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¿Currículo o Curriculum?
Seminario de Curriculum
Maestría en Educación
Universidad de Caldas
Universidad de Caldas
2 de octubre de 2016
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¿Currículo o Curriculum?
«Cómo tengo razón cuando digo que, por añadir o quitar letras, modifican mucho el significado de
los nombres, hasta el punto que con una pequeña variación consiguen, a veces, que signifiquen lo
contrario»
PLATÓN, Crátilo.
The curriculum de Franklin Bobbit aparece en 1918. Este dato ya nos aporta un
elemento esencial para abordar este concepto: es una investigación de principio de siglo que
se nos presenta como sintomática. De ahí el cliché que usará la academia una y otra vez: un
concepto adelantado a su tiempo. Pero en realidad Bobbit no habla de nada que ya no esté
captado de forma tan inmediata los cambios profundos que el nuevo siglo ya empezaba a
perfilar, y crear unos mecanismos con los cuales poder evaluarlos: Un enfoque del currículo
De allí en adelante, el uso del concepto de currículo es común dentro de los discursos
de las teorías educativas. Este se ha vuelto casi un leitmotiv, un motivo recurrente en lo que,
en los ámbitos académicos, se ha llamado la “literatura educativa”. Hace parte pues de una
tradición, y como toda tradición, su desarrollo está atravesado por una serie de disputas
producciones nuevas perspectivas, compitiendo con las viejas proposiciones. Es por eso que
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generación, la del concepto “original”, la de Bobbit, surge a inicios del siglo XX con Bobbit,
Charter, Tyler, Taba y Gagné a la cabeza, quienes vivieron un mismo período de tiempo que
vio influido y que se distinguió por los hechos históricos en él acaecidos y por sus formas de
(mediados del siglo XIX e inicios del siglo XX), la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la
Gran Depresión (crisis del 29), entre otros. Sus propuestas curriculares entonces no eran más
que una forma de responder a las necesidades de su época, la de una racionalidad positivista e
términos empresariales.
de la década de los 70’s del siglo XX, un enfoque deliberativo, de transición, el cual cambia
como un cambio de conducta con fines funcionalistas, es decir, la modelación del individuo
económicas, por lo que en la práctica no se aleja mucho del modelo clásico o técnico.
Paradigma que no es más que el tratamiento del saber en tanto conocimiento absoluto,
dimensión crítica.
paradigma que ahora tenía que ver con un modelo crítico, con la necesidad de reconstruir el
sociales que existen en un lugar y un tiempo determinado. Con este enfoque ya se habla del
Teoría del desarrollo moral de Kohlberg, que devenían un método de deliberación práctica,
tratar de lograr una simple comprensión de la realidad social, pero que no hace énfasis en su
transformación. Enfoque que también conlleva a una manifestación de época, que parte de la
posguerra hasta la actualidad, luego de las experiencias de los totalitarismos del siglo XX
del psicoanálisis, y del momento de la Teoría Crítica y de sus preceptos, partiendo de la idea
y que por tanto no se puede pensar una teoría pura que perdure a lo largo de la historia
La construcción teórica crítica del curriculum trata de trascender los logros y las limitaciones
de las teorías técnicas y prácticas. Aporta los recursos de la ciencia crítica social a la
realidad social, ejerciéndolas. Actitud que se basa en la idea de una renovación radical del
enfoque tradicional. Para los teóricos de este paradigma la mera comprensión no concuerda
con la realidad, porque las experiencias curriculares no solo buscan esta especie de
dimensión emancipadora de la educación: lo que signifique superar ese pasado, lo que viene a
representar la educación después de Auschwitz, una educación no solo para superar esa
barbarie sino para la libertad, una educación al servicio de una ciudadanía activa empoderada.
Son pues los teóricos de esta generación, Henry Giroux, Michael Apple, Shirley
Grundy, Stephen Kemmis, Paulo Freire y José Gimeno Sacristán, entre otros. Los del
enfoque emancipador, los que despliegan los problemas curriculares a campos inexplorados
en los primeros paradigmas: la cultura, el poder y la identidad. Lo que los llevará a hacer
explicita su postura ante la tradición técnica o práctica, a la vez que a discutir sus alcances,
haciendo evidente la influencia ejercida por las generaciones que la precedieron. De manera
que la generación que recibe las ideas tradicionales sobre lo curricular, la tradición poscrítica
dialéctico para lo cual viene a ser inevitable no conservar la identidad del enfoque original,
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hoja de vida de una comunidad específica la cual precisa condiciones particulares. Momento
propio indicar, como lo hizo Kemmis que el curriculum es una construcción histórica y
Las teorías del curriculum son teorías sociales, no sólo en el sentido de que reflejan la historia
de las sociedades en las que aparecen, sino también en el de que encierran ideas sobre el
Decía Guilles Deleuze que los conceptos necesitan personajes conceptuales que
contribuyan a definirlos, en sus palabras: «los conceptos no nos están esperando hechos y
acabados, como cuerpos celestes. No hay firmamento para los conceptos. Hay que
inventarlos, fabricarlos o más bien crearlos, y nada serían sin la firma de quienes los crean»
«Los filósofos ya no deben darse por satisfechos con aceptar los conceptos que se les dan para
limitarse a limpiarlos y a darles lustre, sino que tienen que empezar por fabricarlos, crearlos,
plantearlos y convencer a los hombres de que recurran a ellos. Hasta ahora, en resumidas
cuentas, cada cual confiaba en sus conceptos como en una dote milagrosa procedente de algún
mundo igual de milagroso», pero hay que sustituir la confianza por la desconfianza, y de lo
que más tiene que desconfiar el filósofo es de los conceptos mientras no los haya creado él
