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Salmo 103,14-18
¡ERES POLVO
Y AL POLVO
VOLVERÁS!
Dentro de la tradición bíblica se percibe la muerte
como una realidad ambigua. Por un lado se afirma que
Dios crea al hombre como un ser perecedero, con una
existencia limitada. Pero también se reconoce a Dios
como Señor de los vivientes y la muerte como un
alejamiento de él. Se hace necesario entonces
considerar detenidamente los distintos aspectos
comprendidos en la reflexión bíblica sobre la muerte.
D
esde antiguo las diversas culturas se han esforzado para res-
ponder a los grandes interrogantes del ser humano: ¿qué es el
hombre y cuál su destino?; ¿cómo comprender el trabajo, la
atracción entre varón y mujer, el nacimiento de los hijos?;
¿quién preside a las fuerzas presentes en el mundo, haciendo que le obe-
dezcan los demás seres?; ¿cómo comprender los azotes que se abaten
sobre los hombres, como la sequía, el hambre, las enfermedades, las inun-
daciones? Pero, especialmente, ¿cómo explicar la muerte, a la que ningún
ser humano puede sustraerse?
El pensamiento religioso no se ha desarrollado al margen de estos
interrogantes. Al contrario, el descubrimiento de lo sagrado permitió a la
mente humana «captar la diferencia que existe entre lo que se revela a sí
mismo como real, poderoso, rico y significativo, y lo que no, es decir, el
flujo caótico y peligroso de las cosas y sus apariciones y desapariciones
fortuitas y carentes de sentido» (Mircea Eliade, La búsqueda, Barcelona
2000, p. 7-8). Y en este proceso las condiciones de vida de cada pueblo
tuvieron una influencia decisiva en la configuración de sus respectivas
creencias religiosas.
En Egipto, la fertilización natural de la tierra, realizada año tras año
gracias a la puntual crecida del Nilo, hacía que en ninguna parte fuese
tan clara la línea de separación entre las tierras fértiles y el desierto, entre
la vida y la muerte. Por eso ningún otro pueblo incorporó tan profunda-
mente como los egipcios la muerte y el más allá en sus ideas. Además, los
habitantes del país sabían que cada día el sol conocía su ocaso, pero ven-
cía finalmente a los poderes de la noche, y volvía a nacer por la mañana.
Así el curso solar llegó a representar el modelo ejemplar del destino hu-
mano: paso de un modo de ser a otro, de la vida a la muerte y, en conse-
En la escuela de las Escrituras 5
«Al hombre le parecen Este proverbio bíblico usa el mismo Para obtener un resultado favorable
lenguaje con que la cultura egipcia el difunto debía presentar una
puros todos sus caminos, expresaba la responsabilidad moral conducta intachable, expresada en
pero YHWH pesa los del hombre, juzgada al final de su la siguiente confesión: «No he
corazones» vida. Según el Libro de los Muertos mentido en lugar de decir la verdad;
el difunto se presenta ante no tengo conciencia de ninguna
(Proverbios 16,2). el tribunal de Osiris para que se traición; no he hecho mal alguno; a
pesara su corazón junto a la pluma nadie he causado sufrimiento; no
de Maat (la Verdad y la Justicia he sustraído las ofrendas a los
Universal), situada en el otro platillo. dioses...»
Página siguiente: un
sepulcro del siglo I EC,
descubierto hace algunos
años mientras se
construía una
ruta cerca de
Meguiddo.
4 2 1
La amargura ante el límite que supone la todos han salido del polvo y todos vuelven al
muerte parece haber sido lo que llevó al autor polvo» (Qo 3,19-20).
del Qohelet (o Eclesiastés) a escribir su obra.
¿Qué valor puede tener la sabiduría, si la muer- Desde esta óptica de una existencia única, y
te iguala al sabio y al necio?: limitada al horizonte de la muerte, Qohelet da a
sus lectores un consejo muy parecido al que ha-
«Al correr de los días todos son olvidados. Pues bía recibido Gilgamesh:
el sabio muere igual que el necio» (Qo 2,16).
«Anda, come con alegría tu pan y bebe de
«Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: buen grado tu vino, que Dios está ya conten-
que haya un destino común para todos, y así to con tus obras... Vive la vida con la mujer
el corazón de los humanos está lleno de mal- que amas, todo el espacio de tu vana existen-
dad y hay locura en sus corazones mientras cia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es
viven, y su final ¡con los muertos!» (Qo 9,3). tu parte en la vida y en las fatigas con que te
afanas bajo el sol» (9,7-9).
Peor aún, la muerte equipara a hombres y
animales, haciendo efímera la vida de ambos: Sin embargo una advertencia muestra que no
da lo mismo todo en la vida:
«Porque el hombre y la bestia tienen la misma
suerte: muere el uno como la otra; y ambos «Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es
tienen el mismo aliento de vida. En nada aven- un incentivo para tus ojos; pero ten presente
taja el hombre a la bestia, pues todo es vani- que por todo eso Dios te llamará a juicio» (Qo
dad. Todos caminan hacia una misma meta; 11,9).
8 En la escuela de las Escrituras
La morada de los muertos El sepulcro del gran Moisés no sólo carece
de toda forma de culto tributado a su memoria,
Si la magnificencia de las tumbas faraónicas ex- sino que, incluso, se desconoce su localización:
presan la comprensión de la muerte en Egipto,
la sobriedad de los sepulcros israelitas también «Allí murió Moisés, servidor de YHWH, en el
habla de su pensamiento acerca del destino de país de Moab, como había dispuesto YHWH.
los muertos. No encontramos en Israel el im- Lo enterró en el Valle, en el País de Moab,
ponente ceremonial fúnebre de los nobles egip- frente a Bet Peor. Nadie hasta hoy ha conocido
cios. Tal vez la única excepción es el solemne su tumba» (Dt 34,5-6).
traslado del cuerpo de Jacob por sus hijos, pre-
cisamente cuando José era el visir de Egipto. Lo importante ya no era el cadáver de Moisés,
Los cananeos que vieron el duelo en Goren sino la palabra viva que había dejado a Josué
Haatad dijeron: «Duelo de importancia es ése como legado:
de los egipcios» (Gn 50,11). Pero el sentido de
todo el relato es el de recordar que el sepulcro «Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu
de los patriarcas es una propiedad familiar de sabiduría, porque Moisés le había impuesto
adquirida en la tierra prometida: las manos. A él obedecieron los israelitas,
cumpliendo la orden que YHWH había dado
«Lo llevaron sus hijos al país de Canaán, y lo a Moisés» (Dt 34,9).
sepultaron en la cueva del campo de
Makpelá, el campo que había comprado La ofrenda de comida a los muertos, común
Abraham en propiedad sepulcral a Efrón el en otras culturas, está prohíbida por la Torah,
hitita, enfrente de Mambré» (Gn 50,13). como así también la consulta a los muertos:
«Nosotros, los vivos, a YHWH bendecimos que vuelvas a la tierra, de donde fuiste saca-
desde ahora y por siempre» (Sal 115,18). do. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!»
