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símbolos relacionados con todo eso, pues tal vez es más atractivo que volver a
re-escribir una historia de las ideas en tomo a ellos.
Con toda seguridad la propuesta de una aproximación etnográfica hará evi-
dentes las carencias de este libro. Faltan muchos más datos etnográficos. Pero eso ,
debiera alentar a buscarlos en la abundante bibliografía. y si contribuye la lectu-
ra de éstos a esa búsqueda habrá que asumirlo: ¡Este libro es muy limitado! INTRODUCCION
Además, los temas aquí sugeridos posiblemente despierten interés por otros simi-
lares. Y si es así y se persiguiera su estudio se habrá cumplido uno de los objeti-
vos básicos: el situar a los lectores en una dirección prometedora de formación Símbolos con los que vivimos
como antropólogos)'
La lista de agradecimientos tendría que ser muy larga. A unos porque nos
despertaron el interés hacia determinados problemas, a otros porque nos guiaron El intento de definir los símbolos es muy loable, aunque reserva una recom-
a través del laberinto del conocimiento, a otros porque nos estimularon a la refle- pensa desco~~ona~ora. Tal v~z lo mejor de los símbolos no sea definible y parte
xión incluso aun cuando condujera hacia la perplejidad, a otros porque apuntaron de su atracclOn este en que Siendo aparentemente frágiles e inconsistentes mue-
certeramente hacia las cuestiones centrales y a otros también porque nos enseña- ve~ y conmueve~ con enorme fuerza a las sociedades humanas. Tumer (Victor)
ron a encontrar disfrute entreteniéndonos con las intranscendentes. Todos ellos ammó a su estudio conclu~endo su ensayo de revisión de 1975 con una frase que,
maestros, colegas, y algunos las dos cosas a la vez y, además, amigos. pese a lo que promete, mas que otra cosa debiera parecer ingenua: "Dominamos
y agradecimiento hacia aquellos con quienes compartimos el descubrimiento al mundo mediante signos y a nosotros mismos mediante símbolos". Y efectiva-
de horizontes, el trabajo esforzado de la lectura etnográfica, el apasionamiento por mente mu.chos los han ima~inado como una fuente de poder, pero mientras que
la reflexión. y también hacia los que mostraron dudas, incomprensión, a veces unos se tienen como dominadores, otros se han considerado "servidores" de
desdén. Todos ellos alumnos, también colegas. Y algunos además amigos. ellos. De todos modos y pese a que podría hacer que se tomara el intento de defi-
Escribir es vivir y los agradecimientos tienen que llegar hacia aquellos que nición con toda la responsabilidad, las cuestiones centrales puede que no se
fueron ejemplares en la hospitalidad (en particular los profesores Stanley resuelvan tan sólo con eso.
Brandes en Berkeley y Carol Greenhouse en Bloomington y hacia el Department Hay toda una selva de definiciones de símbolos. Lo cual habla sobre todo de
of Communication and Culture de esa misma universidad), y hacia aquellos la e~~i~ inclinación hacia ellos que se ha mantenido durante muchos siglos de
otros que mantuvieron fielmente la reciprocidad en la distribución de las tareas tradición. Intelectual occidental. Apenas se ha entrado en analizar qué entienden
del Departamento. y hacia mi familia, los que se fueron, los que están y los que otras sociedades humanas por estos tales instrumentos de "dominio". Es posible
están por llegar. Gracias a todos ellos por haber hecho que la vida siga y la escri-
que a algunas les resulte muy extraño concebirlos así y ni si quiera les parezca
tura también. aceptable que lo que se tenga que destacar de ellos es que ejercen dominio. A
menudo se han empleado para definir a la especie humana, homo symbolicus. K.
Burke (1989) entre otros. Eso implica ser creador, fabricante de símbolos mani-
pulador, habituado a ellos, etc. Pero tiene interés recoger los otros aspec;os que
Burke añade en la definición de hombre: inventor de la negativa, separado de la
~ondición natural por los instrumentos que él mismo fabrica, movido por un sen-
t~do de ?rden, ob~sionad? por la perfección. Estos no son sólo rasgos de singula-
ndad, SinO que a diferenCia de otros planteamientos, éste subraya la necesidad de
contemplar la manipulación de símbolos no como característica única, singular,
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INTRODUCCiÓN 13
sino ligada a otras. Que los símbolos tengan.algo de neg~~ión, de separación del un plus de significación. Y en ese plus está algo del peso social que el símbolo
mundo natural, de sentido de orden y de ansia de perfecclOn puede quedar como lleva como acción social. Tal plus social incluye vinculación, pertenencia a un
grupo, co-participación, compartir, identidad social, adhesión, sim-patía, cohe-
una sugerencia. sión, solidaridad, sentido de comunidad, representación social, etc. y lo que impli-
En la selva de las definiciones hay mucha confusión y bastante decepción, can específicamente las distintas relaciones sociales, incluidas el parentesco, la
hasta el punto de pasar de confiar a los símbolos el papel ~e.ntral y comú~ en. la asociación, etc. Este plus social va sobreañadido a las significaciones ideológicas
explicación del comportamiento social en los tiempos, claslcos de las CienCiaS que pudiera hacer explícitas o a las que meramente aluda.
