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LEHI EN EL DESIERTO Y EL
MUNDO DE LOS JAREDITAS.
© Editorial Deseret.
Contenido
Tabla de Figuras
Clave de abreviaturas
Notas
1
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
El libro jamás hubiera salido a luz de no ser por la vasta colección de fuentes
consultadas, además de que es necesario hacer notar que ha sido escrito bajo la
inspiración del espíritu de Dios. Tal vez lo mejor del libro es que se convierte en un
testimonio adicional de la autenticidad de José Smith como profeta divinamente
inspirado para llevar a cabo la obra de la traducción del Libro de Mormón y la
Restauración del Evangelio de Jesucristo.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Tanto el Dr. Nibley como los editores de esta obra agradecen que la serie de
artículos que primeramente fueron publicados en la revista “Improvement Era”
hayan dado pie a este libro.
Con la llegada del alba del 6 de Junio de 1944, las primeras lanchas de
desembarque de las fuerzas aliadas atracaban en las playas de Normandía. En la
playa conocida por los aliados con el nombre clave de Utah, una docena de
hombres a bordo de uno de esos jeeps de combate vitoreaban a su pintoresco
conductor como si hubiera surgido triunfante de debajo de la superficie de las
heladas aguas del Canal de la Mancha. Ese conductor, un elemento de inteligencia
del ejército de Estados Unidos poseedor de un doctorado en historia antigua por la
Universidad de California en Berkeley, no era otro que Hugh Nibley, de 34 años.
El jeep que conducía Nibley rodeó una duna de arena y desapareció de la faz
de la tierra sin que jamas se volviera a saber de él. “yo estuve ahí, en la playa
Utah,” recuerda vívidamente el autor, “estuvimos un par de pies bajo del agua; un
hecho que realmente me impresionó profundamente, tan profundamente como la
veracidad del Libro de Mormón. Nunca había reflexionado en ello hasta ahora, pero
todo lo que puedo recordar de ese día es lo maravilloso que era para mí este Libro
de Mormón.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Escribir una historia sobre lo que pudo haber sucedido en los albores de la
historia escrita habría estado tan lejos del alcance de cualquier erudito de la época
de José Smith como la posibilidad de que pudiera construirse una bomba atómica.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
El Dr. Nibley también nos enseña lo sorpresivo que puede resultar el estudio
del Libro de Mormón: “Estudié algunos temas durante años sin que por un momento
se me ocurriera que eran de suma importancia en el Libro de Mormón.”
Pero por encima de todo, nunca pierde de vista la importancia espiritual que
el Libro de Mormónn encierra. “Pero sobre todo, el Libro de Mormón es un testigo
de la preocupación que Dios tiene por sus hijos, así como de la posibilidad de un
encuentro íntimo con Jesucristo para todos aquellos que lo reciban.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
De esta forma, el autor nos coloca en una nueva posición con respecto al
Libro de Mormón para que podamos apreciarlo desde una perspectiva eterna que
empieza a tornarse urgente. “El Libro de Mormón debe convertirse en un asunto de
alta prioridad. No hemos puesto la suficente y debida atención al Libro de Mormón.
Esto es un asunto urgente.” Esta sensación de imperiosa necesidad –no menos
enfática hoy de lo que fuera en los días en que conducía su jeep en las playas de
Normandía– es el sello indeleble del legado e influencia de Hugh Nibley.
John W. Welch.
Editor.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Primera Parte
Lehi en el Desierto
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 1
El Problemático Oriente.
El Planteamiento
Los primeros dieciocho capítulos (aproximadamente 40 páginas) del Libro de
Mormón relatan la manera en que Lehi condujo a una compañía de Israelitas desde
Jerusalén hasta las playas del mar cruzando Arabia a principios del siglo VI a.C.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
asunto, e incluso en vista de las afirmaciones realizadas por José Smith, no puede
alegarse inmunidad para evitar el escrutinio a través de las mismas pruebas que
han revelado el origen auténtico de documentos antiguos. Si el Libro puede pasar
tales pruebas, no hay forma alguna de impugnar su antigüedad y autoría.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Provo, Utah; o que los desiertos del sur de California albergarían grupos de Arabes
criando ovejas, gallinas y cultivando dátiles exactamente como sus ancestros lo
hicieran en los desiertos de Oriente? Tales personas a menudo son maravillosos
informantes por que son poseedores de una memoria asombrosa y porque además
no hay nada que les agrade más que rememorar tales historias durante una partida
de backgammon tan larga como la noche misma.8
4.- Aunado a los reportes de viva voz, tenemos las palabras de los ancestrales
poetas árabes. La historia en prosa del Bani Hilal es sumamente útil; en primer
término como “manual o instructivo” sobre la migración en el desierto, y en un
segundo término, como una historia que mantiene un sorprendente paralelismo en
algunos puntos con relación a la historia escrita por Nefi.
Una vez reunidas, estas fuentes permiten hacer un escrutinio mas minucioso
del Libro de 1er. Nefi que el que habría podido realizar una generación anterior. Sin
embargo, ello no es más que el panorama general que creemos se ciñe a los
lineamientos que debería tener un correcto análisis de la historia de Lehi y que,
adicionalmente, se ha ofrecido la evidencia necesaria y suficiente para justificar las
conclusiones a las que se llegarán al final de este estudio.
La Ubicación en Jerusalén
Cuando hablamos de Jerusalén, es importante señalar la preferencia de Nefi
por una expresión no-bíblica; “la tierra de Jerusalén” (1 Ne. 3:10) para referirse a su
lugar de origen. Mientras que sus hermanos y él siempre se referían a “la tierra de
Jerusalén” como su hogar, queda perfectamente claro, por cierto número de
pasajes que “la tierra de la herencia de nuestro padre” (1 Ne. 3:16) posiblemente no
formaba parte de la ciudad, ni de su vecindad inmediata; sin embargo, Lehi “había
morado en Jerusalén todos sus días” (1 Ne. 1:4). Los términos parecen confusos,
sin embargo, reflejan correctamente las condiciones imperantes; en las cartas
Amarna leemos sobre “la tierra de Jerusalén” como un área mas extensa que la
ciudad en sí, e inclusive aprendemos que “una ciudad de la tierra de Jerusalén, Bet-
Ninib, ha sido capturada.” Era una regla en Siria y Palestina, como lo muestran las
cartas referidas, designar como ciudad a una amplia zona alrededor de la misma,
incluidos sus habitantes.9 Esto fue una práctica común desde aquellas épocas en
las que campos y ciudades eran consideradas una unidad política simple,
comprimida bajo el término ciudades-estado; cuando estas últimas eran absorbidas
para formar parte de un imperio, la identidad original se preservaba, no así su
significado político.10 La misma condición hizo posible que Sócrates fuera
considerado un ateniense de pura cepa, a pesar de ser originario de la villa de
Alopeke, situada a cierta distancia de la ciudad.11 Mención particular merece esta
circunstancia, ya que muchos han señalado como una perfecta prueba de fraude la
declaración registrada en Alma 7:10 de que el Salvador nacería “en Jerusalén, la
tierra de nuestros antepasados”. A pesar de la oposición, la antigua terminología
fielmente preservada, describe perfectamente un sistema que ha últimas fechas ha
sido redescubierto.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Muy poco sabemos sobre la estructura del gobierno judío de una ciudad,
salvo que los “ancianos” desempeñaban un papel principal. El vocablo “ancianos”
debe entenderse como “los líderes de las familias mas influyentes de la ciudad.”13
Lo anterior podría colocarlos en posición similar a la de aquellos príncipes, nobles y
oficiales conocidos con el título de Sarim en las cartas de Laquish; el término Sarim
se aplica, de acuerdo con J. W. Jack, a “miembros de la casta oficial, p. ej.
‘Oficiales’ actuando por mandato del rey como sus consejeros y gobernantes.” En
las cartas de Laquish encontramos a un Sarim denunciando a Jeremías ante el rey
y solicitando su ejecución inmediata debido a su influencia negativa sobre la moral
del pueblo (Jeremías 38:4-5).14 Al acusar a Jeremías de insurrecto, los judíos
influyentes de Jerusalén eran apoyados por la mayoría de la gente y por
embusteros, cuyos falsos oráculos, “el judaísmo tradicionalista,” condujeron a la
mayoría “en pos de un fanatismo tendencioso,” logrando con ello, por decirlo de
alguna manera, constituirse como una seria amenaza para quien sostuviera una
opinión contraria.15 Para el gobierno a cargo de un Sedequías débil e incompetente
significaría colocarse en ruta de una política suicida de alianza militar con Egipto
“convenientemente convincente.”16 El país había experimentado un crecimiento
económico sin precedentes, gracias al intercambio comercial cada vez más
importante sostenido con Egipto, lo cual había propiciado el florecimiento sin
paralelo de algunos capitales privados. “Galeras fenicias colmaban las riberas del
Nilo, y los mercaderes semitas… abarrotaban el Delta.”17 El grueso del comercio
marítimo pasaba a través de Sidón, puerto que dominó la escena comercial de
principio a fin.18 Las listas de los bienes importados a Egipto desde Palestina
muestran que los grandes hombres de Oriente tomaron para sí el oro de Egipto a
cambio de su vino, aceite, grano y miel; siendo por mucho los tres primeros,
artículos de suma importancia.19 En ciudades del interior del país como Jerusalén,
las caravanas de príncipes mercaderes desfilaban como en los días descritos en las
cartas Amarna; los caminos aparecieron hasta la época de los Romanos.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
acuerdo con Hogarth, Egipto ejerció su dominio imperial articulando tres ejes: el
primero de ellos consistió en gobernar por medio de un despliegue de fuerza
directa, el segundo “por medio del temor que los guardias, los agentes creados para
tal objeto y el talante del conquistador pudieran sembrar y mantener vivo en las
mentes de sus administradores indirectos, súbditos y vasallos” y finalmente el
tercero “mediante el empleo de una reducida esfera de poder formada por la élite
aristocrática del bando perdedor, y de quienes se esperaba un tributo; sin embargo,
esta esfera de poder no estaba restringida o supervisada por guardias o
representantes del imperio…solo ocasionalmente.”33 Dado lo anterior, vemos que la
posición de Egipto como “la nación mas favorecida” en Judá bien pudiera
catalogarse como una pérdida creciente del dominio, e incluso cabría la posibilidad
de establecer para estas circunstancias particulares en Palestina un patético y
decadente cuarto eje de dominio.34 La larga herencia cultural, más que su forma
gobierno, era lo que permitía a Egipto detentar todo el poder; tal influencia se
mantuvo fuertemente arraigada en Palestina incluso mucho tiempo después de que
Egipto había cedido su lugar como potencia hegemónica del Mundo Antiguo. 35
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
probablemente era experto en cuestiones sobre vino, olivo, higos y miel; de manera
que es casi seguro que sostenía tratos comerciales con Egipto.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Era común, tanto en idiomas antiguos como modernos, utilizar una misma
palabra (p. ej. en español “discurso”, en egipcio “ra”) tanto para “lengua” como para
“idioma,”40 sin embargo, este estilo tan común en el Libro de Mormón no se conoce
en el idioma hebreo. Cuando Nefi menciona, “así se expresaba mi padre en
alabanzas a su Dios” (1 Ne. 1:15), no esta refiriéndose al idioma en que su padre se
expresaba, sino que intenta decirnos que lo que hace es citar o parafrasear las
palabras de su padre. De forma similar, al decir “hago la relación en el lenguaje de
mi padre” (1 Ne. 1:2), sugiere que va a citar o parafrasear de lo escrito por su padre
(1 Ne. 1:16). Nefi explica que su padre escribió el registro en egipcio, de acuerdo a
la manera de los judíos, pero nunca afirma que el egipcio sea la lengua nativa de su
padre. El condicionante que aparece al principio de 1 Ne. 1:2 “y se compone de…”
por supuesto que no esta refiriéndose al “idioma” o al “autor”, sino al “registro”. Las
dos primeras son sintácticamente posibles, pero carecen de sentido: un idioma no
consiste en una sola lengua, pero un registro sí. La frase esta escrita en un inglés
torpe y poco elegante, pero al igual que muchas otras contenidas en el Libro de
Mormón, es muy similar a una típica construcción semítica que bien podría leerse
como: “hago un registro, en el lenguaje de mi padre, consistente en la sabiduría de
los judíos,” etc. José Smith jamás dictó signos de puntuación durante el proceso de
traducción del Libro de Mormón.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
aprendieron arameo en lugar del egipcio por que la escritura egipcia era demasiado
difícil de aprender.42 Ahora nos vemos forzados a creer que los judíos revirtieron
este proceso y adoptaron los caracteres egipcios incorporándolos a su propio
lenguaje.
Hay mucho en lo escritos de Nefi que muestran, como él mismo declara, que
esta escribiendo en egipcio –no en caracteres egipcios. Cuando Nefi nos dice que
su registro y el de su padre están escritos en el idioma de los Egipcios (no debe
entenderse que el idioma de los egipcios fuera el idioma de su padre), podemos
estar seguros que eso es exactamente lo que significa. Por lo tanto, ¿Habría algo
mas natural que eligiera para grabar su mensaje, dirigido no solo a los Judíos, sino
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
al “resto de la casa de Israel”(1 Ne. 19:19) y a los gentiles (1 Ne. 13:39-40) de entre
las lenguas del mundo a su propio lenguaje hebreo tribal?¿no adoptarían mas tarde
los Judíos al griego como idioma internacional por encima del hebreo, incluso como
vehículo de la Santa Palabra de manera que esta se difundiera lo mas ampliamente
posible no solamente entre los gentiles sino aún entre los mismos judíos?
Los primeros tres versículos de 1er. Nefi son totalmente diferentes del resto
del texto; son un típico prefacio o introducción, una figura literaria que
frecuentemente aparece en las composiciones egipcias. Un ejemplo de ello es el
famoso papiro Bremen-Rhind, que inicia con un prefacio que contiene (1) la fecha,
(2) el nombre de su autor, Nasim, (3) los nombres de sus padres y una descripción
de sus virtudes, con un especial énfasis sobre el llamado profético de su padre, (4)
una maldición lanzada en contra de todo aquel que pretenda “apropiarse del libro,”
probablemente “debido al temor de que el libro pudiera llegar a caer en manos
impuras.”44 Compárese lo anteriormente expuesto con el prefacio o prólogo escrito
por Nefi: (1) su nombre, (2) los méritos de sus padres, llamando particularmente la
atención del lector sobre las valiosas lecciones aprendidas de su padre, (3) una
solemne declaración (equivalente a la maldición de Nasim) sobre la veracidad de la
historia, así como la aseveración, “y se escribe por mi propia mano” (1 Ne. 1:3) -
condición indispensable de cualquier introducción auténtica, ya que su propósito es
establecer con claridad la identidad del primer redactor (no del último escribiente)
del texto. Las obras literarias egipcias regularmente cierran con la fórmula iw-f-pw
“por lo tanto así es” “y de manera que así es.”45 Nefi concluye las principales partes
de su Libro con la frase, “Y así es, Amén” (1 Ne. 9:6; 14:30; 22:31).
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
En el Libro de Mormón:
Actuando por recomendación del Rey Mosíah, quien ansiaba evitar una
controversia por el trono, los nefitas de principios del siglo I a.C. sustituyeron la
monarquía por un sistema de gobierno basado en jueces, “hombres sabios como
jueces, quienes juzgarán a este pueblo según los mandamientos de Dios” (Mos.
29:11). No se nos dice de donde Mosíah obtuvo la idea; sin embargo, por la
disposición y docilidad con la que el pueblo adoptó el sistema implica que ya
estaban familiarizados con el (Mos. 29:37-41). Lo anterior queda plenamente
demostrado en el episodio registrado sobre un tal Korihor, quien fue capaz de ganar
un gran número de seguidores al acusar al “sumo sacerdote, y también juez
superior del país” de revivir “ordenanzas y ceremonias que establecen antiguos
sacerdotes para usurpar poder y autoridad” del pueblo (Al. 30:21-24). Que existiera
un peligro real al rehabilitar una antigua forma de gobierno sacerdotal es aparente
debido a que no mucho tiempo después de haberse establecido el sistema, cierto
Nehor, intentando convertirse en el nuevo juez superior, fue acusado de ser el
primero en introducir la superchería sacerdotal “entre este pueblo.” En esa ocasión,
el juez superior afirmó que si la superchería sacerdotal fuera impuesta sobre el
pueblo “resultaría en su entera destrucción” (Al. 1:12). Resulta paradójico que la
superchería sacerdotal no había sido practicada en el Nuevo Mundo, sin embargo,
esa tradición era vivamente rememorada, por lo que sus orígenes deben buscarse
en el Mundo Antiguo si es que creemos en lo narrado en el Libro de Mormón.
El Mundo Antiguo:
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
año 1085 a.C. el sacerdote en jefe de Amón ya se encuentra ocupando el trono del
sur, y en esa época “el sumo sacerdote de Amón podía -y de hecho lo hizo- reducir
al rey a una posición de servidumbre.”53 El nombre del sumo sacerdote que tomó el
trono de Tebas para sí era Herior o Kherihor.54 El fundamento del régimen
sacerdotal consistía en un nuevo sistema de fiscalías, en las que los sacerdotes de
Amón fungían como jueces y cuya influencia fue extendiéndose cada vez más hasta
competir y finalmente suplantar por completo al poder judicial en todo el territorio.55
La tendencia separatista tan característica de la historia sacerdotal quizá se vió
ensombrecida durante la reunificación de las cuatro regiones del sur como una sola
unidad administrativa bajo el liderazgo de Nehi, el gran gobernador de la
decimoctava dinastía, así como la aparición, que inicia con Nehri, de diversas
estirpes gobernantes en Tebas bajo el auspicio de Amón.56 Al tomar el nombre de
Sam Tawi (el que unifica a dos tierras), el sucesor de Nehri prefigura el surgimiento
de una nueva dinastía.57
Libro de Mormón:
El Mundo Antiguo:
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
del Dios de Abraham? Es por demás significativo que el nombre llegara a alcanzar
preeminencia años después de la presencia de Abraham en Egipto, y cerca de un
lugar en donde más tarde se ubicaría una de las más importantes colonias de
judíos.62 Una réplica del lienzo egipcio bosquejado hasta el momento, bien pudiera
hallarse en las ciudades costeras de Palestina, generalmente bajo la influencia
egipcia, cuya administración y gobierno se encontraba en manos de jueces y
sacerdotes, los cuales ocasionalmente usurpaban la autoridad del rey. Tales
acontecimientos se presentaban tanto en la ciudad de Sidón como en la de Tiro; en
esta última vivían dos usurpadores sacerdotales que ostentaban el nombre de
Maitena o Matena –un nombre con un número de variantes tal, que ello sugiere una
fuerte implicación con el nombre Matoni que aparece en el Libro de Mormón.
El Libro de Mormón:
El Mundo Antiguo:
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Sidón era el puerto oficial a través del cual los Judíos establecieron el tráfico
comercial con Egipto. Debido a que Lehi y su pueblo fueron hábiles comerciantes,
no es una sorpresa el que Sidón sea la única ciudad Palestina cercana a Jerusalén
cuyo nombre figure de manera tan prominente en el Libro de Mormón. Es más,
dado que Sidón era el punto terrestre de reunión tanto para hebreos como para
egipcios y que los nombres de ambos linajes concurren en el Libro de Mormón, uno
podría esperar que el nombre de tan popular sitio de reunión apareciera tanto en su
forma egipcia como hebrea. La forma egipcia es Dji-dw-na, la cual tiene una
extraordinaria similitud con el nombre Giddona registrado en el Libro de Mormón (Al
30:23).70
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 2
Los Hombres de Oriente
Nombres Extraños.
La huella de Egipto estampada en la posteridad de Lehi puede distinguirse
con claridad en los nombres ostentados por ellos y sus descendientes. Los nombres
hebreos y egipcios en conjunto destacan por su mayoría abrumadora y presencia
en cantidades muy similares, lo cual es exactamente lo que uno podría esperar de
la declaración de Mormón en el sentido de que ambos idiomas fueron empleados
por su pueblo (lo que ciertamente no sería el caso si únicamente se hubiera usado
el idioma hebreo), sin embargo, también están presentes elementos Jonios, Hititas y
Arabes. Primeramente, examinemos algunos nombres egipcios, comparando los
nombres anotados en el Libro de Mormón (LM) con sus contrapartes equivalentes
del Mundo Antiguo (MA).1
Aha (MA), nombre del primer faraón egipcio; significa “guerrero” y es un término
común.
Amanatabí (MA), jefe de una ciudad cananita bajo el dominio egipcio. El nombre es
egipcio “reformado”.
Ammón (LM), el nombre que con mayor frecuencia aparece en el Libro de Mormón.
Ammón (Amón, Amún), el nombre más común en el imperio egipcio: el gran Dios
universal del imperio.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Djed-djhwt-iw-f
y Djed-djhwti-iw-s agregando la terminación –ankh (MA), son nombres egipcios
que significan “Dios ha determinado: que él viva,” y “Dios ha determinado: que ella
viva,”, respectivamente.3 Tomando como patrón lo anterior, los dos nombres nefitas
significan “Dios ha determinado: que yo viva,” y “Dios ha determinado: que nosotros
vivamos,” respectivamente.
Her-amón (MA), “en la presencia de Amón”, muy similar a otro nombre egipcio Heri-
i-her-imn.4 La letra “L” de las lenguas semíticas se escribe como “R” en el idioma
egipcio, ya que este último carece de “L”. De manera inversa, la letra “R” en el
idioma egipcio es considerada como una “L” en los lenguajes de origen semítico.
Kherihor (en ocasiones escrito como Khuhor, etc.) (MA), el gran sumo sacerdote de
Amón, quien ascendió al trono de Egipto en Tebas alrededor del año 1085 a.C.
Mantí (LM), el nombre de un soldado nefita, una tierra, un cerro y una ciudad.
Manti (MA) es una forma semítica de un nombre egipcio, por ejemplo, Manti-
mankhi, príncipe del alto Egipto alrededor del año 650 a.C. Manti una derivación
idiomática tardía de Month, dios de Hermontis.
Maitena, Mattenos, etc. (MA), dos jueces de la ciudad de Tiro, que en diferentes
épocas llegaron a ser reyes, muy posiblemente bajo el auspicio y dirección egipcias.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Pakamen (MA), nombre egipcio cuyo significado es “ciego”; al igual que Pamenches
(en griego, Pacomios), nombre de un comandante de la región sur y sumo
sacerdote de Horus.
Pa.ks y Pach-qs (MA), nombres egipcios. Compárense con Pa-ches-i, “el que
clama.”
Sam Tawi (MA), en egipcio “el que unifica a dos tierras,” es un título tomado por el
hermano de Nehri tras alcanzar el trono.
Zoser, Zeser, etc. (MA), gobernante de la tercera dinastía y uno de los más grandes
e importantes faraones egipcios.
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Zmn[ha][re] (MA), nombre egipcio: los mismos elementos lingüísticos del nombre
anteriormente mencionado, solo que en diferente orden –una práctica egipcia
común.
Znb, Snb (MA), elementos frecuentemente empleados en los nombres egipcios, cf.
Senep-ta.
Zenoc (LM), de acuerdo con varios autores del registro nefita, fue un antiguo profeta
en Israel.
Se habrá notado que los nombres comparados rara vez son exactamente
iguales, exceptuando el caso de los monosílabos Sam y Hem. Extrañamente, tal
circunstancia es una sólida confirmación de un origen común, debido a que los
nombres fueron obligados to sufrir algún cambio con el tiempo y la distancia; por lo
tanto, si el parecido fuera perfecto, nos veríamos forzados a atribuirlo, por mas
descabellado que pudiera parecernos, a una simple coincidencia. Debe haber
diferencias; y lo que es mas, tales diferencias no deberían ser incongruentes sino
mostrar tendencias concretas. Esto nos conduce a la cualidad más impresionante
de los nombres del Libro de Mormón.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Una seria objeción para utilizar los nombres del Libro de Mormón como
evidencia filológica no debe quedar sin respuesta. Al tener ante sí tan extrañas
palabras ¿cómo pudo un iletrado José Smith haber sabido como pronunciarlas? y al
escucharlas ¿cómo pudo su escribiente haber sabido como escribirlas?
Recordemos que estos nombres no son traducciones al inglés como el resto del
libro, sino auténticas expresiones propias del idioma nefita. Entre ellas, las
suposiciones del Profeta al pronunciarlos y las suposiciones de Oliverio Cowdery al
escribirlos forzaría a realizar un arduo ejercicio de suposiciones mutuas para
completar exitosamente el proceso. Solo que no había nada que suponer. De
acuerdo con los testimonios de David Whitmer y de Emma Smith publicados en el
diario "The Saints Herald" y facilitados al autor por Preston Nibley, José nunca
pronunciaba los nombres registrados en las planchas; siempre los deletreaba.9 De
modo que no hay duda que su significado es tan preciso y fidedigno como es
posible interpretarlos mediante el uso de nuestro alfabeto.
Sin embargo, Egipto no era lo único. Palestina siempre fue una olla en
ebullición y más aún en la época de Lehi, cuando el Cercano Oriente por entero se
encontraba intensamente involucrado en operaciones comerciales y de tipo bélico.
Listas de nombres de obreros calificados que vivieron en Babilonia tras la caída de
Jerusalén muestran una increíble variedad de tipos.10
Dado que José Smith disponía del Antiguo Testamento, no hay errores al
listar los nombres en hebreo, pero sus variantes en el Libro de Mormón son
sumamente significativas. La fuerte tendencia a terminar en –iah es particularmente
notable, ya que la gran mayoría de nombres hebreos hallados en Laquish finalizan
de la misma forma, lo cual indica que los nombres con el sufijo –iah fueron
sumamente recurrentes en la época de Lehi.11 Los nombres hebreos grabados en
antiguas jarras provenientes de algunas otras partes de Palestina guardan cierta
familiaridad con los hallados en el Libro de Mormón: Serón, Memsat, Zif (L. de M.,
Zif), Méter, Efer, Jalón, Ezer, Méname, Lécah, Amnon (L. de M., Amnor), Zoet, etc.12
y nunca se sospecharía de ellos si fueran insertados en una lista de nombres del
Libro de Mormón. El Libro de Mormón ofrece el tipo correcto para nombres hebreos.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Sucede que por una u otra razón los judíos a principios del siglo sexto a.C.
no habrían tenido nada que ver con los nombres Baal. Una revisión a las listas de
los nombres de Elefantina muestra que “el cambio de los nombres Baal, por
sustitución, concuerda con la admonición de Oseas en el sentido de que no
deberían ser usados mas por los Israelitas y consecuentemente resulta mas
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Debido a que Elefantina fue ocupada durante mucho tiempo por los Israelitas
que escaparon de Jerusalén posteriormente a su destrucción, sus nombres
deberían mostrar las mismas tendencias que los presentes en el Libro de Mormón.
Sin embargo el traductor del libro quizá por el ejercicio de una astucia sobrehumana
habría sido advertido por Oseas 2:17 a omitir los nombres Baal, ya que el
significado de ese pasaje esta tan lejos de lo obvio que Albright, ya para 1942
encuentra como “muy significativo que los sellos e inscripciones de Judea…tan
numerosas en los siglos séptimo y octavo parece que no contienen nombres Baal
en absoluto.”19 Realmente muy significativo, pero difícilmente mas que la extraña
perspicacia que el Libro de Mormón muestra sobre el particular.
El oro y los objetos preciosos que Lehi poseía eran el resultado del
intercambio efectuado como pago por su vino, aceite, higos y miel (productos para
los cuales parecía ser un hábil comerciante), riquezas que no solamente habían
sido transportadas por mar (de ahí la importancia de Sidón), sino necesaria y
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Lehi tenía fuertes lazos con el desierto entre sus antecedentes familiares.
