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TEORÍA E HISTORIA

DEL MOVIMIENTO FEMINISTA

Profesora: Mercedes Ávila Francés

Ciudad Real,
Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales,
15 de enero - 17 de diciembre de
2010.
Dirección académica: Profa. Dra.
D.ª Marta Olmo Gascón

MASTER EN IGUALDAD DE
GÉNERO:
FORMACIÓN DE AGENTES PARA
LA IGUALDAD

CURSO 2009/10

Módulo 1: SOCIOLOGÍA Y ESTRATEGIAS DE


IGUALDAD
Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

ÍNDICE

PRESENTACIÓN ............................................................................................................ 4
OBJETIVOS..................................................................................................................... 5
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA .............................................................................................. 6
INTRODUCCIÓN............................................................................................................ 7
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 11
EL FEMINSIMO PREMODERNO Y MODERNO ...................................................... 12
Contexto. Las mujeres en las épocas premodernas y moderna .......................... 12
La mujer en los escritos antiguos ................................................................... 12
Teorías y discursos ............................................................................................. 15
Nombres propios ................................................................................................ 17
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 19
ILUSTRACIÓN Y FEMINISMO .................................................................................. 20
Contexto. Las mujeres en el siglo XVIII............................................................ 20
Teorías y discursos ............................................................................................. 21
Las mujeres como objeto de la reflexión política. De la subordinación natural
a la exclusión política ..................................................................................... 23
Las mujeres como sujetos de la praxis política: la vindicación de derechos.. 24
Nombres propios ................................................................................................ 25
El contraste entre dos modelos: Mary Wollstonecraft y Hannah More ......... 30
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 33
LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS EN EL SIGLO XIX ......................................... 34
Contexto. Las mujeres en el siglo XIX............................................................... 35
La diferencia entre el espacio público norteamericano y europeo ................. 35
El movimiento religioso de reforma moral..................................................... 36
Teorías y discursos ............................................................................................. 38
Abolicionismo y feminismo ........................................................................... 39
La Declaración de Sentimientos de Seneca Falls (1848) ............................... 40
El discurso de la excelencia de las mujeres: los movimientos de templanza . 42
El feminismo europeo..................................................................................... 42

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Liberalismo y feminismo................................................................................ 45
Feminismo y cristianismo............................................................................... 46
Socialismo y feminismo ................................................................................. 48
La internacionalización del activismo ............................................................ 51
Nombres propios ................................................................................................ 51
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 54
LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS EN EL SIGLO XX........................................... 55
Contexto. Las mujeres en el siglo XX................................................................ 56
La primera guerra mundial y La Revolución rusa.......................................... 58
Años veinte: el estereotipo de la mujer moderna y la mujer emancipada ...... 58
La segunda mitad del siglo XX ...................................................................... 61
Teorías y discursos ............................................................................................. 63
El segundo sexo de Simone de Beauvoir........................................................ 63
Los movimientos de liberación de la mujer. Feminismo liberal, feminismo
radical y feminismo socialista ........................................................................ 65
Diferencia vs igualdad .................................................................................... 77
Feminismo y postmodernidad ........................................................................ 80
La sexualidad como espacio teórico y político............................................... 81
Nombres propios ................................................................................................ 83
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 85
LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS EN ESPAÑA.................................................... 87
Mujeres y movimiento feminista en España hasta el siglo XIX......................... 87
Siglo XIX............................................................................................................ 89
De la Primera Guerra Mundial a la Guerra Civil pasando por la Segunda
República ............................................................................................................ 90
El franquismo ..................................................................................................... 92
De la transición a la actualidad........................................................................... 95
Nombres propios ................................................................................................ 97
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 99
GLOSARIO .................................................................................................................. 101
CRONOLOGÍA............................................................................................................ 104

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

PRESENTACIÓN

Este documento no pretende ser más que un material de trabajo para los alumnos del
Seminario “Teoría e Historia del Feminismo”, perteneciente al Módulo 1:
SOCIOLOGÍA Y ESTRATEGIAS DE IGUALDAD del MASTER EN IGUALDAD
DE GENERO: FORMACION DE AGENTES PARA LA IGUALDAD, de la
UCLM, curso académico 2009/10.

Dicho seminario se ha dividido en 5 partes:

- El feminismo premoderno y moderno


- Ilustración y feminismo
- Los movimientos feministas en el siglo XIX
- Los movimientos feministas en el siglo XX
- Los movimientos feministas en España

Cada una de estas partes cuenta con su capítulo correspondiente, en el que se hace una
primera aproximación teórica e histórica. La elaboración de los capítulos se ha hecho en
gran parte a través de extractos literales de textos de las obras reseñadas en la
bibliografía básica (página 6), indicándose en todo momento la fuente usada.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

OBJETIVOS

El presente seminario se enmarca dentro del MASTER EN IGUALDAD DE GENERO:


FORMACION DE AGENTES PARA LA IGUALDAD, de la UCLM, curso académico
2009/10, siendo el primer seminario del Módulo I: SOCIOLOGÍA Y ESTRATEGIAS
DE IGUALDAD.

Los objetivos específicos de este seminario son:

1 Conocer y profundizar en el feminismo como movimiento social y político y como


teoría social.
2 Acercarse a los conceptos construidos por el feminismo para describir la realidad
social y política contemporánea.
3 Valorar la formación del sujeto histórico construido por el movimiento feminista.
4 Contribuir al análisis de las sociedades contemporáneas desde la perspectiva de
género.
5 Analizar la formación de las identidades femeninas contemporáneas y su
transformación en identidades políticas.
6 Repensar las experiencias de las mujeres y la forma en que sus discursos son
integrados, contestados y redefinidos en términos políticos.
7 Contemplar el siglo XXI desde la perspectiva de las transformaciones ideológicas,
políticas y sociales obtenidas por el feminismo.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

- Amorós, C. y de Miguel, A. (2007): Teoría feminista: de la Ilustración a la


globalización. Madrid: Minerva. 3 volúmenes.
- Anderson, B.S. y Zinsser J.P. (1991): Historia de las mujeres: una Historia propia.
Barcelona: Crítica. 2 volúmenes.
- Beltrán, E.; Maquieira, V.; Álvarez, S. y Sánchez, C.: Feminismos. Debates
contemporáneos. Madrid: Alianza.
- Folguera, P. (ed.) (2007): El feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid:
Fundación Pablo Iglesias.

Cada parte o capítulo en que se divide este seminario cuenta con una bibliografía
ampliada para profundizar en los distintos aspectos tratados.

ENLACES

- http://www.migualdad.es/MUJER/ (Instituto de la Mujer)


- http://www.jccm.es/imclm/inicio.html (Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha)
- http://www.mujeresenred.net/
- http://webs.uvigo.es/pmayobre/articulos_en_internet.htm (Web profesional de
Purificación Mayobre Rodríguez, Universidad de Vigo)
- http://www.historiasiglo20.org/sufragismo/acerca.htm
- http://www.mujeresluna.org/?p=101

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

INTRODUCCIÓN

Dice Espido Freire en el prólogo del libro de Nuria Varela, Feminismo para
principiantes:
Todo libro ha de ser necesario.
Todo libro ha de completar a los anteriores.
Todo libro ha de revelar una verdad oculta.

Pues bien, eso mismo ha de aplicarse a cualquier título, curso o seminario. Y yo quiero
aplicarlo concretamente a éste: Teoría e Historia del movimiento feminista.

Como dice Nuria Varela (2005: 13) en el comienzo de su libro, el feminismo es un


impertinente pues cuestiona la base del orden social establecido. La misma palabra,
feminismo o feminista, incomoda tanto a hombres y mujeres, y una y otra vez se le trata
como un tema menor, tanto en la práctica como en la teoría política.

El feminismo se articula al mismo tiempo como filosofía política y como movimiento


social. En sus tres siglos de historia unas veces ha sido más teoría política y otras, como
en el sufragismo, más movimiento social.

Aunque más que hablar de feminismo habría que hacerlo de feminismos, en plural, pues
son muchas las corrientes que han surgido y surgen por todo el mundo. Entre otras
razones porque el feminismo es un movimiento no dirigido y escasamente jerarquizado.

Dice Nuria Varela (2005: 16-17) que la disputa sobre el feminismo comienza con su
propia definición. No hay que olvidar que quien tiene el poder es quien da nombre a las
cosas. Desde sus orígenes el feminismo ha ido acuñando nuevos términos que histórica
y sistemáticamente han sido rechazados por la autoridad, en este caso la Real Academia
Española (RAE), cuya autoridad hace décadas está cuestionada por el feminismo
(Varela, 2005: 17). Nuria Varela pone el ejemplo de la definición que el diccionario de
la RAE hace de feminismo: “Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

capacidad y derechos reservados antes a los hombres. Movimiento que exige para las
mujeres iguales derechos que para los hombres”. A lo que Varela responde:

Tres siglos y los académicos aún no se han enterado de que exactamente eso es lo que no es el
feminismo. La base sobre la que se ha construido toda la doctrina feminista en sus diferentes
modalidades es precisamente la de establecer que las mujeres son actoras de su propia vida y el
hombre ni es el modelo al que equipararse ni es el neutro por el que se puede utilizar sin rubor
varón como sinónimo de persona ¿Pensará la Academia que las mujeres no tenemos derecho al
aborto, por ejemplo, puesto que los hombres no pueden abortar?

Siguiendo a Victoria Sau, “el feminismo es un movimiento social y político que se


inicia formalmente a finales del siglo XVIII y que supone la toma de conciencia de las
mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación y explotación de
que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado
bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la
acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que
aquélla requiera” (citado por Varela, 2005: 17).

Castells (1998: 201) presenta el feminismo como el compromiso para poner fin a la
dominación masculina”, del que dice es

“un movimiento creado en el discurso”, en el sentido de que “la esencia del feminismo, según se
ha practicado y narrado, es la (re)definición de la identidad de la mujer: a veces afirmando la
igualdad entre hombres y mujeres, con lo que se elimina el género de las diferencias
biológicas/culturales, y en otros casos, por el contrario, afirmando la especificidad esencial de las
mujeres, al mismo tiempo que frecuentemente se afirma la superioridad de los modos de vida de
las mujeres como fuente de realización humana; o también declarando la necesidad de alejarse
del mundo de los hombres y recrear la vida y la sexualidad en hermandad femenina. En todos los
casos, a través de la igualdad, la diferencia o la separación, lo que se niega es la identidad
alienada de la mujer tal y como la definen los hombres y tal y como se conserva en la familia
patriarcal.

Además de una teoría política y una práctica social, el feminismo es también una ética y
una forma de estar en el mundo fruto de la toma de conciencia feminista. En palabras de
Viviana Erazo (citado por Varela, 2005: 17-18):

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Para millones de mujeres [el feminismo] ha sido una conmoción intransferible desde la propia
biografía y circunstancias, y para la humanidad, la más grande contribución colectiva de las
mujeres. Removió conciencias, replanteó individualidades y revolucionó, sobre todo en ellas,
una manera de estar en el mundo.

Para las feministas, la primera revolución es la de la vida cotidiana. Para cambiar el


mundo (como quería Marx), hay que empezar cambiando nuestras vidas (como quería
Rimbaud). El primer paso es la toma de conciencia, pues el feminismo abre los ojos,
supone una nueva forma de ver el mundo. Entre otras cosas saca a la luz los
“micromachismos” cotidianos sobre los que se asienta y perpetúa la subordinación de
las mujeres.

Comparemos dos tipos de testimonios que dan origen a dos tipos de discursos. Uno el
de la feminista francesa Jenny d’Héricourt (1830-1890), pronunciado en 1857:

Me sentía unida a mi propio sexo por una solidaridad demasiado poderosa como para
contentarme con verme separada de él por un proceso ilógico. Soy una mujer: me regocijo de
ello; me siento feliz si valgo algo, no por mí misma, desde luego, sino porque esto contribuye a
modificar la opinión de los hombres con respecto a mi sexo. Una mujer que se alegra de oír:
“Eres un hombre” es, a mis ojos una estúpida, una criatura indigna, que acepta la superioridad
del sexo masculino; y los hombres que piensan que de esta forma le hacen un cumplido son unos
vanidosos y unos fanfarrones impertinentes. Si yo consigo algún honor, de esta forma honro a las
mujeres. Pongo de manifiesto sus aptitudes (citado por Anderson y Zinsser, 1991, vol.2: 380-
381)

El otro, de Simone de Beauvoir en la década de 1920, antes de hacerse feminista:

“Me consideraba única: la única y exclusiva”, comenta la filósofa recordando lo que sintió
cuando en una velada de discusión intelectual en su tiempo en la Sorbona “todas las chicas se
retiraron… pero yo me quedé con los jóvenes varones” (citado por Anderson y Zinsser, 1991,
vol.2: 381)

Muchos años después, en 1972, De Beauvoir afirmaba que se hizo feminista cuando
reconoció su solidaridad con las otras mujeres en vez de su separación de ellas y

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

comprendió que tenía que “luchar por una mejora de la situación real de la mujer”
(Anderson y Zinsser, 1991, vol.2: 381).

Siguiendo la tipología de Castells (1998), el feminismo es también un movimiento que


da origen a una identidad de proyecto 1 , en este sentido es proactivo, pues se define
como un movimiento emancipador que actúa en todos los órdenes, en la política, en la
educación, en la ciencia, en el lenguaje, en las relaciones entre hombres y mujeres, etc.,
con la intención de transformar la sociedad desde su raíz, construyendo un nuevo orden
social.

1
Castells (1998: 30) distingue entre Identidad legitimadora, identidad de resistencia e identidad de
proyecto. Identidad legitimadora es la introducida por las instituciones dominantes de la sociedad para
extender y racionalizar su dominación entre los actores sociales. Identidad de resistencia es la generada
por aquellos actores que se sienten amenazados por lo que construyen trincheras de resistencia basándose
en principios diferentes u opuestos a los que propugnan las instituciones. Identidad de proyecto es cuando
los actores sociales, basándose en los materiales culturales de que disponen, construyen una nueva
identidad que redefine su posición en la sociedad, y al hacerlo, transforman la estructura social.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA
- Anderson, B. y Zinsser J.P. (1991): Historia de las mujeres: una Historia propia.
Vol. 2. Barcelona: Crítica.
- Castells, M. (1998): La era de la información: Economía, sociedad y cultura.
Volumen 2: El poder de la identidad. Madrid: Alianza.
- Varela, N. (2005): Feminismo para principiantes. Barcelona: Ediciones B.

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EL FEMINSIMO PREMODERNO Y MODERNO

Contexto. Las mujeres en las épocas premodernas y moderna


[Anderson y Zinsser, 1991, vol.1]

Los más antiguos documentos escritos de griegos, romanos y hebreos, las fuentes de la
cultura europea y occidental, muestran a las mujeres sometidas a los hombres. La
cuestión radica en los orígenes de esta subordinación. Así se plantea el rango de las
mujeres en la prehistoria ¿Evolucionó la sociedad humana de un pasado matriarcal a un
presente patriarcal? Este debate surge en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se
publican una serie de obras que sostienen teorías sobre ese pasado matriarcal. Los
autores más influyentes fueron J.J. Bachofen, Lewis Henry Morgan y Friedrich Engels.

Parece ser que la razón más probable del sometimiento femenino es el desarrollo de la
competencia y la guerra entre grupos, en general como respuesta a la presión de
condiciones ecológicas más adversas. Precisamente, hebreos, griegos y romanos, son
sociedades guerreras.

Ante la falta de documentos escritos, para investigar los orígenes de la subordinación


femenina se ha recurrido a la arqueología, la biología, la psicología y la antropología.

La mujer en los escritos antiguos


La premisa básica de una cultura guerrera es que el hombre es intrínsecamente más
valioso e importante que la mujer [p. 38].

En los escritos homéricos, tanto en el cielo como en la tierra aparecen figuras femeninas
(inmortales y mortales) de posición y rango elevados, pero normalmente están
sometidas a un hombre aún más poderoso. Algunas diosas de la mitología griega: Hera,
Atenea, Afrodita, Artemisa, Hestia, Deméter. Las diosas tenían sus sacerdotisas para

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

dirigir su culto. En Grecia y Roma, aunque la función mayoritaria de las mujeres era la
de esposa y madre, existían unas pocas mujeres sacerdotisas algunas de las cuales
llegaron a tener muchísimo poder. Así por ejemplo, las seis vestales vírgenes,
mencionadas en las leyes más antiguas de la ciudad de Roma, estaban exentas de la
custodia masculina que se ejercía sobre las demás mujeres.

Sin embargo los hebreos adoraron a un único dios masculino, servido por sacerdotes
masculinos.

Muchos de los escritos previenen que si el poder femenino no es controlado por un


principio masculino, las mujeres constituirán un peligro para los hombres [p. 39]. La
mujer que utiliza su sexualidad para aumentar su poder es estigmatizada [p.68]. Desde
sus primeros escritos, los hombres de estas culturas han expresado su temor al poder
que la atracción sexual de las mujeres ejercía sobre ellos.

Las mujeres se definían por la familia y dentro de ella por su relación con los hombres
del grupo: hija, esposa y madre. Los ámbitos asignados a los hombres eran la guerra, la
filosofía, la ciencia, la ley y la religión.

A pesar de todo, estas primeras culturas también poseían imágenes y creencias que
ensalzaban y facultaban a las mujeres. Además, a veces, circunstancias excepcionales
permitían a mujeres de extraordinaria capacidad destacar en campos reservados
habitualmente a los hombres. Safo, Débora, Cleopatra o Boudica también forman parte
de las tradiciones heredadas por las mujeres europeas, a las que luego apelarían y
servirían de modelos a otras mujeres. Mujeres que consiguen un papel y rango más
destacado son: sacerdotisas; guerreras (las amozonas, la reina bretona Boudica), reinas,
emperatrices y regentas (como Cleopatra); mujeres ricas; artistas, poetas, filósofas
(como Safo o la filósofa de Alejandría Hipatia).

El cristianismo tuvo efectos contradictorios sobre la subordinación de las mujeres. En


los primeros siglos del cristianismo, las mujeres tienen más protagonismo. El Nuevo
Testamento supone un gran avance en este sentido (así por ejemplo en los Hechos de los

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Apóstoles y las Epístolas aparecen mujeres que actúan como iguales dentro de la nueva
fe), aunque sigue guardando enseñanzas, como las del apóstol Pablo, que indican la
conveniencia de la subordinación de las mujeres [p. 93].

Durante los años de la persecución cristiana se fraguan leyendas de heroínas y mujeres


mártires que sirven de referente a las siguientes generaciones.

Por otra parte, en los primeros siglos del cristianismo, el ascetismo era la vida más santa
para un cristiano. Al igual que los hombres muchas mujeres abandonan sus cometidos
tradicionales y se dedican a una vida de celibato y devoción piadosa. Incluso existían
diaconisas. Los concilios eclesiásticos de Nicea y Calcedonia autorizan a las mujeres de
más cuarenta años a derramar el vino en la comunión y a enseñar a las madres recién
bautizadas y a sus hijos. Estos grupos luego evolucionarán convirtiéndose en órdenes
religiosas femeninas.

A partir del siglo IV, cuando el cristianismo pasa a convertirse en religión “oficial” del
Imperio, la Iglesia comienza a institucionalizarse y desarrollarse, imponiéndose una
jerarquía masculina que intenta inculcar la uniformidad de práctica y doctrina [p. 100],
entre la que incluye la inferioridad de las mujeres. Ahora, incluso la mujer religiosa, que
vive aislada, enclaustrada y célibe, debe estar bajo la custodia de un hombre de Iglesia.

Con la coronación de Carlomagno en el año 800 y la creación de un imperio a principios


del siglo IX surge una cultura distinta: la cultura europea, la cual se inspira en fuentes
griegas, romanas, celtas, germánicas, hebreas y cristinas en sus actitudes e instituciones.
Por lo que respecta a las prescripciones sobre las mujeres, escritores, artistas, filósofos y
teólogos recurriendo a fuentes y textos antiguos perpetúan y reavivan las antiguas ideas
[p. 47]. De esta forma la subordinación y la inferioridad de las mujeres se convirtieron
también en costumbre y tradición en la nueva cultura europea, arraigando tanto en la
vida cotidiana como en los escritos de los eruditos.

Anderson y Zinsser (1991), en su Historia de las mujeres, distinguen los siguientes


contextos en la historia de las mujeres hasta el final de la edad moderna: mujeres

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

campesinas, mujeres religiosas, mujeres de los castillos y señoríos, mujeres en las


ciudades amuralladas.

En todos los estratos de la sociedad europea se predicaba la subordinación de la mujer.


Y aunque en la práctica siempre hubo unas pocas mujeres que consiguieron poder y
libertad relativos dentro del marco de la subordinación femenina, con el tiempo la
situación empeoró. Las mujeres de la nobleza, las monjas y las artesanas tenían más
opciones y oportunidades en 1200 que en 1500 [p. 383].

Con el renacimiento se cuestionan muchas tradiciones europeas. El auge del capitalismo


mercantil, la transición del feudalismo aristocrático a la monarquía hereditaria, la
extensión de la educación y la imprenta, la Reforma protestante y la revolución
científica supusieron un gran cambio en la vida de los hombres. Sin embargo pocas
cosas mejoraron para las mujeres que, en muchos aspectos, incluso perdieron terreno. El
ideal renacentista del «hombre» excluía a las mujeres, perpetuando las tradicionales
ideas del dominio masculino. De esta forma aumentó la diferencia entre la vida de las
mujeres y los hombres. Fue bajo estas circunstancias cuando las mujeres escribieron por
primera vez negando y cuestionando la subordinación femenina [p. 383].

Teorías y discursos
Todos los paradigmas teóricos institucionalizados presentan un momento fundacional,
una genealogía propia. Lo mismo se aplica a la teoría feminista, cuyo origen teórico se
sitúa en la Ilustración, en el momento histórico en el que se vindica la individualidad, la
autonomía de los sujetos y los derechos (Sánchez Muñoz, 2005: 17). Sin embargo, el
que el arranque del feminismo se adscriba a la Ilustración no quiere decir que antes no
se plantearan discursos a favor de la igualdad 2 .

2
Algunos sitúan el momento fundacional del feminismo antes de la Ilustración, precisamente en las
querelles des femmes, con Cristina de Pizan como primera feminista.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

«Celia Amorós distingue dos tipos de discursos sobre las mujeres: uno sería el que
denomina memorial de agravios, y otro el llamado discurso de la vindicación. En el
primero de ellos, el tipo de relatos que se inscriben en él recogen las quejas de las
mujeres ante su situación social, pero no cuestionan la asimetría de poder entre hombres
y mujeres ni se siguen de esos agravios una proclama igualitarista o un proyecto
alternativo. En este género narrativo se incluirá la obra de la italiana Christine de Pizan
(1364-1430) La ciudad de las damas. En ella contesta a Jean de Meun y sus
aportaciones al Roman de la Rose, convirtiéndose en una de las primeras
manifestaciones del debate conocido como la querelle des femmes, que recorrería
Europa desde el siglo XV hasta el XVIII y que incluiría a autoras como Laura Terracita,
Lucrezia Marinella, Marie de Gournay o la española María de Zayas. Al igual que otros
grandes escritores renacentistas, De Pizan diseña una utopía centrada en una ciudad en
la que las mujeres agraviadas ejercen su autoridad. Pero como señala Amorós, la autora
habla en nombre de las mujeres excelentes, esto es, virtuosas y que aceptan las leyes
estamentales (Sánchez Muñoz, 2005: 17-18).

