Antropología sin fronteras. Madrid: Instituto de Sociología
pensar. El paisaje es una construcción cultural y el lugar no sólo es algo físico Aplicada, pp. 21-30.
sino hecho, formado, construido con y por símbolos. La doble configuración del
lugar común (topía) y del otro lugar (heterotopía) que ya alentaba el pensamien-
to cótico de Foucault puede contribuir a la reflexión de cómo, hacia dónde y para
qué las sociedades humanas hacen circular a sus miembros por la tierra que ocu- BIBLIOGRAFíA PARA COMENZAR
pan (o por el universo en el que se hallan). El espacio y el cuerpo establecen
mediaciones primarias y se erigen como materia y a la vez campo de actuación, Bell, C. 1997. Ritual. Perspectives and Dimensions. New York: Oxford University
pantalla, de las acciones simbólicas. Press.
La propuesta incluye algun momento de admiración hacia las muy distintas Dolgin, 1., Kemnitzer, D., Schneider, D. (eds.). 1977. Symbolic Anthropology. A
formas de cómo los seres humanos se presentan a la vez siendo fabricantes y pro- Reader in the Study of Symbols and Meanings. New York: Columbia University
ductos de símbolos. Y presumo que muchos más momentos de reflexión. Press.
Firth, R. 1973. Symbols. Public and Private. London: Allen and Unwin.
Foster, M.L., Brandes, S. (eds.). 1980. Symbols as Sense. New Approaches to the
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Athens: Southem Anthropological Society.
Izard, M., Smith, O. (eds.) 1979. La fonction symbolique. Essai d' Anthropologie.
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22 CUERPO Y ESPACIO
INTRODUCCiÓN 23
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Tema I
ANTROPOLOGíA DEL CUERPO

24 CUERPO Y ESPACIO
CUERPO 1
El pelo social. La parte
y el todo

INTRODUCCiÓN

¿Cómo puede el antropólogo justificar las interpretaciones simbólicas que


habitualmente hace? Esta era la pregunta que se plantaba a sí mismo Leach en un
ensayo famoso sobre el pelo mágico (recibió un premio en 1957) y sigue siendo
la pregunta que pasa por ser una obligación planteársela cada vez que en
Antropología se hace una interpretación simbólica. La necesidad de justificación
está tan profundamente instalada que da la impresión de que la interpretación
simbólica en Antropología no sólo es epistemológicamente débil sino sospecho-
sa. La sospecha tiene su origen en que presumiblemente aquel o aquellos que ten-
drían que ratificarla pueden rechazarla o no identificarse con ella. Porque la inter-
pretación simbólica en Antropología se hace en nombre de otros y es cierto que
a veces incluye la pretensión de que el investigador les conoce mejor que ellos a
sí mismos. (En particular si invoca el subconsciente, cuando la coartada parece
hacerse perfecta).
La cuestión es que eso no tendría que suceder porque se trata de una inter-
pretación simbólica sino para cualquier interpretación, que intenta llegar a captar
la significación cuya fuente y cuyo contexto es la cultura. Pero efectivamente res-
pecto a los símbolos es inevitable. Entrar en este juego tiene como consecuencia
una permanente reelaboración del concepto de símbolo que en el fondo es tam-
bién una explicitación del procedimiento seguido en la interpretación.

CUERPO l. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 27


~:1'/'~ .. - .. <." e, , 0_. _ ." ."_ _ " •

Para abordar una reflexión sobre la conducta simbólica, Leach eligió -no "~ Iberia 10 que ~ éamúireaba ciertos hechizos e imprecaciones con voz de
por azar- hablar sobre el cuerpo y en particular sobr~ el pel.o. ~l pretexto era ~l ,~ y lo 'mterraba. ~ medida que iba pudriéndose, se. supone que la persona iría
:~ basta mom... ,', . '. .
libro de un psicoanalista, Ch. Berg, The Unconsc/Ous Slgnificance of Hau;
" ,~ Fh1w; La mmtJ doraJa,do pp. 278-279
Londres, 1951.

~'~{~~~Íié ciefa'qúe I(i~ ~ de brujas y hechiceros 'residían en


'!:ib pelO, que Dada podía baC:ef buena en enos mienttaS lo,tnVieran largo. Por eso, en
.PridlCii ~aban • afeitar todo d CúeqlO. las periOOas,,1ICUSI1das de hechicería
;**I.d6énbtprlas al wrdugo. MiJlaeua fue testigo del Íbrtlterltb dado a algunas per-
EL PELO MÁGICO . . . eít 1buIouse. de las que no se pudo c:onseguir ningoba confesión 1Jásta que fue..
1óó~1 afeitádas por~ COn lóque ptóntamemctt:icOñocieron la ver-
F- .dé.
;üt tI~6i1; 'tT1IiI fiiujet que t!II ajtarfellcla 1kMba "Una vida piadoSa, fue
El interés de los antropólogos por el tratamiento del pelo, del cabello en par- ,~.l6míento pót~ de het:bicérfa Y ~ Sils 8gonfas cun toIJS.'
látIciiiiJCretble baSta que 'lit depillIIci6n total la rondujó a adrbitit' s1i c:ulpa.E1 célebre
ticular y también del vello corporal data de hace tiempo (siglo XIX), destacán- ,inqúisídot Sptenger lIe conteIItaba con afeitar 14 c:abe2:a dei aCUsado brujo o bruja, pero
dolo como rasgo muy difundido de conducta ritual, presente en muchas culturas. su ,oo• .00000000mú éxIremado. afeitó totaItnente Jos dlerpos de cuarenta YSiete
Era elemento fundamental de los rituales de la magia, de los rituales del sacrifi- ttiiI.;m:. ttilkiSde cóndéntataS • todas a petecer en la itogoera. Tenía plena autoridad
cio y de los rituales funerarios. "pati,~ ~ tig\ií'osO,' puesto qUé el rDisiiíó SátiD, eíllíli semi6n que predi-
·ahieilclhlptUpitode la iííesüí de North BerWick, confortó a sus muChos servidores
Frazer en La rama dorada hace mención del papel del pelo en la magia sim- 1lSég1li61ik)tes que ningtbidaño podía ca« sobre ellos; "mientnls tuvieran su pelo y no
pática imitativa y en la magia simpática por contigüidad, las dos formas caracte- ~ cliitlli Iíli8lágrmiá de ins ojos"._ . " . . .
rísticas que se han hecho clásicas en los análisis y que constituyen su aportación ,,'.' Frazer, Lll mma doraJa,.n p. 763-764
teórica más reconocida. Las ilustraciones etnográficas al respecto podrían ser
numerosas.
Ilustraciones semejantes basadas en investigaciones recientes se pueden aña-
dir casi interminablemente como las referidas al tratamiento de enfermedades de
Mllgta ér1 81 peto, magia sobre el peio los animales en algunos pueblos del Valle del Corneja (Ávila) donde los propie-
tarios del ganado afectado, cuando van al curandero, llevan un mechón de pelo
t4 idea ~ que un hombre puede ser embrujado por Ültennedio de los ~ ~ del lomo del animal enfermo, con el cual confecciona éste lo que llama un "segu-
sÚ pelo los tecorteS de sus uiias u otras porciones separadas de su cuerpo es casi um-
\'el'Sal yatestiguada por ejemplos dem3siado amplios, demasiado famili~ Y<Je.ma- ro" que luego se coloca en el establo o tenao donde está el animal a la espera de
si3do tédiosos eh Sú uíriformidad para analizarlos aquí en toda sU extensi6l1. La Idea que se cure (Velasco 1991).
geneml en la que lit superstición desdIt1sa es la conexión simpática que se supone per-
siste eÍltreuna perSóDa YcualqUier cosa que alguna vez fue parte de SU caerpo o estu- La rama dorada está lleno de datos etnográficos extraídos de las más diver-
vo.de algl1B JJtOdo estrtchamentMnido a él. Pertenecél110s e~os ala tama de la sas fuentes cuyo valor ha cuestionado la crítica posterior, aunque no menos está
magia ilimp6tica qúe puede denominarse éontaminanteo cootagtosa..El temor a la lleno de intuiciones elementales pero sugerentes que han animado después la
hec1tícei1á. se noB diee, fónnába en Otros tiempoS una de las tMs relevanteS caracléri s- interpretación antropológica de los símbolos. Una de ellas es la explotación de
liáis dé lós isléñoS' de Id MarquelIaii. El hechicero ret:Og{a un poco de pelo~ esputos.Íl relación pars pro toto, es decir, tomar la parte por el todo, que se produce en
otros desechos corporales del hOmbre a quien deseaba dañar, lo envotvra en UJta hoja
muchos rituales de forma que se diría que en ellos las gentes operan con frag-
devegetSlI y. colocaba el páquete en un saco de .hilos o fibras tejidas y atadas de un
modo inextricable. ,Entettaba el coojunto cun ritos especiales Ydesde entonceS tavfc- mentos con la esperanza de abarcar la totalidad en la que se integran. Los dos tex-
tiína sé extenUabá día a día o terifauna entetmedad COtIsuntlva cotila cual diírabuota- tos anteriores han sido seleccionados porque muestran que la relación entre la
mente Winte dfálÍ.Sil WIa podía llIll\ItIi'Sé; -sin embátgo, descubriendo y desenterral'ldo parte y el todo no es siempre la misma.
el pelo¡ esputo C1loque ,fuera, pues tan pronto como se hiciera esto cesaba el ~efi­
do. Un hechicero 11IaOI'Ít obstinado en embrujar a alguno, procuraba obteber un me de En el primero, el pelo es equivalente a la saliva, uñas u otra parte corporal
pelo de su vfctima, recortes de uiias, saliva o un retazo de su vestido y habiéndolo cun- desprendible o incluso cualquier otro elemento añadido al cuerpo. En estos casos

