Halperín Donghi, Tulio. La Revolución en La Economía y La Sociedad, en Historia Argentina. de La Revolución de La Independencia A La Confederación Rosista. BsAs. Piados 1989.
Halperín Donghi, Tulio. La Revolución en La Economía y La Sociedad, En Historia Argentina. de La Revolución de La Independencia a La Confederación Rosista. BsAs. Piados 1989.
Original Title
Halperín Donghi, Tulio. La Revolución en La Economía y La Sociedad, En Historia Argentina. de La Revolución de La Independencia a La Confederación Rosista. BsAs. Piados 1989.
Halperín Donghi, Tulio. La Revolución en La Economía y La Sociedad, En Historia Argentina. de La Revolución de La Independencia a La Confederación Rosista. BsAs. Piados 1989.
Halperín Donghi, Tulio. La Revolución en La Economía y La Sociedad, en Historia Argentina. de La Revolución de La Independencia A La Confederación Rosista. BsAs. Piados 1989.
Halperín Donghi, Tulio. La Revolución en La Economía y La Sociedad, En Historia Argentina. de La Revolución de La Independencia a La Confederación Rosista. BsAs. Piados 1989.
UALPBRIS Doren T) “ICO mrducien Im Le torr
nye pruidal “un Ueeiue payeiTove Or le
Hurilucier gue mbypncineca, “a le ennfuleroien
pride ed, P Jo» LPR
1. LAS CONSECUENCIAS ECONOMICAS
DE LA REVOLUCION
en lugyy de la
Tes son
Ja guerra? Pre
3relacionada muy dire
lt y directam
ha elogiads lencia
rade con que lias oul
id esencialmen
Poco dispuesta, aun en medio de
4, a “destruir las. fuente
fuentes mismas d
08 no suftieron aumen
lucha por Ia supervivencia
la riqueza”.* Pero si es
lo graves, tam-
ada vex menos
Ho cubrieron ¢:
La diferenciacién p,
ciones con fines patristioos,
esa divisién entre un sector
eamente por el poder revolus
ue datan de 1810 y 1811, encons
¥ oro, que luego sera ul sit
105 ya
Las contribuciones
iantes, De ellas surgirén dos tipos difere
fonces sobre toda es
tos de taaas, a
i parte las que, con
troduceién de tasas
ibuciones extraor
das a plazo muy
segunda solucién
nuevas cargas suele ser
cepcién de
uciones extraordinarias ti
i dinarias tienen today:
feribles a los ojos de los gobiernos rey,
otra caracteristica
‘oluctonarios: per.
incide sobre la economia,
12. Emilio Hansen,
+ 44 moneda argentina, B. A. 1916, pig, 139,
lag
+ {edmo se costen la guerra?
+ Vela en ella
comercial que era Buenos
que las contribueiones son solicitadas: a periodos ri
Jos veremos suceder otros febriles. Igual irregularidad en la distribu-
hay ahora un sector mercantil privilegiado, el de tes
nicos, al que no es facil incluir entre los que pagan contribuciones;
los defiende el temor del gobierno de Buenos Aires a hacer cosas poco
gratas a Ia potencia de cuya benevolencia no puede pre: Frente
1 ese sector privilegindo, hay uno mis duramente golpea
comerciantes peninsulares, que sélo sobreviven a toda una legislacién
discriminatoria para ser ubicados on primer término en Ja hora de las
contribuciones extraordinarias. Entre unos y otros, los criollos buscan
eludir como pueden ese peso cada vex mas insop:
que In parcialidad de los ma
dos haya sido tan frecuentemente d
il saberlo; en todo caso la dificultad
comerciantes dispuestos a ocupar cargos consulares parece sefialar que
Jos més preferian, renunciando la dudosa ventaje de utilizar arbitr
mente sus vastos poderes, salvarse también de la aversién de sus
{Hasta dénde afectaban estas coi nes la capacidad misma de
supervivencia de Jas empresas comerciales? No es facil tampoco decir-
To: es en todo caso evidente que el nuevo peso que recae sobre la comu-
nidad mercantil de Buenos Aires se mide en cifras que alcanzan a una
fraceién importante del total de las importactones (que en este perfodo
exceden « las exportaciones): asf, en 1616, las cont
dias exceden los seiscientos mil pesos y las importaciones de Inglaterra
son de poco mas de
‘fio tipico: es Ia crisis comercial la
natios del Estaday le obliga a recurrir en ma
tions Davo praclaanient Gia incidencia agravada dol
‘efectos de la crisis y contribuiye a que también la vide comercial de
Buenos Aires se ubique bajo la imagen de la rueda de la fortuna, cuyo
girar enloquecido obsesiona al ingenuo cronista de esos afios revueltos
que es José Antonio Berut
gPero eémo evitarlo? A comienzo de 1817 un nuevo reglamento impone
més altas ya no sera necesario recurrir a “los mi
odiosos que antes habian
profetiza el Consuledo). Nada de eso ha de ocur
un afio de pesadas contribuciones extraordinarslamento, que ha provocedo una expansin vertiginosa del contraband,
8 dejedo de lado.
