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ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97.

I. Introducción.

A través de la historia, se ha denominado buena muerte, a aquella que deviene sin más

consideraciones de dolor o sufrimiento, que las propias de un deceso por causas naturales, por una

enfermedad no dolorosa o por el advenimiento de una circunstancia accidental. Por si sola, la

realidad del final de la existencia terrena, nos colma de incertidumbre y hasta de cierto temor, no

obstante en algunas casos, este paso final, es acompañado por dolores no soportables por ninguna

humanidad, y que son aun imposibles de superar por la ciencia médica; estos sufrimientos colocan

al individuo en un estado de postración y de incertidumbre, que lo llevan muchas veces a optar por

el hecho de que se ponga fin a su existencia, para no escarmentar el inclemente y constante ataque

de tan abrumadora aflicción.

Algunos Estados a nivel mundial, han tenido en cuenta dentro de su legislación, la existencia

de estos especializamos casos, y han promovido leyes cuyo máximo fin, es el de respetar la

dignidad humana, evitando al individuo dolores infructuosos.

En Colombia, solo hasta el año de 1997, a raíz de la sentencia de constitucionalidad C-239 de

1997, se legalizó la eutanasia, previo consentimiento del sujeto pasivo, es decir del paciente. Es

precisamente desde este punto, que la presente investigación documental y normativa, ha dado

inicio, encontrando a través del tiempo los distintos avances que, en materia de eutanasia, ha tenido

nuestro contexto jurídico.

La primera parte de la monografía, introduce al lector en los temas propios de la ética de la

vida y de su necesaria simbiosis con la jurídica de la vida, también llamada biojurídica o

bioderecho. Se convino luego en apreciar, conceptualmente a la biojurídica, como rama del

derecho esencial, para la comprensión del fenómeno eutanásico, desde un estudio interdisciplinar.

En la segunda parte del presente documento, se procedió a evidencia puntualmente la

normatividad presente sobre la eutanasia, desde el año de 1997, hasta la fecha, permitiendo que el
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lector tenga una visión holística de lo hecho y de lo que falta por hacer en materia del derecho a

morir dignamente en Colombia.

El presente trabajo abordará de forma profunda, los dos extremos dentro de los cuales se

desenvuelve el derecho eutanásico, como son la dignidad humana, enfrentada al derecho esencial

a la existencia. Igualmente, conceptualizará acerca del surgimiento del término eutanasia, como

herramienta para terminar el ciclo de vida de una persona. Teniendo en cuenta que el derecho a

la vida, surge del derecho natural, y por ende está íntimamente ligado a la postura ético-moral de

la fe católica, se traerá a colación dicha postura, en cuanto a la implementación y reconocimiento

del derecho a morir dignamente, mediante el procedimiento eutanásico.


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II. Objetivos.

2.1. Objetivo general.

El presente trabajo tiene como objetivo general, examinar la normatividad existente en

Colombia, desde sus inicios y hasta la culminación de la presente investigación, respecto del

derecho fundamental a morir en dignidad y la práctica eutanásica como presunto instrumento

dignificante, para presentar un compendio normativo que se constituya en importante texto de

consulta, para aquellos investigadores que pretendan conocer y profundizar sobre la eutanasia en

Colombia.

2.2. Objetivos específicos.

Reconocer las diferencias existentes entre la eutanasia y el derecho a la vida, en relación con

el derecho colombiano.

Identificar los requisitos esenciales que exige nuestro ordenamiento jurídico, para llevar a

cabo el procedimiento eutanásico en pacientes terminales, que padecen de dolores insuperables e

insoportables.

Aprehender y entender que los derechos fundamentales, no son absolutos, cuando se

encuentran enfrentados a otros de igual rango, en temas que requieren especial apreciación dada

su complejidad.
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III. Tipo de proyecto y propuesta metodológica.

La investigación que ha dado lugar a la presente monografía, se desarrolló en términos de un

estudio investigativo de tipo documental de campo, sobre la legislación existente acerca de la

eutanasia en Colombia, desde el año 1997 a la fecha, con acopio de fuentes históricas,

filosóficas, médicas, científicas y jurídicas, arrojando categorías que permitieron contextualizar

la existencia del bioderecho eutanásico en la legislación colombiana, como un proyecto en

desarrollo. De esta manera, tenemos que el marco metodológico se cimenta en una investigación

básica, hermenéutica en cuanto al análisis, crítica e interpretativa de textos.

Para hacer alcanzable el objetivo general propuesto, hemos realizado una investigación

documental, temporal, comenzando por el inicio normativo del concepto de eutanasia en

Colombia, mediante una descripción objetiva de la norma, sin comentarios o análisis propios,

colocando en contexto las distintas normatividades de más relevancia, que existen en el planeta,

de tal manera que mediante la herramienta del derecho comparado, el lector pueda evidencias los

vacíos normativos, que existen en la biojurídica del derecho a morir dignamente, desde la

perspectiva de las posturas jurídicas contemporáneas.

Respecto del cumplimiento de los objetivos específicos, hemos hecho uso de una lista de

referencias, que permiten al lector corroborar la información consignada en el trabajo

investigativo y profundizas los temas expuestos, de tal forma que obtenga una visión holística e

interdisciplinar del fenómeno eutanásico. Se ha coadyuvado, tal disposición mediante la

inclusión de descripciones conceptuales de mayor relevancia como lo son el derecho a la vida,

enfrentado al derecho a morir dignamente, los requisitos esenciales para practicar el

procedimiento eutanásico y la ponderación de los derechos fundamentales, entendiéndolos como

mandatos de optimización, susceptibles de ser sometidos a un juicio de proporcionalidad y de

igualdad. De la misma forma, se contará con la herramienta del derecho comparado, mediante la
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inclusión de una descripción de los principales ordenamientos jurídicos del mundo, que han

incluido la eutanasia como un procedimiento legal.


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IV. Relevancia del presente trabajo de investigación.

Una de las ramas poco incursionadas, por los antiguos y nuevos profesionales del derecho

en Colombia es la biojurídica, y tal vez por ello, existen en la actualidad vacíos normativos en

importantes temas éticos relacionados con la vida y con sus ciclos. No obstante, este “olvido”, no

solo se presente en nuestro contexto, ya que incluso países desarrollados, presentan un lento

avance en el desarrollo de la biojurídica y de la bioética en sus legislaciones.

Es precisamente, esta circunstancia la que le da principal importancia al presente trabajo

investigativo, pues son pocos los textos de consulta que, sobre temas, como la eugenesia, la

manipulación genética, el cultivo de embriones, la eutanasia, y la distanasia, entre otros, existen

en el contexto académico del estudio del derecho.

Se ha enfocado el estudio, en identificar el desarrollo que ha tenido el derecho colombiano,

respecto del tema de la eutanasia, encontrando que solo cuatro países a nivel mundial, han

logrado el estado de avance en que nos encontramos respecto del tema. En el año 2015,

Colombia se constituyó en el único país de américa latina, que contaba con una reglamentación

para aplicar la eutanasia en adultos; y para el año 2018, con la aparición de la resolución 825 de

2018 expedida por el Ministerio de Salud y Protección Social, se constituyó en el tercer país del

mundo, después de Holanda y Bélgica, que reglamentó dicha práctica en menores de edad.

