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LA JURISDICIDAD.
PRESCRIPCIONES DE JUAN PABLO II ACERCA DEL CIC.
El Papa reconoce la similitud del CIC con las leyes del A. y N.T. y también con respecto a
diversas recopilaciones canónicas surgidas a lo largo de la historia de la Iglesia.
Esta resonancia sólo se entiende, en su naturaleza y finalidad, si se la considera como
concreción y actualización de la autoridad universal con la que el Padre revistió al Hijo:
Entolé; misma que el Hijo transmitió a la Iglesia para que pudiese trabajar en la edificación
del Reino.
Por ello, movidos por la caridad pastoral, las primeras leyes apostólicas fueron sabias
disposiciones en orden al recto ordenamiento de las comunidades, a fin de mantener
intacto el Depósito de la fe, para presentar el culto divino y promover el servicio a los
hermanos.
Fue un tema planteado a partir del renacimiento: el sentido de la ley. Se reconocen, por lo
menos, cuatros líneas de estudio:
1) Línea sociológica: comparación de los distintos derechos; la distinción de los grupos
sociales; la proximidad entre los miembros de la comunidad manifiesta en contratos,
relaciones jurídicas, derecho de propiedad, etc.;
2) Línea científica: utilizan ciencias auxiliares (Instituciones, lenguaje jurídico, distintas
sistematizaciones); el arte legislativo: como se hace una ley, como se juzga, como se
administra, etc.;
3) Línea filosófica: filosofía del derecho; relación con el derecho natural;
4) Línea teológica (bastante nueva y por hacerse; surge recién en a mediados del s. XX):
mística de las leyes canónicas; los protestantes consideran a la razón práctica como
corruptora de la fe (“meretrix ratio”).
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¿El derecho es necesario? ¿Es algo fundamental o la Iglesia puede prescindir de él? Las
respuestas son diversas, según el momento histórico o la noción de Iglesia y Derecho.
Lutero: concebía dos Iglesias: una espiritual, donde sólo puede hablarse de derecho como
de las normas divinas que repercuten en la conciencia interior de las personas, pero que no
puede ser expresado con normas humanas; y una visible, donde no hay propiamente leyes,
sino normas de convivencia humana, siendo normas que no llegan a la interioridad del
individuo.
Sohn: tiene una concepción más espiritualista que Lutero, pero de tinte positivista. El
derecho se da como originado en la voluntad humana, según convenga a las situaciones
que se presentan. Pero este derecho es irreconciliable con la caridad (No llega a concebir
que la ley está al servicio de la caridad).
Barth: Cristo es el modelo del orden perfecto. Por eso, la Iglesia debe estar subordinada a
Cristo y prolongar en sí misma el orden de su divino modelo: Cristo en la ley suprema y
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Visión Católica:
San Roberto Velarmino: la Iglesia es una sociedad de hombre unidos por el vínculo de la fe,
los sacramentos y bajo los pastores. Sociedad: es una sociedad perfecta por su naturaleza
sobrenatural, pero donde hay sociedad, hay derecho: el derecho canónico adquiere
análogamente las características del derecho civil.
Juan Pablo II: la Palabra de Dios es fundamental para una correcta visión de la ley. El
derecho pertenece a la Iglesia como elemento constitutivo desde su fundación: Cristo
fundó su Iglesia y le dio una estructura análoga a la civil. Es un fundamento de
condescendencia divina, que implica a toda la ley eclesiástica. La L.G. presenta a la Iglesia
como sacramento, humano-divino, de Cristo, quien es sacramento del Padre. Entonces, en
el Derecho, se une a modo de sacramento, lo humano y lo divino: el Cuerpo del Derecho es
mistérico: misterio encierra una realidad oculta y, a la vez, es el plan de Dios revelado en
Cristo (Ef 1,9; 3,9) (Pablo VI).
San Agustín: la Iglesia es santa y meretrís. Por ello, así como en ella se encuentran lo
humano y lo divino, en las leyes de la Iglesia también deben tenerse en cuenta lo mismo.
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Pablo VI: siendo la Iglesia una comunidad espiritual, visible y ordenada, tiene necesidad de
una ley escrita, como así también, de organismos que la apliquen. Pero lo jurídico abarca lo
humano y lo divino: lo humano expresa la comunión; y esta comunión expresa lo divino.
Se llama así al conjunto de procesos y elementos que ayudan para ordenar la comunidad:
“orden jurídico”.
Analogía con el poder civil: en el derecho penal, cuando se infringe una ley, el juez castiga;
en cambio, en el derecho eclesial, la ley tiene un carácter medicinal, ya que el juez tiene
que estar dispuesto a perdonar (las leyes deben ser aplicadas mirando el fin: la salvación
de las almas).
Lo jurídico precede a la ley / norma positiva: porque existe lo jurídico, existe la ley; caso
contrario se caería en un orden jurídico positivista.
