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POR
LUCIA DESIREE DE MATA RUIZ
PREVIO A CONFERÍRSELE
A José Francisco De Mata Vela y Dora Luvia Ruiz Méndez de De Mata, mis padres,
a quienes admiro con total convicción, que no solo me dieron la vida, son que también
me dieron la oportunidad de estudiar, demostrándome con su ejemplo, el valor del
esfuerzo y la dedicación. ¡Un logro más para su colección!
A Paulin, Dianis y Diana Lucía (QEPD), mis hermanas, quienes fueron mi modelo a
seguir, mi luz en el camino, mis consejeras y mis mejores amigas. Con especial
dedicación a Diana Lucía, quien además es mi ángel guardián que me cuida desde el
cielo.
A Carlos Estuardo Funes Mármol, el amor de mi vida, mi aliento de todos los días,
quien me apoyó en todo momento y ha sido un pilar fundamental en la realización de
mis sueños.
A José Francisco De Mata Morales (QEPD), José Isaac Ruiz Coronado (QEPD) y
María Francisca Méndez de Ruiz (QEPD), mis abuelitos que ya descansan en los
brazos del Señor, y quienes han sido testigos de mi esfuerzo e intercesores de mis
peticiones ante la Providencia. Y especialmente mi abuelita Paulina Vela de De Mata,
quien en vida y en representación de todos, goza orgullosa de este triunfo, para ti
mamaíta con mucho cariño.
LISTADO DE ABREVIATURAS
Art. Artículo
c. Cánon
cc. Cánones
cap. Capítulo
caps. Capítulos
CCEO Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium
CIC Codex Iuris Canonici (Código de Derecho Canónico)
CIC17 Codex Iuris Canonici de 1917 (Código de Derecho Canónico
de 1917)
CIC83 Codex Iuris Canonici 1983 (Código de Derecho Canónico de
1983)
Const. Ap. Constitución Apostólica
C.p. Código Penal guatemalteco
C.p.p. Código Procesal Penal guatemalteco
CPRG Constitución Política de la República de Guatemala
PB Juan Pablo II, Constitución Apostólica Pastor Bonus
(28.VI.1988)
s. Siglo
ss. Siglos
S.S. Su Santidad
§ Párrafo
ÍNDICE
Pág.
Resumen Ejecutivo 1
Introducción 2
Conclusiones 122
Recomendaciones 125
Listado de Referencias 126
Anexos 131
1. Modelo de encuesta realizada a abogados guatemaltecos 132
2. Resultados de encuestas realizadas a abogados
guatemaltecos (tabulación en gráficas de pie) 136
RESUMEN EJECUTIVO DE TESIS
1
INTRODUCCIÓN
Es por ello, que dentro de la doctrina científica del Derecho Penal, se han formulado
varios principios fundamentales que apoyan la correcta aplicación de la Ley Penal,
tanto dentro del territorio nacional, como en el extranjero, sin menoscabo de la
seguridad jurídica del imputado, uno de esos principios es el non bis in ídem.
El principio non bis in ídem significa que una persona no puede ser juzgada dos
veces por la misma causa. Este principio encuentra su fundamento en otro principio
denominado seguridad jurídica, que impide que una persona pueda estar sujeto a
persecuciones litigiosas de forma indefinida, cuando ya ha sido condenado o
absuelto previamente.
Por lo tanto, el principio non bis in ídem, es una consecuencia del principio de cosa
juzgada, que no permite que una sentencia pueda ser revisada de nuevo, o que se
vuelva a iniciar un litigio por la misma materia. Para que el non bis in ídem pueda
invocarse debe existir consonancia de sujetos, objeto y causa.
2
Los magistrados y jueces son independientes en el ejercicio de sus funciones y
únicamente están sujetos a la Constitución de la República y a las leyes. A quienes
atentaren contra la independencia del Organismo Judicial, además de imponérseles
las penas fijadas por el Código Penal, se les inhabilitará para ejercer cualquier cargo
público.
1
Asamblea Nacional Constituyente, Constitución Política de la Republica de Guatemala, 1985,
artículo 203.
3
bis in ídem, sus características, elementos y aplicación según el Código Canónico;
identificar similitudes y diferencias entre la conceptualización y aplicación del
derecho penal sustantivo y adjetivo en ambas jurisdicciones, identificar si existe o no
alguna vulneración al principio non bis in ídem al coexistir ambos tipos de
juzgamiento: eclesiástico y ordinario guatemalteco, y finalmente definir si en el caso
del presbítero Mario Lionel Orantes Nájera se vulnera este principio al ser juzgado
por el Tribunal Eclesiástico, posteriormente a haber sido juzgado por la jurisdicción
ordinaria guatemalteca.
4
asesinato de Monseñor Juan José Gerardi Conedera, hasta el año 2013 en que está
por ventilarse el proceso penal canónico.
5
CAPÍTULO 1. EL DERECHO CANÓNICO Y EL IUS PUNIENDI
2
Merryman, John, La tradición Jurídica Romano-Canónica, México, Fondo de cultura económica, 2007. Págs. 24-
37.
3
Margadant, Guillermo F; Panorama de la Historia Universal del Derecho; Séptima Edición; México, Porrúa,
2004. Pág. 120
6
1.1 EL DERECHO CANÓNICO
El canonista Ferreres, también citado por Lo Coco, sostiene que por Derecho
Canónico debe entenderse "el conjunto de leyes dadas por Dios, o por la potestad
eclesiástica, por las cuales se ordena la constitución, régimen y disciplina de la
Iglesia Católica".5
Lo Coco indica que Sehling, por su parte, entiende por Derecho Canónico al
"conjunto de normas jurídicas dictadas para el buen régimen de la Iglesia".6 Para
este mismo autor, el Derecho Canónico debe considerarse como una disciplina
jurídica que excluye toda discusión religiosa o teológica, en tanto que esa discusión
no es inexcusable para entender sus preceptos jurídicos.
Según dicha autora, al Derecho Canónico se le puede también definir como “un
conjunto de normas jurídicas que rigen la vida de la Iglesia, pueblo de Dios: su
4
Lo Coco, Julio Javier. Derecho Romano y Derecho Canónico. Argentina, XIV Congreso Latinoamericano de
Derecho Romano, 2009, pág. 7.
5
Loc. Cit.
6
Loc. Cit.
7
Aguinaga Zumarraga, Betty, Derecho de la Iglesia, Ecuador, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, 2006,
pág. 45.
7
organización, gobierno, y relaciones entre todos sus miembros, para la consecución
del bien común espiritual de todos sus fieles.” 8
8
Loc. Cit.
9
Lo Coco, Julio Javier. Óp. Cit., pág. 8
8
su analogado principal en el misterio del Verbo encarnado y no en la sociedad
civil.”10
Esto quiere decir que tanto la naturaleza como la finalidad del Derecho Canónico, va
más allá de ser un conjunto de normas que rigen y ordenan la sociedad eclesiástica.
Las normas de la Iglesia, por tanto, trascienden y buscan la buena convivencia
entre los hombres, una estrecha relación con Dios, y finalmente la salvación de las
almas.
José Luis Zubillaga afirma que “la Iglesia y el Estado son esencialmente diferentes,
aunque ambos tienen en común una naturaleza societaria. El Estado es creación
moderna de la sociedad humana, y por tanto no es una institución de derecho
natural. La Iglesia tiene una estructura doble: por un lado posee una parte material,
constituida por todas las personas que abrazan la fe en Cristo y han recibido el
bautismo; y por otro posee una parte espiritual constituida por la presencia del
Espíritu de Dios en ella.”11
9
individuos que en orden a sus intereses temporales están sujetos a los
ordenamientos estatales, y en consecuencia tendientes a su bienestar espiritual. Por
tanto el Derecho Canónico es de carácter universal, ya que a éste están sujetos los
millones de bautizados en la Iglesia Católica del mundo.”13
Según Juan Pablo II15, el fin o el objeto del Derecho Canónico, es crear un orden en
la sociedad eclesiástica que asignando el primado a la fe, a la gracia y a los
carismas haga más fácil su desarrollo orgánico en la vida, tanto en la sociedad
eclesiástica, como también en cada una de las personas que pertenecen a ella.
13
Lo Coco, Julio Javier. Op. Cit. Pág 3.
14
Ibíd. Pág. 78
15
Juan Pablo II, Constitución Apostólica “Sacrae Disciplinae leges”.
10
1.2 ORÍGENES DEL DERECHO CANÓNICO
El Derecho canónico es uno de los sistemas jurídicos más antiguos, que ha sido una
de las bases fundamentales de la creación de los códigos de Derecho Occidental,
que se siguen utilizando en la actualidad.
16
Gianfranco Ghirlanda para explicar la evolución histórica del Derecho Canónico, la
divide en cinco grandes períodos: la edad apostólica; colecciones anteriores al
“Corpus Iuris Canonici”; formación del “Corpus Iuris Canonici”; del “Corpus Iuris
Canonici” al “Códex Iuris Canonici”, y finalmente el “Códex Iuris Canonici”
explicándolas de la siguiente manera:
1.2.1 Edad Apostólica: En esta etapa, los apóstoles y los ancianos de Jerusalén
fueron los encargados del verdadero poder legislativo, así lo afirma, incluso, el texto
bíblico, en su apartado de Hechos 15, 23-28. En esta fase del Derecho Canónico
también se incluyen las cartas paulinas, y las pastorales que incluían normas
morales que los creyentes debían acatar. Según Ghirlanda17, desde el siglo I se
desarrolló en la Iglesia una actividad recopilatoria de normas que muestra cómo
desde el principio de la actividad jurídica en la Iglesia se empezaron a hacer
colecciones de normas.
11
b. Colecciones de la unidad católica regional (ss.V-VI)
Recopilan las leyes eclesiásticas y civiles provenientes de concilios, regionales y
provinciales de España, Francia, África, e Italia.
19
Loc. Cit.
12
e. Colecciones entre la reforma carolingia y la reforma gregoriana
(ss. IX-XI)
En esta fase aumentan los apócrifos, y con ellos aumenta la confusión. Por ello,
surgen los monjes Cluny, y se hacen promotores de una reacción contra la
incertidumbre de la disciplina eclesiástica y de la depravación generalizada.
1.2.3 Formación del “Corpus Iuris Canonici”: Ghirlanda afirma que a ejemplo de
las Pandectas de la Codificación de Justiniano, que acababa de recuperarse, se
siente la necesidad de una unificación de la disciplina eclesiástica para poner fin a la
incertidumbre de la misma. Por ello surge el “Decreto” de Graciano en 1140, las
13
colecciones de Gregorio IX de 1191 a 1226, y los “Decretales” de Gregorio IX en
1234 que eran una recopilación universal, única, exclusiva, y auténtica que ofrecía
de forma compendiada todo el ius decretalium. Así es como nace la Liber Extra,
llamada actualmente “Decretales de Gregorio IX” que más que ser una recopilación
es una nueva redacción del derecho. Posteriormente Clemente V promueve la
denominada “Clementinae” en 1317, que se convierte en una actividad legislativa
que si bien era auténtica, única y universal, no era exclusiva. Con la reunión de
normativas y colecciones fueron formando el denominado Corpus Iurs Canonici.
14
b. Código de 1983: Ghirlanda20 afirma que pertenece a la naturaliza misma del
derecho canónico evolucionar y adaptarse a las nuevas exigencias pastorales, por lo
que la evolución de las normas de la Iglesia se hizo evidente posteriormente a la
21
creación del Código de 1917. La reseña histórica de la diócesis de Phoenix
señala que durante el siglo XX, la Iglesia y el mundo había pasado por muchos
cambios y crecimiento. De manera que el 25 de enero de 1959 el Papa Juan XIII
convoco el concilio Vaticano II y anuncio la intención de hacer una revisión al Código
de 1917. En algunas áreas el Código las fechas estaban rezagadas, y muchas
normas vigentes habían sido promulgadas después de haberse completado el
código, de manera que se necesitaba revisar y consolidar el contenido del mismo.
20
Loc. Cit.
21
Diócesis de Phoenix, Derecho Canónico, Phoenix, 2013, disponible en red: http://diocese-
tribunal.org/canonlaw.php?lang=es, fecha de consulta: 10 de junio de 2013.
22
Ghirlanda, Gianfranco, Óp. Cit., Pág. 96
23
Instituto Martín de Azpilcueta, Código de Derecho Canónico, España, Ediciones Universidad de Navarra,
2007, séptima edición.
15
En dichos libros se desarrollan las normativas expresas de cómo debe ser el
comportamiento tanto de los fieles como de las personas que pertenecen a la
administración de la Iglesia, en diferentes ámbitos, incluyendo sus funciones,
atribuciones, obligaciones y derechos. De dichos libros la presente tesis se enfocará
en analizar las normas contenidas en los dos últimos libros del código, referentes a
las sanciones de la iglesia y los procesos, específicamente en materia penal.
24
De Mata Vela, José Francisco y Héctor Aníbal de León Velasco. Derecho Penal Guatemalteco: Parte General.
Tomo Uno. Guatemala, Editorial Magna Terra, 2013, vigésima tercera edición. Pág. 4
16
funcionamiento sí cuenta con Ius Puniendi, aunque éste se aplique únicamente a
sus fieles, de manera distinta a la aplicación del Ius Puniendi propio del Estado.
Federigo R. Aznar Gil28, en el capítulo V de la obra Sapentia Fiedei, afirma que los
c.1311-1399 contienen las principales normas sobre el derecho penal de la Iglesia,
es decir, el conjunto de normas mediante las cuales la Iglesia ejercita su potestad de
25
Maté, Agustín, latinista de la Facultad de Teología, Universidad Rafael Landívar, lugar y fecha de entrevista:
Guatemala, 5 de octubre de 2013.
26
Cenalmor Palanca, Daniel y Jorge Miras Pouso. El Derecho de la Iglesia, curso básico de Derecho Canónico,
España, Ediciones Universidad de Navarra S.A., 2005. Pág. 509
27
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit. c. 1311
28
Federico R. Aznar Gil López, Capítulo V: Las Sanciones en la Iglesia, Sapentia Fiedei, Serie de Manuales de
Teología,Tomo II, el Derecho en la Misión de la Iglesia, Profesores de la Universidad Pontificia de Salamanca
Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2006
17
proteger la disciplina eclesial mediante la coacción. Es fruto del ejercicio del poder
que la Iglesia tiene de establecer penas para las violaciones de sus normas,
tratándose por tanto de un aspecto o dimensión de su poder de jurisdicción.
La Iglesia, por lo tanto, es una sociedad originaria, no derivada ni dependiente de
otra sociedad superior, que cuenta con autoridades y funciones propias, con la
finalidad de mantener el orden social dentro de su comunidad. Su potestad de juzgar
es independiente a la del Estado, y es otorgada por su propia historia y su propio
Código de Derecho Canónico: de tal manera que su Ius puniendi no debe igualarse
nunca a la potestad castigadora de los Estados, pues la materia y las penas que
impone son totalmente diferentes, orientadas a fines completamente distintos.
El c. 1341 enumera los fines que justifican el empleo de medios jurídicos coactivos
en la Iglesia: “reparar el escándalo, restablecer la justicia, y conseguir la enmienda
del reo”.29 A la vez dispone que si así lo establece la autoridad competente
(denominada Ordinario) debe iniciar el procedimiento jurídico previsto en las normas
de la Iglesia para imponer una pena. La imposición de sanciones dentro de la iglesia
se considera siempre de “ultima ratio”, es decir, como último recurso.
29
Ibíd., c. 1341.
30
S.S. Juan Pablo II, Discurso a la Rota Romana. Ciudad del Vaticano, 1990
18
Por consiguiente, la Iglesia Católica en base a su normativa interna posee la
potestad de castigar únicamente a sus fieles, de forma distinta y autónoma al Ius
Puniendi de los Estados, ya que la Iglesia impone sanciones de acuerdo a su
naturaleza interna y a sus propios fines, basadas en la salvación de las almas. Esto
quiere decir que la Iglesia no tiene la potestad sancionadora que poseen los Estados
hacia sus ciudadanos, pero sí la tiene aplicada únicamente hacia su propia
comunidad.
Con base en lo anterior, el Derecho Penal Canónico desde sus inicios ha formulado
su propia teoría del delito, anteriormente se establecía, según el canon 2195 del
Código de Derecho Canónico de 1917, como la “violación externa y moralmente
imputable de una ley o precepto que lleva aneja una sanción penal”31. Para que se
31
Concilio Vaticano I, Código de Derecho Canónico, 1917, c. 2195.