Recordemos, que en atención a lo que entendemos como derecho justo, no significa que se

esté en acuerdo o desacuerdo, respecto de las posturas jurídicas que se han establecido en el

propósito de reglamentar la eutanasia, pues se trata de solo un recuento de la legislación existente

y vigente, que aún está en construcción y que carece de una legislación surgida de nuestro

honorable congreso.

No obstante, ello no significa que del estudio realizado sea imposible la consecución de

nuevo conocimiento. Al entender el concepto eutanásico, desde una perspectiva histórica,


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comparada y propia, se ha podido evidenciar que existen vacíos en cuanto a la aplicación del

procedimiento eutanásico de las personas que se encuentran en estado vegetativo, de las personas

con alienación por discapacidad mental absoluta, entre otros, por ello estamos seguros que el

trabajo contribuirá al cumplimiento de los objetivos prácticos propuestos, y servirá de base para

aquellos encargados de legislar, estudiantes de derecho, abogados y personas interesadas en el

tema, para cumplir con el mandato expresado en la sentencia C-239 de 1997 y T-970 de 2014, en

cuanto a la necesidad de contar en forma rauda con una legislación al respecto.


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V. Planteamiento del problema.

¿Es necesario alfabetizar en temas del bioderecho, a la comunidad académica pertinente, con el

fin de dinamizar la construcción de normas para las nuevas biotecnologías, relacionadas con la

preservación, modificación y extinción de la vida?


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VI. Justificación.

El presente trabajo de investigación tipo monografía, obedece a la necesidad de contar con

un texto de consulta sobre los distintos avances normativos, que, desde el año de 1997, y hasta la

fecha, ha venido teniendo Colombia en la implementación del derecho a morir dignamente y del

procedimiento eutanásico. Esta dirigido a todas aquellas personas que tengan algún interés

académico, legislativo o propio, en el conocimiento de la normatividad que sobre eutanasia

existe en el País, principalmente, abogados, docentes universitarios, estudiantes de derecho,

sociólogos, congresistas, entre otros.

Dado el lento y escaso desarrollo que ha tenido la biojurídica en el país, se hace necesario

contar con una línea de tiempo jurídica, que permita evidenciar lo hecho hasta el momento, para

encontrar los temas que aún faltan por reglar en materia de eutanasia.

Permitirá al lector, distinguir las diferencias y coincidencias entre la eutanasia, distanasia,

suicidio asistido, dignidad humana versus derecho a la vida, acto médico versus procedimiento

eutanásico, entre otros conceptos.


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VII. Marco teórico.

7.1. Breve introducción a la bioética y al bioderecho. Conceptos.

Antes de hablar de la eutanasia en Colombia en términos bioéticos, es necesario abordar el

concepto del bioderecho y los momentos de su aparición histórica. Los nuevos adelantos en

ciencia y tecnología, han generado la necesidad inmediata de una regulación jurídica

especialísima, que sistematice y de coherencia jurídico-ética a las realidades del mundo

contemporáneo, generadas por los sofisticados tecnicismos que ha alcanzado el género humano.

Así, se estudia la conducta del ser humano, tanto del punto de vista ético, como científico y

jurídico, estableciendo presas y compuertas, que contengan la desmesura de las individualidades

y faciliten el consenso de lo humanamente aceptable en el respeto a la vida y a su dignidad. Ya

no se trata solo de regular cuestiones médicas y de salubridad, sino todo aquel adelanto que de

alguna manera afecte, modifique o de inicio a condiciones de existencia.

A pesar de que en el mundo contemporáneo el bioderecho está inmerso en la mayoría de

legislaciones del mundo, es ampliamente desconocido, incluso para los mismos estudiosos del

derecho. Comenzamos por decir, que las mismas problemáticas y circunstancias que atañen a la

bioética, también son objeto del bioderecho. Las políticas sociales estatales y el amplio

desarrollo de las ciencias biomédicas, han hecho necesario regular y poner un límite, a la

posibilidad ilimitada que se ha abierto paso para intervenir en los procesos de la vida.

¿Pero cuál sería el muro que debe constituir dicho límite? Indudablemente debe cimentarse

bajo los postulados de la moral y de la ética, pues se trata nada menos y nada más de lo que

hacemos o dejamos de hacer con la vida, la naturaleza y las personas.

Conforme a lo anotado, podemos decir que el Bioderecho es la rama del derecho constituido por

el conjunto de normas y principio jurídicamente vinculantes, que sirven para regular la


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biomedicina, la genética, el ciclo vital humano y la preservación de las demás especies (Valdés

E., 2005).

Aunque hemos avanzado en el campo de la bioética, siendo conscientes de la necesidad de

regular ciertos procedimientos y comportamientos en el ámbito de la medicina, del que está por

nacer y del ciclo final humano, no sigue la misma suerte el desarrollo en el campo del

bioderecho. Algunas prácticas y aplicaciones propias de la medicina y de la biotecnología,

carecen de legislación en nuestro país, y han tenido que ser interpretadas de acuerdo a los

amplios postulados de los principios constitucionales y generales del derecho.

Aplicando una conceptualización sintetizada del vocablo bioderecho en estricto sentido

gramatical, podemos concluir que se trata de una conjunción entre las palabras bioética y

derecho, apenas obvia, pues sabemos que el asunto jurídico tiene como su principal fuente el

derecho natural, que a su vez tiene sus veces, en la costumbre, la moral, las sanas prácticas y

principalmente en la ética como ciencia epistemológica. A la par del concepto ético, el derecho

se nutre de su experiencia y de su explicitación, y habiendo alcanzado desarrollos científicos,

técnicos y tecnológicos en las áreas relacionadas con la vida, podemos entender que el

bioderecho surge irremediablemente de estos nuevos entramados éticos, en donde es necesario

por decirlo así, poner un límite a la conducta humana en lo atinente a la manipulación de la vida.

Ahora bien, al hablar de bioderecho, es necesario tener en cuenta, que no solo la ciencia

jurídica debe hacer parte de esta contextualización, siendo inminente la necesidad de un

tratamiento interdisciplinar que nos permite abordar el basto campo de la existencia y de la

dignidad humana como ciencia social.

La voz “Bioderecho”, entonces, implica tres campos de estudio disciplinar, que confluyen

necesariamente: la ciencia de la vida, la ética de la vida y las normas jurídicas que nacen

irremediablemente de estas nuevas realidades. La declaración universal sobre Bioética y


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Derechos Humanos, de 2005, es un ejemplo de como la legislación de la “vida”, surge

inexorablemente como respuesta a las necesidades de las nuevas ciencias de la vida, y es

precisamente esta connotación interdisciplinar la que da cabida a la presentación de unas

exigencias relacionales entre el “ser” científico (lo verdadero y útil), con “el deber ser” ético

(moralmente aceptable) y por ende con el “poder hacer” normativo (que el marco constitucional

lo permita).

Esta integración de lo ético, científico y jurídico en las nuevas ciencias de la vida, logró que

muchos países crearon cuerpos colegiados oficiales, destinados a establecer las políticas jurídicas

en el campo de la bioética, y es así como Colombia no se quedó atrás a este respecto. La ley

1374 de 2010, creó el Consejo Nacional de Bioética como organismo asesor y consultivo del

Gobierno nacional; su propósito fundamental es el de establecer un diálogo interdisciplinario

para formular, articular y resolver los dilemas que surgen de la investigación y la intervención,

sobre la vida, la salud y el medio ambiente, así como la construcción de las políticas públicas

(normas) en todo lo referente a la bioética.

