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las emociones y sentimientos son en general elementos positivos que nos hacen
singulares y aportan calidad humana a las personas.
existen emociones positivas, necesarias de experimentar y manifestar, y emociones
negativas que provocan malestar (ansiedad, cólera, inseguridad...). con aprendizaje
evitaremos que la emoción negativa afecte a nuestra capacidad para actuar y resolver
situaciones.
los métodos para lograr el autocontrol emocional se dirigen a los dos principales
componentes de las emociones: a) las reacciones corporales (tensión, respiración, ritmo
cardíaco...). se controlan a través de técnicas de relajación. b) el pensamiento, que en
ocasiones puede ser la fuente que da origen a las emociones negativas, se domina a
través de técnicas de control de pensamiento.
Afrontamiento de la Ansiedad.
Cuando una persona se siente aquejada de una dolencia no se limita, pasivamente, a sufrir sus
efectos, sino que procura incidir sobre su curso para regularlo. Se sirve para ello de los
conocimientos que tiene sobre la enfermedad, de lo que el sentido común le dice que puede ser
más adecuado o inadecuado, de observaciones realizadas sobre sí mismo, de análisis sobre cómo
los síntomas y las alteraciones evolucionan en un unas u otras circunstancias, de lo que ve en
otros, lo que le dicen, lo que le ha pasado antes, etc.
Las funciones del afrontamiento suelen definirse en relación a aquello que se pretende
controlar. Mechanic (1974) habla de tres funciones: afrontar las demandas sociales y el entorno,
crear el grado de motivación necesario para tales demandas y mantener el equilibrio psicológico
para poder dirigir la energia y los recursos a las demandas externas. Pearlin y Schooler (1978)
hablan de función de control situacional y cambio de circunstancias externas, función de control
de significados (antes de que el estrés se produzca) y función del control del estrés en sí mismo
(cuando éste ya ha aparecido).
Algunos autores -Lazarus y Folkman (1980), George (1974), Kahm y colaboradores (1964)- han
distinguido entre un afrontamiento dirigido a manipular o alterar el problema y un afrontamiento
dirigido a regular la respuesta emocional a que da el problema lugar (o que da lugar al
problema). Aunque a primera vista la distinción parece clara, en la práctica resulta difícil de
sostener: primero porque no es adecuado, y quizá ni siquiera posible, definir lo emocional fuera
del problema o al revés. Segundo porque cabrían preguntas, por otro lado capciosas, de difícil
respuesta como por ejemplo: ¿Centra el sujeto el afrontamiento en el control de la emoción para
así abordar mejor el problema, o trata de resolver el problema para no experimentar la emoción?
Y entonces ¿a qué dirige el afrontamiento en verdad?. Tercero, en algunos casos la llamada
función de afrontamiento del problema y la llamada función de afrontamiento de la emoción
pueden coincidir e identificarse: por ejemplo, cuando la amenaza consiste en la valoración
negativa que el medio social podría hacer de las manifestaciones emocionales del individuo (en
términos de falta de seguridad, personalidad o autocontrol).
"En un artículo de Folkman y Lazarus (1988) sobre la relación entre emoción y afrontamiento, se
habla, entre otras, de una estrategia de afrontar el estrés que ellos denominan "deployment of
attention" y que califican, lógicamente, de actividad cognoscitiva, pero cuando ponen ejemplos
aparece lo siguiente: practicar la relajación, hacer "jogging", dedicarse a "hobbies", tomarse unas
vacaciones, comer, fumar o dormir. ¿Son estas actividades cognoscitivas? ¿No se debería
distinguir entre la morfología de la actividad y su función? En muchos artículos empíricos se
confunde la morfología concreta de una actividad con la función psicológica que se supone que
cumple".
Los resultados del afrontamiento son las consecuencias adaptativas del mismo, que aparecen
en el ámbito del trabajo y de la vida social, en el de la satisfacción moral o vital y el de la salud
del organismo, pudiendo cruzarse de diferentes formas entre si y en diferentes plazos.