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TRASTORNOS DEL SUEÑO CUANDO DISMINUYEN LAS DEFENSAS DE LOS

SISTEMAS INMUNOLOGICO Y NERVIOSO


El sueño puede presentar una alteración, consecuencia del mal funcionamiento
inmunológico, inducido por ejemplo por el estrés.
El eje hipotalámico-pituitario-adrenal y el sistema nervioso simpático conforman un
conjunto de reacciones específicas para que el organismo active energía y defensas.
Estos conceptos corresponden al Centro Hoover, de Sun City, Estados Unidos, quien
sostiene que el sueño ocupa un tercio de la vida y es un proceso neurológico complejo e
importante para un equilibrio dinámico y la supervivencia.
El inicio y la duración del sueño están determinados, en gran parte, por el momento en el
cual el sujeto se dispone a dormir y por su actividad previa. Asimismo, el ciclo sueño-
vigilia se ve influendiado por las señales del medio ambiente.
Los sistemas nervioso, inmunitario y endocrino marcan el ritmo del sueño. Los
mediadores inmunológicos, especialmente las citoquinas (grupo de proteínas), envían
señales al sistema nervioso central, regulando los patrones normales de sueño.
Estas señales se involucran con la alteración de los patrones de sueño, como las
modificaciones conductuales durante las enfermedades infecciosas.
La evaluación de los efectos del sistema inmunitario sobre la conducta es preponderante
para comprender los procesos involucrados en el sueño normal y patológico observados
en esas enfermedades.
En la inmunodeficiencia, el sueño constituye un síntoma debilitante significativo. En las
infecciones agudas, especialmente en los casos más debilitantes, los pacientes refieren
somnolencia y aumento de la duración del sueño.
En personas infectadas por el VIH, que aún no presentan Sida, se ve un aumento
significativo del sueño de ondas lentas ,al igual que luego del tratamiento antiviral. En
cambio, en las infecciones causantes de enfermedades respiratorias, la cantidad total de
sueño disminuye debido a la incomodidad asociada con la afección.
Las infecciones que no afectan el cerebro, se asocian con disminución del sueño.En
general, las enfermedades infecciosas, los trastornos mentales y las afecciones físicas se
asocian con somnolencia y fatiga. Las células del sistema inmunitario innato aumentan el
sueño.
En voluntarios jóvenes y sanos se observó que la deprivación del sueño a corto plazo no
afecta la incidencia de infecciones. Además, la deprivación del sueño puede estimular
ciertos mecanismos de defensa del huésped; por ejemplo, la disminución del sueño
estimula la producción de interferón por parte de los linfocitos y aumenta la síntesis de los
glóbulos blancos y de los monocitos.
Recientemente se informó que los patrones normales de sueño pueden asociarse con
disminución significativa de un regulador de respuesta inmune y la falta de activación de
linfocitos.
El sueño nocturno beneficiaría la presencia de células que favorece la inmunidad celular.
El estrés altera el funcionamiento inmunológico y afecta el eje hipotalámico-pituitario-
adrenal y el sistema nervioso simpático . Los hombres de mediana edad serían más
vulnerables ante los efectos del estrés sobre el sueño. Esto explicaría el aumento de la
prevalencia de insomnio en este grupo de edad. También, el aumento del nivel de cortisol,
comúnmente denominada la hormona del estrés, asociado con la edad contribuiría con la
disminución de la cantidad de sueño en los individuos ancianos.
Se asocia el sueño y el sistema nervioso simpático . Los sujetos ancianos duermen
menos, tienen más despertares. Los niveles de noradrenalina (favorece los impulsos
nerviosos)aumentan a medida que avanza la edad.
En hombres jóvenes se halló que el aumento de los niveles de noradrenalina se asocia
con un cambio de los patrones de sueño que remeda el patrón observado en ancianos. La
deprivación de sueño puede tener efectos duraderos sobre las vías del estrés. Dado que
las hormonas del estrés pueden modular la función inmunológica, los cambios de la
actividad de las vías de estrés afectarían la respuesta inmunológica.
Los procesos del sueño afectan el funcionamiento inmunológico al modificar los niveles de
hormonas del estrés y de neurotransmisores.
En condiciones patológicas, los cambios de los patrones de secreción de citoquinas
(proteínas) contribuyen con la aparición de trastornos del sueño y de síntomas asociados
como la fatiga; por ejemplo, se observa en pacientes con artritis reumatoidea, cáncer y
enfermedades autoinmunes y en presencia de trastornos psiquiátricos.
La interacción entre el cerebro y las citoquinas modifica los patrones de sueño y otras
conductas en respuesta a la activación del sistema inmunológico innato. Esto permite que
el individuo actúe de manera eficiente ante la presencia de un agente infeccioso. No
obstante, en sujetos susceptibles, la activación excesiva del sistema puede tener
consecuencias negativas.
En los pacientes con enfermedades crónicas, la activación reiterada del sistema por parte
de las citoquinas acarrea la aparición de síntomas inespecíficos como trastornos del
sueño, dolor, extrema desnutrición, fatiga y alteraciones cognitivas.
Asimismo, la activación de las vías que conectan el cerebro con el sistema inmunitario
aumenta la prevalencia de trastornos del estado de ánimo en pacientes con alteraciones
inflamatorias crónicas.

