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EL CUADRO HISTÜRICO
ria los cretenses entraban igualmente en contacto con el Egipto Otro rasgo de civilización subraya las afinidades de ambos
del Nuevo lmperio, cuya influencia sobre ellos, aun sin ser pueblos sobre las dos riberas del Mediterráneo. El caballo apa-
tan decisiva como se podía suponer en la época de Evans, rece en Troya con los hombres de la Troya VI. «Rica en caba-
está, sin embargo, bien testimoniada. llos» es todavía, en el estilo formulista que Homero recoge
Entre los años 2000 y 1900 a. C. irrumpe en la Grecia con- de una antiquísima tradición oral, el epíteto que recuerda la
tinental una población nueva. Sus casas, sus sepultu`ras, sus opulencia del país dárdano. La reputación de los caballos de
hachas de guerra, sus armas de bronce, sus útiles, su cerámi- Troya, como la de sus tejidos, no fue sin duda extraña al in-
ca -esas vasijas grises minianas, tan características- son terés que llevaba a los aqueos a aquella región, incluso antes
otros tantos rasgos que caracterizan la ruptura con los hom- de la expedición guerrera que, al destruir la ciudad del Pría-
bres y la civilización de la edad anterior, la heládica antigua. mo (Troya VIl a), sirvió de punto de partida para la leyenda
I.os invasores, los minios, forman la vanguardia de las tribus épica. Como los minios de Tróade, los de Grecia conocían
que en oleadas sucesivas vendrán a fijarse en la Hélade, se también el caballo: debían haber practicado su domesticación
instalarán en las islas, colonizarán el litoral de Asia Menor, en las estepas en que se habían detenido antes de su llegada
crecerán en dirección al Mediterráneo occidental y hacia el a. Grecia. La prehistoria del dios Poseidón muestra que, an-
Mar Negro y llegarán a constituir el mundo griego tal como tes de reinar sobre el mar, un Poseidón equino (fJjí}pos o HJ.p-
lo conocemos en la edad histórica. Hayan descendido de los pi.os) asociaba en el espíritu de los primeros helenos, como
Balcanes o llegado de las estepas de la Rusia meridional, esos ocurría también con otros pueblos indoeuropeos, el tema del
antepasados del hombre griego pertenecen a pueblos indoeu- caballo a todo un complejo mítico: caballo-elemento líqui-
ropeos, ya diferenciados por su idioma y que hablan un dia- do; caballo-aguas subterráneas, mundo infernal, fecundidad;
lecto griego arcaico. Su aparición en las playas del Medite- caballo-viento, huracán, nube. tempestad...2
rráneo no constituye un fenómeno aislado. Un empuje El lugar, la importancia, el prestigio del caballo en una so-
paralelo se manifiesta por la misma época al otro lado del ciedad, dependen en gran medida de su utilización para fi-
mar, con la llegada de los hititas indoeuropeos al Asia Me- nes militares. I.os primeros documentos griegos que nos ilus-
nor y su expansión a través de la planicie anatolia. Sobre el tran a este respecto datan del siglo xvi: en estelas funerarias
litoral, en Tróade, la continuidad cultural y étnica que se ha- descubiertas en el círculo de tumbas en fosas de Micenas
bía conservado durante cerca de un milenio, desde la Troya (1580-1500), escenas de batalla o de carrera representan a un
1 hasta la Troya V (comienzo de Troya 1: entre 3000 y 2600), guerrero de pie en su carro, que llevan al galope dos caba-
se ha roto súbitamente. El pueblo que edifica la noya VI llos. En esta época hace ya mucho tiempo que los minios,
(1900), ciudad principesca, más rica y poderosa que nunca, estrechamente mezclados con la población local de origen
es pariente próximo de los minios de Grecia. Elabora la mis- asiático, están establecidos en la Grecia continental, donde
ma cerámica gris, torneada y cocida en hornos cerrados, que
se difunde por la Grecia continental, las islas jonias. Tesalia 2. C[. F. ScHNCHE"EXER, Poseidon und die Ents{ehung des Griechis-
y Calci'dica. c*cn GÓÍícrg/awbens, Berna, 1948.
EL CUADRO HISTÓRICO 31
30 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
la vida urbana ha comenzado a desarrollarse al pie de las for- de Pélope, antepasado de la dinastía de los atridas, reyes de
talezas que son residencia de los jefes. Han entrado en con- Micenas.
tacto con la Creta minoica, en pleno auge tras la renovación
Enomao, reina de Pisa, en la Élida. Tiene una hija, Hipodamia.
que siguiera a la reconstrucción de los palacios destruidos por
primera vez hacia 1700. Creta les ha revelado un modo de vida Quien quiera.casarse con ella, tendrá que ganársela a su padre en
una carrera de caballos. I.a derrota significará la muerte. Se han pre-
y de pensamiento enteramente nuevo para ellos. Se ha inicia-
sentado muchos pretendientes. Todos ellos han sido derrotados por
do ya esa cretización progresiva del mundo micénico que cul-
el rey, cuyos caballos son invencibles, y sus cabezas decoran los mu-
minará, después de 1450, en una civilización palatina común
ros del palacio. Con la ayuda de Hipodamia, Pélope soborna a Mir-
a las islas y a la Grecia continental. Pero el carro de guerra,
tilo, el auriga del rey, y obtiene su complicidad: el carro de Eno-
el carro ligero tirado por dos caballos, no podría ser un aporte mao, cuyo eje ha sido estropeado, se rompe en plena carrera. Pélope
cretense. En la isla el caballo no aparece antes del Minoico triunfa así en la prueba del carro, y, en una sola victoria, gana a
reciente I (1580-1450). Si ha habido préstamo, los minoicos la doncella domadora de caballos y alcanza la soberanía real. En
serían más bien los deudores en este terreno. Por el contra- cuanto a Mirtilo, auriga demasiado hábil y demasiado emprende-
rio, los carros acusan todavía las analogías entre el mundo dor, Pélope se desembarazará de él en el momento oportuno. Los
micénico o aqueo, en vías de edificarse, y el reino de los hiti- dioses lo convertirán en la constelación del Auriga, que brilla en el
tas, que adopta hacia el siglo xvi esta táctica de combate, to- cielo nocturno.
mándola de sus vecinos del este, los hurritas de Mitanni, po- Este relato de habilitación para la realeza coloca la prueba del ca-
blación no indoeuropea, pero que reconocía la soberani'a de rro bajo el patrocinio de Poseidón, el antiguo dios-caballo, que apa-
uha dinastía indoirania. A los pueblos familiarizados ya con rece, en esta fase de la civilización micénica, no ya en su aspecto
la cría del caballo, la carretería hubo de plantearles nuevos pastoril, sino como un señor del carro, guerrero y aristocrático. En
efecto, es el altar de Poseidón en Corinto (un Poseidón Hippios y
problemas de selección y adiestramiento. Un eco de esto se
Damaios), el que, elegido para señalar el término de la carrera, con-
encuentra en el tratado de hipología redactado por un tal
sagra al vencedor a su llegada. Por otra parte, Pélope está estrecha-
Kikkuli, del país de Mitanni, y que fue traducido al hitita.
mente asociado en su leyenda a Poseidón. El joven, después de la
En las relaciones que se establecieron a principios del si-
prueba de iniciación en que muere despedazado y cocido en el cal-
g1o Xiv entre ]os hititas y los que ellos llaman los achaiwoi dero de su padre, renace e inmediatamente es «raptado» por Posei-
(los aqueos o micenios), tuvieron parte las preocupaciones dón. El dios hace de él su «copero», según una práctica cuyo ar-
de orden ecuestre. I.os archivos reales hititas de Hatussa, caísmo se ha conservado en las sociedades guerreras de Creta y que
entre otras naciones de la Ahhiyawa (la Acaya), consignan Estrabón nos la da a conocer tomándola de Éforo:3 El rapto 'está
la residencia de pri'ncipes aqueos, entre ellos Tawagalawas sometido a un protocolo riguroso, con regalos ofrecidos por el rap-
(¿Etéocles?), llegados a la corte para perfeccionarse allí en tor, cuya vida va a compartir el adolescente durante un ietiro de dos
la conducción del carro. ¿Habrá que relacionar con el nom-
bre del rey hitita Mursilis el del auriga de Enomao, Mirti~ 3. ESTRABÓN, X, 483, c; cf. Louis GERNET, «Droit et prédroit en Gréce
lo? De éste se conoce el papel que representó en la leyenda ancienne», £'Ámc'€ Soci.o/ogi.gwc,1951, pp. 389 y ss.
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EL CUADRO HISTÓRICO
32 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
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palacio. La mansión micénica, con el megaron y la sala del quema de la corte y del palacio micénicos. En la cima de la
trono en el centro, es una fortaleza rodeada de muros, una organización social, el rey lleva el título de wa-na-ka, a'nar.
guarida de jefes, que domina y vigila el llano que se extiende Su autoridad parece ejercerse en todos los niveles de la vida
a sus pies. Construida para resistir un asedio, esta fortaleza militar: es el palacio el que reglamenta los comandos de ar-
resguarda, junto a la residencia principesca y sus dependen- mas, el equipamiento de los carros, las levas, la subordina-
cias, las casas de los familiares del rey, jefes militares y dig- ción, composición y movimiento de las unidades. Pero la com-
natarios palatinos. Su función militar parece. sobre todo, de- petencia del rey no queda limitada ni al dominio de la guerra
fensiva: preserva el tesoro real, en el cual, junto con las ni al de la cconomía. El ¢'nax gobierna también la vida reli-
reservas normalmente controladas, acumuladas y repartidas giosa: ordena con precisión su calendario, vela por la obser-
vancia del ritual y la celebración de las fiestas en honor de
por el palacio dentro del cuadro de la economía del país, se
acumulan bienes preciosos de otra clase. Se trata de produc- los distintos dioses. Fija los sacrificios, las oblaciones vege-
tos de una industria suntuaria: sortijas, copas, trípodes, cal- tales, las tasas de las ofrendas exigibles a.cada cual según su
deros, piezas de orfebrería, armas artísticamente trabajadas, categoría. Cabe pensar que si el poderío real se ejerce asi' en
lingotes de metal, tapices, telas bordadas. Símbolos de poder todos los dominios, es porque el soberano, como tal, se en-
e instrumentos de prestigio personal expresan en la riqueza cuentra especialmente en relación con el mundo religioso, aso-
un aspecto propiamente regio. Constituyen la materia de un ciado a una clase sacerdotal que se presenta numerosa y po-
comercio generoso que desborda ampliamente las fronteras tente.4 En apoyo de esta hipótesis, nótese que en Grecia se
del reino. Objeto de dádivas y contradádivas, sellan alianzas ha perpetuado, hasta dentro del cuadro mismo de la ciudad,
matrimoniales y políticas, crean obligaciones de servicio, re- el recuerdo de una función religiosa de los reyes, y que ese
compensan a los vasallos, establecen, hasta en países lejanos, recuerdo ha sobrevivido bajo una forma mi'tica, la del rey di-
vínculos de hospitalidad; son también objeto de competición vino, mágico, señor del tiempo, dispensador de la fertilidad.