(Gn 3,17-19).
Alabar a Dios y no alabarle se contraponen como
la vida y la muerte. Por eso la alabanza se con- Pero la existencia que transcurre al margen de
vierte en el más elemental de los signos de vida. la obediencia a Dios hace que se experimente la
Esta consideración abre la perspectiva de muerte ya durante la vida:
otra forma de muerte, que no queda restringida
a la realidad biológica. La falta de comunión con «La justicia es inmortal. Pero los impíos lla-
Dios es una manera de morir. man a la muerte con gestos y palabras: tenién-
La historia del Jardín de Edén ilustra este dola por amiga, se desviven por ella y han
pensamiento. Allí no se presenta la condición hecho con ella un pacto, porque son dignos
mortal del hombre como la consecuencia de una de pertenecerle» (Sab 1,15-16).
culpa heredada. El relato distingue entre una
muerte merecida culpablemente y otra debida En cambio el justo puede orar a Dios diciendo:
a la condición de criatura. De hecho, se había
amenazado al hombre con la muerte si llegaba «Porque tu amor vale más que la vida, mis la-
a desobedecer el mandato de Dios: bios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre» (Sal 63,4-5).
«El día que comieres de él, morirás sin reme-
dio» (Gn 2,17). Cuando la comunión con Dios se vive inten-
samente, su presencia relega a un segundo plano
Pero el hombre siguió viviendo después de su toda preocupación, incluso la de la muerte:
desobediencia ¡hasta los 930 años! Sin embargo
su existencia se volvió ingrata. Dejó de ser vida. «Pongo a YHWH ante mí sin cesar; porque él
La muerte que acaba algún día por llegar se ex- está a mi diestra, no vacilo. Por eso se me alegra
plica a través del recuerdo de la creación: el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi
carne descansa segura; pues no has de
«Con fatiga sacarás de él tu alimento todos abandonar mi alma al sheol, ni dejarás a tu
los días de tu vida. El te producirá cardos y amigo ver la fosa. Me enseñarás el camino de la
espinas y comerás la hierba del campo. Ga- vida, hartura de gozos, delante de tu rostro, a
narás el pan con el sudor de tu frente, hasta tu derecha, delicias para siempre» (Sal 16,8-11).
En la escuela de las Escrituras 11
12 En la escuela de las Escrituras
ESPERANZA DE RESURRECCION
SABRÁN QUE YO
SOY YHWH
CUANDO LOS
HAGA SALIR DE
SUS TUMBAS,
PUEBLO MÍO
Los huesos de la visión son representados como cabe- Pág. siguiente: CEMENTERIO JUDÍO en el Monte de
zas arrancadas, manos y pies. Puede observarse tam- los Olivos. Este sitio es señalado por una tradición como
bién una montaña partida con una una casa caída, que el lugar donde se producirá la resurrección. Se ha inter-
representa un midrash (comentario rabínico) de Pirkei pretado que ese es el Valle de Josafat, combinando
Rabí Eliezer 33, donde se afirma que hubo un gran te- dos pasajes proféticos: «Congregaré a todas las nacio-
rremoto cuando los huesos volvieron a la vida. En la nes y las haré bajar al Valle de Josafat: allí entraré en
escena siguiente Ezequiel ya no viste al estilo persa, juicio con ellas acerca de mi pueblo y mi heredad, Is-
sino como un romano. Está de pie junto a tres muertos rael. Porque lo dispersaron entre las naciones, y mi
a punto de ser resucitados. Unos ángeles con alas de tierra se repartieron» (Jl 4,2); «se plantarán sus pies
mariposa se unen a otro que ya se encuentra trabajan- aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente
do con uno de los cuerpos. de Jerusalén» (Zac 14,4).
E
l destierro en Babilonia significó para do la ruina de Jerusalén, comenzó a trabajar con
muchos cautivos el final de su historia otros sacerdotes en la reconstrucción de la iden-
como pueblo. Como sucedía con otras tidad nacional y religiosa de Israel. Muchos en-
naciones, parecía que apenas quedaría tonces preguntaban a YHWH con amargura:
el recuerdo de Israel y de su paso por la histo- «¿Dónde están tus primeros amores, Señor, que
ria. Porque se había perdido todo lo que consti- juraste a David por tu lealtad?» (Sal 89,50). Pero
tuía su identidad como su pueblo elegido: la Ezequiel no dudó en asegurar que YHWH man-
Tierra prometida a los antepasados, el rey que tenía la promesa hecha a su pueblo y la cumpli-
lo representaba ante Dios y el Templo donde ría, porque él era fiel a su Alianza y tenía poder
habitaba la presencia divina. De ahí que mu- para realizar el resurgimiento de la nación y el
chos experimentaran el exilio como la muerte regreso a la patria:
de la nación:
«Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de
«Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy
huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, YHWH. Yo pondré mi espíritu en ustedes, y
todo ha acabado para nosotros» (Ez 37,11). vivirán; los estableceré de nuevo en su propio
suelo, y así sabrán que yo, YHWH, lo he dicho
y lo haré -oráculo de YHWH.
La resurrección nacional Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para
todos ellos el único pastor; obedecerán mis nor-
En medio de este desaliento Ezequiel, que hasta mas, observarán mis preceptos y los pondrán
entonces había intentado disipar las falsas ex- en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a
pectativas de los desterrados y había profetiza- mi siervo Jacob, donde habitaron sus padres.
