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EL CIEGO DE Grupo 10
Literatura Biblica VI
JERICÓ
Trabajo de Investigación
1
UNIVERSIDAD MESOAMERICANA
LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
El ciego de Jericó
(Trabajo de Investigación)
Armando Palomo
Victor Aragón
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Ambientación (a modo de Introducción)
El protagonismo de un ciego
Cerca del camino se encuentra un hombre ciego, enfermedad muy corriente en el mundo
palestino. Ha elegido un lugar idóneo para pedir limosna, en la proximidad de una ciudad
rica y por la que pasaban muchas personas, tanto por sus relaciones comerciales como
por su ubicación en la ruta de los peregrinos que se dirigían a Jerusalén. El momento
también es bueno, pues se acercan las fiestas de la Pascua, lo que incrementa el número
de viajeros. Lucas suprime el nombre de Bartimeo que le da Marcos y no nos ofrece
ningún otro dato sobre su persona, aunque podemos aventurar que su ceguera le hace
depender de la generosidad de los demás.
La llamada del ciego tiene como primera respuesta la reaparición de la gente, que había
desaparecido desde 15,5 y que, dice el texto, venía por delante, y que le regaña, para
que se calle. Sus gritos serían desgarradores, ya que veía próxima una posibilidad única
de curación. ¿Es por eso por lo que le mandan callar? ¿No quieren que utilice el título de
hijo de David? ¿Un simple mendigo no debe molestar a un maestro? Lo que está claro
es que no le apartan, pues los discípulos ya han aprendido que no se puede separar a
nadie del camino de Jesús, como en 18,15-17.
La escucha de Jesús
La protesta de la gente no sirve para callar al mendigo ciego, sino para poner de relieve
la magnitud de su fe ya, que el hombre sigue con sus gritos desesperados. Jesús le oye,
se para, pues nada hay más importante que atender al necesitado, y pide que se lo
acerquen, dando por sentado que el ciego necesita de un lazarillo. Lucas omite un
aspecto del relato de Marcos, en que el ciego se levanta de un salto y abandona su
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manto, probablemente el único que tenía, con lo que su figura aparece como contrapunto
del joven rico, incapaz de dejar sus bienes.
Jesús, cuando le tiene delante, le pregunta qué quiere que haga con su persona. Para el
hombre la respuesta era muy clara y, tras saludar al Nazareno con el título respetuoso
de kyrie, le pide, que le devuelva la vista, restaurar la visión a los ciegos era parte del
programa que Jesús leyó en la sinagoga de su pueblo en 4,18, citando a Is 61,1, y que
expuso luego a los enviados del Bautista en 7,22. El viejo Simeón, en su Benedictus,
había anunciado que el niño que sostenía entre sus brazos iba a traer luz a la oscuridad
(1,78-79), y no se equivocó.
Junto a la compasión de Jesús queda claro su poder, pues el Galileo acepta el título de
hijo de David y obra en consecuencia, devolviéndole la vista de manera instantánea.
Unas palabras acompañan al milagro y dan cuenta del motivo de la curación, que es la
fe del mendigo. A Lucas le gusta poner esta facultad de relieve y lo hace en varios
lugares: 7,50; 8,48; 17,19. Sus ojos se han abierto también a realidades mucho más
importantes que otros en plenas facultades físicas no fueron capaces de captar.
Como todo relato de milagro tiene sus consecuencias, la curación física ha provocado
una reacción en el corazón del ciego, que como signo de agradecimiento comienza a
alabar, ainon, a Dios. Esta conexión del milagro con Dios es muy propia de Lucas y la
encontramos en 1,64; 2.20; 5,25-26; 7,16; 13,13; 17,15; 19,37. Su ejemplo es seguido
por la gente, laos, un colectivo que va a cobrar mucho protagonismo en los últimos
compases del evangelio, a veces para alabar a Jesús, como en este caso y en 19,48 y
21,38, y otras para negarle, como en 21,38.
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Marco Literario
47 Al enterarse de que era 30 En esto, dos ciegos que 36: al oír que pasaba
Jesús de Nazaret, se puso estaban sentados junto al gente, preguntó qué era
a gritar: "¡Hijo de David, camino, al enterarse que aquello.
Jesús, ten compasión de Jesús pasaba, se pusieron
mí!" a gritar: "¡Señor, ten
compasión de nosotros,
Hijo de David!"
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ciego, diciéndole: "¡Ánimo, "¿Qué queréis que os David, ten compasión de
levántate! Te llama." haga?" mí!"
