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CAPI'TUI0 I

EL CUADRO HISTÜRICO

En los albores del segundo milenio, el Mediterráneo nos


marca todavía, a una y otra orilla, una factura entre Oriente
y Occidente. El mundo egeo y la península griega se relacio-
nan sin discontinuidad ni étnica ni cultural: por un lado, con
la planicie Anatolia, a través del collar de perlas de las Ci-
cladas y las Espóradas, y, por el otro, a través de Rodas, Cilil
cia, Chipre y la costa iiorte de Siria, con la Me'sopotamia y
el lrán. Cuando Creta se separa del cicládico, en el cual ha-
bían predominado las relaciones con Anatolia, y construye
en Festo, Malia y Cnosos su primera civilización palatina
(2000-17m),quedaorientadahacialosgrandesreinosdelCer-
cano Oriente. Entre los palacios cretenses y los que recientes
excavaciones han descubierto en Alalakh, en el bucle del Oron-
tes y en Mari, sobre la ruta de caravanas que une la Mesopo-
tamia con el mar, las semejanzas han parecido tan impresio-
nantes que se ha podido ver en ellas la obra de una misma
escuela de arquitectos, pintores y fresquistas.' Por la costa si-
1. Cf. LEONARD WooLLEy. A /orgo/Ícn Ki.ngdom, Londres,1953, y AN.
D;i fimROT, Mission archéologique de Mari, \1, Pí+iís, \9S8.
EL CUADRO HISTÓRICO 29
28 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENIO GRIEGO

ria los cretenses entraban igualmente en contacto con el Egipto Otro rasgo de civilización subraya las afinidades de ambos
del Nuevo lmperio, cuya influencia sobre ellos, aun sin ser pueblos sobre las dos riberas del Mediterráneo. El caballo apa-
tan decisiva como se podía suponer en la época de Evans, rece en Troya con los hombres de la Troya VI. «Rica en caba-
está, sin embargo, bien testimoniada. llos» es todavía, en el estilo formulista que Homero recoge
Entre los años 2000 y 1900 a. C. irrumpe en la Grecia con- de una antiquísima tradición oral, el epíteto que recuerda la
tinental una población nueva. Sus casas, sus sepultu`ras, sus opulencia del país dárdano. La reputación de los caballos de
hachas de guerra, sus armas de bronce, sus útiles, su cerámi- Troya, como la de sus tejidos, no fue sin duda extraña al in-
ca -esas vasijas grises minianas, tan características- son terés que llevaba a los aqueos a aquella región, incluso antes
otros tantos rasgos que caracterizan la ruptura con los hom- de la expedición guerrera que, al destruir la ciudad del Pría-
bres y la civilización de la edad anterior, la heládica antigua. mo (Troya VIl a), sirvió de punto de partida para la leyenda
I.os invasores, los minios, forman la vanguardia de las tribus épica. Como los minios de Tróade, los de Grecia conocían
que en oleadas sucesivas vendrán a fijarse en la Hélade, se también el caballo: debían haber practicado su domesticación
instalarán en las islas, colonizarán el litoral de Asia Menor, en las estepas en que se habían detenido antes de su llegada
crecerán en dirección al Mediterráneo occidental y hacia el a. Grecia. La prehistoria del dios Poseidón muestra que, an-
Mar Negro y llegarán a constituir el mundo griego tal como tes de reinar sobre el mar, un Poseidón equino (fJjí}pos o HJ.p-
lo conocemos en la edad histórica. Hayan descendido de los pi.os) asociaba en el espíritu de los primeros helenos, como
Balcanes o llegado de las estepas de la Rusia meridional, esos ocurría también con otros pueblos indoeuropeos, el tema del
antepasados del hombre griego pertenecen a pueblos indoeu- caballo a todo un complejo mítico: caballo-elemento líqui-
ropeos, ya diferenciados por su idioma y que hablan un dia- do; caballo-aguas subterráneas, mundo infernal, fecundidad;
lecto griego arcaico. Su aparición en las playas del Medite- caballo-viento, huracán, nube. tempestad...2
rráneo no constituye un fenómeno aislado. Un empuje El lugar, la importancia, el prestigio del caballo en una so-
paralelo se manifiesta por la misma época al otro lado del ciedad, dependen en gran medida de su utilización para fi-
mar, con la llegada de los hititas indoeuropeos al Asia Me- nes militares. I.os primeros documentos griegos que nos ilus-
nor y su expansión a través de la planicie anatolia. Sobre el tran a este respecto datan del siglo xvi: en estelas funerarias
litoral, en Tróade, la continuidad cultural y étnica que se ha- descubiertas en el círculo de tumbas en fosas de Micenas
bía conservado durante cerca de un milenio, desde la Troya (1580-1500), escenas de batalla o de carrera representan a un
1 hasta la Troya V (comienzo de Troya 1: entre 3000 y 2600), guerrero de pie en su carro, que llevan al galope dos caba-
se ha roto súbitamente. El pueblo que edifica la noya VI llos. En esta época hace ya mucho tiempo que los minios,
(1900), ciudad principesca, más rica y poderosa que nunca, estrechamente mezclados con la población local de origen
es pariente próximo de los minios de Grecia. Elabora la mis- asiático, están establecidos en la Grecia continental, donde
ma cerámica gris, torneada y cocida en hornos cerrados, que
se difunde por la Grecia continental, las islas jonias. Tesalia 2. C[. F. ScHNCHE"EXER, Poseidon und die Ents{ehung des Griechis-
y Calci'dica. c*cn GÓÍícrg/awbens, Berna, 1948.
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30 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

la vida urbana ha comenzado a desarrollarse al pie de las for- de Pélope, antepasado de la dinastía de los atridas, reyes de
talezas que son residencia de los jefes. Han entrado en con- Micenas.
tacto con la Creta minoica, en pleno auge tras la renovación
Enomao, reina de Pisa, en la Élida. Tiene una hija, Hipodamia.
que siguiera a la reconstrucción de los palacios destruidos por
primera vez hacia 1700. Creta les ha revelado un modo de vida Quien quiera.casarse con ella, tendrá que ganársela a su padre en
una carrera de caballos. I.a derrota significará la muerte. Se han pre-
y de pensamiento enteramente nuevo para ellos. Se ha inicia-
sentado muchos pretendientes. Todos ellos han sido derrotados por
do ya esa cretización progresiva del mundo micénico que cul-
el rey, cuyos caballos son invencibles, y sus cabezas decoran los mu-
minará, después de 1450, en una civilización palatina común
ros del palacio. Con la ayuda de Hipodamia, Pélope soborna a Mir-
a las islas y a la Grecia continental. Pero el carro de guerra,
tilo, el auriga del rey, y obtiene su complicidad: el carro de Eno-
el carro ligero tirado por dos caballos, no podría ser un aporte mao, cuyo eje ha sido estropeado, se rompe en plena carrera. Pélope
cretense. En la isla el caballo no aparece antes del Minoico triunfa así en la prueba del carro, y, en una sola victoria, gana a
reciente I (1580-1450). Si ha habido préstamo, los minoicos la doncella domadora de caballos y alcanza la soberanía real. En
serían más bien los deudores en este terreno. Por el contra- cuanto a Mirtilo, auriga demasiado hábil y demasiado emprende-
rio, los carros acusan todavía las analogías entre el mundo dor, Pélope se desembarazará de él en el momento oportuno. Los
micénico o aqueo, en vías de edificarse, y el reino de los hiti- dioses lo convertirán en la constelación del Auriga, que brilla en el
tas, que adopta hacia el siglo xvi esta táctica de combate, to- cielo nocturno.
mándola de sus vecinos del este, los hurritas de Mitanni, po- Este relato de habilitación para la realeza coloca la prueba del ca-
blación no indoeuropea, pero que reconocía la soberani'a de rro bajo el patrocinio de Poseidón, el antiguo dios-caballo, que apa-
uha dinastía indoirania. A los pueblos familiarizados ya con rece, en esta fase de la civilización micénica, no ya en su aspecto
la cría del caballo, la carretería hubo de plantearles nuevos pastoril, sino como un señor del carro, guerrero y aristocrático. En
efecto, es el altar de Poseidón en Corinto (un Poseidón Hippios y
problemas de selección y adiestramiento. Un eco de esto se
Damaios), el que, elegido para señalar el término de la carrera, con-
encuentra en el tratado de hipología redactado por un tal
sagra al vencedor a su llegada. Por otra parte, Pélope está estrecha-
Kikkuli, del país de Mitanni, y que fue traducido al hitita.
mente asociado en su leyenda a Poseidón. El joven, después de la
En las relaciones que se establecieron a principios del si-
prueba de iniciación en que muere despedazado y cocido en el cal-
g1o Xiv entre ]os hititas y los que ellos llaman los achaiwoi dero de su padre, renace e inmediatamente es «raptado» por Posei-
(los aqueos o micenios), tuvieron parte las preocupaciones dón. El dios hace de él su «copero», según una práctica cuyo ar-
de orden ecuestre. I.os archivos reales hititas de Hatussa, caísmo se ha conservado en las sociedades guerreras de Creta y que
entre otras naciones de la Ahhiyawa (la Acaya), consignan Estrabón nos la da a conocer tomándola de Éforo:3 El rapto 'está
la residencia de pri'ncipes aqueos, entre ellos Tawagalawas sometido a un protocolo riguroso, con regalos ofrecidos por el rap-
(¿Etéocles?), llegados a la corte para perfeccionarse allí en tor, cuya vida va a compartir el adolescente durante un ietiro de dos
la conducción del carro. ¿Habrá que relacionar con el nom-
bre del rey hitita Mursilis el del auriga de Enomao, Mirti~ 3. ESTRABÓN, X, 483, c; cf. Louis GERNET, «Droit et prédroit en Gréce
lo? De éste se conoce el papel que representó en la leyenda ancienne», £'Ámc'€ Soci.o/ogi.gwc,1951, pp. 389 y ss.
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EL CUADRO HISTÓRICO
32 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

en Tróade sobre todo, con la cual las relaciones fueron es-


meses. En el momento de su liberación el joven recibe un conjunto
trechas y, por último, sobre la costa meridional, en Cilicia
de obsequios reglamentarios: su equipo bélico, un buey y una copa.
A Pélope le ofrece Poseidón también el regalo que simboliza los po- y en Panfilia. También a principios del siglo xiv los mice-
deres que adquirió en su trato con el dios: un carro.
nios se instalan por la fuerza en Chipre y construyen en En-
komi una fortaleza semejante a las de Argólida. De allí pa-
san a la costa de Siria, vía de tránsito hacia la Mesopotamia
La técnica del carro, que exige un aprendizaje difi'cil, de-
y hacia Egipto. En Ugarit, que hace comercio de cobre con
bió reforzar la especialización de la función guerrera, rasgo
Chipre, una colonia cretense, en el siglo Xv influyó en la cul-
característico de la organización social y de la mentalidad de
tura y hasta en la arquitectura de la ciudad. En el siglo si-
los pueblos indoeuropeos. Por otra parte, la necesidad de dis-
guiente cede el puesto a una población micénica suficiente-
poner de una reserva numerosa de carros a fin de concen-
mente bien equipada como para ocupar un barrio de la
trarlos en el campo de batalla, supone un Estado centraliza-
ciudad. En la misma época, Alalakh, a orillas del Orontes,
do, suficientemente extendido y poderoso, en que los aurigas,
cualesquiera que sean sus privilegios, estén sometidos a um puerto del Éufrates y de la Mesopotamia, pasa a ser un cen-
tro aqueo importante. Más al sur, los aqueos penetran hasta
autoridad única.
Fenicia, en Biblos, y Palestina. En toda esta región se elabo-
Tal debió ser, en efecto, la fuerza militar del reino micéni-
ra una civilización común chipromicénica, en que los elemen-
co que, desde 1450 -lo sabemos desde el desciframiento de
tos minoicos, micénicos y asiáticos se funden íntimamente,
la escritura lineal 8- pudo dominar Creta, establecerse en el
y que dispone de una escritura derivada, como el silabario
palacio de Cnosos y ocuparlo hasta su destrucción final,
micénico, de la lineal A. Egipto, que había sostenido, espe-
el incendio de 1400, provocado tal vez por una sublevación
cialmente a lo largo del siglo xv, un comercio ininterrumpi-
indígena. La expansión micénica, que se prolongó desde el
do con los cretenses, se abre a los micenios, a quienes acoge
siglo xiv hasta el siglo xii, lleva a los aqueos a apoderarse,
libremente entre 1400 y 1340. Allí también los kc/ÍÍ.ow, los cre-
en el Mediterráneo oriental, de las paradas de postas de los
tenses, son poco a poco eliminados en beneficio de sus riva-
cretenses, a quienes en mayor o menor medida reemplazan
les; Creta ya no desempeña, como en el período anterior, el
por todas partes, con ciertos desplazamientos en el tiempo
según los lugares. Desde h aurora del siglo xiv colonizan a papel de intermediario entre Egipto y el continente griego.
Tal vez hay una colonia micénica en El-Amarna cuando Ame-
Rodas. Tal vez haya que situar en esta isla, al abrigo de los
notep IV, conocido por el nombre de Akhenatón, se estable-
ataques del continente, el reino de Ahhiyawa, cuyo monarca
ce allí entre 1380 y 1350, abandonando la antigua capital de
es tratado por el rey hitita con las consideraciones debidas
Tebas.
a un igual. Desde Rodas el rey de Acaya podía controlar los
Así pues, en todas las regiones adonde los ha conducido
distintos puntos de la costa anatólica en que sus hombres se
su espíritu aventurero, 1os micenios aparecen estrechamente
habían establecido y habían fundado colonias. La presencia
asociados a las grandes civilizaciones del Mediterráneo orien-
aquea está testimoniada en Mileto (la Milawunda o Milawa-
tal, integradas en ese mundo del Cercano Oriente que, pese
ta hitita), en Colofón, en Claros, más al norte de Lesbos,
34 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

a su diversidad, constituye un conjunto por la amplitud de


sus contactos, intercambios y comunicaciones.

BIBLIOGRAFÍA
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va York, 1956.

El desciframiento de las tablillas en lineal 8 ha resuelto cier-


tas cuestiones planteadas por la arqueología y ha suscitado
otras nuevas. A los problemas ordinarios de interpretación
se agregan dificultades de lectura, ya que la lineal 8, deriva-
da de una escritura silábica no creada para representar el grie-
go. expresa muy imperfectamente los sonidos del dialecto
hablado por los micenios. Por otra parte, el número de do-
cumentos que poseemos es reducido todavía: no se dispone
de verdaderos archivos, sino de algunos inventarios anuales
escritos sobre ladrillos crudos, que indudablemente habrían
sido borrados para volver a utilizarlos si el incendio de los
palacios, al cocérlos, no los hubiera conservado. Un solo ejem-
plo bastará para demostrar las lagunas de núestra informa-
ción y las precauciones que se imponen. La palabra te-re-ta,
que aparece frecuentemente en los textos, ha recibido no me-
nos de cuatro interpretaciones: sacerdote, hombre del servi-
cio feudal; barón, hombre del damos obligado a prestacio-
nes, sirviente. Por lo tanto, no se puede tener la pretensión
de dar el esquema de la organización social micénica. Sin em-
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LA MONARQUÍA MICÉNICA

36 ms oRÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGo


bio,asícomolaproduccióndelosbienes.Porintermediodel
bargo, aún las más opuestas interpretaciones concuerdan en palacio,que,enelcentrodelaredejerceelcontroldeldoble
algunospuntosquequisiéramosdestacaryquesepuedencon- circuito de prestaciones y pagos, circulan y se intercambian
siderar suficientemente establecidos en el estado actual de losproductos,lostrabajos,losservicios,igualmentecodifi-
nuestras fuentes. cadosycontabilizados,ligandoentresílosdistintoselemen-
La vida social aparece centrada en torno del palacio, Cuya tos del país.
función es religiosa, política, militar. administrativa y eco- Esterégimensehapodidodenominarmonarquíaburocrá-
nómicaalavez.Enestesistemadeeconomíaquesedenomi- tica.Eltérmino,quetieneresonanciasdemasiadomodemas,
napalatina,elreyconcentrayreúneensupersonatodoslos subrayaunodelosaspectosdelsistema,puessulógicalolle-
elementos del poder, todos los aspectos de la soberanía. Por vaauncontrolcadavezmásriguroso,cadavezmásamplio,
intermedio de sus escribas, que constituyen una clase profe- hastadetallesquehoynospareceninsignificantes.Selodebe
sionalenraizadaenlatradición,mercedaunajerarquíacom- comparar con los grandes Estados fluviales del Cercano
plejadedignatariosdepalacioydeinspectoresreales,elrey Oriente,cuyaorganizaciónpareceresponder,enpartealme-
controlayreglamentaminuciosamentetodoslossectoresde nos,alanecesidaddecoordinarenunavastaescaladetra-
lavidaeconómica,todoslosdominiosdelaactividadsocial. bajosdedesecamiento,irrigaciónyconservacióndecanales
indispensables para la vida agrícola. ¿hs reinos micénicos
hsescribascontabilizanensusarchivosloconcernientealgana- tuvieronqueresolverproblemasanálogos?Efectivamente,el
doyalaagricultura,latenenciadelastierras,evaluadasenmedi- desecamientodellagoCopaísseemprendióenlaépocami-
das de cereales (monto de los tributos o raciones de semillas) -los cénica.Pero,¿quéocurrióconlasplaniciesdeArgólida,Me-
distintosoficiosespecializados,conlasasignacionesdemateriaspri-
seniayAtica?Noparecequelasnecesidadestécnicasdelapro-
mas y los encargos de productos elaborados~, la mano de obra,
disponibleuocupada-1osesclavos,hombres,mujeresyniños,los vechamiento del suelo según un plan de conjunto hayan
delosparticularesylosdelrey-,lascontribucionesdetodaíndole podidosuscitarofavorecerenGreciaunacentralizaciónadmi-
impuestasporelpalacioalosindividuosyalascolectividades,los nistrativaavanzada.LaeconomíaruraldelaGreciaantigua
bienesyaentregados,losquequedanporpercibir-laslevasdehom- aparecedispersadaenlaescaladelaaldea;lacoordinación
bres en ciertas poblaciones, a fin de equipar de remeros los navíos
de los trabajos no va más allá del grupo de los vecinos.
reales-, la composición, los comandos, el movimiento de las uni-
dades militares. los sacriricios a los dioses, 1as tasas previstas para Nosóloeneldominiodelaagriculturasedistingueelmun-
las ofrendas, etc. domicénicodelascivilizacionesfluvialesdelCercanoOrienü
Aunreconociendolafuncióndelpalaciocomoejedelavida
En una economía de esta clase no parece haber lugar para social, L. R. Palmer ha señalado claramente los rasgos que
el comercio privado. Si existen términos que significan ad- vinculan a la sociedad micénica con el mundo indoeuropeo.
quirir o céder, no se encuentra testimonio de forma alguna Laanalogíaesimpresionantesobretodoconloshititas,quie-
de pago en oro o en plata o de una equivalencia establecida nes,aunorientalizándose,hanconservadociertasinstitucio~
entre mercancías y metales preciosos. Aparentemente, la ad- nes características ligadas a su organización militar. Alrede-
ministración real reglamentaba la distribución y el intercam-
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LA MONARQUÍA MICÉNICA