Doscientos sesenta años antes los Judíos se sintieron mucho mas afines con la
gente del desierto que en épocas subsecuentes. “Llegamos a darnos cuenta,” dice
Montgomery, “que Israel tenía su rostro dirigido hacia aquellas regiones que llaman
el desierto; su vecino mas cercano.” Los Judíos mismos originalmente fueron gente
del desierto y jamás lo olvidaron:26 “Este constante ir y venir de vagabundos del
desierto aún continua… No existen barreras de raza, lengua, casta o religión” entre
ellos y sus primos del desierto.27 Frecuentemente se nos ha informado que los
antiguos patriarcas fueron Beduinos errantes, sin embargo lo anterior no es
indicativo de que vivieran en la barbarie;28 su lenguaje era el propio de la gente del
desierto, del que muchas palabras hasta el día de hoy se asemejan mas al hebreo
que al árabe moderno.29 En fechas tan recientes como el año 2000 a.C. el árabe y
el hebreo aún no habían surgido de lo que “sustancialmente era un lenguaje común
entendido desde el Océano Indico hasta Taurus y desde Zagros hasta las fronteras
de Egipto. Este lenguaje común (excluyendo el acadiano…) probablemente era casi
tan homogéneo como lo era el árabe hace mil años.”30 Una curiosa y persistente
homogeneidad cultural y lingüística ha caracterizado a la gente del Cercano Oriente
en cada época histórica, de tal manera que Margoliouth puede afirmar que “un
sabaeano (Arabe del Sur) bien podría haber encajado en el primer versículo del
Génesis.”31 “Los Hebreos continuaron siendo árabes” es el veredicto de un erudito
moderno; “su literatura…en sus formas registradas, es del tipo y estructura árabe.”32
No es sorpresa que el Prof. Margoliouth sostenga que los Arabes parecen tener “la
clave para cada enigma” en el estudio del Antiguo Testamento. En años recientes la
tendencia de equiparar al hebreo con el árabe ha sido cada vez mayor, y Guillaume
concluye el mas reciente estudio sobre el tema dictaminando que ambos apelativos
son en realidad variantes de un origen común, en referencia a “los hijos de
Heber”.”33 El calificativo ‘Arabe’ no es empleado para referirse a alguna nación, tribu
o raza en particular y “no existía distinción alguna entre Hebreos, Armenios y
Arabes en la época de los patriarcas,” según Albright;34 sin embargo, el término
simplemente define un estilo de vida y los Judíos continuaron aplicándolo a sus
parientes que habrían permanecido en el desierto una vez que ellos mismos se
habían asentado en las ciudades del país.35
Una relación interesante entre Israel y los Arabes no debe dejarse pasar por
alto ya que tiene una aplicación directa con el Libro de Mormón. Nos referimos a
cierta genealogía hebrea cuya nomenclatura es no-hebraica, es decir, con
peculiares formas antiguas de terminación –an, -on, y en ciertos casos de un origen
árabe en particular.”36 “La pérdida de la terminación es completamente común en
los nombres de sitios palestinos,” de acuerdo con Albright en referencia a lugares
mencionados en documentos egipcios.37 Uno puede recordar cualquier cantidad de
lugares mencionados en el Libro de Mormón –Emrón, Heslón, Jasón, Morón, etc.,
que han preservado esta arcaica terminación –on, indicativo, en lo general, de un
pintoresco tradicionalismo entre la gente de Lehi, y en particular, de lazos con la
gente del desierto.
Ahora bien, de todas las tribus de Israel, Manasés fue la única que vivió en
las regiones mas apartadas del desierto entrando en contacto frecuente con los
árabes, a menudo casándose entre ellos y al mismo tiempo sosteniendo la
tradicional estrecha relación con Egipto.38 Y Lehi pertenecía a la tribu de Manasés
(Al. 10:3). La preeminencia del nombre de Ammón en el Libro de Mormón quizá
31
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
tenga que ver con el hecho de que los Amonitas fueran los vecinos mas cercanos
de Manasés y frecuentemente pelearan contra ellos en los desiertos al Este del
Jordán; al mismo tiempo, una conexión prehistórica con el Ammón de Egipto no es
algo que deba descartarse.39 La naturaleza cuasi-nómada de la tribu de Manasés
quizás explicaría el porqué Lehi parece tan fuera de lugar con respecto a las cosas
de Jerusalén. Por primera vez “descubrió” (1 Ne. 5:16) de los registros conservados
en la casa de Labán que era descendiente directo de José. ¿Porque no lo sabía?
Nefi siempre habla sobre “los judíos que estaban en Jerusalén” (1 Ne. 2:13) con
cierto desapego curioso; 1er Nefi nunca se refiere a ellos como “la gente” o “nuestra
gente” sino que siempre lo hace de manera totalmente impersonal como “los
judíos.” En este sentido, es interesante que las cartas de Elefantina únicamente
hablen sobre Judíos y Arameos, nunca sobre Israelitas.40
32
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
que las posibilidades de que uno cuyo nombre fuera causa de desprecio tuviera
buenas razones familiares para viajar serían mínimas; no obstante en Ismael, el
amigo de Lehi, encontramos con toda seguridad a un hombre del desierto. Lehi,
enfrentado con la posibilidad de realizar un largo viaje en el desierto, envió por
Ismael, quien de inmediato lo siguió a la cabeza de un nutrido grupo; esto significa
que debió haber aceptado el viaje mas fácilmente que el mismo Lehi. Lo interesante
radica en que Nefi se lleva a Ismael (a diferencia de Zoram) por propia voluntad de
este último, sin mayores explicaciones –el hecho de enviar por él parece ser la cosa
mas natural del mundo, así como el matrimonio de sus hijas con los hijos de Lehi.
Ya que siempre ha sido costumbre entre la gente del desierto tomar por esposa a la
hija de su tío paterno (bint ‘amni); es difícil no tener la ligera sospecha de que Lehi e
Ismael eran parientes.49
Hay una notable asociación entre los nombres de Lehi e Ismael con el
desierto del sur, en donde se ubicaba el legendario lugar de nacimiento y santuario
central de Ismael llamado Be’er Leía-ro’i.50 Wellhausen interpretaba el nombre como
“quijada de buey salvaje,”51 sin embargo Paul Haupt ha demostrado que Lehi (así se
lee el nombre) no significa “quijada” sino “mejilla,”52 lo que deja sin aclarar el extraño
significado del nombre. No obstante una cosa es cierta: Lehi es un nombre. Hasta
hace poco el nombre era prácticamente desconocido como nombre propio, salvo
como nombre de un lugar, pero en Elat y en otro sitio al sur sus nombres han
cambiado a una forma que ha sido identificada por Nelson Glueck con el nombre
Lahai, “que frecuentemente aparece como parte de un nombre compuesto, o como
nombre de una deidad o persona, particularmente en el Minaeano, el Tamúdico y
otros textos árabes.”53 Existe un Beit Lahi, “casa de Lahi,” entre los antiguos
nombres de lugares de las provincias árabes alrededor de Gaza, pero el significado
del nombre se ha perdido.54 Si tuviera que hacerse un último apunte sobre el
particular, el nombre Lehi es propio de la gente del desierto, y que nosotros
sepamos, de nadie más.
33
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Sam es con toda certeza un nombre egipcio y también la típica forma árabe de
Sem, el hijo de Noé.
34
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 3
En el Desierto.
Lehi el Soñador.
Lehi posee en gran medida las características y los rasgos de un típico Jeque
del desierto. Es noble, generoso, impulsivo, ferviente y visionario; así como dotado
de una fantástica capacidad para la elocuencia y los sueños. Al igual que en sus
sueños, cuando los árabes vagan sienten que son guiados por medio de sueños, y
sus jeques son frecuentemente dotados para ello.1 La parte medular de los sueños
de Lehi es altamente significativa, ya que los sueños de los hombres representan,
incluso cuando son inspirados, las cosas que a diario observan, aúnque
combinadas en maravillosas y extrañas formas. Es común que los hombres de
todas las epocas sueñen, por ejemplo, con barcos; pero un hombre de la época de
Lehi debería soñar únicamente con cierta clase particular de barcos.
Cuando Lehi sueña con respecto a la vanidad del mundo, contempla “un
largo y espacioso edificio,” suspendido en el aire a gran altura de la tierra y colmado
de personas elegante y finamente vestidas (1 Ne. 8:26; 12:18). Eso es exactamente
lo que el Beduino del desierto, para quien las grandes casas de piedra de las
ciudades son una abominación, ve como la perfecta representación de un mundo
inicuo; y como los árabes de la ciudad continúan burlándose de sus primos
nómadas (a quienes envidian secretamente) ante cada muestra de franco desprecio
recibido, entonces ellos son la gente bien vestida en el gran edificio “en actitud de
estar burlándose y señalando con el dedo” (1 Ne. 8:27) al pequeño y pobre grupo
de sucios y harapientos vagabundos, tan hambrientos que comían del fruto de un
árbol, y tan humildes que su pobreza los colocaba en franca pena. Uno casi puede
recordar por las imágenes de Lehi las grandes casas de piedra de los antiguos
árabes, “de diez a doce niveles que…representan auténticas reliquias de la antigua
arquitectura babilónica,”6 con sus ventanas, por razones de seguridad, dispuestas a
35
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
quince pies del suelo. Durante la noche estas ventanas iluminadas indudablemente
producirían el efecto de estar suspendidas sobre la tierra.
El manantial y el arroyo son los dos únicos tipos de “río” (los árabes los
consideran como tales) conocidos en el desierto árabe.13 Lehi sueña con personas
transitando por senderos equivocados; perdidos en desoladas extensiones;
“desviándose por senderos extraños” (1 Ne. 8:23, 32) o internándose en “caminos
anchos, de modo que perecen y se pierden” (1 Ne. 12:17) a causa del “vapor de
tinieblas” (1 Ne. 8:23). Sentirse desorientado es, naturalmente, el destino que
enfrenta todo morador del desierto, tanto en sueños como en la vida real, y los
poetas conocen el inmenso pavor producido por “senderos extraños” y “caminos
anchos.”14 Para simbolizar lo que es completamente inaccesible, a Lehi se le
muestra “un grande y terrible abismo”(1 Ne. 12:18), “un horroroso abismo” (1 Ne.
15:28), una tremenda sima con un único objetivo: separar al (árbol de la vida)
enloquecedoramente visible del otro lado; solo aquellos que han viajado por el
desierto conocen el sentimiento de completo desamparo y frustración que se
experimentan al encontrarse repentinamente obstaculizado por uno de esos
36
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
La Huida al Desierto
El que un prominente ciudadano de Jerusalén abandonara la tierra de su
herencia de un momento a otro y sin mayores argumentos que un sueño podría
parecer a primera vista altamente improbable, por decir lo menos. A pesar de que
Lehi había reflexionado larga y ansiosamente sobre el incierto destino de Jerusalén,
orando “con todo su corazón, a favor de su pueblo” (1 Ne. 1:5), cuando el sueño se
presentó, él estaba preparado. Por otra parte, al emprender su inesperada marcha,
Lehi estaba haciendo no solo lo más sensato, sino también la cosa más común.
Desde tiempos antiguos hasta el día de hoy la acción correcta a tomar cuando la
situación se tornaba peligrosa en las ciudades y regiones del Cercano Oriente era
simplemente escapar y buscar refugio en el desierto. Sinuhé, un alto oficial de la
corte de Amenothep I, intuyendo una revuelta en palacio tras la muerte del faraón,
huye durante la noche hacia el desierto, en donde casi muere de sed de no haber
sido recogido por ciertos árabes amistosos que sostenían tratos comerciales con
Egipto. Su historia, ciento treinta años más antigua que la de Lehi, ilustra la facilidad
con la que los hombres pasaban de la ciudad al desierto y nos muestra cuán natural
era el impulso de ir tras el desierto durante una crisis. ¿No habían Moisés y los
profetas, inclusive el mismo padre Abraham encontrado refugio de sus enemigos en
el desierto? ¿No había hecho el pueblo de Israel lo mismo? Pero lo que hace
extremadamente llamativa la historia de Lehi es el descubrimiento reciente de que
cuando algunos líderes de los judíos en Jerusalén, cuya iniquidad había obligado a
Lehi a salir de la tierra mientras aún era posible hacerlo, hallaron la ciudad al borde
de la destrucción y se enfrentaron con las consecuencias de sus desatinos, se
ocultaron “en el desierto durante el asalto a la ciudad” y al ver todo perdido huyeron
a Egipto.18 “Ocultarse en el desierto” fue exactamente lo que hicieron Lehi y
aquellos que posteriormente lograrían escapar.
37
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
38
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
en un punto que será tema de discusión mas tarde. Nefi cuidadosamente nos
mantiene al tanto del curso principal seguido durante cada etapa de la jornada, y
nunca menciona alguna desviación de la ruta hacia el Oeste o hacia el Norte. La
compañía viajó durante ocho años solamente en dos direcciones, sin retrasarse o
desfallecer, toda una hazaña considerando que la mayor parte de la jornada fueron
largas marchas forzadas.
Lo que excluye por entero al Sinaí como la geografía del viaje de Lehi es la
ausencia en todo momento de árboles maderables con los cuales construir un
barco; mucho menos la existencia de una exuberante y hermosa tierra de
abundancia. “¿Es completamente posible,” escribe un erudito contemporáneo, “que
Salomón tuviera que transportar sus naves o el material empleado en su
construcción, del Mediterráneo, en cuyas playas podría encontrarse la madera para
tal efecto?”30
39
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Gente en Tiendas.
Los editores del Libro de Mormón otorgaron un versículo entero a la lacónica
declaración de Nefi, “vivía entonces mi padre en una tienda” (1 Ne. 2:15), lo cual es
correcto, ya que al mismo Nefi el hecho le parece sumamente significativo y señala
la tienda de su padre como el centro de su universo.35 para un árabe, la expresión
“vivía entonces mi padre en una tienda” es sumamente descriptiva. “Los actuales
habitantes de Palestina,” escribe Canaan, “al igual que sus antepasados se dividen
en dos tipos: pobladores de ciudades y aldeas y El Beduino. La forma de vida y
hábitos de un tipo difieren radicalmente de los del otro, como también su habitación.
Las casas de las aldeas y las ciudades se construyen con materiales duraderos;…
por otra parte las moradas de los Beduinos son tiendas, artefactos que se adaptan
mas a la vida nómada.”36 Un antiguo poeta árabe presume que su gente es “la
orgullosa y refinada gente del caballo y el camello; moradores de tiendas, y no
miserables arreadores de bueyes.”37 Aproximadamente cincuenta años después de
la caída de Jerusalén, un rey persa se jactaba de que todos los reyes “y los
Beduinos que viven en tiendas trajeron sus costosos presentes y arrodillándose, me
besaron los pies,”38 de modo que hace la misma distinción que el poeta. Uno de los
juramentos más comunes de los árabes, reporta Burckhardt, es “por la vida de los
moradores y dueños de esta tienda,” mientras que simultáneamente coloca una
mano a la mitad del poste principal de su tienda.39 Si al morir, un hombre careciera
de bienes, los postes de su tienda se quiebran y la lona es hecha jirones,” mientras
que por otra parte, “la colocación de una nueva tienda en el desierto es un evento
celebrado con banquete y sacrificio.”40 La cultura de la tienda también era
importante para los Hebreos. En efecto, la palabra hebrea “tienda” (ohel) y la
palabra árabe “familia” (ahl), originalmente fueron una misma palabra.41 “El Beduino
le prodiga un profundo afecto a su tienda,” dice Canaan, “no la cambiará ni por una
casa.”42 Así pues Jacob fue “un hombre sencillo, viviendo en tiendas” (Gen. 25:27),
sin embargo, no por ello en condiciones de pobreza: “Ciertos viajeros de Oriente
que solo han visto las sucias y deprimentes tiendas de los gitanos Beduinos…
quizás se sorprenderían con la amplitud y el austero lujo propios de la tienda de un
gran Sheik del desierto.”43
40
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
frase adecuada de bienvenida a todo extraño que entra en una tienda ha sido ahlan
wa sahlan wa marhaban, que literalmente (tal vez) significa, “¡una familia, un sitio
cómodo, y un amplio lugar!”46 Expresiones equivalentes se encuentran en el Antiguo
Testamento, como cuando Abraham invita a su visitante celestial a sentarse debajo
de su árbol (Gen. 18:4); tales detalles son rasgos de un estilo de vida beduino. Sin
embargo, ninguna de las expresiones bíblicas es tan típicamente “árabe” como la
invitación de Nefi.
El Orden de la Marcha.
El Libro de Mormón nos informa abundantemente sobre la forma en que Lehi
y su gente viajaron por el desierto y el registro puede ser comparado con
información de primera mano sobre la vida cotidiana de los árabes durante los
últimos cien años y específicamente de los últimos cuarenta en adelante. Todo ello
concordaría con Nefi de que la tónica de la vida en Arabia es una vida llena de
privaciones: “la vida es difícil; una incesante lucha por la existencia en contra de
hombres y naturaleza.”47 “No es una exageración,” escribe un erudito, “al decir que
un Beduino se encuentra permanentemente en un estado de inanición.”48 “En
muchas ocasiones entre sus provisiones,” reporta Doughty, “no queda ni una sola
jarra con agua en la tienda del sheik.”49 La crónica de Palgrave sobre el particular
resulta verdaderamente impresionante: “finalmente una breve pausa; insuficiente
para descansar o dormir después de mas de tres o cuatro horas de marcha,
interrumpida insistentemente por la advertencia, ‘si nos quedamos aquí, moriremos
de sed’ retumbando en nuestros oídos, y entonces volvemos a los lomos de
nuestras agotadas bestias y seguimos adelante a través de las tinieblas de la noche
que se aproxima debatiéndonos entre la constante posibilidad de un ataque y
saqueo por parte de errantes merodeadores…y aproximadamente una hora antes
del atardecer habíamos avituallado a nuestros camellos lo mejor que pudimos para
preparar un banquete nocturno precisamente en la misma forma descrita como
típica de estas regiones y mas frecuentemente, por miedo a que el humo de nuestra
fogata anunciara nuestra presencia a algún distante vagabundo del desierto,
contentándonos con degustar algunos dátiles secos y un descanso de hora y media
en la arena.”50 Esto es, sin duda alguna, marchar bajo presión; pero las condiciones
–sin el uso del fuego, la carne cruda y “sufriendo mucha aflicción” (Hel. 3:34) son
duplicadas con exactitud en el Libro de Mormón.
41
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
42
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
peligro y se apoyaron en la caza de tal suerte que un arco roto podría significar la
muerte por inanición, podemos estar seguros que fueron nómadas viajando a lomo
de camello y sin rebaños, como lo requería su apresurada huída de Palestina.
Entre la lista de las cosas que llevaron consigo no se mencionan rebaños, que por
supuesto habrían tenido; la referencia a “toda clase de…rebaños” (Et. 1:41) de los
Jareditas siempre aparece en primer término en el relato de su migración y con toda
seguridad podemos asumir que el silencio de Nefi con respecto a este asunto indica
que su pueblo no viajó como un grupo de pastores a cargo de sus rebaños.
Pero Nefi tampoco menciona a los camellos. ¿Por qué no? Por la misma
razón por la que no se mencionan en númerosos poemas árabes que describen el
viaje en el desierto; simplemente porque se da por hecho. En Oriente las palabras
comunes para hacer referencia a un viaje tienen, sintácticamente hablando, una
estrecha relación con la palabra empleada para referirse a un camello; por lo tanto,
rahal y safar, dos palabras básicas, ambas significan “embarcarse en un viaje” y
también “ensillar un camello;” se infiere, por lo tanto, la presencia de camellos
debido a que no se hace mención especial de ellos. Cuando digo que conduje
desde Heber hasta Salt Lake, nadie en esta época pensaría preguntar “¿en
automóvil?” aunque todos mis lectores saben que quizás he conducido también una
carreta o un triciclo. De la misma manera, cuando el árabe reporta haber viajado por
el desierto nunca agrega “en camello,” porque en su idioma “viajar” supone que lo
hizo por camello. Si el grupo de Lehi hubiera viajado durante nueve días a pie, algo
al respecto habría sido asentado en el registro –porque tal cosa jamás fue vista ni
escuchada antes o desde ese día. Pero a pesar de que el camello es la única forma
de viajar, resulta tan innecesario mencionar a los camellos para describir un viaje
como lo sería especificar que se navegan los mares “en un barco.” Hay un episodio,
sin embargo, en el que los camellos desempeñan un papel protagónico en el Libro
de Mormón.
43
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
44
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
moverse por el desierto de lugar en lugar por los puntos fértiles del mismo que
varían con las estaciones del año.66
45
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
primitivos. De manera incidental vale la pena recordar que los expertos en arquería
mencionan que un buen arco mantiene su elasticidad durante aproximadamente
cien mil disparos; por lo que uno podría calcular que la compañía de Lehi, en el
momento de la crisis de los arcos habían estado viajando por lo menos de uno a
tres años. Quedaba fuera de toda posibilidad fabricar el familiar arco de fino acero, y
fue algo sorprendente cuando Nefi “hizo un arco de madera” (1 Ne. 16:23); un
cazador, el mas precavido de los hombres, ni en sueños estaría dispuesto a dejar
su arco de fino acero por un arco común y corriente. Aunque parece simple al leerlo,
fue una gran hazaña de Nefi el hacer un arco, así como posteriormente lo sería la
construcción del barco, y justificadamente se enorgullece de su proeza.
De acuerdo con los antiguos escritores árabes, la única madera útil para la
fabricación de un arco disponible en toda Arabia era la madera del nabc que crecía
únicamente “en medio de los peñascos agrestes e inaccesibles” de los montes
Jasum y Azd, los cuales están situados exactamente en al región en donde, si
seguimos el relato del Libro de Mormón, ocurrió el incidente del arco roto.73
¡Cuántos factores deben estar correctamente concebidos y correlacionados para
hacer que la aparentemente simple historia del arco de Nefi parezca auténtica! Las
elevadas montañas cercanas al Mar Rojo en un considerable viaje descendente
hacia la costa; la presa en los cerros; cazando con arco y honda; el hallazgo de
madera para hacer arcos visto por la compañía como una especie de milagro –¿que
posibilidad hay de reproducir tal situación por mera conjetura?
Con respecto al grano traído por Lehi, es importante considerar que no fue
consumido durante el trayecto, ya que era “semilla de toda clase” (1 Ne. 16:11), una
inquietud innecesaria por la amplia variedad de las mismas a menos que fueran a
sembrarse. Mientras que los viajeros apenas llevan grano como alimento”74 en el
desierto, es algo común para los Beduinos llevar semillas con ellos pensando –a
veces vagamente en realidad– que posiblemente si el año es bueno podrían tener la
oportunidad de sembrar un incipiente cultivo. En Sinaí, “el Beduino anualmente
siembra en los lechos de los arroyos, pero lo hace con la ligera esperanza de
recoger mas de una cosecha cada tres o cuatro años.”75 Bajo ninguna circunstancia
Lehi, buscando una tierra prometida, habría partido sin una provisión para obtener
cultivos seguros en su nuevo hogar. Al viajar, “el trigo se deposita en sacos o fardos
de fabricación casera elaborados con pelo de cabra…el fardo, saco en hebreo
(Gen. 42:25) contiene entre 150 y 180 libras de trigo. Se colocan un par de sacos
por camello.”76 La mención de la costumbre en el libro de Génesis muestra que era
una antigua práctica, inclusive para la época de Lehi.
46
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 4
Costumbres y lugares del Desierto
El Altar de Lehi
Como primer acto protocolario realizado una vez que el campamento y su
tienda quedaron instalados, Lehi “erigió un altar de piedras y ofreció un sacrificio al
Señor, y dió gracias al señor su Dios” (1 Ne. 2:7). Para todo el mundo es como si se
hubiera estado leyendo a Robertson Smith: “La marca artificial ordinaria de un
santuario semítico (el hebreo y el árabe lo son) es el altar del sacrificio; el montón
de piedras o el altar rústico… sobre el que el sacrificio es presentado a Dios…en
Arabia…no encontramos un altar propiamente, sino un tosco amontonamiento de
piedras sobre el que la víctima es sacrificada.”1 Fue en este mismo “altar de
piedras” que Lehi y su familia “ofrecieron sacrificios y holocaustos…y dieron gracias
al Dios de Israel” (1 Ne. 5:9) por el regreso a salvo de sus hijos de su peligrosa
expedición a Jerusalén. Cuando Raswan reporta “un bebé camello fue traído a la
tienda de Misha’il como ofrenda en sacrificio en honor del regreso a salvo de
Fuaz,”2 no podemos sino pensar en la misma escena desarrollada en la tienda de
Lehi por el venturoso retorno de sus hijos. Esto es lo que los árabes llaman
dhabihat-al-kasb; un sacrificio para celebrar el exitoso retorno de guerreros,
cazadores y espías. “Este sacrificio,” escribe Jaussen, “siempre es en honor de un
ancestro,”3 y Nefi menciona dos veces al Israel tribal ancestral en su breve relación.
Al mas puro estilo del desierto, inmediatamente después de haber ofrecido los ritos
de acción de gracias, Lehi procedió a examinar los “anales” (1 Ne. 5:10).
Encuentros en el Desierto
El Libro de Mormón no hace mención sobre encuentros de la compañía de
Lehi con otras personas durante sus ocho años de peregrinación. Tener encuentros
casuales con extraviadas familias de Beduinos en aquel entonces como ahora no
merecería atención especial, pero ¿Cómo fueron capaces de evadir cualquier
contacto humano de importancia durante ocho años y en más de 2,500 millas de
travesía?
Una brillante “comentario” de Nefi lo explica todo. Nefi subraya que solo
hasta que lograron alcanzar las playas del mar fue que su gente pudo encender
fuego sin riesgo alguno, “por que hasta entonces el Señor no había permitido que
47
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
encendiésemos mucho fuego al viajar por el desierto; pues dijo: yo haré que
vuestros alimentos sean sabrosos para que no tengáis que cocerlos; y también seré
vuestra luz en el desierto” (1 Ne. 17:12-13). Eso es. “Recuerdo bien,” escribe
Bertram Thomas, “haber tomado parte en una discusión sobre la incensatez de las
fogatas durante la noche; la apagamos de inmediato a pesar del inclemente frío.”6
El guía del mayor Cheesman no le permitió emplear ni siquiera la tenue luz de una
pequeña lámpara a fin de anotar las coordenadas de navegación y jamás se
atrevieron a encender un fuego al descubierto en la llanura, ya que “llamaría la
atención de las bandas de merodeadores a pesar de las grandes distancias, lo cual
sería una franca invitación a recibir un ataque.”7 En cierta ocasión, mientras nos
encontrábamos favorablemente refugiados en una cavidad “nos atrevimos a
encender fuego que no podía ser visto desde algún otro punto,” escribe Raswan.8
En otras palabras, el fuego no esta totalmente fuera de todo el asunto, sino el raro y
riesgoso –no mucho fuego, fue la regla de Lehi. El fuego continúa siendo en la
actualidad casi tan peligroso como la noche misma: Palgrave narra como su grupo
fue forzado “por miedo a que el humo del fuego alertara a algún distante
vagabundo, a limitar su dieta a dátiles secos” en lugar de alimentos cocidos.9
Por supuesto que la ausencia de fuego para cocinar no tiene por que
significar el consumo de comida cruda. ¿Y que puede hacerse si la dieta consiste
en carne? “Durante una travesía por el desierto,” escribe Buckhardt, “siempre que
una oveja o cabra muere, las personas generalmente consumen crudos el hígado y
los riñones agregándoles un poco de sal. De algunos árabes de Yemen se dice que
comen crudas no solo estas partes, sino además rebanadas enteras de carne; tal
conducta se asemeja a la de los Abisinios y Drusos del Líbano, quienes
frecuentemente se dan el lujo de consumir la carne cruda; de esto último, yo mismo
fui testigo.”10 Nilus, escribiendo catorce siglos antes, relata como el Beduino del Tih
vive de la carne de animales salvajes y a falta de estos “sacrifican un camello, una
de sus bestias de carga, alimentándose con su carne cruda como los animales,” o
maceran la carne con las brasas de una pequeña fogata lo suficiente para no tener
que desgarrarla “como si fueran “perros.”11 Cuán bien encajan estas cosas en la
austera economía de Lehi: “sufrieron mucho por la falta de víveres” (1 Ne. 16:19);
“vivimos de carne cruda en el desierto” (1 Ne. 17:2).
48
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Sir Richard Burton, uno de los pocos individuos que han tenido contacto
directo tanto con el indio americano como con el Beduino árabe estaba
grandemente impresionado por el parecido entre uno y otro; un parecido tan
asombroso que debe advertir a su lector el evitar atribuirles un origen en común,
explicando el perfecto paralelismo de temperamento y conducta debido a “la
independencia casi absoluta” de su estilo de vida.22 Incluso muchas tribus
igualmente independientes de otras partes del mundo en ningún modo se asemejan
a estas dos. Uno de los mejores amigos de quien esto escribe es un venerable pero
emprendedor libanés que ha pasado muchos años entre los Beduinos del desierto y
entre los indios de Nuevo México como comerciante; él asegura que no hay
absolutamente ninguna diferencia entre las dos razas en lo referente a usos y
costumbres. Los árabes que ahora residen en Utah y que han tenido cierto contacto
con los indios del Oeste, afirman lo mismo con énfasis considerable. Es un
problema interesante para el sociólogo y el autor solamente lo menciona porque ha
llamado su atención varias veces. Alguna relación habrá.
