You are on page 1of 40

en la escuela de las

e s cr i t v ra s NUMERO 3 - MAYO de 2011

YO VOY A ABRIR SUS


TUMBAS Y LOS HARÉ
SALIR DE ELLAS
MUERTE Y RESURRECCION
En la escuela de las Escrituras 1
SUMARIO

5 ¡Eres polvo y al polvo volverás!


La tradición bíblica afirma que Dios crea al
hombre como un ser perecedero con una
existencia limitada. Pero también reconoce
a Dios como Señor de los vivientes y la
muerte como un alejamiento de él. Hay, por
tanto, distintos aspectos comprendidos en la
reflexión bíblica sobre la muerte.

LAS SANTAS MUJERES EN EL SEPULCRO. Obra de W.


Bouguereau.

13 Cuando YHWH los haga salir de


sus tumbas
en la e s cuela de las La confianza en la fidelidad de Dios a su
Alianza contribuyó a que fuera surgiendo la

escritvras esperanza de la resurrección.

Redacción y diseño: fray Domingo Cosenza OP

Esta publicación electrónica ha sido realizada


para ser compartida en las redes sociales. Por
eso está totalmente permitida su reproducción
total o parcial por cualquier medio. 20 ¡Ha resucitado el Señor!
Está disponible para ser descargada en el sitio:
El movimiento de Jesús no se detuvo con
su muerte, sino que resurgió a partir de la
www.scribd.com/domingocosenza convicción de que Dios lo resucitó de entre
los muertos.

2 En la escuela de las Escrituras


¿LA ESCRITURA ENSEÑA LA
RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS?
En su Credo el cristiano profesa: «Creo en la otro» (Josefo, Guerra Judía II,163). Y la Misná es
resurrección de la carne». Y el judío reza en su terminante al declarar: «no tiene parte en la vida
oración diaria: futura el que dice: no hay resurrección de los
muertos según la Torah» (Sanhedrín X,1).
«Tú mantienes a los vivos con amor y das vida ¿Es tan clara la enseñanza de la Torah? A
a los muertos con inmensa misericordia. Tú pesar de que tanto Jesús (Lc 20,37) como Rabí
sostienes a los vacilantes, curas a los enfermos, Simay (Sanhedrín 90b) afirmaban la resurrección
liberas a los encarcelados, guardas tu fidelidad mediante el ejemplo de los Patriarcas, basándo-
a los que duermen bajo la tierra. ¿Quién es se en el libro del Exodo (Ex 3,14 y 6,4), el rabino
como tú, hacedor de obras poderosas? ¿Quién reconocía que se trataba más de una intuición
se asemeja a ti? ¡Oh Rey que otorgas la muerte que de una clara demostración: «No hay ningu-
y concedes la vida y haces florecer la salvación! na sección en donde no ésté la resurrección de
Tú eres fiel dando vida a los muertos. ¡Bendito los muertos, pero nosotros no tenemos la fuerza
eres tú, Adonai, que resucitas a los muertos!» para manifestarla por la exégesis» (Sifré c/Dt
(cf. ‘Amidá, Guevurot). 32,2 Pisq.306).
La historia del desarrollo de esta intuición
¿Cómo ha surgido esta confianza? Los fariseos es el tema de estudio de las siguientes páginas.
se distinguían de los saduceos por pensar que
«las almas de los buenos pasan de un cuerpo a Fray Domingo Cosenza OP

En la escuela de las Escrituras 3


«YHWH sabe de qué estamos plasmados, se acuerda de que somos polvo.
¡El hombre! Como la hierba son sus días, como la flor del campo, así florece; pasa por él un soplo, y
ya no existe, ni el lugar donde estuvo vuelve a conocerle.
Mas el amor de YHWH desde siempre hasta siempre para los que le temen, y su justicia para los
hijos de sus hijos, para aquellos que guardan su Alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos»

Salmo 103,14-18

4 En la escuela de las Escrituras


VIDA Y MUERTE EN LA BIBLIA

¡ERES POLVO
Y AL POLVO
VOLVERÁS!
Dentro de la tradición bíblica se percibe la muerte
como una realidad ambigua. Por un lado se afirma que
Dios crea al hombre como un ser perecedero, con una
existencia limitada. Pero también se reconoce a Dios
como Señor de los vivientes y la muerte como un
alejamiento de él. Se hace necesario entonces
considerar detenidamente los distintos aspectos
comprendidos en la reflexión bíblica sobre la muerte.

D
esde antiguo las diversas culturas se han esforzado para res-
ponder a los grandes interrogantes del ser humano: ¿qué es el
hombre y cuál su destino?; ¿cómo comprender el trabajo, la
atracción entre varón y mujer, el nacimiento de los hijos?;
¿quién preside a las fuerzas presentes en el mundo, haciendo que le obe-
dezcan los demás seres?; ¿cómo comprender los azotes que se abaten
sobre los hombres, como la sequía, el hambre, las enfermedades, las inun-
daciones? Pero, especialmente, ¿cómo explicar la muerte, a la que ningún
ser humano puede sustraerse?
El pensamiento religioso no se ha desarrollado al margen de estos
interrogantes. Al contrario, el descubrimiento de lo sagrado permitió a la
mente humana «captar la diferencia que existe entre lo que se revela a sí
mismo como real, poderoso, rico y significativo, y lo que no, es decir, el
flujo caótico y peligroso de las cosas y sus apariciones y desapariciones
fortuitas y carentes de sentido» (Mircea Eliade, La búsqueda, Barcelona
2000, p. 7-8). Y en este proceso las condiciones de vida de cada pueblo
tuvieron una influencia decisiva en la configuración de sus respectivas
creencias religiosas.
En Egipto, la fertilización natural de la tierra, realizada año tras año
gracias a la puntual crecida del Nilo, hacía que en ninguna parte fuese
tan clara la línea de separación entre las tierras fértiles y el desierto, entre
la vida y la muerte. Por eso ningún otro pueblo incorporó tan profunda-
mente como los egipcios la muerte y el más allá en sus ideas. Además, los
habitantes del país sabían que cada día el sol conocía su ocaso, pero ven-
cía finalmente a los poderes de la noche, y volvía a nacer por la mañana.
Así el curso solar llegó a representar el modelo ejemplar del destino hu-
mano: paso de un modo de ser a otro, de la vida a la muerte y, en conse-
En la escuela de las Escrituras 5
«Al hombre le parecen Este proverbio bíblico usa el mismo Para obtener un resultado favorable
lenguaje con que la cultura egipcia el difunto debía presentar una
puros todos sus caminos, expresaba la responsabilidad moral conducta intachable, expresada en
pero YHWH pesa los del hombre, juzgada al final de su la siguiente confesión: «No he
corazones» vida. Según el Libro de los Muertos mentido en lugar de decir la verdad;
el difunto se presenta ante no tengo conciencia de ninguna
(Proverbios 16,2). el tribunal de Osiris para que se traición; no he hecho mal alguno; a
pesara su corazón junto a la pluma nadie he causado sufrimiento; no
de Maat (la Verdad y la Justicia he sustraído las ofrendas a los
Universal), situada en el otro platillo. dioses...»

cuencia, a un nuevo nacimiento. Para compro- Desconcertado por la muerte de su amigo


bar esta convicción basta contemplar la alegre y y obsesionado por la suya propia, Gilgamesh,
vistosa decoración del interior de cualquiera de el poderoso rey de Uruk, tiene como único afán
sus edificios funerarios. Al pasar al otro mundo escapar a la suerte de los humanos y adquirir
el hombre moría y resucitaba, como el sol cada la inmortalidad. Sabe que Utnapishtim, el su-
día. Un himno al dios Ra describe ese viaje dia- perviviente del diluvio, vive para siempre, y de-
rio del sol que, al penetrar en el mundo subte- cide buscarlo para que le transmita el secreto.
rráneo, difunde la alegría: Para eso atravesó desiertos, ríos, montañas, ti-
nieblas, el túnel subterráneo que atraviesa el sol
Los muertos «se gozan cuando tú brillas allí durante la noche. Al llegar al borde de las aguas
para el gran dios Osiris, señor de la eternidad» de la muerte, se encontró con la diosa Siduri,
(Libro de los Muertos c.XV). que trató de hacerle comprender la inutilidad
de su búsqueda:
De todos modos, este optimismo no dejaba
desprovista a la vida humana de la gravedad «Gilgamesh, ¿adónde vas corriendo? No
de su responsabilidad moral, ni a la muerte de encontrarás la vida que buscas. Cuando los
su aspecto doloroso. La comprensión del juicio dioses crearon a la humanidad, le dieron la
de ultratumba y la práctica de llamativos ritos muerte y se quedaron ellos con la vida. Tú,
de lamentación en las ceremonias funerarias des- Gilgamesh, llena tu vientre, goza de día y de
tacaban estos aspectos. noche. Cada día celebra una fiesta regocijada.
En Mesopotamia la epopeya de Gilgamesh ¡Día y noche danza y juega! Procura que tus
constituyó una dramática ilustración de la con- vestidos sean flamantes, lava tu cabeza; báñate
dición humana, definida por lo inexorable de la en agua. Atiende al pequeño que toma tu
muerte. La narración se construyó en torno a mano; ¡que tu esposa se deleite en tu seno!
este tema: Los dioses viven siempre; ¿por qué ¡Pues ésa es la tarea de la humanidad!»
no el hombre? (Epopeya de Gilgamesh, tablilla X,3,6-9).
6 En la escuela de las Escrituras
«En Egipto resonó un alarido inmenso,
porque no había ninguna casa donde no
hubiera un muerto»
(Exodo 12,30).

Entre los israelitas los ritos fúnebres contenían gestos


de lamentación que también eran usados en otras
situaciones de desdicha, calamidades públicas o
penitencia.Se trataba de gestos muy demostrativos,
como el de Jacob, que «desgarró sus vestiduras, se
vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su
hijo» (Gen 37,34). Otro gesto era andar «con la
cabeza cubierta y los pies descalzos» (2 Sam 15,30).
Otro gesto era tomarse la cabeza con las manos,
como ilustran algunas pinturas egipcias. En la Biblia
este gesto expresa un gran dolor, como ocurre con
Tamar, que «se cubrió la cabeza con ceniza, desgarró
su túnica de mangas largas y poniéndose las manos
sobre la cabeza, se fue gritando» (2 Sam 13,19).
Si bien el dolor era expresado naturalmente por los
allegados de un difunto, también había personas muy
entrenadas en el oficio de la lamentación: «Llamen a
las plañideras, y que vengan! ¡Manden a buscar a las
más expertas, y que vengan! ¡Que se apuren a lanzar
gemidos por nosotros!» (Jer 9,16-17).
Derecha: DUELO. Pintura mural de la tumba de Userhet.
Tebas, 1300 aEC. Pág. anterior: PESANDO EL ALMA.
Ilustración del Libro de los Muertos. Museo Británico.

