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HUMO DE SAUCE Y COLAS DE PERROS: LOS SISTEMAS DE

ASENTAMIENTO DE LOS CAZADORES-RECOLECTORES Y FORMACIÓN DE


SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Lewis R. Binford

Las estrategias de subsistencia de los asentamientos de cazadores-recolectores son discutidas en términos de


componentes organizacionales diferidos, “adecuación/colocación en el mapa” y “logística”, y las
consecuencias de cada uno para la variabilidad arqueológica de intersitios es discutida. Se sugiere en adelante
que las estrategias de diferenciación son respuestas a diversos problemas de seguridad presentados por el
medio ambiente en el cual los cazadores-recolectores viven. Por lo tanto, dados los indicios de la teoría de
adaptación, es posible anticipar tanto las diferencias en las estrategias de subsistencia de los asentamientos y
el diseño en los registros arqueológicos a través de conocimiento más detallado de la distribución de las
variables ambientales.

A un viejo esquimal le fue preguntado sobre como resumiría su vida; pensó por un momento y dijo, “Humo
de sauce y colas de perros”; cuando acampamos es todo humo de sauce, y cuando nos movemos todo lo que
se ve son colas de perros moviéndose en frente tuyo. La vida esquimal es esas dos mitades”

ESTE HOMBRE CAPTURÓ EN POCAS PALABRAS un modo de vida que actualmente ha desaparecido
en su mayoría de la experiencia del hombre: hombres nómades buscando comida, refugio y satisfacción en
diferentes lugares en su ambiente. Este documento es una discusión en los modelos que he reconocido a
través de trabajos de campo directos y también con investigaciones a largo plazo en la literatura histórica y
etnográfica que tiene que ver con las adaptaciones de cacería y recolección. Estoy interesado en que, si es que
hay algo, provoca diferencias en los patrones de movilización del hombre, y a la vez las “huellas”
arqueológicas de este comportamiento en la forma de patrones espaciales en sitios arqueológicos, tanto
“entendibles” y “predecibles”.
La postura adoptada acepta la responsabilidad de un acercamiento sistémico. Esto es, los sistemas humanos
de adaptación son asumidos como internamente diferenciados y arreglos organizados de elementos
formalmente diferenciados. Tales diferenciaciones internas se espera que caractericen las acciones realizadas
y las ubicaciones de estos comportamientos diferentes. Esto significa que los sitios no son iguales y puede
esperarse que varíen en relación a sus roles organizacionales dentro de un sistema. ¿Que tipo de variabilidad
podemos esperar que haya caracterizado a las adaptaciones de cacería y recolección en el pasado? ¿Qué tipos
de variabilidades organizacionales podemos esperar que se manifiesten entre distintos sitios arqueológicos?
¿Hay algunos tipos de variabilidad regular o determinada que puedan ser anticipados entre los restos
arqueológicos de la gente cuyas vidas pueden haber estado caracterizadas como de “humo de sauce y colas de
perro”?
El registro arqueológico es como mucho un diseño estático de asociaciones y co-variaciones entre cosas
distribuidas en el espacio. Dando significado a estos patrones contemporáneos depende del entendimiento de
los procesos que operaban para crear tales patrones. Así, con tal de poder llevar a cabo la tarea del
arqueólogo, debemos tener un conocimiento sofisticado y un entendimiento de las dinámicas de las
adaptaciones culturales, ya que desde tales dinámicas se levantan estas estáticas que observamos. Uno no
puede obtener fácilmente tal conocimiento y entendimiento desde el estudio de los restos arqueológicos en sí.
La situación es similar a las condiciones durante los primeros años del desarrollo de la ciencia médica. Nos
gustaría ser capaces de curar y prevenir enfermedades. ¿Obtenemos acaso el conocimiento a través del estudio
comparativo de los síntomas de la enfermedad?
Los síntomas son el producto de la enfermedad. ¿Pueden ellos contarnos acerca de las causas de la
enfermedad? De un modo similar el registro arqueológico es el producto o el derivado de un sistema cultural
tal que es sintomático del pasado. No podemos esperar entender las causas de estos restos a través de un
estudio comparativo formal de los restos en sí. Debemos buscar un entendimiento más profundo. Debemos
buscar el entender las relaciones entre las dinámicas de un sistema viviente en el pasado y hoy en día. En
maneras aún más importantes intentamos entender como los sistemas culturales difieren y que condiciona
tales diferencias como un primer paso hacia explicaciones significativas de de modelos que podrían estar
cronológicamente preservados para nosotros en los registros arqueológicos. Como en la analogía
anteriormente hecha con la ciencia médica, una vez que sabemos algo de la enfermedad y sus causas,
podemos codificar los síntomas para permitir un diagnóstico preciso. Similarmente, en el mundo arqueológico
cuando entendemos algo de la relación entre el carácter de los sistemas culturales y el carácter de sus
subproductos, podemos codificar estos derivados para permitirnos un diagnóstico acertado sobre las huellas
arqueológicas del tipo de sistema cultural que existió antes de ellas en el pasado. Estas no son tareas sencillas
de lograr.
Ha sido mi convicción que solo a través de la exposición directa a las dinámicas — el estudio
etnoarqueológico de sistemas vivientes — es cuando el arqueólogo se encuentra con las mejores
probabilidades de ganar el suficiente entendimiento para empezar la tarea de darle sentido al registro
arqueológico, es decir, de desarrollar herramientas o métodos para acertadamente diagnosticar la variabilidad
de los modelos.
Mi mayor experiencia con sistemas vivientes ha sido entre los esquimales Nunamiut (Inuit) del centro-norte
de Alaska. Por esta razón basaré mi discusión de un “acercamiento diagnóstico” a los modelos de
asentamiento en algunas de mis experiencias esquimales. Compararé este entendimiento con un número de
diferentes sistemas de asentamiento que fueron documentados etnográficamente por otros. Procederé entonces
a discutir como los sistemas de asentamiento pueden variar entre cazadores y recolectores viviendo en
diferentes ambientes. En el curso de estas discusiones, consideraré los tipos de sitios arqueológicos generados
en diferentes ambientes y a la vez algunos de los probables arreglos espaciales entre tales sitios. El buen
diagnóstico es “dependiente de la teoría”. Me preocuparé entonces sobre los factores que condicionen o
“causen” diferentes modelos de variabilidad intersitial en el registro arqueológico.

RECOLECTORES Y FORRAJEROS

En varias discusiones anteriores de los Nunamiut los he descrito como “logísticamente organizados” He
contrastado frecuentemente su sistema de subsistencia de asentamiento con el de la gente de San o
“Bosquimanos”, a quienes, he designado forrajeros.

