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ESCUELA DE POSTGRADO
“sociolingüística”
1. Haga un diagnóstico del uso de las lenguas de tu comunidad según: niños, jóvenes
y adultos; especificando: contexto de uso con mayor frecuencia de la lengua materna
y el español.
Hogar
Escuela
Comunidad
En el nivel macro-sociológico
El idioma usado, que según indicaciones adjuntas a las dos obras corresponde al habla
de las provincias de A/ángaro, Lampa y Melgar, presenta una forma idiomática bastante
homogénea, que se acerca más al quechua cuzqueño que a otras variedades conocidas del
mismo, inclusive el quechua boliviano. La diferencia reside, sin embargo, en la presencia
de un gran número de elementos lingüísticos provenientes del aymara tanto en el léxico,
como en el sector de los sufijos verbales. Todas las variedades del quechua, y el quechua
cuzqueño-boliviano más que otras, exhiben cierto grado de influencia recíproca con el
aymara o con lenguas emparentada s con este último idioma. 1 Sin embargo, en el sector
morfológico la división entre los dos grupos idiomáticos se ha mantenido intacta con la
excepción de algunos sufijos de origen común, tales como: -rayhuf-layhu , -puni, -pura,
-kama y -rpari-j-rpava- (Davidson 1980).
En el nivel micro-sociológico
El nivel lingüístico
En el nivel lingüístico puede variar tanto en las comunidades como en las ciudades
lingüísticamente el habla aimara y quechua. Por decir en algunas partes a un profesor en
quechua le dicen Amauta, en otros lugares de la comunidad le llaman yachachik, en otros
citios le diran yachay kamayuq. Pero cuando estos términos entran en juego con sus
respectivos hablantes existe una discusión y debate para los mismos hablantes y hasta que
recurren al consenso por razones de variedades dialectales y que es aceptado con el mismo
significado para cada etnia o comunidad donde se practica el quechua.
- Son frecuentes y conocidos por los pobladores puesto que se van poniendo más fuerza
a la palabra.
II. RESUMEN
Según Cerrón-Palomino la situación lingüística del Estado Inca antes de que llegaran
los españoles la lengua estaba de manera general sin ninguna discusión. Desde que
llegaron los españoles problematizaron las lenguas que se estaban desarrollando. Y los
grupos idiomático estaban de la siguiente manera: EL SEC, en Tumbes, Chira y Piura.
EL MUCHI, en el valle de Olmos o Lambayeque hasta el Valle de Chicama. EL CULLI,
en los reinos de Cajamarca y Huamachuco. EL ARU, en las serranías de Lima, también
en Ayacucho, Apurímac, Arequipa, Cusco y Puno. EL PUQUINA, en las zonas costeñas
de Arequipa, Tacna y Moquegua. EL QUECHUA, ocupaba con su variedad estándar en
grupos idiomáticos mencionados anteriormente con su variedad estándar.
Durante los primeros años de la llegada de los europeos a América y al Perú, el término
lengua podía aludir a aquellos extranjeros que hablaran lenguas exóticas o a indígenas
que dominaran el castellano o el portugués. La legislación española los denominó
intérpretes, y hubo otros nombres menos empleados, como ladino y lenguaraz; no
obstante, son precisamente estos tres términos los que aparecen en los documentos
estudiados aquí. En la terminología de la época, los intérpretes indios fueron denominados
en general. En los documentos del Perú del siglo XVI, dichos actores sociales seguían
una tradición que venía de las estrategias de conquista española en el viejo mundo y la
Nueva España, donde los viajeros en búsqueda de nuevas tierras solían llevar consigo
intérpretes para que pudiesen ayudar en los primeros intentos de acercamiento y
dominación pacífica de lugares recién descubiertos. Así, el sistema jurídico reinante en el
Perú del siglo XVI tuvo una serie de normas, basadas en esas experiencias, que
reglamentaron la conducta de los personajes históricos. El castellano trataba de desplazar
al Quechua. Al promediar del siglo XVII se advierte cambar en la política de apoyo
decidido a las lenguas vermiculares.
Con la independencia política del Perú, no hay muchos cambios de la situación de las
lenguas nativas pues siguen relegadas. Los criollos herederos del gobierno sienten
desprecio por la cultura y la lengua nativas. La desestructuración de las comunidades
andinas, iniciada en la Colonia, se acelera en la República, además se produce la privación
de las Las lenguas originarias son aquellas que se empleaban antes de que el castellano
llegara y se preservara en el ámbito del territorio nacional. En conjunto, estas lenguas
representan la expresión de una identidad colectiva, así como una manera distinta de
entender y describir la realidad.
