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LAS SETENTA (70) SEMANAS DE DANIEL 9

Por: Edgar Rivera (mifs@coqui.net)

Después de haber recibido la visión que se encuentra registrada en


el capitulo 8, Daniel dirigió su interés a los escritos del profeta
Jeremías <<quien había predicho solo 70 años de cautividad para el
pueblo de Dios (Jeremías 29:10)>>, a fin de comprender mejor el
propósito que Dios perseguía con ese cautiverio. A causa de las
transgresiones de los judíos, Dios había permitido que fuesen
llevados en cautividad, y ahora le parecía a Daniel que las
continuas faltas de su pueblo determinarían una extensión de los
70 años. De modo que se dirigió a Dios en oración, pidiendo perdón
en favor de su pueblo. Ferviente y elocuentemente le rogó a Dios
que restaurase a su pueblo y la ciudad de Jerusalén, y que no
retardase su promesa de liberación (véase Daniel 9:1-19.) Y lo que
ocurrió lo leemos en el resto del capitulo:

20 “Aun estaba hablando, y orando, y confesando mi pecado y el


pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de
Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;

21 Aun estaba hablando en oración, y aquel varón Gabriel, al cual


había visto en visión al principio, volando con presteza, me tocó
como á la hora del sacrificio de la tarde.

22 É hízome entender, y habló conmigo, y dijo: Daniel, ahora he


salido para hacerte entender la declaración.

23 Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para


enseñártela, porque tú eres varón de deseos. Entiende pues la
palabra, y entiende la visión.

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu


santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y
expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la
visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

25 Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para


restaurar y edificar á Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas; tornaráse á edificar la
plaza y el muro en tiempos angustiosos.

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26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, y no por sí: y el pueblo de un príncipe que ha de venir,
destruirá á la ciudad y el santuario; con inundación será el fin de
ella, y hasta el fin de la guerra será talada con asolamientos.

27 Y en otra semana confirmará el pacto á muchos, y á la mitad de


la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda: después con la
muchedumbre de las abominaciones será el desolar, y esto hasta
una entera consumación; y derramaráse la ya determinada sobre el
pueblo asolado.”

Se Anuncia de Antemano la Fecha de la Crucifixión

Cuando nuestro Señor Jesucristo se dirigió a las aldeas de Galilea,


electrizó a las gentes con su dramático mensaje: “El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca” (S. Mateo 1:15).

Queremos saber: ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras: “El
tiempo se ha cumplido”? ¿Qué quiso decir San Pablo cuando
escribió: “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su
Hijo, nacido de mujer” (Gálatas 4:4)? ¿Y a qué se refería San
Pablo cuando, al hablar de la vida nueva y eterna que Dios nos ha
prometido, dijo: “Prometida desde la eternidad…y que el tiempo
oportuno ha manifestado su Palabra...” (Tito 1:2,3)?

Jesús y San Pablo eran consientes de que Dios había señalado el


momento y sabían que este ya había llegado. El ángel Gabriel había
anunciado ese tiempo señalado en la predicción asombrosamente
exacta que le dio a Daniel al concluir el capitulo 9.

Con más de 500 años de anticipación la osada profecía había


predicho el año exacto cuando Jesús sería bautizado, y también
cuándo sería crucificado. Más aun, explica para qué iba a venir
Cristo. Vendría para cumplir la alianza concertada con su pueblo.
Vendría a morir para poner fin al pecado e introducir la justicia
eterna.

Pero no nos adelantemos. Avancemos cuidadosamente, paso a


paso.

Nexo Entre Daniel 8 y 9


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Cuando los Medo-Persas conquistaron a Babilonia, Daniel retuvo
un alto cargo en el nuevo gobierno. Habían pasado años (en
realidad unos 13 años más o menos [551-538 a. C.]) desde que él
tuviera la visión registrada en el capitulo 8, la cual predecía en
largo período durante el cual el pueblo de Dios y su santuario
serían hollados. Si recordamos, el capitulo 8 termina de la siguiente
manera: “La visión de las tardes y mañanas (días) que se ha
referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para
muchos días. Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo
algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey;
Pero estaba espantado a causa de la visión y no la entendía”
(Daniel 8:26,27).

Cuando Gabriel apareció, Daniel reconoció que era la misma


persona “a quien había visto en la visión al principio”,
refiriéndose a la visión del capitulo 8. La frase introductiva de
Gabriel fue: “Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y
entendimiento”. Después de congratular a Daniel diciéndole que
era “muy amado” añadió: “Entiende pues la orden, y entiende
la visión”.

