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Derecho Canónico – Nico Retes 2003.

LA JURISDICIDAD.
PRESCRIPCIONES DE JUAN PABLO II ACERCA DEL CIC.

El Papa reconoce la similitud del CIC con las leyes del A. y N.T. y también con respecto a
diversas recopilaciones canónicas surgidas a lo largo de la historia de la Iglesia.
Esta resonancia sólo se entiende, en su naturaleza y finalidad, si se la considera como
concreción y actualización de la autoridad universal con la que el Padre revistió al Hijo:
Entolé; misma que el Hijo transmitió a la Iglesia para que pudiese trabajar en la edificación
del Reino.

Por ello, movidos por la caridad pastoral, las primeras leyes apostólicas fueron sabias
disposiciones en orden al recto ordenamiento de las comunidades, a fin de mantener
intacto el Depósito de la fe, para presentar el culto divino y promover el servicio a los
hermanos.

Los apóstoles dieron estas normas en virtud de su ministerio; y con el convencimiento de


que eran instrucciones, de parte del Señor Jesús, para el recto ordenamiento de los santos
(1 Tes 4,2) y para edificación del cuerpo de Cristo (Ef 4,12).
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Desde entonces, la Iglesia no ha dejado, a través de sus sucesores, de conducir al Pueblo


de Dios, entre otras cosas, dictando normas pastorales y doctrinales acordes con este fin,
sea mediante concilios, o disposiciones denominadas canónicas, en la línea de la tradición.

FENÓMENO JURÍDICO EN LA IGLESIA.

Fue un tema planteado a partir del renacimiento: el sentido de la ley. Se reconocen, por lo
menos, cuatros líneas de estudio:
1) Línea sociológica: comparación de los distintos derechos; la distinción de los grupos
sociales; la proximidad entre los miembros de la comunidad manifiesta en contratos,
relaciones jurídicas, derecho de propiedad, etc.;
2) Línea científica: utilizan ciencias auxiliares (Instituciones, lenguaje jurídico, distintas
sistematizaciones); el arte legislativo: como se hace una ley, como se juzga, como se
administra, etc.;
3) Línea filosófica: filosofía del derecho; relación con el derecho natural;
4) Línea teológica (bastante nueva y por hacerse; surge recién en a mediados del s. XX):
mística de las leyes canónicas; los protestantes consideran a la razón práctica como
corruptora de la fe (“meretrix ratio”).
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CORRIENTES SOBRE EL DERECHO.

¿El derecho es necesario? ¿Es algo fundamental o la Iglesia puede prescindir de él? Las
respuestas son diversas, según el momento histórico o la noción de Iglesia y Derecho.

Lutero: concebía dos Iglesias: una espiritual, donde sólo puede hablarse de derecho como
de las normas divinas que repercuten en la conciencia interior de las personas, pero que no
puede ser expresado con normas humanas; y una visible, donde no hay propiamente leyes,
sino normas de convivencia humana, siendo normas que no llegan a la interioridad del
individuo.

Sohn: tiene una concepción más espiritualista que Lutero, pero de tinte positivista. El
derecho se da como originado en la voluntad humana, según convenga a las situaciones
que se presentan. Pero este derecho es irreconciliable con la caridad (No llega a concebir
que la ley está al servicio de la caridad).

Barth: Cristo es el modelo del orden perfecto. Por eso, la Iglesia debe estar subordinada a
Cristo y prolongar en sí misma el orden de su divino modelo: Cristo en la ley suprema y
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viviente de la Iglesia, en consecuencia, el derecho eclesial está subordinado a Cristo. Y sólo


reconoce el aspecto humano en cuanto ordenador de la convivencia.

Visión Católica:
San Roberto Velarmino: la Iglesia es una sociedad de hombre unidos por el vínculo de la fe,
los sacramentos y bajo los pastores. Sociedad: es una sociedad perfecta por su naturaleza
sobrenatural, pero donde hay sociedad, hay derecho: el derecho canónico adquiere
análogamente las características del derecho civil.

