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“Intervenciones con hombres que ejercen violencia de género”.

Lic. Mario Payarola (Psicólogo, UBA 1977)

Prof. De la materia “Abordaje integral de los hombres que ejercen violencia” en el


Posgrado de Violencia Familiar de la Universidad del Museo Social Argentino (desde
2012/actualidad).

Introducción

Desde hace ya varios años y en distintos ámbitos sociales se hace cada vez más visible la
extensión y la gravedad de la problemática de la violencia hacia la mujer en las relaciones
de pareja. En la actualidad la utilización del término violencia de género, apunta a
destacar la condición de vulnerabilidad de la mujer frente al abuso de poder ylas
conductas de control ejercidas por el varón con quien tiene o ha tenido una relación
afectiva. En nuestro país, en los últimos años se han producido avances en cuanto a la
legislación para proteger a las víctimas y sancionar a los agresores. Asimismo se han
multiplicado rápidamente espacios de consulta y atención para mujeres víctimas a lo largo
del país.

Sin embargo, se observa una cierta lentitud en la implementación de políticas que


apunten a detener la violencia en quienes la han ejercido. En este trabajo se explicará
brevemente el dispositivo grupal y las características de las intervenciones que apuntan a
deconstruir el sistema de creencias patriarcales mediante la cual los varones justifican el
ejercicio de la violencia.

Me referiré a un modelo de intervención para los varones que ejercen violencia. Dicho
modelo se desarrolla a través de “Programas”,denominados psico-socio-educativos. Los
mismos surgieron hace aproximadamente cuarenta años en Estados Unidos y Canadá, a
partir del movimiento feminista, el cual denunciara la violencia de la cual eran víctimas las
mujeres en las relaciones de pareja. Dicho modelo también se ha denominado pro-
feminista en virtud de tener como objetivo primordial proveer seguridad a las mujeres
víctimas de violencia, como así también propiciar la revisión y modificación de aquellos

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aspectos culturales que sostienen la primacía del hombre sobre la mujer. En nuestro país
las primeras experiencias datan a partir de 1991, primeramente en el Hospital Alvear y
luego en el ámbito de la llamada Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, con un
desarrollo azaroso acorde a los cambios políticos que se sucedieron desde entonces hasta
la actualidad.

En el transcurso de los últimos años se ha producido un cambio importante en la


legislación desde la aprobación de la ley 24.417, a fines de 1994, la adhesión de nuestro
país a los principios de la Convención de Belém do Pará (Prevenir, sancionar y erradicar la
violencia hacia la mujer) y la ley 26.485 en 2009. Gracias a los considerandos de estas
leyes, se está propiciando lentamente la concurrencia de los agresores a este tipo de
programas a los efectos de detener la conducta violenta en aquellos que la ejercen. Es
sabido que las sanciones legales no siempre resultan disuasivas, si no van acompañadas
de una intervención profesional y el varón tiende a repetir sus conductas violentas aún
finalizado el vínculo o bien en nuevas relaciones de pareja.

Fundamentos

La violencia de género es considerada una problemática social dada la extensión (89% de


las denuncias de violencia familiar, son radicadas por mujeres hacia sus parejas o ex
parejas varones) y la gravedad que presentan muchos casos, hasta llegar a los femicidios.
Desde las ciencias sociales se ha buscado una explicación acerca de las causas de la
violencia de género, siendo evidente la confluencia de variasde ellas(multi-causalidad).
Entendemos que el Modelo Ecológico postulado por Bronfenbrenner (1) es uno de los más
adecuados para comprender dicha multi-causalidad a través de la postulación de la
influencia en los sujetos de los diferentes sistemas (Macro-Exo-Micro-Dimensión
individual), durante el transcurso de su desarrollo.

Desarrollo
Consideramos a la violencia de género, como una serie de conductas desplegadas por el
varón, que producen un daño en la mujer con quien tiene una relación de pareja. Dichas
conductas se engloban bajo la denominación de abuso de poder y control. Las estadísticas

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ya mencionadas muestran que este abusosiempre es unidireccional y por ser
históricamente tan reiterada y persistente, resulta inevitable pensar que obedece tanto a
causas culturales como a variables individuales. Las instituciones por las cuales atraviesa el
sujeto en su desarrollo son trasmisoras de valores culturales, como así también lo es la
familia y ciertas características de personalidad, moldeadas en la temprana infancia.
Pertenecemos pues, a una cultura “patriarcal” que tiende a poner al hombre en lugar de
superioridad sobre la mujer, siendo por lo tanto el varón quien tiende a abusar del poder
en una relación de pareja. Esta consideración descarta la explicación del ejercicio de la
violenciacomo proveniente de un cuadro psicopatológico. Los agresores, no son
considerados en sí mismos como portadores de una patología en particular, puesto que
ningún cuadro psicopatológico es causa de la violencia (Ej. Impulsividad, celotipia). Por lo
tanto las intervenciones profesionales priorizan el tener en cuenta la seguridad a las
mujeres víctimas, el lograr que los hombres se hagan responsables de sus conductas y
revisar el sistema de creencias mediante las cuales los hombres tienden ajustificar sus
acciones.

