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III Congreso Internacional La Familia en el Siglo XXI

Universidad del Bío-Bío, Noviembre del 2007.-

“Drogodependencia en la mujer y sus implicancias familiares: Aprendizajes desde la


sistematización de Comunidad Terapéutica APOGEN”

Adolfo Alejandro Soto Lagos


Trabajador Social
Diplomado en Intervención Familiar

COMUNIDAD TERAPEUTICA APOGEN


(comunidadapogen@yahoo.es – aasl78@gmail.com)
Abstract

La mujer drogodependiente debe superar muchas barreras, tanto personales como


familiares y sociales para poder cesar o disminuir el consumo de drogas.

La familia reacciona con temor, rechazo y a veces odio hacia esta miembro que
consume, negando en primera instancia su apoyo para luego ejercerlo con muchas
limitaciones y movilizada por el amor y el anhelo de paz en sus vidas.

La mujer drogodependiente por su parte hace del consumo su principal arma, para
vengar dolores personales, hacer daño a sus padres y seres queridos, y por cierto, hacerse
daño a sí misma. Se vale de la manipulación, el engaño y la victimización para continuar y
sostener un consumo que la lleva a los hechos más traumáticos que puede vivir una mujer,
viendo vulnerada su integridad mental y física.

La intervención en estos casos, desde una Comunidad Terapéutica, busca


precisamente propiciar un espacio de encuentro consigo misma y con los demás, dejando de
lado las caretas y permitiéndoles descubrir su verdadero yo, con todo lo bueno y lo malo
que rodee ese yo, pero desde un “HACERSE CARGO” retomar las riendas de su vida,
tomando decisiones y dándose a sí mismas una nueva oportunidad.
MUJERES DROGODEPENDIENTES Y RELACIONES FAMILIARES

Desde un punto de vista sistémico, la familia sin duda es el grupo primario en el


cual crecemos y nos desarrollamos, sobre todo en nuestra primera infancia, generando
vínculos y apegos determinantes para nuestra vida, incorporando en nuestros registros todo
aquello que nos sucede y deja de suceder, acumulando vivencias y sentimientos a causa de
estas vivencias, con sus respectivos protagonistas, y muchas veces culpables de ciertos
sucesos.
Para cualquier familia (salvo aquellas en donde la droga se convierte en una fuente
de ingresos) lidiar, convivir y hacerse cargo de una persona drogodependiente resulta un
proceso de por sí complejo, que conlleva numerosas crisis, pero sobre todo implica vivir un
duelo, el cual todos los miembros resuelven de distinta forma en función a los dolores y
daños que se van acumulando en el tiempo.
Es la familia, en cualquiera de las relaciones que nos situemos (filial, conyugal, etc.)
la que ve alterada su dinámica, primero porque aún no está instalado el concepto de que
el/la drogodependiente es un/una enfermo/a, primando Gráf.1
Intentos de suicidio

los rencores, dolores, prejuicios y estigmas en la 3%

relación, y porque por otra parte, desde lo cotidiano, se Sí


No
generan una serie de situaciones desagradables en
97%
donde la familia debe “sostener” y “acolchonar”
ante intentos de suicidios, hurtos, agresiones física y
verbales, vagancia, etc.

Por todo ello, las relaciones familiares se vuelven caóticas y sustentadas en


este conflicto permanente, en donde se va perdiendo la confianza entre unos y otros, con
posturas polarizadas, en donde la familia utiliza a este enfermo/a como chivo expiatorio en
razón a otros problemas que viven en la latencia, y esta persona enferma utiliza su consumo
como vía de escape para “no hacerse cargo” de lo que siente y piensa. En la totalidad de
los casos, el consumo se gatilla por un “no hacerse cargo” de los eventos traumáticos que
le han sucedido a lo largo de la vida, por lo que el consumo resulta un mecanismo eficiente
para evadir recuerdos y dolores.
Sin embargo, es la familia quien, en ¿Quienes ejercen tutoría?
Gráf.2