A Gabriel se la había dado este cometido: “Gabriel, enseña a este


la visión” (Daniel 8:16). Este le había explicado todo, menos el
versículo 14, con su referencia a la purificación del santuario y los
2,300 días (al menos Daniel no había comprendido parte de la
visión, como termina diciendo en el capitulo 8). Estoy seguro que a
Daniel lo que lo tenía perplejo eran los 2,300 días. ¿Serían días
literales (como me imagino que él quisiesen que fuesen), o eran
simbólicos como los otros asuntos mencionados en Daniel 8:13-14
y como los de Ezequiel 4:6? Y si eran 2,300 años, ¿quería decir Dios
que los servicios del continuo (tamid) en Jerusalén no se
restablecerían hasta que hubiesen pasado 2,300 años? Y si esto era
así, ¿qué pasaba con la profecía de Jeremías acerca de los 70 años?
¿Sería que Dios había extendido, por los pecados, el castigo, la
opresión, y el cautiverio a su pueblo? Sin duda, basados en la
oración del capitulo 9:1-19, que esto era lo que le daba vueltas en la
cabeza a Daniel. Realmente le preocupaba el cálculo del tiempo.

Gabriel comenzó su explicación con una declaración relativa al


tiempo: “Setenta semanas están determinadas [fijadas,
separadas, descontadas, cortadas] sobre tu pueblo y sobre tu
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santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al
pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia
perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de
los santos” (vers. 24).

Por supuesto, son 70 semanas de años. ¿Pero cuál es la evidencia


bíblica para decir que en la profecía simbólica un día representa un
año? Primeramente tenemos a Números 14:34: “Conforme al
numero de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis
la tierra, llevareis vuestras iniquidades cuarenta años, UN
AÑO POR CADA DIA”. Ezequiel 4:4-6 dice: “El numero de los días
que duermas sobre él, llevaras sobre ti la maldad de ellos. Yo
te he dado los años de su maldad por el numero de los días;
…DIA POR AÑO TE LO HE DADO”.

Los judíos y los cristianos lo han aplicado así durante siglos.


Clemente de Alejandría (siglos II y III d. C.), un padre de la iglesia,
aplicó el principio de día por año a las 70 semanas de Daniel 9, tal
como lo han hecho la mayoría de los eruditos durante las edades,
judíos y gentiles. Uno de los más grandes eruditos hebreos, Rashi
(1040-1105 d. C.), tradujo Daniel 8:14 como: “Y él me dijo, hasta
dos mil y trescientos años”. Hay muchos otros versículos bíblicos
que podemos usar para probar esto. Pero vemos que es
suficientemente lógico comprobarlo con el mismo Daniel 9. Cuando
se declara que “desde la salida de la orden para restaurar y edificar
a Jerusalén hasta el Mesías” habría 69 semanas (7+62). Incluso si
alguien argumenta a favor de una fecha con una diferencia de 50
años en relación con el 457 a. C. para el mandato de reconstruir a
Jerusalén, todavía quedan 400 años entre esa fecha y la venida de
Jesús, “el Mesías Príncipe”. Si las 69 semanas son literales,
entonces desde la orden para restaurar a Jerusalén(siglo V a. C.)
hasta el Mesías (Siglo I d. C.) habrían sido 69 semanas, o sea, un
año, cuatro meses, y una semana. ¡Esto es ridículo! ¿No? El
principio día por año debe aplicarse aquí; si no se hace, la profecía
no tiene sentido.
Quizá la mayor prueba de la validez del principio día por año y su
aplicación en Daniel 9 es que funciona. ¿Será una coincidencia el
que si se le aplica el principio a las 69 semanas, se obtiene un
periodo de tiempo que se ajusta a los eventos mencionados en el
versículo? Si usted no usa el principio, la profecía no tiene sentido;
si lo usa, la profecía funciona perfectamente. Ese punto por si solo,
irrefutablemente comprueba la validez del principio día por año.
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Estos 490 días/años habían sido “fijadas”, según la Biblia de
Jerusalén; “determinadas”, según la versión Reina Valera. La
palabra hebrea correspondiente es “jathak” o “chatak”. Es una de
esas palabras que aparecen solo una vez en las Escrituras, pero
aparece en muchas ocasiones en la Mishnah, un comentario bíblico
judío compilado en los primeros siglos de nuestra era. Aunque no
es idéntico al Hebreo bíblico, el hebreo de la Mishnah es similar, y
de las 12 veces que utiliza el verbo “chatak”, diez veces se refiere a
cortar partes de los animales de acuerdo con las leyes de nutrición.
De las 19 veces que se utiliza en forma de sustantivo, solo una vez
se usa para dar la idea de un decreto. Las otras 18 veces significa
“aquello que es cortado”. La Concordancia de Strong declaran
que su raíz es “cortar”. La Traducción de Whiting (en ingles) la
traduce como “cortada”. Gesenius, el lexicógrafo de hebreo, la
define como “cortar”. El diccionario Caldeo-Rabínico de Stocius, la
define como “cortar, cortar en pedazos, cortar o grabar, cortar para
arrancar, amputar”. La versión más antigua de la Vulgata y la
Septuaginta define el verbo como “cortar”. La versión griega de
Daniel por Teodosio, la presenta como “cortada”. Bueno, creo que es
suficiente: la traducción más correcta y exacta es “cortadas”
en vez de “determinadas”.