Forrajeros

La figura 1 ilustra algunas de las características del sistema de forrajeo (esta figura está basada en gran parte
en el /Gwi San como fue dicho por Silberbauer (1972). Varios puntos deberían ser acotados aquí con respecto
a las características de los forrajeros. Mi sistema modelo como se muestra en la figura 1 ilustra los
desplazamientos de residencia estacionales dentro de una serie de “territorios” de recursos. En el ejemplo esto
incluye los “depósitos” o fuentes de agua estancadas, huertos de melones, etc. Las estrategias de forrajeo
también pueden ser aplicadas a áreas indiferenciadas más extensas, como es frecuentemente el caso de los
bosques tropicales lluviosos o en otro escenario ecuatorial. Una característica distintiva de una estrategia de
forrajeria es que los forrajeros típicamente no almacenan comida, sino que la recolectan diariamente. Ellos
consideran el recolectar comida en una base de “encuentros” y regresan a sus bases residenciales cada tarde o
noche. En la figura 1, las bases residenciales son representadas por puntos negros sólidos a lo largo de los
senderos indicados por las líneas doblemente trazadas. Los círculos alrededor cada base residencial indican el
radio de forrajeo o la distancia que los grupos de obtención de alimento normalmente viajaban dentro del
monte antes de dar la vuelta e iniciar su viaje de regreso. Otra característica distintiva es que puede que haya
habido una variabilidad considerable entre los forrajeros en el tamaño del grupo móvil y en el número de
movimientos residenciales que se hacían durante el ciclo anual. En territorios relativamente largos u
“homogéneos”, como se indica en los sitios rallados en el mapa, el número de movimientos residenciales
puede incrementar pero las distancias entre ellos se reducía, resultando en una cobertura más intensiva del
terreno de recursos. Por otro lado, si los recursos son escasos y dispersos, el tamaño del grupo móvil era
reducido y estas pequeñas unidades se separaban a través de grandes áreas, cada una explotando un radio
mayor de forrajeo. Esta situación se ve señalada por las múltiples bases residenciales en el lado inferior
izquierdo de la “vuelta estacional” mostrada en la figura 1. Es posible señalar que cuando los grupos
forrajeros mínimos (5 a 10 personas) se dispersaban, ocurría frecuentemente un colapso en la división de la
labor, y los grupos de forrajeo se componían tanto de hombres y mujeres que debían traer una cantidad
idéntica de recursos.
Quizás el uso de los San del desierto como un modelo para estrategias de forrajeo es algo engañoso, dado
que los forrajeros más exclusivos son más conocidos de los bosques ecuatoriales. La tabla 1 resume alguna de
la información de los grupos ecuatoriales en números de movimientos residenciales, distancia promedio entre
movimientos, y distancias totales cubiertas durante un ciclo anual. Lo que puede ser observado en la tabla 1 es
que hay una variabilidad considerable entre los forrajeros en la duración de su estancia en diferentes sitios.
Para algunos forrajeros extremadamente activos como los Punam, como fue dicho por Harrison (1949), los
sitios residenciales serán extremadamente efímeros, uno podría esperar poca acumulación de escombros y una
muy baja “visibilidad” arqueológica. Hay otra característica que puede variar entre los forrajeros que podría
condicionar la “visibilidad” del registro arqueológico: la relativa redundancia de tierras usadas año tras año.
Uno tiene la impresión, desde las descripciones de tales grupos como los Punam (Harrison 1949), los Guayaki
(Clastres 1972), y otros forrajeros altamente móviles, que los campamentos no son reubicados relacionados
con las localidades usadas anteriormente. Los recursos explotados están repartidos pero omnipresentes en su
distribución y no están amontonados o específicamente localizados como sería el caso de los desiertos donde
los pozos de agua son limitados en número y discretamente ubicados. Bajo las últimas condiciones podríamos
esperar una mayor redundancia año tras año en la ocupación de lugares en particular.

Ejemplos extremos de las ubicaciones limitadas para recursos vitales pueden resulta en lo que Taylor (1964)
ha llamado “nomadismo en cadena”, indicando una extrema redundancia en la reutilización de lugares
idénticos (fuentes de agua) durante largos períodos de tiempo. Tal discreción especial tiende a “anudar” el
sistema de asentamientos a áreas geográficamente específicas, mientras que otras áreas serán ocupadas poco y
rara vez debido a su distancia de tan limitado y crucial recurso. Podríamos pensar en un patrón forrajero
típico del uso de la tierra como con forma de margarita — el centro es la base residencial, y los grupos
forrajeros se mueven hacia afuera, atravesando circuitos de búsqueda que se parecen a los pétalos de una
margarita. La figura 2 ilustra este modelo actual como fue registrado por John Yellen (1972) para un grupo
móvil de Dobe ¡Kung.
Reconociendo que hay una estrategia alternativa que podría ser llevada a cabo ocasionalmente por los
grupos de forrajeros básicos, He indicado un patrón diferente en la esquina derecha inferior en la figura 1.
Podríamos ver esto como un viaje de cacería donde varios hombres dejan una base residencial, estableciendo
campamentos donde pasar la noche desde donde se mueven en búsqueda de presas, usando frecuentemente lo
que yo (Binford 1978b) he denominado un encuentro de estrategia. Si tuviesen éxito en sus esfuerzos de
Figura 2. Mapa real de los viajes de forrajería hechos por ¡Kung San alrededor del campamento base.

