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II.

Lectura Bíblica: La Semilla

La oración prepara la tierra del jardín porque pone al creyente en una disposición correcta, receptiva y fecunda delante del Señor.
Pero una vez que la tierra es preparada, debe ser sembrada. En la parábola del Sembrador, Jesús compara las semillas que siembra
a la palabra de Dios. Donde la semilla de la palabra es sembrada en tierra fértil, da mucho fruto. Hay muchos testimonios Bíblicos
que nos muestran que la palabra de Dios produce fruto en nuestras vidas, pero uno de los pasajes más elocuentes es Isaías 55:10-
11:

Porque como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven allá sino después de haber saciado la tierra y de haberla hecho
germinar, producir y dar semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié.

La palabra de Dios tiene poder para producir fruto en la vida del creyente. Por eso el creyente debe tener como parte de su rutina
devocional una lectura Bíblica diaria. Porque es allí que encontramos el poder de Dios.

A. La Importancia de la Biblia en la Vida Devocional

¿Por qué debemos leer la Biblia? La Biblia misma nos da las respuestas. Primero, la Biblia es inspirada por Dios según 2 Timoteo
3:16. Es decir, lo que encontramos en las escrituras es la voz viva de Dios. Segundo, la Biblia es la fuente de toda vida. Jesús dijo:
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4). En más que una ocasión, el salmista
señala que es la Palabra de Dios que vivifica (Salmo 119:25,50,93,107,154). Tercero, la Palabra de Dios es una guía para nuestras
vidas (Salmo 119:105). Nos dice claramente cómo debemos andar en las circunstancias de la vida. Cuarto, La Palabra Dios nos limpia
de toda maldad. Como dice hebreos 4:12, "Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos
filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón." La maldad no cabe en un corazón lleno de la palabra de Dios. Quinto, la palabra nos protege de error. Salmo 119:133
dice, "Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí." Cuando la Palabra de Dios es activa en nuestro
ser, no hay entrada para el diablo.

La Palabra es una parte fundamental de la vida devocional. Proverbios 16:20 nos avisa: "El que está atento a la palabra hallará el
bien, y el que confía en Jehová es bienaventurado." Si queremos una vida productiva en el Señor, debemos estar atento a su
palabra." Y como Jesús señala en Juan 8:31, "Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." El verdadero discípulo de Jesús ansiará tener su Palabra en su corazón y esa Palabra
le dará libertad.

B. Como Usar la Biblia en la Vida Devocional

La lectura Bíblica debe formar una parte esencial de nuestras vidas devocionales. Las siguientes sugerencias les puede ser
beneficiosas en su práctica de la lectura Bíblica.

Lectura Diaria: Nuestra relación con Dios se mejora al ritmo que nosotros nos invertimos en ella. En las relaciones humanas,
tenemos relaciones lejanas con personas que vemos de vez en cuando, y relaciones cercanas con personas que vemos con más
frecuencia. La frecuencia no garantiza la relación, pero la infrecuencia garantiza que la relación sea menos intensiva. Nosotros
queremos una relación intensiva con nuestro Dios. Por eso la lectura diaria de la Biblia es algo deseable. El Salmo 1:2 dice del
hombre bienaventurado: "en la ley de Jehová está su delicia, y en ella medita de día y de noche." Las bendiciones de una relación
cercana con el Señor aumentan cuando nosotros caminamos diariamente con El por medio del estudio de su Palabra.

Lectura Sistemática: Hay una tentación entre todos nosotros de leer las partes de la Biblia que nos agradan y dejar las partes que
encontramos difíciles, chocantes, o aburridas. Pero la Biblia en su totalidad es la palabra de Dios. Como dice Proverbios 30:5
"Probada es toda palabra de Dios," y Deuteronomio 8:3 nos revela que el hombre vivirá de "toda palabra que sale de la boca de
Dios." Por eso es importante incorporar un sistema de lectura en su vida devocional. Una de las formas más sencillas de hacerlo es
comenzar con Génesis y leer directamente por la Biblia libro por libro hasta llegar a Apocalipsis. Como esto nos puede dejar con
períodos largos de lectura seca (en las listas de leyes del Pentateuco, por ejemplo) es quizás recomendable hacer dos lecturas por
día: una del Antiguo Testamento y una del Nuevo Testamento, osino, alternar las lecturas: un día el Antiguo Testamento y otro día
el Nuevo Testamento.
Lecturas Largas: Muchas veces caemos en la trampa de pensar en la Biblia como un conjunto de tantos versículos aislados, y así
perdemos de la vista la unidad que la Biblia muestra en todas sus partes. Es recomendable incorporar en su lectura devocional
lecturas largas, de capítulos enteros, y hasta libros enteros, para así captar mejor el bosquejo general del plan de Dios.