La cultura patriarcal, el “sistema de creencias” y las conductas que resultan de ellas

1.- “La mujer debe obedecer al hombre”---conducta resultante: empujar, golpear,


amenazar, asustar si no lo hace.

2.- “El hombre es superior a la mujer”--- conducta resultante: insultar, humillar,


desvalorizar.

3.- “La mujer es propiedad exclusiva del hombre”---conducta resultante: limitar sus
movimientos, aislarla de sus relaciones familiares y sociales.

4.- “El hombre es infalible”---conducta resultante: culpabilizar y desvalorizar, tratarla de


inútil, de no saber llevar a cabo la crianza de sus hijos.

5.- “El hombre debe dominar a la mujer”---conducta resultante: violencia económica,


desvalorización de su trabajo, tratarla como sirvienta, disponer de sus ingresos.

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6.- “El hombre tiene privilegios en cuanto a lo sexual”---conducta resultante: tener sexo
sin consentimiento, infidelidad, tratarla como un objeto.

Tipología

En el año 1975, Lenore Walker describió el “ciclo de la violencia” y la “indefensión


aprendida”, elementos que sirvieron para comprender la situación en la que se
encontraban las mujeres víctimas de violencia, como así también quienes la ejercían.

Posteriormente otros autores,(D. Dutton y S. Golant, ) (1997) describieron los patrones de


conducta característicos de los hombres que ejercen violencia entre ellos el “cíclico”,
“hipercontrolado” y “psicopático” tomándose de los conceptos vertidos por L. Walker,
(1975). En nuestro medio Dohmen, M.(1995), describe el llamado “perfil psicológico del
hombre golpeador”, refiriendo la presencia de patrones reiterados de conducta: negación,
minimización y naturalización de los episodios de violencia, celos exagerados,
dependencia emocional, conductas de control, aislamiento de sí mismo y de la víctima,
actitudes posesivas, etc. A todo este tipo de conductas debemos agregar la adhesión
rígida a estereotipos de género que circulan en nuestra sociedad, que como lo dije
anteriormente se utilizan como argumentos para justificar la dominación de la mujer por
parte del hombre.

Dentro de la tipología mencionada por Dutton, D. (1997), también están las llamadas
“personalidades psicopáticas” quienes están caracterizados por una falta de
arrepentimiento y una negación absoluta de su responsabilidad respecto de su violencia.
Por tal motivo, nunca concurrirán a una consulta por su propia iniciativa y no deberían ser
admitidos en un programa de las características que vamos a mencionar. Ellos también
ejercen violencia no sólo hacia sus parejas, sino que también lo hacen con terceras
personas y tienen una personalidad tan rígidamente conformada que son impermeables a
cualquier intervención ya sea del tipo psico-socio-educativa como también
psicoterapéutica.

Consecuencias de la utilización de estas premisas

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El no considerar a la violencia como una patología, hace que se modifique todo nuestro
vocabulario en relación al abordaje de estos hombres. En principio ya no son “pacientes”
sino “consultantes”, concurren a un grupo p.s.e. y no a un tratamiento psicoterapéutico,
ya no existe el “alta” sino el “egreso” del programa, etc. También se modifica entonces la
intervención privilegiada del psicólogo y/o psiquiatra como profesionales que responden a
dichas consultas. Por el contrario se propende a la creación de equipos interdisciplinarios
conformados por otros profesionales del campo social y del derecho, además de
psicólogos.

¿Qué son y en qué consisten los grupos p.s.e.?

Ante la situación que plantean los hombres que ejercen violencia de género, creemos que
existe un modo de intervención que permite disminuir y prevenir la emergencia de dichas
conductas. Esa intervención se lleva a cabo en grupos de aproximadamente diez personas,
con dos coordinadores y se desarrolla un determinado “currículum”, es decir, cuenta con
determinados objetivos a alcanzar. Se privilegia la intervención grupal, trabajando con
emergentes de la dinámica grupal (focalizando en la violencia de género) como también
con técnicas provenientes de un enfoque cognitivo-conductual (por ejemplo: resolución
alternativa de conflictos, utilización del “tiempo afuera”, comunicación asertiva, etc.). Se
promueve también a la reflexión y al cuestionamiento del sistema de creencias, que como
ya lo expresamos anteriormente, están en la base de todas las conductas de maltrato
hacia la mujer. La efectividad del Programa de atención, depende, entre otras cosas, de la
identificación entre los miembros del grupo, por eso se desestima la intervención
individual, la cual ha demostrado su ineficacia, sobre todo en una primera etapa.