Juan Pablo II: la Palabra de Dios es fundamental para una correcta visión de la ley. El
derecho pertenece a la Iglesia como elemento constitutivo desde su fundación: Cristo
fundó su Iglesia y le dio una estructura análoga a la civil. Es un fundamento de
condescendencia divina, que implica a toda la ley eclesiástica. La L.G. presenta a la Iglesia
como sacramento, humano-divino, de Cristo, quien es sacramento del Padre. Entonces, en
el Derecho, se une a modo de sacramento, lo humano y lo divino: el Cuerpo del Derecho es
mistérico: misterio encierra una realidad oculta y, a la vez, es el plan de Dios revelado en
Cristo (Ef 1,9; 3,9) (Pablo VI).

San Agustín: la Iglesia es santa y meretrís. Por ello, así como en ella se encuentran lo
humano y lo divino, en las leyes de la Iglesia también deben tenerse en cuenta lo mismo.
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L.G. 9: la Iglesia es comunión de vida, caridad y verdad. Lo humano aparece estructurado


comunitariamente, respondiendo a la naturaleza de la Iglesia (común-unión) y a su fin (la
salvación). Y toda ley que no responda a la comunión y a la salvación, no responde a los 10
principios que se establecían para la reforma del Código.

Pablo VI: siendo la Iglesia una comunidad espiritual, visible y ordenada, tiene necesidad de
una ley escrita, como así también, de organismos que la apliquen. Pero lo jurídico abarca lo
humano y lo divino: lo humano expresa la comunión; y esta comunión expresa lo divino.

DIMENSIÓN JURÍDICA DE LA VIDA DE LA IGLESIA.


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Se llama así al conjunto de procesos y elementos que ayudan para ordenar la comunidad:
“orden jurídico”.

Analogía con el poder civil: en el derecho penal, cuando se infringe una ley, el juez castiga;
en cambio, en el derecho eclesial, la ley tiene un carácter medicinal, ya que el juez tiene
que estar dispuesto a perdonar (las leyes deben ser aplicadas mirando el fin: la salvación
de las almas).

El orden jurídico expresa y desarrolla en la Iglesia lo que el mismo Cristo le otorgó al


fundamentarla en Pedro. También es una estructura comunional, expresada en dos
dimensiones: comunión de los hombres con Dios y comunión de los hombres entre sí.

Lo jurídico precede a la ley / norma positiva: porque existe lo jurídico, existe la ley; caso
contrario se caería en un orden jurídico positivista.

PRINCIPIOS IMPORTANTES DEL ORDEN JURÍDICO EN LA IGLESIA.


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Principio sacramental: todo ordenamiento positivo debe contener esta sacramentalidad: las
normas deben ser expresión de la relación humano-divina de la vida de la Iglesia. La
encarnación es el principio de esta sacramentalidad. Porque la Iglesia es sacramento de
Cristo, el derecho es sacramental.

Principio personalístico: las normas deben estar al servicio de la comunionalidad,


respetando las relaciones interpersonales.

Principio de comunión: las normas deben estar en comunión con Dios y de los hombres
entre sí. Esto es lo distintivo del derecho civil del canónico.

QUÉ ELEMENTOS CONSTITUYEN EL ORDEN JURÍDICO.


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 Elementos de origen divino positivo: normas o elementos que tienen su origen en Dios
mismo; teniendo nosotros, como fuente de ellos, a la revelación.
 Elementos de derecho divino natural: normas que surgen de la naturaleza.
 Elementos que origen humano eclesiástico: normas provenientes de la autoridad de la
Iglesia. Tener en cuenta que la Iglesia debe ir explicitando con normas humanas las
normas de origen divino, las cuales, muchas veces, son muy escuetas.

Juan Pablo II ha resaltado: el carácter servicial del derecho canónico (al servicio de la tarea
salvífica de la Iglesia). Y también ha dicho que la generalización de las leyes está aplicada
a la vida de la Iglesia, sin ser una mera abstracción; las leyes canónicas expresan una
necesidad de la comunidad. Debiendo ser claras y precisas, sirven de luz y guía para la
Iglesia, mirando siempre a la salvación de los hombres.