Durante siglos, las lenguas originarias han sido consideradas como dialectos (variantes
de una lengua), y se las ha tratado de inferiores frente al castellano. También se creía que
estas lenguas originarias de nuestro país no tenían gramáticas; sin embargo, a través de
diversas investigaciones en las últimas décadas, se ha logrado clasificarlas en familias
lingüísticas. ¿Cuántas lenguas originarias existen en el Perú? Según el texto y las
investigaciones actualizados en nuestro país existe un total de 48 lenguas originarias: 44
amazónicas y 4 andinas, las cuales están agrupadas en 19 familias lingüísticas y
constituyen medios de comunicación de 55 pueblos indígenas u originarios. Las lenguas
originarias son idiomas oficiales, además del castellano. Las lenguas andinas: aimara,
cauqui, jaqaru y quechua. Lenguas amazónicas: achuar, amahuaca, arabela, ashaninka,
awajún, bora, capanahua, cashinahua, chamicuro, ese eja, harakbut, iñapari, iquitu,
isconahua, kakataibo, kakinte (caquinte), kandozi-chapra, kukama-kukamiria, madija
(culina), maijuna, matsigenka, matses, muniche, murui-muinani, nanti, nomatsigenga,
ocaina, omagua, resígaro, secoya, sharanahua, shawi, shipibo-konibo, shiwilu, taushiro,
tikuna (ticuna), urarina, wampis, yagua, yaminahua, yanesha, yine, yora, (nahua).Esas
lenguas se agrupan en distintas familias lingüísticas, teniendo en cuenta las emparentadas
entre sí y que comparten un origen. Las familias lingüísticas pueden estar conformadas
por una o más lenguas. En el Perú existen 19 familias lingüísticas: 2 andinas (Aru y
Quechua) y 17 amazónicas (Arawa, Arawak, Bora, Cahuapana, Harakbut, Huitoto,
Jíbaro, Kandozi, Muniche, Pano, Peba-yagua, Shimaco, Tacana, Tikuna (Ticuna),
Tucano, Tupí-guaraní y Záparo. ¿Qué lenguas originarias del Perú se hablan en otros
países? Algunas de las lenguas originarias habladas en el territorio peruano también se
hablan en otros países de Sudamérica, como Argentina (2), Chile (2), Ecuador (3),
Colombia (6), Bolivia (5) y Brasil (10). Estas lenguas son:
El Quechua
El Aimara
La lengua aymara hoy es hablada por más de dos millones de hablantes ubicados en los
países de Bolivia, Perú, Chile y Argentina. Aymara se habla en el nor-oeste y la parte nor-
central de Bolivia (sobre todo en la ciudad de La Paz, la zona lacustre del lago Titicaca y
la mayor parte de del Altiplano), en el sur de Perú (en los departamentos de Puno, Tacna,
Moquegua y Arequipa y toda la zona lacustre), en el norte de Chile (en la sierra fronteriza
con Bolivia como en las ciudades de Arica, Iquique y Antofagasta), y la parte norte de
Argentina (en la sierra jujeña y salteña, y en las provincias del mismo nombre), además
de la población migrante en la ciudad de Buenos Aires. En el caso de Bolivia que
enfocamos aquí, según el último censo (INE 2001), los 1.462.285 hablantes (mayores de
6 años) conforman ahora 20.97% de la población nacional, en comparación con 29% en
1976. A éstos habría que sumar otro medio millón en el Perú y unos 20.000 en Chile (sin
mencionar quienes se sienten Amara aunque ya no hablan esta lengua). El territorio donde
se habla Aimara estaba en plena expansión desde las migraciones masivas de los años 50.
Actualmente los Aimara hablantes, al igual que los quechuas, habitan en casi todo el
territorio nacional de Bolivia, incluso en los departamentos de Beni, Pando, Santa Cruz.
Además, con la globalización económica de las últimas décadas, los hablantes Aimaras,
en busca de trabajo, han emigrado a los países vecinos de Argentina y Brasil, y más allá,
a los EE.UU. y a España y otros países europeos. Como resultado, ya se hallan fiestas,
música y bailes Aimaras en varias partes del mundo. Si bien la región Aimara está
dividida políticamente por las fronteras nacionales entre el Perú, Bolivia, Chile y
Argentina, la comunidad de hablantes tiene mucho en común en su lengua como en su
cultura, y las diferencias dialectales son mínimas así como las diferencias culturales. En
su gran mayoría, los hablantes Amaras en los países andinos son bilingües en castellano
y algunos son trilingües con la adición del quechua y en algunos casos del Uru. Sólo
algunas personas mayores son aún monolingües en esta lengua.
Hablando históricamente hasta estos días cuando las tropas de Pizarro llegaron a
Tumbes se precipitó el ocaso de lo que antiguamente fue el Tahuantinsuyu. Esos soldados
y futuros colonos, que en oleadas sucesivas se habrían de asentar en los territorios que
irían sometiendo en su marcha hacia el sur, habían traído consigo una lengua común: el
castellano. Así fue contradicha la hegemonía del quechua o runasimi, la lengua general
de la sociedad inca, y de esa forma empezó la interacción de los mundos andino e
hispánico y el contacto entre ambas lenguas. Aunque el nivel lingüístico sólo es una
dimensión de dicho proceso, constituye una ventana singular en el empeño de
aproximarnos a los fenómenos sociales que conducen a nuestra realidad global
contemporánea. Para el estudio que intentamos, vale recordar que la lengua venida con
las huestes hispánicas poseía entonces caracteres distintos de los que hoy apreciamos en
el castellano o español, cualquiera sea el término que usemos. Como es sabido y
entendido en torno de la naturaleza, distribución, destino y nombre del español en el
Nuevo Mundo, constituye un capítulo importante de la filología hispánica, y en él
contribuyeron algunos personajes eminentes en nuestra historia cultural (Bello 1847;
Cuervo 1901, 1903; Menéndez Pidal 1918, 1957; Lenz 1893, 1940; Alonso 1935;
Henríquez Ureña 1921, 1940; Rosenblat 1933, 1962; etc.). Hay consenso en este punto
acerca del estado del castellano en el XVI y cada vez documentación más precisa respecto
de la inmigración, origen y variedad idiomática de los nuevos pobladores; inclusive de
los avecindados en Lima (Menéndez Pidal 1952, 1957; Lapesa 1968; Alonso 1930, 1953;
Zamora 1960; Boyd-Bowman 1964, 1968 y 1974). No puede ignorarse, por tanto, que la
lengua de los conquistadores reflejó la fase del castellano del XVI; tampoco que la
migración hispánica se compuso tanto de los que llegaron en las primeras horas del
descubrimiento, como de los que vinieron en fecha ulterior, desplazando las figuras del
visionario y del aventurero por las del burócrata y el administrador, tal como sucedía en
la sociedad peninsular.