«Las querelles des femmes, que se prolongaron, resurgiendo de forma esporádica desde
comienzos del siglo XV hasta el siglo XVIII, oponían las mujeres a los hombres, al
igual que otro tópico argumental oponía los clásicos a los modernos. A partir del siglo
XIV, los varones eruditos debatían si las mujeres eran humanas, cuál era su naturaleza,
si podían ser educadas, si eran buenas para los hombres. Mientras los hombres
mantenían todo tipo de opiniones diferentes en este debate, las mujeres uniformemente
defendían su propio sexo, siguiendo el ejemplo de Christine de Pizan».

[Anderson y Zinsser, 1991, vol.2: 387-393]

Desde comienzos del siglo XV y hasta el siglo XVIII, algunas europeas escribieron
asumiendo la misma postura crítica que Pizan. Algunas escribían solas, aisladas; otras,
como de Pizan, participaban en las querelles des femmes, el debate sobre la valía de las
mujeres en relación con los hombres que abarcó desde el París del siglo XV a la
Venecia de finales del siglo XVI y a las ciudades de Londres y París del XVII. Todas
defendían el sexo femenino y sostenían que debían desterrarse las opiniones

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

tradicionales sobre la inferioridad de la mujer. Como Pizan, afirmaban la humanidad


básica de la mujer, y pedían una mejor educación y un trato más amable en el
matrimonio para el sexo femenino. Insistían en que la subordinación de las mujeres no
era ni natural ni innata, sino resultado de la acción del hombre y, por tanto, posible de
cambiar.

Éstas primeras feministas sostenían que la humanidad básica de las mujeres hacía a
éstas iguales a los hombres. Basaban sus argumentos sobre la igualdad en la virtud. La
prueba final con la que Pizan demostraba la virtud de las mujeres era la Virgen María, a
quien retrataba guiando a todas las otras damas ejemplares hacia su ciudad [p. 390].

Después de Pizan se sigue reivindicando una igualdad basada en la virtud, recurriendo


para ello a la doctrina cristiana.

Se refuta la inferioridad de las mujeres citando ejemplos de mujeres ejemplares: mujeres


de la Biblia, mujeres de fábulas y leyendas, mujeres de la historia y del presente, reinas,
damas de la corte, nobles, etc.

Todas coinciden en que lo que ha originado la inferioridad de las mujeres ha sido la


inferior educación.

Nombres propios
• Christine de Pizan (1364-1430)
[ver Anderson y Zinsser, 1991, vol.2: 387-390]
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/25
• Marie de Gournay (1565-1645)
Autora de La igualdad de hombres y mujeres (1622) y El sufrimiento de las damas
(1626).
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/97
• Mary Astell (1666-1731)

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Escribe Reflexiones sobre el matrimonio, donde por primera vez se establece un


paralelismo entre el gobierno y el dominio masculino: “Si la soberanía absoluta no
es necesaria para el estado, ¿por qué ha de serlo para la familia?, escribió recordando
a sus lectores la reciente Revolución de 1689 que limitó el poder real en Inglaterra”.
“Si todos los hombres nacen libres, ¿cómo es que todas las mujeres nacen
esclavas?” Éstas son algunas de las cuestiones que plantea Astell, pero a las que no
dará respuesta (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 395-396).
http://en.wikipedia.org/wiki/Mary_Astell
http://www.science.uva.nl/~seop/entries/astell/

• Mary Lee, lady Chudleigh (1656-1710)


http://www.politicalandfeministeconomists.com/people/?Chudleigh/Mary+Lee
http://en.wikipedia.org/wiki/Lady_Mary_Chudleigh

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA
- Anderson, B. y Zinsser J.P. (1991): Historia de las mujeres: una Historia propia.
Barcelona: Crítica. 2 volúmenes.
- De Pizán, C. (2001): La ciudad de las damas. Madrid: Siruela.
- Rivas Rebaque, F. (2008): Desterradas hijas de Eva: marginación y protagonismo
de la mujer en el cristianismo primitivo. Madrid: San Pablo.
- Sánchez Muñoz, C. (2005): “Genealogía de la vindicación”, en Beltrán, E.;
Maquieira, V.; Álvarez, S. y Sánchez, C. (eds.): Feminismos. Debates teóricos
contemporáneos. Madrid: Alianza.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

ILUSTRACIÓN Y FEMINISMO

Contexto. Las mujeres en el siglo XVIII


En el siglo XVIII emergen nuevos modelos de mujer que cuestionan el confinamiento
en la esfera doméstica. En este sentido destacan las salonnières (también llamadas
«medias azules»). Los salones literarios y políticos son una especie de espacios
intermedios entre lo público y la esfera doméstica que se sitúan en las casas de las
mujeres de la burguesía y la aristocracia a las que la anfitriona invitaba a hombres y
mujeres de la élite intelectual, social y artística. Aunque formalmente el salón se ubica
dentro de la esfera doméstica, tenía fuertes connotaciones públicas, ya que en él se
gestaba buena parte de la cultura y de la política del momento. El fenómeno de los
salones es un fenómeno netamente ilustrado y femenino en el que las mujeres marcaban
las normas, que en no pocas ocasiones transgredían la actuación social requerida de
ellas. Los primeros salones se crean en París en el siglo XVII, y a lo largo del XVIII se
extenderán también a Londres y Berlín. En ellos las salonnières manifestaban
libremente tanto su sexualidad como sus conocimientos filosóficos y científicos.
Nombres célebres como Ninon de Lenclos, Marie du Deffand, Germaine de Staël, Rahel
Varnhagen, etc. marcarían la vida de los salones europeos. A ellos asistirían los grandes
filósofos de la época (Montesquieu, Voltaire, Hegel, Diderot, D’Alambert, etc.). Pero
esta presencia activa de filósofos no redundaría en pro de una visión más favorable
sobre las capacidades de las mujeres. Los ideales normativos de domesticidad femenina
se impusieron sobre la libertad relativa alcanzada por las salonnières, que representaban
otras opciones de vida posible para las mujeres (Sánchez Muñoz, 2005: 26).

En los salones las mujeres de talento y cultura podían reunirse con los hombres, no ya
como raros prodigios, sino como iguales en el campo intelectual. Los salones son
espacios en los que se pretende cultivar el gusto, la cortesía y los buenos modales, pero
también son un entorno elegante donde autores noveles con aspiraciones, de ambos
sexos, eran animados a compartir su trabajo, a comentar la creación de los otros y
participar en complejas discusiones y juegos intelectuales. Bien acogido por la sociedad
francesa, el salón se institucionalizó en Francia, y la preponderancia cultural francesa

20 Mercedes Ávila Francés 20


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

hizo que éste se extendiera a otras capitales europeas (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2:
126).

Siendo salonnière, una mujer podía atraer a los círculos de poder a los círculos de poder
a su propia casa. Podía favorecer o perjudicar tanto reputaciones artísticas y literarias
como líneas de acción política. Las soluciones financieras para la economía francesa se
debatían en los salones, la elección que el rey hacía de los ministros estaba fuertemente
influida por las salonnières más influyentes (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 128).

El salón, si bien se crea en el XVII en París, alcanza su máximo apogeo en Europa en la


segunda mitad del siglo XVIII (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 126).

Pero la influencia femenina que se ejerce en los salones también será fuertemente
criticada, siendo éste también uno de los motivos por los que al cambiar el clima
político a finales del siglo XVIII se pone fin al poder de la salonnière (Anderson y
Zinsser, 1991, vol 2: 131). Las salonnières habían entrado en el terreno masculino (la
cultura, el estudio y la política). Tradicionalmente, los hombres europeos habían temido
y condenado cualquier atisbo de influencia femenina en la política; el siglo XVIII, con
sus abundantes ejemplos de tal influencia, trajo también una avalancha de quejas en este
sentido (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 137).

Teorías y discursos
Much@s autor@s sitúan el origen teórico del feminismo en la Ilustración, cuando se
vindica la individualidad, la autonomía de los sujetos y los derechos. Las ilustradas
reivindicarán la inclusión de las mujeres en los principios universalistas que la
Ilustración mantenía: la universalidad de la razón, la emancipación de los prejuicios, la
aplicación del principio de igualdad y la idea de progreso. Por tanto, el feminismo, en
sus orígenes, es un fenómeno netamente ilustrado, es un hijo del Siglo de la Razón,
pero, en palabras de Amelia Valcárcel, resulta ser un hijo no deseado (Sánchez Muñoz,
2005: 17).

21 Mercedes Ávila Francés 21


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

La vindicación es posible gracias a la existencia previa de un corpus de ideas


filosóficas, morales y jurídicas con pretensiones universalistas, es decir, aplicables a
toda la especie humana. Esto es precisamente la esencia de la Ilustración: la
universalización de atributos como la racionalidad y la autonomía de los sujetos y su
aplicación al ámbito político. En otras palabras, la emancipación de los prejuicios y de
la autoridad. Por tanto, las bases intelectuales que permitiesen la vindicación de la
igualdad entre hombres y mujeres estaban enunciadas en el programa ilustrado (Sánchez
Muñoz, 2005: 18-19).

Uno de los ejes teóricos fundamentales de la Ilustración es la idea de emancipación.


Originada tanto por el desarrollo de las ciencias de la naturaleza como por la influencia
del protestantismo. La emancipación va a ser considerada sinónimo del individuo
autónomo, tanto en el orden de lo racional como en el terreno político. Por lo que se
refiere al conocimiento, la frase de Kant sapere aude!, ¡atrévete a saber!, ilustra muy
bien lo que se quiere decir. El sujeto ilustrado es aquel que se libera de la tutela ajena y
de los prejuicios por medio del ejercicio autónomo de su propia razón, de la que hace
también un uso público (Sánchez Muñoz, 2005: 19).

En el terreno político, la emancipación se extiende al dominio del Estado y del derecho


en busca de un nuevo principio de legitimidad. La autoridad ya no se puede legitimar
por la tradición sino por la vía del consentimiento y del pacto. En ese terreno de
secularización del conocimiento y de la política, el iusnaturalismo contractualista
desempeña un papel teórico fundamental. La doctrina del contrato social aporta esa
nueva legitimidad del poder, de la sociedad y del derecho que satisface las exigencias de
la clase emergente, individualista y racionalista: la burguesía. A finales del siglo XVIII
el pacto que origina la autoridad ya no se plantea como un pactum subjetionis (al modo
de Hobbes), por el que unos individuos se someten a un tercero, sino como un pactum
inionis (al modo de Rousseau). La legitimación del Estado no sólo va a originarse en el
momento de su fundación, en el pacto, sino también en la defensa y protección de los
derechos naturales, previos a la existencia del Estado. Aparece así otro de los ejes del
discurso ilustrado: la ciudadanía (Sánchez Muñoz, 2005: 19-20) Recordamos que la
Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano tiene lugar en 1789.

22 Mercedes Ávila Francés 22


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

La lucha política a cerca de quiénes pueden ostentar el estatus de ciudadano ocupa en


gran medida tanto la filosofía política y jurídica de ese momento como la lucha
revolucionaria. Ser ciudadano, en este sentido, significaba un reconocimiento por parte
del Estado de unos derechos –civiles y políticos-, la presencia efectiva en el espacio
público y la participación plena en él por medio del ejercicio de los derechos políticos,
esto es, del derecho al voto (Sánchez Muñoz, 2005: 20).

Junto al debate sobre la ciudadanía, y ligado a éste, la defensa de la educación va a


constituir otro de los grandes temas de la Ilustración. La educación adquiere una
importancia cívica, como una educación para la ciudadanía que conduce al progreso.
Por ello los tratados de educación, como el Emilio de Rousseau, van a tener una gran
importancia y difusión en la época (Sánchez Muñoz, 2005: 20).

En este sentido, el feminismo es un movimiento ilustrado en sí mismo, que surge del


núcleo de los planteamientos democráticos de la modernidad, cuestionando y
denunciando las exclusiones de la democracia y de la ciudadanía (Sánchez Muñoz,
2005: 20).

Las mujeres como objeto de la reflexión política. De la


subordinación natural a la exclusión política
¿Cuál es la naturaleza de las mujeres? ¿Es la misma que la de los hombres? ¿Están
incapacitadas por su naturaleza para la vida política? Estas cuestiones van a estar muy
presentes en el debate ilustrado, en el que el concepto de naturaleza va a desempañar el
papel de instancia legitimadora del orden social frente a la cultura.

Rousseau es uno de los más relevantes ideólogos del concepto ilustrado de naturaleza.
Como dice Nuria Varela (2005: 29), Rousseau es uno de los mejores ejemplos para
identificar lo ocurrido en la época: todo el cambio libertario y político, la Revolución,
sus filósofos, sus políticos, sus declaraciones de derechos, traen, por un lado, el
nacimiento del feminismo y, por otro, su absoluto rechazo y represión violenta.

23 Mercedes Ávila Francés 23


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Rousseau excluye a las mujeres como sujetos del pacto político y por tanto de la
ciudadanía. Esta exclusión se basa en la desigualdad natural entre hombres y mujeres.
Las mujeres no son como los hombres, por tanto no pueden tener los mismos derechos,
ni ser educadas igual. Sus ideas sobre las mujeres y el papel de éstas quedan reflejados
en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y
en Emilio o de la educación.

Pero también nos encontramos filósofos y pensadores que participan activamente con
sus escritos a favor de la aplicación de los principios igualitarios ilustrados a las
mujeres: Montesquieu, Diderot, Voltaire, D’Alambert, el aleman Von Hippel (autor del
ensayo titulado Sobre la mejora civil de la mujer, de 1794), etc. Pero seguramente el
autor más destacado en la defensa de los derechos de las mujeres sea el marqués de
Condorcet, autor de Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía, con el
que pretende influir directamente en el debate político y filosófico sobre la ciudadanía
de las mujeres que recorre Francia desde 1789 (Sánchez Muñoz, 2005: 26-27).

Para Condorcet, a igual naturaleza, iguales derechos. En contra de aquellos que, como
Rousseau, excluyen a las mujeres apelando a una naturaleza distinta, inferior y
subordinada, Condorcet defiende que esa supuesta naturaleza diferenciada no es sino
producto de una educación deficiente (Sánchez Muñoz, 2005: 27).

Las mujeres como sujetos de la praxis política: la vindicación de


derechos
«Racionalidad», «emancipación», «lucha contra los prejuicios y la autoridad»,
«derechos», «ciudadanía», son términos que forman parte del nuevo vocabulario, y que
las mujeres también usarán (Sánchez Muñoz, 2005: 29).

Las reivindicaciones de las mujeres se articulan en torno al derecho a la educación, el


derecho al trabajo, los derechos matrimoniales y respecto a los hijos y el derecho al

24 Mercedes Ávila Francés 24


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

voto. La vindicación de estos derechos será una constante a lo largo del siglo XIX y
buena parte del XX (Sánchez Muñoz, 2005: 29).

En los Cuadernos de Quejas se pueden ver también las peticiones de las mujeres. Éstos
fueron redactados en 1789 para hacer llegar las quejas de los estamentos a los Estados
generales convocados por Luis XVI.

[ver texto en Sánchez Muñoz, 2005: pp. 29-30]

Aunque los textos constitucionales y legales del momento supusieron algunos avances
para las mujeres (así por ejemplo se fija la igual mayoría de edad para hombres y
mujeres a los 21 años, se declara el matrimonio como un contrato civil, se abole el
derecho de primogenitura masculino, se admite el divorcio en pie de igualdad de ambos
cónyuges, se reconoce a la madre el ejercicio de la patria potestad en las mismas
condiciones que el padre), la Constitución de 1791, cuyo preámbulo era la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, afirmaba la distinción entre dos
categorías de ciudadanos: activos (varones mayores de 25 años, independientes y con
propiedades) y pasivos (hombres sin propiedades y todo el colectivo de mujeres).

Nombres propios
• Mary Wollstonecraft (1759-1797)
Hija de un tejedor de seda, el cual heredó una cantidad de dinero que les permitió
vivir con cierta comodidad hasta que la dilapidó, tras lo cual tuvo que trabajar como
acompañante, institutriz y costurera, hasta que se hizo escritora profesional (se
estableció en Londres con la paga que su editor la proporcionaba por sus escritos).
Desde pequeña se sintió atraída por los libros, evitando los jugueteos y flirteos
característicos de las jóvenes de su ambiente.

Wollstonecraft era, como tantas otras mujeres precursoras de la vindicación- una


maestra. En Londres se movió en el círculo de los filósofos radicales ingleses, como
William Godwin (con quien se casaría), Joseph Prietsley, el poeta William Blake o

25 Mercedes Ávila Francés 25


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

el político Thomas Paine. Como en todos los círculos ilustrados, el acontecimiento


de la Revolución francesa les hizo creer que estaban en las puertas de un futuro
nuevo.

En Vindicación de los Derechos de la Mujer, Mary Wollstonecraft recoge los


debates de su época sobre las mujeres e inicia los caminos del feminismo del siglo
XIX. No es tanto una obra de reivindicación de unos derechos políticos concretos –
como la de Olympe de Gouges- como de reivindicación moral de la individualidad
de las mujeres y su capacidad de elección de su propio destino. Escribió la obra en
tan solo seis semanas como respuesta a un informe sobre la instrucción pública que
Tayllerand-Périgord había presentado a la Asamblea francesa en 1791. Su propósito
era influir en los constituyentes, a los que admiraba.

El oponente dialéctico de esta obra es el Emilio de Rousseau, del que la autora decía
admiraba sus paradojas, pues suscribe lo que el ginebrino aplica a los hombres y
rechaza la visión que éste tiene de las mujeres y de su educación. Para
Wollstonecraft las mujeres, en tanto que sujetos morales, tienen también el atributo
natural de la racionalidad y, por tanto, deben tratar de adquirir las virtudes humanas
por los mismos medios que los hombres, en lugar de ser educadas como una especie
de fantásticos seres a medias. Su pretensión no era que, por medio de la educación,
las mujeres tuvieran poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas, que fueran
independientes. De tal manera que su primer deber fuera hacia ellas mismas como
criaturas racionales. Sin embargo la educación que reciben imposibilita el desarrollo
de la autonomía. Wollstonecraft critica en este sentido no sólo a Rousseau sino a los
moralistas y filósofos de su época que han contribuido a hacer a las mujeres más
artificiales, caracteres débiles que de otro modo no hubieran sido, como
consecuencia, miembros más inútiles de la sociedad. Por consiguiente, lo que se ha
presentado como atributos naturales de las mujeres (la coquetería, la vanidad, la
debilidad, la frivolidad, etc.) no son sino el producto de la educación recibida, esto
es, un resultado cultural y social que se presenta como natural e innato, de tal
manera que la dependencia aparece como algo natural.

26 Mercedes Ávila Francés 26


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Para ella, la mayoría de las mujeres que observaba a su alrededor eran el resultado
del modelo de mujer dependiente reflejado en la Sofía Rousseauniana, a la que
define como un ángel – y como un asno- porque no percibe en ella huellas de
carácter humano ni razón o pasión en esa sierva doméstica.

Critica también la falta de perspectivas para las mujeres fuera del matriminio. Fuera
del matrimonio no hay nada para ellas, pero dentro del matrimonio sus vidas
dependen por entero de sus maridos.

Wollstonecraft defendía un sistema nacional de enseñanza primaria gratuita


universal para ambos sexos. Abogó porque todos los jóvenes de la clase trabajadora
recibieran una formación profesional tradicional y los de superior capacidad o
fortuna recibieran juntos una educación superior. Las primeras feministas pensaban
que una misma educación para hombres y mujeres daría lugar a una igualdad entre
ambos sexos. Lo que diferencia a Wollnstonecraft es que ésta pedía que las leyes del
Estado se usaran para asegurar esa educación y terminar con las tradiciones de
subordinación femenina (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 393).

La vida de Mary Wollstonecraft fue también una vida nada convencional. Tuvo una
apasionada relación, sin contraer matrimonio, con Gilbert Imlay, con el que tuvo
una hija. Cuando Imlay la deja, atraviesa un momento muy crítico (cae en la
desesperación e intenta incluso suicidarse arrojándose al Támesis). Logra
sobreponerse, e iniciará otra relación con el filósofo radical inglés William Godwin,
del que vuelve a quedar embarazada. Con él sí contrajo matrimonio, pero
mantuvieron apartamentos separados en edificios cercanos. La hija que tuvo con
Godwin fue Mary Godwin Shelley, autora de Frankenstein. Wollstonecraft murió
unos días después del parto, a causa de una infección. A su muerte Godwin publicó
las cartas de Mary a Gilbert Imlay. Durante más de un siglo después de su muerte, a
ella se le recordará fundamentalmente por esas apasionadas y desesperadas cartas, y
como una mujer que había roto con una forma de comportamiento decente al tener
una relación de ese tipo, por la que tuvo que pagar con una hija ilegítima y el
abandono de su amante. Su forma de vida desvía la atención de sus ideas radicales y

27 Mercedes Ávila Francés 27


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

feministas. Su vida venía a demostrar que lo más sensato era mantenerse fiel a la
tradición: su rebelión contra las restricciones tradicionales de las conductas de las
mujeres parecía conducir tan sólo a la deshonra y a la muerte. El precio que las
mujeres tenían que pagar por su independencia era demasiado alto, se venía a
extraer de moraleja (Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 149).

Tras el devastador efecto de las cartas y las Memorias publicadas por Godwin, la
reputación de Wollstonecraft termina ocultando su legado durante más de un siglo.
No fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando volvió a ser
aplaudida por mujeres con opiniones políticas tan diferentes como Virginia Woolf y
Emma Goldman, que recuperaron la historia de Wollstonecraft y celebraron los
"experimentos de su vida", como Woolf los llamó en un ensayo, auque muchos
continuaron despreciando el estilo de vida de Wollstonecraft.

Será el feminismo de los años sesenta y setenta el que recupere definitivamente la


figura de Wollstonecraft. Así por ejemplo, a principios de los 70, se suceden las
biografías publicadas de Wollstonecraft que presentaban su apasionada vida y su
obra.

[Sánchez Muñoz, 2005: 32-35]


[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 146-149 y 393-396)]
http://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Wollstonecraft
http://www.historyguide.org/intellect/wollstonecraft.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Mary_Wollstonecraft

• Olympe De Gouges (1748-1793)


Nacida Marie Gouze, dramaturga y revolucionaria, escribió La declaración de los
derechos de la mujer y la ciudadana, revisión de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, en la que incluye a las mujeres. El programa político de
De Gouges es la realización plena de los derechos de ciudadanía prescrita en la
Declaración francesa. Su texto sigue punto por punto el articulado de ésta. Pero la

28 Mercedes Ávila Francés 28


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

diferencia, y su carácter provocador, radican en que allí donde el texto original de


1789 dice “hombre” ella escribe “mujer” o “mujer y hombre”.