49
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
desierto es reclamado por una u otra tribu, la que demandará como pago por tal
osadía, la vida del intruso.23 “No existen fronteras físicas que delimiten áreas y es
común que cuestiones de territorialidad sean dirimidas mediante la lucha, que llega
a convertirse en un episodio anual; en tanto que, por otra parte, el saqueo de
camellos empieza a alcanzar las dimensiones de un hábito,” de acuerdo con
Cheesman.24 De ahí la necesidad de guardar extrema cautela y una estricta
elusividad por parte del grupo de Lehi: “En muchos casos,” dice Jennings-Bramley,
“los Arabes no consideran prudente el permitir a los merodeadores acercarse lo
suficiente como para decidir si son amigos o enemigos,” y a continuación describe
un típico encuentro en el desierto: “tanto ellos como nosotros hicimos lo mejor que
pudimos para no ser vistos.”25 Naturalmente que esta clase de situaciones llevan a
enfrentar situaciones verdaderamente cómicas, temores infundados y prejuicios
ridículos, pero en un juego de vida o muerte nada puede dejarse al azar y la
apuesta de Lehi era muy alta. Ello nos deja ante el cuadro de un impasible grupo de
vagabundos que durante años recorren el yermo; aunque nos parezca imposible, es
algo normal en las desoladas extensiones del desierto, lugar en el que el
susceptible, peligroso y antisocial Beduino se erige como una de las mas
desafiantes, difíciles y fascinantes criaturas sobre la tierra.26
Asuntos de Familia
Pero ¿cómo es que los miembros de un núcleo social tan íntimamente
emparentado tuvieron fricciones entre ellos mismos? Es la historia doméstica que
presenta el verdadero desafío a todo aquel que intentara escribir una historia de la
vida de los Beduinos. Para manejarla de forma convincente debería poner a prueba
el conocimiento del mejor psicólogo, y mas le valdría conocer las costumbres
peculiares del desierto oriental, costumbres que podrían tomar por sorpresa y
atrapar a cualquier incauto occidental a la vuelta de la esquina.
Mientras Lehi vivía, desde luego que era el sheik y la relación entre él y su
familia es descrita por Nefi de la forma mas precisa hasta en sus mínimos detalles.
Con la usual destreza, certeza y precisión, el libro muestra a Lehi dirigiendo (no
ordenando) a su gente únicamente mediante el empleo de su persuasiva elocuencia
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Cuando el Señor tiene una tarea que debe hacerse escoge al hombre
indicado para tal obra basandose en su carácter y experiencia. Cuando Moisés
huyó a Madián, viajó a pie por los desiertos por los que mas tarde conduciría a los
hijos de Israel; vivió y se casó entre la gente del desierto, cuyo estilo de vida enseñó
entre su propio pueblo.45 Lehi no estaba menos preparado y calificado para su gran
misión: abundantemente dotado con medios y experiencia, experto en las
cuestiones del desierto, firme, ingenioso, prudente, impasible, independiente y
difícilmente intimidable (1 Ne. 1:18-20; 2:1-4), irreprensible ante la provocación, es
el arquetipo perfecto de lo que Philby ha declarado en una inspiradora frase –que
solo la fortaleza de carácter del mas grande líder puede conducir a salvo a un grupo
a través del desierto mas peligroso:
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la peor escoria, todo ello dentro de una familia.47 ¿y donde podría encontrarse mejor
ilustración de ello que en la propia familia de Lehi? Por tal motivo, llega a ser uno de
los asuntos importantes presentes en el Libro de Mormón.
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¿Con que derecho esta gente cambia los nombres de ríos y valles a su
antojo? Ningún occidental toleraría tal arrogancia. Pero Lehi no esta interesado en
los convencionalismos occidentales; sigue una costumbre oriental muy antigua. De
entre las leyes “que ningún Beduino soñaría siquiera en transgredir,” la primera, de
acuerdo con Jennings-Bramley, es que “cualquier fuente de agua que se descubra,
tanto en su propio territorio como en territorio de otra tribu será conocido con un
nombre.”48 De modo que en Arabia un gran wady (valle) tendrá diferentes nombres
en diferentes puntos geográficos; una respetable cantidad de nombres dados “a un
mismo valle… el mismo valle puede ser conocido con varios nombres, así como el
río que corre a la distancia o la montaña a cuyos pies se encuentra; todo será
llamado de modo diferente por tribus diferentes,” de acuerdo con Canaan,49 quien
relata que a menudo los árabes “acuñan un nuevo nombre para un lugar que no lo
tiene o cuyo nombre desconocen,” el nombre dado generalmente es el de alguna
persona. Sin embargo los nombres dados por las tribus nómadas “no son ni
generalmente conocidos ni comúnmente usados,” de manera que no debe
esperarse que los nombres que Lehi otorgó a tales lugares hayan sobrevivido.50
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Desde el lado árabe, entonces, la larga extensión noreste del Mar Rojo de
mas de cien millas, es decir, el sector donde el grupo de Lehi posiblemente alcanzó
el mar (1 Ne. 2:5), no es totalmente mar abierto y no es el Mar Rojo; es una amplia
y larga franja de agua como el Nilo y el Eúfrates al fluir, y al igual que ellos no es un
cuerpo de agua cerrado –no se trata de un gran lago- pero abre hacia el mar en su
desembocadura, fluyendo a través de dos canales de casi cinco millas de largo
cada uno. Un vistazo al mapa mostrará que hay una extensión noroeste del Mar
Rojo también, muy parecida a la del noreste. Este brazo antiguamente tenía el
misterioso y tan discutido nombre de Yam Suph, “Mar (o surtidor) de algas (o
juncos).” Si fue llamado un yam, ¿Qué sería mas natural que el que su golfo gemelo
del Este llevara la misma designación? Esta última ciertamente fue con la que los
antiguos, de acuerdo con la definición de Albright, llamaron un yam; el término se
aplicada independientemente que fuera agua dulce o salada, el significado básico
de fuente o surtidor. Cuando el grupo de Lehi vió este cuerpo de agua, que alimenta
al Mar Rojo con sus torrentes burbujeantes manando en el mar (1 Ne. 2:9), le
llamaron yam, es decir, un yam en el sentido en el que el Nilo y el Eúfrates lo son.
Cuando los viajeros alcanzaron el océano, “vimos el mar,” recuerda Nefi, “al
que dimos el nombre de Irreántum, que significa muchas aguas” (1 Ne. 17:5). Pero
¿Por qué no le llamaron simplemente el mar y ya? Obviamente porque no había un
nombre en su idioma para designar este mar en particular. Los antiguos
regularmente recurrían a seudónimos cuando hablaban de los océanos, como “el
verde” de los Egipcios y “la catacumba” de los Hebreos. En cóptico, una última
variante del idioma egipcio, el Mar Rojo era conocido como fayum nehah (phiom
nhah); literalmente “muchas aguas.” Si se quisiera especular, sería fácil rastrear
Irreántum en retrospectiva hasta alguna derivación que contuviera la terminación
egipcia wr (muchas) y n.t (copt. nout “aguas calmas”), o identificar la terminación
–um con el común (Eg., Copt., Heb.) yem, yam, yum, “mar” y el resto de la palabra
con el cóptico ir-n-ahte “grande o mucho. Pero no necesitamos ir tan lejos. Basta
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con saber que en los días de Lehi el océano era llamado mediante motes o
sobrenombres y que el mar del Este era llamado “muchas aguas” por los egipcios.61
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Capítulo 5
La Ciudad y la Arena
Lehi el Poeta
La potente elocuencia empleada por Lehi para mantener a raya a sus
rebeldes hijos es un talento demandado a todo sheik del desierto que se precie de
ello, y, en efecto, es la única arma que el sheik esgrime contra el orgullo y la
susceptibilidad del Beduino, porque, como ya se ha visto, la única fuerza que
emplea es la fuerza de la persuasión. El verdadero líder, afirman los antiguos
poetas árabes “no permanecía en silencio una vez que la discusión se iniciaba.”
Cuando los hombres se reúnen en concilio en la tienda del jefe, el líder “se dirige a
la asamblea con una sucesión de sabios consejos entremezclados con oportunos
proverbios,” exactamente en la forma en que Lehi lo hizo. Las personas de otros
países que los escuchan hablar, menciona nuestro informante, “los suponen
investidos de un don sobrenatural.”1 “Declaraciones poéticas…surgieron a mi
alrededor,” recuerda Burton, “mostrando cuán profundamente teñido por la
imaginación llega a ser el lenguaje del árabe bajo la influencia de una fuerte pasión
o exaltación religiosa.”2 Visitemos la tienda de Lehi:”volví a la tienda de mi padre,”
dice Nefi, “y…ví a mis hermanos, y estaban disputando entre sí concerniente a las
cosas que mi padre les había hablado… y…después de haber recobrado la fuerza,
hablé a mis hermanos” (1 Ne. 15:1-2, 6). “Y…después que yo, Nefi, hube terminado
de hablar a mis hermanos…se humillaron ante el Señor” (1 Ne. 16:1-5). El poder de
la palabra entre la gente del desierto es grande y si el lenguaje de Lehi nos parece
fascinantemente elocuente y expresivo, es porque es el resultado de un antiguo
modelo; “por el espíritu del Señor que estaba en nuestros padres” (1 Ne. 15:12).
Aún más, Lehi era un poeta y no hay pasaje mas excepcional en el Libro de
Mormón que los elocuentes versículos que en una ocasión memorable dirigiera a
sus indisciplinados hijos.
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Y cuando mi padre vió que las aguas del río desembocaban en la fuente del
Mar Rojo, habló a Lamán diciendo: ¡Oh, si fueras semejante a este río, fluyendo
continuamente en la fuente de toda justicia!
Ningún otro tema ha sido estudiado mas intensamente y durante tanto tiempo
que el de la poesía semítica primitiva; y en ninguna otra parte podría encontrarse
una ilustración mas perfecta de los puntos que ahora sabemos concuerdan en
naturaleza y forma con la lírica semítica auténtica, que en este breve relato de Nefi.
Primeramente, surge la ocasión: Fue la visión del río fluyendo hacia el mar lo
que inspiró a Lehi a dirigirse a sus hijos. En un famoso estudio, Goldziher señaló
que los primeros poemas del desierto siempre mencionaban “aquellos Quellenlieder
(cantos compuestos al agua dulce) que, de acuerdo con el relato de St. Nilus, los
antiguos árabes entonaban después de haberse bañado y refrescado en algunos
cuerpos de agua descubiertos en el transcurso de una larga travesía.”4 El propio
relato de Nilus es una fotografía de lo experimentado por el grupo de Lehi:
Ibn Qutayba, en un famoso trabajo sobre poesía árabe, citó a un gran poeta
del desierto, Abu Sakhr, al decir que nada en la tierra trae a la mente versos
poéticos más fácilmente que la contemplación de corrientes de agua y sitios con
abundante flora.6 Esto aplica no solamente a los manantiales sino a todo caudal de
agua. Thomas relata como sus compañeros árabes al alcanzar Umm al-Hait le
saludaron con una canción de alabanza a la “perpetua y fluida lluvia,” cuya
generosidad había llenado el lecho del arroyo, “fluyendo en su cauce.”7 Así que
merecidamente Lehi aparece como el más admirable de los ejemplos “este río,
fluyendo continuamente”; por que para la gente del desierto no hay nada más
milagroso y maravilloso sobre la tierra que el agua fluyendo continuamente. En el
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
episodio mas atrayente de la obra de Saint –Exupery “Viento, Arena y Estrellas”, los
jefes árabes contemplan las maravillas de París con impasible indiferencia pero
estallan en gritos de verdadero éxtasis cuando observan un torrente descender por
los Alpes.8 Cuando el Bani Hilal se detuvo en el primer oasis, su belleza y la
vegetación les recordaron el hogar que había quedado atrás, “y derramaron muchas
lágrimas al recordarlo.”9 Fue precisamente por que Lamán y Lemuel se lamentaban
grandemente por la pérdida de su amada “tierra de Jerusalén…y sus cosas
preciosas” (1 Ne. 2:11), que su padre se dirigió a ellos en esta particular ocasión.
Las palabras de Lehi a sus hijos toman justamente esta forma de súplica
breve, solemne y rítmica. El hecho de que las palabras dirigidas a Lamán coincidan
con exactitud con las de su hermano muestra que aquí tenemos una declaración
muy parecida al saj c. El orgullo mas grande del que puede jactarse un poeta del
desierto es que, “yo declamo un verso y de inmediato surge su hermano;” para la
consumación del arte poético eran necesarios dos versos con un paralelismo
perfecto en forma y contenido. Pocos lograban conseguirlo, y Ibn Qutayba observa
que el primer verso es seguido no por un “hermano” sino por lo menos por un
“primo.”12 Hasta Lehi parece haber salido airoso ante tal prueba. Del fervor moral e
intención didáctica de su recitación no puede haber la menor duda; el hecho de que
Nefi haya registrado dicho episodio en el registro en el que únicamente había, como
él mismo afirma, espacio para cosas de gran valor, muestra la profunda impresión
causada.
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De acuerdo con Ritchter, el mejor ejemplo posible del primitivo qasida árabe
(nombre dado a la poesía más antigua del desierto) es proporcionado por los
antiguos poemas en los que el ser amado se compara con una tierra “en la que
abundantes cauces fluyen corriente abajo… tan impetuosa y turbulentamente, que
el agua se desborda continuamente cada noche.”16 El agua “fluyendo
continuamente” aquí se compara a la persona a quien el poema va dirigido, como
en el “canto” de Lehi a Lamán. El qasida original fue construído, según lo asegurado
por el mismo erudito, alrededor del motivo de súplica (werbenden, de ahí el nombre
qasida), no necesariamente de origen erótico, como se había supuesto, sino mas
bien relacionado con alabanzas a toda virtud (tugendlob).17 Ibn Qutayba incluso
llega a afirmar que la alusión introductoria al asunto del amor era simplemente un
artificio para llamar la atención del auditorio femenino y no parte medular del
poema.18 El patrón esbozado es simple: (a) la atención del poeta es arrebatada por
un impresionante fenómeno natural, usualmente un caudal que fluye; (b) esto lo
impulsa a recitar unas pocas palabras en su alabanza que atraigan la atención de
un amado acompañante, y (c) convertirlas en una enseñanza para este último,
urgiéndole con ello a ponerlas en práctica. Burton ofrece un buen ejemplo: Al
contemplar la vista del Wady al-Akik el poeta nómada es constreñido a exclamar,
El poema parece ser una especie de canción de amor, aunque una canción
muy peculiar, sobre la que algunos han afirmado que así era la estructura poética
del antiguo qasida.20 Pero Burton y sus amigos árabes conocen el significado real,
“el significado esotérico de estas coplas,” como él las llama, las que escapan a la
comprensión del lector occidental y requieren de cierta interpretación:
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
inmutable en el amor por las sendas del Señor. Listemos brevemente las
condiciones cumplidas por el relato de Nefi del qasida de su padre y las
demandadas del verdadero y auténtico poeta de antaño:
1) Son Brunnen –o Qellenlieder, como los alemanes los llaman; es decir, cantos
inspirados por la contemplación de agua brotando a borbotones de un manantial o
recorriendo un valle.
Aquí se conjugan más allá de toda duda todos los elementos de una
situación de la que ningún occidental tenía ni la más remota idea en 1830. Lehi
aparece ante nosotros como un poeta, así como profeta y líder, tal y como debía
ser. “El arte poético de David,” dice el profesor Montgomery, “tiene su contraparte
en los primeros poetas árabes…algunos de los cuales también fueron reyes.”24
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Y cuando llegaron al agua, límpida y natural, dejaron caer sus báculos como
quien ha alcanzado un permanente lugar de descanso.”28
Aventura en Jerusalén
Nefi y sus hermanos viajaron en dos ocasiones de regreso a Jerusalén. El
segundo viaje fue solo a “la tierra de Jerusalén” (1 Ne. 7:2) en busca de Ismael. El
hecho de que esta era una simple y sencilla misión en un momento en el que las
cosas habrían estado muy difíciles para Nefi y su hermanos en la ciudad (en donde
con toda seguridad ya habrían sido boletinados por la guardia de Labán en su
anterior incursión y serían reconocidos instantáneamente), implica que Ismael, al
igual que Lehi, vivía en las regiones aledañas (1 Ne.7:2-5). Pero la primera misión
fue una excitante y peligrosa asignación. Si bien no era una simple intrusión, como
hemos visto, los hombres llevaron sus tiendas con ellos y marcharon abiertamente;
previeron problemas y, por tanto, echaron suertes para ver quien iría a ver a Labán.
El registro nos habla de incursiones a hurtadillas tras las murallas de la ciudad;
cautelosos recorridos por calles obscuras, frenéticas persecuciones, peligrosas
suplantaciones de personas, hazañas desesperadas y amargas disputas –una típica
novela ambientada en el oriente, se podría decir, y es típica porque tales cosas
suceden y siempre han sucedido en las ciudades de oriente.
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del Bani Hilal que quien esto escribe quedó impresionado sobremanera por la
estrecha similitud del comportamiento de los hijos de Lehi en ese viaje relámpago a
Jerusalén con el de los valientes jóvenes del Bani Hilal cuando visitaron una ciudad
bajo las mismas circunstancias. Los relatos de los vagabundos de la tribu Amer
cuentan la misma historia –un campamento cerca de las murallas, echar suertes
entre ellos, la incursión furtiva y una huída a la medianoche a través de las calles
de la ciudad29 –todo ello presente en el libro de Mormón y completamente auténtico.
Pero ¿Qué hacían los registros en casa de Labán y quien era este
personaje?
Los Tratos con Labán
Durante siglos las ciudades de Palestina y Siria han estado más o menos
bajo el yugo de gobernadores militares de sangre nativa; pero, al menos en teoría,
obligados a rendirle cuentas a Egipto. “Estos comandantes (conocidos como rabís
en las cartas Amarna) estaban subordinados al príncipe de la ciudad (chazán),
quien comúnmente se dirigía a ellos con el título de ‘hermano’ o ‘padre.’”36 Eran, por
mucho, una sórdida pandilla de ambiciosos cuya autoridad dependía de la
aplicación constante del engaño y la intriga, si bien recibieron sus puestos como
herencia y a veces hasta llegaban a adoptar actitudes y desplantes solo
comparables a las de los reyes. En las cartas Amarna encontramos a estos
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Y le pidió a Labán los anales que estaban grabados sobre las planchas de
bronce que contenían la genealogía de mi padre.
Pero Lamán huyó de su presencia, y nos contó lo que Labán había hecho” (1
Ne. 3:11-14).
Mas tarde los hijos de Lehi regresaron con Labán cargados con los objetos
de valor de la familia, confiando ingenuamente en poder comprarle las planchas.
Debieron haber supuesto lo que sucedería:
“Y aconteció que cuando Labán vió nuestros bienes, y que eran grandes en
extremo, el los codició; por lo que nos hechó fuera y mandó a sus siervos para que
nos mataran, a fin de apoderarse de nuestras riquezas.
Sucedió, pues, que huimos delante de los siervos de Labán, y nos vimos
obligados a abandonar nuestros bienes, que cayeron en las manos de Labán” (1
Ne. 3:25-26).
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credenciales. Zakar Baal entonces “envió por los registros de sus padres, y una vez
en sus manos, procedió a examinarlos,” lo cual hace evidente que los registros
importantes de la ciudad estaban guardados en su casa y conservados sobre
tablillas. De este “diario de sus padres,” el príncipe-gobernador demostró a
Wenamón que sus antepasados nunca habían recibido órdenes de Egipto y aunque
el egipcio trató de suavizar la tensa situación con su anfitrión en cierta forma al
recordarle que Amón, el señor del universo, gobiernaba sobre todos los reyes, el
funcionario lo despachó sin mayores miramientos y mas tarde hasta le enviaría a
sus siervos –sin embargo, no para matarlo, sino con la mas generosa y tardía
ocurrencia de llevarle algo a manera de refrigerio al sentirse de alguna manera
apenado. Con cínica cortesía el gobernador le ofreció a Wenamón mostrarle las
tumbas de otros emisarios egipcios menos afortunados, cuyas misiones no fueron
todo lo exitosas que hubieran deseado y cuando el negocio finalmente se completó,
Zakar Baal, mediante un tecnicismo legal, devolvió a su invitado de regreso a su
país embarcándolo en las galeras de una flota pirata que acechaba afuera del
puerto.38 Durante todo este episodio descrito, Zaak Baal sonreía y ofrecía los
respetos correspondientes, ya que, después de todo, Wenamón era un oficial
egipcio; mientras que los hijos de Lehi perdieron su poder de negociación al perder
sus bienes. La historia de Labán es un elocuente episodio de una Jerusalén madura
para la destrucción.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
dice, “en estos días es interesante notar la indicación hecha aquí, de que en el
ejército de Babilonia un pelotón esta compuesto por cincuenta hombres;”40 además,
podríamos agregar, que dicho cuerpo era llamado “el cincuenta,” –de ahí la frase
“Labán y sus cincuenta” (1 Ne. 4:1). Por supuesto que en la Biblia se mencionan
compañías de cincuenta así como de diez, cien, etc., pero no como guarniciones de
grandes ciudades y tampoco como la unidad militar estándar de la época. Labán, al
igual que Hosaías de Laquish, tuvo una guarnición permanente a su cargo y como
Jaush (su posible sucesor), trabajó en estrecha cooperación con las autoridades en
Jerusalén.
Con gran renuencia, pero urgido persistentemente por “la voz del espíritu” (1
Ne. 4:18), Nefi toma la propia espada de Labán y le corta la cabeza con ella. Este
episodio es visto con horror e incredulidad por gente que recientemente aprobó y
aplaudió la inmisericorde matanza de hombres en las Islas del Pacífico. Samual ibn
Adiyt, el poeta judío de Arabia más famoso de la antigüedad, ganó fama
imperecedera en oriente por permitir que su hijo fuera cruelmente asesinado ante
sus ojos en lugar de entregar cierta armadura de gran valor que un amigo le había
dejado en custodia.42 La historia, cierta o no, es un recordatorio de que los
estándares de oriente y occidente no son los mismos, y que la insensibilidad de los
Estadounidenses en muchas cuestiones de derechos humanos conmocionaría a los
Arabes más que lo que cualquier cosa que los Arabes hicieran nos pudiera
conmocionar a nosotros. El libro de Mormón no esta mas limitado a relatar afables y
placenteros episodios de lo que lo esta la Biblia; la mayor parte es un triste y
penoso relato de la enajenación humana.
Sin embargo, nadie parece mas perturbado por la defunción de Labán, que el
propio Nefi, quien lleno de dolor explica su postura (1 Ne. 4:10-18). Primero, él fue
“constreñido por el espíritu” a que matara a Labán, pero dijo en su corazón que el
jamás había derramado sangre humana y tal era su repulsión que “me sobrecogí y
desee no tener que matarlo” (1 Ne. 4:10). El espíritu le habló nuevamente y, a sus
argumentos, Nefi agregó sus propias razones: “y yo también sabía que había
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Ya estaba muy entrada la noche cuando Nefi encontró a Labán (1 Ne. 4:5,
22); las calles se encontraban vacías y a obscuras. Imagine el lector lo que haría si
se encontrara con una patrulla cerca al cuartel del enemigo durante un apagón y se
tropezara con el inconsciente cuerpo de algún general enemigo particularmente
sanguinario. Debido al brutal código de guerra, el enemigo no tiene forma de
solicitar un juicio formal, por lo que si se debe tomar una decisión al respecto es
ahora o nunca. Labán traía puesta su armadura, de modo que la única manera de
despacharlo rápidamente, sin dolor y con seguridad era cortarle la cabeza –el trato
convencional para los criminales en oriente, cuya decapitación se efectúa con la
espada y en donde el verdugo podía ser sancionado si fallaba en liquidar a su
victima en primera instancia por conducto de un decisivo y fulminante golpe. Nefi
desenvainó la pesada y filosa espada y permaneció ante Labán durante largo rato,
debatiéndose sobre la elección de un único curso de acción entre dos posibles (1
Ne. 49-18). Era un experto cazador y un hombre sumamente fuerte: cualidades que
lo habilitaban para hacer un rápido y eficiente trabajo además de que evitaría
mancharse con sangre. Pero ¿por qué debería preocuparse por ello? ni en un millón
de años se toparía con algún decente ciudadano, y en la oscuridad nadie notaría la
sangre. Lo que notarían sería la armadura que Nefi se pondría, la que, al igual que
la espada, fácilmente podría limpiarse. Vestirse con la armadura fue el acto más
inteligente y natural realizado por Nefi. Existen innumerables ejemplos que podrían
citarse sobre la última guerra que muestran que un espía en el campo enemigo no
esta a salvo hasta que logra vestirse con las insignias de un oficial militar de alto
rango –obtenidas después de no mucho tiempo de espera, y Nefi no tenía la
intención de hacer tal cosa. Nadie se atreve a desafiar una poderosa guardia
demasiado cercana (mucho menos la de un voluble e iracundo Labán); sus asuntos
siempre son “ultra secretos,” y sus uniformes les permiten libremente ir y venir a
todas partes sin ser cuestionados.
Nefi nos dice que era “guiado por el espíritu” (1 Ne. 4:6). No estaba tomando
riesgos infranqueables, pero ante tan tensa situación siguió la fórmula más segura,
propia de todos aquellos que alguna vez han salido airosos de asignaciones
peligrosas. Su audacia y rapidez fueron recompensadas, y al punto se encontraba
fuera de los muros de la ciudad antes de que algo fuese descubierto. En todo el
relato de esta hazaña no hay nada que mínimamente pudiera calificarse como
improbable.
Que Nefi se haya vestido con las ropas de Labán y engañara a su siervo para
ingresar al lugar del tesoro son auténticos trozos de una novela oriental y de la
historia por igual. Uno no necesita sino pensar en las sorprendentemente audaces
personificaciones de Sir Richard Burton en oriente, desplegadas a plena luz del día
durante meses y completamente exitosas, para darse cuenta que tal cosa es
enteramente posible. Cuando Zoram, el siervo, descubrió que no era con su amo
con quien había estado discutiendo los hechos secretos de los ancianos mientras
caminaban a las afueras de la ciudad, el terror se apoderó de él por completo. Ante
tal situación, solo había una cosa que Nefi posiblemente hizo, tanto para salvar a
Zoram como para evitar que diera la voz de alarma –y ningún occidental habría
podido suponerlo. Nefi, un hombre poderoso, sujetó al aterrorizado Zoram lo
suficiente para jurarle solemnemente al oído, “como vive el Señor, y como vivo yo”
(1 Ne. 4:32) que no le haría daño si escuchaba sus palabras. Zoram
inmediatamente se tranquilizó, y Nefi le juró que sería libre si se unía al grupo: “Por
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
lo tanto, si bajas al desierto adonde esta mi padre, habrá lugar para ti entre
nosotros” (1 Ne. 4:34).
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Capítulo 6
Lehi el Vencedor
Un Apunte sobre las Planchas
Hemos visto como el gobernador de Biblos, buscando anotarse un punto a
favor al negociar con Wenamón, tenía en su poder los registros y acontecimientos
de su familia que sacó y leyó. En las tablillas Amarna, el rabú de una ciudad de
Palestina le escribe al príncipe de una ciudad vecina: “el rey ha permitido que su
ciudad se le escape de las manos; busque el rey en las tablillas conservadas en la
casa de su padre y aprenda si aquel que gobierna Gubla ha sido su fiel siervo.”1
Tanto en este caso como en el de Biblos, los registros eran guardados en el hogar
de la familia que detentaba el poder; incluso en Roma, tan distante, tanto geográfica
como cronológicamente de Lehi, los registros de los que posteriormente fueron
compuestos los anales parecen haber sido preservados en tablillas guardadas en
las casas de las familias dominantes.2 En aquel tiempo, tal práctica parece haber
sido de carácter general por todo el Mediterráneo. En aquellos casos en que los
registros eran verdaderamente importantes se empleaban planchas de cobre,
bronce o incluso metales preciosos en lugar de tablillas de plomo, madera o arcilla.