14 En la escuela de las Escrituras
Allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus «Esta agua sale hacia la región oriental, baja a
hijos, para siempre, y mi siervo David será su la Arabá, desemboca en el mar, en el agua he-
príncipe eternamente. Concluiré con ellos una dionda, y el agua queda saneada. Por donde-
alianza de paz, que será para ellos una alian- quiera que pase el torrente, todo ser viviente que
za eterna. Los estableceré, los multiplicaré y en él se mueva vivirá. Los peces serán muy abun-
pondré mi santuario en medio de ellos para dantes, porque allí donde penetra esta agua lo
siempre. Mi morada estará junto a ellos, seré sanea todo, y la vida prospera en todas partes
su Dios y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las adonde llega el torrente» (Ez 47,8-9).
naciones que yo soy YHWH, que santifico a
Israel, cuando mi santuario esté en medio de
ellos para siempre» (Ez 37,13-14.24-28). La esperanza apocalíptica y la
resurrección personal
Si el destierro era semejante a la muerte, el
retorno a la tierra paterna debería experimen- Aunque fuera una imagen muy impresionante,
tarse como una resurrección nacional. El poder la resurrección nacional era una metáfora. Para
del Dios creador lo haría posible, como en otro muchos individuos muertos y sepultados en el
tiempo había hecho nacer a Israel, su primogé- destierro esa vuelta a la vida de la nación no los
nito, al rescatarlo de la esclavitud de Egipto.Y, alcanzaba personalmente. Sería otra circunstan-
una vez restablecido en la patria, esa vida in- cia histórica la que despertaría la esperanza de la
fundida por YHWH sería como un río brotando resurrección para cada persona en particular.
del costado del Templo. Y llegaría a tener tal fe- En 168 aEC el rey sirio Antíoco IV Epífanes
cundidad como para hacer posible la vida aún prohibió el ejercicio de la religión judía en los
en las aguas salobres del Mar Muerto: territorios de su reino. En términos concretos,
Durante la persecución
religiosa de Antíoco IV la
muerte se convirtió en la
posibilidad de mostrar la
propia fidelidad a Dios y de
aceptar su voluntad. Por eso
la muerte no podía ser una
realidad definitiva, ya que si
así fuera, Dios habría sido
superado por el mártir en
fidelidad. La última palabra
la tendrá Dios al resucitar a
sus fieles testigos.
sería uno de los deportados a Babilonia por Na- tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que
bucodonosor. Sin embargo lo experimentado tú has erigido» (Dn 3,17-18).
por él y por otros tres jóvenes era, evidentemen-
te, lo que estaban viviendo los judíos piadosos Estas palabras debían alentar también a quie-
en tiempos de Antíoco IV. Daniel y sus amigos, nes eran amenazados de muerte por negarse a
siendo preparados para servir en la corte, pidie- adorar la imagen de Zeus.
ron no comer lo mismo que los gentiles, pues Y si el país de Judá era oprimido por Antío-
querían mantenerse fieles a las prescripciones co como antes lo había sido por otros imperios,
alimenticias de la Ley de Moisés. Y Dios los ayu- todo esto ya lo había advertido siglos antes el
dó para que así lo hicieran: joven Daniel por medio de una revelación. El
reino de Antíoco no era otra cosa que la frágil
«Al cabo de algunos días se vio que ellos tenían base de un ídolo que representaba a los sucesi-
mejor semblante y estaban más rozagantes vos imperios de los babilonios, medos, persas,
que todos los jóvenes que comían los manjares macedonios y sus continuadores de Egipto y
del rey» (Dn 1,15). Siria. Todo el poder humano sería derribado:
Y Dios también cuidó de los tres jóvenes «Tú has visto el hierro mezclado con la masa
cuando fueron arrojados a un horno por negarse de arcilla, porque esos reyes se mezclarán
a adorar la imagen del rey: entre sí por lazos matrimoniales, pero no lle-
garán a adherirse mutuamente, como el hie-
«Nuestro Dios, a quien servimos, puede sal- rro no se mezcla con la arcilla. Y en los días
varnos del horno de fuego ardiente y nos li- de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un
brará de tus manos. Y aunque no lo haga, ten Reino que nunca será destruido cuya realeza
por sabido, rey, que nosotros no serviremos a no pasará a otro pueblo: el pulverizará y ani-
18 En la escuela de las Escrituras
quilará a todos esos reinos, y él mismo subsis- En esta figura simbólica el autor habría querido
tirá para siempre» (Dn 2,43-44). representar a todos los fieles judíos, a quienes
Dios haría justicia por el mal recibido de los po-
Todo judío entregado a la muerte por ser fiel a derosos impíos:
la Ley debía escuchar con esperanza el mensaje
dirigido antes a Daniel: «Los que han de recibir el Reino son los santos
del Altísimo, que poseerán el Reino eternamente,
«Tu Dios, al que sirves con tanta constancia, por los siglos de los siglos» (Dn 7,18).
te salvará» (Dn 6,17).
La experiencia del martirio de los fieles y la
Pero son más misteriosas las visiones conte- esperanza de la recompensa futura cambiaron
nidas en los capítulos siguientes del libro. Más sustancialmente la consideración de la muerte.
allá del creciente auge del mal, la venida de un Porque los mártires habían muerto por Dios y
misterioso «Hijo de hombre» marcaría el final por su Alianza, también serían vueltos a la vida
del reinado de los impíos y el comienzo del rei- por el Creador:
nado de los santos con su Dios:
«Muchos de los que duermen en el suelo
«Y vi que venía sobre las nubes del cielo como polvoriento se despertarán, unos para la vida
un Hijo de hombre; él avanzó sobre el Ancia- eterna, y otros para la ignominia, para el
no y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado horror eterno. Los hombres sabios
el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron resplandecerán como el resplandor del
todos los pueblos, naciones y lenguas. Su do- firmamento, y los que hayan enseñado a
minio es un dominio eterno que no pasará, y muchos la justicia brillarán como estrellas, por
su reino no será destruido» (7,13-14). toda la eternidad» (Dn 12,2-3).
EL ANUNCIO PASCUAL
¡HA RESUCITADO EL SEÑOR!
20 En la escuela de las Escrituras
Como afirma el Credo cristiano, Jesús «padeció bajo Poncio Pilato, fue muerto
y sepultado». Sin embargo el movimiento por él comenzado no se detuvo, sino
que resurgió con una nueva vida. El nuevo impulso consistió en una convicción,
de la cual dieron testimonio: «Al tercer día resucitó de entre los muertos».
En la escuela de las Escrituras 21
La muerte de Jesús
«En aquel tiempo, apareció
Jesús, hombre sabio, en tanto
en cuanto conviene decirle
hombre. En efecto, fue el autor
de obras prodigiosas, el
maestro de los hombres que
reciben con alegría la verdad.