CUERPO l. El PELO SOCIAl. LA PARTE Y El TODO 29


28 CUERPO Y ESPACIO
ce entenderse igualmente que la magia homeopática sería fútil si no operara sobre
las partes corporales son, si se quiere, la versión más integrada de la contigüidad,
un sustrato de ~onti~üidad. Es decir, el enterramiento de un envoltorio de hilos y
fundamento y razón de la representación de cualquiera de ellas respecto al todo.
fibras cualesqUIera sm pelo u otra parte de la víctima podría no tener ningún efec-
Aunque a veces la totalidad sea tan sólo una recreación o si se quiere una ficción,
to. Además hay que hacer notar que aparentemente la rnímesis se comporta como
los fragmentos son reales y por lo mismo, la representación fuerte. Ese es el caso
un procedimiento generalista, mientras que la especificación o más en concreto
del pelo en los rituales de la magia. la individualización, corre a cargo de la relación entre la parte y el todo. Es así
En el segundo, una parte aparentemente
que la complementación entre ambas es más decisiva de lo que parece.
superflua parece estar cargada de fuerza, de
poder, de modo que contiene o comprende al Frazer no proporcionó mayor explicación a sus intuiciones, salvo que se tra-
todo, que únicamente se desintegra cuando se le taba de un postulado de funcionamiento de la "mente primitiva". Si bien tal
separa esa parte. De manera similar, esta rela- "mente primitiva" puede haber sido más que otra cosa un constructo del investi-
ción es la que se explota en la historia de Sansón gador, sus p.lanteamientos permiten mostrar algo peculiar de la significación -y
a quien sus enemigos sólo pudieron abatir cuan- de .Ia eficacIa- de la conducta simbólica, prototipificada en la magia. En cual-
do Dalila les descubrió que debían cortarle su qUiera de las dos modalidades no es arbitraria sino que está determinada, o bien
larga y enmarañada cabellera (Frazer). Aún por estar basada y guardar el principio de semejanza o bien por contener una
cabría añadir a parte del todo al cual representa. Además la combinación de ambas modalidades
lo aportado por parece estar soportada en dos ejes, el de la generalización y el de la individua-
Frazer otras va- ción, el primero concentrándose en el proceso y el segundo en los elementos.
riantes, una de Frazer, para la explicación de cómo las cosas actúan a distancia por "simpa-
ellas, hipertrófica, puede encontrarse en la tía", recurre a un modelo físico que niega la existencia del espacio vacío sino que
leyenda de la Santa Barbada a quien repentina- lo entiende lleno "como de una clase de éter invisible" que transmite los impul-
mente le creció el pelo en la cabeza y en la cara, sos de una a otra. No obstante estaba asumiendo conceptos que habían sido
ocultando y transformando su identidad cuando extraídos de la antigua medicina griega, hablando de cuerpos, de seres orgáni-
en el atrio de una ermita de Ávila se vio acosa- co~: "s~mpatía" que indica que las partes, por estar integradas en un todo, son
da por un caballero, librándose de esa manera de soh~an~s unas con otras y que el todo es solidario con las partes; "homeopatía",
él (Ángeles Valencia 2004). Literalmente la que mdica que los seres semejantes son solidarios y "contaminación" que indica
parte, el pelo, llegó a cubrir el todo. En suma, que los elementos contiguos son solidarios. Lo destacable es que presumible-
los modos de la relación entre la parte corporal mente la teoría frazeriana de la magia había asumido para la significación un
y el todo a la que aludía Frazer como paradigma supuesto corporal.
de la contigüidad son diversos. Y en particular,
A fines del siglo XIX, también Wilken (1886) defendía que el pelo era un
el pelo parece una parte especialmente signifi-
símbolo universal. Había notado a propósito de su tratamiento ritual en las cere-
cativa del todo, cuerpo. monias funerarias dos tipos de conductas. O bien se producía el corte drástico de
Esa intuición va acompañada de otra no menos relevante, la relación entre la
pelo y el afeitado de la barba o bien el desaliño total, dejando crecer la barba y
parte y el todo que caracteriza a la magia contaminante o contagiosa, basada en
desdeñando cualquier forma de peinado y corte del pelo, como greñas. La intro-
la asociación por contigüidad generalmente va acompañada de la otra clase de
ducción en el análisis por parte de Wilken del concepto de "sacrificio" refuerza
magia, la homeopática o imitativa, que explota la mímesis y su fundamento y
~l carácter de .sí~bolo, pues induce a pensar que el corte ritual del pelo es un sus-
razón es la semejanza. En cierta medida es complementaria de la anterior y se
tituto del sacnficlO humano, fundamentado en que la cabeza -así se consideraba-
entiende, por ejemplo, que de esa manera en la magia lo que se hace con el pelo
era el asiento del alma. Comenzando por los ritos funerarios, es posible obtener
de la víctima es lo que ésta va a sufrir, o que el corte del cabello reproduce la pér-
una abundante información en los estudios sobre los pueblos del Sur y del
dida de la fuerza y el vigor, etc. Pero con el concepto de complementariedad no
Sudeste asiático. A la viuda hindú, por ejemplo, se le imponía un riguroso celi-
se diría bastante, si no se subrayara que se sitúa en secuencia en la acción mági-
bato y su condición quedaba reflejada notoriamente porque debía llevar la cabe-
ca en tanto se ejecuta en función de la otra, que sin ella sería inoperante. y pare-