Podemos observar como el bioderecho está íntimamente relacionado con la protección de

los derechos humanos y por ello resulta ser el mejor aliado de la ética, en este campo de batalla.

Actualmente, gracias al amplio despliegue que ha tenido desde la revolución francesa, la famosa

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, tenemos unas exigencias de justicia,

que tratándose de cualquier estado de derecho, no son negociables: Unas, las universales, es

decir las que son aplicables a todos los hombres del planeta, sin ninguna distinción; otras, las

inviolables, cuya alma se constituye en su respeto sin condición alguna; y por último, las supra

positivas, normas de derecho internacional, de carácter natural, que se establecen por encima de

las propias cartas políticas de los estados del orbe. Es importante recalcar el hecho de que estos

derechos, llevan implícita la condición del cumplimiento de unos deberes, pues en el ejercicio de
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unos, se pueden afectar otros, por lo que se tendrá que sopesar mediante un juicio integrado de

proporcionalidad, que norma fundamental, prima facie, sobre la otra, entendiendo como la ha

definido el maestro Robert Alexy, que al final solo se constituyen como mandatos de

optimización.

El bioderecho debe crear un límite ético mínimo, para la eterna disyuntiva que existe entre

la supremacía normativa y la libertad individual y ese muro tendrá que ser objetivo y universal,

en aras del respeto a los principios fundamentales de justicia. Temas modernos, como la

reproducción humana asistida, la cibernética, la clonación de humanos, la manipulación del

genoma humano, animal y vegetal, la inteligencia artificial, ciclo vital final humano, la

agricultura transgénica, el aborto, el trasplante de órganos, la internación siquiátrica, la

vacunación obligatoria, los experimentos con humanos, la relación médico-paciente, el aborto, la

eutanasia, la eugenesia, la ideología de género, la definición de muerte entre muchos otros, han

surgido y seguirán surgiendo por lo que se hace necesario que Colombia, legisle rápidamente con

el fin de no quedar rezagado en estas nuevas realidades.

“El discurso bioético resulta insuficiente para dar respuesta a la problemática que plantean

los avances científicos. Tanto desde una ética objetivista como partiendo de una concepción

relativista de la moral, se advierte a la facultad de hallar causes suficientemente firmes como

para tener la certeza de que se van a aplicar las nuevas tecnologías sin violar los derechos.

humanos. Se ha demostrado así la necesidad de recurrir a una nueva rama del Derecho a la que

se ha llamado biojurídica” (Vila, M, 2005, pp.313-321)

7.2. Historia del bioderecho.

Fue el bioquímico estadounidense Van Rensselaer Potter (1911-2001), quien, en la década

de los setenta, acuñó por primera vez el neologismo que se conoce hoy en día con el nombre de
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bioética. Para aquel entonces, la naciente ciencia solo se ocupó de los problemas relativos a las

aplicaciones técnicas en el campo de la salud y sus implicaciones en el iter vitae de los seres

humanos, desde una óptica meramente epistemológica, abordando la pertinencia de los nuevos

avances y técnicas en el campo del derecho a la vida en condiciones dignas, con un enfoque

simplemente dialéctico entre la bondad del procedimiento o sus inapropiadas consecuencias.

En el principio la Bioética surge como un intento de establecer una relación perfecta entre el

saber moral-ético y el saber científico, de tal manera que los adelantos científicos y tecnológicos,

no lleguen a poner en peligro la existencia de la humanidad y sus condiciones justas y dignas de

existencia. De esta manera el bioderecho no debe solo abarcar la dimensión humana, sino que

debe extenderse a la vida en general.

En 1978 se define por primera vez el término Bioética, así: “El estudio sistemático de la

conducta humana en el campo de la ciencia de la vida y la salud, analizada a la luz de los valores

y principios morales.”

En 1988, nace una nueva etapa de la Bioética a la que Potter denominó “Bioética Global”,

incluyendo en la ética de la vida, la necesidad de una ética ambiental.

En la década de los 90´s, nace lo que se conoce como la “Ética Profunda”, incluyendo la

necesidad del manejo ético de los genes de toda especie.

Para la entrada del nuevo milenio, la bioética necesitaba de apoyo, pues no era capaz por si

sola, de dar respuestas generales y justas, a las distintas problemáticas que, en cantidad

abundante, iban surgiendo con el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la técnica. Es así, como

surgen legislaciones y cuerpos colegiados gubernamentales en muchos países del mundo, para

dar soporte a esa simbiosis necesaria entre derecho, ciencia y ética; el derecho estableciendo los

cauces de convivencia necesarios, las garantías de los derechos reconocidos y el respeto de los

derechos inherentes, con el fin de encontrar una solución justa.


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VIII. Marco contextual.

8.1. Estado del arte. La eutanasia en el derecho comparado.

“Holanda, fue el primer país europeo en aprobar la “ley de comprobación de la terminación

de la vida a petición propia y del auxilio al suicidio” en el año 2001, entrando en vigencia el 1 de

abril de 2002. Se constituyeron dentro de esta ley requisitos necesarios para poder llevar a cabo

esta práctica entre los cuales se pueden establecer algunos como: Que la persona que requiere del

auxilio al suicidio sea ciudadano holandés, de igual forma que los dolores y angustias sean

constantes e insoportables, otra necesidad es ser mayor de edad, estar consciente y la voluntad

para tomar esta decisión; el médico que realice este procedimiento debe estar completamente

convencido de que es la voluntad expresa del paciente, a su vez, que se le haya informado de su

situación y de las posibilidades que se pueden tener a futuro. No obstante, en caso de no cumplir

con los requisitos que se expresan textualmente dentro de la ley, se tienen penalizados como

crímenes la eutanasia y la ayuda al suicidio.

En Bélgica se llevaron a cabo numerosos estudios para la legalización de la eutanasia que

finalmente fue aprobada en mayo de 2002. Los artículos 2 y 3 de esta ley expresan en lato sensu

(en sentido amplio) lo que se busca con la práctica eutanásica e igualmente formula ciertos

requisitos para el médico que proceda a realizarla sin infringir la ley, entre ellos se establecen: la

capacidad, consciencia y voluntad del paciente para someterse a esta técnica; también resulta

necesario que su estado médico se halle sin salida y su enfermedad lo conduzca a dolores y

padecimientos insoportables. Esta ley no determina una edad ni mucho menos que el paciente

sea ciudadano belga para llevarla a cabo.

El Estado suizo cuenta con ciertas particularidades, una de ellas consiste en la legalidad del

suicidio asistido y la ilegalidad de la eutanasia, es decir, si un médico inyecta a su paciente con

una sustancia letal es considerado un crimen, establecido este como homicidio. Otra
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particularidad reside en la posibilidad de que no solo el médico puede llevar a cabo el suicidio

asistido, sino cualquier persona que lo haga de forma generosa. Al igual que los demás Estados,

este cuenta con distintos requisitos para practicarla, entre ellos están que cuente con capacidad de

razonar, una enfermedad terminal e insista por reiteradas ocasiones en su decisión. Dadas estas

exigencias ningún miembro del cuerpo médico podrá ayudar al paciente, por lo que será él quien

busque los medios necesarios “(médico externo u organización que ofrezca estos servicios)” para

dar fin a su ciclo vital

La ley que aprobó la legalidad de la eutanasia en el Estado japonés se dio en el año 2005,

determinando requisitos para poder acceder a este procedimiento entre los cuales se

establecieron: que el paciente se encuentre próximo a morir y su enfermedad sea inquebrantable,

al igual que padezca dolores insoportables que no puedan ser apaciguados; que su muerte

mediante la eutanasia sea considerada como un alivio moral, otro requerimiento consiste en la

petición expresa del paciente para morir y por último que se lleve a cabo por un médico en las

mejores condiciones éticas posibles.