sociales a la propuesta decidida de desmantelar las teonas que se ~an entramado
en tomo Íl ellos y abandonar toda esperanza de lograr nada sustantivo, como pro- Entre estas dos grandes opciones la Antropología Simbólica ya tiene campo
tección necesaria tras tanta herida en la comprensión producida por la especula- más que de sobra si se pronuncia por una definición más restringida. En la línea
ción (Skorupski, J. 1976). Y los símbolos en parte debido a algunas decepciones de la expuesta en este segundo lugar. El problema de la significación ya es bas-
parecen haber caído-en manos de las escuelas extr~cadémica~ Y paracie~tíficas tante gravoso·.
como señuelo que· aprovecha un aura que en las SOCiedades. occldent~les a~n d~be Este libro tiene como propuesta hacer una aproximación etnográfica a los
tener si es que da para mantener tales escuelas. Pero -y SI se penrute la lroma-, símbolos. Eso incluye el intento de abordar el problema de la significación con y
si se está dispuesto a aceptar que con las metáforas vivimos (Lakoff y Johnson), sobre la infonnación etnográfica misma y podrá apreciarse que la tarea es enor-
con los símbolos no tiene por qué ser menos. me tan sólo explorando algunas de las vías que se abren. Para comenzar sólo se
Habría dos posiciones primarias. La-primera ase~ura que h~y razones para requieren algunas claves de reconocimiento.
asumir que todo el amplio campo de las representacIOnes .podría ~star c~blerto Antes de nada se reconocen símbolos en la cultura como un todo, no tan sólo
por el concepto de "símbolo" y la capacidad para el lenguaJe debena, c?nslder~ en alguna de sus parcelas. En primer lugar porque en muchas sociedades sería
se capacidad simbólica (Sapir, Elias, Burke, entre otros). La más baslca defim- artificioso establecer sectores y, habiéndolos, porque no se podría dejar de per-
ción sería: Aquello con lo que se re-presenta algo o aquello que lo re-presenta cibir que están tan estrechamente interpenetrados que no podrían tomarse como
(hay alguna sutileza en subrayar uno u otro enunciado). y ~odría ser bastante disociados. No hay parcela de la cultura en la que los símbolos no encuentren
como para generar consenso en las ciencias humanas y SOC1al~S aunque .sea a campo de acción: la religión, el arte, la política, la vida social, el trabajo, la gue-
costa de dejarla en algo indetenninado Y vago. De manera excesivamente Simple rra, la salud, la alimentación, la comunicación, el control social, etc. La clave
pasa por alto los tantos niveles que se despliegan indefinid~ente con ellos y que está entonces en la dificultad de contención de los símbolos en un ámbito o par-
Geertz advirtió utilizando un cuento indio. Esta perspectiva acaba englobando cela, pues se captan difundiéndose e invadiendo muy distintos campos e impreg-
todo lo que hay en la cultura, en las culturas humanas, que pudiera ser tenido nando o tintando muchas de las áreas de la cultura. Algunos símbolos pueden
como cargado de sentido. llegar a ser ubicuos. Por todas partes se encuentran o en todas las ocasiones los
Habría otra perspectiva algo más restringida, pues hay razones igualme~te miembros de una cultura los invocan y manipulan. Y no por eso necesariamen-
para enfocar la atención hacia esa especial representació~ qu.e no sólo. ~efi~re smo te son visibles desde el exterior. Habitan en las mentes de las gentes y con ellos
que ilumina, no sólo indica sino que guía, no sólo.transrrn~e mfonnaclOn ~mo que ven el mundo. En ocasiones, con los símbolos se cumple estrictamente esa regla
le da carácter de incuestionable, no sólo traduce smo que mterpreta, no solo ofre- etnográfica malinowskiana de ver el mundo desde-con los ojos del nativo y que
ce la aprehensión de algo concreto sino que es capaz de condensar t~o un camp? Geertz situó en el núcleo de la interpretación de la cultura, el "punto de vista"
de realidad en un simple perfil, en un mero gesto, no sólo proporcIOna conocI- del sujeto. Y si se cumple, es entonces cuando se hacen visibles o más bien, se
miento sino que arrastra a la acción, no sólo capta sino que significa, no sólo pro- comprenden. Es cierto que en no pocos casos siendo tan visibles, tan sobre-
porciona experiencia sino saber, no sólo ofrece explicacion~s sino que conmue;e, salientes, parece que hacen pasar a segundo plano u ocultan las acciones ordi-
no sólo abre a la realidad sino que penetra en las profundidades de ella, no solo narias. Como ilustración paradigmática se recordará que, en el anillo del Kula,
se adentra en el interior humano sino que lo transciende, no sólo revela sino qu.e Malinowski quedó subyugado por la circulación de collares y brazaletes, ofren-
desvela no sólo se hace con lo particular sino que con ello se proyecta en lo um- das valiosas y aparentemente sin valor material que se transfieren los asociados
versal Úodas ellas características a las que han dado realce las distintas escuelas comerciales de las islas Trobriand y anejas en sus encuentros económicos y, por
simbólicas). Por poco que se quiera decir con todo ello, al menos está cargado de supuesto, sociales.