Pidió una mejor educación e igualdad de derechos dentro del matrimonio,


incluyendo en su Declaración un Modelo de Contrato Social del hombre y de la
Mujer, en el que frente al matrimonio convencional, que era “la tumba de la
confianza y el amor”, se aseguraba la protección a los hijos y a las mujeres de la
autoridad marital sobre sus propiedades y herencias. Igualmente vinculaba el pago
de impuestos a la representación política y la inclusión de las mujeres en todo tipo
reempleos públicos. También incluyó en su Declaración un artículo que afirmaba
que si “la mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe tener igualmente el de subir a
la Tribuna”.

Individualista (a pesar de su origen obrero siguió siendo realista y dirigió su


Declaración a la reina María Antonieta), llamó a otras mujeres a la acción
individual: “A pesar de las barreras que tengáis que superar, está en vuestras manos
liberaros a vosotras mismas; solamente tenéis que desearlo”.

La misma revolución que abrió las puertas a las mujeres terminó también por
cerrarlas. En octubre de 1793 se les prohíbe a las mujeres toda actividad política en
Francia. Ese mismo año Gouges fue guillotinada.

[Sánchez Muñoz, 2005: 31-32]


[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 398-399]
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/196

• Mademoiselle Jodin (1741-1790)

Mademoiselle Jodin dirigió en 1790 a la Asamblea Nacional un Proyecto legislativo


para las mujeres, denunciando -en unos términos que hoy en día no se nos hacen
nada extraños- la excepción del 50% que tramaban los defensores de la libertad:

29 Mercedes Ávila Francés 29


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Cuando los franceses señalan su celo para regenerar el estado y fundar su felicidad y su
gloria sobre las bases eternas de las virtudes y de las leyes, pensé que mi sexo, que
compone la interesante mitad de este bello Imperio, podía también reclamar el honor e
incluso el derecho de concurrir a la prosperidad pública; y que al romper el silencio al que
la política parece habernos condenado, podíamos decir últimamente: nosotras también
somos ciudadanas. De acuerdo con este título, ¿no tenemos nuestras leyes, así como
nuestros deberes?, ¿debemos permanecer puramente pasivas en un momento en el que la
transformación de todos los pensamientos en fecundos para el bien público debe tocar el
punto delicado, el feliz lado que nos une a él? [2]

http://masterkas.nireblog.com/post/2006/04/05/feminismo-e-ilustracion

http://books.google.es/books?id=jE-
JminAVW8C&pg=PA143&lpg=PA143&dq=mademoiselle+jodin&source=bl&ots=
hbInApr2TO&sig=tTjBUzuMe2QjMoUDxspOkBhNuNU&hl=es&sa=X&oi=book_
result&resnum=2&ct=result

• Catherine Macauly (1731-1791)


Historiadora inglesa
http://en.wikipedia.org/wiki/Catherine_Macaulay

El contraste entre dos modelos: Mary Wollstonecraft y Hannah More


Para la inmensa mayoría de mujeres de clase media y alta, el precio que Wollstonecraft
tuvo que pagar por su independencia parecía demasiado alto. Aquellas que deseaban
tener un papel fuera de la casa eligieron el camino mucho más tradicional y respetable
de Hannah More.

More (1745-1833), también desde pequeña se sintió más atraída por los libros que por
los flirteos y coqueteos, y también era maestra (ella era hija de un maestro). En su
juventud llegó a frecuentar los salones, aunque siempre defendió las virtudes cristianas.
Más tarde se sintió atraída por el grupo de Clapham y su campaña a favor de abolir el
tráfico de esclavos. A finales de 1780 se había convertido en líder reconocida del grupo

30 Mercedes Ávila Francés 30


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

en sus posteriores campañas para reformar los modales de los ricos y volver a inculcar
la devoción a los pobres.

Despreciaba la revolución francesa, que en ella sólo vino a confirmar su convicción de


que la tradición y las virtudes cristianas debían ser fortalecidas. Aunque no conoció
personalmente a Wollstonecraft, aborrecía todo lo esta mujer más joven representaba:

Me han incordiado por todos lados para que lea Derechos de la Mujer, pero estoy firmemente
decidida a no hacerlo. Hay algo fantástico y absurdo en el título mismo ¡Qué gran cantidad de
maneras hay de hacer el ridículo! Yo estoy segura de que tengo toda la libertad que puedo usar,
ahora que soy una mujer mayor, y cuando era joven tenía, me atrevo a decir, más de la que era
conveniente para mí.

El propósito de More era reformar la sociedad inglesa sobre la base de los principios y
virtudes tradicionales, para lo que, consideraba, la participación de las mujeres era vital
en esta empresa. Ella misma proporcionó un ejemplo de la supuesta autoridad moral de
las mujeres y de cómo ésta les podía abrir nuevas puertas a la sociedad.

Abrió escuelas para pobres, para que éstos aprendiesen a leer las Sagradas Escrituras 3 .
Sus obras de más repercusión fueron los Folletos doctrinales baratos, con los que
pretendía llegar a los pobres (se vendieron dos millones de copias en los primeros tres
años, algo sin parangón en la época).

A las mujeres de clase media y alta les exhortaba a realizar actos de caridad. Rechaza
los salones y propugna el deber de las mujeres a reformar la sociedad. Estas mujeres, a
través de la virtud, conseguían más poder o influencia y más independencia. A lo largo
del siglo XIX y hasta entrado en siglo XX, este camino de la caridad y la virtud
marcado por More era casi el único que tenían aquellas mujeres de clase media y alta
que deseaban tener una vida más allá del ámbito doméstico.

3
Defendía la enseñanza de la lectura en los pobres, para que leyesen las Sagradas Escrituras, pero no la
enseñanza de la escritura, ya que esto podía hacerles rebeldes (p. 150).

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Su primer libro de ensayos dirigidos a muchachas jóvenes tenían como epígrafe la


sentencia de Pericles de que la mejor mujer es aquella de la que no se habla. También
escribió que las mujeres sólo sufrirían si tuviesen más libertad: “El ser inestables y
caprichosas, creo de verdad, es una característica de nuestro sexo; y quizá no haya
animal que necesite más de la subordinación para tener una conducta correcta que la
mujer”.

[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 146-152]

32 Mercedes Ávila Francés 32


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA
- Amorós, C. y de Miguel, A. (2007): Teoría feminista: de la Ilustración a la
globalización. Vol.1: De la Ilustración al segundo sexo. Madrid: Minerva Ediciones.
- Anderson, B. y Zinsser J.P. (1991): Historia de las mujeres: una Historia propia.
Vol. 2. Barcelona: Crítica.
- Condorcet; De Gouges, O. (1993): La Ilustración olvidada : la polémica de los
sexos en el siglo XVIII. Barcelona: Anthropos.
- Sánchez Muñoz, C. (2005): “Genealogía de la vindicación”, en Beltrán, E.;
Maquieira, V.; Álvarez, S. y Sánchez, C. (eds.): Feminismos. Debates teóricos
contemporáneos. Madrid: Alianza.
- Wollstonecraft, M. (2005): Vindicación de los derechos de la mujer. Madrid:
Ediciones Istmo.

http://masterkas.nireblog.com/post/2006/04/05/feminismo-e-ilustracion

33 Mercedes Ávila Francés 33


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS EN EL SIGLO XIX

El feminismo en el siglo XIX ha sido tradicionalmente etiquetado como un feminismo


«liberal», entre otras razones porque el movimiento de mujeres del XIX correspondía
fundamentalmente a un movimiento de mujeres de clase media que luchaban por los
derechos liberales de su clase. Sin embargo, si bien es cierto que en Estado Unidos nos
encontramos ante un fenómeno de clase media, si examinamos los argumentos y los
debates que tienen lugar durante todo el siglo XIX veremos como algunas de las ideas
más relevantes del llamado «feminismo radical» en el siglo XX ya están siendo
anticipadas de alguna manera en el feminismo decimonónico.

Por otra parte, en el transcurrir del siglo XIX tampoco nos encontramos un movimiento
unitario y sin fisuras, sino una diversidad de posturas, argumentaciones y
reivindicaciones que van desde el derecho a la educación hasta el derecho a una
sexualidad libre, desde el derecho al control de las propiedades de las mujeres casadas
por ellas mismas hasta la lucha contra la prostitución, pasando por la reivindicación del
sufragio, que actúa como el elemento aglutinador.

El discurso feminista a lo largo del siglo XIX se desarrolla fundamentalmente en


Estados Unidos, donde se dieron una serie de circunstancias y de elementos sociales que
permitieron el arraigo y el éxito de las demandas políticas de las mujeres. Entre esos
factores destacan el asociacionismo, el movimiento religioso y el movimiento
abolicionista. En el Muevo Mundo las mujeres norteamericanas alcanzaron derechos
como el de la educación o el trabajo mucho antes que las europeas. También surge un
feminismo organizado con un elevado número de participación, algo que no se da en
países europeos hasta la primera década del siglo XX.

[Sánchez Muñoz, 2005: pp. 35-36]

34 Mercedes Ávila Francés 34


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Contexto. Las mujeres en el siglo XIX

La diferencia entre el espacio público norteamericano y europeo


De acuerdo con la teoría política imperante en la naciente democracia norteamericana,
el republicanismo, el principio rector de la vida política era la intensa participación de la
ciudadanía en la esfera pública. Este principio hacía realidad la idea republicana básica:
el poder reside en el pueblo, y no hay otra autoridad por encima de él. Así, los colonos
del nuevo territorio se liberaron de los lazos tradicionales de la monarquía en la
formación del nuevo orden político constituyéndose en cuerpos políticos civiles, según
la expresión adoptada en el Pacto del Maryflower. Con ello ponían en práctica un nuevo
tipo de contrato social como origen de la sociedad política: un contrato social horizontal
en el que la fundación de la comunidad y su legitimidad derivan no ya de una ley
natural superior o de la apelación a la tradición, sino que encuentran su origen en un
mutuo consentimiento, en la reciprocidad. Este tipo de pacto se plasmaría en el We the
people de la Declaración de Independencia, en el entendimiento de la política como una
forma de acción colectiva ejercida por la ciudadanía.

Pero desde sus orígenes, y al igual que en el proceso revolucionario francés, ese
nosotros el pueblo nacía ya lastrado por las exclusiones: las mujeres, los esclavos y los
nativos.

El «pueblo» se definía por oposición a los otros y otras, en una lucha ideológica por la
construcción de las identidades hegemónicas en la que lejos de no tomar en
consideración el género y la raza, éstos se incardinaban como eje de la construcción de
esa identidad.

La cultura política de la era jacksoniana previa a la guerra civil, fomentaba como


valores la educación, el éxito en el trabajo y la participación activa en la vida pública.
En definitiva era una cultura que se basaba en el mérito personal y en la participación
comunitaria. Sin embargo los valores que se demandaban en el comportamiento social
de las mujeres eran los de sumisión, piedad, pureza y, sobre todo, la domesticidad.

35 Mercedes Ávila Francés 35


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Pero a pesar de esa brecha entre los valores cívicos-públicos atribuibles a los varones, y
los valores propios del ámbito privado, exigidos ahora como valores públicos para las
mujeres, el énfasis en la participación y el asociacionismo, propios del credo
republicano, favorecía la causa de las mujeres. Éstas se encontraron con una concepción
de la política que no era meramente la que se realizaba en los parlamentos o asambleas,
en lo que se denominaba el ámbito formal de la política, sino una política entretejida
con los intereses cotidianos y por tanto más próxima también a la vida privada. La
proliferación de este tejido asociativo, intermedio entre lo público y lo privado, facilitó
la apertura de nuevas posibilidades para las mujeres, posibilidades que si bien en un
principio estaban ligadas a la esfera privada, por medio de las asociaciones filantrópicas,
permitieron a las mujeres entrenarse en el discurso y en la acción política. Sin duda esto
representa una diferencia importante respecto a la actuación de las mujeres en otros
países en la misma época, donde no encontraron ese espacio de actuación intermedio
entre la política formal y la esfera privada y tuvieron que luchar por crearlo, mientras
que en Estados Unidos la misma concepción de la política favorecía esa participación de
la sociedad civil. Además, en este país, la vida pública antes de la guerra civil estaba
centrada en el nivel local y municipal. La escena pública en la que se desarrollaba esa
sociedad civil de la que emergían los movimientos de mujeres presentaba unas
características peculiares: a diferencia del espacio público europeo centrado en los
clubes literarios y en la prensa, la sociedad civil y la opinión pública norteamericanas se
articulaban en torno a espacios urbanos, asambleas abiertas en las calles y en las plazas
públicas, arraigando la idea del acceso abierto al debate público y la creación de
distintos públicos, heterogéneos y diversificados, que se asociaban para defender sus
intereses concretos, entrecruzándose entre sí para la realización de sus objetivos.

[Sánchez Muñoz, 2005: 36-38]

El movimiento religioso de reforma moral


En el período de 1795 a 1810 tiene lugar lo que se ha dado en llamar el Segundo Gran
Despertar. Se trata de un movimiento religioso de reforma teológica y moral basado en
la reinterpretación del dogma calvinista y la refutación de la predestinación. Su mensaje

36 Mercedes Ávila Francés 36


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

fundamental consistía en la idea de que cada persona era dueña de su propio destino. En
este sentido el evangelismo era una doctrina perfeccionista: la obligación de cada
individuo de perfeccionarse mediante el trabajo en su comunidad. Ello repercutía en una
reforma moral de la sociedad y sus valores, reforma que adquiría distintas formas y
objetivos: la templanza, la educación, la beneficencia, la reforma carcelaria, la
esclavitud y los derechos de la mujer. Estos últimos no se incluyeron como objetivos
prioritarios de la reforma pero sí surgieron como una consecuencia directa de ésta.

Este movimiento contribuiría a promover el trabajo de las mujeres y, a la larga, el


desarrollo de sus habilidades para desenvolverse en la escena política. En este sentido se
señalan dos consecuencias del movimiento religioso: por un la lado las mujeres
reconocen sus capacidades, adquiriendo autoestima y protagonismo público, y por otro
desarrollan una conciencia de género, tanto de sí mismas como de las otras mujeres.

Las prácticas políticas protestantes (evangelistas pero sobre todo las cuáqueras)
permitían la presencia de mujeres en las tareas de la Iglesia (intervenían públicamente
en la oración y hablaban a toda la congregación). Pero además su principio de la
interpretación individual de los textos sagrados favorecía el acceso de las mujeres a la
alfabetización. Ello contribuyó notablemente a que en Estados Unidos el analfabetismo
femenino fuera considerablemente inferior que en Europa, así como a la creación de
colegios universitarios femeninos y al desarrollo de una clase media de mujeres
educadas que constituiría el público del feminismo norteamericano del siglo XIX.

La educación de las mujeres era un paso necesario para esa república que requería la
reforma moral de la ciudadanía. La primera institución que ofrecía a las mujeres una
educación superior fue Oberlin Collage, fundado en 1833 en el estado de Ohio, al que
seguirían en 1837 en Massachussets Mount Holyoke, como primera universidad
femenina. En ellos se educarían algunas de las más relevantes sufragistas de la época,
como Lucy Stone.

Esta reforma moral religiosa permitió a las mujeres participar como voluntarias en las
obras filantrópicas de la Iglesia, proliferando las sociedades dedicadas a intereses

37 Mercedes Ávila Francés 37


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

humanitarios, que, por otra parte, estaban en consonancia con el asociacionismo


implícito en la vida pública norteamericana. Y aunque si bien sus objetivos estaban más
cercanos a la vida doméstica (procurar comida y ropa a los necesitados, cuidar a los
huérfanos, etc.) hicieron posible que las mujeres salieran a la escena pública como
activistas sociales. Pero esa actividad se entendía como una extensión de los deberes de
las mujeres, no de sus derechos, como una manifestación de la domesticidad, no de la
igualdad. Se difunde así la idea de que las mujeres tenían un papel activo que
desempeñar como guardianas morales del hogar y, por extensión, de la sociedad. Por
consiguiente, si bien no podemos decir que estos grupos fuesen feministas, en el sentido
de defender los derechos de la mujer explícitamente, sin embargo pusieron el fermento
para ello, posibilitando la educación de las mismas, el trabajo público y, en cierta
medida, adquiriendo independencia en sus estrategias asociativas respecto a los
hombres.

[Sánchez Muñoz, 2005: 38-39]

Teorías y discursos
El movimiento de mujeres en Estados Unidos se caracteriza por cimentar sus raíces en
otros movimientos sociales, tales como el movimiento abolicionista y el movimiento de
reforma moral. Por otra parte, en Europa el discurso feminista lo elaboraron voces
aisladas y solitarias en su contexto, mientras que en el Nuevo Mundo encontraron una
resonancia colectiva que se plasmaría en un moviento social.

Las norteamericanas se enfrentaron a problemas inexistentes para las francesas: la


división racial y étnica de la sociedad, y viceversa: la francesas sobre todo se
encontraron con un panorama de pobreza que en la naciente república americana era
prácticamente inexistente. Pero quizá el elemento más diferenciador sea el hecho de que
las americanas, desde el principio, plantearon sus reivindicaciones no como una
propuesta autónoma, como un fin en sí mismo (la ampliación de los derechos para las
mujeres) sino como un medio para otros fines: el abolicionismo o la reforma moral de la
sociedad. Ello les condujo por un lado a establecer alianzas con otras fuerzas políticas

38 Mercedes Ávila Francés 38


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

(como el movimiento antiesclavista) y por otro a estar estrechamente ligadas a las


distintas confesiones religiosas (evangelistas, cuáqueros), mientras que en Francia las
ilustradas se presentaban con un laicismo que desligaba la religión de las aspiraciones
de las mujeres en la esfera pública.

Abolicionismo y feminismo
El sufragismo norteamericano hunde sus raíces en el movimiento abolicionista. En él
militaron destacadas sufragistas como Lucretia Mott, Elizabeth Cady Stanton o Susan
Anthony. Muchas sufragistas estaban casadas con líderes abolicionistas. Las pioneras en
unir los derechos políticos de las mujeres a la causa abolicionista serían las hermanas
Grimké, Angeline y Sara, esta última autora de las Cartas sobre la igualdad de los
sexos y la situación de la mujer. Ambas hermanas, de origen cuáquero, intervinieron en
mítines para mujeres en la American Anti-Slavery Society, fundada en 1833 en
Filadelfia. Sus críticas a la Biblia por justificar un papel inferior a las mujeres les
valieron las iras de la jerarquía eclesiástica, y sus alegatos a favor de los derechos de las
mujeres, la desconfianza de los abolicionistas.

El movimiento abolicionista hacía suyas las aspiraciones universalistas ilustradas de


igualdad para toda la raza humana. De todos los movimientos de reforma moral, éste era
el más radical y el que usaba el lenguaje de los derechos. Además, el lenguaje y el
discurso del abolicionismo permitió la aparición de otros temas (además de la extensión
del sufragio) sobre la situación de las mujeres, como la autoridad patriarcal (por
extensión de la autoridad de los amos sobre los esclavos) o el abuso físico y la violencia
sexual de los maridos sobre las mujeres. Era en definitiva un universalismo que afectaba
a la concepción de la ciudadanía y cuya consecución se plasmaría en la Constitución de
Estados Unidos con la incorporación de sucesivas enmiendas que irían ampliando el
sujeto de ciudadanía.

La alianza entre abolicionismo y sufragismo elaboró una analogía entre el tratamiento


dado a los esclavos y a las mujeres en términos de esclavitud moral. Las sufragistas
usarán incesantemente este concepto a lo largo del siglo XIX.

39 Mercedes Ávila Francés 39


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Las ya tensas relaciones entre abolicionistas y sufragistas se rompieron en 1840 con


motivo de la celebración en Londres de la Convención Antiesclavista Mundial. A ella
asistieron como parte de la delegación estadounidense Lucretia Mott y Elizabeth Cady
Stanton, pero no se les permitió participar, lo que les condujo a concebir la primera
Convención sobre los Derechos de la Mujer, que tendría lugar en Seneca Falls, en el
estado de Nueva York en 1848.

[Sánchez Muñoz, 2005: 40-43]

La Declaración de Sentimientos de Seneca Falls (1848)


En el mismo año que Marx y Engels publican el Manifiesto Comunista, la sufragistas
norteamericanas hacen público lo que se conoce como el texto fundacional del
feminismo estadounidense. En la citada convención se reunieron unas 300 personas,
entre hombres y mujeres, lideradas por Lucrecia Mott y Elizabeth Cady Stanton como
organizadoras del evento.

La Declaración recoge por un lado la influencia de la estela de la Ilustración, con su


defensa de derechos universales, y por otro la huella del movimiento romántico. El
modelo a seguir fue la Declaración de Independencia de Estados Unidos, y, al igual que
ésta, mantiene una concepción iusnaturalista y universalista de los derechos.

Se afirma la aplicación consecuente del principio de legitimidad, que debe fundarse en


el consentimiento de los gobernados (algunas, como Lucy Stone, harían suyo el
principio No Taxation without Representation, presente en la revolución americana). De
la misma manera que la Declaración de Independencia afirmaba la emancipación de la
autoridad política de la corona inglesa, las mujeres van a proclamar su independencia de
la autoridad ejercida por los padres y maridos.

La exposición de los agravios y desigualdades a los que las mujeres estaban sujetas
conducía a una serie de resoluciones. La mayoría de ellas hacen referencia a la mejora

40 Mercedes Ávila Francés 40


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

de los derechos civiles, sociales y religiosos (matrimonio, divorcio, educación, trabajo,


etc.), y todo ello alegando el principio utilitarista de la mayor felicidad del mayor
número. La gran mayoría de los temas se referían a cuestiones relativas a la esfera
privada, pero que la Declaración les dio una trascendencia política y pública,
adelantando el lema que cien años después serviría de bandera al moviendo de mujeres:
«lo personal es político».

En la Declaración había distintas posiciones. Lucrecia Mott representaba los intereses y


aspiraciones de las mujeres de clase media que reivindicaban por encima del derecho al
voto el derecho al trabajo que le permitiese alcanzar los beneficios sociales de la
ciudadanía. La ciudadanía política, esto es, el voto de la mujer, no era prioritario por
considerarlo una demanda demasiado radical que ponía en peligro las otras demandas.

Tras Seneca Falls y hasta la guerra civil se sucedieron otras convenciones del mismo
carácter. Tras la guerra, una vez abolida la esclavitud (en la Decimotercera Enmienda,
1865), se planteaba la cuestión de la extensión del sufragio para los varones negros
liberados, lo que de nuevo aprovechan las mujeres para pedir también el voto. La lucha
política que generó la batalla por la Decimoquinta Enmienda, que extendía el voto a los
varones negros, aprobada en 1870, introdujo nuevas escisiones entre abolicionistas y
feministas y entre el mismo feminismo. Stanton y Anthony se opusieron a esta
enmienda, cambiando tanto de estrategia como de discurso, creando la Asociación
Nacional Pro Sufragio de la Mujer (The National Women’s Suffrage Association o
NWSA), asociación dirigida exclusivamente por mujeres cuyo objetivo principal era el
sufragio femenino. Por otro lado, Lucy Stone creaba ese mismo año la Asociación
Americana Pro Sufragio de la Mujer (The American Woman Suffrage Association o
AWSA), que apoyaba la Decimoquinta Enmienda al tiempo que trabajaba por el voto de
la mujer. Éste no llegaría hasta 1920 con la aprobación de la Decimonovena Enmienda.