cacería, y si el tamaño del cuerpo del animal es grande o la distancia con el campamento es grande y la
temperatura es cálida, ellos podrían preferir el secar la carne en el campo y transportar la carne procesada de
vuelta al campamento. Esta posibilidad es señalada por los pequeños costillares secándose en la esquina
inferior derecha Ellos podrían haber elegido entonces el regresar a su base por la ruta original, o, si se
necesitaba más carne, era más probable que regresasen por una nueva ruta en la que podrían tener aún más
éxito en su cacería. Este pequeño viaje de cacería representa un tipo diferente de estrategia. Es un grupo de
trabajo especializado, en este caso compuesto de hombre, quienes establecen campamentos para su propio
mantenimiento lejos del campamento base en el que viven. Ellos podrían llevar a cabo actividades especiales
que rara vez harían en su campamento base residencial. Este tipo de estrategia podría dejar una clase distinta
de registro arqueológico y uno que exploraremos con más detalle en el siguiente modelo.
Antes de seguir avanzando, sin embargo, sería útil resumir algo de nuestras expectativas relacionadas con
los restos arqueológicos de las estrategias de forrajería. El primer punto que debemos hacer con respecto a los
restos arqueológicos de las estrategias de forrajería es simplemente que son acertados para ser básicamente
dos tipos de contextos espaciales para el desecho o abandono de los restos de artefactos. Uno es la base
residencial, la cual es, como hemos visto, el centro de las actividades de subsistencia. El lugar del que los
grupos forrajeros se originan y donde la mayoría de las actividades de procesamiento, manufactura y
mantención se llevan a cabo. He indicado que entre los forrajeros, la movilidad residencial variaba
considerablemente tanto en duración como en la distancia entre los sitios; además el tamaño del grupo
también puede variar. Estos factores condicionan el carácter de los registros arqueológicos generados durante
una ocupación. He sugerido que los forrajeros pueden ser encontrados en condiciones ambientales con
incidencias muy diferentes y distribuciones de recursos vitales. En condiciones que presenten limitados
lugares de los que obtener recursos vitales, los modelos de movilidad residencial pueden ser encadenados
alrededor de una serie de muy limitadas ubicaciones, como pozos de agua, incrementando año tras año la
redundancia en el uso de ubicaciones particulares como campamentos residenciales. Mientras más grande la
redundancia, más grande el potencial de acumulación de restos arqueológicos. Y por lo tanto más grande la
visibilidad arqueológica. Hasta aquí, he reiterado básicamente algunas de las generalizaciones que Yellen
(1977: 36- 136) formuló de sus experiencias con los Bosquimanos de Kalahari, a la vez que algunos de los
argumentos que yo (Binford 1978b: 451 – 497) deduje de mis observaciones de los campamentos
residenciales de los esquimales Nunamiut.
Las demás características de la base residencial se volverán más claras en contraste con el otro tipo de
incidencia arqueológica que los forrajeros son capaces de producir: el emplazamiento. Un emplazamiento es
un lugar donde las tareas de extracción son llevadas a cabo exclusivamente. Dado que los forrajeros
generalmente no almacenan comida u otras materias primas, tales emplazamientos son generalmente sitios de
obtención “de pequeños montones”. Es decir, sólo cantidades limitadas son obtenidas ahí durante cualquier
episodio, y por lo tanto el sitio solo es ocupado por un corto período de tiempo. Además, dado que la
obtención de grandes cantidades es rara, el uso, el agotamiento y el abandono de herramientas era algo que se
daba muy poco. De hecho, pocas si es que alguna de las herramientas se esperaba que permanecieran en tales
lugares. Un buen ejemplo de emplazamiento creado por los forrajeros, un sitio de obtención de madera, es
descrito por Hayden (1978: 190– 191).

Como regla, están espacialmente segregados del campamento base y son ocupados por cortos períodos
(usualmente solo durante unas horas como mucho) por grupos dedicados a labores específicas: … las
herramientas de piedra usadas eran generalmente muy distintivas y las recopilaciones se diferenciaban
mucho en términos de frecuencias proporcionales comparado con las recopilaciones de los campamentos
base… las herramientas usadas eran a menudo obtenidas cerca del sitio de obtención, y eran generalmente
abandonadas en el sitio después que la actividad era completada… si uno caminaba durante un tiempo a
través del bosque de mulgas, podía ver ocasionalmente un implemento usado para cortar, usualmente dejado
a la base del tronco de mulga en decadencia. Raramente habían más de dos implementos para cortar, y la
densidad total debió haber sido de alrededor de un implemento para cortar cada 2500 metros2 o menos.

Bajo la extracción de pequeños montones o la baja redundancia en la localización, los restos arqueológicos
de emplazamientos pueden estar esparcidos por el paisaje más que concentrados en “sitios” reconocibles. El
entendimiento de tales restos requeriría técnicas de recolección de datos diferentes de estas que los
arqueólogos normalmente emplean. Las llamadas estrategias arqueológicas “fuera de sitio” son apropiadas en
tales situaciones. Dado que largos períodos de tiempo están involucrados y que ciertos recursos se encuentran
reiteradamente en el ambiente, podríamos anticipar considerables acumulaciones de palimpsestos que
podrían ser vistos como sitios en los que son conglomerados de artefactos: sin embargo, tales conglomerados
carecerán comúnmente de estructura interna y podrían ser caracterizados como historias de formación de
aditamentos. Una investigación muy importante en este tipo de distribuciones arqueológicas en este país por
Thomas (1975). Investigaciones provocativas posteriores de la llamada “arqueología fuera de sitio” son
actualmente llevadas a cabo por Robert Foley (comunicación personal) de la Universidad de Durham en el
área Amboseli en Kenya.
Lo que puede resumirse de esto es que los forrajeros generalmente tienen una alta movilidad residencial,
recolección de materiales en pequeños montones, y estrategias regulares de obtención de comida a diario. El
resulto es que la variabilidad en los contenidos y sitios residenciales generalmente se reflejará en la
organización diferida de actividades estacionales (si es que existiesen) y la duración variada de la ocupación.
Los llamados sitios de “funcionalidad específica” serán relativamente pocos; dada la obtención de materiales
en pequeños montones, y el corto o limitado campo de procesamiento de materias primas tales localidades
tendrán poca visibilidad aunque bien pueden producir considerables restos arqueológicos “fuera de sitio” si
largos períodos de uso de la tierra están implicados. Básicamente este tipo de sistema ha recibido la mayor
cantidad de atención etnográfica (por ejemplo los bosquimanos y los aborígenes australianos del desierto
central).
Recolectores

En marcado contraste con la estrategia forrajera en donde un grupo “se adecua en el mapa” de recursos a
través de movimientos residenciales y ajustes en el tamaño del grupo, los recolectores logísticamente
organizados se suministran de recursos específicos a través de grupos de trabajo especialmente organizados.
La figura 3 ilustra algunas de las características distintivas de la estrategia de los recolectores. El modelo es
generalizado de mis experiencias con los esquimales Nunamiut. En contraste con los forrajeros, los
recolectores se caracterizan por (1) el almacenaje de comida por lo menos una parte del año y (2) grupos de
obtención de comida logísticamente organizados. La segunda situación tiene implicaciones directas con el
“sitio” en que los grupos de trabajo especializadas pueden dejar una ubicación residencial y establecer un
campo de trabajo o una estación de la cual las operaciones de obtención de comida puedan ser planeadas y
ejecutadas. Si tales actividades de obtención son exitosas, la comida obtenida podría ser procesada para
facilitar el transporte y luego ser llevada a los consumidores en el campamento residencial.