A la leyenda cretense de Minos, que se somete cada nueve
y de conflicto: como se los recibe de regalo, se los conquista
también armas en mano; se organiza una expedición guerre- años en la caverna del lda a la prueba que tiene que renovar,
ra o se destruye una ciudad para apoderarse del tesoro. Fi- mediante un contacto directo con Zeus, su poder real,5 res-
nalmente, se prestan, más que otras formas de riqueza, a una ponde en Esparta la ordali'a que cada nueve años imponen
apropiación individual que podrá perpetuarse más allá de la los éforos a sus dos reyes, escrutando el cielo en el secreto
muerte: colocadas al lado del cadáver como «pertenencias» de la noche, para leer en él si los soberanos no habrán come-
del difunto, lo seguirán a su tumba.3 tido tal vez alguna falta que los descalifique para el ejercicio
de la función real. Piénsese también en el rey hitita, que aban-
El testimonio de las tablillas nos permite precisar este es-
4. Cf. M. LEJEUNE, «Prétres et prétesses dans les documents myceniens»,
3. Cf. la oposición de los ÁÍíémaía, bienes adquiridos por el individuo y
en Hommage á Georges Dumézil, Latomus, 4S. pp. lz9-139.
de los cuales tiene él la libre disposición -en particular su parte de botín-,
5. Odí.sca, XIX. 179.
y de los pa/róo, bienes adscriptos al grupo familiar, que son inalienables.
LA MONARQUI'A MICÉNICA 43
42 l.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
cf. latín v;.cws. griego oi.kos, grupo de casas), es decir al hom- de los Ancianos, la ke-ro-si-ja Gero«sÍ'a), confirma esta rela-
bre de la aldea, se opone el ksatrya, el guerrero (de ksatram:
tiva autonomía de la comunidad aldeana. En esta asamblea
intervienen, sin duda, los jefes de las casas más poderosas.-I.os
poder, posesión), el hombre de la posesión individual, como
el barón micénico es el hombre de la ki-ti-me-na ko-to-na, simples villanos, hombres del daímos en sentido propio, que
de la tierra de propiedad individual, en contraposición a la provecn de peonaje al ejército y que, para adop.tar la fórmula
tierra comunal de la aldea. En consecuencia, las dos formas
homérica, no cuentan más en el consejo que en la guerra, son,
diferentes de tenencia del suelo responderían en la sociedad en el mejor de los casos, espectadores, escuchan en silencio
micénica, a una polaridad más fundamental: frente al pala- a los que tienen título para hablar y no expresan sus senti-
cio, a la corte, a todos los que de él dependen, ya directa- mientQs más que con un rumor de aprobación o descontento.
mente, ya en cuanto a la tenencia de suS feudos, se entrevé Otro personaje, el ko-re-te, asociado al basJ./c'ws, aparece
un mundo rural, organizado en villorrios con vida propia. como una suerte de prefecto de la aldea. Cabría preguntarse
Esos «demos» aldeanos disponen de una parte de las tierras si esta dualidad de direcciones en el nivel local no correspon-
en las cuales se asientan; reglamentan, de conformidad con
de a la que hemos comprobado en el cuadro del palacio: como
las tradiciones y las jerarquías locales, los problemas que plan- el a'nax, el bosi./c'ws tendría prerrogativas principalmente reli-
tean, en su nivel, los trabajos agrícolas, las actividades pas- giosas (piénsese en los pAy/o¿¢sJ./e'J.s de la Grecia clásica); el
toriles y las relaciones de vecindad. Es en ese cuadro provin- ko-re-te, como el la-wa-ge-tas, ejercería una función militar.
cial donde aparece, inesperadamente, el personaje que lleva Habría que relacionar el término con koj+os, tropa arma-
el título que normalmente hubiésemos traducido por rey. el da; tendría el sentido del ko'i.rtmos homérico, casi sinónimo
de *cgcmon, pero que, asociado a b¢s;./c'ws, parece indicar,
pa-si-re-u, el basi./e'ws homérico. No es precisamente el rey en
su palacio. sino un simple señor, dueño de un dominio rural si no una oposición, por lo menos una popularidad, una di-
ferencia de planos. Por lo demás, el llamado Klumenos, ko-
y vasallo del a'na:r. Este vínculó de vasallaje, en un sistema
de economía en que todo está contabilizado, reviste también re-te de la aldea de I-te-re-wa dependiente del palacio de Pi-
la forma de una responsabilidad administrativa: vemos al 0¢- los, figura en otra tablilla como comandante de una unidad
sÍ./e'wsquevigilaladistribucióndelasasignacionesenbronce militar; una tercera le da el calificativo de mo-ro-pa (moj+o-
destinada a los herreros que, en su territorio, trabajan para pas), poseedor de una moira, de un lote de tierra."
el palacio. Y, naturalmente, él mismo contribuye, con otros Por incompleta que sea nuestra información. parece posi-
ricos señores del lugar, según una cuota debidamente fijada. ble extraer de ella algunas conclusiones generales referentes
a esos suministros de metal.9 Junto al basí./e'ws, un Consejo a los rasgos característicos de las monarquías micénicas.
1. Ante todo, su aspecto belicoso. El a'#ox se apoya en una tenida dentro de grupos estrictamente cerrados. A los reyes
aristocracia guerrera, los aurigas, sometidos a su autoridad, micénicos, aquellos centros especializados de escribas creten-
ses les suministraron, al mismo tiempo que las técnicas, los
pero que constituyen, dentro del cuerpo social y de la orga-
nización militar del reino, un grupo privilegiado, con su or- esquemas para la administración de sus palacios.
BIBLIOGRAFI'A
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-;ycéniennes,A¿tesducoiioqueintern?t.ioTalsurlestexte=n:ycSni.e^¥:.:T?:
nización más antigua en la cual los reyes locales reconocie- co, que adopta forma de magistratura, tiene una contrapar-
ran la soberanía de una dinasti'a que reinaba en Éfeso,3 se tida: la búrsí7eí.a se ve relegada a un sector especi'ficamente re-
trataría de una supremacía análoga a la que Agamenón ejer- ligioso. El basj./c'ws no es ya aquel personaje casi divino cuyo
ce en la lli'ada sobre reyes que son sus pares y cuya depen- poder se manifestaba en todos los planos; su cargo se limita
dencia se limita al ámbito de una campaña hecha en común al ejercicio de ciertas funciones sacerdotales.
bajo su dirección. Distinto es, evidentemente, el predominio la imagen del rey, dueño y señor de todo poder, se reem-
que impone en todo momento, sobre todas las personas, las plaza por la idea de funciones sociales especializadas, dife-
actividades y las cosas, el a'nax micénico por intermedio del rentes unas de otras y cuyo ajuste plantea difíciles problemas
palacio. de equilibrio. Las leyendas reales de Atenas son significati-
En lo que se refiere a Atenas, único punto de Grecia en vas a este respecto. Ellas i]ustran un tema muy diferente del
que la continuidad con la época micénica no se ha roto brus- que se encuentra en muchos de los mitos indoeuropeos de so-
camente, el testimonio de Aristóteles, apoyado en la tradi- berani'a.5 Para poner un ejemplo caracteri'stico, las leyendas
ción de los atidógrafos, nos presenta las etapas de lo que po- reales escitas, relatadas por Heródoto, muestran en el sobe-
dri'amos denominar el estallido de la soberanía.4 La rano un personaje que se sitúa fuera y por encima de las dis-
presencia, al lado del rey, del polemarca, como jefe de los ejér- tintas clases funcionales de que se compone la sociedad; pues-
citos, separa ya del sobcrano la función militar. La institu- to que las representa todas, puesto que todas ellas encuentran
ción del arcontado, que Aristóteles sitúa en tiempos de los igualmente en él el origen de las`virtudes que las definen, él
codridas -es decir, en el momento en que se embarcan para no pertenece ya a ninguna.6 El rey es el único que posee si-
Jonia los aqueos de Pilos y los del Peloponeso refugiados en multáneamente las tres clases de objetos de oro -la copa de
el Ática-, marca una ruptura más decisiva. Es la noción mis- libaciones, el hacha de armas y el arado (reja y yugo)-, que
ma de arrkAc' -de mando- la que se separa de la bas/7eí.a. simbolizan las tres categori'as sociales (sacerdote, guerreros,
conquista su independencia y va a definir el dominio de una agricultores) en que están distribuidos los escitas. Las activi-
realidad propiamente poli'tica. Elegidos al principio por diez
años, después los arcontes son renovados cada año. El siste-
ma de la elección, aunque conserva o trasunta ciertos rasgos 5. Sobre los problemas de la soberanía en el nivel humano, sobre las rela-
ciones del rey con las distintas clases y la asamblea del grupo social, léanse
de procedimiento religioso, implica una concepción nueva del las observaciones de GEORGEs DUMÉziL, «Religion indo-européenne. Exa-
poder: la arkAe' es delegada de año en año, en virtud de una men de quelques critiques récentes», en Revue de l'Histoire des religions.
decisión humana, de una elección, que supone enfrentamiento 152. 1957. pp. 8-30.
6. HERói)oTo, IV, 5-6, cf. E. BENVENisTE, «Haditions indo-iranien-nes sur
y discusión. Esta delimitación más estricta del poder políti- les classes socials», /owrna/ as'J.aíJ.qwe, 230, 1938, pp. 529-549; G. DUMÉziL,
L'ideologie tripariie des lndo-européens, B"selas,19S8, pp. 9-10., «l:es trciLs
3. C[. MicHA,EL SA,K.ELLA.RIOU, ln migraíion grecque en lonie, A\enaLs,
`trésors des ancétTes' dans l'epopée Na,rte», Revue de l'histoire des religions,
1958. 157. ]960, pp. 141-154. Se encontrará en la leyenda regia de Orcomeno un
4. ARisTúrELES, Consí;.Í#cÍ.o'n dc A/cwas, 111, 2-4; cf. CHESTER G. STARR, tema análogo: cf. F. ViAN, «I.a triade des rois d'Orchoméne: Eteoclés, Phleg-
«The decline of the early greek Kings», en fí/.s./orí.a, 10,1961, pp.129-138. yas, Minyas», en Hommage á G. Dwme'zi./, pp. 215-224.