38 I.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO


misiónqueunealosdistintosdignatariosdelpalacioconel
dordelrey,lagranfamiliahititaagrupalospersonajesmás rey:éstosnosonfuncionariosalserviciodelEstadosinoser-
vidores del rey, encargados de manifestar. dondequiera que
próximosalsoberano.Sondignatariosdelpalacio,cuyostí-
tulosdestacansuselevadasfuncionesadministrativasperoque suconfianzaloshayacolocado,aquelpoderabsolutodeman-
ejercen también coriandos militares. Junto con los comba- doqueseencarhaenelmonarca.Secompruebatambién,den-
tientesqueestánbajosusórdenes,formanelp¢nkmasam- trodelcuadrodelaeconomíapalatina,juntoaunadivisión
bleaquerepresentaalacomunidadhitita,esdecirqueagru- a menudo muy detallada de las tareas y a una especializa-
ciónfuncionalconunaverdaderacataratadevigilantesysu-
Pa el conjunto de los guerreros con exclusión del resto del
pueblo,segúnelesquemaquecontrapone,enlassociedades pervigilantes,ciertafluctuaciónenlasatribucionesadminis-
indoeuropeas,elguerreroa|hombredelaáldea,pastoroagri- trativas, que se superponen unas a otras, ejerciendo cada
Cultor.Enestanoblezaguerrera.constituidaenclasesepara- representantedelrewpordelegaciónyensupropionivel,una
da y, por lo menos en lo que a los más grandes concierne, autoridadcuyoprincipiocubresinlímitestodoelcampode
alimentada en sus feudos por paisanos afincados en las tie- la vida social.
rras,sereclutanlosaurigas,fuerzaprincipaldelejércitohiti- Elproblemanoestá,pues,enoponerelconcepwdemo-
ta. La institución del pankw puede haber dispuesto, en Su narquíaburocráticaaldemonarquíafeudal,sinoenseñalar,
origen, de poderes ampiios: la monarquía habría comenza- pordetrásdeloselementoscomunesalconjuntodelasso-
doporserelectiva;posteriormente,afindeevitarlascrisis ciedades de economía palatina, los rasgos que definen más
de sucesión, se habría sustraído a la asamblea de los guerre- precisamenteelcasomicénicoyquetalvezexpliquenporqué
ros la ratificación del nuevo rey; finalmente, el panM del estetipodesoberaníanosobrevivióenGreciaalacaídade
las dinastías aqueas.
quesehablaporúltimavezenunaproclamadelreyTelepino
definesdelsigloxvi,habríacaídoendesuso;lamonarquía En esta perspectiva resulta frustífero el parangón con los
hititaSehabríaaproximadoasíalmodelodelasmonarquías hititas, porque destaca en todo su relieve las diferencias que
absolutas orientales, apoyándose menos en una clase de no- separanalmundomicénicodelacivilizaciónpalatinadeCreta
blescuyosserviciosmiiitaresfundabansusprerrogativasPo- quelehaservidodemodelo.Elcontrasteentreesasdosmo-
líticas,queenunajerarquíadeadministradoresdirectamen- narquías se plasma en la arquitectura de sus palacios.2 I+os
te dependientes del rey.[ deCreta,dédalosdehabitaci.onesdispuestasenaparentede-
Elejemplohititahasidoinvocadoporloseruditosqueopo- sorden en derredor de un patio central, están edificados en
nenalainterpretación«burocrática»delamonarquíamicé- elmismoplanoquelatierracircundante,sobrelaqueseabren
nica un esquema de rasgos «feudales». En realidad, ambas sindefensapormediodeampliascallesqueterminanenel
expresionesparecenserigualmenteinadecuadasy,ensumis-
maoposición,anacrónicas.Enefecto,entodoslosbeldaños 2. J. D. S. PENDLEBURy, A ^andóook, fo % fw# o/ Minos. Knosos
delaadministraciónpalatinahayunvínculopersonaldesu- wjMWdepe#denci.es,Londres,1954;GEORGEE.MVLONAs,Anm"Myce-
nac, Londres, 1957.

1. Cf. 0. R. GORNE¥, rhe Hjw# Londres, 1952.


40 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO LA MONARQUÍA MICÉNICA 41

palacio. La mansión micénica, con el megaron y la sala del quema de la corte y del palacio micénicos. En la cima de la
trono en el centro, es una fortaleza rodeada de muros, una organización social, el rey lleva el título de wa-na-ka, a'nar.
guarida de jefes, que domina y vigila el llano que se extiende Su autoridad parece ejercerse en todos los niveles de la vida
a sus pies. Construida para resistir un asedio, esta fortaleza militar: es el palacio el que reglamenta los comandos de ar-
resguarda, junto a la residencia principesca y sus dependen- mas, el equipamiento de los carros, las levas, la subordina-
cias, las casas de los familiares del rey, jefes militares y dig- ción, composición y movimiento de las unidades. Pero la com-
natarios palatinos. Su función militar parece. sobre todo, de- petencia del rey no queda limitada ni al dominio de la guerra
fensiva: preserva el tesoro real, en el cual, junto con las ni al de la cconomía. El ¢'nax gobierna también la vida reli-
reservas normalmente controladas, acumuladas y repartidas giosa: ordena con precisión su calendario, vela por la obser-
vancia del ritual y la celebración de las fiestas en honor de
por el palacio dentro del cuadro de la economía del país, se
acumulan bienes preciosos de otra clase. Se trata de produc- los distintos dioses. Fija los sacrificios, las oblaciones vege-
tos de una industria suntuaria: sortijas, copas, trípodes, cal- tales, las tasas de las ofrendas exigibles a.cada cual según su
deros, piezas de orfebrería, armas artísticamente trabajadas, categoría. Cabe pensar que si el poderío real se ejerce asi' en
lingotes de metal, tapices, telas bordadas. Símbolos de poder todos los dominios, es porque el soberano, como tal, se en-
e instrumentos de prestigio personal expresan en la riqueza cuentra especialmente en relación con el mundo religioso, aso-
un aspecto propiamente regio. Constituyen la materia de un ciado a una clase sacerdotal que se presenta numerosa y po-
comercio generoso que desborda ampliamente las fronteras tente.4 En apoyo de esta hipótesis, nótese que en Grecia se
del reino. Objeto de dádivas y contradádivas, sellan alianzas ha perpetuado, hasta dentro del cuadro mismo de la ciudad,
matrimoniales y políticas, crean obligaciones de servicio, re- el recuerdo de una función religiosa de los reyes, y que ese
compensan a los vasallos, establecen, hasta en países lejanos, recuerdo ha sobrevivido bajo una forma mi'tica, la del rey di-
vínculos de hospitalidad; son también objeto de competición vino, mágico, señor del tiempo, dispensador de la fertilidad.
A la leyenda cretense de Minos, que se somete cada nueve
y de conflicto: como se los recibe de regalo, se los conquista
también armas en mano; se organiza una expedición guerre- años en la caverna del lda a la prueba que tiene que renovar,
ra o se destruye una ciudad para apoderarse del tesoro. Fi- mediante un contacto directo con Zeus, su poder real,5 res-
nalmente, se prestan, más que otras formas de riqueza, a una ponde en Esparta la ordali'a que cada nueve años imponen
apropiación individual que podrá perpetuarse más allá de la los éforos a sus dos reyes, escrutando el cielo en el secreto
muerte: colocadas al lado del cadáver como «pertenencias» de la noche, para leer en él si los soberanos no habrán come-
del difunto, lo seguirán a su tumba.3 tido tal vez alguna falta que los descalifique para el ejercicio
de la función real. Piénsese también en el rey hitita, que aban-
El testimonio de las tablillas nos permite precisar este es-
4. Cf. M. LEJEUNE, «Prétres et prétesses dans les documents myceniens»,
3. Cf. la oposición de los ÁÍíémaía, bienes adquiridos por el individuo y
en Hommage á Georges Dumézil, Latomus, 4S. pp. lz9-139.
de los cuales tiene él la libre disposición -en particular su parte de botín-,
5. Odí.sca, XIX. 179.
y de los pa/róo, bienes adscriptos al grupo familiar, que son inalienables.
LA MONARQUI'A MICÉNICA 43
42 l.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

fructo, parece haber implicado, como contrapartida, servi-


dona en plena campaña la conducción de sus ejércitos si sus cios y prestaciones múltiples. Es a menudo difícil resolver si
obligaciones religiosas le exigen retornar a la capital para rea- un término tiene una significación puramente técnica (tierra
lizar en ella, en la fecha prefijada, los ritos a su cargo. inculta, tierras privadas con propietarios, a diferencia de las
Al lado del wa-na-ka, el segundo personaje del reino, el la- tierras de labranti'o, tierra de mayor o menor dimensión), o
wa-ge-tas, representa al jefe del /ao's, propiamente el pueblo si designa un ordenamiento social. Sin embargo, se perfila
en armas, el grupo de los guerreros. I.os e-qe-ta, Aepe/aj (cf. claramente una oposición entre dos tipos de tenencia de las
el homérico Ac/a!!+oi), los compañeros que llevan como uni- tierras que designan las dos formas diferentes que puede te-
forme un manto de modelo especial, son, como la gran fa~ ner una ko-to-na, un lote o porción de tierra. Las ki-ti-me-na
milia hitita, dignatarios del palacio que constituyen el séqui- ko-to-na son tierras privadas con propietarios, a diferencia
to del rey, al mismo tiempo que jefes puestos al frente de una de las ke-ke-me-na ko-to-na, adscriptas al damos, tierras co-
ok*a, dé una unidad militar, u oficiales que aseguran las reL munales de los demas aldeanos, propiedades colectivas del
laciones de la corte con los comandos locales. Tal vez corres-
grupo rural, cultivadas según el sistema del ope#~/Í.c/d y que
pondan igualmente al /ao's los te-re-ta, fe/esfa'ri., si se admite tal vez son objeto de una redistribución periódica. También
con Palmer que se trata de hombres del servicio feudal, de sobre este punto L. R. Palmer ha señalado una semejanza
barones feudales. Tres de ellos serían, según una tablilla sugestiva con el código hitita, que distingue, asimismo, dos
de Pilos, personajes tan importantes como para poseer un Íe'- formas de tenencia del suelo. La del hombre del servicio feu-
me#os, privilegio del wa-na-ka y del la-wa-ge-tas.6 EI Íe'me- dal, el guerrero, depende directamente del palacio y retorna
#os designa en la epopeya, en la cual es el único de todos los a éste cuando se interrumpe el servicio. Por el contrario, los
términos del vocabulario micénico relativo a bienes raíces que «hombres de las herramientas», esto es los artesanos, dispo-
se ha mantenido, una tierra, de labranti'o o vitícola, ofreci- nen de una tierra llamada «de la aldea» que la colectividad
da, con los campesinos que la ocupan, al rey, a los dioses o rural les concede durante un tiempo y que recupera cuando
a algún personaje importante, en recompensa de sus servi- ellos se van.8 Recuérdense también los hechos indios que dan
cios excepcionales o de sus hazañas bélicas.
prueba de una estructura análoga. Al vaicya, el agricultor (vic,
La tenencia del suelo se presenta como un sistema comple-
jo, que hace más oscura aún la ambigüedad de muchas ex-
presiones.7 I,a plena posesión de una tierra, asi' como su usu- sar en qué formas se la realizaba. Cabe pensar, por otra parte, que en lo
que concierne a la tierra comunal del damos, las tablillas no mencionan
más que las enajenaciones que se han hecho de ella, a título transitorio o
6. La interpretación de esta tablilla es discutida. Otros documentos pare- definitivo. ¿Había, finalmente, aparte del darmos y de los esclavos, una po-
cen, por el contrario, asociar estrechamente los te-re-ta al cJamos. Se trata- blación servil adscripta a la tierra? No podríamos decirlo.
ría, entonces, de campesinos sometidos a prestaciones. 8. Cf. la interpretación. propuesta por PALMER, del término griego de-
7. La complejidad del régimen territorial se advierte en el vocabulario, mi.#rgo's: no «el que trabaja para el público», sino «el que cultiva una tierra
sumamente diferenciado, muchos de cuyos términos continúan oscuros. Se de la población»; c.on/m cf. KENTARÓ MURAKAWA, «Demiurgos», en fJÍ.sÍo-
discute acerca del sentido de palabras como ka-ma. ko-to-no-o-ko, wo-wo, rj.a, 6, 1957, pp. 385-415.
o-na-to. Este último término designa una locación, sin que se pueda preci-
LA MONARQul'A MICÉNICA 45
44 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIEN10 GRIEGO

cf. latín v;.cws. griego oi.kos, grupo de casas), es decir al hom- de los Ancianos, la ke-ro-si-ja Gero«sÍ'a), confirma esta rela-
bre de la aldea, se opone el ksatrya, el guerrero (de ksatram:
tiva autonomía de la comunidad aldeana. En esta asamblea
intervienen, sin duda, los jefes de las casas más poderosas.-I.os
poder, posesión), el hombre de la posesión individual, como
el barón micénico es el hombre de la ki-ti-me-na ko-to-na, simples villanos, hombres del daímos en sentido propio, que
de la tierra de propiedad individual, en contraposición a la provecn de peonaje al ejército y que, para adop.tar la fórmula
tierra comunal de la aldea. En consecuencia, las dos formas
homérica, no cuentan más en el consejo que en la guerra, son,
diferentes de tenencia del suelo responderían en la sociedad en el mejor de los casos, espectadores, escuchan en silencio
micénica, a una polaridad más fundamental: frente al pala- a los que tienen título para hablar y no expresan sus senti-
cio, a la corte, a todos los que de él dependen, ya directa- mientQs más que con un rumor de aprobación o descontento.
mente, ya en cuanto a la tenencia de suS feudos, se entrevé Otro personaje, el ko-re-te, asociado al basJ./c'ws, aparece
un mundo rural, organizado en villorrios con vida propia. como una suerte de prefecto de la aldea. Cabría preguntarse
Esos «demos» aldeanos disponen de una parte de las tierras si esta dualidad de direcciones en el nivel local no correspon-
en las cuales se asientan; reglamentan, de conformidad con
de a la que hemos comprobado en el cuadro del palacio: como
las tradiciones y las jerarquías locales, los problemas que plan- el a'nax, el bosi./c'ws tendría prerrogativas principalmente reli-
tean, en su nivel, los trabajos agrícolas, las actividades pas- giosas (piénsese en los pAy/o¿¢sJ./e'J.s de la Grecia clásica); el
toriles y las relaciones de vecindad. Es en ese cuadro provin- ko-re-te, como el la-wa-ge-tas, ejercería una función militar.
cial donde aparece, inesperadamente, el personaje que lleva Habría que relacionar el término con koj+os, tropa arma-
el título que normalmente hubiésemos traducido por rey. el da; tendría el sentido del ko'i.rtmos homérico, casi sinónimo
de *cgcmon, pero que, asociado a b¢s;./c'ws, parece indicar,
pa-si-re-u, el basi./e'ws homérico. No es precisamente el rey en
su palacio. sino un simple señor, dueño de un dominio rural si no una oposición, por lo menos una popularidad, una di-
ferencia de planos. Por lo demás, el llamado Klumenos, ko-
y vasallo del a'na:r. Este vínculó de vasallaje, en un sistema
de economía en que todo está contabilizado, reviste también re-te de la aldea de I-te-re-wa dependiente del palacio de Pi-
la forma de una responsabilidad administrativa: vemos al 0¢- los, figura en otra tablilla como comandante de una unidad
sÍ./e'wsquevigilaladistribucióndelasasignacionesenbronce militar; una tercera le da el calificativo de mo-ro-pa (moj+o-
destinada a los herreros que, en su territorio, trabajan para pas), poseedor de una moira, de un lote de tierra."
el palacio. Y, naturalmente, él mismo contribuye, con otros Por incompleta que sea nuestra información. parece posi-
ricos señores del lugar, según una cuota debidamente fijada. ble extraer de ella algunas conclusiones generales referentes
a esos suministros de metal.9 Junto al basí./e'ws, un Consejo a los rasgos característicos de las monarquías micénicas.

10. MABTIN S. RuipÉREz. «KO-RE-TE et PO-RO-KO-RO-TE-RE, Remar-


9. La asimilación del pa-si-reu al ÓasJ./e'w5 ha sido recientemente discuti-
da. Según PALMER, se trataría de un oficial provincial que controlaba los ques sur l'organisation militaire mycénicnne», en É/«de§ Myce'n/.cnncs. Ác-
tes du Coiloque lnternational sur les textes mycéniens, pp. 10S-lw., contiíL:.
equipos de metalúrgicos que trabajaban para el palacio. Cf. L. R, PALM£R,
J. TAiLLARDAT, «Notules mycéniennes. Mycénien Ke-re-te et homérique, en
«Linear 8 texts of economic interest», Sem Phi./o/ogJ.ca Acni.poníam, 7-8.
Revue des Études grecques, ]3. 1960, pp. 1-5.
196,, pp. 1-12.
LA MONARQUíA MICÉNICA 47
46 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENllo GRIEGO

1. Ante todo, su aspecto belicoso. El a'#ox se apoya en una tenida dentro de grupos estrictamente cerrados. A los reyes
aristocracia guerrera, los aurigas, sometidos a su autoridad, micénicos, aquellos centros especializados de escribas creten-
ses les suministraron, al mismo tiempo que las técnicas, los
pero que constituyen, dentro del cuerpo social y de la orga-
nización militar del reino, un grupo privilegiado, con su or- esquemas para la administración de sus palacios.

ganización particular, su modo de vida propio.


2. Las comunidades rurales no están, respecto del palacio, Para los monarcas de Grecia, el sistema palatino represen-
en una dependencia tan absoluta que no puedan subsistir sin taba un notable instrumento de poder. Daba la posibilidad
él. Suprimido el control real, el c7amos continuaría trabajan- de establecer un control riguroso del Estado sobre un exten-
do las mismas tierras con las mismas técnicas. Como en el so territorio. Absorbía y les permitía acumular toda la rique-
za del país y concentraba, bajo una dirección única, recursos
pasado, pero en un marco en adelante ya puramente aldea-
no, tendri'a que alimentar a los reyes y a los ricos señores del y fuerzas militares importantes. Posibilitaba también las gran-
lugar por medio de entregas, obsequios y prestaciones más des aventuras en países lejanos, para establecerse en tierras
o menos obligatorias. nuevas o para ir a buscar, allende los mares, el metal y los
3. La organización del palacio, con su personal adminis- productos que faltaban en el continente griego. Se advierte
trativo, sus técnicas de contabilidad y de control, su regla- una estrecha relación entre el sistema de economía palatina,
mentación estricta de la vida económica y social, presenta un la expansión micénica a través del Mediterráneo y el desarro-
carácter de imitación. Todo el sistema reposa sobre el empleo llo en Grecia misma, junto a la vida agrícola, de una artesa-
de la escritura y la constitución de archivos. Son los escribas ni'a ya muy especializada, oiganizada en gremios según el mo-
crete.nses, pasados al servicio de las dinasti'as micénicas, quie- delo oriental.
nes, transformando la escritura lineal usada en el palacio de h invasión dórica destruye todo este conjunto. Rompe, por
Cnosos (lineal A) a fin de adaptarla al dialecto de los nuevos muchos siglos, los vínculos de Grecia con Oriente para con-
señores (lineal 8), les han aportado los medios de implantar vertirse en una barrera. Aislado, replegado sobre sí mismo,
en la Grecia continental los métodos administrativos propios el continente griego retorna a una forma de economía pura-
de la economía palatina. La extraordinaria fijeza del idio- mente agrícola. El mundo homérico no conoce ya una divi-
ma de las tablil]as a través del tiempo (más de 150 años sepa- sión del trabajo comparable a la del mundo micénico ni el
ran las fechas de los documentos de Cnosos y de Pilos)[] y empleo en una escala tan vasta de la mano de obra servil.
del espacio (Cnosos, Pilos, Micenas, pero también Tirinto, Desconoce las múltiples corporaciones de «hombres de las
Tebas, Orcómeno), muestra que se trata de una tradición man- herramientas», agrupadas en las cercanías del palacio o si-
tuadas en las aldeas para ejecutar allí las órdenes reales. AI
caer el imperio micénico, el sistema palatino se derrumba por
11. Si se acepta, en cuanto a los documentos de CNosos, la datación de entero; jamás volverá a levantarse. El término a'nax desapa-
A. J. EVANs. Sobre la controversia que han planteado a este propósito L. rece del vocabulario propiamente político. Lo reemplaza, en
R. PALMER y S. HooD, cf. J RAisoN, «Une controverse sur la chronologie
criossienne», en Bull de l'Ass. Guillaume Budé, 196\, pp. 30S-319.
su empleo técnico, para designar la función real, la palabra
LA MONARQUÍA MICÉNICA 49
48 Ijos oRi'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGo

S. RuipÉREz, «Mycenaean land-division and livestock grazing», en MÍ.nos,


basi./e'ws, cuyo valor estrictamente local hemos visto y que, 5, pp. 174-207; G. THOMsoN, «On greek land tenure», en Síwdí.cs Jioóí.n-
más que a una persona única que concentre en sí todas las son, 11, pp. 840-857; E. WiLL, «Aux origines du régime foncier grec», en
Rcvwc dcs É/wdes Anci.cnnes, 59. 1957, pp. 5-50.
formas del poder, designa, empleada en plural, una catego-
ría de grandes que se sitúan, tanto unos como otros. en la
cúspide de la jerarqui'a social. Suprimido el reinado del a#'ax,
no .se encuentran huellas ya de un control organizado por el
rey, de un aparato administrativo, ni de una clase de escri-
bas. h escritura misma desaparece, como arrastrada por el
derrumbe de los palacios. Cuando los griegos vuelven a des-
cubrirla, a fines del siglo ix, tomándola esta vez de los feni-
cios, no será sólo una escritura de otro tipo,. fonética, sino
producto de una civilización radicalmente distinta: no la es-
pecialidad de una clase de escribas, sino el elemento de una
cultura común. Su significación social y psicológica se habrá
transformado -podríamos decir invertido-: la escritura no
tendrá ya por objeto la creación de archivos para uso del rey
en el secreto de un palacio, sino que responderá en adelante
a una función de publicidad; va a permitir divulgar, colocar
por igual ante los ojos de todos, los diversos aspectos de la
vida social y política.