El tiempo profético de las 70 semanas ha sido cortado, o sea, ha


sido separado de algo, y el único algo posible debe ser la profecía
más abarcante, la profecía de los 2,300 días/años de la visión
previa. Gabriel comenzó su explicación anunciando que 490 años
serían “cortados” o “amputados” del periodo más largo. Así de
sencillo es el asunto.

Pero vamos al meollo del asunto, las 70 semanas(490 años), que es


lo que nos interesa en este estudio.

“Setenta semanas” o 490 días/años, serían dados a los judíos a


fin de cumplir el propósito de Dios para el hombre y “traer
justicia”, pero, por otro lado, los judíos llenarían la copa de su
rebeldía, y al cabo de ese lapso habría terminado para ellos, como
pueblo, su periodo de oportunidad (vean que dije como pueblo,
pueblo escogido; no como individuos).

Las Setenta Semanas Fraccionadas

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En primer lugar tenemos que tomar nota en los versículos 25 al 27
Gabriel divide las 70 semanas en tres segmentos desiguales de: 7
semanas (49 años), 62 semanas (434 años), y una semanas (7
años). Más aun, subdivide la ultima semana(7 años) en dos mitades
de 3 años y medio cada una.

El Comienzo de las Setenta Semanas

“Sabe, pues, y entienda, que desde la salida de la orden para


restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe,
habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a
edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”
(Daniel 9:25).

O sea, si encontramos el tiempo exacto cuando se decretó esta


orden, también encontraremos el tiempo exacto en que comenzaron
las 70 semanas. Sí, en efecto tenemos que examinar 3 decretos,
preservados para nosotros por Esdras, el escriba.
1) El primero de estos decretos, promulgado en el año 538 a. C. (o
posiblemente en el 537) por Ciro El Grande, autorizaba la
reubicación de los cautivos judíos en su tierra, y los facultaba
para construir “una casa en Jerusalén” en honor a su Dios
(Esdras 1:2-4). En relación con este decreto Ciro devolvió los
utensilios sagrados que Nabuconodosor había llevado a
Babilonia y que Beltsasar había usado en forma blasfema y
profana para beber en ellos la noche en que Ciro lo derrotó,
apenas un año o dos antes de este decreto. Unos cincuenta mil
judíos regresaron a Palestina en curso de un año. Tuvieron que
enfrentar una firme oposición de los habitantes no judíos de la
región. La información que nos proporciona el libro de Esdras y
Nehemías parecen noticias actuales del Medio Oriente. Frente a
esta oposición, la reconstrucción del templo se prolongó (véase
Esdras Capítulos 2 - 5).

2) El segundo de estos decretos fue promulgado en torno al año


519 a. C. por Darío I Histaspes (no confundir con Darío El
Medo). Poco después que Darío comenzara a reinar, recibió una
carta en la que se le solicitaba que confirmara el decreto original
promulgado por Ciro. Darío ordenó que se hiciera una prolija
búsqueda en los archivos de Babilonia y Ectabana, y cuando le
llegó un memorando oficial mediante el cual se le comunicaba
que el decreto por fin había sido encontrado (Esdras 6:1-5), y con
6
profunda satisfacción emitió la confirmación solicitada (Esdras
6:6-12).

