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El tríptico es una de las creaciones más enigmáticas del Bosco, por lo que, para
tratar de descubrir su significado, es necesario saber qué es lo que el pintor
representa en cada tabla.
Módulo 5. El Jardín de las Delicias II
o 5.1 La tabla del paraíso
o 5.2 La tabla central: la fragilidad
o 5.3 La tabla central II: invirtiendo realidades
o 5.4 La tabla central III: invirtiendo realidades II
o 5.5 La tabla del infierno: los pecados capitales
o 5.6 La tabla del infierno II: el hombre árbol
o 5.7 La tabla del infierno III: el suplicio de los utensilios cotidianos
o 5.8 Conclusión y vídeo adicional
o 5.9 Actividad propuesta para el foro
o 5.10 Repaso
o 5.11 Para saber más
como veréis enseguida nos empiezan a parecer figuras que nacen directamente de la imaginación
del Bosco, estas figuras tienen muchas interpretaciones sobre las que se puede debatir.
Lo primero que llama la atención en la parte inferior de la tabla del paraíso es la charca y su gran
diversidad de seres híbridos, también es fácil de interpretar que no todo en el paraíso es felicidad,
la muerte está presente: un felino lleva una presa en la boca, un ser indefinido con pico redondo
se traga un sapo y un león devora un ciervo.
Sapos, aves, animales reales e imaginarios, y hasta un ser compuesto que lee en el agua nos
advierten que, incluso en el paraíso, la armonía no es completa.
Subiendo por la tabla llegamos al tema principal la presentación de Adán y Eva, aunque esta vez
Eva ya ha sido creada, no surge de la costilla de Adán, y está representación tan curiosa ha llegado
a ser interpretada por los expertos como la institución del matrimonio.
El pecado cometido por Adán y Eva que supone su expulsión del paraíso es sugerido por la
serpiente enroscada segundo de los árboles, una Palmera representante del árbol del bien y del
mal, el lugar donde el demonio tentó a los primeros padres y que se apoya sobre una roca
antropomorfa, formando el perfil de una cara siniestra que ofrece una doble visión. Más adelante,
en el siglo XX, servirá de inspiración a pintores como Dalí, para crear su visión surrealista.
De la Fuente brotan cuatro chorros de agua, dos a cada lado, a la izquierda Se aprecian
numerosos animales a beber: ciervos, caballos e incluso un bello unicornio; por el contrario a la
derecha se pueden ver animales monstruoso saliendo del agua, sapos y reptiles que acuden al
árbol del bien y del mal junto a la serpiente enroscada.
Todo está ordenado en función del lugar que ocupa: a la derecha del señor, lo bueno y a su
izquierda, lo malo.
El río que emana de la Fuente nos remite a los cuatro ríos de la tabla central, en el jardín del Edén,
identificación que aparece en el Génesis 2:10-14.
La continuidad entre las tres tablas se produce por el paisaje; en esta tabla tenemos montañas
con formas de picos y formas extrañas y alrededor de ellas vuelan una gran cantidad de aves.
Tenemos que recordar que en esta época se creía en la existencia Real del paraíso, y por lo tanto
en estas montañas que hacían imposible el acceso.
En la parte superior el agua brota de una fuente de color azul dando lugar a la creación de cuatro
ríos, se relaciona en su forma y composición con la fuente de la vida de la tabla izquierda, aunque
en este caso da la sensación de que se puede romper en cualquier momento, parece la fuente de
una juventud que sólo se mantendrá durante un tiempo. En su interior, como la lechuza de la
Fuente del paraíso, aparece una escena de sexo explícito entre un hombre y una mujer, además
de un culo, unas nalgas simbolizando los peligros del pecado de la lujuria.
En la parte inferior también observamos una esfera craquelada que forma parte de una estructura
indeterminada, y en cuyo interior también hay un hombre y una mujer en actitud cariñosa. Se
podría interpretarla en clave de la fragilidad del matrimonio.
Las cuatro estructuras arquitectónicas que aparecen en los ríos están construidas con elementos
vegetales y materiales valiosos, como gemas o perlas, la abundancia de tubos y probetas nos
remite al interés por la alquimia, pero también evoca construcciones arquitectónicas en Jardines
de la época, conocidas gracias a otras obras de la corte borgoñona, como las que existían sobre el
jardín de Hesdin.
Son construcciones fantásticas una especie de montaña rusa con abundancia de aves y hombres
que practican juegos equilibristas entre huecos y cavidades.