BIBLIOGRAFI'A

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128-141 (con una répiica de L. R. PALMER, ibíd.. 11,1958, pp. 87-96); M.
CAPÍTUIO 111
LA CRISIS DE LA SOBERANIA

I.a caída del poderío micénico y la expansión de los dorios


en el Peloponeso, en Creta y hasta en Rodas, inauguran una
nucva edad de la civilización griega. La metalurgia del hierro
sucede a la del bronce. I~a incineración de los cadáveres reem-
plaza en amplia medida a la práctica de la inhumación. La
cerámica se transforma profundísimamente: abandona las es-
cenas de vida animal y vegetal y adopta la decoración geo-
métrica. División neta de las partes de la vasija, reducción
de las formas a modelos claros y simples, obediencia a prin-
cipios de aridez y de rigor que excluyen los elementos místi-
cos de tradición egea: tales son los rasgos del nuevo estilo geo-
métrico. T. 8. L. Webster llega a hablar, incluso, a este
respecto, de una verdadera revolución: ] en este arte despoja-
do, reducido a lo esencial, reconoce una actitud del espi'ritu
que, en su opinión, caracteriza por igual las demás innova-
ciones del mismo peri'odo: los hombres han tomado concien-
cia ya de un pasado separado del presente, diferente de él (la

1. T. 8. L. WEBSTER, fmm M}icemac Ío JJomei Londres,.1958.


LA CRISIS DE LA SOBERANIA 53
52 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0

nas y, de la otra, una aristocracia guerrera, cuyas familias más


Edad del Bronce, edad de los héroes, contrasta con los tiem-
rlobles conservan por igual, como privilegio del geno§, cier-
pos nuevos, vaciados en hierro); el mundo de los muertos se
tos monopolios religiosos. Entre esas fuerzas opuestas, que
ha alejado. Se ha separado, del mundo de los vivos (la crema-
ción ha roto el nexo del cadáver con la tierra); se interpone pone en libertad el hundimiento del sistema palatino y que en
ocasiones van a enfrentarse con violencia, la búsqueda de un
una distancia infranqueable entre los hombres y los dioses
equilibrio, de un acuerdo, hará nacer, en un período de tur-
(la personalidad del Rey divino ha desaparecido). Así, en mu-
bulencias, la reflexión moral y las especulaciones políticas que
chos terrenos, una delimitación más rigurosa de los distintos
definirán una primera forma de «sabiduría» humana. Esta
planosdelorealprepamlaobradeHomero,delapoesíaépica
sopftJ'a aparece desde el alborear del siglo Vii; va unida a una
que, en el seno mismo de la religión, tiende a descartar el
misterio. pléyade de personajes bastante extraños, a quienes aureola
una gloria casi legendaria y que Grecia no cesará de celebrar
En este capítulo quisiéramos destacar sobre todo el alcan-
como sus primeros, como sus verdaderos «Sabios». No tiene
ce de las transformaciones sociales que más directamente han
repercutido sobre los esquemas del pensamiento. El primer por objeto el universo de la pAy§i.s sino el mundo de los hom-
bres: qué elementos lo componen, qué fuerzas 1o dividen y
testimonio de tales transformaciones es el de la lengua. De
lo enfrentan consigo mismo, cómo armonizarlas, unificarlas,
Micenas a Homero, el vocabulario de los títulos, de los gra-
dos, de las funciones civiles y militares, de la tenencia del sue- para que de su conflicto nazca el orden humano de la ciu-
dad. Esta sabiduría será el fruto de una larga historia, dificil
lo, desaparece casi por entero. I.os pocos términos que sub-
sisten, como basí./c'ws o Íe'mcnos, no conservan ya, una vez y llena de altibajos, en la cual intervendrán factores múlti-
destruido el antiguo sistema, exactamente el mismo valor. ples, pero que, desde sus comienzos, se ha desviado de la con-
cepción micénica del Soberano para orientarse por otro ca-
¿Quiere ello decir que no hay entre el mundo micénico y el
mino. I.os problemas del poder, de sus fuerzas, de sus
mundo homérico ninguna continuidad, ninguna comparación
componentes, se han planteado de pronto en términos nuevos.
posible? Así se ha pretendido.2 Sin embargo, el cuadro de un
En efecto, no basta decir que a lo largo de ese peri'odo la
pequeño reino como ltaca, con su basí./e'ws, su asamblea, sus
monarquía se ve despojada en Grecia de sus privilegios y que,
nobles turbulentos, su demos silencioso en segundo plano,
aun allí donde todavía subsiste, cede de hecho el puesto a un
prolonga y aclara, evidentemente, ciertos aspectos de la mo-
estado aristocrático; hay que agregar que esa basJ7eJ.o no era
narquía micénica. Cierto es que son aspectos provinciales que
ya la monarquía micénica. El rey no sólo ha cambiado de
quedan al margen del palacio. Pero precisamente la desapa-
nombre; ha cambiado también de naturaleza. Ni en Grecia
rición del a'na* parece haber dejado subsistir en forma simul-
ni en Jonia, adonde ha ido a establecerse una nueva ola de
tánea las dos fuerzas sociales con las cuales había tenido que
colonos que huían de la invasión dórica, se encuentran hue-
transigir su poder: de una parte, las comunidades aldea-
llas de un poderi'o real del tipo micénico. Aun suponiendo
que la Liga jónica del siglo vi prolongara en la forma de un
2. Cf. especialmente M. 1. FiNLEv, «Homer and Mycenae" Property and
agrupamiento de ciudades-estados independientes, una orga-
tenure», en HÍ.síori.a, 1957, pp. 138-159.
54 LOS ORI'GENES I)EL PENSAMIENTO GRIEGO LA CRISIS DE LA SOBERANI'A 55

nización más antigua en la cual los reyes locales reconocie- co, que adopta forma de magistratura, tiene una contrapar-
ran la soberanía de una dinasti'a que reinaba en Éfeso,3 se tida: la búrsí7eí.a se ve relegada a un sector especi'ficamente re-
trataría de una supremacía análoga a la que Agamenón ejer- ligioso. El basj./c'ws no es ya aquel personaje casi divino cuyo
ce en la lli'ada sobre reyes que son sus pares y cuya depen- poder se manifestaba en todos los planos; su cargo se limita
dencia se limita al ámbito de una campaña hecha en común al ejercicio de ciertas funciones sacerdotales.
bajo su dirección. Distinto es, evidentemente, el predominio la imagen del rey, dueño y señor de todo poder, se reem-
que impone en todo momento, sobre todas las personas, las plaza por la idea de funciones sociales especializadas, dife-
actividades y las cosas, el a'nax micénico por intermedio del rentes unas de otras y cuyo ajuste plantea difíciles problemas
palacio. de equilibrio. Las leyendas reales de Atenas son significati-
En lo que se refiere a Atenas, único punto de Grecia en vas a este respecto. Ellas i]ustran un tema muy diferente del
que la continuidad con la época micénica no se ha roto brus- que se encuentra en muchos de los mitos indoeuropeos de so-
camente, el testimonio de Aristóteles, apoyado en la tradi- berani'a.5 Para poner un ejemplo caracteri'stico, las leyendas
ción de los atidógrafos, nos presenta las etapas de lo que po- reales escitas, relatadas por Heródoto, muestran en el sobe-
dri'amos denominar el estallido de la soberanía.4 La rano un personaje que se sitúa fuera y por encima de las dis-
presencia, al lado del rey, del polemarca, como jefe de los ejér- tintas clases funcionales de que se compone la sociedad; pues-
citos, separa ya del sobcrano la función militar. La institu- to que las representa todas, puesto que todas ellas encuentran
ción del arcontado, que Aristóteles sitúa en tiempos de los igualmente en él el origen de las`virtudes que las definen, él
codridas -es decir, en el momento en que se embarcan para no pertenece ya a ninguna.6 El rey es el único que posee si-
Jonia los aqueos de Pilos y los del Peloponeso refugiados en multáneamente las tres clases de objetos de oro -la copa de
el Ática-, marca una ruptura más decisiva. Es la noción mis- libaciones, el hacha de armas y el arado (reja y yugo)-, que
ma de arrkAc' -de mando- la que se separa de la bas/7eí.a. simbolizan las tres categori'as sociales (sacerdote, guerreros,
conquista su independencia y va a definir el dominio de una agricultores) en que están distribuidos los escitas. Las activi-
realidad propiamente poli'tica. Elegidos al principio por diez
años, después los arcontes son renovados cada año. El siste-
ma de la elección, aunque conserva o trasunta ciertos rasgos 5. Sobre los problemas de la soberanía en el nivel humano, sobre las rela-
ciones del rey con las distintas clases y la asamblea del grupo social, léanse
de procedimiento religioso, implica una concepción nueva del las observaciones de GEORGEs DUMÉziL, «Religion indo-européenne. Exa-
poder: la arkAe' es delegada de año en año, en virtud de una men de quelques critiques récentes», en Revue de l'Histoire des religions.
decisión humana, de una elección, que supone enfrentamiento 152. 1957. pp. 8-30.
6. HERói)oTo, IV, 5-6, cf. E. BENVENisTE, «Haditions indo-iranien-nes sur
y discusión. Esta delimitación más estricta del poder políti- les classes socials», /owrna/ as'J.aíJ.qwe, 230, 1938, pp. 529-549; G. DUMÉziL,
L'ideologie tripariie des lndo-européens, B"selas,19S8, pp. 9-10., «l:es trciLs
3. C[. MicHA,EL SA,K.ELLA.RIOU, ln migraíion grecque en lonie, A\enaLs,
`trésors des ancétTes' dans l'epopée Na,rte», Revue de l'histoire des religions,
1958. 157. ]960, pp. 141-154. Se encontrará en la leyenda regia de Orcomeno un
4. ARisTúrELES, Consí;.Í#cÍ.o'n dc A/cwas, 111, 2-4; cf. CHESTER G. STARR, tema análogo: cf. F. ViAN, «I.a triade des rois d'Orchoméne: Eteoclés, Phleg-
«The decline of the early greek Kings», en fí/.s./orí.a, 10,1961, pp.129-138. yas, Minyas», en Hommage á G. Dwme'zi./, pp. 215-224.
LA CRISIS DE LA SOBERANÍA 57
56 l.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRiEGo

Erecteo, la línea de los quecrópidas, Egeo (que dividirá a su


dades humanas que se contraponen en la sociedad se hallan vez la arkAc' en cuatro, guardando para sí todo el Knúfos); un
integradas y unidas en la persona del soberano. Las leyendas
principio vinculado al suelo y a sus virtudes: Ctonia. Pándo-
de Atenas describen un proceso inverso: una crisis de suce- ro (a quien hay que relacionar con Pandora); un principio de
sión que, en lugar de arreglarse mediante la victoria de uno
poder mágico, personificado por la diosa Metis, esposa de
de los pretendientes sobre los demás y la concentración de Zeus, y que interesa más especialmente a las artes del fuego,
toda la arkAe' en sus manos, lleva a una división de la sobera-
puesta bajo la protección de Hefesto y de Atena, dioses de
nía, al apropiarse cada uno de ellos exclusivamente de uno la me/i.s, patronos de los artesanos. Se siente uno tentado de
de los aspectos del poder, dejando los demás a sus herma- relacionar estos cuatro principios con las cuatro tribus jóni-
nos. No se pone ya el acento en un personaje único que do- cas que pueden haber tenido -y los griegos se lo atribuye-
mina la vida social sino en una multiplicidad de funciones ron explícitamente- valor funcional.8
que, contraponiéndose unas a otras, necesitan de una distri- 1,o que el mito sugiere mediante el relato de un conflicto
bución y una delimitación recíprocas. entre hermanos, la historia y la teoría política 1o expondrán,
A la muerte de Pandión, sus dos hijos se reparten la he- a su vez, en forma sistemática, presentando el cuerpo social
rencia paterna. Erecteo recibe la bagJ7%; Butes, esposo de Cto- como un compuesto integrado por elementos heterogéneos,
nia, hija de su hcrmano, toma la AJ.erios);ne: el sacerdocio. I.a dc partes -mo'J+oJ. o me're- separadas, de clases en funcio-
basi7ci.a de Erecteo radica en el poderío bélico: Erecteo es un nes que se excluyen recíprocamente, pero cuya mezcla y fu-
combatiente, el inventor del carro, muerto en plena batalla. sión. sin embargo, debe realizarse.9
Esta primera división no basta para reglamentar el problema Desaparecido el ¢'#aLr, que, por la virtud de un poder más
dinástico. Erecteo deja, a su vez, tres hijos: Quécrope, Me-
que humano, unificaba y ordenaba los distintos elementos del
tión y Pándoro. A partir de los dos mayores, fundadores de reino, surgen nuevos problemas: ¿cómo puede nacer el orden
estirpes rivales, el conflicto por el trono salta de generación del conflicto entre grupos rivales, del enfrentamiento de las
en generación hasta Egeo, sin interrumpir, por lo demás, un
prerrogativas y de las funciones opuestas?; ¿cómo puede una
circuito regular de intercambios matrimoniales entre las dos vida común apoyarse en elementos dispares?; o -para adop-
ramas familiares. Según lo ha demostrado H Jeanmaire, la tar la fórmula misma de los órficos-, ¿cómo, en el plano
lucha de los quecrópidas y los metiónidas expresa la tensión,
en el seno mismo de la ZJasJ7eJ.a, de dos aspectos opuestos.7 8. Las cuatro tribus jonias llevan las dcnominaciones siguientes: fJo'pc-
Si se sitúa este episodio en el conjunto del relato sucesorio, /es, ,4Üadcs, Gc/éoníes, A Í.gJ.koréJ.s, que H. JEANMAiRE interpreta respecti-
se comprueba que la crisis dinástica descubre cuatro princi- vamente, como los artcsanos, los agricultores, la clase real (con función reli-
-NrLs¿¿N,
giosa) y losCrilts, myths,
guerreros oracles
(Cowroi. cÍ and poli[lc in
c.ownéíe§, ancient
Lila, Greeff,.
1939). ConíraLJ+nd,
cf. M..19Sl,
P.
pios concurrentes en la soberanía: un principio específicamen-
te religioso, con Butes; un principio de fuerza guerrera, con App. 1: «The lonian Phylae»; cf. también G. DUMÉziL, «Métiers et classes
fonctionnelles chez divers peuples indo-européens, en A nna/cs. Jkonomi.cs,
Societés, civilisations, 1958, pp. 116-124.
7. H. JEANMAiRE, «Ia naissance d'Athéna et la royauté magique de 9. En particular, ARisTórrELES, Po/J'Íj.ca, 11, 1261 a.
Zeus», en Revw arc#éo/ogJ.qwc, 48, 1956, pp. 12-40.
J-
58 LOS ORI.GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO LA CRISIS DE LA S0BERANI'A 59

social, puede surgir lo uno de lo múltiple y lo múltiple de lo entre familias, constituye en sí una suerte de ago'n. un com-
uno?'O bate codificado y reglamentado, en el cual se enfrentan gru-
Poder de conflicto-poder de unión, cr¿.s-p¢/j'ar: estas dos en- pos, una prueba de fuerza entre gcnc, comparable a la que
tidades divinas, opuestas y complementarias, señalan como disputan los atletas en las carreras de los juegos. Y la políti-
los dos polos de la vida social en el mundo aristocrático que ca, a su vez, adopta también forma de ago'n: una justa orato-
sucede a las antiguas monarqui'as. La exaltación de los valo- ria, un combate de argumentos, cuyo teatro es el ú'rgonz, pla-
res de lucha, de concurrencia, de rivalidad. se asocia al senti- za pública lugar de reuniones, antes de ser un mercado." Los
miento de pertenencia a una sola y misma comunidad, a una que se enfrentan con palabras, los que contraponen discur-
exigencia de unidad y de unificación sociales. El espi'ritu de sos, forman en esta sociedad jerarquizada un grupo de igua-
ago'n, que anima a los gene§ nobiliarios, se manifiesta en to- les. Como Hesi'odo lo hará notar, toda rivalidad, toda crí.s,
dos los terrenos. En la guerra, antes que nada: la técnica del supone relaciones de igualdad: la concurrencia no puede darse
carro ha desaparecido, con todo lo que ella implicaba de cen- jamás si no es entre iguales.'2 Este espíritu igualitario, en el
tralización política y administrativa; pero el caballo no ase- seno mismo de una concepción agonística de la vida social,
gura menos a su poseedor una calificación guerrera excep- es uno de los rasgos que caracterizan la mentalidad de la aris-
cional; los Ai.ppe'i.s. 1os A/.ppobo/és, definen una elite militar tocracia guerrera de Grecia y contribuye a dar a la noción
y, a la vez, una aristocracia terrateniente, ya que la imagen del poder un nuevo contenido. La arrkÁe' no podi'a ser ya la
del caballero asocia el valor en el combate, el lustre del naci- propiedad exclusiva de un individuo cualquiera; el Estado es,
miento, la riqueza en bienes raíces y la participación de dere- precisamente, el que se ha despojado de todo carácter priva-
cho en la vida poli'tica. Después, en el plano religioso: cada do, particular; el que, escapando a la incumbencia de los genc,
gc#os' se afirma dueño de ciertos ritos, poseedor de fórmu- aparece ya entonces como asunto de todos.
las, de relatos secretos, de símbolos divinos especialmente efi- Las expresiones que utiliza el griego en este respecto son
caces, que le confieren poderes y ti'tulos de mando. Todo el notables: dirá que ciertas deliberaciones, ciertas decisiones,
dominio del «prederecho», en fin, que gobierna las relaciones deben ser planteadas cs Ío ko/.no'n,. que los antiguos privile-
gios del rey, que la ¢r*#c' misma, han sido puestos cs /o me-
son, en el medio, en el centro. El recurso de una imagen es-
10. V. EHRENBERG comprueba que hay, en el núcleo de la concepción grie-
ga de la sociedad, una contradicción fundamental: el Estado es uno y ho- pacial para expresar la conciencia de un grupo humano
mogéneo; el grupo humano está formado de partes mútiples y heterogéneas. adquiere de si' mismo, el sentimiento de su existencia como
Esta contradicción se mantiene implícita, no formulada. porque los gricgos
unidad política, no tiene simple valor comparativo. Refleja
no distinguieron claramente nunca entre estado y sociedad, entre plano po-
lítico y plano social. De ahl la dificultad, por no decir la confusión, de Aris-
tóteles cuando trata de la unidad y de la pluralidad de la po/i.s (V. EHREN- 11. El término perpetúa el recuerdo de la asamblea de los guerreros, del
BERG, r*c gmck síaí€, Oxford, 1960, p. 89). Vivida implícitamente en la /aos reunido en formación militar. Entre la antigua asamblea guerrera, la
práctica social, esta problemática de lo uno y de lo múltiple, que se mani- asamblea de los ciudadanos en los estados oligárquicos y la Ecc/cjíí.a demo-
fiesta igualmente en ciertas corrientes religiosas, se formulará en todo su ri- crática se advierte como una li'nea continua.
gor al nivel del pensamiento filosófico. \2. HEstoDo, Los trabajos y los di'as, 2S-26.
60 I.OS ORIGENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0

el advenimiento de un espacio social enteramente nuevo. Efec-


tivamente, las construcciones urbanas no están agrupadas
como antiguamente en derredor de un palacio real, cercado
de fortificaciones. La ciudad está ahora centrada en el a'go-
nú, espacio común, sede de la ¢c§Íj'a koJ.ne', espacio público
en el que se debaten los problemas de interés general. Es la
CAPITUI0 IV
ciudad misma la que se rodea de murallas, para proteger y
EL UNIVERS0 ESPIRITUAL DE LA «POLIS»
delimitar en su totalidad el grupo humano que la constituye.
Alli' donde se alzaba la ciudadela real -residencia privada,
privilegiada-, edifica ella templos, que abre al culto públi-
co. Sobre las ruinas del palacio, en esa Acrópolis que consa-
grará en adelante a sus dioses, es la comunidad como tal la
que se proyecta a si' misma en el plano de lo sagrado, así como,
en el plano profano, se realiza a sí misma en la amplitud del
ar'gort7. Este cuadro urbano define, de hecho, un espacio men- La aparición de la po/* constituye, en la historia del pen-
tal; descubre un nuevo horizonte espiritual. Desde que la ciu- samiento griego, un acontecimiento decisivo. Sin duda, tan-
dad se centra en la plaza pública, es ya, en el pleno sentido to en el plano intelectual como en el terreno de las institucio-
del término, una po//.s. nes, sólo al final llegará a sus últimas consecuencias; lapo/Ás
conocerá múltiples etapas y formas variadas. Sin embargo,
desde su advenimiento, que se puede situar entre los siglos
viii y vii, marca un comienzo, una verdadera creación; por
ella, la vida social y las relaciones entre los hombres adquie-
ren una forma nueva, cuya originalidad sentirán plenamente
los griegos.!
El sistema de la po/Í.s implica, ante todo, una extraordina-
ria preeminencia de la palabra sobre todos los otros instru-
mentos del poder. Llega a ser la herramienta política por ex-
celencia, la llave de toda autoridad en el Estado, el medio de
mando y de dominación sobre los demás. Este poder de la