Las estrategias logísticas son labores de acomodación para las distribuciones incongruentes de recursos
vitales o condiciones que de otra manera restringirían la movilidad. Puesto de otro modo, son acomodaciones
a la situación en la que los consumidores están cerca de un recurso vital pero lejos de otro recurso igualmente
vital. Las unidades de labores especialmente construidas — grupos de trabajo — dejan por lo tanto un
emplazamiento residencial, generalmente moviéndose algo de distancia lejos de los emplazamientos
específicamente seleccionados juzgados como más aptos para resultar en la obtención de recursos específicos.
Los grupos de trabajo logísticamente organizados son generalmente pequeños y compuestos de individuos
conocedores y habilidosos. No son grupos “en búsqueda” de cualquier recurso encontrado; son grupos de
trabajo buscando obtener recursos específicos en contextos específicos. Así, podremos identificar metas
específicas de obtención para la mayoría de los grupos logísticamente organizados. Salen a cazar ovejas en la
lengua salada, o a perseguir grandes toros caribú a través de los límites de las tierras altas de los glaciares en
Julio. Pescan tímalos o pez blanco. No están simplemente buscando comida en una base de encuentros.
Esta especificidad y “especialización” en las estrategias de obtención resulta en dos tipos de especificidades
funcionales para sitios producidas bajo estrategias de obtención logísticamente organizadas. Los sitios son
generados relativamente a las propiedades de la operación logística en sí, pero también son generados con
respecto a tipos específicos del recurso objetivo.
Para los forrajeros, Reconocí dos tipos de sitio, las bases residenciales y los emplazamientos. Los
recolectores generan por lo menos tres tipos adicionales de sitios en virtud del carácter logístico de sus
estrategias de obtención. Las he designado como campamentos en terreno, estaciones y caches (alijos). Un
campamento en terreno es un centro operacional temporal para un grupo de trabajo. Es donde un grupo de
trabajo duerme, come, y a su vez se mantiene a si mismo mientras está lejos de la base residencial. Es de
esperar que los campamentos en terreno sean muy diferenciados en relación a la naturaleza de los recursos
que persiguen, por lo que podemos esperar campamentos en terreno de cacería de ovejas, de cacería de caribú,
de pesca, etc.
Los recolectores, tal como los forrajeros, en realidad obtienen y/o procesan materias primas en
emplazamientos. Sin embargo, dado que los grupos productores logísticamente organizados están
generalmente buscando productos para grupos sociales mucho más grandes que ellos mismos, los restos
generados en diferentes emplazamientos pueden ser frecuentemente muy variados, como en el caso del grupo
asesino de bisontes en las grandes llanuras (ver Frison [1970] o Wheat [1967]) o los emplazamientos de
manantiales en los que se cazaban caribú entre los Nunamiut como en el sitio en Anavik (Binford 1978b: 171-
178) Los sitios de obtención como presas con abundancia de peces o “camas “ en la meseta Columbia
podrían ser ejemplos de emplazamientos con una alta visibilidad arqueológica al contrario con los
emplazamientos de baja visibilidad arqueológica generados por los forrajeros. Tales sitios grandes y
altamente visibles son también los resultados de los grupos logísticamente organizados, quienes
frecuentemente buscan bienes en cantidades muy extensas para que sirvan de reserva para el consumo durante
considerables períodos de tiempo.
Figura 3. Caracterización del sistema recolector de subsistencia de los asentamientos.
Las estaciones y caches son rara vez producidos por los forrajeros. Las estaciones son sitios donde grupos
de trabajo con propósitos especiales se localizan cuando se encuentran en recopilación de información, por
ejemplo la observación del movimiento de las presas (ver Binford 1978b) o la observación de otros humanos.
Las estaciones pueden ser lugares de emboscada o puestos de cacería desde los cuales una estrategia de
cacería puede ser planeada pero no necesariamente ejecutada. Estas son características particulares de
sistemas logísticamente organizados, dado que los recursos como objetivos específicos son generalmente
identificados, y dado que para cada objetivo hay una estrategia específica que por lo general debe ser
“informada” como el comportamiento de la presa antes de ser ejecutada.
Los caches son componentes comunes de estrategias logísticas en las que la obtención exitosa de recursos
por grupos relativamente pequeños para grupos relativamente grandes generalmente significa grandes
montones de recursos. Este montón debe ser llevado hacia los consumidores, aunque puede en alguna ocasión
servir como estimulo para reposicionar a los consumidores. En cualquier caso existe comúnmente una fase de
almacenamiento temporal. Este almacenamiento “en terreno” es frecuentemente hecho en facilidades
regulares, pero facilidades especiales pueden ser construidas para lidiar específicamente con el montón
obtenido (ver Binford 1978a: 223 – 235). Desde la perspectiva del registro arqueológico, podemos esperar
bases residenciales, emplazamientos, campamentos en terreno, estaciones y caches como tipos probables de
sitios generados por un sistema organizado logísticamente. Dentro de cada clase podemos esperar una
variabilidad aún mayor para relacionarse con la estación y con el carácter de los recursos objetivo de los
grupos de trabajo logísticamente organizados.
Existe aún una fuente adicional de variabilidad, dado que todas las funciones logísticas puede que no estén
necesariamente localizadas independientes de las otras. En algunas situaciones uno podría ser capaz de usar el
campamento en terreno como un punto de observación, en otro podría servir de la misma manera como un
puesto de cacería. Y la carne puede ser procesada y temporalmente guardada aquí. Muchas otras
combinaciones pueden ser imaginadas. El punto es simple, mientras más grande es el número de tipos
genéricos de funciones que un sitio puede cumplir, más grande el número de combinaciones posibles, y por lo
tanto más grande el rango de variabilidad intersitial que podemos esperar.
Contra estos antecedentes es quizás instructivo el seguir algunas de las condiciones modeladas en la figura
3. Empezando con la villa invernal, (sitio) en la parte central baja del mapa, se indican varias condiciones. La
villa de invierno es un grupo de casas relativamente substanciales localizada en un puesto de sauces
(combustible en el invierno). A la izquierda de la villa se indican una serie de expediciones; estas son llevadas
a cabo por los grupos especiales tramperos con el propósito de obtener pieles para vestimentas invernales. A
la derecha de la villa hay una serie de tipos de sitios: un campamento en terreno, donde un grupo de cacería se
mantiene mientras se encuentran lejos del campamento residencial; una estación, o sitio de observación, el
cual es ocupado y usado básicamente para recolectar información en la presencia o movimiento de las peces;
y varios emplazamientos, lugares de matanza y caches, que también pueden representar acumulaciones
arqueológicas. Con el inicio del verano se indica un movimiento residencial (sitio B): este movimiento resulta
en un cambio en las viviendas y una dependencia en la carne seca más que en la congelada como era el caso
en las villas de invierno. Desde tal sitio, los grupos logísticamente organizados podían recorrer distancias
considerables para cazar presas como caribú u ovejas de montaña. Los campamentos en terreno y las
estaciones, pueden ser erguidos como puntos de observación y una variedad de lugares de matanza. Vemos
una complejidad adicional causada por la combinación diferencial de funciones en diferentes emplazamientos.
Por ejemplo, bien a la derecha en el mapa hay un campamento en terreno y punto de observación combinados;
en otras situaciones estas funciones serían espacialmente separadas. En la parte superior del mapa un
movimiento residencial adicional es sugerido. Este movimiento está acompañado de una reducción en el
tamaño del grupo ya que el grupo local se divide en unidades familiares, cada una estableciendo campamentos
residenciales, y teniendo patrones logísticos ligeramente diferentes.
Debería estar claro a estas alturas que no estamos hablando de dos tipos polares de sistemas de
asentamientos de subsistencia, sino que estamos discutiendo una serie gradada de simple a compleja. Los
sistemas logísticamente organizados tienen todas las propiedades de un sistema forrajero y aún más. Siendo
un sistema, cuando propiedades organizativas son añadidas, los ajustes se hacen en los componentes ya
presentes como que por ejemplo la movilidad residencial ya no juegue los mismos roles que jugaba cuando el
sistema no tenía componentes logísticos, aunque movimientos residenciales importantes aún pueden llevarse
a cabo. Dadas básicamente dos estrategias, “adecuarse en el mapa” y “logística”, los sistemas que emplean
ambos son más complejos que estos que usan solo uno y en consecuencia tienen más implicaciones en la
variabilidad del registro arqueológico. Debería estar claro que, algunas cosas siendo iguales, podemos esperar
rangos mayores de variabilidad intersitial como una función que incrementa en los componentes logísticos del
sistema de asentamientos de subsistencia.