la gran mayoría de los casos ingresados a No tiene

Tíos y otros
APOGEN, cumple los roles de tutores, Hermanos

acompañando a las mujeres en este proceso Hijos/as

Padres

y cuidando a sus hijos en el período de Pareja

0 2 4 6 8 10 12
ausencia. Pero este acompañar no está
exento de problemas, pues las propias
familias deben derribar mitos, volver a generar confianzas y hacerse autocríticas al
asumir situaciones que se creían olvidadas o superadas.
El foco de la atención debe ser la situación de consumo, y no otras problemáticas o
situaciones familiares, salvo aquellas de mayor gravedad ante lo cual sí se deben tomar
ciertas medidas de derivación a tribunales u otras instituciones. Esto está sustentado en el
hecho de que la familia tiene la ilusión de que gracias al tratamiento solucionaran todos sus
problemas, por lo que es necesario dejar en claro, tanto a ellos como a la usuaria, que lo que
se busca es cesar el consumo, pero ciertas desavenencias, diferencias personales e
inclusive rasgos de personalidad de la usuaria seguirán estando, y por ende deben
apelar a la tolerancia y empatía para poder tener una convivencia armónica, porque una vez
sin consumo muchos de esos rasgos seguirán estando.

Otro elemento importante y difícil de manejar, es el hecho de que las mujeres


drogodependientes hacen de la manipulación su principal herramienta, y a través de
ello consiguen lo que buscan, ya sea consumir, engañar, asumir rol de víctima, etc., y la
familia por su parte no sabe descifrar estos recursos de manipulación, razón por lo cual se
le torna aun más complejo apoyar para evitar el consumo.
La familia suele potenciar la situación de consumo al seguir tomando
decisiones por las mujeres, inclusive durante la estadía en comunidad, conducta que se
busca cambiar para lograr los objetivos terapéuticos, intencionando una tutoría centrada en
el acompañamiento, en la presencia en un “estar ahí”, proporcionando cariño y amor
pero también reglas y normas.

El dejar de consumir al final de cuentas es una decisión personal y única de la


mujer que consume. La familia y La comunidad Terapéutica se convierten en facilitadores
y figuras de apoyo, pero el hacer el “Click” y decidir cambiar de rumbo, es una
decisión propia. Esto sustentado en el hecho de que esta familia durante mucho tiempo no
pudo hacer el “click” por sí sola, y requirió también de apoyo para que sucediera. Ante ello,
es la mujer quien debe luchar por acomodarse a una realidad familiar y socio-ambiental,
pues una vez fuera de la Comunidad, vuelve a su hogar y amigos de barrio, momento en
que deberá sobreponerse a los obstáculos más difíciles post-tratamiento.

Sin embargo, son muchas las aristas a considerar en la intervención con


drogodependientes y sus familias, en donde la triada que se genera con un tercero
interviniendo en dicha dinámica puede permitir solucionar conflictos y problemas
asociados y derivados de la situación de drogodependencia, pero también gatilla o hace
evidentes otros conflictos, los cuales debe trabajar la propia persona en función a un
proyecto de vida.

LA COMUNIDAD TERAPEUTICA COMO INSTANCIA DE REHABILITACION

Según lo diagnosticado por APOGEN, el 79% de las mujeres que han ingresado a
comunidad presentan como droga de inicio el alcohol y la marihuana, siendo la antesala al
consumo de drogas más dañinas y adictivas como lo es la pasta base, droga en la que
deriva la mayoría de éstas (79%), por su bajo costo, fácil acceso y potencial adictivo, lo
que se refleja en la coincidencia en los porcentajes señalados.

Las razones por las cuales consumen drogas y desarrollan la adicción son variadas,
derivando siempre y a mediada que avanza el tratamiento en el no poder resolver conflictos
personales (muchos de los cuales ya fueron precisados) pero que están muy ocultos, pues
optaron por no hacerse cargo de ellos y menos socializarlos, ya sea por temor o por no
contar con una figura de confianza en quien depositar dicha información.

Generalmente este consumo comienza a temprana edad, en el período de


adolescencia, con dosis pequeñas y bajo el argumento de probar o por “choreza”,
llevando a cabo dicho consumo una o dos veces a la semana. Sin embargo, rápidamente
aumenta la frecuencia y rápidamente pasan al consumo de pasta base, pues hasta desde un
punto de vista fisiológico las mujeres desarrollan aun más rápido la adicción y dependencia.
El 93% de las usuarias de APOGEN han participado de tratamientos ambulatorios,
en CESFAM u otras entidades públicas y privadas, por lo que sin duda la posibilidad de
ingresar a un sistema residencial se considera solo cuando otros tratamientos no han
dado resultado.

