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La historia como a t r i b u c S n ; H\^TOP„í^ liempo d e la naturaleza y otro d e la sociedad^¡sloria d e b e ser rechazada. Ella representa n o
( S o b r e e l s i g n i f i c a d o d e l t i e m p o histórico) m á s q u e una formulación banal, o poética a veces, difundida por autores que n o han cuidado
de analizar con rigor el problema d e la apreciación d e la realidad objetiva frente a la percep-
\o AROSUGUI \
Untvcrtídad Complulense. Madrid ción subjetiva del liempo. La realidad del liempo n o es objetivamente m á s que una. Otra cosa
es la percepción sensorial, n o intelectual, del liempo p o r el h o m b r e , cuyos perfiles psicológicos
son ajenos al concepto cosmológico d e lo temporal.
• '-'Serhistóricoes^fsér en el tiempo»;taI c o m o se ha'esiablecido'enel periíamiehto^filg^ójico
-bicKJerñó'yTal c o m o se'sosliene"pitnamerilé lambiéh porcias posicionesJEP KVjcierVcia; la ñáturaj En otro senlido, la cuestión d e la construcción csociológica» del tiempo presenta algún
y lasixjalí^rñásycomüries hoy.^El liempo'es'/enconséciJcncia/uriade'lasyánablesesen^^^^ m a y o r interés. En todos los núcleos sociales hislóricos el liempo es una institución que se cons-
nóh cbsotulaménte esencial, que integran la definicióri de la'realidad histórica. El prQce^o'^qúe truye y que tiene funciones precisas. Sin e m b a r g o , lo q u e interesa para una construcción d e j a
|IarTiamos'(e"rnppraJ es el que cgQÍigyrj c o m o específica laA'íistencfahuman?^^ caráclerlem- idea d e Historia es, en realidad, la manera e n q u e p u e d e captarse y explicarse por nosotros d e
poral de laexperiencia humanal" es lo que verdaderamente ^stá e n ¡u"<e¿o e n cualquier invesiiga- forma objetiva la significación del liempo c o m o u n c o m p o n e n t e interno, inserto realmente e n
<Jónjfie Ip^histórjf^, ha dicho u n o d e los m á s conspicuos tratadistas actuales del asunto, Paul las cosas: de q u é forma el liempo actúa sobre, y se refleja en, la existencia de las cosas_. Es ver-
dad q u e si n o puede hablarse d e u n liempo físico y otro histórico si es posible hacerlo de u n o
Ricoeur. Pero, en realidad, ese proceso terñporal envuelve n o sólo lo h u m a n o sino ^odo lo^que
objetivo y otrp subjetivo. Pero, en último extremo, la pregunta que el historiador ha de hacerse,
g ^ t e . D e ello se deduce fácilmenle, por tanto, q u e el problema del tiempo, q u e ha sido tratado
¿y c o m o cualquier otro cienlífico y teórico, y q u e d e b e responder desde su propio c a m p o , es q u é
por la filosofía desde la Antigüedad y tratado igualmente por la ciencia desde sus balbuceos, sea
es el liempo. Ese «quéi es una interrogación filosófica y científica. Y para responderla con pro-
inseparable d e cualquier pronunciamiento sobre la Historia. Y , sin embargo, el hecho cierto es
piedad es preciso no introducir en el tratamiento del asunto limitaciones artificiales.
q u e ese problema filosófico, científico e histórico del tiempo ha sido m u y escasamente abórda;
tíojyi el ámbito d e la Historiografía. - ' Jer «temporal» es la dimensióri q u e convierte irreversible e inexcusablemente .lo social e n
El problema sustantivo es c ó m o se explica la naturaleza'del tiempo en relación con el pro- histórico. La Historia «es» una dimensión d e la sociedad; justamente la dimensión que á'ésta le
ceso d e la Historia y la relevancia que tiene est? problema para la Historiografía. Ahora bien, es confiere la temporalidad. D e la m i s m a forma en q u e n o existe conceptualización posible d e la
preciso puntualizar nuestra afirmación acerca deja ¿usencia en los escritos históricos, en la cro- naturaleza de lo histórico sin la referencia detallada a u n a sociedad a la que la Historia «aconte-
jlísiica, la a_najís!]ca y en los historiógrafos m á s recientes, de tratamientos sobre la naturaleza y ce», la Historia es igualmente la manifestación d e u n proceso temporal, d e acontecimientos o
significación del tiempo en relación con el dcve'ñir d e la h u m a n i d a d . En efecto, esa general eventos que, por definición, están en,el liempo. U n proceso q u e n o es en forma alguna h o m o -
ausencia n o quiere decir que el tratamiento del tiempo desde el punto d e vista histórico n o géneo y cuya falta de uniformidad precisamente h a d e encontrar una forma válida de ser expre-
haya dado lugar al establecimiento d e «cronologías», «crono5ofías> y d e m á s sistemas de expli- sada.
cación de la «mecánica» del tiempo. Sin e m b a r g o , intentar explicar c ó m o funciona o c ó m o se
m i d e el tiempo n o equivale a explicar c ó m o se relaciona tiempo y sociedad.
