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Exiguo debe ser el predicamento de la socio- nivel y una calidad de vida dignos. Éste es el
logía cuando Jeremy Rifkin, profesor de Whar- desafío histórico que afronta el siglo XXI.
ton ‒una de las más importantes escuelas de Antes que dar soluciones concretas para este
negocios del mundo‒ y posiblemente el analista o aquel país o grupo de intereses, Rifkin trata de
global y futurólogo con más audiencia del establecer la condición de posibilidad de que
mundo, aborda, en su ensayo más extenso y surja una dinámica global de cooperación para
ambicioso, la colosal empresa de encontrar una la sostenibilidad ecológica y la justicia social.
salida a la crisis estructural de la sociedad indus- Su respuesta es psicológica: la universalización
trial y omite casi cualquier referencia a las cien- de la capacidad de sentir empatía con otros seres
cias de la vida social. humanos –y no-humanos. “Solamente una
El trabajo de Rifkin está muy bien documen- acción concertada que establezca un sentimien-
tado –fruto del trabajo de docenas de colabora- to colectivo de afiliación con la totalidad de la
dores durante cuatro años de investigación‒, lo biosfera nos dará una oportunidad de garantizar
que le permite derivar del consenso global de las nuestro futuro”, proclama y, a continuación, se
ciencias naturales un diagnóstico claro: la bios- pregunta: “¿Podremos alcanzar la conciencia
fera no soportará mucho tiempo la detracción de biosférica y la empatía global a tiempo para evi-
recursos ni las emisiones de gases de efecto tar el colapso planetario?” (p. 606) Todo el volu-
invernadero actuales, y el grado de agotamiento minoso ensayo de Rifkin es un intento de probar
de las reservas de hidrocarburos asegura que, en que esta solución es plausible.
adelante, la energía convencional será más cara. A tal fin, busca primero invertir la idea de la
Corolario: es imprescindible una reconversión naturaleza humana recibida de la filosofía moder-
de la economía global para hacerla sostenible, na y la Ilustración. Acusa a Descartes, Hobbes,
es decir, basada en energías y fuentes materiales Locke, Kant, Bentham y Freud de naturalizar al
renovables. De ahí se deriva (tácitamente) que sujeto calculador racional materialista (agresivo
implicará una sustancial reducción de los bienes ‘individualista adquisitivo’) movido por un ego-
materiales disponibles. Y con igual sigilo se ísta erotismo utilitario ‒el homo economicus clá-
infiere una conclusión expresa: para que la sico‒, que sería el artefacto de unas condiciones
nueva sociedad sea estable debe ser más equita- sociales y comunicativas negativas; por el con-
tiva y justa que la actual –no puede basarse en la trario, la naturaleza humana sería primordialmen-
depauperación de los menos favorecidos (no te emotiva, afectuosa, solidaria y altruista. Rifkin
debería empobrecer, en ningún caso –no hace respalda esta aserción con una vasta sinopsis de
falta decirlo‒ a las clases medias del mundo des- las investigaciones científicas que, en décadas
arrollado; ni a los pobres del resto del mundo, recientes, han construido esa nueva visión ‒y que
obviamente), sino, al contrario, ofrecerles un constituye, a mi juicio, lo mejor de esta obra.
moderna/industrial –el ideal liberal (en el voca- za de los vínculos de afecto y solidaridad social.
bulario político estadounidense, socialdemócra- O a los cada vez más numerosos y diversos índi-
ta en Europa). ces de ‘bienestar humano’ que miden la calidad
Ofrecería evidencia de ese hecho la Encues- de vida –frente al nivel de vida, inferido del de
ta Mundial de Valores que dirige Inglehart, que transacciones mercantiles: PIB. Una sociedad
indica una alta correlación entre un cierto económicamente más modesta e igualitaria y
umbral de bienestar privado y servicios públicos con más conciencia social sería más feliz. Bien.