LA CRISIS DE LA SOBERANÍA 57
56 l.OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRiEGo
social, puede surgir lo uno de lo múltiple y lo múltiple de lo entre familias, constituye en sí una suerte de ago'n. un com-
uno?'O bate codificado y reglamentado, en el cual se enfrentan gru-
Poder de conflicto-poder de unión, cr¿.s-p¢/j'ar: estas dos en- pos, una prueba de fuerza entre gcnc, comparable a la que
tidades divinas, opuestas y complementarias, señalan como disputan los atletas en las carreras de los juegos. Y la políti-
los dos polos de la vida social en el mundo aristocrático que ca, a su vez, adopta también forma de ago'n: una justa orato-
sucede a las antiguas monarqui'as. La exaltación de los valo- ria, un combate de argumentos, cuyo teatro es el ú'rgonz, pla-
res de lucha, de concurrencia, de rivalidad. se asocia al senti- za pública lugar de reuniones, antes de ser un mercado." Los
miento de pertenencia a una sola y misma comunidad, a una que se enfrentan con palabras, los que contraponen discur-
exigencia de unidad y de unificación sociales. El espi'ritu de sos, forman en esta sociedad jerarquizada un grupo de igua-
ago'n, que anima a los gene§ nobiliarios, se manifiesta en to- les. Como Hesi'odo lo hará notar, toda rivalidad, toda crí.s,
dos los terrenos. En la guerra, antes que nada: la técnica del supone relaciones de igualdad: la concurrencia no puede darse
carro ha desaparecido, con todo lo que ella implicaba de cen- jamás si no es entre iguales.'2 Este espíritu igualitario, en el
tralización política y administrativa; pero el caballo no ase- seno mismo de una concepción agonística de la vida social,
gura menos a su poseedor una calificación guerrera excep- es uno de los rasgos que caracterizan la mentalidad de la aris-
cional; los Ai.ppe'i.s. 1os A/.ppobo/és, definen una elite militar tocracia guerrera de Grecia y contribuye a dar a la noción
y, a la vez, una aristocracia terrateniente, ya que la imagen del poder un nuevo contenido. La arrkÁe' no podi'a ser ya la
del caballero asocia el valor en el combate, el lustre del naci- propiedad exclusiva de un individuo cualquiera; el Estado es,
miento, la riqueza en bienes raíces y la participación de dere- precisamente, el que se ha despojado de todo carácter priva-
cho en la vida poli'tica. Después, en el plano religioso: cada do, particular; el que, escapando a la incumbencia de los genc,
gc#os' se afirma dueño de ciertos ritos, poseedor de fórmu- aparece ya entonces como asunto de todos.
las, de relatos secretos, de símbolos divinos especialmente efi- Las expresiones que utiliza el griego en este respecto son
caces, que le confieren poderes y ti'tulos de mando. Todo el notables: dirá que ciertas deliberaciones, ciertas decisiones,
dominio del «prederecho», en fin, que gobierna las relaciones deben ser planteadas cs Ío ko/.no'n,. que los antiguos privile-
gios del rey, que la ¢r*#c' misma, han sido puestos cs /o me-
son, en el medio, en el centro. El recurso de una imagen es-
10. V. EHRENBERG comprueba que hay, en el núcleo de la concepción grie-
ga de la sociedad, una contradicción fundamental: el Estado es uno y ho- pacial para expresar la conciencia de un grupo humano
mogéneo; el grupo humano está formado de partes mútiples y heterogéneas. adquiere de si' mismo, el sentimiento de su existencia como
Esta contradicción se mantiene implícita, no formulada. porque los gricgos
unidad política, no tiene simple valor comparativo. Refleja
no distinguieron claramente nunca entre estado y sociedad, entre plano po-
lítico y plano social. De ahl la dificultad, por no decir la confusión, de Aris-
tóteles cuando trata de la unidad y de la pluralidad de la po/i.s (V. EHREN- 11. El término perpetúa el recuerdo de la asamblea de los guerreros, del
BERG, r*c gmck síaí€, Oxford, 1960, p. 89). Vivida implícitamente en la /aos reunido en formación militar. Entre la antigua asamblea guerrera, la
práctica social, esta problemática de lo uno y de lo múltiple, que se mani- asamblea de los ciudadanos en los estados oligárquicos y la Ecc/cjíí.a demo-
fiesta igualmente en ciertas corrientes religiosas, se formulará en todo su ri- crática se advierte como una li'nea continua.
gor al nivel del pensamiento filosófico. \2. HEstoDo, Los trabajos y los di'as, 2S-26.
60 I.OS ORIGENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0
palabra -del cual los griegos harán una divinidad: PeJ.ÍAo, vida social. Hasta se puede decir que la po/J.s existe única-
la fuerza de persuasión- recuerda la eficacia de las expre- menteenlamedidaenquesehaseparadoundominiopúbli-
siones y las fórmulas en ciertos rituales religiosos o el valor co, en los dos sentidos, diferentes pero solidarios, del térmi-
atribuido a los «dichos» del rey cuando soberanamente pro- no: un sector de interés común en contraposición a los asuntos
nuncia la /AcmJ.s; sin embargo, en realidad se trata de algo privados; prácticas abiertas, establecidas a plena luz del día,
enteramente distinto. La palabra no es ya el término ritual, encontraposiciónalosprocedimientossecretos.Estaexigencia
la fórmula justa, sino el debate contradictorio, la discusión, de publicidad lleva a confiscar progresivamente en benefi-
la argumentación. Supone un público al cual se dirige como cio del grupo y a colocar ante la mirada de todos, el conjun-
a un juez que decide en última instancia, levantando la.mano todelasconductas,delosprocedimientos.delosconocimien-
entre las dos decisiones que se le presentan; es esta elección tos,queconstituíanoriginariamenteelprivilegioexclusivodel
puramente humana lo que mide la fuerza de persuasión res- basJ./e'ws, o de los ge" detentadores de la ¢rkAc'. Este doble
pectiva de los dos discursos, asegurando a uno de los orado- movimiento de democratización y de divulgación tendrá de-
res la victoria sobre su adversario. cisivas consecuencias en el plano intelectual. La cultura grie-
Todas las cuestiones de interés general que el soberano te- ga se constituye abriendo a un círculo cada vez mayor -y
ni'a por funcíón reglamentar y que definen el campo de la ar*- finalmente al demo5 en su totalidad- el acceso a un mundo
Áe: están ahora sometidas al arte oratorio y deberán zanjarse espiritual reservado en los comienzos a una aristocracia de
al término de un debate; es preciso, pues, que se las pueda carácterguerreroysacerdotal(laepopeyahoméricaesunpri-
formular en discursos, plasmarlas como demostraciones an- mer ejemplo de este proceso: una poesi'a cortesana, que se
titéticas y argumentaciones opuestas. Entre la poli'tica y el /o- cantaantesquenadaenlassalasdelospalacios,despuéssale
gos hay, asi', una realización estrecha, una trabazón reci'pro- deellos,seamplíaysetransformaenpoesíadefestival).Pero
ca. El arte poli'tico es, en lo esencial, un ejercicio del lenguaje; esta ampliación implica una transformación profunda. AI
y el /ogof, en su origen, adquiere conciencia de si' mismo, de convertirse en elementos de una cultura común, los conoci-
sus reglas, de su eficacia, a través de su función poli'tica. His- mientos, los valores, las técnicas mentales, son llevadas a la
tóricamente, son la retórica y la sofi'stica las que, mediante plaza pública y sometidos a cri'tica y controversia. No se los
el análisis que llevan a cabo de las formas del discurso como conserva ya, como garantías de poder, en el secreto de las tra-
instrumento de victoria en las luchas de la asamblea y del tri- diciones familiares; su publicación dará lugar a exégesis, a in-
bunal, abren el camino a las investigaciones de Aristóteles y terpretaciones diversas, a contraposiciones, a debates apasio-
definen, al lado de una técnica de la persuasión, las reglas nados. En adelante, la discusión, la argumentación, la
de la demostración; sientan una lógica de lo verdadero, pro- polémica,pasanaserlasreglasdeljuegointelectual,asícomo
pia del saber teórico, frente a la lógica de lo verosi'mil o de deljuegopolítico.Lasupervisiónconstantedelacomunidad
lo probable, que preside los azarosos debates de la práctica. seejercesobrelascreacionesdelespíritulomismoquesobre
Un segundo rasgo de la po/Í.s es el carácter de plena publi- las magistraturas del Estado. La ley de la fJo/js, en contrapo-
cidad que se da a las manifestaciones más importantes de la sición al poder absoluto del monarca, exige que las unas y
EHEH
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 65
64 U)S ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
las otras sean igualmente sometidas a «rendiciones de cuen- de la .Ciudad, la di.ke' actuaba todavía en dos planos, como
tas», e'wd)Jna/.. No se imponen ya por la fuerza de un presti- dividida entre el cielo y la tierra: para el pequeño cultivador
gio personal o religioso; tienen que demostrar su rectitud me- beocio,ladJ.kées,aquíabajo,unadecisióndehechoquede-
diante proccdimientos de orden dialéctico. pende del arbitrio de los reyes, «devoradores de dones»; en
La palabra constituía. dentro del cuadro de la ciudad, el el cielo es una divinidad soberana pero remota e inaccesible.
instrumento de la vida política; la escritura suministrará, en Por el contrario, en virtud de la publicidad que le confiere
el plano propiamente intelectual, el medio de una cultura co- laescritura,lad¡.ke',sindejardeaparecercomounválorideal,
mún y permitirá una divulgación completa de los conocimien- podráencarnarseenunplanopropiamentehumano,realizán-
tos anteriormente reservados o prohibidos. Tomada de los fe- dose en la ley. regla común a todos pero superior a todos,
nicios y modificada para una transcripción más precisa de norma racional, sometida a discusión y modificable por de-
los fonemas griegos, la escritura podrá cumplir con esta fun- creto pero que expresa un orden concebido como sagrado.
ción de publicidad porque ha llegado a ser, casi con el mis- Cuando los individuos. a su vez, deciden hacer público su
mo derecho que la lengua hablada, el bien común de todos saber mediante la escritura, sea en forma de libro, como los
los ciudadanos. Las inscripciones más antiguas en alfabeto que Anaximandro y Ferécides serían los primeros en haber
griego que conocemos muestran que, desde el siglo Viii, no escrito o como el que Heráclito depositó en el templo de Ar-
se trata ya de un saber especializado, reservado a unos escri- temisaenÉfeso,seaenformadepanfípegma,inscripciónmo-
bas, sino una técnica de amplio uso, libremente difundida en numentalenpiedra,análogaalasquelaciudadhacíagrabar
el público.2 Junto a la recitación memorizada de textos de ennombredesusmagistradosodesussacerdotes(losciuda-
Homero o de Hesíodo -que continúa siendo tradicional-, danosparticularesinscribíanenellasobservacionesastronó-
la escritura constituirá el elemento fundamental de la paj.dci.¢ micas o tablas cronológicas), su ambición no es la de dar a
griega. conocer a otros un descubrimiento o una opinión persona-
Se comprende así el alcance de una reivindicación que sur- les; quieren, al depositar su mensaje es fo meso#, hacer de
gió desde el nacimiento de la ciudad: la redacción de las le- él el bien común de la ciudad. una norma susceptible, como
yes. Al escribirlas no se hace más que asegurarles permanen- la ley, de imponerse a todos.3 Una vez divulgada, su sabidu-
cia y fijeza; se las sustrae a la autoridad privada de los bas/./éÁs, ría adquiere una consistencia y una objetividad nuevas: se
cuya función era la de «decir» el derecho; se transforman en constituye a sí misma como verdad. No se trata ya de un se-
bien común, en regla general, susceptible de ser aplicada por creto religoso, reservado a unos cuantos elegidos, favoreci-
igual a todos. En el mundo de Hesíodo, anterior al régimen dosporunagraciadivina.Ciertoesquelaverdaddelsabio,
como el secreto religioso, es revelación de lo esencial. descu-
brimiento de una realidad superior que sobrepasa en mucho
2. ]oHN FOFts"KE. Greece before Homer, Ancient chronology and al común de los hombres; pero al confiarla a la escritura, se
m)//^o/og)/, I.ondres, 1956, pp. 18 y ss.; cf. también las observaciones de CL.