La fragilidad de la vida humana «Hazme saber, YHWH, mi fin, y cuál es la


medida de mis días, para que sepa yo cuán
La comprensión antropológica bíblica comparte frágil soy. Oh sí, de unos palmos hiciste mis
el optimismo egipcio, incluido el sentido de días, mi existencia cual nada es ante ti; sólo
responsabilidad de la vida. La existencia del ser un soplo, todo hombre que se yergue, nada
humano se caracteriza por el tiempo limitado de más una sombra el ser humano que pasa» (Sal
su existencia. Así lo ha dispuesto el Creador que, 39,5-7).
sin embargo, dejó en él una impronta divina:
Desde cierto punto de vista la muerte no
«De la tierra creó YHWH al hombre, y de nue- siempre se experimenta como un mal. La muer-
vo le hizo volver a ella. Días contados le dio y te en paz de un hombre anciano puede ser vista
tiempo fijo,y dioles también poder sobre las co- como una bendición divina, como le ocurre a
sas de la tierra. De una fuerza como la suya los Tobías, que «murió, honrado, a la edad de 117
revistió, a su imagen los hizo» (Sir 17,1-3). años» (Tob 14,14). Del mismo modo, la muerte
puede resultar una verdadera liberación para
En esta consideración del libro de Ben Sirá (o quien lleva una ancianidad llena de penurias:
Eclesiástico) se advierte las inmensas posibilida-
des que el hombre tiene para realizar su vida en «¡Muerte, qué amargo es tu recuerdo para el
el mundo. Pero también queda claro que su con- que vive tranquilo en medio de sus bienes, para
dición mortal es lo que lo distingue de Dios. Aquí el hombre despreocupado, a quien todo le va
su realismo se acerca, aunque menos dramáti- bien y aún tiene vigor para disfrutar de la
camente, al pensamiento mesopotámico. El hom- vida!
bre no debe olvidar esta limitación cuando ex- ¡Muerte, tu sentencia es bienvenida para el
perimenta el poder del que dispone. Debe en- hombre necesitado y sin fuerzas, gastado por
tender con humildad su condición y no obrar los años y lleno de ansiedades, que se rebela y
en la vida como si fuese un ser omnipotente: ha agotado su paciencia! » (Sir 41,1-2).

En la escuela de las Escrituras 7


Las tumbas antiguas en Israel
En las cercanías de Jerusalén se han han encon- se los asistentes a los ritos funerarios, tales como
trado más de una docena de conjuntos funerarios, la lamentación por el difunto
en los que el número de tumbas es considerable. Desde allí se habrían pasillos (3) que conducían a
En el resto del país la cantidad también es grande. las cámaras mortuorias propiamente dichas. En
En las zonas montañosas se utilizaron cuevas na- ellas las sepulturas eran o simples nichos (lat. loculi;
turales. Donde no existían, se excavaron cavidades hebr. kokim) o una repisa tallada en la pared y co-
en la roca. El acceso se sellaba mediante piedras bijada bajo un arco (arcosolio).En esta repisa se
deslizantes (1). colocaba el cuerpo (4). Este último sería el tipo de
La disposición interior de la tumba consistía en una sepulcro donde depositaron a Jesús, según la des-
primera cámara, habitualmente con un banco de pie- cripción que hace el Evangelio: vieron unos ángeles
dra tallado en la pared (2), en los que podían sentar- «sentados uno a la cabecera y otro a los pies del
lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús»
(Jn 20,12). Allí se asomó María Magdalena mientras
lloraba «junto al sepulcro» (¿en la antecámara?).

Página siguiente: un
sepulcro del siglo I EC,
descubierto hace algunos
años mientras se
construía una
ruta cerca de
Meguiddo.

4 2 1

La amargura ante el límite que supone la todos han salido del polvo y todos vuelven al
muerte parece haber sido lo que llevó al autor polvo» (Qo 3,19-20).
del Qohelet (o Eclesiastés) a escribir su obra.
¿Qué valor puede tener la sabiduría, si la muer- Desde esta óptica de una existencia única, y
te iguala al sabio y al necio?: limitada al horizonte de la muerte, Qohelet da a
sus lectores un consejo muy parecido al que ha-
«Al correr de los días todos son olvidados. Pues bía recibido Gilgamesh:
el sabio muere igual que el necio» (Qo 2,16).
«Anda, come con alegría tu pan y bebe de
«Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: buen grado tu vino, que Dios está ya conten-
que haya un destino común para todos, y así to con tus obras... Vive la vida con la mujer
el corazón de los humanos está lleno de mal- que amas, todo el espacio de tu vana existen-
dad y hay locura en sus corazones mientras cia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es
viven, y su final ¡con los muertos!» (Qo 9,3). tu parte en la vida y en las fatigas con que te
afanas bajo el sol» (9,7-9).
Peor aún, la muerte equipara a hombres y
animales, haciendo efímera la vida de ambos: Sin embargo una advertencia muestra que no
da lo mismo todo en la vida:
«Porque el hombre y la bestia tienen la misma
suerte: muere el uno como la otra; y ambos «Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es
tienen el mismo aliento de vida. En nada aven- un incentivo para tus ojos; pero ten presente
taja el hombre a la bestia, pues todo es vani- que por todo eso Dios te llamará a juicio» (Qo
dad. Todos caminan hacia una misma meta; 11,9).
8 En la escuela de las Escrituras
La morada de los muertos El sepulcro del gran Moisés no sólo carece
de toda forma de culto tributado a su memoria,
Si la magnificencia de las tumbas faraónicas ex- sino que, incluso, se desconoce su localización:
presan la comprensión de la muerte en Egipto,
la sobriedad de los sepulcros israelitas también «Allí murió Moisés, servidor de YHWH, en el
habla de su pensamiento acerca del destino de país de Moab, como había dispuesto YHWH.
los muertos. No encontramos en Israel el im- Lo enterró en el Valle, en el País de Moab,
ponente ceremonial fúnebre de los nobles egip- frente a Bet Peor. Nadie hasta hoy ha conocido
cios. Tal vez la única excepción es el solemne su tumba» (Dt 34,5-6).
traslado del cuerpo de Jacob por sus hijos, pre-
cisamente cuando José era el visir de Egipto. Lo importante ya no era el cadáver de Moisés,
Los cananeos que vieron el duelo en Goren sino la palabra viva que había dejado a Josué
Haatad dijeron: «Duelo de importancia es ése como legado:
de los egipcios» (Gn 50,11). Pero el sentido de
todo el relato es el de recordar que el sepulcro «Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu
de los patriarcas es una propiedad familiar de sabiduría, porque Moisés le había impuesto
adquirida en la tierra prometida: las manos. A él obedecieron los israelitas,
cumpliendo la orden que YHWH había dado
«Lo llevaron sus hijos al país de Canaán, y lo a Moisés» (Dt 34,9).
sepultaron en la cueva del campo de
Makpelá, el campo que había comprado La ofrenda de comida a los muertos, común
Abraham en propiedad sepulcral a Efrón el en otras culturas, está prohíbida por la Torah,
hitita, enfrente de Mambré» (Gn 50,13). como así también la consulta a los muertos:

En la escuela de las Escrituras 9


Pecado y Muerte
El rol de la Muerte en la tradición «Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo
bíblica es bastante complejo. Por imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del Diablo
un lado el libro del Eclesiástico se entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le
refiere a la muerte como límite pertenecen» (Sab 2,23-24).
natural del hombre en cuanto
creado por Dios (Sir 17,1-2); por «Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no
otro lado la vincula con la los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos
aparición del pecado (Sir 25,24). parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada
Así lo hace también el libro de la una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa
Sabiduría. Pero a la vez parece destrucción; pero ellos están en paz» (Sab 3,1-3)
limitarla sólo a los impíos (Sab
2,24). En cambio, de los difuntos «Por otra parte, dice «en el día en que comieren de él morirán
justos dice que en realidad no con muerte» (Gén 2,17). Sin embargo, habiendo comido no
están muertos (Sab 3,1-3). sólo no mueren, sino además engendran hijos y se
En esa línea se encuentra Filón de constituyen en origen de nuevas vidas. ¿Qué decir ante esto?
Alejandría, que interpreta la
Que hay dos especies de muerte: la propia del hombre y la
advertencia de Gn 2,17 como una
propia del alma. La del hombre consiste en la separación del
referencia a la «muerte del alma»,
que sería una vida viciosa (alejada alma y del cuerpo; la del alma en la ruina de la virtud y la
de Dios), diferente de la muerte adquisición del vicio» (Filón, Alegorías de las Leyes I,105).
física (cf. Gn 3,19).

«No ha de haber ningún encantador ni Muerte durante la vida y vida a


consultor de espectros o adivinos, ni evocador
de muertos» (Dt 18,11). pesar de la muerte
«Nada he ofrecido a un muerto» (Dt 26,14). Se puede comprender también, desde algunas
afirmaciones de los Salmos, cómo los sepulcros
No siempre se guardó fidelidad a este mandato. están desvinculados totalmente del culto. En la
A la vuelta del exilio el profeta cuestiona prácti- muerte ya no existe alabanza posible a YHWH:
cas supersticiosas de los «que habitan en tumbas
y en antros hacen noche» (Is 65,4). Las tumbas «No alaban los muertos a YHWH, ni ninguno
no tienen nada de santidad; sólo son fuente de de los que bajan al Silencio» (Sal 115,17).
impureza (Num 19,11). No son lugares para el
culto; son la puerta al sheol, el mundo del cual los «Porque en la muerte nadie de ti se acuerda;
muertos ya no vuelven (Job 10,21). en el Sheol, ¿quién te puede alabar?» (Sal 6,6).
La construcción de monumentos funerarios
es una costumbre de la época helenística. La pri- Con la muerte termina la participación del indi-
mera mención es la del sepulcro de los Macabeos: viduo en el culto. Los muertos se hallan exclui-
dos de la alabanza que se da a Dios en sus obras.
«Simón construyó sobre el sepulcro de su pa- La muerte separaba para siempre al hom-
dre y sus hermanos un mausoleo alto, que pu- bre de YHWH. Por eso un orante gravemente
diera verse, de piedras pulidas por delante y enfermo le recordaba a YHWH que su muerte
por detrás. Levantó siete pirámides, una frente no sólo le afectaba a él como mortal, sino que
a otra, dedicadas a su padre, a su madre y a perjudicaba también a la gloria de Dios:
sus cuatro hermanos. Levantó alrededor de
ellas grandes columnas y sobre las columnas «¿Qué ganancia en mi sangre, en que baje a
hizo panoplias para recuerdo eterno. Al lado la fosa? ¿Puede alabarte el polvo, anunciar tu
de las panoplias esculpió unas naves que pu- verdad?» (Sal 30,10).
dieran ser contempladas por todos los que
navegaran por el mar» (1 Mac 13,27-29). Pero esta visión negativa en torno a la muerte
es, al mismo tiempo, una consideración positiva
Ejemplos más conocidos son los sepulcros de la alabanza como la forma de vida más pro-
del Valle de Cedrón, en Jerusalén (foto p.12). pia del hombre:
10 En la escuela de las Escrituras
«Podrán agotarse las aguas del
mar, sumirse los ríos y secarse,
que el hombre que yace no se
levantará, se gastarán los cielos
antes que se despierte, antes
que surja de su sueño»
(Job 14,11-12).