y la extensión de valores post-materialistas, así Después de todo, el crecimiento material es una
como una tendencia a la universalización de la estrategia económica inviable. Bien, también.
empatía (al menos entre los jóvenes de países Pero miles de millones de personas que han
avanzados), que se manifestaría, por ejemplo, nacido y crecido en la sociedad de consumo de
en el auge del voluntariado. También la prolife- masas, o que aspiran a participar –algo o algo
ración y éxito de programas pedagógicos basa- más‒ de ella quieren –y los pobres necesitan‒
dos en la empatía, que consigue que haya entre más cosas, y desconfían de cualquier panegírico
los alumnos menos violencia, más cooperación apenas edulcorado de la perspectiva de tener
atención, deseo de aprender y pensamiento crí- que adoptar alguna forma de ‘minimalismo
tico. No obstante, otros datos son más ambi- material’ –que durante demasiadas décadas se
guos: los jóvenes de la era de las ‘redes sociales’ ha venido denominando despectivamente
telemáticas oscilan entre el narcisismo de la ‘pobreza’.
autoestima ciega (o el sueño de ser famosos) y La mayor carencia del análisis de Rifkin es
un mayor apego a sus allegados y el altruismo que desconoce o ignora las condiciones de eco-
de un voluntariado más cosmopolita y biosféri- logía institucional y situacional que transfor-
co. El ‘Yo’ es cada vez más relacional, pero sus man, o no, cierto grado de empatía en actos
ideas pueden ser cada vez más vicarias y efectivos de solidaridad –la acción social coo-
estereotipadas; sería un yo-social ‘dramatúrgi- perativa por antonomasia. Ni la obra de la últi-
co’ que puede ser tanto sincero y auténtico ma Nobel de Economía, la politóloga Elinor
como hipócrita e histriónico. Ostrom, que ha investigado exhaustivamente
La importancia de estos datos aumenta por la las condiciones sociales de la cooperación auto-
escasa evidencia de cambios infraestructurales organizada, ni el trabajo del sociólogo Randall
en la dirección –que apunta tímidamente‒ de la Collins, colega de Rifkin en la Universidad de
desmaterialización y la democratización de los Pennsilvania, que ha mostrado cómo el sentido
mercados. Las redes de producción eléctrica con de la acción personal se deriva de los símbolos
energías renovables donde edificios y vehículos de solidaridad colectiva compartidos y carga-
sean centrales, unidas a una infraestructura del dos de energía emocional en los rituales de
hidrógeno como medio de almacenaje, y admi- interacción social se mencionan en este libro. Y
nistradas por ‘redes inteligentes’ capaces de ges- ambos parecen de cierta relevancia para pensar
tionar eficientemente ese mercado energético cómo podría la vivencia empática desplazar al
atomizado de productores-distribuidores están consumo competitivo del centro de la vida
en fase de concepto. La dificultad de su mate- social global.
rialización no se examina. La evidencia de mer- Sin una mayor empatía, opina Rifkin, la tran-
cados que prosperan por renunciar a algunos sición a ‘la sociedad sostenible y equitativa’ es
derechos de propiedad intelectual, por desmate- imposible. Seguramente. Pero sin un conoci-
rializar sus productos, por derivar de la venta de miento sociológico minucioso de cómo resolver
productos al alquiler o venta de ‘derechos de en beneficio general los dilemas de acción colec-
acceso’ o a la prestación de servicios derivados tiva que se plantearán en innumerables ocasiones
de su uso es, lamentablemente, anecdótica. y contextos a lo largo de los próximos y decisivos
Ciertamente, sí hay un creciente interés polí- años, las probabilidades de éxito y el alcance de
tico y mediático por dar pábulo, por ejemplo, a éste parecen predeciblemente exiguos.
los estudios sociológicos que muestran que la
‘felicidad’ se compone de un nivel ‘suficiente’ Juan Manuel Iranzo
de seguridad y bienestar material y de la rique- Zaragoza, 21 de junio de 2010