1. Cf. V. EHRENBERG, «When did the Polis risc?», en Jowrm/ o/Hc//c-


ni.c síwdi.cs. 57, 1937, pp. 147-159; «Origins of democracy». en frí.síori.a, 1,
1950, pp. 519-548.
62 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0 EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 63

palabra -del cual los griegos harán una divinidad: PeJ.ÍAo, vida social. Hasta se puede decir que la po/J.s existe única-
la fuerza de persuasión- recuerda la eficacia de las expre- menteenlamedidaenquesehaseparadoundominiopúbli-
siones y las fórmulas en ciertos rituales religiosos o el valor co, en los dos sentidos, diferentes pero solidarios, del térmi-
atribuido a los «dichos» del rey cuando soberanamente pro- no: un sector de interés común en contraposición a los asuntos
nuncia la /AcmJ.s; sin embargo, en realidad se trata de algo privados; prácticas abiertas, establecidas a plena luz del día,
enteramente distinto. La palabra no es ya el término ritual, encontraposiciónalosprocedimientossecretos.Estaexigencia
la fórmula justa, sino el debate contradictorio, la discusión, de publicidad lleva a confiscar progresivamente en benefi-
la argumentación. Supone un público al cual se dirige como cio del grupo y a colocar ante la mirada de todos, el conjun-
a un juez que decide en última instancia, levantando la.mano todelasconductas,delosprocedimientos.delosconocimien-
entre las dos decisiones que se le presentan; es esta elección tos,queconstituíanoriginariamenteelprivilegioexclusivodel
puramente humana lo que mide la fuerza de persuasión res- basJ./e'ws, o de los ge" detentadores de la ¢rkAc'. Este doble
pectiva de los dos discursos, asegurando a uno de los orado- movimiento de democratización y de divulgación tendrá de-
res la victoria sobre su adversario. cisivas consecuencias en el plano intelectual. La cultura grie-
Todas las cuestiones de interés general que el soberano te- ga se constituye abriendo a un círculo cada vez mayor -y
ni'a por funcíón reglamentar y que definen el campo de la ar*- finalmente al demo5 en su totalidad- el acceso a un mundo
Áe: están ahora sometidas al arte oratorio y deberán zanjarse espiritual reservado en los comienzos a una aristocracia de
al término de un debate; es preciso, pues, que se las pueda carácterguerreroysacerdotal(laepopeyahoméricaesunpri-
formular en discursos, plasmarlas como demostraciones an- mer ejemplo de este proceso: una poesi'a cortesana, que se
titéticas y argumentaciones opuestas. Entre la poli'tica y el /o- cantaantesquenadaenlassalasdelospalacios,despuéssale
gos hay, asi', una realización estrecha, una trabazón reci'pro- deellos,seamplíaysetransformaenpoesíadefestival).Pero
ca. El arte poli'tico es, en lo esencial, un ejercicio del lenguaje; esta ampliación implica una transformación profunda. AI
y el /ogof, en su origen, adquiere conciencia de si' mismo, de convertirse en elementos de una cultura común, los conoci-
sus reglas, de su eficacia, a través de su función poli'tica. His- mientos, los valores, las técnicas mentales, son llevadas a la
tóricamente, son la retórica y la sofi'stica las que, mediante plaza pública y sometidos a cri'tica y controversia. No se los
el análisis que llevan a cabo de las formas del discurso como conserva ya, como garantías de poder, en el secreto de las tra-
instrumento de victoria en las luchas de la asamblea y del tri- diciones familiares; su publicación dará lugar a exégesis, a in-
bunal, abren el camino a las investigaciones de Aristóteles y terpretaciones diversas, a contraposiciones, a debates apasio-
definen, al lado de una técnica de la persuasión, las reglas nados. En adelante, la discusión, la argumentación, la
de la demostración; sientan una lógica de lo verdadero, pro- polémica,pasanaserlasreglasdeljuegointelectual,asícomo
pia del saber teórico, frente a la lógica de lo verosi'mil o de deljuegopolítico.Lasupervisiónconstantedelacomunidad
lo probable, que preside los azarosos debates de la práctica. seejercesobrelascreacionesdelespíritulomismoquesobre
Un segundo rasgo de la po/Í.s es el carácter de plena publi- las magistraturas del Estado. La ley de la fJo/js, en contrapo-
cidad que se da a las manifestaciones más importantes de la sición al poder absoluto del monarca, exige que las unas y

EHEH
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 65
64 U)S ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

las otras sean igualmente sometidas a «rendiciones de cuen- de la .Ciudad, la di.ke' actuaba todavía en dos planos, como
tas», e'wd)Jna/.. No se imponen ya por la fuerza de un presti- dividida entre el cielo y la tierra: para el pequeño cultivador
gio personal o religioso; tienen que demostrar su rectitud me- beocio,ladJ.kées,aquíabajo,unadecisióndehechoquede-
diante proccdimientos de orden dialéctico. pende del arbitrio de los reyes, «devoradores de dones»; en
La palabra constituía. dentro del cuadro de la ciudad, el el cielo es una divinidad soberana pero remota e inaccesible.
instrumento de la vida política; la escritura suministrará, en Por el contrario, en virtud de la publicidad que le confiere
el plano propiamente intelectual, el medio de una cultura co- laescritura,lad¡.ke',sindejardeaparecercomounválorideal,
mún y permitirá una divulgación completa de los conocimien- podráencarnarseenunplanopropiamentehumano,realizán-
tos anteriormente reservados o prohibidos. Tomada de los fe- dose en la ley. regla común a todos pero superior a todos,
nicios y modificada para una transcripción más precisa de norma racional, sometida a discusión y modificable por de-
los fonemas griegos, la escritura podrá cumplir con esta fun- creto pero que expresa un orden concebido como sagrado.
ción de publicidad porque ha llegado a ser, casi con el mis- Cuando los individuos. a su vez, deciden hacer público su
mo derecho que la lengua hablada, el bien común de todos saber mediante la escritura, sea en forma de libro, como los
los ciudadanos. Las inscripciones más antiguas en alfabeto que Anaximandro y Ferécides serían los primeros en haber
griego que conocemos muestran que, desde el siglo Viii, no escrito o como el que Heráclito depositó en el templo de Ar-
se trata ya de un saber especializado, reservado a unos escri- temisaenÉfeso,seaenformadepanfípegma,inscripciónmo-
bas, sino una técnica de amplio uso, libremente difundida en numentalenpiedra,análogaalasquelaciudadhacíagrabar
el público.2 Junto a la recitación memorizada de textos de ennombredesusmagistradosodesussacerdotes(losciuda-
Homero o de Hesíodo -que continúa siendo tradicional-, danosparticularesinscribíanenellasobservacionesastronó-
la escritura constituirá el elemento fundamental de la paj.dci.¢ micas o tablas cronológicas), su ambición no es la de dar a
griega. conocer a otros un descubrimiento o una opinión persona-
Se comprende así el alcance de una reivindicación que sur- les; quieren, al depositar su mensaje es fo meso#, hacer de
gió desde el nacimiento de la ciudad: la redacción de las le- él el bien común de la ciudad. una norma susceptible, como
yes. Al escribirlas no se hace más que asegurarles permanen- la ley, de imponerse a todos.3 Una vez divulgada, su sabidu-
cia y fijeza; se las sustrae a la autoridad privada de los bas/./éÁs, ría adquiere una consistencia y una objetividad nuevas: se
cuya función era la de «decir» el derecho; se transforman en constituye a sí misma como verdad. No se trata ya de un se-
bien común, en regla general, susceptible de ser aplicada por creto religoso, reservado a unos cuantos elegidos, favoreci-
igual a todos. En el mundo de Hesíodo, anterior al régimen dosporunagraciadivina.Ciertoesquelaverdaddelsabio,
como el secreto religioso, es revelación de lo esencial. descu-
brimiento de una realidad superior que sobrepasa en mucho
2. ]oHN FOFts"KE. Greece before Homer, Ancient chronology and al común de los hombres; pero al confiarla a la escritura, se
m)//^o/og)/, I.ondres, 1956, pp. 18 y ss.; cf. también las observaciones de CL.
PREAux, «Du linéaire 8 créto-mycenien aux ostraca grecs d'Egypte», en
Chronique d'Egypte, 34, 19S9, pp. ]9-8S. 3. DióGENEs LAERc`io. 1, 43. carta dc Tales a Ferécidas.
66 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 67

la arranca del ci'rculo cerrado de las sectas, exponiéndola a tos secretos, las fórmulas ocultas, se despojan de su misterio
plena luz ante las miradas de la ciudad entera; esto significa y de su poder religioso, para convertirse en las «verdades» que
reconocer que ella es, de derecho, accesible a todos, admitir debatirán los Sabios.
que se la someta, como en el debate poli'tico, al juicio de to- Sin embargo, no es sin dificultad ni sin resistencia que la
dos, con la esperanza de que en definitiva será aceptada y re- vida social se ha entregado asi' a una publicidad completa.
conocida por todos. El proceso de divulgación se realiza por etapas; en todos los
Esta transformación de un saber secreto de tipo esotérico terrenos encuentra obstáculos que limitan sus progresos. In-
en un cuerpo de verdades divulgadas públicamente, tiene su cluso en el plano poli'tico, ciertas prácticas de gobierno se-
paralelo en otro sector de la vida social. I.os antiguos sacer- creto conservan en pleno período clásico una forma de po-
docios pertenecían en propiedad a ciertos gene' y señalaban der que opera por vi'as misteriosas y medios sobrenaturales.
su familiarización especial con una potencia divina; cuando El régimen de Esparta ofrece los mejores ejemplos de tales
se constituye la po/Í.s, ésta los confisca en su provecho y hace procedimientos secretos. Pero la utilización, como técnicas
de ellas los cultos oficiales de la ciudad. La protección que de gobierno, de santuarios secretos, de oráculos privados, ex-
la divinidad reservaba antiguamente a sus favoritos va a ejer- clusivamente reservados a ciertos magistrados o de coleccio-
cerse, en adelante, en beneficio de la comunidad entera. Pero nes adivinatorias no divulgadas que se apropian ciertos diri-
quien dice culto de ciudad dice culto público. Todos los anti- gentes. está también testimoniada en otras partes. Además,
guos sacnt7, signos de investidura, si'mbolos religiosos, blaso- muchas ciudades cifran su salvación en la posesión de reli-
nes, ;ro'ana de madera, celosamente conservados como talis- quias secretas: osamentas de héroes, cuya tumba, ignorada
manes de poder en el secreto de los palacios o en el fondo del público, no debe ser conocida, bajo pena de arruinar al
de las casas sacerdotales, emigrarán hacia el templo, residen- Estado, más que por los únicos magistrados calificados para
cia abierta, residencia pública. En este espacio impersonal, recibir, al tomar posesión del cargo, tan peligrosa revelación.
vuelto hacia afuera, y que proyecta ahora hacia el exterior El valor poli'tico atribuido a dichos talismanes secretos no es
el decorado de sus frisos esculpidos, los antiguos ídolos se una simple supervivencia del pasado. Responde a necesida-
transforman a su vez: pierden, junto con su carácter secreto, des sociales definidas. ¿La salvación de la ciudad no pone
su virtud de símbolos eficaces; se convierten en «imágenes», necesariamente en juego fuerzas que escapan al cálculo de
sin otra función ritual que la de ser vistos, sin otra realidad la razón humana, elementos que no es posible apreciar en un
religiosa que su apariencia. De la gran estatua cultural aloja- debate ni prever al término de una deliberación? Esa inter-
da en el temp]o para manifestar en él al dios, se podri'a decir vención de un poder sobrenatural cuyo papel es finalmente
que todo su «esse» consiste desde este momento en un «per- decisivo -la providencia de Heródoto, la /);kAe de Tuci'-
cipi». I.os sacrtz, cargados antiguamente de una fuerza peli- dides-, debe tomarse muy en cuenta, reconociendo su parte
grosa y sustrai'dos a la mirada del público, se convierten bajo en la economía de los factores políticos. Ahora bien, el culto
la mirada de la ciudad en un espectáculo, en una «enseñanza público de las divinidades oli'mpicas no puede responder más
sobre los dioses», como bajo la mirada de la ciudad los rela- que en parte a esa función. Se refiere a un mundo divino de-
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 69
68 LOS ORfGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

vilegiosinaccesiblesalcomún.Pero,contrariamentealasini-
masiado general y también demasiado lejano; define un or- ciaciones antiguas a que se sometía a los jóvenes guerreros,
den de lo sagrado que se opone precisamente. como lo AJ.enós a los kowroi., y que les conferían una habilitación para el po-
a lo ^osí.os, al dominio profano en que se sitúa la adminis- der,lasnuevasagrupacionessecretasestaránenadelantecon-
tración de la ciudad. La laicización de todo un plano de la finadas a un terreno puramente religioso. Dentro del cuadro
vidapolíticatienecomocontrapartidaunareligiónoficialque de la ciudad, la iniciación no puede aportar más que una
ha establecido sus distancias en relación con los asuntos hu- transfomación «espiritual», sin incidencia en lo político. Ijos
manos y que ya no está tan directamente comprometida en elegidos, los epopfés, son puros, santos; emparentados con
las vicisitudes de la a!rk*e'. Sin embargo, cualesquiera que sean lo divino, están ciertamente consagrados a un destino excep-
la lucidez de los jefes políticos y la sabiduría de los ciudada- cional. pero que ellos conocerán en el más allá. La promo-
nos, las decisiones de la asamblea se refieren a un futuro que ción de que han sido objeto pertenece a otro mundo.
continúa siendo fundamentalmente opaco y que la inteligen- A todos cuantos deseen conocer la iniciación, el misterio
cia no puede captar completamente. Por lo tanto, es esencial lesofrece,sinrestriccióndenacimientonidecategoría,lapro-
poder dominarlo en la medida de lo posible, con otros recur- mesa de una inmortalidad bienaventurada que en su origen
sos que pongan en juego no ya medios humanos, sino la efi- era privilegio exclusivamente real; divulga, en el círculo más
cacia del rito. El «racionalismo» político que preside las ins- amplio de los iniciados, los secretos religiosos que antigua-
tituciones de la ciudad se opone, sin duda, a los antiguos mente pertenecían como propiedad a familias sacerdotales,
procedimientos religiosos de gobierno. pero sin excluirlos, no comolosKe'r);kesolosEwmo'/pJ.des.Pero,apesardeestade-
obstante, radicalmente.4 mocratización de un privilegio religioso, el misterio en nin-
Por lo demás, en el terreno de la religión se desarrollan,
gúnmomentosecolocaenunaperspectivadepublicidad.Por
al margen de la ciudad y paralelamente al culto público, aso- el contrario, lo que lo define como misterio es la pretensión
ciaciones basadas en el secreto. Las sectas, cofradías y miste- de alcanzar una verdad inasequible por' las vías normales y
rios son grupos cerrados, jerarquizados, que implican esca-
que no podría en modo alguno ser «expuesta», obtener una
las y grados. Organizados sobre el modelo de las sociedades revelación tan excepcional que abre el acceso a una vida reli-
de iniciación, su función es la de seleccionar, a través de una
giosa desconocida en el culto del Estado y que reserva a los
serie de pruebas, una minoría de elegidos que gozarán de pri- iniciados una suerte sin paralelo posible con la condición or-
dinaria del ciudadano. El secreto adquiere de este modo, en
4. Piénsese en la importancia de la adivinación en la vida política de los
contraste con la publicidad del culto oficial, una significa-
griegos. Más generalmente, obsérvese que toda magistratura conserva un ca-
rácter sagrado. Pero lo mismo ocurre a este respecto en lo político y en lo ciónreligiosaparticular:defineunareligióndesalvaciónper-
jurídico. Ios procedimientos religiosos, que en su origen tenían valor por sonalqueaspiraatransformaralindividuoconindependen-
si' mismos, sc convierten. dentro del cuadro del derecho, en introductores cia del orden social, a realizar en él una especie de nuevo
de instancias. Asimismo, ritos como el sacrificio y el juramento, a los cuales
quedan sometidos los magistrados cuando toman posesión del cargo, cons-
nacimiento que lo arranque del nivel común y lo haga llegar
tituycn el esquema formal y no ya el resorte interno de la vida política. En a un plano de vida diferente.
este. sentido, hay verdadera secularización.
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 71
70 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