[Sánchez Muñoz, 2005: 43-46]

41 Mercedes Ávila Francés 41


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

El discurso de la excelencia de las mujeres: los movimientos de


templanza
Si bien la apelación al universalismo ético y los principios de justicia es la
argumentación principal del feminismo tanto norteamericano como europeo, junto a
éste se va a desarrollar otro tipo de argumento basado no en la igualdad sino en las
virtudes y los valores éticos diferenciados de las mujeres. Estas diferencias se
contemplarían como algo positivo y beneficioso para la sociedad en su conjunto,
usándose como argumentos para la apelación al voto femenino. Y aunque se defiende
los beneficios sociales del sufragio, éstos están fundamentados en último término en una
concepción esencialista de las mujeres basada en su excelencia moral.

Dentro del proyecto de reforma moral de la sociedad, los movimientos a favor de la


templanza (contra el alcoholismo, la prostitución…) (en los que las mujeres participan
activamente) desempeñan un papel relevante. Los primeros movimientos tienen lugar en
la etapa anterior a la guerra civil, pero su auge se produciría en la década de 1870-1880.
Al igual que en el siglo XVIII en Francia, las mujeres aparecen sujetas al discurso de la
excelencia ética, son las guardianas de las buenas costumbres y de la moral. Pero si en
la Francia revolucionaria ese discurso frenó la participación política de las mujeres, en
Estados Unidos favorece su inclusión en la esfera pública, siendo uno de los argumentos
utilizados en la concesión del sufragio femenino en los estados del oeste norteamericano
(Wyoming sería el primero en conceder el voto a la mujer en 1869, seguido de Utah en
1870, Colorado en 1893, etc.), en la creencia de que ayudaría a elevar el nivel moral de
la política.

[Sánchez Muñoz, 2005: 48-50]

El feminismo europeo
Durante varias décadas el movimiento inglés por los derechos de la mujer fue el modelo
para otros movimientos europeos. Entre la década de 1850 y 1920, miles y miles de
mujeres lucharon durante más de setenta años por conseguir derechos políticos y legales
y leyes más justas sobre la custodia de los hijos, el divorcio, leyes que permitieran a las

42 Mercedes Ávila Francés 42


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

mujeres casadas controlar sus propios intereses y su propiedad, leyes relativas a la


educación superior, al derecho al voto y a la participación política.

Las inglesas fueron las primeras en exigir el voto. En 1832, la Great Reform Act amplió
el sufragio, concediendo el voto a aproximadamente uno de cada cinco hombres sobre la
base de la propiedad. Un año antes habían aparecido artículos en periódicos radicales
reclamando el voto para las mujeres. En respuesta a ello, la Cámara de los Comunes
insertó la palabra varón en los requisitos para tener derecho al voto por primera vez en
la historia de Inglaterra: la legislación anterior se había basado exclusivamente en
requisitos de propiedad. Mary Smith, propietaria soltera de Yorkshire envió al
Parlamento la siguiente petición: “Toda mujer soltera que posea los requisitos
pecuniarios necesarios debería tener derecho a votar por los miembros del Parlamento”.
Los miembros de la reformada Cámara de los Comunes se rieron como respuesta a la
lectura de la petición.

En 1848 se fundó el Queen’s Collage para proporcionar a las mujeres la posibilidad de


asistir a clases de nivel universitario; al año siguiente el Bedford Collage, dirigido en
parte por mujeres, llevó a cabo el mismo tipo de actividades. En estas dos primeras
facultades, ambas en Londres, las mujeres de clase media obtuvieron una educación y
tuvieron además la ocasión de conocer a otras como ellas y establecer las relaciones que
harían posible el movimiento por los derechos de las mujeres. Las mujeres que crearon
este movimiento pertenecían a familias de clase media liberal o clerical. Muchas habían
participado antes activamente en movimientos reformistas (la abolición de la esclavitud,
la filantropía, etc.) y la mayoría habían nacido en la década de los 30. El espíritu
organizador del grupo fue Barbara Leigh Smith, más tarde Barbara Bodichon.

En la década de 1860, el movimiento inglés por los derechos de la mujer emprendió


cuatro campañas. Presionaron al Parlamento para que aprobara leyes que permitieran a
las mujeres casadas controlar sus propios ingresos, lo que consiguieron en 1878, y sus
propiedades, lo que lograron en 1882. Fundaron colegios universitarios para mujeres en
las principales universidades. Prepararon a las estudiantes para los exámenes de Oxford
y Cambridge (las mujeres comenzaron a estudiar en estas universidades en la década de

43 Mercedes Ávila Francés 43


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

1870, y en 1878, la Universidad de Londres los concedió títulos de licenciatura).


Hicieron campaña por la abolición de las Leyes sobre Enfermedades Infecciosas, que
daban poder a la policía para examinar médicamente a cualquier mujer de la que
sospechases que podía ser prostituta , y lo lograron en 1884. Mientras tanto siguieron
luchando por conseguir el voto.

También en Inglaterra las mujeres se organizaron para luchar por sus derechos. Así
crearon el Comité por el Sufragio Femenino, más tarde la Sociedad Nacional de
Londres por el sufragio femenino. Pero el movimiento no siempre estuvo unido.
Durante décadas, los liberales fueron los aliados “naturales” de las feministas. Entre
1884 y 1897 el movimiento se divide por la cuestión de si coaligarse con los liberales o
mantenerse como entidad política independiente, ya que los líderes del Partido Liberal
se resistían con firmeza a conceder el voto a las mujeres. En 1897, el dividido
movimiento inglés por los derechos de la mujer se reunifica bajo el nombre Unión
Nacional de Sociedades por el Voto de las Mujeres. El nuevo énfasis por el voto
propició nuevas estrategias. Las mujeres de clase obrera se afiliaban a millares
reclutadas por las sociedades sufragistas de clase media en las grandes fábricas textiles
del norte. Más mujeres, tanto de clase media como de clase trabajadora, comenzaron
unirse con el reciente formado Partido Laborista y al más pequeño y radical Partido
Laborista Independiente.

A comienzos del siglo XX, las inglesas habían conseguido que se les reconociera el
derecho a formar parte de consejos municipales y de juntas directivas de colegios,
podían ocupar un puesto oficial en la administración de asistencia pública y ser
inspectoras de fábrica. Podían votar en las elecciones municipales y de condado si
poseían la propiedad requerida, e incluso ser alcaldesas. Pero no podían votar en
elecciones nacionales. Hubo que esperar hasta 1918, en que se reconoció el voto a las
mujeres mayores de 30 años, mientras que en los varones eran los 25 años la edad a
partir de la cual podían votar (a las mujeres entre 25 y 30 años se les consideraba
demasiado “frívolas” como para votar). En 1928 se reconoció el derecho al voto a las
mujeres en igualdad de condiciones que los varones. Y es que al final de la primera

44 Mercedes Ávila Francés 44


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

guerra mundial al tema del sufragio femenino había dejado de ser una reivindicación
radical en muchos países.

[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 405-416]

Liberalismo y feminismo
Donde el liberalismo floreció fue más fácil para las mujeres hacerse feministas y
organizar movimientos de reivindicación de los derechos de las mujeres. Ambos
movimientos compartían un gran número de ideas y de dogmas. Al igual que el
feminismo, el liberalismo surgió por oposición a la sociedad tradicional y a sus
creencias. Como el feminismo, el liberalismo valoraba al individuo y confiaba más en el
criterio y en la razón individuales que en las ideas establecidas. Como el feminismo, el
liberalismo creía en el poder de la educación y de la reforma para erradicar las viejas
fronteras y jerarquías.

Las mujeres tenían mayores probabilidades de convertirse en feministas si tenían


relación con grupos liberales o radicales a través de relaciones familiares o sociales. La
participación en causas como la abolición de la esclavitud, el socialismo utópico, la
filantropía o la revolución política, movía a las mujeres hacia el feminismo. El
feminismo floreció durante las revoluciones liberales y declinó cuando se restituyó de
nuevo el orden conservador.

En Inglaterra, el éxito de la política liberal contribuyó a la temprana fomación del


movimiento por los derechos de la mujer. En Francia, el feminismo ascendió durante las
revoluciones de 1789, 1848 y 1871 y también dentro de los grupos revolucionarios
como el de los primeros socialistas, pero declinó durante los períodos de represión que
siguieron a las revoluciones, especialmente durante el primero y el segundo imperio
napoleónicos. En Alemania, el feminismo alcanzó su primera manisfestación potente
durante las revoluciones de 1848, pero el período de consevadurismo que vino a
continuación debilitó tanto el feminismo como el liberalismo en este país. En Rusia, el
ascenso de un movimiento liberal en la década de 1850 trajo consigo la aparición del

45 Mercedes Ávila Francés 45


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

feminismo, pero la posterior represión de ambos empujó a muchos liberales y feministas


hacia el terreno revolucionario.

En aquellos territorios que aspiraban a convertirse en naciones independientes en la


Europa del siglo XIX, la actividad de las mujeres en los movimientos liberales
nacionalistas en ocasiones dio como resultado que éstas obtuvieran derechos políticos.
Así por ejemplo, cunado Finlandia se independizó de Rusia, las finlandesas se
convirtieron en las primeras mujeres europeas que consiguieron el voto en elecciones
nacionales, en 1906.

Pero aunque el liberalismo creó un clima más favorable para el feminismo, también
planteó problemas políticos a las feministas. En países donde los hombres obtuvieron
por primera vez el voto basado en la propiedad (pagando una cantida en forma de
impuestos o siendo propietarios de cierta extensión de tierra), las feministas se
encontraron con un dilema ¿Debían luchar por conseguir el voto para todas las mujeres,
cuando no todos los hombres podían votar?, ¿debían apoyar el sufragio basado en la
propiedad también para las mujeres o apoyar primero el sufragio universal para todos
los hombres primero? Los movimientos feministas por la igualdad de derechos diferían
en su política, al igual que los liberales diferían en sus opiniones sobre hasta dónde se
debía extender el voto.

[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 400-401]

Feminismo y cristianismo
Los liberales del siglo XIX lucharon por el nacionalismo, por la extensión de los
derechos políticos, por una mejor educación. Se opusieron a la monarquía absoluta, a la
regulación estatal de la economía y, en muchos aspectos, a la iglesia católica. Aunque
tanto el protestantismo como el catolicismo se oponían al feminismo y despreciaban a
las mujeres activistas, el feminismo que reivindicaba la igualdad de derechos surgió más
fácilmente en los países protestantes que en los católicos.

46 Mercedes Ávila Francés 46


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Hasta la llegada de los movimientos masivos de mujeres de la década de 1970, las


mujeres que cuestionaban los dogmas del catolicismo se encontraban relativamente
aisladas de su propia cultura y, especialmente, de las otras mujeres. Las mujeres que se
oponían a la Iglesia católica a menudo rompían con la mayoría de las demás mujeres de
su círculo y se relacionaban con hombres de ideas más afines, como masones,
republicanos, socialistas, etc. Pero en estos círculos el feminismo estaba subordinado a
otras causas.

El protestantismo, aunque no era más favorable a las mujeres, creó una atmósfera más
favorable al feminismo, proporcionando una base para rechazar las tradiciones sobre las
mujeres. El concepto de igualdad espiritual y la convicción de que todos los individuos
tenían acceso a Dios fomentó la independencia intelectual. El protestantismo enseñaba a
leer la Biblia tanto a las chicas como a los chicos, para que mujeres y hombres pudieran
esforzarse por su propia salvación, pero al mismo tiempo se seguía predicando el papel
de esposa tradicional para las mujeres. Ésta contradicción entre igualdad espiritual y
subordinación dio lugar a que algunas mujeres cuestionaran los papeles tradicionales.

Ahora bien, aunque el protestantismo y el liberalismo fueron más propicios para la


aparición del feminismo que el catolicismo y el conservadurismo, ninguna nación, por
muy liberal o protestante que fuese, recibió de buena gana las demandas femeninas de
educación superior igual para ambos sexos, y mucho menos las de igualdad política y
legal. En todos los países protestantes, desde Gran Bretaña a Alemania, desde Suecia a
los Estados Unidos, las demandas feministas encontraron una oposición masiva, y las
mujeres tuvieron que organizarse para luchar por sus derechos. En todos los países
europeos, las feministas fueron una pequeña minoría en oposición. Esto hace que su
éxito en crear los movimientos que consiguieran la igualdad legal y política sea aún más
impresionante.

[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 402-404]

47 Mercedes Ávila Francés 47


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Socialismo y feminismo
En la década de 1830, ya había socialistas que creían que la transformación económica
del capitalismo en socialismo liberaría inevitablemente a las mujeres. Los movimientos
socialistas criticaban los movimientos de mujeres por la igualdad de derechos por
considerar que éstos ignoraban la realidad económica. Los movimientos socialistas
(partidos y sindicatos) defendían la mejora de las condiciones laborales de las mujeres
(aunque no como mujeres, sino como trabajadoras), como la reducción de jornada y
mejores salarios, captando así a multitud de mujeres. Pero simultáneamente las mujeres
socialistas feministas se quejaban del poco feminismo que había en círculos socialistas.

Las socialistas feministas tuvieron que luchar en dos frentes: contra los gobiernos que
ilegalizaban e intentaban aplastar el socialismo y contra los socialistas varones que se
oponían al feminismo y a una igual participación de las mujeres en el movimiento. Estas
batallas fueron cambiando con el tiempo, a medida que evolucionaron las condiciones
económicas y políticas, y la misma teoría socialista, a lo largo del siglo XIX.

Inicialmente, algunos defensores del socialismo excluyeron a las mujeres. Es el caso de


Pierre Joseph Proudhom (1809-1865). Pero ya en la década de 1830, las mujeres
participaban en grupos socialistas radicales, como los saint-simonianos en Francia y los
owenistas en Inglaterra. En estos círculos la teoría y la práctica eran abiertas, recibían de
buen grado a las mujeres y se aceptaban algunos principios feministas. Pero la corta
vida de estos movimientos limitó los logros feministas dentro de ellos.

Los owenistas, saint-simonianos y fourieristas a menudo cuestionaron el


comportamiento sexual tradicional. Una de las figuras destacadas de esta época es Flora
Tristán, que actuó como socialista independiente en Francia, a finales de la década de
1830, e Inglaterra, a principios de la década de 1840, intentando formar asociaciones de
trabajadores. En Peregrinaciones de una paria, Tristán llamaba a las mujeres “el
proletariado del proletariado”, “hasta el más oprimido de los hombres puede oprimir a
otro ser, su mujer” –escribió.

48 Mercedes Ávila Francés 48


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

En las décadas de 1850 y 1860, Karl Marx y Friedrich Engels habían redefinido el
socialismo. Marx y Engels argumentaban que el trabajo remunerado fuera del hogar
liberaría finalmente a las mujeres porque supondría una nueva etapa del desarrollo
social. Con el socialismo todo cambiaría, incluidas las relaciones entre hombres y
mujeres, la forma de la familia y la opresión económica de las mujeres. “La primera
condición para la liberación de la esposa es devolver todo el sexo femenino a la
industria pública”, escribió Engels en el Origen de la familia, la propiedad privada y el
estado, en 1884. En El Capital (1867), Marx insistía en que “la industria moderna […]
crea una base económica para un tipo más perfecto de familia y de relaciones entre los
sexos”. Aunque Marx y Engels nunca describieron con exactitud de qué forma sería este
“tipo más perfecto de familia” y rar vez trataron “cuestiones femeninas”, sí eligieron a
Harriet Law, maestra de escuela inglesa, miembro del Congreso general de la Primera
Internacional (originalmente Asociación Internacional de Trabajadores, AIT). Sin
embargo, fue la única mujer presente.

La ausencia femenina en los círculos socialistas de esta época se debía a los prejuicios
de los varones y a una selección intencionada de los escritos de Marx y Engels. En su
crítica del capitalismo, Marx y Engels habían lamentado la desaparición de los papeles
tradicionales de las mujeres. Marx consideraba que la disolución de “los viejos lazos
familiares” era “terrible y repugnante”. Engels declaró al principio de su carrera que el
trabajo asalariado de una esposa “le quita al marido su virilidad y a la esposa sus
cualidades femeninas”. Los socialistas franceses y alemanes sostuvieron que las mujeres
debían seguir desempeñando sus funciones tradicionales. Así, una de las conclusiones
de la Asociación General de Trabajadores Alemanes Lasallianos en 1866 fue que

El trabajo adecuado a las mujeres y las madres está en el hogar y en la familia. Junto con los
solemnes deberes del hombre y del padre en la vida pública y en la familia, la mujer y la madre
deberían representar lo acogedor y poético de la vida doméstica, aportando gracia y belleza a las
relaciones sociales, y ser una influencia ennoblecedora que aumente el disfrute de la humanidad
en la vida social.

Los socialistas recibieron la participación femenina de mejor grado en el último cuarto


del siglo XIX, especialmente en Alemania. En 1879, August Bebel publicó La mujer y

49 Mercedes Ávila Francés 49


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

el socialismo, obra que alcanzó una gran popularidad, y en la que argumentaba que el
capitalismo era la causa de la opresión de la mayoría de las mujeres, y asociaba
firmemente el socialismo con la liberación de las mujeres. El Partido Socialista alemán
fue prácticamente ilegal entre 1878 y 1890 y, en esas circunstancias, la participación de
las mujeres resultó crucial tanto para mantener viva la causa como para preparar a la
nueva generación de socialistas alemanes.

En la Alemania Imperial, donde las mujeres estuvieron excluidas de toda actividad


política hasta 1908, las socialistas feministas crearon el mayor movimiento obrero de las
mujeres de Europa. En el proceso, desarrollaron una estrategia para el feminismo
socialista que resultó ser la más adecuada para conseguir derechos para las mujeres
dentro de un partido que aún se oponía en gran medida a su independencia y liberación.
La escasa participación de las mujeres en el socialismo hizo posible que las socialistas
feministas argumentaran que para poder reclutar a las mujeres trabajadoras era
necesario crear instituciones específicas para ellas: un departamento de mujeres,
sindicatos de mujeres, un periódico femenino. Estas instituciones se convirtieron en
bases de poder dentro del Partido Socialdemócrata que utilizaron entonces las
feministas para plantear nuevas reivindicaciones. Clara Zetkin será una de las figuras
más destacadas.

Las mujeres fueron mejor recibidas en círculos socialistas en el último cuarto del siglo
XIX en parte también al heroico ejemplo de las mujeres rusas (“las amazonas rusas”,
como se las llamaba en su tiempo). Las mujeres rusas participaban en todo tipo de
actividades, desde el asesinato a la organización, desde la redacción de panfletos
políticos a las largas condenas en Siberia. Las mujeres constituían más del 10 por ciento
de los revolucionarios rusos en la década de 1870. Esta proporción era del 30% dentro
de los grupos más extremistas, que exigían una total dedicación y entrega de sus
miembros. Las amazonas rusas crearon una tradición heroica para las mujeres, al tiempo
que se granjearon el respeto de los demás socialistas varones, pero no patrocinaron ni
defendieron el feminismo. Estas mujeres, sin excepción, perseguían como primer
objetivo no la lucha por las mujeres sino la revolución popular. Rosa Luxemburg siguió
este modelo en la siguiente generación.

50 Mercedes Ávila Francés 50


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 420-436]

La internacionalización del activismo


A finales del siglo XIX la conciencia feminista es ya claramente internacionalista.
Además de los esfuerzos por institucionalizar internacionalmente esa conciencia común,
nos encontramos también con una relevante dinámica intercultural. Entre las
organizaciones de mujeres que se establecieron en ese momento cabe destacar el
Internacional Council of Women (1888), creado en Washington, la International
Woman Suffrage Alliance (IWSA), en 1904 y presidido por Carrie Chapman Catt, la
Internacional Socialista de Mujeres (1907), creada y presidida por Clara Zetkin, o la
Women’s International League for Peace and Freedom, ya en 1915.

Esa internacionalización suponía la creación de un “nosotras” colectivo que sólo tenía


parangón con el movimiento obrero. A principios del XX las sufragistas empiezan a
tener conciencia de su genealogía, de la lucha de las mujeres que las precedieron, y
comienzan a elaborar una narrativa histórica propia que revela un saber y una práctica
política acumulados. En Francia el término feminisme fue usado por primera vez en
1880 por Hubertine Auclert, defensora de los derechos políticos para las mujeres y
fundadora de la primera sociedad sufragista en Francia. En Estados Unidos empezó a
ser usado con frecuencia a partir de 1913. Con anterioridad, en el siglo XIX, no se
utilizaba el término.