19
dé propiamente un delito canónico, según las normas de la Iglesia, se requiere, con
forme al Código de Derecho Canónico:
1. Que la infracción de que se trate esté tipificada como delito y castigada con
una pena por una norma jurídica (elemento legal del delito, principio de
legalidad penal, según el c. 1321§2)
2. Infracción externa de una ley o precepto (elemento objetivo del delito, según
el canon 1321§1)
3. Que esa infracción externa sea gravemente imputable a quien la cometió, ya
sea por dolo (intención deliberada de infringir la norma jurídica), o bien por
culpa (omisión de la debida diligencia). (Elementos subjetivos del delito,
según el canon 1321§1)
32
Ramírez Moncayo, Andrés Fernando, En búsqueda de una teoría general del delito canónico, Pontificia
Universidad Javeriana. Pág. 115.
20
Sin embargo Ramírez Moncayo33 afirma que no se trataría de una facultad
discrecional en el evento en el que la autoridad eclesiástica tuviese la plena libertad
de conminar bajo pena el cumplimiento de cualquier ley divina o eclesiástica; ya que
en realidad, la autoridad no cuenta con dicha potestad, puesto que únicamente
podrá castigar la violación externa de una ley divina o eclesiástica cuya transgresión
no se hubiese conminado previamente con una pena, únicamente cuando:
a. Así lo requiera la especial gravedad de la infracción, o
b. Existiese la necesidad urgente de prevenir o reparar escándalos.
Según Ramirez Moncayo35, la escuela clásica del derecho penal cimentó toda la
responsabilidad penal en el concepto de imputabilidad moral, puesto que el
fundamento último de la responsabilidad será el libre albedrio del hombre.
Igualmente por la coincidencia en las fuentes filosóficas y antropológicas, se puede
también concluir que el derecho canónico sancionatorio, al reiterar normativamente
hablando el esquema clásico del elemento subjetivo del delito, sustenta toda la
responsabilidad penal en el libre albedrío del ser humano, de ahí que el concepto de
imputabilidad moral sea un presupuesto esencial para decretar la existencia de
responsabilidad penal de parte de un bautizado o de una persona que haya sido
recibida en la Iglesia, como consecuencia de la violación voluntaria o negligente de
las leyes eclesiásticas sancionatorias.
33
Loc. Cit.
34
Instituto Martín de Azpilcueta, Óp. Cit., c.1329.
35
Ramírez Moncayo, Andrés Fernando, Óp. Cit. Pág. 115.
21
Al tenor del c.132136 sólo puede castigarse la violación externa de una norma
jurídica cometida con deliberación y voluntariedad plenas; de lo contrario, aunque
hubiera alguna imputabilidad, no sería grave. Es decir que toda la actuación dolosa,
es por definición, imputable, pero esto no quiere decir que toda infracción imputable
es dolosa. Esto es importante mencionarlo para efectos prácticos porque
generalmente en la Iglesia sólo se castigan los delitos dolosos. El Código de
Derecho Canónico dispone, en efecto, que quien comete una infracción por omisión
de la debida diligencia (es decir, de forma culposa) “no debe ser castigado, a no ser
que la ley o el precepto dispongan otra cosa”. 37
36
Ibid., c. 1321
37
Loc. Cit.
38
Ibíd., c. 1323
39
Ibíd., c. 1324
22
o La ignorancia inculpable de que la ley infringida llevaba aneja una
pena, etc.
o Es importante establecer que también pueden tener eficacia atenuante
otras circunstancias que el juez considere que de hecho han
disminuido la gravedad del delito.
El Derecho canónico, por tanto, desarrolla una simple teoría del delito en el que se
establece como pilar fundamental la acción dolosa, la imputabilidad y la punibilidad,
dejando a un lado como “no relevantes” la omisión, y la culpa en la comisión del
delito, elementos que sí importan dentro de la teoría del delito del ordenamiento
jurídico ordinario penal guatemalteco.
Toda sanción o pena canónica, según Daniel Cenalmor Palanca40 citando al Código
de Derecho Canónico de 1917 en su c. 2215, consiste en la privación de un bien
(espiritual o temporal) impuesta por la autoridad legítima para corrección del
delincuente y castigo del delito. Estas sanciones se refieren a bienes y derechos
que se tienen en la Iglesia, no así en la sociedad civil, de manera que las sanciones
de la Iglesia van acordes con el fin espiritual y sobrenatural de la misma, consistente
en la “salvación de las almas”.
Es importante en este rubro, antes de señalar y explicar cada una de las sanciones
canónicas, enumerar una breve clasificación de las penas con base en su modalidad
de aplicación, según Jorge Miras Pouso41:
40
. Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit., pág. 512
41
Ibíd., pág. 514
23
de este tipo de penas es la “excomunión por aborto”, que se da cuando un
miembro de la Iglesia Católica ha abortado o participado en un aborto,
automáticamente recibe la pena “latae sententiae” de la excomunión, sin que
se siga un proceso previo.
Aunque toda pena canónica es medicinal, por estar orientada a la enmienda del
delincuente y a su bien espiritual, este aspecto está especialmente subrayado en la
denominación de “censuras”. Las censuras, según Daniel Cenalmor solo pueden
imponerse a los contumaces (delincuentes que persisten en su actitud, despreciando
otros medios puestos para obtener su enmienda), por esto para imponer
válidamente una censura, es necesario amonestar previamente al delincuente, para
que cese en su contumacia, según el c. 1347.142. Sin embargo, no es necesaria
dicha amonestación previa en el caso de los delitos gravísimo que está castigado
con una censura “latae sententiae”. Por su propia naturaleza, las censuras no
pueden ser perpetuas, sino que el reo debe ser absuelto cuando abandona la
contumacia.
Según Dominique Le Tourneau, la censura “es una pena medicinal que priva de
ciertos bienes espirituales al bautizado de dieciséis años cumplidos que ha cometido
un delito y es contumaz (ha de constar claramente la contumacia después de al
42
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1347
24
menos una amonestación, y de que el delincuente haya tenido un tiempo prudencial
para enmendarse) hasta que cese en su contumacia y sea absuelto.”43
Las censuras que se regulan en los cc. 1331-133344, son por orden ascendente de
gravedad: Suspensión, entredicho y excomunión.
43
Le Torneau, Dominique, El Derecho de la Iglesia: Iniciación al Derecho Canónico, Madird, Rialp, 1997,
segunda Edición. Pág. 92
44
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c. 1331-1333
45
Le Torneau, Dominique, Óp. Cit. Pág 93
46
Loc. Cit.
25
c. Excomunión: es la censura más grave, por la que sin prejuzgar se excluye al
reo jurídicamente de la comunión eclesiástica en cierta medida; no pude
celebrar sacramentos o sacramentales, ni recibir los sacramentos, ni
participar como ministro en cualesquiera actos de culto, ni desempeñar
oficios, ministerios o cargos eclesiásticos o realizar actos de régimen. (c.
1331) Le Tourneau47 citando a Borras, afirma que es una sanción penal
específicamente medicinal establecida contra delitos muy graves cuyos
efectos consisten en una prohibición de ejercer derechos y deberes en
conformidad con las prescripciones del Código, de modo que constituye una
exclusión casi total de los bienes espirituales de la Iglesia, sin romper la
comunión que proviene del bautismo.
47
Loc Cit.
48
Ibíd. Pág. 94
26
acto del Romano Pontífice, obtener un lucro ilegítimo sobre los estipendios de
misa, denunciar con calumnia u otra lesión la buena fama.
Cenalmor49 afirma que en estas penas, aunque también se busca el bien espiritual
del delincuente, se persiguen más directamente los aspectos de restablecimiento de
la justicia y reparación del escándalo causado por el delito. Estas penas pueden ser
perpetuas o temporales, determinadas o indeterminadas.
49
Cenalmor Daniel y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit. Pág 513
50
Le Torneau, Dominique, Óp. Cit. Pág 95
51
Ibíd., c. 1336
27
1.5.3 REMEDIOS PENALES Y PENITENCIAS (cc.1312, 1339-1344)
Estas están reguladas en lo cc. 1343 y 1344§255, se utilizan para sustituir a una
pena cuando, por las circunstancias que concurren y por las disposiciones del
delincuente, resulta ya innecesaria o desproporcionada.
52
Ibid. Pág 94
53
Código de Derecho Canónico Óp. Cit. 1312
54
Loc. Cit.
55
Ibid., c. 1343 y 1344
28
prohibiciones, que sin caer en el carácter de delito, su no acatamiento genera la
imposición de una sanción. Este tema se explicará más a detalle en el apartado 1.7
de este capítulo, correspondiente a “Los delitos y las penas tipificadas en el código
de Derecho Canónico”.
En este sentido, en el título V del libro VI, se consagra a la explicación de las normas
canónicas que determinan el modo en virtud del cual el superior ha de proceder para
efectuar la imposición de una pena eclesiástica. De ahí, Ramirez Moncayo explica
las reglas generales en virtud de las cuales el superior procede para imponer una
pena en particular.
56
Ramírez Moncayo, Andrés Fernando, Óp. Cit. Pág. 78
57
Código de Derecho Canónico, canon 1341.
29
Además, según Ramírez58, en el ámbito del derecho penal laico existe el llamado
derecho penitenciario, el que prioritariamente se encamina a regular el cómo se
debe cumplir con la ejecución de las llamadas penas privativas de libertad. Por lo
tanto, el cumplimiento de tales sanciones se debe de hacer en los términos en los
que dichas prescripciones jurídicas lo señalen. Sin embargo, tal y como se viene
diciendo, las sanciones eclesiásticas son verdaderas sanciones, pero que dada la
realidad sobrenatural de la Iglesia, la entidad y naturaleza de dichas sanciones
difiere por completo de las sanciones estatales, en su imposición y la finalidad de
dicha imposición.
58
Loc. Cit.
59
Ibíd. Canon 1343
30
a. Diferir, a un tiempo más oportuno la imposición de la pena, si se prevén males
mayores por el castigo precipitado al reo.
b. Abstenerse de imponer la pena, o imponer una pena más benigna o una
penitencia, si el reo se ha enmendado y reparado el escándalo, o si ya ha sido
suficientemente castigado por la autoridad civil o se prevé que lo será.
c. Suspender la obligación de observar una pena expiatoria si se trata del primer
delito cometido por el reo que hasta entonces hubiese vivido sin tacha.”60
En lo que respecta a los casos en los que el autor actuó con imputabilidad atenuada
o disminuida, afirma el autor mencionado, que igualmente instituye el Código de
Derecho Canónico que “…en aquellos eventos en los que el fiel se hubiese
comportado sin el uso pleno de su razón o con la imputabilidad atenuada o
disminuida, el juzgador cuenta con la posibilidad de abstenerse de imponer pena
alguna si considera que cualquier otro medio pastoral es más eficaz para obtener su
enmienda.”61 Al respecto, Ordena el c. 1345 que: “Siempre que el delincuente
tuviese sólo uso imperfecto de razón, u obrare por miedo, necesidad, impulso de la
pasión, embriaguez u otra perturbación semejante de la mente, puede también el
juez de abstenerse de imponerle castigo alguno, si considera que de otra manera es
posible conseguirse mejor su enmienda”.62 Estas normativas así como las
anteriormente citadas demuestran que el juez, en el Derecho Canónico, no es un
simple aplicador de normas, sino que debe utilizar su conciencia, y su criterio propio,
así como su lógica para imponer definitivamente una pena. El juez debe analizar
cada aspecto de los hechos y pruebas en el procedimiento correspondiente, para así
dictar una pena concordante con lo que se conoce en juicio.
60
Ibid. Canon, 1344
61
Ramírez Moncayo, Andrés Fernando, Op. Cit. pág. 88
62
Código de Derecho Canónico, Óp Cit. 1345
31
Finalmente se debe resaltar con claridad que las sanciones y penas que impone la
Iglesia Católica son totalmente internas a la comunidad eclesiástica, únicamente
afectan a la persona en su relación dentro de la Iglesia y en su estado espiritual.
Este tipo de sanciones en ningún momento afectan economía o la libertad de las
personas, “contrario sensu” al efecto de las penas dentro de la jurisdicción ordinaria
guatemalteca, que sí podrían llegar a perturbar estos factores de la vida diaria. Es
por ello que se afirma que las sanciones canónicas difieren totalmente en su objeto y
eficacia en re relación a las penas establecidas por los Estados, pues como ya se
ha mencionado reiteradas veces, la finalidad de las sanciones canónicas están
estrictamente relacionadas con la salvación de las almas, situación que no tiene
ninguna relevancia en el derecho penal ordinario.
Se refiere al establecimiento legítimo, por una ley o por un precepto de una sanción
para una conducta determinada que se tipifica como delito. A partir de ese momento,
quien comete la infracción tipificada reuniendo los demás requisitos de
imputabilidad, según el c. 1321, puede ser castigado con la sanción establecida.
32
exigidos por el c. 1321§1, es decir, si ha habido infracción externa y en qué medida
resulta imputable, para tomar la decisión que corresponda sobre la posible sanción
de esa conducta. Con relación a la imposición de las penas, Cenalmor64 distingue
varios tipos de actuaciones, con base en el Código de Derecho Canónico:
a. La investigación previa
b. Las medidas que puede adoptar la autoridad para prevenir un delito o para
detener una conducta que pudiera desembocar en un delito.
c. El proceso o procedimiento por el que se impone una sanción, una vez que la
autoridad ha decidido que debe iniciarse.
64
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso, Óp. Cit., pág. 517
65
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1718
66
Ibíd., c.1342
33
situación del fiel afectado. Desde este punto de vista también se distingue entre
penas declaradas y no declaradas.
Como se indicó el apartado 1.5 del presente capítulo, referente a las sanciones que
contempla el Derecho Canónico, las sanciones se imponen, generalmente, como
consecuencia de la comisión de delitos tipificados como tales en el Código de
Derecho Canónico. Sin embargo, como se mencionó en el apartado 1.5.5
67
Ibíd., c.1354-1361
34
denominado “Otras Sanciones”, existen sanciones que el Código de Derecho
Canónico contempla cuando se transgreden normativas ya sea disciplinarias, por
comisión u omisión o transgresión de prohibiciones que no necesariamente son
tipificadas como delito, pero que su incumplimiento lleva consigo aparejada una
sanción.
68
Mora, Antonio, Síntesis de Derecho Canónico: Método sistemático repertorio de Cánones referentes a temas
diversos, Colombia, Editorial San Pablo, 2010. Pág. 35
35
b. Tener licencia para hacer matrimonios en iglesia diferente de la parroquial
(c. 1118§1)
c. Tener licencia escrita del Ordinario para reparar imágenes (c.1189)
d. Tener licencia del Obispo diocesano para los religioso construir una iglesia
(c. 1215§3)
e. Tener licencia de la Sede Apostólica para enajenar ciertas reliquias
(c.1190), entre otras.
En cuanto a los delitos propiamente tipificados como tales, Pouso69 afirma que el
Código de Derecho Canónico distingue diversas categorías delictivas y tipifica,
dentro de cada una de ellas varios delitos, para los que establece la pena
correspondiente. Cada una de esas categorías orienta sobre los bienes jurídicos que
se protegen penalmente en cada caso. Es decir, que al tipificar cada delito existe un
“bien jurídico tutelado”, como también lo establece la jurisdicción penal ordinaria
guatemalteca. De manera que el Código Canónico establece lo siguientes:
36
o de jurisdicción (atentado de celebración eucarística sin ser sacerdote;
solicitación en confesión; simonía; usurpación de oficio; negociación con los
estipendios; soborno; abuso de potestad; etc.
37
Es importante recalcar que el c. 193370 contiene una norma general calificada por
diversos autores como “norma penal en blanco” que permite a la autoridad
eclesiástica proceder penalmente, en casos excepcionales, sin ley penal previa:
solo cuando una infracción externa, no tipificada previamente como delito canónico,
resulte especialmente grave y urja la necesidad de prevenir o reparar el escándalo,
puede castigarse al autor con una pena ciertamente justa. Esta posibilidad debe con
cautela y solo en casos urgentes, ya que la seguridad jurídica exige atenerse al
principio de seguridad jurídica que exige al mismo tiempo atender al principio de
legalidad penal: “Nullum crimen, nulla poena, sine lege poenali preaevia”: no hay
delito ni pena si no existe previamente una norma penal, que también se encuentra
regulado en el artículo primero del código penal y en los artículos primero y segundo
el código procesal penal de Guatemala.
