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Introducción al Estructuralismo

Quisiera comenzar este recorrido sobre el desarrollo del pensamiento


sistémico establecido por el Estructuralismo con la frase: “el sentido no
está al final del relato, sino que lo atraviesa” (Barthes, 1970-1966, p. 11)
porque entiendo que esta imagen es la puerta de entrada a la comprensión
de los análisis de las obras literarias a partir de este método. Autores como
Barthes, Todorov, Greimás entre otros, consideran que para que haya una
eficaz aprehensión del relato se debe observar en ellos una organización,
la cual es esencial en todo sistema de sentido y esta organización tiene
una estructura gramatical.
Para interiorizarnos sobre las características del estructuralismo es
necesario indagar en sus antecedentes que se encuentran en el
formalismo ruso, el cual desarrolla su método estructural teniendo en
cuenta los avances de la lingüística. El formalismo establecía un carácter
científico al análisis literario. Sus fundadores eran herederos del
Positivismo que tenía como modelo de ciencia formal a la Matemática.
Focalizaban y aislaban la obra literaria para estudiarla como en un
laboratorio, sin tener en cuenta elementos extraliterarios como la vida y la
psicología del autor ni el contexto histórico-social.
En la primera etapa de estos estudios se consideraba a la obra literaria
como una suma de procedimientos la cual tenía como uno de sus objetivos
provocar extrañamiento (o desfamiliarización) a través del lenguaje. Estos
procedimientos serían los que transformaban el lenguaje cotidiano en
lenguaje poético. Roman Jakobson establece que esos componentes que
hacen que el lenguaje se transforme en literario es lo que provoca
la literaturidad y que es esta la que se debe estudiar. En una segunda
etapa, Eichenbaum introduce el concepto de unidad dinámica,
modificando la idea de suma de procedimientos por el de integración de
procedimientos. En esta integración hay uno de ellos que siempre va a
predominar, por lo que se establece la idea de predominancia estructural,
la cual desarrolla un sistema jerárquico que va variando siendo esta
característica la que atribuye calidad de literatura a una obra. En una
tercera etapa del formalismo aparecen dos modelos de análisis:
el sistémico y el morfológico ambas anticipaciones del análisis estructural.
Iuri Tynianov es quien desarrolla el modelo sistémico a partir de la lectura
crítica de Saussure por lo que incorpora la noción de la obra como sistema
y de perspectiva diacrónica introduciendo la idea de evolución. Propp es
quien desarrolló el análisis morfológico tomando como modelo la Biología
y de esta manera analiza la obra literaria como un organismo. Para él la
obra es una totalidad unitaria y jerárquica. En esta etapa, en la Escuela de
Praga se presentan dos líneas de análisis: el estructuralismo checo
(fundamentalmente dinámico) y el estructuralismo francés que presenta
una tendencia hacia el estatismo y el ahistoricismo.
A fines de la década del 50 y durante los años 60 los análisis de poesía y
narrativa definen el espacio de una nueva ciencia: la Narratología que tiene
como uno de sus principales exponentes a Levi-Strauss, quien basándose
en la antropología estructural realiza análisis de mitos.
Bajo la inmensa heterogeneidad de los mitos se encontraban ciertas
estructuras universales, a las cuales podía reducirse cualquier mito en
particular. Los mitos constituían una especie de lenguaje, podían reducirse
a unidades individuales (“mitemas”) que, como las unidades sonoras
básicas del lenguaje (fonemas), sólo adquirieron significados al
combinarse entre sí en formas particulares. Las reglas que reglan dichas
combinaciones podrían entonces considerarse como una especie de
gramática, como un conjunto de relaciones subyacentes en la superficie
de la narración que constituyen el verdadero “significado” del mito. Opina
Lévi-Strauss que esas relaciones son de suyo inherentes a la mente
humana, de manera que al estudiar el cuerpo de un mito se considera
menos su contenido narrativo que las operaciones mentales universales
que lo estructuran. (Eagleton, 1988, p. 66)
En la obra Análisis estructural del relato (1966), Barthes enuncia que en
todas las culturas existen relatos, por lo tanto, son inherentes a la
condición humana y supone que existe una estructura universal con reglas
comunes a todos ellos, es decir que presenta aquí una gramática del relato
con elementos homologados con la lingüística, donde la unidad es la frase,