Dos hombres transportan un oso en un palo cuyo cuerpo cuelga hacia arriba desafiando la ley de
la gravedad, y, en la parte inferior, un hombre cabeza abajo dentro del agua se toca los genitales
con las manos, entrelazando los pulgares: cabría entender esta disposición de las manos con un
ademan piadoso de oración, un gesto religioso en un contexto profano, común en muchas otras
obras de pintores flamencos.
El origen de estas escenas puede estar en los entremeses: los entremeses son piezas teatrales
cortas y cómicas que solían ser representadas entre dos actos de una comedia o en banquetas
importantes. Estas piezas teatrales incluían habilidades, trucos y composiciones culinarias de las
que surgían los personajes, incluso en alguna ocasión los propios nobles y Duques formaban parte
de estos entremeses.
No hay duda del significado de deseo y lujuria que muestran estos hombres por las mujeres que
se están bañando en el estanque central, que parece ser el tema principal de la tabla.
Un hombre en primer plano se lleva a la boca un fruto, es uno de los pocos personajes que mira
directamente al espectador como incitándole también a comer, a disfrutar de la realidad de la
obra. Cerca de el otro hombre se sienta en lo que parece un fruto cóncavo; un pato, por el color
de su plumaje posiblemente macho, alimenta al hombre con bayas como si fuera su cría; dentro
del fruto alguien asoma un brazo para tocar un pez enorme.
Para explicar esta escena vamos a fijarnos en el personaje que sujeta unas grandes vayas con su
mano, que tendrían que estar a la altura de la cabeza del personaje que se encuentra dentro del
fruto. Claramente están realizando la actividad amorosa, es como una representación del acto
sexual, pero muy sutil.
Otras escenas no remiten episodios bíblicos, como es el caso del grupo que recoge frutos de un
árbol y se los come a la sombra de un bosquecillo, es fácil establecer una relación con Adán y Eva.
Otro grupo próximo evoca escenas profanas, Como esos hombres conversando en el interior de
una especie de Garita. Vemos escenas con carácter erótico y escatológico que se presentan como
divertidas estampas: Un ejemplo es el hombre que recoge un ramo de flores del trasero de otro
que está agachado o, si lo leemos al revés, se lo introduce.
En algunos textos de la época, cuando alguien recitaba plegarias se estaba refiriendo claramente a
un acto sexual, era como una metáfora. Pues bien, en esta obra las manos de los personajes son
los que hacen referente a este acto sexual, sobre todo a la masturbación, que era uno de los
peores pecados de la época.
En el ángulo inferior derecho destaca la escena de una pareja en el interior de una cueva, se ha
querido ver en ella Adán y Eva, a pesar de que hay un tercer rostro que los acompaña. La
identificación se establece, en parte, por el parecido a una manzana en ese fruto que sostiene la
figura femenina, así como en otro similar también depositado junto a ella.
No todos los expertos que han estudiado el cuadro están de acuerdo con esta interpretación,
Pero es verdad que estos personajes son distintos al resto, están dibujados de manera que nos
conectan directamente con la tabla del infierno, que es a la que nos dirigimos después de haber
estudiado la tabla central.
Un supuesto abogado Porta documentos oficiales y sellos para ser firmados: está siendo atacado
por una celada (la parte de la armadura que protege la cabeza), un cerdo con tocado de monja y
un supuesto ayudante, que trae consigo más documentos en la mano y sobre la cabeza, y a modo
de Broche lleva un sapo, símbolo de la maldad y el demonio. Su expresión es de duda Y quizá de
miedo, Aunque, sobre todo, de orgullo, seguramente por firmar algo no ético y por lo tanto fuera
de la moral.
Detrás de la vanidad comparece un trasero que defeca monedas a un gran agujero de tormento,
siendo trasunto de la avaricia.
Ya en el límite de la tabla, otro individuo perezoso duerme junto a un demonio con grandes ojos,
tal vez como una alusión a sus pesadillas.
Cómo podemos ver, en este entorno se representan los principales pecados capitales y, después
de haber sucumbido a estos placeres terrenales, llega el merecido castigo, y todo aquello que
había sido placer se convierte en tortura y sufrimiento.
Al otro lado del plano inferior podemos ver como un demonio por los elementos que tiene
alrededor sabemos que se trata de un tahúr. El grupo de hombres y mujeres que está detrás de la
mesa son personas relacionadas con los juegos de azar, un juego que es engañoso e impuro.
Cerca de la mesa encontramos, también, a un conejo tocando un cuerno que lleva un hombre
colgando boca abajo.