Cenalmor71 afirma que como toda actuación penal, el carácter del Derecho Penal
Canónico es de “Ultima Ratio”, de recurso extremo. Incluso, el Derecho considera
“odiosa” la materia penal, en la medida en que puede afectar gravemente la
70
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1933
71
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit., pág. 523
38
situación jurídica de las personas, en su fama y dignidad. Por esta razón, cada uno
de los momentos de la actividad jurídica penal está sujeto a especiales limitaciones y
requisitos de procedimiento, establecidos por las normas que regulan las respectivas
actuaciones. El sometimiento riguroso a la legalidad en esta materia, es por lo tanto,
un modo de garantizar, tanto el respeto de los derechos de los fieles como un
ejercicio del “ius puniedi”, siempre acorde con su naturaleza y función en la Iglesia.
Entre otras garantías jurídicas que rodean la actuación en materia penal, también se
debe mencionar que las normas de los cc. 18 y 36§1 disponen la denominada
“interpretación estricta” de las leyes penales y de los actos administrativos que se
refieren a la conminación o a la imposición de penas. Por su parte el c.19 prohíbe la
aplicación analógica de las leyes en materia penal, de manera que no cabe aplicar la
pena prevista para un delito en un caso que no esté estrictamente comprendido en
el supuesto tipificado por la ley, supuesto que también contempla el Código Penal
Guatemalteco en su artículo 7.
Tanto las sentencias como los decretos extrajudiciales que imponen o declaran
penas son recurribles, y el c. 1353 añade una garantía adicional, al establecer con
carácter general que la interposición de cualquier recurso suspende
72
automáticamente la ejecución de la pena de que se trate.
39
CAPÍTULO 2. LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA EN EL DERECHO CANÓNICO
Jorge Miras Pouso afirma que “de poco serviría reconocer la existencia de
verdaderos y propios derechos subjetivos en la Iglesia, como ha hecho el Código de
Derecho Canónico, si no se dispusieran los medios jurídicos para garantizarlos en la
práctica.”73 El c. 22174 estipula que reconoce el derecho fundamental de los fieles a
acudir al fuero eclesiástico competente para reclamar la tutela efectiva de sus
derechos y a ser juzgados con arreglo a Derecho, y de igual manera el numeral
tercero de dicho canon establece el derecho de los fieles a no ser castigados con
penas canónicas si no es cumpliendo los requisitos establecidos por la ley
eclesiástica.
75
En relación a ello, el libro VII del Código de Derecho Canónico establece las
cuestiones que pueden ser objeto de juicio en la Iglesia, siempre que entren dentro
del ámbito de su misión:
1. La reclamación o reivindicación de derechos de personas físicas o jurídicas
2. La declaración de hechos jurídicos
3. Los delitos, por lo que se refiere a la imposición o declaración de penas.
73
Loc. Cit.
74
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.221
75
Ibíd. Libro VII
40
Para poder iniciar un juicio, según la jurisdicción canónica, como cualquier otra
jurisdicción, es imprescindible iniciarlo con una acción. Según De Diego Lora, una
acción procesal “es el poder jurídico inviolable que habilita al lesionado por una
injusticia para acudir a quien tiene la jurisdicción con garantías de obtener protección
y una sentencia favorable, una vez probada la situación injusta que afirma
padecer.”76
El c. 1491 dispone que a no ser que se establezca expresamente otra cosa “todo
derecho está protegido por una acción que puede ejercerse ante los tribunales
eclesiásticos mientras no se haya extinguido conforme a Derecho”. 77 De igual
manera el c. 1491 establece que todo derecho está protegido no solo por una acción
sino también por una excepción, la acción es un poder de defensa u oposición frente
a la demanda judicial interpuesta en contra de un derecho propio. En el Derecho
Canónico las excepciones son de naturaleza perpetua y pueden oponerse siempre,
según el c. 1492§2
78
Otro punto importante es indicar que el Código de Derecho Canónico establece
que los fieles han de procurar evitar los litigios innecesarios, tratando de que los
conflictos se arreglen de manera pacífica, y es por ello que en otras ramas dentro
del propio derecho canónico se encuentran reguladas la mediación, la transacción y
el compromiso arbitral equivalente a un arbitraje de equidad, como mecanismos
alternos para la resolución de conflictos, sin embargo siempre existen casos, como
la materia penal, en que siempre deben seguir un proceso penal canónico.
76
De Diego-Lora, Carmelo y Rafael Rodríguez-Ocaña. Lecciones de Derecho Procesal Canónico. Parte general,
España, UENSA, 2003., pág. 145
77
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1491
78
Loc. Cit.
41
correcta funcionalidad de sistema eclesiástico, cuando se ha infringido una norma o
se ha cometido algún delito.
79
López, Zubillaga, José Luis, Óp. Cit. Pág. 255
80
Diócesis de Phoenix Óp. Cit.
42
legítimamente. Se inicia por el ejercicio conforme a Derecho de la actuación de un
sujeto frete a otro ante el tribunal de justicia, y consta de una sucesión de actos
jurídicos, realizados bajo la dirección del juez y en los plazos y con los requisitos
formales establecidos por el Derecho, que culminan con la sentencia por la que se
resuelve la controversia.” 81
Los principios que rigen el Derecho Canónico son semejantes a los principios
generales del derecho, agregando la equidad canónica, la jurisprudencia, la práctica
de la Curia Romana, la opinión común y constante de los doctores, atendiendo a que
los “doctores” son especialistas en el Derecho Eclesiástico. Esto quiere decir que el
Derecho Eclesiástico toma como base los mismos principios jurídicos más aquellos
propios de las ideologías y creencias religiosas propias de la misma.
El Código de Derecho Canónico regula el proceso en su libro VII, que contiene las
normas fundamentales del Derecho procesal canónico.
81
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso, Óp. Cit., Pág. 526.
82
Ibid. Pág. 527 y 528.
43
oficios capitales de las otras circunscripciones eclesiásticas. Aunque todos ellos
pueden ejercer personalmente la potestad judicial, de ordinario la ejercen a través
de los jueces y tribunales que participan de su potestad con arreglo a las normas
establecidas por el Derecho, como lo indica el c. 135§3. Esas normas incluyen la
regulación de la “competencia absoluta” que es condición esencial para que un juez
o tribunal pueda ejercer la potestad judicial en un caso concreto, admitiendo una
reclamación determinada y tramitando la causa hasta llegar a dictar una sentencia
válida. Las reglas generales de la competencia judicial relativa, que es necesaria
para dictar sentencia, se contienen en los cc. 1407-1416.
De tal manera que juzga en primera instancia el tribunal que conoce de un asunto
que es por primera vez objeto de un proceso judicial. La sentencia de primera
instancia se recurre ante el tribunal de segunda instancia o de apelación y contra las
sentencias dictadas en apelación pueden caber, según los casos, recursos en
ulteriores instancias. Sobre este punto es importante hacer la diferenciación con la
jurisdicción ordinaria guatemalteca, pues según el artículo 211 de la Constitución
Política de la República de Guatemala, “en ningún proceso habrá más de dos
instancias y el magistrado o juez que haya ejercido jurisdicción en alguna de ellas no
podrá conocer en la otra ni en casación, en el mismo asunto, sin incurrir en
responsabilidad. Ningún tribunal o autoridad puede conocer de procesos fenecidos,
salvo los casos y formas de revisión que determine la ley.”. 84
Según José Luis López Zubillaga85, el territorio es el criterio más común y simple de
la organización de los tribunales eclesiásticos. La jerarquía entre los tribunales
territoriales viene determinada por la instancia judicial. El referido autor afirma que
83
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit. Pág. 528
84
Asamblea Nacional Constituyente, Constitución Política de la República de Guatemala, 1985
85
López, Zubillaga, José Luis, Óp. Cit. Pág. 302 y 303
44
desde la Edad Media hasta el Concilio de Trento se fue formando la estructura de
los tribunales eclesiásticos. Antiguamente la Episcopalis audientia y los juicios
sinodales eran la forma común de administrar justicia. Poco a poco fue
estableciéndose una estructura jerárquica desde pequeños tribunales como los
“arciprestales”; de ellos se podía apelar al tribunal del obispo. La estructura
apelatoria medieval se fue haciendo cada vez más compleja, ya que del tribunal
episcopal se podía apelar al del metropolitano; y de éste al tribunal del primado o del
patriarca si existía. Finalmente, el último lugar de apelación fue siempre la Sede
Apostólica, en virtud de su jurisdicción en todo el orbe.
86
Benlloch Poveda, Antonio Arroba, Código de Derecho Canónico, Edición bilingüe, fuentes y comentarios de
todos los cánones, España, EDICEP,1993, Comentarios de Manuel Jesus en los cc. 1400-1670, pág. 626.
87
Loc. Cit.
45
a. Tribunal Diocesano:
El c.1405 dicta que el tribunal diocesano tiene competencia general para todas las
causas no reservadas de primera instancia, contenciosas o penales, que se susciten
en el territorio de la diócesis. Sólo se excluyen por ley las causas de una persona
jurídica representada por el obispo diocesano, que deben ser juzgadas en primera
instancia por el tribunal de apelación.
El tribunal diocesano de primera instancia puede estar formado por un juez único, o
por un colegio de tres o cinco jueces, que tomará sus decisiones por mayoría de
votos, según lo estipulado en el c. 1426§189 Según el c. 142990, el presidente del
tribunal colegiado, debe nombrar entre los jueces que lo integran un ponente o
relator que informa sobre la causa en la reunión del tribunal y redactará la sentencia.
El juez de primera instancia nato en cada diócesis es el Obispo diocesano, que debe
nombrar un vicario judicial llamado “oficial”, dotado de potestad judicial ordinaria y
puede nombrar también uno o más vicarios judiciales adjuntos. Todos ellos deben
ser sacerdotes de buena fama, mayores de treinta años y doctores, o al menos
licenciados en Derecho canónico, según el c. 1420.91
El Obispo diocesano debe nombrar también jueces diocesanos que sean clérigos, o
bien, pueden ser laicos siempre que el tribunal sea colegiado y existan otros jueces
que sean clérigos. Éstos también deben ser personas de buena fama, doctores o al
menos licenciados en Derecho canónico, según reza el c. 1421.92
88
López, Zubillaga, José Luis Op. Cit. Pág. 302 y 303
89
Código de Derecho Canónico, Òp. Cit. C. 1426
90
Ibíd. C. 1429
91
Ibíd. C. 1420
92
Ibíd. C. 1421
46
Es importante resaltar que además de los vicarios y jueces nombrados por el
Obispo, en los procesos también pueden intervenir otras personas y oficios como: un
notario, quien levanta actas de las actuaciones; asesores, que deben ser personas
de vida íntegra designadas por él para que le ayuden con sus consejos en una
causa determinada, un auditor, cuya función es recoger las pruebas de una causa,
así como el promotor de justicia y el defensor del vínculo.
b. Tribunal Interdiocesano:
El mismo autor93 afirma que este tribunal es una creación anterior al Código de
1983. Nace con el fin de solucionar el problema de la escasez de personal para
crear tribunales diocesanos en algunas diócesis. Este tipo de tribunales se
constituye para el territorio de varias diócesis con las mismas características de los
diocesanos, pero depende para su creación de la renuncia de cada obispo del
territorio de jurisdicción del tribunal a su potestad de juzgar en él, remitiendo dicha
posibilidad al tribunal interdiocesano. Se debe constituir unánimemente por todos los
obispos de las diócesis que abarca el tribunal.
93
López, Zubillaga, José Luis, Óp. Cit. Pág. 303
94
Código de Derecho Canónico, Òp. Cit. C. 1423
47
c. Tribunal Metropolitano
López Zubillaga96 afirma que “el segundo grado del juicio es un requisito necesario,
exigido por el mismo Derecho natural, para poder ejercitar el derecho de apelación,
que busca subsanar las posibles deficiencias de las sentencias válidas pero
consideradas injustas por la parte apelante. La apelación supone que el tribunal que
reexamina la causa sea diferente del que juzgó con anterioridad.”97 La apelación por
tanto, se hace indispensable en cualquier tipo de juicio, y en los juicios eclesiásticos
se prevé organizando los tribunales de la siguiente forma:
95
Ibíd. C. 1427
96
López, Zubillaga, José Luis, Óp. Cit. Pág. 304
97
Loc. Cit.
48
a. Tribunal metropolitano (c. 1438)
49
g. Vicariato Apostólico de Petén,
h. Vicariato Apostólico de Izabal y
i. Prelatura de Esquipulas.
100
Ibid. Pág. 305
50
2.3.3 LOS TRIBUNALES DE LA SEDE APOSTÓLICA
Según Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso 101 el Romano Pontífice, por razón de
su Primado es juez supremo para todo el orbe católico y puesto que siempre puede
ejercer libremente su potestad plena, suprema, inmediata y universal, cualquier fiel
puede llevar ante la Sede Apostólica cualquier causa sea cual sea el estado o
instancia en que se encuentre, según lo dicta el c. 1417 102 para pedir que sea
resuelta personalmente por el Papa, por jueces en los que éste delegue o por los
tribunales ordinarios establecidos en la Santa Sede. No obstante esta petición del
fiel no comporta necesariamente que el Romano Pontífice avoque así la causa. Para
las llamadas “causas mayores”, según el c. 1405.1103, la competencia del Romano
Pontífice es exclusiva. Los tribunales ordinarios de la Sede Apostólica son: la Rota
Romana y el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.
a. La Rota Romana
Los autores citados afirman que la Rota Romana es el tribunal ordinario constituido
por el Romano Pontífice para recibir apelaciones, como lo establece el c. 1143 104,
cumple normalmente la función de instancia superior en grado de apelación ante la
Sede Apostólica, y tiene la función de velar por la unidad de la jurisprudencia y de
ayudar a los tribunales inferiores a resolver los casos que se les planteen. La Rota
Romana es el único tribunal previsto para una tercera instancia en la Iglesia
universal, de manera que el único juez originario para la tercera instancia es el
Romano Pontífice, que ejercita este oficio por medio de este tribunal.
51
juzga recursos de lo contencioso-administrativo contra actos administrativos dados o
aprobados por los dicasterios de la Curia Romana, y como dicasterio de gobierno, su
función es de vigilancia concediendo aprobaciones y autorizaciones que competen a
la Santa Sede en materia de organización de tribunales, según la Constitución
Apostólica Pastor Bonus106, en su artículo 124.
106
S.S. Juan Pablo II, Constitución Apostólica “Sacrae Disciplinae leges”.
52
Con la creación de esta jurisdicción privativa, se puede decir que la Iglesia Católica
además de poseer una estructura estricta en su jurisdicción eclesiástica, también
crea mecanismos para mantener el orden disciplinario, moral y espiritual dentro de
su comunidad, a través de la creación de competencias que colaboren con la
impartición de justicia eclesiástica para mantener la naturaleza y fines de la misma.
Sin embargo, en las causas espirituales o conexas con ellas, los mayores de 14
años, siempre que tengan uso de razón, pueden demandar y contestar
personalmente sin consentimiento de sus padres. Las personas jurídicas actúan en
juicio por medio de sus representantes legítimos, según los cc. 118-1480.
107
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit. Pág. 532
108
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1478
109
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit. Pág. 533
53
cuando se está en situación de poder reclamar, y legitimación pasiva, estar en
situación de responder ante el reclamo planteado.
El Derecho procesal canónico establece dos oficios que deben proveerse en todos
los tribunales, y cuya función es de ser “partes públicas” de intervención necesaria
en ciertas causas, según lo disponen los cc. 1434-1436 Estos son el promotor de
justicia y el defensor del vínculo.
El defensor del vínculo no actúa en causas penales pero si ha de actuar en todas las
causas que se juzgue la nulidad o la disolución del matrimonio o la nulidad de la
sagrada ordenación, proponiendo todo aquello que quepa aducir razonablemente
contra la nulidad o disolución, según el c. 1432.