CUERPO 1. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 31


30 CUERPO Y ESPACIO
sexo, una. asociación ind~recta pues en esa cultura la fertilidad de los campos se
za afeitada. También en Melanesia, entre los Trobriand concretamente, es un
asegura ntualmente med~~te la c~ptura de cabezas y la erección en los campos
rasgo esencial del luto el afeitado completo del pelo de la cabeza (Malinowski,
de emblemas de fonna fáhca de pIedra o de madera. Tales asociaciones se fue-
1932). Además muy a menudo está asociado al sacrificio, en el sentido de asce-
ron haciendo habituales en trabajos posteriores. Reo Fortune (1932) indica que,
tismo, de manera que la práctica del afeitado del cabello está integrada en los
entre lo~ Dobu, los amantes que desean hacer pública una conquista y desafiar a
ritos de dedicación de los hombres y mujeres a la vida sagrada.
los mandos rapan o cortan el pelo de la mujer con la que han cometido adulte-
rio. Forde (1941) subraya que los Yak:ü establecen una asociación estrecha entre
.~ÜtéS réIIgIOsoI , ~ en Indid ,·é1. "~;' •. el corte de pelo y la clitoridectomía y entre el crecimiento del pelo y el embara-
zo..Topley (1,954), hablando de las casas vegetarianas budistas integradas por
C~¡ elrnrl de1aPriI~.~ Y~ es uiirlt6¡¡re~tfe;itd! mUjeres en Smgapur, rela~ que las novicias se "casan" con otros miembros ya
'éiaclÓlt que tit:íte tugíD:un mOl) tnáS antes de 18 mtltíi::ct6ri 1éli~OIIa ~;~ consagrados de la comUnIdad en una ceremonia que incluye la mezcla de los
ála cual el bilo~de1dos veces biIddó es primero asurtIido, Se ~.~ cabellos de una con la otra.
tneilte la catie1.a ~unpequeiioDtech6n. El cabello que queda,. sepema y tiende
con el mayor de l~ cuidádosyes ~;eil su eXtremo., Está~ ~~ Este breve recuento etnográfico muestra algo de la variedad de las prácticas
lolatgo de la\1dlL Etaislado mecb6nde ¡íelO,oomo el bilo SagradóltliS111O.~
parte esCdclaI del ~do1lidórii(;del Brahmin \IIU'ÓIt. . . . . . . . ....:~'~;:.:
una. y a l.a vez algo de la v~edad de asociaciones. Algunas de ellas han quedado
re~eJadas ~rque ~eron mvocadas en una discusión a propósito de las interpre-
mte estilo peculiar de tráiatei peto'eMá'~ mottadd blmO¡;ade&lk ~tIl taCIOnes pSlcoanalítIcas del pelo como símbolo (Berg 1951; Leach 1958) también
fuerterriente ptttÍbIDa que permea la condUcta 1!exuat brabmin. Cada iISpecfO. élét.~ con la pretensión de considerarle universal.
es tratado como una obligaci6ri amtatnimífite. A1mqIíCtodo 'ftiÓIl tiene el debtr·mond
de criar descendientes varones Iegftimos. la virtUd de la .c:é:IIlfÍtIeilC sexual estli COI'Ii- • En su tiempo, las interpretaciones psicoanalíticas se ofrecían reveladoras
tantémente enfatitll!JlL En 61titbo ténnintJ la acción dioml más eic!vada e¡l'~ a
porque el psicoanálisis mismo era un discurso trasgresor, a diferencia del m~
todá !OOciaci6n contáminante con el mondó sécotat convirtiénclose. eH Un asceta céti-
be sannyasin o 0.
•• ' . . . . . . 0" 0'7. /',,', ., pacato y racionalista discurso frazeriano. Berg, que usó masivamente los datos
La liberaci~ del SáftllYd'SÍtt de' obligaci~ sociáleliy sd·~ Gaíií'" 1á vida
séXuaI está simbolizada por el cambio de vestido pero ante todopot el Cllíribio tIl.a ~
de Frazer: pretendía que el carácter ritualista del tratamiento del pelo en nume-
rosas SOCIedades revelaba que el cabello debeóa tomarse como un símbolo uni-
lo de su peinado. Segt1n el ~ del ascetismo se sigue que un~1) ~ ~ afei~ ve~sal d~ los órganos genitales. (También explotaba la relación pars pro toto, o
fa la cabeza o la deja a su 81re pennitiendo que el pelo crezca apelmazádó Yl'1OJOIO. mas estrIctamente una parte corporal, el pelo, por otra, el sexo. Lo que ocurre es
lyer, vol. lí, citatlo por ÍLach 1958 que el sexo parece que tenía la dimensión de un todo). El corte de pelo y el afei-
tado vendrían a ser comprendidos como una "castración" simbólica. Tal com-
~rensión debe partir del conflicto básico que desvela el psicoanálisis entre los
La tipología reseñada de prácticas rituales es tan sólo un apunte. Hay I~pulsos del Ell?_ la ~ndefinición del Ego y las imposiciones del Super-Ego. Los
muchas otras. Entre los Brahmines del Sur de la India el rito de simantham lo pn~eros son pnmanos y de naturaleza libinidal y agresiva cuya represión es
realiza el marido sobre su mujer, en el octavo mes de embarazo. Tiene signifi- obhgad.a pero que no por más intensa los anula, de manera que hallan por des-
cación mágica y se pretende con él proteger a la criatura y asegurar un parto plaz~lIl1ento alguna fonna de ser liberados. La explicación de cómo por despla-
fácil. El núcleo del rito consiste en asperjar aceite aromatizado sobre la cabeza zamIento el pelo recoge esos impulsos estaría, según Berg, en su asociación con
de la madre expectante Y partir el pelo con una raya central desde la frente a la
las hec~s en ~n nivel pregeni~ (que se notará es una asociación por contigüidad)
coronilla utilizando púas de puercoespín o una rama santificada (Iyer 1928-35
y d~ ahl precIsamente el caracter marcadamente ritualista de estas prácticas. Se
citado por Leach 1958). Tylor (1873) incluyó el corte de pelo entre las mutila-
entIende que en el nivel genital se recoge esta asociación de fonna que las fuer-
ciones rituales y por lo mismo equivalente al derramamiento de sangre en los
~ represoras a instigación del Super-Ego se modulan como castración. "El con-
juramentos, al corte de las junturas de los dedos y a la castración. La inclusión
fhcto -dice- es desplazado hacia arriba hacia el pelo socialmente visible de la
de ésta entre las mutilaciones es una aportación más a un largo debate que aún
cabe~a!, de la cara". ~abóa igualmente que notar que se trata igualmente de una
dura. Los trabajos de Hutton (1928) entre los cazadores de cabezas Naga mos-
asoclaclOn ho~~opática, es decir, l~ práctica del corte y afeitado del pelo repro-
traron la utilización del pelo obtenido de los enemigos como decoración de sus
duce la castraclOn. Por tanto, tambIén desde la interpretación psicoanalítica, la
lanzas, pero además aportaron la insinuación de las asociaciones entre pelo y

