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Universidad de Costa Rica

Escuela de Filosofía. Primer ciclo 2019

Curso F-3090. Marxismo y Cristianismo en América Latina

Estudiante: Cristian Camacho Oreamuno. Carnet # 920769

Reacciones a texto de Camilo Torres.

Camilo Torres piensa que las relaciones sociales están por encima de las
doctrinas filosóficas o religiosas. Parte, en sus opiniones, de las condiciones
históricas dadas que no necesariamente reflejan la consideración de valores
cristianos fundantes. Para él es necesaria la construcción del cristianismo volviendo
a sus bases históricas auténticas, las cuales han sido negadas por el sistema
capitalista. En su más profundo sentido la revolución socialista coincide con ciertos
ideales cristianos, de los cuales el más importante es el amor al prójimo. Es decir,
la naturaleza de una eventual unidad es política o no es, puesto que la contradicción
filosófica es inevitable entre trascendencia e inmanencia, o sea entre cielo y tierra.

Entre la generalidad del marxismo latinoamericano caracterizado por el


sectarismo se vislumbra en Camilo Torres la apertura política de una izquierda que
interpela inteligentemente a las mayorías religiosas constitutivas de la población. Es
el pensamiento animado por el sentimiento de amor principalmente el que hará de
Torres un ejemplo a seguir en la política general de Latinoamérica. Sin ningún otro
fin la actividad revolucionaria del cristiano verdadero es el acercamiento a Dios
mediante el empoderamiento político de los más empobrecidos. Evidentemente no
se puede alcanzar sin la lucha correspondiente que puede involucrar la violencia
armada o no. La religión católica no es incompatible con las posturas marxistas
cuando en sus objetivos está la unión de los seres humanos para compartir los
bienes o recursos vitales del mundo. Además sería estúpido descartar la
participación política revolucionaria de los cristianos en Latinoamérica considerando
el enorme número de ellos y su posible fortalecimiento al movimiento socialista que
sea capaz de articular en políticas concretas sus valores morales.

Ubicado en una posición intermedia se presenta el mensaje de Torres


convencido de la potencialidad unificante entre cristianos y comunistas aunque a
veces parece sobrevalorar esta relación. Es quizá ingenuo no señalar la amplia
distancia que el pueblo de cristianos presenta con respecto a la institucionalidad
jerárquica de la iglesia que se dice representante de Dios en la tierra. Si bien la
Iglesia es humana no está por encima de la crítica cuando no parece producir ningún
beneficio a la sociedad o hacia sí misma y más bien obstaculiza o prohíbe la práctica
política “demoniaca”.

En este sentido es preciso analizar el alcance de las concepciones cristianas


al interior de la doctrina y no simplemente externalizar sus debilidades como si
fueran culpa de la sociedad contemporánea.

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