Arrastró tras de sí a muchos
judíos y también a muchos
griegos. Era el Cristo. Cuando
Pilato lo condenó a la cruz, por
la denuncia de nuestros jefes,
los que lo habían amado antes
continuaron haciéndolo. En
Este texto despertó sólo a partir del siglo XVI ciertas reservas sobre su
efecto, se les apareció al tercer
autenticidad. En efecto, es muy difícil que un autor no cristiano dijera que
día, vivo de nuevo. Los divinos Jesús era el Cristo. En este sentido algunas variantes del texto, citado en
profetas habían dicho ya estas otras obras, presentan una versión más verosímil del mismo:
cosas y otras diez mil
maravillas sobre él. Hasta el «y se creía que él era el Cristo»
(Jerónimo, Sobre los varones ilustres 19).
momento, la tribu de los
cristianos, así llamados a «quizá fuera el Mesías del que los profetas habían contado maravillas»
causa de su nombre, no ha (Agapio, Historia Universal).
desaparecido».
Por otra parte, la noticia sobre la lapidación de «Santiago, el hermano de
Jesús llamado Cristo» (Antig. XX,200), inclinaría a pensar que Josefo usó el
(Flavio Josefo, Antigüedades de título Khristós para referir el modo cómo Jesús era conocido por muchos, y
los judíos XVIII,63-64). no porque él lo considerase como el Mesías.
L
a noticia de la muerte de Jesús nos lle- Pero este hecho en sí escapa a toda verificación.
ga, más allá de las fuentes cristianas, El testimonio transmitido por quienes afirman
por testimonios referidos desde finales haberlo visto vivo de nuevo ya es objeto de fe
del siglo I. El historiador judío Flavio para quien lo recibe. Puede dársele crédito o no.
Josefo menciona la ejecución de Jesús entre los Sin embargo una cosa puede advertirse: ya sea
incidentes acontecidos durante el gobierno de que se lo acepte o que se lo rechace, ante ese
Pilato en Judea (Antigüedades XVIII,63-64). testimonio nadie parece quedar indiferente.
Años después, al evocar la acusación del incen-
dio de Roma hecha por Nerón contra los cris-
tianos, el historiador Tácito menciona nueva- El impacto de la muerte de Jesús
mente la condena de Pilato y la supervivencia
de un grupo de creyentes (Anales, XV,44). La Después de la muerte de Jesús un grupo de per-
noticia de la existencia de Jesús y de su muerte, sonas comenzó a predicar en su nombre . Para
y el surgimiento de un grupo de seguidores iden- comprender en todo su alcance el significado de
tificados con su causa, son datos objetivos que este hecho es necesario tener en cuenta que no
no deberían ofrecer ninguna dificultad de acep- se trataba de una simple continuación de la ex-
tación. Pueden ser considerados tan fiables como periencia de predicación mantenida en Galilea.
los demás acontecimientos referidos por Josefo La muerte en la cruz, propia de malhechores
y Tácito en el resto de sus obras. para los romanos y considerada como una mal-
Otra es la situación planteada por la noticia dición por los judíos (Dt 21,23), descalificaba a
de Josefo sobre la aparición de Jesús a sus discí- Jesús ante los ojos de todos, fuesen adversarios,
pulos «al tercer día, vivo de nuevo». Histórica- indiferentes o seguidores. La predicación de su
mente no se puede negar el hecho de la forma- mensaje quedaba, entonces, marcada por una
ción de un grupo reunido en torno a la convic- profunda fractura. Volver a hablar en su nom-
ción de que Jesús no permanecía en la muerte. bre exigía algo totalmente nuevo.
22 En la escuela de las Escrituras
«Los jueces antiguos juzgaban
por la Ley de Lesa Majestad
diferentes cosas, como si
alguno hacía traición al ejército,
si promovía sedición, o si por
haber administrado mal su
cargo disminuía la majestad del
pueblo romano».
La muerte de Jesús representaba una grave «Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda
crisis para las expectativas formadas en sus dis- Judea, comenzando por Galilea, después del
cípulos y en la multitud que lo seguía. Éstas han bautismo que predicaba Juan: cómo Dios un-
sido muy bien sintetizadas en el comentario de gió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo,
los caminantes de Emaús: llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien
y curando a todos los que habían caído en
«Jesús el Nazoreo fue un profeta poderoso en poder del demonio, porque Dios estaba con
obras y palabras delante de Dios y de todo el él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo
pueblo. Nosotros esperábamos que sería él el en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos
que iba a librar a Israel» (Lc 24,19.21). lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le conce-
Pero la cruz venía a negar todo eso. No po- dió que se manifestara, no a todo el pueblo,
día ser el enviado definitivo de Dios si había sido sino a testigos elegidos de antemano por Dios:
abandonado a las manos violentas de la autori- a nosotros, que comimos y bebimos con él,
dad romana. La impotencia del crucificado y la después de su resurrección» (Hech 10,37-41).
falta de una respuesta divina en ese momento
impedía ver en «Jesús, el Nazoreo, a un hombre La respuesta definitiva de Dios a la fidelidad
acreditado por Dios», más allá de los prodigios mostrada por Jesús como mensajero de su Reino
que había realizado durante su vida (Hech 2,22). fue la transformación de la vida que él había en-
Sin embargo esa muerte horrorosa no fue la tregado. Mediante el contraste expresaron la ac-
última palabra sobre su destino. Sus discípulos tuación de Dios frente a lo que los hombres ha-
dieron un valiente testimonio, que ya ninguna bían realizado al condenar a su enviado:
amenaza lograría silenciar. Los mismos que lo
habían abandonado por temor, después persis- «Ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la
tieron en propagar este anuncio: cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo
En la escuela de las Escrituras 23
«Era el día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -
miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de
presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera
muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el
centurión, entregó el cuerpo a José» (Mc 15,42-45).
resucitó, librándole de los dolores del Hades» Dios, Jesús realizó de un modo total la entrega
(Hech 2,23-24). propia de los mártires. Como los que lo hicieron
durante la persecución de Antíoco IV, Jesús per-
«El Dios de nuestros padres ha resucitado a dió su vida sacrificándola en el altar de la fideli-
Jesús, al que ustedes hicieron morir dad a Dios con la esperanza de que ese mismo
suspendiéndolo del patíbulo» (Hech 5,30). Dios, al que reconocía como su Padre, se la res-
tituyera renovada en su Reino. Las palabras de
La crucifixión había terminado con las es- la última cena manifestaban esa confianza:
peranzas de sus seguidores. Pero Jesús no había
encontrado la muerte sorpresivamente. Él cono- «He deseado ardientemente comer esta Pascua
cía la tradición del martirio de los profetas, trans- con ustedes antes de mi Pasión, porque les
mitida en su época por escrito y atestiguada por aseguro que ya no la comeré más hasta que
los sepulcros y los monumentos levantados en llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de
su memoria en las afueras de Jerusalén (Mt Dios» (Lc 22,15-16).