PREAux, «Du linéaire 8 créto-mycenien aux ostraca grecs d'Egypte», en
Chronique d'Egypte, 34, 19S9, pp. ]9-8S. 3. DióGENEs LAERc`io. 1, 43. carta dc Tales a Ferécidas.
66 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 67
la arranca del ci'rculo cerrado de las sectas, exponiéndola a tos secretos, las fórmulas ocultas, se despojan de su misterio
plena luz ante las miradas de la ciudad entera; esto significa y de su poder religioso, para convertirse en las «verdades» que
reconocer que ella es, de derecho, accesible a todos, admitir debatirán los Sabios.
que se la someta, como en el debate poli'tico, al juicio de to- Sin embargo, no es sin dificultad ni sin resistencia que la
dos, con la esperanza de que en definitiva será aceptada y re- vida social se ha entregado asi' a una publicidad completa.
conocida por todos. El proceso de divulgación se realiza por etapas; en todos los
Esta transformación de un saber secreto de tipo esotérico terrenos encuentra obstáculos que limitan sus progresos. In-
en un cuerpo de verdades divulgadas públicamente, tiene su cluso en el plano poli'tico, ciertas prácticas de gobierno se-
paralelo en otro sector de la vida social. I.os antiguos sacer- creto conservan en pleno período clásico una forma de po-
docios pertenecían en propiedad a ciertos gene' y señalaban der que opera por vi'as misteriosas y medios sobrenaturales.
su familiarización especial con una potencia divina; cuando El régimen de Esparta ofrece los mejores ejemplos de tales
se constituye la po/Í.s, ésta los confisca en su provecho y hace procedimientos secretos. Pero la utilización, como técnicas
de ellas los cultos oficiales de la ciudad. La protección que de gobierno, de santuarios secretos, de oráculos privados, ex-
la divinidad reservaba antiguamente a sus favoritos va a ejer- clusivamente reservados a ciertos magistrados o de coleccio-
cerse, en adelante, en beneficio de la comunidad entera. Pero nes adivinatorias no divulgadas que se apropian ciertos diri-
quien dice culto de ciudad dice culto público. Todos los anti- gentes. está también testimoniada en otras partes. Además,
guos sacnt7, signos de investidura, si'mbolos religiosos, blaso- muchas ciudades cifran su salvación en la posesión de reli-
nes, ;ro'ana de madera, celosamente conservados como talis- quias secretas: osamentas de héroes, cuya tumba, ignorada
manes de poder en el secreto de los palacios o en el fondo del público, no debe ser conocida, bajo pena de arruinar al
de las casas sacerdotales, emigrarán hacia el templo, residen- Estado, más que por los únicos magistrados calificados para
cia abierta, residencia pública. En este espacio impersonal, recibir, al tomar posesión del cargo, tan peligrosa revelación.
vuelto hacia afuera, y que proyecta ahora hacia el exterior El valor poli'tico atribuido a dichos talismanes secretos no es
el decorado de sus frisos esculpidos, los antiguos ídolos se una simple supervivencia del pasado. Responde a necesida-
transforman a su vez: pierden, junto con su carácter secreto, des sociales definidas. ¿La salvación de la ciudad no pone
su virtud de símbolos eficaces; se convierten en «imágenes», necesariamente en juego fuerzas que escapan al cálculo de
sin otra función ritual que la de ser vistos, sin otra realidad la razón humana, elementos que no es posible apreciar en un
religiosa que su apariencia. De la gran estatua cultural aloja- debate ni prever al término de una deliberación? Esa inter-
da en el temp]o para manifestar en él al dios, se podri'a decir vención de un poder sobrenatural cuyo papel es finalmente
que todo su «esse» consiste desde este momento en un «per- decisivo -la providencia de Heródoto, la /);kAe de Tuci'-
cipi». I.os sacrtz, cargados antiguamente de una fuerza peli- dides-, debe tomarse muy en cuenta, reconociendo su parte
grosa y sustrai'dos a la mirada del público, se convierten bajo en la economía de los factores políticos. Ahora bien, el culto
la mirada de la ciudad en un espectáculo, en una «enseñanza público de las divinidades oli'mpicas no puede responder más
sobre los dioses», como bajo la mirada de la ciudad los rela- que en parte a esa función. Se refiere a un mundo divino de-
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 69
68 LOS ORfGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
vilegiosinaccesiblesalcomún.Pero,contrariamentealasini-
masiado general y también demasiado lejano; define un or- ciaciones antiguas a que se sometía a los jóvenes guerreros,
den de lo sagrado que se opone precisamente. como lo AJ.enós a los kowroi., y que les conferían una habilitación para el po-
a lo ^osí.os, al dominio profano en que se sitúa la adminis- der,lasnuevasagrupacionessecretasestaránenadelantecon-
tración de la ciudad. La laicización de todo un plano de la finadas a un terreno puramente religioso. Dentro del cuadro
vidapolíticatienecomocontrapartidaunareligiónoficialque de la ciudad, la iniciación no puede aportar más que una
ha establecido sus distancias en relación con los asuntos hu- transfomación «espiritual», sin incidencia en lo político. Ijos
manos y que ya no está tan directamente comprometida en elegidos, los epopfés, son puros, santos; emparentados con
las vicisitudes de la a!rk*e'. Sin embargo, cualesquiera que sean lo divino, están ciertamente consagrados a un destino excep-
la lucidez de los jefes políticos y la sabiduría de los ciudada- cional. pero que ellos conocerán en el más allá. La promo-
nos, las decisiones de la asamblea se refieren a un futuro que ción de que han sido objeto pertenece a otro mundo.
continúa siendo fundamentalmente opaco y que la inteligen- A todos cuantos deseen conocer la iniciación, el misterio
cia no puede captar completamente. Por lo tanto, es esencial lesofrece,sinrestriccióndenacimientonidecategoría,lapro-
poder dominarlo en la medida de lo posible, con otros recur- mesa de una inmortalidad bienaventurada que en su origen
sos que pongan en juego no ya medios humanos, sino la efi- era privilegio exclusivamente real; divulga, en el círculo más
cacia del rito. El «racionalismo» político que preside las ins- amplio de los iniciados, los secretos religiosos que antigua-
tituciones de la ciudad se opone, sin duda, a los antiguos mente pertenecían como propiedad a familias sacerdotales,
procedimientos religiosos de gobierno. pero sin excluirlos, no comolosKe'r);kesolosEwmo'/pJ.des.Pero,apesardeestade-
obstante, radicalmente.4 mocratización de un privilegio religioso, el misterio en nin-
Por lo demás, en el terreno de la religión se desarrollan,
gúnmomentosecolocaenunaperspectivadepublicidad.Por
al margen de la ciudad y paralelamente al culto público, aso- el contrario, lo que lo define como misterio es la pretensión
ciaciones basadas en el secreto. Las sectas, cofradías y miste- de alcanzar una verdad inasequible por' las vías normales y
rios son grupos cerrados, jerarquizados, que implican esca-
que no podría en modo alguno ser «expuesta», obtener una
las y grados. Organizados sobre el modelo de las sociedades revelación tan excepcional que abre el acceso a una vida reli-
de iniciación, su función es la de seleccionar, a través de una
giosa desconocida en el culto del Estado y que reserva a los
serie de pruebas, una minoría de elegidos que gozarán de pri- iniciados una suerte sin paralelo posible con la condición or-
dinaria del ciudadano. El secreto adquiere de este modo, en
4. Piénsese en la importancia de la adivinación en la vida política de los
contraste con la publicidad del culto oficial, una significa-
griegos. Más generalmente, obsérvese que toda magistratura conserva un ca-
rácter sagrado. Pero lo mismo ocurre a este respecto en lo político y en lo ciónreligiosaparticular:defineunareligióndesalvaciónper-
jurídico. Ios procedimientos religiosos, que en su origen tenían valor por sonalqueaspiraatransformaralindividuoconindependen-
si' mismos, sc convierten. dentro del cuadro del derecho, en introductores cia del orden social, a realizar en él una especie de nuevo
de instancias. Asimismo, ritos como el sacrificio y el juramento, a los cuales
quedan sometidos los magistrados cuando toman posesión del cargo, cons-
nacimiento que lo arranque del nivel común y lo haga llegar
tituycn el esquema formal y no ya el resorte interno de la vida política. En a un plano de vida diferente.
este. sentido, hay verdadera secularización.
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS» 71
70 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
Pero en este terreno, las investigaciones de los primeros Sa- prácticas adivinatorias, los ejercicios espirituales de concen-
tración, de éxtasis, de separación del alma y del cuerpo.
bios iban a continuar las preocupaciones de las sectas hasta
La filosofía se encuentra, al nacer, en una posición ambi-
el punto de confundirse a veces con ellas. Las enseñanzas de
la Sabiduría, como las revelaciones de los misterios. preten- gua: por su marcha y por su inspiración está emparentada
a la vez con las iniciaciones de los misterios y las controver-
den transformar el hombre desde dentro, elevarlo a una con-
sias del ¢'gom,. flota entre el espíritu de secreto, propio de las
dición superior, hacer de él un ser único, casi un dios, un
sectas y la publicidad del debate contradictorio que caracte-
ÍÁej.os arnc'r. Si la ciudad se dirige al Sabio cuando se siente
riza a la actividad política. Según los medios, los momentos,
presa del desorden y la impureza, si le pide la solución para
las tendencias, se la ve, como a la secta pitagórica en la Mag-
sus males, es precisamente porque él se le presenta como un
na Grecia en el siglo Vi, organizarse en cofradía cerrada y re-
ser aparte, excepcional como un hombre divino a quien todo
husarse a entregar a la escritura una doctrina puramente eso-
su género de vida aísla y sitúa al margen de la comunidad.
térica. Así podrá, como lo hará el movimiento de los sofistas,
Recíprocamente, cuando el Sabio se dirige a la ciudad, de pa-
integrarse plenamente en la vida pública, presentarse como
labra o por escrito, es siempre para transmitirle una verdad
unapreparaciónparaelejerciciodelpoderenlaciudadyofre-
que viene de lo alto y que, aun divulgada, no deja de perte-
cerse libremente a cada ciudadano por medio de lecciones pa-
necer a otro mundo, ajeno a la vida ordinaria. La primera
sabiduri'a se constituye así en una suerte de contradicción, en gadas en dinero. Acaso la filosofi'a griega no pudo despren-
derse nunca del todo de esta ambigüedad que marca su origen.