DISCUSIÓN

Hasta ahora ge estado hablando sobre los patrones que he percibido sobre la manera en la que cazadores y
recolectores se organizaban con propósitos de subsistencia. He estado ofreciendo ciertas sugerencias
analíticas y descriptivas sobre que cosas debería uno buscar en la caracterización de las adaptaciones de los
cazadores-recolectores. He estado intentado justificar una manera particular de ver a los cazadores-
recolectores y sugiriendo que hay algunos patrones empíricos interesantes manifestados por los cazadores-
recolectores cuando se ven desde una perspectiva defensiva.

¿Podremos ahora empezar con la importante tarea de construir una explicación para la variabilidad
presentada? ¿Podemos empezar a entender las condiciones adaptativas particulares en la que los grupos
humanos enfrentan diferencialmente en virtud de lidiar con diferentes ambientes?¿Podemos entender que
condiciones podrían favorecer “la adecuación en el mapa” versus “organización logística”? Empezando con
una pregunta más específica, ¿hay alguna pista de los factores que favorecen o nos hacen elegir una estrategia
de forrajeros o logística? Si asumimos que las características tecnológicas y sociales contribuyen a crear os
medios y organizaciones de producción, deseamos saber si no son algún “determinante” básico condicionando
la distribución de “modos de producción” diferentes (esto es, la mezcla característica entre tecnología y
organización social ordenada por propósitos de subsistencia). Poniéndolo de otro modo, dado que los sistemas
de adaptación son sistemas de captura de energía, las estrategias que emplean deben cargar alguna relación
con la energía o, aún más importante, la estructura entrópica del medio ambiente en el cual buscan energía.
Podemos esperar alguna redundancia en la tecnología o los medios, a la vez que la organización (organización
de las labores) de producción se levante como resultado de “selección natural”. Este es el movimiento
histórico hacía una “optima” para el escenario. Puesto de otra manera, la tecnología, tanto en el sentido de sus
“herramientas” y en el sentido de “labor”, es inventada y organizada por los hombres para resolver ciertos
problemas presentados por la estructura de energía-entropía del ambiente en el que ellos tratan de ganar un
sustento.

Dado este punto de vista podríamos esperar que un modo de producción forrajero serviría bien a los
hombres en ciertas condiciones ambientales, pero no necesariamente en todas. ¿Qué condiciones podrían ser?
¿Hay acaso algún escenario ambiental en el que podamos esperar que las estrategias de forrajería nos ofrezcan
una seguridad “optima” para los grupos de cazadores-recolectores? Creo que es justo sugerir que aunque la
mayoría de la gente ve la movilidad estacionaria de emplazamientos residenciales como responsables de las
diferencias en la abundancia de comida, la mayoría tiene poca apreciación por las condiciones ambientales
que estructuran la abundancia de comida desde la perspectiva del consumo humano. Quizás Hollywood puede
ser culpado por la idea esparcida de que las “junglas” son ricas en comida mientras que los desiertos y
escenarios árticos son pobres en esta. De hecho la mayoría de legos y estudiantes de ecología principiantes
también esperan la mayor movilidad residencial en los escenarios desérticos y árticos, y la mayoría del
“sedentarismo” dentro de los no productores de comida en escenarios ecuatoriales. Simplemente como una
manera de demostración provocativa he adoptado como base para futuras discusiones datos de Murdock
(1967) relacionada con patrones de asentamiento. Murdock evaluó 168 casos de cazadores y recolectores en
su grado de movilidad residencial. Cada grupo fue reducido a la escala de uno a cuatro como se señala a
continuación (ver Murdock 1967: 159): (1) bandas nómadas o completamente migratorias, (2) comunidades
seminómadas cuyos miembros vagan en bandas por o menos la mitad del año pero ocupan un determinado
asentamiento durante una o más estaciones; (3) comunidades semisedentarias cuyos miembros cambian de un
asentamiento fijo a otro en diferentes estaciones o que ocupan más o menos permanentemente un solo
asentamiento del que una proporción substancial de la población parte estacionariamente a ocupar
campamentos cambiantes; y (4) entornos compactos y relativamente permanentes.

Estos 168 casos son resumidos en la tabla 2, la cual enfrenta las estimaciones tabuladas de Murdock de
movilidad residencial contra la medida de variabilidad ambiental desarrollada por Bailey (1960), llamada
“temperatura efectiva” (TE). Esta medida simultáneamente describe tanto el monto total y la distribución
anual de la radiación solar característica de un lugar dado. Dicho de otra manera, TE es una medida de tanto
la duración de la estación de crecimiento y de la intensidad de la energía solar disponible durante las
estaciones de crecimiento. Dado que la producción biótica es primariamente un resultado de la radiación solar
mezclada con suficiente agua para sustentar la fotosíntesis, podemos esperar una relación general para obtener
el valor de TE y los patrones globales de actividad biótica y por lo tanto de producción. Mientras lo demás sea
constante, a mayor valor de TE, mayor es la producción de nuevas células dentro de la planta o el componente
productor del hábitat. Esto significa que en un sentido simplista podemos esperar ambientes “ricos en
comida” cuando la TE es alta y ambientes “pobres en comida” cuando la TE es baja.