entre ellas
# de esclavos. De nuevo aqui la desigualdad es la regla: les corpora.
s iglesias y conventos, ceden répidamente sus esclavos para la
los particulates se defienden mejor (tod: 6 el Director
Pueyrredén fracasé en un intento de incorporar al ejército a todos los
escla que encontré fue demasiado fuerte; aun San
Martin, en Cuyo, debié dejar abierta —comn ya se ha visto— la alter.
native del ofrecimiento de personeros). La contribucién en esclavos ex
f Ta vea urbana y rural: sin duda predomina todavia en ella Ja parte de
los propietarios de 1a ciudad. Casi totalmente rural es en cambio Ie
‘bucién en ganados, eaballerias y alimentos. Esta es de nuevo muy
irregular, y —al revés de las anteriores— es sélo en pequefin propor,
‘én responsabilidad directa del gobierno central. Se-la practica més
intensamente que en las areas colocadas bajo le directa obediencia de
Sst en las disidentes (es el caso del Litoral aftiguista) y en las que
como Salta, gozan de hecho de gran autonomfa frente a Buenos Alves
Las razones son muy evidentes: aqui el dinero escasea aun mis que en
Buenos Aires, y Ia movilizacién es mis amplia, con lo que el consume
de ganados aumenta. -
Pero aun en las tierras que el gobierno de Buenos Aires controla,
monto de la contribueién es en parte (pero sélo en parte)
|e capital, su distribucién corre a cargo de les autoridades locale,
aqui de nuevo Ie irregularided domina. La situacién varia una ver
cuando la regiGn es ella misma base de un ejército: en Cuyo, San Ma,
crea por propia decisién nuevas tasas y con! mes, y para ello por
dria invocar.el ejemplo de los comandantes rcito del Norte, que
ya han hecho To mismo en su i - Las guerras civiles
que durante la década revolucionaria corren paralelas con la de inde.
Pendencia erean una situacién distinta; aqui el saqueo y la desisaniéy
Santa Fe, arrasada desde 1815 haste 1819, es pruche de
ello, wados muertos o arrastrados a Buenos Aires, sus pobla.
es saqueadas y a veces incendiadas... Perh mas alld del Foeny
logran mis a menudo obtener indom
el esclavo; para el
por su parte
nizacién
en Anuario 1942," de
la Sociedad de
B.A, 1943, pig. l17'y
! 146
el panorama no ex muy diferente: en esa campasa recorrida
dos tanto o més merodeadores que guerreros, la posibi
explotacién regular de la ganaderfa se hace cada vez ris remota;
dla Oriental— se alcanzan las méximas consecuenc
trac Ie guerra,
ensidad del peso que recae sobre el sector rural es eun menos
je edie que Iu de les contibucionesen diese, que slecon robes
idades, y dentro de ellas a las clases mercantiles. Lo mismo
ocurre en cuanto a la contribucién en hombres. Sin duda los ejércitos
de Ie independencia serdn en esto menos exigentes que los de In guerra
civil: organizados segiin normas europess, los limites de la movilizacién
rmana que exigen estin dados por los de la disponibilidad de arma-
mentos y equipos. Aun asi el aporte es considerable y sobre todo desi-
zacién ordenada con vistas a la organizacién
de un ejé ruetura europea —que es Ia de Cuyo antes de la
campafia de los Andes— afecté a cerca del 10 % de Ia poblacién de
Ja regién; es dificil hacer un céleulo tolerablemente preciso para el
conjunto del Rio de la Plata durante toda la década de la guerra de inde-
pendencia, pero no parece que habrie de superar la mitad del porcentaje
rmzado en Cuyo. Sin duda ese porcentaje representaria muy mal el
al de 1a poblacién apartada total o parcialmente de aus tareas de
paz: en un pais en que todos los peninsulares estin transformandose
en extranjeros enemigos, en que los adictos al viejo orden se reclutan
también entre los nativos, en que el sacrificio impuesto por le guerra|
eye siempre eapontinmene aceptad nt aun por todos ls patario|
el mantenimiento del orden interno exige una org
de los cuerpos de mili 7
nizacién més estrict
Se ha sefialado ya que no es fécil establecer de qué modo se distribuye
‘este esfuerzo, Hay sin embargo algunos hechos evidentes: en las 20
de guerra civil Ia movilizacién y los ejércitos
suplen con el mimeto dé hombres la-inuificiencia del armamento, Los
Pueblos Libres, el viejo hinterland literal de Buenos Aires, de pob
tan escasa, podrén poner en pie ejércitos de miles de hombres (es cierto
que armados a menudo tan sélo con lanzas), y esto no incide escasamente
en Ia ruina econdinica de esas regiones. En cuanto al resto, no parece
excesivo anticipar una carga mayor sobre las Zonas rus
porque es en las urbanas donde abundan més los p
tre parte los sectores sociales relativamente privilegiados, que partic
pardn menos intensamente en el enrolamiento, Facilita el mantenimiento
de estas diferencias el hecho de que nunca —~en los diez afios de guerra
de independencia— se da un indiscriminado amado a files de todos
147
les, ante todo
’nsulares y por