[Sánchez Muñoz, 2005: 64]

Nombres propios
• Angelina Grimké (1805-1879)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USASgrimke.htm
• Sara Grimké (1792-1873)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USASgrimkeS.htm

51 Mercedes Ávila Francés 51


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

• Elizabeth Cady Stanton (1815-1902)


http://www.geocities.com/intiwamani/ECS/ecstanton.html
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USAWstanton.htm
• Susan B. Anthony (1820-1906)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USAWanthony.htm
• Lucy Stone (1818-1893)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USAWstone.htm
http://www.millis.k12.ma.us/programs/immersion/biografias/Stone.htm
http://womenshistory.about.com/od/stonelucy/a/lucy_stone.htm
• Lucretia Mott (1793-1880)
http://womenshistory.about.com/od/suffragepre1848/p/lucretia_mott.htm
http://www.geocities.com/intiwamani/LM/lucretmott.html
• Sojourner Truth (1797-1883)
http://www.america.gov/st/diversity-
spanish/2008/April/20081202171318emanym0.845257.html
http://www.lkwdpl.org/wihohio/trut-soj.htm
• Josephine Butler (1828-1906)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/Wbutler.htm
• Frances Wright (1795-1852)
http://es.wikipedia.org/wiki/Frances_Wright
http://faculty.evansville.edu/ck6/bstud/wright.html
http://faculty.evansville.edu/ck6/bstud/wright.html
• Victoria Woodhull (1838-1927)
http://ocp.hul.harvard.edu/ww/people_woodhull.html
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USAWwoodhullV.htm
[Sánchez Muñoz, 2005: 46-48]
• Harriet Hardy Taylor Mill (1807-1858)
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/161
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/Wtaylor.htm
[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 406-407]
• Barbara Leigh Smith, Barbara Bodichon (1827-1891)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/Wbodichon.htm

52 Mercedes Ávila Francés 52


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

[Anderson y Zinsser, 1991, vol 2: 406-407]


• Millicent Garret Fawcett (1847-1929)
http://www.historiasiglo20.org/sufragismo/radisufgb.htm
http://womenshistory.about.com/od/suffragists/p/fawcett.htm
http://www.oxforddnb.com/public/dnb/33096.html
• Hubertine Auclert (1848-1914)
http://www.canalacademie.com/Hubertine-Auclert-une-feministe.html
http://www.nationmaster.com/encyclopedia/Hubertine-Auclert
• Flora Tristan (1803-1844)
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2478
• Harriet Law (1831-1897)
http://www.workersliberty.org/node/8793
• Clara Eissner Zetkin (1857-1933)
http://www.colpos.mx/news/index.php?option=com_content&task=view&id=24
http://es.wikipedia.org/wiki/Clara_Zetkin
• Adelheid Popp-Dworak (1869-1939)
• Carrie Chapman Catt (1859-1947)
http://womenshistory.about.com/od/cattcarriec/p/carrie_catt.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Carrie_Chapman_Catt
• Emmeline Goulden Pankhurst (1858-1928)
http://www.bbc.co.uk/history/historic_figures/pankhurst_emmeline.shtml
• Sylvia Pankhurst (1882-1898)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/WpankhurstS.htm
• Christabel Pankhurst (1880-1958)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/WpankhurstC.htm

53 Mercedes Ávila Francés 53


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA
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Barcelona: Crítica. Vol. 2.
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en los Estados Unidos. Málaga: Diputación Provincial de Málaga.
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- Stanton, E.C. (2005): The concise history of woman suffrage. Selections from
History of Woman Suffrage. Chicago: University of Illinois Press

http://centros5.pntic.mec.es/ies.parque.de.lisboa/alumnos2000/home.html

54 Mercedes Ávila Francés 54


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS EN EL SIGLO XX

El sufragismo contribuyó a crear por un lado un sentimiento y una cultura de


solidaridad de género, y por otro a extender unos métodos de lucha no violentos como
expresión de la voluntad cívica de la ciudadanía: manifestaciones masivas,
encadenamientos, huelgas de hambre, boicots de mítines políticos de los partidos
tradicionales, etc. La imagen que pervive en el colectivo imaginario de las sufragistas de
principios de siglo es la de las británicas: fotos de manifestaciones de mujeres
enfrentándose a la policía y siendo zarandeadas y golpeadas por un público hostil. Estas
mujeres nos muestran a mujeres de clase media que salían de sus hogares para ocupar
las calles y reclamar sus derechos. Hasta medio millón de personas acudieron en
Londres en 1908 a un mitin a favor del sufragio femenino, y sus peticiones se
convertirían en una pesadilla para el gobierno liberal. Las protagonistas de este nuevo
escenario fueron las Pankhurst (Emmeline y sus hijas Sylvia y Christabel), las cuales,
fundan, junto a otras mujeres provenientes del Partido Laborista Independiente, la
Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU), y el periódico Votes for Women, más
tarde llamado The Suffragette. El objetivo principal es la aprobación parlamentaria del
derecho al voto, y su estrategia no duda en incluir acciones más radicales, que van desde
el lanzamiento de octavillas hasta la rotura de escaparates, ataques a los centros
simbólicos del poder masculino y de la clase dominante (como los campos de golf), o el
boicot de mítines políticos (en los que interrumpían al orador, incluido el propio
Churchill, preguntando si daría el voto a las mujeres), huelgas de hambre, etc. (Sánchez
Muñoz, 2005: 65).

La irrupción de la Primera Guerra Mundial manda la lucha sufragista a un segundo


plano. Ahora los intereses nacionales se convierten en lo más importante. Tras la guerra
se van sumando los países que reconocen el voto a las mujeres: Dinamarca en 1915,
Rusia en 1917, Austria, Luxemburgo e Irlanda en 1918, Alemania y Suecia en 1919,
Estados Unidos en 1920. Gran Bretaña reconoce el voto a las mujeres mayores de 30
años en 1918 (los varones podían votar desde los 25 años) y en 1928 a las mujeres
mayores de 25 años (igual ya que los varones). En otros países hubo que esperar hasta

55 Mercedes Ávila Francés 55


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

después de la Segunda Guerra Mundial, caso de Francia e Italia (ambos en 1945). Suiza
fue uno de los últimos en incorporarse, ya en 1971.

En 1949, Simone de Beauvoir publica El segundo sexo, obra capital en la historia y en


la teoría del feminismo. Sin embargo, a pesar de su importancia, no surge de un
contexto de efervescencia social feminista, pues el movimiento sufragista se ha
desactivado tras la consecución del voto en la mayoría de los países occidentales y aún
no se ha producido lo que se ha dado en llamar la segunda ola del feminismo, que
surgiría en la segunda mitad de la década de los 60.

La segunda ola del feminismo se inicia en los Estados Unidos, en el contexto de los
movimientos sociales de protesta emergentes en esa época por el desencanto y las
contradicciones del capitalismo: movimiento por los derechos civiles y contra el
racismo, movimientos antiimperialistas, lucha contra la guerra de Vietnam, etc. Se
plantean nuevos temas para el debate, nuevos valores sociales y una nueva forma de
autopercepción de las mujeres. La segunda ola se apoya en un amplio movimiento de
mujeres que supieron organizarse, reunirse y discutir las experiencias de su vida
cotidiana, llevando a cabo una reflexión interna que afectará tanto a sus vidas diarias
como a las organizaciones políticas en las que militan y a la teoría feminista.

Siguiendo a Cristina Sánchez Muñoz (2005: 75-76), podemos señalar dos grandes temas
que sirvieron de eje tanto para la movilización como para la reflexión teórica de esos
años. El primero viene representado por el lema tantas veces invocado de lo personal es
político, con el que se quería poner de manifiesto que los conflictos y problemas que las
mujeres afrontan en el ámbito privado son fruto de un programa político (al estilo
foucaultinao). El otro gran tema, relacionado con lo anterior, es el análisis de la
opresión, en el que el concepto de patriarcado desempeñará un papel fundamental.

Contexto. Las mujeres en el siglo XX


Entre 1870 y 1930 la vida en las ciudades europeas fue mejorando lentamente. La
asunción de que las enfermedades infecciosas no respetaban las fronteras entre los

56 Mercedes Ávila Francés 56


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

barrios y las clases sociales dio lugar a que se establecieran suministro de agua no
contaminada en todos los distritos de la ciudad. Las aguas de desecho dejaron de
infectar el agua potable y ser un foco de infección en las casas. Se comenzaron a limpiar
sistemáticamente las calles, a pavimentarlas, se suministraba también gas y electricidad.
La vivienda comenzó a regularse contemplando la higiene pública. Fue precisamente la
higiene más que la medicina lo que favoreció la caída de la mortalidad urbana. En los
primeros años del siglo XX, muchas mujeres comenzaron a vivir mejor que sus
predecesoras. Agua corriente, retretes con cisterna, fregaderos y bañeras empezaban a
aparecer en las viviendas. Aunque las mujeres pobres eran las últimas en beneficiarse de
los progresos en el nivel de vida, también fueron mejorando poco a poco.

La mortalidad de los recién nacidos, la mortalidad infantil y la mortalidad por parto


disminuyeron de forma drástica. En 1890 la esperanza de vida media de las mujeres en
Gran Bretaña era de 44 años, en 1910 de 52,4 años y en 1920 de casi 60 años. A medida
que la industrialización se extendía, el número de hijos de las familias europeas empezó
a descender, comenzando de arriba abajo en la pirámide socioeconómica.

Al reducirse el tamaño de las familias y el índice de natalidad, las naciones europeas


respondieron con una legislación y unas concesiones expresamente creadas para hacer
la maternidad más fácil a las mujeres pobres.

El aumento del nivel de vida, el menor número de hijos por familia, las ayudas por
maternidad, la legislación proteccionista, los sindicatos y los nuevos trabajos fueron los
elementos de cambio más importantes en la vida de las mujeres urbanas de clase obrera
entre la década de 1870 y la de 1920.

[Anderson y Zinsser, 1991: 326-376]

Por otra parte, el desarrollo del trabajo encadena y la sustitución de la fuerza física por
la máquina favorece el trabajo de las mujeres. De la misma manera, al multiplicarse los
puestos de ejecución en el sector terciario se favorece a las “empleadas”. En Inglaterra,

57 Mercedes Ávila Francés 57


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

entre 1911 y 1931, únicamente el sector de empleadas de oficina pasa del 2 al 10% de
las asalariadas (Thébaud, 1993: 116).

La primera guerra mundial y La Revolución rusa


La concepción del trabajo como algo natural para los hombres y anormal para las
mujeres se modifica en tiempos de guerra y éstas son convocadas al trabajo. Lo mismo
que se esperaba que los hombres de clase trabajadora sirvieran militarmente, los países
exhortaban a las mujeres de esta misma clase a trabajar en las fábricas, ocupando los
lugares de los hombres. Atraídas por los altos salarios y por la llamada del patriotismo
las mujeres acudieron masivamente a desempeñar estos trabajos previamente reservados
a los hombres. Pero en cuanto terminó la guerra, se vuelve a apartar a las mujeres de los
“trabajos de hombres” (Anderson y Zinsser, 1991: 338-339).

En Rusia, durante la guerra civil que sigue a la revolución de octubre de 1917, las
mujeres lucharon en ambos bandos. Lenin nombró a Alexandra Kollontai (feminista
bolchevique) comisaria de bienestar público. Los intentos de cambiar de raíz la familia
y el trabajo del hogar terminaron después de 1922: Kollontai perdió influencia, Lenin
murió y, a finales de la década de 1920, las prioridades del gobierno pasaron a ser la
productividad y la industrialización. Con la llegada de Stalin al poder en 1927, la vida
de las mujeres soviéticas comenzó a diferenciarse tajantemente de las de las otras
europeas. La decisión de industrializar el país rápidamente llevó a emplear a las mujeres
en las fábricas, y en 1940 las mujeres soviéticas ya constituían el 45% de la mano de
obra. La doctrina comunista afirmaba entonces que las mujeres soviéticas habían
alcanzado la igualdad con los hombres y no necesitaban ninguna legislación o
instituciones especiales (Anderson y Zinsser, 1991: 343-345).

Años veinte: el estereotipo de la mujer moderna y la mujer


emancipada
La década de los años diez fue testigo de avances femeninos sin precedentes en las
ocupaciones profesionales y de oficina. En la década 1920-1930 se hizo familiar el

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

lenguaje de la “feminidad emancipada”. En los años veinte en Estados Unidos se


populariza la imagen de la mujer emancipada como un aspecto de la prosperidad
material. A pesar de las denuncias que señalaban que sólo se estaba vendiendo una
imagen artificial, publicidad, radio y cine lograron imponer un modelo de realización
femenina ajeno a las demandas reales de los grupos feministas de períodos anteriores.
Llegado el momento de la depresión se evidenciará la debilidad de libertades
alcanzadas.

La población norteamericana, con su gran heterogeneidad cultural como consecuencia


de las oleadas de inmigración entre 1880 y 1920, se vio expuesta a fuerzas de
uniformidad cultural como jamás las había habido antes de los años veinte, y esas
mismas fuerzas fueron las que transmitieron al exterior la imagen de Estados Unidos. A
ello contribuyó la conjunción de la producción a gran escala, las técnicas de marketing y
la publicidad, la radio, el cine y los medios de comunicación escrita que ya cruzaban la
nación de extremo a extremo. En los años veinte, en el 40% de los hogares
norteamericanos había aparatos de radio, se duplicó la asistencia semanal al cine, que al
final de la década oscilaba entre los 100 y 115 millones de espectadores (las encuestas
informaban de que las estrellas cinematográficas habían desplazado a los líderes
políticos, empresariales o artísticos como objetos de admiración de la juventud). El
desarrollo económico era el distintivo de la Nueva Era, como gustaba a los presidentes
republicanos llamar a esta época.

Junto con la vida urbana y el esplendor material de la Nueva Era se vendió también la
nueva mujer norteamericana. La publicidad difunde el nuevo modelo de feminidad
estimulando el consumo. A través de la publicidad, los fabricantes y minoristas de
productos para el hogar o para los niños dieron a conocer el concepto moderno de
feminidad. Así, a través de la adquisición de bienes, el ama de casa se vinculó cada vez
más con la “nueva administración doméstica”, y la madre, con la “crianza científica de
los hijos”. Las estadísticas de la época señalan a la mujer como la realizadora del 80%
de las compras. La publicidad se dirige a ellas y al mismo tiempo les devuelve imágenes
de sí mismas. Las encuestas también revelan que las estrellas de cine son el principal
objeto de admiración de los jóvenes. El modelo femenino americano se difunde,

59 Mercedes Ávila Francés 59


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

idealizado, a través de la industria cinematográfica y se exporta más allá de las


fronteras. La industria cinematográfica norteamericana saturó con sus productos las
salas de cine europeas, desafiando a las naciones europeas a contar con sus propios
modelos de feminidad.

Claro que no existía una coincidencia entre ese modelo cultural dominante de feminidad
y las experiencias reales, diversas y divergentes de las mujeres de la época, pero esa
idealización actuó como un factor poderosísimo de cambio. Aún así, la crisis económica
que terminó con los años veinte también puso en evidencia hasta qué punto los llamados
patrones sociales modernos hundían sus raíces en viejas expectativas de subordinación y
domesticidad de las mujeres.

[Thébaud, 1993: 91-92 y 102-106]

Después de la primera guerra mundial, en Inglaterra la joven liberada se encarna en la


flapper, asidua de los dancings y entusiasta de las faldas cortas. En Francia corresponde
a Victor Margueritte el mérito de haber sabido cristalizar estas preocupaciones en un
arquetipo novelesco pero vivo: La Garçonne.

En estos Años Locos, en el que reencuentro con la alegría de vivir al salir de las trincheras se
combina con la fascinación que produce una revolución rusa preñada de todas las
emancipaciones soñadas, se impone la Garçonne, que quiere conquistar su independencia
económica haciendo “carrera” y lleva la libertad sexual y moral al extremo de la bisexualidad
antes de fundar con su “compañero” una unión estable e igualitaria. Su comportamiento
masculino -“piensa y actúa como un hombre”-, las cualidades viriles que despliega –talento,
lógica- el dominio del dinero, a ejemplo de los hombres, la conciencia de su irreductible
individualidad –“sólo me pertenezco a mí misma”- se encarnan en un atributo físico simbólico:
el pelo corto.

La novela tuvo un gran impacto: un millón de ejemplares que leyeron del 12 al 15% de
los franceses, traducciones a doce idiomas. Se habla de escándalo. Tiene lugar un debate
político sobre todo en la prensa, entre periodistas, políticos, novelistas, pero también en
el seno de las familias.

60 Mercedes Ávila Francés 60


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

La Garçonne se opone al estereotipo de la mujer “ángel de la casa” que queda fijado en


la literatura, el arte e incluso en las obras científicas a partir de la segunda mitad del
siglo XIX. La exaltacxión de la “naturaleza” femenina y de la “sacred womanhood”,
sirve para definir un estatus inferior. A partir de ese momento los hombres subrayan la
debilidad física de las mujeres, lo que obliga a protegerlas de las agresiones y a evitarles
fatigas excesivas para su sexo. Extrapolando la fisiología trazan un retrato moral de la
mujer que valora la sensibilidad en detrimento de la inteligencia, y la devoción y la
sumisión a expensas de la ambición o de las especulaciones intelectuales, que
sobrepasarían sus fuerzas y amenazarían su feminidad. “En las clases acomodadas
británicas, las mujeres-flores de los prerrafaelistas se convierten en modelo a imitar”.

“Paralelamente, el nuevo discurso médico sobre la crianza de los hijos refuerza la


presión a favor de la mujer en el hogar. Inaugurado en el siglo XIX, este discurso
apunta, en nombre de la insoslayable lucha contra la mortalidad infantil, a culpabilizar a
las madres, para luego educarlas y transformarlas en auxiliares del médico”.

La segunda mitad del siglo XX


Los años cincuenta son una década muy conservadora. La generación de mujeres que
conoció la guerra es, en distintos países, la profesionalmente menos activa, la más
prolífica del siglo y poco inclinada a involucrarse en las formas clásicas del debate
político: los años cincuenta son testigos del apogeo de la madre-ama de casa, cuyo
condicionamiento ideológico, tanto por los medios de comunicación de masas como por
los psicoanalistas es denunciado en 1963 por Betty Friedan en La mística de la
feminidad, el libro más vendido del mundo sobre el tema de la mujer y uno de los textos
fundamentales del feminismo (Thébaud, 1993: 18).

En la década de los 60, tanto en Europa como en los Estados Unidos, las mujeres que
participaban en los movimientos sociales contra el sistema establecido vuelven a tomar
conciencia de la diferencia entre los papeles de los hombres y las mujeres dentro de sus
propios movimientos. Se pone así en marcha el nuevo movimiento de liberación de la

61 Mercedes Ávila Francés 61


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

mujer que, a diferencia de anteriores movimientos feministas se crea en oposición a


hombres de una misma ideología (Anderson y Zinsser, 1991: 460).

Desde la década de los sesenta, la clase obrera empieza a vivir mejor que nunca: se
generaliza no ya el agua corriente, sino el agua caliente y la calefacción central, los
retretes de cisterna, las bañeras, los electrodomésticos, e incluso los automóviles. El
parto y la crianza de los hijos requieren mucho menos tiempo en la vida de las mujeres:
en 1900 una mujer europea corriente vivía 50 años, más de la mitad de su vida la pasaba
criando hijos. En 1970 una mujer europea podía ya esperar vivir 75 años, de los cuales
aproximadamente 18 (generalmente de los 22 a los 40) estaban dedicados a sus hijos
(Anderson y Zinsser, 1991: 367-368).

Olvidadas las masacres y los años negros, hay una percepción positiva del siglo XX
para el feminismo, un siglo XX conquistador que se opone al siglo victoriano y que está
condicionado por una serie de imágenes: la garçonne, producto de la guerra y los años
locos, la “mujer liberada”, producto de la píldora, la “superwoman” de los años ochenta,
producto del feminismo y de la sociedad de consumo, capaz de hacer malabarismos
entre su carrera, sus hijos y sus amores (Thébaud, 1993: 12).

Los años sesenta y setenta son las décadas de los movimientos sociales, entre los que
destaca el feminismo militante. En los años ochenta se produce un repliegue de estos
movimientos. A nivel político, uno de los fenómenos más importantes es la caída del
muro de Berlín y la desintegración del bloque soviético, dando lugar a un nuevo “orden
mundial”. Con la llegada al poder de Reagan (1981) en Estados Unidos y Margaret
Thatcher (en 1979) en el Reino Unido, el neoliberalismo se alza como nueva ideología
triunfante. Los conflictos en el medio oriente caracterizan el final del siglo veinte y el
inicio del siglo veintiuno. Entre 1980 y 1988 tiene lugar la guerra Inrán-Iraq, en 1990-
1991 la llamada Guerra del Golfo y en 2003 la invasión de Iraq. El 11 de septiembre de
2001 Estados Unidos sufre el atentado terrorista más grave de su historia. Su autoría: el
terrorismo islámico.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

La globalización aparece como uno de los fenómenos sociales más característicos de la


sociedad actual. Esta globalización, fruto de las nuevas tecnologías de la información y
la comunicación, afecta a todos los órdenes, y por tanto, también al feminismo.

Teorías y discursos

El segundo sexo de Simone de Beauvoir


En 1945 las mujeres francesas conseguían el derecho al sufragio. Cuatro años más tarde
Simone de Beauvoir publica El segundo sexo, obra que desempeñará un papel
fundamental en el desarrollo del feminismo de las décadas venideras. Parte de su
importancia estriba en que inicia un nuevo camino en la teoría feminista: el de la
explicación. Su propósito, como señala Amelia Valcárcel, no es vindicativo o político,
como lo había sido el feminismo anterior; no seguía ese formato, sino que emprendía
uno nuevo: la construcción de una teoría explicativa acerca de la subordinación de las
mujeres. Y para ello no renuncia a los principios ilustrados, sino que los revitaliza a
través de las categorías existencialistas. En consecuencia, si bien es verdad que en cierto
sentido la obra resume la etapa anterior, reflexionando sobre lo ya obtenido, su novedad
radica en que inaugura nueva manera del hacer feminista, en la que el feminismo
aparece como una teoría que explica la organización social y filosófica del mundo. En
ese camino, además, El segundo sexo pone los cimientos de la interdisciplinariedad
como una de las características de la investigación feminista al abordar desde la historia,
la psicología, la biología, la sociología o la antropología las causas de la subordinación.

Beauvoir parte de un interrogante que se hacía personalmente: ¿Qué significa ser


mujer?, y señala la paradoja de tener que plantearse esta cuestión cuando, por el
contrario, “a un hombre no se le ocurriría escribir un libro sobre la situación particular
que ocupan los varones en la humanidad”. Contestar a la cuestión inicial implica
indagar acerca del tipo de relación que mantienen las mujeres respecto a los hombres.
La respuesta la encuentra en la categoría de la alteridad: el hombre define a la mujer no
en sí, sino en relación con él. Ser mujer no significa ser un individuo autónomo –como
demandaban las ilustradas y las sufragistas- sino ser la otra. La otredad aplicada a la

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

mujer aparece así como el gran eje temático de El segundo sexo y uno de sus conceptos
clave. Beauvoir constata cómo la idea de alteridad es una idea presente en todas las
culturas. Ésta implica un par de conceptos recíprocos: lo otro y lo mismo. Sin embargo,
cuando lo aplicamos a las relaciones entre hombres y mujeres, no encontramos esa
reciprocidad, no hay simetría entre los términos como si fuesen dos polos opuestos, sino
que uno de ellos –el varón- “se afirma como el único esencial, negando toda relatividad
respecto a su correlato, definiéndolo como alteridad pura”. Para explicar entonces la
situación de la mujer como la Otra, Beauvoir recurre a la filosofía hegeliana y a la
relación amo-esclavo como ejemplificación de la lucha por el reconocimiento de la
autoconciencia. Así, desde la misma manera que el esclavo se reconoce en la conciencia
autónoma del amo, la mujer se reconoce en el varón y busca en él su futuro y sus
valores. “No se reivindica como sujeto, porque carece de medios para hacerlo, porque
vive el vínculo necesario que la ata al hombre sin plantearse una reciprocidad y porque
a menudo se complace en su alteridad”.

Aplicando la moral existencialista, Beauvoir afirma el concepto de ser humano como


libertad, y por tanto como trascendencia a través de proyectos. Sin embargo, la situación
de las mujeres limita su libertad y por tanto su trascendencia.

¿Cómo se ha llegado a esa situación de opresión de las mujeres? Para encontrar las
respuestas Beauvoir lleva a cabo un análisis de los elementos que han configurado esa
situación, rastreando cómo conciben a la mujer la biología, el psicoanálisis, el
materialismo histórico, la historia y los mitos. La causa originaria de la opresión, nos
dice Beauvoir, se encuentra en una edad remota –probablemente la Edad del bronce- en
la que las mujeres quedaron excluidas de las expediciones guerreras, y, culturalmente,
“la superioridad no la tiene el sexo que engendra, sino el que mata”. En este sentido,
Beauvoir, no acepta la inferioridad física de las mujeres como causa de la
subordinación, sino la interpretación cultural de la reproducción como un hecho que no
procura la trascendencia.

