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CARIÑOSO SALVADOR

CHARLES WESLEY (1707-1781), 1738

El más joven de 19 hermanos, nacido en la Rectoría de Epworth, Lincolnshire.


Un hermoso día de primavera, sentado junto a la ventana abierta, un hombre tuvo una
experiencia extraña de consecuencias extraordinarias. Disfrutaba de la belleza y fragancia
del jardín más abajo, procurando aliviar su ansiedad por medio de la meditación, al sentirse
agobiado por algo que le parecía una tragedia.
Un pequeño pájaro estaba siendo perseguido cruelmente por otro mayor y más feroz: un
halcón, cayendo una y otra vez sobre su presa, un pequeño gorrión, cuyo final no sería otro
que la muerte. Frenéticamente, pero en vano, el pequeño procuraba eludir a su agresor.
Entonces, justo en ese momento, cuando el Sr. Charles Wesley (así se llamaba el hombre)
pensó que la muerte de la víctima era inevitable, el gorrión desesperado voló hacia él y se
introdujo en los pliegues de su abrigo, donde estaba a salvo.
Wesley, en ese momento, estaba muy agobiado, en busca de un lugar paz y seguridad. Este
pequeño suceso llevó un mensaje de consuelo a su alma, y la inspiración para este himno.
Tomó un trozo de papel y escribió estas líneas inmortales, que han sido un medio de gracia
para tantas personas. El predicador americano, Henry Ward Beecher, solía decir que
hubiera preferido haber escrito este himno que disfrutar de todas las glorias de todos los
reyes que jamás hayan reinado.
Hace muchos años, un barco que se acercaba a la costa inglesa en medio de una terrible
galerna, se encontró con el desastre, y todos abordo perecieron. Después de la catástrofe,
una enorme ola arrastró al barco destrozado sobre unos rocas, donde la marea baja lo dejó
en alto y seco. En la cabina del capitán se encontró un himnario sobre la mesa. Estaba
abierto en una página, y todavía estaba allí el lápiz que había subrayado las líneas favoritas
del marino Cristiano. Mientras la tormenta rugía en el exterior, el capitán había trazado una
línea bajo las palabras alentadoras:

Jesús, Amante de mi alma,


Déjame volar a tu seno,
Mientras las aguas cercanas arrollan,
Mientras la tempestad todavía está en alto.