HYPNOS y THANATOS llevan al difunto


Sarpedón para que reciba de su familia
la sepultura merecida. Museo de Berlín.

En la mitología griega Thánatos era


la personificación de la «Muerte», y
su hermano gemelo era Hypnos, el
«Sueño». Ambos también aparecen
asociados en el lenguaje bíblico. La
tradición apocalíptica abrigará la
esperanza de que «se levantará el
justo del sueño, y andará por
caminos de justicia» (Henoc 92,3)

«Nosotros, los vivos, a YHWH bendecimos que vuelvas a la tierra, de donde fuiste saca-
desde ahora y por siempre» (Sal 115,18). do. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!»
(Gn 3,17-19).
Alabar a Dios y no alabarle se contraponen como
la vida y la muerte. Por eso la alabanza se con- Pero la existencia que transcurre al margen de
vierte en el más elemental de los signos de vida. la obediencia a Dios hace que se experimente la
Esta consideración abre la perspectiva de muerte ya durante la vida:
otra forma de muerte, que no queda restringida
a la realidad biológica. La falta de comunión con «La justicia es inmortal. Pero los impíos lla-
Dios es una manera de morir. man a la muerte con gestos y palabras: tenién-
La historia del Jardín de Edén ilustra este dola por amiga, se desviven por ella y han
pensamiento. Allí no se presenta la condición hecho con ella un pacto, porque son dignos
mortal del hombre como la consecuencia de una de pertenecerle» (Sab 1,15-16).
culpa heredada. El relato distingue entre una
muerte merecida culpablemente y otra debida En cambio el justo puede orar a Dios diciendo:
a la condición de criatura. De hecho, se había
amenazado al hombre con la muerte si llegaba «Porque tu amor vale más que la vida, mis la-
a desobedecer el mandato de Dios: bios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre» (Sal 63,4-5).
«El día que comieres de él, morirás sin reme-
dio» (Gn 2,17). Cuando la comunión con Dios se vive inten-
samente, su presencia relega a un segundo plano
Pero el hombre siguió viviendo después de su toda preocupación, incluso la de la muerte:
desobediencia ¡hasta los 930 años! Sin embargo
su existencia se volvió ingrata. Dejó de ser vida. «Pongo a YHWH ante mí sin cesar; porque él
La muerte que acaba algún día por llegar se ex- está a mi diestra, no vacilo. Por eso se me alegra
plica a través del recuerdo de la creación: el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi
carne descansa segura; pues no has de
«Con fatiga sacarás de él tu alimento todos abandonar mi alma al sheol, ni dejarás a tu
los días de tu vida. El te producirá cardos y amigo ver la fosa. Me enseñarás el camino de la
espinas y comerás la hierba del campo. Ga- vida, hartura de gozos, delante de tu rostro, a
narás el pan con el sudor de tu frente, hasta tu derecha, delicias para siempre» (Sal 16,8-11).
En la escuela de las Escrituras 11
12 En la escuela de las Escrituras
ESPERANZA DE RESURRECCION

SABRÁN QUE YO
SOY YHWH
CUANDO LOS
HAGA SALIR DE
SUS TUMBAS,
PUEBLO MÍO

Osuario judío labrado en piedra caliza. Haifa. Siglo I EC.

Página anterior: Monumento funerario de una catacumba


de ocho cámaras, ubicado en el Valle de Cedrón, al pie
del Monte de los Olivos, frente a Jerusalén. El viajero
judío Benjamín de Tudela la identificó en 1170 como la
Tumba de Absalón, a partir de 2 Sam 18,18. Pero la
construcción data del siglo I aEC.

En la escuela de las Escrituras 13


La resurrección de los muertos
La visión de Ezequiel (37,1-28) fue representada en la
sinagoga de Doura Europos (Siria, siglo III EC). Allí se
observa un motivo propio de la iconografía judía: «la mano
de Dios» que baja para llevar al profeta hasta el valle.

Los huesos de la visión son representados como cabe- Pág. siguiente: CEMENTERIO JUDÍO en el Monte de
zas arrancadas, manos y pies. Puede observarse tam- los Olivos. Este sitio es señalado por una tradición como
bién una montaña partida con una una casa caída, que el lugar donde se producirá la resurrección. Se ha inter-
representa un midrash (comentario rabínico) de Pirkei pretado que ese es el Valle de Josafat, combinando
Rabí Eliezer 33, donde se afirma que hubo un gran te- dos pasajes proféticos: «Congregaré a todas las nacio-
rremoto cuando los huesos volvieron a la vida. En la nes y las haré bajar al Valle de Josafat: allí entraré en
escena siguiente Ezequiel ya no viste al estilo persa, juicio con ellas acerca de mi pueblo y mi heredad, Is-
sino como un romano. Está de pie junto a tres muertos rael. Porque lo dispersaron entre las naciones, y mi
a punto de ser resucitados. Unos ángeles con alas de tierra se repartieron» (Jl 4,2); «se plantarán sus pies
mariposa se unen a otro que ya se encuentra trabajan- aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente
do con uno de los cuerpos. de Jerusalén» (Zac 14,4).

E
l destierro en Babilonia significó para do la ruina de Jerusalén, comenzó a trabajar con
muchos cautivos el final de su historia otros sacerdotes en la reconstrucción de la iden-
como pueblo. Como sucedía con otras tidad nacional y religiosa de Israel. Muchos en-
naciones, parecía que apenas quedaría tonces preguntaban a YHWH con amargura:
el recuerdo de Israel y de su paso por la histo- «¿Dónde están tus primeros amores, Señor, que
ria. Porque se había perdido todo lo que consti- juraste a David por tu lealtad?» (Sal 89,50). Pero
tuía su identidad como su pueblo elegido: la Ezequiel no dudó en asegurar que YHWH man-
Tierra prometida a los antepasados, el rey que tenía la promesa hecha a su pueblo y la cumpli-
lo representaba ante Dios y el Templo donde ría, porque él era fiel a su Alianza y tenía poder
habitaba la presencia divina. De ahí que mu- para realizar el resurgimiento de la nación y el
chos experimentaran el exilio como la muerte regreso a la patria:
de la nación:
«Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de
«Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy
huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, YHWH. Yo pondré mi espíritu en ustedes, y
todo ha acabado para nosotros» (Ez 37,11). vivirán; los estableceré de nuevo en su propio
suelo, y así sabrán que yo, YHWH, lo he dicho
y lo haré -oráculo de YHWH.
La resurrección nacional Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para
todos ellos el único pastor; obedecerán mis nor-
En medio de este desaliento Ezequiel, que hasta mas, observarán mis preceptos y los pondrán
entonces había intentado disipar las falsas ex- en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a
pectativas de los desterrados y había profetiza- mi siervo Jacob, donde habitaron sus padres.
14 En la escuela de las Escrituras
Allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus «Esta agua sale hacia la región oriental, baja a
hijos, para siempre, y mi siervo David será su la Arabá, desemboca en el mar, en el agua he-
príncipe eternamente. Concluiré con ellos una dionda, y el agua queda saneada. Por donde-
alianza de paz, que será para ellos una alian- quiera que pase el torrente, todo ser viviente que
za eterna. Los estableceré, los multiplicaré y en él se mueva vivirá. Los peces serán muy abun-
pondré mi santuario en medio de ellos para dantes, porque allí donde penetra esta agua lo
siempre. Mi morada estará junto a ellos, seré sanea todo, y la vida prospera en todas partes
su Dios y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las adonde llega el torrente» (Ez 47,8-9).
naciones que yo soy YHWH, que santifico a
Israel, cuando mi santuario esté en medio de
ellos para siempre» (Ez 37,13-14.24-28). La esperanza apocalíptica y la
resurrección personal
Si el destierro era semejante a la muerte, el
retorno a la tierra paterna debería experimen- Aunque fuera una imagen muy impresionante,
tarse como una resurrección nacional. El poder la resurrección nacional era una metáfora. Para
del Dios creador lo haría posible, como en otro muchos individuos muertos y sepultados en el
tiempo había hecho nacer a Israel, su primogé- destierro esa vuelta a la vida de la nación no los
nito, al rescatarlo de la esclavitud de Egipto.Y, alcanzaba personalmente. Sería otra circunstan-
una vez restablecido en la patria, esa vida in- cia histórica la que despertaría la esperanza de la
fundida por YHWH sería como un río brotando resurrección para cada persona en particular.
del costado del Templo. Y llegaría a tener tal fe- En 168 aEC el rey sirio Antíoco IV Epífanes
cundidad como para hacer posible la vida aún prohibió el ejercicio de la religión judía en los
en las aguas salobres del Mar Muerto: territorios de su reino. En términos concretos,

En la escuela de las Escrituras 15


MACABEOS. Obra del
pintor Wojciech Stattler.

«Dos mujeres fueron


delatadas por haber
circuncidado a sus
hijos; las hicieron
recorrer públicamente
la ciudad con los niños
colgados del pecho, y
las precipitaron desde
la muralla»
(2 Mac 6,10).

Durante la persecución
religiosa de Antíoco IV la
muerte se convirtió en la
posibilidad de mostrar la
propia fidelidad a Dios y de
aceptar su voluntad. Por eso
la muerte no podía ser una
realidad definitiva, ya que si
así fuera, Dios habría sido
superado por el mártir en
fidelidad. La última palabra
la tendrá Dios al resucitar a
sus fieles testigos.

esto significó para el país de Judá la supresión mamiento de su sangre en un testimonio de su fe


de los sacrificios en el Santuario, la construcción (gr. martyría). Pero en ese caso, otros se pregun-
de altares paganos en todas las ciudades, la pro- tarían: ¿dónde están las promesas de Dios?
hibición de la circuncisión y la abolición del des- La necesidad de responder a esta pregunta,
canso sabático. Fueron designados inspectores tan fundamental para quienes se sentían tenta-
para vigilar que todo eso se cumpliera y se per- dos a dejar de lado su fe para salvarse de la
siguió y castigó duramente a los que se negaron muerte, hizo repensar la noción de salvación y
a acatar las nuevas disposiciones. la esperanza que ella despertaba. Sólo tenía sen-
Todo eso llegó a su culminación cuando se tido renunciar a la vida presente si existía una
introdujo un nuevo altar en el Templo de Jeru- esperanza cierta de alcanzar, de algún modo,
salén y se realizaron sobre el mismo los sacrifi- una vida definitiva como recompensa a la fide-
cios en honor del «Señor del cielo», es decir, al lidad. Ésta se manifestaría seguramente al final
Baal Shamaim siro-fenicio, equivalente al Zeus de los tiempos con la intervención de Dios. Re-
Olímpico. Esta figura divina universal debía sig- cién entonces se realizaría la justicia divina, con
nificar la unidad del reino, una comunidad mix- la recompensa de los justos y la destrucción para
ta formada por judíos, sirios y griegos. La inten- siempre de los impíos. Así este mundo presente,
ción principal de Antíoco fue terminar con todo enemigo de Dios y de sus servidores, estaba des-
particularismo dentro de su imperio, a fin de tinado a ser aniquilado. Y al final de la historia
fortalecer su unidad. La prohibición de la cir- Dios crearía definitivamente un mundo nuevo
cuncisión y del sábado atacaba de frente los prin- y distinto para los que perseveraran hasta el fin
cipales signos distintivos del pueblo judío. en su fe.
Esta situación resultaba ser algo inédito para Las actitudes propuestas por este modo de
el pueblo judío, porque los períodos sangrientos pensamiento fueron, por tanto, la espera pasiva
de su historia nunca habían sido experimenta- de esa intervención de Dios y la negación de
dos hasta entonces como una persecución reli- todo compromiso con este mundo, que estaba
giosa, sino como invasión y saqueo. En la pre- totalmente corrompido y sin remedio. Teniendo
sente circunstancia cada judío se vio obligado a una visión tan determinista de la historia, el tiem-
optar de un modo total entre la negación de sus po final venía a ser lo único importante, y el pre-
creencias o la muerte. Muchos fueron los que se sente sólo llegaba a ser importante si era con-
decidieron por la muerte, convirtiendo el derra- templado desde ese juicio final . El drama de la
16 En la escuela de las Escrituras
De los sucesores de Alejandro surgió un renuevo pecador