la cual se expresa su naturaleza paradójica: entrega al públi-
El filósofo oscilará siempre entre dos actitudes, titubeará en-
co un saber que ella proclama al mismo tiempo inaccesible
tre dos tentaciones contrarias. Unas veces afirmará que es el
a la mayoría. ¿No tiene por objeto reve]ar lo invisible, hacer
único calificado para dirigir el Estado y, tomando orgullosa-
ver ese mundo de los a'de/a que se oculta tras las apariencias?
mente el puesto del rey divino, pretenderá, en nombre de ese
La sabiduría revela una verdad tan prestigiosa que debe pa-
«saber» que lo eleva por encima de los hombres, reformar
garse al precio de duros esfuerzos y que continúa estando,
toda la vida social y ordenar soberanamente la ciudad. Otras
como la visión de los cpop/e'§, oculta a las miradas del vulgo;
veces se retirará del mundo para replegarse en una sabiduría
aunque expresa el secreto y lo formula con palabras, el co-
mún de las gentes no puede captar su sentido. Lleva el miste- puramente privada; agrupando en derredor de sí a unos cuan-
tos discípulos, querrá instaurar con ellos, en la ciudad, otra
rio a la plaza pública; lo hace objeto de un examen, de un
ciudad al margen de la primera y, renunciando a la vida pú-
estudio, pero sin que deje de ser, sin embargo, un misterio.
blica. buscará su salvación en el conocimiento y en la con-
Los ritos de iniciación tradicionales que protegían `el acceso
templación.
a revelaciones prohibidas, la sopAj'a y la pW/o§opAi'a, los reem-
plazan por otras pruebas: una regla de vida un camino de as-
A los dos aspectos que acabamos de señalar -prestigio de
cesis, una senda de investigación que, junto a las técnicas de
la palabra, desarrollo de las prácticas públicas-, se agrega
discusión y argumentación o de nuevos instrumentos menta-
otro rasgo para caracterizar el universo espiritual de la po/j.s.
les como las matemáticas, siguen manteniendo las antiguas
73
EL UNIVERS0 ESPIRITUAL DE LA «POLIS»
72 LOS ORI`GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
mi'a pudo adquirir a fines del siglo vi una fuerza tan gran-
Los que componen la ciudad, por diferentes que sean en ra-
de,sipudojustificarlareivindicaciónpopulardeunlibreac~
zón de su origen, de su categoría, de su función, aparecen
ceso del de'mos a todas las magistraturas, fue sin duda por-
en cierto modo «similares» los unos a los otros. Esta simili-
tud funda la unidad de la po/j.s, ya que para los griegos sólo quehundíasusraícesenunatradiciónigualitariaantiquísima,
los semejantes pueden éncontrarse mutuamente unidos por porquerespondía,incluso,aciertasactitudespsicológicasde
la aristocracia de los Ai.ppe'i.s. En efecto, fue aquella nobleza
la Pfti./i'a), asociados en una misma comunidad. El vínculo del
militarlaqueestablecióporprimeravez,entrelacalificación
hombre con el hombre adoptará así, dentro del esquema de
la ciudad, la forma de una relación recíproca, reversible, que guerrerayelderechoaparticiparenlosasuntospúblicos,una
equivalencia que no se discutirá ya. En la po/!.s el estado de
reemplazará a las relaciones jerárquicas de sumisión y domi-
soldado coincide con el de ciudadano: quien tiene su puesto
nación. Todos cuantos participen en el Estado serán defini-
en la formación militar de la ciudad. lo tiene asimismo en
dos como Hómoí.o¿ semejantes, y, más adelante en forma más
suorganizaciónpolítica.Ahorabien.desdemediadosdelsi-
abstracta, como Jsoi., iguales. A pesar de todo cuanto los con-
trapone en lo concreto de la vida social, se concibe a los ciu- glo Vii las modificaciones del armamento y una revolución
de la técnica del combate transforman el personaje del gue-
dadanos, en el plano político, como unidades intercambia-
rrero,cambiansupuestoenelordensocialysuesquemapsi-
bles dentro de un sistema cuyo equilibrio es la ley y cuya
cológico.6
norma es ra igualdad. Esta imagen del mundo humano en-
La aparición del hoplita, pesadamente aimado, que com-
contrará en el siglo Vi su expresión rigurosa en un concepto,
batiendo en fila, en formación cerrada, siguiendo el princi-
el de j.sonomJ'¢: igual participación de todos los ciudadanos
en el ejercicio del poder. Pero antes de adquirir ese valor ple- piodelafalange,asestaungolpedecisivoalasprerrogativas
militares de los Ai.ppe'i.s. Todos cuantos pueden costearse su
namente democrático y de inspirar en el plano institucional
equipo de hoplitas -es decir, los pequeños propietarios li-
reformas como las de C/i's/encs, el ideal de i.soHomJ'a pudo
bresqueformaneldemos,comosondeAtenaslosZbwgJ.íes-,
traducir o prolongar aspiraciones comunitarias que remon-
están situados en el mismo plano que los poseedores de ca-
tan mucho más alto, hasta los orígenes mismos de la po/J.s.
ballos. Sin embargo, la democratización de la función mili-
Varios testimonios muestran que los términos de J.sonomJ'a
tar -antiguo privilegio aristocrático- implica una renova-
y de J.socntzíJ'a han servido para definir. dentro de los círculos
ción completa de la ética del guerrero. El héroe homérico, el
aristocráticos, en contraposición al poder absoluto de uno solo
buen conductor de carros, podía sobrevivir aun en la perso-
(la mo#ark#J'a o la /)Jmn#¿'s), un régimen oligárquico en que
na del Ai.ppe'% ya no tiene mucho de común con el hoplita,
la av.kÁe' se reservaba para un pequeño número con exclusión
de la masa, pero era igualmente compartida por todos los
6. Cf. A ANDREws, 7lhe greck f}ir¢nn l.ondres, 1956, c. 3: <flrhe military
miembros de ese selecta minoría.5 Si la exigencia de i.sono-
factor» F. E. ADcocK, 7lhe Gree* and macedoni." M o/ war, Berkcley y
Los Angeles,1957: sobre la fecha dc aparición del hoplita,.cf. P. CouRBiN,
5. Cf. V. EHRENBERG (Orí.gi`ns o/ dcmocntzc}} 1. c.), quien recuerda que
t:u`nrl:=#i::;í:=á`Y*;-tii:éosy"¿Bu"etindecorrespondancehe„éni-
el poema de Armodio y Aristogitón glorifica a estos eupátridas por haber
qwc, 81, 1957, pp. 322-384.
hecho a los atenienses i.sonomows; cf. también TucfDiDEs, 111. 62.
75
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS»
74 LosoRI'GENESDELPENSAMiENmGRiEGo
entrelosespartanos,aAristódamo:elhombrequeformaba
partedelostrescientoslacedemoniosquehabíandefendido
lasTermópilas;sóloélhabíaregresadosanoysalvo;ansioso
delavareloprobioquelosespartanosatribuíanaaquellaSu-
pervivencia,buscóyencontrólamuerteenPlatea,realizan-
doadmirableshazañas.Peronofueélaquienlosespartanos
otorgaron, con el premio al valor, los honores fúnebres tri-
butadosalosmejores;lenegaronlaarj.síei.aporque,comba-
tiendofuriosamente,comounenajenadoporla/}issa,había
abandonado su puesto.7
Esterelatoilustraenformasorprendenteunaactitudpsi-
cológicaquenosemanifiestasóloeneldominiodelague-
rra,sinoque,entodoslosplanosdelavidasocial,acusaun
virajedecisivoenlahistoriadelapoMLlegaunmomento
enquelaciudadrechazalasconductastradicionalesdelaaris-
tocracia tendentes a exaltar el prestigio, a reforzar el poder
de los individuos y de los gene, a elevarlos por encima del
común. Al igual que el furor guerrero y la búsqueda en el
combatedeunagloriapuramenteprivada,secondenantam-
biéncomodesorbitancias,como^yór!.s,delariqueza,ellujo
enelvestir,lasuntuosidadenlosfunerales,lasmanifestacio~
nesexcesivasdedolorencasodedueloyelcomportamiento
muyllamativodelasmujeres.oeldemasiadosegurodesí,
demasiado audaz, de la juventud noble.
Todas estas prácticas son en adelante rechazadas porque
acusanlasdesigualdadessocialesyelsentimientodedistan-
ciaentrelosindividuos,provocanlaenvidia,creandisonan-
cias en el grupo, ponen en peligro su equilibrio. su unidad,
ydividenlaciudadcontrasímisma.Ijoqueahoraseenco-
miaesunidealausterodereservaycontención,unestilode
vida severo, casi ascético, que esfuma entre los ciudadanos
C'-.
ante la ley
ai|a, los nombres de las ciudades y los indivi-
batalla, J,V_ --__ ---- __
7. HERÓDm, IX, 71.
relato de b
semostraronmásValientesenPlatea,dalapa|ma,
duos qu€
77
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA «POLIS»
76 l.OS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
Todos cuantos, habiendo recibido el adiestramiento militar dictorios las fórmulas sentenciosas y definitivas. La palabra
con la serie de las pruebas y las iniciaciones que implica, po- continúa siendo para ellos aquellas r*e/m!., aquellas leyes casi
seen un k/enos y participan en las s}Jssi.ÍÍ'ai., se encuentran ele- oraculares, a las que se someten sin discusión y que se niegan
vados al mismo plano. Es ése el plano que define a la ciu- a entregar, escribiéndolas, a una publicación plena. Por mu-
dad.9 El orden social no aparece ya, pues, bajo la cho que haya podido avanzar, Esparta dejará para otros el
dependencia del soberano; no está vinculado al poder crea- honor de expresar plenamente la nueva concepción del or-
dor de un personaje excepcional, a su actividad de ordena- den cuando, bajo el reinado de la ley, 1a ciudad llega a ser
dor. Es, por el contrario, el orden que reglamenta el poder un cosmos equilibrado y armónico. No serán los lacedemo-
de todos los individuos, el que impone un li'mite a su volun- nios quienes consigan extraer y desarrollar en todas sus con-
tad de expansión. El orden es anterior con relacíón al poder. secuencias las nociones morales y políticas que ellos habrán.
La ark¢c' pertenecé, en realidad, exclusivamente a la ley. Todo entre los primeros, encarnado en sus ins{ituciones.
individuo o toda facción que pretenda asegurarse el mono-
polio de la ar¿Ác', amenaza, atentando contra el equilibrio
de los demás poderes, la Áomo'noí.o del cuerpo social y pone
en peligro, con ello, la existencia misma de la ciudad.