los sujetos son los personajes (o actantes) y los predicados, las acciones
narradas (o funciones). Frente a esta universalidad, lo lógico sería estudiar
todos los relatos de un género o de una época, pero ante lo utópico de
llevar a cabo esto, Barthes propone la aplicación de un método deductivo,
frente al inductivo de la primera etapa del formalismo. Este método
deductivo, que es el utilizado por las Ciencias Naturales y que fue el
modelo de análisis lingüístico de Benveniste y Chomsky, debiera dar
cuenta del sistema o estructura de todo relato y lo hace estableciendo una
organización por niveles; en cada nivel se deben identificar unidades
funcionales o de sentido, es decir que en la estructura se observa que cada
elemento tiene un significado: “en el relato, nada es ocioso”. Este modelo
de análisis opera con la independencia de los sujetos o comunidades por
lo que se lo ha criticado por su carácter deshumanizante. Con respecto a
esto, Eagleton expone su apreciación sobre la figura de lector modelo que
el estructuralismo postulaba:
El lector ideal o “superlector” imaginado por el estructuralismo era, en
efecto, sujeto trascendental libre de todas las limitaciones de los
determinantes sociales. Como concepto debió mucho al lingüista
norteamericano Noam Chomsky, cuya teoría de la “competencia”
lingüística habla de capacidades innatas que nos permiten dominar las
reglas subyacentes del lenguaje. Ni siquiera Lévi-Strauss era capaz de
leer textos como pudiera hacerlo el Todopoderoso. (…) El buscar una
lectura puramente objetiva de las obras literarias sin duda plantea serios
problemas. Parece imposible erradicar el elemento interpretativo —y, por
consiguiente, la subjetividad— aun de los análisis más estrictamente
objetivos. Por ejemplo, ¿cómo identificaba un estructuralista las diversas
“unidades significantes” de un texto? ¿Cómo decidía qué signo específico
o conjunto de signos constituía esa unidad básica sin recurrir a los marcos
de presuposiciones culturales que las modalidades más estrictas del
estructuralismo querían no tomar en cuenta? (Eagleton, 1988, p.76-77)
Por su parte, Tzvetan Todorov recupera de los formalistas las nociones
de historia, discurso y las categorías del narrador;
distingue interpretación de sentido, y analiza las formas de tratamiento
del tiempo y los modos del relato.
En cuanto al análisis estructural de los personajes, Barthes expone las
posiciones de investigadores como Propp, Greimás, Bremond y el
anteriormente mencionado, Todorov. Según este último, se pueden
observar dos clases de reglas en las relaciones en las que los personajes
pueden comprometerse: de derivación (dan cuenta de otras relaciones) y
de acción (describen la transformación a lo largo de la historia). Bremond
los define como participantes agentes de secuencias de acciones que les
son propias, es decir que para él cada personaje es héroe de su propia
secuencia. Barthes afirma que Propp realiza una reducción en
la tipología de los personajes, no psicológica, y define unidades de
acciones (dador del objeto mágico, ayudante, malo). Greimás establece
una clasificación por lo que hacen (y no por lo que son), y por esto los
denomina actantes, los cuales participan de tres ejes
semánticos: comunicación, el deseo (o búsqueda) y la prueba,
determinando una estructura paradigmática que se estructura
en sujeto/objeto, donante/destinatario, ayudante/opositor.
Cada crítico ha desarrollado un análisis exhaustivo de cada uno de los
elementos que componen la obra literaria bajo el enfoque del método
sistémico que propone el Estructuralismo, pero no es la idea de este
trabajo inventariar todos los aportes teóricos que han suministrado a la
teoría literaria, sino realizar un breve recorrido por algunas de las ideas
que han llegado al ámbito de la enseñanza y entrado a las aulas para el
trabajo con los textos literarios.
Bibliografía

• Barthes, Roland (1970) [1966]. “Introducción al análisis estructural


de los relatos”. VVAA. Análisis estructural del relato. Buenos Aires,
Tiempo Contemporáneo, pp. 9-43.
• Clase 3. Seminario Introducción al Estructuralismo (2018). UNIPE.
• Eagleton, Terry (1988). “Estructuralismo y semiótica”. Una
Introducción a la teoría literaria. México, FCE, pp. 59-79.
• Todorov, Tzvetan (1970) [1966]. “Las categorías del relato literario”.
VVAA: Análisis estructural del relato. Buenos Aires, Tiempo
Contemporáneo; pp. 155-192.

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