50 Y él, arrojando su 33 Dícenle: "¡Señor, que se 39: Los que iban delante le
manto, dio un brinco y vino abran nuestros ojos!" increpaban para que se
ante Jesús. callara, pero él gritaba
mucho más: "¡Hijo de
David, ten compasión de
mí!"
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Cuando se acercaba a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;
al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el
Nazoreo y empezó a gritar, diciendo: «Jesús, Hijo de David, ¡ten compasión de mí!»
Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo
de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran. Cuando
se acercó, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» Él dijo: «¡Señor, que vea!» Jesús
le dijo: «Recobra la vista. Tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la vista y le seguía
glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
Estructura literaria
Aspectos exegéticos
Comentario Global
Mientras Jesús continúa su camino hacia Jerusalén, se acerca a la ciudad de Jericó que,
no está lejos de la capital. Antes de entrar en Jericó, Jesús se encuentra con un ciego
sentado a la vera del camino, que le saluda como hijo de David y le pide que tenga
compasión de él. Y Jesús hace que el ciego recobre la vista, con lo que da ocasión para
que toda la gente estalle en gritos de alabanza a Dios (18,35-43).
Este episodio del evangelio según Lucas está claramente relacionado con la curación
del ciego Bartimeo, en Mc 10,46-52, y con dos episodios del evangelio según Mateo, en
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los que Jesús cura a dos ciegos cada vez (Mt 9,27-31 y 20,29-34). En Mc 10 y en Mt 20,
el milagro se produce cuando Jesús está saliendo de Jericó, mientras que aquí sucede
antes de que entre en la ciudad.
Lucas ha tomado este episodio de su fuente, Marcos, pero por alguna razón ha omitido
la escena que en el evangelio según Marcos sigue inmediatamente al anuncio de la
pasión (Mc 10,35-45) y precede al episodio paralelo al pasaje que comentamos del
evangelio según Lucas. Esa escena del relato de Marcos presenta a Jesús conversando
con los hijos de Zebedeo, que le han pedido los puestos de honor cuando vuelva en su
gloria (Mc 10,35-40 = Mt 20,20-23).
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43 añade a la conclusión de Marcos dos fórmulas características: «bendecir [glorificar] a
Dios», por parte del beneficiario, y «alabar a Dios», por parte de la gente. De ese modo,
reduce un tanto el efecto de la conclusión de Marcos con su referencia al hecho de que
el recién curado «siguió a Jesús por el camino». El trabajo de redacción de Lucas se
percibe con toda claridad si se compara con Mt 20,29-34 y se examina lo que este
evangelista ha hecho con los datos de su fuente. Sin embargo, Schramm guarda un
llamativo silencio sobre la omisión de los detalles de Me 10,49-50 y del nombre del ciego
en las narraciones tanto de Mateo como de Lucas.
Jesús aparece una vez más utilizando su poder de aliviar la aflicción de un ser humano
víctima de un trastorno físico. A un ciego le restaura la capacidad de ver; y esa acción
tan generosa responde a la fe del individuo, que lo impulsa a dirigirse a gritos a Jesús,
reconociéndolo como hijo de David (sobre las implicaciones de ese título, cf. I, 363-364).
Al descendiente de David, el ciego le pide compasión y misericordia. Su grito es un eco
del de los diez leprosos (Lc 17,13) y del de aquel rico sepultado en el abismo (Lc 16,24).
Pero, mientras que Abrahán no pudo hacer nada por este último, la actitud benévola de
Jesús trae salvación a un proscrito de la humanidad, víctima de una enfermedad física
que lo condena a pasar sus días a la vera del camino, mendigando. Al curar al enfermo,
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Jesús afirma implícitamente que él es el hijo de David; y al dar vista al ciego, lleva a
cumplimiento lo que anteriormente se había dicho de él (Lc 4,18; 7,22, con alusión a Is
61,1).
Notas exegéticas
v. 35. Cuando Jesús se acercaba: Literalmente: «Y sucedió que, al acercarse él a Jericó,
un ciego estaba sentado a la vera del camino». Para introducir la escena, Lucas emplea
aquí una vez más su fórmula favorita egeneto de con verbo en infinitivo y sin la conjunción
kai. Otro de sus rasgos característicos es el uso de la construcción gramatical en más
infinitivo con artículo en dativo (en tó engizein), como indicación temporal. Sobre la
utilización del verbo engizein.
