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El título del seminario al que nos referiremos en el presente trabajo nos muestra el camino por el

que transcurrir: Literatura y política en EEUU.

Pero al mismo tiempo el propio título nos transmite varias preguntas: ¿cual puede ser la relación

existente entra la literatura y la política? ¿Qué ámbito de unión podemos encontrar entre ambas y

cual será esa unión en el caso específico de EEUU?

Nos centraremos en el análisis de tres de las conferencias que han compuesto el seminario para, a

través de sus elementos comunes, de los vínculos y las conexiones entre ambas, poder reflexionar

sobre el mensaje general de esa semana, en la que todos hemos compartido un interés especial por

el mundo de la literatura estadounidense.

Atenderemos por tanto a las voces de Ramón del Castillo, Jaime de Salas y Boris Vejdovsky. A

través de sus relatos intentaremos extraer esa idea que a través de tres intensos días se nos ha

intentado inculcar.

Creemos que estas conferencias son representantivas del conjunto del seminario ya que en todas

ellas, podemos ver claramente y específicamente como la literatura y la política se combinan

majestousamente, para, a través de ellas, adentrarnos en la historia de un país.

Así Jaime de Salas nos transmite la fuerza de la literatura política que formó literalmente Estados

Unidos, Ramón del Castillo nos recuerda la atormentada figura de un hombre que describe el

segundo hecho ( por importancia y por cronología) configurador de la personalidad de Estados

Unidos: la guerra civil.

Por último Boris Vejdovsky, en la misma línea, nos ayuda a identificar las pautas que hay detrás del

western americano.

¿Que tienen en común estas tres conferencias?

Como ya se habrá podido dislumbrar de esta pequeña introducción sobre la temática de las mismas,

el eje que las sustenta y las complementa será la configuración de la identidad estadounidense. Es

decir, la literatura enmarcada en cada una de las conferencias será testigo y partícipe de los hechos y
las épocas que han configurado a un país: desde su fundación ( literatura de la revolución de

Franklin y compañía) hasta la configuración del género western como elemento cohesionador e

identificativo del paisaje de un país.

Es decir, estamos desde la primera a la última de estas tres conferencias hablando de una temática

común: la construcción de la historia, identidad y personalidad de Estados Unidos.

Pero debemos tener algo en cuento al hacer esta afirmación: no queremos decir tras esta reflexión

que el tema central de las tres conferencias sea la expuesta en las líneas anteriores. Ni siquiera que

sea uno de los ejes centrales del seminario.

Lo que queremos expresar con esta idea es que la literatura y la política están intensa y

profundamente relacionadas desde el comienzo de los tiempos. Sus vías de conexión son múltiples.

Entre esa multiplicidad de conexiones, muchas de las cuales se han tratado en el seminario, una de

ellas podríamos decir que es la configuración de la identidad norteamericana.

Así, si debemos relacionar estas tres conferencias, creemos que el nexo principal sería ese elemento

de configuración de la conciencia e identidad de un país.

Pero no debemos olvidar que las relaciones entre política y literatura en Estados Unidos no se

suscribirán sólo a este ámbito temático.

Cabe entonces preguntarse por qué ha sido elegido aquí para ser el eje central de nuestra

argumentación.

La razón radica en la importancia que, creemos desempeña este determinado nexo de unión entre

literatura y política.

La configuración de la identidad....

Para poder llegar a comprender este proceso debemos pararnos un momento, y, de la mano de Jaime

de Salas acudir a aquellos primeros momentos en los que los criollos de la colonia inglesa en las

Américas jugaban con la idea de independizarse de una corona que los oprimía y subordinaba.

Estados Unidos nace como estado, nace como nación. Paine lo reinvindica en un panfleto de corte
radical llamado Common Sense. A través de este panfleto, literatura que prevalece ya no por su

calidad artística sino por su fuerza en el ámbito social, Paine contribuye a alcanzar una importante

toma de conciencia entre los que se encontraban a ese lado del oceáno.

Del mismo modo, aunque suavizando las formas, Franklin instruye a una clase media que debe

hacerse a si misma, que debe tomar sus propias decisiones...

Esta literatura de revolución marcará un hito en la historia de Estados Unidos. Serán padres de una

nación que se funda en ese mismo momento.

Pero, ¿que necesita una nacion para existir?

Este punto es de vital importancia para poder entender nuestra argumentación total.

Estados Unidos sólo constituía unas cuantas colonias, desperdigadas en un inmenso territorio, en el

que convivían emigrantes europeos de múltiples países y con identidades culturales, religiosas y

políticas suficientemente diferenciadas como para que, en aquel momento pudiera hablarse de un

nexo común.