Es importante establecer que según el c. 1481, las partes pueden demandar y actuar
en juicio personalmente. Sin embargo, en las causas penales, donde ha de
desarrollarse una actividad técnica y compleja, es conveniente que las partes se
sirvan de la ayuda de un procurador o abogado, que pueden designar libremente. Si
no lo hacen, el juez debe proporcionarles uno. Los cc. 481-1490 establecen que
para poder patrocinar causas ante los tribunales eclesiásticos, el abogado o
procurador debe ser mayor de edad y de buena fama. El c. 1483 indica que el
abogado además debe ser católico, salvo que el Obispo diocesano permita lo
contrario, y debe ser doctor, o al menos perito en derecho canónico, aprobado por el
Obispo. El Obispo debe dar las normas sobre los honorarios de los abogados y
procuradores, según el c. 1649.2 y sobre la concesión del beneficio gratuito, según
el c. 1649.3, cuando las partes lo soliciten por no contar con los recursos necesarios
para pagarlos, y de igual forma éstos pueden solicitar la exención total o parcial de
demás gastos del proceso, según lo establecido en los cc. 1464-1649.
110
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1430
54
2.5 EL PROCESO PENAL EN DERECHO CANÓNICO
113
El mismo autor afirma que en ambos casos, el proceso puede ser impugnado en
sus fases procesales mediante el uso de recursos y remedios procesales, siempre
que se cumpla con los requisitos establecidos en ley para poder optar a ellos
111
Bandera, Armando, Institutos de vida consagrada: derecho canónico y teología, Madrid, Sociedad de
Educación Atenas, 1987. Pág. 95.
112
Loc. Cit.
113
Loc. Cit.
114
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit., c.1717-1719
55
fase fáctica del proceso, y de gran importancia debido a que se pretende analizar la
situación de acusado de acuerdo a los cánones de la Iglesia.
Posteriormente el juez emite un decreto por el que ordena que se publiquen los
autos que recogen todas las actuaciones hasta ese momento del proceso, para que
sea de fácil conocimiento para el tribunal, las partes y sus abogados, según lo dicta
la norma contenida en el c. 1598§1116
115
Ibíd., c. 1430
116
Ibíd., c. 1598
56
Según los cc. 1598-1610117, posteriormente, cuando ya no existen más pruebas o
argumentos pro probar, y expira el plazo para presentar nuevas pruebas, el juez
dicta el decreto de conclusión de la causa. El juez señalará a las partes un plazo
para que presenten sus alegatos finales, y con dicha discusión el juez puede aclarar
las últimas cuestiones, de manera que se pueda pasar a la fase decisoria.
117
Ibíd., c. 1598-1610
118
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit., Pág. 537
119
Loc. Cit.
120
Ibíd., 1638
57
2. Querella de nulidad: puede interponerse sólo en los casos en que se pretenda
que la sentencia está afectada por algún vicio de nulidad, según cc. 1620-
1622.121
Según Miras Pousa, la eficacia propia de la sentencia firme, es decir aquella contra
la que ya no cabe recurso, se denomina cosa juzgada. La cosa juzgada supone que
la cuestión resuelta por la sentencia ya no puede ser objeto de otro juicio, esto
constituye el principio procesal expresado clásicamente con la fórmula “non bis in
idem”. La cosa juzgada Implica además que la sentencia pasa a ser plenamente
vinculante para las partes, y puede ejecutarse sin más dilación.123
121
Ibíd., 1622
122
Ibíd., 1645
123
Daniel Cenalmor y Jorge Miras Pouso. Óp. Cit., Pág. 540
58
CAPÍTULO 3. EL PRINCIPIO NON BIS IN ÍDEM Y SU POSIBLE
INVOCACIÓN ANTE EL ORGANO JURISDICCIONAL ECLESIÁSTICO
El principio non bis in ídem se encuentra reconocido en el artículo 14.7 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York de 1966, que establece:
“Nadie puede ser procesado o penado de nuevo por una infracción por la cual ya ha
sido definitivamente absuelto o condenado de acuerdo con la ley y el procedimiento
penal de cada país”.124
Esta normativa del Derecho Internacional claramente expresa que cuando una
persona ya ha sido procesada por una causa, y se le ha absuelto o condenado, no
pude perseguírsele nuevamente por el mismo hecho. De ello se desprende que el
espíritu de esta normativa radica, sin lugar a dudas, en proteger a la persona que
está siendo juzgada para que, una vez se le dicte sentencia, su situación legal
quede firme y no se vuelva a poner en duda su responsabilidad. Asimismo, la
finalidad de este principio también abarca evitar poner en funcionamiento
nuevamente al aparato jurisdiccional por una causa que ya ha sido juzgada,
contribuyendo así con la economía procesal, la celeridad, la seguridad y certeza
jurídica.
59
castigar dos veces por el mismo delito; ya sea aplicando dos penas por un mismo
hecho, o acusando por segunda vez un delito ya sancionado. No se infringe el
principio cuando se ha propiciado un sobreseimiento provisional; pues cabe reabrir
el juicio, al presentare nuevas pruebas”125 Guillermo Cabanellas explica
acertadamente que es un principio propio de la materia penal, que evita la doble
sanción o el doble procesamiento por la misma causa y que en casos como el
sobreseimiento provisional, no aplica el principio, ya que la misma ley permite reabrir
un proceso penal que había quedado inconcluso.
Adán Nieto Martín126, en su obra “El principio de Ne bis in ídem en el Derecho Penal
Europeo e internacional”, sostiene que uno de los problemas que surgen a la hora
de crear un ordenamiento sancionador coherente sobre la base de un Estado social
de Derecho, y por tanto, tendente al cumplimiento de determinados objetos políticos
y socio-económicos, es la posibilidad de que confluyan diversas normas en la
regulación que afecta a un mismo hecho. Esto se debe, según el autor, a la
complejidad del campo que intentan abarcar y la dificultad de coordinar el vasto
campo de producción normativa de los orígenes estatales.
Jacobo López Barja de Quiroga127 al respecto, afirma que el principio non bis in ídem
sólo podrá invocarse en el caso de duplicidad de sanciones, frente al intento de
sancionar de nuevo, desde la misma perspectiva de defensa social, unos hechos ya
sancionaos, o como medio para obtener la anulación de la sanción posterior. Esto
125
Cabanellas de torres, Guillermo; Diccionario de derecho usual. Tomo III, Argentina, Editorial Heliasta S.R.L.,
1976, décimo primera edición.
126
Nieto Martín, Adán, y Luis Arroyo Zapatero, El principio de ne bis in ídem en el Derecho Penal Europeo e
Internacional, Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional, Universidad de Castilla-La Mancha, España
2007, Pág. 9
127
López Barja de Quiroga, Jacobo, El principio non bis in ídem, España, Editorial Dykinson, 2004, Pág. 36
60
trae como consecuencia, que el denominado “concurso aparente de normas” se
excluya como agente vulnerador de este principio.
Julio Renato Gamarra Luna Victoria128, jurista peruano, indica que el principio debe
analizarse desde su estructura literal, y señala que un sector de tratadistas utiliza la
nominación non bis in idem, mientras que otro sector opta por la expresión ne bis in
idem para referirse al mismo principio. En términos generales se afirma que entre
ambos términos no existe ninguna diferencia pues ambos, “non” y “ne” significan
negación.
Este autor sostiene que las diferencias entre ambos radican en sus efectos jurídicos,
y según su postura, “ne bis in ídem” se refiere concretamente al ámbito penal, esto
es sanciones penales impuestas por los mismos hechos, en idénticos procesos
penales, y el “non bis in ídem”, se refiere a una sanción penal aunada a una
administrativa impuesta por un mismo hecho, tanto en instancia penal como en sede
administrativa, existiendo identidad de sujeto, hecho, y derecho. Es decir, que según
Gamarra, el “ne bis in ídem” únicamente se refiere a todo lo relativo a la materia
penal, mientras que el “non bis in ídem” abarca otras materias en las que se dirime
el mismo litigio, como la administrativa. Sin embargo, el mismo autor afirma al
finalizar su artículo jurídico “al final de cuentas se observará que ambos conceptos
se usan indistintamente, pues sus efectos tienen la misma trascendencia a nivel
nacional e internacional”.
Al respecto, Victor Lizarraga Guerra129 afirma que “entre ambos términos existen
diferencias en cuanto a su conceptualización. Se define el ne bis in ídem como:
“Nadie puede ser enjuiciado por los mismo hecho que hayan sido juzgado por
resolución firme en un tribunal penal”, mientras que la definición de non bis in ídem
128
Gamarra Luna Victoria, Julio Renato
Artículo jurídico: Derecho, Justicia y Sociedad: El ne bis in idem dentro del proceso penal y el non bis in idem
dentro del proceso administrativo sancionador, Perú, 2009, disponible en red:
http://derechojusticiasociedad.blogspot.com/2009/02/julio-renato-gamarra-luna-victoria.html fecha de consulta: 5
de octubre de 2013.
129
Guerra Lizárraga, Víctor, Fundamento del "ne bis in idem" en la Potestad Sancionadora de la Administración
Pública. Perú, Perú 2013, disponible en red:
http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/articulos/a_20120908_02.pdf fecha de consulta: 5 de octubre de
2013.
61
“Nadie puede ser juzgado doblemente por un delito”. En ese sentido, se entiende
que el ne bis in idem tendría un mayor alcances, pues se refiere de los mismos
hechos, mientras tanto en el non bis in ídem los alcances son más restrictivos, pues
solo se refiere a delitos. Cabe señalar, que la doctrina y la jurisprudencia nacional e
internacional utilizan ambos conceptos de forma indistinta, en razón que sus efectos
tiene la misma connotación”.130
Al respecto, el latinista Agustín Maté131, afirma que la diferencia entre las locuciones
latinas “non bis in ídem” y “ne bis in ídem” es nula en cuanto a su semántica, y que
en todo caso la diferencia únicamente recae en una diferencia gramatical que, según
él, no viene al caso. Independientemente de la locución que se utilice, que al final
de cuentas, está dirigida a evitar la doble persecución penal.
130
Lizarraga Guerra, Víctor, Fundamento del "ne bis in idem" en la Potestad Sancionadora de la Administración
Pública,
131
Maté, Agustín, Op. Cit. Entrevista realizada en Universidad Rafael Landívar, el 5 de octubre de 2013.
132
Congreso de la República de Guatemala, decreto 51-92, Código Procesal Penal. Art. 17
62
in ídem”. Por lo tanto, es aquí en donde radica el fundamento legal de la
coexistencia de otras jurisdicciones tales como la eclesiástica.
63
manera que los fallos que ésta emite, lo hace en virtud de la facultad que le confiere
el Código de Derecho Canónico, totalmente ajeno a la legislación de Guatemala, de
manera que su jurisdicción no podría ampararse totalmente en el numeral tercero del
artículo 17 del Código Penal, ya que ninguna ley guatemalteca faculta al tribunal
eclesiástico a intervenir en la justicia.
La normativa penal guatemalteca, por tanto, no permite que un caso que ya ha sido
juzgado vuelva a ser objeto de juicio, ya que se estaría violando el principio “non bis
in ídem”, el principio de “cosa juzgada”, y la seguridad jurídica de lo dictaminado por
el tribunal que conoció el caso, salvo las excepciones a estos principios enlistadas
en los tres numerales del artículo 17 del Código Penal.
134
Decreto 51-92, Código Procesal Penal. art. 18
64
3.2 EL PRINCIPIO NON BIS IN ÍDEM EN EL DERECHO CANÓNICO
Asimismo establece que la cosa juzgada hace ley entre las partes y da lugar a
acción y a excepción de cosa juzgada, que puede también el juez declarar de oficio
para impedir que vuelva a introducirse la misma causa. Esto quiere decir que la cosa
juzgada supone que la cuestión resuelta por la sentencia firme, ya no puede ser
objeto de otro juicio, ya que la cosa juzgada goza de la firmeza del derecho.
135
Código de Derecho Canónico, Óp. Cit. cc. 1641-1644.
136
Ibíd., c. 1643
65
en los fallos emitidos, sin la posibilidad de que existan otros fallos incluso
contradictorios que atenten contra la balanza de la justicia del derecho. Es decir, que
lo que pretende este principio no es evitar que el aparato jurisdiccional pierda tiempo
y recursos, sino que pretende lograr que los fallos no sean debilitados por la
existencia de otro contradictorio, unificando el derecho y depositando toda la
confianza el fallo definitivo de sus jueces.
66
determinado caso, y ha fallado de una manera, y posteriormente lo vuelve a
conocer la otra (eclesiástico) fallando en diferente sentido. Al respecto, luego de
analizados todos los escenarios, se pueden desprender dos corrientes de
pensamiento:
a) Una postura podría surgir al analizar el Derecho como un todo y a las distintas
jurisdicciones (ordinaria y eclesiástico) como derivadas del mismo. Y mediante esta
postura se podría pensar que al juzgar con forme a Derecho, por segunda vez un
hecho que ya ha tenido una resolución previa, definitivamente se atenta contra el
principio “non bis in ídem”, pues a pesar de ser jurisdicciones distintas, se está
juzgando exactamente la misma persona, por los mismos hechos.
Esto quiere decir que se está juzgando exactamente a la misma persona por los
mismos hechos, aunque sea en diferentes fueros. La persona tiene que preparase
nuevamente con defensores y pruebas para un juicio en donde se le va a absolver o
condenar sobre la misma causa que ya se ha conocido con anterioridad. Esto
implica para la persona juzgada volver a poner en duda su culpabilidad o inocencia,
pese a que ya existe un fallo en otra jurisdicción. Además de ser desgastante en
tiempo, su honorabilidad está nuevamente en juego.
Ante esta postura es importante analizar que si los fallos son distintos en cada fuero,
estaría atentando una jurisdicción contra la otra. Esto quiere decir, que si un caso es
conocido en la jurisdicción ordinaria guatemalteca y en base a su legislación es
absuelta, se esperaría que también lo fuera en la jurisdicción eclesiástica, de forma
que se mantenga una congruencia en los fallos y por tanto en el Derecho, de tal
manera que quepa dudas respecto a la justica de cada fallo. Sin embargo, la duda
nace cuando los fallos son distintos, y en una jurisdicción se le absuelve, y en otra
se le condena, ahí se atentaría contra la consonancia del Derecho y por tanto, no
se llegaría a determinar una verdad histórica de los hechos, generando dudas
respecto a la justicia de uno de ambos fallos, causando detrimento en el honor de la
persona juzgada en una de ambas jurisdicciones. Esta corriente se basa entonces,
en el pilar general de la uniformidad de la ciencia del derecho y por ende, de la
justicia.
67
Otro punto que podría fundamentar esta teoría es que además de afectar a la unidad
del Derecho como ciencia, también se vulneraría la independencia judicial de la que
está revestido el Organismo Judicial, como lo establece la Constitución Política de la
República de Guatemala137, en su artículo 203, que indica que el Organismo
Judicial es el único ente encargado de administrar justicia, y que tiene total y
absoluta independencia, como ya se ha indicado en el apartado anterior. La
Constitución Política de la República de Guatemala es clara, y no hace ninguna
referencia a la potestad de juzgar de cualquier otro tribunal que se encuentre fuera
de los tribunales ordinarios, no hace ninguna referencia a la potestad de juzgar del
Tribunal Eclesiástico, o a la normativa canónica, sino más bien, establece la
exclusividad del Organismo Judicial para conocer casos y dictar sus respectivos
fallos.
137
Constitución Política de la Republica de Guatemala, art. 203
138
Loc.Cit.
68
En este sentido, es importante resaltar que la Iglesia Católica no tiene normativas
sencillas o simples reglamentos con infracciones y sanciones, como cualquier otro
grupo social. Al hablar de las normas de la Iglesia Católica, como se expuso en los
primeros capítulos de este trabajo, se está ante el Derecho Canónico como sistema
y Corpus Juris autónomo, que posee principios, doctrina, leyes sustantivas, leyes
adjetivas, diversas materias (penal, civil, administrativa), tribunales, procesos con
todas sus fases procesales, partes procesales incluyendo defensores e
investigadores, etc. Es decir que los procedimientos de la Iglesia Católica obedecen
una normativa estricta igual o incluso más formal que la del derecho común.
