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EXPERIENCIA DE APRENDIZAJE 3

“Estamos hechos de palabras”


Octavio Paz

Por
Gloria Inés Yepes C.
Hilda Mar Rodríguez G.
María Edilia Montoya L.

Es tan natural para el ser humano, y para usted en particular, poder hablar. Pero…
¿Ha reflexionado sobre la capacidad que usted tiene para hablar?
¿Ha pensado en los usos y abusos de su palabra?

La palabra es una función básica del pensamiento y la más potente e intrincada posibilidad
del lenguaje humano. Ha sido objeto de múltiples miradas, análisis, contemplaciones. Se
han referido a ella literatos, poetas, filósofos, psicólogos, sociólogos, lingüistas, entre otros.
En esta experiencia nos acercamos a la palabra como potencial del ser humano y lo que se
puede hacer con ella desde la mirada poética hasta la citación bibliográfica, pasando por
múltiples registros.

Para comenzar, hemos seleccionado el siguiente texto, escrito por Georlán Echavarría
(2004), profesor de lingüística y psicolingüística de la Facultad de Educación de la
Universidad de Antioquia.

LA PALABRA: UN COMPROMISO PSICOLÓGICO, ÉTICO Y


SOCIOPOLÍTICO DEL HOMBRE PENSANTE Y HABLANTE

Según algunos filósofos, el significante PALABRA tiene sus raíces u orígenes en


dos lexemas del idioma hebreo. Estos dos lexemas son PALAB que significa
“Maravilla”, y DABAR que quiere decir “CREACIÓN U OBRA”. Por lo tanto, el
significante PALABRA, según su significado etimológico, nos traduce:
CREACIÓN MARAVILLOSA U OBRA MARAVILLOSA.

¡Qué mejor significado para la PALABRA que los dos anteriores! Indudablemente
que la palabra es una maravilla de obra o creación maravillosa. ¡Lástima que no
siempre así la concibamos y así empleemos tan importante producto y mediador
sociocultural del lenguaje y pensamiento de los hombres!

Si bien es cierto que la palabra es una obra maravillosa, también lo es que no todo
lo que el hombre hace con la palabra resulta, igualmente, una creación u obra
maravillosa. En no pocas ocasiones el hombre es más lo que destruye con la palabra
que lo que construye. Baste pensar, por un instante, sobre lo que a diario se dice y
lleva a cabo, para concluir que con la PALABRA: se hace y deshace, se crea y se
destruye, se comunica e incomunica, se alaba y se vitupera, se informa y
desinforma, se libera y esclaviza, se proclama verdad y se tejen mentiras,
calumnias y difamaciones; se construye conocimiento y ciencia y se aliena el
pensamiento y la conciencia, se da testimonio y se reniega y apostata, se revela y se
encubre, se discute y se dogmatiza, se ama y se odia, se predica y se practica, se
defiende y se ataca, se muestra inteligencia y sabiduría y se expresa ignorancia e
ingenuidad, se conquistan democracias y se decretan dictaduras, se abren mentes e
intelectos y se acallan inteligencias y voces inconformes, se convocan y destierran
talentos, se siembra esperanza y se crea ilusión, se propicia seguridad y se propala
incertidumbre, se afirma la paz y se prende la chispa de la guerra, se fortalece y
conserva la vida, o se impone dolor, angustia y hasta se implanta la muerte.

Nos referimos a la palabra no como entidad lingüística aislada, sino como estructura
encadenada a otras y dentro de un determinado contexto, ambiente, tiempo y
espacio, es decir, la palabra como elemento de la comunicación, como estructura
discursiva que brota de un emisor y va dirigida a un receptor o interlocutor, -el
Otro- con una intencionalidad determinada. Es decir, la palabra con vida, para la
vida y en la vida.

Asumida así la PALABRA, nos ubicamos en el DISCURSO, por parte del hablante.
Y ¿qué es el discurso de un hablante sino su pensamiento hecho palabra? El
discurso no es más que hacer explícito, manifiesto, el pensamiento de quien habla,
por medio de la palabra. Al respecto nos atrevemos a preguntar: ¿cuál es nuestra
posición, preocupación y reflexión por el contenido filosófico, político, académico,
científico, religioso, ideológico, ético, moral, sexual y cultural que revela o que
encubre nuestro diario hablar y el hablar de quienes conviven en nuestro entorno?

Nuestro diario hablar no es más que nuestro diario pensar. El pensamiento se hace
palabra por el discurso. La PALABRA es la manera más generalizada, cotidiana y
directa para comunicar(se), expresar(se), significar y representar.

