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Voces: ADMINISTRACION FRAUDULENTA ~ DEFRAUDACION ~ DELITOS CONTRA LA

ADMINISTRACION PUBLICA ~ DERECHO PENAL ~ GRADUACION DE LA PENA ~


MALVERSACION DE CAUDALES PUBLICOS ~ PENA ~ PODER DISCIPLINARIO ~ SANCION
DISCIPLINARIA
Tribunal: Cámara Nacional de Casación Penal, sala IV(CNCasacionPenal)(SalaIV)
Fecha: 26/08/2002
Partes: C., M. D.
Publicado en: LA LEY2003-A, 27 - DJ2003-1, 381
Cita Online: AR/JUR/594/2002

Hechos:
El Tribunal Oral condenó a los imputados por los delitos de malversación de caudales públicos depositados
por autoridad competente en concurso ideal con el de administración fraudulenta, al haber desviado los fondos
que el Comité Hípico Nacional hubo depositado a una federación, entregándoselos al presidente de dicha
asociación. La defensa interpuso recurso de casación al considerar que medió una errónea calificación legal de
los hechos, pues jamás pudieron subsumirse en la figura de malversación de caudales públicos ni pudo haber un
concurso ideal entre ambos tipos penales endilgados. Además cuestionó que la resolución adolecía de
arbitrariedad. La Cámara de Casación Penal hizo lugar -parcialmente- al recurso deducido.

Sumarios:
1. No cometen el delito de malversación de caudales públicos aquellos imputados que desviaron, en provecho
del presidente de una asociación, el dinero que depositara una Secretaría del Estado Nacional en concepto de
subsidio para la misma, pues los delitos que contempla el art. 260 del Cód. Penal consisten en darles a los
fondos públicos una aplicación diferente de aquella a que estén destinados los caudales o efectos que
administrara el funcionario público, es decir, cambiar el destino que tienen fijado los bienes, sin lucro ni fin de
lucro para el autor o para un tercero y sin sacarlos de la administración, toda vez que si esto ocurriese estaríamos
frente al delito de peculado.
2. Resulta improcedente subsumir en la figura de malversación de caudales públicos la desviación de los
depósitos hechos por el Gobierno Nacional, en forma de subsidio, a una federación para beneficiar
personalmente al presidente de dicha entidad si no se encuentra demostrada la existencia de un depósito
formalmente diferido desde el punto de vista legal, pues para que se dé la protección del art. 263 del Cód. Penal
se exige, además de la resolución constitutiva del depósito hecha por autoridad -judicial o administrativa-
legalmente facultada, la designación del depositario al que se encomienda la custodia o cuidado de esos bienes o
caudales, la aceptación, por parte del nombrado, de las obligaciones conferidas y la tradición de la cosa objeto
del depósito sujeta a restitución (del voto de la doctora Berraz de Vidal).
3. Corresponde subsumir en el delito de administración fraudulenta el accionar de los imputados que desviaron,
para provecho del presidente de una asociación, los fondos públicos entregados a una entidad en concepto de
subsidio toda vez que es autor del delito el que había tenido a cargo el manejo, la administración o el cuidado de
bienes o intereses pecuniarios ajenos y con el fin de procurar para sí o para un tercero un lucro indebido o para
causar un daño, es decir, que el sujeto activo de este delito puede perjudicar los bienes o intereses pecuniarios a
él confiados, a través de la procuración de un lucro indebido a favor de un tercero

Jurisprudencia Relacionada(*)
Ver Tambien
CNCrim. y Correc., sala I, "Telecom Argentina S. A. y otro", 2000/06/30, La Ley, 2000-E, 451, con nota de Gustavo E.
Aboso.
(*) Información a la época del fallo

4. Resulta improcedente sostener que existe prejudicialidad disciplinaria cuando media la comisión del delito de
administración fraudulenta -en el caso, al haberse desviado fondos destinados a subsidios a una federación-,
pues el poder investigativo y sancionatorio de los órganos estatutarios de la federación no puede ir más allá del
estricto campo del aseguramiento de sus fines y el correcto desempeño de las autoridades reglamentariamente
instituidas para lograrlo, dejando al margen la pretensión punitiva ejercida en el fuero represivo penal,
funcionalmente diferente.
5. Resulta improcedente, al momento de graduar la pena a imponer -en el caso, por el delito de administración
fraudulenta-, el "descrédito" padecido por la institución donde el delito se cometió, pues no atiende al concepto
"extensión del daño y del peligro causado", al ponderar cuestiones ajenas a los hechos, a sus circunstancias y a
la conducta de los autores (del voto en disidencia parcial de la doctora Berraz de Vidal)

Jurisprudencia Relacionada(*)
Ver Tambien

© Thomson La Ley 1
CFed. San Martín, sala II, "Bragaña de Morillas, Lidia S. y otros", 1997/10/30, La Ley, 1998-D, 361.
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo:
Buenos Aires, agosto 26 de 2002.
Resulta: I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 1 de la Capital Federal, en la causa 443 de su
registro -por veredicto de fecha 15 de mayo de 2001, cuyos fundamentos fueron dictados en la misma fecha-,
resolvió en el punto I. de la parte dispositiva rechazar el planteo de nulidad parcial de la acusación fiscal
deducida por la defensa del procesado Enrique Balduzzi; y en el punto II. de dicha parte condenar a M. D. C.,
por considerarlo coautor penalmente responsable del delito de malversación de caudales depositados por
autoridad competente cometido en forma reiterada (seis hechos), en concurso ideal con el de administración
fraudulenta en perjuicio de la Federación Ecuestre Argentina, a la pena de dos años y seis meses de prisión -
cuyo cumplimiento dejó en suspenso-, con costas (arts. 26, 29 inc. 3°, 45, 54, 55, 173 inc. 7°, y 263 en función
del 260, Cód. Penal), y en el punto III. de dicha parte condenar a Enrique Balduzzi, por considerarlo coautor
penalmente responsable del delito de malversación de caudales depositados por autoridad competente cometido
en forma reiterada (seis hechos), en concurso ideal con el de administración fraudulenta en perjuicio de la
Federación Ecuestre Argentina, a la pena de un año y seis meses de prisión -cuyo cumplimiento dejó en
suspenso-, con costas (arts. 26, 29 inc. 3°, 45, 54, 55, 173 inc. 7°, y 263 en función del 260, Cód. Penal) - (fs.
1160/1161 y 1200/1230).
II. Que contra dicha resolución los doctores J. R. G. N. y J. L. G. N., asistiendo a M. D. C., y el doctor O. A.
P., asistiendo a Enrique Balduzzi, interpusieron recurso de casación (fs. 1263/1271 vta. y 1271/1286 vta.,
respectivamente), los que fueron concedidos a fs. 1339/1340 vta. y mantenidos a fs. 1346 y 1350; sin adhesión
por parte del fiscal general ante esta Cámara, doctor J. M. R. V. (fs. 1347 vta.).
III. Que respecto del recurso de casación interpuesto por la defensa de M. D. C., surge que:
El recurrente encauzó el remedio intentado por la vía de ambos incisos del art. 456 del Cód. Procesal Penal
1. Señaló, en primer lugar, que el a quo entendió adecuada la conducta de los enjuiciados "...a la descripta
por los arts. 263 y 260, en forma reiterada, y en concurso ideal con la descripta por el inc. 7° del art. 173 del
Cód. Penal...". Agregó que el juez preopinante, al que adhirieron los restantes, postuló dicha calificación
"...porque, a su juicio, se habrían acreditado el tipo objetivo y subjetivo del delito de malversación de bienes
pertenecientes a una asociación civil (art. 263, citado Cód.), toda vez que en las arcas de la institución (F.E.A.)
una autoridad competente depositó fondos públicos asignados a una finalidad precisa, reglada por las
resoluciones administrativas agregadas al debate, y los inculpados desviaron parcialmente esos caudales
entregándolos a una persona que cumplía las funciones de presidente del organismo que había gestionado los
subsidios. Añade el Magistrado que aunque no se haya firmado un convenio expreso y que en la práctica las
rendiciones de cuentas no fueron reclamadas temporáneamente 'la obligación de los acusados como
administradores y a la vez depositarios de esos fondos surge del conocimiento que tenían de su origen'".
También indicó que el a quo aseveró "...que el presidente y el tesorero de F.E.A. tenían a su cargo la
administración del patrimonio institucional, de donde habrían incurrido en el delito de administración
fraudulenta (art. 173, inc. 7°). Aclara que ambos violaron los deberes de su cargo autorizando actos irregulares
que generaron lucro en un tercero y perjudicaron patrimonialmente a la entidad. Señala que para la consumación
del delito no es menester que el sujeto activo se beneficie personalmente, y ulteriormente, coincide con los
testigos que ello no ocurrió. Apunta el Magistrado que entre los dos tipos aludidos existe un concurso ideal,
porque se los perpetró dentro de un mismo contexto de acción y con una misma finalidad".
Señaló que de la simple lectura de las normas que concurren en forma ideal antes mencionadas, se advierte
que ambas refieren a la administración o cuidado de bienes ajenos, y que la sustancia del delito finca en una
administración infiel, "...sólo que en la hipótesis de los caudales públicos el bien jurídico afectado es la
administración pública y, por tal motivo se ha hecho prevalecer como razón para el castigo la protección de
seguridad de los bienes de propiedad pública sobre la ofensa que la violación de esa seguridad implica para la
propiedad (Ricardo C. Nuñez, 'Derecho Penal Argentino', ed. Lerner, t. VII, p. 112). Y la protección de los
bienes públicos tiene aún más protección, por ese motivo, castiga el mero desvío de los fondos, para no
perturbar el orden administrativo y que no se erija en sistema la falta de cumplimiento de las leyes en el manejo
de los fondos (Rodolfo Moreno, "El Código Penal y sus antecedentes", t. VI, n° 226)".
Se agravió entonces por considerar que "Para que un concurso ideal sea posible es necesario que las dos
figuras no sean incompatibles entre sí al aplicarse sobre un mismo hecho, es decir que debe mediar una relación
de neutralidad o indiferencia, que, como vimos no existe entre la malversación y la administración
fraudulenta..." y con cita de fallo sostuvo que se trata de un hecho con único encuadramiento legal porque media
entre ambas figuras un concurso aparente de leyes (C.C.C., "fallos", V. 384).