Moneda de plata de Antíoco IV, con la inscripción:


«Rey Antíoco Dios Manifestado».

historia humana, con todos sus protagonistas, 331 aEC


podía ser contemplado en su feliz desenlace: los Alejandro Magno pone fin al
vencedores del presente serían los derrotados de Imperio Persa.
mañana, y vencidos de hoy, los triunfadores del
futuro. 323 aEC
Los que así se animaban a mirar la historia A la muerte de Alejandro sus
se consideraron visionarios. Sabían ver más allá generales se reparten el Imperio
de la crisis y animar a otros con la recompensa por él fundado.
de Dios. Esta llegaría a pesar del aparente fra-
caso de los justos. Para poder expresar esta in-
terpretación de la historia varios pensadores
300 aEC
pusieron por escrito su visión en forma de rela-
Ptolomeo I lleva cautivos judíos
to, eligiendo como protagonista a algún perso- a Egipto y Seleuco I a Siria.
naje famoso del pasado. Ya en su tiempo él ha-
bría recibido una revelación (gr. apokalypsis) de
parte de Dios respecto de los sucesos futuros, 168 aEC
que acontecen en la época del autor. De esta ma-
Antíoco IV de Siria conquista
nera el autor podía describir el pasado histórico Egipto. A su regreso saquea el
y el presente como si al protagonista del drama Templo de Jerusalén. Inicia
lo hubiese contemplado anticipadamente en una luego una persecución religiosa
visión. Pero también podía, a partir de este im- contra los judíos cumplidores de
pulso, poner en boca de su vidente lo que toda- la Ley de Moisés.
vía no había sucedido. El desenlace final de la
historia, que el autor presentía desde su fe y des-
164 aEC
de su conocimiento de la fidelidad y justicia de
En diciembre (25 de Kisleu)
Dios, era anunciado así por un personaje pres- Judas Macabeo reconquista el
tigioso que ya habría vaticinado con exactitud Templo y lo purifica. Se dispone
otros acontecimientos ya sucedidos. celebrar desde entonces cada
Un ejemplo bíblico de estos apokalypsis lo en- año la fiesta de Januká (la
contramos en el libro de Daniel. El protagonista Dedicación del Templo).

En la escuela de las Escrituras 17


«Sucedió también que siete hermanos
apresados junto con su madre, eran
forzados por el rey, flagelados con azotes y
nervios de buey, a probar carne de cerdo
prohibida por la Ley.
Uno de ellos, hablando en nombre de los
demás, decía así: «¿Qué quieres preguntar
y saber de nosotros? Estamos dispuestos a
morir antes que violar las leyes de nuestros
padres» (2 Mac 7,1-2).

Izquierda: MARTIRIO DE LOS SIETE HERMANOS. Obra


de Antonio Ciseri.

[Los soldados de Antíoco] «reconstruyeron la


Ciudad de David con una muralla grande y
fuerte, con torres poderosas, y la hicieron su
Ciudadela» (1 Mac 1,33).

Derecha: Restos del ACRA de Jerusalén. Se trata de


un recinto fortificado construido por Antíoco Epífanes
después de su saqueo de la ciudad en 168 aEC. La
fortaleza fue destruida por Simón Macabeo durante la
lucha por la liberación de Jerusalén. El arqueólogo
Yoram Tsafrir ha interpretado un conjunto de albañilería
en la esquina sureste de la plataforma del Monte del
Templo como un indicio de la posible posición del Acra.
Durante las excavaciones de 1968 y 1978, junto a la
pared sur del Monte, se descubrieron los restos que
pueden haber formado parte del Acra, incluyendo salas
de un cuartel y una gran cisterna.

sería uno de los deportados a Babilonia por Na- tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que
bucodonosor. Sin embargo lo experimentado tú has erigido» (Dn 3,17-18).
por él y por otros tres jóvenes era, evidentemen-
te, lo que estaban viviendo los judíos piadosos Estas palabras debían alentar también a quie-
en tiempos de Antíoco IV. Daniel y sus amigos, nes eran amenazados de muerte por negarse a
siendo preparados para servir en la corte, pidie- adorar la imagen de Zeus.
ron no comer lo mismo que los gentiles, pues Y si el país de Judá era oprimido por Antío-
querían mantenerse fieles a las prescripciones co como antes lo había sido por otros imperios,
alimenticias de la Ley de Moisés. Y Dios los ayu- todo esto ya lo había advertido siglos antes el
dó para que así lo hicieran: joven Daniel por medio de una revelación. El
reino de Antíoco no era otra cosa que la frágil
«Al cabo de algunos días se vio que ellos tenían base de un ídolo que representaba a los sucesi-
mejor semblante y estaban más rozagantes vos imperios de los babilonios, medos, persas,
que todos los jóvenes que comían los manjares macedonios y sus continuadores de Egipto y
del rey» (Dn 1,15). Siria. Todo el poder humano sería derribado:

Y Dios también cuidó de los tres jóvenes «Tú has visto el hierro mezclado con la masa
cuando fueron arrojados a un horno por negarse de arcilla, porque esos reyes se mezclarán
a adorar la imagen del rey: entre sí por lazos matrimoniales, pero no lle-
garán a adherirse mutuamente, como el hie-
«Nuestro Dios, a quien servimos, puede sal- rro no se mezcla con la arcilla. Y en los días
varnos del horno de fuego ardiente y nos li- de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un
brará de tus manos. Y aunque no lo haga, ten Reino que nunca será destruido cuya realeza
por sabido, rey, que nosotros no serviremos a no pasará a otro pueblo: el pulverizará y ani-
18 En la escuela de las Escrituras
quilará a todos esos reinos, y él mismo subsis- En esta figura simbólica el autor habría querido
tirá para siempre» (Dn 2,43-44). representar a todos los fieles judíos, a quienes
Dios haría justicia por el mal recibido de los po-
Todo judío entregado a la muerte por ser fiel a derosos impíos:
la Ley debía escuchar con esperanza el mensaje
dirigido antes a Daniel: «Los que han de recibir el Reino son los santos
del Altísimo, que poseerán el Reino eternamente,
«Tu Dios, al que sirves con tanta constancia, por los siglos de los siglos» (Dn 7,18).
te salvará» (Dn 6,17).
La experiencia del martirio de los fieles y la
Pero son más misteriosas las visiones conte- esperanza de la recompensa futura cambiaron
nidas en los capítulos siguientes del libro. Más sustancialmente la consideración de la muerte.
allá del creciente auge del mal, la venida de un Porque los mártires habían muerto por Dios y
misterioso «Hijo de hombre» marcaría el final por su Alianza, también serían vueltos a la vida
del reinado de los impíos y el comienzo del rei- por el Creador:
nado de los santos con su Dios:
«Muchos de los que duermen en el suelo
«Y vi que venía sobre las nubes del cielo como polvoriento se despertarán, unos para la vida
un Hijo de hombre; él avanzó sobre el Ancia- eterna, y otros para la ignominia, para el
no y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado horror eterno. Los hombres sabios
el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron resplandecerán como el resplandor del
todos los pueblos, naciones y lenguas. Su do- firmamento, y los que hayan enseñado a
minio es un dominio eterno que no pasará, y muchos la justicia brillarán como estrellas, por
su reino no será destruido» (7,13-14). toda la eternidad» (Dn 12,2-3).

En la escuela de las Escrituras 19


Procesión en torno al Sepulcro de Jesús.
Jerusalén.

EL ANUNCIO PASCUAL
¡HA RESUCITADO EL SEÑOR!
20 En la escuela de las Escrituras
Como afirma el Credo cristiano, Jesús «padeció bajo Poncio Pilato, fue muerto
y sepultado». Sin embargo el movimiento por él comenzado no se detuvo, sino
que resurgió con una nueva vida. El nuevo impulso consistió en una convicción,
de la cual dieron testimonio: «Al tercer día resucitó de entre los muertos».
En la escuela de las Escrituras 21
La muerte de Jesús
«En aquel tiempo, apareció
Jesús, hombre sabio, en tanto
en cuanto conviene decirle
hombre. En efecto, fue el autor
de obras prodigiosas, el
maestro de los hombres que
reciben con alegría la verdad.
Arrastró tras de sí a muchos
judíos y también a muchos
griegos. Era el Cristo. Cuando
Pilato lo condenó a la cruz, por
la denuncia de nuestros jefes,
los que lo habían amado antes
continuaron haciéndolo. En
Este texto despertó sólo a partir del siglo XVI ciertas reservas sobre su
efecto, se les apareció al tercer
autenticidad. En efecto, es muy difícil que un autor no cristiano dijera que
día, vivo de nuevo. Los divinos Jesús era el Cristo. En este sentido algunas variantes del texto, citado en
profetas habían dicho ya estas otras obras, presentan una versión más verosímil del mismo:
cosas y otras diez mil
maravillas sobre él. Hasta el «y se creía que él era el Cristo»
(Jerónimo, Sobre los varones ilustres 19).
momento, la tribu de los
cristianos, así llamados a «quizá fuera el Mesías del que los profetas habían contado maravillas»
causa de su nombre, no ha (Agapio, Historia Universal).
desaparecido».
Por otra parte, la noticia sobre la lapidación de «Santiago, el hermano de
Jesús llamado Cristo» (Antig. XX,200), inclinaría a pensar que Josefo usó el
(Flavio Josefo, Antigüedades de título Khristós para referir el modo cómo Jesús era conocido por muchos, y
los judíos XVIII,63-64). no porque él lo considerase como el Mesías.