La otra idea sobre la que pivota El segundo sexo es la de la construcción cultural de lo


que significa ser mujer, reflejada en su célebre afirmación: “No se nace mujer: se llega a

64 Mercedes Ávila Francés 64


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

serlo”. Con ello Beauvoir descarta de raíz un esencialismo femenino que enlaza a su vez
con la crítica de las ilustradas a una concepción naturalista de las mujeres, de sus
atributos, defectos y virtudes. Frente a las explicaciones biologicistas y deterministas,
Beauvoir negaba la existencia de “lo femenino”, afirmando el complejo origen cultural
y social de lo que era ser mujer.

La importancia de su análisis se nos muestra en la influencia que tuvo en la elaboración


teórica posterior al configurar gran parte de la reflexión que se desarrollará en los años
setenta y ochenta. Así, el feminismo de esas décadas interpretó la tesis de Beauvoir
como una explicitación precoz del concepto de género, entendiendo por tal la
interpretación cultural del sexo biológico. Lo que nos muestra, de nuevo, la anticipación
teórica y la relevancia de El segundo sexo como uno de los hitos fundamentales de la
teoría feminista.

[Sánchez Muñoz, 2005: 67-70]

Los movimientos de liberación de la mujer. Feminismo liberal,


feminismo radical y feminismo socialista
A finales de los años sesenta un fantasma recorría Estados Unidos y en menor medida
Europa: el descontento y la subsiguiente lucha contra el sistema capitalista. El fin del
sueño dorado americano, tras la muerte de Kennedy, tocaba a su fin; las guerras en el
sudeste asiático, la falta de confianza en los gobiernos, las contradicciones del
capitalismo avanzado y la insatisfacción con la herencia política recibida pueden
contarse como causas de ese malestar generalizado, pero en el caso de las mujeres se
sumaba, además, otro malestar: aquel que Betty Friedan denominaba ya en 1963 como
“el malestar que no tiene nombre”. En consecuencia, si bien el movimiento de mujeres
se encuadra en sus orígenes en los movimientos sociales de protesta emergentes en esa
época, sus objetivos rebasan la sectorialidad de la mayoría de ellos.

Las relaciones del movimiento de liberación de las mujeres con los otros grupos de los
sesenta fueron complicadas y paradójicas. A principios de los sesenta se creaban en

65 Mercedes Ávila Francés 65


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Estados Unidos los dos grupos de protesta más importantes de la escena política de esos
años: el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC), comprometido con la
lucha por los derechos de los negros, y el Students for a Democratic Society (SDS),
implicado en los derechos sociales y en las demostraciones anti-Vietnam. Ambos
grupos formaban lo que se conoció como El Movimiento. En estas organizaciones las
mujeres aprendieron en el terreno político, a salir del tradicional rol doméstico
imperante en la década de los cincuenta y a adquirir destrezas y experiencia políticas, y
en este sentido sirvieron de semillero para el desarrollo de l autonomía y confianza en sí
mismas que les resultarían muy útiles para la práctica posterior del movimiento
autónomo de mujeres. Por ello, las relaciones que posteriormente se establecieron entre
los grupos de feministas radicales y los dirigentes del Movimiento fueron de amor y de
odio, y la cuestión de si las mujeres debían organizarse independientemente o constituir
un ala del Movimiento fue una de las más debatidas y que más tensiones y escisiones
provocó en el movimiento de mujeres.

Las dificultades que las mujeres debían afrontar dentro del Movimiento pronto
empezaron a mostrarse. Las organizaciones estaban dominadas por hombres que eran
críticos con la cultura norteamericana pero que aceptaban el sexismo presente en esa
cultura. La frustración y el malestar de las mujeres dentro de los grupos de izquierda
podemos resumirlos en dos frentes: la práctica política y organizativa y las cuestiones
teóricas. En el primer aspecto, las mujeres se encontraron con una marginación de sus
actividades y una reproducción de la división sexual del trabajo. Dentro de las
organizaciones eran relegadas a los trabajos menores. “Después de limpiar y decorar las
oficinas, preparar las cenas de los activistas, fotocopiar panfletos, contestar teléfonos,
etc., no podían dejar de preguntarse: ¿Y esto es todo?”. La cuestión de quién limpiaba
la oficina se convertía así en una cuestión política. Por otro lado, las mujeres se
enfrentaban a su invisibilización como líderes, a que los debates estuviesen dominados
por los hombres y a que sus voces no fuesen tomadas en cuenta. Por otro lado, en lo que
al discurso se refiere, la clase constituía el eje prioritario en el análisis de la opresión, y
el género, o en su defecto el sexismo, o bien era objeto de bromas, o bien no era objeto
de consideración teórica. Sin embargo las mujeres sentían que las cuestiones que
afectaban de forma más directa a sus vidas cotidianas (la sexualidad, el reparto de las

66 Mercedes Ávila Francés 66


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

tareas domésticas, etc.) debían pasar a formar parte de la discusión política, pues sólo
eran considerados temas menores, personales o de mujeres. Ello condujo a la escisión.

En 1967 se crea en Chicago el primer grupo independiente, The Chicago Women’s


Liberation Union, de inspiración socialista, y a él se unen otros como The New York
Radical Women (1967) fundado por Shulamith Firestone y Pam Allen, las Redstockings
(1969), Cell 16 (1968) o WITCH (1968), etc. La independencia de estos grupos
respecto del movimiento no fue tarea fácil, y el mayor o menor grado de autonomía
marcó importantes diferencias entre las feministas que derivaron en dolorosas rupturas y
escisiones. En un primer momento estaban en minoría las que se autodenominaban
“feministas” o “feministas radicales” frente a las “políticas”, que mantenían como causa
de la opresión el capitalismo y que, aun reconociendo la importancia de la organización
autónoma de las mujeres, entendían que ésta debía mantenerse en el Movimiento.
Posteriormente, las denominadas “políticas”, en su creencia de que feminismo y
socialismo no eran incompatibles, configurarían el llamado “feminismo socialista”. Por
el contrario, las radicales, aun tomando en sus análisis elementos de la teoría marxista,
desde un punto de vista estratégico y de lucha política mantuvieron la necesidad de
separarse de las asociaciones de izquierda y organizarse autónomamente en torno a las
experiencias vividas como mujeres. Para ellas, la opresión de las mujeres era la opresión
primaria y fundamental en todas las sociedades. Desde sus comienzos, por tanto, el
movimiento de liberación presentaba importantes fracturas internas.

Pero además de esta difícil alianza entre las organizaciones de izquierda y el


movimiento de mujeres de los sesenta, también se presentaba conflictivas las relaciones
entre éste y sus antecesores del movimiento sufragista ¿Eran sus herederas o por el
contrario era un legado que había que rechazar? Sin duda había diferencias importantes
entre uno y otro. Así por ejemplo, mientras que las demandas de las sufragistas tenían
como principal interlocutor al Estado, las feministas de los sesenta se dirigían a las
mismas mujeres para que sacasen a la luz sus potencialidades, lo que propiciaría, entre
otras cosas, un giro de la teoría hacia el psicoanálisis, como nos muestra la obra de
Juliet Mitchel, y la posterior aparición del feminismo cultural. En un primer momento,
de la misma manera que se buscó la autonomía respecto a los grupos de izquierda,

67 Mercedes Ávila Francés 67


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

también se desligaron del pasado, rechazando el término “feminismo” por su


identificación con un feminismo reformista y burgués representado para ellas en el
feminismo sufragista. En este sentido hay que interpretar algunas actuaciones de la
época, como la quema de las tarjetas de votantes y el rechazo del sufragio. Con esa
ruptura con la genealogía de la que provenían se producía así la paradoja de que no
tenían modelos de mujeres en los que reconocerse, de modo que tuvieron que inspirarse
y fijar sus miradas en las mujeres revolucionarias del momento, esto es, en las
vietnamitas, chinas y cubanas. Shulamith Firestone, sin embargo, fue de las primeras
radicales en establecer los lazos con el pasado inmediato, especialmente con el ala
radical representada por Stanton y Anthony, para reinventar el legado recibido.

En los grupos de los años sesenta se produce un desplazamiento desde el término


“igualdad” como objetivo a alcanzar hacia el término “liberación”. Sin embargo la
denominación liberación de la mujer no fue adoptada por las feministas radicales en un
primer momento. Los primeros grupos prefirieron llamarse “organizaciones de mujeres
radicales”. Hacia 1968, sin embargo, y debido al auge y popularidad de los izquierdistas
“movimientos de liberación”, los grupos de mujeres comenzaron a adoptar el término
que recibiría su espaldarazo definitivo con la publicación de un periódico de ámbito
nacional titulado The Voice of the Women’s Liberation Movement. A principios de los
años setenta distintos grupos en distintos países aparecían identificados bajo el
denominador común Women’s Lib, y con ese nombre se identificaría en los medios de
comunicación y para el público en general la lucha feminista de esos años.

[Sánchez Muñoz, Beltrán Pedreira y Álvarez, 2005: 77-80]

Feminismo liberal

La denominación de feminismo liberal no era una etiqueta que se otorgaran así misma
con agrado las feministas encuadradas como tales. Más bien el adjetivo liberal lo usaban
las feministas radicales de los años setenta para referirse a dichas feministas, entre las
que destaca Betty Friedan.

68 Mercedes Ávila Francés 68


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

En la posguerra de los años cuarenta y cincuenta se produce en Estados Unidos una


situación peculiar que es descrita por Betty Friedan en su libro La mística de la
feminidad (1963), que causó un gran impacto y tuvo una tremenda difusión. Mientras
que la guerra supuso un punto de inflexión en la vida de las mujeres europeas, las cuales
consiguen el voto y van consiguiendo pequeños avances hacia posiciones más
igualitarias, en los Estados Unidos nos encontramos con una construcción de lo
femenino que responde a un ideal anclado en épocas precedentes. En este país, a
diferencia de los anteriores, la proporción de mujeres que acceden a la educación
superior disminuye en el período que va desde la posguerra hasta los años sesenta. En
Suecia, Francia y Gran Bretaña esa proporción no deja de aumentar, lo mismo que en
otros países fuera de esa órbita, como los países asiáticos o los entonces comunistas.
Como consecuencia, la proporción de mujeres profesionales se va elevando en todos los
países mientras decae en Estados Unidos, pese a que se mantienen unas elevadas cifras
de mujeres trabajadoras. En La mística de la feminidad, Betty Friedan realiza una
explicación de este fenómeno.

Friedan expone cómo las mujeres norteamericanas son presa de una extraña inquietud y
malestar, una sensación de disgusto y ansiedad. En muchas ocasiones ese malestar es
causa de desequilibrios emocionales y de enfermedades diversas y en los casos más
extremos las lleva al suicidio. Friedan lo llamó el “problema que no tiene nombre”.
Cuando observa la realidad que le rodea se encuentra con la promoción de una “nueva
mujer” que sabe apreciar la grandeza de ser esposa y madre de familia y no aspira a ser
una profesional con una carrera y con ambiciones propias. Esta “nueva mujer” aparece
en todas las revistas de la época, y en publicaciones más serias se insiste, aunque de otro
modo, en esta imagen. Friedan muestra el panorama en el que se va a desarrollar la
mística de la feminidad y el recorrido que se ha hecho para llegar hasta ahí.

Por un lado nos encontramos en un país que sale de una guerra que es la continuación
de una depresión y que finaliza con una bomba atómica. La calidez de un hogar parecía
ser la aspiración suprema, sobre todo de los hombres, y poco a poco la mixtificación de
este deseo se convierte en la razón de vivir para las mujeres. Por supuesto la natalidad
se incrementa y la mitad de las mujeres estadounidenses están casadas antes de los

69 Mercedes Ávila Francés 69


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

veinte años. La guerra hizo especialmente vulnerables a las mujeres a esa mística, pero
no fue la única razón.

Por otro lado está la falta de modelos y la sistemática denostación de las mujeres que se
salen del canon, a lo que hay que añadir ciertas interpretaciones del psicoanálisis que en
nada favorecen las concepciones igualitarias. Tampoco el funcionalismo de la época
ayuda al avance social de las mujeres: la sociología y la antropología dominantes
continuamente realizan una valoración desmesurada del ama de casa, de su
funcionalidad para el sistema y la estructura social. De esta forma incluso se encuentra
un fundamento científico para la mística de la feminidad.

También hay que añadir un empobrecimiento de la educación de las mujeres. Pocas


finalizan sus estudios universitarios porque se casan cada vez más precozmente. En los
centros educativos más que una educación académica lo que se produce en las mujeres
es una educación sexual. Las mujeres suburbanas estadounidenses llegan a abdicar de su
personalidad, a comportarse de manera infantil, y destruir su capacidad de
autodeterminación siguiendo un proceso gradual que las lleve a despojarse de los
campos de referencia de la conducta normal de un adulto. No es ajeno a este cúmulo de
causas mencionadas el capitalismo del momento, que se ve favorecido por el nivel
adquisitivo y el poco sentido crítico de esas amas de casa a las que continuamente
seduce con nuevos productos de todo tipo.

¿Cómo salir de la trampa en que las propias mujeres se metieron aceptando esa mística
de la feminidad? Buscando una cultura y una cualificación para desarrollar un trabajo, y
sostiene que esto es compatible con las tareas y obligaciones del ama de casa, animando
a los educadores a que estimulen a las mujeres a buscar un plan de vida o una vocación.
Al transcurrir los años se comprobó que las soluciones apuntadas no eran suficientes o
no funcionaron: la desigualdad de las mujeres no se resolvió cuando salieron a buscar
trabajo. La sobrecarga era y es evidente, y de la consecuencia de esta situación y con el
objeto de criticar otros feminismos surge otra obra, La segunda fase (1981), cuya
publicación no originó un eco tan amplio.

70 Mercedes Ávila Francés 70


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

[Sáchez Muñoz, Beltrán Pedreira, y Álvarez, 2005: 89-93]

Feminismo radical

Esta forma de feminismo se define radical porque se propone buscar la raíz de la


dominación. Será radical en su teoría y también en sus formas intempestivas, tan
propias de la época. Critica el feminismo liberal reformista, por considerar que éste no
va más allá de la defensa de la integración de las mujeres en el mundo capitalista del
trabajo asalariado y de la cultura, dejando intacta la estructura de relaciones de poder
entre hombres y mujeres. Existe también un componente sociológico importante que
distancia a las radicales del feminismo liberal: la edad. Sus militantes son jóvenes y
solteras.

Aunque los ejes temáticos y la forma de abordarlos varían mucho entre las diferentes
corrientes y las distintas teóricas radicales, existen puntos comunes, entre los que
destacan:

- La noción de patriarcado como dominación universal


- Una definición de poder y política amplia
- La utilización de la categoría de género
- El análisis de la sexualidad, que desembocará en una crítica a la
heterosexualidad obligatoria.
- Crítica al andocentrismo en todos sus ámbitos

Como señala Amelia Valcárcel, a mediados del siglo XIX, el concepto de patriarcado
cambia su signo de positivo e idílico a negativo y explotador, pero sólo en los años 60 y
70 del siglo XX, con el auge militante y el desarrollo teórico del feminismo, el
patriarcado será concebido en términos de estructura de poder. De esta manera, el
feminismo radical, con su noción de patriarcado como sistema político responde a la
izquierda, que consideraba “la condición de la mujer” como algo secundario que se
solucionaría automáticamente con la supresión del capitalismo. Va más allá de las
relaciones de poder originadas por la explotación económica. Para el feminismo radical,

71 Mercedes Ávila Francés 71


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

la dominación precede a la explotación. Kate Millett, en su libro Política sexual (1969),


avanza una tesis fundamental del feminismo radical: el patriarcado es el sistema de
dominación básico sobre el que se asientan los demás (de raza, de clase) y no puede
haber una verdadera revolución si no se le destruye; el patriarcado es política sexual; la
relación entre los sexos es, pues, política, es una relación de poder.

El concepto de género fue introducido para distinguir los aspectos socio-culturales,


construidos, de los innatos, biológicos (sexo). Desarrollado por el análisis feminista
como un sistema de organización social basado en el control y la dominación sobre las
mujeres, el género no tiene carácter meramente descriptivo como en algunos usos de la
psicología o la antropología. Es un elemento crítico destinado a facilitar la
desarticulación de las relaciones ilegítimas de poder.

La tematización de la sexualidad es otra característica que separa al feminismo liberal


del radical. Éste fue pionero en considerar la sexualidad como una construcción política,
antes incluso que Michel Foucault. La polémica sobre la sexualidad dividirá
profundamente al feminismo en los años 80. Así por ejemplo, esta tematización crítica
de la sexualidad dará origen a un feminismo lesbiano que considerará que el amor entre
mujeres puede y debe ser un acto político de liberación.

Las feministas radicales trabajarán también el tema de la violencia, y concretamente la


violación. Así por ejemplo, Susan Brownmiller, en Against our Will, realiza un estudio
sociológico e histórico de la violación, según el cual ésta ya no aparece como un acto
aislado de un individuo enfermo, sino como control patriarcal, particular toque de queda
para el colectivo femenino que ve reducida su movilidad: habrá lugares y horarios en los
que no se aventuran las mujeres decentes. La radical materialista francesa Colette
Guillaumin, por su parte, considerará la violación y el acoso sexual como expresiones
de una apropiación colectiva definida como “pertenencia de la clase de las mujeres en
su totalidad a la clase de los hombres en su totalidad”. Esta forma de apropiación entra
en colisión en ocasiones con la apropiación privada representada por el matrimonio,
institución en la que una mujer pertenece a un hombre determinado. Así explica
Guillaumin la tradicional reticencia de la opinión pública y los jueces a condenar a los

72 Mercedes Ávila Francés 72


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

violadores si la víctima no demuestra ser una mujer “honesta” y el crimen cometido no


es ofensa al honor al marido o, en su defecto, del padre o hermano.

Por último, la perspectiva de género permitirá el feminismo no sólo denunciar la


discriminación y exclusión sexistas sino también realizar una revolución, aún
inconclusa, en la sociología del conocimiento. La pertenencia de sexo, como
anteriormente la de la clase social, pasa a ser una variable a considerar cuando se realiza
el sesgo del saber. La sofisticada epistemología feminista que cuestiona actualmente el
paradigma científico y tecnológico de la Modernidad occidental tiene sus orígenes en
esa crítica radical al androcentrismo. La revelación del sesgo masculino de la cultura
establecerá importantes puntos de contacto con el pacifismo y la ecología y dará lugar al
surgimiento de una nueva corriente del feminismo: el ecofeminismo.

El lema “lo personal es político”, muy fértil como punto de partida para un análisis de la
vida cotidiana, dio lugar en ciertos sectores del movimiento a una interpretación rígida
que terminaría invirtiendo los términos, reduciendo lo político a lo personal.

[Puleo, 2007: 37-47]

Los grupos de autoconciencia: de la experiencia a la teoría

Las feministas radicales de la época pusieron en práctica los llamados grupos de


autoconciencia (consciousness-raising groups) como una nueva forma de hacer política
que repercute directamente en la vida cotidiana de las mujeres. Se basaban en la
democracia participativa, que se oponía como modelo emergente a la democracia
liberal. El objetivo común era ampliar los contenidos y los espacios de la participación
política de tal manera que ésta no se redujese al momento electoral y a la maquinaria de
los partidos. En este sentido y en este contexto hay que entender tanto la creación de las
organizaciones de base (grass roots), las asambleas de barrio o los consejos de fábrica y
de estudiantes como los grupos feministas de autoconciencia.

73 Mercedes Ávila Francés 73


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Pero además, en el caso de las mujeres, éstas trataban de encontrar su habitación


propia, un espacio entre mujeres y para mujeres en el que se pudiesen expresar
libremente sus experiencias vitales, hablar lo callado, compartir con las demás
integrantes del grupo lo que creían que eran experiencias personales y que se revelaban
ahora como experiencias comunes. Para Pam Allen, fundadora de las New York Radical
Woman, los grupos permitían a las mujeres pensar acerca de sus vidas y al margen de
las instituciones y valores masculinos imperantes, y esto en un proceso de cuatro etapas:
abrir los sentimientos individuales a las demás integrantes del grupo, compartir las
experiencias, analizarlas y abstraer y elaborar la teoría.

Junto a la autoconciencia, el otro concepto clave era el de experiencia, término también


típico de la época, donde se ensalzaba la política de la experiencia entendida como el
análisis de la sociedad desde la perspectiva de la experiencia personal. Pero en el caso
de las mujeres, lo novedoso era que esa experiencia que había sido invisibilizada,
silenciada y devaluada se tomaba ahora como elemento de análisis de la opresión.

Los contornos entre lo público y lo privado quedaban difuminados, reflejando el cambio


desde la autoconciencia personal de la opresión hasta la elaboración de una conciencia
de grupo (lo que podríamos denominar el equivalente a la conciencia de clase) que
permitía la transición de la experiencia al ámbito político. Los temas que se debatían
eran las experiencias personales en torno a la sexualidad, la familia, la maternidad o los
sentimientos, esto es, aquellos temas considerados personales y privados y, por tanto,
sin trascendencia política que ahora eran analizados como causas de la opresión de las
mujeres, poniendo de relieve cómo las relaciones personales son políticas. Éste era el
significado del lema de la época, “lo personal es político”.

Como ya se ha apuntado, el lema “lo personal es político”, muy fértil como punto de
partida para un análisis de la vida cotidiana, dio lugar en ciertos sectores del
movimiento a una interpretación rígida que terminaría invirtiendo los términos,
reduciendo lo político a lo personal. Por otra parte, la obsesión igualitarista llevada al
extremo acabó en muchos casos en “la tiranía de la falta de estructuras” que denunciara

74 Mercedes Ávila Francés 74


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Jo Freeman. Po último, el desprecio de las reformas llevó en muchos casos al


inmovilismo. Hacia 1975 la mayoría de los grupos de autoconciencia se habían disuelto.

[Sánchez Muñoz, Beltrán Pedreira y Álvarez, 2005: 80-83]

Feminismo socialista

En los años sesenta y setenta la teoría marxista resurge como una de las teorías
explicativas de los cambios sociales y de las relaciones sociales de dominación. Las
feministas también empiezan a preguntarse qué lugar ocupan las mujeres en esta teoría
y si el marxismo es una teoría válida para explicar la opresión de las mujeres. En la
construcción de una teoría feminista de raíz marxista en aquellos años nos encontramos
con las denominaciones feminismo marxista y feminismo socialista, unas veces usadas
indistintamente y otras como posiciones diferenciadas. Así, para Alison Jaggar el
feminismo socialista representaba la más consistente y consecuente aplicación del
método marxista, y la validez de este tipo de feminismo venía por la utilización de la
epistemología marxista. Por su parte, Zillah Eisenstein declara adherirse al término
“socialista” porque es un término más abierto e inclusivo que se replantea la
metodología marxista y que, a diferencia de ésta, no conduce a un reduccionismo
económico. La mayoría de las autoras de la época optaron por la denominación
“feminismo socialista”, término que ha llegado hasta nuestros días para indicar la
adscripción a una teoría que analiza la opresión de las mujeres en términos económicos,
pero no sólo, pues también adoptaría elementos del feminismo radical. Otros rasgos de
este feminismo son: utiliza el método del materialismo histórico y defiende la igualdad
entre hombres y mujeres en términos materiales, así como la socialización de los
medios de producción.