69
eclesiástico busca tener una buena relación con Dios, con los semejantes, y un
orden dentro de la comunidad cristiana, con la finalidad de lograr la salvación de las
almas, supuestos que en ningún momento se ven contemplados por la jurisdicción
penal ordinaria guatemalteca. Y como ya se ha expuesto en capítulos anteriores del
presente trabajo, las sanciones dentro del Derecho Canónico son totalmente
distintas a las de la jurisdicción ordinaria guatemalteca, de manera que si existieren
fallos distintos, no estaría poniendo en duda la uniformidad de los principios
generales del derecho ni de la justicia. La finalidad de la jurisdicción ordinaria
guatemalteca en el campo penal, no es únicamente sancionar, sino impartir justicia
social, de manera que el delincuente pueda resarcir de alguna manera el daño
causado a la sociedad a la que pertenece y logre redimirse para reintegrarse
posteriormente a la misma
Otro punto que sostiene esta postura es que en la comisión de un mismo hecho
pueden existir varias normas vulneradas, en este caso, se pueden vulnerar normas
contenidas en la jurisdicción ordinaria guatemalteca y a la vez se pueden vulnerar
normas contenidas en la jurisdicción eclesiástica, si el individuo que comete el delito
pertenece a este grupo social. Es importante tener en cuenta que ambas
jurisdicciones coexisten separadamente, y es únicamente el individuo el que
pertenece a ambas y que por pertenecer a ambas debe ser juzgado en las dos de
manera independiente, sin que se menoscabe el principio “non bis in ídem” o el de
seguridad jurídica, pues lo que para una jurisdicción puede no ser delito, si lo podría
ser para la otra, y ahí es en donde se pueden emitir fallos contradictorios, que al final
de cuentas no pertenecen a la misma jurisdicción, por lo que no se contradirían entre
sí.
70
están tipificadas en una ley previa, pero en distintas jurisdicciones, se excluye la
posibilidad de hablar de un posible concurso de normas.
Otro argumento que sostiene esta postura es que cada grupo social cuenta con sus
normas, independientemente de las normas del Estado. Es por ello que se
encuentran normas éticas, normas disciplinarias, normas en los establecimientos
educativos, en las universidades, en las distintas instituciones, en la familia etc., que
deben acatarlas los individuos que pertenecen a ellas, además de acatar las que son
propias del Estado, y así como cada célula social tiene sus propias formas de
sancionar aquellas normas que han sido infringidas por uno de sus miembros. Es así
como un padre puede negarle el permiso de salir a su hijo, o un colegio puede
expulsar a un alumno que ha cometido una infracción. No por ello se está
violentando el principio “non bis in ídem”, sino que cada círculo social está
manteniendo el orden y la buena conducta de sus miembros. La Iglesia, por tanto
tiene la potestad de conocer a través de sus propios medios, un caso que considere
“delito” dentro de su congregación y de castigarlo según su naturaleza, de manera
independiente a la sanción que impondría el Estado.
El Derecho de la Iglesia sólo se aplica a sus miembros, y por tanto solo sus
miembros están obligados a acatarlas y a someterse a los diversos procedimientos
que dictan sus normas, de manera independiente a las del Estado, por lo que en
ningún momento las líneas naturalmente paralelas de ambas jurisdicciones
(jurisdicción penal guatemalteca, y eclesiástica) chocarían en algún sentido, si se
toma esta postura como argumento medular.
71
refiriéndose a la potestad de administrar justicia del Estado mediante sus órganos
jurisdiccionales y la aplicación de sus propias normas, y no así respecto de otras
leyes y tribunales como el eclesiástico.
De igual forma se podría interpretar la regulación del principio “Non bis in ídem” en el
Código Procesal Penal, cuando establece en la parte conducente del artículo 17 que
“ Nadie debe ser perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho. Sin
embargo, será admisible una nueva persecución penal… 3) Cuando un mismo
hecho debe ser juzgado por tribunales o procedimientos diferentes, que no puedan
ser unificados, según las reglas respectivas.”139
Este artículo podría interpretarse en este sentido, siendo que el tribunal eclesiástico
por su naturaleza no podrá unificarse nunca con un tribunal penal ordinario dentro de
la jurisdicción ordinaria guatemalteca, de manera que entraría dentro del rango de
excepciones que el mismo código procesal penal establece a este principio,
aludiendo que en ningún momento se llegaría a vulnerar este principio.
Como se puede observar, existen claramente dos posturas contrapuestas que tienen
fundamentos lógicos y jurídicos para alegar una vulneración o no a este principio
cuando un mismo caso es conocido en ambas jurisdicciones. Esto lleva a pensar
que el Derecho no logra cubrir todas las aristas que se requieren para impartir
justicia, pues en determinado momento la coexistencia de diversas jurisdicciones
dan lugar a que un mismo caso sea resuelto en distinto sentido, poniendo en duda el
valor de la justicia, especialmente si los fallos son distintos, en consecuencia, podría
surgir la duda, de cual fallo es más justo o bien, se podría poner en duda
nuevamente la culpabilidad del individuo que está siendo juzgado.
72
pensar que es la comunión entre el Derecho ordinario del Estado y el Derecho de la
Iglesia. Sin embargo, el Derecho Eclesiástico del Estado, es completamente
diferente e esa noción, y según Jerónimo Borrero Arias, citando a A. Bernárdez
explica que “se trata de una rama del Derecho estatal que contempla, de forma
específica, las materias y fenómenos sociales de significación religiosa en cuanto
tienen una incidencia o repercusión en el ordenamiento secular”.140 Indica el referido
autor que el término “Eclesiástico” se aplica al objeto de esta disciplina, y no a las
fuentes de la misma, pues no son normas eclesiásticas de la Iglesia Católica o de
otras iglesias o confesiones, sino normas originarias del Estado. Borrero 141 afirma
que durante centurias la expresión “Derecho Eclesiástico” fue sinónimo de “Derecho
Canónico”, pero una serie de acontecimientos determinaron que aquella
denominación se reservara no para el Derecho de la Iglesia sino para el Derecho del
Estado relativo a la Iglesia.
El mencionado autor afirma que el Derecho Eclesiástico Estatal se justifica por dos
premisas: la primera, por el reconocimiento del principio de libertad religiosa, que
lleva consigo el respeto a las creencias religiosas de los ciudadanos; y en segundo
término, a las notas de unidad y plenitud de los ordenamientos estatales que
demandan que los fenómenos sociales, como el hecho religioso, puedan ser
regulados por el Estado.
Según Javier Saldaña y Cristóbal Orrego Sánchez142, los principios que rigen el
Derecho Eclesiástico del Estado son cuatro: libertad religiosa, laicidad, igualdad y
cooperación en materia religiosa, explicándolos de la siguiente forma:
140
Borrero Arias, Jerónimo, Apuntes sobre la delimitación disciplinaria del Derecho Canónico, Universidad de
Sevilla, España. Pág. 267.
141
Loc. Cit.
142
Saldaña, Javier y Cristóbal Orrego Sánchez, Poder estatal y libertad religiosa: Fundamentos de su relación,
Méxco, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de México (UNAM), 2001
73
Principio de laicidad en materia religiosa: Se comprende como la consideración
positiva del hecho religioso, es decir, “la sujeción del Estado al ordenamiento jurídico
para regular su actuación en la cuestión religiosa, mediante la que se reconoce,
garantiza, promueve el derecho de la libertad religiosa. El principio de Libertad
religiosa identifica la esencia del Estado ante lo religioso. El Estado es absoluta y
totalmente incompetente en el ámbito interno de fe o de espiritualidad de lo religioso
como tal, pero está capacitado para regularlo en cuanto factor social o como hecho
religioso en sociedad, a través de lo único que tiene el Estado para tratar cualquier
factor social: el derecho.
74
religioso en general dentro de la vida estatal. Esto evidencia que la coexistencia
entre ambas, Estado e Iglesia (Derecho ordinario y Derecho Canónico) es posible
mientras cada una respete la autonomía de la otra, de manera que más que una
contraposición de ideas, exista una aceptación paralela de la existencia y desarrollo
de cada una al lado de la otra.
143
Sentencia de la Corte de Constitucionalidad de Guatemala sobre los expedientes acumulados: 103-2011 y
107-2011, 18 de mayo de 2011.
75
CAPÍTULO 4. RESPONSABILIDAD DEL PRESBÍTERO MARIO ORANTES EN EL
CASO JUAN JOSÉ GERARDI CONEDERA Y LA POSIBLE NVOCACIÓN DEL
PRINCIPIO NON BIS IN ÍDEM
Para desarrollar el tema medular de la presente tesis, “el principio non bis in ídem en
distintas jurisdicciones”, es importante analizar el famoso y controversial “caso
Gerardi”, que acaeció en Guatemala como una consecuencia del conflicto armado
interno que inició en el año de1960 y culminó cuarenta y seis años después con la
firma de los acuerdos de paz, en 1996. En este caso, Monseñor Juan José Gerardi
Conedera fue asesinado en el año 1998, en donde estuvieron implicados como
responsables de su muerte varios militares, una empleada doméstica, y el presbítero
Mario Lionel Orantes Nájera, quien fue condenado en los tribunales ordinarios
guatemaltecos por el delito de “ejecución extrajudicial” en el grado de complicidad.
En el siguiente capítulo se analizará el mencionado caso y la posible invocación del
principio non bis in ídem ante los tribunales eclesiásticos.
En los primeros años de la década de los 80, fue testigo de de los ataques violentos
entre el ejército de Guatemala y los grupos armados, motivo por el cual se
registraron crímenes masivos que incluso, se determinarían en años posteriores
144
Iglesia Católica de Guatemala. Caso Gerardi, Guatemala, 2013, disponible en red:
http://www.iglesiacatolica.org.gt/mgerardi.htm, fecha de consulta: 10 de julio de 2013.
76
como genocidio. En dichos ataques murieron cientos de catequistas católicos, y
dirigentes cristianos de pueblos y aldeas especialmente de etnias mayas, de manera
que Gerardi solicitó al ejército que calmara sus acciones en contra de la población
civil. Su deseo de que cesaran los ataques surgió tras la matanza de indígenas en
Alta Verapaz, cometida a manos de soldados.
145
Loc. Cit.
146
Fundación Pro Derechos Humanos, Crímenes de Estado, Guatemala, 2013, disponible en red:
http://www.derechoshumanos.net/genocidioguatemala/libro-cap3-crimenes-de-estado-procesos-
judiciales.htm?gclid=CM2Ws6X3lLkCFadj7Aod73gAuA#3-1-Asesinato-Obispo-Gerardi Guatemala, fecha de
consulta: 9 de agosto de 2013.
77
Finalmente, Monseñor Gerardi llevó adelante la creación de la Oficina de Derechos
Humanos del Arzobispado, que según sus fines, preocupa hasta hoy de las víctimas
de la violencia y cualquier violación a los derechos humanos.147
El cuerpo del sacerdote fue descubierto tendido en el garage por el sacerdote Mario
Orantes, que compartía la parroquia con el obispo y quien a pesar de darse cuenta
del homicidio, entró y salió reiteradas veces del recinto sin dar aviso a las
autoridades, asegurando en su testimonio, no haber oído nada fuera de lo común
esa noche, pues se encontraba navegando en internet.
147
Oficina de Derecho Humanos del Arzobispado de Guatemala, Caso Gerardi, Guatemala, 2013, disponible en
red: http://www.odhag.org.gt/Caso%20Gerardi/casogerardi.htm, fecha de consulta: 30 de agosto de 2013.
148
Sentencia del Tribunal Tercero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, C-7-2000
Oficial 3ro 7 de junio de 2001.
149
Loc. Cit.
78
miembros de la cúpula de poder del Estado Mayor Presidencial activa en abril de
1998.
Según informes del Centro Preventivo para hombres de la zona 18 150, Obdulio
Villanueva fue asesinado y decapitado en la cárcel en un sangriento motín en dicho
reclusorio el 12 de febrero de 2003, en sicariato con ánimo potencial de impedir
futuras responsabilidades penales, derivadas de haber declarado culpable a
Villanueva.
150
Agencia Guatemalteca de Noticias: http://www.agn.com.gt/index.php/world/politics/item/1930-iglesia-
cat%C3%B3lica-inhabilita-ejercicio-sacerdotal-a-mario-orantes
151
Loc. Cit.
79
Las apelaciones relativas fueron desestimadas. Sin embargo, Orantes Nájera,
obtuvo su libertad mediante la aplicación del sistema de redención de penas que le
permitió cumplir 11 de los 20 años de cárcel dictados en su contra.
“…hemos indicado que la participación en un ilícito puede ser como autor, coautor,
cómplice, e inductor. Hemos analizado la conducta de acuerdo a lo que se evidenció
en el debate, y compartimos que Orantes Nájera, es partícipe como cómplice debido
a que prestó un auxilio doloso para que se ejecutara un ilícito, ese auxilio es lo que
se llama en la doctrina una complicidad oculta, y que nuestro Código Penal, recoge
en su artículo treinta y siete, inciso cuarto.
Veamos, primero, el testigo Chanax Sontay, fue claro y categórico en indicar que
vio al padre Orantes salir de la Casa Parroquial, una vez cuando tocó el timbre, salió
por el portón y le dijo “Gracias colocho” y le dio una patada a la puerta; la segunda
vez, le dijo “Colocho diga todo lo que vio, menos que había salido por el portón”.
Segundo, no es lógico creer que haya salido en más de una oportunidad sin que
haya podido observar el cadáver de monseñor Gerardi Conedera, habiendo luz,
habiendo pasado por ese sector. Tercero, tampoco es creible que no haya
escuchado absolutamente nada, cuando ocurrió la muerte de monseñor, bajo el
argumento de que se encontraba navegando en internet, cuarto, es bastante
sintomático, que no haya avisado en forma inmediata de lo sucedido a las
autoridades correspondientes.
80
La defensa pretende destruiri o desvriturar esta certeza, argumentando las
contradicciones y la inidoneidad del testigo Chanax Sontay, cuando cada vez que
declara da una versión distinta. El tribunal ha concluido que la prueba se produce en
el Juicio Oral, y que en atención a la inmediación, lo declarado en el debate,
prevalece a declaraciones que haya prestado con anterioridad, en cuanto a que no
escuchó absolutamente nada, tampoco debe ser tomado en cuenta porque en una
diligencia de Reconstrucción de Hechos, queda acreditado, el ruido del portón del
garage para abrirse y para cerrarse, y sobre todo cuando se corre el portón,
asimismo, el ruido del motor del vehículo, y los ruidos que se deben de haber
producido cuando le asentaron los golpes al sujeto pasivo, la prueba de sonido que
rindiera un médico especialista, no es eficaz para este extremo, puesto que no se
hizo en las mismas condiciones en que sucedieron los hechos y por último, el hecho
de que el sacerdote Orantes haya tenido visión baja en un veinte por ciento, no le
impide ver objetos grandes, sobre todo tratándose del cadáver de una persona
conocida, es una falsedad, ya que no fue solo una vez por la que transitó estando el
cadáver, es más, estando el vehículo en el que se condujo el fallecido, y estando
enterado que momentos antes no se encontraba en la casa, lógico es que debió
cerciorarse de su llegada, pero lo que es más increíble es que no haya visto las
manchas de sangre.
Estas circunstancias nos sirven a los juzgadores para concluir que el procesado
Orantes Nájera tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo en la Casa
Parroquial, que intencionalmente no había avisado a las autoridades, que su
conducta de cómplice, que su auxilio doloso a quienes ejecutaron el acto, es reñida
con la ley. Y en tal sentido en uso de las facultades que nos confiere el artículo
trescientos ochenta y ocho del Código Procesal Penal, el Tribunal le da una
calificación jurídica distinta al delito de Asesinato, cambiándose al de Ejecución
Extrajudicial. Por lo que su participación, es distinta a la descrita en la acusación,
concluyéndose que Orantes Nájera es COMPLICE en el ilícito en que perdiera la
vida Monseñor Juan José Gerardi Conedera…”152
152
Sentencia del Tribunal Tercero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente.
81
En esta parte de la sentencia emitida en contra del presbítero, el Tribunal Tercero de
Sentencia analiza la prueba aportada y las argumentaciones del debate y considera
que la implicación de Orantes Nájera es evidentemente lógica, pese a que algunas
pruebas experimentales fueron descartadas por ineficaces. La defensa del Padre
Orantes, respecto a la parte considerativa de la sentencia afirma que fue “un
proceso plagado de errores…desde el principio…hasta emitir una sentencia poco
razonada”. La defensa afirma que si no funcionaron los medios de prueba aportados,
en todo caso se debió acoger el principio de “indubio pro reo”, pues no hubo pruebas
contundentes que puntualizaran la responsabilidad del sacerdote, y sin embargo se
le condenó.
153
Loc. Cit.