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2. Por otro lado, manifestó que el a quo incurrió en graves vicios de fundamentación por valoración
arbitraria de la prueba, "...pues no surge de los elementos de convicción incorporados al debate que el
Presidente de la F.E.A. sea depositario de los subsidios enviados por el C.H.N. en los términos exigidos por el
art. 263 del Cód. Penal, pues se trata de 'caudales embargados, secuestrados o depositados por autoridad
competente, aunque pertenezcan a particulares'. En tal virtud, no puede ser autor de dicho delito quien no es
formalmente, desde el punto de vista legal un administrador o depositario de bienes embargados, secuestrados o
depositados, si no han sido designados por autoridad competente y con las formalidades pertinentes válido de
una interpretación arbitraria de la prueba... Cualquier otro administrador o depositario queda sometido a las
disposiciones del título de los delitos contra la propiedad...".
3. Entendió así que la calificación impuesta conculca "...un principio abecedario del derecho penal liberal, el
de legalidad, pues se ha extendido el tipo del art. 263 del Cód. Penal por analogía, toda vez que el presidente de
la F.E.A. no es depositario en los términos establecidos en dicho delito. Está claro que la prohibición contenida
en ese tipo penal que de ninguna manera permite la subsunción de la conducta del escribano M. C.(art. 18,
Constitución Nacional)".
Agregó que "Pretender por esta vía oblicua insertar el caso de una asociación civil que no es establecimiento
de instrucción pública o de beneficencia, constituye una grave lesión al referido principio de legalidad...".
4. Refirió además que: "El tribunal ha sostenido, sin ambages, que el escribano M. C. nunca se apropió del
dinero mencionado en los cheques librados al doctor H. E. De ello se sigue que no ha existido el perjuicio que
requiere el tipo de administración fraudulenta el cual requiere que la acción del autor perjudique los intereses
patrimoniales a su cargo. Es decir, que debe existir un detrimento patrimonial o, en su caso, un daño potencial,
como podría ser, por vía de hipótesis haber obligado a su representante a reconocer una deuda inexistente".
5. Refirió que la sentencia condenatoria es un epílogo de errores, lógicos y axiológicos en la valoración de la
prueba, "...porque, en puridad, estamos en presencia de una cuestión social, asaz compleja, pero que debió ser
dilucidada por los propios órganos sociales, la eventual intervención de la Inspección General de Justicia -ya
intervino reponiendo al escribano C. como Presidente de la F.E.A.- y, como última instancia la de órgano
judicial de la justicia civil".
Continuó diciendo que: "La asociación civil Federación Ecuestre Argentina, de acuerdo con su estatuto,
posee un régimen disciplinario cuyo ejercicio corresponde a la Comisión de Disciplina y a la Comisión
Directiva que puede imponer diversas sanciones, desde un simple apercibimiento hasta la exoneración o
expulsión. La C.D. puede tomar medidas cautelares. Establece también el estatuto normas generales de
procedimiento y los recurso(s) que se pueden interponer contra la decisión definitiva: de reconsideración, de
apelación por ante la asamblea. Este régimen está regulado por los arts. 38, 49, y concordantes del citado
estatuto. Así pues, el voluntario sometimiento a un orden jurídico parcial, como es el que regula los derechos y
garantías de una asociación, comporta un cierto acatamiento a las decisiones que se tomen en ese ámbito..." (con
cita de la CS), y prosiguió señalando que: "Es un principio jurisprudencial recibido que el órgano jurisdiccional
no debe sustituirse a los órganos estatutarios en cuestiones vinculadas con el ejercicio de los poderes
disciplinarios o de orientación deportiva o profesional que los estatutos le asignen expresa o implícitamente de
manera privativa (ED, 10-760; DJ, 1988-2-165)".
"El análisis del tema que nos ocupa debe tener como guía fundamental la característica del Derecho Penal
como forma extrema de protección de bienes jurídicos, necesariamente de carácter fragmentario, porque
solamente tiene vigencia frente a los ataques más intolerables a los más fundamentales valores del orden
social...".
6. En otro orden de cosas, expresó que la descripción del tema del proceso está "...inficionada por
contradicciones internas que introducen serias anomalías contrarias a las reglas de la sana crítica racional, los
principios de no contradicción y razón suficiente, arbitrariedad que se advierte en varios pasajes de la
sentencia".
Continuó señalando que "...se dice que el escribano C. actuó 'con alegre dispendio de fondos'; que los
acusados ocultaron la entrada de los subsidios a la C.D. lo cual basta 'para sostener que fue deliberado y
respondió a un armónico 'pactum sceleris' tendiente a mantener en la ignorancia a los otros miembros de la C.D.
del total de lo percibido del C.H.N. y de las remesas que se efectuaron a España'".
Manifestó que otra consideración que también pone de relieve la crisis de logicidad de la sentencia "...es la
siguiente que, por el particular tono grávido de ironía, merece transcribirse íntegramente: 'Dicho negro sobre
blanco: el escribano C., el dirigente deportivo C., el profesional contratado por el Estado Nacional, C. -todos en
uno- pretenden que ese Estado entregaba dinero a una entidad privada para que ésta les restituyese una parte y
que el mismo Estado, por vías similares, si se atiende a que el C.H.N. sufría privaciones administrativas
declamadas, abonaba convenios celebrados con otros entes públicos de naturaleza federal. Es sencillamente un
disparate y como tal corresponde ponderarlo'".
Expresó que: "Esta suerte de argumentación escatológica que tiene al escribano C., como uno y trino, es