En los Estados Unidos de Norteamérica la eutanasia aún no se encuentra legalizada, solo en

ciertos lugares se lleva a cabo el suicidio asistido; es el caso de los Estados de Washington,

Oregón y Montana, donde esta práctica sí es legal y permite su procedimiento. Dentro de las

exigencias que deben cumplir los pacientes que deseen realizar este acto se encuentran

específicamente: contar con un pronóstico de vida no mayor de seis (6) meses, además de haber

cumplido la mayoría de edad (18), adicional a esto, debe presentar dos peticiones para la

asistencia del suicidio y dos médicos presentarán por escrito un informe en el cual determinen el

estado del paciente y que sus peticiones no se hayan hecho bajo efectos de depresión, igualmente

deberán recetar la dosis que el enfermo deberá aplicarse o tomar por sí mismo, sin necesidad de

estar presentes.” (Elkin Javier Delgado Rojas, Eutanasia en Colombia, una mirada hacia la nueva
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legislación. 26 de mayo de 2016. DOI http://dx.doi.org/ 10.17081/just.22.31.2608 PP 226 A

239).

8.2. Enfoques jurídicos de la práctica eutanásica.

¿Acortar la vida o acortar la muerte? La vida es el principal bien tutelado en las modernas

sociedades democráticas y persigue el cuidado de la existencia humana, sin la cual no es posible

crear sociedad. Como se ha explicitado, la problemática del derecho a una muerte digna, de

quienes padecen enfermedades terminales y en extremo dolorosas, es coexistente con la misma

historia humana. En la medida en que las concepciones jurídicas han evolucionado acerca de la

eutanasia, se ha evidenciado la basta complejidad del tema, que abarca temáticas de la ética, de

la moral y del derecho natural. José Ausín y Lorenzo Peña (1998) en su escrito “Derecho a la

vida y eutanasia”, nos hablan del deber de respetar a las personas en su decisión de continuar

viviendo o morir.

Existen tres grandes posturas en cuanto a la eutanasia, que han intentado abrirse paso en el

ámbito jurídico de la bioética: la primera de corte extremo liberal, que afirma que cualquier

persona debería tener el derecho a disponer de su vida, en el ejercicio de su libre albedrío, de la

autonomía de la voluntad y del libare desarrollo de la personalidad; una segunda, que dice que la

vida no debe constituirse como un deber irrenunciable, y que solo en casos de intensos y

prolongados sufrimientos e irregularidades patológicas, debe permitirse al enfermo disponer del

derecho a prescindir de su aliento vital, previo consentimiento del médico quien debe verificar

que no procede ya, ningún tratamiento recuperativo o paliativo; por último tenemos el enfoque

en base a la dignidad humana, que encuentra asidero para la conducta eutanásica, solo cuando se

ha podido evidenciar, que la dignidad de la persona que padece la enfermedad, se encuentra

seriamente menoscaba, en cuanto a derechos fundamentales vulnerados y en cuanto a la calidad


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de vida del paciente. Existe una corriente jurídica que sostiene, que la condición de la dignidad

humana del paciente terminal, debe ser aislada respecto del deterioro de su calidad de vida, con

el fin de que los galenos pueden ofrecerle todas las posibilidades terapéuticas, científicas y la

mejor atención, en relación a su especial condición (Sociedad médica Chile, 2011, pp.645-647).

En Colombia se ha optado por una corriente jurídica mixta que pone de manifiesto, prima

facie, el respeto a la dignidad del enfermo terminal, la imposibilidad de mejorar su situación

desde el punto de vista médico, la insoportabilidad del sufrimiento y, por último, y solo como

consecuencia, el deterioro de la calidad de vida del paciente. Ello se ha logrado a través del

desarrollo jurisprudencial propuesto desde el año de 1997 por la honorable Corte Constitucional,

y recientemente, por el avance normativo dado con la aparición de la ley 1733 de septiembre 8

de 2014, ley que regula los servicios de cuidados paliativos para el manejo integral de pacientes

con enfermedades terminales, crónicas, degenerativas e irreversibles, y que fue denominada “ley

Consuelo Devis Saavedra”, en honor a esta importante abogada, que murió luego de estar 14

años y 8 meses en coma, debido a un accidente automovilístico.

8.3. Aproximaciones históricas al concepto de eutanasia.

"Critón, le debemos un gallo a Esculapio. Paga mi deuda y no la olvides", fueron las últimas

palabras de Sócrates (Siglo V, a.c.) antes de morir, con lo que nos recuerda que la muerte para

una persona, en el ámbito de quienes le sobreviven aniquila su ser singular, y lo convierte en un

“nosotros”, generando implicaciones de tipo ético, moral, religioso y obviamente de tipo legal.

Existe, pues la voluntad de quien reconoce el inevitable fin de la existencia terrenal, respecto del

destino de sus bienes y el cumplimiento de sus deudas; pero también surgen decisiones anteriores

a la muerte, enmarcadas dentro de la autonomía de la voluntad y del libre desarrollo de la

personalidad, que deben ser observadas bajo la óptica jurídica, haciendo una ponderación y un
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juicio de proporcionalidad de los derechos inalienables en confrontación, para ubicar aquellos

que prima facie, deben tener prelación. Fue Sócrates, citando a Esculapio, Dios Griego de la

medicina, quien por primera vez trató sobre la necesidad de no prolongar la vida de ciertas

personas enfermas, que, por la magnitud y costos de sus quebrantos de salud, no eran útiles para

la vida de la polis.

Francis Bacon en el año de 1605 en su ensayo “The Proficience and Advancement of

Learning”, dice que siendo la salud el objeto fundamental del acto médico, en aquellas

situaciones en donde aminorar el dolor es imposible y éste es de tal dimensión, que resulta

insoportable para el paciente, es completamente justo y ético realizar acciones que incluso

representen su muerte (Valdés, 2008, pp.81-83).

Ya en las aldeas primitivas, alrededor de los años 370 a 300 a.c., sus comunidades

coadyuban el suicidio en ciertos actos de valentía, en donde el individuo sacrificaba su vida por

designios divinos o por el bien de sus coterráneos. Con el advenimiento del cristianismo, la

preservación de la vida y el respeto a la misma, se convirtieron en máximas innegociables, aun

en presencia de casos de sufrimiento extremo, entendiendo el dolor como una posibilidad de

purificación de la iglesia peregrinante y del alma peregrina, cuya única búsqueda importante, es

el logro de la santidad y la eterna comunión con Dios (Red Latinoamericana de Sacerdotes y

Seminaristas por la vida, 2016, pp.3-4).