Pero si la nueva Esparta reconoce asi' la supremaci'a de la
ley y del orden, es por haberse orientado hacia la guerra; la
reforma del Estado obedece, antes de nada, a preocupacio-
nes militares. Es para la práctica de los combates, más que
para las controversias del a'gorfr, para lo que se ejercitan los
Ao'moí.oÍ.. rlhmpoco la palabra podrá llegar a ser en Esparta
la herramienta poli'tica que será en otras partes ni adoptará
forma de discusión, de argumentación, de refutación. En lu-
gar de la Pgí./% fuerza de persuasión, Ios lacedemonios ce-
lebrarán, como instrumento de la ley, el poder del PAobos,
ese temor que doblega a todos los ciudadanos a la obedien-
cia. Se jactarán de no gustar en los discursos más que de la
brevedad y de preferir a las sutilezas de los debates contra-
Sobre este dato tradicional de los Siete Sabios seri'a vano en su origen la forma de una efervescencia religiosa al mis-
apoyar una conclusión histórica: la lista de los Siete es flo- mo tiempo que social, pero que, en las condiciones propias
tante y variable; no se atiene ni a la cronologi'a ni a la verosi- de la ciudad. llevó en definitiva al nacimiento de una refle-
militud. Sin embargo, la función poli'tica y social asignada xión moral y política de carácter laico, que encaró de un modo
a los Siete Sabios, Ias máximas que se les han atribuido, per-
puramente positivo los problemas del orden y del desorden
miten conciliar reci'procamente a personajes que, en cuanto en el mundo humano.
a lo demás, son enteramente opuestos: un Tales, que agrega Las transformaciones económicas -que tenemos que li-
a muchas otras competencias la de ser hombre de Estado; un mitarhos a mencionar aquí- se conectan con un fenómeno
Solón, poeta gnómico, árbitro de las luchas poli'ticas atenien- cuya importancia aparece igualmente decisiva en el plano es-
ses, que rechaza la tiranía; un Periandro, tirano de Corinto;
piritual: la reanudación y el desarrollo de los contactos con
un Epiménides, el prototipo mismo del mago inspirado, del Oriente, que habían ssdo rotos en la caída del imperio micé-
fA€;.os ame'r, que se alimenta de malvas y de asfodelos y cuya nico. En la Grecia continental las relaciones están restableci-
alma se escapa del cuerpo a voluntad. A través de una mez- das en el siglo viii por intermedio de los navegantes fenicios.
cla de datos puramente legendarios, de alusiones históricas, Sobre las costas de Jonia los griegos entran en relación con
de sentencias poli'ticas y de esquemas morales, la tradición el interior del país anatolio, especialmente con Lidia. Pero
más o menos mítica de los Siete Sabios pone a nuestro alcan- sólo en el último cuarto del siglo vii la economía de las ciu-
ce y nos permite comprender un momento de la historía so- dades, tanto en Europa como en Asia, se vuelve resueltamente
cial. Momento de crisis, que se inicia a fines del siglo Vii y hacia el exterior; el tráfico por mar va a desbordar entonces
se desarrolla en el siglo Vi, peri'odo de turbulencias y con- ampliamente de la cuenca orient.al del Mediterráneo, vuelto
flictos internos, de los cuales percibimos algunas condicio- a su papel de vía de comunicaciones. La zona de los inter-
nes económicas y que los griegos vivieron, en un plano reli- cambios se extiende por el oeste hasta Africa y España y por
gioso y moral, como una puesta en cuestión de todo su sistema el este hasta el Mar Negro.2 Este ensanchamiento del hori-
de valores, como un ataque al orden mismo del mundo, como zonte mari'timo responde, por lo demás, a una exigencia su-
un estado de falta y de impureza. mamente imperiosa: el avance demográfico plantea con tan-
Las consecuencias de esta crisis serán, en el dominio del ta mayor amplitud el problema de los cereales cuanto que la
derecho y de la .vida social, ciertas reformas a las que se en-
cuentran precisamente asociadas a la vez adivinos purifica- 2. Sobre la expansión de los griegos en el Mediterráneo y la reanudación
dores como Epiménides, nomo/Ácíes como Solón, ai.s}Ímne- de los contratos con Oriente, cf. JEAN BÉRARD, ¿a co/o#i.saíjon grccqwe dc
/cs como Pítaco, o tiranos como Periandro. Será también, T;I;¿ii; -;¿r;dionale et de la Sicile dans l'Antiquité, PíiTts,_\9S]., «ya_migiar
-;;,-ii¿--ó;e;ks
tion and
éolienne», en theirarcAc'o/ogí.qwe,
Revwc easiern neighbours= Stu.die?
1959, pp. 1-28; in :h: relat.i??
THOMAs 9:t.-..
J. DUNBA-
dentro del ámbito intelectual, un esfuerzo por trazar el cua- -;¿¿; -ór;e;e-and the countries of the Near East in the eigh.t an.d s.eve?th
dro y elaborar ]as nociones fundamentales de la nueva ética
cenfwri.ef, Londres 1957; CARL ROEBucK, Joni.an Ímde and co/oHi.za/j.on,
griega. Podri'amos decir, esquematizando mucho, que el punto
Nueva York, 1959; MicHEL 8. SAKELLABiou, ü mi.gmJi.on grecqwe en Joni.e,
de partida de la crisis fue de orden económico, que revistió Atenas, 1958.
84 I-OS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO 85
LA CRISIS DE LA CIUDAD
minos Aomos/.p);oi., omokaipoí., que subrayan una «semejan- de los crímenes de sangre es válido también para los demás
za» entre ellos, ilustrada por el hecho de que comparten el delitos.AristótelesyPlutarcoconsignanentrelasmásfelices
innovacionesdelaconstituciónsolonianaelprincipioenvir-
pan y comen a la misma mesa. Es precisamente el estado de
espi'ritu que preside, según hemos visto, la institución espar- tud del cual el perjuicio causado a un individuo particular
tana de las s)/ssÍ.ÍÍ'aj. entre *o'moi`oj.. Se trata de dar a los ciu- es,enrealidad,unatentadocontratodos;así,Solóndaacada
dadanos el sentimiento de que son, en cierto modo, herma- unoelderechodeintervenirenjusticiaenfavordecualquie-
nos. Nada hay capaz de fortificar mejor esta convicción que raquehayasidolesionadoydeperseguirla¢d!.ki'osinhaber-
consumir alimentos cocidos al mismo fuego y compartidos la sufrido personalmente.
en la misma mesa: el banquete es una comunión que realiza
entre los comensales una identidad de ser, una especie de con- ljos diferentes rasgos que los griegos han agrupado para
sanguinidad. Se comprende, pues, que al asesinato de un ciu- componerlafiguradeunEpiménidesnoconstituyenuntes-
dadano pueda provocar en el cuerpo social el mismo horror timonioaislado.UnpersonajecomoAbaris-queseinscri-
religioso, el mismo sentimiento de impureza sacrílega, que si beconotrosmagos:Aristeas,Hermótimo,enlatradiciónle-
se hubiese tratado de un crimen contra un consanguíneo. Que gendariadelpitagorismo-noessolamenteunchamánque
la conciencia social influyó efectivamente en este sentido, lo vuelaporlosairesconsuflechadeoro,quevivesinalimen-
tarse y que envía su alma a vagar lejos del cuerpo; es, a la
prueba la evolución semántica del término con que se desig-
na al homicida: awde#/e§, que es primeramente el matador vezqueuncresmól.ogo,unreformadorreligiosoyunpurifi-
de un pariente: después, el asesino ajeno a la familia de la cador; funda, dentro del marco de la religión pública, ritos
vi'ctima, pero considerado en su relación con esta familia, a nuevos: en Atenas, 1os Proerosia; erige santuarios protecto-
resdelacomunidad:enEsparta,eldeftmsalvadora;insti-
quien corresponde, para los parientes de la víctima que expe-
rimentan hacia él odio y repulsión religiosa, la misma pala- tuye procedimientos catárticos que permiten a los ciudada-
bra fuerte con que se designa el asesino de un consanguíneo; nosimpedireldesencadenamientodeun/o!.mós.Unpersonaje
histórico como Onomacrites, que se vincula a Museo, cuyos
por último, el asesinato de un individuo cualquiera, sin la idea
de relación alguna especial con la familia de la víctima. Cuan- oráculoscompilayencasodenecesidadfalsifica,ejercejun-
do se pasa de la venganza privada a la represión judicial del toalospisistrátidasunafuncióndeadivino,coleccionando,
crimen, la palabra que designa al asesino de un pariente y parausodesusamos,multituddeoráculossecretosadapta-
después al asesino en relación con los parientes de la víctima dosalascircunstancias;peroestambiénunconsejeropolíti-
ha podido conservarse para designar al criminal en relación coyhastaunembajador;Aristótelesnosindicaquealgunos
con todos sus conciudadanos.8 Por lo` demás, lo que decimos lo asociaban a Licurgo, a Carondas y a Zaleuco, para hacer
deélunodelosprimerosexpertosenmateriadelegislación.
No se podrían concebir, pues, los comienzos del Derecho
8. C[. L. GERNET, Droit et societé dans la Gréce ancienne, Paiís,19SS, fueradeunciertoclimareligioso:elmovimientomísticores-
p. 2050. Véase, sin embargo, coníra, P. CHANTRAiNE, «Encore AuoEvtT`¢"
en Hommagc ó Muvó^Ti Tpiüijtc[q>uMtsn Atenas, 1960. pp. 89-93. ponde a una conciencia comunitaria más exigente; traduce
93
LA CRISIS DE LA CIUDAD
perioralaspartespuededecidirélmismo,resol"segúnsu
una sensibilidad nueva del grupo en relación con el asesina- concienciaydeacuerdoconlaley,sonlasnocionesmismas
to, su angustia ante las violencias y los odios que engendra deprueba,testimonioyjuiciolasquesetransformanradi-
la venganza privada; los sentimientos de estar colectivamen- calmente.Enefecto,eljueztienequeesclarecerunaverdad
te comprometida, colectivamente amenazada, cada vez que enfuncióndelacualhabrádepronunciarseenadelanúNo
corre la sangre; la voluntad de reglamentar las relaciones de pidealostestigosquejuren,solidarizándoseconunadelas
los gcw y de quebrar su particularismo. Sin embargo, esa efer- partes,sinoqueinformensobreloshechos.Envirtuddeesta
vescencia mística no se prolongará más que en el interior de concepciónenteramentenuevadelapruebaydeltestimonio,
ciertos medios sectarios estrechamente circunscriptos. No da elprocesopondráenjuegotodaunatécnicadedemostración,
nacimiento a un vasto movimiento de renovación religiosa que dereconstruccióndeloPlausibleyloprot)able,dededucción
absorba finalmente la poli'tica. Ocurre lo contrario. Las as- apartirdeindiciosodeseñales,ylaactividadjudicialcon-
piraciones comunitarias y unitarias van a injertarse más di- tribuiráaelaborarlanocióndeunaverdadobjeti"que,den-
rectamente en la realidad social, a orientar un esfuerzo de le- trodelcuadrodel«prederecho»,elprocesoantiguoignoraba.
gislación y de reforma: pero al remodelar así la vida pública,
ellas mismas se transformarán, laicizándose; al encarnarse en
la institución judicial y en la organización política, se presta~
rán a un trabajo de elaboración conceptual, siendo traspues-
tas al plano de un pensamiento positivo.