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verdaderamente grave y da pábulo para la imputación de delitos más graves que los señalados en la sentencia.
Pensamos que, seguramente, ha inspirado la estafa que le endilga el fiscal de juicio".
Agregó que: "Siguen otras gravísimas imputaciones que contradicen lo que antes se dijo acerca del
escribano C., y sobre el mismo expresa: '¿Dónde quedan esos rasgos de dirigente cabal, escrupuloso y confiable
cuando aparecen como los detallados en el curso de su gestión? Recuerdo que no se trata de episodios en los que
la intervención de un tercero a espaldas suya pudiera haber perjudicado a la F.E.A. No fue él quién autorizó los
egresos, quien firmó casi todos los cheques...'".
Concluyó el recurrente en este punto, en que estos reproches no se compadecen con un mero cambio de
destino, ni con la afirmación de que el Escribano no tuvo la intención de enriquecerse.
Hizo reserva del caso federal.
IV. Que el recurso de casación interpuesto por la defensa de Enrique Balduzzi surge que:
1. Señaló que, como quedó sentado en el texto de la resolución atacada, el fiscal de juicio formula la
acusación partiendo de la premisa de que la actividad de los imputados M. D. C. y H. D. E., comete el delito de
estafa a la administración pública, y que describe la actividad de Enrique Balduzzi, a quien también incluye,
como la de haber extendido cheques.
Continuó diciendo que: "Señaló que la maniobra no se iniciaba al librarse los cheques a favor de E., sino que
había que recorrer el camino inverso, tomando como principio los pedidos de subsidio por parte de C. a la
Secretaría de Agricultura, lo que ocasionó la disposición patrimonial del Estado en montos que no ingresaron a
las cuentas de la Federación Ecuestre Argentina, ya que sus integrantes lo desconocían, y por último la
disposición de los dineros, otorgando a Balduzzi el rol de coautor".
Prosiguió señalando que: "Esta defensa sin entender el rol asignado a su pupilo Balduzzi, pidió que se
declare parcialmente nula la acusación fiscal, ya que la única actitud que se calificó de ilícita asignada al
nombrado, fue la de librar cheques".
Se preguntó entonces el recurrente: "cómo puede Balduzzi disponer de fondos que no ingresaron según el
Ministerio Público a la cuenta que él utilizó, y cómo puede ser partícipe o autor de una maniobra estafatoria en
perjuicio del Estado nacional, si según el fiscal general sus fondos no ingresaron en la entidad que Balduzzi
integraba".
Agregó que ese desacierto fiscal va más allá de la conclusión que le dio la sentencia, aceptando la
congruencia con el requerimiento del fiscal de grado, "...puesto que modificó los hechos de tal modo que
preparó un campo propicio como para afectar el derecho de defensa en el juicio, asignando a Balduzzi una
conducta atípica, sin sumergirlo en actividad penal reprochable; no obstante ello lo consideró coautor".
En ese orden de ideas señaló que fácil hubiera resultado rebatir su imputación, pues los dineros estatales
cumplieron cabalmente el destino para los cuales fueron concedidos, esto es el ingreso en las arcas de la
Federación Ecuestre Argentina, "...lo que está probado tanto por las resoluciones de la Secretaría de Agricultura,
cuanto por los estados de la cuenta de la FEA". Y que "El resto, además de haber sido rendido, si no
conformaba al ente Nacional, merituaba una solicitud en ese sentido, y si no era obedecida, un requerimiento
Judicial de la especialidad".
Sostuvo que es por ello que no resulta fácil probar la inocencia de su asistido en una relación fáctica como la
descripta por el señor fiscal general, que a su juicio no constituye delito, por lo menos para él.
Destacó además que, mediante el argumento de la acusación fiscal, se contradicen las constancias casuídicas
y no se logra reproducir en forma estricta un recorrido que debe ser utilizado por los miembros del tribunal para
llegar a las conclusiones a las cuales han arribado, "por cierto equivocadas, lo cual afecta la motivación...".
Cuestionó también que la Fiscalía lo involucró en las maniobras tendientes a lograr la concesión de los
subsidios, cuando "no está ni mínimamente mencionado en el legajo por ninguna de las partes tal actividad...".
Consideró que el fiscal general modificó la base fáctica, y que ello fue aceptado por el a quo al señalar que
el alegato ha completado el requerimiento de elevación a juicio.
Manifestó que no media acusación cuando ésta presenta los vicios detallados en el presente, que no permiten
un correcto desempeño de la defensa en juicio, pues debe haber una necesaria correlación entre el hecho dado a
conocer en la declaración indagatoria con el descripto en la acusación, y que existe un apartamiento en la línea
recta propuesta por la ley, doctrina y jurisprudencia, "...constituido por la acusación cuya nulidad no fue
subsanada, atento que las figuras delictivas iniciales basadas en la relación de los hechos, no fueron respetadas
por el acusador oficial...".
2. Arbitrariedad de la sentencia:
a. Alegó el recurrente la arbitrariedad de la sentencia, en tanto, no fueron tomadas en cuenta declaraciones
testimoniales dirimentes como la de P. A. S., "...cuando refiriéndose al cheque A... por $14.000 que no
rubricara..." su defendido "...expresó haberlo confeccionado ella en su texto y para la firma de Núñez, la cual no

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constaba en el instrumento.
Señaló que el sentenciante no justificó la indiferencia prestada a ese testimonio, y que sólo se apreció en
cuanto pudiera perjudicar a Enrique Balduzzi.
Agregó sobre el punto que esa equivocación la constituye la admisión lisa y llana de que el referido cartular
había sido dejado firmado en blanco por el mencionado Jorge Núñez, para "gastos de verano", cuando se
acreditó que fue cobrado el 31 de mayo de 1995. También impugnó la aceptación de que Jorge Núñez -fallecido
al momento del juicio- no se encontraba en la ciudad cuando se "...llenara el cheque, por la sola circunstancia de
no haber concurrido a una reunión efectuada doce días después de la rúbrica del cheque".
Entendió que ello no es un elemento menor, ya que compuso una de las acciones ilícitas endilgadas a
Enrique Balduzzi, a quien el fiscal General reprochó haber librado cheques, y que ese cartular tuvo el mismo
recorrido que los restantes seis: fue entregado a Hernán Diego España; y que "...ningún testigo... afirmó
asertivamente que el cheque por $14.000, fuera librado por Núñez en blanco, como se afirma en la Sentencia".
Indicó que "Todo ello llevó a la conclusión para los jueces que por el hecho de haber rubricado un solo
cheque, en las mismas condiciones que mi asistido..., Núñez estaba exento de pena, entonces dónde queda la
igualdad ante la Ley, porque si Balduzzi hubiese firmado un solo cheque, cuyo importe ingresara en las arcas de
España, tampoco sería mi pupilo penalmente reprochable".
b. Indicó como otra falta de correspondencia entre las conclusiones de la sentencia y las pruebas de la causa,
"...es la atribución a Balduzzi de incluir los aportes del Comité Hípico Nacional en los balances".
Así, manifestó que está acreditado en autos que quien confeccionaba los balances, posteriormente aprobados
por la Comisión Directiva de la Asociación, era el contador público nacional J. R. C., "...pero arbitrariamente se
dedujo en el fallo que éste actuaba bajo directivas de Balduzzi".
Señaló que la única comprobación legal en este aspecto registracional era la que sí hacía Enrique Balduzzi
en los libros previos por ejemplo el de "bancos", anotando todas y cada una de las salidas relacionadas con los
cheques, con la leyenda "CHN". Agregó que el mismo J. R. C. aceptó haber puesto por decisión propia los
saldos netos, y que para asentar las registraciones tenía a la vista los comprobantes, por lo cual "...la deducción a
la que arriba la sentencia, de que actuó bajo la dirección del tesorero Balduzzi, no resulta correcta ni
consecuencia de la recolección de pruebas".
Explicó que esta probanza contribuye a demostrar la inocencia de su asistido, por cuanto de haber actuado
con el dolo que se le atribuye, no hubiera efectuado las registraciones de salidas, pero su prolijidad y voluntad
de asentar ingresos y egresos de cheques se ha invertido en cargosa.
c. También alegó que otra pauta tomada en cuenta por la sentencia para endilgar responsabilidad criminal a
Enrique Balduzzi es el hecho de considerar que en la reunión de la Comisión Directiva de la Federación
Ecuestre Argentina del 29/07/1996 no dio explicaciones de lo sucedido, y ello, en modo alguno puede ser
considerado prueba de cargo, ya que el no dar explicaciones posteriores no colabora para cometer o no un
delito.
d. Se dolió, asimismo, en punto a que no se ajusta a la realidad fáctica la "...aseveración de que carece de
trascendencia exculpatoria el depósito que por $52.360 el Comité Hípico Nacional girara a la F.E.A. en lugar de
remitirlo o depositarlo en las cuentas de la Asociación Cooperativa de Criadores de Caballos Sangre Pura de
Carrera".
Continuó el relato indicando que: "Ante esa circunstancia, Balduzzi libró cheque por la misma cantidad a la
orden de la referida asociación, pero en conocimiento de que los fondos provenían del Comité Hípico Nacional,
devolvió el importe por ese medio, exigiendo la presencia para su recepción de alguien de dicho Comité, y
como no estaba España, se presentó Moltrasio, quien manejaba con el presidente Santa Ana la caja del CHN y
firmó el recibo correspondiente, insertando un sello del aludido Comité".
"No quedan dudas a esta defensa de que ello se trató de un hecho fortuito, pues de haber estado España, a él
lo hubiera entregado, circunstancia que avala la postura de esta defensa, y no la desvirtúa, de que para Balduzzi,
España significaba Comité Hípico Nacional, como en esa oportunidad lo significó Moltrasio, lo cual no vale
como indicio cargoso, como se declarara en la Sentencia, pero sí debe ser usado para contribuir al acerto
defensista, pues pone de relieve una única manera de actuar de Balduzzi."
Sostuvo que no debe olvidarse que su ahijado procesal siempre afirmó estar convencido de que "...los
dineros eran del Comité, y a él debían regresar, máxime teniendo en cuenta lo que surge de las manifestaciones
de C., miembro de ambas entidades oficial y privada, que también constan en los grabados, cuando asevera que
la plata era del Comité y al Comité debía volver."
3. Errónea aplicación de la ley sustantiva:
Señaló el recurrente que sin el análisis evaluatorio de la actuación de España, quien fue beneficiado con la
suspensión del juicio a prueba, no puede concluirse que Enrique Balduzzi sabía que se recibían depósitos