Pero en este terreno, las investigaciones de los primeros Sa- prácticas adivinatorias, los ejercicios espirituales de concen-
tración, de éxtasis, de separación del alma y del cuerpo.
bios iban a continuar las preocupaciones de las sectas hasta
La filosofía se encuentra, al nacer, en una posición ambi-
el punto de confundirse a veces con ellas. Las enseñanzas de
la Sabiduría, como las revelaciones de los misterios. preten- gua: por su marcha y por su inspiración está emparentada
a la vez con las iniciaciones de los misterios y las controver-
den transformar el hombre desde dentro, elevarlo a una con-
sias del ¢'gom,. flota entre el espíritu de secreto, propio de las
dición superior, hacer de él un ser único, casi un dios, un
sectas y la publicidad del debate contradictorio que caracte-
ÍÁej.os arnc'r. Si la ciudad se dirige al Sabio cuando se siente
riza a la actividad política. Según los medios, los momentos,
presa del desorden y la impureza, si le pide la solución para
las tendencias, se la ve, como a la secta pitagórica en la Mag-
sus males, es precisamente porque él se le presenta como un
na Grecia en el siglo Vi, organizarse en cofradía cerrada y re-
ser aparte, excepcional como un hombre divino a quien todo
husarse a entregar a la escritura una doctrina puramente eso-
su género de vida aísla y sitúa al margen de la comunidad.
térica. Así podrá, como lo hará el movimiento de los sofistas,
Recíprocamente, cuando el Sabio se dirige a la ciudad, de pa-
integrarse plenamente en la vida pública, presentarse como
labra o por escrito, es siempre para transmitirle una verdad
unapreparaciónparaelejerciciodelpoderenlaciudadyofre-
que viene de lo alto y que, aun divulgada, no deja de perte-
cerse libremente a cada ciudadano por medio de lecciones pa-
necer a otro mundo, ajeno a la vida ordinaria. La primera
sabiduri'a se constituye así en una suerte de contradicción, en gadas en dinero. Acaso la filosofi'a griega no pudo despren-
derse nunca del todo de esta ambigüedad que marca su origen.
la cual se expresa su naturaleza paradójica: entrega al públi-
El filósofo oscilará siempre entre dos actitudes, titubeará en-
co un saber que ella proclama al mismo tiempo inaccesible
tre dos tentaciones contrarias. Unas veces afirmará que es el
a la mayoría. ¿No tiene por objeto reve]ar lo invisible, hacer
único calificado para dirigir el Estado y, tomando orgullosa-
ver ese mundo de los a'de/a que se oculta tras las apariencias?
mente el puesto del rey divino, pretenderá, en nombre de ese
La sabiduría revela una verdad tan prestigiosa que debe pa-
«saber» que lo eleva por encima de los hombres, reformar
garse al precio de duros esfuerzos y que continúa estando,
toda la vida social y ordenar soberanamente la ciudad. Otras
como la visión de los cpop/e'§, oculta a las miradas del vulgo;
veces se retirará del mundo para replegarse en una sabiduría
aunque expresa el secreto y lo formula con palabras, el co-
mún de las gentes no puede captar su sentido. Lleva el miste- puramente privada; agrupando en derredor de sí a unos cuan-
tos discípulos, querrá instaurar con ellos, en la ciudad, otra
rio a la plaza pública; lo hace objeto de un examen, de un
ciudad al margen de la primera y, renunciando a la vida pú-
estudio, pero sin que deje de ser, sin embargo, un misterio.
blica. buscará su salvación en el conocimiento y en la con-
Los ritos de iniciación tradicionales que protegían `el acceso
templación.
a revelaciones prohibidas, la sopAj'a y la pW/o§opAi'a, los reem-
plazan por otras pruebas: una regla de vida un camino de as-
A los dos aspectos que acabamos de señalar -prestigio de
cesis, una senda de investigación que, junto a las técnicas de
la palabra, desarrollo de las prácticas públicas-, se agrega
discusión y argumentación o de nuevos instrumentos menta-
otro rasgo para caracterizar el universo espiritual de la po/j.s.
les como las matemáticas, siguen manteniendo las antiguas
73
EL UNIVERS0 ESPIRITUAL DE LA «POLIS»
72 LOS ORI`GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

mi'a pudo adquirir a fines del siglo vi una fuerza tan gran-
Los que componen la ciudad, por diferentes que sean en ra-
de,sipudojustificarlareivindicaciónpopulardeunlibreac~
zón de su origen, de su categoría, de su función, aparecen
ceso del de'mos a todas las magistraturas, fue sin duda por-
en cierto modo «similares» los unos a los otros. Esta simili-
tud funda la unidad de la po/j.s, ya que para los griegos sólo quehundíasusraícesenunatradiciónigualitariaantiquísima,
los semejantes pueden éncontrarse mutuamente unidos por porquerespondía,incluso,aciertasactitudespsicológicasde
la aristocracia de los Ai.ppe'i.s. En efecto, fue aquella nobleza
la Pfti./i'a), asociados en una misma comunidad. El vínculo del
militarlaqueestablecióporprimeravez,entrelacalificación
hombre con el hombre adoptará así, dentro del esquema de
la ciudad, la forma de una relación recíproca, reversible, que guerrerayelderechoaparticiparenlosasuntospúblicos,una
equivalencia que no se discutirá ya. En la po/!.s el estado de
reemplazará a las relaciones jerárquicas de sumisión y domi-
soldado coincide con el de ciudadano: quien tiene su puesto
nación. Todos cuantos participen en el Estado serán defini-
en la formación militar de la ciudad. lo tiene asimismo en
dos como Hómoí.o¿ semejantes, y, más adelante en forma más
suorganizaciónpolítica.Ahorabien.desdemediadosdelsi-
abstracta, como Jsoi., iguales. A pesar de todo cuanto los con-
trapone en lo concreto de la vida social, se concibe a los ciu- glo Vii las modificaciones del armamento y una revolución
de la técnica del combate transforman el personaje del gue-
dadanos, en el plano político, como unidades intercambia-
rrero,cambiansupuestoenelordensocialysuesquemapsi-
bles dentro de un sistema cuyo equilibrio es la ley y cuya
cológico.6
norma es ra igualdad. Esta imagen del mundo humano en-
La aparición del hoplita, pesadamente aimado, que com-
contrará en el siglo Vi su expresión rigurosa en un concepto,
batiendo en fila, en formación cerrada, siguiendo el princi-
el de j.sonomJ'¢: igual participación de todos los ciudadanos
en el ejercicio del poder. Pero antes de adquirir ese valor ple- piodelafalange,asestaungolpedecisivoalasprerrogativas
militares de los Ai.ppe'i.s. Todos cuantos pueden costearse su
namente democrático y de inspirar en el plano institucional
equipo de hoplitas -es decir, los pequeños propietarios li-
reformas como las de C/i's/encs, el ideal de i.soHomJ'a pudo
bresqueformaneldemos,comosondeAtenaslosZbwgJ.íes-,
traducir o prolongar aspiraciones comunitarias que remon-
están situados en el mismo plano que los poseedores de ca-
tan mucho más alto, hasta los orígenes mismos de la po/J.s.
ballos. Sin embargo, la democratización de la función mili-
Varios testimonios muestran que los términos de J.sonomJ'a
tar -antiguo privilegio aristocrático- implica una renova-
y de J.socntzíJ'a han servido para definir. dentro de los círculos
ción completa de la ética del guerrero. El héroe homérico, el
aristocráticos, en contraposición al poder absoluto de uno solo
buen conductor de carros, podía sobrevivir aun en la perso-
(la mo#ark#J'a o la /)Jmn#¿'s), un régimen oligárquico en que
na del Ai.ppe'% ya no tiene mucho de común con el hoplita,
la av.kÁe' se reservaba para un pequeño número con exclusión
de la masa, pero era igualmente compartida por todos los
6. Cf. A ANDREws, 7lhe greck f}ir¢nn l.ondres, 1956, c. 3: <flrhe military
miembros de ese selecta minoría.5 Si la exigencia de i.sono-
factor» F. E. ADcocK, 7lhe Gree* and macedoni." M o/ war, Berkcley y
Los Angeles,1957: sobre la fecha dc aparición del hoplita,.cf. P. CouRBiN,
5. Cf. V. EHRENBERG (Orí.gi`ns o/ dcmocntzc}} 1. c.), quien recuerda que
t:u`nrl:=#i::;í:=á`Y*;-tii:éosy"¿Bu"etindecorrespondancehe„éni-
el poema de Armodio y Aristogitón glorifica a estos eupátridas por haber
qwc, 81, 1957, pp. 322-384.
hecho a los atenienses i.sonomows; cf. también TucfDiDEs, 111. 62.
75
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS»

74 LosoRI'GENESDELPENSAMiENmGRiEGo
entrelosespartanos,aAristódamo:elhombrequeformaba
partedelostrescientoslacedemoniosquehabíandefendido
lasTermópilas;sóloélhabíaregresadosanoysalvo;ansioso
delavareloprobioquelosespartanosatribuíanaaquellaSu-
pervivencia,buscóyencontrólamuerteenPlatea,realizan-
doadmirableshazañas.Peronofueélaquienlosespartanos
otorgaron, con el premio al valor, los honores fúnebres tri-
butadosalosmejores;lenegaronlaarj.síei.aporque,comba-
tiendofuriosamente,comounenajenadoporla/}issa,había
abandonado su puesto.7
Esterelatoilustraenformasorprendenteunaactitudpsi-
cológicaquenosemanifiestasóloeneldominiodelague-
rra,sinoque,entodoslosplanosdelavidasocial,acusaun
virajedecisivoenlahistoriadelapoMLlegaunmomento
enquelaciudadrechazalasconductastradicionalesdelaaris-
tocracia tendentes a exaltar el prestigio, a reforzar el poder
de los individuos y de los gene, a elevarlos por encima del
común. Al igual que el furor guerrero y la búsqueda en el
combatedeunagloriapuramenteprivada,secondenantam-
biéncomodesorbitancias,como^yór!.s,delariqueza,ellujo
enelvestir,lasuntuosidadenlosfunerales,lasmanifestacio~
nesexcesivasdedolorencasodedueloyelcomportamiento
muyllamativodelasmujeres.oeldemasiadosegurodesí,
demasiado audaz, de la juventud noble.
Todas estas prácticas son en adelante rechazadas porque
acusanlasdesigualdadessocialesyelsentimientodedistan-
ciaentrelosindividuos,provocanlaenvidia,creandisonan-
cias en el grupo, ponen en peligro su equilibrio. su unidad,
ydividenlaciudadcontrasímisma.Ijoqueahoraseenco-
miaesunidealausterodereservaycontención,unestilode
vida severo, casi ascético, que esfuma entre los ciudadanos
C'-.
ante la ley
ai|a, los nombres de las ciudades y los indivi-
batalla, J,V_ --__ ---- __
7. HERÓDm, IX, 71.
relato de b
semostraronmásValientesenPlatea,dalapa|ma,
duos qu€
77
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS»
76 l.OS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

las diferencias de costumbres y condición a fin de aproximar- reformaquesuprimíalaantiguaoposiciónentreel/¢ósyel


los los unos a los otros y unirlos como a miembros de una de'mosparaconstituiruncuerpodesoldados-ciudadanos,de-
sola familia. finidoscomoho'moJ.oi.,todosloscualesdisponíanenprinci-
En Esparta fue el factor militar el que parece haber repre- piodeunlotedetierra,deunk/eros,exactamenteigualal
sentado, en el advenimiento de la nueva mentalidad, el papel delosdemás.Aestaprimeraformade..somoi.ri'a(talvezhubo
decisivo. La Esparta del siglo Vii no es todavía aquel Estado entoncesunnuevorepartodetierras)hayqueagregarelas-
cuya originalidad provocará entre los demás griegos un asom- pectocomunitariodeunavidasocialqueimponíaatodos
bro con mezcla de admiración. Está por ahora incorporada un mismo régimen de austeridad, que codificaba. por aver-
al movimiento general de la civilización que lleva a las aris- siónallujo.hastalamaneradecómodebíanconstruirselas
tocracias de las distintas ciudades al lujo, haciéndoles desear casasparticularesyqueinstituíalaprácticadelas".#
una vida más refinada y buscar las empresas lucrativas. La ocomidasencomún.alasquecadacualaportabatodoslos
ruptura se produce sobre sí misma, se cuaja en instituciones meses su escote reglamentario de cebada. vino, queso e hi-
que la consagran, enteramente a la guerra. No sólo repudia gos.Hayquehacernotar,finalmente,queelrégimendeEs-
la ostentación de la riqueza, sino que se cierra a todo lo que parta,consudoblemonarquía,laape//¢,lose'pnoroi.ylage-
es intercambio con el extranjero, comercio, artesanía; prohi'- rowsJh logra un «equilibrio» entre elementos sociales que
be el uso de los metales preciosos; después, hasta el de las representan funciones, virtudes o valores opuestos. En ese
monedas de oro y plata; queda al margen de las grandes co- equilibrio recíproco se funda la unidad del Estado. ya que
rrientes intelectuales; desdeña las letras y las artes, en las que cadaelementoestácontenidoporlosotrosdentrodelímites
antes se había distinguido. La filosofía, el pensamiento grie- quenodebetrasponer.PlutarcoasignaasíalagerowsJ'¢una
go parece, pues, no deberle nada.
funcióndecontrapeso,queconserva,entrela¢pe//apopular
Pero sólo se puede decir eso: «parece». Las transformacio- ylaautoridadreal.unconstanteequilibrio,colocándose,se-
nes sociales y políticas que determinan en Esparta las nuevas gúnloscasos,departedelosreyesparaoponersealademo-
técnicas de guerra y que culminan en una ciudad de hoplitas, craciaodepartedelpuebloparadificultar.elpoderdeuno
traducen, en el plano de las instituciones, aquella misma exi- solo.8 Asimismo, la institución de los e'pAoroj representa en
gencia de un mundo humano equilibrado, ordenado por la el cuerpo social un elemento guerrero, «jwnJ.o» y popular,
ley, que los Sabios, hacia la misma época, formularán en el encontraposiciónalagerowsi'¢aristocrática,caracterizada.
plano propiamente conceptual cuando las ciudades, a falta cual conviene a los «sen!.ores», por una ponderación y una
de una solución de tipo espartano, pasen por sediciones y con- sabiduríaquedebencompensarlaaudaciaylapujanzague-
flictos internos. Se ha insistido, con razón, en el arcaísmo de rreras de los kowroi..
las instituciones a las cuales Esparta permaneció obstinada- EnelEstadoespartanolasociedadyanoforma,comoen
mente aferrada: clases de edades, iniciaciones guerreras, losreinosmicénicos,unapirámidecuyacúspideocupaelrey.
kr}!p/i'a. Pero hay que destacar también otros rasgos por los
cuales se adelantó a su época: el espíritu igualitario de una 8.PLLJTARco,Vi.dodcL/.c«rgqV,11,yARisTórrELES,Po/Í'Íf.c¢1265b3L
78 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0 EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 79

Todos cuantos, habiendo recibido el adiestramiento militar dictorios las fórmulas sentenciosas y definitivas. La palabra
con la serie de las pruebas y las iniciaciones que implica, po- continúa siendo para ellos aquellas r*e/m!., aquellas leyes casi
seen un k/enos y participan en las s}Jssi.ÍÍ'ai., se encuentran ele- oraculares, a las que se someten sin discusión y que se niegan
vados al mismo plano. Es ése el plano que define a la ciu- a entregar, escribiéndolas, a una publicación plena. Por mu-
dad.9 El orden social no aparece ya, pues, bajo la cho que haya podido avanzar, Esparta dejará para otros el
dependencia del soberano; no está vinculado al poder crea- honor de expresar plenamente la nueva concepción del or-
dor de un personaje excepcional, a su actividad de ordena- den cuando, bajo el reinado de la ley, 1a ciudad llega a ser
dor. Es, por el contrario, el orden que reglamenta el poder un cosmos equilibrado y armónico. No serán los lacedemo-
de todos los individuos, el que impone un li'mite a su volun- nios quienes consigan extraer y desarrollar en todas sus con-
tad de expansión. El orden es anterior con relacíón al poder. secuencias las nociones morales y políticas que ellos habrán.
La ark¢c' pertenecé, en realidad, exclusivamente a la ley. Todo entre los primeros, encarnado en sus ins{ituciones.
individuo o toda facción que pretenda asegurarse el mono-
polio de la ar¿Ác', amenaza, atentando contra el equilibrio
de los demás poderes, la Áomo'noí.o del cuerpo social y pone
en peligro, con ello, la existencia misma de la ciudad.
Pero si la nueva Esparta reconoce asi' la supremaci'a de la
ley y del orden, es por haberse orientado hacia la guerra; la
reforma del Estado obedece, antes de nada, a preocupacio-
nes militares. Es para la práctica de los combates, más que
para las controversias del a'gorfr, para lo que se ejercitan los
Ao'moí.oÍ.. rlhmpoco la palabra podrá llegar a ser en Esparta
la herramienta poli'tica que será en otras partes ni adoptará
forma de discusión, de argumentación, de refutación. En lu-
gar de la Pgí./% fuerza de persuasión, Ios lacedemonios ce-
lebrarán, como instrumento de la ley, el poder del PAobos,
ese temor que doblega a todos los ciudadanos a la obedien-
cia. Se jactarán de no gustar en los discursos más que de la
brevedad y de preferir a las sutilezas de los debates contra-

9. Desde luego, la ciudad comprendc, al lado de los ciudadanos y en con-


traste con ellos, a todos aquellos que, en grados diferentes, están privados
de los valores correspondientes a la plena ciudadani'a: en Esparta, los Áypo-
mei.one5', los periecos, los ilotas y los esclavos. La igualdad se destaca sobre
un fondo de desigualdad.
CAPÍTUI0 V
LA CRISIS DE LA CIUDAD
I0S PRIMEROS SABIOS

En un diálogo hoy perdido. Sobm /a /i./oso/Í'¢, Aristóteles


evocaba los grandes cataclismos que periódicamente destru-
yen a la humanidad; describía las etapas que tienen que re-
correr cada vez los escasos sobrevivientes y sus descendientes
para rehacer la civilización: así, los que escaparon al diluvio
de Deucalión tuvieron ante todo que volver a descubrir los
medios elementales de subsistencia y volver a encontrar des-
pués las artes que embellecen la vida; en una tercera etapa,
proseguía Aristóteles, «pusieron sus miras en la organización
de la po/J.s e inventaron las leyes y todos los demás vínculos
que ensamblan entre sí las partes de una ciudad; y aquel in-
vento lo denominaron Sabiduría; fue de esta sabiduría (ante-
rior a la ciencia física, la pAyskc', Í#eorj'a, y a la Sabiduría
suprema, que tiene por objeto las realidades divinas) de las
que estuvieron dotados los Siete Sabios. que precisamente es-
tablecieron las virtudes propias del ciudadano. '

1. Sobre el Perí pAÍ./osop#i'as de ARisTürELEs. cf. A. -J. FESTUGiÉRE, Z4


ré;.el¿i~i;;ó;ri¿;;ésTris;égiste.T1.Ledieucosmique,Pai£s.1949,pp.Z19
ss. y App. 1.
82 UJS ORI'GENES I)EL PENSAMIENTO GRIEGO LA CRISIS DE LA CIUDAD
83