82
eclesiástico en su contra por su vinculación en el asesinato del Monseñor Juan
Gerardi en 1998”. 154
El promotor de justicia del Tribunal Eclesiástico, Eddy Calvillo explicó que la decisión
fue tomada al basarse en el Artículo 1370, parágrafo 2 del Código de Derecho
Canónico; y que el tribunal será complementado por los religiosos Juan
David Noguera, Pedro Martinello, Gustavo Paredes y Marco Antonio Figueroa.
Calvillo afirmó a los medios de comunicación que “se le notificó al padre (Orantes)
que estaba suspendido de su derecho sacerdotal, porque el Derecho Canónico
establece que cuando se atenta contra la vida de un obispo, se le quitará este
beneficio”. 155
154
Agencia Guatemalteca de Noticias, Caso Monseñor Juan José Gerardi, Guatemala, 2013, disponible en red:
http://www.agn.com.gt/index.php/world/politics/item/1930-iglesia-cat%C3%B3lica-inhabilita-ejercicio-sacerdotal-a-
mario-orantes, fecha de consulta: 5 de septiembre de 2013.
155
Loc. Cit.
83
3. Quien usa de violencia física contra otro clérigo o religioso, en desprecio de la fe,
de la Iglesia, de la potestad eclesiástica o del ministerio, debe ser castigado con una
pena justa.”156
Asimismo el Título VI establece “De los delitos contra la vida y la libertad del
hombre”, y específicamente en su c. 1397 (relacionado con el c. 1370 en este caso)
establece
“Quien comete homicidio, o rapta o retiene a un ser humano con violencia o fraude,
o le mutila o hiere gravemente, debe ser castigado, según la gravedad del delito, con
las privaciones y prohibiciones del c. 1336; el homicidio de las personas
indicadas en el c. 1370 se castiga con las penas allí establecidas…”157 (El
énfasis en negrilla es propio de la investigadora)
Este podría ser el delito que a discutirse en el proceso penal del Tribunal
Eclesiástico. Cabe mencionar que al respecto, existe una postura que afirma que
según lo establecido en el Código de Derecho Canónico, el Padre Orantes no ha
cometido ningún delito, ya que el no fue el que directamente accionó en contra de la
vida de Monseñor Juan José Gerardi Conedera, por lo que no se le podrían imponer
exactamente las penas previstas en los canones anteriormente citados, sino una
156
Código de Derecho Canónico. Op. Cit. c. 1370
157
Ibíd., c. 1336
158
Instituto Martín de Azpilcueta. Código de Derecho Canónico, España, EUNSA, 2007, séptima edición, pág.
875-887
84
resolución más favorable, por el grado de “complicidad” en el que pudo haber
actuado, o por la simple omisión de auxilio que le pudo proveer al obispo.
Finalmente, derivado de ello, cabe mencionar que también podría tener injerencia la
jurisdicción propia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el
esclarecimiento de la responsabilidad del Padre Orantes respecto a la comisión de
delitos tipificados en la Carta Apostólica Motu Proprio Data “Sacramentorum
sanctitatis tutela”, al tenor de lo dispuesto en el artículo 52 de la Constitución
Apostólica Pastor Bonus, referente a los delitos contra la fe y los delitos más graves
cometidos contra la moral o en la celebración de los sacramentos, motivo por el cual
también se le podría imponer alguna sancione canónica a este respecto.
En el caso objeto de estudio, la defensa del Padre Mario Lionel Orantes Nájera no
podría invocar el principio Non Bis In Ídem ante los tribunales eclesiásticos, pues
dichos tribunales no han conocido del caso en su materia correspondiente, y por
tanto no se ha juzgado ni una sola vez. Por lo que la invocación de ese principio
sería totalmente vago, y sin fundamento, pues queda claro que las materias que se
juzgan en la jurisdicción ordinaria y en la jurisdicción eclesiástico son totalmente
distintas, y cada una impone una sanción diferente: la jurisdicción penal ordinaria
impone una sanción social, personal y en determinado momento patrimonial, y la
jurisdicción eclesiástico impone una sanción referente a la comunidad eclesiástico, y
a las “penas del alma”.
85
En sentido amplio, analizando el Derecho como un todo, podría decirse que respecto
a la unidad del Derecho, podría hablarse de un posible choque de ideas, si los fallos
son contradictorios. Ya que en ambos casos se busca hallar la verdad histórica de
los hechos, para llegar a dictar una resolución. De manera que al tener dos sistemas
o jurisdicciones distintas, con la posibilidad de conocer de un mismo caso y de fallar
de modo distinto, se podría estar ante una variación del derecho, que quizá no sea
directamente una violación al principio “non bis in ídem”, pero sí una causa que
debilita el principio de unidad de la Teoría del Derecho.
En este sentido Norberto Bobbio afirma que “el principio de unidad haya de
predicarse no sólo en relación a las normas internas de un Estado, sino que también
abarque a las relaciones entre tales normas con las de otros ordenamientos, como
por ejemplo el Derecho internacional, o los ordenamientos menores o parciales,
como en el supuesto de un código deontológico de una profesión determinada;
supone que la exigencia para alcanzar tal unidad de la eliminación de antinomias y
lagunas haya de extenderse a las relaciones entre todas las fuentes de esta
159
estructura piramidal más amplia.” Es decir que la unidad del Derecho no debe
representar unidad solamente en las normas de un solo cuerpo normativo, sino en
las normas de diversos ordenamientos jurídicos, para que siempre vaya
concatenado, y no adolezca de lagunas o antinomias. El derecho a pesar de ser
diferente y de analizar diferentes casos con base a diferentes normas, debe
relacionarse y seguir los principios generales de justicia y equidad, para que los
fallos siempre sean coherentes y no se den fallos contradictorios, que causan
inseguridad jurídica tanto en los aparatos jurisdiccionales que emiten las sentencias,
como en la persona que es juzgada, pues al final no se sabe si la persona es
culpable o inocente, pues un tribunal lo ha absuelto y otro lo ha condenado.
Bobbio también afirma que “…el intérprete del Derecho a la hora de aplicar una
norma ha de optar, siguiendo algunos de los criterios expuestos (jerárquico,
cronológico o de especialidad), o de acuerdo con su libre apreciación si éstos no
159
Bobbio, Norberto, Teoría General del Derecho, España, Editorial Debate, 1991., pág. 78
86
resultan aplicables para resolver la antinomia, por alguna de las normas existentes
tanto en el ámbito del ordenamiento interno estatal, como en el ordenamiento
supranacional o en el de alguno de los ordenamientos menores. También en el caso
de la existencia de lagunas el intérprete del Derecho podrá integrar el ordenamiento
interno no sólo recurriendo a normas o principios del Derecho interno
(autointegración), sino también teniendo en cuenta las normas del Derecho Natural y
de otros ordenamientos positivos contemporáneos con los que tenga relación, como
pueden ser los de cualquier otro ordenamiento estatal o los del ordenamiento
160
canónico (heterointegración).” La finalidad de observar otras normas al momento
de juzgar no es más que integrar y unificar los criterios al momento de juzgar, sin
menoscabar una norma con otra.
Finalmente, pese a las posibles discusiones que esto puede acarrear, es necesario
establecer y resaltar que el Derecho Canónico es, al final de cuentas, un sistema
jurídico totalmente autónomo y distinto al del Estado. Por ello, la coexistencia de
ambos sistemas en el mismo territorio puede darse sin ningún problema, pues
160
Loc. Cit.
87
ninguno transgrede a otro. Cada uno posee sus propios principios, normativas,
instituciones, autoridades, jurisprudencia, etc. De manera que cada jurisdicción
puede conocer y fallar de forma independiente. Sin embargo, es indispensable dejar
una ventana abierta referente a qué tan perjudicial puede resultar para la persona
juzgada frente esa independencia de jurisdicciones, pues aunque jurídicamente no
exista ningún problema, quizá si lo exista en cuanto a la protección de los derechos
fundamentales del imputado.
88
CAPÍTULO FINAL. PRESENTACIÓN, DISCUSIÓN Y ANÁLISIS DE
RESULTADOS
1. PRESENTACIÓN DE RESULTADOS:
Para tener una idea más concreta acerca del tema tratado en la presente tesis, se
realizaron entrevistas a expertos en el tema. Se entrevistó al Licenciado José
Toledo Paz, abogado defensor del presbítero Mario Lionel Orantes Nájera en el
caso Gerardi, al M.A. Enrique Sánchez Usera, miembro del Tribunal Eclesiástico
en Guatemala; y para aportar una opinión neutral sobre el tema al filósofo, teólogo
y latinista de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar M.A.
Agustín Maté. Asimismo, se realizaron cuarenta entrevistas a abogados
guatemaltecos, quienes aportaron sus conocimientos y su criterio para dirimir esta
controversia. A continuación se presentan y discuten los resultados.
1.1.1 Entrevista a Licenciado José Toledo Paz, abogado defensor del presbítero
Mario Lionel Orantes Nájera, en el proceso llevado en su contra, por el
asesinato de Monseñor Juan José Gerardi Conedera
En ambas ramas del derecho hay acciones que son tipificadas como delitos, y
por lo tanto son punibles. En el derecho canónico, dichas acciones punibles, más
que delitos, son transgresiones a las normas propias de la Iglesia Católica, a su
catecismo, y de las reglas que siguen los sacerdotes.
En ambas ramas del derecho existe un proceso penal con base en el llamado
debido proceso, el derecho de defensa, el derecho de audiencia. En ambas hay
recursos que se pueden interponer y existe la posibilidad de ser asistido por un
defensor, con la diferencia de que en el proceso canónico, el defensor debe ser
especialista en derecho canónico.
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Además de las similitudes, también existen variaciones, por ejemplo: en cada
proceso varían ciertos plazos, el defensor no es cualquier persona ya que es
nombrado por el tribunal eclesiástico, se podría sugerir un defensor, pero al final
la Curia decide a quien acepta. Además, las fases procesales son diferentes, el
proceso canónico tiene menos audiencias de presentación de alegatos, y al final
el Tribunal Eclesiástico dicta la sentencia. Una diferencia fundamental es que en
el derecho canónico no hay prisión, las penas son totalmente diferentes como
por ejemplo se pena con la excomunión, o la suspensión del ejercicio del
ministerio.
¿Considera Usted que existe una vulneración al principio “Non bis in ídem”
al juzgar a una persona por el Tribunal Eclesiástico, posteriormente a haber
sido juzgado por un tribunal ordinario?
Sí, yo considero que en ese caso ya hay cosa juzgada, porque no se puede
imponer una pena a una persona, sobre el mismo hecho, cuando ya ha sido
condenada, y ya ha cumplido su condena. Yo considero, incluso, que en el caso
de una absolución por los tribunales ordinarios no procedería un proceso ante los
tribunales eclesiásticos, porque ya se ha declarado la inocencia de la persona,
de manera que no podría cuestionarse nuevamente su culpabilidad. Y si la
Iglesia o la Santa Sede hubieran querido condenarlo eclesiásticamente,
debieron haberse adherido o participado en el juicio ordinario, de una manera
unificada, no separada.
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¿Tiene la Iglesia Ius Puniendi? ¿Puede la Iglesia castigar como lo hace el
Estado?
¿Qué otros principios se ven vulnerados, además del “Non bis in ídem” en
el caso de juzgar nuevamente a Mario Lionel Orantes Nájera por los
mismos hechos ante el Tribunal Eclesiástico?
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El principio de cosa juzgada, el principio de seguridad jurídica en la contradicción
de fallos, el debido proceso, porque ya fue escuchado y condenado. También se
ve afectada la dignidad de la persona, porque se le está victimizando por
segunda vez, y se ve afectando en sus derechos fundamentales, el Estado debe
velar por eso.
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al Padre Orantes, hacía Misas y oraciones por él, y luego cambiaron su política,
y decidieron cooperar en la acusación.
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mejor le pone otra sentencia, pero él no va a verse sometido a una privación de
libertad, ya que esa es una cuestión Estatal. De manera que ante la Iglesia no se
podría invocar el principio “Non bis in ídem” en ese caso en particular, pero sí hay
consecuencias canónicas del delito cometido, según lo previsto el Código de
Derecho Canónico, por un tipo penal específico que se refiere a la muerte violenta
de un obispo, como aquí aconteció.
El Derecho Penal de la Iglesia tiene no actuar en el mismo ámbito del Estado, lo que
sí es cierto es que el Ius Puniendi de la Iglesia tiene una extensión geográfica
superior que la que tiene cualquier código penal de cualquier país. Las normas
eclesiásticas obligan moralmente a todos aquellos que se dicen católicos en el
mundo, sin importar su ubicación, la ley es la misma: civil, penal, administrativo, todo
es de obligado cumplimiento a todos los católicos del mundo, y el procedimiento
para aplicarlo es igual en cualquier parte del mundo. Quizá, el Derecho Canónico
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tiene un paralelismo con el Corán, ya que contiene normas legales vinculadas a la
religión. El Corán también tiene sus normas y de acuerdo a su Derecho, se pueden
constituir tribunales para sentenciar a quienes infrinjan las reglas. Lo mismo ocurre
en la Iglesia, tiene sus propios Tribunales Eclesiásticos, con sus propias normas
procedimentales.
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Si se planteara un nuevo juicio, partiendo de cero en la Iglesia Católica, en definitiva
se podría caer en esa situación. Pero en este caso, no se daría lugar a esa
circunstancia, ya que la Iglesia pide el expediente del Estado en donde se prueba su
responsabilidad, el resultado de la Iglesia en su actuación no va a decidir sobre la
responsabilidad o no del sacerdote, sino de las consecuencias que derivan dada la
sentencia del tribunal ordinario. Es decir, que no se va a volver a conocer, solo se
hará un procedimiento para aplicar las consecuencias canónicas correspondientes,
por eso no hay “Non bis in ídem”. El expediente penal es prueba para el
procedimiento eclesiástico, por lo que al final el fallo no podría ser nunca opuesto al
emitido por el Estado.
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Ahora, algo importante es determinar que la Iglesia debió haber suspendido al
sacerdote del ejercicio del Ministerio mientras estaba en prisión, pues el Padre
Orantes celebraba Misas y trabajaba normalmente.
Quiero entender, que la Iglesia sigue las normas de Roma y que probablemente no
querían dejarlo sin derecho de defensa, ya que estando en prisión, quizá no podría
ejercer su derecho de defensa íntegramente, pero si considero que debieron haberlo
suspendido cautelarmente, y mantener esa medida hasta que se resolviera en
definitiva, eso es quizá lo que no tiene concordancia. Pero, también es de considerar
que el delito que se está tratando es un delito cuya pena es “Latae Sententiae”, y se
entiende que la sanción se impone sola, automáticamente, sin necesidad de que sea
declarada, de manera que el sacerdote debió saber automáticamente que estaba
suspendido en su ejercicio, hasta que la Iglesia tomara una decisión.
La sentencia que emite la Iglesia no vulnera los derechos fundamentales del Padre
Orantes, sus penas son sólo dentro de la comunidad de la Iglesia, él no se ve
afectado en este sentido.
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1.1.3 Entrevista a M.A. Agustín Maté, filósofo, teólogo y latinista de la Facultad de
Teología de la Universidad Rafael Landívar. Es importante recalcar que esta
entrevista se realizó sin enfocarse en el caso del presbítero Mario Lionel Orantes
Nájera, sino que se buscó una opinión neutral acerca del tema tratado en esta tesis,
de manera objetiva, buscando una imparcialidad.
Definitivamente si pueden coexistir ambos Derechos sin chocar entre sí. El Derecho
del Estado, denominado en los textos teológicos, filosóficos y jurídicos como
“derecho civil”, regula la convivencia entre ciudadanos sin ningún fundamento
religioso o creencia moral. En cambio el Derecho Canónico busca ordenar a la
comunidad de la Iglesia, organizar a quienes ejercen el ministerio, y desarrollar
normas para la correcta celebración de los sacramentos. El Derecho Canónico tiene
un fundamento religioso, y se organiza para que los cristianos católicos guíen su
conducta hacia la comunión con Dios. El Estado, mediante su Derecho Civil, no crea
sus normas con finalidades religiosas sino únicamente con la finalidad de que exista
un orden social. No existe ningún choque entre ambos.