A Jericó: Lucas introduce aquí el nombre de Jericó, porque la mención de esa ciudad
en un pasaje anterior de su relato evangélico sugiere que Jesús ya está cerca de
Jerusalén. Cf. 19,11. Podríamos preguntarnos cómo es posible que Jesús haya llegado
hasta Jericó, después de lo que se dijo en Lc 17,11. Jesús podría haber viajado a través
de la región de Perea. Pero eso no cuadra con la perspectiva geográfica de Lucas. En
realidad, huelga la pregunta; Lucas ha tomado el nombre de la localidad del relato de
Marcos
Un ciego: Lucas omite el nombre del personaje, «Bartimeo, el hijo de Timeo», como
aparece en la narración de Marcos. Es probable que el nombre provenga del arameo bar
Timai, que no se encuentra en ningún otro escrito. R. Bultmann considera la posibilidad
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de que el nombre «fuera introducido en la narración de Marcos en época posterior,
porque no aparece en la recensión de Mateo ni en la de Lucas».
Pidiendo: es la lectura más aceptada, pero otros códices y la tradición textual «koiné»
leen prosaitón, una forma estrechamente relacionada con el sustantivo prosaités
(«mendigo»), que se emplea en Me 10,46c. Con todo, el cambio no afecta seriamente al
sentido. Lo más probable es que el ciego estuviera sentado a la vera del camino, cerca
de la puerta de entrada a la ciudad.
Preguntaba qué era aquello: Véase la nota exegética a 15,26. Sobre el empleo del
modo optativo en una oración interrogativa indirecta, véase I, 185.
v. 37. Le explicaron: Sobre el uso de la tercera persona del plural con sentido indefinido,
véase ZBG § 1. La expresión funciona como en alemán (man) o en francés (on).
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En los targumes árameos del período bizantino se atribuía al término néser un
significado decididamente mesiánico; y por influjo de Ap 22,16: «Yo soy el retoño
y el linaje de David».
d) Del término arameo nasorayya, (supuestamente, «observadores»), nombre
que aparece en los escritos mándeos de época posterior, para referirse a un grupo
relacionado con Juan Bautista.
v. 40. Cuando lo tuvo cerca: Lucas sustituye la construcción paratáctica de Marcos (Me
10,51) por un genitivo absoluto.
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v.41. ¿Qué quieres que haga por ti?: La pregunta está tomada literalmente de Me
10,51.
Señor: Lucas, que suele evitar los términos semíticos que encuentra en sus fuentes,
sustituye aquí el apelativo rabbouni («Maestro mío»), que aparece en Marcos, por kyrie
(«Señor»).
Que vea otra vez: Es decir, «lo que quiero que hagas por mí es que pueda volver a ver».
v. 42. Recobra la vista: Literalmente: «vuelve a ver». Lucas añade ese imperativo del
verbo con el que se juega en la pregunta tomada de Me 10,51. Cf. Hch 9,17-18.
Tu fe te ha curado: Jesús repite una fórmula estereotipada que aparece con frecuencia
en otras narraciones de milagro de curación.
Todo el pueblo: Se trata de una adición del propio Lucas, ya que no hay nada semejante
en Marcos. El término laos es el que suele emplear la traducción de los LXX para referirse
al pueblo de Dios. Es verdaderamente llamativa la frecuencia con la que el evangelista
emplea ese término de ahora en adelante hasta el final de su narración evangélica
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Apuntes para una homilía
1) Un ciego: Era una persona sin fuerzas, pero que sobre todo no tenía esperanza,
estaba sentado en el camino, en la orilla. Es reflejo de aquel que ya se da por vencido
en la vida, no lucha ni camina por su vida, mira cómo todo pasa pero no interviene. Hoy,
capaz que por todo lo que vienes viviendo en el año, no tengas ganas de seguir
caminando, porque te pasaron tantas cosas que ya no ves. ¿hoy, eres un caminante de
la vida? ¿O ves pasar la vida?
2) Cállate: Lo quieren hacer callar, la multitud quiere callarlo. Hoy, capaz que la cantidad
de cosas que tienes te quieren hacer callar tu encuentro con Dios. Es cuando la falta de
tiempo no te deja nada para hablar con Dios. Escuchar a Dios.
3) Señor, que vea: Hoy pidamos a Jesús poder ver. Tu vida es una búsqueda de la
verdad y hay que aprender a ver lo que pasa a tu alrededor y lo que sucede en ti, en mi,
en nosotros, como individuo y como comunidad (familia, trabajo, amigos, Iglesia). Hoy,
Dios quiere hacerte ver que está contigo.
El evangelista Lucas dice que aquel ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo
limosna (Cfr. v. 35). Un ciego en aquellos tiempos – incluso hasta hace poco tiempo atrás
– podía vivir solo de la limosna. La figura de este ciego representa a tantas personas
que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una discapacidad física o de
otro tipo.