Uno de los mas recientes descubrimientos de este tipo en Palestina es “una tablilla
de cobre o bronce” escrita en hebreo, que data del siglo veinte a.C. y contiene un
mensaje de “carácter enteramente secular y profano,” pero lo suficientemente
importante como para ser grabado sobre el perdurable pero poco práctico metal.”3
Documentos más preciados como el famoso tratado de 1287 D. C. entre los reyes
de Egipto y los Hititas fueron conservados en planchas de plata y los registros
reales de las hazañas de Darío merecieron nada menos que el oro, recibiendo
considerable atención de investigadores SUD. Los misteriosos textos en “egipcio
reformado” de Biblos están grabados en planchas de bronce y la crónica demótica
de Egipto originalmente fue conservada en planchas de metal. Hay un interesante
acontecimiento en Idrisi (1226 d.C.) de la apertura de la tumba de Micerinos en la
tercera de las grandes pirámides. El autor reporta que todo lo que se hallaba en la
tumba era un sarcófago azul que contenía “los restos momificados de un hombre,
pero ningún objeto de valor, salvo algunas tablillas de oro grabadas con caracteres
de un lenguaje que nadie pudo entender.” Las tablillas fueron usadas para pagar a
los obreros y el oro del que estaban hechas valdría unos doscientos dólares.4
Dejamos al lector el especular sobre lo que pudo haber estado escrito en esas
planchas de oro como para que uno de los faraones mas grandes de Egipto
aparentemente lo considerara como el tesoro mas grande con el que podía ser
sepultado.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
diámetro por el que atraviesa el aro.” Todas las planchas están escritas por ambos
lados.5 La fecha aproximada de las planchas es 324 d.C. El contenido; un edicto
real, establece las condiciones bajo las cuales la tierra sería gobernada.
Aunque la India, de hecho, parece estar demasiado lejos del mundo cultural
de Lehi, ya que la escritura tanto antigua como moderna del área se derivó de las
formas fenicias y arameas, tomadas del egipcio.8 Dado que la escritura conocida
más antigua de la India (sin contar los glifos prehistóricos de Mohenjo-Daro, etc.) se
encuentra en las planchas, es muy probable que la escritura y las planchas fueran
introducidas al mismo tiempo y que la gente que introdujo el alfabeto semítico en el
área conservó su registros en planchas unidas entre sí por aros; la forma
preservada por los mismos hindúes en sus mas sagrados y antiguos registros. El
caso de los Karens es particularmente interesante porque esa gente mostró una
sorprendente afinidad cultual con los Judíos; tanto que algunos investigadores
afirman que tales semejanzas tienen un origen judío.9 Si así fuera, su historia sería
paralela a la de Lehi en muchas formas. Muchos capítulos con respecto a la
Diáspora judía faltan por escribirse. Pero lo que se intenta señalar aquí es que el
conocimiento y empleo de planchas de metal para conservar registros de
importancia comienza a surgir como una práctica general entre todo el mundo
antiguo. No pasará mucho tiempo en que los hombres olviden que en los días de
José Smith, el profeta fue objeto de burla y desprecio por su descripción de las
planchas, más que por cualquier otra cosa.
Nefi estaba sumamente impresionado por la espada de Labán: “El puño era
de oro puro, labrado de una manera admirable, y…la hoja era de un acero finísimo”
(1 Ne. 4:9). Tales espadas y dagas ceremoniales con empuñaduras de oro
exquisitamente trabajadas han sido comunes en el Cercano Oriente desde tiempos
históricos. Muchos ejemplares procedentes de Egipto y Babilonia reposan
actualmente en nuestros museos,10 pero ninguna es más famosa o bella que la fina
daga de acero con empuñadura de oro puro labrado de manera exquisita que fue
encontrada entre los tesoros del joven faraón Tutankamón.11 Se ha sugerido que
esta daga es una de las dos enviadas años atrás por el rey Dushratta del Mitanni al
entonces faraón reinante como el mas suntuoso de los regalos y descrita en un
documento contemporáneo como un artículo con una empuñadura de oro y su hoja
de corte fabricada en acero.12 La expresión “acero finísimo” empleada por Nefi
para describir la calidad de la hoja es interesante, por que en sus días el acero
auténtico era, por mucho, mas preciado que el oro; acero fabricado posiblemente a
partir de hierro y poseedor de una calidad muy superior, de acuerdo con Jacob –lo
cual es indicio de un origen muy antiguo.13 Incluso en la Palestina moderna, las
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
No hay razón para que Nefi nos ofrezca en su relato un registro diario de su
larga y monótona jornada a través de las arenas del desierto; nos ofrece un
panorama general, como hemos visto, del malhumor, cansancio y el peligro que son
una constante en todo relato de un viaje por el desierto y no hay mucho mas que
decir al respecto. Pero no puede ocultar la emoción y el placer experimentados a la
conclusión del mismo.
75
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
había publicado en el mismo medio algunos meses antes y que afirma ser una
“revelación de José [Smith] el vidente,” en la que se establece que el grupo de Lehi
“viajó en dirección sur-sureste hasta llegar al grado diecinueve de latitud Norte;
entonces se dirigió al Este hasta llegar al Mar de Arabia.”16 Por una interesante
coincidencia, la ruta mostrada en el mapa que el autor desarrolló viraba hacia el
Este exactamente en el paralelo diecinueve. Esta correlación de datos provenientes
de dos fuentes totalmente diferentes es una fuerte indicación de que ambas son
correctas. La única ruta alterna posible habría sido bajar por la costa occidental del
Mar Rojo hasta el canal de Neco, y esa trayectoria no permite virar al Este hasta
que se ha pasado el paralelo diez y entonces el lugar al que se ha llegado no es el
Mar de Arabia, sino el Océano Indico. Aunado a lo anterior, deben satisfacerse
algunas otras condiciones rigurosas que solo pueden hallarse en la costa sur de
Arabia.
¡Que lugar tan glorioso! imponentes montañas de mas de tres mil pies de
altura sobre un océano tropical, sus aterciopeladas faldas costeras abundan en
ondulante selva, sus flores fragantes en verdes y ondulantes praderas, mas allá
donde las montañas se inclinan hacia el norte en una estepa de arena
carmesí….Grande fue mi asombro cuando repentinamente me encontré en este
paraíso y fuera de las áridas planicies de la parte sur de Arabia.17
El capitán Thomas (al que Lowell Thomas llama “el mas grande de los
exploradores contemporáneos”) continúa describiendo los arbustos aromáticos del
lugar, los valles poblados de verdes árboles, “el distante murmullo del mar
estrellándose en los rocosos acantilados de las montañas,” y la espléndida belleza
de las escenas que aparecieron a su vista al transitar a través de los exuberantes
bosques hacia el mar.18
76
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
¿Hay alguna otra ruta que le permitiera a Lehi llegar felizmente a esta playa?
Al norte un país enemigo; el Mediterráneo era un conjunto de puertos y mares
cerrados, tan peligrosos como en los días de Wenamón, quien en repetidas
ocasiones fue detenido por enemigos y piratas; los desiertos al Este de Jerusalén
estaban atestados de hostiles tribus guerreras, las partes orte y central de Arabia
eran las clásicas arenas de combate entre los árabes residentes y sumamente
transitada por las rutas comerciales en la época de Ptolomeo; “ tanto que parecía
que había poco del inaccesible desierto….en general, Ptolomeo no sabía de
desiertos.’”25
77
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Lehi en el Estrado
Nunca hemos estado realmente interesados en “demostrar” la autenticidad
del Libro de Mormón; para nosotros su origen divino siempre ha sido una cuestión
de fe y sus aspectos históricos son, por mucho, lo menos importante. Pero “El
Mundo” insiste en que el libro es una vulgar y estúpida falsificación, un descarado
fraude perpetrado por un ignorante campesino que con dificultad podía escribir su
nombre. Han lanzado la acusación; dejémosles probarla. Eso sería muy fácil si
tuvieran razón, un simple escrutinio de unas cuantas páginas y señalar los
abundantes errores detectados, ya que el acusado los ha cometido contra sí mismo
en términos muy precisos y en abundancia. La naturaleza del documento que él
pretende se examine es tan singular, y los requisitos que debe cumplir tan precisos
y escrupulosos, que su autor ciertamente debe estar convencido de un vistazo si él
esta mintiendo. Por otra parte, si sus escritos muestran cualquier tendencia a
conformarse de acuerdo a las condiciones prescritas, sus críticos deben tener una
buena cantidad de explicaciones para ofrecer, y si manifiesta una tendencia
constante a adecuarse a aquellas condiciones más difíciles, sus críticos estarán
arruinados. Creemos que este pequeño estudio, de ensayo y limitado como es, no
obstante indica tal tendencia más allá de cualquier duda razonable.
78
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
De modo que Lehi y los nuevos testigos son examinados paralelamente y sus
respuestas comparadas. Las preguntas son breves y concisas: ¿Cuál es tu
nombre? ¿No sabes que ése nombre no corresponde al de una persona? (un vino
se produce desde la época de Lehi y lleva el nombre Lehi, no uno fuera de lo
común.) ¿Dónde vivías en aquella época? ¿Qué quieres decir con “la tierra de
Jerusalén”? ¿No significa la ciudad de Jerusalén? (la defensa presenta una antigua
carta que muestra que el territorio aledaño a la ciudad era conocido como la tierra
de Jerusalén.) ¿Quiénes gobernaban Jerusalén? ¿Qué clase de hombres eran?
¿Qué les hiciste para que se volvieran en tu contra? ¿De dónde obtuviste la gran
riqueza de la que hablan tus hijos? ¿Cómo aprendiste el idioma egipcio? ¿No era
una pérdida de tiempo? ¿Por qué no aprendiste el babilonio, un idioma mucho mas
parecido al tuyo? ¿Cuál fue el problema suscitado entre los miembros de tu familia?
Tengo una lista de nombres aquí –de tus pretendidos familiares y antepasados:
¿esperas que la corte crea que son genuinos? Si es una lista auténtica, ¿Por qué
no contiene nombres con el prefijo Baal? Dices que tenías sueños: ¿sobre qué?
¿Un río? ¿Qué clase de río? ¿Qué es esa locura del “vapor de tinieblas”? ¿Has
visto algo parecido mientras has estado despierto? (docenas de testigos declaran.)
¿No crees que un sueño es un pretexto débil y patético para abandonar tu hogar y
salir del país? ¿En que dirección huiste? ¿Cómo pudiste formar una gran caravana
sin ser experto en ello? ¿Qué te llevaste? ¿Viajaste a pie? ¿Cómo te las arreglaste
para sobrevivir con mujeres y niños en un terrible desierto? ¿Cómo escapaste de
ser asesinado por vagabundos y merodeadores? ¿No sabes lo peligroso que puede
ser el desierto? ¿De qué te alimentaste? ¿Viajaste continuamente? Cuando
acampaste, ¿qué fue la primera cosa que hiciste? ¿Qué tipo de altar? ¿Qué tipo de
presa cazaste? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Quién fue el cazador? Dices que tu hijo hizo un
arco; ¿en qué parte de la desolada Arabia encontró madera para tal cosa? ¿Qué
derecho tenías para ir por ahí dando nuevos nombres a los lugares? ¿Crees que
alguna persona en sus cabales le daría al río y la valle nombres diferentes? (una
oleada de protestas de los Arabes presentes en la sala se deja escuchar.) ¿Alguien
llamaría al Mar Rojo una fuente? ¿Desconoces que no hay ríos en Arabia? Ese
breve discurso que diste a tus hijos, ¿no te parece un poco rebuscado? (mas
protestas por parte de los Beduinos.) ¿No te parece algo tonto describir un valle
como “firme e inmutable”? ¿Dónde estuvieron tus hijos cuando regresaron a
Jerusalén? ¿Qué es eso de una cueva? ¿No son las planchas de metal un material
mas difícil para grabar registros en el? ¿No son cincuenta hombres una cantidad
pequeñamente ridícula para una guarnición en una ciudad como Jerusalén?
Describes encuentros nocturnos entre los ancianos y el comandante: ¿no hubiera
sido más sensato sostener tales encuentros durante el día? ¿Quieres que la corte
crea que llevaste semillas durante un viaje tan largo y agotador? ¿Estás intentando
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
lector, realice la siguiente prueba. Tome asiento y escriba una historia sobre la vida,
digamos, del Tíbet a mediados del siglo XI d.C. Construya su relato basado
completamente en lo que en este momento sabe sobre el Tíbet del siglo once –que
representará justamente aquello que era conocido en 1830 sobre la antigua Arabia,
p. ej., que era un lugar y que era muy misterioso y romántico. Al componer su
fantasía tibetana disfrutará de una gran ventaja: ya que el lienzo esta en blanco,
tiene la libertad de llenarlo con cualquier cosa que satisfaga su imaginación. De
modo que no debería tener problemas en conseguir “adentrarse sin el menor
obstáculo en su narración” –que la señora Brodie parece creer que era el único
desafío enfrentado por el autor del libro de Mormón. Pero habrá otros obstáculos,
porque en su crónica del antiguo Tíbet deberemos insistir en que observe
escrupulosamente ciertas condiciones: (1) no debe hacer ninguna declaración
absurda, forzada o contradictoria; (2) una vez que haya terminado, no podrá hacer
cambios al texto –la primera edición debe permanecer intacta; (3) debe afirmar que
su “narración” no es ficción sino verdad, aún mas, es historia sagrada; (4) debe
invitar a los orientalistas mas capaces a examinar el texto con cuidado, y esforzarse
diligentemente por ver que su libro se encuentre en las manos de los hombres mas
sagaces y competentes para exponer cualquier error en el. El “autor” del Libro de
Mormón observa todas y cada una de estas asfixiantes normas de la manera mas
escrupulosa.
81
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Pero ¿no hemos sido arbitrariamente parciales a favor de Lehi? Desde luego
que sí. Somos su abogado defensor. Nosotros hemos elegido a quienes serán
nuestros testigos, pero nadie puede negar que son competentes e imparciales.
Invitamos a que la parte acusadora los interrogue, algo que hasta el momento no ha
hecho; lo que sí ha hecho es traer a sus propios testigos ante la corte; intelectuales
puestos tan al día que pueden decirnos hasta exactamente en que estaba
pensando el acusado cuando escribió el Libro de Mormón. Tal evidencia no lo es en
absoluto –es ciencia nociva, historia espuria que sería rechazada por cualquier
tribunal del mundo. Pero podrían impresionar al jurado medianamente educado, y
ese es su propósito. Podemos explicar mejor la nueva tendencia de la crítica hacia
el Libro de Mormón mediante una pequeña parábola:
82
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Una cosa más; la parte acusadora debe probar su dicho hasta las últimas
consecuencias: no es suficiente demostrar, aun cuando pudieran hacerlo, que el
Libro de Mormón tiene errores, pues todos los seres humanos cometemos errores;
lo que deben intentar explicarse y explicarnos es como el “autor” del libro pudo
acertar en tantas cosas. Después de aproximadamente ochenta años de búsqueda,
la Fundación para la Exploración de Palestina ha descubierto poco o casi nada que
provenga de la época del Éxodo; hasta el día de hoy “de la historia de Saúl, David,
Salomón, o incluso de su existencia no existe indicio en alguna parte de Palestina.”
Aunque la falta de evidencia en ningún modo refuta a la Biblia. No debería
desilusionarnos ni sorprendernos que persista un absoluto silencio en los registros
de la historia con respecto a las cuestiones relevantes del Libro de Mormón; están
muy lejos de ello. Si un hombre comete un error al resolver un problema matemático
muy complejo, eso no prueba nada con respecto a su habilidad como matemático,
ya que hasta los más grandes se equivocan. Pero si encuentra la solución correcta
es imposible no ir más allá para explicar su éxito como un accidente y debemos
reconocerle, trátese de quien se trate, que es un auténtico matemático. Así es con
el autor de 1er. Nefi: si podemos detectar errores en su obra, podríamos explicarlos
fácilmente y olvidarlos, pero si en cada ocasión tiene la respuesta correcta, no
tenemos más remedio que aceptar su explicación como auténtica.
Entonces, ¿que novela de oriente fue plagiada para hacer el libro de 1er.
Nefi? Compárese con cualquier intento por reproducir el fondo y la forma del
glamoroso oriente, desde Voltaire hasta Grillparzer; y más aún, con las más
soberbias historias ambientadas en la misma época y de inmediato se pondrá de
manifiesto cuan ficticias, extravagantes, exageradas y estereotipadas son, y cuan
escrupulosamente Nefi ha eludido esos yerros en los que los mejores eruditos
estaban seguros que caería. No existe punto de discusión a la cuestión: ¿Quién
escribió el Libro de Mormón? Habría sido prácticamente imposible escribir el libro
tanto para el hombre mas instruido de 1830 como para José Smith. Y quienquiera
que desee explicar el relato del Libro de Mormón por cualquier otra teoría propuesta
debe –con excepción de una– descartar las primeras cuarenta páginas.
83
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Notas de la Parte 1
Notas del Capítulo 1: El Problemático Oriente
1. William F. Albright, Archaeology and the Religion of Israel (Baltimore: Johns
Hopkins University Press, 1942), 62.
2. Ibid., 63.
3. Jens D. C. Lieblein, Handel und Schiffahrt auf dem rothen Meere in alten Zeiten
(Leipzig: Christiania, 1886; reprinted Amsterdam: Meridian, 1971), 8.
7. J. W. Jack, "The Lachish Letters--Their Date and Import," PEFQ (1938), 165.
8. Como resultado de sus conversaciones con los árabes, el Dr. Nibley anotó en la
versión original de "Lehi en el Desierto,” que fue publicado originalmente como una
serie de artículos en la revista Improvement Era, que "el autor ha consultado
extensamente con Arabes, Sirios, Iraquíes, Libaneses, Egipcios, etc. modernos, y
después de quince años de investigación esta listo para declarar al Sr. Mose Kader
de Provo, Utah, como un auténtico Beduino. El mismo espíritu aventurero que trajo
a este hombre extraordinario a asentarse en una solitaria granja cerca de la boca
del Rock Canyon fue el que impulsó a su padre, dueño de una granja cerca a
Jerusalén durante su juventud, a pasar muchos años entre los Beduinos del
desierto; y es la misma tenaz actitud conservadora que le ha permitido criar una
familia como estrictos musulmanes miles de kilómetros lejos de otros musulmanes
es lo que ha mantenido fresca en su memoria los días en el desierto en tiempos
anteriores a la primera guerra mundial. En ciertos detalles muy particulares, es un
maravilloso informante." Hugh W. Nibley, "Lehi in the Desert," IE 53 (1950): 15.
Nibley mas tarde escribió que "en 1932 el Sr. Kader regresó a Palestina para
conseguir una esposa. Aunque ella no viajó por el desierto como su marido, el
conocimiento de la Sra. Kader de las costumbres de Palestina es enciclopédico, y
tiene la sorprendente habilidad de no verse limitada por las difíciles cuestiones de
lectura y escritura propias de Palestina," ibid., 70, n. 8.
10. See Albrecht Alt, "Die syrische Staatenwelt vor dem Einbruch der Assyrer,"
ZDMG 88 (1934): 247; and Wilhelm Nowack, Lehrbuch der hebräischen Archäologie
(Freiburg i/B: Mohr, 1894), 149.
84
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
12. "Bajar" en el Libro de Mormón significa viajar lejos de Jerusalén (1 Ne. 4:33-35),
mientras que "subir a la tierra" es regresar a Jerusalén (1 Ne. 3:9, 7:15). La palabra
egipcia ha, "bajar," cuando se refiere a viajes significa "ir a Egipto." Adolf Erman &
Hermann Grapow, Wörterbuch der Aegyptischen Sprache, 5 vols. (Leipzig: Hinrich,
1929), 2:472. De modo que en el Antiguo Testamento él "bajó a Egipto" (Génesis
12:10), y "subió a Jerusalén. . . bajó a la tierra de Egipto" (1 Re. 12:28). Y en las
cartas Laquish leemos, "el comandante bajó. . . a Egipto." Harry Torczyner, The
Lachish Letters (London: Oxford University Press, 1938), 1:51 (carta no. 3). La
altura del territorio donde se asienta la ciudad de Jerusalén era bien conocida por
los judíos, así como la bajas planicies del territorio de Egipto, y detrás de este hecho
se encuentra el origen y uso de estas expresiones, correctamente empleadas en el
Libro de Mormón. Por otra parte, en el Libro de Mormón uno simplemente “va” a una
casa de la ciudad (1 Ne. 3:4, 11), así que cuando Nefi y sus hermanos "subieron a
la tierra de nuestra herencia . . . y después . . . subieron a la casa de Labán" (1 Ne.
3: 22-23), es perfectamente claro que su propiedad se encontraba necesariamente
fuera de la ciudad, tal y como los términos “subir” y “bajar” lo confirman.
14. Jack, "The Lachish Letters--Their Date and Import," 175-77. Cf. William F.
Albright, "A Brief History of Judah from the Days of Josiah to Alexander the Great,"
BA 9 (February 1946): 4.
17. James H. Breasted, A History of Egypt, 2nd ed. (New York: Scribner, 1951), 577.
"Loa artistas ya no trabajan solamente para la corte y los templos; ahora tenían
pedidos enteros de la alta burguesía."Alexandre Moret, Histoire de l'Orient (Paris:
Presses Universitaires, 1941), 2:728.
18. Albright, Archaeology and the Religion of Israel, 69; Eduard Meyer, Geschichte
des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2, pt. 1, p. 98.
19. Meyer, Geschichte des Altertums (Stuttgart: Cotta, 1909), vol. 1, pt. 2, p. 260;
(1928) vol. 2, pt. 1, pp. 98, 135. El “Príncipe de los Reyes” de Tiro y Sidón "acumuló
una gran riqueza y pudo disfrutar de los beneficios de la cultura egipcia," al ser
propietario del lucrativo negocio de transportar los bienes de los príncipes de Siria y
Palestina, cuyos "higos, vino, miel, aceite, árboles frutales, cereal y ganado," eran la
fuente de su riqueza. George Steindorff, Egypt (New York: Augustin, 1943), 64.
85
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
21. Albright, "A Brief History of Judah from the Days of Josiah to Alexander the
Great," 6.
22. Ibid.
23. Ibid.
24. William F. Albright, "The Seal of Eliakim and the Latest Preexilic History of
Judah, With Some Observations on Ezekiel," JBL 51 (1932): 93-95.
26. The theory of D. L. Risdon as discussed by Arthur Keith, "The Men of Lachish,"
PEFQ (1940), 7-12.
27. James L. Starkey, "Lachish as Illustrating Bible History," PEFQ (1937), 177-78;
Alan Rowe, "Excavations at Beisan During the 1927 Season," PEFQ (1928), 73-90;
Richard D. Barnett, "Phoenician and Syrian Ivory Carving," PEFQ (1939), 4-5, 7; J.
W. Crowfoot and Grace M. Crowfoot, "The Ivories from Samaria," PEFQ (1933), 7,
18, 21; Charles C. Torrey, "A Hebrew Seal from the Reign of Ahaz, "BASOR 79
(October 1940): 27-28; Bright, "A New Letter in Aramaic, Written to a Pharaoh of
Egypt," 46-48; H. Louis Ginsberg, "An Aramaic Contemporary of the Lachish
Letters," BASOR 3 (October 1948): 24-27.
28. Abraham S. Yahuda, The Accuracy of the Bible (London: Heinemann, 1934),
xxix; Stephen L. Caiger, Bible and Spade (London: Oxford University Press, 1936),
83-84, 91-92. Desde los dias de la escuela Pan-Babilonica, "el péndulo de la teoría
de los orígenes. . . se balanceaba hacia Egipto." James A. Montgomery, Arabia and
the Bible (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1934), 1.
29. Archibald H. Sayce, "The Jerusalem Sealings on Jar Handles," PEFQ (1927),
216; J. Garrow Duncan, "Fifth Quarterly Report on the Excavation of the Eastern Hill
of Jerusalem," PEFQ (1925), 18-20.
30. "Ya en los días de los faraones de Egipto sus padres habían construido ese
templo en Yeb." Arthur E. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C. (Oxford:
Clarendon, 1923), 120. These papyri "have shed undreamed light on some of the
darkest areas of Jewish history," says Albright, Archaeology and the Religion of
Israel, 41.
31. Yahuda, The Accuracy of the Bible, xxix-xxx; veáse especialmente del mismo
autor, The Language of the Pentateuch in its Relation to Egypt (London: Oxford
University Press, 1933), 1:xxxii-xxxv.
86
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
32. William F. Albright, "The Egyptian Empire in Asia in the Twenty-first Century
B.C.," JPOS 8 (1928): 226-30; cf. William F. Albright, "Palestine in the Earliest
Historical Period," JPOS 2 (1922): 110-38.
34. Breasted, A History of Egypt, 516, 518, 526, 529, 580; Harry R. H. Hall, "The
Eclipse of Egypt," and "The Restoration of Egypt," Cambridge Ancient History (New
York: Macmillan, 1925) 3:256-57, 261, 295-99.
36. Para la primera cita, Henri Frankfort, "Egypt and Syria in the First Intermediate
Period," JEA 12 (1926): 96; para la segunda, Moret, Histoire de l'Orient 2:787.
37. Meyer, Geschichte des Altertums, vol. 2, pt. 1, pp. 132-33; Hogarth, "Egyptian
Empire in Asia," 12.
39. Meyer, Geschichte des Altertums, vol. 1, pt. 2, pp. 297-99; Meyer apunta que
aparecen las variantes Ja'bqhr and Ja'pqhr e inclusive otras. El asocia estos
nombres con el del dios Ja'qob. Véase especialmente, William F. Albright,
Vocalization of the Egyptian Syllabic Orthography (New Haven: American Oriental
Society, 1934).
40. Abraham S. Yahuda, The Language of the Pentateuch in Its Relation to Egypt
(London: Oxford University Press, 1933), 51.
41. E. A. Wallis Budge, Papyrus of Ani (New York: Putnam, 1913) 1:50.
42. Theodor Nöldeke, Die semitischen Sprachen (Leipzig: Tauchnitz, 1899), 34.
44. Raymond O. Faulkner, "The Bremner-Rhind Papyrus," JEA 23 (1937): 10; Elias
J. Bickerman, "El Prólogo del Libro Griego de Esther," JBL 63 (1944): 339-62,
muestra que la tradición de un prólogo o introducción era preservado
cuidadosamente en Egipto; Francis L. Griffith, "The Teaching of Amenophis the Son
of Kanakht, Papyrus B.M. 10474," JEA 12 (1926): 195.
45. Con la fórmula iw-f-pw concluye la historia de Sinuhé y las Máximas de las
Sagas de Ptahotep y Kagemeni. Kurt Sethe, Aegyptische Lesestücke (Leipzig:
Hinrich, 1924), 17, 42, 43, and Erläuterungen zu den Aegyptischen Lesestücken
(Leipzig: Hinrich, 1927), 21, 58, 61. Con la frase " y así termino" concluye la
87
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
46. Alan H. Gardiner, "New Literary Works from Ancient Egypt," JEA 1 (1914): 25; la
obra aquí citada tenia relación con Palestina, ibid., 30.
48. La Disertacion Amenophis esta dirigida: "a su hijo, el mas joven de todos, en
comparación con el resto de sus hermanos." Entoces sigue un largo texto que
presenta munerosos paralelos con el libro de Proverbios y particularmente
interesante con el libro de 1ra. de Salmos; el hombre justo comparado con un árbol
fructífero. Griffith, "The Teaching of Amenophis the Son of Kanakht, Papyrus B.M.
10474," 197. Compárese esto con (2 Ne. 2-3). La descripcion de Lehi del fruto como
de color “blanco” (1 Ne. 8:11) es una tipica metáfora egipcia. Vease Erman &
Grapow, Wörterbuch der Aegyptischen Sprache 3:206-7, 211-12.
49. Meyer, Geschichte des Altertums, vol. 1, pt. 2, p. 274; Albright, Archaeology and
the Religion of Israel, 21; David C. Simpson, "The Hebrew Book of Proverbs and the
Teaching of Amenophis," JEA 12 (1926): 232.
50. August von Gall, Basileia tou Theou (Heidelberg: Winter, 1926), 65-68.
88
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
sobre el peculiar lenguaje neo-egipcio de los nefitas, al proporcionar una lista de sus
nombres personales y de lugares, al pretender describir conflictos políticos
originados en el mundo Antiguo, el autor del Libro de Mormón esta cayendo bajo la
lupa de los criticos modernos. El Cercano Oriente del 600 A. C. ya no es la ignota
región de fascinantes misterios que era en la época de Jose Smith. Cualquier
invención de él o de cualquier erudito de su época aparecería necesariamente hoy
como una masa de disparates mezclados con algunos datos verdaderos; detalles
que serían detectados una vez, pero difícilmente dos. ¿Tenía el autor o traductor del
libro algun conocimento con respecto a esa region del mundo de la que se afirma
que el libro tiene su origen? Ese es el asunto en cuestion. A manera de respuesta—
y como simple ejercicio— discutamos brevemente un par de años de la historia en
el Libro de Mormón; ese tormentoso periodo de tiempo durante el que el sistema de
gobierno por jueces pasó por algunas de las más severas pruebas, las que
finalmente probaron su ineficacia. Hagamos coincicir el relato paso a paso con
cierto número de paralelos del Mundo Antiguo, y despues de algunos comentarios,
permitámosle al lector decidir por sí mismo el valor que deban atribuírseles a estas
semejanzas."
