Professional Documents
Culture Documents
)
• Editores: Editorial Gustavo Gili
• Año de publicación: 2003
• País: España
• Idioma: Español
• ISBN: 84-252-1543-9
• ¿En qué Biblioteca Universitaria española puedo encontrar este libro?
(REBIUN)
• Descripción principal:
Arte ¿? Diseño
Anna Calvera (ed.)
(Extracto de la Introducción)
El director de Pyrex, para poner otro ejemplo, también parece haberlo tenido
muy claro desde siempre: "Un producto tiene dos cualidades: un valor de
utilidad, producto de la ciencia, y un valor de satisfacción creado por el arte y el
diseño".4 Cabe objetar, como se ha hecho siempre desde la teoría y la práctica
profesional del diseño, que lo propio del diseño era precisamente unir ambos
valores y encontrar su correspondencia en una síntesis única, pero para la
mayoría de clientes del diseño ambas dimensiones, y sendas políticas de
inversión, han estado siempre muy bien diferenciadas, mientras que arte y
diseño, en cambio, les parecían intercambiables. Las políticas estatales de I+D lo
corroboran constantemente.
Finalmente, para los diseñadores muy jóvenes, los de las últimas generaciones, el
panorama en el que se inscribe la posible relación entre diseño y arte ha
cambiado sustancialmente. Cuando inician su andadura profesional, el arte les
brinda mecanismos para darse a conocer más rápidamente que los que les ofrece
el mundo y el establishment del diseño. ¿Será que el mercado y la institución arte
están más pendientes de lo que hacen los jóvenes?, ¿que sienten más interés por
descubrir esa aportación innovadora que todo artista tiene la obligación de
proponer y que algún autor ha llamado "la ilusión de la novedad sin fin"?5 Hasta
el momento, un diseñador que acaba sus estudios sólo puede irrumpir en el sector
si se presenta a concursos y premios pero, por lo general, esos certámenes sólo
conocen una difusión restringida. Para los diseñadores noveles es, además, difícil
acceder a las revistas si no son publicaciones experimentales a menudo fundadas
por ellos mismos. Exponer y publicar son mecanismos que les sirven no sólo
para presentarse como profesionales del diseño, sino también como diseñadores
con una personalidad propia, construida a base de investigaciones decididas a
partir de intereses personales. No tiene nada de raro entonces que, en los últimos
años, algunos diseñadores hayan adoptado los procedimientos propios del arte y
su mercado para mostrar su trabajo y darse a conocer.6
Ahora bien, cuando eso ocurre, es decir, cuando el diseño adopta las maneras del
arte para dar a conocer su quehacer, ¿se mantienen las diferencias entre ambas
disciplinas perfectamente delimitadas o, por el contrario, se contagian entre sí y
empiezan a compartir algo más que los medios de difusión? Como saben los
expertos en imagen de empresa, el modo y las maneras de presentarse en
sociedad, es decir, de representarse, para decirlo a la manera posmoderna,
construyen un discurso autorreferencial que sirve y está al servicio de la
comprensión de uno mismo. La historia del diseño demuestra que eso sucede y
ha sucedido con anterioridad. De hecho, el diseño comenzó a existir en el
imaginario popular a partir del momento en que algunos diseñadores adoptaron
la modalidad comunicativa de los media para difundir sus trabajos, y algunos de
ellos incluso fueron cover-girl aunque sólo en revistas muy especializadas. Así
nació un nuevo star-system y la figura del diseñador-autor. En realidad, los
diseñadores no hicieron nada más que lo que venían haciendo los modistos desde
que existe la alta costura y, de ese modo, dejaron de estar ocultos como parte
integrante del proceso productivo para hacerse un hueco en la sociedad de masas
y el espíritu de la época. No es extraño, pues, que la otra gran confusión en
relación al diseño venga de su asimilación con la moda. Eso sucedía en torno a
1980.