3) El tercer decreto fue promulgado por Artajerjes I Langimano.


Desde el punto de vista de la importancia, este tercer decreto
(Esdras 7:11-26) era superior a los primeros dos, porque
encargaba a Esdras el nombramiento de magistrados y jueces
con plena autoridad política y religiosa para tratar casos bajo las
leyes judaicas y persas, y para imponer castigos, aun la pena
capital. Decía Artajerjes: “Y tú, Esdras, conforme a la
sabiduría que tienes de tu Dios, pon jueces y gobernadores
que gobiernen a todo el pueblo que está al otro lado del río
[Transeufratina, al otro lado del Eufrates], a todos los que
conocen las leyes de tu Dios; y al que no las conoce, le
enseñarás. Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios,
y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a
destierro, a pena de multa, o prisión” (Esdras 7: 25, 26).

Este tercer decreto, el séptimo año de Artajerjes, es el que le dio


renacimiento legal a Jerusalén. Fue el tercer decreto que autorizaba
el nombramiento de magistrados y jueces, y en particular,
restablecía la ley judía como base del gobierno local, el que hizo
posible la restauración de Jerusalén como capital. Por lo tanto, fue
ese tercer decreto el que Gabriel tenía en mente cuando se refirió a
“la orden de volver a construir a Jerusalén”.

Ahora bien, ¿Se puede encontrar la fecha de ese decreto? Sin duda
alguna. Esdras puso en ejecución algún tiempo después de su
llegada a Palestina en el quinto mes del séptimo año del reinado de
Artajerjes. Puesto que los años judíos se computaban de primavera
a primavera, el quinto mes de la antigua Jerusalén caía en algún
momento entre mediados de julio y mediados de septiembre de
nuestro calendario (dependiendo de la ubicación del Año Nuevo en
un año dado). El quinto mes del séptimo año cayó a fines del verano
o comienzo del otoño [del hemisferio norte, primavera del hemisferio
sur, o en otras palabras el tercer trimestre del año] del año 457 a.
C., y el decreto se puso en vigor poco después.

Así que ya tenemos la fecha del comienzo de las 70 semanas: El


otoño del año 457 a. C.

7
Teniendo ya firme esta ancla, es sencillo calcular cada una de las
otras fechas (sí pudiéramos hacer un diagrama, lo visualizaríamos
mucho mejor).

“Habrá siete semanas” (49 años) a partir del 457 a. C., nos lleva
al 408 a. C.. Algunos interpretes dan especial importancia al
periodo de “siete semanas”, o 49 años, pues afirman que representa
el tiempo durante el cual se completaría la construcción de la plaza
y del muro. Puede ser que sea así; sin embargo, la información
histórica de este periodo es muy escasa. Se sabe poco de las
condiciones existentes en Jerusalén desde el tiempo de Artajerjes
hasta el de Alejandro. Lo que puede saberse en base a la Biblia y los
documentos históricos es fragmentario.

El Mesías Príncipe

“Y sesenta y dos semanas” (434 años) desde el 408 a. C. (o al 457


a. C. contar 483 años [7 semanas + 62 semanas x 7]) “hasta el
Mesías Príncipe. Esto nos lleva al año 27 de Cristo (recordemos
que en la escala del año calendario no existe el año 0). Este es
justamente el tiempo cuando Cristo, “siendo como de treinta
años” (S. Lucas 3:23), fue bautizado. Jesús es Dios, e Hijo de Dios;
por lo tanto, es un Príncipe prominente. El Príncipe Jesús
técnicamente llegó a ser el Mesías en ocasión de su bautismo. La
palabra hebrea “Mesías” significa “Ungido”. Jesús que era a la vez
Rey, Sacerdote, y Profeta, fue ungido por Dios en ocasión de su
bautismo en el río Jordán, cuando el Espíritu Santo descendió
sobre él en forma de paloma (S. Lucas 3:21, 22; Hechos 10:37, 38).
Uno de los discípulos de Juan el Bautista pronto buscó a su
hermano Pedro y le dijo con convicción: “Hemos encontrado al
Mesías” (S. Juan 1:41, 42). Poco después, mientras predicaba en la
sinagoga de Nazaret, Jesús se aplicó a sí mismo la profecía
mesiánica de Isaías 61:1, 2: “El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; A
poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable
del Señor.” (S. Lucas 4:18, 19).

