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Práctica Profesional Supervisada

“A”

Área IX “Género, Salud Sexual y Maternidad”

Trabajo Práctico: Violencia de Género y Embarazo

Ps a cargo: M. del Rosario Chemes

Residente: Martinez Carrieri, Eva


Resulta complejo tratar de establecer relaciones, entre dos términos que idealmente
debieran aparecer antinómicos. Si se establece que un embarazo, es decir la espera por un
hijo debería estar marcada por el deseo, en algunas situaciones esto no sucede así.

Si bien actualmente el concepto de Violencia de Género ha sido instalado tanto en lo


social, en lo jurídico, como en lo mediático; es importante también tener en cuenta que
desde el campo del Psicoanálisis el término ha tenido su impacto y su utilidad, pero por su
especificidad debe evitar caer en ciertas generalizaciones. Hablar de Violencia de Género es
eficaz para visibilizar la situación que viven muchas mujeres, pero desde el Psicoanálisis y
desde la clínica, es imposible éticamente pensar en una universalización, es decir, se aborda
el caso por caso, subjetividad a subjetividad, más allá de que existan características o
elementos comunes entre dichas mujeres que padecen Violencia de Género.

Es necesario poder pensar, las múltiples relaciones que se establecen entre la


violencia de género y un embarazo, para poder abordar eventualmente situaciones con
mujeres que estén atravesando tal situación y los posibles devenires de la misma.

Un embarazo puede tener múltiples significaciones tanto para la mujer, como para el
hombre. El lugar que ese niño en gestación viene a ocupar en la fantasmática tanto
individual como en la pareja, es singular y multideterminado tanto por el contexto social-
cultural en el que se desarrolla, como en el contexto y la dinámica de la novela familiar de
cada mujer y hombre- futuros padres.

Un hijo ocupa (o no) un determinado lugar en la cadena significante, tanto para la


mujer-madre, como para el hombre-padre; la dificultad surge quizás poder establecer ¿Qué
lugar viene a ocupar un niño/a, en una pareja donde existe Violencia de Género?

Las posibilidades son múltiples y dependerán de sujeto a sujeto, con la respectiva


necesidad de hacer allí una debida y necesaria historización de este embarazo-
HijoPorNacer.
Pensar un embarazo en un contexto donde existen agresiones tanto físicas como
psicológicas hacen aún más dificil poder establecer de qué manera puede una mujer cursar
un embarazo en esa situación pero como plantea Velázquez(1996) : “Algunas mujeres no
reconocen el sentido agresivo de estos vínculos, pero presentan una serie de trastornos
emocionales y físicos que son expresión de la violencia que permanentemente se ejerce en
ellas” (p. 332 )

Si bien algunas otras mujeres si pueden reconocer que el vínculo con su pareja es de
carácter violento, la pregunta es siempre ¿Por qué permanecen en esta situación, aún
cuando esto causa graves sufrimientos psíquicos, físicos y subjetivos, para estas mujeres?

[...]El hecho de que permanezca en la situación violenta puede explicarse por la


necesidad de ser fiel y reafirmarse en los ideales femeninos que la cultura forjó para ella: el
altruismo y el sacrificio, entender, cuidar proteger y tener más en cuenta las necesidades
de los otros que las propias, aún a costa de su bienestar. El ideal del yo, construido para las
mujeres y al cual deben ajustarse, forma parte de un ideal cultural fuertemente enraizado en
la subjetividad femenina. El ideal maternal hacia el que son orientadas, imprime en su
psiquismo el deseo del hijo que las complete como mujeres; tener un hombre y tener hijos
las reafirmará en su feminidad. La mujer aspirará siempre a ser objeto de pasión de su
compañero, siendo ello una realización de su ideal: ser deseada y convertirse, para el deseo
del otro, en una exigencia vital [...]

Pensar la gestación de un hijo en un contexto donde hay Violencia de Género, puede


responder a múltiples causas (conscientes y/o inconscientes), pero desde mi punto de vista
es posible pensarlo desde 3 posturas con respecto a esta mujer-madre:

La primera puede ser aquella posición subjetiva en la cual la mujer responde a


ideales según los cuales las necesidades de su pareja son más importantes que las propias, y
que tener una pareja e hijos con ésta es imprescindible para responder a esos ideales, es
posible que un embarazo pueda funcionar también como la forma de mantener y sostener
ese vínculo, incluso y aunque este sea violento.

La segunda posición subjetiva puede ser aquella que a través de un hijo, ésta mujer
lo ofrece a ese hombre como Don, es decir cede una parte de ella y le convierte en Padre,
con la esperanza de que a partir de allí este hombre cambie y cese sus manifestaciones
violentas para con ella.