56. Herbert E. Winlock, "The Eleventh Egyptian Dynasty," JNES 2 (1942): 256, 266.
60. Moret, Histoire de l'Orient 1:437-39, 2:567-69; see generally, Walter Wolf,
"Vorläufer der Reformation Echnatons," ZASA 59 (1924) : 109-19; Hans Bonnet,
"Zum Verständnis des Synkretismus," ZASA 75 (1939): 45-46.
61. Winlock, "The Eleventh Egyptian Dynasty," 250; Moret, Histoire de l'Orient
1:209, 436-38.
89
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
63. Para estudiar la asombrosa analogía en el relato del Libro de Mormón, véase
Hall, "The Eclipse of Egypt," 254.
64. Knudtzon, Die El-Amarna-Tafeln 1:528-29, tablet 122; 1:562-63, tablet 132;
notes in 2:1222, and index in 2:1566.
65. Las listas de los reyes-sacerdotes estan publicadas en ZASA 20 (1882): 149B,
plate II, fig. V. 7A.
66. Harry R. H. Hall, "The Ethiopians and Assyrians in Egypt," Cambridge Ancient
History (New York: Macmillan, 1925) 3:273.
69. Knudtzon, Die El-Amarna-Tafeln 1:951, tablets 336 and 337, and index in
2:1562.
70. Albright, Vocalization of Egyptian Syllabic Orthography, 67, list 22, B-4.
90
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
7. Hugh W. Nibley, "The Book of Mormon as a Mirror of the East," IE 51 (1948): 249.
En 1948, se decía lo siguiente: "No se requiere un gran esfuerzo de la imaginación
para detectar un cierto paralelismo entre los dos listados. Pero ¿no estaremos
utilizando una violencia injustificada al sacar simplemente los nombres al azar y
colocarlos juntos? Eso es justamente lo más excepcional; que elegimos los
nombres al azar, y teniendo a todo el Cercano Oriente a nuestra entera disposición
como recurso, los nombres egipcios no tienen un predominio numérico en las listas
que tenemos frente a nosotros. De hecho, todos los nombres del Mundo Antiguo
que presentan similitudes con los del relato del Libro de Mormón vienen de Egipto,
pero no de cualuier región de Egipto, sino en especial de la región sur, en donde
una colonia judía, cuya fecha de asentamiento es indefinida, pero se calcula de al
menos de mediados del siglo diecisiete floreció. Lo que es mas, todos estos
nombres pertenecen a las últimas dinastías, ya en decadencia. El Libro de Mormón
nos relata que Lehi fue un rico mercader que había “morado en Jerusalén todos sus
dias”, disfrutando de una cultura y educacion egipcias que se había empeñado en
transmitir a sus hijos. El libro continuamente hace referencia a la doble vertiente
cultural de la familia de Lehi: profundamente hebrea, pero orgulosa de su
ascendencia egipcia. `La civilizacion egipcia fue una de las mas admiradas e
imitadas,' escribe Harry R. H. Hall, al hablar de la tierra y época de Lehi. Los únicos
nombres no-hebreos que disfrutaban de popularidad entre los nefitas debieran, de
acuerdo con el relato del Libro de Mormón, ser egipcios, y se ha descubierto que
ese es el caso.” Tras disertar sobre los nombres de Sam y Amón de la forma
presentada líneas arriba, el artículo concluye así: Regresando a nuestro asunto:
¿Qué sabía Jose Smith, traductor del Libro de Mormón, del Mundo Antiguo? Todo
parece indicar que era toda una autoridad, pues conocía:
"(1) Una cantidad respetable de nombres egipcios comunes; palabras de un sonido
extraño que en ningún sentido se asemejan al hebreo o a alguna otra lengua
conocida en la epoca de José Smith.
(2) Sabía el tipo de trama y escenario en el que dichos nombres figuraban en el
Mundo Antiguo y parecen naturalmente adaptados a la escena egipicia.
(3) Ofrece un panorama correcto y claro de las relaciones culturales entre Egipto e
Israel, enfatizando su naturaleza esencialmente comercial, en la
extraordinariamente convincente radiografía del relato de Lehi—un típico
comerciante del siglo siete A. C. El bosquejo de la vida del antiguo Oriente que el
Libro de Mormón nos permite reconstruir es el mas maravilloso comparadas a la luz
de aquellas fantásticas ideas del espléndido Oriente que pululaban en las mentes
91
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
de los mas avezados eruditos de esa época. El tema de los nombres en el Libro de
Mormón continúa a la espera del cuidadoso estudio que merece—el propósito de lo
presente es simplemente indicar que tal estudio conducirá a cualquier otra parte
menos a un callejón sin salida. Como un ejemplo válido de esa aseveración,
citemos un principio establecido por Albright: `La pérdida de la terminación –on es
completamente común en los nombres de sitios palestinos.' William F. Albright, The
Vocalization of the Egyptian Syllabic Orthography (New Haven: American Oriental
Society, 1934) 10:12. En el egipcio o el egipcio `reformado' tal terminación seíia
conservada y de este modo tenemos en el Libro de Mormón los nombres Emrón,
Heslón, Jasón, Morón, Moriantón, etc. No es una proeza pequeña, como ha
quedado demostrado en Harold Lundstrom, `Original Words of the Book of Mormon,'
IE 51 (February 1948): 85, el simplemente haber escogido una buena cantidad de
nombres extraños y originales de la nada. Pero ¿qué se puede decir de un hombre
que fue capaz de elegir los correctos?"
8. William F. Albright, "A Brief History of Judah from the Days of Josiah to Alexander
the Great," BA 9 (February 1946): 4-5.
11. Harry Torczyner, The Lachish Letters (London: Oxford University Press, 1938)
1:198. We are following the spelling used in Torczyner's text rather than the
transliterations in his list.
12. R. A. Stewart Macalister, "The Craftsmen's Guild of the Tribe of Judah," PEFQ
(1905), 333.
15. Emil O. Forrer, "The Hittites in Palestine II," PEFQ (1937), 100.
16. Robert H. Pfeiffer, "Hebrews and Greeks Before Alexander," JBL 56 (1937): 91-
95, 101; William F. Albright, "A Colony of Cretan Mercenaries on the Coast of the
Negeb," JPOS 1 (1921): 187-94; Joseph G. Milne, "Trade Between Greece and
Egypt Before Alexander the Great," JEA 25 (1939): 178; F. B. Welch, "The Influence
of the Aegean Civilization on South Palestine," PEFQ (1900), 342-50. At Tel-el-
Hesy, just west of Lachish, "the Greek influence begins at 700 [b.c.], and continues
to the top of the town." William M. F. Petrie, in PEFQ (1890), 235. Nelson Glueck,
"Ostraca from Elath," BASOR 80(December 1940): 3.
92
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
17. Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2,
pt. 1, p. 553.
18. Joseph Offord , "Further Illustrations of the Elephantine Aramaic Jewish Papyri,"
PEFQ (1917), 127.
19. William F. Albright, Archaeology and the Religion of Israel (Baltimore: Johns
Hopkins University Press, 1942), 160.
20. David S. Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to the Rise
of Islam, Schweich Lectures (London: Oxford University Press, 1924), 13.
21. Harry R. H. Hall, "The Eclipse of Egypt," Cambridge Ancient History (New York:
Macmillan, 1925) 3:256, 269, 292.
22. Meyer, Geschichte des Altertums (Stuttgart: Cotta, 1909), vol. 1, pt. 2, p. 156;
Hall, "The Eclipse of Egypt," 256.
24. El peligro de realizar los preparativos para una expedición en la ciudad son
obvios, ya que una curiosidad despierta conduce a que se formulen preguntas
peligrosas que pueden traer consecuencias de largo alcance. Véase, Bertram
Thomas, Arabia Felix (New York: Scribner, 1932), 36; para un relato de los
preparativos y actividades en el "campamento-base," véase ibid., 112-13; Harry S.
J. B. Philby, The Empty Quarter (New York: Holt, 1933), 9-13.
25. Arthur E. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C. (Oxford: Clarendon,
1923), 226 (col. 14, 1, 208).
93
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
27. Montgomery, Arabia and the Bible, 23; the Montgomery quote earlier in the
paragraph is on 185; see also Eduard Meyer, Die Israeliten und ihre
Nachbarstämme (Halle, 1906; reprinted Darmstadt: Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1967), 209-561.
28. Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to the Rise of Islam,
25; Montgomery, Arabia and the Bible, 186; Philip J. Baldensperger, "The
Immovable East," PEFQ (1922), 163, and (1926), 93-97. Esto no debe entenderse
como que los patriarcas eran "primitivos," ya que "estamos aprendiendo el
pensamiento de los inmigrantes no como nómadas en un estado salvaje o
semisalvaje, sino como colonizadores que llevan a sus nuevos hogares los
recuerdos de una organización política desarrollada, con usos y costumbres y con
una historia implícita." Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to
the Rise of Islam, 25. See also, Edouard P. Dhorme, "Le Pays de Job," RB 8 (1911):
102-7; George A. Barton, "The Original Home of the Story of Job," JBL 31 (1912):
63.
31. Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to the Rise of Islam,
5, 8; Theodor Nöldeke, Die semitischen Sprachen (Leipzig: Tauchnitz, 1899), 52, 57;
Meyer, Die Israeliten und ihre Nachbarstämme, 305-7 .
32. Montgomery, Arabia and the Bible, 53, citing Duncan B. MacDonald, The
Hebrew Literary Genius (Princeton: Princeton University Press, 1933), 26-27.
33. "No creo que exista la menor duda de que los hebreos fueron lo que nosotros
llamaríamos árabes; empleando el término en su sentido mas amplio." Alfred
Guillaume, "The Habiru, the Hebrews, and the Arabs," PEFQ (1946), 65-67.
35. Guillaume, "The Habiru, the Hebrews, and the Arabs," 64-85; Stephen L. Caiger,
Bible and Spade (London: Oxford University Press, 1936), 84-85.
94
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
41. En la versión original de 1950, Nibley anotó: "Esta cultura tripartita es un patrón
establecido en esa parte del mundo en donde las caravanas de Egipto e Israel se
cruzaban unas con otras en el camino, guiadas a traves de las arenas por aquellos
hombres del desierto que fueron el primer e inmemorial punto de enlace entre
ambas civilizaciones." Hugh W. Nibley, "Lehi in the Desert," IE 53 (1950): 155. "El
carácter natural de las tribus de Beduinos siempre ha consistido en actuar como
una especie de intermediarios, sin una política establecida." Baldensperger, "The
Immovable East," PEFQ (1925), 85. Incluso hoy "los Beduinos ‘Arishiye(t)’
instalados en las fronteras con Egipto transportan bienes por vía terrestre de Gaza a
Egipto y viceversa. Son una peculiar clase intermedia; practican el comercio, la
agricultura y son criadores de camellos." Ibid., PEFQ (1922), 161. Cf. John L.
Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys (London: Colburn & Bently, 1831),
1:9, 26-27, 30-31, 275-76. En el siglo seis A. C. los árabes ocuparon Gaza, el
extremo Norte de la ruta comercial egipcia. Herodotus, Histories III, 5; III, 7; III, 91;
William F. Albright, "Egypt and the Early History of the Negeb," JPOS 4 (1924): 130.
Los comerciantes árabes, enriquecidos por el comercio tripartita fundaron el estado
de Nabataean. Kirk, "The Negev or the Southern Desert of Palestine," 62. En todo
momento el comercio egipcio-palestino fue el más importante, además de ser la
única fuente de riqueza para esa gente. Taufik Canaan, "Byzantine Caravan Routes
in the Negeb," JPOS 2 (1922): 144. Sobre el tema del comercio tripartita, véase
Lieblein, Handel und Schiffahrt auf dem rothen Meere in alten Zeiten, 76, 134-36;
William J. T. Phythian-Adams, "Israel in the Arabah," PEFQ (1941), 61-62; Stewart
Perowne, "Note on I Kings, Chapter X, 1-13," PEFQ (1939), 201; Albright, "Egypt
and the Early History of the Negeb," 130-32.
43. Baldensperger, "The Immovable East," PEFQ (1925), 85, and (1922), 161;
Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys 1:9, 26-27, 30-31; Kirk, "The
Negev or the Southern Desert of Palestine," 62; Canaan, "Byzantine Caravan
Routes in the Negeb," 144; Phythian-Adams, "Israel in the Arabah," PEFQ (1933),
143; Perowne, "Notes on I Kings, Chapter X, 1- 13," 201; Albright, "Egypt and the
Early History of the Negeb," 131-41. Sobre las relaciones entre Beduinos,
campesinos y comerciantes de Palestina y Egipto, Warren dice: "Nadie que tome en
sus manos el problema de investigar y comprender estas relaciones encontrará
comparativamente fácil establecer tratos con las tribus del desierto, por mas lejos
que esten." Charles Warren, "Notes on Arabia Petraea and the Country Lying
between Egypt and Palestine," PEFQ (1887), 45, n. 23. Desde un principio los
judíos se vieron forzados a negociar con ellos como consecuencia de su ubicación
geográfica.
44. Sin embargo "los árabes de la región sur, una vez que asentaban su
campamento, eran indomables viajeros y comerciantes." Guillaume, "The Habiru,
95
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
the Hebrews, and the Arabs," 67. No había nada que le impidiera a Lehi, una vez
asentado su campamento, convertirse en un indómito viajero, a menos que se
interprete 1 Ne. 1:4 en el sentido de que nunca salió de la ciudad desde su
nacimiento –un absurdo palpable.
46. Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to the Rise of Islam,
29; Guillaume, "The Habiru, the Hebrews, and the Arabs," 84-85.
52. Paul Haupt, "Heb. lehi, cheek, and lo;ka, jaw," JBL 33 (1914): 290-95. Cf.
Judges 15:17, 19.
54. Edward H. Palmer, "Arabic and English Name Lists," in Survey of Western
Palestine (London: Palestinian Exploration Fund, 1881) 8:358.
55. Eliezer ben Yahuda, "The Edomite Language," JPOS 1 (1921): 113-15;
Montgomery, Arabia and the Bible, 171, notes that there was an Arabic Massa tribe,
but "there is no Hebrew king Lemuel."
58. Palmer, "Arabic and English Name Lists," 17, 40, 66.
59. Adolf Reifenberg, "A Hebrew Shekel of the Fifth Century b.c.," PEFQ (1943),
102; Albright, Archaeology and the Religion of Israel, 113. Entre los hijos de los
judíos contemporáneos de Lehi que huyeron a Egipto dejaron de usarse los
96
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
3. El capítulo entero sobre "Viajes," en la obra de Kabir al-Din Ahmad & Gholam
Rabbani, eds., The Diwán Hammásah of Abu Tammam (Calcutta: n.p., 1856), 206-
9, está completamente impregnada del agotamiento y terror producidos por viajar
entre la obscuridad del desierto. El vapor de tinieblas se menciona casi en todos los
párrafos como nota al pie de la página.
6. Edward J. Byng, The World of the Arabs (Boston: Little, Brown, 1944), 64-65.
7. Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith (Salt Lake City: Bookcraft, 1958), 47-
50. El relato del sueño no puede ser examinado minuciosamente, ya que solo existe
el testimonio de la madre de José Smith sobre dicho sueño, el relato del cual le
había sido comunicado 34 años antes; véase "Introduction," vii and ix.
97
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
9. "El escenario de un oasis del desierto, con su arroyo fluyendo desde y hacia
algún punto desconocido, perdido tal vez entre las arenas del desierto." James L.
Montgomery, Arabia and the Bible (Philadelphia: University of Pennsylvania Press,
1934), 6.
11. Charles M. Doughty, Travels in Arabia Deserta (London: Cape, 1926), 2:229.
13. "El término ‘río' es una forma imperfecta de comunicar la idea," pero ya que
carecemos de alguna otra palabra en español, se le utiliza en el Libro de Mormón.
Richard F. Burton, Pilgrimage to Al-Medinah and Meccah (London: Tylston &
Edwards, 1893) 1:250, n. 2.
18. William F. Albright, "A Brief History of Judah from the Days of Josiah to
Alexander the Great," BA9 (February 1946): 4.
21. William F. Albright, Archaeology and the Religion of Israel (Baltimore: Johns
Hopkins Press, 1942), 101.
24. En la versión original de este material el Dr. Nibley continúa diciendo: "Con
respecto a la huida de Lehi al desierto, el Libro de Mormón muestra una impecable
descripción de los detalles: la forma de preparar su huída se encuentra en estricto
apego con todo lo aprendido sobre el particular, y se dirige en dirección de lo que
98
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
nosotros ahora sabemos era la única ruta posible que podía haber tomado." Hugh
W. Nibley, "Lehi in the Desert," IE 53 (1950): 202. Es evidente que en aquella época
las rutas de escape restantes estarían cerradas; el mayor peligro estaría,
naturalmente, hacia el Norte. Veáse John L. Myres, "God and the Danger from the
North in Ezekiel," PEFQ (1932), 213-15. Debido a que el desierto del sur siempre
permaneció abierto como ruta de escape, algunas colonias judías "parecen haber
escapado de la destruccion" por completo. Albright, "A Brief History of Judah from
the Days of Josiah to Alexander the Great," 6.
25. Albright, "A Brief History of Judah from the Days of Josiah to Alexander the
Great," 4-5. En la versión original del Dr. Nibley, pág. 202, dice: "es en esa región
que ubicamos en un artículo anterior algunos nombres importantes presentes en el
Libro de Mormón, sin percatarnos en aquella ocasión que esos nombres
pertenecían a descendientes de contemporáneos de Lehi." Hugh W. Nibley, "The
Book of Mormon as a Mirror of the East," IE 51 (1948): 202-4.
26. Stephen L. Caiger, Bible and Spade (London: Oxford University Press, 1936),
188.
28. Carl R. Raswan, Drinkers of the Wind (New York: Creative Age Press, 1942),
illustrates this meeting of town and desert.
29. "Los Hebreos tenían auténticas relaciones de parentesco con las tribus
nómadas del Este y Sur de la región sirio-palestina; especialmente con estas
últimas. . . . la única aventura marítima emprendida por la política de Judea fue el
establecimiento de la ruta comercial del Mar Rojo (p.ej., 1 Re. 9:26); es decir, las
perspectivas comerciales del Estado apuntaban hacia Arabia," Montgomery, Arabia
and the Bible, 12, 51-52, 185.
30. Stewart Perowne, "Notes on I Kings, Chapter X, 1-1 3," PEFQ (1939), 200.
31. David S. Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to the Rise
of Islam, Schweich Lectures (London: Oxford University Press, 1924), 47.
33. "Creemos que es natural y correcto asumir que durante todos los períodos
históricos del hombre, el desierto del sur ha sido tal y como lo conocemos
actualmente." Ibid., 36.
35. 1 Ne. 2:6, 3:1, 4:38, 7:5, 7:21, 9:1, 10:16, 16:6.
36. Taufik Canaan, "The Palestinian Arab House," JPOS 12 (1932): 225.
37. Georg Jacob, Altarabisches Beduinenleben (Berlin: Mayer & Müller, 1897), 226.
99
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
39. John L. Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys (London: Colburn &
Bently, 1831; reprinted New York: Johnson Reprint, 1967) 1:127.
43. William B. Seabrook, Adventures in Arabia (New York: Harcourt, 1927), 6; cf.
Grace M. Crowfoot,"The Tent Beautiful," PEFQ (1945), 34-46.
44. "Al amanecer los integrantes de la caravana se asoman desde sus tiendas para
ver si el harem del sheikh ya desmontó la suya; de ser así, esto es el rahla."
Doughty, Travels in Arabia Desert, 1:257. De la misma forma, cuando el sheikh
instala su tienda, el resto le imita sin discusión; la tienda del sheik representa el
tabernáculo que los guía a través del desierto. Se recordará que la Liahona fue
encontrada frente a la entrada de la tienda de Lehi. Es notable el hecho de que aún
el mas acaudalado sheik "jamás ha morado en mas de una tienda," de acuerdo con
Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys 1:42. El Dr. Nibley ofrece un
último comentario en la version original: "No es inusual que en Oriente los ricos de
aldeas y ciudades vayan de visita al desierto por una temporada, de modo que Lehi
no esta haciendo algo inverosímil o extraño; quienes así actúan son aquellos que
desde luego ya han acumulado una cantidad importante de experiencias del estilo
de vida en el desierto y se han acostumbrado a ello." Hugh W. Nibley, "Lehi in the
Desert," pag. 276. Por lo tanto, todo sheik ‘decente’, "pasa el invierno en su ‘casa de
piedra' y el verano en su ‘casa de tela.' " Jaussen, "Mélanges," 95.
47. Max von Oppenheim, Die Beduinen (Leipzig: Harrassowitz, 1939) 1:28.
48. Claude S. Jarvis, "The Desert Yesterday and To-day," PEFQ (1937), 122.
50. William G. Palgrave, Narrative of a Year's Journey Through Central and Eastern
Arabia (London: Macmillan, 1865), 1:12-13.
51. Robert E. Cheesman, In Unknown Arabia (London: Macmillan, 1926), 27, 52.
100
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
54. Jennings-Bramley, "The Bedouin of the Sinaitic Peninsula," PEFQ (1907), 30.
57. John L. Burckhardt, Travels in Arabia (London: Colburn, 1829; reprinted London:
Cass, 1968), 402.
63. Henri Frankfort, "Egypt and Syria in the First Intermediate Period," JEA 12
(1926): 81.
65. Bertram Thomas, Arabia Felix (New York: Scribner, 1932), 141.
68. Ibn cAli al-Husayni, Akhbar 'al-Dawla al-Saljuqiyya (Lahore: University of the
Panjab, 1933), 1.
72. Julius Euting, Tagebuch einer Reise in Inner-Arabien (Leiden, 1892) 2:76-80, 92-
93.
73. Jacob, Altarabisches Beduinenleben, 131-33. Mt. Jasum is in the Mecca area;
Mt. Azd in the Serat Mountains is farther south but also near the coast.
74. Jennings-Bramley, "The Bedouin of the Sinaitic Peninsula," PEFQ (1907), 284.
101
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
2. Carl R. Raswan, Drinkers of the Wind (New York: Creative Age Press, 1942), 237.
4. Ibid., 110.
10. John L. Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys (London: Colburn &
Bently, 1831; reprinted New York: Johnson Reprint, 1967), 1:242.
12. David S. Margoliouth, The Relations between Arabs and Israel Prior to the Rise
of Islam, Schweich Lectures (London: Oxford University Press, 1924), 57.
14. Frank E. Johnson, tr., Al-Mucallaqat (Bombay: Education Society's Steam Press,
1893), 218, line 38.
15. Harry S. J. B. Philby, The Empty Quarter (New York: Holt, 1933), 27.
102
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
21. Philip J. Baldensperger, "The Immovable East," PEFQ (1925), 81; second quote
is from PEFQ (1922), 168-69.
22. Richard F. Burton, Pilgrimage to Al-Medinah and Meccah (London: Tylston &
Edwards, 1893), 2:118.
23. Por eso se considera un acto gallardo y de valentía acampar a las afueras de
los dominios de una tribu nómada. Georg Jacob, Altarabisches Beduinen-leben
(Berlin: Mayer & Müller, 1897), 211.
24. Cheesman, In Unknown Arabia, 24. En el artículo original, el Dr. Nibley agrega:
"Después de una incursión de este tipo, la totalidad de la tribu irá a esconderse
durante un tiempo con la finalidad de evitar represalias," Hugh W. Nibley, "Lehi in
the Desert," IE 53 (1950): 383. W. E. Jennings-Bramley, "The Bedouin of the Sinaitic
Peninsula," PEFQ (1912), 16, establece que "no se veía ni un alma, durante el
tiempo en que la tribu permaneció escondida; la tribu celebrando el regreso a casa
después de una incursión exitosa y las víctimas a la espera diaria de ‘devolverles el
favor’ oportunamente."
25. Jennings-Bramley, "The Bedouin of the Sinaitic Peninsula," PEFQ (1908), 31,
36.
26. Con respecto a la naturaleza anti-social del árabe, véase Baldensperger, "The
Immovable East," PEFQ (1922), 168-70; Antonin Jaussen, "Chronique," RB 3
(1906): 443; Edward H. Palmer, Desert of the Exodus (Cambridge: Deighton, Bell,
1871) 1:79-81.
27. Wilhelm Nowack, Lehrbuch der hebräischen Archäologie (Freiburg i/B: Mohr,
1894), 152.
31. Jennings-Bramley, "The Bedouin of the Sinaitic Peninsula," PEFQ (1905), 213.
32. Charles M. Doughty, Travels in Arabia Deserta (New York: Random House,
1936), 1:272, 282-83.
33. Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys, 1:354; Doughty, Travels in
Arabia Deserta, 1:258.
103
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
37. Max von Oppenheim, Die Beduinen (Leipzig: Harrassowitz, 1939), 1:30.
39. John Zeller, "The Bedawin," PEFQ (1901), 194; Jaussen, "Mélanges," RB 12
(1903): 254.
42. Eliahu Epstein, "Bedouin of the Negeb," PEFQ (1939), 61-64; Baldensperger,
"The Immovable East," PEFQ (1906), 14. "La tiranía del parentesco es mas severa.
. . que la estocada de una daga india," dice el antiguo poeta Tarafah. Johnson, Al-
Mucallaqat, 57, line 81.
46. Ibid.
47. Thomas E. Lawrence, Seven Pillars of Wisdom (New York: Garden City
Publishing, 1938), ch. 3.
48. Jennings-Bramley, "The Bedouin of the Sinaitic Peninsula," PEFQ (1908), 257.
49. Taufik Canaan, "Studies in the Topography and Folklore of Petra," JPOS 9
(1929): 139; cf. David G. Hogarth, The Penetration of Arabia (London London:
Lawrence & Bullen, 1904), 162.
50. Canaan, "Studies in the Topography and Folklore of Petra," 140. Este es el
estudio estándar en cuanto a nombres de sitios en el desierto se refiere, Burton,
Pilgrimage to Al-Medinah and Meccah 1:250, n. 3: "Una minuta de contabilidad no
podría albergar ni un registro de ‘3 meses’ de tales nombres, así de numerosos
eran.
51. C. Leonard Woolley & Thomas E. Lawrence, The Wilderness of Zin (London:
Cape, 1936), 70.
104
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
56. Woolley & Lawrence, The Wilderness of Zin, 86-87; cf. Claude R. Conder, "Lieut.
Claude R. Conder's Reports, XXXII," PEFQ (1875), 126.
58. William F . Albright, Archaeology and the Religion of Israel (Baltimore: Johns
Hopkins Press, 1942), 149.
65. Thomas, Arabia Felix, 136-37; Philby, The Empty Quarter, 231.
68. Ibid.; Taufik Canaan, "Unwritten Laws Affecting the Arab Women of Palestine,"
JPOS 11 (1931): 189: "En las procesiones fúnebres las mujeres no se mezclaban
con los hombres. . . . una vez finalizado el entierro, las mujeres se reúnen. . . . para
visitar la tumba . . . y siempre van solas." también Baldensperger, "Women in the
East," 83; and Burckhardt, Notes on the Bedouins and Wahábys, 1:101: "Al
momento de su muerte, sus esposas, hijas y toda mujer con algún grado de
parentesco se unen en un llanto de lamentacion." Entre los Judíos, los hombres
desempeñan un papel mas prominente dentro de los ritos mortuorios, e incluso no
era desconocida la existencia de endechadoras profesionales. Nowack, Lehrbuch
der hebräischen Archäologie, 196. Tanto la raiz Nhm (gemir, sufrir, quejido) como su
símil nhm (suspiro, llanto, consolar) son relevantes.
105
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
70. Abraham S. Yahuda, The Accuracy of the Bible, (London: Heinemann, 1934),
201.
72. Edward H. Palmer, "The Desert of the Tíh and the Country of Moab," in Survey
of Western Palestine, Special Papers (London: Palestine Exploration Fund, 1881),
4:67.
77. Ariel L. Crowley, "Lehi's River Laman," IE 47 (1944): 14-15, 56, 59-61.
3. El río debería fluir entre esas dos elevaciones geográficas, tal y como se
encuentra en los mapas del área. El valle parece ser lo suficientemente amplio.
Proponemos una investigacion: desde épocas remotas ha sido una costumbre de
los viajeros del desierto el grabar sus nombres en las rocas cercanas al lugar
elegido como campamento. "Hemos encontrado cientos de esos nombres
grabados." Theodor Nöldeke, Die semitischen Sprachen (Leipzig: Tauchnitz, 1899),
37. Es casi seguro que la gente de Lehi dejó sus marcas en los lugares más
importantes en donde hicieron un alto durante su jornada.