L
a noticia de la muerte de Jesús nos lle- Pero este hecho en sí escapa a toda verificación.
ga, más allá de las fuentes cristianas, El testimonio transmitido por quienes afirman
por testimonios referidos desde finales haberlo visto vivo de nuevo ya es objeto de fe
del siglo I. El historiador judío Flavio para quien lo recibe. Puede dársele crédito o no.
Josefo menciona la ejecución de Jesús entre los Sin embargo una cosa puede advertirse: ya sea
incidentes acontecidos durante el gobierno de que se lo acepte o que se lo rechace, ante ese
Pilato en Judea (Antigüedades XVIII,63-64). testimonio nadie parece quedar indiferente.
Años después, al evocar la acusación del incen-
dio de Roma hecha por Nerón contra los cris-
tianos, el historiador Tácito menciona nueva- El impacto de la muerte de Jesús
mente la condena de Pilato y la supervivencia
de un grupo de creyentes (Anales, XV,44). La Después de la muerte de Jesús un grupo de per-
noticia de la existencia de Jesús y de su muerte, sonas comenzó a predicar en su nombre . Para
y el surgimiento de un grupo de seguidores iden- comprender en todo su alcance el significado de
tificados con su causa, son datos objetivos que este hecho es necesario tener en cuenta que no
no deberían ofrecer ninguna dificultad de acep- se trataba de una simple continuación de la ex-
tación. Pueden ser considerados tan fiables como periencia de predicación mantenida en Galilea.
los demás acontecimientos referidos por Josefo La muerte en la cruz, propia de malhechores
y Tácito en el resto de sus obras. para los romanos y considerada como una mal-
Otra es la situación planteada por la noticia dición por los judíos (Dt 21,23), descalificaba a
de Josefo sobre la aparición de Jesús a sus discí- Jesús ante los ojos de todos, fuesen adversarios,
pulos «al tercer día, vivo de nuevo». Histórica- indiferentes o seguidores. La predicación de su
mente no se puede negar el hecho de la forma- mensaje quedaba, entonces, marcada por una
ción de un grupo reunido en torno a la convic- profunda fractura. Volver a hablar en su nom-
ción de que Jesús no permanecía en la muerte. bre exigía algo totalmente nuevo.
22 En la escuela de las Escrituras
«Los jueces antiguos juzgaban
por la Ley de Lesa Majestad
diferentes cosas, como si
alguno hacía traición al ejército,
si promovía sedición, o si por
haber administrado mal su
cargo disminuía la majestad del
pueblo romano».

(Tácito, Anales I,72)

«Y así, para desviar esta voz y


descargarse, [Nerón] dio por
culpados del incendio, y
Detalles del SARCÓFAGO DE JUNIO BASO (Siglo IV EC). En la pág. anterior: comenzó a castigar con
Jesús es juzgado por Poncio Pilato. Arriba: Pedro y Pablo son conducidos al exquisitos géneros de tormentos
martirio.
El texto de Josefo encuentra un eco en otras noticias sobre la muerte de a unos hombres odiados por el
Jesús. La condena de Pilato y la supervivencia de un grupo de creyentes son vulgo a causa de sus excesos,
atestiguadas también por Tácito. Al evocar el incendio de Roma este escritor llamados comúnmente
afirmaba que Nerón desvió la opinión popular contra un grupo religioso ori- cristianos. El autor de este
ginado en Judea, y que se identificaba con alguien llamado Cristo. La sen-
nombre fue Cristo, el cual,
tencia de Pilato a la muerte de cruz se corresponde con la antigua ley
imperando Tiberio, había sido
de Lesa Majestad, que castigaba crímenes contra el Estado, y que ha-
bía sido restaurada por Tiberio. Es el mismo motivo es el presentado en
ejecutado por orden de Pilato,
el Evangelio por los acusadores de Jesús: «Hemos encontrado a este procurador de Judea».
hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los
impuestos al César y diciendo que es el rey Mesías» (Lc 23,1-2). (Tácito, Anales XV,44).

La muerte de Jesús representaba una grave «Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda
crisis para las expectativas formadas en sus dis- Judea, comenzando por Galilea, después del
cípulos y en la multitud que lo seguía. Éstas han bautismo que predicaba Juan: cómo Dios un-
sido muy bien sintetizadas en el comentario de gió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo,
los caminantes de Emaús: llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien
y curando a todos los que habían caído en
«Jesús el Nazoreo fue un profeta poderoso en poder del demonio, porque Dios estaba con
obras y palabras delante de Dios y de todo el él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo
pueblo. Nosotros esperábamos que sería él el en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos
que iba a librar a Israel» (Lc 24,19.21). lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le conce-
Pero la cruz venía a negar todo eso. No po- dió que se manifestara, no a todo el pueblo,
día ser el enviado definitivo de Dios si había sido sino a testigos elegidos de antemano por Dios:
abandonado a las manos violentas de la autori- a nosotros, que comimos y bebimos con él,
dad romana. La impotencia del crucificado y la después de su resurrección» (Hech 10,37-41).
falta de una respuesta divina en ese momento
impedía ver en «Jesús, el Nazoreo, a un hombre La respuesta definitiva de Dios a la fidelidad
acreditado por Dios», más allá de los prodigios mostrada por Jesús como mensajero de su Reino
que había realizado durante su vida (Hech 2,22). fue la transformación de la vida que él había en-
Sin embargo esa muerte horrorosa no fue la tregado. Mediante el contraste expresaron la ac-
última palabra sobre su destino. Sus discípulos tuación de Dios frente a lo que los hombres ha-
dieron un valiente testimonio, que ya ninguna bían realizado al condenar a su enviado:
amenaza lograría silenciar. Los mismos que lo
habían abandonado por temor, después persis- «Ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la
tieron en propagar este anuncio: cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo
En la escuela de las Escrituras 23
«Era el día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -
miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de
presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera
muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el
centurión, entregó el cuerpo a José» (Mc 15,42-45).

SEPULTURA DE CRISTO. Obra de


Sisto Badalocchio.
Según la ley judía, había que
enterrar a los ejecutados antes de
ponerse al sol: «Si un hombre,
culpable de un crimen capital, ha
sido entregado a la muerte y lo
has colgado de un árbol, su
cadáver no podrá ser abandonado
de noche en el árbol; lo enterrarás
aquel mismo día, pues un colgado
es una maldición de Dios» (Dt
21,22-23).
Marcos narra que un miembro del
Sanedrín se preocupó de hacer
bajar el cadáver de Jesús (Mc
15,43), para darle sepultura antes
de que apareciera la primera
estrella y comenzara la Pascua.

resucitó, librándole de los dolores del Hades» Dios, Jesús realizó de un modo total la entrega
(Hech 2,23-24). propia de los mártires. Como los que lo hicieron
durante la persecución de Antíoco IV, Jesús per-
«El Dios de nuestros padres ha resucitado a dió su vida sacrificándola en el altar de la fideli-
Jesús, al que ustedes hicieron morir dad a Dios con la esperanza de que ese mismo
suspendiéndolo del patíbulo» (Hech 5,30). Dios, al que reconocía como su Padre, se la res-
tituyera renovada en su Reino. Las palabras de
La crucifixión había terminado con las es- la última cena manifestaban esa confianza:
peranzas de sus seguidores. Pero Jesús no había
encontrado la muerte sorpresivamente. Él cono- «He deseado ardientemente comer esta Pascua
cía la tradición del martirio de los profetas, trans- con ustedes antes de mi Pasión, porque les
mitida en su época por escrito y atestiguada por aseguro que ya no la comeré más hasta que
los sepulcros y los monumentos levantados en llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de
su memoria en las afueras de Jerusalén (Mt Dios» (Lc 22,15-16).
23,29). Y conocía aún más la reciente muerte
del Bautista, ejecutado por Herodes Antipas (Mc Jesús era consciente del peligro, pero seguía
6,16). Por eso, aunque advertido de que podría esperando que una intervención de Dios inau-
sufrir la misma suerte que su predecesor, se guraría el Reino, aún cuando él muriera. Y así
mantuvo firme en su misión profética en Gali- Jesús participaría de un banquete en ese Reino
lea, desestimando las amenazas del Tetrarca: consumado, junto a los patriarcas de Israel (cf.
Mt 8,11ss):
«Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana
expulso a los demonios y realizo curaciones, «Guardad los mandamientos del Señor hasta
y al tercer día habré terminado. Pero debo que él revele su salvación a todas las naciones.
seguir mi camino hoy, mañana y pasado, Entonces veréis a Henoc, Noé, Sem, Abrahán,
porque no puede ser que un profeta muera Isaac y Jacob resucitados, a la derecha, llenos
fuera de Jerusalén» (Lc 13,32-33). de júbilo. Entonces resucitaremos también no-
sotros, cada uno en su tribu» (Testamento de
Ofreciendo su vida en servicio del Reino de Benjamín 10,6-7).
24 En la escuela de las Escrituras
La sepultura de los crucificados

«Conozco casos en que, la víspera


de una fiesta de esta clase, cuerpos
de crucificados fueron bajados de la
cruz y entregados a sus familiares,
porque pareció bien que recibieran
sepultura y fueran objeto de ritos
ordinarios».

(Filón de Alejandría, Contra Flacco 83)

«Llegaron a tal grado de impiedad


que arrojaron los cadáveres sin
sepultarlos, siendo así que los judíos
OSARIO CON LOS RESTOS DE UN CRUCIFICADO encontrado en
conceden tal importancia al Giv’at ha Mivtar, a unos 2 km al norte de Jerusalén. La costumbre
enterramiento que hasta los romana era dejar los cuerpos muertos en la cruz: «Lo que cuelga
malhechores crucificados son de la cruz es alimento de los cuervos» (Petronio, Satyricon 58,2).
descolgados y sepultados antes de Sin embargo Filón testifica que había casos especiales en que se
permitía sepultar a los crucificados. Es lo que sucede con Jesús,
ponerse el sol». sepultado antes del comienzo del «sábado, que era muy solemne»
(Jn 19,31.42). Pero Josefo informa que durante la guerra, en el año
(Josefo, Guerra Judía IV,317) 70 EC, se violó esta sagrada costumbre.

La esperanza de los círculos apocalípticos y Una serie de discursos transmite el contenido


fariseos de recuperar la vida junto a Dios para básico de su anuncio, que ellos presentan como
quienes la perdieron por su fidelidad obtuvo una una Buena Noticia:
confirmación en el caso de Jesús:
«Nosotros les anunciamos a ustedes esta
«Los que hayan muerto en la tristeza resuci- Buena Noticia: la promesa que Dios hizo a
tarán en gozo, y los que hayan vivido en po- nuestros padres, fue cumplida por él en favor
breza por el Señor se enriquecerán; los nece- de sus hijos, que somos nosotros, resucitando
sitados se hartarán; se fortalecerán los débi- a Jesús, como está escrito en el Salmo segundo:
les, y los muertos por el Señor se despertarán Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy»
para la vida» (Testamento de Judá 25,4). (Hech 13,32-33).