Por supuesto que sí. La Iglesia Católica dentro de Código de Derecho Canónico y
demás normas, regula penas, y al momento de regular penas, ya se puede afirmar
que tiene un Derecho Penal, además la Iglesia posee procedimientos propios para la
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aplicación de sus penas. Sí se puede hablar de un Ius Puniendi de la Iglesia, pues
posee sanciones que se aplican cuando se ha transgredido una norma o se ha
cometido un delito. Por su puesto, el Ius Puniendi de la Iglesia va dirigido
únicamente a la sociedad católica, y solo aplica a quienes pertenecen a ella. Es
diferente al Ius Puniendi del Estado en cuanto a que en el Derecho Canónico las
penas son religiosas y relacionadas a la convivencia dentro de la Iglesia, en el
Derecho Civil las penas pueden afectar la vida en sociedad, el patrimonio, la libertad,
la vida, etc.
4. ¿Cuál es la diferencia entre “Non bis in ídem” y “Ne bis in ídem”? ¿En
qué consiste el principio Non bis in ídem?
En el caso de los divorcios, por ejemplo, el Derecho Civil tiene regulaciones para
disolver el matrimonio, en cambio la Iglesia Católica debido a que se fundamenta en
una creencia de “monogamia” celebra el matrimonio de manera indisoluble. Es decir
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que aunque ante el Estado una pareja se divorcie, para la Iglesia Católica siguen
estado casados, aunque la Iglesia tiene mecanismos para declarar nulo un
matrimonio, en casos muy específicos y mediante procedimientos estrictos.
En el caso del Derecho penal, los procedimientos a llevarse a cabo dependen del
acto cometido, y de las sanciones a imponer, pero como he mencionado, esas
sanciones no son opuestas a las del Estado, ya que son de naturaleza totalmente
distinta.
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De estas respuestas se concluye que los abogados guatemaltecos tienen muy claro
el contenido y naturaleza del principio “Non bis in ídem”, entendiendo a dicho
principio como aquel que prohíbe la persecución penal y su juzgamiento más de una
vez, cuando se trate sobre el mismo hecho.
A esta interrogante, un 56% contestó que NO existe una vulneración al principio. Las
justificaciones más relevantes a estas respuestas fueron:
a. Porque para ello ya existió un juicio previo, y una única persecución. Con la
excepción de que el juicio eclesiástico, solo sea para juzgar la
responsabilidad y destitución del cargo del sacerdote.
b. Se estarían vulnerando las garantías procesales.
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c. Ambas son entes, jurisdicciones con capacidad y facultad de juzgar e imponer
sanciones, por lo que al ser juzgado alguien por ambas se estaría violando el
principio “Non bis in ídem”.
d. Definitivamente existe interferencia entre la función jurisdiccional.
e. El ordenamiento jurídico es uno, y se debe respetar las sentencias, no puede
una institución, ajena al Estado, emitir un juzgamiento sobre los mismos
hechos.
f. Al juzgar dos veces por los mismos hechos, aunque sean jurisdicciones
distintas, se transgrede dicho principio.
Los abogados que contestaron que no vulnera este principio, afirmaron que ambas
jurisdicciones son totalmente independientes, y que incluso en el Derecho Canónico
no se contempla la existencia del principio “Non Bis In Ídem”, de tal manera que solo
aplica en el Derecho Común. Otras afirmaron que la naturaleza del delito, así como
los procedimientos son diferentes y tiene diferentes fines.
Ante estas respuestas puedo concluir que existe un desconocimiento acerca del
Derecho Canónico, ya que efectivamente, este Derecho si tiene contemplado el
principio “Non Bis In Ídem” dentro de su normativa, y si aplica dentro de su
jurisdicción. Ese desconocimiento también se puede observar cuando las personas
expresan que el Estado es el único que debe juzgar a las personas y que cualquier
otra institución no tiene esta potestad, ya que de manera interna, cada institución o
gremio puede desarrollar una serie de normativas, que permitan preservar el orden,
fines y naturaleza de la misma.
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3. ¿Considera Usted que este principio es vulnerado al juzgar al
sacerdote Mario Lionel Orantes Nájera por la Iglesia Católica
posteriormente a haber sido juzgado por la jurisdicción ordinaria
guatemalteca?
El 61% afirmó que no se violenta este principio en el caso de Mario Lionel Orantes
Nájera. Las justificaciones más relevantes a esta respuesta fueron:
a. Los delitos que cada jurisdicción trata, son distintos, tienen distinta naturaleza,
por lo que no se violenta este principio.
b. Ahora se le está juzgando por su posición de religioso, no por su posición de
ciudadano común, son distintos escenarios.
c. Tanto los tribunales, como los asuntos que se están juzgando son diferentes,
ya que el eclesiástico es eminentemente religioso, y nada tiene que ver con
las penas del Derecho Penal guatemalteco.
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d. Las regulaciones de la Iglesia Católica son internas, aplicadas solo a sus
miembros, de manera que las Sentencias que emite son totalmente
diferentes.
e. El poder de coerción del Estado no es el mismo de la Iglesia, y por lo tanto no
son penas iguales.
a. Principio de Legalidad
b. Debido Proceso
c. Tipicidad
d. Competencia
e. Sencillez
f. Independencia
g. Seguridad Jurídica
h. Unidad del Derecho
i. Cosa Juzgada
j. Certeza Jurídica
k. Independencia Judicial
l. Derecho de Defensa
m. Igualdad
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n. Supremacía Constitucional
Un 6% no contestó a la interrogante.
Ante las respuestas dadas, la mayor parte de los abogados entrevistados afirma que
en definitiva si se están violentando otros principios al juzgar en distintas
jurisdicciones a una persona por el mismo hecho. Llama la atención que muchos de
los encuestados, a pesar de afirmar que no se violenta el principio “Non bis in ídem”,
opinan que si se podrían vulnerar otros principios. De manera que la coexistencia de
ambas jurisdicciones, si puede afectar, el correcto desenvolvimiento de los derechos
fundamentales en los procesos.
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a. Se está vulnerando la seguridad jurídica de la que están revestidas las
resoluciones.
b. No es necesario volver a juzgar, únicamente se deben aplicar
responsabilidades, ajenas al derecho penal, pues solo el Estado tiene la
facultad de castigar.
c. La jurisdicción ordinaria es suficiente, juzgarla en distintos círculos debilita
el poder de juzgar del que está revestido el Estado.
d. El Estado de derecho y el Derecho del Estado deben ser respetados
mediante el ordenamiento jurídico vigente.
e. No es necesario, ya que esto solo contribuye a que existan conflictos entre
jurisdicciones, afectando la sustancia del Derecho.
Los abogados encuestados que afirman que sí se vulnera el principio “Non bis in
ídem” en su mayoría, afirman que la finalidad de aplicar este principio es que no se
vulneren los derechos fundamentales de cada persona, brindando certeza y
seguridad jurídica a los ciudadanos. De igual forma afirman que es una manera de
evitar el desgaste en el sindicado, dándole la oportunidad de reintegrarse a la
sociedad, luego de haber sido juzgado una sola vez.
Los abogados encuestados que afirman que no se vulnera el principio “Non bis in
ídem” sostienen que la finalidad de este principio es que dentro de cada jurisdicción,
106
no se vuelva a conocer del mismo caso, evitando desgaste en el aparato
jurisdiccional, brindando certeza jurídica a las sentencias, y dándole valor al principio
de cosa juzgada.
Se puede observar que ambos grupos opinan que la aplicación de este principio es
fundamental, con la variación de que el primer grupo vela por el desgaste del
sindicado (pro-reo) y el otro por el desgaste del aparato jurisdiccional.
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8. Cuando se juzga a una persona en una primera jurisdicción y luego
se juzga en otra, ¿Considera que puede haber influencia del primer
fallo con respecto al segundo?
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10. ¿Considera constitucional juzgar dos veces por el mismo caso a una
persona en diferentes jurisdicciones: ordinaria y eclesiástica?
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c. Es inconstitucional, ya que atenta contra los artículos: 4, 12 y 203 de la
Constitución, que en nada le da potestad a la Iglesia de juzgar, es potestad
única del Estado.
d. No es constitucional porque la doble jurisdicción en un mismo asunto vulnera
los derechos fundamentales de la persona juzgada, y lo que pretende la
Constitución Política de la República es protegerlos.
e. No es constitucional porque viola los principios de: debido proceso, seguridad
y certeza jurídica, legalidad e igualdad ante la ley.
f. El señor Orantes, antes de ser sacerdote, es ciudadano. Existe supremacía
constitucional, que protege el derecho del ser humano dentro del proceso.
Por lo que la jurisdicción guatemalteca al juzgarlo y brindarle su derecho de
defensa, ha garantizado su debido proceso constitucionalmente establecido.
En la Constitución no se contemplan herramientas para la defensa del
ciudadano ante un tribunal eclesiástico.
2. DISCUSIÓN DE RESULTADOS
En primer lugar, es importante establecer que en las dos primeras entrevistas, los
expertos fueron muy determinantes al momento de contestar cada interrogante que
se les planteó. Tienen muy claro su punto de vista, y poseen fundamentos sólidos
110
desde el punto de vista lógico para justificarlas. Sin embargo, lo más interesante de
ello, fue que tienen posturas totalmente contrarias, creando una polémica respecto a
este tema. Es por ello que posteriormente se acudió al tercer entrevistado M.A.
Agustín Maté, para que aportara una opinión neutral, objetiva, e imparcial respecto al
tema, y para ello la entrevista que se le realizó no estuvo enfocada en el caso
Gerardi.
Claro lo anterior, para empezar, una de las posturas a analizar es la de los expertos
en derecho penal guatemalteco, en donde destaca la opinión de que el Estado es el
único que tiene “ius puniendi”, y que por lo tanto, sólo a él le corresponde la potestad
de juzgar y ejecutar lo juzgado. De manera que la jurisdicción Estatal es la única que
puede administrar justicia, es decir, que con la justicia que imparte el Estado debería
ser suficiente para restablecer el orden social. Al existir otras jurisdicciones o fueros,
como el del Derecho Canónico, se entiende que sus normas, autoridades y penas,
son totalmente distintas, sin embargo la persona que se vuelve a juzgar, ahora con
las normas eclesiásticas, es exactamente la misma. Esto quiere decir, que la
persona al final de cuentas, aunque ha sido juzgada en diferentes fueros, con base
en diferentes normas, está sufriendo de un “doble juicio por la misma causa”, de
manera que sí se puede hablar de una vulneración al principio “non bis in ídem” en
este sentido.
Según Toledo Paz161, si la Iglesia Católica, dentro de su fuero, juzga con base en
sus normas, no debería tener participación dentro del juicio ordinario guatemalteco,
como “parte procesal”, ya que se evidencia una parcialidad posterior en la sentencia
que emitirá el tribunal eclesiástico. Es interesante analizar este punto, ya que Toledo
Paz afirma que en el proceso penal llevado en contra del Padre Mario Lionel Orantes
Nájera, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (Oficina de Derechos
Humanos del Arzobispado de Guatemala) pretendía participar como “querellante
adhesivo”, pero por diversos motivos fue denegada su participación. De manera que
la Iglesia Católica como tal, plantea ante el juzgado, ser parte del proceso en la
misma calidad anteriormente mencionada, y pese a que tal solicitud se hizo fuera de
161
Toledo Paz, José, abogado defensor del sacerdote Mario Lionel Orantes Nájera en el juicio penal llevado en
su contra por el delito de ejecución extrajudicial, fecha de entrevista: 28 de agosto de 2013.
111
tiempo, el tribunal aceptó su participación para que cooperara con la investigación, y
planteara sus propias peticiones.
Ahora la cuestión que resulta de ello, es analizar si así como la Iglesia Católica tiene
potestad de participar dentro de un juicio ordinario, ¿podrá el Estado participar
dentro de un juicio eclesiástico? Ante esta interrogante, Toledo Paz 163 afirma, que el
Estado únicamente podría participar en el momento en el que el Padre Orantes haga
valer sus garantías constitucionales, quizá una inconstitucionalidad en caso
concreto, o un amparo. Sin embargo el Estado no interviene dentro de la jurisdicción
eclesiástica, por no ser de su competencia, y por que la Iglesia Católica es un fuero
162
Decreto 51-92, Óp. Cit. Art 16
163
Toledo Paz, José. Óp. Cit.
112
totalmente diferente, de manera que esto deja en total desventaja al acusado,
vulnerándolo en su Derecho de Defensa y en el Debido proceso. El error no está en
que la Iglesia Católica sea o no querellante adhesivo, participe o no dentro de un
proceso, sino querer participar en todos los procesos, en unos como parte, y en
otros como juez. No se puede ser juez y parte en la impartición de justicia, aunque
sea en diferentes fueros, porque en definitiva la justicia pierde totalmente su
credibilidad.
Ante estos dos puntos analizados, el licenciado Sánchez Usera164, miembro del
tribunal eclesiástico guatemalteco, afirma que la Iglesia Católica por medio de sus
procedimientos, no pretende volver a juzgar una misma causa, sino que únicamente
pretende aplicar las consecuencias eclesiásticas que derivan de la resolución del
Estado. Es decir, que la finalidad del Tribunal eclesiástico no es decidir si el Padre
Orantes es culpable o inocente, sino que pretende analizar si corresponde
sancionarlo dentro de la comunidad, y de qué manera se debería sancionar. Por lo
que según esta postura, no se está hablando de “juzgar” si no de aplicar
consecuencias, de tal manera que según Sánchez Usera165, no se vulnera el
principio “non bis in ídem”, y ni siquiera cabría analizar si existe tal vulneración en el
caso concreto. En cuanto a ello, resulta un tanto complicado analizar esta postura,
ya que la Iglesia Católica, según los cc. 1717-1731 del Código de Derecho
Canónico, establece un procedimiento estricto, con acusación, prueba y sentencia,
en donde no se pretende únicamente aplicar “consecuencias eclesiásticas” sino
impartir una justica dentro de la comunidad eclesiástica. El Código Canónico es
incluso más estricto y serio que los códigos de la jurisdicción ordinaria, y sus
procedimientos son tan formales como los propios del Organismo Judicial, incluso el
acusado debe acudir con un defensor, o se le nombra alguno por el Tribunal, ya que
mediante este procedimiento probará su inocencia.
Al respecto Sánchez Usera166 afirma que la Iglesia Católica sí posee “Ius puniendi”,
y que por medio de su Código Canónico, busca proteger los derechos del acusado,
164
Sánchez Usera, Enrique, miembro del Tribunal Eclesiástico guatemalteco, fecha de entrevista: 28 de agosto
de 2013.
165
Loc. Cit.
166
Loc. Cit.
113
como cualquier jurisdicción, y que el expediente del juicio penal ordinario
guatemalteco con su sentencia, sirve como prueba en la jurisdicción eclesiástica. De
manera que, si bien es cierto se da un procedimiento, con garantías hacia el
acusado, el expediente donde constan los autos del proceso penal ordinario, es de
vital importancia para determinar las consecuencias eclesiásticas que se le aplicarán
al acusado, es ahí en donde el Estado de Guatemala tiene la potestad de
pronunciarse dentro de un tribunal eclesiástico. Al analizar esta postura se podría
pensar que en lugar de ser jurisdicciones totalmente autónomas e independientes,
existe una interferencia entre ambas, ya que dentro del proceso penal guatemalteco
existe participación de la Iglesia Católica como parte querellante, y en el juicio
eclesiástico, el Estado participa por medio de su expediente penal como “prueba”.
De manera que no se podría hablar de una total independencia de jurisdicciones y
fueros, pues las sentencias están relacionadas, y quizá vulneren los derechos
fundamentales del acusado al ser juzgado dos veces por la misma causa, aunque
sea en distintos fueros.
Al respecto, el M.A. Agustín Maté, sostiene que a pesar de que el Derecho Canónico
y el Derecho del Estado son totalmente distintos, y están orientados a fines
diferentes, cada uno posee Ius Puniendi, sólo por el hecho de contemplar dentro de
su normativa una serie de penas y sanciones, que aplican de acuerdo a sus propios
procedimientos. Esto quiere decir que sí se puede hablar de Ius Puniendi de la
Iglesia, como bien se habla del Ius Puniendi del Estado, porque ambos tienen un
Derecho Penal, pero que cada uno lo aplica de acuerdo a su naturaleza.
114
condenatoria, como fue la sentencia del tribunal ordinario guatemalteco, no solo por
cumplir con la unidad del derecho, sino que también teniendo en cuenta lo que
Sánchez Usera mencionaba, acerca de que el expediente penal guatemalteco sirve
de base y prueba para la aplicación de consecuencias eclesiásticas.