FUENTES DEL DERECHO CANÓNICO.


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La fuente principal es Dios, quien da la norma positiva (Elementos de origen divino


positivo).
 Característica de la Norma Divina: implica una voluntad normativa: “el misterio de la
ley”, donde la categoría misterio encierra la idea de la voluntad de Dios que, en nuestro
caso, se expresa en una norma positiva.
- A través de la “ratio creada”: Derecho Natural Divino.
- A través de la “Revelación”: Derecho Positivo Divino (ej. Indisolubilidad del
matrimonio).
 Este derecho divino (Natural o Positivo) es la fuente de todo Derecho Canónico.
 Características de la Norma Humana: las sociedades civiles deben ser ordenadas por la
ley. Estas pueden ser:
- Norma humana civil: la autoridad civil es la autora.
- Norma humana eclesiástica: la autora es la Iglesia, a quien Cristo mismo dio la
capacidad de crear estas leyes, en virtud de la misión a ella encomendada.
 Modo como la iglesia crea las normas.
- Las crea con: la Tradición; las costumbres (práctica de forma habitual); la Jerarquía.

FUNDAMENTOS DEL DERECHO CANÓNICO.


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DERECHO ROMANO. Contiene cinco fuentes:


- Codex Iustiniani: promulgado hacia el 534 d.C.; contiene leyes imperiales y se divide en
doce libros (citados con la letra “C”): títulos, leyes, fragmentos, párrafos.

- Digastae o Pandectae (Justiniano): publicado en el 533 d.C.; es una colección de derecho


y jurisprudencia antiguos (citados con la letra “D”): títulos, fragmentos, párrafos. Libro
50, título 17: 211 normas = ABC legal.
- Instituta (Justiniano): publicado en el 533 d.C., poco antes de la Digastae (citado con la
letra “I”); cuatro libros divididos en títulos y párrafos.
- Constitutiones Novellae (Justiniano): comprende la legislación eclesiástica del propio
emperador; son 168 constituciones divididas en capítulos (citados con la expresión
“NOV”).
- Corpus Iuris Civitis: es una recopilación de los anteriores.

COLECCIONES UNIVERSALES PROPIAMENTE ECLESIÁSTICAS (s I-XI):


- Didagé: siríaca o palestinense; entre el 90 y 150; autor desconocido.
- Didascalia: siríaca o palestinense; hacia en 260; autor desconocido (parece obispo);
primer intento de un Derecho Canónico.
- Constituciones Apostólicas: Antioquía de Siria; hacia el 480; autor desconocido
(¿inspirado en Clemente Romano?).
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- Cánones de los Apóstoles: hacia el s V; constituciones apostólicas complementadas con


textos de los cuatros primeros concilios.
Son todas colecciones universales.

COLECCIONES ESPAÑOLAS:
- Colección Hispana o Isidoriana: San Isidro de Sevilla; s. VII.
- Decretales: Graciano; s. XII; es una concordancia de cánones discordantes, llamada
también “Decretales de Graciano”.

EN ORIENTE:
- El patriarca de Constantinopla, Juan el Escolástico: s. VI.
- Concilios ecuménicos: Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (431), Calcedonia (451).
- Concilio locales: Ancira (314), Neocesarea (314), Grangra (340), Sándica (343).

EN OCCIDENTE:
- Colección de cánones de concilios.
- Colección hispana.
- Colección Dionisiana (s. V-VI).
- Colección de concilio de África: Cartago.
- Colección de concilios Provenzales: s. VI.
- Concilios de España.
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- Decretales de los papas (los encontramos en la obra llamada “Dionisiana”): san Siricio
(384-399); Inocencio (407-417); san León Magno (444-461); Gelasio (491-496).
- Ordenanzas episcopales de la época carolingia (s. VIII): Capitulae Episcoporum.