Jesús, El Que Puso Fin a los Sacrificios

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Gabriel sigue diciendo: “Y después de las sesenta y dos semanas
[después del año 27d.C.] se quitará la vida al Mesías, mas no
por sí” (Daniel 9:26). Él “confirmará el pacto con muchos; a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”
(vers. 27).

Históricamente, los judíos (bajo el sistema Romano) “quitaron la


vida” al “Mesías”. A él le fue quitada la vida después de la “semana
sesenta y nueve”, que terminaron en el año 27 de nuestra era. De
hecho, como dice el versículo 27, la muerte del Mesías ocurrió “a la
mitad de la semana” [la setenta]. La mitad de la semana ocurrió
en la primavera (hemisferio norte, o más o menos para finales del
primer trimestre del año o comienzo del segundo) del año 31 d. C,
exactamente tres años y medio después que Jesús comenzó su
ministerio publico.

También “a la mitad de la semana” Cristo hizo “cesar el


sacrificio y la ofrenda”, tal como dijo el ángel a Daniel. Cuando
Cristo fue crucificado en la primavera del 31d.C. “el velo del
templo (en Jerusalén) se rasgó en dos, de arriba a abajo” (S.
Mateo 27:51).

A través de este velo, el hombre no tenía acceso al departamento


más sagrado del templo, “el Lugar Santísimo”. Solamente al Sumo
Sacerdote le estaba permitido ver más allá del velo, y esto
solamente una vez al año, en el día de la Expiación (véase Levítico
16:2, 34).

Algo sobrenatural desgarró este velo por la mitad “desde arriba”,


no desde abajo, como cualquier ser humano habría hecho. Con
esto, el más sagrado de todos los lugares judíos había sido
profanado, expuesto a la vista de todo el mundo. Era señal del cielo
de que Dios consideraba el sistema de sacrificios como algo
terminado para siempre. El Cordero de Dios había muerto, y este
sacrificio eterno tomó el lugar de los sacrificios terrenales (véase 1
S. Pedro 1:19; Hebreos 9:8-15; 10:9, 10; 17-20).

El sacrificio de animales en el templo y la ofrenda (relacionada al


sistema de sacrificios y ceremonias) ya no tenía importancia
después de la muerte de Cristo, el Mesías. Dios tenía un nuevo y
mejor método de ilustrar la salvación: a través de la ofrenda

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perfecta del cuerpo de Cristo “hecha una vez para siempre”
(véase Hebreos 10:10, 19-20).

¿Dónde Termina la Ultima Semana?

Con todo, aún “setenta semanas (490 años) están determinadas


(o cortadas) sobre tu pueblo (los judíos) y sobre tu santa ciudad
(Jerusalén)”. Ahora tenemos que ver dónde termina la última
semana en la historia.

De acuerdo con las Sagradas Escrituras, esta semana final (siete


años) empezó en el otoño del año 27 d. C.. Este periodo de 7 años
habría de terminar en el otoño del año 34 d. C. Exactamente en “la
mitad de la semana” fue crucificado el Mesías y el velo del templo
se rasgó. Esto es, en la primavera del año 31 d. C. ¿Podríamos
encontrar algún hecho histórico significativo, ocurrido en el otoño
del año 34 d. C., que marque el fin de este periodo de las 70
semanas?

Un estudio de Hechos 6 al 8 nos presenta la muerte de Esteban a


manos del Sanedrín. Su muerte hizo que los esfuerzos misioneros
de los cristianos primitivos dejaran de llevarse a cabo sólo en favor
de los judíos y se hicieran ahora mayormente en favor de los
gentiles. De hecho, como resultado de la muerte de Esteban
(Hechos 7:57-60) surgió una gran persecución “contra la iglesia
que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las
tierras de Judea y de Samaria” (Hechos 8:1. Véase también
Hechos 11:19).

La persecución hizo que los primeros cristianos dejaran de trabajar


exclusivamente en favor de los judíos en Jerusalén. Pero, además,
les obligó a trabajar por los gentiles en Judea, Samaria, y más allá.
“Esteban marca por lo tanto la transición del cristianismo judío al
cristianismo gentil… La persecución que siguió a su martirio produjo
también la dispersión de los discípulos, y esto logró que el Evangelio
fuera llevado a los samaritanos y más tarde a los gentiles”
(Westmister Dictionary of the Bible, pag. 906).