INTRODUCCiÓN 15
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Una complicación, innegable es la naturaleza inespecífica de los símbolos. lo mismo se podóa de decir de los objetos, cuyo carácter de 'simbólicos' lo
Son objetos, naturales y artificiales, de factura simple o muy compleja, únicos o adquieren por las acciones sobre ellos.
en conjuntos, de materia perdurable o efímeros, conservados cuidadosamente o
Habóa de reco~ocerse que los símbolos no son entidades completas, acaba-
desdeñosamente dejados tras su uso como si nada, imponentes o minúsculos,
das por sí mismas. Esa que entiende que una vez hechos están ya acabados es una
localizados en el entorno inmediato o lejanos hasta importar una larga peregrina-
apreciación que pone su confianza en la creatividad humana y admira la obra aca-
ción hacia ellos. Pero son también acciones, o más bien secuencias de acciones.
bada como una muestra de la capacidad (y de la ambici6n) de perfección que dis-
Son rituales, ceremonias, etc., procesos complejos y muchas veces coimplicados
tingue ~icen- a los seres humanos. Más bien el proceso así detenido deja a los
de injustificada separación que requieren tiempos y espacios propios y diferen-
ciados de la secuencia de acción de la vida cotidiana, o meros actos insertos en símbolos petrificados, como parados en el tiempo o tal vez imagina que ya están
ella que se realizan en casi cualquier parte. Son conocimiento, imagen, palabra, fuera de él. Pero el proceso está en marcha a pesar de todo. Nunca están hechos
gesto, técnica, etc. Tambiah ha subrayado que los rituales comunicativamente tra- del todo. Los símbolos están permanentemente ofrecidos a la interpretación y
bajan en multimedÍa,-aunque no seóa la función comunicativa la única que faci- ésta no es algo complementario o sobrevenido sino que forma parte de ellos.
litaóa el justificar la variedad de medios en los que se desarrollan. Son multifun- (Sólo un ejercicio de solipsismo vano demasiado frecuente en el arte occidental
cionales, como señaló Rappaport a propósito de las ceremonias de los tsembanga imagina que la obra perfecta acaba en sí misma). Al contrario, es obligado
maring, operan como indicadores cibernéticos y reguladores de los ciclos de incluirla. El proceso de la significación en ellos es en principio indefinido. Los
energía de una sociedad, entre otras muchas posibilidades. Y aún en esas funcio- símbolos son sometidos a interpretaciones y reinterpretaciones continuamente.
nes habóa que seguir subrayando que lo hacen de modo redundante y multime- No son sólo creados sino recreados, reproducidos, reelaborados, reapropiados,
dia. A veces asaltan la sensibilidad de los sujetos participantes por todos los acomodados, refinados, glosados, manipulados, descargados, vaciados, revitali-
medios, sonidos ótrnicos, melódicos, voces, imágenes visuales, aromas, gustos, zados, amados, venerados, odiados, sacralizados o profanados, despreciados,
substancias estimulantes, tactos, movimientos, etc. Se podóa destacar igualmen- destruidos, ... Interpretación o reinterpretación está aquí refiriendo todos aquellos
te que son palabras, aunque sólo sea por negar que los símbolos irremediable- usos que en cada sociedad humana sus miembros dan a los símbolos con los que
mente hayan de ser inefables. Más que palabras únicas, discurso, incluida la posi- se identifican, los que dinamizan su vida social, los que les mueven en sus com-
bilidad de que se produzcan en interacciones con entidades invisibles, portamientos cotidianos y también en los excepcionales.