23,29). Y conocía aún más la reciente muerte
del Bautista, ejecutado por Herodes Antipas (Mc Jesús era consciente del peligro, pero seguía
6,16). Por eso, aunque advertido de que podría esperando que una intervención de Dios inau-
sufrir la misma suerte que su predecesor, se guraría el Reino, aún cuando él muriera. Y así
mantuvo firme en su misión profética en Gali- Jesús participaría de un banquete en ese Reino
lea, desestimando las amenazas del Tetrarca: consumado, junto a los patriarcas de Israel (cf.
Mt 8,11ss):
«Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana
expulso a los demonios y realizo curaciones, «Guardad los mandamientos del Señor hasta
y al tercer día habré terminado. Pero debo que él revele su salvación a todas las naciones.
seguir mi camino hoy, mañana y pasado, Entonces veréis a Henoc, Noé, Sem, Abrahán,
porque no puede ser que un profeta muera Isaac y Jacob resucitados, a la derecha, llenos
fuera de Jerusalén» (Lc 13,32-33). de júbilo. Entonces resucitaremos también no-
sotros, cada uno en su tribu» (Testamento de
Ofreciendo su vida en servicio del Reino de Benjamín 10,6-7).
24 En la escuela de las Escrituras
La sepultura de los crucificados
Jesús había sido acusado de corromper la fe Además del libro de los Hechos, la primera
del pueblo con un mensaje que no podía venir predicación de la Buena Noticia llega hasta no-
de Dios. Pero, al no dejarlo en la muerte, Dios sotros a través de las cartas de un misionero de
declaraba inválida tal acusación y avalaba su la primera generación, el Apóstol Pablo, como
mensaje: también por medio de los demás escritos apos-
tólicos. El mismo testimonio será expresado en
«No fue abandonado en el Hades ni su carne una variedad de lenguajes. Sin embargo, nin-
experimentó la corrupción; a este Jesús Dios guno de los escritos canónicos relata el momen-
lo resucitó, de lo cual nosotros somos testigos» to en que Jesús ha sido rescatado del poder de
(Hech 2,31-32). la muerte. El único texto que describe una sali-
da del sepulcro es el Evangelio de Pedro, texto
apócrifo de mediados del siglo II.
El lenguaje del anuncio La pluralidad de expresiones usadas indica
que ninguna de ellas era capaz de explicar una
El libro de los Hechos de los Apóstoles ofrece un realidad tan trascendental. Fue necesario recu-
relato ordenado del comienzo de la predicación rrir a más de una imagen para expresar cuál
de los discípulos después de la muerte de Jesús. había sido el destino definitivo de Jesús.
En la escuela de las Escrituras 25
«En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una
tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como
era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba
cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19,41-42).
Dos verbos son los usados con más frecuen- «El hombre se acuesta y no se levanta; desapa-
cia para describir lo que ha ocurrido con Jesús: recerán los cielos, antes que él se despierte,
eigerein («despertarse») y anistanai («levantarse»). antes que se levante de su sueño» (Job 14,12).
Ambos son traducidos en nuestra lengua como
«resucitar». Una forma de usar estos verbos es Fue el poder creador de Dios el que hizo
en forma activa, poniendo a Dios como sujeto: posible que Jesús despertara y fuese levantado.
Por otra parte se habla del lugar desde donde
«Si crees en tu corazón que Dios lo resucitó de ha sido rescatado, de entre los muertos (Rom 1,4):
entre los muertos...» (Rom 10,9).
«No fue abandonado en el Hades ni su carne
La otra forma es poniendo a Jesús como sujeto experimentó la corrupción» (Hech 2,31; cf. Sal
pasivo, y a Dios como agente (a veces general 16,10).
sobreentendido):
Hades es la expresión griega para referir la
«Cristo fue resucitado de entre los muertos por morada de los muertos, que en hebreo se llama
medio de la gloria del Padre» (Rom 6,4). Sheol:
Jesús crucificado ha sido despertado por «Una nube se disipa y pasa, así el que baja al
Dios del sueño de su muerte. Dios ha levantado Sheol no sube más» (Job 7,9).
al que yacía en la tumba. Recordemos cómo es-
tas imágenes se usaban en la Biblia para expre- Clavado en la cruz, y habiendo bajado al
sar la realidad de la muerte, cuando no había reino de los muertos, Jesús no tenía posibilidad
esperanza de superación: de salir de allí si Dios no lo liberaba.
26 En la escuela de las Escrituras
Esperando la resurrección
«Los Jueces, cada uno por su
nombre, fueron hombres que
no cayeron en la idolatría ni se
apartaron del Señor: ¡que sea
bendita su memoria!
¡Que sus huesos reflorezcan
de sus tumbas, y sus
nombres se renueven en los
hijos de esos hombres
ilustres!
En cuanto a los doce Profetas,
que sus huesos reflorezcan
desde su tumba, porque ellos
consolaron a Jacob y lo
libraron por la fidelidad y la
esperanza»
Al contrario, sucede de un modo totalmente in- Es importante tener en cuenta que la visión
esperado, ya que el contexto de su muerte hacía de los testigos del Resucitado no es un simple
muy difícil producir un salto desde el deseo de registro ocular como el que podría tener
verlo a la realidad de su resurgimiento. Los re- cualquier fotógrafo. En este testimonio que Pablo
latos de las manifestaciones muestran a los dis- recibió de la tradición se utiliza repetidamente
cípulos ya desentendidos del seguimiento de Je- la expresión «se hizo ver» (ωφθη Ophthé). La
sús, retornando a sus hogares con sus expecta- misma fórmula era utilizada para describir las
tivas frustradas acerca del liberador de Israel (Lc teofanías o manifestaciones divinas que se narran
24,21), volviendo a utilizar las redes que antes en los antiguos relatos bíblicos. Así: «Se hizo ver
habían abandonado (Jn 21,3), resistiéndose a el Señor a Abraham» (Gn 12,7; 17,1).
creer a la visión que se les imponía (Lc 24,41). De modo que se trata de experiencias de
En los testimonios apostólicos se destaca que revelación, donde Dios muestra glorificado al que
lo experimentado por los discípulos no se ha ori- murió crucificado:
ginado a partir de ellos, sino que responde a una
realidad exterior: «Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la
gracia de hacerse manifiesto, no a todo el
«Se se hizo ver a Cefas y luego a los Doce; pueblo, sino a los testigos que Dios había
después se hizo ver a más de quinientos escogido de antemano» (Hech 10,40-41).
hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor
parte viven y otros murieron. Luego se hizo ver «Cuando Aquel que me separó desde el seno
a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a
en último término se me hizo ver también a mí, bien revelar en mí a su Hijo, para que lo
como a un abortivo» (1 Co 15,5-8). anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir
28 En la escuela de las Escrituras
Lamentación por Aquiles
de parte de su madre Thetis
y las Nereidas. Recipiente corintio,
550 aEC.
consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a mente en la forma de una comunidad que se iría
Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, extendiendo más allá de las fronteras de Israel.
me fui a Arabia» (Gal 1,15-17). En efecto, las visiones pascuales no sólo pro-
dujeron que los discípulos se alegraran (Jn
Cuando el libro de los Hechos relata esta 20,20), sino que también crearon una concien-
experiencia de Pablo camino a Damasco, dice: cia de misión (Jn 20,21). No sólo experimenta-
ron una Buena Noticia para sus vidas, sino que
«Los hombres que iban con él se habían se sientieron llamados a predicarla como un
detenido mudos de espanto; oían la voz, pero anuncio de carácter universal.
no veían a nadie» (Hech 9,7). La experiencia de visión del Resucitado
transformó la vivencia que los discípulos tenían
La visión del Resucitado Dios la infunde a quien de Jesús durante su seguimiento en Galilea. Ellos
elige y no es accesible a otras personas que no retomaron sin más la misión compartida con
pudieran estar presentes en el mismo lugar. él cuando los envió a predicar (Mt 10,5). Si Je-
sús había sido rehabilitado por Dios como su
mensajero, no había que esperar ya a otro:
El alcance de la resurrección
«Moisés dijo: El Señor Dios os suscitará un
El resultado de la experiencia de los discípulos de profeta como yo de entre vuestros hermanos;
Jesús no fue la obtención de un consuelo indivi- escuchadle todo cuanto os diga» (Hech 3,22).
dual; ni siquiera una contención grupal que per-
mitiera superar el trauma causado por la cruz. La Los enviados del Resucitado no afirmaron
convicción de los discípulos se manifestó social- simplemente que Jesús había vuelto a la vida te-
Sigue
En la escuela de en la pág. 3229
las Escrituras
La Iglesia del Santo Sepulcro
El Calvario (1) era una
roca de unos 5 metros
de altura, que por la
forma de su perfil
recordaba la silueta de
un cráneo; de ahí el
nombre de «calavera»
(Mt 27,33; Mc 15,22; Lc
23,33; Jn 19,17). Era
una zona de antiguas
canteras, muy próxima
a la muralla. 1
A menos de 40 metros,
N
otro tajo en la roca (2) 2
se había aprovechado
para hacer unas tumbas excavadas en ella, como era frecuente en las
afueras de Jerusalén. Cien años después de la sepultura de Jesús,
cuando el emperador Adriano construyó sobre las ruinas de Jerusalén
la colonia romana de Aelia Capitolina, mandó construir allí un templo
pagano rodeado de una gran plaza que cubría prácticamente hasta la
cima de la roca del Calvario. Sobre ella se levantó una estatua en
honor de la diosa Venus.
1
N
3 1
2 3
rrena, caracterizada por su limitación y fragili- final de los muertos. Las visiones podrían ha-
dad. Así lo explicará Pablo: berse comprendido como el arrebato celestial
de un justo perseguido, que era así rehabilita-
«Después de resucitar, no muere más, porque do por Dios. Se trataría de un anticipo indivi-
la muerte ya no tiene poder sobre él» (Rom 6,9). dual del acontecimiento definitivo. De esa ma-
nera había visto Judas Macabeo a uno de los
Su retorno a la vida es diferente al de la hija profetas, revestido de una dignidad soberana
de Jairo (Mc 5,35-43), o del hijo de la viuda (Lc y majestuosa:
7,11-15) o de Lázaro (Jn 11,44). Los discípulos
afirmaban que Jesús había sido elevado a un es- «Onías tomó la palabra y le dijo: «Este es
tado de gloria en presencia de Dios: Jeremías, el profeta de Dios, que ama a sus
hermanos, y ora sin cesar por su pueblo y por
«Exaltado por la diestra de Dios, ha recibi- la Ciudad santa» (2 Mac 15,14).
do del Padre el Espíritu Santo prometido y
ha derramado lo que ustedes ven y oyen» Sin embargo los discípulos de Jesús no in-
(cf Hech 2,33). terpretaron lo sucedido como algo aislado o ejem-
plar, sino como el inicio del tiempo final:
Aquí se puede advertir lo que distinguiría
el anuncio apostólico de la proclamación de «El Elegido, en aquellos días, se sentará en mi
otras corrientes que esperaban la resurrección trono y todos los secretos de la sabiduría
viene
32 Ende
la la pág. 29
escuela de las Escrituras
Ley sobre los sepulcros
«EDICTO DEL CÉSAR. Sabido es que
los sepulcros y las tumbas, que han sido
hechos en consideración a la religión de
los antepasados, o de los hijos o de los
parientes, deben permanecer inmutables
a perpetuidad. Si pues alguien es
convicto de haberlos destruido, de haber,
no importa de qué manera, exhumado
cadáveres enterrados, o de haber, con
mala intención, transportado el cuerpo a
otros lugares, haciendo injuria a los
muertos, o de haber quitado las
inscripciones o las piedras de la tumba,
ordeno que ése sea llevado a juicio como
si quien se dirige contra la religión de los
Manes lo hiciera contra los mismos
dioses. Así, pues, lo primero es preciso
honrar a los muertos. Que no sea en
absoluto permitido a nadie el cambiarlos
de sitio, si no quiere el convicto por
violación de sepultura sufrir la pena
capital».
