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Una de las primeras cosas que nos inquieta es la dramaturgia del espectáculo que
está organizada por cuadros, “Casas enfiladas”, “Marchas”, “Bordaline”,
“Contemplación de algo que termina”; que plantean circunstancias, situaciones
conflictivas de una pareja que parece desafiar los cánones tradicionales de una
relación amorosa, un joven alcohólico, unos bailarines que comienzan su vida en
la barra académica y terminan interpretando bailes urbanos, entre otros detalles.
Sin embargo, parte de nuestras disidencias con la dramaturgia escénica se
concretan en que las situaciones que arman Ritos de paso, no se muestran, se
resisten a ser entendidas como rituales cotidianos o de paso, pues en esencia no
lo son. Carecen de una evidente permanencia en el tiempo, no son el resultado de
una indiscutible necesidad de los sujetos escénicos(al menos como se muestra en
escena) y no están plateadas con una lógica de frases en que se reiteren acciones
concretas y claras que devengan ritual. Ni siquiera se contempla la voluntad de
discutir los posibles rituales que se muestran, a partir de expresar sus orígenes,
presencias, regularidades, efectos en la vida de un sujeto o de la colectividad que
lo rodea1. Tal vez, volver sobre estos y definirlos, sería lo más producente. Ello
daría solidez a la dramaturgia, al eje conceptual de la puesta danzaria que dirige
Roberto Carlos Silva.
1 Porque hay rituales que son externos, signados por los contextos y tienen un efecto sobre la vida
de un sujeto y a su vez, los rituales de un sujeto, tienen, en cierta medida, su consecuencia sobre
las personas que lo rodean. Mas esos rituales, sus efectos bilaterales, personales, colectivos no se
encuentran concretos, bien planteados y resueltos en Ritos de paso.
2 Tomado de las notas al programa de Ritos de paso, que se presentó en el Festival de las Artes
de ISA, Universidad de las Artes de Cuba.
3 Se nos quedan muchos cabos sueltos, ya que todo inevitablemente, hasta en el caos, tiene una
lógica, una relación causa- efecto. Y aquí el problema está dado en que no se ha llegado a
concretar una motivación temática determinada, sus líneas temáticas y la relación de las distintas
biografías y rituales de los danzantes o las alusiones a la vida cotidiana. La dramaturgia danzaria
no es una opción, sino una esencia que tiene que estar bien concebida.
escena (la escena en que unos de los interpretes baila Latinoamérica, de Calle
13). Lo cual no actúa producentemente en favor de la obra que ocupa la escena
del “Bertold Brecht”.
Ritos de paso, que fue una de las propuestas danzarias que se presentó en los
días finales del Festival de la Universidad de las Artes, nos ha dejado la certeza de
que se puede crear con un concepto de base, pero este de ser activo, bien
trazado, pues de ello dependerá la salud de una buena propuesta escénica.
También no llama a la conciencia de que no se trata de bailar, sino de interpretar
con sentido de la corporalidad y la corporeidad, del espacio de comunicación que
debe existir entre la escena y el público. Sirvan pues, estos ritos de paso para
convencernos de una idea con la que me identifico y que sostiene un gran amigo y
maestro: “… la daza, también se piensa….”