FUENTES DE TRANSMISIÓN DE DERECHO CANÓNICO.

Norma Divina Natural: se nos transmite por:


- la razón humana; los hombres llevan escrita en la conciencia los contenidos de la ley;
- el sentir común: el sentir común de todos los pueblos que da fuerza de certeza en la ley
natural; la iluminación de la fe, que da una visión de la ley natural desde la fe.
Norma Divina Positiva: se transmite por la revelación: Escritura y Tradición.
Norma Eclesiástica: se transmite por los documentos eclesiásticos de la jerarquía.

El Papa señaló un par de cosas:


- “…que no se trataba de un nuevo ordenamiento de leyes…sino además –y
principalmente– de la reforma de las normas, que se debían adaptar a una nueva
mentalidad y a las nuevas necesidades, si bien el antiguo derecho debía servirles de
fundamento.”
- “…en este trabajo de revisión habían de tenerse cuidadosamente presente todos los
Decretos y Actas del C.V.II…”
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Para un mejor y ordenado trabajo de las subcomisiones, se seleccionaron y


aprobaron ciertos principios que establecieran el procedimiento que se debía seguir para la
revisión del Código:

1) En la renovación del derecho, debe ser firmemente conservada la índole jurídica del
nuevo Código, como lo exige la naturaleza social de la Iglesia. Por lo tanto, es función
propia del Código establecer normas para que los fieles, en la práctica de su vida
cristiana, participen de los bienes que les ofrece la Iglesia para conducirlos a la vida
eterna. Por tanto, para alcanzar este fin, el Código debe definir y proteger los derechos
y obligaciones de cada uno para con los demás y para con (p.30) la sociedad
eclesiástica, en toda lo que se refiere el culto de Dios y la salvación de las almas.
2) Entre el fuero externo y el fuero interno, que es propio de la Iglesia y que tuvo vigencia
durante siglos, debe darse una coordinación, de modo tal que se eviten conflictos entre
ambos.

3) Para fomentar lo más posible la cura pastoral de almas, se debe tener en cuenta en el
nuevo derecho, además de la virtud de la justicia, también la de la caridad, la
templanza, la humanidad y la moderación, por medio de las cuales se tiende a la
equidad, no sólo en la aplicación de las leyes que deben realizar los pastores de almas,
sino también en la misma legislación; por lo tanto, deben dejarse de lado las normas
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demasiado rígidas; más aun, debe recurrirse más bien a las exhortaciones y consejos en
los casos en los que no haya necesidad de mantener el derecho estricto a favor del bien
público y de la disciplina eclesiástica general.

4) Para que el Sumo Legislador y los Obispos procedan de mutuo acuerdo en la cura de
almas y el ministerio de los pastores se manifieste de un modo más positivo; las
facultades hasta ahora extraordinarias para las dispensas de las leyes generales que se
conviertan en ordinarias, reservando a la Suprema Potestad de la Iglesia universal o a
otras autoridades superiores solamente aquellas que exijan excepción en razón del bien
común.

5) Que se tenga muy en cuenta el llamado principio de subsidiaridad, derivado del


principio anterior, el cual, con mayor razón, debe ser aplicado en la Iglesia, ya que el
oficio de los obispos, con las potestades anejas, es de derecho divino. Mediante este
principio, al tiempo que se conservan la unidad legislativa y el derecho universal y
general, se propugna la conveniencia y hasta la necesidad de proveer a la utilidad sobre
todo de cada una de las instituciones a través de derechos particulares y de la sana
autonomía de su potestad ejecutiva particular a ellas reconocidas. El nuevo Código,
pues, basado en dicho principio, debe conceder a esos derechos particulares o a la
potestad ejecutiva, aquello en que no esté comprometida la unidad de la disciplina de la
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Iglesia universal; de tal manera que se prevean oportunas “descentralizaciones” como


se las llama actualmente, evitando los peligros de disgregación o de la constitución de
Iglesias nacionales.