- C E . MUMA.
cualquier reflexión. El tiempo aparece c o m o algo intuitivo, algo dado y «supuesto» para el senti-
d o c o m ú n , y c o m o algo supuesto su consideración específica está ausente del relató histórico, si
es q u e ese relato e n sí n o es ya, c o m o quiere Ricoeur, la «configuración» m i s m a del tiempo. El
liempo es, sin e m b a r g o , una realidad nada sencilla d e explicar; tanto desde posiciones filosófi-
cas c o m o desde las científicas. Desde la filosofía griega, cuando m e n o s , la noción de tiempo ha
sido objeto d e atención y, desde luego, en la ciencia física contemporánea se presenta c o m o
u n a categoría primordial, junto a la de espacio.
L
xo con lo dicho hasta ahora, pero distinto. Las explicaciones propuestas para el cambio en U s
sociedades humanas son m u y abundari_ies y diversas. Para el marxismo, por ejemplo, e! motor
de la historia son las contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones de producción, la
cor permanente necesidad d e adecuación histórjca^entje fuerzas y relaciones de producción. En
otro sentido, la Sociología «comprensiva» y la tradición weberiana han expuesto que losyalores
perseguidos c o m o fines son cuestión esencial para explicar las acciones h u m a n a s , q u e son la
base de una teoría social d e la acción. i
La explicación axíoíógica del c a m b i o nos sitúa e n e l terreno de la explicación hermenéuti-
puración, cambio, evento . • • ca y no en una explicación funcional, q u e es, a nuestro juicio, preferible en principio. Pero lo
Si la relación entre los procesos d e c a m b i o y el tiempo responde en algo a la caracteriza- T | deseable sería una explicación del c a m b i o social q u e encajara penectamente en la idea d e
ción q u e acabamos d e exponer -r-el tiempo c o m o inferencia desde la producción del cambio— r—^ cambio a escala cosmológica; otras posiciones carecen de la solidez y elegancia de éSta. El
el cambio en sí es la categbffa q u e resulta central para entender el proceso de la Historia y, en I cambio social participa d e las rnismos motores q u e el cambio universal. La ignorancia d e esta
consecuencia, para explicar U s sociedades. La existencia del cambio es elemento sustancial de * condición constituye el fallo d e una e.xplicación por la vía de la «comprensión».
la realidad social y es primordial en toda explicación d e la Historia. Antes, pues, de cualquier La idea de cimbio, a su vez, es d i a l é a i c a m e m e inseparable de su contraria, la del no-cam-
otra precisión sobre tiempo e tiistoria es preciso referirse a esa realidad esencial m i s m a del bio o, si se quiere, de la permanencia, o de la duración, ¿jg^e p u W e explicar el seniido q u e
c a m b i o . Y para llevar el asunto al terreno propiamente Hístoriográfico, lo mejor es detenerse en tiene £l gamljio sino por referencia al no-carr.bJo, c o m o n o se puede explicar la «diversidad» sin
la mencionada cuestión del evento. la «unicidad». Conua lo q u e establecía Ne-Aton, la idea de duración no es coníundiblecon la
de liempo absoluto sino m á s bien, ^^55,^^ lo p e n s a b a & e í ¿ s ^ la duración es algo dinámico,
En la tradición positivista, la materia propia del análisis histórico fue durante m u c h o tiempo
™ •(invención, creación d e formas, elaboración continua de lo absolutamente nuevo». O dicho
identificada con el «hecho histórico» q u e , si bien n o d e forma enteramente exclusiva desde
introduciendo términos q u e son m u c h o m á s a d e c u a d o s para llevar estas argumentaciones al
entonces, se ha acosturriBrado, desde luego, a identificar con acontecimiento, con ivceso, con
—'lenguaje de las ciencias d e la sociedad: la idea de evento es correlativa e inseparable de la ice2
evento. Para esta concepción, la Historia se c o m p o n e naturalmente de lo que ocurre. H a y His-
toria porque ocurren cosa$,\porque h a y eventos, y, en definitiva, porque hay cambios. N o se ce estado. A propósito d e la formulación precisa d e u n a teoría de la Historiografía sería preciso
concibe una Historia inmóvil; ello sería u n absurdo. Este aparente absurdo fue, precisamente, lo '"^ahondar en estos supuestos.