3. Grupos abiertos/grupos cerrados

Los grupos psico-socio-educativos que mantienen un vínculo con el Poder Judicial, por lo
general tienen un formato de grupo cerrado, con una cantidad de reuniones previamente
determinada. El contenido de las reuniones, es decir, los temas que serán tratados en
cada reunión también están fijados de antemano. Otro tipo de grupos, son los “abiertos”,
en los cuales el coordinador regula el ingreso y egreso de sus integrantes, lo cual permite

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un mejor aprovechamiento del espacio grupal a través de la mayor permanencia de sus
integrantes, hasta tanto logren los objetivos del programa. En general los varones deberán
concurrir una vez por semana durante una hora y media.

4.- Los coordinadores

Se considera conveniente la coordinación mixta, es decir un hombre y una mujer, debido a


que podrían ofrecer modelos de rol complementarios que favorecen el proceso de cambio
en los participantes.

5.- Credenciales

En cuanto a las credenciales que debieran tener los coordinadores, se recomienda que: a.-
sean profesionales que provengan del campo psicológico y social, b.- que tengan una
formación en violencia familiar, c.- que hayan participado como observadores en grupos y
entrevistas con mujeres víctimas, d.- que tengan conocimientos de dinámica grupal y e.-
que tengan conocimiento de la personalidad de los hombres que ejercen
violencia.Asimismo deberían haber revisado cómo funcionan en ellos/ellas internamente,
los estereotipos de género. Todos estos requisitos necesitarían ser reglamentados en
algún momento futuro, a los efectos de evitar la improvisación que se ha observado en
algunos equipos y también como forma de prevención del burnout en aquellos
profesionales que no cuentan con dichos requisitos.

6.- Admisión

Previa a su participación grupal todos los hombres deberán realizar una entrevista de
admisión a los efectos de corroborar si la persona consultante reúne las características
psicológicas que mencionamos anteriormente y las condiciones para participar en un
grupo. No se debe incluir a aquellos que tengan una personalidad psicopática, que tengan
trastornos psiquiátricos severos o que estén cursando un consumo problemático de
sustancias sin recibir la atención adecuada.

7.- Objetivos

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- Tener como prioridad el velar por la seguridad de las parejas de los hombres que asisten
al grupo.

- Trabajar coordinadamente con los programas de tratamiento de mujeres maltratadas,


los servicios de protección de la niñez y el Poder Judicial.

- Favorecer el cambio en la conducta de los participantes con miras al cese de toda


conducta violenta en las relaciones de pareja.

Situación actual

Hasta el momento los grupos p.s.e. no han tenido la difusión necesaria como para poner
a prueba su efectividad. Si tuvieran una mayor difusión, ello permitiría llevar a cabo
investigaciones tanto cuantitativas como cualitativas y por lo tanto hacer una revisión
dinámica de aquellas intervenciones que resulten más eficaces y descartar las que no lo
son.

Críticas

Este tipo de grupos p.s.e. ha recibido varias críticas, entre la que más se destaca es aquella
que dice que difícilmente se logre un cambio de la conducta violenta en pocas reuniones
(refiriéndose a aquellos programas que tienen 16 semanas). Otra crítica es que “no sirven”
los tratamientos compulsivos, cuando hay una derivación judicial, porque no hay
“demanda”, “el sujeto no está motivado, etc.” Algo sobre lo cual ya se ha escrito un
artículo (Pietragallo, Parente y Carrasco, 2015).

Conclusiones y situación futura

Contamos con un modelo de intervención con hombres que ejercen violencia hacia sus
parejas, que es fruto de largas discusiones de consenso, en el seno de R-E-T-E-M (Red de
Equipos de Trabajo y estudio en Masculinidades), creada en 2011,como asimismo por la
puesta en práctica y revisión constante de nuestras hipótesis de trabajo. El modelo de
intervención demostraría mejor su eficacia si tuviera una difusión más masiva, para lo cual
se necesitaría de una política pública específica que lo avale. Ello permitiría corregir las

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posibles fallas que pudieran surgir en la práctica hasta lograr el mayor grado de eficiencia
y consecuentemente una mayor protección de la mujer víctima.

Bibliogafía

- Dohmen, M. (1995): “Perfil del hombre golpeador”, monografía sin publicar.


- Dutton, D. y S. Golant(1997): El hombre golpeador, un perfil psicológico, Ed. Paidós,
Buenos Aires, Argentina.
- Entel, R. (2016): Violencia de género, Editorial Espacio, Buenos Aires, Argentina.
- Payarola, M. (comp.)(2015): Violencia Masculina en Argentina, Ed. Dunken, Bs.As.,
Argentina.
- Payarola, M.(2001): “Incidencia de la variable Maltrato Infantil en la personalidad
de los hombres que ejercen violencia”, (Tesina de graduación como Especialista en
Violencia Familiar, sin publicar).
- Paymar, M. (2000) Violent no more. (HelpingMenEndDomestic Abuse), Hunter
HousePublishers, Alameda, California, USA.
- Walker, L.(1979): Thebatteredwomen, Harper&Row, Eds., New York.

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