CUERPO 1. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 33


32 CUERPO Y ESPACIO
conducta simbólica no es arbitraria sino que está detenninada. y el ;undamento ro de los pelos de la cabeza en torno a 120.000. Por otro lado, la finura de un pelo
e la detenninación tiene como campo de modelización el cuerpo,.a menos ~n.a es referencia de comparaciones proverbiales en muchas lenguas europeas (la
~once ción psicofísica del cuerpo como campo de conflicto~ entre Impulsos hbl- expresión castellana "por un pelo" es ilustrativa), aunque también está calculada
dinale~ y fuerzas sociales y culturales represoras. ;~eud hab~ ;n~~~~s~::~~: y oscila entre márgenes sorprendentemente amplios. En suma, tales característi-
cas son reseñadas en virtud de la significación. Son efectivamente naturales, pero
abundante la cultura como fuente de malestar en otem y ta u,
aún más están culturalmente seleccionadas y por tanto múltiple y diversamente
cultura, etc. interpretadas en tanto que vehículos de significados. En principio, no hay nada en
tener o no tener pelo que fonne un sistema natural con el cual un conjunto de sím-
bolos puedan ser estructurados siguiendo una pauta similar (Hershman 1974).
Aun más, visto como "materia" para simbolización, el pelo humano no es natu-
ral, es social.
EL PELO SOCIAL Es Hallpike (1969) quien titula uno de sus trabajos (versus Leach): "El pelo
social". y esta caracterización se apunta sugerente. En principio la propuesta era
tan sólo una alternativa a asociaciones establecidas entre el pelo y el sexo y alen-
Pero la infonnación etnográfica ha ido luego proporcio~and? e:idencia d.e tadas sobre todo por las interpretaciones psicoanalíticas como las antes reseñadas
ue ni las rácticas relacionadas con el pelo son universales m e.l slgmficado atn- que suponían una equivalencia de naturaleza subconsciente entre la cabeza y el
~uido a u! de ellas (por ejemplo, al corte al rape como renuncIa del mundo) o a sexo y más concretamente el falo, de modo que el pelo equivale al semen y por
todas es universal. tanto que el corte de pelo equivalía a castración. Esta equivalencia era simbólica,
Se suele insistir en que "el pelo es un símbolo poderoso" (Hallpike 1987), la parte visible, el pelo, las prácticas rituales relacionadas con él, representaban
todo caso es "materia" para la simbolización, como otros t~tos el~­ el sexo y las prácticas y conductas relacionadas con éste. La propuesta incluye
::::~~:~: orales, o como el cuerpo mismo. y se propone como cuestlOn pertI- igualmente que la naturaleza de una sexualidad no sometida a restricciones está
nente si e~'materia" especial y por qué. La respuesta se busca a veces en sus representada por el pelo largo, mientras que la restringida lo está por el pelo corto
características físicas tales como que es separable del cuerpo, male~ble, 1fin:~ y el celibato por una cabeza bien rapada. Leach (1958) en contra de la interpre-
variable en textura y color, crece continuamente, aparec~ de fonna. deSlgu~1 y tación psicoanalítica de Berg (1951) no acepta que tal representación se basara
tiem os distintos en distintas partes del cuerpo Y su numero ,es mc?nta e, se en asociaciones mantenidas en el subconsciente, sino que bien pudieran ser cons-
PierXe y también se regenera, le afectan las enfennedades, esta ~elaclOn~?o con cientes como es el caso del ascetismo hinduista o budista, en los que tanto el
las honnonas con las vitaminas y otros componentes de la ahm~~taclOnt' PEorl rapado de la cabeza como el pelo desaliñado y enmarañado significan celibato y
' . 11 d de de programas genetIcos, e c. desasimiento de las pasiones sexuales.
supuesto está aSOCIado con el desarro o, epen . . . .,
. . t por eJ'emplo se subraya cuando se pretende JustIficar la asoClaClOn
creClmlen o , , . todos crezcan El "pelo social" es por contraste una propuesta que se libera de asociaciones
del pelo con la vitalidad (de la que es signo), pero no es CIerto qu~ d' d necesarias con el sexo, en tanto que más bien subraya la relación del individuo
continuamente cada pelo crece independientemente de otro y la VIda me Ia es e con la sociedad. La mirada que busca corroboración a esa propuesta se dirige más
. _ ' al cabo de los cuales cesa de crecer y al final se cae; luego, en
unos seIS anos, , t' d regene bien a las sociedades occidentales modernas en las que monjes, soldados y con-
d' . nonnales de salud, vuelve a salir otro. Esta caractens Ica e . . -
co~ ,ICI~ne:mbargo no parece haber merecido tanta atención como el creClmlen- victos se muestran con tonsuras o con cabezas rapadas o semi-rapadas, mientras
que intelectuales, mujeres y jóvenes rebeldes -dice Hallpike- lucen largas cabe-
~~c~~o:s 1985). Se tienen por incontables, si bien l~ t~ea ~e hacerlo e~ ~:su~­ lleras. Indicando los primeros su sometimiento a una disciplina y los segundos
da o por lo mismo ni si quiera eso escapa a la ommsclencl~ y la pre:I¡sI nd.e
, d' . . d' que segun la EnClc ope la una tendencia a situarse en los márgenes de la sociedad. La interpretación no
Dios Este mensaje recoge las tra IClones JU l a s , .' . resulta muy convincente si se atiende a que conlleva generalizaciones sobre esta-
. d' . nían que el pelo de la cabeza alcanzaba la cifra de mIl rrullones sIete
JU. la, supo . '1 millones de mechones, cada mechón con 410 pelos, tus sociales tan dispares como monjes y convictos, por un lado, jóvenes rebeldes
mIl y en otras versIOnes rru ., áfi . d' d 1 y mujeres, por el otro. Y tampoco si se profundiza en lo que puede implicar el
pero esa cifra es precisamente equivalente a la expreslO n gr I~a JU I~ ,e o
"sagrado". Sin embargo, los manuales de dennatología actuales CIfran e nume- "estar en los márgenes de la sociedad". Pero la sugerencia de que el pelo y su tra-