Louis Gernet ha mostrado en particular la mutación inte-
lectual que opera el advenimiento del Derecho propiamente
dicho.9 En el proceso arcaico los gcw se enfrentaban, a
modo de armas, con las fórmulas rituales y las pruebas pre-
vistas por la costumbre: el juramento, el juramento solidario
y el testimonio. Estas pruebas teni'an valor decisorio; poseían
un poder religioso; aseguraban automáticamente el éxito en
el curso del proceso, si eran correctamente utilizadas sin que el
juez, en su función de puro árbitro y limitándose a compro-
bar y a declarar la victoria al término de la prueba, tuviera
que investigar sobre el fondo, que reconstituir el objeto del
litigio ni conocer los hechos en sí mismos. Pero cuando, con
la ciudad, el juez representa al cuerpo ciudadano, a la comu-
nidad en su conjunto, y encarnando a ese ser impersonal su-
adoptalamenelmundo.rmleseltemaqueserepiteob-
en el combate y la opulencia en el modo de vida. En los agru- sesivamenteenelpensamientomoraldelsigloVLAlasfór-
pamientos religiosos no sólo la amefe' se ha despojado de su mulasdeSolón,convertidasenproverbios:«Lariquezano
aspecto guerrero tradicional, sino que se ha definido por tienetérmino.Koros,lasaciedadengendralahybri.s"hacen
suoposiciónatodocuantorepresente,comocomportamien- ecolaspalabrasdeTeognis:«I+osquemástienenho%ambi-
to y forma de sensibilidad. el ideal de Aabro5ynm la virtud cionanparamañanaeldoble.Lariqueza,khne'm¢fa,11egaa
es fruto de uha larga y penosa a'ske§i.s, de una disciplina dura serenelhombrelocura.«apftros);ne».Quienposeequieremás
ysevera,lamc/cíe';ellaponeenjuegounacpÍ.mc'/ei.a,uncon- todavía.Lariquezaterminapornoteneryaotroobjetoque
trol vigilante sobre sí mismo, uria atención sin descanso para asímisma;hechaparasatisfacerlasnecesidadesdelavida,
escapar a las tentaciones del placer, a la Aedone', al atractivo simplemediodesubsistencia,setransformaen"propiofin,
de la molicie y de la sensualidad, la ma/akAi'a y la tr)pAe',
presentándosecomonecesidaduniversal,insaciable,ilimita-
para preferir una vida totalmente dedicada al ponos, al es- da,quenadapodrásatisfacerjamás.Enlaraíz,pues,dela
fuerzo penoso. riquezasedescubreunanaturalezaviciada,unavoluntaddes-
Las mismas tendencias rigoristas que hemos advertido, en
viadaymalsana,unapJeonex!'¢:deseodetenermásquelos
cierto modo amplificadas en los medios sectarios donde de- otros,másquelapartequeaunoletoca,tenerlotodo.EI
finen una disciplina de ascesis que permite a los iniciados es-
P/owfosimplicaciertamentealosojosdelgriegounafatali-
capar a las injusticias de aquí abajo, salir del ciclo de reen- dad,peronodeordeneconómico;eslanecesidadinmanente
carnaciones y retornar a lo divino. las volvemos a encontrar auncarácter,aunefhos,lalógicadeuntipodecomporta-
en plena vida social, modificando las conductas, los valores, miento.Koros,ftybr!.s,p/eonex!'¢,sonlasformasdesinrazón
las instituciones, al margen, esta vez, de toda preocupación
quereviste,enlaEdaddelHierro,elorgulloaristocrático,ese
de orden escatológico. Se rechazan el fausto, la molicie, el pla- espíritudeErÉque,enlugardeunanobleemulación,nopue
cer; se proscribe el lujo en la indumentaria, en la habitación. deyaengendrarmásqueiniusticia,opresión,d);snom!'¢.
en las comidas; se condena la riqueza, iy de qué modo! Pero EncontrasteconlaAybrisdelricoseperfilaelidealdela
la condenación apunta a sus consecuencias sociales, a los ma- sópftmsyne'.Estáhechodetemplanza,deproporción,dejusü
les que ella engendra en el grupo. a las divisiones y los odios medida,dejustotérminomedio.«Nadaendemasía»,tales
que suscita en la ciudad, al estado de síasi.s que provoca como lafórmuladelanuevasabiduría.Estavaloracióndelopon-
por una especie de ley natural. La riqueza ha reemplazado derado,delomoderado,daalaonefe'griegaunaspecto«bur-
a todos los valores aristocráticos: matrimonio, honores. pril
gués»:eslaclasemedialaquepodráejercerenlaciudadla
vilegios, reputación, poder; todo puede procurarlo. En ade- acciónmoderadora,estableciendounequilibrioentrelosdos
lante es el dinero 1o que cuenta, el dinero lo que hace al hom- extremos:1aminoríadelosricosquequierenconservarlotodo
bre. Ahora bien, contrariamente a todos los otros «poderes»,
ylamultituddelosdesposeídosquequierentenerlotodo.
lariquezanoimplicalímitealguno:nadahayenellaquepue- Aquellosaquienessedesignacomohoi.mesocmsonsola-
da señalar su término, su linde, su cumplimiento total. La mentelosmiembrosdeunacategoríasocialparticular,aigual
esencia de la riqueza es la falta de mesura; es la forma que
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 99
98 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEG0
ticia, b¿'am k¢i. dí.ke#. Jírtríos )J BÍ'a, los dos antiguos acólitos
distancia de la indigencia y la opulencia: representan un tipo de Zeus, que no debían apartarse un instante de su trono por-
de hombre, encarnan los valores cívicos nuevos, como los ri- que personificaban lo que el poder del soberano comporta,
cos encarnan la locura de la Ayóri.s. En su posición interme- a la vez, de absoluto, de irresistible y de irracional, han pasa-
dia dentro del grupo, 1os mesoi. tienen como destino estable- do ahora al servicio de la ley; son servidores de Nomos, que
cer una proporción, un vínculo entre los dos partidos que domina en adelante, en sustitución del rey, en el centro de
desgarranlaciudad,porquecadaunodeellosreivindicapara la ciudad. Este JVomos conserva, por su relación con la djkc',
sí la totalidad de la arkfie'. El mismo Solón, hombre del «cen- una cierta resonancia religiosa; pero se expresa también, so-
tro», se presenta como árbitro, como mediador, como conci- bre todo en un esfuerzo positivo de legislación, una tentativa
liador. Hará de la po/Í.s, víctima de la d}Jsnomí'a, un kosmos racional por poner fin a un conflicto, por equilibrar fuerzas
armonioso si consigue repartir, proporcionalmente a sus mé- sociales antagónicas y ajustar actitudes humanas apuestas.
ritos respectivos, la parte que corresponde.en la arkde' a los El testimonio de este «racionalismo» político se encuentra en
distintos elementos que componen la ciudad. Pero esta dis- el fragmento 4 de Solón.2 iQué lejos estamos de la imagen
tribución equilibrada, esta ew#omj'¢, impone un límite a la hesiódica del Buen Rey cuya virtud religiosa es la única que
ambición de aquellos a quienes anima el espíritu de la des- puede apaciguar las querellas y hacer que florezcan, con la
mesura;trazaanteellosunafronteraquenotendránderecho paz, todas las bendiciones de la tierra! La justicia aparece
a trasponer. Solón se alza, en el centro del Estado, como una como un orden enteramente natural que se reglamenta por
barrera infranqueable, com un Aoros que marca, entre dos sí misma. Es la maldad de los hombres, su espíritu de Ayór!.s,
jaurías adversas, el límite que no pueden traspasar. A la sÓ- su sed insaciable de riquezas, lo que produce naturalmente
pftros}ine, virtud del justo medio, responde la imagen de un el desorden según un proceso en el cual cada una de las fases
orden político que impone un equilibrio a las fuerzas contra- puede señalarse por anticipado: la injusticia engendra la es-
rias, que establece un acuerdo entre elementos rivales. Pero, clavitud del pueblo y ésta, a su vez, produce la sedición. Ia
como en el proceso, en su nueva forma, también este arbitraje justa medida, para restablecer el orden y la nc's);kÁÍ'a, debe,
supone un juez que, para aplicar su decisión o para impo- pues, al mismo tiempo quebrar la arrogancia de los ricos y.
nerla en caso necesario, se refiera a una ley superior a las par- hacer que cese la esclavitud del dc'mos, sin transigir, no obs-
tes, a una dj.ke' que debe ser igual e idéntica para todos. «He tante, con la subversión. Tal es la enseñanza que Solón expo-
redactado -dirá Solón-, leyes iguales para el kako's y para ne a los ojos de todos los ciudadanos. La lección podrá ser
el agafAo's, fijando para cada cual una justicia recta.» Preci- momentáneamente desconocida o rechazada; el Sabio con-
samente para salvar el reinado de esta ley común a todos, So- fi'a en el tiempo: una vez hecha pública la verdad o, como
lón rehúsa la tiranía, que está a su alcance. ¿Cómo tomar en lo dice él mismo, una vez depositada es /o meson, llegará
sus manos, 1as manos de un solo hombre, esa aywé que debe
permanecer en mesó? Ijo que Solón ha realizado, lo ha he- 2. Cf. G. VLASTos, «Solonian Justice», en C/assi.co/ PAi./o/ogj/, 41,1946,
cho en nombre de la comunidad, en virtud de la fuerza de pp. 65-83.
la ley, kraffl. nomow uniendo la acción de la fuerza y la jus-
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 101
lo que es del orden de una prudencia reflexiva, de un cálculo cia igualmente a SopAms);nc.8 Se trata de una noción social
racional (celebrados por los gnómicos). Estas potencias del y poli'tica, del mismo modo que la *omo'noí.a, de la cual cons-
alma no están en un mismo plano. EI ÍAymo'§ está hecho Para tituye el aspecto subjetivo: la confianza que los ciudadanos
obedecer, para someterse. La curación de la locura, así Como sienten entre sí es la expresión interna, el equivalente psico-
también su prevención, pone en juego los medios que permi- lógico, de la concordia social. En el alma, como en la ciu-
ten «persuadir» al íAymos, hacerlo disciplinado, dócil al man- dad, es por la fuerza de esa PÍ.s/Í.s que se persuade a los ele-
dato, a fin de que no se sienta jamás tentado a rebelarse, a mentos inferiores a que obedezcan a los que tienen la misión
reivindicar una supremacía que entregaría el alma al desor- de mandar y acepten someterse a un orden que los mantiene
den. Estas técnicas constituyen una pajdcj.a que no vale úni- en su función subalterna.