En el año de 1912, el psiquiatra alemán Alfred Hoche, propuso la aniquilación de los

enfermos mentales, por representar una carga económica y social demasiado elevada para el

Estado y sus asociados y aunque no tuvo impacto en la Alemania de la época, la cual se erguía

como una de las economías más prosperas del antiguo continente, tuvo especial y cruel

resonancia en la posterior Alemania nazi, la cual categorizó a sectores de su sociedad, como

“seres carga o lastre” (Cuenca, 2007, pp.19-24). En 1939 Hitler, hace efectivas estas
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categorizaciones, ejecutando un programa de eutanasia al que denominó “Aktion T-4”, que

cobijó a los minusválidos, enfermos mentales, veteranos de guerra, ancianos y judíos, amparado

en el mejoramiento de la raza, en la crisis económica y en el alto costo de sostener este tipo de

población; de esta manera justificó miles de asesinatos. El Tribunal Militar Internacional de

Nuremberg dijo que 275.000 personas fueron aniquiladas, en el periodo comprendido entre 1939

y 1942 (Cuenca, 2007, p.19).

Aunque el mundo rechazó estas prácticas eutanásicas, en el año de 1950 en el Reino Unido

e Irlanda del Norte, se impulsó un proyecto de ley de eutanasia voluntaria ante la Cámara de los

Lores; igualmente en Inglaterra en 1960, se impulsó ante el parlamento el denominado

“Voluntary Eutanasia Bill”, que buscaba para ciertos casos, dar la oportunidad al individuo y sus

familiares de dar fin a la existencia.

El 6 de febrero de 1973, la Asamblea de representantes de la Asociación Americana de

Hospitales presenta una Declaración de Derechos del Paciente con el propósito de contribuir a

una mejor atención y satisfacción del paciente, su médico y la organización del hospital; de esta

manera estableció el derecho del paciente a rechazar en la medida que la ley se lo permita,

cualquier tipo de tratamiento que en atención a criterios de razonabilidad, dignidad y legalidad,

puedan poner en peligro derechos constitucionalmente amparados.

En Holanda, hace más de cuarenta años, se han venido realizando prácticas eutanásicas de

forma legal, sin ningún tipo de responsabilidad civil o penal para el médico que la practica. De

esta manera esta nación liberal, se constituyó en el primer País del mundo en tener una

legislación al respecto. La Corte Suprema Holandesa despenalizó la eutanasia completamente en

el año de 1993, y dijo que la petición debe ser exclusiva del paciente y debe ser libre y

voluntaria, que él mismo, debe probar que está soportando sufrimientos intolerables e

insuperables, sin posibilidad de mejora, la eutanasia debe ser el más último de los últimos
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 21

recursos, y, el médico debe consultar también a un homólogo experto. En igual sentido, Francia

en 1978 y España 1988 ofrecen legislación similar (Jonsen, 2003, pp.90-94).

Colombia dio inicio a la expedición de normatividad al respecto, a través de la sentencia de

constitucionalidad C-239 del año 1997, en donde un ciudadano demandó el artículo 326 del

Código Penal vigente para la época que decía: "Homicidio por piedad. El que matare a otro por

piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad

grave o incurable, incurrirá en prisión de seis meses a tres años". El Mag. Carlos Gaviria

(qepd), como ponente de la sentencia, y en contexto de las demás apreciaciones de la sala,

decidieron declarar exequible el artículo en cuestión, con la advertencia de que, ante la existencia

de pacientes terminales, cuya voluntad sea la de terminar con su vida, no se podrá endilgar

responsabilidad al médico autor, ya que la conducta se encuentra justificada.

8.4. La iglesia católica y la eutanasia.

“Habéis oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”; y aquel que mate será reo ante el

tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el

tribunal” (Mt 5, 21-22).

No matarás. Dicho precepto dentro del contexto de la fe católica, es mandato y por lo tanto

no se puede atentar bajo ningún pretexto en forma directa, contra el bien de la vida de un

inocente, ni desde el punto de vista externo, ni en contra de sí mismo. El artículo número 2258

del catecismo de la Iglesia Católica, basado en la encíclica Donum Vitae (regalo de la vida),

dice: “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la

acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único

fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna

circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”.
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 22

Si bien es cierto, que existen ciertas circunstancias en las que el paciente sufre de tal

manera, que desearía dejar de existir, para paliar su dolor o evitar un sufrimiento mayor, no es

menos importante el hecho de que la medicina, debe hacer todo lo posible por conservar la vida

del paciente terminal, conociendo que el cuidado paliativo es una de las formas más elevadas de

caridad. Vale la pena anotar, que, para el católico practicante, el sufrimiento es una simple

circunstancia de la vida, surgida del pecado original y no un castigo, que, elevado a la categoría

de ofrenda y de reparación, puede llegar a ser el mejor instrumento para alcanzar la santidad y la

comunión con el Creador, fines últimos de la existencia de los llamados hijos de Dios.

En lo que respecta a circunstancias accidentales o necesarias como la legítima defensa de las

personas y las sociedades, como crítica a una presunta doble moral de la iglesia, no es una

excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. “La

acción de defenderse [...] puede entrañar un doble efecto: el uno es la conservación de la propia

vida; el otro, la muerte del agresor” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 64, a.

7). “Nada impide que un solo acto tenga dos efectos, de los que uno sólo es querido, sin

embargo, el otro está más allá de la intención” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2,

q. 64, a. 7). De esta manera, ante circunstancias excepcionales y como un acto meramente reflejo

o desprovisto de intención, el bien divinamente tutelado llamado vida, sufre menoscabo. El amor

a sí mismo constituido como reflejo del amor a Dios y de Dios, se constituye en pilar de la

moralidad y configura el acto de defensa como legítimo, en aras de hacer respetar el propio

derecho a la vida. El que defiende su vida no puede ser culpable de homicidio, cuando en su

conducta de protección propia o social, se vio obligado a asestar letal impacto en la humanidad

de su agresor.

Los artículos 2276 al 2279, resumen a cabalidad la postura de la doctrina de la fe católica

respecto al dilema de la eutanasia, veamos:


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 23

“Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto

especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan

normal como sea posible.

Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a

la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.

Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para

suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona

humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído

de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir

siempre (cf. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona).

La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o

desproporcionados a los resultados, puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es

rechazar el “encarnizamiento terapéutico”. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta

no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene

competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la

voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.

Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona

enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los

sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente

conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino

solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma

privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados.

Al no observar estos cuidados, se configuran delitos como el homicidio y suicidio que

vulneran directamente la dignidad humana del individuo enfermo y de sus querientes. Para que el
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 24

hombre coexista, no es posible negociar dos pautas inmutables: el hecho de que la vida es

sagrada y ajena; y la segunda, que es inviolable, por lo que se exige la presencia del amor, de la

caridad, de la devoción y el respeto por la vida. No obstante, solo el juicio moral de cada

individuo, es el que le proporciona la noción del valor de la vida a la sociedad (Correa, 2006,

pp.250-252).
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 25

IX. Marco conceptual.

9.1. Distinción entre eutanasia y acto médico.

Se define como acto médico toda acción ejecutada por el galeno, en ejercicio de su trabajo

habitual. Dichas acciones, grosso modo, están contenidas en el deber de diagnosticar, tratar y

formular respecto de los desórdenes de salud, sobre los cuales se tenga conocimientos científicos

y técnicos pertinentes, con el fin de lograr un mejoramiento de la calidad de vida del paciente.