La PALABRA es un producto sociocultural y tan contradictoria como podemos


ver: es tan vieja como nueva; tan útil como inútil; tan maravillosa como horrorosa;
tan simple como compleja; tan creadora como destructora; tan común como exótica;
tan liviana como pesada; tan inofensiva como ofensiva; tan dulce como amarga; tan
alegre como triste; tan reveladora como encubridora; tan grandiosa como banal; tan
trascendente como ruin; tan sólida como gaseosa; tan rápida como lenta; tan débil
como vigorosa; tan conveniente como perniciosa; tan abundante como escasa; tan
acariciadora como demoledora; tan clara como obscura; tan delatora como
cómplice; tan alentadora como desesperanzadora; tan emotiva como depresiva; tan
conservada como cambiante; tan tonificante como adormecedora; tan sincera como
falsa; tan subjetiva como objetiva; tan individual como social; tan sonora como
disonante; tan grave como aguda; tan sustantiva como adjetiva; tan brutal como
racional; tan vaga como concreta; tan elocuente como silenciosa; tan implícita como
explícita; tan melódica como ruidosa; tan vital como mortal.
Las palabras pueden ser como un bebé o como una fiera, como herramientas y
bisuterías, cuya utilidad depende del uso que les dé quien las emplee. Son, a la vez,
como armas de doble filo y se prestan para construir un mundo maravilloso y real o
para destruir, confundir y enloquecer.

La palabra es el medio comúnmente usado por el hombre para dar a conocer sus
ideas, propósitos, ficciones, fantasías, proyectos, realizaciones, ofertas y demandas,
conquistas y derrotas, despojos y reivindicaciones, convergencias y divergencias,
temores y seguridad, realismo e idealismo, credibilidad y escepticismo,
frustraciones y logros, rebeldía y sometimiento, descubrimientos y secretos, su ira y
calma, vanidad y sencillez, agradecimiento y villanía, claridad y oscurantismo,
inteligencia e ignorancia, lealtad y maquiavelismo, ascetismo y hedonismo,
flexibilidad y verticalidad, racionalidad y cretinismo, inocencia y culpabilidad,
avance y atraso, emociones y serenidad, percepciones y abstracciones, abundancia y
carencias, fortalezas y debilidades, pasado y futuro, presente, su ya, el ahora, el
siempre, el nunca, el aquí y el allá, el Yo, el Tú, el Nosotros, la vida y la muerte.

La PALABRA es dialéctica, dúctil, escurridiza, erguida y frágil. Es puntiaguda y


roma, convincente e insulsa, garantía y estafa. La palabra es arte, técnica, ciencia.
La palabra es amistad y enemistad, salud y enfermedad, gozo y dolor, tabú y algo
común. Es día, noche, poesía y prosa, generosidad y mezquindad, murmullo y
altisonancia, rencor y perdón, movimiento y quietud, recuerdo y olvido, presencia y
ausencia, vida y muerte. La palabra está en todo, para todo y con todos. Donde hay
alguien, allí hay pensamiento y donde hay pensamiento hay lenguaje y donde hay
lenguaje hay palabras, sea en voz alta o en voz baja. La forma no importa, lo que
vale es su representación, su acción, su reflexión, su permanente fluir. No podemos
pensar más que con base en palabras, o con imágenes, que las podemos traducir por
medio de las palabras.

¡Qué diferente ven y sienten las palabras los poetas! y ¡cómo nos las presentan!
Observemos un ejemplo:
HIMNO A LA PALABRA
Rig-Veda

Soy la reina de los tesoros,


La que acumula,
soy la sabia.
La primera entre los sacrificios.
Los dioses me han depositado
en múltiples lugares.
Me han dado numerosas sedes.
Me han hecho asumir diversas formas.

En la cumbre de este mundo


Yo doy a luz a mi padre.
Mi origen está en el océano
y en las aguas
de ahí se extiende por todo el universo
con mi frente toco el firmamento.

Yo soplo con el viento,


abarcando el universo,
más allá del cielo,
más allá de la tierra:
tal es mi grandeza.

Veamos lo que algunos hombres de pensamiento e inteligencia mayores nos han


dejado sobre la importancia y trascendencia de la PALABRA.

“El hombre está oculto bajo su palabra” (Ali Talid).

“De las palabras y de los conceptos se nutre nuestra comprensión diaria del
mundo”. (Henry Wallon).

“El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del
que no sabe pensar”. (Pericles).

“La palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha”.


(Montaigne).

“Las palabras, como los hombres, solo valen cuando están en su lugar”. (Rivarol).

“Más podemos saber de una persona por lo que dice de los demás, que por lo que
otros dicen de ella”. (Emerson).