El consumo de drogas de por sí Problemas conductuales


Gráf.3

conlleva el desarrollo de conductas lesiones 3º

consideradas “antisociales” por sus Robos

Daño propiedad
implicancias para terceros, y porque Mendicidad

Hurto
tanto en abstinencia como con
Vagancia

consumo la conducta y la lucidez se 0 2 4 6 8 10 12 14

ven alteradas, en el primer caso por las


ansias de consumir, ante lo cual se
justifica el robo y el hurto de dinero y especies las que después reducen fácilmente, y con
consumo, lo más común son las lesiones a terceros ante arranques de agresividad, daño a la
propiedad, vagancia, etc.

Pero en el caso de las mujeres drogodependientes, el tema más sensible tiene que
ver con sus conductas sexuales, ya que muchas de ellas con consumo son víctimas de
violaciones, lo que conlleva el nacimiento de hijos no deseados, o por su afán de consumir
fácilmente terminan en la prostitución, una forma rápida pero nunca fácil de obtener
dinero, o peor aún, utilizan el sexo como un bien de intercambio, como una suerte de
“trueque” en donde ellas entregan su cuerpo a cambio de drogas. Estas situaciones
medran aún más su autoestima y su culpa, y tal vez son la causa del elevado número
de hijos que la mayoría tiene a temprana edad.

El vivir en una Comunidad Terapéutica también presenta algunas particularidades


en esta materia, ya que ante el ingreso de una mujer lesbiana (sea asumida o no su
condición) se deben tomar ciertas medidas tendientes a evitar conflictos con las otras
mujeres, resguardando el secreto profesional (aunque ellas suelen ser las primeras en darse
cuenta), y cuando esta conducta es solapada, en la mayoría de los casos una parte
importante de la terapia se centra en éstas materias, en donde se busca orientarla hacia una
aceptación de sí misma.
Por otra parte, las condiciones de encierro también genera conductas que
podríamos llamar de lesbianismo situacional, sin ser necesariamente lesbianas, ya que el
solo contexto de acogida, cercanía, soledad, etc. puede gatillar ciertas conductas ante
sentimientos mal entendidos.

En torno al modelo APOGEN.

Experiencias de Comunidades Terapéuticas en Chile hay pocas, y cada una tiene su


propio perfil y metodologías de trabajo (aunque también con varias similitudes), pero lo
cierto, es que en el caso de APOGEN se ha hecho una apuesta a partir de una escasa
experiencia, tal vez desde el aprender haciendo, lo que ha llevado a la construcción de un
modelo de intervención que releva el rol de la mujer desde un enfoque humanista y de
género, busca cambios en los estilos de vida desde un enfoque conductual, permite el
interactuar con otros como una instancia de aprendizaje, sustentado en el interaccionismo
simbólico, pero sobre todo mantiene una apuesta e intervención sistémica, en donde la
familia, pareja, hijos y comunidad juegan roles determinantes para el proceso de
rehabilitación, el que nunca es fácil. Desde APOGEN se postula la utilización de un
modelo terapéutico multifactorial y multidisciplinario, en donde los/las terapeutas se
acomodan y acomodan la estrategia de intervención y sus paradigmas de base en torno a
cada caso en particular, y no las usuarias a un modelo específico, en donde cada profesional
y técnico del equipo se hace cargo de la evaluación, progresos e intervención de cada área
en particular: social, médica, psicológica y rehabilitación.
El modelo de APOGEN contempla un año de residencia en comunidad, más dos de
seguimiento. En ambos casos el tiempo es el adecuado, aun cuando existe la convicción de
que el tiempo no es un factor de peso, ya que algunas mujeres han cesado el consumo y han
estado en comunidad un mes, como hay otras que han estado el año y han reincidido. Esto
sigue avalando el hecho de que el dejar de consumir es una decisión de convicción personal
respecto situaciones personal distintas al consumo en sí.
El seguimiento se ha convertido en una etapa muy importante dentro del ciclo de
tratamiento, pues ha permitido mantener el vínculo con las usuarias haciendo menos
traumático el egreso de comunidad. Esto ha permitido apoyarles en otras materias, como
generación de redes, sondear alternativas laborales, etc. Sin embargo, permanece el
desafío de generar una instancia de capacitación y reinserción laboral y no sólo social,
pues en muchos casos el no reincidir pasa por encontrar una forma digna de sustento. En
caso de reincidir y continuar el consumo, el seguimiento facilita un re ingreso si fuese
necesario.
Todo es terapéutico: los almuerzos, la inclusión de hombres en el equipo, las
salidas a terreno, las conversaciones, las normas de comunidad, los horarios, la distribución
de en los dormitorios, etc. Cada una de las decisiones de lo que implica la vida en
comunidad conlleva un componente terapéutico, que permite a las usuarias gatillar
procesos, que una vez iniciado entrega los insumos para trabajar en las terapias
individuales. (Ej, hombres del equipo = figura masculina = relación padres).