Estos pecados, representados por sus pecadores, nos llevan directamente al castigo de la
oscuridad del infierno.
Todo confluye en la zona central de la composición, en la que llama la atención una figura
fantasmagórica que reina sobre todo el paisaje infernal, esta figura es una de las creaciones más
personales del autor y se conoce como el hombre árbol.
Híbrido de forma humana, vegetal y animal, ofrece la sensación de estar asentado en el suelo con
el tronco hundido en la tierra. Sin embargo, si observamos con detenimiento, inestabilidad: los
troncos o piernas se apoyan sobre dos barcas que se balanceaban peligrosamente, imposible
tener más inestabilidad. El cuerpo resulta, además, estar hueco y en el interior se representa una
escena de burdel, con una alcahueta que sirve un grupo de hombres desnudos, el primero de los
cuales está sentado sobre un gran sapo.
Un personaje sube por la escalera con una flecha clavada en el culo, con lo que se refuerza ese
carácter aludido de burdel. Esta escalera ofrece continuidad a un elemento que sustenta el
interior del lupanar y avanza en línea recta hacia el exterior como un mástil que sujeta un
estandarte que evoca, a su vez, una cornamusa, instrumento musical parecido a la gaita,
vinculado con la música popular y al que se le suele asimilar con la lujuria. Podría entenderse en
su conjunto como un símbolo fálico.
Destaca también la cabeza del personaje, sobre ella se aprecia una especie de plato de su mismo
color, en donde descansa la gigantesca cornamusa: este simbolismo lo ratifica la enseña situada
encima de la taberna o burdel. Sobre el plato y alrededor de la cornamusa vemos desfilar una
profesión a ninguna parte: hombres condenados y desnudos son llevados de la mano por
personajes inquietantes.
Analizando estos elementos y teniendo en cuenta el lugar que ocupa dentro de la composición,
muchos expertos han llegado a pensar que esta figura se trata nada más y nada menos que de
Lucifer.
Una vez explicada la parte inferior y la parte central de la tabla del infierno, vamos hacia la
superior, para encontrar dos orejas que, junto con las dos manos cortadas, son los castigos
habituales de la Baja Edad Media.
En este caso las dos orejas simbolizan a esa gente que no quiere escuchar la verdad y que, por lo
tanto, ha elegido un mal camino en la vida.
También encontramos muchos objetos metálicos que sirven para la tortura, pero nos llama la
atención uno de ellos: el cuchillo. En la ciudad natal del Bosco, en s'Hertogenbosch, fabricaban
estos cuchillos que en España se conocían como bolduques, que viene del nombre francés de la
ciudad Boi le Duc.
Dos son los cuchillos que resaltan en este infierno del Bosco, uno lo encontramos entre dos orejas
cortadas, ambos llevan una letra m como marca. Según algunos autores apela a la inicial de la
palabra mundos.
Nuevamente nos planteamos la falsedad de la apariencia, lo diverso distinta que puede ser la
verdad, parece que este caballero está siendo castigado por cometer el que se podría considerar
El peor de los pecados: No haber defendido a la Iglesia, representada por el cáliz, misión esencial
del caballero cortesano.
En la zona más alta de la tabla, la que tenemos más lejos de la vista del espectador, podemos
observar una técnica pictórica menos trabajada, más rápida. Es la continuación del paisaje de las
dos tablas anteriores, pero esta vez el pintor, en lugar de escoger el color azul, ha elegido los
negros y los rojos para simbolizar ese fuego que lo devora todo.
Es un lugar creado para el sufrimiento un verdadero infierno en el que muchas personas sufren y
son torturadas. En este momento es interesante que recordemos el horrible incendio que vio el
pintor en su ciudad natal y que estuvo a punto de destruir su casa.
Con esta última reflexión Terminamos el análisis del cuadro, impactados por la imaginación del
autor y su capacidad por llegar a distintas generaciones y culturas. Así, dejamos el jardín de Las
Delicias, una obra llena de misterios y de incógnitas, y lo hacemos sabiendo que habrá muchas
cosas que nunca llegaremos a interpretar.
Todo lo mencionado hasta ahora en el tríptico se vincularía con una idea y un sentido que,
como conclusión, resumiría todo lo que aparece en él. Es la idea de la esperanza vana y
la función de espejo, palabra que proviene del latín (specullum) y cuyo significado
principal sería el de instrumento de mirada. Es una reflexión personal sobre el destino del
mundo y del hombre.