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Tácito. Libro XII.66 a 69.

1. En estos fragmentos Tácito narra cómo Agripina trama el


envenenamiento de su esposo Claudio y como tras ello Nerón, hijo
adoptivo del emperador, es presentado y aclamado como emperador.

2. Tácito da alguna precisión de tiempo y lugar. Narciso (liberto de la


corte de Claudio) marchó a Sinuesa para tomar los baños. Se nos
precisa que la muerte de Claudio y la presentación de Nerón por
parte de Agripina fue el día 13 de Octubre al mediodía. Por lo que
respecta a las fuentes de su relato, Tácito habla de unos
“historiadores” que no precisa y de forma aún más imprecisa dice
“cuentan que algunos…”. No hay más información sobre las fuentes
del relato que por otra parte está redactado como narrador
omnisciente en tercera persona. No hay descripción física de
personas, objetos o lugares. Tan sólo se entra en detalles de las
características y propiedades del veneno a utilizar, modo de empleo,
síntomas de Claudio al ser envenenado, tratamiento de Claudio en su
envenenamiento, litera de Nerón para desplazarse.

3. En estos tres pasajes la figura por excelencia es la de Agripina:


intrigante (“tiempo atrás estaba decidida al crimen”), con ayuda de
servidores, libertos, eunucos, médicos y criminales (Locusta, Haloto,
Jenofonte), inteligente (busca un veneno lento que no la delate, lo
mezcla con una seta), falsa y con doblez (“aparentando buscar
consuelo”, “entreteniéndole con mañas”), creyente en adivinos
caldeos, calculadora y sagaz en sus movimientos políticos (oculta el
testamento de Claudio para no excitar los ánimos de la plebe). Y
además, esta Agripina parece que pretende imitar a otra “gran
mujer”, su bisabuela Livia, esposa de Augusto. Todo ello para lograr
que su hijo Nerón fuera el elegido para emperador por delante de su
hermanastro Británico, mayor que él y legítimo heredero de Claudio.

4. Suetonio, libro XII, 8 viene a contarnos también los detalles del


ascenso de Nerón al imperio, pero con algunos detalles nuevos y más
precisos que Tácito. Sabemos por Suetonio que Nerón contaba con 16
años cuando murió Claudio y que fue presentado a la guardia en una
hora concreta (sexta y séptima=mediodía) porque se estaba

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esperando el beneplácito de los adivinos (tal como también cuenta
Tácito). Se especifica que fue aclamado en las gradas del palacio,
mientras que Tácito hace que esta acción ocurra dentro del palacio
cuando Agripina abre las puertas del palacio, siendo Burro y los
pretorianos de guardia los primeros en aclamarle como emperador a
instancias del prefecto (Burro). Coinciden ambos autores que tras ello
fue llevado en litera a los cuarteles de la guardia pretoriana y tras
ello, Suetonio dice que fue a la Curia que abandonó al amanecer,
mientras que Tácito sólo dice que tras la proclamación de los
soldados “siguió la decisión del Senado” y la ausencia de dudas en
las provincias. Respecto de Tácito ahora sabemos más precisamente
la hora de proclamación y el día tan agitado de Nerón, que acabó en
el Senado al amanecer del día siguiente. Nada dice Suetonio del
envenenamiento, tan solo “cuando se hizo pública la muerte de
Claudio”.

Tácito. Libro XIII.2 a 3.

1. En estos fragmentos Tácito pone de relieve el papel moderador que


sobre Nerón tenían sus dos mentores Burro y Séneca y se refiere el
discurso que Nerón hizo en el funeral de Claudio.

2. Tácito sigue narrando de forma omnisciente en tercera persona. No


hay indicación de fuente concreta. Todo se resuelve en frases vagas
como “Y ya se iba sin más…” y en referencias a decretos o decisiones
políticas de las que cabe pensar que hubo en su época
documentación (“…se le adjudicaron por el Senado…”, “…al tiempo
se decretó”). Como marca temporal sólo sabemos que Nerón acude,
el día del funeral de Claudio, a pronunciar el elogio.

3. Suetonio VI, 9. Nos habla también, aunque de forma muy escueta,


de que Nerón pronunció el discurso funeral de Claudio y lo divinizó.
En Tácito encontramos en este caso mucha información sobre este
discurso, su contenido y las reacciones al mismo de los senadores.
Nos dice que fue escrito por Séneca, y a pesar de ello, fue causa de
risas cuando Nerón alabó sus cualidades de prudencia y sabiduría.
Pero lo más interesante es la valoración negativa para los senadores

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del hecho de que no fuera el mismo Nerón el autor del elogio fúnebre.
Estos viejos recuerdan como todos los emperadores anteriores a
Nerón, cada uno en su propio estilo, fueron capaces de realizar
buenos discursos, incluso el tartamudo Claudio. Mientras Tácito nos
habla de los dos mentores de Nerón (Burro y Séneca) y de las
virtudes complementarias de cada uno de ellos, poder compartido y
autoridad equivalente; ambos con el fin de controlar y encauzar la
“juventud deleznable” del príncipe. Asimismo se hace notar que
ambos estaban enfrentados con Agripina y su ferocidad y su afán de
control de todas las actividades de Nerón. Suetonio (VI,1-7) nos
cuenta por extenso la infancia y orígenes familiares de Nerón pero es
muy escueto en sus relaciones docentes con el filósofo estoico. En
Suetonio (VI,6) sabremos que a los doce años de edad fue
encomendado a Séneca para su instrucción y que éste había soñado
la anterior noche que iba a dar clase a Gayo César (Calígula),
interpretándolo Nerón como una señal de que iba a ser emperador en
breve, un segundo Calígula.

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