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Th. W. Adorno Notas sobre literatura Obra completa, 11 Edicién de Rolf Tiedemann con la colaboracién de Gretel Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schultz Traduccién Alfredo Brotons Mufioz MULE El ensayo como forma Destinada a ver lo iluminado, no la luz Goethe, Pandora* que solo inter- : todo eso se ha mitentem al constatado y censurado bastante a menudo. « gue hasta ahora im haber todavia cubierto el camino de Ga su hermana, la poesia, hace ya tiempo que ha recorrido: el de olucién a partir de una unidad primitiva e indiferenciada con la ciencia, la moral y el arte»!, Pero ni lo fastidioso de esta situacién ni de la mentalidad que reacciona a ella acotando el arte como reserva de irra- cionalidad, igualando el conocimiento con la ciencia organizada y eli- minando por impuro lo que no encaja con esa antitesis, ha alterado en nada el prejuicio nacional. Aun hoy en dia, el elogio del écrivain es su- ficiente para marginar académicamente al destinatario. A pesar de toda la gravida comprensidn que Simmel** y el joven Lukacs, Kassner*** y Benjamin han confiado al ensayo, a la especulacién sobre objetos es- * Ed. esp.: La vuelta de Pandora, en Obras completas, Madrid, Aguilar, 1973, vol. III, p. 919. (N. del T] * Georg von LUKACS, Die Seeleand die Formen, Berlin, 1911, p. 29 [ed. esp.: «Sobre la esencia y forma del ensayo (Carta a Leo Popper)», en El alma y las formas, Barcelona, Grijalbo, 1975, p. 32]. “* Georg Simmel (1858-1918): filésofo y socidlogo alemén, representante del neo- kantismo relativista. S6lo admitia la objetividad de las normas légicas y de los princi- pios morales. [N. del T:] *** Rudolf Kassner (1873-1959): escritor y filésofo de las culturas. Alguien lo ha de- finido como una especie de Jorge Luis Borges pero en alemdn y sin el genio literario de éste. [N. del T.] 12 Notas sobre literatura I pecificos, culturalmente ya preforntados?”, el gremio sélo tolera como filosofia lo que se reviste con la dignidad de lo universal, de lo perma- nente, hoy en dfa si es posible de lo originario, y no se ocupa de una obra espiritual particular mds que en la medida en que en ella se ejem- iplifiquen las categorias universales; en que al menos fo particular se haga transparente en ella. La tenacidad con que este esquema pervive serfa tan enigmdtica como su componente afectiva si no lo alimentaran mo- tivos que son mds fuertes que el penoso recuerdo de lo que de cultivo falta. en. una cultura que histéricamente apenas conoce al homme de let- tres. En Alemania el ensayo provoca rechazo porque exhorta a la liber- tad del espiritu,)la cual, desde el fracaso de una ilustracién no mds que tibia desde los dfas de Leibniz} hasta hoy tampoco se ha desarrollado yerdaderamente bajo las condiciones de una libertad formal, sino que siempre ha estado pronta a proclamar como su aspiracién mas propia el sometimiento a cualesquiera instancias. Pero el ensayo no permite que se le prescriba su jurisdiccién. En lugar de producir algo cientificamente 0 de crear algo artisticamente, su esfuerzo atin refleja el octo de lo in- fantil, que sin_ningtin escripulo se inflama con lo que ya han hecho otros. Refleja lo amado y lo odiado en lugar de presentar el espfritu, se- guin el modelo de una ilimitada moral de trabajo, Como creaci6n a par tir de lanada))la dicha y el juego le son esenciales. No empieza por Adan y Eva, sino con aquello de lo que quiere hablar; dice lo que a pro- pésito de esto se le ocurre, se interrumpe allf donde él mismo se sien> te al final y no donde ya no queda nada que decir: por eso se lo consi- dera una memez. Sus Conceptos ni se construyen a partir de algo primero ni se redondean en algo ultimo. Sus interpretaciones no son filolégica- mente definitivas y concienzudas, sino por principio sobreinterpreta- ciones, sepiin el automatizado veredicto de ese vigilante entendimien- to que se contrata como alguacil de la estupidez contra el espfritu. El esfuerzo del sujeto por penetrar lo que como objetividad se oculta tras la fachada es estigmatizado como ocioso: por miedo a la negatividad en 2 Chr. Lukécs, loc. cit., p. 23 [ed. esp. cit., p. 28]: «El ensayo habla siempre de algo ya formado 0, en el mejor de los casos, de algo que ya ha existido en otra ocasién; es, pues, por su esencia por lo que no extrac cosas nuevas de una nada vacla, sino que meramente ordena de nuevo las que ya en algiin momento estuvieron vivas. ¥ como sélo las orde- na de nuevo, como no forma algo nuevo a partir de lo informe, esté también vincula- do aellas, debe decir siempre “la verdad” sobre ellas, hallar expresién para su esencia». El ensayo como forma 13 general. Todo seria mucho mis sencillo. A quien, en lugar de aceptar y ordenar, interpreta se le cuelga la estrella amarilla de quien, desvigo- tizado, con inteligencia mal encaminada, sutiliza y mete cosas allf de donde nada hay que sacar. Hombre con los pies en el suelo u hombre con la cabeza en las nubes, ésa es la alternativa. Pero una vez se ha de- jado aterrorizar por la prohibicién de ir més alld de lo que se quiso de- cir en su momento y lugar, ya est4 uno condescendiendo con la falsa intencién que hombres y cosas albergan en relacién consigo mismos. Entender no es entonces sino mondar lo que el autor ha querido decir cada vez 0, en todo caso, las emociones psicolégicas individuales que el fenémeno indica. Pero como resulta dificil detectar lo que alguien pens6, qué sintié en tal punto y hora, nada esencial se obtendria de ta- les intuiciones. Las emociones de los autores se extinguen en el conte- nido objetivo que aprehenden. Sin embargo, (para desvelarse la plétora objetiva de significados que se encuentran encapsulados en cualquier fenémeno espiritual, exige del receptor precisamente aquella esponta- neidad de la fantasfa subjetiva que en nombre de la disciplina objetiva se condena. La interpretacién no puede extraer nada que la interpreta- cion no haya al mismo tiempo introducido. Los criterios para ello son la compatibilidad de la interpretacién con el texto y consigo misma, y su capacidad para hacer hablar a todos los elementos del objeto juntos. Esta asemeja el ensayo a una autonomia estética a la que facilmente se acusa de ser un mero préstamo del arte, por mds que se distingue de éste por su medio, los conceptos, y por su aspiracién a la verdad des- pojada de apariencia estética. Esto es lo que Lukacs no comprendié cuan- do en la carta a Leo Popper* que introduce El alma y las formas \lamé al ensayo una forma artfstica®, Peto no es mejor la maxima positivista de que lo que se escriba sobre art no debe ello mismo aspirar de nin- gtin modo a la exposicién artistica, esto es, a la autonomfa de la forma. La tendencia positivista general, que contrapone rigidamente al sujeto todo objeto posible en cuanto objeto de investigacién, se queda, en este como en todos los dem4s momentos, en la{mera separacion de forma ¥ contenidorral, pues, como en general dificilmente puede hablarse de * Leo Popper (1886-1911): ensayista hiingaro, te6tico y critico del arte en lengua hiin- gara y alemana, prematuramente muerto de tuberculosis. Fue uno de los mds intimos colaboradores de Lukdcs antes de la Segunda Guerra Mundial. [N. del T.] 3 Cfr, Lukacs, doc. cit., p. 5 [ed. esp. cit., p. 16] y passim. ry ry fy

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