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correspondientes a subsidios otorgados por el Estado nacional, si no se demostró contacto habitual entre aquél y
su defendido, ni se acreditaron notas dando cuenta de los subsidios, ni se recibieron solicitudes de rendiciones
de cuentas.
Cuestionó "Cómo puede darse por cierto que Balduzzi sabía que las entregas a España no tenían ni podían
tener destino de reintegro al Estado, si éste era funcionario del ente estatal Comité Hípico Nacional; sólo puede
erigirse esa hipótesis en el convencimiento ilógico de la sapiencia de Balduzzi sobre el origen de los depósitos."
Indicó que lo realmente cierto es que su defendido, que es lo que surge de la prueba, es que Enrique
Balduzzi emitía cheques y los contabilizaba hasta donde llegaba su injerencia, es decir en el libro de bancos.
No se advierte la defensa el dolo inicial de Enrique Balduzzi para ser considerado coautor de los delitos
imputados, y se preguntó si los dineros estatales dejaron de serlo al ingresar a la Federación Ecuestre Argentina,
respondiéndose que sí, ya que ellos fueron depositados en la cuenta de esa entidad del Banco de la Nación
Argentina, sucursal Luis María Campos.
Así, señaló que el Estado pierde toda capacidad de reclamo que no sea la solicitud de rendición de cuentas, y
pierde también por ello la posibilidad de ser damnificado, perdiendo además la justicia federal la competencia
del caso.
Concluyó que no pueden existir dos damnificados.
V. Que durante el término de oficina previsto por los arts. 465, primera parte, y 466 del Cód. Procesal Penal,
se presentaron a fs. 1360/1365 vta. los doctores A. H. M. C. y A. F. M., apoderados de la querellante,
Federación Ecuestre Argentina, con el patrocinio letrado del doctor A. J. M., solicitando el rechazo de los
recursos de casación interpuestos por las defensas de M. D. C. y de Enrique Balduzzi.
VI. Que en idéntica oportunidad procesal se presentó a fs. 1367/1383 vta. la defensa de Enrique Balduzzi,
solicitando se haga lugar al recurso por esa parte interpuesto.
VII. Que también se presentó a fs. 1384/1389 el fiscal general ante esta Cámara, doctor J. M. R. V.,
impetrando el rechazo de ambos recursos de casación.
VIII. Que, celebrada la audiencia prevista por el art. 468 del Cód. Procesal Penal, de la que se dejó
constancia a fs. 1407, quedaron las actuaciones en estado de ser resueltas.
La doctora Capolupo de Durañona y Vedia dijo:
I. En primer lugar, he de detenerme a analizar los agravios dirigidos a cuestionar la validez de la acusación
fiscal (punto IV, 1., de los resultandos).
Tal como quedó expuesto, en primer lugar se quejó la defensa de Enrique Balduzzi de que el fiscal general,
en oportunidad de alegar, y luego de decir que los fondos nunca ingresaron al patrimonio de la Federación
Ecuestre Argentina, le endilgó a Enrique Balduzzi como única actividad ilícita el haber librado cheques.
La conclusión defensista hace una interpretación forzada de los dichos del acusador público, en tanto aquél
afirmó que: "...se desapoderó al Gobierno Nacional de los fondos que supuestamente se enviaron a la FEA, pero
que no ingresaron al patrimonio de ésta ya que sus miembros los desconocían. Remarcó el hecho de que casi
inmediatamente que llegaban los fondos, se emitían cheques a nombre de España. Entendió que había existido
una participación exclusiva del presidente y del tesorero de la F.E.A. en el manejo financiero, siendo ellos
quienes confeccionaron los cheques y las órdenes de pago" (cfr. acta de debate, fs. 1152 vta.).
El acusador fiscal -y es obvio- no intentó decir que los fondos no fueron depositados en la cuenta bancaria
de la Federación Ecuestre Argentina, siendo así indisponibles para ella, sino que se privó a su Comisión
Directiva del conocimiento de ello.
También se agravió del recorrido histórico que efectuó el fiscal general, ya que así expuestos los hechos -
modificados a su entender- se preparó un campo propicio para afectar el derecho a la defensa en juicio.
No se advierte cuál es en concreto el agravio que le ha generado la acusación oficial, pues ésta se limitó a
reconstruir los sucesos investigados, manteniendo la identidad de la plataforma fáctica establecida en el
requerimiento de elevación a juicio.
Por otro lado, los planteos dirigidos a cuestionar las conclusiones del fiscal general no hacen sino demostrar
su divergencia con la valoración que realizó de las pruebas, pero sin señalar de qué manera se vio privado de
ejercer la defensa.
II. Respecto al planteo efectuado en el punto III. 2, referente a que la Federación Ecuestre Argentina tiene su
propio sistema normativo, debiendo mantenerse alejado de su vida interna el Poder Judicial, no puedo sino
manifestar mi asombro por el tenor del planteo.
Debe recordarse aquí que las normas del derecho penal son de orden público, de modo que no pueden los
particulares, por sí u organizados bajo la forma de una persona jurídica de cualquier naturaleza, autoexcluirse
siquiera parcialmente de dichas disposiciones, por lo que el planteo deviene inadmisible.