Como es apenas lógico, la profesión médica necesita para la consecución de sus fines,

normas, preceptos y regulaciones, que, bajo una perspectiva deontológica, establezcan límites

aceptables para el ejercicio de la profesión. Se hace entonces imperativo entender que el abordaje

deontológico, requiere de una complementación con el campo de la bioética, del bioderecho y la

utilización de metodologías específicas para el análisis y acompañamiento de los conflictos de

valor que surgen en el ámbito de la relación médico-paciente.

Teniendo el médico el deber ético de defender la vida, ante una legislación que acepte la

eutanasia, se ve enfrentado a una disyuntiva. Por ello es importante aclarar, que el galeno tiene la

responsabilidad de resguardar la vida de sus pacientes, mediante la utilización de sus

conocimientos científicos y técnicos; no es él quien dispone del bien jurídico

constitucionalmente amparado, sino el mismo paciente que al cumplir ciertos requisitos y

condiciones, decide como un acto autónomo y libre, terminar con su vida. Entendiendo entonces

que al acto médico no le corresponde de forma alguna el acto de matar, puede por ello el

profesional de la medicina, en ejercicio de su libertad de conciencia, de declararse impedido para

realizar el procedimiento.

El médico, mediante el ejercicio de su autonomía y de fundamental derecho de libertad de

conciencia, de ninguna manera se puede ver obligado a tener que renunciar a sus presupuestos

morales y a sus muy personales derechos, sin importar que medien demandas de los pacientes o
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 26

que existan normas sociales que afecten su integridad moral. Seguir tales líneas de acción,

confiscaría la autonomía profesional, basada en la ética y en el altruismo de la profesión (lex

artis). La confiscación de la autonomía profesional, debido a la cada vez mayor presión de los

grupos liberales radicales, se ha hecho una práctica recurrente en las sociedades contemporáneas,

que pretenden sopesar sus derechos, limitando o aniquilando a los que enfrenten en su camino y

en sus objetivos, como sucede por ejemplo con el querer imponer el ejercicio absoluto de la

autonomía del paciente, colocando en riesgo el mismo estado de derecho, pretendiendo solo el

goce de derechos, sin reconocer las obligaciones que surgen en el ejercicio de la convivencia

social (Pelluchon, C., 2008).

9.2. La libertad de conciencia médica.

En materia del ejercicio de la libertad de conciencia de los galenos en Colombia, tenemos

que tiene origen constitucional, veamos: el artículo 18 de la Carta Política, garantiza la libertad

de conciencia, al establecer que “nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias

ni compelido a revelarlas, ni obligado a actuar contra su conciencia”. En conexidad, encontramos

el derecho al libre desarrollo de la personalidad, art. 16, y la aplicación irrestricta del llamado

bloque de constitucionalidad, reconocido en los artículos 93 y 94.

La sentencia C-278 de 2009, que hace a su vez referencia a las sentencias C-355-06, C-278-

09, T-209-08, T-388/09 y T-455-14, establece el carácter fundamental de la denominada

objeción de conciencia y las condiciones para su ejercicio; destaca la existencia de un claro nexo

entre la objeción de conciencia y la libertad de pensamiento, la libertad religiosa y la libertad de

conciencia, afirmando que la misma, resulta ser corolario en materia constitucional del capítulo

de las libertades.
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 27

El ejercicio de la objeción de conciencia tiene restricciones como lo es el hecho de que no le

puede ser reconocido su ejercicio a personas jurídicas o al Estado, pues la conciencia es un

atributo de la persona natural, la cual es la única legitimada para invocarla. Quien la ejerce, no

puede utilizarla para materializar algún tipo de trato discriminatorio o argumentarla para limitar

el acceso a los servicios de salud.

Igualmente existen condiciones para el reconocimiento del derecho a invocar la objeción de

conciencia, que tienen que ver con que, al ser sujetos de derechos y obligaciones, la prestación

del servicio público de salud, no puede verse limitado, ni suspendido por su llamamiento. Contra

el objetor no proceden endilgos de tipo punitivo o sancionatorio, en el ejercicio de su derecho, y

por último en caso de la inminencia perjuicios irreparables inminentes y derechos fundamentales

de las personas vulnerados, prevalecen los derechos de éstas sobre el objetor, por lo que le atañe

realizar los procedimientos necesarios, sobre los cuales se dispuso como objetor.

Como conclusión tenemos que, la objeción de conciencia es un derecho derivado de las

libertades de conciencia, pensamiento, cultos y religión, establecido en el marco de los sistemas

democráticos modernos, garantizando el que nadie se vea obligado a actuar contra su propia

conciencia, tratándose entonces de una decisión y acción individual y de ninguna manera

institucional o colectiva.
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 28

X. Desarrollo normativo de la eutanasia en Colombia.

Como antecedente, es necesario citar lo decidido en la sentencia T-493 de 1993, en la

cual se estudió un caso en el que una persona decidió, libre y autónomamente, no prolongar su

tratamiento médico. La H. Corte en su resolución, privilegió la autonomía personal, sobre el

derecho a la vida misma, solo para el caso particular, y sin significar ello, que tuviese un efecto

erga omnes, ni tampoco inter pares. No se puede obligar a una persona a recibir un tratamiento

médico cuando su decisión es descontinuarlo, a pesar de las implicaciones que ello tiene.

Sostuvo en ru ratio que "los derechos fundamentales, no obstante, su consagración constitucional

y su importancia, no son absolutos y, por tanto, necesariamente deben armonizarse entre sí con

los demás bienes y valores protegidos por la Carta, pues, de lo contrario, ausente esa

indispensable relativización, la convivencia social y la vida institucional no serían posibles"

Mediante la sentencia C-239-97, en el marco de la Constitución Política de 1991, se dio

inicio al denominado derecho a morir dignamente, al encontrar que en los casos en los que

mediase la voluntad de un enfermo terminal, con dolores insoportables, de solicitar al médico

que, por su acción u omisión, procurase el fin de su existencia, no era dable endilgar

responsabilidad ni sanción penal al médico en caso de que aceptará tal petición, pues su acción

solo estaba enmarcada por la solidaridad.

Solo hasta el año de 2014, mediante la sentencia T-970, después de 17 años de existencia de

la sentencia C-239-97, se retomó en Colombia el tema de la eutanasia o como lo conocemos “del

derecho a morir dignamente”. Ordenó al Ministerio de Salud, que, en el término de 30 días,

luego de la notificación, emitiera una directriz y realizara lo necesario para que los Hospitales,

Clínicas, IPS, EPS y, en general, prestadores del servicio de salud, conformen el comité

interdisciplinario y cumplan con las obligaciones emitidas. De igual manera, el Ministerio deberá

sugerir a los médicos un protocolo médico que será discutido por expertos de distintas disciplinas
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 29

y que servirá como referente para los procedimientos tendientes a garantizar el derecho a morir

dignamente. Po último exhortó al Congreso para que legislara al respecto. Como consecuencia

de la reglamentación del derecho, se le dio seguridad jurídica a los médicos, que realizarán el

procedimiento, siempre y cuando se ciñeran a lo prescrito en la ley.

La resolución 1216 del 20 de abril de 2015, expedida por el Ministerio de Salud, acató lo

ordenado por la sentencia T-970-2014, y por vía administrativa, estableció criterios para la

realización de la eutanasia y para la conformación de los denominados comités científicos

interdisciplinarios, encargados de evaluar los casos en los que sea viable llevar a cabo el

procedimiento eutanásico.