106
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
8. Antoine de San Exupéry, Wind, Sand and Stars (New York: Harcourt, Brace,
1967), 104.
12. Ibn Qutayba, Introduction au livre de la poesie et des poetes, 25; cf. Goldziher,
Abhandlungen zur arabischen Philologie 1:74.
14. Emmanuel Cosquin, "Le livre de Tobie et `L'histoire du sage Ahikar,' " RB 8
(1899): 54-55.
15. "No puedo explicar debidamente el efecto que la poesía árabe provocará en
alguien que no ha visitado el desierto." Burton, Pilgrimage to Al-Medinah and
Meccah, 2:99.
20. Carl Brockelmann, Geschichte der arabischen Litteratur (Leiden: Brill, 1943), 16.
27. Véase "El problema del Alimento" expuesto en el texto líneas arriba.
107
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
28. Frank E. Johnson, tr., Al-Mucallaqat (Bombay: Education Society's Steam Press,
1893), 71, line 13.
32. Edward H. Palmer, "The Desert of the Tíh and the Country of Moab," in Survey
of Western Palestine, Special Papers (London: Palestine Exploration Fund, 1881),
4:19-21.
36. Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2,
pt. 1, p. 137.
37. J. W. Jack, " The Lachish Letters--Their Date and Import," PEFQ (1938), 168.
40. Joseph Offord, "Archaeological Notes on Jewish Antiquities," PEFQ (1916), 148.
41. William F. Albright, "The Seal of Eliakim and the Latest Preexilic History of
Judah, With Some Observations on Ezekiel," JBL 51 (1932): 79-83, muestra que el
título de "siervo" en la Jerusalén en aquella época significaba algo así como
"representante oficial;" y mas que degradar, el título honraba a su poseedor.
108
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
46. Charles M. Doughty, Travels in Arabia Deserta (New York: Random House,
1936), 2:27.
Notas del Capítulo 6: Lehi el Ganador
1. J. A. Knudtzon, Die El-Amarna-Tafeln (Leipzig: Hinrich, 1915; reprinted Aalen:
Zeller, 1964) 1:372-73, tablet 74.
2. Livy, Ab Urbe Condita (From the Founding of the City) VIII, 40, 4; cf. IV, 16, 3 ;
kept on "boards" (tabulae, pinakes) or sacred tablets (en hierais deltois), Dionysius
of Halicarnassus, Roman Antiquities I, 73, 1; I, 74, 3-5.
3. Julian Obermann, "An Early Phoenician Political Document," JBL 58 (1939): 229-
31. Albright le llama "una carta hebrea del siglo doce" grabada en una plancha de
cobre o broce. William F. Albright, "A Hebrew Letter of the Twelfth Century," BASOR
73 (February 1939): 9-13.
4. The Idrisi passage is quoted at length by E. A. Wallis Budge, The Book of the
Dead (New York: Dover, 1967), xix, n. 3.
8. See Fritz Hommel, Ethnologie und Geographie des alten Orients (Munich: Beck,
1926), 201-3.
10. Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2,
pt. 1, p. 205; R. Maxwell Hyslop, et al., "An Archaeological Survey of the Plain of
Jabbul, 1939," PEFQ (1942), 23, plate VII, fig. 14; un arma ceremonial de hierro fue
recientemente descubierta y tenía una empuñadura finamente trabajada en cobre y
oro. Theodore H. Gaster, "On an Iron Axe from Ugarit," PEFQ (1943), 57-58.
109
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
12. Ibid.
13. Georg Jacob, Altarabisches Beduinenleben, (Berlin: Mayer & Müller, 1897 ),
151-52.
14. Philip J. Baldensperger, "The Immovable East," PEFQ (1903), 168. En el artículo
original continúa la disertación del Dr. Nibely: "El asunto del hierro en el Mundo
Antiguo aún no ha quedado debidamente establecido. Los Babilonios distinguían
entre ’eru’, que puede ser hierro, plomo o cobre, y ‘eru brillante’ " que podría ser
cobre o acero". Fr. Lenormant, `Les noms de l'Arain et du Cuivre . . . ,' Biblical
Archaeological Society Transactions 5 (1876): 344-45. En Egipto se hacía una
distinción similar entre el hierro común, que no solo era conocido sino usado en la
manufactura de utensilios en épocas tan antiguas como el Antiguo Reino y el tipo de
hierro conocido como tehazet, que algunos interpretan como hierro de origen
asiático. Felix von Luschan, "Eisentechnik in Afrika," Zeitschrift für Ethnologie 41
(1909): 47. Otro tipo, benipe, es ‘el hierro del cielo,' p. ej., que pudiera tratarse tanto
de hierro meteórico o, como Von Luschan afirmaba, ‘metal con los colores del cielo'
(Metall von Himmelsfarbe), ibid., 48, que bien podría haber sido acero. Las espadas
ceremoniales dibujadas en las tumbas de las primeras épocas del Antiguo Egipto
estaban pintadas con azul para representar al hierro y al acero, de acuerdo con el
mismo erudito, ibid., 49. En tanto que el problema sobre el origen y edad del hierro y
el acero continúa sin ser resuelto, cada paso dado en los últimos cuarenta años en
pos de la solución al enigma parece conducirnos a la antesala del descubrimiento
de un uso mas difundido y de mayor antigüedad de estos metales del que hasta
hace poco se creía fuera posible." Hugh W. Nibley, "Lehi in the Desert," IE 53
(1950): 707.
15. Richard F. Burton, Pilgrimage to Al-Medinah and Meccah (London: Tylston &
Edwards, 1893) 2:94, 141-42.
16. John A. Widtsoe, "Is Book of Mormon Geography Known?" IE 53 (1950): 547.
17. Bertram Thomas, Arabia Felix (New York: Scribner, 1932), 48-49.
20. David G. Hogarth, The Penetration of Arabia (London: Lawrence & Bullen,
1904), 137-39.
24. Stewart Perowne, "Notes on I Kings, Chapter X, 1-13," PEFQ (1939), 200.
110
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
28. Edward H. Palmer, "The Desert of the Tíh and the Country of Moab," in Survey
of Western Palestine, Special Papers (London: Palestine Exploration Fund, 1881),
4:73.
29. Edward H. Palmer, The Desert of the Exodus (Cambridge: Deighton, Bell, 1871),
2.
30. Charles M. Watson, "The Desert of the Wanderings," PEFQ (1914), 18-23; C.
Leonard Woolley & Thomas E. Lawrence, The Wilderness of Zin (London: Cape,
1936), 71-72.
33. See further Hugh W. Nibley, No Ma'am, That's Not History (Salt Lake City:
Bookcraft, 1946).
111
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Segunda Parte
112
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 1
El Ocaso de una Civilización
Nota del autor: La presentación de esta serie de artículos en forma de cartas es la
forma típica en la que el autor expone sus puntos de vista. El profesor F, quien es el
destinatario de esa correspondencia no es mas que un antropólogo ficticio de una
universidad del Cercano Oriente y toda la situación no es mas que una
extrapolación de un evento real. Si el profesor F parece ser demasiado tolerante e
influenciable se debe a que dado el reducido espacio a nuestra disposición, hemos
suprimido largas e innecesarias discusiones.
El Planteamiento
Estimado Profesor F:
Como primera objeción, dices sentirte perturbado por el aparente intento del
Libro de Mormón de establecer el origen de los Indios Americanos en una ciudad
del Cercano Oriente y en una fecha tan reciente como el año 600 a.C. Esto podría
parecerte una explicación demasiado simple y limitada para ello. Debo reconocer
que a mí también me lo parece. Pero, ya que has iniciado la lectura del Libro de
Mormón, solamente tengo una petición personal que hacerte; ¡continúa! Hay una
gran sorpresa esperándote en el libro de Eter. Lejos de ser un relato excesivamente
simplificado, esta peculiar historia es extremadamente variada y sumamente
complicada. Como sabes, en los primeros días de la Iglesia, los misioneros
presentaban al mundo el Libro de Mormón como una “historia de los Indios
Americanos;” uno de los pocos temas sobre el que el ciudadano norteamericano
promedio poseía alguna información y cuyo interés podía fácilmente despertarse.
Pero es un hecho que el Libro de Mormón no es tanto una historia de los Indios
Americanos, sino más bien de sus remotos ancestros –gente tan diferente a ellos en
tantas cosas como lo fueron los anglosajones de nosotros. La historia de los Indios
Americanos inicia justamente cuando el Libro de Mormón termina: antes de eso se
relaciona ampliamente con aquellas naciones constructoras de grandes ciudades
del sur de Asia, de quienes tú conoces más que yo.
113
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Con el mismo paso despreocupado y firme con que nos condujo a través de
las arenas de Arabia (y estarás de acuerdo conmigo en que fue una ejecución
magistral), el autor del Libro de Mormón nos conduce ahora en pos de un mundo
tan remoto, tan completamente diferente de cualquier cosa inscrita al ámbito del
estudiante bíblico, que si intentáramos seguirlo, tendríamos que adquirir nuevo
equipo y provisiones para la jornada. Creo que estamos de acuerdo en que
cualquiera requeriría de una gran cantidad de esfuerzo para adquirir el conocimiento
necesario para componer el libro de 1er. Nefi. ¡Ahora imagina a alguien lo
suficientemente loco para intentar, después de realizar semejantes esfuerzos,
escribir otra historia del mismo tamaño y cantidad de detalles pero en esta ocasión
sobre una raza de gente totalmente diferente geográfica y cronológicamente
hablando! Que yo sepa, José Smith nunca obtuvo cierta notoriedad por haber
logrado tal proeza (si es que él es el autor del libro de Mormón), que todos damos
por hecho. Pronto te darás cuenta de que el autor del libro de Eter pudo haber
conseguido algo de ayuda de los materiales que fueron usados en la composición
del libro de 1er. Nefi. Pero por el contrario, la experiencia anterior solo podía
desalentar cualquier nuevo intento de escribir una historia, lo que obligaría a su
autor a entrar en una nueva etapa de preparación y búsqueda de información.
Lo que el autor del libro de Eter tiene que proponer no es una nueva trama
argumental sino un escenario y personajes totalmente novedosos. Toda época tiene
sus propias guerras, alianzas, migraciones y cosas así, pero siempre en un
escenario diferente; así que esa es la forma de demostrar la veracidad o falsedad
de un documento de carácter histórico que, como ya hemos insistido en varias
ocasiones, no se basa en la historia en sí, sino en los detalles incidentales que solo
un testigo ocular podría haber presenciado. Tanto la historia de Jared como la de
114
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Y ¿qué hay con respecto a esos “materiales” a los que tan superficialmente
hemos hecho alusión? Se presentan periódicamente. Para ilustrarlo, digamos que
hay una peculiar costumbre –por ejemplo de la corte real o sobre el tema de la
cacería—que se describe en el libro de Eter. Encontramos la misma costumbre
descrita por los modernos exploradores del Asia Central (fuente de información no.
115
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Por favor toma nota que estamos limitando nuestra curiosidad al tipo de
cosas que sucedieron. El tiempo y lugar exactos de algún evento en específico no
es importante para nosotros. Tales aspectos siempre están abiertos a la discusión
y, en el caso de los Jareditas, no empiezan a aparecer a prudente distancia. Ten en
mente que esa gente vivió en un reino lejano removido del curso de la historia
mundial; en una era indeterminada cronológicamente hablando, tomaron su cultura
de alguna fuente común y, a partir de ese momento, fue suya hasta que
desaparecieron de la faz de la tierra. ¿Qué importancia reviste el que las batallas se
hayan librado en algunos u otros puntos; en ciertos años o en otros? Lo importante
aquí es que se libraron batallas y, convenientemente para nosotros, que tales
luchas siguieron patrones de guerra propios del Asia Central, y nosotros somos
especialistas en patrones.
El primer capítulo del libro de Eter nos ofrece una advertencia no dogmática
sobre la cronología. En la lista de los treinta nombres que desfilan
ininterrumpidamente hasta “la gran torre” la palabra “descendiente” aparece, en
donde algunas generaciones pudieran estar separadas (Et. 1:23; 10:9) y en dos
ocasiones haciendo mancuerna con la palabra “hijo” (Et. 1:6, 16 también 10:31;
11:23). Como sabes, en el hebreo y otros idiomas “hijo” y “descendiente” son
interpretaciones de una palabra de origen común. Una y otra describen tano a un
moderno judío como a Isaac “hijos” de Abraham –la palabra se entiende
diferentemente en cada caso, pero se escribe de la misma manera. Una persona
limitada a un texto escrito no tendría forma de saber cuando debería ser
interpretada como “hijo” en su sentido original o cuando simplemente significara
“descendiente”. Los antiguos hebreos sabían perfectamente bien cuando realizar la
distinción: al igual que los árabes y los maoríes, ellos guardaban sus registros de
memoria y al mencionar a un patriarca en particular, se suponía que el oyente
estaba familiarizado con la genealogía de su mas cercano descendiente y por lo
tanto, las listas escritas solo eran simples apuntes para establecer conexiones entre
linajes particulares –el nombre del patriarca era suficiente para indicar su linaje, el
cual no se escribía. Sir Leonard Woolley tiene algunas cosas interesantes que decir
116
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
con respecto a este tema en su libro “Abraham”. El libro de Eter ahora demuestra, al
menos a los Santos de los Ultimos Días, que “hijo” y “descendiente” eran
empleados por igual en los antiguos registros genealógicos, que por lo tanto jamás
presentan una relación de padre a hijo trunca. Se nos informa que la genealogía
presentada en el libro de Eter pertenece a la segunda parte de los registros y que
“la primera parte…se encuentra entre los judíos” (Et. 1:3). De modo que deberíamos
considerar la genealogía del Antiguo Testamento como la primera parte de esta
misma lista y entonces enfrentar la posibilidad, tan largamente sospechada por
muchos, que las genealogías bíblicas deben leerse a veces como “hijo” y a veces
como “descendiente,” ya que los hombres han perdido desde hace tiempo el
conocimiento que permitía al antiguo jefe hacer la necesaria distinción. El resultado
es, desde luego, que nuestras genealogías bíblicas como las leemos actualmente
pueden ser demasiado cortas.
Por cierto, la genealogía del capítulo uno del libro de Eter, explica el porque
ni el hermano de Jared ni sus hijos son nombrados. (No se nos informa cuantos
hijos tenía, aun cuando los propios hijos de Jared están listados). Esto en alguna
ocasión me desconcertó, ya que el hermano de Jared es a todas luces el personaje
más importante del libro de Eter. Pero esto se debe a que “quien escribió el registro”
es un descendiente directo de Jared (Et. 1:2, 32) y no descendiente del hermano de
Jared, por lo que solo esta dando la historia de su propio linaje.1
Cuando nuestra fuente describe una región particular como “aquella parte
donde ningún hombre jamás había estado” (Et. 2:5), implica que los hombres ya
habían estado en algunas otras. Es mas, la gente de Jared estaba renuente a dejar
sus hogares y cuando finalmente “salieron de la tierra,” llevaron consigo sus
rebaños así como semillas de toda clase junto con todo el conocimiento (incluso
llevaron sus libros) necesario para establecer una gran civilización, todo ello
producto de una economía próspera y largamente establecida. La civilización
descrita en las páginas del libro de Eter no parece estar en una etapa de
decadencia. Uno en vano busca signos de evolución en el Libro de Mormón. Esto
es una broma para los sociólogos, lo sé, pero es por que los sociólogos no leen
117
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
documentos históricos, los que, si tan solo supieran, son exhaustivas notas de
campo y de laboratorio de la raza humana. Para aquellos cuyo conocimiento del
mundo proviene de libros de texto, pareciera increíble que la primera civilización
dinástica de los Sumerios, por ejemplo, debería cronológicamente hablando estar
mas alejada de culturas subsecuentes, las que "comparadas con esto pareciera ser
que las ultimas son las mas decadentes; la manufactura de productos deberia haber
alcanzado una asombrosa perfeccción."5 Parece difícil de creer que la gran
civilización babilónica que floreció durante muchos siglos simplemente avanzaba sin
dificultad absorbiendo los logros de una civilización mas antigua y considerada
como “primitiva”; esta es exactamente la imagen que nos ofrece Meissner en su
extraordinario estudio.6 Parece ir contra las reglas que aquellos logros por los
cuales Egipto se destaca –los incomparables retratos, los maravillosos vasos de
piedra, el exquisito tejido—alcanzaran su clímax en las primeras épocas históricas
de su civilización, concretamente en el periodo predinástico, como es el caso. Es en
las primeras dinastías y no en las últimas, que la perfección técnica y el toque
artístico de los egipcios en joyería, mobiliario, cerámica, etc., “son los mas
avanzados.” “Aquí se presenta un extraño fenómeno,” comentaba recientemente
una autoridad británica. “En la literatura lo mejor de cada género aparece
súbitamente una vez y jamás vuelve a aparecer. Lo anterior es una idea
perturbadoramente inaceptable e incómoda para aquellos adeptos a la doctrina de
la evolución humana. Pero yo creo que debe admitirse como cierta. De entre el
cúmulo de obras de los distintos géneros literarios, la obra maestra se caracteriza
por ser única, sin precedentes y sin que otras puedan siquiera aproximarse o
compararse con ella.”7 Aun mas impresionante es el reporte del egiptólogo Siegfred
Schott: “de un momento a otro en el desarrollo de la cultura egipcia los monumentos
de una nueva época presentan algo hasta ese momento desconocido en un estado
de perfección completamente desarrollado.” Schott enlista como artículos con tales
características la repentina aparición de los textos de las pirámides, “la
sorprendente aparición de la arquitectura de los templos y sus muros decorados con
inscripciones, carentes de un antecedente que indicara un desarrollo paulatino,” los
edificios de Zoser en Sakkara, las tres grandes pirámides y los relieves de los
templos que despliegan una maestría en estilo y técnica en sus primeras épocas.8
¿no son las primeras pinturas de la raza humana inigualables hasta el día de hoy?
Nota por favor que solo somos capaces de juzgar aquellas cosas que han logrado
sobrevivir desde aquellas remotas épocas: siempre hemos supuesto que estas
personas eran rústicas y primitivas hasta que la situación cambió y,
paradójicamente, muestran ser muy superiores a nosotros. Debemos admitir, por
ejemplo, que los grabados en piedra de ciertos cazadores paleolíticos nunca han
sido igualados; lo mismo sucede con los implementos de piedra usados por esa
gente que han sobrevivido –¿tendrá alguien derecho a negarles la perfeccion en
otras cosas? ¿Existe alguna razón para suponer que sus trabajos en madera o en
cuero eran inferiores? Cualquier persona con una educación moderna te dirá sin
dudar que los primeros logros de nuestros ancestros debieron haber sido
sumamente rústicos. Sin embargo, cuando y contrariamente a lo esperado, algunas
prendas de ropa antigua fueron encontradas, los expertos franceses las examinaron
cuidadosamente y las declararon tan finas como las que somos capaces de producir
actualmente.9 Las únicas armas que han sobrevivido desde tiempos prehistóricos
están mas lejos de ser lo mas adecuado para su propósito que un rifle moderno. La
más mortífera de las armas de caza que ha sobrevivido hasta nuestros días es la
flecha con punta de piedra (no de metal). En mis recientes labores con flechas
118
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Cierto,” te escucho decir, “pero debe haber una larga evolución detrás de
esos primeros logros.” Lo cual es causa de prueba y no de suposiciones si eres un
científico. Lo único cierto a la fecha es (a) que su antecedente evolucionista no ha
sido descubierto y (b) que no existen registros de mejoras subsecuentes durante
esos miles de años. Así que deja que los biólogos se encarguen del tema de la
evolución; para el historiador no tiene significado alguno. Incluso el profesor Van der
Meer, quizá el mas avezado investigador de cronología antigua, no puede menos
que lamentarse diciendo que “la influencia de la teoría de la evolución ha
entorpecido de forma por demás desafortunada el estudio de la historia antigua.”12
La Torre de Babel13
Estimado Prof. F:
119
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
(¡que poco saben del latín!), sino simplemente defender sus propias opiniones sobre
cualquier tópico.
120
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
persas. “Del linaje de Cam,” dice el texto, “surgió por sucesión mística (todo lo
opuesto a la santidad) uno llamado Nimrod, quien fue un gigante contra el Señor…y
a quien los griegos llamaron Zoroastro y que gobernó el mundo forzando a todos los
hombres mediante sus falsas artes mágicas a reconocer su autoridad.”23 La Crónica
Pascal reporta una tradición ampliamente difundida en el sentido de que este
gigante que construyó Babilonia no era únicamente el rey de Persia, el
cosmocreador, sino también el primer hombre que enseñó el sacrificio y consumo
de la carne de animales; una creencia también expresada en el Corán.24 Existe
otra tradición común en el sentido de que la coronación de Nimrod era ilegítima y
que gobernó sin derecho en la tierra sobre todos los hijos de Noé y que estos
estaban subyugados a su poder y consejo; jamás anduvo por las vías del Señor y
fue mas inicuo que todos los hombres que le habían antecedido.25 La antigüedad de
estas historias partir de un registro babilónico muy antiguo sobre un rey inicuo que
primeramente mezcló “mezquindad y grandeza…en la colina” y ocasiónó que todos
pecaran, ganando para sí el título de “rey de la noble montaña” (y de la torre), “dios
de la anarquía,” dios del caos.26 En las primeras tradiciones Indoeuropeas este
personaje es Dahhak, “el tipo de poca monta, el engañador y el rey de los
desenfrenados,” quien se sentó en el trono durante mil años y forzó a todos los
hombres a inscribir sus nombres en el libro del dragón, para de ese modo sujetarlos
a él.27 Lo anterior nos recuerda la muy antigua tradición de que cuando Set sucedió
a Adán en el sacerdocio, ordenó se conservara un registro especial que fue llamado
el Libro de la Vida y que se ocultó de los hijos de Caín. El libro del dragón era una
imitación de esto.28 Existe una tendencia constante en los registros antiguos a
confundir a Jemshid, el fundador de los reinos de la tierra y padre de la raza
humana, no con Adán, sino con un falso Adán o impostor.29
En el libro de Eter, el nombre de Nimrod esta asociado con “el valle que esta
al norte” y que se encuentra “en esa parte en donde ningún hombre ha estado
jamás” (Et. 2:2, 5), lo cual encaja muy bien con el legendario personaje de Nimrod
como el cazador de las estepas. El nombre de Nimrod siempre ha sido un misterio
para los filólogos, quienes nunca han sido capaces de localizarlo –aunque Kraeling
ahora acepta la muy dudosa teoría de Edward Meyer en el sentido de que el
nombre es una mezcla egipcio-libia, lo cual se ajusta perfectamente con nuestra
creencia con respecto a la maldición sobre Cam,30 pero a finales del siglo pasado el
explorador y erudito Emin encontró ese nombre asociado a leyendas (la mayoría del
tipo del cazador) y a nombres de lugares en la región del lago Van; el gran sistema
de valles situados al norte de la alta Mesopotamia.31 No voy a insistir ni un minuto
mas en el hecho de la existencia del legendario Nimrod. Como te mencioné
anteriormente, solamente estoy interesado en el tipo de cosas que sucedieron y
después de haber examinado cientos de leyendas procedentes de todas partes del
mundo antiguo, todas relatan sustancialmente la misma historia; dado lo anterior,
creo que alguien encontrará difícil negar, en vista de la evidencia, que hubo un
evento común detrás de todos ellos. Es mas, parece que fue un evento único.
¿Cómo es eso? Dije que encontramos montañas, torres y los ritos asociados a ello
en todo el mundo antiguo; ahora iré más lejos y digo que esas montañas y torres así
como las construcciones de las grandes culturas asociadas a ellas no fueron
invenciones locales sino imitaciones derivadas de un modelo original. En todo
santuario de la antigüedad se ha encontrado la leyenda de cómo en el principio esta
se transportó por el aire desde alguna misteriosa y lejana tierra. Esta tierra lejana
121
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
siempre parece converger siempre en el Asia Central. Nuestro nórdico Othinn llegó
proveniente de la tierra habitada por gigantes del Este; el culto griego, de la tierra de
los hiperbóreanos mas al norte de Grecia; la gente del Cercano Oriente señalaba a
una misteriosa montaña blanca al norte como el asiento de su culto primordial; los
chinos al paraíso o montaña del oeste, y así por el estilo. Puedes enlistar las
leyendas encontradas y en tu tiempo libre determinar que todas ellas tienen un
punto de origen común.32 Me parece extraño el hecho de que el padre fundador y
“summus deus” de cada nación de la antigüedad es alguien que ha sido declarado
un impostor y parte de un fraude; un vulgar vagabundo que desde lejos reclama una
suprema autoridad que no permite sea sometida a un cuidadoso escrutinio. Piensa
en Prometeo retando a Zeus; en el chantaje de Loki a Othinn; en la dudosa
“justificación de Osiris;” en el terror del todopoderoso Anú cuando Tiamat reta su
autoridad, y así por el estilo.33 Deja correr esas leyendas y encontrarás que en cada
caso, el usurpador proviene del Asia Central. Hasta Isaías (Is.14:12-14) nos
recuerda que en el principio el adversario colocó su trono “sobre las montañas del
norte” pretendiendo ser “semejante al Altísimo.” Para todo ello se indica un mismo
origen y, sin importar si son ritos o relatos, la diferencia es mínima.
El Garment Robado
Nimrod reclamó su derecho al trono una vez que hubo derrotado a todos sus
enemigos;34 sin embargo reclamaba su derecho al sacerdocio en virtud de afirmar
poseer el “garment de Adán.” Las leyendas de los judíos nos aseguran que fue en
virtud de poseer este garment que Nimrod fue capaz de reclamar el poder para
gobernar sobre toda la tierra y que se sentaba en su torre para que los hombres le
adorasen.35 Los escritores apócrifos, tanto cristianos como judíos, tienen mucho que
decir al respecto. Citemos a uno de ellos: “las investiduras de piel que Dios creó
para Adán y su esposa Eva cuando fueron expulsados del Jardín de Edén le fueron
dadas a Enoc tras la muerte de Adán;” de Enoc pasaron a manos de Matusalén y
de Matusalén a Noé, de quien Cam las robó cuando dejaron el Arca. Nimrod, el
nieto de Cam las obtuvo de su padre Cus.36 Con respecto a la legítima herencia de
esta prenda, en un fragmento muy antiguo recientemente descubierto se dice que
Miguel, “desvistió a Enoc de sus ropas terrenales y lo vistió con sus propias ropas
celestiales,” para llevarlo a la presencia de Dios.37 Este garment de Enoc se
suponía era el mismo garment de pieles que usó Juan el Bautista y que los primeros
cristianos llamaron “el garment de Elías.”38 Una versión árabe de la ‘vida de Juan el
Bautista’ menciona que Gabriel se lo trajo a Juan desde el cielo como “el garment
de Elías”; “si regresamos,” dice John Chrysostom, “al principio del mundo, a los
tiempos en los que Adán necesitaba cubrirse, descubriremos que el garment en sí
mismo es el símbolo del arrepentimiento.”39 Otros creían que era el mismo garment
que Herodes y mas tarde los romanos guardaron cuando deseaban persuadir a la
gente a colocar a un candidato de su propia elección y del que se dice que los
judíos intentaron conseguirlo por la fuerza y ponerlo sobre El Bautista para
convertirlo, en lugar de Herodes, en su Sumo Sacerdote.40 Sea cual sea su origen,
el uso de un garment de arrepentimiento, símbolo de la vida del hombre en su
122
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
estado caído era conocido por los antiguos cristianos y practicado por ciertos cultos
ultraconservadores hasta tiempos modernos.41
Por cierto, el relato del garment robado tal y como es narrado por los viejos
rabinos, incluido el gran rabino Eleazar, llama la atención por la interpretación
enteramente diferente del de la extraña historia de Génesis 9 de la versión Reina-
Valera de nuestra Biblia. Parece ser que para ellos el cerwath de Génesis 9:22 no
significaría una “desnudez” del todo, sino que debería interpretarse en términos de
la raíz primaria que significa “cubierta de pieles.” Interpretándolo el vocablo de esta
forma, ahora entendemos que Cam tomó el garment de su padre mientras dormía y
se los mostró a su hermanos, Sem y Jafet; sacó un molde o lo copió (salmah) o
incluso tejió uno de forma similar (simlah) que pusieron sobre sus hombros para
regresar el garment de piel a su padre. Cuando despertó Noé reconoció el
sacerdocio de sus dos hijos pero maldijo al hijo que intentó robarle el garment. Por
un extremadamente peculiar tipo de sustitución, el término simlah de Génesis 9:23
podría muy fácilmente derivar un original tsimlah (copia, patrón o imitación) o por
igual tipo de transposición un salmah (vestido o manto), como en Miqueas 2:8.