Jesús había sido acusado de corromper la fe Además del libro de los Hechos, la primera
del pueblo con un mensaje que no podía venir predicación de la Buena Noticia llega hasta no-
de Dios. Pero, al no dejarlo en la muerte, Dios sotros a través de las cartas de un misionero de
declaraba inválida tal acusación y avalaba su la primera generación, el Apóstol Pablo, como
mensaje: también por medio de los demás escritos apos-
tólicos. El mismo testimonio será expresado en
«No fue abandonado en el Hades ni su carne una variedad de lenguajes. Sin embargo, nin-
experimentó la corrupción; a este Jesús Dios guno de los escritos canónicos relata el momen-
lo resucitó, de lo cual nosotros somos testigos» to en que Jesús ha sido rescatado del poder de
(Hech 2,31-32). la muerte. El único texto que describe una sali-
da del sepulcro es el Evangelio de Pedro, texto
apócrifo de mediados del siglo II.
El lenguaje del anuncio La pluralidad de expresiones usadas indica
que ninguna de ellas era capaz de explicar una
El libro de los Hechos de los Apóstoles ofrece un realidad tan trascendental. Fue necesario recu-
relato ordenado del comienzo de la predicación rrir a más de una imagen para expresar cuál
de los discípulos después de la muerte de Jesús. había sido el destino definitivo de Jesús.
En la escuela de las Escrituras 25
«En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una
tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como
era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba
cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19,41-42).

CRISTO MUERTO. Obra del pintor


Andrea Mantegna.
Durante el periodo herodiano se
extendió en Judea la práctica de dar
una segunda sepultura. Tal vez al
año de la primera sepultura, una vez
que el cuerpo quedaba reducido al
esqueleto, los huesos eran
recogidos y depositados en un
osario, que luego se conservaba en
un nicho. Se comprende así la
mención del Evangelio referida a
«una tumba nueva, en la que aún
nadie había sido sepultado»; porque
un mismo sepulcro era ocupado
sucesivamente por varios cuerpos
después del traslado al osario.
Esta práctica pudo estar motivada
por la esperanza de reconstitución
del cuerpo en la resurrección, para
lo cual era necesario conservar los
huesos juntos para evitar que se
dispersaran y perdieran.

Dos verbos son los usados con más frecuen- «El hombre se acuesta y no se levanta; desapa-
cia para describir lo que ha ocurrido con Jesús: recerán los cielos, antes que él se despierte,
eigerein («despertarse») y anistanai («levantarse»). antes que se levante de su sueño» (Job 14,12).
Ambos son traducidos en nuestra lengua como
«resucitar». Una forma de usar estos verbos es Fue el poder creador de Dios el que hizo
en forma activa, poniendo a Dios como sujeto: posible que Jesús despertara y fuese levantado.
Por otra parte se habla del lugar desde donde
«Si crees en tu corazón que Dios lo resucitó de ha sido rescatado, de entre los muertos (Rom 1,4):
entre los muertos...» (Rom 10,9).
«No fue abandonado en el Hades ni su carne
La otra forma es poniendo a Jesús como sujeto experimentó la corrupción» (Hech 2,31; cf. Sal
pasivo, y a Dios como agente (a veces general 16,10).
sobreentendido):
Hades es la expresión griega para referir la
«Cristo fue resucitado de entre los muertos por morada de los muertos, que en hebreo se llama
medio de la gloria del Padre» (Rom 6,4). Sheol:

Jesús crucificado ha sido despertado por «Una nube se disipa y pasa, así el que baja al
Dios del sueño de su muerte. Dios ha levantado Sheol no sube más» (Job 7,9).
al que yacía en la tumba. Recordemos cómo es-
tas imágenes se usaban en la Biblia para expre- Clavado en la cruz, y habiendo bajado al
sar la realidad de la muerte, cuando no había reino de los muertos, Jesús no tenía posibilidad
esperanza de superación: de salir de allí si Dios no lo liberaba.
26 En la escuela de las Escrituras
Esperando la resurrección
«Los Jueces, cada uno por su
nombre, fueron hombres que
no cayeron en la idolatría ni se
apartaron del Señor: ¡que sea
bendita su memoria!
¡Que sus huesos reflorezcan
de sus tumbas, y sus
nombres se renueven en los
hijos de esos hombres
ilustres!
En cuanto a los doce Profetas,
que sus huesos reflorezcan
desde su tumba, porque ellos
consolaron a Jacob y lo
libraron por la fidelidad y la
esperanza»

(Eclesiástico 46,11-12; 49,10)

«Dios mismo remodelará los


huesos y la carne de los OSARIO DE CAIFÁS. Encontrada en un sepulcro familiar en el barrio de Talpiot
(Jerusalén), esta lujosa arqueta tiene grabada rudimentariamente, en
hombres y los resucitará caracteres típicos del siglo I EC, la inscripción aramea «Yehoseph Bar Kaiapha»
como eran antes» (José hijo de Caifás). El hecho de que los restos de un sumo sacerdote
saduceo (que no creía en la resurrección) hayan sido colocados en un osario
(Oráculos Sibilinos IV,181-182) se puede explicar a partir de un uso cultural extendido en la época.

La naturaleza de las visiones jetivas provocadas por la situación extrema vi-


vida por sus discípulos. Algunas explicaciones
¿Cómo justificaron los discípulos su testimonio? psicológicas se basan en la imposibilidad de
Su anuncio no fue presentado como una simple aceptar una muerte inesperada:
deducción a partir de la fidelidad de Dios para
con su servidor Jesús. Aunque los discípulos «Alrededor de la mitad y hasta un ochenta por
creyeran en la resurrección de los justos, su ciento de las personas en duelo sienten ‘la pre-
esperanza no habría sido proclamada de sencia’ o ‘el espíritu de la persona perdida’, de
manera diferente de como la había expresado manera intuitiva, a veces avasalladora... Du-
Marta, la hermana de Lázaro: rante este proceso es de fundamental impor-
tancia para los que hacen el duelo registrar de
«Ya sé que resucitará en la resurrección, el manera exacta y narrar a otros los hechos de
último día» (Jn 11,24). la vida del muerto» (J.D. Crossan, El nacimien-
to del cristianismo, Buenos Aires 2003, p.15-16).
Pero ellos no proclamaron una esperanza, sino
un cumplimiento inesperado. Ellos testificaron Estas experiencias, bastante corrientes en
una visión: personas que realizan de modo ordinario su pro-
ceso de duelo, pueden llegar a considerarse como
«No podemos nosotros dejar de hablar de lo «visiones» y no tienen que considerarse fenóme-
que hemos visto y oído» (Hech 4,20). nos paranormales. Responden a la necesidad de
seguir manteniendo contacto con el difunto. Pero
A menudo se ha intentado explicar las vi- en el caso de los discípulos de Jesús su experien-
siones de Jesús resucitado como sensaciones sub- cia no surge del deseo de encontrar a Jesús vivo.

En la escuela de las Escrituras 27


«Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes
para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol,
fueron al sepulcro. Y decían entre ellas: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?»
Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande.
Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas
quedaron sorprendidas. Pero él les dijo: «No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el
Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. Vayan ahora a
decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo
había dicho» (Mc 16,1-7).

LAS DOS MARÍAS EN LA TUMBA.


Obra de Bartolomeo Schedoni.
En muchas culturas las mujeres
tienen, un protagonismo especial
en el proceso por el cual un grupo
asume la muerte de uno de sus
miembros: preparación del cadáver,
ritos funerarios, expresiones de
duelo. Estos gestos están pintados
en los vasos griegos (imagen de la
pág. siguiente), donde aparecen
mujeres en torno al cadáver que se
rasgan la ropa, se lastiman la cara
o se arrancan mechones de pelo.
Si los hombres componen cantos
con elogios sobre el difunto, los
lamentos femeninos expresan un
diálogo que busca mantener el
contacto con la persona muerta.

Al contrario, sucede de un modo totalmente in- Es importante tener en cuenta que la visión
esperado, ya que el contexto de su muerte hacía de los testigos del Resucitado no es un simple
muy difícil producir un salto desde el deseo de registro ocular como el que podría tener
verlo a la realidad de su resurgimiento. Los re- cualquier fotógrafo. En este testimonio que Pablo
latos de las manifestaciones muestran a los dis- recibió de la tradición se utiliza repetidamente
cípulos ya desentendidos del seguimiento de Je- la expresión «se hizo ver» (ωφθη Ophthé). La
sús, retornando a sus hogares con sus expecta- misma fórmula era utilizada para describir las
tivas frustradas acerca del liberador de Israel (Lc teofanías o manifestaciones divinas que se narran
24,21), volviendo a utilizar las redes que antes en los antiguos relatos bíblicos. Así: «Se hizo ver
habían abandonado (Jn 21,3), resistiéndose a el Señor a Abraham» (Gn 12,7; 17,1).
creer a la visión que se les imponía (Lc 24,41). De modo que se trata de experiencias de
En los testimonios apostólicos se destaca que revelación, donde Dios muestra glorificado al que
lo experimentado por los discípulos no se ha ori- murió crucificado:
ginado a partir de ellos, sino que responde a una
realidad exterior: «Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la
gracia de hacerse manifiesto, no a todo el
«Se se hizo ver a Cefas y luego a los Doce; pueblo, sino a los testigos que Dios había
después se hizo ver a más de quinientos escogido de antemano» (Hech 10,40-41).
hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor
parte viven y otros murieron. Luego se hizo ver «Cuando Aquel que me separó desde el seno
a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a
en último término se me hizo ver también a mí, bien revelar en mí a su Hijo, para que lo
como a un abortivo» (1 Co 15,5-8). anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir
28 En la escuela de las Escrituras
Lamentación por Aquiles
de parte de su madre Thetis
y las Nereidas. Recipiente corintio,
550 aEC.

consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a mente en la forma de una comunidad que se iría
Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, extendiendo más allá de las fronteras de Israel.
me fui a Arabia» (Gal 1,15-17). En efecto, las visiones pascuales no sólo pro-
dujeron que los discípulos se alegraran (Jn
Cuando el libro de los Hechos relata esta 20,20), sino que también crearon una concien-
experiencia de Pablo camino a Damasco, dice: cia de misión (Jn 20,21). No sólo experimenta-
ron una Buena Noticia para sus vidas, sino que
«Los hombres que iban con él se habían se sientieron llamados a predicarla como un
detenido mudos de espanto; oían la voz, pero anuncio de carácter universal.
no veían a nadie» (Hech 9,7). La experiencia de visión del Resucitado
transformó la vivencia que los discípulos tenían
La visión del Resucitado Dios la infunde a quien de Jesús durante su seguimiento en Galilea. Ellos
elige y no es accesible a otras personas que no retomaron sin más la misión compartida con
pudieran estar presentes en el mismo lugar. él cuando los envió a predicar (Mt 10,5). Si Je-
sús había sido rehabilitado por Dios como su
mensajero, no había que esperar ya a otro:
El alcance de la resurrección
«Moisés dijo: El Señor Dios os suscitará un
El resultado de la experiencia de los discípulos de profeta como yo de entre vuestros hermanos;
Jesús no fue la obtención de un consuelo indivi- escuchadle todo cuanto os diga» (Hech 3,22).
dual; ni siquiera una contención grupal que per-
mitiera superar el trauma causado por la cruz. La Los enviados del Resucitado no afirmaron
convicción de los discípulos se manifestó social- simplemente que Jesús había vuelto a la vida te-

Sigue
En la escuela de en la pág. 3229
las Escrituras
La Iglesia del Santo Sepulcro
El Calvario (1) era una
roca de unos 5 metros
de altura, que por la
forma de su perfil
recordaba la silueta de
un cráneo; de ahí el
nombre de «calavera»
(Mt 27,33; Mc 15,22; Lc
23,33; Jn 19,17). Era
una zona de antiguas
canteras, muy próxima
a la muralla. 1
A menos de 40 metros,

N
otro tajo en la roca (2) 2
se había aprovechado
para hacer unas tumbas excavadas en ella, como era frecuente en las
afueras de Jerusalén. Cien años después de la sepultura de Jesús,
cuando el emperador Adriano construyó sobre las ruinas de Jerusalén
la colonia romana de Aelia Capitolina, mandó construir allí un templo
pagano rodeado de una gran plaza que cubría prácticamente hasta la
cima de la roca del Calvario. Sobre ella se levantó una estatua en
honor de la diosa Venus.