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III. Respecto de la arbitrariedad alegada por ambas defensas.
a. Los argumentos que ha intentado esgrimir la defensa de M. D. C., descriptos en el punto III. 6 de los
resultandos de esta sentencia, no demuestran más que la mera discrepancia del recurrente con la descripción de
los hechos que efectuó el a quo al fallar o, quizá, su entendible disconformidad con el tenor irónico que empleó
el sentenciante, cuestiones que en modo alguno importan la demostración de algún vicio formal que quepa
acoger en esta instancia.
b. La defensa de Enrique Balduzzi se agravió de que el a quo no tuvo en cuenta el testimonio de P. A. S.,
referente al cheque firmado por el protesorero Jorge Nuñez (IV, 2, a, de los resultandos).
La defensa de Enrique Balduzzi cuestiona que se habría conculcado la garantía de igualdad ante la ley en
virtud de que el sentenciante dijo que la conducta de Jorge Nuñez estaba exenta de pena por el libramiento del
referido cartular. También señaló que ese cheque que era "para gastos de verano", fue cobrado en el mes de
mayo, por lo que no era en realidad aquél.
Pero a poco que se ingresa a la lectura de la sentencia, se advierte que el a quo valoró diversos elementos de
prueba que lo llevaron a emitir tal conclusión. Así, sostuvo que: "...varios testigos (G., H., S. y P.) hicieron
alusión -con distintas apreciaciones- a la firma del cheque en blanco por parte de Nuñez, conforme referencias
que el nombrado les diera. G. ratificó el contenido de la carta cuya copia obra a fs. 180/82 en la que defendiera
enfáticamente a Núñez y en la audiencia precisó que había cotejado los otros cheques que aquél dejara firmados
en blanco, todos imputados al pago de servicios; aclaró también que varias veces Núñez le manifestó su
amargura por haber cometido el error de firmar cheques en blanco, agregando 'esto me va a costar la vida' y que
a juicio del testigo así fue".
Además, "...la crítica se atenúa si se atiende a que reemplazaba a Balduzzi en ocasión de sus audiencias por
viaje, pero él a su vez viajaba mucho más en razón de sus actividades como vicepresidente de la Asociación
Mundial de Médicos Veterinarios. Resulta entonces plausibles la explicación...".
Por último, señaló la sentencia que "...como la experiencia de situaciones de donde prima la confianza
invocada por los propios imputados lo demuestra, es harto probable que Núñez suscribiera en blancos cheques
destinados a la operación normal de la F.E.A. ...pocos días después de la fecha del cheque cuestionado, Núñez
estuvo ausente en la reunión de la C.D... lo que da pábulo a su posible ausencia superpuesta parcialmente con la
de Balduzzi".
Resulta evidente que el a quo trató largamente el asunto traído a colación, valorando los elementos de
prueba de tal modo que no hubo violación al principio de igualdad ante la ley, sino que Jorge Núñez y Enrique
Balduzzi se encontraban en situaciones diferentes frente a la ley, y a ello responde la conclusión del
sentenciante.
c. En cuanto a la falta de correspondencia entre las afirmaciones fácticas del tribunal de mérito relativas a la
confección de los balances de la Federación Ecuestre Argentina y las pruebas incorporadas a la causa, debe
afirmarse que el recurrente no ha alegado fundadamente la inobservancia de alguna de las reglas de la sana
crítica a la que debe someterse el juzgador a la hora de valorar el plexo probatorio.
En ese sentido, es reiterada la jurisprudencia de esta Cámara, en cuanto a que el tribunal de mérito es libre
en la valoración y selección de la prueba que ha de fundar su convencimiento y en la determinación de los
hechos que con ella se demuestre (cfr. de esta sala IV: causa Nro. 456 "Gallo, Víctor Alejandro s/recurso de
casación", Reg. 758, 19/02/1997, causa 376 "Agote, Jorge s/recurso de casación", Reg. 637, 26/08/1996, causa
427 "Recart, José s/recurso de casación", Reg. 750, 7/02/1997, entre muchas otras).
d. Debe también desecharse el planteo atinente a que la conducta de Enrique Balduzzi en la reunión de la
Comisión Directiva de fecha 29/07/1996, en la que no dio explicaciones de lo sucedido, en modo alguno puede
ser considerado prueba de cargo, ya que el no dar explicaciones posteriores "no colabora para cometer o no un
delito".
Sin embargo, tampoco corresponde acoger este planteo. La defensa de Enrique Balduzzi no ha brindado
ninguna fundamentación normativa que permita colegir la infracción por parte del a quo de alguna norma
formal que le impida razonar como lo ha hecho.
Pero además, se advierte que el recurrente ha caído en el error de parcializar su crítica dirigiéndola hacia uno
de los tantos elementos de juicio que el tribunal oral interviniente tuvo en consideración para arribar a su
conclusión condenatoria, sin demostrar de qué modo la ausencia de tal razonamiento influiría en el
pronunciamiento atacado.
e. Por otro lado, y con referencia al planteo patentizado en el punto IV, 2, d, de los resultandos, el a quo, dijo
que: "No veo que tenga trascendencia exculpatoria, pero tampoco vale como indicio cargoso, el problema
suscitado con el depósito de $52.360 que por error se girara a la cuenta de la F.E.A., cuando el subsidio estaba
destinado a la de Asociación Cooperativa de Criadores de Caballos Sangre Pura de Carrera, tema meneado con
insistencia durante el debate. El error fue subsanado con escasa prolijidad contable..., pero la solución práctica

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de entregar los fondos al beneficiario de su otorgamiento -que hizo saber la urgencia del caso- no implicó
perjuicio para nadie porque el C.H.N. fue anoticiado debidamente...".
"El punto fue objeto de discusión durante las conflictivas sesiones de la C.D., cuando surgieron los hechos
que culminaron en este proceso. Las aclaraciones de Balduzzi tuvieron aceptación de los otros miembros...".
"Al pasar, apunto que la compulsa de las actas del C.H.N. esclarecen una cuestión donde la Defensa insinuó
que existía una contradicción en los dichos del teniente coronel retirado Santa Ana, atento que más allá de haber
sido designado presidente del organismo el 17 de mayo de 1996 asumió sus funciones recién en la reunión del
28 y cuando se produjo el error todavía era Presidente España...". El recurrente pretende que lo ocurrido se
valore como prueba a favor de su asistido, en vez del valor neutro otorgado en la sentencia. Pero ello importa,
una vez más, la pretensión de que este tribunal invada las facultades exclusivas del tribunal oral sentenciante,
ajenas a esta instancia, salvo arbitrariedad, que por otro lado no se advierte.
f. Por último, la defensa de Enrique Balduzzi, como se indicó en el punto IV. 3. de los resultandos, se ha
dolido también por entender que sin la evaluación de la actuación de Hernán Diego España, beneficiado con la
suspensión del juicio a prueba, no puede concluirse que él supiera que los montos por los que libró cheques en
favor de Hernán Diego España correspondieran a subsidios que el Estado Nacional otorgó a la Federación
Ecuestre Argentina mediante la gestión del Comité Hípico Nacional.
La cuestión, tal como ha sido planteada, evidencia nuevamente la mera disconformidad de la parte con el
razonamiento que el sentenciante siguió al valorar el plexo probatorio, pero no se ha alegado, ni se evidencia
concretamente la infracción de alguna norma formal por parte del tribunal oral en tal tarea, por lo que
corresponde rechazar el agravio.
IV. Errónea aplicación de la ley sustantiva.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 1 de la Capital Federal tuvo por probado que "...entre el mes de
noviembre de 1994 y el de diciembre de 1995, el Estado nacional a través de seis resoluciones suscriptas por el
señor Secretario de Agricultura, Pesca y Alimentación, que a su vez fueron tomadas con el asesoramiento del
Comité Hípico Nacional (C.H.N.), otorgó subsidios a la Federación Ecuestre Argentina (F.E.A.) destinados al
fomento de las actividades deportivas que constituyen su objeto estatutario, por un total de $250.000. El ingreso
de esos dineros fue parcialmente ocultado a la Comisión Directiva de dicha institución por los imputados M. D.
C. y Enrique Balduzzi -que a la sazón se desempeñaban como Presidente y Tesorero-, en tanto que $92.000
fueron entregados en sucesivas remesas (siete, entre diciembre de 1994 y el 11/01/1996) con el consentimiento
de los nombrados a Hernán Diego España -por entonces Presidente del C.H.N.- sin conocimiento ni
autorización del órgano de gobierno de la F.E.A. Los fondos así extraídos, más allá de las imputaciones
contables que pudieran haberse efectuado en los registros de la F.E.A., fueron prodigados a España a título
personal y, consecuentemente, no correspondían al C.H.N., uno de cuyos miembros era en esa época el
encausado C.".
Tales conductas constituyeron, a criterio del a quo, la comisión de los delitos previstos por el art. 263, en
función del art. 260, y por el art. 173, inc. 7°, todos del Cód. Penal, en concurso ideal.
La jurisdicción de esta instancia se encuentra abierta para revisar la corrección de dicha subsunción, que ha
sido cuestionada por diversas razones, como se indicó en los resultandos de este pronunciamiento.
En tal labor, se advierte que la aplicación al caso del art. 260 del Cód. Penal ha sido errónea y aun cuando
las razones que determinan tal conclusión no han sido expresadas por las partes recurrentes, corresponde
tenerlas en cuenta para resolver, pues los argumentos esgrimidos por éstas (dirigidos a cuestionar la subsunción
del caso bajo las previsiones del art. 263, o un concurso aparente entre los delitos de malversación y
administración fraudulenta) requieren lógicamente que previamente se haya concluido la realización de alguna
de las conductas previstas por el art. 260 del Cód. Penal.
En tal sentido, debe recordarse que este art. prevé que "será reprimido ...el funcionario público que diere a
los caudales o efectos que administrare una aplicación diferente de aquella a que estuvieren destinados. Si de
ello resultare daño o entorpecimiento del servicio a que estuvieren destinados, se impondrá además al culpable,
multa de...", en tanto que el art. 263 extiende la calidad de sujeto activo a aquellos que sin ser funcionarios
públicos son "...los administradores y depositarios de caudales embargados, secuestrados o depositados por
autoridad competente aunque pertenezcan a particulares".
Ahora bien, tal como señala Fontán Balestra al referirse a los delitos que contempla el art. 260 del Cód.
Penal, la acción de malversación de caudales públicos consiste en darles una aplicación diferente de aquella a
que están destinados los caudales o efectos que administra el funcionario público, es decir, cambiar el destino
que tienen fijado los bienes, sin lucro ni fin de lucro para el autor o para un tercero ("Tratado de Derecho Penal"
- t. VII, "Parte Especial", 2ª ed. actualizada por Guillermo A. C. Ledesma, ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires,
1990, p. 319); sin sacarlos de la administración, pues si esto ocurriese estaríamos frente al delito de peculado.
La designación castellana de "malversar", en su sentido etimológico, de invertir mal, resulta adecuada según