concepto de currículo, no se debían pues resignar a dar por recibido o acabado tal concepto,
es por esto que las generaciones a quienes se les transmitió dicho legado no se coartaron ni
conceptual , replantearon sus preceptos, modificaron sus modelos curriculares, sus cánones
puramente teóricos, las pautas con las que se concebía originalmente la educación y los
planes de estudio como meras falsillas burocráticas. La recepción de ese concepto se vio
Debieron designar sus propuestas con un concepto distinto del anterior. Con todo, la
generación poscrítica bautizó sus teorías bajo el nombre de curriculum. Deleuze sugiere que
aquellos que requieren arcaísmos, es decir, elementos lingüísticos cuya forma o significado, a
esos arcaísmos, pues se produce en ese caso una singular necesidad de esa palabra y de su
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y de cada generación. El bautismo del concepto, bien sea llamado currículo o curriculum,
ese préstamo procedente del latín, superficialmente podría sugerir un uso meramente estético,
dada su aparente belleza, sofisticación o elegancia, pero no tiene nada que ver con esto. Se
debe a que los conceptos curriculum y currículo tienen una significación demasiado amplía y
a que son usados con variados enfoques, como ya se ha visto a lo largo de la historia de la
teoría curricular, como lo considera la investigación de Mario Edgar Hoyos Benítez (2010),
estos conceptos:
Las reflexiones ocasionadas por la confusión en el uso del término (y, en consecuencia,
confusión evidenciada por y en lo que se dice de ellos) que se desprenden de los textos de la
currículum, conservando la voz latina que se ancló en los círculos académicos más
conservadores y, otras tantas veces, nombrado como simplemente currículo(a) término usado
por otros colectivos académicos cuya pluma fue dirigida por la intuición de que allí subyacía
una diferencia (…) Siguiendo con este hilo conductor de la justificación de la diferencia de
sentidos de estos términos, no huelga decir que (…) generan muchas inquietudes en relación
con los usos de los términos currículum y currículo(a); términos que, como se encontró en la
extensa literatura (estado del arte), parecen ser usados sin distinciones significativas, pero que
en otros constructos no menos extensos, sus usos se especializan evidenciando diferencias que
contexto en cuyo marco es diseñado y para el que es desarrollado. En esta idea se encuentran
muchos de los trabajos que pretenden expresar de manera concluyente lo que es y debería ser
determinada «para no morir». Ya lo refería Joseph Schwab en 1969: «el campo del currículo
está estancado». Su ámbito se hallaba moribundo, había fracaso en su intento de resolver sus
problemas y tuvo que reconceptualizarse para no perecer. Para eso tuvo que llamarse de otra
manera, ser nombrado con un estilo y una dirección contraria. Si el currículo nombraba lo
evolución de su concepto original, el currículo, sino una geografía y una historia en las que
ese concepto cambia forzosamente dadas las particularidades y requerimientos de cada época
de sus teorías, llegando a tener tal variación, que se convierte en otro concepto, ya no el
concepto universal y se particulariza dependiendo del enfoque y de los problemas sobre los
los cuales carecería de sentido, y que a su vez solo pueden ser despejados o comprendidos a
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medida que se vayan solucionando» (Deleuze: 1991, pág.22). Tanto el concepto de currículo
dirección que va más allá, una visión o una perspectiva que se opone a ese racionalismo
técnico. Sin embargo, ambos tratan de resolver los problemas que les pertenecen de manera
exclusiva.
Así y todo, es posible pensar que el concepto de currículo fue primero, no en orden
la pluralidad de enfoques sobre los mismos problemas, a la relación recíproca existente entre
ellos, dado un primer enfoque técnico y su oposición, un enfoque no-técnico. Hay varios
las naturalezas de los problemas a los que dan respuesta. A esto Deleuze le agrega que: «sólo
se crean conceptos en función de los problemas que se consideran mal vistos o mal
problemas en cada uno de ellos, para los cuales fueron y siguen siendo, deficiente o
perímetros, sus pertinentes cánones, componiendo sus propios problemas y la forma en la que
aplican sus propuestas y soluciones para sus propios fines. Ambos conceptos pertenecen a la
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encontrarse con el concepto de currículo, pues el uno remite al otro, no son separables, están
vez, relativos respecto a lo que los compone, pues cada uno de ellos tiene composiciones
diferentes, delimitan su propio plano, tienen sus propios problemas qué resolver, pero
absolutos por las condensaciones, las sintetizaciones, y los compendios que llevan a cabo, por
los lugares que ocupan dentro de la historia de la teoría curricular, así sean el resultado o el
Comenzar un estudio de la teoría del curriculum (como han hecho muchos teóricos) por el
inconscientemente en la perspectiva del presente, tratando el pasado como si no fuera más que
un primitivo precursor del ilustrado presente o, peor aún, como si el pasado fuese una
sucesión de etapas en un inevitable progreso hacia la actualidad. Del mismo modo, se tratan
las cuestiones problemas, hechos y actividades actuales como comprensibles por sí mismos,
sin referencia a los procesos a través de los cuales se han formado. El estudio del curriculum
no puede hacerse más que considerando éste como un producto histórico y social que cambia
(como todas las construcciones sociales) a rachas, como varían las circunstancias, como son
reformuladas las ideas y los ideales, como cambian el orden de los discursos y la ordenación
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de la vida social (en respuesta a la dinámica interna y a las exigencias del discurso, y a la
Referencias bibliográficas
Libros
Tesis de grado