CUERPO 1. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 35


34 CUERPO Y ESPACIO
tamiento puede dar visibilidad social al estatus es digna de consideración. Es evi- ricano de Virginia). En tiempos del contacto con los primeros colonos ingleses
dente, sin embargo, que no podría quedarse en un mero contraste entre llevarlo tenían tres formas básicas de tratar el pelo. Una de ellas, caracteóstica de los
corto o largo. El "pelo social", como sugerencia, debeóa indicar mucho más. varones adultos IIamó la atención de los que los conocieron y luego relataron sus
Ciertamente puede llegar a ser un reflejo del control social, en la medida en que experiencias. Por el lado derecho de la cabeza lo tenían corto, de forma que no
las convenciones de la sociedad en general o de los grupos asuman que estilos y pudiera engancharse con la cuerda del arco, por el izquierdo lo IIevaban largo
modos específicos de tratamiento del pelo de la cabeza, la barba, etc., sean toma- hasta tocar el hombro y se daban aceite de nuez para que brillara al sol. Las muje-
dos como signos de identidad social en todos sus niveles de etnia, clase, estatus, reS lo IIevaban largo, cayendo sobre sus espaldas, a veces suelto, a veces atado,
grupo, género, edad, etc. Pero de la misma manera que no toda significación de untado y brillante. Las muchachas llevaban la parte frontal afeitada, pero la de
las prácticas relacionadas con el pelo acaba en los impulsos de la libido, tampo- atrás muy larga. El shaman se distinguía por una cresta delgada en medio de la
co en el control social. Sintomáticamente el pelo puede convertirse en campo de cabeza arrancando desde la frente, pasando por la cor<1nilla hasta acabar en el
expresividad don<ie se dirimen liberaciones y adhesiones, pretensiones, discipli- cuello, con todo lo demás afeitado y solo él se dejaba la barba larga. Williamson
nas, homogeneización, mimetismos, modas, seducciones, normalidad y excentri- ofrece una interpretación a estas diferencias de tratamiento del pelo. Los shama-
cidad, narcisismos y autoexclusiones, etc. Y los significados pueden ser vehicu- nes (siempre varones) eran considerados paradigma de lo masculino, en contras-
lados a través del rapado o del libre crecimiento, del ocultamiento o de la te con las mujeres, pero los varones adultos tenían la doble consideración de mas-
exhibición, del peinado o del descuido (intencionado o no), de las formas, de los culinos y femeninos.
colores, de las composiciones en tiras, mechas, mechones, trenzas, coletas, En primavera y verano, los Powhatan vivían en poblados permanentes culti-
moños, etc., de los aditamentos como pelucas, peluquines, postizos, bisoñés, etc., vando maíz, judías y tabaco, pescando, cazando y recogiendo raíces, que era el ali-
de las sujeciones y de los adornos, diademas, alfileres, peinetas, etc. El conjunto mento básico, en otoño e invierno se movían hacia la parte occidental del territo-
de prácticas y tratamientos del pelo en la cabeza y en la cara en las sociedades rio siguiendo y cazando a los ciervos, dispersos en bandas. La sociedad Powhatan
humanas es de una amplia variedad, por supuesto inconmensurablemente mayor reconocía tres clases de personas: los shamanes, los jefes de poblado y la gente
que las variedades tenidas por rasgos fenotípicos que caracterizan a las llamadas común (tanto varones como mujeres). Los jefes eran mediadores entre los shama-
"razas". La cultura multiplica así la variedad "natural". nes y la gente común, menos seculares que éstos y menos espirituales que aque-
Todo ese conjunto entra en juego en las posibilidades de lo que comporta el llos, podían visitar a los shamanes que residían en el bosque junto a los muertos,
"P,elo social". Pero ante todo, esto supone que los significados adheridos no son les llevaban alimento e información, pero residían en el poblado junto a la g«nte
universales sino específicos de cada contexto cultural, en los cuales cabe captar común. La caza y la guerra era una actividad exclusivamente masculina, aunque
las complejidades del sentido de lo "social". el cultivo de plantas, la preparación del alimento y su distribución eran femeninas.
Pero había varones que realizaban estas tareas femeninas, dependiendo de para
La estrategia de acercamiento al simbolismo del pelo debiera ser por tanto
quien. Es decir, del mismo modo que las mujeres para sus maridos, así eran los
contextual. Una interesante ilustración etnográfica la proporciona Williamson
varones del común para los jefes y éstos para los shaman"es. Los papeles sociales,
(1979), sobre la cultur~ Powhatan (actualmente en dos reservas en el estado ame-
la división del trab~o y las creencias muestran que los jefes de aldea, los varones
adultos, según la relación, ejercían tanto de varones como de mujeres. Es esa doble
condición lo que está proyectando el corte asimétrico de pelo que lucían. En la dis-
posición de su territorio, la caza, el encuentro con sus enemigos, la guerra, se
situaba al Oeste, el poblado y el cultivo al Este y con ello el primero estaba aso-
ciado a lo masculino y el segundo a lo femenino. El país de los muertos, quedaba
al Oeste y en las casas de los shamanes las imágenes de los espíritus y los restos
de los jefes muertos se colocaban al Oeste. Los mitos narraban que la vida proce-
día del Este gracias a la intervención del Gigante Hare. El pelo reflejaba muchos
de estos aspectos de lo social. Los shamanes, iniciados en el contacto con los espí-
ritus y los muertos, sin criar hijos y sin trabajar en los huertos, casi rapados y con
largas barbas; las mujeres criando hijos y cultivando los huertos, alejadas del bos-

36 CUERPO Y ESPACIO CUERPO l. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 37


greso' han tratado de lavar la imagen de los travestís. Antes se dejaban el pelo
que y distribuyendo alimentos, con el pelo largo; las muchachas aún sin hijos y sin
.largo. cayendo,
sobre los '
hombros y movían sus caderas todo el d'aI , Ia revoluClon
',
huerto propio, pero preparándose para ello, afeitadas en la frente y con el pelo
Implico cortarse el pelo y dejar de comportarse como chicas. En palab d
largo por detrás; los varones adultos del común y los jefes enfrentándose con la II 'An d' b ras e uno
d~ e bos:l f te~, eJla a crec~r mi pelo hasta que me llegaba al pecho, cuando ter-
muerte a veces y otras de mediadores con los vivos, con el pelo por un lado largo
~na a. a unclon o ~ecogla en un pañuelo, pero ahora he tenido que cortárme-
y por el otro corto. Cada grupo con un tratamiento diferente de pelo. Sólo un lo . Es Importante sen~ar que el pelo largo, con su significado especialmente
aspecto discordante en este sistema de aparentes correspondencias, el de la orien- potente para l~s travestís pu~sto que es la única parte masculina del cuerpo que
tación espacial. Al igual que otras sociedades amerindias (Foley 1995), los puntos puede convertlr~e en femenma por un proceso natural, simplemente dejándola
cardinales Oeste y Este no estaban asociados a los lados del cuerpo: era el lado crecer, haya terndo que ser sacrificado. Otros aspectos de la apariencia femenina
izquierdo del cuerpo, el que los Powhatan consideraban femenino, por lo que era se logran con maquillaje, ves?dos y ~elleno, pero el pelo está de forma peculiar
esa parte del pelo la que se dejaban larga los varones; el derecho, lo consideraban entre el cuerpo y la cultura, tiene atributos de ambos. A diferencia del vestido y
masculino y esa parte del pelo la recortaban. del colorete, ~I pelo lar~o era un ornamento femenino que el travestí no tenía que
Una segunda'contextualización muestra además que las prácticas -y los sig- ~nerse y qUitarse segun. saltara a escena o saliera de ella, suponía un compro-
nificados asociados- cambian. Firth (1973) ha realizado un estudio continuado ffilS~ ~on el papel femernno de mayor fuerza que la vestimenta femenina extra-
de los Tikopia a lo largo de más de cuarenta años. Cuando llegó a esa isla del somatlca" (Peacock 1968).
Pacífico por primera vez, las mujeres llevaban el pelo muy corto y los varones ~ contextuali~aci6n específica más puede ayudar a profundizar en la com-
largo, cayendo sobre sus espaldas, las mujeres lo llevaban natural y los varones prensión el pel~ social. Synnott (1993), en un análisis que circunscribe a la socie-
lo trataban con lima para obtener un color dorado. Los jóvenes se dejaban crecer dad norteamencana (yen parte a la europea), encuentra obligado diferenciar
mechones a uno y otro lado de la cabeza, las chicas casaderas se lo dejaban caer entre el ~Io de ~a cabeza, el pelo en la cara y el pelo en el cuerpo para mostrar
por encima de las cejas y detrás del cuello, para cortarlo cuando se casaban. una teona orgarnzada en proposiciones que versan sobre oposiciones:
Cuarenta años después, los jóvenes lo llevaban corto, las jóvenes bucles y mecho-
- Sexos opuestos tienen formas opuestas de tratar el pelo.
nes ondulados con mechas claras u oscuras según la moda. Sólo los varones adul-
tos se seguían cortando el pelo cuando estaban de luto por un miembro de la - El pelo de la cabeza y el pelo del cuerpo tienen tratamientos opuestos.
familia, siguiendo la vieja costumbre. Ha habido otro cambio, los jefes cuyo pelo - Las ideologías opuestas tienen formas opuestas de tratar el pelo.
antiguamente era tabú y no se lo rasuraban a la muerte de un pariente cercano,
después ya se rasuraron como los demás varones. Un desarrollo de las dos primeras da lugar a la siguiente tabla:
Una tercera contextualización permite apreciar una mayor complejidad. El
estudio de Peacock (1968) sobre el teatro popular en Indonesia, elludruk, en el
que intervienen cantantes travestís, describe cómo sus canciones y su presencia, Tabla 1. Tratamiento del pelo según el sexo y según el área del cuerpo
con cuerpos voluptuosos, grandes pechos, nalgas ondulantes, voces atipladas y
caras bonitas, mientras danzan insinuándose, incitan a los varones adultos que ÁREA DEL CUERPO MASCULINO FEMENINO
acuden a verles. Sus canciones aluden al amor perdido y con ellas veladamente
hacen despertar los deseos. Cuando aparecen en escena causan sorpresa y fasci- Corto; generalmente sin tintes ni A menudo largo; con tintes y pei-
nación. Pero en la sociedad de Java los travestís representan el elemento más CABEZA peinados sofisticados; aditamen- nados sofisticados; aditamentos'
tos a veces, símbolo sexual. •
amoral delludruck. Mezclan elementos masculinos y femeninos lo que se consi-
dera pecado para una sociedad fundamentalmente islámica. Tanto las fantasías CARA
Generalmente afeitado; cejas y Depilado; cejas y pestañas modi-
que despiertan como sus acciones son moralmente sospechosas. Habiéndose pestañas al natural. ficadas.
emprendido reformas en la sociedad y con el fin de reforzar el papel que el tea- Peludo; el pelo en pecho tomado Lampiño; depilación en axilas y
CUERPO
tro ludruck desempeña en cuanto a la modernización, han provocado algunos como símbolo sexual. pIernas.
cambios para reducir el rechazo social hacia la homosexualidad que destila su
(Elaborado a partIr de Synnott (1993).
imagen. "Los directores jóvenes y también algunos actores en el nombre del 'pro-