Algo similar ha ocurrido en las últimas décadas en relación con el arte, aunque en
ese caso el camino haya sido inverso. Desde la Documenta de Kassel de 1987, el
diseño, o mejor dicho, algunos diseñadores y sus obras vienen siendo acogidos
en las manifestaciones artísticas de mayor alcurnia, en un esfuerzo del mundo y
la institución arte para abrirse a los nuevos medios de "expresión artística".7 En
un intento de probar la ampliación actual del concepto arte, se reconoce al diseño
como una más entre las prácticas y medios de expresión "que lo definen, junto
con las instalaciones, las performances, los vídeos, el arte por o con
computadoras y varios medios combinados sin mencionar trabajos en la tierra o
sobre el cuerpo", para aprovechar un listado no exhaustivo pero al menos
contrastado.8 Hace tan sólo dos décadas, el mundo del arte reconocía una
relación con el diseño pero mantenía la vieja relación jerárquica entre artes
mayores y menores, como muy bien quedaba expresado en la exposición High
and Low, celebrada en Nueva York y también en París pero con otro nombre
(Art & Pub). En este contexto, y echando mano de la teoría institucionalista del
arte de George Dickie, Isabel Campi analiza en su artículo las posibles
similitudes entre arte y diseño desde la perspectiva de su tratamiento
institucional. La misma tesis desarrolla Roxana Meygide, pero esta vez en clave
semiótica. En su caso, la institucionalización proviene de la existencia de un
marco discursivo establecido previamente y de las herramientas pragmáticas para
definir intencionadamente el contexto de sendos discursos.
Por otra parte, ni que decir tiene que el nuevo horizonte viene marcado por las
nuevas tecnologías y su impacto social. Hace ya tiempo que el diseño reflexiona
acerca de ello, considerando cómo se ha visto modificado el ejercicio
profesional, las mutaciones del proceso proyectual o las nuevas prestaciones
funcionales derivadas del impacto de la cibernética y sus procesos en la
producción industrial.9 También se ha constatado la aparición de nuevos ámbitos
de trabajo para el diseñador, como son los proyectos de interfaz, por poner un
ejemplo manido pero siempre apasionante. El arte, por su parte, está investigando
en la teoría y en la práctica para la creación con y en los nuevos medios, trabajos
que han tenido la virtud, para decirlo muy por encima, de abrir un nuevo capítulo
en las relaciones entre arte y ciencia heredadas de la vanguardia histórica. No es
éste el momento adecuado para tratar la cuestión, pero vale la pena poner de
relieve que, en el uso de los nuevos medios, arte y diseño encuentran muchos
puntos de unión. Baste por el momento un apunte rápido. Con la excepción de las
herramientas visuales para interactuar con la máquina (iconos y disposición de
menús), si se atiende sólo a las imágenes en pantalla, es muy difícil detectar si
han sido creadas por un artista o un diseñador. Posiblemente, los diseñadores se
sentirán más atraídos por temas propios de su especialidad, como la tipografía,
pero las diferencias acaban ahí. Las nuevas herramientas han puesto a
disposición del público la posibilidad de manipular cotidianamente cosas que
antes eran competencia exclusiva de artistas y diseñadores gráficos y, de ese
modo, al descubrirlo, el público interviene en la creación en un proceso sin fin.
Sospecho que los planteamientos con que arte y diseño enfrentan las
posibilidades de las nuevas tecnologías no son tan divergentes al fin y al cabo.
En definitiva, en el mejor de los casos posibles, si se diluyen los límites sea con
el arte, sea con la moda, ¿el diseñador en cuestión queda indefectiblemente
ligado a un solo tipo de diseño, a saber, el diseño de autor, y se le cierran
irremisiblemente las puertas en otros sectores de la actividad profesional? Tal
como demuestra la práctica de la profesión, no hay, no puede haber, una única
respuesta a esa pregunta. Eso es lo que en definitiva propone este libro: sin
partícula copulativa en el título, la pregunta por la relación entre arte y diseño
sólo puede responderla cada lector. Al final, y extrapolando un concepto propio
de la teoría del arte, puede muy bien ocurrir que sólo la "voluntad de diseño" sea
un criterio de discriminación válido ante los innumerables artículos, actitudes
proyectuales, campos profesionales y maneras de diseñar que existen y conviven
en la realidad cotidiana actual. Desde esta perspectiva, el libro adquiere un nuevo
carácter, el de proponerse como material para la reflexión. Quiere ofrecer un
abanico cuanto más amplio mejor de respuestas dadas por diseñadores cuyos
perfiles se acomodan a los descritos más arriba y que provienen de concepciones,
épocas y geografías distintas. Por otra parte, como el instrumento para la
reflexión que quiere ser, el libro incorpora también la dimensión histórica,
pensamos que sería bueno incluir algunas de las páginas más representativas del
libro Artista y Designer que Bruno Munari dedicó a tratar específicamente la
cuestión en 1970. Al ser un texto cuya referencia se ha vuelto casi obligada,
puede ser de mucha utilidad ponerlo de nuevo a disposición del público.