Incluso el mismo término simlah significa un garment de tejido y difícilmente puede
referirse al original garment de piel. Esto es, aparentemente, el origen de la tan
ampliamente difundida leyenda de que Cam robó el garment de Noé y reclamó
poseer el sacerdocio en virtud de su ilegal acto. Los descendientes de Cam, Cush y
Nimrod –ambos viviendo en Africa, aunque Nimrod en sus viajes se movió a Asia–42
interpusieron el mismo reclamo. Es interesante que de acuerdo con ciertas
escrituras antiguas que los Santos de los Ultimos Días reclaman haber recibido por
revelación en nuestra época mencionan que faraón (quien representa el linaje afro-
asiático de Cush–Nimrod) fue bendecido con el reino pero maldito en cuanto al
sacerdocio y le ofreció a Abraham el privilegio de usar su propia insignia real con la
esperanza de que éste, al devolverle el favor, le permitiera usar el manto sacerdotal
(Abr. 1:26-27). De acuerdo con una tradición muy antigua, faraón codiciaba el
sacerdocio de Moisés exactamente en la misma forma en que su antecesor lo
codició de Abraham y se decía que los faraones de Egipto vestían un garment de
piel “para mostrar que su origen era más antiguo que el tiempo mismo.”43
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 2
La Partida
La Dispersión
Incluso otra expresión bíblica nos ayuda a dilucidar nuestro texto: aunque
Eter nada dice con respecto a que “toda la tierra era “de un mismo idioma y un
mismo linaje” (Gén. 11:1), nos ofrece una interesante sugerencia sobre el cómo
debe entenderse este término. Así como “hijo” y “descendiente” son la misma
palabra en hebreo y puede fácilmente confundir a los traductores (quienes no tienen
manera de saber, salvo por el contexto en el que se encuentra, en qué sentido debe
entenderse la palabra), de esa misma manera “tierra” y “mundo” significan lo mismo;
el bien conocido eretz. En vista del hecho de que el libro de Eter, al hablar sobre los
Jareditas, señala que “no hubo ninguno de los bellos hijos e hijas sobre la faz de
toda la tierra que se arrepintiese de sus pecados” (Et. 13:17), parecería que la
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
expresión “toda la tierra” (kol ha aretz) del Antiguo Testamento no siempre debe
tomarse en el sentido de referirse al planeta entero. Evidentemente es
completamente legítimo pensar en los días de Peleg, dada la forma en que los
antiguos escritores judíos la describen, como la época en que “los hijos de Noé
empezaron a repartirse la tierra.”2 como si visualizaran, sin autoridad alguna, la
separación de los continentes o la distribución del globo terráqueo. La primera
reacción de un lector ante un antiguo y fragmentado texto usualmente es convertirlo
en un credo; si bien a últimas fechas, la investigación y la revelación se han
combinado para desacreditar tan obvia y fácil solución a todo misterio. Cuando
comenzamos a examinarlo, el libro de Eter, al igual que el de 1er. Nefi, esta
encaminado en dirección de fundamentarse como un sobrio y factible relato; nunca
apostando a favor de proyectarse como un trampolín para la imaginación. Por
ejemplo, nuestro registro no atribuye la dispersión de la gente, como uno
inocentemente pudiera suponerlo, a la confusión de lenguas. Después de que el
hermano de Jared había recibido la promesa de que el idioma de sus familiares y
amigos no sería confundido, la cuestión de si serían sacados de la tierra
permanecía sin respuesta: eso era otro asunto y es obvio que el idioma que
hablaran poco tenía que ver con el hecho de ser sacados de la tierra o de la
determinación de su derrotero. Fue algo más lo que impulsó a los renuentes
Jareditas a dejar sus hogares ¿Qué pudo haber sido? Una historia sobria y factible
no tiene porque lidiar con el monótono recuento diario. La confusión y dispersión de
la gente de la torre de Babel no fue el lento resultado de un proceso histórico. Fue
un proceso repentino y terrible, y el libro de Eter ofrece el indicio más claro posible
de su causalidad.
Pero esto nos guía a un tema del que me es imposible hablar brevemente,
por lo que lo postergaré para una ocasión posterior.
Las tormentas del Asia Central son terribles en cualquier época. Viajero tanto
antiguos como modernos coinciden en relatar casi increíbles pero similares historias
sobre los horribles vientos que casi a diario arrastran grandes masas de arena,
polvo e incluso guijarros de una parte del continente al otro.4 Las grandes cuencas
del este y el oeste de Asia que rodean una vasta extesion del continente son
mudos testigos de las mas mortíferas tormentas de arena que han acompañado la
desecación del territorio después de la última era glacial. Pero es cuando el clima
mundial se sale de control, como ha sucedido en algunas ocasiones en la historia,
que las imponentes tormentas de arena de Asia llevan a la ruina a poderosos
imperios; sepultando grandes ciudades casi durante una noche, esparciendo a las
tribus en todas direcciones para invadir y sumergir en arena a las civilizaciones mas
favorecidas de oriente y occidente. El clima de Asia es el gran mecanismo impulsor
126
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
central de la historia mundial. Es solo en años reciente que los hombres han
empezado a correlacionar las grandes migraciones de la historia, incluidas sus
guerras y revoluciones, con esas enormes crisis climáticas; como los fuertes vientos
y la sequía que se presentaron en el periodo 2300-2200 a.C., así como el diluvio
universal del año 1300 a.C. que ahora sabemos tuvo lugar en el curso de la historia
escrita.5 Tan hipnotizados han estado los estudiantes de la sociedad con la facilidad
y franqueza con que la regla del pulgar puede aplicarse a todas las contingencias
de la vida, que la relación entre la violencia de los elementos y la caída de los
imperios pasa desapercibida en sus gráficas y libros de texto. Con crasos ejemplos
tan grandes como la tierra misma, aun desdeñan reconocer la simple validez de
plagas y terremotos, ni reconocen la espantosa velocidad con la que estas escenas
de la historia mundial a menudo cambian.
Sir Aurel Stein en su libro “Lou-Lan” describe las casas y calles desiertas de
esa ciudad exactamente como eran hace mas de catorce siglos, cuando sus
habitantes fueron azotados por una sequía tan súbita y tan severa que ni la madera
de los bosques frutales ni la mas delicada ni los mas delicados tejidos han sido
trabajados desde entonces.6 La poderosa ciudad de Etsina se transformó en un
desierto súbitamente hace seiscientos años y no fue hallada hasta 1909: “toda vida
pereció. Los árboles del bosque fueron arrancados (refiriéndose por supuesto a los
terribles vientos)…y las tormentas que surgieron pronto sepultaron el país en
arena.” Hasta la fecha los troncos de los árboles permanecen sin
descomponerse,”como momias secas por el sol, muertos, desnudos y grises…sobre
una vasta región, de lo que alguna vez fuera un umbroso bosque descansan por
miles…pasamos sobre otras ruinas de artefactos abandonados y con extrañas
sensaciones rondándonos desenterramos objetos que ningún ser humano había
tocado en mas de seiscientos años.”7 El mismo viajero que reporta estas cosas fue
testigo de la recurrencia de esta familiar tragedia asiática con sus propios ojos:
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mencionan los vientos, (2) las investigaciones de los paleometeorólogos que han
correlacionado sus descubrimientos con registros históricos que muestran que el
mundo repetidamente ha pasado por cambios climáticos catastróficos en los últimos
6000 años, p. ej., la gran sequía mundial y los tornados del 2200 a.C.; la terrible
sequía en el 1000 a.C.; los diluvios igualmente violentos del 1300 a.C. y los
fenómenos climatológicos del 850 a.C. etc17 y (3) registros históricos actuales de
sitios que han sufrido el mismo destino que Babel, mostrando que no es una
fantasía, sino una situación característica de la historia mundial. Un buen ejemplo
de tales registros es la cosmografía de Qazwini, que registra como durante la Edad
Media el gran domo de Bagdad, “símbolo de Bagdad; joya del país y el principal
logro de los hijos de Abbas,” se colapsó durante una gran ventisca. Los eruditos a
menudo han señalado que la torre de Babel, al igual que el domo de Bagdad,
simbolizaba el poder y la unidad de sus constructores (Gen. 11:4).18
La Salida19
Estimado F:
El que el grupo de Jared se haya movido hacia el este o el oeste del valle de
Nimrod no merece mayor atención, debido a que una serie de circunstancias
favorecen un curso hacia el este.21 Una razón se inclina a su favor; la larga distancia
de la jornada: “durante estos muchos años hemos permanecido en el desierto” (Et.
3:3); una situación propicia no solo por las vastas extensiones por las que se puede
vagar, sino porque es un terreno favorable para grupos nómadas criadores de
ganado y una región “en la que ningún hombre jamás había estado,” condiciones
que se ajustan mas a las áreas asiáticas que europeas. Pero sin duda mas
revelador es el reporte en el que se afirma que “el viento no dejó de soplar hacia la
tierra prometida mientras estuvieron sobre las aguas, y de ese modo fueron
impelidos ante el viento” (Et. 6:8). Ahora bien, independientemente de que los
Jareditas hubieran zarpado desde playas del este o del oeste, necesariamente
tendrían que cruzar el océano entre los paralelos trece y dieciséis norte, en donde
los vientos dominantes se desplazan siempre hacia el oeste en todo el planeta.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Pero sea el este o el oeste, del báltico al pacifico, “del desierto de Gobi y la
frontera de Corea al bajo Danubio y los montes Cárpatos,” una simple forma de vida
ha prevalecido desde el amanecer de la historia condicionado por una sorprendente
uniformidad del tipo de terreno.23 Se han realizado numerosos estudios sobre el
llamado “arte de las estepas” y las excavaciones de los rusos en años recientes han
confirmado las mas extravagantes especulaciones sobre el extenso, antiguo y
uniforme grupo que conforman las culturas de las estepas. La cultura
Kelteminariana nuevamente descubierta por ejemplo, pareciera agrupar a las
principales lenguas de Europa y Asia Central en un vasto, único y prehistórico
tronco que abraza no solo a la familia de lenguas Indo-europeas sino la Turaniana e
incluso a los antiguos lenguajes no-arios de la India.24 Asia es la clásica tierra de
naciones y tribus nómadas con un tipo de cultura y sociedad comunes que, como
veremos, esta perfectamente ejemplificada por los Jareditas.
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Capítulo 3
Jared en las Estepas
El relato del “cruce de las planicies” del libro de Eter es un idilio asiático.
Nada de lo esencialmente importante se ha omitido. Primero que nada, la estepa
esta colmada de “rebaños, macho y hembra de toda especie” y si observamos con
mayor minuciosidad encontraremos aves de corral, peces, abejas y “semillas de la
tierra de toda clase.” Incluso al hermano de Jared se le ordenó admitir en el grupo a
cualquiera que le pareciera útil: “tus familias; y también tu hermano Jared y su
familia; y también tus amigos y sus familias y los amigos de Jared y sus familias”
(Et. 1:41). Aquí tenemos otro sorprendente contraste con la historia de Lehi: a
diferencia de la gente de las arenas, estos antiguos pioneros no formaban sus
sociedades en base al parentesco –los amigos de Jared y los amigos de su
hermano eran dos grupos separados, lo cual no sería posible si todos hubieran sido
parientes. Aparentemente quienquiera que sea un amigo es un apoyo y miembro de
la tribu, y esta norma, lo suficientemente significativa, ha sido una regla común en la
sociedad asiática desde tiempos inmemoriales, cuando la fórmula “fueron contados
entre mi pueblo” se aplicaba a cualquier pueblo que un rey pudiera sojuzgar,
independientemente de su lengua o raza.1
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Si los Jareditas mezclaron su ganado, parece ser que también mezclaron sus
profesiones y quizá te preguntarás ¿fueron cazadores, pastores o agricultores?
Pudieras preguntar lo mismo de cualquier sociedad asiática y obtener la misma
respuesta: eran las 3 cosas juntas. McGovern insistentemente señala que las tribus
de las estepas desde siempre han combinado la caza, la agricultura y el pastoreo
del ganado en una sola actividad.8 Y en mis mas recientes estudios sobre la región
he mostrado que fueron los originales edificadores de la ciudad. Todas las tribus
que hemos mencionado, por ejemplo, fueron expertos cazadores, aunque ninguna
carecía de animales, de lo cual poseían en abundancia. Típico es el caso de los
Manchu-Solonos quienes al perder sus rebaños se convirtieron en agricultores,
incluso ellos cultivaron la tierra en tanto el hambre los obligaba a ello y cuando la
caza abundó dejaron de hacerlo,”9 es decir, que eran cazadores, pastores y
agricultores según las condiciones lo requirieran o permitieran. Seamos cuidadosos
entonces, de no simplificar demasiado nuestra imagen del estilo de vida de las
primeras civilizaciones evitando ideas al estilo de Cecil B. DeMille sobre “primitivas”
condiciones de vida que nunca existieron.
Sería difícil de concebir dos tipos mas opuestos de migración, ya que cada
una se ajusta perfectamente con los usos y costumbres registrados a través de la
historia en esa parte del mundo que el Libro de Mormón les asigna.
Pero ¿cómo pudieron llevar tantas cosas con ellos? Pues de la misma forma
en que otras tribus de Asia siempre lo han hecho; en carretas. ¡y que carretas! “Al
medir el ancho entre ruedas de una de sus carretas,” nos reporta Guillermo de
Rubruck, “encontré que era de mas de veinte pies….conté veintidós bueyes que
integraban el tiro de una carreta en la que prácticamente iba montada una casa…el
eje de la carreta era de un tamaño verdaderamente espectacular, a semejanza del
mástil de un barco.”10 Marco Polo pudo contemplar las casas de los Tártaros
montadas “sobre una especie de carro con cuatro ruedas.”11 Mil setecientos años
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
H. G. Wells alguna vez realizó una vívida descripción sobre la forma en que
un hombre prehistórico desinhibido desde una rama un día aterrizó para su
sorpresa sobre el lomo de un caballo que caminaba despreocupadamente bajo su
árbol. En este evento, cree él, estaría registrado más lógicamente el descubrimiento
del arte de la equitación. Tal vez, pero no es la forma en que sucedió de acuerdo
con el consenso actual, el cual parece ser que las bestias fueron usadas
“primeramente como fuerza motriz que como cabalgadura.” Es mas, McGovern
menciona en fechas recientes que “los Escitas y los Sarmatianos tuvieron la
brillante y original idea de montar al animal que desde hacía tiempo ya era
empleado como animal de tiro.”17 Generalmente se esta de acuerdo en que los
vehículos tirados por bueyes fueron mas antiguos que los tirados por caballos; no
obstante, ambos se remontan al cuarto milenio a.C. y aunque hubiera sido posible
para los Jareditas realizar su hornada a pie, no habría sido posible para ellos en
tales circunstancias llevar consigo jaulas con aves, colmenas y recipientes con
peces. No existe nada que nos pueda hacer pensar que no usaron sus carretas
para tal fin, especialmente cuando no carecían de una cantidad suficiente de bestias
para tirar de ellas.
En Relación al Desierto18
Estimado Profesor F:
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
simple respeto por haberse logrado transportar al insecto, por destacable que ello
sea. El vocablo deseret, se nos dice que, “interpretado significa abeja” (Et. 2:3),
siendo un vocablo procedente del idioma jaredita, ya que Eter (o Moroni) ve la
necesidad de interpretarlo. Resulta una coincidencia notable el hecho de que el
vocablo deseret, o un término muy parecido, gozara de un lugar destacado entre los
ritos de los fundadores de la civilización egipcia clásica, en donde se le asociaba
con el símbolo de la abeja. Los fundadores de lo que conocemos como la segunda
civilización parecen haber ingresado a Egipto desde la parte noroeste, como parte
del movimiento producto de la gran dispersión de pueblos que así mismo llevara a
Mesopotamia a los fundadores de la civilización babilónica clásica.19 De manera que
tenemos que los fundadores de las dos civilizaciones madres de la antigüedad
ingresaron a sus respectivos nuevos territorios aproximadamente en la misma
época, partiendo de un punto de origen común –que aparentemente fue el mismo
punto del que también partieron los Jareditas. Los pioneros egipcios llevaron
consigo un culto totalmente desarrollado y el simbolismo correspondiente tomado
de su cuna asiática.20 Entre sus objetos de culto, la abeja parece haber ocupado un
lugar prominente, pues la region de Egipto que colonizaron inicialmente sería
conocida posteriormente como “la tierra de la abeja,” diseñándose un jeroglífico con
el dibujo de una abeja; mientras que, por otra parte, todo rey de Egipto en su
modalidad de “Rey del Alto y Bajo Egipto,” ostentaba el título de “el que pertenece a
la juncia y a la abeja.”21
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
escrita siempre la sustituye con otra palabra, Adonai, para evitar por completo el
terrible sonido del nombre. Incluso la combinación de las vocales HWH es una raíz
verbal común en el lenguaje hebreo y se ha empleado desde siempre. Por otra
parte, existen otros ejemplos de tales sustituciones en el lenguaje hebreo y también
en el lenguaje jeroglífico que, como señala Kees, en realidad son una especie de
lenguaje en doble sentido.
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En el caso de los nefitas, era posible localizar los centros culturales del
mundo antiguo de los que su civilización derivó, ¿podemos hacer lo mismo con los
Jareditas? Me parece que sí, ya que provenían de esa región que sirvió en tiempos
antiguos como una genuina área de combate para enfrentar las invasiones. Ahí es
de donde proviene su cultura y donde finalmente encaja. Aun es demasiado
prematuro intentar bosquejar un panorama detallado de la vida en la época de la
dispersión. “La arqueología de las regiones nómadas del Asia Central aun esta en
su infancia,…” escribe G. N. Roerich; “una nueva rama de la ciencia histórica esta
por aparecer, cuya finalidad será formular leyes que reconstruirán el estado nómada
y estudien los restos de un gran pasado que ha permanecido olvidado.”35 Pero el
panorama general empieza a tomar forma. Permíteme esbozarte rápidamente los
primeros trazos.
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Menandro, un embajador romano ante la corte del gran Khan, contempló quinientas
carretas llenas de oro, plata y ropas de seda que acompañaban al monarca en sus
viajes,49 ya que “la antigua ley de los Khan” establecía que nadie debía entrar en la
presencia del gobernante con las manos vacías, ni partir de ahí sin ser
recompensado.50 El patrón del imperialismo de las estepas, de acuerdo con
Vernadsky, iniciaba con “la riqueza acumulada en las manos de algún caudillo
competente,” que le permitía expandir su influencia entre los clanes vecinos.51 Los
observadores del sistema asiático han comentado sobre el dedicado celo con el que
los hombres de las estepas se consagran a dos objetivos –poder y lucro. Poder y
lucro por supuesto son inseparables, y uno engendra al otro, pero en ninguna otra
parte puede apreciarse mejor que todo esta gobernado sobre la base del mas
franco estilo mercenario que en Asia, en donde los embajadores mas venales de
occidente han sido avergonzados igualmente por la franqueza y astucia de sus
anfitriones, para quienes la vida se resume a simples cuestiones de negocios. El
que esta cualidad sea peculiar en la sociedad jaredita resulta del hecho de que los
dos aspectos, poder y lucro, reciban una mayor atención en el libro de Eter que
cualquier otro en el libro de mormon y como un vistazo a las similitudes con el
antiguo mundo lo mostrará.
Y sucedió que Akish reunió a toda su parentela en la casa de Jared y les dijo:
¿Me jurareis que me seréis fieles en la cosa que exija de vosotros?
Y aconteció que todos le juraron por el Dios del cielo, y también por los cielos
y por la tierra y por su cabeza, que el que se opusiera a la ayuda que Akish deseara
perdería la cabeza….
Y él les administró los juramentos que fueron dados por los antiguos que
también ambicionaban poder, juramentos que habian sido transmitidos desde Caín
(Et. 8:13-15).
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Mitra reina soberano, nos relata el Avesta, en virtud de sus diez mil espías,
los cuales lo convierten en el más infalible de todos los reyes.57 Esta es la institución
conocida comúnmente como “los ojos y oídos del rey,” perfeccionada por los Persas
y adoptada por los monarcas de otros reinos. El éxito de cualquier conspiración en
contra de la realeza tan alerta y vigilante depende por lo tanto de la sorpresa y
discreción que se pueda mostrar ante ellos, de modo que el infalible accesorio
adjunto y némesis de los reinos asiáticos es la sociedad secreta, infectando a todo y
a todos con una paralizante sensación de inseguridad, como acertadamente
Hoemes apunta, y capaz de derribar dinastías e imperios en una sola noche.58 El
regalo de Asia al mundo ha salvado muchas veces a este de ser gobernado por
asiáticos, ya que cuántos han sido los conquistadores Asirios, Persas o Mongoles
que han tenido que darle la espalda a Occidente, cuando se encontraban a punto
de emprender una campaña de conquista total, por tener que apagar el fuego de la
rebelión encendido por las conspiraciones secretas de su parentela ¡tramadas a
espaldas suyas! La conformación tradicional de un imperio asiático, escriben Huart
y Delaporte, esta basado en “el despotismo atemperado por el derrocamiento y el
asesinato,” en el que el clero juega un papel principal.59 Para bien o para mal, cada
gobernante de las estepas, independientemente de cuan grande sea su poder y
prestigio personales, tiene que contar con la presencia de una casta de ambiciosos
y poderosos sacerdotes –usualmente chamanes. Incluso Genghis Khan, el mas
poderoso de todos, estuvo a punto de perder su trono a manos de un ambicioso
sumo sacerdote, y en el amanecer de la historia mas de uno de tales sumos
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Se nos dice, por ejemplo, como el hijo del rey Akish, enfurecido con su padre
por la muerte cruel de su hermano a causa de la inanición (¡nada mas típico!) fue y
se unió a las crecientes fuerzas del depuesto rey Omer, quien desde que había sido
derrocado por “una combinación secreta de Akish y sus amigos” había morado en
tiendas y reunido una fuerza para intentar reconquistar el trono (Et. 9:3, 9) Toma
nota de la aparente flexibilidad de la sociedad jaredita –la posibilidad de grandes
grupos de gente vagando de un lado a otro sobre un continente escasamente
poblado. Advierte también cuán bien se duplican las condiciones “sobre la faz de
este país del norte” de las que prevalecen en las mismas latitudes al otro lado del
mundo, en donde casi prevalece el mismo paisaje. Esto, como se verá mas
adelante, es sumamente significativo, ya que plantea mucho sobre el posible origen
de muchas de las costumbres indias entre los cazadores y nómadas de Asia en una
fecha muy antigua: ¡la misma tesis que a menudo ha sido lanzada como el
argumento mas sólido en contra del Libro de Mormón es propuesta por el mismo!
Pero más de ello en otra ocasión.
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Capítulo 4
La Cultura Jaredita: Esplendor y Ruina
Un Mundo de Prisiones
Los Jareditas, al igual que sus parientes asiáticos y a diferencia de los
Nefitas, fueron de ascendencia profundamente monárquica y su monarquía es el
bien conocido despotismo asiático con accesorios incluidos. ¿Dónde se podría
encontrar un mejor retrato del típico gobernante asiático que en los cuatro
versículos de describen el reinado de Riplákish? (Et. 10:5-8). La lujuria y la
crueldad, la magnificencia y la opresión se encuentran por igual. Esa clase de cosas
que eran bien conocidas en la época de José Smith –después de todo, Hajji Baba
apareció en 1824– pero el libro de Eter va mas allá de una imagen que nos muestra
costumbres completamente ajenas a la experiencia de la gente de occidente.
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que fue capaz de escribir ciertas cartas de liberación.5 Cuando Izzudín derrotó a su
hermano Alluddín en su disputa por el trono del imperio Seljuk, lo encerró en prisión,
pero cuando siete años después su hermano Izzudín murió, Alluddín fue liberado de
inmediato y puesto sobre el trono sin disputa alguna –había sido puesto tras las
rejas ¡solo como precaución!6 Era costumbre de los antiguos reyes Turcos, durante
tanto tiempo cuestionado por los eruditos pero comprobado recientemente, permitir
a su rivales vencidos sentarse sobre sus tronos durante el día, ¡pero encerrarlos en
jaulas de hierro durante la noche!7 Estos señores de las estepas, como el
gobernador Mamluke que controló a un general disidente llevándolo ante la corte en
una jaula,8 estaban siguiendo los pasos de reyes mas antiguos. Senaquerib reporta
que nada menos que el rival rey de Babilonia “fue encadenado y arrojado en una
jaula y traído ante mí. [se le capturó en la puerta central de Nínive como a un
puerco].”9 Y con respecto al rey de Arabia, Asurbanipal dice: “Lo coloqué dentro de
una perrera. Junto a los perros y chacales(?) le hice montar guardia a las puertas de
Nínive.”10 Moviéndonos hacia atrás hasta los registros mas antiguos, encontramos
una cantidad de leyendas por todo el mundo antiguo narrando como un dios
victorioso en el principio encadenó y encerró a sus rebeldes parientes –sin matarlos,
ya que ellos son partícipes de su naturaleza divina; los mitos mas antiguos de Zeus
y Osiris de inmediato asaltan la mente.11 Advertirás que los reyes cautivos en el
libro de Eter siempre son encarcelados por sus parientes.
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¿No ha leído él los anales que nuestros padres trajeron a través del gran
mar? He aquí ¿no hay en ellos una relación concerniente a los antiguos, de cómo
por medio de sus planes secretos lograron reinos y gran gloria?
Ahora pues, envíe mi padre por Akish, el hijo de Kimnor; y he aquí, soy bella,
y bailaré delante de él, y le agradaré, de modo que me deseará por esposa. Por
tanto, si te pide que me des a él por esposa, entonces le dirás: te la daré, si me
traes la cabeza de mi padre, el rey (Et. 8:9-10).
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Esto es, en efecto, una extraña y terrible costumbre por la sucesión al trono;
incluso no hay una tradición mejor atestiguada del mundo antiguo que el ritual de la
princesa danzante (representada por la sacerdotisa salina de los Babilonios, de ahí
el nombre Saloila o Salomé) quien se gana el afecto de un pretendiente y lo induce
a desposarla, decapitar al viejo rey y obtener el trono. Personalmente reuní una
gran cantidad de información sobre esta nefasta mujer e incluso hasta leí un artículo
sobre ella en una reunión anual de la Asociación Americana de Historia. 30 Te invito
a que investigues todo lo concerniente al sórdido triángulo formado por el anciano
rey, el aspirante al trono y la bella bailarina en los trabajos de Frazer, Jane Harrison,
Altheim B. Schweitzer, Farnell y algunos otros estudiosos del folclore antiguo.31 El
asunto a señalar aquí es que parece que ha habido una sucesión de ritos antiguos
que han seguido este mismo patrón. La historia oculta detrás de la máscara de los
ritos efectuados en Olimpia y el Ara Sacra o las escandalosas y desenfrenadas
danzas del ritual hierodulaico, presentes en todo el mundo antiguo, el verdadero
rostro de un origen muy antiguo y común.32 Aunque no carece de paralelos
históricos genuinos, como cuando en el año 998 d.C. la hermana del Califa obtuvo
como obsequio la cabeza del gobernador de Siria,33 el episodio de la princesa
danzante es en toda época esencialmente un ritual y el nombre de Salomé tal vez
no es accidental, ya que su historia puede calificarse como se quiera pero no como
una historia original o inédita. Probablemente el libro de Eter nos ofrezca el posible
origen más plausible al atribuir la conducta de la hija de Jared a la fascinante
influencia ejercida por textos de antiguos rituales –secretos preceptos sobre el arte
de deponer a un envejecido y anacrónico rey. La versión jaredita, dicho sea de
paso, es completamente diferente de la historia bíblica de Salomé, pero idéntica en
muchos aspectos que han llegado hasta nosotros a través de los documentos mas
antiguos de la historia humana.