La resolución 4006 del 2 de septiembre de 2016, expedida por el Ministerio de Salud, creó a

su vez el Comité Interno del Ministerio de Salud y Protección Social para controlar los

procedimientos que hagan efectivo el derecho a morir con dignidad, regulando a su vez su

funcionamiento, es decir para verificar la legalidad y procedencia de las conclusiones

consignadas en los informes de los comités interdisciplinarios.

La sentencia T-544 de 2017, de la Honorable Corte Constitucional, recuerda que de acuerdo

al artículo 44 de la Carta Política, los derechos de los niños, niñas y adolescentes, prevalecen

sobre los demás y que, en lo concerniente a su derecho de acceso a la salud, en atención a los

artículos 13 y 44 ídem, es menester de la autoridad presentar mayor actividad, en aras de

conceder y preservar la vida del indefenso, en condiciones de dignidad. Bajo esta perspectiva

jurídica, afirma la honorable corporación, que, habiéndose reconocido el derecho a morir

dignamente, en la universalidad de los nacionales, le corresponde este derecho también a los

niños, niñas y adolescentes. De esta manera ordenó al Ministerio de Salud, crear comités

interdisciplinarios en las entidades prestadoras del servicio de salud, dedicados a la población

especial denominada niños, niñas y adolescentes, entre otros lineamientos.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 30

La resolución número 825 del 9 de marzo de 2018, expedida por el Ministerio de Salud,

reglamentó el procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir con dignidad de los niños,

niñas y adolescentes, dando cumplimiento a lo ordenado en la sentencia T-544 de 2017. Excluye

a quienes presenten estados alterados de conciencia, discapacidades cognitivas o trastornos

psiquiátricos; y dice que, entre los seis y doce años, podría ser practicada si el nivel de desarrollo

del niño le permite tomar una decisión libre y esté en capacidad de reconocer que la muerte es un

hecho irreversible.

La resolución número 2665 de 2018 expedida por el Ministerio de Salud, crea el documento

de voluntad anticipada, el cual no es más que un instrumento que le permite a la persona,

participar en la toma de decisiones relacionadas consigo mismo y el cuidado o atención de su

salud, en el caso de que se encuentre incapacitado o limitado para proyectar su posición, o

manifestar sus preferencias al final de la vida como consecuencia de un evento de salud que

impide la expresión de la voluntad, limita la habilidad de razonar o de emitir juicios razonables.

Es en realidad una declaración mediante la cual, la persona ejerce su derecho a la autonomía.

Cualquier persona capaz lo puede suscribir, siempre y cuando esté en plenitud de facultades

legales y mentales, y que sea completamente consciente de las implicaciones de dicha

declaración. Los adolescentes entre las edades de los 14 y 18 años, pueden manifestar sus

preferencias, en forma anticipada, cuando se encuentren con un diagnóstico de enfermedad

terminal o condición amenazante para vida.

10.1. La eutanasia a la luz de la sentencia de constitucionalidad C-239 de 1997.

Extractando lo atinente al tema que nos ocupa de la sentencia C-239-97, y sin dejar de lado

la importancia de la ratio decidendi de tan importante hito jurisprudencial, podemos resaltar en

la misma, que el homicidio por piedad continúa siendo una conducta antijurídica presente en
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 31

nuestro derecho sustancial penal, cuando se realiza sin el consentimiento expreso del sujeto

pasivo. Así, cuando media el consentimiento expreso del paciente en su calidad de sujeto pasivo,

no le es atribuible al galeno, como sujeto activo, conducta antijurídica alguna y no le

corresponde, por tanto, sanción penal, pues ningún individuo puede ser forzado a persistir en su

existencia, cuando está sometido por causas de fuerza mayor irresistibles y extremas, a

sufrimientos y dolores que tienen la connotación de insoportables, insuperables y sin

mejoramiento paliativo, de tal manera que se atente contra su dignidad. Dice la Corte: “la

actuación del sujeto activo carece de antijuricidad porque se trata de un acto solidario que no se

realiza por la decisión personal de suprimir una vida, sino por la solicitud de aquel que, por sus

intensos sufrimientos, producto de una enfermedad terminal pide le ayuden a morir".

Ahora bien, en lo concerniente al consentimiento del paciente, la honorable Corte

Constitucional realizó unas consideraciones: El sujeto pasivo debe contar "con la capacidad

intelectual suficiente para tomar la decisión"; el consentimiento del sujeto pasivo "debe ser libre

y manifiesto inequívocamente" por el mismo sujeto pasivo; el sujeto pasivo debe tener la

"información seria y fiable acerca de su enfermedad y de las opciones terapéuticas y su

pronóstico"; el consentimiento debe ser "genuino y no el efecto de una depresión momentánea".

En el ejercicio de su profesión, podemos extrapolar las distintas situaciones a las que se

puede enfrentar, respecto del tema de la eutanasia.

Paciente consciente que quiere asistencia para el suicidio y que muere como consecuencia

del acto suicida y no como consecuencia de su enfermedad: para este caso, al ser de la órbita de

acción del galeno, por razones jurídicas y constitucionales, podría pensarse que está facultado

para actuar, sin embargo, atendiendo al hecho de que el médico, por su misma profesión, no está

facultado para realizar el acto eutanásico, ya que el mismo no es un acto médico.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 32

Paciente consciente que quiere que lo maten y que muere como consecuencia del acto

homicida y no como consecuencia de su enfermedad: aplica la misma consideración del caso

anterior; el médico, por su misma profesión, no está facultado para realizar el acto eutanásico, ya

que el mismo no es un acto médico.

Paciente consciente que rechaza cualquier tratamiento, que muere como consecuencia

directa de su enfermedad: no cabe análisis respecto de conducta eutanásica, ni tampoco de

relacionada con la asistencia al suicidio. La acción libre de entregarse a su padecimiento y

esperar el desenlace es ética y jurídicamente lícita.

Paciente inconsciente con consentimiento firmado previo a su estado de inconsciencia en el

que estipula su voluntad de que lo maten o de que le suspendan cualquier medida terapéutica que

haya sido instaurada, con la intención de morir como consecuencia de ello: el consentimiento o

la petición previa no cumple con las condiciones que estipula la Corte Constitucional para que

sea válido. El paciente debe conocer directamente “el sentir” de su padecimiento y las

particulares circunstancias de tener en peligro la vida; debe conocer la particular información de

su enfermedad y de las opciones terapéuticas y paliativas con las que cuenta, junto con el

pronóstico; por lo que, en este estado, el médico no tiene otro camino que continuar con el

tratamiento y, proponer y ejecutar todo lo que esté a su alcance, para mejorar la salud del

paciente.

Paciente inconsciente sin consentimiento firmado previo a su estado de inconciencia: la

sentencia no da la posibilidad a terceras personas, permitirlo constituiría un homicidio agravado.

10.2. La eutanasia en la sentencia de constitucionalidad T-970 de 2014.

Luego de casi dos décadas, de la legalización de la eutanasia en Colombia por vía

jurisprudencial, la sentencia T-970 de 2014 de la Corte Constitucional, complementó lo


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 33

expresado por la misma Corporación y actualizó el concepto jurídico, procediendo a identificar

los elementos necesarios del procedimiento eutanásico, así: (i) el sujeto pasivo que padece una

enfermedad terminal; (ii) el sujeto activo que realiza la acción u omisión tendiente a acabar con

los dolores del paciente quien, en todos los casos, debe ser un médico; (iii) debe producirse por

petición expresa, reiterada e informada de los pacientes. La doctrina ha sido clara en señalar, que

cuando no existen de los anteriores elementos, se estará en presencia de un fenómeno distinto

que no compete en sí mismo a la ciencia médica. Sin embargo, cuando se verifican en su

totalidad, la eutanasia puede provocarse de diferentes maneras.