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Soler, quien enseña que esta infracción constituye estrictamente una tutela ordenada a la inversión de las sumas
destinadas a gastos, porque ella presupone que se da a los fondos una aplicación diferente de la debida, pero
siempre pública, de manera que no se causa una lesión patrimonial al fisco, sino que se lesionan intereses
administrativos, en cuanto no cumplen los preceptos reguladores de la inversión de la renta pública, y que basta
que exista una determinación legítima de ese destino y que el funcionario los aplique a otro ("Derecho Penal
Argentino", Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1992).
El caso de autos lejos está, entonces, de encuadrar en alguna de las figuras que describe el art. 260 del Cód.
Penal, pues conforme el relato del a quo, M. D. C. y Enrique Balduzzi desviaron los fondos entregados a la
Federación Ecuestre Argentina hacia el patrimonio personal de Hernán Diego España. Advertido el error de
subsunción señalado, corresponde modificar el título de la condena impuesta excluyendo de ella la imputación
relativa al delito de malversación, circunstancia que vuelve abstracto tanto el planteo referido a la relación
concursal que existiría entre esta figura y el delito de administración fraudulenta, como el relativo a la
atingencia al caso del art. 263 del Cód. Penal, pues conforme lo dispuesto por el art. 445 "in fine" del Cód.
Procesal Penal (prohibición de "reformatio in pejus") aun cuando el hecho pudiese ser definido como peculado
(art. 261 del Cód. Penal), no resultaría posible imputarlo a los nombrados.
En lo que respecta a la errónea aplicación del art. 173, inc. 7°, del Cód. Penal esgrimida por la defensa
técnica de M. D. C., en punto a que el Tribunal Oral sostuvo que aquél nunca se apropió del dinero mencionado
en los cheques librados a Hernán Diego España, de lo que concluye que no existe el perjuicio que requiere el
tipo de administración fraudulenta, consistente en perjudicar los intereses patrimoniales a su cargo, tal
argumentación resulta inadmisible.
La norma de referencia indica que es autor del delito de defraudación por administración fraudulenta el que
tuviera a su cargo el manejo, la administración o el cuidado de bienes o intereses pecuniarios ajenos, y con el fin
de procurar para sí o para un tercero un lucro indebido o para causar un daño, violando sus deberes, perjudicare
los intereses confiados u obligare abusivamente al titular de éstos.
Sin demasiado esfuerzo se advierte que el sujeto activo de este delito puede perjudicar los bienes o intereses
pecuniarios a él confiados, a través de la procuración de un lucro indebido a favor de un tercero, supuesto en el
que se adecuan los hechos antes descriptos.
V. Por ello propongo, en definitiva, rechazar parcialmente los recursos de casación interpuestos por la
defensas particulares de M. D. C. y de Enrique Balduzzi, y casar parcialmente la sentencia de fs. 1160/1161 y
1200/1230, modificando el título de la condena impuesta a ambos procesados, excluyendo de él la imputación
referida a la malversación (art. 263, en función del art. 260, del Cód. Penal), dejando subsistente el monto de las
penas impuestas en orden al delito de defraudación por administración fraudulenta (art. 173 inc. 7°, Cód. Penal),
sin costas a los recurrentes (arts. 470, 530 y 531, Cód. Procesal Penal). Tal es mi voto.
La doctora Berraz de Vidal dijo:
I. Vienen a esta instancia los defensores de los imputados M. D. C. y Enrique Balduzzi, cuyos respectivos
agravios, en su alcance y contenido, y para mejor responderlos, pasaré a reseñar.
II. Los doctores J. R. G. N. y J. L. G. N. asistiendo al primero de los nombrados, arguyeron motivos de
errónea aplicación de la ley sustantiva e inobservancia de normas procesales sancionables con nulidad.
a) Sostuvieron así que el error de subsunción que acusan es consecuencia de la valoración arbitraria que de
la prueba hizo el sentenciante al pronunciar su condena ya que no surge de los elementos de consideración
arrimados al debate que su pupilo, M. D. C. -Presidente de la Federación Ecuestre Argentina-, sea depositario de
"caudales embargados, secuestrados o depositados por autoridad competente, aunque pertenezcan a
particulares", por lo que no puede responsabilizárselo por el delito de malversación de bienes equiparados, en
los términos de los arts. 263 y 260 del Cód. Penal. Que la analogía, en materia penal, está vedada.
b) Que tampoco se da la idealidad concursal entre dicho delito y el de administración fraudulenta (art. 173
inc. 7°, Cód. Penal) porque también se condena al procesado, por resultar ambas figuras incompatibles entre sí
pues una excluye la otra.
c) Que respecto de la administración fraudulenta, el a quo estableció que M. D. C. no se apropió de los
dineros correspondientes a los cheques librados a Hernán Diego España, de lo que se sigue la ausencia del
perjuicio que el tipo requiere, y la atipicidad de su conducta.
d) Que la cuestión social debió ser dilucida por la Federación Ecuestre Argentina a través de sus organismos
conductivos; y en última instancia por la justicia civil, pues el derecho penal es la forma extrema de protección
de los bienes ante ataques intolerables a los fundamentales valores del orden social.
e) Cuestionan asimismo, en lo formal, el análisis crítico realizado en el fallo respecto del ocultamiento
deliberado que los encausados hicieron del monto de los subsidios a la comisión directiva de la entidad y de las
remesas hechas a Hernán Diego España, producto de un acuerdo entre ambos. Y que -se agrega- no fue sino un
mero cambio de destino. Marca aspectos que, estima, son contradicciones en la fundamentación, lo que viola la