Y esos objetivos no estaban necesariamente vinculados a los de los tradicionales


partidos de izquierda. Éstos anteponían los intereses de clase a la cuestión de la
liberación de la mujer, y con ello daban lugar a problemas como los de la doble
militancia (militancia en los partidos y en las organizaciones feministas).

75 Mercedes Ávila Francés 75


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Como se ha visto en el feminismo radical, la cuestión teórica a debatir en los años


setenta en la teoría feminista era la noción de patriarcado como explicación de la
opresión de las mujeres. Las radicales y las socialistas van a coincidir en la utilización
de esta categoría explicativa. En lo que ya no van a coincidir es en la supuesta
universalización del sistema patriarcal que mantenían las radicales, así como en la
explicación del poder y de la base material del patriarcado. Si Shulamith Firestone
desarrolla la idea de la mujer como clase sexual, autoras inscritas en el feminismo
socialista como Zillah Eisenstein rechazan su análisis por su ahistoricidad. En este
sentido el reproche que las socialistas hacen a las radicales es que su análisis es
insuficientemente materialista e histórico, por centrarse en la biología de la mujer (como
Firestone). No tienen en cuenta las relaciones de clase y económicas a la hora de
examinar el poder, y éste aparece como un poder sexual (sin base económica) de los
hombres sobre las mujeres. Para las feministas socialistas, sin embargo, el poder tiene
sus raíces en la clase social tanto como en el patriarcado. Y el patriarcado se define
como un patriarcado capitalista, con una base económica, pues ni el capitalismo ni el
patriarcado son autónomos. La unión de ambos sistemas de dominación (sexual y de
clase) será explicada por la feministas socialistas con lo que se ha conocido como
Teorías del Doble Sistema (Dual System Theory), que constituye una de las principales
aportaciones teóricas del feminismo socialista.

Heidi Hartmann es una de las autoras que más ahonda en la relación entre esos dos
sistemas. Para ella, el patriarcado es previo a la división de clases, y tiene una base
económica. Lo define como “el conjunto de relaciones jerárquicas y de dominación
entre hombres y mujeres, con una base material que es el control de los hombres sobre
la fuerza de trabajo de las mujeres”. Ese control es ejercido excluyéndolas del acceso a
algunos recursos productivos esenciales y restringiendo la sexualidad de las mujeres
mediante la imposición del matrimonio heterosexual y monógamo.

Otra de las categorías básicas que elabora el feminismo socialista va a ser la del modo
de producción doméstico (MPD), como instrumento analítico que les permitía analizar
las relaciones entre capitalismo y patriarcado, y será Christine Delphy una de las
primeras en elaborar este concepto. El trabajo doméstico de las mujeres constituye la

76 Mercedes Ávila Francés 76


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

base económica y material del patriarcado. En el modo de producción doméstico se


realiza un trabajo no reconocido como tal y no remunerado, por lo que caracteriza en
este caso la explotación económica es el hecho de la dependencia personal, que no se da
en las relaciones de producción. Así, las feministas socialistas fueron innovadoras al
situar en el primer plano de la teoría el trabajo doméstico realizado por las mujeres y
despertar la conciencia sobre su importancia económica y su repercusión para la
economía, cuestiones que habían sido desvalorizadas e invisibilizadas incluso por
feministas como Betty Friedan. Surge así en primer plano la cuestión sobre si el trabajo
doméstico debía ser o no un trabajo pagado, defendiéndose en algunos sectores el
salario para las amas de casa. El llamado debate sobre el trabajo doméstico se planteó
sobre todo en Gran Bretaña e Italia.

[Sánchez Muñoz, Beltrán Pedreira y Álvarez, 2005: 115-123]

Diferencia vs igualdad
En la segunda mitad de los setenta comienza a manifestarse en Estados Unidos una
nueva tendencia cuya eclosión tuvo lugar en la década siguiente. Se trata del llamado
feminismo cultural (concepto acuñado por Alice Echols), que defiende la existencia y
preservación de una contracultura femenina. En Europa más que de feminismo cultural
se hablará de feminismo de la diferencia.

El feminismo radical no hace hincapié en la diferencia, sino que se basa en la dinámica


social existente entre los sexos, más precisamente en las relaciones de opresión de los
hombres hacia las mujeres. Pero el feminismo radical no es esencialista, en el sentido de
que no considera las categorías que señala como ontológicas o naturales, sino como una
construcción social de dominación creada por los varones, construcción que deberá ser
eliminada para lograr la liberación de las mujeres. Sin embargo, el feminismo cultural
(norteamericano) y el feminismo de la diferencia (europeo) defienden la existencia de
una moral propia de las mujeres, de una ética específicamente femenina. La
especificidad de lo femenino no es vista tanto como una construcción social más, sino

77 Mercedes Ávila Francés 77


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

como el conjunto de características naturales que contribuirán a la conformación de una


esencia cultural femenina.

Aquí se inscribirían los trabajos que desde un enfoque psicológico han realizado autoras
como Nancy Chodorow y Carol Gilligan, así como el llamado “pensamiento maternal”,
cuyo desarrollo teórico comienza ya en los años setenta con los estudios de Dorothy
Dinnerstein y Adrianne Rich 4 , y adquiere un impulso importante con los trabajos de
Sara Ruddick.

El complejo entramado social que determina el rol que las personas ocupan según su
género se ve reforzado por los mecanismos psicológicos que intervienen en la asunción
de dicho rol, y, en este sentido, el papel de la madre como reproductora y como
educadora refuerza y asegura la continuidad de la estructura familiar patriarcal. Ésta es,
de una manera muy esquemática, la idea presente en la obra de Nancy Chodorow sobre
la maternidad. El pensamiento maternal se ha ocupado de la maternidad como práctica
social generadora de una ética específica. Una de las más importantes representantes de
esta corriente es Sara Ruddick.

Carol Gilligan recoge las conclusiones de Chodorow y propone una teoría sobre la
distinta aproximación a la moral por parte de mujeres y varones. La moral femenina está
más ligada a una noción fuerte de responsabilidad frente a los demás, a una noción no
egoísta de las relaciones interpersonales, mientras que el modelo masculino de
comportamiento moral estaría fundado en la noción de derechos respecto de una
hipotética justicia imparcial, distributiva, equitativa. La ética femenina sería una ética
del cuidado, de los afectos, de la sensibilidad y el altruismo, por oposición a una ética
masculina basada en la agresividad, la competitividad y el egoísmo.

[Álvarez, 2005: 247-249]

4
Esta autora es inscrita unas veces en el feminismo radical y otras en el cultural.

78 Mercedes Ávila Francés 78


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

En Europa, el llamado feminismo de la diferencia conoce su mayor auge en Francia e


Italia. Dicho feminismo surge en Francia en la segunda mitad de los años setenta, y lo
hace en clave filosófica y psicoanalítica, a partir del grupo Psicoanálisis y Política en
París. Se nutre de autores como Lacan, Foucault, Derrida, Lyotard, Deleuze y Guattari.
El llamado feminismo francés de la diferencia se ha extendido como tal a otros ámbitos
académicos y ha alcanzado una notable influencia, por ejemplo, entre las feministas
italianas, así como en diversas disciplinas de la academia de Estados Unidos. Algunas
de sus autoras son Annie Leclerc, Christine Delphy, Michèle Le Doeuff, Hélène Cixous,
Julia Kristeva y Luce Irigaray. Este feminismo arremete contra el feminismo igualitario.
Así por ejemplo, Irigaray considera que

Lo natural es por lo menos dos: masculino y femenino. Todas las especulaciones sobre la
superación de lo natural en lo universal olvidan que la naturaleza no es una (…). Así, también
para estas dos partes del género humano, que son el hombre y la mujer. Sólo abusivamente son
reducidas a uno [citado en Amorós, C. y de Miguel, A. (eds.) (2007): Teoría feminista: de la
ilustración a la globalización.Vol. 2: Del feminismo liberal a la posmodernidad. Madrid:
Minerva, pp. 295].

De todas las anteriores, la obra de Irigaray posiblemente sea la que haya adquirido una
notoriedad más especial. Esta autora se sirve de los conceptos del psicoanálisis para
describir la realidad psicológica y social de las mujeres. De ahí la relevancia que otorga
al sexo como categoría central de análisis. El sexo, los órganos genitales, el cuerpo
sexuado del varón y de la mujer definen su psicología. El análisis de las peculiaridades
sexuales servirá a la autora para comprobar los rasgos de carácter y los distintos tipos de
relaciones a partir de los cuales se construyen la identidad femenina y la masculina.

Durante los años sesenta y setenta Italia fue uno de los países europeos en los que el
movimiento feminista adquirió mayor protagonismo. Numerosas agrupaciones
comenzaron a organizar reuniones, seminarios y grupos de autoconciencia que pronto
sensibilizaron a las mujeres italianas sobre sus problemas. El gran esfuerzo de
movilización y participación de las mujeres italianas estuvo acompañado durante esos
años por una actividad intelectual y teórica importante que se mantuvo muy ligada a la
práctica, al movimiento reivindicativo. Ejemplos de esta actividad son La librería delle

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

donne de Milán y La Biblioteca delle donne de Parma. Estas dos iniciativas pretendían
crear un espacio para las mujeres desde el cual se dieran a conocer su pensamiento, sus
escritos, sus posiciones políticas, etc. La actividad editorial ocupó un papel importante,
ya que se quería promover específicamente la experiencia de las mujeres a través de sus
propias obras. Desde el inicio estos grupos de mujeres insistieron en la perspectiva de la
diferencia y acuñaron el término affidamento para expresar la particular relación que se
genera entre las mujeres precisamente por compartir esa perspectiva exclusivamente
femenina. Carla Lonzi y Luisa Muraro serían algunas de las autoras más representativas.
La primera defiende la diferencia frente a la igualdad, mientras que la segunda se centra
en el papel de la madre y su simbología.

[Álvarez, 2005: 262-249]

Feminismo y postmodernidad
La idea de diferencia se ha planteado dentro de la teoría feminista bajo dos vertientes
distintas. Por un lado, las partidarias de la ética del cuidado y del pensamiento maternal
han sugerido que las mujeres proyectan en sus acciones y elecciones una perspectiva
particular, marcada por la especial forma en que se vinculan con las demás personas. En
este sentido, estas autoras hablan de las mujeres como grupo, es decir, no abandonan la
categoría de género sino que la refuerzan añadiéndole la característica de la diferencia
en el sentido de diferencia respecto del grupo de los varones. Esta perspectiva adquiere
en algunos casos según la formulación de cada autora rasgos que pueden ir desde el
esencialismo más o menos biologicista hasta el esencialismo entendido como identidad
cultural.

Sin embargo no ha sido éste el concepto de diferencia usado por el pensamiento


postmoderno. Para la postmodernidad la diferencia es diferencia radical, diversidad
radical, ausencia de características comunes, ausencia de categorías homogéneas,
ausencia de género. Desde esta perspectiva, Judith Butler ha señalado que no es posible
hablar de una identidad femenina, en singular, y en consecuencia no se puede hablar de
las mujeres como grupo. El género como categoría, sostiene la autora, no adopta las

80 Mercedes Ávila Francés 80


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

mismas características en todos los contextos sociales y culturales y, por otra parte, no
es una categoría social aislada, sino que se define y se modifica en función de otros
elementos, tales como la religión, la etnia, la pertenencia a una cultura, la clase, etc.
Según Butler, el “sujeto del feminismo”, entendido como las mujeres englobadas en la
categoría de género, ha dejado de de tener fuerza emancipadora y ha pasado a
transformarse en un concepto opresor y excluyente que ignora la diversidad entre
mujeres con distintas realidades culturales o sociales.

Butler sostiene que no es necesario afirmar la existencia de una identidad común para
emprender una política de emancipación de las mujeres. Rechaza las identidades
preconcebidas: no hay una identidad femenina o de género que pueda establecerse como
presupuesto de la teoría. Los objetivos políticos no necesitan, según Butler, un sujeto
político predefinido, sino que el sujeto se define y se construye en interacción con los
demás y en el transcurso de la tarea reivindicativa.

El sexo y el género son una invención, incluso el cuerpo es también una ficción, un foco
de interpretaciones diversas. Todo se reduce a construcciones culturales que hay que
desmontar. Para Butler, el sexo y el género no son más que falsas representaciones que
deben someterse a la parodia hasta subvertir la identidad femenina. Al desenmascarar
las descripciones sobre la naturaleza femenina que habrían representado los
esencialismos, nos encontraremos con que eso que hemos llamado “mujer” carece en
realidad de contenido definido.

[Álvarez, 2005: 264-268]

La sexualidad como espacio teórico y político


En los años ochenta se desarrolla la sexualidad como un campo nuevo de estudio en el
ámbito de diversas disciplinas, especialmente en la antropología, la historia, la filosofía,
la psicología y la sociología. Investigaciones que, a su vez, se han configurado o nutrido
en gran medida a partir de los problemas teóricos y las instancias críticas planteadas por

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

los estudios feministas, gay studies y queer theory, donde el impacto del
postmodernismo también ha sido crucial.

La tesis fundamental se puede resumir en que la sexualidad, al igual que el género, es


política, es decir, está organizada a través de sistemas de poder que recompensan y
fortalecen a algunos individuos y manifestaciones u acciones y oculta a otros. Se
expone y se critica el sistema de jerarquía establecido en nuestra sociedad con respecto
a la sexualidad, en cuya cúspide se encuentra la sexualidad marital reproductiva
monógama, que es el comportamiento más valorado. Este sistema de jerarquización
sexual mantiene una línea imaginaria entre la sexualidad correcta y la incorrecta, y es
coercitivo, pues impide la libre elección sexual de los sujetos sustentándose en un
complejo entramado de ideologías estigmatizadoras, en la discriminación social y
económica, así como en la discriminación y/o persecución legal.

[Maquieira D’Angelo, 2005: 173-174]

En los análisis de la sexualidad, Foucault suele ser una referencia recurrente. Dicho
autor introduce el concepto de “tecnología del sexo” para referirse a toda la tecnología
(todo el entramado) social que produce la sexualidad y la opresión sexual. Por su parte,
Teresa de Lauretis propone que, de la misma manera que existe una tecnología del sexo,
existe una “tecnología del género”, es decir un sistema de técnicas y estrategias
discursivas mediante las que el género es construido y, por lo tanto, la violencia es
engendrada y generada (en-gendered). De Lauretis critica el hecho de que Foucault,
para combatir la tecnología social que produce la sexualidad y la opresión sexual, omite
el género. Mientras que negar el género supone negar las relaciones sociales de género
que constituyen y dan validez a la opresión sexual de las mujeres.

La antropóloga americana Gayle Rubin propone el concepto de “sistema de sexo-género


(sex-gender system), en el que estarían presentes tanto las relaciones económicas como
la relaciones sociales y personales entre los varones y las mujeres. Define este concepto
como “el conjunto de ajustes o disposiciones por los cuales una sociedad transforma la
sexualidad biológica en producto de la actividad humana, y mediante los cuales estas

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

necesidades sexuales transformadas se satisfacen”. El sistema sexo-género es, por tanto,


un sistema de organización social, un sistema de poder.

Se cuestiona que la sexualidad derive del género. Es más, el género también hace al
sexo.

[Oliva Portolés, 2007: 19-36]

Nombres propios
• Emmeline Goulden Pankhurst (1858-1928)
http://www.bbc.co.uk/history/historic_figures/pankhurst_emmeline.shtml
• Sylvia Pankhurst (1882-1898)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/WpankhurstS.htm
• Christabel Pankhurst (1880-1958)
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/WpankhurstC.htm
• Carrie Chapman Catt (1859-1947)
http://womenshistory.about.com/od/cattcarriec/p/carrie_catt.htm
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/USAcatt.htm
• Alexandra Kollontai (1872-1952)
http://www.enlucha.org/periodico/En_Lucha_098/98_11.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Alexandra_Kollontai
• Simone de Beauvoir (1908-1986)
http://www.letraslibres.com/index.php?art=6301
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/181
• Betty Friedan (1921-2006)
• Shulamith Firestone
• Pam Allen
• Kate Millett
• Jo Freeman
• Alison Jaggar
• Zillah Eisenstein

83 Mercedes Ávila Francés 83


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

• Heidi Hartmann
• Julliet Mitchell
• Sheila Rowbotham
• Christine Delphy
• Nancy Chodorow
• Carol Gilligan
• Sara Ruddick
• Julia Kristeva
• Luce Irigaray
• Carla Lonzi
• Luisa Muraro
• Gayle Rubin
• Teresa de Lauretis
• Judith Butler

84 Mercedes Ávila Francés 84


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA
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globalización. Vol. 2: Del feminismo liberal a la posmodernidad. Madrid: Minerva.
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Vol. 2. Barcelona: Crítica.
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radical y socialista”, en Beltrán, E.; Maquieira, V.; Álvarez, S. y Sánchez, C.:
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85 Mercedes Ávila Francés 85


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

- Thébaud, F. (dir.) (1993): Historia de las mujeres. El siglo XX. Madrid: Taurus.
- Valcárcel, A. (2004): La política de las mujeres. Madrid: Ediciones Cátedra.

86 Mercedes Ávila Francés 86


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS EN ESPAÑA

Mujeres y movimiento feminista en España hasta el siglo XIX


Durante la época medieval y moderna la colaboración activa de la esposa y de las hijas
del campesino en las tareas del campo fue fundamental para la autárquica economía
familiar, sin que tampoco quepa excluir, ni mucho menos, a las mujeres del proceso de
producción manufacturera del siglo XIII. Ya en la época moderna, las mujeres siguen
protagonizando ese papel productivo –aparte de los trabajos de la crianza, cuidado y
manutención de la familia-acentuándose más su participación activa con la Revolución
industrial y el inicio del mundo contemporáneo.

Si su contribución productiva a la civilización del Antiguo Régimen peninsular fue


manifiesta, sin embargo, esa misma sociedad –que valoraba su utilidad en el desarrollo
de esa sociedad- la silenció y postergó sistemáticamente, negándole no sólo un
protagonismo en la vida pública sino, lo que es más grave, una enseñanza que le
permitiera desarrollar su propia personalidad. Esta falta de oportunidad para acceder a la
cultura y al mundo del pensamiento marcó, definitivamente, a la multitud de mujeres
que contemplaron los grandes avances de la creación intelectual que el Renacimiento y
el Humanismo, primero, y la Revolución científica y técnica, más tarde, trajeron
consigo, pero que en poco hizo variar la subsidiaridad que la cultura dominante había
definido para la vida de las mujeres.

Privada la mujer de una instrucción pública, la casa y el convento, con la ayuda de los
escasos libros existentes, fueron el medium donde se desarrollaron las mentes femeninas
hasta que la escuela pública, obligatoria y gratuita, fue una realidad ya en la España
contemporánea.

La actitud social de infravaloración de la capacidad intelectual y moral de las mujeres


tiene una larga tradición, y aunque la herencia caballeresca de la Baja Edad Media había
conseguido revitalizar, en parte, la imagen de la mujer, la llegada de la Edad Moderna y

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

su reformulación de la cultura grecolatina vuelven a relegarla a un postergamiento aún


mayor.

El neoplatonismo de muchos de nuestros humanistas revitalizó el clásico pensamiento


grecolatino que, unido al pensamiento ascético de la Alta Edad Media y nuestra
tradición judeocristiana, no hizo sino remarcar la imagen de la mujer como ser inferior
al varón, al cual debía estar sometida.

El barroco y la cerrada sociedad de la Contrarreforma fue una época aún mucho más
misógina. La desconfianza y la burla ante la mujer fue pertinaz. Como dice Margarita
Ortega López (2007: 25), “quizá fue ésta la época donde coincidieron, con mayor
unanimidad, los planteamientos tradicionales del cristianismo extendido desde el
púlpito y el confesionario con los planteamientos de una sociedad en crisis que buscaba
protagonistas sobre los que desencadenar su ira y mostrar su culpabilidad”.

La implantación de la dinastía borbónica supone un cambio que comienza a gestarse


lentamente en la vida pública y privada en la sociedad española. El padre Feijoo es uno
de los más destacados en la lucha por el reconocimiento de la igualdad y de los
derechos, al rebatir en los años centrales del siglo XVIII la opinión generalizada de la
inferioridad de las mujeres sostenida por los escritores del Barroco. Otros ilustrados que
siguen esta línea son Pedro Rodríguez Campomanes, Cadalso, Jovellanos y, sobre todo,
Ignacio López de Ayala, quien desarrolló una de las defensas más claras efectuadas en
el siglo XVIII a favor de las mujeres. Para él, era indiscutible la igualdad entre hombres
y mujeres, pues –decía- “probar nuestras ventajas porque somos más fuertes y robustos,
es dar argumentos a un caballo o a un elefante para que se prefieran al hombre” (Ortega
López, 2007: 39).

Josefa Amar y Borbón, miembro de la Sociedad Económica Aragonesa, fue una de las
mujeres ilustradas que más persiguió la educación de la mujer como medio de progreso
de la nación. Pero la defensa de dicha educación la plantea como un medio de estar más
unida al marido, al que se le puede y debe aconsejar, así como ayudar mejor si se es una
persona instruida (Ortega López, 2007: 40)

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

[Ortega López, 2007]

Siglo XIX
En nuestro siglo XIX preocupó la “cuestión femenina”, incluso se inició una debate
sobre el feminismo, pero con un carácter muy particular si lo comparamos con lo que
estaba ocurriendo en algunos países del mundo occidental en la misma época. En el
siglo XIX español no existió un feminismo organizado similar al de Inglaterra y Estados
Unidos, pues no convergieron los factores económicos, políticos y culturales necesarios
para ello. Recordemos que éstos eran países protestantes, con sistemas políticos de corte
liberal, y con un importante desarrollo industrial, en los que la mujer era un elemento
importante en la fábrica. Mientras que España era un país con un claro predominio del
conservadurismo católico y atrasado económicamente. La Revolución de 1868 trajo
consigo un nuevo espíritu y un intento de cambio en muchos frentes, entre los que se
incluye los intentos para mejorar la condición de la mujer. Pero la restauración de 1874
evidenció los límites de ese intento de cambio, aunque también es verdad que ya no se
podía reconducir la situación a antes de 1868. Así, aunque los gobiernos de la
restauración no mostraron demasiado interés por los derechos de la mujer, se produjeron
algunos avances en el terreno de la educación, en buena medida gracias al papel que en
esta cuestión jugó la Institución Libre de Enseñanza (Cabrera Bosch, 2007: 50-51)

Por último, el feminismo, en todos los países en los que tuvo su desarrollo en el siglo
XIX, era un feminismo burgués y urbano, y por tanto prosperó donde ambos factores
existían. En España, además de que no existía una clase media comparable a la de los
países más industrializados, después del Sexenio revolucionario los estratos más altos
de la burguesía pactaron con las clases dirigentes tradicionales, con las que tenían
muchas cosas en común, y apoyaron la restauración. De esta forma, para las mujeres de
esta burguesía, la industrialización y la consolidación del capitalismo supusieron la
reclusión en el hogar, la subordinación al marido y la dedicación al cuidado de los hijos,
ayudadas por criadas, nodrizas e institutrices. En su esfera de lo privado y en su
universo emocional, estas mujeres crearon clubes, asociaciones y participaron en

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

movimientos católicos y en campañas promovidas por éstos movimientos, siendo la


beneficencia un campo apropiado para desarrollar su actividad al contar con el
beneplácito social (Cabrera Bosch, 2007: 52).