Lectura Abierta: Parte de la vida devocional debe ser la lectura abierta. Con esto quiero decir que por lo menos en parte de nuestra
lectura Bíblica, debemos simplemente abrir nuestros corazones para recibir instrucción, consuelo, admonición, dirección, o lo que
sea. Debemos abrir la Biblia con la expectativa que Dios nos va a hablar a nosotros personalmente. Debemos esperar recibir de El
algún mensaje directo para nuestros corazones.

Lectura de Estudio: Otra parte importante de nuestra lectura devocional es el estudio Bíblico. Podemos usar herramientas para
este estudio, como materiales escritos precisamente para ayudar al estudiante de la Biblia, una concordancia, o una Biblia de
Estudio. Estas herramientas nos ayudan a profundizar nuestro entendimiento de la Biblia.

Así la semilla de la Palabra de Dios es plantada en nuestras vidas, y producirá mucho fruto en nuestro ser.

III. El Espíritu Santo: Ríos de Agua Viva

Un jardín sin agua es un jardín muerto. El agua es lo que da vida y crecimiento al jardín para que pueda producir su fruto. Por igual,
la presencia del Espíritu Santo es lo que hace que la semilla de la palabra germine y crezca y produzca fruto en nuestras vidas. Por
eso es importante cultivar la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. ¿Tenemos esta promesa del Señor Jesús en Lucas 11:13,
“¿Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenos regalos a vuestros hijos,) cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que le pidan?" Dios quiere que tengamos el Espíritu Santo en nuestras vidas y nos lo ofrece liberalmente. Pero sabemos
que también es posible apagar el Espíritu Santo (1 Tesalonicenses 5:19). Por eso debemos tomar medidas para fomentar la
presencia del Espíritu en nuestras vidas. Efesios 5:18-22 nos da una indicación de algunas maneras en que nosotros podemos
cultivar la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.

Y no os embriaguéis con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos,
himnos y canciones espirituales; cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando gracias siempre por todo al Dios y
Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo; y sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo.

Es importante pedir y buscar la presencia activa del Espíritu Santo en nuestras vidas por medio de actividades que fomentan su
presencia, como cantar, alabar, dar gracias, y someternos mutuamente. De esta forma alcanzamos no únicamente la presencia del
Espíritu, sino también la llenura del Espíritu. Porque como dice Romanos 8:9, "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él."

IV. Ayuno: Sacando la Hierba Mala

En todo jardín aparece la hierba mala. Un buen jardinero sabe sacar esa hierba para que no quite vida de las matas sembradas. En
nuestras vidas, también vemos que el pecado siempre viene a tocar nuestras puertas. A veces también logra sembrarse en nuestras
vidas espirituales. Por eso es muy importante tener formas de quitar esa hierba mala. Hemos ya hablado de la importancia de la
confesión en la oración, y también de la protección que nos da la Palabra de Dios. Otro medio que podemos usar para la limpieza
espiritual es el ayuno.

Strong 6685. Tsom y 6684. Tsum(zadi,vav,men)

Así que, ¿qué nos enseñan estas letras sobre el ayuno? La primera letra, tsadi, nos enseña que la corona de justicia es servir a otros.
Este es el primer pensamiento que debería entrar en tu mente cuando piensas en el ayuno, en vez de pensar primero en el hambre
y en la sed. La segunda letra, vav, nos enseña que al vivir la ley del ayuno nos ligamos entre nosotros como uno. Gal 3:28 “porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. La última letra, mem, nos enseña que es una responsabilidad de convenio el sacrificar el
alimento, el agua y el servicio necesario para el bienestar físico y espiritual de los demás.

Memorablemente, los principios representados por estas letras son también los ingredientes de Sión. No es un accidente que en
hebreo la palabra "siom" también comience con la letra tsadi y también contenga la letra vav". Y el Señor llamó SIÓM a su pueblo,
porque eran de un solo corazón y voluntad [vav], y vivían en justicia [tsadi]; y no había pobres entre ellos [mem]"

A. El Ayuno en la Biblia

El ayuno es mencionado 61 veces en la Biblia. La gran mayoría de las instancias aparecen en el Antiguo Testamento. La primera
mención del ayuno se encuentra en Jueces 20:26. Allí vemos las once tribus de Israel consultando con Jehová después de una
derrota frente a su tribu hermana Benjamín. Después de dos derrotas contundentes a las manos de la tribu de Benjamín, las demás
tribus se congregan delante el Señor para pedir su dirección. En el buscar de la voluntad de Dios, los Israelitas ayunan. Aquí en la
primera mención del ayuno vemos algunos de los elementos básicos del ayuno en el Antiguo Testamento. El ayuno ocurre en
momentos de gran crisis. Aquí, por ejemplo, Israel contemplaba la completa destrucción de una de sus tribus hermanas. Además,
habían sufrido dos derrotas severas por haber tratado de limpiar el mal de su tierra. En ese momento de confusión y dolor,
ayunaban.