La tabla 2 ilustra algunos hechos provocativos. Podemos notar que las estrategias “completamente nómadas”
caracterizan el 75% de los casos cazadores-recolectores ubicados en un ambiente ecuatorial (TE 25-21);
también se ve alta movilidad en el 64,2% de los casos con entornos semitropicales. En entornos de
temperatura cálida notamos una drástica reducción de cazadores-recolectores que son “completamente
nómadas” (sólo el 9,3%), y en entornos de temperatura helada el número es aún más reducido (7,5%).
Entonces a medida que nos movemos hacia ambientes boreales el número de grupos completamente nómadas
incrementa levemente (11,1%), y en entornos completamente árticos incrementa drásticamente (alcanzando el
41,6%). De esta manera podemos ver la movilidad, como fue medida en las categorías de Murdock, es mayor
en entornos ecuatoriales, donde tenemos la mayor producción en el mundo, y en los entornos árticos, donde
tenemos la producción consistentemente más baja. Resumiendo los datos de la tabla 2 de otro modo,
observamos la mayor concentración de cazadores y recolectores sedentarios y semisedentarios en las zonas
ambientales temperadas y boreales y la menor en entornos ecuatoriales y semiecuatoriales. Este patrón
empírico muestra que la movilidad entre cazadores-recolectores es en respuesta a otras condiciones que los
patrones brutos de “abundancia de comida”. Esto se ve indicado por la ocurrencia desproporcionada de la
movilidad reducida en los ambientes más helados y menos productivos.
Sugiero que dado que la movilidad es una estrategia “de posicionamiento”, podría bien ser la más
responsiva a propiedades estructurales del ambiente, es decir los particulares de la distribución de comida que
no están directamente correlacionados con las condiciones más intuitivamente apreciadas de la abundancia de
comida.
Una pista de los tipos de problemas que diferentes estrategias resuelven es tal vez una mejor búsqueda de
los contrastes entre dos estrategias básicas en sí. Los forrajeros mueven a los consumidores hacia los bienes
con movimientos residenciales frecuentes, mientras que los recolectores mueven los bienes a los
consumidores con generalmente menos movimientos residenciales. La primera estrategia, es decir la de
“adecuarse en el mapa”, funcionaría solo si todos los recursos vitales estuviesen dentro del rango forrajero de
una base residencial. Las estrategias logísticas ( de los recolectores) resuelven el problema de una distribución
incongruente entre recursos vitales ( por ejemplo la falta de una fuente confiable de recursos vitales dentro del
radio de forrajería de un campamento base residencial presumiblemente ubicado con respecto a un recurso
igualmente vital). Bajo condiciones de incongruencia espacial se debe apreciar que un movimiento residencial
no resolverá el problema. Un movimiento hacia un emplazamiento reduce el acceso al otro. Es bajo esta
condición que la estrategia logística es favorecida. Los cazadores-recolectores se mueven cerca de un recurso
(generalmente el que tiene la mayor demanda) y obtienen el o los otros recursos por medio de grupos
especiales de trabajo que llevan los recursos a los consumidores.
En caso de incongruencia temporal, una estrategia de almacenamiento es el medio más probable de resolver
el problema. Uno busca extender el tiempo útil para uno de los recursos después de su período de disposición
en el hábitat. Esto se logra generalmente ya sea secando o congelando. El almacenamiento reduce las fases de
incongruencia temporal de los recursos, pero puede incrementar el problema de la incongruencia espacial.
Esta puede ser exacerbada en el sentido de que el almacenamiento acumula un montón considerable en un
lugar, lo que incremente los costos de transporte de un movimiento residencial a favor de otros recursos que
pueden estar “llegando” o que estén ubicados en una distancia mayor. Con el incremento de la dependencia en
el almacenamiento habrá un incremento esperado en el componente logístico del sistema de asentamiento.
Finalmente, si se hace el argumento de que la incongruencia entre recursos vitales, ya sea temporal o espacial,
es una condición que favorece las estrategias logísticas y una reducción y cambio en el rol de la movilidad
residencial, también se debe considerar que cualquier condición ya sea (1) el incremento en el número de
recursos vitales y/o (2) el incremento de variedad climática sobre un ciclo anual incrementará también la
posibilidad de mayores incongruencias entre recursos vitales.
Consideremos dos expectativas lógicas que se levantan de este postulado. La ley de los estados de variación
de requisitos que por una máxima estabilidad, la variedad de respuestas homeostáticas requerida en cualquier
sistema es igual a la variedad de cambios ambientales que ofrece. Podemos esperar, por lo tanto, que mientras
más inestable es el ambiente térmico, mayor es el número de mecanismos homeostáticos operativos, y por lo
tanto mayor el número de recursos vitales, mientras las demás variables sean estables. Mientras que el número
de recursos vitales aumenta, hay un incremento relacionado con la probabilidad de que una falta de
congruencia ocurra en sus distribuciones. Por lo tanto, a mayor variabilidad estacional en la temperatura,
mayor será el rol que se espera de la movilidad logística en la estrategia de asentamiento o “posicionamiento”.
Dado un ambiente ecuatorial en el que las especies pueden exhibir patrones de producción diferenciados
dentro de un ciclo anual, pero que la interdigitación de diferentes calendarios entre las especies asegura que
habrá comida continuamente disponible, una estrategia de forrajeria funciona muy bien. En entornos
temperados y aún más fríos, tal comida continuamente disponible es reducida como una función que decrece
en la duración de la estación de crecimiento. Los grupos humanos intentado “hacer un sustento” deben por lo
tanto resolver el problema de “pasar el invierno”. Básicamente tres métodos están disponibles: (1) explotar
especies que han resuelto ellas mismas el problema de pasar el invierno; (2) almacenar productos comestibles
acumulados de manera vasta en las estaciones de crecimiento; o (3) almacenar recursos animales acumulados
durante periodos de alta densidad y por lo tanto disponibilidad. Aunque debemos reconocer que el
almacenamiento no sea siempre factible, el grado en el que será practicado puede esperarse que varíe con la
disminución de la duración de la estación de crecimiento. El grado en el que el almacenamiento es practicado,
en cambio, incrementare la posibilidad de incongruencias en la distribución y por lo tanto condicionar
incrementos posteriores en sistemas de asentamiento logísticamente organizados con reducciones de
encargados en la movilidad residencial, por lo menos a nivel estacional. Ambas condiciones están
relacionadas con las reducciones ambientales en la duración de la temporada de crecimiento y a las
implicaciones de esto para el hombre, tanto en términos de comida y de otros recursos relacionados con la
temperatura. Esto significa que hay una convergencia ambiental de condiciones actuando simultáneamente
para incrementar el número de recursos vitales y para incrementar las condiciones que favorezcan el
almacenamiento. Dados los argumentos aquí presentados, deberíamos por lo tanto ver una reducción en la
movilidad residencial y un incremento en la dependencia del almacenaje mientras la duración de las
estaciones de crecimiento baje.
Debería ser señalado que ambas expectativas son apoyadas empíricamente. Como fue previamente indicado
en la tabla 2, hay un incremento marcado en los casos clasificados como semisedentarios y seminómadas en
los ambientes con una TE menos a 16º C. Dicho de otro modo, podemos ver un incremento en el
sedentarismo estacional, con un incremento de los encargados en la obtención de comida organizada
logísticamente inferido, en tales ambientes.
La figura 4 ilustra la relación entre TE y la dependencia de almacenamiento como se estima por Murdock y
Morrow (1970) en una muestra de 31 cazadores y recolectores etnográficamente documentados. La
dependencia del almacenamiento se indica como una escala ordinal distribuida del uno al seis, donde seis
indica la mayor dependencia en el almacenamiento. Lo que es interesante en esta pequeña muestra es que hay
una clara relación curvilínea entre una incremento en la dependencia en el almacenamiento y el valor
disminuyente de la TE, midiendo descensos en la duración de la estación de crecimiento. Es notable que el
almacenamiento es practicado sólo entre cazadores y recolectores en ambientes con valores de TE menores a
15º C (por ejemplo en ambientes con estaciones de crecimiento menos de aprox. 200 días). Las excepciones a
la regla son interesantes y tal vez instructivas. En ambientes cálidos hay solo dos excepciones, los
andamaneses y los Chenchu. Es mi impresión que los andamaneses no poseen un código mientras que los
Chenchu están demostrativamente en el proceso de adoptar la agricultura. Las excepciones en el” frío” final
de la distribución son los Yukaghir, Yaganes, Eslavos, esquimales del Cobre, y los Ingalik. Creo que los
Yukaghir no poseen un código, al igual que los Ingalik, mientras los otros casos probablemente son
verdaderas excepciones en ser más móviles y no crear almacenes para el invierno en cantidades apreciables.
Casos adicionales de grupos de clima helado que no levantan una cantidad considerable de almacenes serían
los Micmac, los Cree del Mistassini, los Igloolik y los esquimales Polares, y algunos grupos de los esquimales
del Cobre y de Ntesilikmiut, a la vez que algunos casos de climas temperados como los tasmanios. Muchos de
estos grupos podrían ser técnicamente forrajeros con un nivel de movilidad residencial relativamente alto, sin
embargo son forrajeros de un tipo distinto que la mayoría de los forrajeros ecuatoriales.
Como se ha señalado, los forrajeros ecuatoriales mueven sus residencias de modo que se posicionen las
fuerzas laborales y los consumidores con respecto a los hábitats proveedores de alimento considerados en
términos espaciales. Los forrajeros de ambientes fríos son lo que suelo pensar como especialistas seriales:
ejecutan movilidades residenciales de manera que se posicione el grupo con respecto a una especie particular
de comida que esta temporalmente sincronizado en su disposición a través de un ciclo estacional. Dejando tan
interesantes problemas de lado por el momento, debería ser claro en que hay patrones geográficamente
definidos para la distribución de condiciones ambientales que presentan problemas particulares para los
cazadores-recolectores. Algunos de estos problemas específicos pueden bien ser resueltos o por lo menos
tratados de manera eficaz a través de estrategias de producción logísticamente organizadas. Tales estrategias
responden al problema de distribuciones incongruentes de recursos vitales. Las distribuciones incongruentes
pueden ocurrir espacialmente y pueden ser exacerbadas aún más por las estrategias de almacenamiento. El
almacenamiento siempre produce una gran acumulación de un monto en algún lugar, lo que luego tiene una
probabilidad incrementada de ser incongruentemente distribuida con respecto a otros recursos vitales como
combustible, agua, refugio, etc. Los almacenes con un gran montón necesitan la determinación del costo
relativo de transportar consumidores y los bienes almacenados al lugar de otros recursos vitales versus el
introducir estos otros recursos en la ubicación del almacenamiento a través de fuerza laboral de producción
logísticamente organizada.
Debería señalar que si hay otros factores que restringen la movilidad, como un número incrementado de
unidades sociales en el área, la competición entre múltiples unidades sociales para el acceso a recursos
similares, etc., entonces podemos esperar un incremento en la producción organizad logísticamente. Este no
es el lugar para tratar con problemas tan importantes como los orígenes de la agricultura y otros cambios
dependientes de la densidad tanto en movilidad como en estrategias productivas, pero simplemente deseo
señalar que con cualquier condición que restrinja la movilidad residencial ya sea de recolectores o cazadores,
podemos esperar (entre otras cosas) un incremento responsivo en el grado de producción logísticamente
organizada.