1
N

En el año 326 el emperador


Constantino derribó el templo
y desenterró el Calvario (1),
que quedó albergado en el
patio de una Basílica. La gruta
de la sepultura de Jesús fue
tallada exteriormente para
darle forma de mausoleo (2).

En las fotos se puede observar el interior del edificio


actual. El Calvario ha sido cubierto por un techo de bóveda
y se accede a su parte superior mediante una escalera. Un
hueco permite introducir la mano para tocar lo que queda
de la roca. Sobre el mismo se ha construido un altar (1).
El Sepulcro tuvo que ser totalmente reconstruido en la
Edad Media después de los daños causados por Hakim.
Sobre el mismo se reedificó la gran cúpula que cubre el
recinto llamado Anástasis [Resurrección] (2).
Entre el Calvario y la Anástasis, apenas se ingresa a la
Basílica, una piedra rectangular (3) recuerda el lugar
donde fue ungido el cuerpo de Jesús después que fue
bajado de la cruz, antes de ser depositado en el sepulcro
(Jn 19,39-40). 1

30 En la escuela de las Escrituras


En 1009 la Basílica quedó prácticamente destruida
por orden del sultán Hakim. Aunque se restauró la
Anástasis gracias al emperador bizantino
Constantino Monómaco, el resto del edificio
continuó en ruinas. Cuando los cruzados
N conquistaron Jerusalén reconstruyeron
la iglesia según el estilo románico
que hoy mantiene.
La consagraron en 1149.

3 1

2 3

En la escuela de las Escrituras 31


«María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde
había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?».
María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se
dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?».
Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime
dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo».
Jesús le dijo: «¡María!».
Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!» (Jn 20,11-16).

APARICIÓN DE CRISTO A MARÍA


MAGDALENA. Obra de Alexander
Ivanov.
El hallazgo del sepulcro de Jesús
vacío produce como primera opinión
que su cuerpo ha sido robado (Jn
20,2). Este fue el rumor que siguió
circulando (Mt 28,12-15). Para evitar
tales profanaciones, el Estado
romano había sancionado leyes que
castigaban severamente tales
delitos. Una copia griega del edicto
imperial que recordaba estas leyes
fue hallado en Nazaret en 1878.
Sería extraña su publicación en un
lugar tan pequeño como aquel del
que provenía Jesús, si no hubiese
recaído sobre los miembros de su
entorno la acusación del robo de su
cuerpo.

rrena, caracterizada por su limitación y fragili- final de los muertos. Las visiones podrían ha-
dad. Así lo explicará Pablo: berse comprendido como el arrebato celestial
de un justo perseguido, que era así rehabilita-
«Después de resucitar, no muere más, porque do por Dios. Se trataría de un anticipo indivi-
la muerte ya no tiene poder sobre él» (Rom 6,9). dual del acontecimiento definitivo. De esa ma-
nera había visto Judas Macabeo a uno de los
Su retorno a la vida es diferente al de la hija profetas, revestido de una dignidad soberana
de Jairo (Mc 5,35-43), o del hijo de la viuda (Lc y majestuosa:
7,11-15) o de Lázaro (Jn 11,44). Los discípulos
afirmaban que Jesús había sido elevado a un es- «Onías tomó la palabra y le dijo: «Este es
tado de gloria en presencia de Dios: Jeremías, el profeta de Dios, que ama a sus
hermanos, y ora sin cesar por su pueblo y por
«Exaltado por la diestra de Dios, ha recibi- la Ciudad santa» (2 Mac 15,14).
do del Padre el Espíritu Santo prometido y
ha derramado lo que ustedes ven y oyen» Sin embargo los discípulos de Jesús no in-
(cf Hech 2,33). terpretaron lo sucedido como algo aislado o ejem-
plar, sino como el inicio del tiempo final:
Aquí se puede advertir lo que distinguiría
el anuncio apostólico de la proclamación de «El Elegido, en aquellos días, se sentará en mi
otras corrientes que esperaban la resurrección trono y todos los secretos de la sabiduría
viene
32 Ende
la la pág. 29
escuela de las Escrituras
Ley sobre los sepulcros
«EDICTO DEL CÉSAR. Sabido es que
los sepulcros y las tumbas, que han sido
hechos en consideración a la religión de
los antepasados, o de los hijos o de los
parientes, deben permanecer inmutables
a perpetuidad. Si pues alguien es
convicto de haberlos destruido, de haber,
no importa de qué manera, exhumado
cadáveres enterrados, o de haber, con
mala intención, transportado el cuerpo a
otros lugares, haciendo injuria a los
muertos, o de haber quitado las
inscripciones o las piedras de la tumba,
ordeno que ése sea llevado a juicio como
si quien se dirige contra la religión de los
Manes lo hiciera contra los mismos
dioses. Así, pues, lo primero es preciso
honrar a los muertos. Que no sea en
absoluto permitido a nadie el cambiarlos
de sitio, si no quiere el convicto por
violación de sepultura sufrir la pena
capital».

(Inscripción de Nazaret)

Losa de 60cm de largo por 37,5cm de ancho, con


el texto griego arriba traducido. Procedente de
Nazaret, fue datada como en torno a la primera
mitad del siglo I EC.

saldrán de las sentencias de su boca, pues el «En los últimos días, dice el Señor, derramaré
Señor de los espíritus le ha concedido ese don mi Espíritu sobre todos los hombres y
y lo ha glorificado. En aquellos días, las profetizarán vuestros hijos e hijas; los jóvenes
montañas saltarán como carneros y las colinas verán visiones y los ancianos tendrán sueños
retozarán como corderos saciados de leche y proféticos» (Joel 3,1-5; cf. Hech 2,17).
todos los justos se convertirán en ángeles del
cielo; su rostro brillará de gozo, porque en
aquellos días el Elegido se levantará. La tierra La entronización del Mesías
se llenará de alegría, los justos la habitarán,
los elegidos caminarán y se pasearán por ella» Jesús se había presentado durante su vida como
(Henoc 51,3-5). mensajero e iniciador del Reinado de Dios:

La renovación anunciada por los profetas ya la «Si por el dedo de Dios expulso los demonios,
habría comenzado Dios al resucitar a Jesús, como es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios»
al primero. Igualmente, al experimentar en ellos (Lc 11,20).
mismos la fuerza transformadora del Espíritu de
Dios, interpretaron que ese don divino llegaba a Por considerarse el representante de Dios en
ellos como una participación del poder que ha- vistas al Reino, Jesús había hecho depender el des-
bía resucitado a Jesús. Así se realizaba la efusión tino definitivo de los hombres de la toma de posi-
anunciada por los profetas para el tiempo final: ción respecto a él y de la acogida de su mensaje:

En la escuela de las Escrituras 33


«Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los
otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!».
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de
los clavos y la mano en su costado, no lo creeré» (Jn 20,24-25).

TOMÁS. Obra de Caravaggio.


Hasta ahora se han descubierto
los restos de un solo crucificado,
fechados en la primera mitad del
siglo I EC. El hallazgo se produjo
en Giv’at ha Mivtar. El osario que
contenía los restos llevaba el
nombre de Juan, hijo de Haggol.
Los enterradores no pudieron
desprender el clavo del talón por
estar doblado, y por eso lo dejaron
en el lugar. Las piernas debieron
estar abiertas, clavadas por
separado a ambos lados del
poste. Los huesos de las manos
no presentan fracturas. O bien
fueron atadas al madero, o los
clavos pasaron entre los dos
huesos encima de las muñecas.

«Todo aquel que se declare por mí ante los «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a
hombres, yo también me declararé por él ante quien uestedes dieron muerte colgándolo de
mi Padre que está en los cielos; pero a quien un madero. A éste lo ha exaltado Dios con su
me niegue ante los hombres, lo negaré yo diestra como Jefe y Salvador, para conceder a
también ante mi Padre que está en los cielos» Israel la conversión y el perdón de los
(Mt 10,32-33). pecados. Nosotros somos testigos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo que ha dado
Si los habitantes de Nínive fueron capaces de Dios a los que le obedecen» (Hech 5,30-32).
arrepentirse al escuchar la amenaza de Jonás, y
así obtuvieron la misericordia de Dios, con más Porque Dios avalaba el mensaje de Jesús, los
razón los oyentes de Jesús deberían acoger su discípulos volvieron a proclamar el anuncio de
mensaje sobre la bondad del Padre y su oferta la llegada del Reino como ya antes lo habían he-
del perdón. Por eso serían condenados en el Jui- cho en Galilea. Pero ahora la llamada a la con-
cio aquellos que no se convirtieran por la predi- versión incluía también la aceptación de Jesús. El
cación del que es «mayor que Jonás» (Lc 11,32). que había iniciado el Reinado de Dios en la tierra
Tales pretensiones sonaban inaceptables. Y mediante prodigios y exorcismos, ahora resuci-
así su abandono al poder de la muerte parecía tado, presidía gloriosamente con Dios ese Reino:
mostrar el juicio negativo de Dios sobre el falso
Mesías: «A otros salvó; que se salve a sí mismo «Exaltado por el poder de Dios, él recibió del
si él es el Cristo de Dios, el Elegido» (Lc 23,35). Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha
Pero al ser resucitado por Dios, el mensaje y comunicado como ustedes ven y oyen. Porque
la persona de Jesús adquirían un valor decisivo. no es David el que subió a los cielos; al contrario,
Dios mismo legitimaba el mensaje y la persona él mismo afirma: "Dijo el Señor a mi Señor:
de aquel a quien mostraba como su Enviado: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos
tus enemigos debajo de tus pies". Por eso, todo
«El es la piedra que ustedes, los constructores, el pueblo de Israel debe reconocer que a ese
han despreciado y que se ha convertido en Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho
piedra angular» (Hech 4,11). Señor y Mesías» (Hech 2,33-36).
34 En la escuela de las Escrituras
Las marcas de los clavos

«Los soldados se divertían


crucificando a los prisioneros en
varias posiciones, y era tal su
número que faltaba espacio para
las cruces y cruces para las
víctimas».