Carlos Wesley escribió unos 6500 himnos, y dejó a su muerte, el 29 de marzo de 1788 (?),
a los 81 años de edad, unos 2000 en manuscritos; pero es su excelencia, más que su
número, que hizo que Julián (en su Diccionario de Himnología), le llamase "el gran escritor
de himnos de todos los siglos."
Hay otras explicaciones sobre el origen de este himno, uno de los primeros que compuso.
Algo que lo hizo interesante fue la crítica a su primera estrofa. La primera línea, en inglés,
dice: "Jesús, Amante de mi corazón", que muchos consideraron indigna para referirse a la
Divinidad, dando lugar a publicaciones con las siguientes variaciones: "Jesús, Refugio de
mi alma", o "Jesús, Salvador de mi alma", o "Padre, Refugio de mi alma"; pero Pablo
mismo habla del "Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mi" (Gál.2:20). La
frase original aparece en el libro apócrifo de Sabiduría de Salomón, 11:26. Esta y otras
críticas dieron lugar a más de 20 cambios.
El trasfondo de este himno, como todos los de Carlos Wesley, era extremadamente negro.
Las cosas eran nacionalmente oscuras; Inglaterra estaba en una crisis a principios del siglo
XVIII; estando al borde de una guerra civil. El año 1745 siempre se asocia con el Pretender
y su invasión de Inglaterra. Corrupción y desgobierno eran el orden del día en la política.
Pueblos corruptos florecieron por todo el territorio.
Las cosas eran socialmente oscuras. La destilación de ginebra tenía mucho que ver con el
pecado de Inglaterra en esa época. Robos, inmoralidad y asesinatos, eran comunes. El
deporte del día era de lo más degenerado.
Pero Dios tenía sus planes que estaban madurando rápidamente. Carlos Wesley y su
hermano Juan fueron convertidos a principios de 1738, con pocos días de diferencia el uno
del otro. Estos dos hermanos trajeron una gran liberación en la Inglaterra de su tiempo:
Juan llevaba a la gente a Cristo, Carlos los hacía cantar. Ambos eran necesarios, porque la
canción siempre caracteriza el avivamiento.
La historia de la conversión de Carlos Wesley vale la pena escucharla:
El domingo de Pentecostés, de 1738, Carlos estaba gravemente enfermo. Residía en casa de
la Sra. Bray, una mujer pobre, cuya hermana le cuidaba. De repente surgió el impulso en
esta señora de que tenía que hablar al Sr. Wesley acerca de la salvación de su alma. Ella le
dijo a su hermano de sus reparos, pero él le urgió a que fuera adelante, pidiendo la ayuda de
Dios. Por la gracia de Dios, señaló a su huésped la persona del Señor Jesucristo, y Carlos
Wesley pasó de muerte espiritual a vida eterna. Eso fue el 21 de mayo. Entonces escribió
un himno, aunque no sin luchas por temor a la tentación de caer en el orgullo.
Cuatro días más tarde su hermano Juan encontró al mismo Salvador, y los hermanos
comenzaron a trabajar juntos para su Maestro común. ¡Cuán maravillosamente obra Dios!
Nunca hace las cosas a medias. Llamó una semana a un poeta, y a un predicador la
siguiente, y trabajaron intensamente codo con codo por casi 50 años.
En el aniversario de su conversión escribió otro himno, que tituló: "Para el día de
Aniversario de la Conversión de Uno". Vino a ser el primer himno del Himnario Metodista.
Por toda la Inglaterra de los años 1700, se cantó este himno por hombres y mujeres cuyas
cadenas habían caído, y a quienes Cristo había hecho libres. Vuelve al himno una vez más,
imaginando que estás viviendo en aquel siglo, y que este himno llegara a tus oídos por
primera vez, habiendo sido convencido de pecado por el Espíritu Santo.
¿Qué nos dice el himno? ¿Qué efecto producía en aquellos que lo oían, y qué consuelo nos
trae hoy? Encontramos:
(1) El mensaje de una necesidad: Muchas de las frases y palabras del himno enfatizan la
condición del pecador: "La tempestad", "indefenso", "totalmente injusto", "todo mi pecado"
(frases en el original, inglés). Es la posición del que está sin Cristo.
(2) El mensaje de un Salvador: ¡Cómo se glorifica a Cristo en cada estrofa! Él es el
verdadero amante del alma; él es el único refugio; él es la fuente de vida sanadora. Lo
completos que somos en Cristo se expresa en las palabras inolvidables: "Cristo, todo
encuentro en ti, y no necesito más."
(3) Un mensaje de redención: El pecador y el Salvador se encuentran y resulta la
experiencia espiritual de la redención: "Tu seno protector", "el puerto de salud", "al
enfermo das salud".
Otro de los himnos que escribió fue inspirado por el incidente surgido en Cornwall,
mientras predicaba en la pequeña iglesia de Laneast, según cuenta él mismo en su
Periódico, en 1744. Durante el sermón, en el que denunciaba los hábitos de embriaguez de
la gente y les urgía al arrepentimiento, un hombre que estaba en la reunión comenzó a
blasfemar y a contradecir al predicador, a lo que Wesley exclamó: "¿Quiñen es el que
defiende al diablo?" y, levantándose el blasfemo, expuso su pecado con tal poder que el
hombre fue llevado fuera de la iglesia. Estas circunstancias sugirieron a Wesley el texto
para otro himno: "Jesús! el Nombre sobre todo..."