CONCLUSIONES: SISTEMAS DE ASENTAMIENTOS Y VARIABILIDAD DE


INTERCONJUNTOS

La discusión de arriba obviamente tiene implicaciones significantes para nuestro entendimiento de los
conjuntos arqueológicos, su variabilidad, y sus patrones. He discutido en otros lados que podríamos pensar
sobre un conjunto como un derivado de “alguna serie de eventos organizados característicos de un sistema”
(Binford 1978ª:483). Un conjunto que es el producto acumulado de eventos ocurridos durante un año entero
es bastante grueso y podríamos referirnos a él como una veta gruesa o tosca, ya que la resolución entre restos
arqueológicos y eventos específicos es pobre. Por otro lado un conjunto acumulado durante un período corto
de tiempo, por ejemplo un campamento de dos días, representa una resolución de una veta fina entre
escombros o subproductos y eventos. Habiendo hecho las distinciones de arriba que previamente discutí:
1. En la mediada que los eventos estén diferenciados en serie, la composición de conjuntos es
responsiva a las diferencias de eventos, mientras más refinado el conjunto, más grande la probable
variación del contenido entre conjuntos.
2. 2. El factor que regula la veta de un conjunto es la movilidad, de modo que alta movilidad resulta en
conjuntos de veta fina, a la vez que baja movilidad resulta en conjuntos de veta gruesa. (Para más
discusiones ver Binford 1978b:483 – 495).