(Inscripción de Nazaret)
saldrán de las sentencias de su boca, pues el «En los últimos días, dice el Señor, derramaré
Señor de los espíritus le ha concedido ese don mi Espíritu sobre todos los hombres y
y lo ha glorificado. En aquellos días, las profetizarán vuestros hijos e hijas; los jóvenes
montañas saltarán como carneros y las colinas verán visiones y los ancianos tendrán sueños
retozarán como corderos saciados de leche y proféticos» (Joel 3,1-5; cf. Hech 2,17).
todos los justos se convertirán en ángeles del
cielo; su rostro brillará de gozo, porque en
aquellos días el Elegido se levantará. La tierra La entronización del Mesías
se llenará de alegría, los justos la habitarán,
los elegidos caminarán y se pasearán por ella» Jesús se había presentado durante su vida como
(Henoc 51,3-5). mensajero e iniciador del Reinado de Dios:
La renovación anunciada por los profetas ya la «Si por el dedo de Dios expulso los demonios,
habría comenzado Dios al resucitar a Jesús, como es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios»
al primero. Igualmente, al experimentar en ellos (Lc 11,20).
mismos la fuerza transformadora del Espíritu de
Dios, interpretaron que ese don divino llegaba a Por considerarse el representante de Dios en
ellos como una participación del poder que ha- vistas al Reino, Jesús había hecho depender el des-
bía resucitado a Jesús. Así se realizaba la efusión tino definitivo de los hombres de la toma de posi-
anunciada por los profetas para el tiempo final: ción respecto a él y de la acogida de su mensaje:
«Todo aquel que se declare por mí ante los «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a
hombres, yo también me declararé por él ante quien uestedes dieron muerte colgándolo de
mi Padre que está en los cielos; pero a quien un madero. A éste lo ha exaltado Dios con su
me niegue ante los hombres, lo negaré yo diestra como Jefe y Salvador, para conceder a
también ante mi Padre que está en los cielos» Israel la conversión y el perdón de los
(Mt 10,32-33). pecados. Nosotros somos testigos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo que ha dado
Si los habitantes de Nínive fueron capaces de Dios a los que le obedecen» (Hech 5,30-32).
arrepentirse al escuchar la amenaza de Jonás, y
así obtuvieron la misericordia de Dios, con más Porque Dios avalaba el mensaje de Jesús, los
razón los oyentes de Jesús deberían acoger su discípulos volvieron a proclamar el anuncio de
mensaje sobre la bondad del Padre y su oferta la llegada del Reino como ya antes lo habían he-
del perdón. Por eso serían condenados en el Jui- cho en Galilea. Pero ahora la llamada a la con-
cio aquellos que no se convirtieran por la predi- versión incluía también la aceptación de Jesús. El
cación del que es «mayor que Jonás» (Lc 11,32). que había iniciado el Reinado de Dios en la tierra
Tales pretensiones sonaban inaceptables. Y mediante prodigios y exorcismos, ahora resuci-
así su abandono al poder de la muerte parecía tado, presidía gloriosamente con Dios ese Reino:
mostrar el juicio negativo de Dios sobre el falso
Mesías: «A otros salvó; que se salve a sí mismo «Exaltado por el poder de Dios, él recibió del
si él es el Cristo de Dios, el Elegido» (Lc 23,35). Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha
Pero al ser resucitado por Dios, el mensaje y comunicado como ustedes ven y oyen. Porque
la persona de Jesús adquirían un valor decisivo. no es David el que subió a los cielos; al contrario,
Dios mismo legitimaba el mensaje y la persona él mismo afirma: "Dijo el Señor a mi Señor:
de aquel a quien mostraba como su Enviado: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos
tus enemigos debajo de tus pies". Por eso, todo
«El es la piedra que ustedes, los constructores, el pueblo de Israel debe reconocer que a ese
han despreciado y que se ha convertido en Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho
piedra angular» (Hech 4,11). Señor y Mesías» (Hech 2,33-36).
34 En la escuela de las Escrituras
Las marcas de los clavos
(Séneca, Diálogos VI,20,3) Clavo fijado al hueso del talón de Juan, hijo de Haggol.
Dos títulos de majestad señalan su dignidad: 24,21). Pero la esperanza de realización, sacu-
dida por la crisis de su muerte, resurgió en el
SEÑOR. La Biblia griega traduce con éste corazón de sus discípulos de un modo totalmen-
término el nombre de Dios (YHWH). Al aplicar te renovado. Esperaron con ansia su retorno,
el mismo título a Jesús los creyentes proclaman creyendo firmemente que entonces realizaría
el hecho de que al Crucificado, exaltado junto a todo lo que se aguardaba del Redentor de Is-
Dios en su condición de glorificado, los creyen- rael. Entonces, concluido ya el establecimiento
tes someten su vida aprendiendo y enseñando a del Reino de Dios, Jesús se manifestaría abierta-
cumplir todo lo que él había mandado como en- mente como el Mesías anunciado desde antiguo:
viado de Dios (cf. Mt 28,20). Por eso Jesús no es
sólo un personaje del pasado que debe ser recor- «El Señor les concederá el tiempo del consuelo
dado. Tampoco es sólo el liberador de quien se y enviará a Jesús, el Mesías destinado para
espera su venida futura. Jesús ejerce una influen- ustedes. El debe permanecer en el cielo hasta
cia viva en el presente: Jesús se encuentra de tal el momento de la restauración universal, que
forma vivo en su comunidad que su presencia Dios anunció antiguamente por medio de sus
la puede experimentar constantemente cada uno santos profetas» (Hech 3,20-21).
de los creyentes, como una fuerza transforma-
dora para la propia vida. Esta comprensión de la identidad de Jesús
como Mesías futuro no prevaleció en las gene-
MESÍAS. La esperanza judía aguardaba que raciones siguientes con la misma fuerza que tuvo
un descendiente de David, Ungido (hebr. entre los primeros anunciadores. Porque, como
Mashiaj) como rey, restaurara la monarquía con centro de la proclamación, llegó a pesar más lo
sede en Jerusalén, a donde los gentiles vendrían que Dios ya había hecho en Jesús que lo que aún
para rendir culto al Dios verdadero. Este Mesías quedaba por realizar. Al resucitarlo y exaltarlo
(gr. Khristós) traería entonces paz y prosperidad a su lado ya lo había glorificado y lo había he-
a Israel y a toda la tierra. Sin embargo, Jesús no cho Mesías. Pero la generación apostólica segui-
había cumplido en su vida estas expectativas, ría transmitiendo con firmeza su esperanza de
como repetían los caminantes de Emaús (Lc participar como Jesús de su destino glorioso:
En la escuela de las Escrituras 35
«El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el
Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos
fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la
orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les
dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».
Simón Pedro subió a al barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y
tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién
eres», porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que
Jesús resucitado se apareció a sus discípulos» (Jn 21,7-14).
«Nosotros somos ciudadanos del cielo, de «Nerón comenzó a castigar con exquisitos
donde esperamos como Salvador al Señor Jesús géneros de tormentos a unos hombres odiados
Cristo, el cual transfigurará este miserable por el vulgo a causa de sus excesos, llamados
cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el comúnmente cristianos. El autor de este
suyo, en virtud del poder que tiene de someter nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio,
a sí todas las cosas.» (Fil 3,20-21). había sido ejecutado por orden de Pilato,
procurador de Judea» (Anales, XV,44).