(Josefo, Guerra Judía V,451)

«Veo desde aquí las cruces, pero


no del mismo género, sino
construidas por unos de una
forma y por otros de otra. Algunos
cuelgan a sus víctimas con la
cabeza abajo, otros las empalan,
otros abren los brazos sobre el
patíbulo».

(Séneca, Diálogos VI,20,3) Clavo fijado al hueso del talón de Juan, hijo de Haggol.

Dos títulos de majestad señalan su dignidad: 24,21). Pero la esperanza de realización, sacu-
dida por la crisis de su muerte, resurgió en el
 SEÑOR. La Biblia griega traduce con éste corazón de sus discípulos de un modo totalmen-
término el nombre de Dios (YHWH). Al aplicar te renovado. Esperaron con ansia su retorno,
el mismo título a Jesús los creyentes proclaman creyendo firmemente que entonces realizaría
el hecho de que al Crucificado, exaltado junto a todo lo que se aguardaba del Redentor de Is-
Dios en su condición de glorificado, los creyen- rael. Entonces, concluido ya el establecimiento
tes someten su vida aprendiendo y enseñando a del Reino de Dios, Jesús se manifestaría abierta-
cumplir todo lo que él había mandado como en- mente como el Mesías anunciado desde antiguo:
viado de Dios (cf. Mt 28,20). Por eso Jesús no es
sólo un personaje del pasado que debe ser recor- «El Señor les concederá el tiempo del consuelo
dado. Tampoco es sólo el liberador de quien se y enviará a Jesús, el Mesías destinado para
espera su venida futura. Jesús ejerce una influen- ustedes. El debe permanecer en el cielo hasta
cia viva en el presente: Jesús se encuentra de tal el momento de la restauración universal, que
forma vivo en su comunidad que su presencia Dios anunció antiguamente por medio de sus
la puede experimentar constantemente cada uno santos profetas» (Hech 3,20-21).
de los creyentes, como una fuerza transforma-
dora para la propia vida. Esta comprensión de la identidad de Jesús
como Mesías futuro no prevaleció en las gene-
 MESÍAS. La esperanza judía aguardaba que raciones siguientes con la misma fuerza que tuvo
un descendiente de David, Ungido (hebr. entre los primeros anunciadores. Porque, como
Mashiaj) como rey, restaurara la monarquía con centro de la proclamación, llegó a pesar más lo
sede en Jerusalén, a donde los gentiles vendrían que Dios ya había hecho en Jesús que lo que aún
para rendir culto al Dios verdadero. Este Mesías quedaba por realizar. Al resucitarlo y exaltarlo
(gr. Khristós) traería entonces paz y prosperidad a su lado ya lo había glorificado y lo había he-
a Israel y a toda la tierra. Sin embargo, Jesús no cho Mesías. Pero la generación apostólica segui-
había cumplido en su vida estas expectativas, ría transmitiendo con firmeza su esperanza de
como repetían los caminantes de Emaús (Lc participar como Jesús de su destino glorioso:
En la escuela de las Escrituras 35
«El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el
Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos
fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la
orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les
dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».
Simón Pedro subió a al barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y
tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién
eres», porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que
Jesús resucitado se apareció a sus discípulos» (Jn 21,7-14).

APACIENTA A MIS OVEJAS. Obra de


Rafael.

El Evangelio de Lucas, Juan 20 y el


final de Marcos relatan apariciones
de Jesús en Jerusalén. En cambio
Mateo y Juan 21 narran apariciones
en Galilea. La secuencia de la
pasión, con la negación temerosa
de Pedro y la huída de los demás
discípulos, indicaría que la
manifestación a Pedro y al resto de
los Once tuvo lugar en Galilea. Los
que huyeron por temor difícilmente
habrían permanecido en una ciudad
que ya no consideraban segura.

«Nosotros somos ciudadanos del cielo, de «Nerón comenzó a castigar con exquisitos
donde esperamos como Salvador al Señor Jesús géneros de tormentos a unos hombres odiados
Cristo, el cual transfigurará este miserable por el vulgo a causa de sus excesos, llamados
cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el comúnmente cristianos. El autor de este
suyo, en virtud del poder que tiene de someter nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio,
a sí todas las cosas.» (Fil 3,20-21). había sido ejecutado por orden de Pilato,
procurador de Judea» (Anales, XV,44).

Los relatos de los Evangelios «Ellos tienen por costumbre en días señalados
reunirse antes de rayar el sol y cantar, alter-
El anuncio de los discípulos de Jesús encontró nando entre sí a coro, un himno a Cristo como
adhesiones y rechazos, como sucede con cualquier si fuera un dios» (Plinio el Joven, Epist. X,96,7).
otro testimonio personal que no dispone de
evidencias para mostrar. La única evidencia que Tal es la descripción del fenómeno religioso
históricamente se puede encontrar es aquella que que ya no podía pasar desapercibido a comien-
registraron algunos cronistas antiguos no zos del siglo II EC. A partir de esta constata-
comprometidos en el anuncio. Ellos informan que ción, la explicación que se pueda hacer del ori-
un grupo no pequeño de personas persistían, gen y continuidad del mismo será muy diversa,
arriesgando su vida, en continuar la causa de Jesús: dependiendo de la aceptación o rechazo respecto
al anuncio transmitido. Quienes lo aceptaron,
«La tribu de los cristianos, así llamados a causa pudieron hacerlo porque abrigaban la esperan-
de su nombre, no ha desaparecido» (Josefo, za de ver realizadas en su vida las promesas for-
Antigüedades XVIII,64). muladas por los profetas:
36 En la escuela de las Escrituras
«Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a
orillas del mar de Tiberíades» (Jn 21,1).

MENSA CHRISTI. Lugar tradicional del


encuentro entre Jesús Resucitado y
siete de sus discípulos.

«Ustedes son los herederos de los profetas y otros decían: «Otro día te oiremos hablar sobre
de la Alianza que Dios hizo con sus esto» (Hech 17,32). La resurrección no formaba
antepasados, cuando dijo a Abraham: "En tu parte de las aspiraciones platónicas de un alma
descendencia serán bendecidos todos los inmortal que anhelaba liberarse de su cuerpo:
pueblos de la tierra". Ante todo para ustedes
Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para «La parte del alma que hay en el cuerpo se
bendecirlos y para que cada uno se aparte de duerme; el verdadero despertar es una
sus iniquidades» (Hech 3,25-26). verdadera resurrección respecto del cuerpo, no
con el cuerpo» (Plotino, Ennéadas 3,65,6-70-72).
Entre ellos se contaron «algunos miembros de la
secta de los fariseos que habían abrazado la fe» Otros tenían su buena razón para no fiarse
(Hech 15,5). Creyeron que Dios estaba haciendo del testimonio porque, aunque esperaban el ad-
posible el comienzo del mundo nuevo anhelado venimiento mesiánico y la resurrección de los
y que ellos podrían participar del mismo. justos, no podían aceptar una manifestación que
Entre quienes rechazaron el testimonio apos- no fuese pública:
tólico, algunos lo hicieron porque el suceso pro-
clamado no formaba parte de sus expectativas. «En cuanto al Cristo [el Mesías], si acaso ya
Es el caso de «los saduceos, irritados de que pre- ha nacido y existe en alguna parte, es
dicaran y anunciaran al pueblo la resurrección desconocido y no tiene conciencia de sí hasta
de los muertos cumplida en la persona de Je- que venga Elías a ungirlo y a manifestarlo a
sús» (Hech 4,2). O de los filósofos del Areópago todos. Ustedes, por el contrario, recogiendo
de Atenas que, al oír las palabras «resurrección un murmullo vacío, se han hecho un Cristo
de los muertos», se burlaban de Pablo mientras suyo» (Justino, Diálogo con Trifón 8).

En la escuela de las Escrituras 37


«Comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras Jesús les interpretó lo que se
refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le
insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba».
El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo
partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había
desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en
el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24,27-32).

JESÚS Y LOS DISCÍPIULOS EN


EMMAUS. Obra de Caravaggio.

La aldea mencionada en el
Evangelio ha sido localizada en
distintos sitios según las épocas.
En los primeros siglos se pensó en
la Emaús donde combatió Judas
Macabeo (1 Mac 4,3). Pero esta
ciudad, llamada después
NICÓPOLIS, se encuentra a 160
estadios de Jerusalén (31 km) y no
a 60 (11,5 Km), como dice el texto.
Por otro lado es una distancia
demasiado larga para ser recorrida
ida y vuelta el mismo día. Por eso
los cruzados optaron por otros
lugares que se ajustaban a los 60
estadios, como ABU GOSH o
también QUBEIBA.

Un rumor dio origen, por propagación, a un Las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de
amplio movimiento religioso. Porque es un ru- Dios podrían haberse conservado a través de una
mor lo que no se puede probar. Un rumor que escuela, como sucedió con las de Sócrates des-
podía generar grandes entusiasmos y también pués de su muerte. Sus prodigios también pu-
malestares, como el de Celso: dieron ser evocados, magnificados, multiplica-
dos y relatados como hizo Filóstrato con los de
«¿Quién vio esto? Una mujer histérica, o quizá Apolonio de Tiana. Pero para formarse una co-
algunas otras que habían sido engañadas por la munidad hacía falta algo más. Una experiencia
misma brujería» (Orígenes, Contra Celso 2,55). de encuentro y presencia que renovara las espe-
ranzas perdidas y proporcionara fuerza en los
Pero también cabe, más allá del entusiasmo momentos de prueba. Se necesitaba un nuevo
o de la irritación, una valoración más neutral del aliento capaz de transformar a las personas,
origen del rumor, como lo hacía a comienzos del impulsándolas al cambio de conducta, dándo-
siglo XX el escritor judío Joseph Klausner: les ánimo tanto para vivir como para morir.
El anuncio de la resurrección manifiesta la
«Esta fe de millones de hombres y diecinueve percepción de algo que no pudieron expresar
siglos de antigüedad no se fundó en la impostu- de una manera diferente. Manifiesta la percep-
ra; no puede cuestionarse que algunos de los ción de que esta vida no es una historia com-
ardientes galileos tuvieron una visión de su se- pleta en sí misma, sino que sólo puede ser com-
ñor y Mesías... De no ser por tal visión, el re- prendida como parte de una historia más am-
cuerdo del Nazareno se habría perdido com- plia en la que Dios es el actor principal y en la
pletamente o conservado sólo en un conjunto que Jesús participa todavía. Por eso la resurrec-
de elevados preceptos éticos o historias de mila- ción de Jesús no es sólo una convicción de fe.
gros» (Jesús de Nazaret, Barcelona 1991, p.359). Es también un paradigma de esperanza.
38 En la escuela de las Escrituras
«Dinos María: ¿Qué viste
en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente y la
gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles testigos, el sudario y
las vestiduras.
Ha resucitado Cristo, mi esperanza, y
precederá a los discípulos en Galilea»
(Secuencia Pascual)
JESÚS SE MANIFIESTA A MARÍA MAGDALENA. Obra
de Correggio.

En la escuela de las Escrituras 39


Próxima publicación

40 En la escuela de las Escrituras

You might also like