Realiza también una clasificación del derecho eutanásico, desde el punto de vista de la

acción y omisión del tercero responsable y desde la óptica del acto en sí, y de quien lo ejecuta.

Denomina como eutanasia activa o positiva, a la existencia de un despliegue médico que realiza

actos para producir la muerte de una persona, como suministrar directamente algún tipo de

droga o realizando intervenciones; encuentra otra clase, a la que nombra como eutanasia pasiva o

negativa, que se da cuando la muerte se produce por la omisión de tratamientos, medicamentos,

terapias o alimentos. En relación a la intención del sujeto activo, la define como directa, cuando

existe una provocación intencional por parte de éste, que busca la terminación de la vida del

paciente; e indirecta cuando se origina sin la intención de causar la muerte de la persona, lo que

en esta última, nos lleva a concluir que no se trata de eutanasia en sí, ya que la conducta carece

de uno de los elementos esenciales para su configuración, como lo es provocación intencional de

la muerte.

El derecho a morir en dignidad, ha sido reconocido por nuestro ordenamiento jurídico, como

un derecho fundamental. Para su ejercicio, es necesario saber que esta garantía comporta dos

aspectos básicos: la dignidad humana, como presupuesto esencial en la existencia de todo ser

humano que le permite razonar sobre lo correcto, y la autonomía individual, vista desde la
ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 34

complejidad presente en este derecho autónomo, y bajo la perspectiva y observancia de unas

circunstancias muy particulares, que hacen posible constatarlo.

No se trata de rebajar derechos de rango constitucional alto, como lo es el deber de

preservar la vida, sino de observar para cada caso particular un juicio de proporcionalidad, que

nos permita ponderar, cual derecho para el tema en concreto, resulta justo y favorable para la

protección de la persona. El no matar, encuentra excepciones en la norma, a través del ejercicio

de la legítima defensa y el estado de necesidad, el igual que el homicidio por piedad, cuando

medie el consentimiento del sujeto pasivo, actuaciones que de ninguna manera podrán ser

reprochables penalmente, o como mínimo serán importante atenuante de la sanción.

El derecho a morir dignamente es un derecho autónomo e independiente, que está

relacionado con el derecho a la autonomía, pero no lo compone; que guarda íntima consonancia

con el derecho a la vida, pero existe desligado de su núcleo. Es entonces además de autónomo,

un derecho complejo, por requerir de unas circunstancias muy especiales para constatarlo.

De esta manera, su ejercicio ha quedado reglado en mejor manera, que lo discutido en la

sentencia de 1997 y ha dado paso, a algunas regulaciones de tipo administrativo que han

permitido, el ejercicio de este derecho fundamental reconocido, por nuestro ordenamiento.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 35

XI. Hipótesis.

El poco conocimiento e interés que se tiene del bioderecho en Colombia en cuanto a

eutanasia y otros temas bioéticos, por parte de los legisladores, de los abogados, estudiantes de

derecho y estudiosos de las normas, han ocasionado que Colombia tenga un rezago, en materia

de legislación respecto de los nuevos avances de la ciencia relacionados con su conservación,

manipulación y disposición de la vida humana.

11.1. Variables.

Tratándose de una hipótesis de carácter general, tenemos tipos de variable de tipo

cuantitativo, pues se busca con la investigación encontrar el atributo o cualidad de un fenómeno,

para producir ciertos resultados, que no pueden ser medidos por una serie numérica definida. De

esta manera tenemos que: siendo la causa del fenómeno estudiado, para el caso, el poco

desarrollo de normatividad bioética en el País en cuanto a eutanasia, nuestra variable

independiente será el poco conocimiento e interés que tiene la comunidad académica del

derecho, en las normas que regulan la vida; y será nuestra variable dependiente, el poco

desarrollo normativo en torno al bioderecho.

11.2. Muestra.

Como muestra representativa, tenemos la recopilación de jurisprudencia y resoluciones

administrativas, que van desde el año 1997, hasta el año 2018; y que permitir colegir que ni el

Congreso, ni las instituciones y tampoco los ciudadanos, han impulsado normas pertinentes, en

cuanto a la regulación de la eutanasia, conforme lo ha ordenado mediante sentencias, la

honorable Corte Constitucional.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 36

XII. Cronograma.

Tabla 1.

Cronograma.

Meses ENERO FEB. MARZO ABRIL MAYO


Semanas 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4
Selección y delimitación del tema.
Formulación del tema de
investigación.
Establecer los objetivos del trabajo.
Planificar actividades materiales.
Identificar fuentes.
Recopilar la información.
Organizar la información.
Interpretar los resultados.
Hallar relaciones de variables.
Planificar primer informe completo
Portada y resumen.
Temática conceptual.
Temática teórica.
Temática contextual.
Definición de pregunta e hipótesis.

Fuente: Autoría propia.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 37

XIII. Presupuesto.

Tabla 2.

Presupuesto.

Rubros Propios Financiación

Equipos 2.350.000 0

Bibliografía. 450.000 0

Traducción resumen. 100.000 0

Servicios técnicos. 350.000 0

Materiales e insumos. 250.000 0

Viajes. 200.000 0

Digitación e impresión. 300.000 0

Gastos de operación. 280.000 0

Valor total: 4.280.000 0

Fuente: Autoría propia.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 38

XIV. Conclusiones.

Se evidenció en la investigación documental, que, aunque se ha avanzado en materia de

eutanasia, como tema fundamental de la ciencia biojurídica, se presenta un rezago al confrontar

la normatividad existente, con las nuevas realidades. El atraso es mayor, en otros temas del

bioderecho, como la eugenesia, la manipulación genética y la fertilización in vitro, por solo

nombrar estos tres. No obstante, al indagar mediante entrevista informal, a docentes, estudiantes

de derecho, abogados y profesionales de la salud, manifestaron conocer poco o nada el avance

jurídico que a tenido nuestro país en el tema de eutanasia y el derecho a morir dignamente, en los

últimos años.

Se presenta un alto grado de interés respecto de los temas bioéticos y biojurídicos, pero no

tienen acceso a bibliografía que les permita, conocer de primera mano, cual es la situación del

aparato jurídico colombiano, en materia del respeto a la vida, en el marco de los nuevos avances

científicos y médicos. Este conjunto de situaciones, ha corroborado nuestra hipótesis, y ha

demostrado que se cumplieron los objetivos propuestos. Sin embargo, no podemos afirmar

categóricamente que la ausencia de conocimiento en los temas del bioderecho, por parte de los

ciudadanos relacionados con el ejercicio de la bioética, sea la única variable que provoca la

escasez de legislación pertinente.

Es así, como el presente trabajo de investigación de tipo documental, representa un buen

aporte para la carencia de material de estudio, que en este momento existe para conocer a fondo

el estado del desarrollo jurídico en Colombia, en temas de bioderecho, bioética y

particularmente, del derecho a morir dignamente.


ESTADO NORMATIVO ACTUAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA, A PARTIR DE LA SENTENCIA C-239-97. 39

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