Sobre este dato tradicional de los Siete Sabios seri'a vano en su origen la forma de una efervescencia religiosa al mis-
apoyar una conclusión histórica: la lista de los Siete es flo- mo tiempo que social, pero que, en las condiciones propias
tante y variable; no se atiene ni a la cronologi'a ni a la verosi- de la ciudad. llevó en definitiva al nacimiento de una refle-
militud. Sin embargo, la función poli'tica y social asignada xión moral y política de carácter laico, que encaró de un modo
a los Siete Sabios, Ias máximas que se les han atribuido, per-
puramente positivo los problemas del orden y del desorden
miten conciliar reci'procamente a personajes que, en cuanto en el mundo humano.
a lo demás, son enteramente opuestos: un Tales, que agrega Las transformaciones económicas -que tenemos que li-
a muchas otras competencias la de ser hombre de Estado; un mitarhos a mencionar aquí- se conectan con un fenómeno
Solón, poeta gnómico, árbitro de las luchas poli'ticas atenien- cuya importancia aparece igualmente decisiva en el plano es-
ses, que rechaza la tiranía; un Periandro, tirano de Corinto;
piritual: la reanudación y el desarrollo de los contactos con
un Epiménides, el prototipo mismo del mago inspirado, del Oriente, que habían ssdo rotos en la caída del imperio micé-
fA€;.os ame'r, que se alimenta de malvas y de asfodelos y cuya nico. En la Grecia continental las relaciones están restableci-
alma se escapa del cuerpo a voluntad. A través de una mez- das en el siglo viii por intermedio de los navegantes fenicios.
cla de datos puramente legendarios, de alusiones históricas, Sobre las costas de Jonia los griegos entran en relación con
de sentencias poli'ticas y de esquemas morales, la tradición el interior del país anatolio, especialmente con Lidia. Pero
más o menos mítica de los Siete Sabios pone a nuestro alcan- sólo en el último cuarto del siglo vii la economía de las ciu-
ce y nos permite comprender un momento de la historía so- dades, tanto en Europa como en Asia, se vuelve resueltamente
cial. Momento de crisis, que se inicia a fines del siglo Vii y hacia el exterior; el tráfico por mar va a desbordar entonces
se desarrolla en el siglo Vi, peri'odo de turbulencias y con- ampliamente de la cuenca orient.al del Mediterráneo, vuelto
flictos internos, de los cuales percibimos algunas condicio- a su papel de vía de comunicaciones. La zona de los inter-
nes económicas y que los griegos vivieron, en un plano reli- cambios se extiende por el oeste hasta Africa y España y por
gioso y moral, como una puesta en cuestión de todo su sistema el este hasta el Mar Negro.2 Este ensanchamiento del hori-
de valores, como un ataque al orden mismo del mundo, como zonte mari'timo responde, por lo demás, a una exigencia su-
un estado de falta y de impureza. mamente imperiosa: el avance demográfico plantea con tan-
Las consecuencias de esta crisis serán, en el dominio del ta mayor amplitud el problema de los cereales cuanto que la
derecho y de la .vida social, ciertas reformas a las que se en-
cuentran precisamente asociadas a la vez adivinos purifica- 2. Sobre la expansión de los griegos en el Mediterráneo y la reanudación
dores como Epiménides, nomo/Ácíes como Solón, ai.s}Ímne- de los contratos con Oriente, cf. JEAN BÉRARD, ¿a co/o#i.saíjon grccqwe dc
/cs como Pítaco, o tiranos como Periandro. Será también, T;I;¿ii; -;¿r;dionale et de la Sicile dans l'Antiquité, PíiTts,_\9S]., «ya_migiar
-;;,-ii¿--ó;e;ks
tion and
éolienne», en theirarcAc'o/ogí.qwe,
Revwc easiern neighbours= Stu.die?
1959, pp. 1-28; in :h: relat.i??
THOMAs 9:t.-..
J. DUNBA-
dentro del ámbito intelectual, un esfuerzo por trazar el cua- -;¿¿; -ór;e;e-and the countries of the Near East in the eigh.t an.d s.eve?th
dro y elaborar ]as nociones fundamentales de la nueva ética
cenfwri.ef, Londres 1957; CARL ROEBucK, Joni.an Ímde and co/oHi.za/j.on,
griega. Podri'amos decir, esquematizando mucho, que el punto
Nueva York, 1959; MicHEL 8. SAKELLABiou, ü mi.gmJi.on grecqwe en Joni.e,
de partida de la crisis fue de orden económico, que revistió Atenas, 1958.
84 I-OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO 85
LA CRISIS DE LA CIUDAD

agricultura helénica tiende en adelante a favorecer los culti-


ser desde entonces uno de los elementos del prestigio de los
vos más lucrativos, como la vid y el olivo, cuyos productos
gene, un medio, que se agrega al valor guerrero y a las califi-
pueden ser exportados e intercambiados. Búsqueda de tierra, caciones religiosas, para destacar la supremacía y asegurar
búsqueda de alimento, búsqueda también del metal, tal es el
la dominación sobre los rivales. Al ejercerse en el terreno de
triple objetivo que se puede asignar a la expansión griega a
la riqueza, como en otros terrenos, la Erí.s aristocrática pudo
través del Mediterráneo. A lo largo de la edad sombría, en
obrar en la sociedad griega- a modo de un fermento de diso-
una Grecia aislada y desprovista de riquezas mineras, el oro
lución y división. Nuevos personajes aparecen en el seno mis-
y la plata se habi'an rarificado, cuando no desaparecido del mo de la nobleza: el hombre bien nacido, el kar/o's kagaí#o's,
todo. A partir del siglo viii se abren nuevas fuentes de apro-
que, por espíritu de lucro o por necesidad, se lanza al tráfico
visionamiento en metales preciosos; a todo lo largo del siglo
marítimo; una parte de la aristocracia se transforma: como
Vii la cantidad de oro, plata y electro, puesta en circulación
escribe l.ouis Gernet, pasa del estado de «señor feudal» al
en el mundo griego, se acrecienta; su uso se desarrolla en di-
de «gentleman farmer».4 Se ve surgir un tipo de propieta-
versas formas: joyas, trabajos de orfebreri'a, objetos perso-
rio de bienes raíces que vigila el rendimiento de sus tierras,
nales, ex votos, riqueza acumulada a título privado o ateso-
especializa su cultivo y trata de agrandarlas interesándose en
rada en los templos y, finalmente, acuñada en monedas,
esa «reserva» que continúa al lado de las «tenencias de sier-
después de su invención en las postrimerías del siglo Vii por
vos» y de los k/emí. de los pequeños cultivadores libres, abierta
los reyes de Lidia.
a las eiripresas de cultivos; el noble -que ahora es también
No es fácil apreciar exactamente los cambios de estructura
un rico- extiende su empresa sobre la c§kAa/i.a', a expensas
social que provoca esta orientación de todo un sector de la
de las colectividades aldeanas; puede hasta apropiarse los bie-
economi'a griega hacia el comercio marítimo. A falta de evi-
nes de sus obligados: clientes o deudores ocasionales. La con-
dencia directa, sólo cabe inferir su naturaleza y amplitud a
centración de la propiedad territorial en un pequeñísimo nú-
partir de testimonios literarios concernientes a las nuevas for- mero de manos, al avasallamiento de la mayor parte del
mas de sensibilidad y de pensamiento. I.a poesi'a lírica es a
dcmos, reducido al estado de «si*e#i.er», hacen de la cues-
este respecto una fuente preciosa. Nos muestra que la influen-
tión agraria el problema clave de este peri'odo arcaico. Sin
cia de Oriente no se refleja solamente en la cerámica, en los
duda, se ha desarrollado una población de artesanos que pudo
temas representados, en el decorado de la vida. Seducida por
ser relativamente numerosa en ciertos sectores, como la cerá-
el lujo, el refinamiento y la opulencia, la aristocracia griega
mica y la metalurgia (hay que señalar a este respecto un he-
del siglo Vii se inspira, para sus gustos y sus costumbres, en
cho técnico de máximo alcance: la metalurgia del hier`ro, a
ese ideal fastuoso y delicado de la *abms}Jnc, que caracteri-
fines del siglo viii, reemplaza a la del bronce en cuanto a los
za al mundo oriental.3 Ia ostentación de la riqueza pasa a
objetos de producción corriente); junto con los enderos y la
gente que, tanto en la costa como en el puerto, vive del mar,
3. Cfi.. SA\_Ny) M+z;ZAHiNo, Fra oriente e occidente. Ricerche di storia gre-
c.a a"ai.ca, Florencia, 1947.
4. L. GERNET, «Horoi», en Síwdi. d/. onore de W E. Pao/j., p. 348.
87
LA CRISIS DE LA CIUDAD
86 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

en sus leyes y en la que se inspira a veces el tirano; aun desna-


los artesanos forman hasta en la ciudad, residencia aristocrá-
turalizándola al imponerla por la violencia; es ella la que debe
tica. una categoría social nueva cuya importancia irá crecien-
establecer entre los ciudadanos un justo equilibrio que ga-
do. Pero, en el siglo vii, la oposición que se aviva entre «ur-
rantice la xewnomi'a: 1a distribución equitativa de las obliga-
banos» y «rurales» enfrenta todavía contra los nobles, que
ciones, de los honores, del poder, entre los individuos y las
viven en el a'sÍ);, en la ciudad, donde se agrupan los edificios
facciones que componen el cuerpo social. La d;.ke, de este
públicos asociados a la wk¢e', a una clase campesina encar- modo, concilia y armoniza esos elementos para hacer de ellos
gada de alimentarlos y que puebla las aldeas periféricas, los
una sola y misma comunidad, una ciudad unida.
demoi.
Los primeros testimonios del espíritu nuevo afectan a de-
I-os cambios técnicos y económicos que hemos evocado no
terminadas materias de derecho. La legislación sobre el ho-
se limitan al mundo griego; las ciudades fenicias, en Pleno
micidio marca el momento en que el asesinato deja de ser
auge comercial desde el siglo ix, han conocido transforma-
asuntoprivado,unarreglodecuentaspendienteentrelosge%
ciones análogas.5 I.o propio de Grecia es la reacción que es-
1a venganza de la sangre, limitada a un estrecho círculo, pero
tos cambios .suscitan en el grupo humano: su rechazo de una
obligatoriaparalosparientesdeldifuntoyquepuedeengen-
situación que no les satisface y que denuncian como un esta-
drar un ciclo fatal de asesinatos y venganzas, es reemplazada
do de anom/'a, la reforma de toda la vida social para organi-
porunarepresiónorganizadadentrodelcuadrodelaciudad,
zarla de conformidad con aspiraciones comunitarias e igua-
controlada por el grupo y en la que la colectividad, como tal,
litarias, tanto más fuertes cuanto que en esa edad del hierro
se encuentra comprometida. No es ya sólo para los parientes
en la que los poderosos han perdido todo rubor, en que.la
de la víctima sino para la comunidad entera que el asesino
ÁJ.do's ha abandonado la tierra para huir al cielo, dejando el
viene a ser un objeto de impureza. Esta universalización de
campo libre a las pasiones individuales desencadenadas y a
la condenación del crimen, del horror que en adelante inspi-
la AybrJ.s, las relaciones sociales se caracterizan por la violen-
ra toda clase de asesinato, la obsesión del mi'asma que puede
Cia, la astucia, la arbitrariedad y la injusticia. El esfuerzo de
representarparaunaciudad,paraunterritorio,lasangrever-
renovación actúa en distintos planos a la vez: es simultánea-
tida, la exigencia de una expiación que es al mismo tiempo
mente religioso, juri'dico, poli'tico y económico; aspira Siem-
una purificación del mal, son todas actitudes que están liga-
Pre a restringir la cJ}7#amz.s de los gc#e, quiere poner un lími~
das al despertar religioso manifestado en las campañas para
te a su ambición, a su iniciativa, a su voluntad de poder,
imponer el culto dionisíaco y que reviste, en los medios más
sometiéndolas a una regla general cuya obligación se aplique
especializados, la forma de un movimiento de sectas como
por igual a todos. Esa norma superior es la c7Í.ke que el mago
la de los «órficos». Además de una «enseñanza» acerca del
invoca como a un poder divino, que el nomoteta promulga
destino de las almas, de su castigo en el Hades, de la heren-
cia de la falta, del ciclo de las reencarnaciones y de la comu-
5. Sobre las analogías y diferencias, en e| plano social y económico, entre nidad de todos los seres vivientes, esa renovación religiosa se
el mundo fcnicio y el mundo griego, cf. |as observaciones de G. THOMSON, caracteriza por la institución de procedimientos purificato-
Studies in ancieni greek soci;ty, il. The first philosophers, Londies,19S5.
89
LA CRISIS DE LA CIUDAD

88 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0


permitecaptarmejorcómo,enesterecododelahistoriade
rios en relación con las nuevas creencias. En el libro noveno laciudad,1oreligioso,lojurídicoylosocialpudieronencon-
delasLc)Jcs.Platón.altratardelhomicidio,experimentato- trarseunidosenunmismoesfuerzoderenovación.7Aristó-
davía la necesidad de referirse explícitamente a la doctrina, telesquieredemostrarelcarácternaturaldelamMescomo
al/ogos,delos«sacerdotesqueseocupandelosfe/efáóhEn unafamiliaampliada,yaqueseformaagrupandoaldeasque
la línea de esos magos purificadores, 1a figura de Epiméni- reúnen,porsuparte,núcleosfamiliares.Hacenotarqueel
dessedestacaconparticularrelieve.Plutarcolodefinecomo oJ.kos,lafamiliadoméstica,esunacomunidadnatural,una
unSabioencuestionesdivinas,dotadodeunasopAJ'¢«entu- ko¡.noni'a; y recuerda a este propósito los nombres con que
siasta e iniciática»;6 es a él a quien se llama a Atenas para han sido designados los miembros del oi.kos por Carondas
arrojar de ella la mi'asma que pesa sobre la ciudad después yporEpiménides;1aaproximaciónes,ensímisma,intere-
del asesinato de los Cilónides. Promotor de ritos catárticos, sante. Carondas es el legislador de Catania; como Zaleuco
estambiénunadivinoinspiradocuyosaber,nosdiceAristó- deljocres,aquienseconsiderasumaestroydquesehaaso-
teles,descubreelpasado,noelfuturo;sudondedoblevista ciadocomúnmentesunombre,habríahechoprecedersush
descubre, efectivamente, las faltas antiguas; desvela los crí- yffdeunpreludioanálogodquePlatónintrodu¢comopró-
menesignoradoscuyaimpurezaengendra,tantoenlosindil logoasucapítuloIXdedicadoalderechocriminal:setrata
viduoscomoenlasciudades,unestadodeperturbaciónyde deunverdaderoencantamiento,deunaepóde',quedebeser
enfermedad, el delirio frenético de la man!'a, con su cortejo cantadoyquesedirigeaaquelloscuyoespírituestáobsesio-
de desórdenes, de violencias y de asesinatos. Pero ese refor- nadoporelpensamientodeactosimpíosycriminales.Antes
mador religioso, fundador de santuarios y de ritos. aparece desancionarlaspenasrepresivas.loslegisladoresquierenac-
al mismo tiempo como un consejero político que Solón aso- tuarpreventivamentesobrelosmalvadospormediodeuna
cia a su obra legislativa. En el fondo se trata, en ambos ca- magiapurificadora.unasuertedegoefei.a,queutilicelavir-
sos, de una actividad orientada en el mismo sentido y que tudsedantedelamúsicaydelapalabracantada;sepresenta
aspira a ordenar la vida social, a reconciliar y a unificar la alcriminalcomoun«poseso»,ocomounfurioso,aquien
ciudad. En la Vi.da de So/o'w Plutarco, subrayando la parte enloqueceunmald¢!.mon,encarnacióndeunaimpurezaan-
quecupoaEpiménidesenlareglamentacióndelduelo,alque cestral.Enesaalmaperturbada,enferma,laka'JA¢r5J.smági-
hace más equilibrado y más apacible, y en las medidas con- cadellegisladorrestableceelordenylasalud,lomismoque
cernientesalrecatodelasmujeres,concluye:«Habiendo,pues, _ ___ J _ losritospurificatoriosdeEpiménidesrestablecen,enlaciu-
santificado y consagrado dadtrastornadaporlasdisensionesylasviolenciascausadas
como al término
\JJll\, t+l de_una iniciacion,
,-,.----- _ __

1a ciudad mediante ritos expiatorios, purificadores y funda- porcrímenesantiguos,lacalma,lamoderación,laftomo'noi.a.


ciones, la hizo obediente al derecho y más dócil (más fácil PerolaobservacióndeAristótelesvamáslejos.Carondas
=:.*s:aáLr.. eupeíde,, en e\. Sen+í€o de \a__h_o^rÉ^n^:::,yn,. yEpiménidesdesignanalosmiembrosdeloJ.kosconlostér-
Una observación de Aristóteles, breve pero sugestiva, nos
7. ARisTÚTELEs, Po/j'Íj.ca. 1252 b 15.

6. PLUTARco. yi.da de So/ón. XII, 7.12.


91
LA CRISIS DE LA CIUDAD
90 LOS ORl'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

minos Aomos/.p);oi., omokaipoí., que subrayan una «semejan- de los crímenes de sangre es válido también para los demás
za» entre ellos, ilustrada por el hecho de que comparten el delitos.AristótelesyPlutarcoconsignanentrelasmásfelices
innovacionesdelaconstituciónsolonianaelprincipioenvir-
pan y comen a la misma mesa. Es precisamente el estado de
espi'ritu que preside, según hemos visto, la institución espar- tud del cual el perjuicio causado a un individuo particular
tana de las s)/ssÍ.ÍÍ'aj. entre *o'moi`oj.. Se trata de dar a los ciu- es,enrealidad,unatentadocontratodos;así,Solóndaacada
dadanos el sentimiento de que son, en cierto modo, herma- unoelderechodeintervenirenjusticiaenfavordecualquie-
nos. Nada hay capaz de fortificar mejor esta convicción que raquehayasidolesionadoydeperseguirla¢d!.ki'osinhaber-
consumir alimentos cocidos al mismo fuego y compartidos la sufrido personalmente.
en la misma mesa: el banquete es una comunión que realiza
entre los comensales una identidad de ser, una especie de con- ljos diferentes rasgos que los griegos han agrupado para
sanguinidad. Se comprende, pues, que al asesinato de un ciu- componerlafiguradeunEpiménidesnoconstituyenuntes-
dadano pueda provocar en el cuerpo social el mismo horror timonioaislado.UnpersonajecomoAbaris-queseinscri-
religioso, el mismo sentimiento de impureza sacrílega, que si beconotrosmagos:Aristeas,Hermótimo,enlatradiciónle-
se hubiese tratado de un crimen contra un consanguíneo. Que gendariadelpitagorismo-noessolamenteunchamánque
la conciencia social influyó efectivamente en este sentido, lo vuelaporlosairesconsuflechadeoro,quevivesinalimen-
tarse y que envía su alma a vagar lejos del cuerpo; es, a la
prueba la evolución semántica del término con que se desig-
na al homicida: awde#/e§, que es primeramente el matador vezqueuncresmól.ogo,unreformadorreligiosoyunpurifi-
de un pariente: después, el asesino ajeno a la familia de la cador; funda, dentro del marco de la religión pública, ritos
vi'ctima, pero considerado en su relación con esta familia, a nuevos: en Atenas, 1os Proerosia; erige santuarios protecto-
resdelacomunidad:enEsparta,eldeftmsalvadora;insti-
quien corresponde, para los parientes de la víctima que expe-
rimentan hacia él odio y repulsión religiosa, la misma pala- tuye procedimientos catárticos que permiten a los ciudada-
bra fuerte con que se designa el asesino de un consanguíneo; nosimpedireldesencadenamientodeun/o!.mós.Unpersonaje
histórico como Onomacrites, que se vincula a Museo, cuyos
por último, el asesinato de un individuo cualquiera, sin la idea
de relación alguna especial con la familia de la víctima. Cuan- oráculoscompilayencasodenecesidadfalsifica,ejercejun-
do se pasa de la venganza privada a la represión judicial del toalospisistrátidasunafuncióndeadivino,coleccionando,
crimen, la palabra que designa al asesino de un pariente y parausodesusamos,multituddeoráculossecretosadapta-
después al asesino en relación con los parientes de la víctima dosalascircunstancias;peroestambiénunconsejeropolíti-
ha podido conservarse para designar al criminal en relación coyhastaunembajador;Aristótelesnosindicaquealgunos
con todos sus conciudadanos.8 Por lo` demás, lo que decimos lo asociaban a Licurgo, a Carondas y a Zaleuco, para hacer
deélunodelosprimerosexpertosenmateriadelegislación.
No se podrían concebir, pues, los comienzos del Derecho
8. C[. L. GERNET, Droit et societé dans la Gréce ancienne, Paiís,19SS, fueradeunciertoclimareligioso:elmovimientomísticores-
p. 2050. Véase, sin embargo, coníra, P. CHANTRAiNE, «Encore AuoEvtT`¢"
en Hommagc ó Muvó^Ti Tpiüijtc[q>uMtsn Atenas, 1960. pp. 89-93. ponde a una conciencia comunitaria más exigente; traduce
93
LA CRISIS DE LA CIUDAD

92 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

perioralaspartespuededecidirélmismo,resol"segúnsu
una sensibilidad nueva del grupo en relación con el asesina- concienciaydeacuerdoconlaley,sonlasnocionesmismas
to, su angustia ante las violencias y los odios que engendra deprueba,testimonioyjuiciolasquesetransformanradi-
la venganza privada; los sentimientos de estar colectivamen- calmente.Enefecto,eljueztienequeesclarecerunaverdad
te comprometida, colectivamente amenazada, cada vez que enfuncióndelacualhabrádepronunciarseenadelanúNo
corre la sangre; la voluntad de reglamentar las relaciones de pidealostestigosquejuren,solidarizándoseconunadelas
los gcw y de quebrar su particularismo. Sin embargo, esa efer- partes,sinoqueinformensobreloshechos.Envirtuddeesta
vescencia mística no se prolongará más que en el interior de concepciónenteramentenuevadelapruebaydeltestimonio,
ciertos medios sectarios estrechamente circunscriptos. No da elprocesopondráenjuegotodaunatécnicadedemostración,
nacimiento a un vasto movimiento de renovación religiosa que dereconstruccióndeloPlausibleyloprot)able,dededucción
absorba finalmente la poli'tica. Ocurre lo contrario. Las as- apartirdeindiciosodeseñales,ylaactividadjudicialcon-
piraciones comunitarias y unitarias van a injertarse más di- tribuiráaelaborarlanocióndeunaverdadobjeti"que,den-
rectamente en la realidad social, a orientar un esfuerzo de le- trodelcuadrodel«prederecho»,elprocesoantiguoignoraba.
gislación y de reforma: pero al remodelar así la vida pública,
ellas mismas se transformarán, laicizándose; al encarnarse en
la institución judicial y en la organización política, se presta~
rán a un trabajo de elaboración conceptual, siendo traspues-
tas al plano de un pensamiento positivo.
Louis Gernet ha mostrado en particular la mutación inte-
lectual que opera el advenimiento del Derecho propiamente
dicho.9 En el proceso arcaico los gcw se enfrentaban, a
modo de armas, con las fórmulas rituales y las pruebas pre-
vistas por la costumbre: el juramento, el juramento solidario
y el testimonio. Estas pruebas teni'an valor decisorio; poseían
un poder religioso; aseguraban automáticamente el éxito en
el curso del proceso, si eran correctamente utilizadas sin que el
juez, en su función de puro árbitro y limitándose a compro-
bar y a declarar la victoria al término de la prueba, tuviera
que investigar sobre el fondo, que reconstituir el objeto del
litigio ni conocer los hechos en sí mismos. Pero cuando, con
la ciudad, el juez representa al cuerpo ciudadano, a la comu-
nidad en su conjunto, y encarnando a ese ser impersonal su-

9. ,b,.d' pp. 6,-81.