6) Teniendo en cuenta la igualdad fundamental de todos los fieles y la diversidad de


deberes y funciones que tiene su fundamento en la misma ordenación jerárquica de la
Iglesia, conviene que se determinen exactamente y que queden asegurados los
derechos de las personas. Esto hace que el ejercicio de la potestad aparezca más
claramente como servicio, que quede más firme su servicio y que se eliminen los
abusos.

7) Para que esto se lleve a la práctica rectamente, es necesario que se tenga especial
preocupación por la preocupación del procedimiento para la defensa de los derechos
subjetivos. Por tanto, al renovar el derecho, se debe poner atención a aquello que, en
este aspecto, era hasta ahora muy echado de menos, a saber, los recursos
administrativos y la administración de la justicia. (p.31) Para obtener esto, es necesario
que se distingan claramente las distintas funciones de la potestad eclesiástica, es decir,
la legislativa, la administrativa y la judicial; y que se determinen en forma apropiada, a
qué órganos corresponde ejercer cada una de esas funciones.
Actos jurídicos de tipo administrativos (Apuntes de clase):
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- Decretos: proveen o deciden;


- Preceptos: Mandan a hacer o prohiben;
- Rescriptos: dispensan, gracias, privliegios.
8) De algún modo debe ser revisado el principio sobre la conservación del carácter
territorial en el ejercicio del gobierno eclesiástico; las características del apostolado
moderno parecen recomendar las unidades jurisdiccionales personales. Se debe, pues,
establecer en el nuevo derecho el principio por el cual la porción del Pueblo de Dios que
corresponde gobernar estará, por regla general, determinada por un territorio; pero
nada impedirá que, cuando lo aconseje la utilidad se puedan admitir otros criterios, por
lo menos combinados con el territorial, para determinar la comunidad de los fieles.
9) En cuanto al derecho coactivo, al cual la Iglesia, como sociedad externa visible e
independiente, no puede renunciar, las penas deberán ser generalmente “ferendae
sententiae”, y tan sólo se aplicarán y perdonarán en el fuero externo. Las penas “latae
sententiae” deberán reducirse a unos pocos casos y solamente se fijarán para delitos
gravísimos.
Canon 1314: “la pena es generalmente ferendae sententiae, manera que sólo obliga
al reo desde que le ha sido impuesta; pero es latae sententiae, de modo que incurre
ipso facto en ella quien comete el delito, cuando la ley o el precepto la establecen
así expresamente.”
Se esta haciendo una clasificación de la pena por el modo de ser aplicada: ferendae
sententiae es cuando se impone por el procedimiento judicial o administrativo
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correspondiente; latae sententiae es cuando el delincuente incurre en ella desde el


mismo momento de cometer el delito, sin que sea necesaria la intervención de un
superior. Esta última, conforme a sus efectos, puede ser declarada o no, según haya
sido hecha pública o no por el superior competente. Además, debido a su dureza
tiene siempre un carácter excepcional, ya que lo normal es que las penas se pongan
después de seguir el procedimiento correspondiente. El legislador exige que para
incurrir en ellas el sujeto deber ser plenamente responsable de la ación que se le
imputa y debe estar señalada expresamente como tal por la ley. Por consiguiente,
en la duda sobre si la pena es latae o ferendea, hay que considerarla ferendae. (CIC,
Comentario, B.A.C., Madrid, 1999, 16°, p. 685).

10) Finalmente, como todos lo admiten unánimemente, la nueva disposición sistemática


del Código, exigida por la nueva adaptación, al comienzo sólo se la puede esbozar, pero
de ningún modo definirla con exactitud ni determinarla. Sólo se podrá hacerlo, por
tanto, después de una revisión suficiente de cada una de las partes, más aun, después
de haber hecho casi toda la obra.

I. De las normas generales;


II. Del Pueblo de Dios;
III. De la función de enseñar de la Iglesia;
IV. De la función de santificar de la Iglesia;
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V. De los bienes temporales de la Iglesia;


VI. De las sanciones de la Iglesia;
VII. De los procesos. (p.36).

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