Otros fueron inspirados durante sus exitosas predicaciones a los mineros en Newcastle,
expresando así su gratitud al Señor. Uno de ellos recoge la figura de los altos hornos y
minas esparcidas por todo el distrito, que de noche iluminan la vecindad: "Mirad cuán
grande llama aspira, encendida por una chispa de gracia!..."
El 14 de marzo de 1744, Carlos visitó Leeds, y tuvo lugar una gran reunión en el aposento
alto de la Sociedad. La sala estaba abarrotada, siendo imposible la entrada para muchos. De
repente, las vigas que soportaban el piso se quebraron cerca de la viga principal. El suelo se
colapsó y alrededor de un ciento de personas se precipitaron al piso de abajo. Por la gracia
de Dios ninguno murió, aunque algunos sufrieron heridas graves. el mismo Wesley escapó
con leves heridas leves.
Él cuenta cómo veía a la gente debajo de sí, amontonados, y les gritaba: "¡No temáis! El
Señor está con nosotros; nuestras vidas están seguras", e inmediatamente produjo la
Doxología: "Alabad a Dios, de quien fluyen todas las bendiciones."
Después de esta experiencia escribió el himno que dice: "Gloria y gracias damos a Dios",
que llevaba como encabezamiento: "Después de ser Librados de la Muerte por la Caída de
una Casa". El himno original no era útil para ser usado en el uso congregacional, pero luego
fue adaptado.
Cuando Wesley tenía 40 años, sin idea de casarse, deseando entregarse totalmente a la
predicación del Evangelio, empezó a preguntarse si no estaría equivocado. Se encontró con
una joven en Gales que le sedujo fuertemente, y consultó con su hermano (que no le dio
ayuda alguna) así como con otros amigos. Oró y esperó, escribiendo varios himnos que
expresaban sus sentimientos. Finalmente se casó con la Srta. Sara Gwynne en una Iglesia
Galesa, el 8 de abril de 1749, ocasión para la cual escribió un himno, que luego sería
adaptado para ser incluido en el Himanrio Metodista: "Citados por Ti, nos unimos en Tu
Nombre".
El 8 de febrero de 1750, hubo un alarmante terremoto en Londres, que esparció el terror y
la alarma. Cuatro semanas más tarde sucedió otro todavía más severo, y la gente corría de
sus casas al Hyde Park, Moorfields, y otros espacios abiertos, para su seguridad, mientras la
emoción se incrementaba por un dragón loco, que declaraba que todo Londres sería tragado
el día 4 de abril próximo.
Cuando sucedió el segundo seísmo, a las 5 a.m., Carlos estaba citando su texto en un
servicio temprano en la Capilla de Foundry, que enseguida cambió por las palabras: "Por
tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida, y los montes se traspasen a la mar"
(Sal.46:2, Versión del Libro de Oración). El miedo y la alarma general dieron una
maravillosa oportunidad para Whitefield y Wesley para predicar el evangelio a la gente.
Multitudes acudían a ellos de todos los rincones, llenándose la Capilla incluso a
medianoche. En esa ocasión Carlos compuso no menos de 19 himnos, apropiados para el
momento.
En cada ocasión Wesley daba expresión a sus sentimientos en un himno: Su conversión, su
casamiento, el pánico de un terremoto, los rumores de una invasión Francesa, la derrota del
Príncipe Carlos Eduardo en Culloden, los motines de Gordon, todas las Fiestas de la
Iglesia, escenas de la Biblia, incidentes en su experiencia, las llamadas al Hogar de sus
amigos; todas estas ocasiones eran propicias para el ejercicio de su don. La última de esta
serie de magníficas contribuciones a la himnología de la Iglesia fue inspirada por el
pensamiento de su próxima muerte.
A la edad de 80 años, y en extrema debilidad, había permanecido en silencio y quietud por
algún tiempo, cuando llamó a la Sra. Wesley y le pidió que escribiera a su dictado su himno
final. Con certeza se ha dicho de él que "por 50 años, Cristo como el Redentor de los
hombres, había sido el tema de su ministerio efectivo, y de su canciones más sublimes, y se
puede decir que murió con un canto a Cristo en los labios". Consistía sólo en una estrofa.
No era adecuado para el uso público, y, por ello, no es muy conocido (aunque se incluyó en
el Himnario Metodista), por lo que puede ser de interés que sea citado:

En Edad y debilidad extrema,


¿Quién redimirá a un gusano inútil?
¡Jesús! Tú eres mi única esperanza,
Fortaleza para mi carne y corazón que fallan;
¡Oh, si pudiera captar una sonrisa Tuya,
Y dejarme caer en la eternidad!:

Cariñoso Salvador,
Huyo de la tempestad
A tu seno protector,
Fiándome de tu bondad.
Sálvame, Señor Jesús,
De las olas del turbión:
Hasta el puerto de salud,
Guía tú mi embarcación.

Otro asilo ¿dónde hallar?


Indefenso acudo a ti;
Sólo pude desmayar,
Porque mi peligro vi.
Solamente tú, Señor,
Puedes dar consuelo y luz;
Vengo lleno de temor
A los pies de mi Jesús.

Cristo, encuentro todo en ti,


Y no necesito más;
Débil, me pusiste en pie;
Triste, ánimo me das.
Al enfermo das salud;
Guías tierno al que no ve;
Con amor y gratitud
Tu bondad ensalzaré

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