También vemos aquí que el ayuno ayuda buscar la voluntad de Dios. Cuando es importante saber la voluntad de Dios, pero Dios
no ha hablado, el ayuno enfoca el espíritu del hombre en el divino, y así lo hace más receptivo a la voz del Señor. Vemos este
aspecto también en 2 Crónicas 20:3, donde el rey Josafat proclama ayuno para consultar a Jehová.

Otro aspecto claro del ayuno se encuentra en otros pasajes del Antiguo Testamento. El ayuno acompaña el arrepentimiento y
confesión del pecado. Este aspecto vemos, por ejemplo, en el arrepentimiento nacional de Israel en 1 Samuel 7:6, en el
arrepentimiento nacional de Nehemías 9:1-2, y en la confesión de Daniel 9:3.

También vemos que el ayuno acompaña peticiones fervientes. Después de que David pecó contra Jehová con Betsabé, Dios puso
como castigo la muerte del niño que nació de su relación ilícita. David entonces buscaba con lágrimas y ayuno la vida del infante.
La cual le fue negado (2 Samuel 12:14-23). Este fue el caso también con la protección que Esdras y los Israelitas pidieron de Jehová
en su camino desde el exilio en Babilonia hacia la tierra de Israel (Esdras 8:21).

Pero el Antiguo Testamento también nos da una lección importante en cuanto al ayuno. El ayuno lleva al creyente a una
transformación de actitud y de vida. Esto vemos en Isaías 58:5-7

Es éste el ayuno que yo escogí: ¿sólo un día en que el hombre se aflija a sí mismo? ¿Acaso el doblegar la cabeza como junco y el
acostarse sobre cilicio y ceniza es lo que llamáis ayuno y día agradable para Jehová? ¿No consiste, más bien, el ayuno que yo escogí,
en desatar las ligaduras de impiedad, en soltar las ataduras del yugo, en dejar libres a los quebrantados y en romper todo yugo?
¿No consiste en compartir tu pan con el hambriento y en llevar a tu casa a los pobres sin hogar? ¿No consiste en cubrir a tu prójimo
cuando lo veas desnudo, y en no esconderte de quien es tu propia carne?

Lo que Dios enseña al pueblo aquí es que el ayuno es de poca importancia si no resulta en un cambio de vida. Es bueno ayunar, es
bueno arrepentirse del pecado, pero arrepentirse sin eliminar el pecado de su vida es una práctica vacía y sin valor. El
arrepentimiento debe llevarnos a acciones de justicia y santidad.

En el Nuevo Testamento vemos que Jesús practicaba el ayuno (Mateo 4:2) y aceptaba la práctica del ayuno. En Mateo 6:16-18 él
dice que el ayuno no debe ser oportunidad de demostraciones públicas. Si ayunamos para que otros nos vean y nos alaben, el
ayuno es vano, y ocasión de pecado. También Jesús dice que en su presencia sus discípulos no ayunaban, pero en su ausencia
ayunarían. Vemos que esto ocurrió en la vida de la iglesia primitiva. Allí parece que los cristianos ayunaban como parte regular de
su servicio al Señor (Hechos 13:2-3; 14:23). También puede ser que Pablo practicaba el ayuno (2 Corintios 6:5; 11:27: la palabra
ayuno en estos pasajes también pudiera ser traducida "hambre").

B. El Propósito del Ayuno para el Cristiano Evangélico

¿Debe el Cristiano Evangélico practicar el ayuno? Desde sus primeros días la iglesia cristiana ha practicado el ayuno como parte
regular de su servicio al Señor. El ayuno tiene, pues, una larga tradición adentro de la comunidad cristiana. El ayuno también puede
ser de provecho para el cristiano si conforme a los principios Bíblicos del ayuno. ¿Cuáles son?

1. En su base, el propósito del ayuno es negarle a la carne sus deseos. Como dice Gálatas 5:17, "el deseo de la carne es contra el
Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne." El ayuno es una forma de controlar los deseos de la carne para así dar lugar al Espíritu.
Pero debemos tener cuidado aquí. El cuerpo no es la carne, ni tampoco la carne el cuerpo. Pero la carne, que es la fuerza y el poder
del pecado, concentra sus ataques en nuestros cuerpos, utilizando funciones naturales como comida, sueño, el sexo, etc., para
empujarnos al pecado. El ayuno, pues, se enfoca en uno de estas funciones, el comer, para así lograr dominio sobre la carne, y así
lograr templanza en la vida del creyente.

2. El ayuno es estrechamente ligado con el arrepentimiento del pecado. En la mayoría de las veces citadas en la Biblia, el ayuno es
practicada como respuesta al pecado cometido o un posible pecado. Su propósito parece ser mostrar sinceridad en la búsqueda de
pureza espiritual.