Principio sacramental: todo ordenamiento positivo debe contener esta sacramentalidad: las
normas deben ser expresión de la relación humano-divina de la vida de la Iglesia. La
encarnación es el principio de esta sacramentalidad. Porque la Iglesia es sacramento de
Cristo, el derecho es sacramental.
Principio de comunión: las normas deben estar en comunión con Dios y de los hombres
entre sí. Esto es lo distintivo del derecho civil del canónico.
Elementos de origen divino positivo: normas o elementos que tienen su origen en Dios
mismo; teniendo nosotros, como fuente de ellos, a la revelación.
Elementos de derecho divino natural: normas que surgen de la naturaleza.
Elementos que origen humano eclesiástico: normas provenientes de la autoridad de la
Iglesia. Tener en cuenta que la Iglesia debe ir explicitando con normas humanas las
normas de origen divino, las cuales, muchas veces, son muy escuetas.
Juan Pablo II ha resaltado: el carácter servicial del derecho canónico (al servicio de la tarea
salvífica de la Iglesia). Y también ha dicho que la generalización de las leyes está aplicada
a la vida de la Iglesia, sin ser una mera abstracción; las leyes canónicas expresan una
necesidad de la comunidad. Debiendo ser claras y precisas, sirven de luz y guía para la
Iglesia, mirando siempre a la salvación de los hombres.
COLECCIONES ESPAÑOLAS:
- Colección Hispana o Isidoriana: San Isidro de Sevilla; s. VII.
- Decretales: Graciano; s. XII; es una concordancia de cánones discordantes, llamada
también “Decretales de Graciano”.
EN ORIENTE:
- El patriarca de Constantinopla, Juan el Escolástico: s. VI.
- Concilios ecuménicos: Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (431), Calcedonia (451).
- Concilio locales: Ancira (314), Neocesarea (314), Grangra (340), Sándica (343).
EN OCCIDENTE:
- Colección de cánones de concilios.
- Colección hispana.
- Colección Dionisiana (s. V-VI).
- Colección de concilio de África: Cartago.
- Colección de concilios Provenzales: s. VI.
- Concilios de España.
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- Decretales de los papas (los encontramos en la obra llamada “Dionisiana”): san Siricio
(384-399); Inocencio (407-417); san León Magno (444-461); Gelasio (491-496).
- Ordenanzas episcopales de la época carolingia (s. VIII): Capitulae Episcoporum.
1) En la renovación del derecho, debe ser firmemente conservada la índole jurídica del
nuevo Código, como lo exige la naturaleza social de la Iglesia. Por lo tanto, es función
propia del Código establecer normas para que los fieles, en la práctica de su vida
cristiana, participen de los bienes que les ofrece la Iglesia para conducirlos a la vida
eterna. Por tanto, para alcanzar este fin, el Código debe definir y proteger los derechos
y obligaciones de cada uno para con los demás y para con (p.30) la sociedad
eclesiástica, en toda lo que se refiere el culto de Dios y la salvación de las almas.
2) Entre el fuero externo y el fuero interno, que es propio de la Iglesia y que tuvo vigencia
durante siglos, debe darse una coordinación, de modo tal que se eviten conflictos entre
ambos.
3) Para fomentar lo más posible la cura pastoral de almas, se debe tener en cuenta en el
nuevo derecho, además de la virtud de la justicia, también la de la caridad, la
templanza, la humanidad y la moderación, por medio de las cuales se tiende a la
equidad, no sólo en la aplicación de las leyes que deben realizar los pastores de almas,
sino también en la misma legislación; por lo tanto, deben dejarse de lado las normas
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demasiado rígidas; más aun, debe recurrirse más bien a las exhortaciones y consejos en
los casos en los que no haya necesidad de mantener el derecho estricto a favor del bien
público y de la disciplina eclesiástica general.
4) Para que el Sumo Legislador y los Obispos procedan de mutuo acuerdo en la cura de
almas y el ministerio de los pastores se manifieste de un modo más positivo; las
facultades hasta ahora extraordinarias para las dispensas de las leyes generales que se
conviertan en ordinarias, reservando a la Suprema Potestad de la Iglesia universal o a
otras autoridades superiores solamente aquellas que exijan excepción en razón del bien
común.
7) Para que esto se lleve a la práctica rectamente, es necesario que se tenga especial
preocupación por la preocupación del procedimiento para la defensa de los derechos
subjetivos. Por tanto, al renovar el derecho, se debe poner atención a aquello que, en
este aspecto, era hasta ahora muy echado de menos, a saber, los recursos
administrativos y la administración de la justicia. (p.31) Para obtener esto, es necesario
que se distingan claramente las distintas funciones de la potestad eclesiástica, es decir,
la legislativa, la administrativa y la judicial; y que se determinen en forma apropiada, a
qué órganos corresponde ejercer cada una de esas funciones.
Actos jurídicos de tipo administrativos (Apuntes de clase):
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