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manda del art. 398 2° párr., del Cód. Procesal Penal.
III. La Defensa de Enrique Balduzzi, ejercida por el doctor O. E. P., expuso los siguientes agravios:
a) Que la acusación del fiscal general en el debate modificó la base fáctica del requerimiento de elevación a
juicio, sobre la que se desarrolló el debate y los actos de defensa. Que nunca antes se consideró que la gestión de
los subsidios fuera dolosa y encaminada a perjudicar al Estado nacional en su patrimonio, aspecto sobre el cual
el encausado no tuvo oportunidad de defenderse. Que a criterio del acusador público, la maniobra no comenzó
con el libramiento de los cheques en favor de Hernán Diego España, sino con el propio pedido de los subsidios;
cuyos montos, a contrario de lo que sustenta el fiscal general, sí ingresaron a las arcas de la Federación. Que,
receptado ese "plus" por el tribunal oral, su sentencia deviene nula; interpretando el señor Defensor que en rigor
no hay acusación cuando ella ofrece vicios como el detallado ya que impiden el legítimo ejercicio de la defensa
en juicio al no haber sido subsanada la nulidad de la acusación por apartamiento de la materialidad que rigió el
proceso.
b) Sostuvo el impugnante que la sentencia deviene arbitraria por defectos de fundamentación, incorrecta
evaluación de la prueba y omisión de valoración de prueba dirimente.
Que el a quo no tuvo en cuenta el testimonio de A. S. ni justificó su indiferencia al respecto; la que se
relaciona con el libramiento de cheques por parte de Enrique Balduzzi y la exención de responsabilidad de Jorge
Núñez por igual quehacer imputado a su asistente. Que tampoco se consideró que Enrique Balduzzi no era quien
confeccionaba los balances por lo que las omisiones en que en ellos se incurriera, no le son imputables.
Que se valoró en contra del incuso el no haber dado explicaciones en la reunión de la Comisión Directiva de
la Federación Ecuestre Argentina del 27/07/1996 pues el acto, por posterior, en modo alguno coadyuva a la
comisión de un ilícito; que por principio, el silencio del imputado no juega en su perjuicio.
Que no se adecua a la realidad la intrascendencia exculpatoria con que considera el sentenciante el depósito
equivocado de cincuenta y dos mil trescientos sesenta pesos ($52.360) hecho por el Comité Hípico Nacional a la
orden de la Federación Ecuestre Argentina y el modo -cheque- con que se procedió a su devolución. Lo que
concuerda con el descargo referido a su creencia de que los fondos que aquí se cuestionan, pertenecían al
Comité.
c) Como error de derecho, sostiene que los dineros estatales dejaron de serlo al ingresar a la Federación
Ecuestre Argentina; y que no se ha comprobado el dolo inicial con que debió actuar su defendido para ser tenido
por autor de malversación de caudales depositados por autoridad competente en forma reiterada.
Que la calificación asignada en la sentencia a la conducta imputada a Enrique Balduzzi es insostenible, dado
que ella no puede afectar a la vez fondos públicos y privados. Que si el perjuicio es para el Estado, la
Federación Ecuestre Argentina no se hallaría legitimada para querellar en autos.
IV. Al responder los agravios procesales de los señores defensores de M. D. C., al punto d) del ap. II de esta
ponencia, cabe señalar que la prejudicialidad disciplinaria que se promueve no tiene vinculación con la acción
penal aquí incoada, ni la sustituye. El poder investigativo y sancionatorio de los órganos estatutarios de la
Federación Ecuestre Argentina no puede ir más allá del restricto campo del aseguramiento de sus fines y del
correcto desempeño de las autoridades reglamentariamente instituidas para lograrlo, dejando al margen la
pretensión punitiva ejercida en el fuero represivo penal, funcionalmente independiente.
En cuanto al agravio ceñido en el punto e) de ese mismo capítulo, debo convenir con la primera votante en
que el planteo defensivo sólo trasunta la desigual inteligencia asignada por la parte a la prueba considerada y
valorada por el tribunal oral para fundamentar en su fallo -al margen de la innecesaria ironía desplegada- el
actuar connivente de los inculpados; el ocultamiento a la Comisión Directiva de la Federación Ecuestre
Argentina del monto total de las ayudas económicas de que se trata; la intervención y responsabilidad de
aquéllos en el libramiento de los cheques y su destino. Y al margen de lo que diré al tratar las cuestiones de
derecho formuladas, el decisorio examinado, a los fines de la imputación del delito de administración
fraudulenta, no presenta vicios ni contradicciones de magnitud que autoricen su anulación.
De ahí que, con sustento en lo expuesto, resulten inatendibles las cuestiones hasta aquí tratadas.
V. Estimo en cambio admisible la impugnación casatoria de la defensa de M. D. C. desde la óptica del "error
in judicando", por cuanto entiendo que el a quo ha hecho una inadecuada interpretación del derecho sustantivo a
la luz de los elementos constitutivos del tipo penal de malversación, en los términos de los arts. 263 y 260 del
Cód. Penal, en los que subsumió la conducta de los justiciables.
En lo que aquí interesa, el art. 263 Cód. Penal -con remisión a los arts. 260, 261 y 262- castiga a los
depositarios de caudales embargados secuestrados o depositados por autoridad competente, aunque pertenezcan
a particulares. Y es en el carácter de bienes depositados como en la condición de depositarios de los mismos de
M. D. C. y de Enrique Balduzzi, donde centra su imputación el sentenciante.
Empero, y más allá de su afirmación de que el importe correspondiente a cada ayuda financiera o apoyo
económico fue "depositado" por la autoridad concedente -en rigor, y a tenor de cada resolución "transferido"- a

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favor de la Federación Ecuestre Argentina, el tribunal oral no ha demostrado la existencia de un depósito
formalmente diferido desde el punto de vista legal; lo que, como requisito esencial el tipo legal prevé para dar
sentido a la equiparación a la que remite. Para que se dé, pues, la protección del art. 263 del Cód. Penal se exige,
además de la resolución constitutiva del depósito hecha por autoridad -judicial o administrativa- legalmente
facultada, la designación del depositario al que se encomienda la custodia o cuidado de esos bienes o caudales,
la aceptación, por parte del nombrado, de las obligaciones conferidas y la tradición de la cosa objeto del
depósito sujeta a restitución.
Como tales elementos del tipo objetivo no vienen demostrados en el fallo, mal puede hablarse de violación
al deber jurídico de custodia por que se responsabiliza a M. D. C. como a Balduzzi, siendo evidente la errónea
aplicación que de la ley sustantiva hiciera el Tribunal del juicio, por lo que la sentencia en recurso deberá ser
casada a fin de modificarse el título de la condena. Propuesta que me exime del tratamiento del planteo
inherentes a la indebida aplicación del art. 54 del Cód. Penal.
VI. Cuestiona asimismo la parte que se reproche a su pupilo el delito de administración fraudulenta que se
dice cometido en perjuicio de la Federación Ecuestre Argentina.
No habré de acompañar su reclamo pues, además de no satisfacer el acto impugnativo los requisitos exigidos
para fundar la cuestión de derecho que se demanda -sustancialmente la inteligencia de la figura penal y la
comprensión de sus conceptos, así como su aplicación al caso concreto-, confunde la falta de provecho propio
del administrador con la falta de perjuicio irrogado al patrimonio de la institución privada, a través de la
disposición de los fondos confiados, en favor de un tercero. Coincido así con lo expuesto por la doctora
Durañona y Vedia en los tres últimos párrafos del apartado IV de su voto.
VII. En lo que concierne a la impugnación del defensor de Enrique Balduzzi descripta en el punto a), ap. III
de mi exposición, entiendo que más allá de la razón que le asiste al letrado cuando marca la latitud adjudicada a
los hechos por el fiscal general, en cuanto pretende incluir en el reproche penal la supuesta gestión dolosa de los
subsidios, carece la parte de agravio actual, toda vez que el a quo rechazó expresamente la posibilidad de
pronunciarse sobre ese "plus" del tramo histórico al sostener que la cuestión a decidir queda enmarcada en lo
acaecido a partir del ingreso de los fondos a la cuenta corriente de la Federación Ecuestre Argentina (fs.
1226/1227).
De otro lado no puede seguirse de ello -como pretende el recurrente- que la acusación fiscal devenga
totalmente nula o inexistente, pues remanece en ella la imputación de los restantes hechos que describe
realizados por el presidente y el tesorero de la Federación Ecuestre Argentina, quienes, ocultando a la Comisión
Directiva el ingreso de los subsidios, libraron, sobre esos fondos, cheques a favor de Hernán Diego España.
Debe tenerse en cuenta además que el debate se desarrolló en función al requerimiento de elevación a juicio
-que la parte no ataca-, y que, a todo evento, media acusación válida -por no impugnada- del acusador privado,
la que habilita el dictado de un fallo condenatorio (CS, "Santillán, Francisco Agustín s/recurso de casación", S.
1009.XXXII -La Ley, 1998-E, 331; 1998-E, 329; 1998-E, 432; 1999-A, 56-).
VIII. Los restantes cuestionamientos formales arrimados por la defensa (ap. III., pto. b), sólo trasuntan su
discrepancia con la selección y valoración que de la prueba realizara el a quo por lo que el recurso debe ser
desestimado. Y en ello participo de la opinión de la colega preopinante, vertida en el acápite III en respuesta a la
actividad recursiva intentada en favor de Enrique Balduzzi.
IX. En cuanto al error de derecho acusado por el doctor O. A. P., cabe por su afinidad remitirme a lo ya
fundamentado en orden a la debida aplicación, por parte del sentenciante, del art. 263, en función del 260, del
Cód. Penal; con lo que no aparece necesario ahondar acerca del presunto dolo de su ahijado procesal, o de la
calidad del sujeto damnificado por aquel ilícito. No siendo sobreabundante recordar que los fondos, en el caso,
se integraron al patrimonio de una persona jurídica privada, por lo que el daño a la administración pública no
sería el resultado directo de la acción.
X. En resumen, y por lo dicho, propongo 1. Hacer parcialmente lugar a los recursos de casación interpuestos
por las defensas de M. D. C. y de Enrique Balduzzi, casar parcialmente la sentencia de fs. 1160/1160 vta. y
1200/1230, ptos. resolutivos II y III, modificándose el título de la condena, que quedará limitada al delito de
administración fraudulenta (art. 173, inc. 7°, Cód. Penal); 2) Modificar en consecuencia los montos de las penas
impuestas en función a la disminución de uno de los parámetros tenidos en cuenta por el tribunal de grado: "la
entidad de los comportamientos juzgados"; y a la circunstancia de que el "descrédito" padecido por la
institución deportiva no atiende al concepto "extensión del daño y del peligro causado" (art. 41, Cód. Penal) al
ponderar cuestiones ajenas a los hechos, a sus circunstancias y a la conducta de los autores. Penas que fijo en
dos años y tres meses de prisión para M. D. C. y en un año y tres meses de prisión para Enrique Balduzzi, cuyo
cumplimiento se dejará en suspenso, dejando subsistentes las reglas de conducta arbitradas en el punto IV del
fallo, y los tiempos de su cumplimiento.
3. Rechazar parcialmente los recursos casatorios de ambas Defensas en orden a los restantes agravios
tratados.