Y la tercera posición subjetiva en realidad, no sería tal, sino que puede suceder que a
causa del mismo vinculo violento, su pareja ejerza también violencia sexual, y como
resultado de una violación marital, esta mujer quede embarazada forzosamente.

Según Kristeva (1985), la dependencia femenina es más del orden del narcisismo,
lo que la hace aparecer paradójicamente más psicológica: necesidad de aseguramiento, de
buena imagen, de estabilidad, de seguridad, de futuro, todo lo que constituye una identidad
psíquica, la que, sin eso, se siente fracturada e inconsistente, fluida. Esa economía puede
parecer menos corporal, incluso menos sexual pero es psíquicamente fundamental: estamos
ahí en regiones arcaicas. El narcisismo es una modalidad anterior a la relación de objeto, de
deseo, y a la guerra edifica que vendrá después. Por lo tanto, la adicción femenina hacia el
polo de esa dependencia se sitúa más en regiones narcisistas. Es más arcaica y menos
erótica. Arcaica en el sentido de una arqueología de la propia imagen, del hecho de reunir
los pedazos en una unidad. Porque si no puedo reunir los pedazos de mi cuerpo dislocado
en una unidad, no soy, no puedo hablar, no puedo relacionarme con otros. (p.139)

Desde el punto de vista de Julia Kristeva, es posible pensar que el vínculo violento
entre esta mujer y este hombre, puede responder en mayor medida a una cierta dependencia
femenina (lo cual no quita que el hombre también dependa de esta mujer), a través de la
cual se reafirma identitariamente, por lo cual le resulta imposible desprenderse de ese
vínculo con ese hombre, por lo cual busca y genera recursos para mantenerlo, en este caso,
el embarazo.

En algunos casos, [...] para estas mujeres, su amor tiene efectos curativos; se sienten
capaces de convertir a su pareja en un hombre diferente. [...] (Velázquez, p. 331). Y
posiblemente que intenten como “recurso curativo” a través de un hijo (o varios).

Pero en otros casos, como mencioné anteriormente, puede resultar que de una
relación sexual no consentida por la mujer, es decir por una violación conyugal, ésta resulte
embarazada. Resulta complejo hablar de violación en el ámbito de una pareja establecida,
de un matrimonio, ya que [...] estas mujeres se sentían atrapadas entre la vivencia de
sexualidad impuesta por la fuerza y la interiorización de normas concernientes a su deber
como esposa, por el cual su obligación era ser la mujer de su marido, satisfacerlo y hacerlo
feliz. [...] el débito conyugal impide reconocer las violaciones realizadas por sus parejas,
porque dejarse penetrar es parte del deber de las mujeres en matrimonio [...] (p. 322-323)

Por otro lado, más allá del hecho de que una mujer pueda o no reconocer, si
ha sufrido una violación por parte de su cónyuge, es importante remarcar que no existe
ninguna legislación en nuestro país, acerca de este hecho como delito, es decir no tiene
existencia ni social ni jurídica. De esta manera disminuyen las posibilidades de que esta
mujer pueda reconocer este hecho violento, que puede derivar en un embarazo no deseado,
y que ni siquiera la ley puede ampararla.

En cualquier caso, para concluír, las relaciones entre Violencia de Género y


Embarazo son policausales, y es necesario poder delimitar e historizar dicho embarazo, si
es que se va a abordar un caso de este tipo, con todos los recaudos que éstos requieren. El
abordaje clínico de una mujer-paciente que esté cursando un embarazo y que vivencia
Violencia de Género, debe ser escuchada en su singularidad y su novela familiar. No
siempre se recurren a las instancias legales de la denuncia o el apartamiento de esta mujer
de su hogar, o la ruptura abrupta del vínculo violento. En todo caso lo importante, desde el
campo del Psicoanálisis, sería poder generar recursos simbólicos junto con esta mujer-
madre, para poder afrontar un embarazo, y el lugar que este hijo/a venga a ocupar tanto
para sí misma como en su vínculo conyugal. A partir de ello, a su debido tiempo, las
intervenciones de un psicólogo pensadas en el “caso a caso” serán “dibujadas”, para cada
mujer, según la gravedad de la situación, y la posibilidad de riesgo de vida (propia y de su
bebé), o no.
Bibliografía
Burin,Mabel; Dio Bleichmar, Emilce (1996). Género, Psicoanalisis y Subjetividad. Buenos Aires :
Paidós.

Velázquez, S. (1996). Extraños en la noche. En Género, Psicoanalisis y Subjetividad. Buenos Aires:


Paidós.

Kristeva, J. (1985). Sobre el amor: Conversación con Julia Kristeva. Les cahiers du grif. Bélgica

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