3. El ayuno demuestra un sincero deseo de conocer la voluntad de Dios. Su práctica parece ayudarnos suprimir las distracciones del
cuerpo para así enfocarnos en la voz de Dios.
4. El ayuno eficaz resulta en un cambio de vida.

Si el ayuno es practicado con estos propósitos, puede ser de mucho provecho para el creyente. La meta principal es mantener
nuestros jardines espirituales libres de la hierba mala del pecado que puede quitar fuerza y crecimiento del árbol espiritual.

V. Buenas Obras: El Fruto

La Biblia nos anima a hacer buenas obras. Tito 3:14 dice: "Y aprendan los nuestros a dedicarse a las buenas obras para los casos de
necesidad, con el fin de que no sean sin fruto." Y Hebreos 10:24 nos aconseja: "Considerémonos los unos a los otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras." Las disciplinas espirituales no son completas si no incluyen el fruto: las buenas obras.
Si nuestras vidas espirituales no produzcan el fruto de las buenas obras, el proceso ha caído. Es importante que nuestras vidas sean
una clara muestra de la presencia del Señor en ellas.

A. El Lugar de las Buenas Obras en la Vida Cristiana

Pero debemos ser claros en que las buenas obras no son productos nuestros, sino son el producto de la presencia divina en nuestro
ser. Como dice Efesios 2:10, "Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas" (énfasis añadido). El árbol produce fruto, y en cierto sentido se puede decir que el
fruto es suyo. Pero cuando examinamos el proceso, vemos que el árbol es un instrumento del proceso, pero no es el proceso en sí.
El árbol necesita tierra, agua, sol, polinización para poder producir fruto. Así también, las obras son nuestras, pero son el resultado
de un proceso que incluye muchos factores que son externos a nosotros. Las buenas obras están estrechamente ligadas con nuestra
salvación, pero no como nosotros muchas veces pensamos. Las buenas obras no son causa de la salvación, porque "es evidente que
por la ley nadie es justificado delante de Dios" (Gálatas 3:1), sino son resultado de la salvación. Las buenas obras no nos salvan, sino
producimos buenas obras porque somos salvos. Como hemos visto, Dios ha preparado estas buenas obras para que anduviésemos
en ellas. Cristo también hace claro que la fuente de nuestras buenas obras no es nosotros mismos, sino nuestra relación con El.

"Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como la rama no puede llevar fruto por sí sola, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto.
Pero separados de mí, nada podéis hacer. (Juan 15:4-5)

Debemos examinar nuestras vidas para ver si Dios está produciendo fruto en nosotros. Si no hay fruto en la vida del creyente, hay
algo equivocado. Debemos volver a examinar nuestra relación con Jesús, para asegurarnos que estamos permaneciendo en él,
porque separado de Él, ¡no podemos hacer nada! Por otro lado, donde nuestra relación con el Señor está en buenas condiciones,
los frutos de las buenas obras saldrán de nuestras vidas tan naturalmente y espontáneamente como el pámpano de la vid.

B.) Cuáles Son las Buenas Obras?

¿Cuáles son, pues, las buenas obras que debemos hacer? No hay forma de determinarlo por seguro, porque las posibilidades son
muchas. Pero deben conformarse a un principio básico. Deben cumplir con la ley de Dios. Nosotros no estamos bajo ley, sino gracia.
Esto no quiere decir que no hay ley en la vida cristiana. Por ejemplo, Pablo puede hablar de "la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús," y que "la justa exigencia de la ley . . . cumplida en nosotros," y que "el que ama al prójimo ha cumplido la ley," y que "el
amor es el cumplimiento de la ley" y que él no estaba "sin la ley de Dios, sino en la ley de Cristo," y “Sobrellevad los unos las cargas
de los otros y de esta manera cumpliréis la ley de Cristo." La ley de Moisés, como ley externa, no tiene el poder de salvarnos. Pero
cuando estamos por fe viviendo en Cristo Jesús por medio del Espíritu Santo, la ley de Dios está escrita en nuestros corazones, y
llega a ser parte de nuestro ser. La ley no está afuera de nosotros, acusándonos y esclavizándonos al pecado, sino está adentro de
nosotros, animándonos y librándonos del pecado. Y nuestras obras darán expresión a esa ley divina. Se puede reducir esta ley a
dos preceptos -- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer
mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda
la Ley y los Profetas (Mateo 22:37-40). O de una forma más sencilla aun: todo lo que queráis que los hombres hagan por vosotros,
así también haced por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas (Mateo 7:12). A base de la ley es el amor de Dios, cuando ese amor
se hace presente y evidente en nuestras vidas, las buenas obras se cumplen y nuestras vidas están llenas de frutos agradable para
nuestro Señor.

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