CUERPO 1, EL PELO SOCIAL LA PARTE Y EL TODO 39


38 CUERPO Y ESPACIO
Las dos proposiciones invitan a entender relacionadas las distintas áreas del La fuerza de las tradiciones en el tratamiento del pelo y el valor de norma fija-
cuerpo. En este sentido para cada sexo, el tratamiento del p~lo en la cabe~a, en la do en él tiene su contrapartida en las sociedades modernas en la variedad de cor-
cara y en el resto del cuerpo forman un paradigma, es decIr, muchas SOCiedades tes, formas, colores, estilos, que pudiera tomarse como reflejo del pluralismo ide-
humanas los tienen como un conjunto normativo en el que los elementos se ológico en esas sociedades (frente a la homogeneización en las tradicionales). El
toman asociados y dan una imagen global. Por otro lado, algunas áreas parecen tratamiento del pelo en contra de las normas establecidas (no sólo, sino también y
marcadas, de ese modo en principio se comprende lo que Synnott ha señalado a veces de forma bien patente) ha sido emblema de la rebeldía juvenil, de los movi-
como "símbolo sexual": para la mujer el cabello largo, para los varones el pelo mientos contraculturales, del movimiento feminista, de las tribus urbanas e inclu-
en pecho. Sin embargo, la marca tiene otros relieves 'que aparecen cuando se so de las identificaciones políticas a derecha e izquierda. Algunas de las formas
aprecia la inversión de las oposiciones, por ejemplo, el rap~do de cabeza ~n l.as extremas de ambas han seleccionado respectivamente el pelo al rape y la barba
mujeres fue usado como forma de denigración para las mUjeres colaboraclOflls- afeitada o el pelo y la barba largos. Y además, el pelo y sus múltiples posibilidades
tas en Francia después de la de tratamiento han sido a la vez, sin que parezca contradictorio, tanto emblema de
Segunda Guerra Mundial, el la singularidad individual, del realzamiento del individuo frente y ante el grupo,
bigote o la barba también han como seña de seguimiento de la moda y sus variaciones (siendo la moda reflejo de
sido elementos de vergüenza en la condición de inestabilidad y fluctuación que parece haber definido a la moder-
las mujeres y, sin embargo, no nidad). El juego de las oposiciones se ha desplazado de categorías y las distincio-
menos han sido la prueba del nes anteriores entre varones y mujeres han perdido vigencia cuando se resaltan más
acceso a la madurez para los bien distinciones en la asunción de ideologías o en las actitudes de vida frente o al
adolescentes. El pecho sin vello margen del inmovilismo, del establishment, del "sistema", etc. Queda de fondo de
en los varones no tiene tanta contraste una tendencia al mantenimiento de las normas tradicionales, a veces
relevancia, aunque a veces tam- reforzadas con medidas sancionadoras en instituciones públicas o privadas que se '
bién se toma como una avergon- muestran celosas respecto a la imagen de sus miembros o sus empleados, y en la
zada carencia. En todo caso estos sociedad e~ general por los estereotipos que fundamentan prejuicios hacia aquellos
valores no pueden tomarse como estables. Han ido cambiando con los tiempos y que se exhiben con desmesura o hacia quienes reproducen las formas de desaliño
el desarrollo de las prácticas de tratamiento del pelo. El estilismo juega en los con las que se identifica a los antisociales. Se requiere entonces reformular la ter-
tiempos modernos un papel más importante en la sed~cción que las ~adicionales cera proposición de Synnott en el sentido de que el tratamiento del pelo no sólo
largas cabelleras femeninas y el corte de pelo masculIno no es tan solo una ope- recoge ideologías opuestas sino antes que nada las diferencias sociales y sus des-
ración de reducción de longitud sino de producción de imagen. plazamientos. Es un foco (no el único) de proyección de las diferencias sociales,
La complejidad de asociaciones que entrelaza la longitud se amplia con el pero un foco multidireccional y cambiante. Por un lado, la oposición de sexos tam-
color del cabello. Ya no tan fácilmente ordenadas por oposiciones binarias. Negro, bién implica ideología, no sólo en que tiende a justificar desigualdad social entre
moreno, rubio y rojo están determinados genéticamente, pero se asociaban co~ sexos, sino también en que dota de moralidad a las prácticas relacionadas con el
temperamentos distintos (también el pelo lacio o ensortij~~~) y sól.o en parte se utI- cabello y a la imagen de los sujetos que producen. Las valoraciones de vergüenza
lizaban para caracterizar a varones y a mujeres. La transIClon a gns y blanco es un o de orgullo ~on las que están cargados aquellos tratamientos diferenciales del pelo
proceso fisiológico. Se asociaba y se asocia con la ed~d y ha servido como re~~­ que se constItuyen en marcas lo revelan claramente. Por otro lado, las variaciones
rencia de las actitudes y capacidades atribuidas a la vejez. Las canas son tamblen no sólo se diferencian unas de otras sino que dan por supuesta una norma y tien-
una marca. Y en esto sí se diferencian varones y mujeres, ocultándolas éstas den a distanciarse de ella. La variación discurre en múltiples direcciones y no sólo
mediante tintes con mayor frecuencia que aquellos. La desconfianza hacia las per- produce oposición entre unas y otras, sino también en relación a la norma supues-
sonas de pelo rojizo es proverbial en Europa desde tiempos antiguos. En las colec- ta, que desde la modemidad siempre queda superada (para a veces luego volver a
ciones de refranes castellanos de los siglos XVI y XVII aparece: "Hombre berme- ser retomada por oposición a otra también abandonada).
jo y mujer barbuda, de lejos se los saluda". Muy ha~itualmente en l~ iconografía . Lo decisivo es que todas estas diferencias sociales y las ideologías que las
religiosa del Renacimiento y el Barroco, el personaje de Judas se pmta con pelo Justifican están in-corporadas, es decir, trasladadas y traducidas en términos cor-
bermejo y, en contraste, Dios Padre se representa con el pelo y la barba blancos. porales, en este caso en el pelo.