Sin embargo, si se toma este punto de vista, la Iglesia estaría tomando como cierto
algo analizado con base en las normas de otra jurisdicción, sin ser de su
competencia, y al analizar otra vez lo ya resuelto para imponer una pena, quizá se
estaría vulnerando el principio “Non bis in ídem”. Empero, partiendo desde el punto
de vista de que la Iglesia es totalmente autónoma en sus decisiones, y que sus
normas y figuras son totalmente distintas, se podría esperar que la sentencia que
emita el Tribunal Eclesiástico variara su sentido, sin alterar el sentido de la justicia,
porque la justicia tiene otra cara dentro de la Jurisdicción Eclesiástica, según los
fines de la Iglesia Católica. La Iglesia podría o no resolver concordante a las
resoluciones del Estado de Guatemala pero cualquiera que sea su resolución lo hará
con sus propias normas, penas y fines. Queda claro que el “Ius puniendi” de la
Iglesia es totalmente distinto al Ius Puniendi del Estado, por lo que la variación en los
fallos podría existir.
De lo analizado con anterioridad se puede observar que los criterios de los primeros
expertos entrevistados son totalmente opuestos, pues uno sostiene que si existe una
vulneración al principio “non bis in ídem” al juzgar nuevamente a una persona, con
posterioridad a haber sido juzgado en la jurisdicción ordinaria guatemalteca, aunque
sean de fueros distintos, pues el acusado se ve afectado en sus derechos
fundamentales. Y otro sostiene que no se podría hablar de “non bis in ídem” pues la
Iglesia no pretende volver a juzgar, sino solo aplicar consecuencias eclesiásticas,
con base en sus propias normas y procedimientos. Sin embargo, el criterio del tercer
entrevistado, aunque el enfoque de sus preguntas no estaba dirigido al Caso
Gerardi, coincide con el M.A. Sánchez Usera, al puntualizar que no existe una
vulneración al principio non bis in ídem cuando un mismo caso se conoce en ambas
jurisdicciones, ya que éstas son totalmente diferentes, y que al ser diferentes, éstas
no podrían chocar entre sí. Añade que en todo caso, ambas jurisdicciones más que
115
oponerse, se colaboran cuando se habla de materia penal, pues el fallo de uno
puede guiar al fallo del otro, y así impartir justicia en el mismo sentido.
La mayoría de las personas que afirman que sí se violenta el principio “non bis in
ídem” en el caso expuesto, analizan el Derecho desde un punto de vista integral, y
que este principio debe ser analizado en un sentido más amplio y no sobre el texto
legal. Afirman que la sola existencia de más jurisdicciones, debilita la jurisdicción
propia del Estado, la orientación de la justicia, la certeza jurídica, la seguridad
jurídica, y violenta los derechos fundamentales del acusado: debido proceso, y
116
derecho de defensa, además de no valorar la “cosa juzgada”. Aunque sean de
distintos fueros, la persona juzgada es la misma, por lo que este principio debe
analizarse más a fondo, y no solo en la aplicación taxativa de la ley. El Derecho no
solo es la aplicación de normas de una legislación y jurisdicción determinada, es la
impartición de justicia para lograr el orden social, y juzgar más de una vez a una
persona por la misma causa, aún en distintos fueros, resulta perjudicial tanto para la
persona como para la integración del Derecho en general.
Uno de los criterios expuestos ese que sí es constitucional juzgar dos veces a una
persona en distintos fueros, pues la Carta Magna reconoce la personalidad jurídica
de la Iglesia Católica. Si se analiza a profundidad este tema, se podría afirmar que
existe un conflicto de ideas en la Constitución Política de la República de Guatemala
al respecto, pues si bien es cierto el artículo 37 del mencionado cuerpo legal
reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia Católica, no le da potestad de juzgar
según el artículo 203 de la misma ley.
117
“Artículo 37. Se reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia Católica. Las otras
iglesias, cultos, entidades y asociaciones de carácter religioso obtendrán el
reconocimiento de su personalidad jurídica conforme las reglas de su institución y el
Gobierno no podrá negarlo si no fuese por razones de orden público...”168
“Artículo 203. Independencia del Organismo Judicial y potestad de juzgar. La
justicia se imparte de conformidad con la Constitución y las leyes de la
República…La función jurisdiccional se ejerce, con exclusividad absoluta, por la
Corte Suprema de Justicia y por los demás tribunales que la ley
establezca…Ninguna otra autoridad podrá intervenir en la administración de
justicia…” (El énfasis en negrilla y subrayado es propio de la investigadora)
De manera que se podría dudar si con base en este argumento la doble jurisdicción
tiene fundamento constitucional.
Otra justificación que determina que sí existe un respaldo constitucional para juzgar
en distintas jurisdicciones, según la población entrevistada, fue que la Iglesia no
debería tener leyes y si las tiene, son totalmente ajenas a la jerarquía normativa del
Estado, y que al no existir interferencia o injerencia entre ambas, no existe
vulneración al texto constitucional. En este punto al analizar la pluralidad de
jurisdicciones y fueros, de manera ajena al Estado, en ningún momento podría
intervenir una jurisdicción con otra. Es interesante analizar que este grupo de
encuestados no estima la situación del juzgado, o el condenado, sino únicamente
analizan taxativamente el tema de impartición de justicia.
Una de las justificaciones que sustentan que no es constitucional juzgar dos veces el
mismo hecho en distintas jurisdicciones, es la postura que afirma que las normas de
la Iglesia están ubicadas dentro de la jerarquía normativa del Estado, en el último
peldaño, ya que son normas que afectan únicamente un gremio, pero no deben
contradecir el texto constitucional. Y en vista de que la Iglesia se arroga un poder de
castigar que no está contemplado en la Constitución Política de la República, sí está
contradiciendo el último párrafo del artículo 203. “El señor Orantes, antes de ser
sacerdote, es ciudadano. Existe supremacía constitucional, que protege el derecho
168
Constitución Política de la República de Guatemala. Op. Cit. art. 37.
118
del ser humano dentro del proceso” afirmó uno de los entrevistados. Indicando que
la jurisdicción guatemalteca al juzgarlo y brindarle su derecho de defensa, ha
garantizado su debido proceso constitucionalmente establecido, pero que el Estado
no podría brindar esa garantía en un procedimiento en donde no tiene participación
como es el eclesiástico, ya que en la Constitución no se contemplan herramientas
para la defensa del ciudadano ante un tribunal de la Iglesia.
No existen opiniones eclécticas sobre este tema, es evidente que las opiniones
están totalmente contrapuestas en porcentajes bastante proporcionales. Esto
demuestra que el análisis jurídico respecto a este tema puede variar según el punto
de vista en que se analice. Así pues si se analiza el principio “non bis in ídem”
desde el punto de vista de los derechos humanos de la persona condenada, se
afirma que sí existe una vulneración, aunque se juzgue en distintos fueros, ya que el
acto cometido vuelve a ser objeto de análisis, pruebas, sentencias y condenas por el
mismo hecho. Ahora bien, si se analiza desde el punto de vista taxativo, no existe
ninguna vulneración pues ambas jurisdicciones son totalmente ajenas unas a otras,
pese a que se puedan colaborar entre sí, cada una ejerce su potestad de castigar
según su naturaleza y sus fines, sin intervenir una en la otra; de manera que el
principio “non bis in ídem” únicamente se podría violentar cuando en una misma
jurisdicción se está conociendo más de una vez un determinado caso.
119
Lo mismo sucede con las normas eclesiásticas, ya que sólo el tribunal eclesiástico
tiene potestad de juzgar sobre delitos e infracciones referentes al Código Canónico,
y por ende, sólo dicho tribunal puede dictar las penas correspondientes. Esto quiere
decir que no existe ninguna violación al principio “non bis in ídem” en la coexistencia
de ambas jurisdicciones, ya que, en realidad se está hablando de que un mismo
hecho ha infringido varias normativas, incluyendo la canónica, y por ello debe ser
analizado el actuar en las distintas ramas del derecho que se vean infringidas.
120
Es decir que en el caso del Padre Mario Lionel Orantes Nájera, pese a que su actuar
está relacionado a una pena “latae sententiae”, hubiera sido más sencillo que la
Iglesia no hubiera esperado hasta que el presbítero cumpliera su condena, para
iniciar un proceso nuevo, sino que hubiera emitido su dictamen al mismo tiempo que
el tribunal ordinario guatemalteco, para que su situación jurídica se resolviera en un
solo momento, con la finalidad de respetar sus garantías y sus derechos humanos.
Ya que los múltiples juzgamientos que se le pueden hacer a una misma persona, en
determinado momento se vuelven desgastantes para ella, y resulta una violación a
sus derechos fundamentales, pues nunca se le termina de juzgar, ocasionándole un
daño psicológico, emocional y social, además de que el fallo que se emite con
anterioridad puede ejercer influencia en el fallo que se emite después.
121
CONCLUSIONES
122
un choque en el Derecho y en la justicia, pues cada una sanciona según sus
propias normas, autoridades, instituciones, penas, y fines.
8. Que el Derecho sea unificado, no quiere decir que necesariamente tenga que
ser homogéneo. El Derecho debe buscar integridad y no la uniformidad, por lo
que las sentencias, en distintas jurisdicciones, podrían también ser diferentes.
9. Cada jurisdicción puede emitir un fallo diferente, pues la materia sobre la que
juzgan es totalmente distinta. Sin embargo, debido a que dichos fallos no se
emiten a la vez, el primer fallo podría ejercer una influencia bastante fuerte
hacia la emisión de un segundo fallo.
11. El principio non bis in ídem, es una garantía de la que gozan todas las
personas para no ser juzgadas nuevamente por el mismo hecho, delito o
123
infracción. Este principio puede ser analizado desde dos puntos de vista: el
punto de vista taxativo, y el punto de vista de los derechos humanos.
12. Desde el punto de vista taxativo, el principio “non bis in ídem” no se vulnera
al coexistir diversidad de jurisdicciones, pues éste solo aplica cuando en una
misma jurisdicción se está conociendo un mismo caso por segunda vez. Este
punto de vista únicamente analiza el principio desde una perspectiva procesal
interna, en donde se valora la cosa juzgada, y se evita poner en movimiento
al aparato jurisdiccional nuevamente.
124
RECOMENDACIONES
125
LISTADO DE REFERENCIAS
Bibliográficas
126
10. Gutiérrez de Colmenares, Carmen María y Josefina Chacón de Machado.
Introducción al derecho, Guatemala, Editorial Serviprensa S.A., 2003, tercera
edición.
12. De Mata Vela, José Francisco y Héctor Aníbal de León Velasco. Derecho
Penal Guatemalteco: Parte General. Tomo Uno. Guatemala, Editorial Magna
Terra, 2013, vigésima tercera edición.
16. Lo Coco, Julio Javier. Derecho Romano y Derecho Canónico. Argentina, XIV
Congreso Latinoamericano de Derecho Romano, 2009
17. López, Zubillaga, José Luis, Capìtulo VI: Derecho procesal canónico,
Sapentia Fiedei, Serie de Manuales de Teología,Tomo II, el Derecho en la
Misión de la Iglesia, Profesores de la Universidad Pontificia de Salamanca
Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2006
127
19. Merryman, John. La tradición Jurídica Romano-Canónica, México, Fondo de
Cultura Económica, 2007.
21. Nieto Martín, Adán, y Luis Arroyo Zapatero, El principio de ne bis in ídem en
el Derecho Penal Europeo e Internacional, Instituto de Derecho Penal
Europeo e Internacional, Universidad de Castilla-La Mancha, España 2007
22. Ramírez Moncayo, Andrés Fernando, En búsqueda de una teoría general del
delito canónico, Pontificia Universidad Javeriana.
Legales:
1. Asamblea Nacional Constituyente, Constitución Política de la Republica de
Guatemala, 1985
2. Congreso de la República de Guatemala, Decreto 17-73, Código Penal
3. Congreso de la República de Guatemala, Decreto 51-92 Código Procesal
Penal.
4. Código de Derecho Canónico Español, Latín, Madrid: Editorial Católica,
1995.
5. Concilio Vaticano I, Código de Derecho Canónico de 1917.
6. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Nueva York, 1966.
7. S.S. Juan Pablo II. Código de Derecho Canónico, 1983
8. S.S. Juan Pablo II, Constitución Apostólica “Pastor Bonus”.
9. S.S. Juan Pablo II, Constitución Apostólica “Sacrae Disciplinae leges”.
Electrónicas
1. Agencia Guatemalteca de Noticias, Caso Monseñor Juan José Gerardi,
Guatemala, 2013, disponible en red:
http://www.agn.com.gt/index.php/world/politics/item/1930-iglesia-
cat%C3%B3lica-inhabilita-ejercicio-sacerdotal-a-mario-orantes, fecha de
consulta: 5 de septiembre de 2013.
128
2. Conferencia Episcopal de Guatemala, Guatemala, 2013, Disponible en red:
http://www.iglesiacatolica.org.gt/destpri.htm Fecha de Consulta: 5 de octubre
de 2013
129
9. Oficina de Derecho Humanos del Arzobispado de Guatemala, Caso Gerardi,
Guatemala, 2013, disponible en red:
http://www.odhag.org.gt/Caso%20Gerardi/casogerardi.htm, fecha de consulta:
30 de agosto de 2013.
Entrevistas:
1. Maté, Agustín. Latinista de la Facultad de Teología, Universidad Rafael
Landívar, lugar y fecha de entrevista: Guatemala, 5 de octubre de 2013.
3. Toledo Paz, José, abogado defensor del sacerdote Mario Lionel Orantes
Nájera en el juicio penal llevado en su contra por el delito de ejecución
extrajudicial, lugar y fecha de entrevista: Guatemala, 28 de agosto de 2013.
Otras
1. S.S. Juan Pablo II, Discurso a la Rota Romana. 1990
2. Sentencia de la Corte de Constitucionalidad de Guatemala sobre los
expedientes acumulados: 103-2011 y 107-2011, 18 de mayo de 2011.
3. Sentencia del Tribunal Tercero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos
contra el Ambiente, C-7-2000 Oficial 3ro, 7 de junio de 2001.
130
ANEXOS
131
MODELO DE ENCUESTA REALIZADA A ABOGADOS
GUATEMALTECOS
132
Universidad Rafael Landívar
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
¿Por qué?
______________________________________________________________
______________________________________________________________
¿Por qué?______________________________________________________
4. ¿Considera Usted que se vulneran otros principios además del principio Non
Bis In Ídem al juzgar un caso en distintas jurisdicciones?
133
a. Si
¿Cuáles?_________________________________________________
b. No
¿Por qué?
_________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
134
b. No
10. ¿Considera Constitucional juzgar dos veces por el mismo caso a una persona
en diferentes jurisdicciones: oficial ordinaria y eclesiástica?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
__________________________________________
135
RESULTADOS DE ENCUESTAS REALIZADAS A ABOGADOS GUATEMALTECOS
(TABULACIÓN EN GRÁFICAS DE PIE)
136
¿Conoce qué es el principio "Non Bis In ídem" en el Derecho
Penal?
0%
SI
NO
100%
137
¿Considera que existe una vulneración a este principio al
coexistir la jurisdicción penal ordinaria guatemalteca, y la
jurisdicción eclesiástica, al resolver sobre un mismo caso?
44%
56% Si
No
138
¿Considera Usted que este principio es vulnerado al juzgar al
sacerdote Mario Lionel Orantes Nájera por la Iglesia Católica
posteriormente a haber sido juzgado por la jurisdicción ordinaria
guatemalteca?
39%
SI
61%
NO
139
¿Considera Usted que se vulneran otros principios además del
principio "Non bis in ídem" al juzgar un caso en distintas
jurisdicciones?
6%
50%
44% SI
NO
NO CONTESTO
140
¿Considera Usted necesario condenar o absolver el mismo asunto en
distintas jurisdicciones?
17%
33%
SI
NO
NO RESPONDIO
50%
141
¿Considera que es justo condenar en una jurisdicción, y absolver en
otra, a una misma persona por el mismo caso?
44%
56% SI
NO
142
Cuando se juzga a una persona en una primera jurisdicción y luego
se juzga en otra, ¿Considera que puede haber influencia del primer
fallo con respecto al segundo?
28%
SI
NO
72%
143
¿Será justo que en una jurisdicción se absuelva, y en otra se
condene a una misma persona por el mismo caso?
44%
56% SI
NO
144
¿Considera constitucional juzgar dos veces por el mismo caso a
una persona en diferentes jurisdicciones: ordinaria y eclesiástica?
47%
53%
SI
NO
145