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Sin costas a los recurrentes. Rigen los arts. 470, 530 y 531 del Cód. Procesal Penal.
El doctor Hornos dijo:
I. En relación al planteo efectuado por el defensor de Enrique Balduzzi, por el que impetra la nulidad de la
sentencia dictada en la medida en que receptó como objeto de condena un hecho que inválidamente formó parte
de la acusación formulada por el fiscal de juicio en violación de la plataforma fáctica fijada en el pertinente
requerimiento de elevación a juicio -y sobre la que se había desarrollado el debate y los actos de defensa-
adhiero al punto VII del voto de la doctora Berraz de Vidal, en cuanto propicia su rechazo por las razones allí
expuestas.
II. Respecto de los restantes vicios "in procedendo" que fueran alegados en los dos recursos de casación
incoados, y por coincidir sustancialmente con las consideraciones efectuadas en los votos precedentes, adhiero a
la solución propuesta en cuanto se postula asimismo el rechazo de ambas impugnaciones.
III. Finalmente, y en relación a los vicios "in judicando" invocados por las defensas de M. D. C. y de
Enrique Balduzzi, coincido con la postura que en definitiva sustentó el voto de la doctora Capolupo de
Durañona y Vedia, en cuanto al erróneo encuadramiento del hecho juzgado a lo dispuesto por el art. 263, en
función del 260, del Cód. Penal.
En efecto, la cuestión a la que ha quedado sometida la inspección a realizar en esta instancia se centra en
determinar si el caso juzgado ha sido correctamente encuadrado en las previsiones de los arts. mencionados, y
en tal sentido se advierte de inicio que en la acción punible consiste en destinar los caudales o efectos dentro del
ámbito de la administración pública, dentro o al margen del alcance de los poderes funcionales del autor, en
forma distinta a la que tenían asignada. Situación fáctica distinta a la del caso en análisis, por lo que no se
configura el delito de malversación (cfr.: Núñez, Ricardo C.: "Tratado de Derecho Penal", t. V, vol. II, ed.
Marcos Lerner, junio de 1992, p. 109; y Moreno, R.: "El Cód. Penal y sus antecedentes", vol. 6, p. 227 y ss.).
Error "in judicando" que torna abstracto el tratamiento del planteo efectuado en relación a la relación
concursal entre la figura típica estudiada y la de administración fraudulenta.
Acerca del monto de las penas en definitiva a imponer, y conforme al resultado de autos, he de adherir
también a la propuesta elaborada por la doctora Capolupo de Durañona y Vedia; encuentro que resulta aplicable
el criterio expuesto en los precedentes de esta sala IV "Trovato, Francisco Miguel Angel s/recurso de casación"
(causa 2218, Reg. 2954.4, 2/11/2000) y "Torres, Juan G. s/recurso de casación" (causa 2877, Reg. 3879,
27/02/2002), en atención a que las penas impuestas a ambos encausados resultan razonables en referencia a la
escala penal prevista en el art. 173 inc. 7° del Cód. Penal, que establece un mínimo de un mes y un máximo de
seis años de prisión. Correspondiéndose la gravedad de la lesión al bien jurídico provocada por el delito por el
que resultaron condenados M. D C. y E. B., y la intensidad o extensión de esa privación de bienes jurídicos,
que, como consecuencia de la comisión de aquél, éstos deben ahora soportar a raíz de su condena.
IV. Por otra parte concuerdo con los votos precedentes en cuanto propician el rechazo de los planteos
efectuados en torno a la errónea aplicación al caso de lo dispuesto por el art. 173, inciso 7°, del Cód. Penal.
V. Propicio entonces que se haga lugar parcialmente a los recursos de casación interpuestos por las defensas
de M. D. C. y de Enrique Balduzzi, se case parcialmente la sentencia dictada modificándose el título de la
condena, el que quedará limitado al delito de administración fraudulenta (art. 173 inc. 7°, Cód. Penal);
manteniéndose los montos de las penas impuestas a los nombrados -puntos II y III de la parte resolutiva del
fallo-.
Asimismo, propongo que se rechacen parcialmente las impugnaciones incoadas en orden a los restantes
agravios tratados.
Sin costas a los recurrentes (arts. 470, 530 y 531, Cód. Procesal Penal).
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, por mayoría, el tribunal resuelve:
I. Hacer lugar parcialmente a los recursos de casación interpuestos a fs. 1263/1271 vta. y 1271/1286 vta. por
los doctores J. R. G. N. y J. L. G. N., defensores de M. D. C., y el doctor O. A. P. defensor de Enrique Balduzzi,
respectivamente, y casar parcialmente la sentencia de fs. 1160/1161 y 1200/1230 en sus puntos resolutivos I y
III, modificando únicamente el título de la condena allí impuesta el que queda limitado al delito de
administración fraudulenta (art. 173 inc. 7°, Cód. Penal), sin costas (arts. 530 y 531, Cód. Procesal Penal).
II. No hacer lugar parcialmente a los recursos de casación de ambas defensas antes referidos en orden a los
restantes agravios tratados. Sin costas (arts. 470, 530 y 531, Cód. Procesal Penal).
III. Tener presente la reserva del caso federal formulada por los doctores J. R. G. N. y J. L. G. N. (fs.
1263/1270 vta.). Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase la causa al Tribunal Oral en lo Criminal
Federal Nro. 1 de la Capital Federal, sirviendo la presente de muy atenta nota de envío. - Ana M. Capolupo de
Durañona y Vedia. - Amelia L. Berraz de Vidal (en disidencia parcial) - Gustavo M. Hornos.

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