Fueron la escuela krausista primero y la Institución Libre de Enseñanza después, las que
se preocuparon por la llamada “cuestión femenina”. El debate sobre el feminismo se
desarrolló fundamentalmente en los movimientos de opinión, en los congresos
pedagógicos, en la prensa y en la literatura (sobre todo en las novelas de Galdós y Pardo
Bazán) (Cabrera Bosch, 2007: 53). Sin embargo, como apuntan algunos autores, el tema
del feminismo se redujo en España a un debate sobre la educación de la mujer ((Cabrera
Bosch, 2007: 55-56).

En lo que a la participación política y el derecho al voto se refiere, mientras que en


Inglaterra y Estados Unidos existe un importante movimiento sufragista que pide el
voto para la mujer, llegando a conseguirse en algunos estados americanos a finales del
siglo XIX, en España tal exigencia resulta impensable. La Restauración impuso el
sufragio censitario, y hasta 1890 no se instauró el sufragio universal masculino. El
derecho al voto a la mujer le será reconocido por primera vez en la Segunda República.
También la desigualdad jurídica de la mujer en España era total en el último tercio del
siglo XIX.

En el siglo XIX dos son los nombres propios de mujeres que más se han destacado:
Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.

[Cabrera Bosch, 2007]

De la Primera Guerra Mundial a la Guerra Civil pasando por la


Segunda República
La Primera Guerra Mundial tuvo también en España importantes consecuencias para el
entorno de la mujer. Así, si bien en los países beligerantes las mujeres tienen que
sustituir a los hombres en las fábricas, en España, aunque permanece neutral, también

90 Mercedes Ávila Francés 90


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

las mujeres son empujadas en mucha mayor medida que antes al mundo del trabajo. Por
una parte, la subida de los precios hizo que muchas mujeres, casadas y solteras, que
vivían de pequeñas rentas tuvieran que incorporarse al empleo, por otra parte, el
aumento de la producción exigida a España por parte de los países beligerantes crea
también nuevos puestos de trabajo que son cubiertos por mujeres. En estos años se
produce una importante intensificación del desarrollo industrial en nuestro país.

En las primeras décadas del siglo XX aparecen organizaciones de mujeres que si bien
no se las puede encuadrar dentro de la corriente del feminismo político existente en
otros países sí que trataban de ir extendiendo el papel de la mujer en la sociedad
planteando reivindicaciones de distinto tipo. En octubre de 1918 aparece en Madrid la
Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), que aunque declara admitir en su
seno mujeres de todas las tendencias y ser algo parecido a un partido de centro al
margen de extremismos, sus posturas era claramente derechistas (González Calbet,
2007: 85). Entre sus reivindicaciones está la reforma del Código Civil, la represión de la
prostitución legalizada, el derecho de la mujer a desempeñar profesiones liberales y
algunos cargos oficiales, igualdad salarial, promoción de la educación y subsidio para la
publicación de obras literarias escritas por mujeres. En la República, la AMNE pasó a
ser la Asociación Política Femenina Independiente.

[González Calbet, 2007]

En el terreno intelectual se extienden teorías de corte antifeminista como las teorías de


Freud, Simmel, Weininger, Nietzsche, etc. En nuestro país, estos ejemplos los tenemos
en los discursos de Gregorio Marañón y José Ortega y Gasset, aunque también hay
voces a favor de la plena igualdad de hombres y mujeres, como la de Adolfo González
Posada.

El feminismo español no tuvo un desarrollo independiente, sino que se vio envuelto en


el conflicto ideológico entre las izquierdas y las derechas, fracasando como movimiento
específico, no llegando nunca a contar ni con un respaldo masivo ni con un activismo
militante de una mayoría de mujeres, aunque durante la II República aparecieron un

91 Mercedes Ávila Francés 91


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

gran número de asociaciones de distinto tipo según la clase social, el nivel cultural o la
religiosidad de las mujeres que las formaban, localizadas generalmente en el medio
urbano.

El ideal de mujer del catolicismo conservador será asumido por el franquismo que lo
impondrá a través del encuadramiento de las mujeres en la Sección Femenina de
Falange. Se trataba de una mujer consciente de de su deber colaborador desde un
discreto segundo plano, buena esposa –sobre todo prolífica- y buena madre (Morcillo
Gómez, 2007: 96).

[Morcillo Gómez, 2007]

El franquismo
Durante el franquismo, ya en 1953 aparece el primer grupo de mujeres organizadas, la
Asociación Española de Mujeres Universitarias, con unos objetivos más culturales que
específicamente feministas y con un carácter democrático y antifranquista, aunque su
programa no incluya la acción política directa. En 1960 surge el Seminario de Estudios
Sociológicos de la Mujer, impulsado por María Lafitte (condesa de Campo Alange) y
formado por nueve mujeres, la mayor parte de ellas intelectuales, y que se dedican
exclusivamente al estudio y a la investigación.

A lo largo de los años sesenta los conflictos sociales se agudizan a pesar de que la
represión social y política continúa. El cambio social que se está produciendo en España
afecta también a las condiciones de vida de las mujeres. Entre los factores de cambio,
cabe destacar el llamado desarrollismo, la emigración, la lenta incorporación de las
mujeres al trabajo.

Paralelamente a la aparición de Comisiones Obreras surgen en Barcelona las primeras


asambleas de mujeres, que se reunían los sábados por la tarde en diversas parroquias
dando lugar a lo que se llamó primero Asamblea Democrática de Mujeres de Sant Medir
y después Movimiento Democrático de Mujeres. Estas reuniones fueron impulsadas en

92 Mercedes Ávila Francés 92


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

un principio por mujeres militantes o simpatizantes del PSUC (Partit Socialista Unificat
de Catalunya), aunque participaban también mujeres sin afiliación política alguna. En
las asambleas se discutían tanto problemas específicos de la mujer como cuestiones de
política general, y los actos que se promovían iban desde la solidaridad con presos y
obreros en lucha hasta la participación en actos conjuntos con otras organizaciones o
movimientos a favor de la democracia (estudiantes, profesionales, obreros…), pasando
por charlas en los barrios (Moreno Sardá, 2007: 133-134).

Este modelo fue seguido por otras mujeres del Partido Comunista de España (PCE) en
otros puntos del Estado (Madrid, Zaragoza, Valencia, País Vasco, Galicia), y así, en
1965, se celebra en Barcelona la I Asamblea General en la que se constituye el
Movimiento Democrático de Mujeres (Moreno Sardá, 2007: 134).

El MDM puede considerarse el primer movimiento político feminista que agrupa


mujeres comunistas, socialistas, cristianas y otras muchas sin militancia de partido. El
MDM se desarrolló en varias regiones españolas con diversos niveles de militancia y
organización. El tipo de actividad durante este periodo aunque limitado por las
condiciones políticas y por la realidad social que viven las mujeres del momento es
diverso: charlas en colegios e iglesias, mítines relámpago en los mercados, encierros en
iglesias, escritos dirigidos a autoridades civiles, etc. El objetivo es doble, pues además
de la lucha por los derechos civiles, laborales y sociales de las mujeres, se persigue
también la democracia. Se edita un boletín mensual, La mujer y la lucha, se
confeccionan pósteres, documentos sobre temas puntuales, octavillas y panfletos, etc.
Para facilitar este trabajo el MDM cuenta con un aparato de propaganda propio.

En un intento por buscar cauces para llegar a un número mayor de mujeres, algunas
mujeres del MDM empiezan a asociarse a las agrupaciones de amas de casa que desde
1963 empezó a propiciar la Delegación Nacional de la Familia, ya que por su legalidad
y por el número de socias con que contaban pensaban que podían ejercer mayor
influencia desde esas plataformas (Moreno Sardá, 2007: 134).

A partir de 1971 surgen nuevos grupos:

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

- La Asociación de Mujeres Juristas, que se ocupa fundamentalmente de la


Reforma del Derecho de Familia.
- La Asociación Española de Mujeres Separadas, que en principio se centra en la
lucha contra la corrupción de los tribunales eclesiásticos en materia de
separaciones y anulaciones matrimoniales en un momento en el que el divorcio
no es legal en España.
- Los Grupos de Autoconciencia, organizados sobre todo por estudiantes
universitarias. Se trata de grupos reducidos que organizan debates internos para
analizar los problemas de las mujeres a partir de las experiencias individuales,
según los modos del feminismo radical explicado anteriormente.

Hay que tener también en cuenta las comisiones o grupos de mujeres que se reúnen en
las diversas asociaciones de barrio, en los colegios profesionales, en algunas
organizaciones cristianas progresistas, la UNESCO y otros organismos.

[Pardo, 2007]
[Moreno Sardá, 2007]

El año 1975 es declarado por la ONU el Año Internacional de la Mujer, dando lugar a
multitud de actos y campañas por todo el mundo, así como a dos congresos de carácter
internacional. Uno, dirigido a los organismos oficiales, se celebró en la ciudad de
México el mes de julio de ese año. El otro, dirigido a las organizaciones no
gubernamentales, se celebró en Berlín durante el mes de octubre. Este contexto propició
las condiciones necesarias para la celebración en Madrid de las Jornadas Nacionales por
la Liberación de la Mujer, del 6 al 9 de diciembre, a los pocos días de la muerte de
Franco.

Dichas jornadas pueden considerarse el primer encuentro feminista de carácter nacional


que se celebra en España (Folguera, 2007: 166). En ellas se confrontaron las dos
posturas que polarizarían el debate feminista en los cinco años siguientes: por un lado
estaba el llamado “feminismo radical”, que propugna una corriente estrictamente

94 Mercedes Ávila Francés 94


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

feminista independiente de las organizaciones políticas y sindicales; por otro el llamado


“feminismo –lucha de clases”, que defendía la validez de la doble militancia, es decir la
participación en organizaciones feministas y la participación en organizaciones políticas
y sindicales con objetivos políticos más generales.

De la transición a la actualidad
En mayo de 1976 se celebraron en Barcelona las I Jornades Catalanes de la Dona, a la
que asistieron 4.000 mujeres, desbordando todas las previsiones. Había, sobre todo, dos
tendencias claras: una creía que la lucha feminista debía hacerse también con los
hombres, porque formaban parte de la lucha democrática; otra, la posición más radical,
era partidaria de que la mujer marchase sola. Las militantes en partidos de izquierda
ponían énfasis en el feminismo como parte del obrerismo y de la política.

Las jornadas de Liberación de la Mujer de Madrid y las Jornades Catalanes de la Dona


marcaron el período de expansión del movimiento feminista en España. Las diversas
posiciones mantenidas en torno a la estrategia a seguir entre las feministas radicales e
independientes de los partidos y las feministas partidarias de la doble militancia, así
como la diversidad geográfica y política del país, determinaron la proliferación de
grupos, y su consiguiente atomización.

Desde mediados del año 1976, la inestable situación política y el entusiasmo que había
generado la celebración de las I Jornades Catalanes de la Dona propició una verdadera
eclosión de organizaciones de mujeres, aunque muchas de ellas de carácter efímero. El
tercer gran encuentro del feminismo español durante los convulsos años de la transición
tuvo lugar en Granada, en mayo de 1979, bajo el nombre de IIªs Jornadas Estatales de la
Mujer. Las jornadas de Granada marcarán el punto de inflexión del feminismo
organizado como tal, pues a partir de aquí comienza su declive.

Al debate sobre la militancia única o doble, se añade otro: el del feminismo de la


igualdad y el feminismo de la diferencia. En palabras de Pilar Folguera (2007: 173)

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

Frente al “feminismo de la igualdad” del que eran partidarias las seguidoras del “feminismo
socialista”, esto es, la búsqueda de una sociedad en la que hombres y mujeres poseyeran los
mismos derechos y obligaciones, el “feminismo de la diferencia” concebía la necesidad de que se
entendiera a las mujeres no sólo como militantes, sino como totalidad, como personas. Para esta
corriente feminista no podían hacerse separaciones tajantes entre lo privado y lo público, ya que
ambos poseían un claro carácter político. Los temas que interesaban a esta corriente del
feminismo todos aquellos que se referían a la sexualidad, el lenguaje, el aborto, la violencia, las
agresiones, el lesbianismo… y en fin, todo aquello que permitiese a las mujeres alcanzar un alto
grado autoconciencia. El feminismo de la diferencia se mostraba claramente opuesto a las
estructuras jerárquicas más propias de los partidos políticos y realizó un llamamiento a las
organizaciones feministas para que abandonaran el marxismo-leninismo al tiempo que rechazaba
cualquier tipo de colaboración con las instituciones oficiales.

Tras estos tres grandes encuentros del feminismo español, y dada la repercusión que
alcanzaron, van adquiriendo cada vez más peso las comisiones u organismos de mujeres
de los partidos políticos y organizaciones sindicales.

El arrollador triunfo del PSOE en las elecciones generales de 1982 y las posteriores
revalidaciones de sus mayorías parlamentarias, ponen fin al periodo de la Transición,
trayendo consigo una desmovilización política, desmovilización que afecta también al
movimiento feminista. En 1983 se crea el Instituto de la Mujer, inaugurándose un
feminismo institucional que se irá extendiendo al crearse organismos similares en las
Comunidades Autónomas. A nivel local se extienden también las concejalías de la
mujer y organismos relacionados con temas de mujer.

A partir de los años ochenta se desarrolla un feminismo académico que acoge a muchas
mujeres que en el periodo anterior habían compaginado su actividad académica con su
participación en organizaciones políticas y movimientos sociales. Así, se inicia también
en España la crítica al carácter androcéntrico del discurso científico y comienzan a
desarrollarse investigaciones orientadas a recuperar la visibilidad de las mujeres en los
distintos ámbitos. En 1980 se crea en la Universidad Autónoma de Madrid el Seminario
de Estudios de la Mujer. Otras universidades españolas crearon también seminarios u
organismos de características similares, como la Autónoma y Central de Barcelona,
Granada, Valencia, Complutense de Madrid, País Vasco, etc. Se realizan congresos,

96 Mercedes Ávila Francés 96


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

seminarios, programas de doctorado, tesis, publicaciones, masteres, etc., y en campos


muy diversos (sociología, psicología, historia, arte, literatura, derecho, antropología,
etc.).

[Folguera, P. (2007): “De la transición política a la paridad”, en Pilar Folguera (ed.): El


feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.]

Nombres propios
• María de Zayas (1590-1661)
http://www.sabuco.com/ei/fil%C3%B3sofas_y_cient%C3%ADficas_moderna.ht
m#Sabuco,%20Oliva
• Josefa Amar y Borbón (1753-1833)
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=933
• Concepción Arenal (1820-1893)
• Emilia Pardo Bazán (1852-1921)
http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/biogra.htm#pardo%20bazán
• Clara Campoamor (1888-1972)
http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/biogra.htm#campoamor
• Victoria Kent (1898-1987)
http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/biogra.htm#kent
• Margarita Nelken (1898-1968)
http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/biogra.htm#nelken
• María Martínez Sierra (1874-1974)
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/66
• Federica Montseny (1905-1994)
http://www.uv.es/~dones/temasinteres/historia/federica.htm
• María Lafitte (condesa de Campo Alange) (1902-1986)
http://www.andalucia.cc/viva/mujer/aavsevil.html#Laffitte
http://lanaranjadelazahar.blogspot.com/2008/03/mara-laffite-1902-1986.html
http://www.elpais.com/articulo/cultura/condesa/Campo-
Alange/elpepicul/19860713elpepicul_3/Tes/

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

• Maria Telo (1915)


http://centenario.usal.es/index.php?option=com_content&task=view&id=66&Ite
mid=110
• Lidia Falcón
• Mary Nash
• Pilar Folguera
• Amelia Valcárcel
• Celia Amorós
• Victoria Sendón de León

98 Mercedes Ávila Francés 98


Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

BIBLIOGRAFÍA
- Asociación “Mujeres en la transición democrática” (1999): Españolas en la
transición. De excluidas a protagonistas (1973-1982). Madrid: Biblioteca Nueva.
- Cabrera Bosch, I. (2007): “Las mujeres que lucharon solas: Concepción Arenal y
Emilia Pardo Bazán”, en Pilar Folguera (ed.): El feminismo en España. Dos siglos
de Historia. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
- Cuesta Bustillo, J. (dir.) (2003): Historia de las mujeres en España: siglo XX.
Madrid: Instituto de la Mujer.
- Escario, P.; Alberdi, I. y López-Accotto, A.I. (1996): Lo personal es político: el
movimiento feminista en la transición. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales.
- Folguera, P. (ed.) (2007): El feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid:
Fundación Pablo Iglesias.
- Folguera, P. (2007): “De la transición política a la paridad”, en Pilar Folguera (ed.):
El feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
- García de León, M.A. (2009): Rebeldes ilustradas. Barcelona: Editorial Anthropos.
- González Calbet, M. T. (2007): “El surgimiento del movimiento feminista, 1900-
1930”, en Pilar Folguera (ed.): El feminismo en España. Dos siglos de Historia.
Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
- Larumbe Gorraitz, M.A. (2002): Una inmensa minoría : influencia y feminismo en
la Transición. Zaragoza: Universidad de Zaragoza.
- Martínez Ten, C.; Gutiérrez López, P. y González Ruiz, P. (eds.) (2009): El
movimiento feminista en España en los años 70. Madrid: Cátedra.
- Morcillo Gómez, A. (2007): “Feminismo y lucha política durante la II República y
la guerra civil”, en Pilar Folguera (ed.): El feminismo en España. Dos siglos de
Historia. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
- Moreno, A. (1977): Mujeres en lucha: el movimiento feminista en España.
Barcelona: Anagrama.
- Moreno Sardá, A. (2007): “La réplica de las mujeres al franquismo” en Pilar
Folguera (ed.): El feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid: Fundación
Pablo Iglesias.

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Teoría e historia del feminismo Master en Igualdad de género

- Ortega López, M. (2007): “«La defensa de las mujeres» en la sociedad del Antiguo
Régimen. Las aportaciones del pensamiento ilustrado”, en Pilar Folguera (ed.): El
feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
- Ortiz Cogulla, C. (1987): La participación política de las mujeres en la democracia
(1979-1986). Madrid: Instituto de la Mujer.
- Pardo, R. (2007): “El feminismo en España. Breve resumen, 1953-1985”, en Pilar
Folguera (ed.): El feminismo en España. Dos siglos de Historia. Madrid: Fundación
Pablo Iglesias.

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GLOSARIO

1 Abolicionismo
2 Affidamento
3 Alianza Internacional por el Sufragio
Femenino (1904)
4 Alteridad (otredad)
5 Amazonas rusas
6 Androcentrismo
7 Asamblea Democrática de Mujeres de
Sant Medir
8 Asociación de Mujeres Juristas
9 Asociación Española de Mujeres
Separadas
10 Asociación Española de Mujeres
Universitarias (1953)
11 Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT)
12 Asociación Nacional de Mujeres
Españolas (ANME) (1918)
13 Asociación Nacional Pro Sufragio de la
Mujer (The National Suffrage
Association –AWSA-)
14 Asociación Política Femenina
Independiente
15 Cell 16 (1968)
16 Ciberfeminismo
17 Clase sexual
18 Comité por el Sufragio Femenino
19 Contrarreforma
20 Convención Antiesclavista Mundial
(1840)
21 Cuáqueros
22 Cuestión femenina
23 Decimoquinta Enmienda (1870)
24 Decimonovena Enmienda (1920)
25 Decimotercera Enmienda (1865)
26 Dialéctica del sexo
27 Doble carga
28 Ecofeminismo
29 Empoderamiento (empowerment)
30 Ética del cuidado
31 Feminidad
32 Feminismo
33 Feminismo académico
34 Feminismo de la diferencia
35 Feminismo de la igualdad
36 Feminismo institucional
37 Feminismo lesbiano
38 Feminismo liberal

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39 Feminismo postmoderno
40 Feminismo radical
41 Feminismo socialista
42 Flapper
43 Fourierista
44 Garçonne
45 Gay
46 Género
47 Grupos de autoconciencia
(consciousness-raising groups)
48 Homosexual
49 Homosexualidad
50 Ilustración
51 Institución Libre de Enseñanza
52 Instituto de la Mujer
53 Internacional Socialista de Mujeres
(1907)
54 International Council of Women (1888)
55 Jornadas Estatales de la Mujer
(Granada, 1979)
56 Jornadas Nacionales por la Liberación
de la Mujer (Madrid, 1975)
57 Jornades Catalanes de la Dona
(Barcelona, 1976)
58 Krausismo
59 Liberalismo
60 Librería de mujeres de Milán
61 Matriarcado
62 Memorial de agravios
63 Microfísica del poder
64 Modo de producción doméstico
65 Movimiento de liberación de la mujer
(women’s Lib)
66 Movimiento de reforma social
67 Movimiento Democrático de Mujeres
68 Nueva Era
69 Orden simbólico de la madre
70 Owenista
71 Patriarcado
72 Pensamiento maternal
73 Política sexual
74 Querelle des femmes
75 Redstockings (1969)
76 Reforma (Protestante)
77 Saint-simoniano
78 Salonnière
79 Sección Femenina
80 Segunda ola del feminismo
81 Segundo Gran Despertar
82 Seminario de Estudios Sociológicos de
Madrid (1960)
83 Seneca Falls (1848)

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84 Sexo
85 Sistema sexo-género
86 Sociedad Antiesclavista Americana
(American Anti-Slavery Society) (1833)
87 Sociedad Nacional de Londres por el
Sufragio Femenino
88 Student Nonviolent Coordinating
Committee (SNCC)
89 Studentes for a Democratic Society
(SDS)
90 Sufragistas
91 Techo de cristal
92 Tecnología del género
93 Tecnología del sexo
94 Teoría del doble sistema
95 Teoría queer (queer theory)
96 The Chicago Women’s Liberation
Union (1967)
97 The New York Radical Women (1967)
98 Unión Nacional de Sociedades por el
Voto de las Mujeres (1897)
99 Unión Social y Política de Mujeres
100 Vindicación (discurso de la)
101 WITCH (Women’s International
Terrorist Conspiracy from Hell) (1968)

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CRONOLOGÍA

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