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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA


SANTA MARÍA DE LOS BUENOS AIRES
PROSEMINARIO DE CRISTOLOGÍA

LA NOVEDAD DE LA CARTA A LOS HEBREOS

Nicolás J. Retes
4to Año.
Bs As, Julio de 2001.
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LA CRISTOLOGÍA DE LA CARTA A LOS HEBREOS

INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo escrito intentaré exponer de modo sintético algunas

líneas sobre la cristología de la Carta a los Hebreos. Para ello recurriré a la obra

publicada por la Conferencia Episcopal Argentina “La Cristología sacerdotal de la

Carta a los Hebreos” en ocasión del curso de teología bíblico que el P. ALBERT VANHOYE

SJ ofreció a los obispos reunidos en la LXXIV Asamblea Plenaria del Episcopado

Argentino. Centraré la exposición en la novedad que implica aplicar a Cristo el título

de sumo sacerdote (archiereús)

GENERALIDADES

La carta a los Hebreos es uno de los textos más admirables del Nuevo

Testamento, tanto por su belleza literaria como por su contenido teológico.

Es de autoría dudosa, con ORÍGENES podemos decir “sólo Dios sabe quién la

escribió”. Estrictamente no es una carta, sino más bien una homilía o exhortación.

Los textos empleados como base de la misma son el salmo 110 y Levítico 16.

El trasfondo filosófico de fondo responde al platonismo, con el juego de lo uno

y lo múltiple.

Entre otras cosas su importancia radica en que es el único texto que adjudica

a Cristo el título de sacerdote. En Oriente se reconoció siempre la canonicidad del

escrito, no así en occidente, cosa que se hizo recién en el siglo V.


3

DESARROLLO

El texto base que guiará nuestra exposición será el de Heb 2,17-18.

“Tenía que hacerse en todo semejante a sus hermanos para llegar a ser un sumo

sacerdote misericordioso digno de fe para la relación con Dios, capaz de borrar los

pecados del pueblo; porque, por haber pasado él la prueba del dolor, puede auxiliar

a los que la están pasando”.

Aquí el autor realiza dos innovaciones que nos es preciso considerar: la

primera es que se aplica a Cristo el título de sumo sacerdote (archiereús), y la

segunda es la nueva concepción de sacerdocio que se nos presenta en la Carta a los

Hebreos.

1. Los textos bíblicos

En los textos del Nuevo testamento, fuera de la Carta a los Hebreos no

encontramos ninguno que atribuya a Cristo el título de sumo sacerdote. Tampoco la

tradición evangélica atribuye a Jesús tal denominación. Se reservan más bien para el

sacerdocio levítico.

2. Distancia entre Jesús y el sacerdocio antiguo

Según la ley de Moisés, la persona de Jesús no era sacerdotal, ya que Jesús no

pertenecía a una familia de sacerdotes. Entre los hebreos el sacerdocio se transmitía

solamente por vía hereditaria. Había sido concedido por Dios a Aarón y a sus hijos,

por lo tanto no podía transmitirse a ningún miembro de otra tribu cualquiera (Num

3,10-38).

El ministerio de Jesús se desarrolló más bien en la línea profética y sapiencial

y no en la sacerdotal. Se puso a proclamar la Palabra de Dios, que es lo que hacían

los profetas, y a enseñar como un rabí. Ciertamente fue considerado y tenido por

profeta1.

1
“Un gran profeta ha surgido entre nosotros” (Lc 7,16).
4

Nada hay en la persona de Jesús, en su actividad, en sus enseñanzas, que esté

en la línea del sacerdocio antiguo. Visto desde afuera, el suceso del Calvario no tiene

nada de ritual, ni de sacerdotal.

3. El porque de la novedad

La innovación de la Carta a los Hebreos se justifica como un posterior ahondar

en el misterio de Cristo, el cual viene reconocido como Aquel en quien se dan

cumplimiento perfecto todas las Escrituras. Lo que los apóstoles recibieron, de

inmediato, fue una revelación global. Entendieron que en Cristo las Sagradas

Escrituras se habían cumplido plenamente. Pero esta revelación global exigía una

reelaboración progresiva.

4. Importancia del sacerdocio en el AT

La vocación de Israel era la de ser Pueblo de Dios, y la función del sacerdocio

es precisamente la de asegurar la relación del Pueblo de Dios. La importancia del

sacerdocio parece más resaltada en el Pentateuco, que dedica largos capítulos a las

prescripciones cultuales y a la consagración del sumo sacerdote y su actividad. Todo

ello forma parte básica de la ley mosaica.

5. Cumplimiento del sacerdocio en el ministerio de Cristo

La espera de un Mesías-sacerdote era normal, en cuanto al cumplimiento final

debía revelarse como el cumplimiento del proyecto de Dios en todos sus aspectos. El

cumplimiento de las Escrituras engloba: continuidad, ruptura y superioridad.

