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EL PODER DE LA ASISTENCIA

El objetivo del presente trabajo es poder dar cuenta de una de las


problemáticas actuales que se presentan en la guardia de SM, se trata del
ingreso y permanencia de pacientes adictos. Su incidencia resulta tema
relevante en las reuniones que mantenemos el equipo de psicólogos de
guardia
Hablare en términos generales sin tomar en consideración las
particularidades que se han presentado en el trabajo con los mismos.
También es oportuno aclarar que se trata de una visión personal de cómo
tiende a repercutir tanto en el equipo, como en el resto de los colegas la
frecuencia cada vez mayor de pacientes adictos en la guardia.
Una de las primeras cuestiones que surgió fue la pertinencia o no de su
ingreso , en tanto sujetos tomados, rotulados por el significante “adicto” ,
rotulo éste, que parece por momentos impedir ver un sujeto, que como
tantos otros puede estar necesitando ayuda, quizás es mas sencillo palpar
ese pedido en alguien que lacera su cuerpo con cortes, en aquel que en su
delirio nos anoticia de su dolor, o de ese otro que sumido en una depresión,
siente la severidad de la pulsión tanática sobre si mismo, goce que lleva al
pasaje al acto. En todos ellos se nos torna evidente el peso que les
representa el vivir, en el adicto parece ser diferente, quizás por su franca
oposición a querer ser asistido, a su carencia de conciencia de enfermedad,
variables estas ultimas que frecuentemente se presentan también en los
cuadros de psicosis, en el trastorno de personalidad, en el neurótico que se
satisface en su síntoma , sin embargo su constante ,en el tipo de paciente
que nos ocupa, impresionan suele ser menos tolerada, quizás esto ligado a
la intolerancia que representa el goce del Otro, el exceso, ese mas allá.
Se trata entonces en las adicciones,como en todos los casos mencionados
de urgencias subjetivas , donde el decir se presenta desarticulado,
imposibilitando el dar sentido a su devenir, en términos de Lacan seria el
encuentro con un real que como tal escapa a la significaciones. Es en ese
estado de no saber de si, que el paciente recurre o en la mayoría de los
casos es traído por su entorno a la guardia de SM , se trata de la búsqueda
de un Otro que se haga eco de su padecer ,Otro con mayúscula
representado por la institución hospitalaria y por los profesionales que la
habitan.
En el caso de las adicciones , mas que en cualquier otra patología que
vemos , las respuestas institucionales que se ofrecen carecen de eficacia , se
encuentran impregnadas de burocracia, falta de recursos, vacíos legales,
todo converge en la confirmación para el paciente , que el llamado al Otro
lo retorna a una situación de inermidad, allí donde debería articularse una
respuesta tentativa, la ineficacia del sistema vuelve a empujar al vació, y

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esto independientemente de que el paciente quiera o no ser asistido, el
hecho de que la ayuda no se haga presente en tiempo y forma pondrá en
cuestión la posibilidad futura de buscarla ¿ para que buscar allí, donde no
se encuentra ?
Es así como la carencia de respuestas culmina en une consultas en la
guardia del hospital general , y una vez ingresado el paciente , la
inoperancia antes mencionada lleva a prolongar la estadía del mismo y su
familia en el espacio de la urgencia, su presencia comienza a generar el
movimiento de una serie de procedimientos judiciales, institucionales,
profesionales, familiares, intervenciones estas, que giran en torno de aquel,
que mantiene básicamente una posición de desimplicancia, no obstante se
deja asistir , por el solo hecho de sostener su presencia en un sitio donde
fugarse no reviste impedimento alguno. Comienza así a incorporar cierto
orden, signado por lo mas primario a organizar en un sujeto, el ritmo
vigilia- sueño, se establecen horas de toma de medicación, de comidas,
intervalos de presencia ausencia de profesionales, una especie de for da en
términos freudianos. Aparecen las inter consultas con el resto de las
especialidades, ya que el paciente al distanciarse del toxico que funciona
como parche, al dolor psíquico y físico, comienza a reconocer en principio
su cuerpo, el cual se hace presente desde el dolor , la molestia, la queja y la
consiguiente demanda de asistencia, Freud plantea “el dolor como la
genuina reacción ante la perdida de objeto”, la abstinencia anoticia
entonces de esa perdida, vació que se intenta llenar de algún modo.
La institución en el lugar de un Otro comienza a regular cuestiones básicas
de la vida del sujeto , sumado a que deja de consumir, todo colabora para
que el paciente mejore, la institución hospitalaria con sus peculiaridades
tiene el poder de alojarlo, hacer de marco contenedor, independientemente
de lo que se espera o quiere. Sin duda acordamos todos que quienes
deberían brindar esta repuesta son las instituciones creadas para esta
finalidad , pero lo cierto es que las mismas actualmente se encuentran en
crisis imposibilitadas de brindar respuesta alguna, sumado a que muchos
ya han pasado por estos dispositivos y a fracasado ese intento de
tratamiento, sin embargo en la guardia, la obligatoriedad judicial bajo la
que ingresan la mayoría de estos pacientes, parece funcionar, el marco
regulador de la ley, ley que se impone desde afuera, ya que su
incorporación subjetiva en tiempos constituyentes a fracasado, comienza a
surtir efecto, se pone nuevamente en evidencia que el sujeto necesita del
atravesamiento legal que ancle en un punto su devenir.
En relación a su permanencia en la guardia, una respuesta fácilmente
escuchada es que el paciente se queda porque esta cómodo , ya que cubre
necesidades básicas tales como: cama y comida, a mi gusto respuesta
masificante que elude la apuesta a la subjetividad y por ende a la diversidad
que se encuentra oculta , opacada tras la monotonía de la sustancia, que

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aliena al sujeto a un único significante “el ser adicto”, definición compacta
que el , su familia y la sociedad dan de si.
Por otro lado, una granja de rehabilitación también ofrece esas supuestas
comodidades , espacio al que se intenta que el paciente acceda por propia
voluntad ya que las mismas funcionan sobre la base de la aceptación , pero
esto no suele darse , quien acuerda estar internado en la guardia se niega a
ser trasladado a institución especializada en drogodependientes, esta es
vivida como una cárcel , lugar temido y oscuro, su ingreso conlleva todos
aquellos fantasmas que funcionan en cualquier de nosotros que tuviera que
tenga que separarse de su ámbito cotidiano, de sus referentes, que en el
adicto sabemos que son nocivos, pero son los únicos que hasta el momento
lo sostienen en su indefensión .
Nosotros como efectores de salud nos encontramos entonces en ese paso
previo a la posibilidad de iniciar un tratamiento, sea ambulatorio o de
internación, en Muchas ocasiones somos el primer contacto del paciente
con el sistema, asistirlo en el mejor de los casos abrirá la apuesta a la
existencia de un Otro que pueda alojar su padecer, condición previa e
indispensable a toda articulación significante.
La toxicomanía forma parte del campo de la salud mental, su prevalecía e
incremento torna imposible desentenderse del tema desde el lugar de la
urgencia en el que algunos desempeñamos nuestra labor, de lo contrario
corremos el riesgo de terminar replicando la ineficacia del estado en poder
brindar una mínima contención a estos sujetos y su familia, incrementando
el maltrato hacia los mismos, que en su lugar de objeto esperan que por
ellos alguien decida.

Lic. Vallejos Magallan Marisol Hebe.

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