Los educadores/as de trato directo juegan un rol fundamental en el proceso


terapéutico, pues son quienes en lo cotidiano perciben los más sutiles cambios y
progresos, así como también los estancamientos que van teniendo las usuarias,
diagnosticando los conflictos a nivel más superficial, los cuales después toma el equipo
profesional para llevarlos a niveles más profundo. Por ello, es muy importante que el cargo
lo ejerzan personas con un alto sentido ético, que sepan expresar afecto pero también
impartir instrucciones, pero por sobre todo con una enorme capacidad de escucha y
entendimiento.
La incorporación de un psiquiatra al equipo ha permitido tener una intervención más
integral y acorde a las necesidades de las usuarias, pues prácticamente en la totalidad de los
casos la medicación resulta fundamental para el éxito del tratamiento.
El trabajo en red también ha sido un elemento muy importante, primero para la
subsistencia de APOGEN, ya que gracias a entidades “amigas” APOGEN pudo desarrollar
su trabajo previo a la firma de convenios y recibir el apoyo gubernamental, pero también
visto desde un punto de vista de la eficacia del trabajo, sobre todo en temas de derivación y
de agilización de procesos. En ambos casos, cabe destacar el apoyo de las oficinas
PREVIENE de diversas comunas y de los CESFAM de Chiguayante, quienes han abierto
las puertas y voluntades al trabajo de la institución y sus usuarias.

La mayoría de las mujeres que ingresan a un tratamiento en un sistema residencial,


argumentan 5 grandes razones:
• Han consumido durante mucho tiempo, “tocando fondo” y están cansadas de llevar
ese ritmo de vida.
• Iniciaron su consumo hace poco tiempo, con muchas ganas de seguirlo haciendo,
pero están conscientes que deben frenarlo.
• Quizás la más potente, es el poder recuperar a sus hijos, los cuales están también en
algún sistema residencial o al cargo de otros tutores/as.
• Son llevadas por sus familias, a veces con amenazas de por medio, por lo que el
tratamiento es más bien obligado.
• Son derivadas desde otros centros de atención ambulatoria, cuando esta
metodología ha fracasado después de múltiples intentos.

Cabe señalar que no todas las mujeres llegan con la convicción de someterse al gran
cambio de vida que implica el estar en un sistema de semi-encierro, con otras mujeres del
todo desconocidas, alterando su ritmo de vida y haciendo evidente ante todos el hecho de
que se tiene un problema y es hora de hacerse cargo de ello.

En relación a los hijos/as.

Gráf.4 Mujeres y maternidad La Comunidad Terapéutica permite a las


10% mujeres reivindicarse ante una gran culpa: “la
Tiene hijos mala madre”, pues los hijos/as parecen ser uno
no tiene hijos
de los principales motivos por el cualGráf.2
deciden
90%

ingresar, y el poder hacerlo con ellos les permite


librarse esa culpa que les genera una nueva
situación de abandono, y de ésta forma además no romper el vínculo, y hasta desarrollar
estrategias para repararlo cuando se ha roto.