Los relatos de los Evangelios «Ellos tienen por costumbre en días señalados
reunirse antes de rayar el sol y cantar, alter-
El anuncio de los discípulos de Jesús encontró nando entre sí a coro, un himno a Cristo como
adhesiones y rechazos, como sucede con cualquier si fuera un dios» (Plinio el Joven, Epist. X,96,7).
otro testimonio personal que no dispone de
evidencias para mostrar. La única evidencia que Tal es la descripción del fenómeno religioso
históricamente se puede encontrar es aquella que que ya no podía pasar desapercibido a comien-
registraron algunos cronistas antiguos no zos del siglo II EC. A partir de esta constata-
comprometidos en el anuncio. Ellos informan que ción, la explicación que se pueda hacer del ori-
un grupo no pequeño de personas persistían, gen y continuidad del mismo será muy diversa,
arriesgando su vida, en continuar la causa de Jesús: dependiendo de la aceptación o rechazo respecto
al anuncio transmitido. Quienes lo aceptaron,
«La tribu de los cristianos, así llamados a causa pudieron hacerlo porque abrigaban la esperan-
de su nombre, no ha desaparecido» (Josefo, za de ver realizadas en su vida las promesas for-
Antigüedades XVIII,64). muladas por los profetas:
36 En la escuela de las Escrituras
«Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a
orillas del mar de Tiberíades» (Jn 21,1).
«Ustedes son los herederos de los profetas y otros decían: «Otro día te oiremos hablar sobre
de la Alianza que Dios hizo con sus esto» (Hech 17,32). La resurrección no formaba
antepasados, cuando dijo a Abraham: "En tu parte de las aspiraciones platónicas de un alma
descendencia serán bendecidos todos los inmortal que anhelaba liberarse de su cuerpo:
pueblos de la tierra". Ante todo para ustedes
Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para «La parte del alma que hay en el cuerpo se
bendecirlos y para que cada uno se aparte de duerme; el verdadero despertar es una
sus iniquidades» (Hech 3,25-26). verdadera resurrección respecto del cuerpo, no
con el cuerpo» (Plotino, Ennéadas 3,65,6-70-72).
Entre ellos se contaron «algunos miembros de la
secta de los fariseos que habían abrazado la fe» Otros tenían su buena razón para no fiarse
(Hech 15,5). Creyeron que Dios estaba haciendo del testimonio porque, aunque esperaban el ad-
posible el comienzo del mundo nuevo anhelado venimiento mesiánico y la resurrección de los
y que ellos podrían participar del mismo. justos, no podían aceptar una manifestación que
Entre quienes rechazaron el testimonio apos- no fuese pública:
tólico, algunos lo hicieron porque el suceso pro-
clamado no formaba parte de sus expectativas. «En cuanto al Cristo [el Mesías], si acaso ya
Es el caso de «los saduceos, irritados de que pre- ha nacido y existe en alguna parte, es
dicaran y anunciaran al pueblo la resurrección desconocido y no tiene conciencia de sí hasta
de los muertos cumplida en la persona de Je- que venga Elías a ungirlo y a manifestarlo a
sús» (Hech 4,2). O de los filósofos del Areópago todos. Ustedes, por el contrario, recogiendo
de Atenas que, al oír las palabras «resurrección un murmullo vacío, se han hecho un Cristo
de los muertos», se burlaban de Pablo mientras suyo» (Justino, Diálogo con Trifón 8).
La aldea mencionada en el
Evangelio ha sido localizada en
distintos sitios según las épocas.
En los primeros siglos se pensó en
la Emaús donde combatió Judas
Macabeo (1 Mac 4,3). Pero esta
ciudad, llamada después
NICÓPOLIS, se encuentra a 160
estadios de Jerusalén (31 km) y no
a 60 (11,5 Km), como dice el texto.
Por otro lado es una distancia
demasiado larga para ser recorrida
ida y vuelta el mismo día. Por eso
los cruzados optaron por otros
lugares que se ajustaban a los 60
estadios, como ABU GOSH o
también QUBEIBA.
Un rumor dio origen, por propagación, a un Las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de
amplio movimiento religioso. Porque es un ru- Dios podrían haberse conservado a través de una
mor lo que no se puede probar. Un rumor que escuela, como sucedió con las de Sócrates des-
podía generar grandes entusiasmos y también pués de su muerte. Sus prodigios también pu-
malestares, como el de Celso: dieron ser evocados, magnificados, multiplica-
dos y relatados como hizo Filóstrato con los de
«¿Quién vio esto? Una mujer histérica, o quizá Apolonio de Tiana. Pero para formarse una co-
algunas otras que habían sido engañadas por la munidad hacía falta algo más. Una experiencia
misma brujería» (Orígenes, Contra Celso 2,55). de encuentro y presencia que renovara las espe-
ranzas perdidas y proporcionara fuerza en los
Pero también cabe, más allá del entusiasmo momentos de prueba. Se necesitaba un nuevo
o de la irritación, una valoración más neutral del aliento capaz de transformar a las personas,
origen del rumor, como lo hacía a comienzos del impulsándolas al cambio de conducta, dándo-
siglo XX el escritor judío Joseph Klausner: les ánimo tanto para vivir como para morir.
El anuncio de la resurrección manifiesta la
«Esta fe de millones de hombres y diecinueve percepción de algo que no pudieron expresar
siglos de antigüedad no se fundó en la impostu- de una manera diferente. Manifiesta la percep-
ra; no puede cuestionarse que algunos de los ción de que esta vida no es una historia com-
ardientes galileos tuvieron una visión de su se- pleta en sí misma, sino que sólo puede ser com-
ñor y Mesías... De no ser por tal visión, el re- prendida como parte de una historia más am-
cuerdo del Nazareno se habría perdido com- plia en la que Dios es el actor principal y en la
pletamente o conservado sólo en un conjunto que Jesús participa todavía. Por eso la resurrec-
de elevados preceptos éticos o historias de mila- ción de Jesús no es sólo una convicción de fe.
gros» (Jesús de Nazaret, Barcelona 1991, p.359). Es también un paradigma de esperanza.
38 En la escuela de las Escrituras
«Dinos María: ¿Qué viste
en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente y la
gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles testigos, el sudario y
las vestiduras.
Ha resucitado Cristo, mi esperanza, y
precederá a los discípulos en Galilea»
(Secuencia Pascual)
JESÚS SE MANIFIESTA A MARÍA MAGDALENA. Obra
de Correggio.