¡Cuan significativo es que la muerte de Esteban ocurriera durante


el año 34 d. C. (véase Uger's Bible Dictionary, edición de 1966, pag.
1046) tal como Dios lo había predicho! La muerte de Esteban marca
el fin del reinado de Israel como pueblo especial de Dios (véase
10
Romanos 11:7, 11, 19, 32), y marca también el fin de las 70
semanas mencionadas en la profecía de Daniel.

Obsérvense todos los detalles proféticos que se cumplieron durante


la “semana” que siguió a la aparición del “Mesías Príncipe”, al final
de las sesenta y nueve semanas. Nótese cómo esto completó las
“setenta semanas” que estaban “determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad” (Daniel 9:24).

1. “Para terminar la prevaricación”. Durante siglos Dios soportó a


los rebeldes israelitas. Ahora, con la crucifixión su Hijo y la
persecución inmisericorde contra la iglesia cristiana desde el
apedreamiento de Esteban, ellos habían colmado la copa de
iniquidad. Les dio la espalda como pueblo escogido, aunque, por
supuesto, no como individuos.

2. “Y poner fin al pecado”. La palabra hebrea que se emplea aquí


para pecado es “chatta'th”. En varios manuscritos se encuentra
traducida 135 veces como “ofrenda por el pecado”. “Y poner fin [a
la ofrenda por el pecado]” probablemente se refiere al fin, a la
vista de Dios, del sistema ceremonial de sacrificios y de ofrendas
por el pecado. Esto termino cuando el Mesías, el verdadero
Cordero de Dios, murió en la cruz y la cortina del templo fue
rasgada por manos invisibles.

3. “Y expiar la iniquidad”. Evidentemente esto se refiere al acto de


reconciliación que realizó Cristo en la cruz.

4. “Para traer la justicia perdurable”. La muerte de Cristo no


solamente borra los pecados de los que aceptan su sacrificio,
sino que además, provee justicia para ellos (Filipenses 3:9).

5. “Y sellar la visión y la profecía”. “Y sellar” significa confirmar o


ratificar la validez del periodo de tiempo. Este periodo comenzó
en el año 457 a. C. (fechas de la publicación del decreto), y
continuó hasta el año 27 d. C.(en que el Mesías comenzó su
ministerio), hasta el año d. C. (fecha en que murió el Mesías) y se
completó en el año 34 d. C. (en ocasión de la muerte de Esteban
la cual marcó el final de la nación judía como pueblo escogido de
Dios). Estas fechas cumplen tan exactamente la profecía, que
podemos ver estampado el sello de Dios y la marca de su
aprobación en ellas. La profecía de las 70 semanas es autentica,
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y la interpretación, correcta. Digna de confianza, como todo lo
que hace Dios.

Pruebas Adicionales

Cerca del fin de la profecía de las 70 semanas Dios (por medio de su


ángel) habló a Daniel acerca de un importante acontecimiento que
habría de ocurrir poco después del fin del periodo de la profecía.
Este evento habría de convencer a los judíos de que Dios los había
rechazado como su pueblo especial. Dijo: “Y el pueblo [ejercito] de
un príncipe que ha de venir [un príncipe que habría de venir
después que fuera muerto el Mesías] destruirá la ciudad y el
santuario; y su fin será con inundación” (Daniel 9:26).

Años más tarde Cristo previno a los cristianos acerca de este


acontecimiento (véase S. Mateo 24:15-20). Ocurrió en el año 70
d.C. Los ejércitos romanos, comandados por Tito, sitiaron la ciudad
de Jerusalén, la destruyeron, y aun araron la tierra. Dios permitió
esta aniquilación para convencer a Israel de que este no volvería a
ser jamas su pueblo especial. Esto sirvió, además, para suspender
permanentemente los servicios del templo terrenal. Se demostraba
así que no era plan de Dios que continuara este método simbólico
de quitar el pecado de los pecadores que, durante los siglos, solo
había servido (o por lo menos se suponía) para dirigir la atención de
los hombres hacia el Mesías venidero.

¿No es ésta una solución más lógica y aceptable (y bíblica) para la


profecía de las setenta semanas? ¿Por qué cortar este periodo en
dos partes separadas por 2000 años y tratar de forzar la aritmética
para que las fechas coincidan bien? ¿Y por qué tratar de dividir la
segunda venida de Cristo en dos partes separadas por siete años,
una enseñanza que no está confirmada con la Biblia?

Que Dios les Bendiga.

Edgar Rivera

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