Los hijos e hijas de mujeres drogodependientes sin duda generan un daño propio,
aunque muchas veces repitiendo los daños de la madre, de fuertes repercusiones en su vida
a nivel psicológico y social, pues muchos de ellos han pasado por períodos de abandono
(ya sea físico o espiritual) en donde luchan constantemente por encajar en la vida de
esta madre, que les produce sentimientos contradictorios, pero que sin duda aman y de la
cual dependen, aunque sea solo afectivamente.

En el caso de APOGEN, casi el 80% Tutela de niños/as


Gráf.5

de las usuarias han tenido alguna causa en 9%


22%

juzgados de familias por medidas de Padre


Otro familiar
vigilancia y protección, y el 40% de ellas ha Hogares

tenido sus hijos, aunque sea por períodos 69%

cortos, en algún hogar de menores, aunque


finalmente terminan en casa de algún familiar directo (generalmente la abuela materna), ya
que los padres parecen incapaces de asumir por sí solos dicha tarea, aún pudiendo hacerlo.
De aquí surge la necesidad de someterse a tratamiento, sobre todo cuando tribunales lo hace
exigible como condición para recuperar la tenencia de los menores.

El incluir a los niños dentro del proceso terapéutico tiene un gran potencial, pues le
permite a la mujer reencantarse con su rol materno, y en muchos casos aprender a ejercerlo.
Ante ello es importante evidenciar ante las mujeres el daño que le han provocado y pueden
seguir provocando a sus hijos/as, ya que muchas veces este daño es por omisión y en forma
inconsciente, no siendo un daño intencionado. Ahora bien, la presencia de niños altera sin
duda el sistema, ya que tanto al resto de las usuarias (inclusive aquellas que aun no han sido
madres) como al equipo de trabajo se le gatillan sentimientos, surgiendo afectos y
generándose vínculos con estos niños.
Existen pocos espacios dedicados a la rehabilitación de drogodependientes en donde
las mujeres puedan estar con sus hijos/as. Por otra parte sigue abierto el debate si
metodológicamente hablando sea lo más adecuado o no. Desde la experiencia de
APOGEN, se postula que es un proceso relevante e interesante, que le permite a la mujer
cumplir con una responsabilidad más, brindándoles la posibilidad de seguir ejerciendo el
rol materno (y en algunos casos aprender a hacerlo), pero por otra parte y sobre todo,
brindándoles a los niños la posibilidad de que redescubran a su madre y no pasar por el
trauma de un abandono, y además acceder también a apoyo profesional para disminuir
daños.
Ahora bien, desde un punto de vista terapéutico, lo ideal sería contar con dos
espacios, pues las dinámicas de trabajo cotidianas con mujeres con y sin hijos difieren entre
sí, por las vivencias previas que cada uno de estos perfiles de mujeres tienen, lo que les
lleva a enfrentar o acumular distintas crisis.
En relación a sus parejas.

Las relaciones de parejas es todo un tema en el caso de mujeres drogodependientes,


ya que la mayoría de éstas presenta grandes falencias y dificultades para establecer
relaciones que podríamos llamar normativas, principalmente por las siguientes razones:
• Pareja también abusa de alguna sustancias
• Imagen deteriorada de lo masculino por: violaciones, abusos deshonestos, carencia
de imagen paterna, Violencia intrafamiliar, etc.
• Deterioro cognitivo que genera dependencia y no valoración del otro
• Actitud solapada de manipulación de situaciones.
• Fracasos matrimoniales y de pareja previos.
• Embarazo adolescente, como dificultad para concretar nuevas relaciones, etc.

Gráf.6
Estado Civil Cualquiera sea la razón argumentada,
0% 3%
lo cierto es que existen grandes
38%
dificultades para consolidar un proyecto
59%
de vida al lado de otra persona. Pero éste
Soltera Casada Divorciada Viuda
no es el punto más grave, pues esta situación
vista desde lo macro se repite a nivel
De las solteras, el 90% tiene pareja
sociedad por una cuestión de estilos de vida
y casi generacional, pero la experiencia de APOGEN muestra que efectivamente estas
mujeres cuentan con hombres apoyantes (en contaste a lo que se aprecia en otros estudios),
y apoyantes no quiere decir perfectos, pero que están presentes, acompañan en el
tratamiento y de una u otra forma no las dejan solas en este proceso (el 60% cumple
con este perfil), por lo que el desajuste sucede en la mujer, quien por una u otra razón
no es capaz de tomar decisiones y sobreponerse a las vivencias del pasado.
Ahora bien, algo aun por profundizar, es saber por qué estos hombres, además del
amor y los hijos, se mantiene al lado de las mujeres drogodependientes, cuando pareciera
ser más fácil el abandonarlas. En APOGEN, se plantea la existencia de un perfil particular
de hombres, en los cuales se genera una co-dependencia al estilo de vida y personalidad de
sus parejas, planteamiento que aún está a nivel de hipótesis, y puede dar lugar a un proceso
más profundo de investigación.