El sonambulismo: causas y consecuencias


Categoría:

Salud

| Tipo: Nota de prensa | Tags:

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Actos repetitivos o comportamientos complejos, es imposible la comunicación, episodios de
segundos, minutos y más prolongados, mayoritario en varones, niños y adolescentes
EL SONAMBULISMO: CAUSAS Y CONSECUENCIAS

La persona sonámbula es la que dormida abandona su cama y lleva a cabo


actividades simples —casi siempre sin propósito, como actos repetitivos— o
comportamientos más complejos como: caminar por la habitación, abrir y
cerrar puertas, encender o apagar la radio, vestirse, abrir y cerrar la heladera o
alguna alacena para buscar alimentos o bebidas.

Puede abandonar su habitación y caminar por el vecindario e incluso hasta


conducir un automóvil, regresar voluntariamente a su hogar, acostarse
nuevamente en su cama, continuar durmiendo y luego, al despertar, no recordar
nada de lo ocurrido.

Mientras transcurre el episodio de sonambulismo, generalmente es muy difícil,


casi imposible, la comunicación con las personas afectadas y si se logra está
limitada a algunas palabras.

En la literatura se reportan muy raros casos de comisión de delitos, aunque


algunos autores refieren o comentan actos de exhibicionismo y agresión física.

Este comportamiento puede prolongarse desde unos segundos hasta varios


minutos, aunque pueden suceder episodios más prolongados.

Ocurre con mayor frecuencia en los niños y los adolescentes, y según algunos
autores, es mayoritario entre los varones.

El sonambulismo se produce, por lo general, en las primeras dos horas de sueño


y a veces lo antecede algún episodio de terror nocturno.

Algunos investigadores plantean que tales trastornos están precedidos con un


año o más de duración de episodios de somniloquio (habla o emite sonidos
mientras duerme), de ahí la importancia de prestarle la debida atención a este
problema en el caso de los niños y jóvenes.

Causas
Sus causas son muy variadas, aunque hay especialistas que refieren que este
desorden del sueño está vinculado con trastornos psiquiátricos y epilepsia.

Otros investigadores, al indagar la posibilidad de una predisposición hereditaria


al sonambulismo en gemelos, encontraron que el grado de concordancia en los
gemelos idénticos genéticamente era seis veces más frecuente, que en los no
idénticos (los que se originan a partir de la fecundación de dos óvulos
independientes por dos espermatozoides).

Asimismo, se mostró que su incidencia aumenta en los niños y adolescentes


cuando los padres han sido sonámbulos. Otros autores también destacan los
antecedentes patológicos familiares similares.
Es válido señalar que si bien los factores hereditarios predisponen al
sonambulismo o el terror nocturno, éste puede estar influido por factores
ambientales.

El entorno familiar inadecuado que produce o favorece la aparición del estrés y


la tensión emocional, así como el daño cerebral, son factores considerados
asiduos. Sin embargo, debido a que esta dolencia disminuye de manera
significativa o desaparece, generalmente, con la edad, algunos investigadores la
consideran, sobre todo, resultado de una inmadurez del sistema nervioso
central.

Es fundamental el estudio personológico detallado del paciente, pues algunos


especialistas refieren que en la mayoría de los casos se observan claras
manifestaciones de alteraciones psicológicas, las cuales deben ser atendidas
como parte del tratamiento integral.

En los adultos la ingestión de determinados medicamentos, a veces combinada


con alcohol, se considera un factor que propicia el sonambulismo,
especialmente en las personas susceptibles.

Hay expertos que llaman la atención sobre la prescripción de algunos fármacos


a determinados pacientes que presentan problemas psiquiátricos, ya que
pueden ser un factor precipitante, en algunos casos, de comportamientos
sonambúlicos. De ahí la importancia del uso de la dosis exacta y de erradicar
completamente el mal hábito de la automedicación.

Incluso la sobreingestión de determinados alimentos puede ser un elemento


propiciador del sonambulismo en las personas propensas.

Es importante saber además que en determinadas ocasiones los estados febriles


pueden ser un factor precipitante del sonambulismo o del terror nocturno, pero
es un hecho aislado y transitorio, que desaparece una vez eliminadas las causas.

Fuente: Doctor EDUARDO CAIRO VALCÁRCEL, profesor titular de la Facultad


de Psicología de la Universidad de La Habana, Cuba

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