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Está separado de la gente, está ahí sentado mientras la gente pasa ocupada, en sus
pensamientos y tantas cosas… Y el camino, que puede ser un lugar de encuentro, para
él en cambio es el lugar de la soledad. Tanta gente que pasa. Y él está solo.
Recordemos las palabras que Moisés pronunció en aquella circunstancia; decía así: «Si
hay algún pobre entre tus hermanos, en alguna de las ciudades del país que el Señor, tu
Dios, te da, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Es verdad que nunca faltarán
pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano el pobre, al
hermano indigente que vive en tu tierra» (Deut. 15,7.11).
Cuantas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados,
sentimos fastidio. Es una tentación: todos nosotros tenemos esto, ¿eh? Todos, también
yo, todos. Es por esto que la Palabra de Dios nos enseña. La indiferencia y la hostilidad
los hacen ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos
al Señor. Indiferencia y hostilidad.
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del Éxodo se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en las
tierras de Egipto (Cfr. Ex 12,23).
De hecho, al oírlo, «Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran» (v. 40). Haciendo así
Jesús quita al ciego del margen del camino y lo pone al centro de la atención de sus
discípulos y de la gente. Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en
situaciones difíciles, también en situaciones de pecado, como ha estado ahí Jesús a
tomarnos de la mano y a sacarnos del margen del camino a la salvación.
Se realiza así un doble pasaje. Primero: la gente había anunciado la buena noticia al
ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar
conciencia que el buen anuncio implica poner al centro del propio camino a aquel que
estaba excluido.
Jesús se dirige al ciego y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 41). Estas
palabras de Jesús son impresionantes: el Hijo de Dios ahora está frente al ciego como
un humilde siervo. Él, Jesús, Dios dice: “Pero, ¿Qué cosa quieres que haga por ti?
¿Cómo quieres que yo te sirva?” Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego
responde a Jesús no más llamándolo “Hijo de David”, sino “Señor”, el título que la Iglesia
desde los inicios aplica a Jesús Resucitado.
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El ciego pide poder ver de nuevo y su deseo es escuchado: «¡Señor, que yo vea otra
vez! Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado» (v. 42). Él ha mostrado su fe
invocando a Jesús y queriendo absolutamente encontrarlo, y esto le ha traído el don de
la salvación. Gracias a la fe ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús.
Por esto la narración termina refiriendo que el ciego «recuperó la vista y siguió a Jesús,
glorificando a Dios» (v. 43): se hace discípulo. De mendigo a discípulo, también este es
nuestro camino: todos nosotros somos mendigos, todos.
Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos
hacer este paso: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se encamina detrás del Señor
y entrando a formar parte de su comunidad. Aquel que querían hacer callar, ahora
testimonia a alta voz su encuentro con Jesús de Nazaret, y «todo el pueblo alababa a
Dios» (v. 43).
Sucede un segundo milagro: lo que había sucedido al ciego hace que también la gente
finalmente vea. La misma luz ilumina a todos uniéndolos en la oración de alabanza. Así
Jesús infunde su misericordia sobre todos aquellos que encuentra: los llama, los hace
venir a Él, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las
maravillas de su amor misericordioso.
Aplicaciones
1. Ante mis cegueras, mis problemas o limitaciones le pido a Dios que tenga
compasión de mí, que me dé oportunidad de ver mi vida diferente y que aumente
mi fe en él
2. La multitud: que intenta callarnos, esto es las actividades y rutina diaria que
muchas veces ahogan nuestra voz y nuestros deseos de escuchar y ver a Cristo
cara a cara
3. Jesús se manifestó: busca sanarnos, busca ayudarnos, pero este “milagro”
depende de nuestra fe.
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4. Si hemos identificado estás cegueras, problemas o limitaciones,
acerquemos a alguien, a quien más confianza le tengamos y pidamos que nos
ayude a salir de estos.
"El Dios que habla", se resalta "la voluntad de Dios de abrir y mantener un diálogo con el
ser humano, en el que Dios toma la iniciativa y se revela de diversas maneras". Asimismo
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"se destaca el aspecto cristológico de la Palabra, subrayando al mismo tiempo la
dimensión pneumatológica". En esta parte se afronta la relación entre Escritura y
Tradición, así como el tema de la inspiración y verdad de la Biblia.