En relación a sus padres y hermanos

Según los diagnósticos bio-psico-sociales desarrollados en APOGEN, la gran


mayoría de las mujeres ingresadas, sino todas, presentan grandes desavenencias
afectivas y relacionales son sus progenitores o figuras de “crianza” (pudiendo existir
padrastros, abuelos, etc. que asumen el rol). Y vinculado con el punto anterior, claramente
tienen muchos temas no resueltos con la figura de lo masculino, pero por otra parte,
también con la imagen materna, la cual siempre se concibe desde un ideal. El sentimiento
más fuerte desde las mujeres hacia sus padres es el sentimiento de abandono y desapego,
culpándolos por muchas de las cosas que les han sucedido a lo largo de su vida, perfil que
se repite independiente de la edad, ante lo cual el consumir y desarrollar otras conductas
es una suerte de “castigo” hacia los padres, como una forma de hacerles daño y hacerse
notar. Por su parte, la familia genera también sentimientos de culpa, repudio y sanción
hacia ésta miembro que les ha hecho pasar por momentos traumáticos, ante lo cual la
relación siempre es tensa, y el tratamiento debe potenciar el hecho de que la familia
valore los progresos y avances y no sólo los errores.

Las historias de vida que escriben las usuarias lo reflejan claramente:


* “La separación de mis papás me dolió mucho porque no teníamos quien nos diera de
comer”
* “Mi papá no hizo absolutamente nada, y optó por no creerme”
* “Nunca nadie supo de mi familia que me violaron, y a mi mamá no le dije porque siempre
decía que yo inventaba”

Sin duda, su infancia y adolescencia ha estado llena de vulneraciones, y es cuando


cabe hacerse la pregunta: ¿Esta persona, en otra familia, o en la misma pero sin estos
eventos, hubiera sido de todas formas una potencial consumidora de drogas? Responder
esta pregunta no es fácil, pero a nivel de hipótesis, existe una correlación entre estas
variables, pues sin estas graves faltas (y por qué no decir delitos) éstas mujeres habrían
tenido una vida bastante menos azarosa. Pero además, no se puede olvidar que algunas
personas tienen una gran capacidad de resiliencia, y de salir adelante a pesar de muchas
cosas, pero por una u otra razón éstas mujeres se quedan estancadas, viendo en las drogas
las respuestas a sus problemas, y es donde surge una contra pregunta ¿Por qué no todos
resolvemos los problemas drogándonos?

En relación a los casos ingresados a C.T. APOGEN, las principales vulneraciones


diagnosticadas son:
* Violencia Intrafamiliar (100%)
* Violaciones (50%)
* Abusos deshonestos (58%)
* Prostitución (cuando es algo forzado por un tercero o a causa del consumo, perdiéndose la
voluntariedad). (60%)
Aunque no se busque justificar, resulta entendible y atendible que eventos de éste
tipo marquen tanto a una mujer, y a cualquier persona independiente del género, pues
vulneran toda su estabilidad y generan traumas difíciles de superar.