Refiriéndome a la condición inicial, “el grado en el que los eventos estén diferenciados serialmente”, se ha
discutido que de una perspectiva de subsistencia el principal condicionante de la diferenciación de eventos es
la variación de estaciones en las variables climáticas básicas: lluvia y radiación solar. Fue sugerido por lo
tanto que la variabilidad de interconjuntos “se puede esperar que se incremente al disminuir la duración de la
estación de crecimiento” y/o “decrece en estabilidad de distribución de la lluvia a través de un ciclo
estacional, dando conjuntos de vetas moderadas o finas” (Binford 1978b:484).
Los argumentos anteriores tenían referencia primariamente a la movilidad residencial. En este documento
he explorado algo de la interacción y los determinantes para grados diferenciales de movilidad residencial
versus movilidad logística. He sugerido aquí que hay dos principios básicos de organización empleados por
los cazadores y recolectores para llevar a cabo sus estrategias de subsistencia. Pueden “ubicarse en el mapa”
al mover a los consumidores hacia los recursos, o pueden mover los recursos a los consumidores
“logísticamente”. He sugerido que los roles relativos que cumplen estos dos principios organizacionales en
cualquier sistema de subsistencia dado condicionará también la naturaleza y el carácter de variabilidad
intersitial arqueológica generada por el sistema. Los forrajeros que practican principalmente una estrategia de
“ubicación en el mapa” generarán básicamente dos tipos de sitios: la base residencial y el emplazamiento. La
variabilidad entre sistemas de forrajeros derivara principalmente de las diferencias en la magnitud de la
movilidad residencial y las diferencias ambientales condicionando diferentes actividades de subsistencia en
un ciclo estacional.
Los recolectores que tienden hacia una dependencia mayor en las estrategias logísticas se puede esperar que
generen tipos adicionales de sitios arqueológicos. Es decir, además de la base residencial y el emplazamiento
podemos esperar campamentos en terreno, estaciones y caches. También se discutió que el carácter de las
bases residenciales, al igual que el de los emplazamientos, puede bien cambiar en relación con el grado
relativo de las actividades logísticamente organizadas, características de un sistema.
Luego me volteé en la interesante pregunta de ¿qué condiciona los roles relativos de “ubicarse en el mapa”
versus estrategias “logísticas” en un sistema de asentamientos de subsistencia? Fue discutido que las
estrategias con bases logísticas son una respuesta directa al grado de incongruencia de ubicación entre los
recursos vitales. También se discutió que el número de recursos vitales incrementa si aumenta la severidad
climática, y que la relativa dependencia en comidas almacenadas incrementaba si la duración de la estación de
crecimiento disminuía. Fue señalado que estas características están relacionadas, y que ambas tienden a variar
con la variabilidad geográfica en cuanto a la duración de la estación de crecimiento. Por lo tanto, mientras que
la duración de la estación de crecimiento decrece, y los demás factores se mantienen constantes, podemos
esperar un incremento en el rol de las estrategias logísticas dentro del sistema de asentamientos de
subsistencia. También se señaló queque cualquier otra condición que restringe la movilidad residencial
“normal” entre ya sea forrajeros o recolectores también tendía a favorecer un incremento en estrategias de
obtención de recursos logísticamente organizadas. Podríamos por lo tanto esperar algún incremento asociado
con los cambios hacia la producción agrícola.
Ahora puedo integrar mis argumentos previos con respecto a los factores condicionando la variabilidad de
interconjuntos en las bases residenciales con los argumentos hechos en este documento que involucran la
variabilidad en el registro arqueológico que proviene de diferencias organizacionales en los roles de ubicación
en el mapa y de estrategias logísticas en el comportamiento de asentamientos de subsistencia en grupos
viviendo en diferentes ambientes. Fue discutido anteriormente que si la variabilidad estacional en la radiación
solar o en la lluvia incrementaba, dados los conjuntos de respuestas para la diferenciación de eventos, habría
un incremento en la variabilidad residencial de interconjuntos. Esto es, asumiendo un conjunto de veta
constantemente gruesa. En este documento se ha discutido si bajo las mismas condiciones la dependencia
logística en incremento con una reducción adjunta de la movilidad residencial se vería favorecida. Esta
situación tendría el efecto de incrementar la tosquedad de la veta del conjunto de tales emplazamientos. El
aumento en la tosquedad, en cambio, tendría el efecto de reducir la variabilidad interconjunta entre sitios
residenciales de un sistema único o estrechamente relacionado ocupado durante estaciones comparables.
Tendría también por su puesto el efecto de incrementar la complejidad y “escala” del contenido del conjunto
que se refiere a cualquier ocupación ininterrumpida dada, asumiendo, esto es, una respuesta del contenido del
conjunto a las diferenciaciones de eventos.
El efecto total de lo que parecen ser consecuencias opuestas es normalmente alguna diferenciación
estacional in los roles relativos de la movilidad residencial versus la movilidad logística. Por ejemplo, en
algunos ambientes podremos ver una alta movilidad residencial en el verano o durante la estación de
crecimiento, y una movilidad reducida durante el invierno, con un incremento adjunto en la movilidad
logística. El efecto total desde una perspectiva regional sería una extensa variabilidad interconjunta derivada
de ambas condiciones. También podremos esperar diferencias cualitativas menores entre los conjuntos de las
villas invernales (en los ejemplos anteriores). Estas son probables que sean categóricamente diferentes de las
residencias móviles de verano las que serían altamente variables y constituirían una categoría “ruidosa”. Las
comparaciones entre residencias de invierno garantizarían claramente una distinción categórica de estas
residencias de verano y sería “más limpias”, una categoría menos ruidosa de mayor diversidad dentro del
conjunto. Los sitios de verano serían más variables entre sí pero también menos complejos internamente.
El punto aquí es que la variabilidad logística y residencial no deben ser vistas como principios opuestos (a
pesar de que se pueden reconocer tendencias) sino como alternativas organizacionales que pueden ser usadas
en mezclas variadas de diferentes entornos. Estas mezclas organizacionales proveen la base para una
variabilidad más extensa que podría proveer patrones arqueológicos muy confusos.
El siguiente paso en los argumentos presentados en este documento trata sobre la producción de sitios con
propósito especial. Fue sugerido que con las estrategias logísticas nuevos tipos de sitios pueden esperarse:
campamentos en terreno, estaciones, y caches. También se discutió que el carácter y la visibilidad de los
emplazamientos también cambian en el contexto del uso incrementado de estrategias logísticas. Podríamos
entonces discutir que, mientras las demás variables sean estables, podemos anticipar patrones regulares
ambientalmente correlacionados de variabilidad intersitial derivados de los incrementos en el número y el
carácter funcional de los sitios con propósito especial con disminución en la duración de la estación de
crecimiento. En adición a tales cambios cuantitativos, dados los caracteres más especializados de los recursos
“objetivo” buscados bajo estrategias logísticas, podemos esperar un incremento en la redundancia de
ubicaciones geográficas de sitios con propósitos especiales y una mayor concentración de restos
arqueológicos en secciones restringidas del hábitat como una función de la dependencia logística en aumento
(para una discusión más extensa de este punto vea Binford 1978b:488 – 495).
Este último punto señala un sujeto no discutido a fondo en este documento, a saber, las estrategias de uso de
tierras a largo plazo de los cazadores-recolectores en diferentes contextos ambientales. Este documento ha
lidiado principalmente con las diferencias estratégicas y organizacionales a corto plazo. “A corto plazo”
significa aquí esencialmente las dinámicas del ciclo anual. He discutido que existen factores ambientales
condicionando la variabilidad de la movilidad a corto plazo y las estrategias del uso de la tierra entre
cazadores y recolectores. No he considerado seriamente la posibilidad de que los cazadores y recolectores
podrían alguna vez permanecer sedentarios como una estrategia de búsqueda de seguridad a menos que se
viesen forzados a hacerlo. Estoy conciente de muchos argumentos que esencialmente apelan a lo que he
denominado como el principio del “Jardín del Edén”, es decir, las cosas eran tan “maravillosas” en algunos
lugares en el ambiente que no hubo necesidad de moverse. Encuentro que es una opinión totalmente
insostenible, y una que puede ser contrarrestada fácilmente por escolares que entiendan las relaciones
ecológicas. Esto implica, sin embargo, el entendimiento de las estrategias a corto plazo como se han discutido
aquí es insuficiente para tratar los patrones que derivan de una redundancia variable en el posicionamiento
geográfico de los sistemas totales de asentamientos de subsistencia. Una consideración detallada de los
factores que condicionan diferencialmente el índice de ocupación a largo plazo o el posicionamiento en
términos macrogeográficos es necesario antes de que podamos realistamente empezar a desarrollar una teoría
comprensiva del comportamiento de asentamientos de subsistencia de los cazadores-recolectores. Esto último
por supuesto es necesario para un entendimiento de los patrones de sitios arqueológicos.

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