transcendentes. y no son fijos. Eso se refiere en principio a la inestabilidad de sus formas, sus-
Si se tomara una de las especificidades señaladas como paradigma de los sím- ceptibles de ser reutilizadas para generar otras, lo que manifiesta la inagotable
bolos -yen particular los objetos- es posible que se esté contaminando de obje- creatividad de la especie humana, aunque también es posible descubrir que no son
tualidad el concepto. Parece razonable, por el contrario, tomar de forma asocia- más que variantes unas de otras, con lo que se podóa concluir lo contrario. Pero,
da objetos y acciones. Curiosamente a veces los objetos símbolos parecen además, el que no sean fijos sobre todo tendóa que implicar que habóa que renun-
surgidos de la nada, como caídos del cielo o venidos desde la noche de los tiem- ciar de una vez por todas a tomar los significados de los símbolos como definiti-
pos y esta visión suele ir acompañada de una sacralización , no por haber caído vos. Se cree a veces que determinadas formas originarias mantienen los significa-
del cielo sino porque gana virtud si tiene como entidad autónoma. El discurso dos primeros a lo largo del tiempo como si quedara en ellas una especie de señal
generado en tomo a ellos adopta la textura de un mito. Pero la etnografía mues- indeleble. Más bien se trata de renovaciones o incluso de reinvenciones que ade-
tra insistentemente las acciones que los acompañan, de modo que los objetos no más aprovechan el halo de tiempo antiguo que parece que tienen algunos símbo-
simplemente están, sino que son manipulados, usados de modos prescritos o sim- los. (¿Es que hay alguna posibilidad de asegurar que ciertos signos prehistóricos
plemente habituales. El término "manipulación" no tiene aquí ninguna connota- reconocidos como cruces svásticas significan lo que éstas llegaron a significar en
ción , o si se quiere, todas, y no debiera contener sólo la idea de desvirtuaci6n o el Tercer Reich, como algunos pretenden?). La pretensión de fijeza, que en no
desgaste, sino también las de engrandecimiento, reforzamiento, mantenimiento, pocos casos se confunde con ortodoxia es lo que habóa que explicar. Algunas
etc. , ni tampoco sólo la idea de habilidad interesada, sino igualmente las de res- sociedades humanas parecen dispuestas a asumir la antigüedad indefinida de las
peto, cuidado, etc. Las acciones no son accesorias respecto a los objetos sino que formas y una supuesta continuidad de la significación que se les atribuye. Pero no
los activan, y en buen medida los rehacen cada vez. No necesariamente :!IclÜÍzan es fácil disociar si esa significación debeóa atribuirse propiamente al tiempo anti-
las acciones el carácter de 'simbólicas' por los objetos hacia los que se orientan, guo ejerciendo como tiempo originario o a las virtudes de las formas simbólicas.
22 CUERPO Y ESPACIO
INTRODUCCiÓN 23
BIBLIOGRAFíA INTRODUCTORIA EN CASTELLANO
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Tema I
ANTROPOLOGíA DEL CUERPO
24 CUERPO Y ESPACIO
CUERPO 1
El pelo social. La parte
y el todo
INTRODUCCiÓN
Para abordar una reflexión sobre la conducta simbólica, Leach eligió -no "~ Iberia 10 que ~ éamúireaba ciertos hechizos e imprecaciones con voz de
por azar- hablar sobre el cuerpo y en particular sobr~ el pel.o. ~l pretexto era ~l ,~ y lo 'mterraba. ~ medida que iba pudriéndose, se. supone que la persona iría
:~ basta mom... ,', . '. .
libro de un psicoanalista, Ch. Berg, The Unconsc/Ous Slgnificance of Hau;
" ,~ Fh1w; La mmtJ doraJa,do pp. 278-279
Londres, 1951.
44 CUERPO Y ESPACIO
CUERPO l. El PELO SOCIAL. LA PARTE Y EL TODO 45
sociales como si el principio de conti ü·d d . .
más allá del contacto físico. g I a estuvIera funcIonando por inercia
Aunque la formulación puede invertirse d .
"naturalización" repetidamente . d Y e esa forma quedaría más cIara la
mencIOna
han naturalizado, se han hecho cue o El· a Son los p I ·
. ape es socIales los que se
dad in-corporada. rp. pelo SOCIal aparece así como la socie-
CUERPO 2
La emergencia del cuerpo
como tema
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CUERPO 2. LA EMERGENCIA DEL CUERPO COMO TEMA 47