camente al nivel de los individuos. I.ogra en ellos la Salud, En conjunto, sin embargo, es fuera de las sectas donde la
el equilibrio; hace sus almas «continentes», sujeta la Parte sopAros}Jw adquiere una significación moral y poli'tica pre-
que está hecha para obedecer; pero al mismo tiempo adquie- cisa. Muy pronto se opera una escisión en dos corrientes de
re una virtud social, una función política: los males que Su- pensamiento, de orientación bien diferente: una se preocupa
fre la colectividad son precisamente la incontinencia de k}S de la salvación individual; la otra se interesa por la de la ciu-
ricos, el espíritu de subversión de los «malvados». Haciendo dad; de un lado agrupamientos religiosos, al margen de la
desaparecer lo uno y lo otro, la sopftnos);nc realiza una Ciu- comunidad, replegados sobre si' mismos en su aspiración a
dad armoniosa y concorde, donde los ricos, lejos de desear la pureza; del otro. medios directamente comprometidos en la
siempre más, dan a los pobres lo que les sobra, y donde la vida pública, enfrentados con los problemas que plantea
masa, lejos de sublevarse en rebeldía, acepta someterse a los la división del Estado y que utilizan nociones tradicionales
que, por ser mejores, tienen derecho a poseer más. Estas preo- como la de sopAros)Jnc para darles, con un contenido políti-
cupaciones de orden político tal vez no fueron extrañas al es- co nuevo, una forma no ya religiosa sino positiva.
píritu de ciertas sectas: en el santuario de Deméter, en Pérga- Ya en una institución como la agogc' espartana, la so-
mo, donde el culto, celebrado por una cofradía religiosa, pAros);nc aparecía con un carácter esencialmente social. Era
comprendía el canto de himnos órficos (como debían de ha- un comportamiento obligado, reglamentado, caracterizado
cerlo en Atenas los Licómides), se encuentra, al lado de los por la «contención» que el joven debe observar en todas las
Olímpicos y de las divinidades de Eleusis, una serie de dioses circunstancias: contención en la marcha, en la mirada, en las
órficos que personificaban ideas abstractas; entre ellos, las expresiones, contención ante las mujeres. en presencia de los
dos paiejais de Arete y Sophrosyne, Pistis y Homónoia.] Bste mayores, en el a'gom, contención respecto a los placeres y de
agrupamiento merece ser destacado. En Teognis, PÁ§ÍÁS Se aso- la bebida. Jenofonte evoca esta reserva teñida de gravedad
cuando compara el joven kowros lacedemonio. que marcha
en silencio, con los ojos bajos, con la estatua de una virgen.
7 . C£. W. K. C. GUTHB:iE. Orphée et la religion grecque, Éiude Sur_Ifl Pen:
se'e orp4/.qwc. Pari's, 1956, pp. 228 y ss.; H. UsENER,. OÓ//crnamen y€rswcA
einer-Leire von der Religiósen Begriffsbildund, Borin,1&96, P. 368. 8. TEOGNis. 1137-1138.
105
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO
hanpodidoaportaralanocióndeunamedidadelasrelacio-
traponen en el mundo griego, una de inspiración aristocráti-
nes sociales, al evaluar exactamente, de conformidad con los
ca y la otra de espíritu democrático, se sitúen en su polémica
principios de la igualdad proporcional, las relaciones entre
en el mismo terreno, haciendo ambas iguales protestas de equi-
actividades,funciones,servicios,ventajasyhonoresdelasdi-
dad, de i.soÍc's. La corriente aristocrática enfoca a la ciudad
versascategoríassociales.«Unavezdescubiertoelcálculora-
en la perspectiva de la cwnomi'¢ soloniana, como un kosmos
zonado (/ogí.smo's) -escribe Arquitas-, pone fin al estado
constituido de partes diversas que la ley mantiene dentro de
de sfas!.s y determina la Aomo'noi.a; pues, desde ese momen-
un orden jerárquico. La Áomo'noi.a, análoga a un acuerdo ar-
to,nohayyap/eoHc*i'ayserealizalai.soíe's;yporellaseefec-
mónico, estriba en una relación de tipo musical: 2/1, 3/2, 4/3.
túa el comercio en materia de intercambio contractual; gra-
La medida justa tiene que coordinar poderes naturalmente
ciasaesto,1ospobresrecibendelospoderososylosricosdan
desiguales, asegurando una preponderancia sin exceso de uno
a los que necesitan, ya que tienen unos y otros la pj.st* de
sobre otro. h armonía de la ew#omí'a implica, por consiguien-
que por ese medio conseguirán la i.soJe's, la igualdad.»
te, el reconocimiento, tanto en el cuerpo social como en el
Seadvierteaquíperfectamentelarelaciónsocialasimilada
individuo, de cierto dualismo, de una polaridad entre el bien
a un vínculo contractual, y no ya a un estatuto de domina-
y el mal, la necesidad de asegurar la preponderancia de lo
ción y de sumisión, que va a expresarse en términos de reci-
mejor sobre lo peor. Es esta orientación la que triunfa en el
procidad.dereversibilidad.SegúneltestimoniodeAristóteL
pitagorismo;'2 es también la que inspira la teoría de la sÓ-
les sobre la situación en Tarento, el propósito de Arquitas
phos}Jnc' tal como Platón la expondrá en su Repw'b/J.ca." No
habría sido, en la práctica, conservar la apropiación indivi-
es una virtud especial de una de las partes del Estado, sino
dual de los bienes en manos de los «mejores», a condición
la armonía del conjunto lo que hace de la ciudad un kosmos,
dequeotorgaranelgocedeellosalamasadelosmenestero-
lo que la hace «dueña de sí» en el sentido en que se dice que
sos, de modo que cada uno encontrase su conveniencia en
un individuo es dueño de sus placeres y sus deseos. Compa-
lasituaciónasíreglamentada.Paralospartidariosdelaewno-
rándola a un canto al unísono. Platón la define: «un acorde
mJ'¢, la equidad se ha introducido en las relaciones sociales
natural entre las voces de lo menos bueno y lo mejor sobre
la cuestión de saber a quién debe pertenecer el mando, en el graciasaunaconversiónmoral,aunatransformaciónpsicol
lógica de la minoría selecta: en lugar de aspirar a conseguir
Estado y en el individuo». Un texto de Arquitas, el hombre
dc estado pitagórico, nos hace abandonar las alturas filosó- poderyriqueza,los«mejoressehaneducado,medianteuna
ficas de la RcpÍ{'b/j" para estrechar de cerca el concreto so- paJ.deJ.¢ filosófica, no para desear tener más ¢/cowekíe'J.n),
sinoporelcontrario,porespíritudegenerosaliberalidad,para
cial. Nos muestra lo que la práctica de los intercambios co-
daralospobres,quienes,porsupartqestánenlaimposibi-
merciales y su necesaria reglamentación por vía de contratos
lidad material de p/eonekfe'j.n.[4 De este modo las clases ba-
jassonmantenidasenlaposicióninferiorquelesespropia,
lz. Ct. AL. DELAmE, Essai sur la politique pythagoricienne. L.\e3ai y Pa:
rís, 1922.
14. ARisTÓTELEs, Po/Í'Íj.ca, 11, 1267 b.
13. PLATON, Repw'b//.ca, IV, 430 d y ss.
LA ORGANIZACIÓN DEL COSMOS HUMANO 111
110 LOS ORI'GENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
nización tribal se suprime. En lugar de las cuatro tribus jo- tando la vida religiosa. Pero el año administrativo se divide
nias del Atica que delimitan el cuerpo social, Cli'stenes crea en diez peri'odos de 36 o 37 días, cada uno de los cuales co-
un sistema de diez tribus, cada una de las cuales agrupa, como rresponde a una de las diez tribus. EI Consejo de los Cuatro~
antes, tres frí.//}Jes, pero entre las que se distribuyen en ade- cientos se eleva a quinientos miembros, cincuenta por cada
lante todos los demos del Atica. La ciudad se sitúa asi' en otro tribu, de modo que a lo largo de esos diez períodos del año,
•por turno, cada tribu forme la comisión permanente del Con-
plano distinto del de las relaciones entre ge#c y los vínculos
de consanguinidad: tribus y demás quedan establecidos so- sejo. Con Clístenes, el ideal igualitario, a l.a vez, que se expre-
bre una base puramente geográfica; reúnen habitantes de un sa en el concepto abstracto de j.sonom!'aí, queda directamente
mismo territorio y no a parientes de la misma sangre como ligado a la realidad política e inspira una transformación to-
los genc y las /riafri.¢s, que subsisten bajo su forma antigua, tal de las instituciones. El mundo de las relaciones sociales,
pero que quedan ya fuera de la organización propiamente po- forma, entonces, un sistema coherente, regulado por relacio-
lítica. Además, cada una de las diez tribus recientemente for- nes y correspondencias numéricas que permiten a los ciuda-
madas realiza la amalgama de las tres «partes» diferentes en- danos mantenerse «idénticos», entrar unos con otros en re-
tre las cuales estaba hasta entonces dividida la ciudad. En laciones de igualdad, de simetría, de reciprocidad, y componer
efecto, de las tres /rJ.//)Jcs que comprende una tribu, la prime- todos en conjunto un kosmos unido. La po/i.s se presenta
ra tiene que pertenecer necesariamente a la región costera, como un universo homogéneo, sin jerarquía, sin planos di-
la segunda al interior del pai's y la tercera a la región urbana versos, sin diferenciación. La orkAc' no se concentra ya en un
y a su territorio circundante. Cada tribu realiza de este modo personaje único en la cúspide de la organización social. Está
la «mezcla» de las poblaciones, de los territorios, de los ti- repartida por igual a través de todo el dominio de la vida pú-
pos de actividades, de que se compone la ciudad. Según lo blica en ese espacio común donde encuentra la ciudad su cen-
señala Aristóteles, si Clístenes hubiese instituido doce tribus tro, su me§o#. Según un ciclo reglamentado, la soberanía pasa
en lugar de las diez que creó, hubiera clasificado entonces a de un grupo a otro, de un individuo a otro, de tal modo que
los ciudadanos en las Ír!.Í/);c§ existentes (en efecto, habi'a doce mandar y obedecer, en lugar de oponerse como dos absolu-
Írítí}Jcs para las cuatro tribus antiguas). Y de este modo no tos, se transforman en.los dos términos inseparables de una
hubiese conseguido unificar por mezcla la masa de los ciu- misma relación reversible. Bajo la ley de Í.sonomí'a, el mundo
daida;nos.. anamísgesthai to plethos.16 social adopta la forma de un kosmos circular y centrado, en
La organización administrativa responde, pues, a una vo- el que cada ciudadano, precisamente porque es semejante a
luntad deliberada de fusión, de unificación del cuerpo social. todos los demás, habrá de recorrer la totalidad del circuito,
Además, una división artificial del tiempo civil permite la ocupando y cediendo sucesivamente, según el orden del tiem-
igualación completa de la arkAe' entre todos los grupos se- po, todas las posiciones simétricas que componen el espacio
mejantes asi' creados. El calendario lunar continúa reglamen- cívico.