Afirma que "la hermenéutica bíblica del Concilio Vaticano II debe ser redescubierta a fin
de evitar un cierto dualismo de la hermenéutica secularizada, que podría dar lugar a una
interpretación fundamentalista o espiritualista de la Sagrada Escritura. La recta
hermenéutica exige la complementariedad del sentido literal y espiritual, una armonía
entre fe y razón. Por lo que concierne a la relación entre cristianos y judíos con referencia
a las Escrituras, "se subraya que es muy especial porque comparten buena parte de
ellas".
El tercer capítulo está dedicado a "La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia", donde se
destaca "la importancia de la animación bíblica de la pastoral, la dimensión bíblica de la
catequesis, la formación bíblica de los cristianos, la Sagrada Escritura en los grandes
encuentros eclesiales, y la Palabra de Dios en relación con las vocaciones". También "se
presta una especial atención a la Lectio divina y a la oración mariana".
El tercer capítulo está dedicado a "La Palabra de Dios y las culturas". Se pone de
manifiesto "el deseo de que la Biblia sea mejor conocida en las escuelas y universidades
y que los medios de comunicación social usen todas las posibilidades técnicas para su
divulgación.
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• Dios se manifestó a nuestros primeros padres, alentando la esperanza de la
salvación y la promesa de la salvación para todos aquellos que la buscan con
perseverancia, Dios habló de muchas maneras, pero ahora envió a su Hijo.
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Conclusion
Mientras en la perícopa anterior A la que hemos visto en detalle en este trabajo
destacaba la ceguera de los discípulos respecto a la pasión de Jesús, el ciego que
aparece en este pasaje es capaz de reconocer al Mesías. El Nazareno, en su discurso
inaugural (4,18), había proclamado la devolución de la vista a los ciegos, y este primer
milagro anunciado es el último que se cumple, si no contamos la devolución de la oreja
cortada al siervo del sumo sacerdote que había ido a detener a Jesús en el monte de los
Olivos.
La ceguera simbólica
Las religiones del Próximo Oriente dotaron a Dios de una aureola de esplendor que
resultaba insostenible para los ojos de los humanos. Muchos textos del AT describen a
Yahveh revestido de esta gloria: Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como
de un manto (Sal 104,1-2). En un proceso evolutivo, la luz acaba convirtiéndose en un
medio para hablar de Dios, que se vale de los astros como auxiliares.
Esta luminosidad divina tenía una contrapartida humana, pues muy pronto el AT dio a la
vista y a la ceguera un valor espiritual. El vidente se convertía en profeta porque dejaba
que la luz de la palabra divina entrara en su corazón. Por el contrario, la ceguera espiritual
podía ser consecuencia de estar inmerso en las realidades materiales: No recibas
regalos, porque el regalo ciega a los listos (Ex 23,8), o de adorar, dioses falsos. Es el
libro del profeta Isaías el que mejor describe los efectos de la ceguera espiritual y su
contrapartida, que es la posibilidad que tiene Dios de iluminar los corazones cegados.
En el NT Jesús se hace luz de Dios porque no ha venido para juzgar, sino para iluminar
al mundo, y en esta dinámica entran sus milagros para devolver la vista a los ciegos y
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cegar a los que rehúsan los signos del Reino. Estas ideas se desarrollan claramente en
el evangelio de Juan: Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven,
vean; y los que ven se vuelvan ciegos (Jn 9,39).
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Contenido
Ambientación (a modo de Introducción) .............................................................................................................. 4
El protagonismo de un ciego ............................................................................................................................ 4
La escucha de Jesús .......................................................................................................................................... 4
Marco Literario ..................................................................................................................................................... 6
Comparación de los textos sinópticos (cuadro comparativo) .......................................................................... 6
Texto a tratar: Lc 18, 35-43 ............................................................................................................................... 7
Estructura literaria ........................................................................................................................................ 8
Aspectos exegéticos.............................................................................................................................................. 8
Comentario Global ............................................................................................................................................ 8
Notas exegéticas ............................................................................................................................................. 11
Apuntes para una homilía ................................................................................................................................... 15
Momento actualizante (Catequesis del Papa Francisco) .................................................................................... 15
Aplicaciones ........................................................................................................................................................ 18
Palabra de Dios en la vida de la iglesia (Verbum Domini) .................................................................................. 19
Consideraciones más aplicables ..................................................................................................................... 19
Justificación de las aplicaciones ...................................................................................................................... 20
Conclusion........................................................................................................................................................... 22
La ceguera simbólica ....................................................................................................................................... 22
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Bibliografía
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Pamplona, Navarra: Verbo Divino.
Fitzmeyer, J. (2005). El Evangelio según San Lucas IV. Madrid: Ediciones cristiandad.
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