Roger Chartier
La historia como escritura,
la escritura como historia
En el panorama de la historiografia contempordnea,
la figura de Roger Chartier —nacido en Lyon, Francia,
en 1945— sobresale por la originalidad, la amplitud y
la profundidad de su trabajo. Formado en la herencia
intelectual de la escuela de los Annales, su tarea fue
orientandose paulatinamente hacia la busqueda de
nuevos angulos de abordaje de la historia cultural, para
la construccién de lo que él Ilamé “una historia cul-
tural de lo social”. Desde un interés inicial por la his-
ria de la educacién y de las formas de sociabilidad,
fue desplazando hacia el estudio de la produccion
la circulacién del escrito impreso, de cémo éste modi-
6 desde finales de la Edad Media la cultura y la socie-
lal europeas, y de las practicas de lectura en distintas
ocas, prestando especial atencidn a los modos de
ropiacion y reconstruccion de significados por parte
los lectores, de los que hizo un nuevo territorio de
vestigacion. Asi, Chartier dio un paso decisivo para
superacin de los limites metodolégicos de la histo-160 | CONVERSACIONES
ria cuantitativa del libro y la lectura, que buscaba deter-
minar qué, cudntos y quiénes leen, para internarse en
el complejo asunto del cémo se lee. Esta nueva pers-
pectiva, que reintrodujo la especificidad de los indi-
viduos y de las comunidades en modelos globales
amplié sus recursos auxiliares a disciplinas como |
critica, la filosofia y la historia literaria, entre otras.
Chartier, director de estudios de la Ecole des Hau
tes Etudes en Sciences Sociales, profesor en el Collég
de France, ex presidente del Consejo Cientifico de |
Biblioteca de Francia, profesor invitado en la Unive’
sidad de Pennsylvania, Estados Unidos, ha recibidi
importantes distinciones, como el Gran Premio de Hi
toria de la Academia Francesa 0 el Premio Anual de
American Printing History Association. Es Doct
Honoris Causa por la Universidad Carlos III de Madr
y por la Universidad de Buenos Aires, y ha volca
sus investigaciones en una enorme cantidad de artic
los y libros. Entre estos tiltimos se cuentan Espa
publico, critica y desacralizacién en el siglo xvi. Los 0
genes culturales de la Revolucién Francesa (1990),
orden de los libros. Lectores, autores, bibliotecas en Eur
entre los siglos x1v y xvii (1992), El mundo como rep
sentacién, Estudios sobre historia cultural (1992), pul
cados en espafiol por la editorial Gedisa; Libros, le
ras y lectores en la Edad Moderna (1987; en espal
Alianza Editorial); la codireccidn, con Guglielmo C:
ENTREVISTA A ROGER CHARTIER | 161
Ilo, de la Historia de la lectura en el mundo occidental
(1995; en espafiol, Taurus) y con Henri-Jean Martin de
la monumental Histoire de l’édition francaise (1982-
1986), y la direccién del volumen 3, Del Renacimiento
a la Iustracion, de la Historia de la vida privada, diri-
gida por Philippe Aries y Georges Duby (1986; en espa-
fol, Taurus). Su ultimo libro, Inscribir y borrar. Cul-
tura escrita y literatura. Siglos x1-xvuu (2006), fue
publicado recientemente en espafiol por Katz Editores.
Las relaciones entre historia y literatura plantean una
serie de complejos problemas. Casi todos los historiado-
res actuales —y usted entre ellos— admiten que la histo-
ria es literatura. Pero cabe preguntar: Qué tipo de lite-
ratura? 3En qué sentido se puede asociar historia con
ficcién? ;Significa esto que todas las interpretaciones de
los hechos historicos son vdlidas? Si es asi, scudl es el pecu-
liar estatuto cientifico de la historia?
;Bueno, bueno! Empezamos con una carga de profun-
didad... En primer lugar, responderé con un no a la
pregunta acerca de si son validas todas las interpreta-
ciones de los hechos histéricos: de ninguna manera
son todas equivalentes. Mi posicién es que la historia
es escritura y es conocimiento, y que hay criterios que
establecen este conocimiento como tal. Para el desplie-
gue de semejante cuestién, absolutamente fundamen-162 | CONVERSACIONES
tal, supongo que vamos a tocar en este didlogo otros
aspectos de la relacién entre historia y literatura, por-
que la literatura puede ser también el objeto de un ana-
lisis hist6rico por parte de historiadores 0 criticos lite-
rarios que se interesan en la historicidad de los textos.
Pero aqui la pregunta plantea otro tema, que pro-
cede de los trabajos de Michel de Certeau, de Hay-
den White, de Paul Ricoeur: la consideracién de que
la historia es escritura, es decir que un libro de histo-
ria ante todo esta escrito, aunque utilice mapas, esta-
disticas, graficos, tablas, y que las estructuras narra-
tivas, por un lado, y las figuras retdricas, por otro, en
esta escritura de la historia son las mismas que mane-
jan los novelistas. En el caso de las estructuras narra-
tivas, la concepcién del tiempo, la personificacién de
las entidades abstractas, una manera de pensar la cau-
salidad; en el caso de las figuras retéricas, esta ese
trabajo de Hayden White acerca del uso, explicito 0
no, por parte de los historiadores, de las figuras clasi-
cas de la retérica, como la metéfora, la sinécdoque 0
la ironia, que tiene un estatuto un poco diferente. A
partir de esta reflexion, el libro de White, Metahisto-
ria. La imaginacién histérica en la Europa del siglo x1x;
el de Michel de Certeau, La escritura de la historia; el
de Paul Ricoeur, Tiempo y narracién —todos los cua-
les han sido traducidos al castellano— plantean la cues-
tién que usted me est trasladando, es decir, hasta qué
ENTREVISTA A ROGER CHARTIER | 163
punto podemos prolongar esta identificacion den-
tro de la clase de las narraciones entre historia y lite-
ratura, es decir, vemos si podemos considerar la his-
toria como ficcién, si se entiende como ficcién la idea
de que es una escritura que representa una realidad
que ya no es, que est4 representada tnicamente a tra-
vés del discurso histérico.
Evidentemente, la historia pertenece a una escri-
tura de la ficcion como escritura de la representacién,
pero si entendemos por ficcién lo que usted sugeria,
o sea que no hay ninguna posibilidad de discrimi-
nar entre las narraciones histéricas en funcién de su
capacidad de producir un conocimiento, no estoy
de acuerdo con esta conclusién, evidentemente. Y los
autores que hemos mencionado no estaran de acuerdo
unos con otros. Para Hayden White la respuesta a su
pregunta seria: “En efecto, no hay posibilidad de esta-
blecer una jerarquia cientifica de conocimientos de
verdad de las narraciones histéricas, mas alla de cons-
tatar que un hecho fue o no fue —Napolesn existid o
no existi6—; mas alld de esto, cuando se construye una
narracion, esta totalmente dominada por la retérica
y la narrativa, y la diferencia radica en la capacidad
del historiador, mds o menos aguda, de manejar estas
figuras o estructuras”. En cambio, ni Michel de Cer-
teau ni Paul Ricoeur negaron jams esta capacidad de
conocimiento de la historia, ni era el objeto de sus