CAPÍTUI.O VI
LA ORGANIZACION DEL COSMOS HUMAN01

La efervescencia religiosa no contribuyó solamente al na-


cimiento del Derecho. Preparó también un esfuerzo de refle-
xión moral y orientó especulaciones políticas. El temor a la
impureza, cuyo papel en los ori'genes de la legislación sobre
el homicidio ya hemos visto, encontraba su más intensa ex-
presiónenlaaspiraciónmísticaaunavidapuradetodocon-
tacto sangriento. Del mismo modo, al ideal de austeridad que
se afirma en el grupo como reacción contra el desarrollo del
comercio, la ostentación del lujo, la insolencia brutal de los
ricos, corresponde, en una forma extrema, el ascetismo pre-
conizado en ciertos grupos religiosos. I]os medios sectarios
han podido contribuir así a formar una imagen nueva de la
oreíe'. La virtud aristocrática era una cualidad natural vincu-
lada al lustre del nacimiento, que se manifestaba por el valor

1. Hemos utilizado ampliamente en este capítulo las indicaciones dadas


por L. GERNET en un curso, no publicado, que dictó en la École Pratique
des Hautes Études. en 1951, sobre los orígenes del pensamiento político en-
tre los griegos.
97
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO
96 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENIO GRIEGO

adoptalamenelmundo.rmleseltemaqueserepiteob-
en el combate y la opulencia en el modo de vida. En los agru- sesivamenteenelpensamientomoraldelsigloVLAlasfór-
pamientos religiosos no sólo la amefe' se ha despojado de su mulasdeSolón,convertidasenproverbios:«Lariquezano
aspecto guerrero tradicional, sino que se ha definido por tienetérmino.Koros,lasaciedadengendralahybri.s"hacen
suoposiciónatodocuantorepresente,comocomportamien- ecolaspalabrasdeTeognis:«I+osquemástienenho%ambi-
to y forma de sensibilidad. el ideal de Aabro5ynm la virtud cionanparamañanaeldoble.Lariqueza,khne'm¢fa,11egaa
es fruto de uha larga y penosa a'ske§i.s, de una disciplina dura serenelhombrelocura.«apftros);ne».Quienposeequieremás
ysevera,lamc/cíe';ellaponeenjuegounacpÍ.mc'/ei.a,uncon- todavía.Lariquezaterminapornoteneryaotroobjetoque
trol vigilante sobre sí mismo, uria atención sin descanso para asímisma;hechaparasatisfacerlasnecesidadesdelavida,
escapar a las tentaciones del placer, a la Aedone', al atractivo simplemediodesubsistencia,setransformaen"propiofin,
de la molicie y de la sensualidad, la ma/akAi'a y la tr)pAe',
presentándosecomonecesidaduniversal,insaciable,ilimita-
para preferir una vida totalmente dedicada al ponos, al es- da,quenadapodrásatisfacerjamás.Enlaraíz,pues,dela
fuerzo penoso. riquezasedescubreunanaturalezaviciada,unavoluntaddes-
Las mismas tendencias rigoristas que hemos advertido, en
viadaymalsana,unapJeonex!'¢:deseodetenermásquelos
cierto modo amplificadas en los medios sectarios donde de- otros,másquelapartequeaunoletoca,tenerlotodo.EI
finen una disciplina de ascesis que permite a los iniciados es-
P/owfosimplicaciertamentealosojosdelgriegounafatali-
capar a las injusticias de aquí abajo, salir del ciclo de reen- dad,peronodeordeneconómico;eslanecesidadinmanente
carnaciones y retornar a lo divino. las volvemos a encontrar auncarácter,aunefhos,lalógicadeuntipodecomporta-
en plena vida social, modificando las conductas, los valores, miento.Koros,ftybr!.s,p/eonex!'¢,sonlasformasdesinrazón
las instituciones, al margen, esta vez, de toda preocupación
quereviste,enlaEdaddelHierro,elorgulloaristocrático,ese
de orden escatológico. Se rechazan el fausto, la molicie, el pla- espíritudeErÉque,enlugardeunanobleemulación,nopue
cer; se proscribe el lujo en la indumentaria, en la habitación. deyaengendrarmásqueiniusticia,opresión,d);snom!'¢.
en las comidas; se condena la riqueza, iy de qué modo! Pero EncontrasteconlaAybrisdelricoseperfilaelidealdela
la condenación apunta a sus consecuencias sociales, a los ma- sópftmsyne'.Estáhechodetemplanza,deproporción,dejusü
les que ella engendra en el grupo. a las divisiones y los odios medida,dejustotérminomedio.«Nadaendemasía»,tales
que suscita en la ciudad, al estado de síasi.s que provoca como lafórmuladelanuevasabiduría.Estavaloracióndelopon-
por una especie de ley natural. La riqueza ha reemplazado derado,delomoderado,daalaonefe'griegaunaspecto«bur-
a todos los valores aristocráticos: matrimonio, honores. pril
gués»:eslaclasemedialaquepodráejercerenlaciudadla
vilegios, reputación, poder; todo puede procurarlo. En ade- acciónmoderadora,estableciendounequilibrioentrelosdos
lante es el dinero 1o que cuenta, el dinero lo que hace al hom- extremos:1aminoríadelosricosquequierenconservarlotodo
bre. Ahora bien, contrariamente a todos los otros «poderes»,
ylamultituddelosdesposeídosquequierentenerlotodo.
lariquezanoimplicalímitealguno:nadahayenellaquepue- Aquellosaquienessedesignacomohoi.mesocmsonsola-
da señalar su término, su linde, su cumplimiento total. La mentelosmiembrosdeunacategoríasocialparticular,aigual
esencia de la riqueza es la falta de mesura; es la forma que
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 99
98 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0

ticia, b¿'am k¢i. dí.ke#. Jírtríos )J BÍ'a, los dos antiguos acólitos
distancia de la indigencia y la opulencia: representan un tipo de Zeus, que no debían apartarse un instante de su trono por-
de hombre, encarnan los valores cívicos nuevos, como los ri- que personificaban lo que el poder del soberano comporta,
cos encarnan la locura de la Ayóri.s. En su posición interme- a la vez, de absoluto, de irresistible y de irracional, han pasa-
dia dentro del grupo, 1os mesoi. tienen como destino estable- do ahora al servicio de la ley; son servidores de Nomos, que
cer una proporción, un vínculo entre los dos partidos que domina en adelante, en sustitución del rey, en el centro de
desgarranlaciudad,porquecadaunodeellosreivindicapara la ciudad. Este JVomos conserva, por su relación con la djkc',
sí la totalidad de la arkfie'. El mismo Solón, hombre del «cen- una cierta resonancia religiosa; pero se expresa también, so-
tro», se presenta como árbitro, como mediador, como conci- bre todo en un esfuerzo positivo de legislación, una tentativa
liador. Hará de la po/Í.s, víctima de la d}Jsnomí'a, un kosmos racional por poner fin a un conflicto, por equilibrar fuerzas
armonioso si consigue repartir, proporcionalmente a sus mé- sociales antagónicas y ajustar actitudes humanas apuestas.
ritos respectivos, la parte que corresponde.en la arkde' a los El testimonio de este «racionalismo» político se encuentra en
distintos elementos que componen la ciudad. Pero esta dis- el fragmento 4 de Solón.2 iQué lejos estamos de la imagen
tribución equilibrada, esta ew#omj'¢, impone un límite a la hesiódica del Buen Rey cuya virtud religiosa es la única que
ambición de aquellos a quienes anima el espíritu de la des- puede apaciguar las querellas y hacer que florezcan, con la
mesura;trazaanteellosunafronteraquenotendránderecho paz, todas las bendiciones de la tierra! La justicia aparece
a trasponer. Solón se alza, en el centro del Estado, como una como un orden enteramente natural que se reglamenta por
barrera infranqueable, com un Aoros que marca, entre dos sí misma. Es la maldad de los hombres, su espíritu de Ayór!.s,
jaurías adversas, el límite que no pueden traspasar. A la sÓ- su sed insaciable de riquezas, lo que produce naturalmente
pftros}ine, virtud del justo medio, responde la imagen de un el desorden según un proceso en el cual cada una de las fases
orden político que impone un equilibrio a las fuerzas contra- puede señalarse por anticipado: la injusticia engendra la es-
rias, que establece un acuerdo entre elementos rivales. Pero, clavitud del pueblo y ésta, a su vez, produce la sedición. Ia
como en el proceso, en su nueva forma, también este arbitraje justa medida, para restablecer el orden y la nc's);kÁÍ'a, debe,
supone un juez que, para aplicar su decisión o para impo- pues, al mismo tiempo quebrar la arrogancia de los ricos y.
nerla en caso necesario, se refiera a una ley superior a las par- hacer que cese la esclavitud del dc'mos, sin transigir, no obs-
tes, a una dj.ke' que debe ser igual e idéntica para todos. «He tante, con la subversión. Tal es la enseñanza que Solón expo-
redactado -dirá Solón-, leyes iguales para el kako's y para ne a los ojos de todos los ciudadanos. La lección podrá ser
el agafAo's, fijando para cada cual una justicia recta.» Preci- momentáneamente desconocida o rechazada; el Sabio con-
samente para salvar el reinado de esta ley común a todos, So- fi'a en el tiempo: una vez hecha pública la verdad o, como
lón rehúsa la tiranía, que está a su alcance. ¿Cómo tomar en lo dice él mismo, una vez depositada es /o meson, llegará
sus manos, 1as manos de un solo hombre, esa aywé que debe
permanecer en mesó? Ijo que Solón ha realizado, lo ha he- 2. Cf. G. VLASTos, «Solonian Justice», en C/assi.co/ PAi./o/ogj/, 41,1946,
cho en nombre de la comunidad, en virtud de la fuerza de pp. 65-83.
la ley, kraffl. nomow uniendo la acción de la fuerza y la jus-
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 101

100 l.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO


se llamaba mnema ZÁ7c0%w la tumba del Dedo). En aquel
lugar, al que se le puso el nombre de Remedio, Aké, encon-
eldíaenquelosatenienseslareconozcan.ConSolón,Djké
tró la sopAros}ine. Pausanias agrega el siguiente detalle: las
ySop"mbajadasdelcieloalatierra,seinstalanenel
FuriasqueposeíanaOrestes,durantetodoeltiempoenque
¢'gom.Loquequieredecirqueellasmismasenadelanteten-
lo hacían ekpww demente, le parecían negras; pero se le
drán que «rendir cuentas». Cierto es que los griegos conti-
mostraron blancas tan pronto como, habiéndose cortado el
nuaráninvocándolas;peronodejaránporellodesometerlas
dedo, se hizo sopAron sano de espíritu.5 Este mismo conl
a discusión.
trasteentreimpureza-purificación,obsesión-curación,locura-
A través de esta laicización tan acusada del pensamiento
sensatez,seacusahastaeneldecoradoenqueoperaeladivi-
moralhapodidorenovarseyprecisarselaimagendeunavir-
no Melampo, cuando calma, por medio de ritos secretos y
tudcomolasophros}Jne.EnHomerola5oph"tieneun
de k¢íharmo'j., el delirio de las hijas de Proito, enterradas en
valormuygeneral;eselbuensentido:losdiosesladevuelven
unacaverna:deunladofluyenlasaguasdelSf}%ríodeiml
aquienlahaperdido,comopuedenhacerquelapierdanlos
espíritusmássagaces.3Peroantesdeserinterpretadanueva- pureza,quetraeatodoservivientelaenfermedadylamuer-
te; del otro, la fuente 4'/}Jssos, cuyas aguas bienhechoras cu-
menteporlosSabiosenuncontextopolítico,lanaciónpare-
ranalosrabiososyatodoslosposeídosporelfrenesídela
cehabersidoyaelaboradaenciertosmediosreligiosos.De-
Lyssa.6 Pero al definirla así por oposición a una locura que
signaenellos,elretorno,trasunperíododeturbaciónyde
es al mismo tiempo una impureza, la ponderación de la so-
obsesión,aunestadodecalma,deequilibrio,decontrol.Los
mediosutilizadossondeltipodelosquehemosyaseñalado: p"% adoptaría, en el clima religioso de las sectas, una
coloraciónascética.Esunavirtuddeinhibición,deabstinen~
música, cantos. danzas, ritos purificatorios. A veces pudie-
cia, y consiste en apartarse del mal, en evitar toda mancha:
ronsermásdirectosyutilizarcomoefectosdechoque.Pau-
no sólo rechazar los impulsos criminales que un mal demo-
saniasvioenelsantuariodeHeracles,enTebas,unapiedra
niopuedesuscitarennosotros.sinomantenersepurodelco-
quesecreíaqueAtenashabíaarrojadoalacabezadelhéroe
merciosexual,refrenarlosimpulsosdelerosytodoslosape-
furiosocuando,extraviadoporlamoni'oydespuésdematar
titos de la carne, aprender a través de las pruebas previstas
a sus hijos, se aprestaba a matar también a AnfitriónJ
Aquellapiedra,quelohabíaadormecidoycalmado,sella- para el «camino de la vida» de la iniciación, a dominarse,
a vencerse a s{ mismo. El dominio de sí en que consiste la
mabasopArom.ste'r.LacuracióndeOrestessehabíaoperado
sophsympareceimplicar,sinoundualismo,porlomenos
encondicionesuntantodiferentes.Enplenodelirio,trasel
una cierta tensión en el hombre entre dos elementos opues-
asesinato de su madre, el desventurado llega a un lugar de-
tos: lo que es del orden del íftymós, la afectividad. las emo-
nominado las Furias, Moni'ai.. Se detiene allí y se mutila un
ciones, las pasiones (temas predilectos de la poesía lírica), y
dedo(enlaépocadePausaniaseldedoestabatodavíarepre-
sentadoporunapiedradepositadaenloaltodeuncerroque
5. ID., VIII, 31, 1 y ss.
6. lD., VIII, 17, 6 y ss. y 19, 2-3.
3. Odi.sea, XXIII, 13.
4. PAUSAN[AS, IX, 11, 2.
102 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMAN0 103

lo que es del orden de una prudencia reflexiva, de un cálculo cia igualmente a SopAms);nc.8 Se trata de una noción social
racional (celebrados por los gnómicos). Estas potencias del y poli'tica, del mismo modo que la *omo'noí.a, de la cual cons-
alma no están en un mismo plano. EI ÍAymo'§ está hecho Para tituye el aspecto subjetivo: la confianza que los ciudadanos
obedecer, para someterse. La curación de la locura, así Como sienten entre sí es la expresión interna, el equivalente psico-
también su prevención, pone en juego los medios que permi- lógico, de la concordia social. En el alma, como en la ciu-
ten «persuadir» al íAymos, hacerlo disciplinado, dócil al man- dad, es por la fuerza de esa PÍ.s/Í.s que se persuade a los ele-
dato, a fin de que no se sienta jamás tentado a rebelarse, a mentos inferiores a que obedezcan a los que tienen la misión
reivindicar una supremacía que entregaría el alma al desor- de mandar y acepten someterse a un orden que los mantiene
den. Estas técnicas constituyen una pajdcj.a que no vale úni- en su función subalterna.
camente al nivel de los individuos. I.ogra en ellos la Salud, En conjunto, sin embargo, es fuera de las sectas donde la
el equilibrio; hace sus almas «continentes», sujeta la Parte sopAros}Jw adquiere una significación moral y poli'tica pre-
que está hecha para obedecer; pero al mismo tiempo adquie- cisa. Muy pronto se opera una escisión en dos corrientes de
re una virtud social, una función política: los males que Su- pensamiento, de orientación bien diferente: una se preocupa
fre la colectividad son precisamente la incontinencia de k}S de la salvación individual; la otra se interesa por la de la ciu-
ricos, el espíritu de subversión de los «malvados». Haciendo dad; de un lado agrupamientos religiosos, al margen de la
desaparecer lo uno y lo otro, la sopftnos);nc realiza una Ciu- comunidad, replegados sobre si' mismos en su aspiración a
dad armoniosa y concorde, donde los ricos, lejos de desear la pureza; del otro. medios directamente comprometidos en la
siempre más, dan a los pobres lo que les sobra, y donde la vida pública, enfrentados con los problemas que plantea
masa, lejos de sublevarse en rebeldía, acepta someterse a los la división del Estado y que utilizan nociones tradicionales
que, por ser mejores, tienen derecho a poseer más. Estas preo- como la de sopAros)Jnc para darles, con un contenido políti-
cupaciones de orden político tal vez no fueron extrañas al es- co nuevo, una forma no ya religiosa sino positiva.
píritu de ciertas sectas: en el santuario de Deméter, en Pérga- Ya en una institución como la agogc' espartana, la so-
mo, donde el culto, celebrado por una cofradía religiosa, pAros);nc aparecía con un carácter esencialmente social. Era
comprendía el canto de himnos órficos (como debían de ha- un comportamiento obligado, reglamentado, caracterizado
cerlo en Atenas los Licómides), se encuentra, al lado de los por la «contención» que el joven debe observar en todas las
Olímpicos y de las divinidades de Eleusis, una serie de dioses circunstancias: contención en la marcha, en la mirada, en las
órficos que personificaban ideas abstractas; entre ellos, las expresiones, contención ante las mujeres. en presencia de los
dos paiejais de Arete y Sophrosyne, Pistis y Homónoia.] Bste mayores, en el a'gom, contención respecto a los placeres y de
agrupamiento merece ser destacado. En Teognis, PÁ§ÍÁS Se aso- la bebida. Jenofonte evoca esta reserva teñida de gravedad
cuando compara el joven kowros lacedemonio. que marcha
en silencio, con los ojos bajos, con la estatua de una virgen.
7 . C£. W. K. C. GUTHB:iE. Orphée et la religion grecque, Éiude Sur_Ifl Pen:
se'e orp4/.qwc. Pari's, 1956, pp. 228 y ss.; H. UsENER,. OÓ//crnamen y€rswcA
einer-Leire von der Religiósen Begriffsbildund, Borin,1&96, P. 368. 8. TEOGNis. 1137-1138.
105
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO

1o4 ms oRfGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGo


quedanunpuestoalaigualdad,alai.sok&queaparecíaya
Ladignidaddelcomportamientotieneunasignificaciónins- Comounodelosfundamentosdelanuevaconcepcióndelor-
titucional; exterioriza una actitud moral y un modo psicoló- den.Sini.so/c'snohayciudad,Porquenohayp*i./;'a.«Ioigual
-escribeSolón-nopuedeengendrarguerra.»Perosetrata
gicoqueseimponencomoobligaciones:elfuturociudadano
debe estar acostumbrado a dominar sus pasiones, sus emo- de una igualdad jerárquica o, como dirán los griegos, geo-
cionesysusinstintos(laagoge'lacedemoniaestá,precisamen- métricaynoaritmética;sunociónesenciales,dehecho,la
te, destinada a poner a prueba ese poder de autodominio). de«proporción».Laciudadformaunconjuntoorganizado,
LasopAros}inesometeasíacadaindividuo,ensusrelaciones unkosmos,queresultaarmoniososicadaunodesuscom-
con los demás, a un modelo común de conformidad con la Ponentesestáensulugaryposeelaporcióndepoderque
imagen que la ciudad se forma del «hombre político». Por lecorrespondeenfuncióndesupropiavirtud.«Alde'mos
sucontención,elcomportamientodelciudadanosealejatanto -diráSolón-,lehedadotantodeknafos(odegems)cuan-
delanegligencia,delastrivialidadesbufonescaspropiasdel toerasuficiente,sinquitarniagregarnadaasu%)No
vulgo,comodelacondescendenciaydelorgulloaltanerode hay,pues,derechoigudatodaslasmagistraturas.yaquelas
losaristócratas.Elnuevoestilodelasrelacioneshumanasobe- máselevadasestánreservadasalosmejores,niderechoigual
dece a las mismas normas de control, de equilibrio, de mo- alapropiedadterritorial:Solónsehanegadoaunreparto
«conócete a ti mis- detierrasquehubiese«dadoaloskakoi'yaloscsfwoíuna
deración, que traducen sentencias como:
mo», «nada en demasía», «lo mejor es el justo medio». h parteigualdelapinguetiemdelapatria».¿Dóndeestá,pues,
obradelosSabioshasidoladecxtraeryexpresarverbalmente, laigualdad?Resideenelhechodequelaley,queahoraha
en sus máximas o sus poemas. los valores que continuaban sidofijada,eslamismaparatodoslosciudadanosyenque
más o menos implícitos en las conductas y en la vida social todospuedenformarpartedelostribunalescomodelaasam-
de los ciudadanos. Pero su esfuerzo de reflexión no culminó blea.Hastaentonceserael«orgullo»,la«violenciadelcora-
solamenteenunaformulaciónconceptual;situóelproblema zón»delosricos,loqueregíalasrelacionessociales.Solón
moral en su contexto político, 1o ligó al desenvolvimiento de fueelprimeroqueserehusóadesobedecer,adejarse«per-
la vida pública. Mezclados en las luchas civiles, deseosos suadi»Ahoraesladjkélaquefijaelordendedistribución
de poner término a ellas mediante su obra de legisladores, delasfi.mai',sonlasleyesescritaslasquereemplazanlaprue-
fue en función de una situación social de hecho, dentro del badefuerzaenquesiempretriunfabanlospoderososylas
marco de una historia caracterizada por la lucha de fuerzas queimponenahorasunormadeequidad,suexigenciade
y por el enfrentamiento de grupos, que los Sabios elabora- equilibrio.LaAomo'#oJ.¢,laConcordia,esuna«armonía»ob-
ron su ética y definieron positivamente las condiciones que tenidamedianteproporcionestantomásexactascuantoque
permitieran instaurar el orden en el mundo de la ciudad. SolónlesdaunaformaCasinumérica;lascuatroclasesen
Para comprender qué realidades sociales recubren el ideal quesedistribuyenlosciudadanosyquecorrespondenauna
de la sopHros)me, cómo se injertan en lo concreto las nocio- gradación honorífica, se fundan en medidas de productos
nes Óe h.étri¿n, dG pistis, de homónoia, Óe eunomí?, e_s ?:e- agrícolas:quinientasmedidasparalaclasemáselevada,tres-
ciso recordar reformas constitucionales como las de Solón,
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMAN0 107
106 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

de este esfuerzo general de codificación y de mesura donde


cientas para los Ai`ppe'Í.s y doscientas para los zewgJ.Íc's. El
hay que situar la institución de la moneda en su sentido pro-
acuerdo de las distintas partes de la ciudad ha sido posibili-
tado gracias a la acción de los mediadores -la clase media-, pio, es decir de la moneda del Estado, emitida y garantizada
por la ciudad. El fenómeno tendrá las consecuencias econó-
que no querían que ninguno de los partidos extremos se apo-
micas por todos sabidas: en este plano actuará en la socie-
derara de la arkftc'. El nomoteta y la ley que él promulga son
dadgriegacomounfactordetransformaciónprofunda,orien-
en sí la expresión de esa voluntad media, de esa «media pro-
tándola en el sentido del mercantilismo. Pero en sus
Porcional» que dará a la ciudad su punto de equilibrio.
comienzos, por su significación social, moral e intelectual,
El desenvolvimiento del pensamiento moral y de la refle-
la institución de la moneda se integra en la empresa de con-
Xión política proseguirá en este sentido: se tratará de reem-
junto de los «legisladores». Señala la confiscación en prove-
Plazar las relaciones de fuerza por relaciones de tipo «racio-
cho de la comunidad del privilegio aristocrático de la emi-
nal», estableciendo en todos los dominios una reglamentación
sión de lingotes sellados, la retención por parte del Estado
fundada en la mesura y que aspira a proporcionar, a «igua-
de las fuentes de metal precioso, la sustitución de los blaso-
lar», los distintos tipos de intercambio que constituyen la tra-
nes nobiliarios por el cuño de la ciudad; es, al mismo tiem-
ma de la vida social.
Una observación atribuida a Solón aclara la significación po, el medio de codificar, reglamentar y ordenar los intercam-
bios de bienes y de servicios entre los ciudadanos mediante
de este cambio operado, como lo hace notar Plutarco, por
una evaluación numérica precisa; es también, acaso, como lo
\a rakón y \a. rLorma;. hypó logou kai nomou metabolé.9 ALnar
sugiere E. Will, una tentativa de igualar en cierto modo las
carsis se burlaba del sabio ateniense, que imaginaba poder
fortunas mediante la distribución del numerario o la modifi-
reprimir, mediante leyes escritas, la adí.ki'a y la p/conexi'o de
cación de las tasas de valor, sin recurrir a una confiscación
sus conciudadanos: semejantes a telas de araña, las leyes de-
ilegítima. En el plano intelectual, la moneda titulada reem-
tendri'an a los débiles y a los pequeños. pero serían desgarra-
das pór los ricos y los poderosos. A lo cual Solón oponía el plaza la antigua imagen, cargada toda ella de poder afectivo
ejemplo de las convenciones que cumplen los hombres por- y de implicaciones religiosas, de una riqueza producto de la
Aybrí.s, por la noción abstracta del nómí.sma, patrón social
que ninguna de las dos partes contratantes tiene interés en
del valor, artificio racional que permite establecer entre rea-
violarlas.[° Se trata, pues, de promulgar, para la ciudad, nor-
lidades diferentes una medida común e igualar así el inter-
mas que codifiquen las relaciones entre los individuos según
cambio como relación social.
los mismos principios positivos de beneficio recíproco que ins-
Es muy notable que las dos grandes corrientes que se con-
piran la concertación de un contrato.
Como lo-ha hecho notar E. Will,`' es dentro del cuadro
Corinthe des origines aux gueTres médiques, París, 1955, pp. 495-502; «De
1'aspect éthique dc l'origine grecque de la monnaie», en Revw€ hj.síori.qm
9. PL:uT^R.co, Vida de Solón,14, S.
212, 1954, pp. 209 y ss.; «Reflexions et hipothéses sur les origines du mon-
10. IB'D., 5. 4-5.
nayage», en Rcvwe nwmi.smaíí.qwe, 17, 1955, pp. 5-23.
11. R. EziLL, Korinihiaka. Recherches sur I'his[orie et la civilisation de
109
LA 0RGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO
108 I.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0

hanpodidoaportaralanocióndeunamedidadelasrelacio-
traponen en el mundo griego, una de inspiración aristocráti-
nes sociales, al evaluar exactamente, de conformidad con los
ca y la otra de espíritu democrático, se sitúen en su polémica
principios de la igualdad proporcional, las relaciones entre
en el mismo terreno, haciendo ambas iguales protestas de equi-
actividades,funciones,servicios,ventajasyhonoresdelasdi-
dad, de i.soÍc's. La corriente aristocrática enfoca a la ciudad
versascategoríassociales.«Unavezdescubiertoelcálculora-
en la perspectiva de la cwnomi'¢ soloniana, como un kosmos
zonado (/ogí.smo's) -escribe Arquitas-, pone fin al estado
constituido de partes diversas que la ley mantiene dentro de
de sfas!.s y determina la Aomo'noi.a; pues, desde ese momen-
un orden jerárquico. La Áomo'noi.a, análoga a un acuerdo ar-
to,nohayyap/eoHc*i'ayserealizalai.soíe's;yporellaseefec-
mónico, estriba en una relación de tipo musical: 2/1, 3/2, 4/3.
túa el comercio en materia de intercambio contractual; gra-
La medida justa tiene que coordinar poderes naturalmente
ciasaesto,1ospobresrecibendelospoderososylosricosdan
desiguales, asegurando una preponderancia sin exceso de uno
a los que necesitan, ya que tienen unos y otros la pj.st* de
sobre otro. h armonía de la ew#omí'a implica, por consiguien-
que por ese medio conseguirán la i.soJe's, la igualdad.»
te, el reconocimiento, tanto en el cuerpo social como en el
Seadvierteaquíperfectamentelarelaciónsocialasimilada
individuo, de cierto dualismo, de una polaridad entre el bien
a un vínculo contractual, y no ya a un estatuto de domina-
y el mal, la necesidad de asegurar la preponderancia de lo
ción y de sumisión, que va a expresarse en términos de reci-
mejor sobre lo peor. Es esta orientación la que triunfa en el
procidad.dereversibilidad.SegúneltestimoniodeAristóteL
pitagorismo;'2 es también la que inspira la teoría de la sÓ-
les sobre la situación en Tarento, el propósito de Arquitas
phos}Jnc' tal como Platón la expondrá en su Repw'b/J.ca." No
habría sido, en la práctica, conservar la apropiación indivi-
es una virtud especial de una de las partes del Estado, sino
dual de los bienes en manos de los «mejores», a condición
la armonía del conjunto lo que hace de la ciudad un kosmos,
dequeotorgaranelgocedeellosalamasadelosmenestero-
lo que la hace «dueña de sí» en el sentido en que se dice que
sos, de modo que cada uno encontrase su conveniencia en
un individuo es dueño de sus placeres y sus deseos. Compa-
lasituaciónasíreglamentada.Paralospartidariosdelaewno-
rándola a un canto al unísono. Platón la define: «un acorde
mJ'¢, la equidad se ha introducido en las relaciones sociales
natural entre las voces de lo menos bueno y lo mejor sobre
la cuestión de saber a quién debe pertenecer el mando, en el graciasaunaconversiónmoral,aunatransformaciónpsicol
lógica de la minoría selecta: en lugar de aspirar a conseguir
Estado y en el individuo». Un texto de Arquitas, el hombre
dc estado pitagórico, nos hace abandonar las alturas filosó- poderyriqueza,los«mejoressehaneducado,medianteuna
ficas de la RcpÍ{'b/j" para estrechar de cerca el concreto so- paJ.deJ.¢ filosófica, no para desear tener más ¢/cowekíe'J.n),
sinoporelcontrario,porespíritudegenerosaliberalidad,para
cial. Nos muestra lo que la práctica de los intercambios co-
daralospobres,quienes,porsupartqestánenlaimposibi-
merciales y su necesaria reglamentación por vía de contratos
lidad material de p/eonekfe'j.n.[4 De este modo las clases ba-
jassonmantenidasenlaposicióninferiorquelesespropia,
lz. Ct. AL. DELAmE, Essai sur la politique pythagoricienne. L.\e3ai y Pa:
rís, 1922.
14. ARisTÓTELEs, Po/Í'Íj.ca, 11, 1267 b.
13. PLATON, Repw'b//.ca, IV, 430 d y ss.
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 111
110 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

todo, solidaridades tribales y territoriales. Cada partido toma


sin experimentar, no obstante, ninguna injusticia con ello. La su nombre de una de las tres regiones en que aparece dividi-
igualdad realizada continúa siendo proporcional al mérito. da la tierra del Atica: los pcd[.akoi', hombres de la planicie,
La corriente democrática va más lejos; define a todos los del pedi'on, es decir, de hecho, los habitantes de la ciudad,
ciudadanos, en cuanto tales, sin consideración de fortuna ni con las ricas tierras que rodean el conglomerado urbano; los
de virtud, como «iguales», exactamente con idénticos dere-
pon¢'//.o/., que pueblan el litoral marítimo; los di.a'cr7.o/., los mon-
chos de participar en todos los aspectos de la vida pública. tañeses, los del interior del país; esto es, de los demos perifé-
Tal es la idea de Í.so#omí'a que toma a la igualdad en forma ricos más alejados del centro urbano. A estas divisiones te-
de la relación más simple: 1/1. La única «justa medida» sus- rritoriales corresponden diferencias en el género de vida, en
ceptible de coordinar las relaciones entre ciudadanos es la el sía/ws social, en la orientación política: los pedjakoí' son
igualdad plena y total. No se trata ya, pues, como anterior- aristócratas que defienden sus privilegios de cwpa'Íridc§ y sus
mente, de encontrar la escala que haga proporcionales los po- intereses de propietarios terratenientes; los pom'/j.oJ. forman
deres al mérito y logre entre elementos diferentes y hasta di- la nueva clase social de los me§oÍ., que tratan de evitar el triun-
sonantes un acorde armónico, sino de igualar estrictamente fo de los extremismos; los djaí'crí.oj. constituyen el partido po-
entre todos la participación en la arkAe', el acceso a las ma-
pular, que agrupa una población de pequeños campesinos,
gistraturas, hacer que desaparezcan todas las diferencias que deudores hipotecarios, carniceros, carboneros, muchos de los
contraponen mutuamente a las diversas partes de la ciudad, cuales no tienen lugar en la organización tribal y que no es-
unificarlas por mezcla y fusión, a fin de que nada distinga tán todavía integrados dentro del cuadro de la ciudad aristo-
ya unas de otras en el plano poli'tico. Este objetivo es el que crática. Por último, esas tres facciones aparecen como gru-
realizan las reformas de Clístenes; ponen en pie una organi-
pos de clientela al servicio de grandes familias aristocráticas
zación política de conjunto que por su coherencia, por la ni- cuya rivalidad domina el juego político.
tidez de sus rasgos, por su espíritu plenamente positivo, se Entre esas facciones, que constituyen dentro del Estado
presenta como la solución de un problema: ¿qué ley debe or- como otras tantas «partes» separadas y opuestas, lucha abierta
denar la ciudad a fin de que sea ésta una en la multiplicidad
y compromisos se suceden hasta el momento en que Clíste-
de sus ciudadanos, a fin de que éstos sean iguales en su nece- nes funda la po/;.s sobre una base nueva.'5 La antigua orga-
saria diversidad?
A lo largo del período anterior a Clístenes, que se extiende 15. Una de las soluciones de compromiso parece haber consistido en la
desde el arcontado de Solón hasta la tirani'a, y hasta la poste- atribución sucesiva del arcontado a cada uno de los jefes de los tres clanes
rior caída de los pisistrátidas, la historia ateniense habi'a es- rivales: cf. acerca de este punto, BENJAMÍN D. MERii.T, «Greeck inscription»
[ An early archon list», en JJesperi.¢, 8, 1939, pp. 59-65; H. T. WADE GERT,
tado dominada por el conflicto de tres «facciónes», enfren- «Miltiades», en Jowma/ o/ Ac//cni.c Síwdí.c§, 71.1951, pp. 212-221. Compá-
tadas unas contra otras en su lucha por el poder. ¿Qué rese esta tentativa de distribución equilibrada del poder entre «facciones»
representaban aquellas facciones? Traducían un conjunto opuestas con la que nos refiere Aristóteles para un peri'odo anterior: nom-
bramiento de diez arcontes, de cllos cinco cwpa'Ír/.dcs, tres agroí.coÍ. y dos
complejo de realidades sociales que no responden exactamente demiurgoi (Consiitución de Atenas, 13, 2.).
a nuestras categorías políticas y económicas. Señalan, ante
112 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0 LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 113

nización tribal se suprime. En lugar de las cuatro tribus jo- tando la vida religiosa. Pero el año administrativo se divide
nias del Atica que delimitan el cuerpo social, Cli'stenes crea en diez peri'odos de 36 o 37 días, cada uno de los cuales co-
un sistema de diez tribus, cada una de las cuales agrupa, como rresponde a una de las diez tribus. EI Consejo de los Cuatro~
antes, tres frí.//}Jes, pero entre las que se distribuyen en ade- cientos se eleva a quinientos miembros, cincuenta por cada
lante todos los demos del Atica. La ciudad se sitúa asi' en otro tribu, de modo que a lo largo de esos diez períodos del año,
•por turno, cada tribu forme la comisión permanente del Con-
plano distinto del de las relaciones entre ge#c y los vínculos
de consanguinidad: tribus y demás quedan establecidos so- sejo. Con Clístenes, el ideal igualitario, a l.a vez, que se expre-
bre una base puramente geográfica; reúnen habitantes de un sa en el concepto abstracto de j.sonom!'aí, queda directamente
mismo territorio y no a parientes de la misma sangre como ligado a la realidad política e inspira una transformación to-
los genc y las /riafri.¢s, que subsisten bajo su forma antigua, tal de las instituciones. El mundo de las relaciones sociales,
pero que quedan ya fuera de la organización propiamente po- forma, entonces, un sistema coherente, regulado por relacio-
lítica. Además, cada una de las diez tribus recientemente for- nes y correspondencias numéricas que permiten a los ciuda-
madas realiza la amalgama de las tres «partes» diferentes en- danos mantenerse «idénticos», entrar unos con otros en re-
tre las cuales estaba hasta entonces dividida la ciudad. En laciones de igualdad, de simetría, de reciprocidad, y componer
efecto, de las tres /rJ.//)Jcs que comprende una tribu, la prime- todos en conjunto un kosmos unido. La po/i.s se presenta
ra tiene que pertenecer necesariamente a la región costera, como un universo homogéneo, sin jerarquía, sin planos di-
la segunda al interior del pai's y la tercera a la región urbana versos, sin diferenciación. La orkAc' no se concentra ya en un
y a su territorio circundante. Cada tribu realiza de este modo personaje único en la cúspide de la organización social. Está
la «mezcla» de las poblaciones, de los territorios, de los ti- repartida por igual a través de todo el dominio de la vida pú-
pos de actividades, de que se compone la ciudad. Según lo blica en ese espacio común donde encuentra la ciudad su cen-
señala Aristóteles, si Clístenes hubiese instituido doce tribus tro, su me§o#. Según un ciclo reglamentado, la soberanía pasa
en lugar de las diez que creó, hubiera clasificado entonces a de un grupo a otro, de un individuo a otro, de tal modo que
los ciudadanos en las Ír!.Í/);c§ existentes (en efecto, habi'a doce mandar y obedecer, en lugar de oponerse como dos absolu-
Írítí}Jcs para las cuatro tribus antiguas). Y de este modo no tos, se transforman en.los dos términos inseparables de una
hubiese conseguido unificar por mezcla la masa de los ciu- misma relación reversible. Bajo la ley de Í.sonomí'a, el mundo
daida;nos.. anamísgesthai to plethos.16 social adopta la forma de un kosmos circular y centrado, en
La organización administrativa responde, pues, a una vo- el que cada ciudadano, precisamente porque es semejante a
luntad deliberada de fusión, de unificación del cuerpo social. todos los demás, habrá de recorrer la totalidad del circuito,
Además, una división artificial del tiempo civil permite la ocupando y cediendo sucesivamente, según el orden del tiem-
igualación completa de la arkAe' entre todos los grupos se- po, todas las posiciones simétricas que componen el espacio
mejantes asi' creados. El calendario lunar continúa reglamen- cívico.

16 ARisTúrELEs, Cons'/Í./wcÍ.o'n d€ .4Íe#as, 21, 4.

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