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“A”
Un embarazo puede tener múltiples significaciones tanto para la mujer, como para el
hombre. El lugar que ese niño en gestación viene a ocupar en la fantasmática tanto
individual como en la pareja, es singular y multideterminado tanto por el contexto social-
cultural en el que se desarrolla, como en el contexto y la dinámica de la novela familiar de
cada mujer y hombre- futuros padres.
Si bien algunas otras mujeres si pueden reconocer que el vínculo con su pareja es de
carácter violento, la pregunta es siempre ¿Por qué permanecen en esta situación, aún
cuando esto causa graves sufrimientos psíquicos, físicos y subjetivos, para estas mujeres?
La segunda posición subjetiva puede ser aquella que a través de un hijo, ésta mujer
lo ofrece a ese hombre como Don, es decir cede una parte de ella y le convierte en Padre,
con la esperanza de que a partir de allí este hombre cambie y cese sus manifestaciones
violentas para con ella.
Y la tercera posición subjetiva en realidad, no sería tal, sino que puede suceder que a
causa del mismo vinculo violento, su pareja ejerza también violencia sexual, y como
resultado de una violación marital, esta mujer quede embarazada forzosamente.
Según Kristeva (1985), la dependencia femenina es más del orden del narcisismo,
lo que la hace aparecer paradójicamente más psicológica: necesidad de aseguramiento, de
buena imagen, de estabilidad, de seguridad, de futuro, todo lo que constituye una identidad
psíquica, la que, sin eso, se siente fracturada e inconsistente, fluida. Esa economía puede
parecer menos corporal, incluso menos sexual pero es psíquicamente fundamental: estamos
ahí en regiones arcaicas. El narcisismo es una modalidad anterior a la relación de objeto, de
deseo, y a la guerra edifica que vendrá después. Por lo tanto, la adicción femenina hacia el
polo de esa dependencia se sitúa más en regiones narcisistas. Es más arcaica y menos
erótica. Arcaica en el sentido de una arqueología de la propia imagen, del hecho de reunir
los pedazos en una unidad. Porque si no puedo reunir los pedazos de mi cuerpo dislocado
en una unidad, no soy, no puedo hablar, no puedo relacionarme con otros. (p.139)
Desde el punto de vista de Julia Kristeva, es posible pensar que el vínculo violento
entre esta mujer y este hombre, puede responder en mayor medida a una cierta dependencia
femenina (lo cual no quita que el hombre también dependa de esta mujer), a través de la
cual se reafirma identitariamente, por lo cual le resulta imposible desprenderse de ese
vínculo con ese hombre, por lo cual busca y genera recursos para mantenerlo, en este caso,
el embarazo.
En algunos casos, [...] para estas mujeres, su amor tiene efectos curativos; se sienten
capaces de convertir a su pareja en un hombre diferente. [...] (Velázquez, p. 331). Y
posiblemente que intenten como “recurso curativo” a través de un hijo (o varios).
Pero en otros casos, como mencioné anteriormente, puede resultar que de una
relación sexual no consentida por la mujer, es decir por una violación conyugal, ésta resulte
embarazada. Resulta complejo hablar de violación en el ámbito de una pareja establecida,
de un matrimonio, ya que [...] estas mujeres se sentían atrapadas entre la vivencia de
sexualidad impuesta por la fuerza y la interiorización de normas concernientes a su deber
como esposa, por el cual su obligación era ser la mujer de su marido, satisfacerlo y hacerlo
feliz. [...] el débito conyugal impide reconocer las violaciones realizadas por sus parejas,
porque dejarse penetrar es parte del deber de las mujeres en matrimonio [...] (p. 322-323)
Por otro lado, más allá del hecho de que una mujer pueda o no reconocer, si
ha sufrido una violación por parte de su cónyuge, es importante remarcar que no existe
ninguna legislación en nuestro país, acerca de este hecho como delito, es decir no tiene
existencia ni social ni jurídica. De esta manera disminuyen las posibilidades de que esta
mujer pueda reconocer este hecho violento, que puede derivar en un embarazo no deseado,
y que ni siquiera la ley puede ampararla.
Kristeva, J. (1985). Sobre el amor: Conversación con Julia Kristeva. Les cahiers du grif. Bélgica