40 CUERPO Y ESPACIO CUERPO 1. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 41


ENTRE LA DETERMINACiÓN Y EL CONTEXTO. rasurar ,dlel tod0al0 cortru: ~asta una u otra determinada longitud. O bien el color
DISCUSiÓN SOBRE EL SIMBOLISMO DEL PELO no es so o natur ,tambIen puede ser obtenido por medio de tintes y del .
1 ~ r . IIDsmo
modo a orm~ Isa, nzada, ondulada, etc. puede ser lograda por medio de trata-
miento, o el bnllo, la disposición, etc. Se trata de "materia" sometida a a .
Incluso su no tratamIento · CCIones.
p:ua que quede largo, apelmazado o enmarañado, como
Aunque no tenga por qué tenerse como un símbolo poderoso, bien parece que ocurre en los casos antes CItados de ascetismo o de luto es de la lID'sma
· 'ó' . , manera
sea "materia" especial que se transforma culturalmente y se ha mantenido a lo una dejaCI n IntenCIOnada. y en ese sentido, este elemento "natural" 1 I
'bol '1
cuanto SIm o está e aborado, es, se diría, construido. ' e pe o, en
largo del tiempo como objeto sensible cargado de significados. Pero ante todo,
aquí ha sido aludido porque las discusiones sobre su simbolismo son inevitable-
2. Es~ espectro de acciones debiera ser contemplado para cada cultura como
un modo Instrumental d~ ~torgar sign.ificados y aún más de que tales significados
mente discusiones sobre la propia capacidad de significación de los símbolos.
Otra vez la pregunta:-¿Cómo puede el antropólogo justificar las interpretaciones resulten de una compoSICIón. Es deCIr, todo tratamiento (en este caso del 1)
simbólicas que habitualmente hace? I fu I . peo,
sean cu~ e.s eren as a~clOnes que comporte, constituye una totalidad normati-
Las justificaciones parecen haber estado alentadas por que siendo un ele- va, un CódI~O, ~n lenguaje. ~e.revela así que el pelo o más bien el tratamiento del
mento "natural" y la naturaleza humana la misma en todas partes alguno de sus pelo es un ambIto de expreslVldad cuya organización es análoga a la del l
. . l' . ., engua-
significados fundamentales estarían, se diría, determinados. En la reflexión antro- j~, q.ue SIgue reg as. basIcas de selecclOn y de combinación aplicadas a unidades
pológica sobre los símbolos esta idea de determinación de los significados apa- sIgruficantes, que SI en este caso no son estrictamente arbitrarias deberá atribuir-
rece constantemente y en parte explica (y sirve de explicación a la vez) a y de la se. a que parecen estar constreñidas por determinadas características. Por lo
especial condición o sensibilidad del elemento. Los símbolos, se dice, no son 'ffilsmo el rango de selección y de combinación es limitado.
arbitrarios. Por un lado ya se insinúa con ello que en los elementos del cuerpo las 3. En alguna medida, una sola característica en sus variaciones o varias de
sociedades humanas han encontrado la "materia" más próxima con la que servir- ellas agrupadas dentro de una cultura tienden a formar un sistema, no necesaria-
se, dotándola o cargándola de significados. Además, las características de un ele- mente completo o desarrollado en todas sus consecuencias, pero al fin y al cabo
mento natural, también "naturales", se imaginan como canalizaciones que selec- con algunas reglas o pautas de distribución de significados que encajan coheren-
cionan significados en razón de congruencia, restringiendo por tanto a ciertos temente u~as con otras. Esta visión no sólo es propia de las interpretaciones
límites un posible y primer espectro indefinido de significados susceptibles de ser estructuralIstas, alguna de las cuales, por ejemplo, como las que propone Lévi-
cargados en el elemento. Y finalmente determinados elementos del cuerpo como Strauss, postula la n~cesidad de atenerse a todo el conjunto de variaciones no ya
el pelo tendrían un plus de expresividad por ser más visibles. Todo ello convier- en una sola cultu~a smo en un grupo de ellas e idealmente en todas ellas, porque,
te a las propiedades o características, en este caso del pelo, en factores relevantes en el fondo, tal SIstema o estructura obedece a principios del espíritu humano.
que justifican la simbolización.
4. Hay más. ~a~ ~cciones generan significados contextualmente relevantes,
Como ya se avanzaba anteriormente esas características son aparentes, es de ~odo ~ue los IndIVIduos operan con materias como el pelo para intervenir en
decir, en todo caso ellas mismas son una interpretación que soporta otra. Pero las s~tuacIOnes en relación a sus planes. De otra manera dicho, los significados
ciertamente en su apariencia se toman como "naturales". Aun así, yextrayéndo- as~~ados ~I pelo no se agotan en el código cultural, sino que se activan en la
lo de las ilustraciones etnográficas anteriores, los procedimientos en los que se acclOn SOCIal, se recrean, se intensifican siguiendo direcciones determinadas etc
involucra la interpretación revelan al menos que: (en .parte se ~~ r~cogido est?s aspectos en lo que suele llamarse performanc~, e~
l. Lo que se entiende por características no son estrictamente aspectos del decIr,. actuac~on, mterpre~cIón, ~ealización). Si por el código cultural el pelo
elemento corporal, en este caso el pelo, como tal, sino que incluyen igualmente resal~ :n el j~ego de las dlfer~nclas sociales, en las actuaciones que constituyen
las acciones que se ejecutan con él, acciones que por otra parte son en principio I~ accIOn SOCIal resalta en el juego de las identidades. Algo más fluido y cam-
técnicas pero aún más apropiadamente culturales. Es decir, el pelo, como "mate- bIante que los códigos culturales.
ria sensible" no es tanto materia pura sino que implica el espectro de acciones 5. _~s caracte~sticas del pelo (a saber, maleable, suprimible, fino, inconta-
con las cuales se efectúa un tratamiento. Por ejemplo, cortar-dejar crecer el de la ble, teruble, con adItamentos, etc.) no forman un conjunto finito, limitado, conti-
cabeza, el de la cara o el de otras partes del cuerpo; cortar de un lado o de otro; nuamente presente al modo de rasgos componenciales y distintivos, sino que pue-