“Un lenguaje insuficiente opone a los hombres unos contra otros. Incluso a menudo
se toman las armas a causa de palabras insuficientes, en nombre del mismo amor”.
(Saint Exupery).
“El rumor es como un cheque: no hay que darlo por bueno hasta cuando se
compruebe que tiene fondos”. (Gracian)

“Hemos aprendido, en efecto, a utilizar el lenguaje para conseguir suscripciones de


revistas, para persuadir a nuestro padre a que nos pague el cine, etc. Rara vez lo
empleamos para pensar dentro del sendero de la razón”. (Clifford T. Morgan).

“Para saber lo que se piensa hay que saber lo que se dice”. (Renán).

Como bien podemos apreciar, durante el recorrido por estas páginas, la PALABRA,
en cuanto a su uso y acción, sobrepasa, en mucho, lo que generalmente estamos
habituados a considerar o a tener en cuenta: los sonidos fonéticos, su estructura
gráfica, su relación sintáctica y su expresión automática e inconsciente en la cadena
hablada.
La PALABRA es compromiso, es vida, es ética, es convivencia y conveniencia; es
identificación y solución de problemas, es construcción de hombre, de sociedad, de
democracia, de VIDA.

Lo anterior, y mucho más, es lo que el hombre, en el transcurso de su historia, ha


hecho, hace y probablemente hará, con la obra maravillosa o con esa creación
maravillosa que es la PALABRA. Lástima que lo hecho no resulte tan maravilloso
y creativo como debería corresponder al animal más inteligente de entre todos los
animales -EL HOMBRE-.

¿Qué sintió, pensó o recordó al leer este texto? Las palabras del profesor Echavarría nos
actualizan multiplicidad de situaciones; momentos que nos remiten, paradójicamente, a una
constante alternancia entre el dolor y la alegría, la oscuridad y la luz, el triunfo y la derrota;
paradoja que, querámoslo o no, se hace completud, como lo expresara Octavio Paz;
opuestos que hacen la unidad. Por eso, la palabra es y será siempre, en la más rotunda
algarabía o en la gran elocuencia del silencio.

Retomando algunas ideas del profesor Echavarría y trasladándolas al plano de lo


lingüístico, es perentorio hacer una cuidadosa revisión del lenguaje cotidiano; de aquellas
expresiones que en la charla aparentemente resultan tan claras, pero que si reparamos en
ellas, pueden generar grandes conflictos. La palabra, las palabras, son generadoras de vida
y de muerte.

Bien se dice que el diálogo es el camino de la humanización. En él se logra exponer


nuestros pensamientos, pero también reconocer los pensamientos contrarios con sus
contradicciones, o seguramente con las nuestras. Allí se dan cita las palabras, para discurrir,
disentir, acordar, exhortar... Aquí cobra toda su vigencia el “Principio de Cooperación” de
Grice (1995), que consiste en adaptar nuestras “contribuciones conversacionales a la índole
y al objetivo del intercambio verbal”, y del cual se derivan cuatro máximas o normas
específicas:
1. Máxima de calidad. Procura que tu contribución sea verdadera:
a. No digas lo que creas que es falso
b. No digas lo que no puedas probar adecuadamente.
2. Máxima de cantidad. Procura que haya proporción a la cantidad de información
requerida por el intercambio verbal:
a. Que tu contribución sea tan informativa como se requiera.
b. Que tu contribución no sea más informativa de lo que se requiere.
3. Máxima de relación. Procura que tus contribuciones sean pertinentes.
4. Máxima de modo:
a. Evita las expresiones confusas
b. Evita la ambigüedad
c. Sé breve
d. Sé ordenado.
Finalmente, las responsabilidades éticas en el uso de la palabra oral o escrita también
abarcan el concepto de propiedad intelectual. Algunas personas ‘copian’ ideas de otros
sin citar los textos que se han consultado. Esto se considera plagio, fraude o robo
intelectual. Es vital tener respeto por el discurso ajeno y aprender las normas adecuadas
para reconocer las fuentes bibliográficas utilizadas, poniendo entre comillas los pasajes
literalmente tomados de dichas fuentes. Pero, incluso cuando no se citan fragmentos
específicos, es necesario incluir una lista bibliográfica que permita a nuestros lectores
saber qué autores desarrollan las bases o las ramificaciones de las ideas expuestas.

BIBLIOGRAFÍA:

Echavarría, Georlán. La Palabra: un compromiso psicológico, ético y sociopolítico del


hombre pensante y hablante. Documento. Medellín, 2004.
Grice, Paul. “La lógica de la conversación”, Lenguaje y Sociedad, Cali, Centro de
Traducciones Univalle, 1983.

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