q u e vino a contradecir de.mlánera brillante la concepción braudeliana, que tenía un anteceden- •—' C o n la idea cela longue durée. o c o n U d e la existencia ce diversas categorías experimen-
te en la posición de Bergson, d e la «larga duración». D e manera brillante, decimos, y cargada tables de tiempo histórico. Braude! encontró, por u n a p a n e , una fórmula en realidad sencilla,
d e consecuencias, a u n q u e n o definitiva. ^ intuitiva y pragmática, para llamar la atención sobre la absoluta ipsuticie.^ciajJe las tradiciona-
—les visiones «cronológicas» d e la secueríciación de los procesos históricos. Pero, por otra, la for-
Sin embargo, por extraño q u e parezca, el positivismo historiográfico clásico nunca definió
mulación braudeliana se q u e d a b a todavía c o m o en el umbral de una formulación profunda del
c o n claridad que entendía por «hecho». Q u e la ciencia trataba d e «hechos» era una posición
.ca:iempo histórico. Braudel n o trata del lienr.po c o m o realidad externa, física, cosa que resulla
c o m ú n a toda la epistemología positivista. El gran hallazgo de Braudel reside, a nuestro juicio,
|rr.p;escindible o, en otro terreno,-del tiempo c o m o categoría de la mente. En realidad, \g$ liem-
en haber mostrado,todo el absurdo, ahora sí, q u e se esconde bajo la idea de una realidad que
pos de Braudel solo m i d e n «tipos» d e c a m b i o , q u e son relacionados con tipos de tiempo; ¿acn-
se c o m p o n e de hechos, es decir, d e c a m b i o s , sin otra alguna articulación cognoscitiva, al^nos-
bio en ciclo corto que se caracteriza por la presencia de'muchos .acontecimientos, que son
txar q u e es fíosible concebir, en todo caso, una historia inmóvil. O lo que es lo m i s m o , dicho de
rada vez m e n o s abundantes según nos adentramos e n otros tipos de tiempo, el medio y el largo,
otra forma: q u e no hay un tiempo q u e determine a los hechos, o en el que los hechos se pro-
raudel analiza tipos d e realidades según su «velocidad» de cambio, caracteriza los tiempos
d u z c a n , sino que son los hechos los q u e determinan el tiempo. Q u e hay diversos tiempos en
según la cantidad de los c a m b i o s . Ese es el punto d e partida correcto, pero no puede ser tenido
función d e c ó m o se producen los.hechos. Q u e si los hechos son ios cambios es fundamental
••.íor punto de llegada.
q u e ello sea puesto en relación c o n la duración.
...
C
La Historia denota el cambio de las sociedades, pero profundiza también algo m á s en ese
proceso.penota asimismo Ij cantidad de los cambios. Y es esa idea de «cantidad de cambio»
histórico la que hace aún m á s compleja l4i:v£ilié0^6l significado y la medida d^el tiempo hisló-
rico. D e forma análoga a lo que ocurre en el m u n d o físico, no puede decirse que exista en el
m u n d o social u n reposo absoluto, un m o m e n t o en el que haya ausencia total de movimiento.
Pero hay distintos tipos de movimiento-cambio y_distintas velocidades de él. H a y que.establecer
una nueva analogía con el m u n d o físico y distinguir la existencia de un movimiento de «trasla-
ción»- y un movimiento «estacionario» lo que puede considerarse análogo igualmente a la idea
de cambio ideU sislema frente a ta cambio «en» el sistema. Pues bien, [¿ Historia se íundamen-
íaj;n el cambio d e esos dos tipos.y esta argumentación sirve para modificar, y creemos q u e
• mejorar, los pronunciamientos de Braudel sobre los diversos tipos de tiempo, que son diversos
l[pos de rnovimicnlo social, en función del n ú m e r o de sucesos en que éstense expresa,.^y q u e
sugieren la idea de Historian? distintas velocidades entre las que se cuenta una Historia «casi
inmóvil». La relación de todo ello con Id conccptuación de la Historia c o m o movimiento/cam-
bio no es diíjdj de establcrr:
La producción de c a m b i o cualitaiivamenle acumulalivo desemboca en que el proceso his- *B • LA HISTORIA C O M O A T R I B U C I Ó N Í S 0 6 R E a SlCNlflCAC-ODaTlC^POHISTOniCOl
tórico es irreversible: no h a y posible vuelta atrás. En cada instante del tiempo, en cada estado M-*» Mn.*ívi: HÍMorU • órii««. T o m o W . pp. 3S-*9
Imputamos o atribuimos a las cosas una Historia porque cambian o son capaces de c a m -
bio. Las cosas tiene Historia y tienen tiempo, sin que importe el orden de prelación en q u e le
atribuyamos una u otro. Es decisivo, en consecuencia, entender que^l tiempo n o es, por tanto,
ni lluencia ecuable (Newton), ni evolución creadora'(Bergson), ni configuración narrativa (Rico-
eur). El tiempo es la denotación de! cambio de las cosas. El tiempo ¿gnificaque las cosas c a m -
bian, q u e tienen Historia. Luego tener Historia significa estar en''el c a m b i o . O , lo q u e es lo
m i s m o , el tiempo:es construido por la Historia y lo que precisamos es descubrir las claves y pla-
nos de tal conrirucción.