42 CUERPO Y ESPACIO CUERPO 1. EL PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 43


den estar seleccionadas y operar independientemente unas de otras o por agrupa-
cualquier otra parte corporal. Se diría que en todo caso el psicoanálisis ha con-
ciones. Así pues. no todas son a la vez significativas. pero podrían llegar a serlo
contextualmente. Aquí se podría sugerir que si se activan podría ser debido a q~e
tri~uid? a poner de relieve qu.e toda concepción del cuerpo conlleva una jerar-
qUIZ3cIón de las partes que lo mtegran. habiéndolo puesto de manifiesto precisa-
contienen significados latentes. Esta presunción muy próxima al psicoanálisIs
mente por haber subvertido la jerarquía tradicional en la concepción occidental
también podría ser tomada de modo más general si se ad~itiera el con.ce~to de
de las partes del cuerpo. Un esquema jerarquizado que concedía a la cabeza o al
desencadenante empleado en los análisis etológicos, por ejemplo, el at~bUldo al
corazón los lugares centrales o preeIninentes. La deriva de la atención hacia el
vello corporal en relación con sensaciones y sentimientos de acogIda. etc.
sexo y su expresión dinámica, la libido. implicaba toda una inversión o más
(Marlow y las madres de alambre recubiertas de piel con pelo).
estrictamente subversión por lo que conllevaba de resituación del centro en una
6. Especialmente alguna de ellas y en particular la lon?itud de~ ca~ello pare- parte antes baja o m~ginal mostrada ahora como dinámica, energética, creativa
ce haber sido seleccionada para la vehiculación de determmados SIgnIficados de y en constante CO~cto con las estructuras antes preeminentes cuyo papel se
forma más frecuente4ue cualquiera de las otras. Se diría entonces que parece reveló com.o CoercItivo y represor. El esquema jerarquizado del cuerpo quedaba
estar dotada de mayor saliencia que otras (y este concepto sí se toma equivale~­ así muy eVIdente. Es~ "nuevo" esquema es el que da la trama a la significación
te a como se usa en los análisis cognitivistas). Podría encontrarse alguna explI- que se postula adhenda al pelo. El contenido de la significación es inevitable-
cación en términos evolucionistas para ello. relacionándola con la termorregula- mente sexual. El psicoanálisis a la vez se ofrece como discurso que recrea la
ción. pero más bien. como en otros casos. su saliencia señala una capacidad .para interpretación simbólica en tanto que desvelamiento.
las distintas funciones sociales superpuestas que no han encontrado la mIsma
base en otras. No puede tomarse como soporte necesario para u~a codific~ción . La.otra cara de este planteamiento pone rasgos corporales a los significados.
binaria (largo-corto). pues las prácticas relacionadas con ella tIenen un cIerto Es decIr. el pelo. una parte corporal visible. remite a otra parte corporal no sólo
?
rango de variación. No sólo se trata de dejarlo .crecer indefini.damente recortar- oculta, sino reprimida. Se indica así que los símbolos "naturales" tienen o pue-
lo. sino de rasurarlo en distintas medidas consIderadas apropIadas segun las nor- den tener significados "naturales" (Victor Tumer volvió sobre este punto). El uso
mas. o de rasurarlo en determinadas partes de la cabeza y no en otras. etc. Todo entrecoInilIado de "natural" en uno y en otro caso es una forma gráfica de decir
ello parece reforzar la idea de la imposición de la "naturaleza" o al menos de las que no lo son tanto que no impliquen una elaboración cultural, puesto que como
restricciones sobre la simbolización. De todos modos. aun en el supuesto de que y~ hemos visto no es el pelo sino el trataIniento del pelo lo que se apunta como
sea característica únicamente seleccionada. los significados adheridos no siguen s~mbolo natural y no es el sexo. sino el sexo repriInido lo que se apunta como sig-
una sola y universal pauta en las sociedades humanas e incluso en la Inis~a ruficado natural. La cuestión de la determinación de significados depende como
se ve de la "naturalización".
sociedad pueden no haberse mantenido de manera permanente y estable. A~n
más. en un Inismo tiempo pudieran no ser inequívocos. sino por el contrano ?""'> marcado y sustancial aspecto proviene del supuesto de que la parte
ambiguos. con doble o múltiple carga de valoración. re~te al todo. El todo referido sería el cuerpo. es decir. el pelo es tomado en las
En suma. el análisis de las características atribuidas al pelo ha ido desmante- socled~es humanas como trasunto del cuerpo. Sin embargo. _y como se mues-
lando concepciones simplistas acerca del cuerpo o partes del cuerpo como. ele- tra suficle~te~ente en las ~Iustraciones etnográficas- el todo tiene configuracio-
mentos susceptibles de operar en tanto que símbolos natu~ales. Una af.roxlma:, nes muy dIstintas. No es SImplemente "cuerpo" o no lo es menos que un sujeto
ción básica pone de manifiesto al menos que lo que se entIende como natural sexuado.y.~os pa~les de género que desempeña, también un sujeto según la edad
no lo es tanto. Pero pudiera ser relevante el hecho de que sea tomado como tal y y su poslcIon relativa en la sociedad y otros tantos papeles sociales varios. inclui-
sin duda cuando así se hace se incluye la idea de la determinación o al menos de dos el de esPecialista religioso. el de oferente agradecido por el favor prestado
las constricciones que implica su uso. Parecería entenderse con ello que para las por un ser sobrenatural. el de doliente por la pérdida de un ser querido. el de gue-
sociedades humanas el pelo. especialmente como elemento de las conductas rrero ...• o pape~es ~ue trad~ce? asunciones morales e ideológicas. etc. Aunque
rituales. conlleva ciertos significados. entre la detenrunaclón de slgruficados supuesta se incluya el que en numerosas
sociedades el pelo vehicula los papeles de género (y de edad) y puede entender-
Este planteaIniento recibió con la intervención del psicoanálisis un impulso
s~ con elI~ ~ue se trata de papeles sociales en los que el cuerpo se hace necesa-
de enorme pujanza que provocó una concentración interpretativa en tomo a otr~
namente VISIble. el "cuerpo" al que remite es siempre más que un cuerpo. El pelo
parte corporal. el sexo. Una parte sin embargo que se extiende y permea a CasI
parte del cuerpo se extiende así a través de la amplia variedad de los papeles

44 CUERPO Y ESPACIO
CUERPO l. El PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 45
sociales como si el principio de conti ü·d d . .
más allá del contacto físico. g I a estuvIera funcIonando por inercia
Aunque la formulación puede invertirse d .
"naturalización" repetidamente . d Y e esa forma quedaría más cIara la
mencIOna
han naturalizado, se han hecho cue o El· a Son los p I ·
. ape es socIales los que se
dad in-corporada. rp. pelo SOCIal aparece así como la socie-

CUERPO 2
La emergencia del cuerpo
como tema

Ya es bastante significativo que se considere importante justificar la emer-


gencia del cuerpo en la teoría social. Una cuestión antes desdeñada no sólo por
intrascendente sino sobre todo porque se tenía como no problematizada (el
supuesto de trabajo en ciencias sociales ha sido en numerosas ocasiones que los
problemas teóricos han sido antes problemas sociales). Desde esta perspectiva,
la emergencia del tema del cuerpo se plantea como incremento de visibilidad
social en las sociedades modernas presumiblemente por haber pasado a ser
caracterizado como "problema". Los relieves más o menos inquietantes de tal
problema tal vez haya que buscarlos en ámbitos dispares. Sólo en el de la ali-
mentación e ingestión de sustancias se podría citar: la extrema desigualdad entre
las sociedades humanas en la distribución de alimentos con numerosas pobla-
ciones que sufren atroces periodos de hambruna, la manipulación de los produc-
tos alimenticios y sus repercusiones en la salud, las perversiones del consumo de
alimentos incIuido el despilfarro o el abuso, el desarrollo de la obesidad y a la
vez el incremento de la bulimia y la anorexia en las sociedades modernas avan-
zadas, la extensión de tipos de drogas y su uso más generalizado, el consumo
incrementado de sustancias con efectos en el desarrollo especializado de deter-
minadas estructuras corporales, pero también con no pocos efectos secundarios.
La enumeración se puede alargar casi indefinidamente. Pero es posible que haya
que destacar como problema mayor el impacto de las nuevas tecnologías biomé-
dicas y el desarrollo de la ingeniería genética (Helman 1992, citado por
Strathern). Y si se hace es porque incluso parece entreverse un espectro amplio

46 CUERPO Y ESPACIO
CUERPO 2. LA EMERGENCIA DEL CUERPO COMO TEMA 47

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