La primera novedad, es decir la aplicación a Cristo del título de sacerdote, no

es posible sin una segunda innovación, es decir la transformación del concepto de

sacerdocio en sentido de una profundización, que está en la dimensión de la

comunión.
5

6. Nuevo concepto de sacerdocio, solidaridad y no separación

El autor de la Carta señala que la condición para llegar a sumo sacerdote

exige de Cristo una total asimilación con los demás hombres 2. Lejos de hablar de

semejanza o asimilación, los textos del AT subrayan más bien la necesidad de una

distinción y separación, conciben de este modo la santificación necesaria para el

culto a Dios. Para entrar en contacto con las realidades sagradas, los levitas están

puestos aparte. El sumo sacerdote aparecía como un ser elegido, elevado por encima

del común de los mortales. La afirmación de la Carta a los Hebreos, en este contexto

histórico, produce un contraste extremadamente fuerte. Ella se opone directamente

a la mentalidad y a la conducta de los sumos sacerdotes de ese tiempo. A sus ojos, el

pontificado constituía el máximun de todas las promociones humanas; para

alcanzarlo buscaban medios que les distinguieran de los demás, y utilizaban con ese

fin el dinero y las influencias políticas3.

Cristo inicia su camino en una dirección diametralmente opuesta. “Para poder

llegar a sumo sacerdote”, Cristo debe renunciar a todo privilegio, y aún más, debe

humillarse hasta lo más bajo, y en vez de colocarse por encima del pueblo, debe

“hacerse semejante en todo a los hermanos”, aceptando hasta la extrema

humillación de la pasión.

7. Mediación y sacerdocio

Qué nos queda entonces de la concepción antigua de sacerdocio, pareciera

que nada. El contraste es completo. Sin embargo podemos decir que hay una

continuidad profunda.

La mediación requiere de parte del sumo sacerdote una doble relación: con

Dios y con los hombres.

2
Cristo “...tenía que hacerse en todo semejante a sus hermanos” (Heb 2,17)
3
Cfr 2 Mc 4,7-8.24
6

En el AT los ritos no alcanzaban su fin, no tenían la eficacia positiva para unir

realmente al sumo sacerdote con Dios 4, incluso después de la consagración, el sumo

sacerdote continuaba siendo imperfecto, manchado por el pecado 5

Podemos decir que las separaciones rituales han sido sustituídas por el

sufrimiento redentor. El camino que conduce a los hombres hacia Dios está abierto 6

8. Cristo glorificado, sacerdote perfecto

Solamente el Cristo glorificado, al verificar esta perfecta unión, es perfecto

mediador. Al hijo preexistente, perfectamente unido a Dios en la Gloria, le faltaba

ser mediador, la solidaridad con los hombres. Su situación era opuesta a la de los

sumos sacerdotes antiguos. De aquí la diferencia de perspectiva que observamos,

mientras el Antiguo Testamento se preocupaba, por encima de todo, de las

relaciones del sacerdote con Dios, nuestro autor insiste en la necesidad de sus

relaciones con los hombres.

El autor de la carta precisa que para llegar a ser sumo sacerdote, El debía

hacerse en todo semejante a sus hermanos, es decir, llegar hasta el sufrimiento de la

muerte (Heb 2,14).

Una vez que El ha efectuado esa asimilación total y habiendo sido por ello “coronado

de gloria y honor”, las dos relaciones se han fusionado para siempre en el propio ser

de Cristo. De esta manera Cristo glorificado realiza, con una plenitud hasta entonces

inconcebible e insospechada, el ideal sacerdotal.

4
Cfr Heb 9,9;10,4.
5
Cfr Heb 7,18-19.
6
Cfr Heb 10,19-20.
7

CONCLUSIÓN

Vimos como se presenta en la Carta a los Hebreos una doble novedad, tanto

de nombre, porque Cristo no había sido nunca llamado con el título de “sumo

sacerdote” y una novedad de concepción; jamás se había pensado en una manera

semejante de acceder al sacerdocio y de ejercerlo. Esta segunda innovación

condiciona a la primera. Ya que para poder aplicar a Cristo el concepto de sacerdote

es necesario innovar tal concepto.

El autor ha hecho este cambio retomando, en esta primera parte de la Carta

(Heb 1,5-2.18), los datos tradicionales de la predicación primitiva en torno a la

muerte y a la glorificación de Jesús.

Se trata entonces, de una innovación fecunda, ella nos permite comprender

mejor ciertos aspectos del misterio de Cristo, integrando al pensamiento cristiano

toda la sustancia de la tradición cultual de Israel.


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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

BIBLIA DE JERUSALÉN, Desclée de Brouwer, 1973.

LA CRISTOLOGÍA SACERDOTAL DE LA CARTA A LOS HEBREOS, Albert Vanhoye SJ,

Conferencia Episcopal Argentina, 1997.

CARTA A LOS HEBREOS, Otto Kuss – Johann Michl, Herder, 1977.

DICCIONARIO DE TÉRMINOS RELIGIOSOS, Aquilino de Pedro, Verbo Divino, 1991.

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