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1.1.

EL DERECHO A JUEZ IMPARCIAL COMO PARTE INTEGRANTE


DEL DEBIDO PROCESO

El Tribunal Constitucional ha precisado, en reiterada jurisprudencia, cuáles son las


garantías del derecho al debido proceso reconocidas por la Constitución y reconocidas
también conforme a los estándares en esta materia derivados del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos y, en particular, de las resoluciones de los organismos
internacionales de protección de los derechos humanos, especialmente de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

Así, un derecho tiene sustento constitucional directo cuando la Constitución ha


reconocido, explícita o implícitamente, un marco de referencia que delimita
nominalmente el bien jurídico susceptible de protección. Es decir, cuando existe un
baremo de delimitación de ese marco garantista, que transita desde la delimitación más
abierta a la más precisa1.

Ciertamente, el derecho a ser juzgado por jueces imparciales no se encuentra reconocido


expresamente en la Constitución. Ello, sin embargo, no ha impedido a este Tribunal
reconocer en él a un derecho implícito que forma parte de un derecho expreso. El artículo
139º, inciso 3, de la Constitución, establece que son principios y derechos de la función
jurisdiccional la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional; en
consecuencia, cuando el órgano jurisdiccional imparte justicia está obligado a observar
los principios, derechos y garantías que la Norma Suprema establece como límites del
ejercicio de las funciones asignadas2.

Conforme ha sido establecido por el Tribunal Constitucional en la STC 6149-2006-


AA/TC, el derecho a ser juzgado por jueces imparciales no se encuentra reconocido
expresamente en la Constitución. Ello, sin embargo, no ha impedido a este Tribunal
reconocer en él a un derecho implícito que forma parte de un derecho expreso. A saber,
del derecho al debido proceso, reconocido en el inciso 3) del artículo 139° de la
Constitución.

El status del derecho a un juez imparcial como uno que forma parte del debido proceso,
se deriva de la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución, que exige que
las disposiciones constitucionales mediante las cuales se reconocen derechos
fundamentales se interpreten y apliquen de acuerdo a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y los Tratados y Acuerdos Internacionales sobre las materias que
hayan sido ratificadas por el Estado peruano (Vid. STC Nº 6149-2006-PA/TC y 6662-
2006-PA/TC, Caso Minera Sulliden Shahuindo S.A.C. y Compañía de Exploraciones
Algamarca S.A.)

Los tratados internacionales sobre derechos humanos no sólo forman parte positiva del
ordenamiento jurídico nacional (Art. 55º de la Constitución), sino que la Cuarta
Disposición Final y Transitoria de la Constitución –en cuanto dispone que los derechos
fundamentales reconocidos por ella se interpretan de conformidad con los tratados y
acuerdos internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Perú– exige a los
poderes públicos nacionales que, a partir del ejercicio hermenéutico, incorporen en el

1
STC 1417-2005-PA/TC, Fundamento Jurídico Nº. 9 y 10.
2
Vid. Entre otras, STC N° 03762-2011-PHC/TC, Caso Fredy Martìnez Acuña, del 31ENE2012, y STC
N° 03401-2012-HC/TC, Caso Nolberto Alfaro Valdez, del 22OCT2012.
contenido protegido de los derechos constitucionales los ámbitos normativos de los
derechos humanos reconocidos en los referidos tratados. Se trata de un reconocimiento
implícito de la identidad nuclear sustancial compartida por el constitucionalismo y el
sistema internacional de protección de los derechos humanos: la convicción jurídica del
valor de la dignidad de la persona humana, a cuya protección y servicio se reconduce, en
última y definitiva instancia, el ejercicio de todo poder3.

En ese sentido, el carácter constitucional del debido proceso, y con él, el derecho al juez
imparcial, se ha reconocido por la normatividad peruana, y como tal, su vulneración o
afección es pasible de revisión constitucional a través de los procesos constitucionales.

1.2. MANIFIESTA VULNERACIÓN AL DERECHO AL JUEZ


IMPARCIAL

En esta línea de análisis, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su


artículo 8º aprobada el 10 de diciembre de 1948, relativo a las garantías judiciales,
dispone que:

“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formuladas contra ella, o para la determinación de sus derechos
y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.

Este mismo derecho se encuentra reconocido en el inciso 3° del Art. 2° del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; en el Inc. 6° del Art. 7° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, la misma que también es conocida como el Pacto
de San José de Costa Rica, un convenio de especial importancia regional en América.

La Corte Suprema de Justicia de la República, ha establecido en su R.N. N° 519-2012-


Lima, que:

“el derecho al Juez imparcial se basa en el derecho a la dignidad del hombre, por
tanto, en nuestro país tiene rango de derecho fundamental constitucional en
aplicación del artículo tres de la Constitución Política del Perú –Protección a
Futuro de Nuevos Derechos-, en donde se establece que «La enumeración de los
derechos establecidos en este capítulo (artículo dos) no excluye los demás que la
Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la
dignidad del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado
democrático de derecho y de la forma republicana de gobierno»”

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, también ha reconocido el derecho a ser


juzgado por un Juez Imparcial, así tenemos:

“(…) La Corte ha expresado que toda persona sujeta a un juicio de cualquier


naturaleza ante un órgano del estado deberá contar con la garantía de que dicho

3
STC Nº 2730-2006-PA/TC, del 21JUL2006, fundamento jurídico Nº 9.
órgano sea imparcial y actúe en los términos del procedimiento legalmente
previsto para el conocimiento y la resolución del caso que se somete.
La corte considera que el derecho a ser juzgado por un juez o tribunal imparcial
es una garantía fundamental del debido proceso, Es decir, se debe garantizar que
el juez o tribunal en el ejercicio de su función como juzgador cuente con la mayor
objetividad para enfrentar el juicio”. [Caso Herrera Ulloa contra Costa Rica].

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