Gráf.7
Familiares e n situación de consumo
Es común encontrar otros familiares que
10%
consumen, siendo muchas veces la puerta de
entrada al consumo de drogas para las mujeres.
Sí presenta

Es más fácil consumir cuando lo hace una No presenta


90%

pareja, un hermano o se ha visto beber


alcohol al padre toda la vida, visto tanto Principalmente padre y hermanos.
desde el punto de vista del acceso como de la
naturalización del consumo.
Mujeres y Drogas
COMENTARIOS Y CONCLUSIONES

El construir, habilitar y gestionar una comunidad terapéutica, como lo es hoy en día


APOGEN, es toda una travesía, que requiere de muchos es esfuerzos tanto económicos
como humanos, pero cuando se parte de un sueño y de una convicción personal sustentada
en el voluntariado, sin duda es posible, y este sueño va siendo posible en el trabajar con
otros, en donde las redes de trabajo y al apoyo de entidades de gobierno como CONACE,
Servicios de Salud y FONASA son fundamentales para que éste servicio además esté al
alcance de todas las mujeres, y no sólo quienes pueden costear dicho tratamiento.

Todos los elementos ya citados caracterizan a APOGEN, en donde se trabaja con


mujeres drogodependientes, sus hijos y familias en la comuna de Chiguayante. Único
centro con estas características en la Octava región. Son muchas las lecciones en estos años
de existencia, y este proceso de sistematización ha permitido obtener una radiografía, tanto
de las usuarias como del trabajo realizado, lo que constituye un aprendizaje para mejorar y
crecer.

De todo ello, las principales conclusiones son:

1.- El modelo de APOGEN se centra en ayudarle a la mujer a resolver los “nudos”


de su historia de vida, en generar un autoaprendizaje y que logren hacerse cargo de
los sentimientos y emociones que ello implica, ante lo cual el dejar de consumir es una
alternativa y un efecto de aquello, por lo tanto se busca sanar las causas de fondo, y no la
consecuencia.

2.- Cuando las mujeres encuentran un espacio donde pueden ser ellas mismas,
desahogarse, conversar, hablar, gritar, etc. inician un proceso de redescubrimiento, en
donde se dan cuenta que la careta ya no les sirve, y que tienen elementos positivos y
negativos como todas las personas. Sólo entonces se da el primer paso para iniciar el
proceso real de rehabilitación. APOGEN permite este redescubrimiento y se convierte en el
principal apoyo para muchas de ellas.
3.- La familia ocupa un rol importante en el modelo desarrollado por APOGEN,
ejerciendo las tutorías y el acompañamiento necesario dentro del proceso de rehabilitación,
pero esto no quiere decir que las mujeres no puedan salir por sí solas del consumo, vale
decir, la familia puede ser un gran facilitador u obstaculizador del proceso, pero
siempre la última en decidir, es la propia mujer. Por ello, sólo propiciando un modelo
con dichas características, vale decir sin una familia participando del proceso de
rehabilitación, entonces recién se sabrá con certeza los resultados de un modelo con este
perfil.

4.- Resulta interesante que en el proceso terapéutico sean las propias mujeres las que
toman las decisiones, pues sólo así se logra el “Hacerse cargo”, pues ya no existen otros
(familiares, profesionales, etc.) decidiendo por ellas, quedándose en consecuencias con
nadie a quien culpar. Sin embargo, el equipo de trabajo y la familia deben estar preparados
para eventos como recaídas, fugas, etc. cuestión que en APOGEN aún se debe trabajar más
en el contexto familiar, para que las tutorías no decaigan.

5.- Al considerar a la familia dentro de éste modelo de intervención, resulta necesario


generar un apoyo psicosocial más sistemático al núcleo familiar o algunos de sus
miembros, APOGEN ha trabajado en ello, pero se deben hacer mayores esfuerzos para
lograr la integralidad del proceso de intervención.

6.- El considerar a los hijos dentro del proceso de rehabilitación en Comunidad parece
ser muy valorado por las usuarias y por el equipo en general, y sin duda facilita el ingreso
sin culpas y se convierte en un estímulo importante para sencillamente hacerlo, sin embargo
se debe velar porque el cuidado de los niños no distraiga a la madre de su tratamiento,
contando para ello con personal especializado tanto en el cuidado como en la formación y
tratamiento de éstos niños/as.

7.- Es importante considera el tiempo de tratamiento como un contínuo, en donde la


etapa residencial es la parte más intensa o principal, pero una vez en seguimiento el vínculo
no tiene por qué perderse y no se descarta un posible re ingreso, pues romper el círculo de
consumo no es una tarea fácil, y en muchos casos no pasa por el tiempo, sino más bien por
cumplir metas y alcanzar ciertos logros.

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