El nexo común necesario para que un estado-nación como Estados Unidos se constituyera

legitimamente.

Como para que confluyeran en él todas las características necesarias como para construír su lugar

en el mundo.

Y es aquí a donde queríamos llegar. ¿Cual es ese nexo necesario?

Tenían un territorio y una lengua.. falta una cultura.

Y es aquí, donde toma por fin forma nuestra argumentación.

La literatura estadounidense como elemento configurar de una cultura, de una identidad común, que

los identifique, al fin, como estadounidenses.

Y en este punto podemos llegar a comprender cuanto de importante será la fuerza de este nuevo

nexo de unión.

Debemos preguntarnos cómo un país que nace de la nada alcanza tal fuerza interna cohesionadora.

Y es aquí donde literatura y política se unen formando una pareja con una fuerza inalcanzable.
Como en el resto del mundo, en Estados Unidos comienza, en ese s. XVIII convulso, el trabajo de

aquellos que debían crear un relato común de un determinado territorio.

Estados Unidos partía de una buena base, el heroico trabajo realizado por los fundadores de la patria

sería suficiente como para alimentar una unión consensuada entre todos.

De este modo la declaración de independencia, redactado por Tomas Jefferson, será y es

considerado como una definición del que Estados Unidos ha querido ser. Y constituye por sí mismo

la justificación de su propia existencia.

He aquí un punto fundamental: la identidad estadounidense, su identidad política, nace de un texto.

De una carta en la que se justifica la existencia de Estados Unidos como tal.

Queda, por tanto, claro la importancia que radica en la literatura de la revolución en el marco de la

configuración de la identidad estadounidense.

El arte como forma de unir a las personas... no parece, bajo ninguna luz, algo inimaginable.

La fuerza que un relato, que una historia puede alcanzar dentro de cada individuo y el ámbito de sus

relaciones con los demás es algo indiscutible.

Podemos hablar por tanto de lo que, como apuntaba Salas en su exposición, se llamarán las

“comunidades imaginarias”. La sociedad moderna añadirá las relaciones propias, las vidas

particualres a la constitución del relato colectivo.

Así, es, pues, como se forman las naciones.

Y Estados Unidos, en aquellos momentos era una nación sobre el papel pero que precisaba de una

evolución histórica para constituírse y reafirmarse como tal.

Y así, viajamos a través de su historia hasta llegar al relato de la segunda conferencia a la que

queremos hacer referencia: “Enemigo Mío: William James y la literatura de guerra”.

La guerra civil estadounidense marca un punto de vital importancia en el relato colectivo

estadounidense.

Y figuras como William James contribuirán a que las historias, las batallas, las calamidades y las
desaventuras de los estadounidenses que pasaron tal prueba queden gravadas en la vida colectiva

del pueblo norteamericano.

Su tono profundo y cautivador, su capacidad intrínsica para adentrarse en las mentes de aquellos

que lucharon por la libertad, por la abolición de la esclavitud, por unos ideales que, en aquella

época, podían constarte la vida...

Todas estas cualidades hacen de William James un escritor al que es necesario alabar, leer, y

estudiar.

Ramón del Castillo, a través de sus emocionantes palabras nos traslada a la mente de un hombre

acomplejado, covarde, pero que a través de palabras garavateadas en un papel hará más por su país

y sus ideales que todo aquello que podría haber hecho acudiendo a mil sangrientas batallas.

Sobrevolamos, pues, como cualquier estadounidense las historias de un país que ha ido

evolucionando. Sobrevolamos las reflexiones, los sueños y las esperanzas de aquellos que forman

EEUU los cuales quedarán para siempre gravados en miles de palabras y cientos de libros.

Y llegamos así a otro de los grandes hitos de EEUU, el western. Sorprendentemente descrimos a

través de Boris Vejdovsky la ficción que reside en todo aquello que hemos estado acostumbrados a

imaginar en nuestra cabeza cuando se nos habla del gran país del norte de América. Boris

desmantela la historia del fornido vaquero que cabalga por un desértico páramo seguido por las

acosantes flechas de un grupo de indios...

Se nos desmoronanan sus paisajes... quedando vivo sólo la importancia que para la identificación de

un país constituye esa visión tantas veces observada a través de innumerables pantalla...

Es el western la historia que alimenta la identificación social de un país.

Podemos por tanto afirmar que constituye la literatura un instrumento y un agente. Ambas

potencialidades posee la literatura, y ambas desenvuelven los literatos norteamericanos.

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