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Exp. Nº 2003-0354
Realizado el estudio del expediente, pasa la Sala a decidir, previas las siguientes
consideraciones:
I
ANTECEDENTES
II
FUNDAMENTOS DEL AUTO APELADO
El 29 de enero de 2003, el Tribunal de la causa dictó sentencia interlocutoria
concediendo la suspensión de los efectos solicitada, por considerar que en el caso de
autos sí estaban llenos los extremos previstos en el antes referido artículo 263 del
vigente Código Orgánico Tributario.
Por ello, declaró que el primero de los requisitos (fumus boni iuris) está
comprobado en la circunstancia siguiente:
III
FUNDAMENTOS DE LA APELACIÓN
IV
MOTIVACIONES PARA DECIDIR
“La interposición del recurso no suspende los efectos del acto impugnado;
sin embargo a instancia de parte, el tribunal podrá suspender parcial o
totalmente los efectos del acto recurrido, en el caso que su ejecución
pudiera causar graves perjuicios al interesado, o si la impugnación se
fundamentare en la apariencia de buen derecho.” (Omissis) (Resaltado de
la Sala).
“La suspensión parcial de los efectos del acto recurrido no impide a la
Administración Tributaria exigir el pago de la porción no suspendida ni
objetada.”
“Omissis…”
En el caso sub júdice, tenemos que el citado texto normativo que consagra la
procedencia de la suspensión del acto administrativo tributario, consta de dos
enunciados: a) que la ejecución del acto pudiera causar graves perjuicios al interesado;
b) que la impugnación se fundamentare en la apariencia de buen derecho.
En este punto del razonamiento, caben hacerse las siguientes preguntas: ¿el solo
fumus boni iuris es suficiente para suspender los efectos de un acto administrativo
tributario?; y por otra parte ¿ la sola verificación del periculum in damni es capaz de
suspender los efectos del acto administrativo tributario?
Dentro de este contexto, debe hacerse referencia a que las medidas cautelares de
suspensión de efectos del acto administrativo tributario, se dictan cuando ellas sean
necesarias para evitar perjuicios irreparables o de difícil reparación causado por la
ejecución inmediata del acto administrativo tributario, en cuyo caso, de acordarse, debe
ser con fines preventivos y no con fines ejecutivos o de reparación definitiva del daño.
Por otra parte, debe aclararse que el acto administrativo tributario cuya
suspensión se pide ante el órgano jurisdiccional, se presume dictado con apego a la ley,
es decir, que el acto administrativo tributario goza de una presunción de legalidad, al ser
dictado por órganos o entes públicos que poseen competencias y atribuciones
contempladas en la ley para el ejercicio de la actividad administrativa tributaria.
Es por esta especial razón, que el decretar judicialmente la suspensión del acto
administrativo, supone una excepción a los principios de ejecutividad y ejecutoriedad
inmediata de los actos administrativos, ambos principios derivados de la referida
presunción de legalidad.
En tal sentido, el juez contencioso tributario debe tener presente que para dictar
el decreto cautelar, no bastan las simples alegaciones sobre la apariencia de un derecho,
o sobre la existencia de un peligro grave que lesione los intereses del impugnante; sino
que dichos requisitos deben acreditarse en el expediente a través de hechos concretos
que permitan verificar la certeza del derecho y que el peligro sea grave, real e
inminente. Así se declara.
Resuelto como ha sido el punto previo que antecede, pasa la Sala a pronunciarse
respecto a la solicitud de suspensión de los efectos del acto impugnado y, en este
sentido, cabe destacar que en materia de suspensión de efectos de los actos
administrativos, la jurisprudencia ha considerado que son medidas cautelares, que
consolidan el principio de protección jurisdiccional y el derecho a la tutela judicial
efectiva, consagrados en los artículos 259 y 26 de la Constitución Bolivariana de la
República de Venezuela. Asimismo, que por ser una excepción a los principios de
ejecutividad y ejecutoriedad que informan al derecho administrativo, así como de la
presunción de legalidad y veracidad que goza el acto administrativo emitido como antes
se indicó, el juez contencioso administrativo en su función de cautela debe ser
cuidadoso al momento de apreciar y ponderar la pertinencia de una medida, como en el
presente caso, al decidir la suspensión de los efectos de un acto, sujetándose también a
los requisitos y condiciones legalmente previstos.
Estamos frente a una medida cautelar consagrada, por primera vez, en el Código
Orgánico Tributario, que se fundamenta en el periculum in damni y en el fumus boni
iuris. Por ello, el solicitante de la suspensión tiene la carga de aportar elementos
probatorios que constituyan, en el caso del fumus boni iuris, por lo menos presunción de
que su pretensión fundamentada en el recurso contencioso tributario pueda prosperar; y
en cuanto al periculum in damni, presunción de que la ejecución del acto administrativo
pueda causarle graves perjuicios, es decir, que se cumpla con los dos extremos a que se
refiere el artículo 263 del citado código respecto a los requisitos o condiciones de
procedibilidad, tal y como fue interpretado precedentemente, con la finalidad de que el
Juez pueda pronunciarse sobre la procedencia o no de dicha medida.
Precisadas así las cosas, y haciendo un análisis prima facie del caso concreto, sin
que ello implique pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, conforme lo
establece el último aparte del indicado artículo 263; la Sala observa que los apoderados
de la recurrente fundamentan la presunción del derecho que los asiste, en la propiedad
que tienen sobre la mercancía importada, la cual fue objeto de la pena de comiso
impugnada mediante el recurso contencioso tributario, a efectos de que se revise la
legalidad de la vigencia del permiso otorgado por la Dirección de Armamento de la
Fuerza Armada Nacional (DARFA). Ello por cuanto consideran que los funcionarios
reconocedores interpretaron en forma restrictiva el contenido del referido permiso de
importación respecto a su vigencia, documento éste esencial para permitir la entrada de
la mercancía en él descrita, a los efectos de su comercialización dentro del territorio
nacional, y por cuanto la supuesta extemporaneidad de la declaración resulta de una
conducta presumiblemente no dolosa de la consignataria recurrente.
Revisadas las actas que conforman el expediente, pudo esta Sala advertir que la
recurrente para demostrar la presunción grave del derecho reclamado consignó a los
autos los siguientes documentos:
2. 2. Informe de fecha 9 de abril de 2003, enviado por el Coronel (Ej) Jorge Rincón
Torres, Director de Armamento de la Fuerza Armada Nacional al Dr. José
Gregorio Pacheco, Fiscal Cuarto Auxiliar del Ministerio Público del Estado
Vargas.
Ahora bien, del análisis prima facie que esta Sala realizó de los precitados
recaudos, sólo se infiere que el documento esencial impugnado (permiso de
importación) pudo quizás ser objeto de una prórroga, que sin embargo, no consta de la
copia que de dicho permiso fuera consignada en este expediente (folio 23); no obstante
que conforme lo expresara el nombrado Fiscal Cuarto del Ministerio Público en sus
escritos “....le informo que le fue entregado al representante del consignatario de la
mercancía Deportes El Marquez el referido permiso de importación a los fines de
finiquitar la operación aduanera” (folios 125 y 130). Luego entonces, no habiendo
prueba de la veracidad del hecho que sirve de base a la presunción grave de la existencia
del derecho reclamado, para esta Sala no hay apariencia de buen derecho suficiente a
favor de la sociedad mercantil recurrente, a los efectos debatidos, sin que ello prejuzgue
sobre el fondo del asunto controvertido. Así se declara.
V
DECISIÓN