Hace unos cuantos años tu mas sonora objeción a la historia jaredita habría
sido seguramente con respecto a las desafortunadas alusiones sobre el hierro e
incluso el acero (Et. 7:9) en una era en la que el hierro y el acero eran materiales
supuestamente inconcebibles. Actualmente las protestas han perdido fuerza,
incluso en aquellas trincheras que “aun permanecen bajo la influencia de la teoría
de la evolución [que] ha entorpecido de forma por demás desafortunada el estudio
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están colmadas de referencia sobre aves, flechas y otros artículos místicos hechos
de acero y el fundador de la dinastía Seljuk de Irán era llamado, como lo hemos
mencionado, el arco de hierro o acero.44 La fabricación del hierro en el Asia Central
es practicada hasta por las tribus mas primitivas y Marco Polo se refiere a ellas mas
como mineros del “acero” que del hierro.45 El “acero” bien podría ser alguna especie
de aleación de hierro de extrema dureza y la fórmula química correcta para ello se
ha encontrado en objetos de acero provenientes de las excavaciones en Ras
Shamra que datan del siglo XIV a.C.46 Si trazáramos retrospectivamente el asunto
hasta su lugar y tiempo de origen, con toda probabilidad nos encontraríamos en la
tierra de los Jareditas, ya que la suya fue también la tierra de Tubal-Caín, “el
extremo noroeste de Mesopotamia,” del que Weinwright señala en apoyo a lo
registrado en Génesis 4:22, que es “la región mas antigua en la que sabemos
existían tiendas en las que el hierro fabricado era guardado y distribuido al resto del
mundo.”47 Es en esta región y no en Egipto que debemos buscar los primeros y
mejores ejemplares de los antiguos trabajos en hierro, incluso a pesar de que los
egipcios conocieron el hierro por lo menos desde el año 3500 a.C.
Los ejemplos del hierro, del acero y del bronce son significativos. No
evolucionaron en grados imperceptibles para conquistar el mundo mediante el
triunfo progresivo y estable a través de las diferentes épocas, sino que aparecieron
completamente desarrolladas para emplearse en un lugar y pasar completamente
desapercibidos en otro; prosperando en una era y menguando en la siguiente.48 Lo
mismo es válido para otro producto atribuido a los Jareditas y del que hasta hace
poco se creía que era una invención relativamente tardía. En los días de José Smith
y mucho después no había erudito que no aceptara el relato de Plinio sobre el
origen del vidrio sin cuestionamientos.49 Yo solía quedarme perplejo por la alusión
registrada en Eter 2:33 a “ventanas que se harían pedazos,” de modo que solo
podían ser ventanas de cristal, ya que ningún otro material podría colocarse en una
ventana y al mismo tiempo ser tan quebradizo como para ser hecho “pedazos.” Es
más, Moroni al referirse al cristal como “transparente” en Eter 3:1, parece estar
siguiendo a Eter. Esto haría de la invención del vidrio un evento mas antiguo de lo
que cualquiera soñó hasta el reciente hallazgo de tales objetos como cuentas de
vidrio egipcias que datan del “finales del tercer milenio antes de Cristo”50 así como
“placas de cristal azul turquesa de excelente calidad” que poseía una de las
primeras reinas de Egipto.51 “Se conoce muy poco,” escribe Newberry, “sobre los
inicios de la historia del vidrio,” si bien esa historia puede remontarse a tiempos
prehistóricos, ya que las cuentas de vidrio se han encontrado en entierros
prehistóricos.”52 No debe sorprendernos si la aparición de objetos de cristal de antes
del siglo sexto es escasa y fragmentaria,”53 porque el cristal se degrada como la
madera y es una maravilla que algo de ello halla sobrevivido desde las mas remotas
épocas. Hay una diferencia muy grande además, entre encontrar unos cuantos
objetos de cristal o no encontrar ninguno. Un fragmento de una lámina sucia es todo
lo que tenemos para demostrar que los Mesopotámicos usaban navajas de hierro a
inicios del tercer milenio a.C. --pero es todo lo que necesitamos. De igual manera
las primeras piezas de cristal fechadas provienen de la época de Amenothep I; pero
bajo el régimen de sus sucesores inmediatos, los vasos de cristal parecen indicar
una avanzada técnica en el trabajo del vidrio: “revelan el arte en un alto estado de
eficiencia que debe ser el producto de la experiencia largamente acumulada,”
escribe Newberry.54
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antiguas y una leyenda sobre el Minoan Dedalus documentada por Apolodoro solo
puede referirse al cultivo de la seda; un fuerte indicativo de que Asia y no China era
el centro prehistórico de distribución del conocimiento de la seda en el mundo.
El Reino Animal
Al igual que los metales y el cristal, los animales de antaño durante mucho
tiempo han sido erróneamente catalogados debido a las arraigadas y anticuadas
preconcepciones. No fue sino hasta hace cinco años –y tal vez aun– que los
mejores arqueólogos estaban convencidos que el camello fue un animal
desconocido en Egipto hasta la época de Griegos y Romanos, calificando el
episodio bíblico de los camellos de Abraham (Gen. 12:16) como el peor absurdo
histórico, hasta que J. P. Free fue capaz de demostrar la existencia y uso continuo
en Egipto del noble animal que se remonta directamente desde tiempos
prehistóricos hasta el presente a partir de evidencia al alcance de cualquier
investigador concienzudo.59 Sabemos que el caballo, como el hierro, con el que a
menudo se le asocia en la historia convencional, no apareció en escena en un único
sitio para diseminarse gradual y consistentemente por todo el mundo, sino que fue
introducido en repetidas ocasiones en la primitiva area cultural Indo-germánica,
filtrándose, por decirlo de algún modo, una y otra vez.60 Mientras que ciertos
pueblos prehistóricos (p. ej. Anau) tuvieron el buey y el caballo antes que el perro o
la cabra, otros (como el Ertobeliano) tuvieron al perro mucho antes que otros. “Es
algo excepcional,”señala McGovern, “que no encontramos una alusión específica al
camello entre los Escitas y los Sarmatianos, aunque…su existencia y uso debieron
conocerse.”61 La moraleja de todo esto es que nunca podremos estar lo
suficientemente seguros al respecto. Cualquier naturalista supondría que el elefante
se habría extinguido en el Asia Occidental hacia cientos o quizá miles de años por
toda la evidencia que la misma criatura habría dejado tras de sí: solo por medio de
los registros históricos nos enteramos que grandes manadas de elefantes vagaban
por las templadas tierras de Siria y del Alto Eúfrates en épocas tan tardías como la
de la décimo octava dinastía egipcia, época en que los faraones los cazaban por
deporte y que los elefantes fueron empleados por los líderes guerreros del Asia
Central en otras épocas.62 En la antigüedad muchas especies de animales salvajes
desaparecieron sin dejar rastro, debido tal vez a un cambio climático global. Creo
que es tremendamente significativo el que el Libro de Mormón asocie a los
elefantes únicamente con los Jareditas, ya que no hay una razón aparente para
suponer que no hubieran sido tan comunes en el siglo quinto como en el
décimoquinto a.C. Todo lo que sabemos es que se extinguieron en extensas partes
de Asia en algún momento comprendido entre ambas fechas, así como sucedió
también en el Nuevo Mundo de acuerdo a lo registrado en el Libro de Mormón,
quedando únicamente los registros de hombres que testificaron de su existencia.
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sucede con los curelomes y cumomes de Eter 9:19. Estos animales eran
desconocidos para los Nefitas, de manera que Moroni dejó sin traducción esas
palabras, o tal vez eran conocidos para los Nefitas pero desconocidos para
nosotros, de manera que no había un nombre en nuestro lenguaje con el cual
designarlos. Eran simplemente especies de “muchas otras clases de animales que
eran útiles para el sustento del hombre” (Et.9:18). La historia sobre la crianza de
“animales útiles para el hombre” es extremada compleja; incluso tratar de trazar los
orígenes de la crianza de animales tan característicos como el caballo árabe, el
dromedario o el buey sigue siendo hoy día completamente imposible.63 Los viajeros
procedentes de Europa y el Lejano Oriente que han recorrido el Asia Central
siempre comentan sobre las peculiares especies que allí habitan –camellos de dos
jorobas (que no son en realidad tan diferentes de los camellos árabes o de lo que
una llama puede serlo de una oveja), ovejas de gran alzada y extrañas variedades
de caballos y bueyes para ninguno de los cuales existe un sinónimo en el lenguaje
de dichos viajeros con el que sea posible designarlos.64 Así que a los dromedarios y
a los camellos bactrianos les llaman simplemente “camellos” y a los kulanos
“caballos,” de la misma forma en que indudablemente el Libro de Mormón designa
como ‘ovejas’ y ‘especies de ganado’ a ejemplares que nosotros difícilmente
reconoceríamos. Me parece sumamente tranquilizador el hecho de que el libro de
Eter, al llevarnos de regreso a épocas arcaicas, no insista en complicar las cosas al
hablarnos de animales prácticamente extintos para la época de los Nefitas, así
como de especies que no podemos identificar.
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Capítulo 5
Y Alzaron la Espada
Los Grandes Espacios Abiertos1
Estimado Prof. F:
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pero auténtico ya que al igual que en Asia, parece ser que los Emires compartieron
la inmensa tarea de gobernar el imperio. El nieto de Shule “se sublevó contra su
padre, y fue y habitó en la tierra de Het,” lisonjeando a muchos hasta que hubo
logrado la mitad del reino (Et. 8:2). Su depuesto padre “se alejó de la tierra con su
familia, y viajó por muchos días” hasta alcanzar el lugar en el que los Nefitas mas
tarde fueron destruidos; de ahí continuó hacia el Este hasta que llegó a orillas del
mar (Et. 9:3), en donde vivió en tiendas y encontraron cobijo otros refugiados
procedentes de su trastornado reino (Et. 9:9) en el que la guerra civil había reducido
la población casi a cero –otro detalle asiático como se verá mas adelante. Años mas
tarde, cuando los hermanos de sangre real Shared y Coriántumr lucharon por el
reino, este último derrotó al hermano del primero “persiguiéndolo hasta el desierto
de Akish,” en donde los dos ejércitos chocaron durante la noche y “puso sitio en el
desierto,” hasta que Coriántumr emergió victorioso; perseguido por los
descendientes de su hermano hasta la orilla del mar para luego regresar al desierto
de Akish, tomando “a todo el pueblo mientras huía de Lib” (Et. 14:15). Mas batallas
y otra persecución hacia la costa (Et. 14:26), y de allí hasta las aguas de Ripliáncum
y entonces hacia el sur para acampar en Ogat, luego al cerro de Rama para la
confrontación final.
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Todo Estado asiático esta integrado por dos elementos principales; en primer
término tenemos una población sedentaria asentada en lo que podemos calificar
como ciudades-oasis que llevan las artes, la industria y ocasionalmente a la
agricultura a niveles sorprendentes de perfección y, por otra parte, tenemos a un
gobernante nómada moviéndose a la cabeza de sus hordas de guerreros –un
ejército tribal de conquistadores cuyo núcleo lo constituye su propia tribu y familia–
que marcha inexorablemente de ciudad en ciudad y de castillo en castillo salvando
ardientes yermos o gélidos pasajes montañosos para intimidar al mundo, sofocar
rebeliones y sobretodo para detener la carrera de cualquier ambicioso rival en pos
de la conquista del mundo.6 Este ejército es prácticamente una nación nómada que
incluye esposas e hijos –cuando los Mongoles dejaron a sus familias en casa se
inauguró un cambio táctico radical de la guerra en las estepas, ya que adquirían una
movilidad, rapidez y autonomía que dejaban rápidamente paralizadas a las hordas
de sus rivales, quienes aun observaban la tradicional costumbre de marchar con
sus familias y efectos personales. Los Hiksos en el siglo VIII a.C. y la Gente del Mar
quinientos años mas tarde eran este tipo de naciones –un ejército devastador, pero
un ejército que traía todos sus bienes y familias consigo siempre que buscaban
nuevas tierras para establecerse, “exterminando a todos los habitantes delante de
ellos, todos lo que no querían unirse a ellos,” exactamente al mas puro estilo
jaredita (Et. 14:27).7 En todas las épocas, entre la gente de las estepas, “la nación y
el ejército son uno y lo mismo; el señor del clan o el rey se convierte en duque o
general” en la batalla.8 Ciertamente este es el caso de los Jareditas, cuyos reyes
son ante todo líderes en el campo de batalla que se presentan a ella ”con sus
esposas y sus hijos –habiendo armado a los hombres, así como a las mujeres y
niños, con armas de guerra, con escudos y petos, y cascos, y estando vestidos para
la guerra” (Et. 15:15). La armadura merece mención especial, ya que ahora se sabe
que la armadura es una muy antigua invención originada en el Asia Central que
Europa y el Lejano Oriente tomaron prestada tiempo después, pero que alcanzó un
alto grado de perfección en las estepas prehistóricas.9
Cuando el rey Omer fue destronado por su hijo Jared, tuvo que viajar durante
“muchos días” para quedar fuera del alcance del usurpador, quien se había
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
apropiado de un reino que se “extendió sobre la faz de la tierra” (Et. 9:3; 7:11) De
hecho Omer huyó lo mas lejos que pudo, a las regiones que mas tarde se
convertirían en las tierras clásicamente empleadas como escondite y para llevar a
cabo las últimas batallas Jareditas. Es en este campo, y no en sus ciudades, en el
que debemos buscar los huesos y los entierros Jareditas. Así como las grandes
construcciones de los Mongoles, que se encuentran entre las mas interesantes de
la tierra, se encuentran al Sur y al Oeste, lejos de las tierras principales en las que
se practicaba la caza y la guerra, así también los grandes monumentos de la
civilización jaredita abundan en las tierras del sur en las que primeramente se
establecieron en lugar de las áreas en las que se llevaron a cabo las últimas
grandes batallas. Una de las extrañas paradojas de la historia es que los nómadas
de las estepas fueron tal vez, los más grandes constructores de todos los tiempos, a
pesar de que su tipo ‘normal’ de “ciudad” “sugiriera más la idea de una especie de
ciudades de tiendas que la de una aldea en ese sentido.”11 En las tierras que los
Mongoles conquistan se construyen Taj Mahales y Jeholes, pero en sus propias
tierras el “viento limpia el lugar que han ensuciado y los pastos que sus rebaños han
consumido ahora crecen mas verdes que nunca y la madre naturaleza pronto
repara todo el daño causado y restablece el orden,”12 y de esta forma “el poderoso
imperio nómada parte del lugar y desaparece” sin dejar rastro.13 El punto a destacar
es que el patrón asiático del acantonamiento, que se levanta sin dejar huella, y las
costumbres citadinas han sido característicamente emuladas por las mismas tribus
y gobernantes desde el inicio de la historia. Que esa gente que debiendo vivir como
nómadas tuviera que construir ciudades no es más contradictorio que el hecho de
que tuvieran que ser cazadores y campesinos o pastores y comerciantes al mismo
tiempo. Pero desde que el primer hombre prefirió practicar la caza, el pastoreo y la
agricultura en áreas especiales apartadas específicamente para ese propósito, eso
es una costumbre observada por los Jareditas, como ya lo hemos visto (Et. 10:19-
21). Un estudio sobre el antiguo sistema asiático obtendrá una explicación
inmediata para las aparentes dificultades para ubicar al cerro de Cumorah lejos del
area cultural jaredita.
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secretas.” Mas tarde Coriántumr plantó sus tiendas en el cerro de Rama y pasó
cuatro años “recogiendo a toda la gente” (Et. 14:7-8; 15:11-14). De la misma
manera Genghis Khan se ocultó en el desierto durante dos años para formar un
ejército y luchar contra su pariente Wang Khan, quien en su momento había hecho
lo mismo, y mas tarde invirtió cuatro años construyendo un ejército para retar al
emperador de Khwarizm, quien a su vez trabajó fervientemente para construir el
suyo, cada uno haciendo lo humanamente posible para engrosar sus filas
“reclutando” en su bando a la mayor cantidad posible de disidentes de su
enemigo.15
Dado que toda guerra era un combate entre dos reyes, era común para ellos
desafiarse a entablar una lucha cuerpo a cuerpo. El rey de los Escitas le lanzó un
reto al rey de Massagetae; el rey de los Visigodos desafió a un combate al
emperador Honorio igual que el rey Lázaro de Servia hizo con Amurarath el Turco y
así sucesivamente.21 Esta por demás señalar que todo este sistema de caballerosa
etiqueta se originó en las estepas de Asia. Cuando sus rivales eran capturados en
batalla, los grandes Khans personalmente los decapitaban, así como los generales
chinos todavía lo hacen con otros generales chinos.22 La reina Tomiris no solamente
decapitó a Ciro, de acuerdo con la leyenda, sino que presa de un odio demencial
descarnó el cráneo para llenarlo con sangre y brindar por la victoria bebiendo en
el.23 Era común entre los gobernantes de las estepas convertir el cráneo de un
enemigo en una copa para beber, como lo hizo el emperador de los Búlgaros con el
cráneo del emperador Nicéforo y el rey de Hiung-nu hizo un magnífico trabajo con la
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cabeza del gobernador de Irán. Los antiguos Ucranianos pactaban sus juramentos
bebiendo sangre en tan singulares recipientes.24Los gobernantes Asirios
coleccionaban los cráneos de los monarcas rivales, igual que el Ja-Lama en nuestra
propia época.25
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Este tipo de relatos debería ser suficiente para convencer hasta al mas
escéptico que el libro de Eter no exagera con respecto al tipo y escala de los
eventos presentados. El panorama total coincide conservadoramente con los
estándares asiáticos y en forma completamente auténtica.
Lo que los Jareditas dejaron a su paso fue una tierra literalmente cubierta de
huesos, debido a que “tan rápida y acelerada era la guerra,” que “toda la superficie
de la tierra se hallaba cubierta de cadáveres” (Et. 14:21-22), “cuyos huesos,” una
generación mas tarde, “se hallan esparcidos en las tierras del norte” (Omni 1:22).
Un viajero medieval, que cruzaba Kiev años después de la guerra entre los
Mongoles y las fuerzas rusas, reporta lo siguiente: “mientras viajábamos a través de
este país, encontramos una innumerable cantidad de huesos y cráneos que yacían
a flor de tierra.” Un poco mas lejos, en Comania y Cangle, “encontramos una gran
cantidad de huesos y cráneos amontonados como si se tratara de estiércol de
ganado.” Los sobrevivientes, refiere este cronista, fueron esclavizados.46 Debido a
que después de esas titánicas batallas la inhumación de tantos cuerpos era
impensable, el único procedimiento práctico era reunir los cuerpos en grandes
montones y cubrirlos superficialmente con tierra, “erigiendo montículos de ellos.”
Toda la nación Naimana fue sepultada de esta manera después de ser
exterminada.47 Joinville, quien viajó un año entero a través de Asia para presentarse
ante la corte del gobernador tártaro,” vió a lo largo del camino “grandes montículos
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¿Jareditas Sobrevivientes?49
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los buenos miembros de la Iglesia estuvieran alineados en dos grupos: (1) los que
consideraban la Biblia como la única fuente de conocimiento y (2) aquellos que
interpretaban la Biblia a la luz de su propia y limitada experiencia.
De manera que cuando leemos que los Jareditas “fueron destruidos por la
mano del Señor sobre la superficie de este país del norte” en el primer versículo del
libro de Eter, debemos entender que la nación fue fragmentada y dispersa, pero no
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Capítulo 6
Una Herencia Imperecedera
Nefitas con nombres Jareditas
En primer lugar, tenemos que un número considerable de nombres de
incuestionable origen jaredita aparecen de cuando en cuando entre el pueblo nefita.
Tan increíble coincidencia es digna de investigación, ya que difícilmente puede ser
de naturaleza accidental. Del Libro de Mormón aprendemos que Nefitas y Jareditas
hablaban lenguas totalmente diferentes e incluso una pesquisa superficial mostrará
que los nombres Jareditas suenan muy diferente a los Nefitas. Su característica
mas notable es la terminación –m. Esto es conocido como mimación y de hecho se
encuentra formando parte de los lenguajes mas antiguos del Cercano Oriente, en
donde se encuentra en importancia solo por debajo de la nunación o terminación –
n, la característica mas notable tanto del lenguaje árabe como de los nombres
nefitas, como se ha anotado en un apartado posterior.1 El uso y secuencia correctas
de la mimación y la nunación en el Libro de Mormón sugieren fuertemente la
autenticidad del registro, debido a que las reglas son un descubrimiento
relativamente reciente de la filología. Ello puede ser ilustrado en los únicos
sustantivos Jareditas que conocemos, curelom y cumom, así como el único adjetivo,
shelem, otorgado a una montaña “debido a su extremada altura” (Et. 3:1). Es
interesante el hecho de que el significado original de las raíces semíticas mejor
conocidas, SALAM, quiera decir “un lugar elevado” (elevación, ascenso o altura)
con la idea de un lugar de refugio y por lo tanto de paz como una derivación
secundaria.
Pero lo que nos importa aquí son los sustantivos. Cuando de la breve lista de
nombres Jareditas preservados, un respetable porcentaje aparecen también como
nombres Nefitas cabe preguntarse si en este punto el autor del Libro de Mormón
cometió un craso error o si hay algo significativo en los Nefitas que ostentan
nombres Jareditas. La respuesta es verdaderamente sorprendente: ¡Virtualmente
todos esos hombres tienen una ascendencia Mulekita y encabezan movimientos
subversivos en contra del Estado y Religión nefita! La importancia de esto se revela
si consideramos que el único caso de un encuentro definitivo entre Jareditas y
Nefitas se da en el episodio de Coriántumr y los Mulekitas.
Coriántumr, el último rey jaredita, pasó los últimos nueve meses de su vida
entre los Mulekitas. Estos Mulekitas habían dejado Jerusalén once años después de
que Lehi lo hiciera y por lo tanto tres años después de que Lehi se había asentado
ya en tierras del Nuevo Mundo. Se nos informa que “Coriántumr fue descubierto por
el pueblo de Zarahemla” (Om. 1:21). Debido a que Coriántumr habría quedado mal
herido y sin un alma que le ayudara, seguramente no pudo haber ido muy lejos; el
hecho de que haya sobrevivido únicamente nueve meses después de su rescate
implica mucho, aunque no necesariamente lo prueba. Sin embargo, la evidencia
sugiere fuertemente que los Mulekitas “descubrieron” a Coriántumr casi
inmediatamente después de la última batalla jaredita y que ya habrían habitado en
el continente, aunque durante algunos años menos que los Nefitas. El encuentro
ente las culturas Mulekita y Jaredita tuvo un periodo de duración de al menos nueve
meses y quizá se extendió por un periodo de tiempo mayor. De cualquier manera
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La primera tierra colonizada por los Jareditas fue Morón, nombre ostentado
por uno de los últimos reyes Jareditas. La tierra nefita “en las fronteras por las
costas del mar que colinda con el desierto fue llamada por ellos Moroni,” y
cualquiera con un conocimiento rudimentario sobre el Cercano Oriente de inmediato
reconocerá que el vocablo Moroni significa “perteneciente a Morón” o “de Morón;” la
antigua terminación –i resulta ser el mas familiar e inalterable sufijo presente tanto
en los antiguos idiomas egipcio y babilonio como en el árabe moderno y siempre
empleado con la misma invención de relacionar significados, tanto el tiempo –el final
de la historia jaredita– como el lugar –la frontera mas lejana– coinciden en traernos
los nombres Morón y Moroni juntos como producto de una transculturación. Un caso
paralelo es el de Moriantón, nombre de uno de los primeros reyes Jareditas así
como de una región costera habitada por los Nefitas aproximadamente en el año 72
a.C. En este caso el Moriantón nefita habría tomado su nombre de la tierra que
colonizaba, como lo acostumbraban los antiguos conquistadores (p. ej. Africanus,
Germanicus, etc.), tomándolo de la antigua faja costera jaredita que repobló. La
supervivencia de los nombres Jareditas esta adicionalmente indicado en el cerro de
Shim. Al joven Mormón, quien en ese entonces contaba con diez años de edad, se
le dijo que sería capaz de hallar dicho cerro cuando creciera, aunque viviera en
alguna otra parte del pais por que sería llamado Shim, lo cual muestra que en
realidad su nombre jaredita se encuentra en esa época presente entre los Nefitas.
Es por ello que Moroni lo menciona empleando su nombre jaredita en Eter 9:3, ya
que habitualmente emplea los nombres Jareditas para describir itinerarios de viaje e
indudablemente ese nombre de nuestra lista es jaredita. Nehor, otro nombre
jaredita, se identifica tanto con el desierto al que los primeros rebeldes Jareditas se
retiraron así como a una ciudad construida en esa región y que era habitada por
nefitas claramente apóstatas.
Noé2 fue un rey jaredita, y otro Noé fue un rey nefita. El nombre quizá sea
auténticamente jaredita, ya que aparte del Noé bíblico, “no se tiene registro de este
nombre; ni en solitario ni formando parte de otros nombres,” de acuerdo con
C.L.Wooley, pero es “hurrian,” proveniente de la parte norte de Babilonia;3 el primer
hogar de los Jareditas. El nombre de Alma, el sacerdote del rey Noé, revela una
mezcla de culturas si no es que también de sangre; sus raíces se encuentran entre
los Mulekitas y dos de sus nietos llevan los nombres jareditas de Shiblón y
Coriantón (Al. 31:7). Aunque Corihor fue el nieto del primer rey jaredita, el nombre
fue llevado por un jaredita de la última generación, del cual los nefitas lo tomaron
como Korihor.
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Shiz, Coriántumr e incluso Eter haciendo lo mismo. ¿Nos resulta difícil creer que
entre ”parte de los que huyeron al ejército de Shiz y parte de los que huyeron al de
Coriantumr” (Et. 14:20), no hubiera algunos que no hubieran intentado huir al
desierto o que nadie intentara huir cuando “por toda la tierra se oía el grito” de que
Shiz pasaba barriendo la tierra (Et. 14:18) o que nadie logró escapar cuando “la
gente empezó a tener miedo, y comenzaron a huir ante los ejercitos de Coriantumr”
(Et. 14:27)? Cuando leemos que los terribles ejércitos “exterminaban a los
habitantes delante de ellos, todos los que no querían unirse a ellos” (Et. 14:27), el
cuadro que se revela ante nuestros ojos es el personas haciendo lo mejor que
pueden para escapar del arrollador y mortífero paso de los ejércitos, este es el
típico cuadro de aquellos que “huyeron a las montañas o se perdieron entre los
bosques ante la inexorable llegada de los ejércitos del rey de Asiria, las hordas de
Mongoles o los ejércitos de la china roja contemporánea.4 En Asia los fugitivos a
menudo se convierten en feroces tribus guerreras para sobrevivir (los modernos
Goloks son un buen ejemplo) con tradición y estilo de combate muy parecido al
desplegado por los Indios de Norteamérica.5 La gente de Asia, tras siglos de
guerras de exterminio, “ha desarrollado un instinto y capacidad para esconderse,
cuyo uso y desarrollo les han sido útil para evitar su exterminio.”6 Como hemos
visto, este invaluable instinto fue celosamente cultivado entre los Jareditas, además
de que en ninguna parte existen indicios que nos permitan siquiera suponer que
nadie logró escapar durante la guerra o en épocas anteriores a la misma.
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Aquí tenemos una clara afirmación que nos muestra que entre los primeros
cristianos se enseñaba que había gente que vivía al otro lado del mundo que
disfrutaba de la guía y dirección divinas aunque se encontraran completamente
aisladas del resto del mundo civilizado. Este precepto, así como otras “cosas claras
y preciosas” se perdieron muy pronto y nunca se volvieron a aprobar después de la
muerte de Orígenes (San Agustín definitivamente era un opositor); sin embargo,
ilustra a la perfeccion como los santos de todas las épocas han tenido en cuenta a
toda la humanidad en sus tratos con el Todopoderoso y se reúsan a considerar su
limitada experiencia como la única medida de valor de la presencia de la divina
providencia entre los hombres.
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Ahora bien, todo esto es lo que el libro de Eter trata. Anales que nos informan
que en los albores de la historia, hace muchos miles de años, un grupo de
cazadores nómadas y criadores de ganado del Asia Central cruzaron el oceáno –
muy probablemente el Pacífico Norte– hacia el Nuevo Mundo en el que conservaron
las costumbres de sus ancestros, incluyendo ciertas prácticas salvajes y
degeneradas que derivaron en una modalidad de la guerra de las estepas
aderezada con auténtica crueldad y ferocidad asiáticas; nos informa que esa gente
se movió grandes distancias en el desierto, que edificaron imponentes ciudades y
que a través del tiempo produjeron consistentemente grupos de “forajidos.” Un
cuidadoso estudio de los desplazamientos de Nefitas, Jareditas, Mulekitas y
Lamanitas debería corregir la ligereza con que el Libro de Mormón siempre ha sido
juzgado en el sentido de ser una historia excesivamente simplificada. Esto mostraría
con diáfana claridad que el mismo Libro de Mormón sugiere el origen asiático de al
menos algunos de los rasgos culturales presentes en los Indios de Norteamérica
mucho antes de que los antropólogos se percataran de ello. Los científicos han
dejado de sostener que una migración y una ruta expliquen todo sobre los indios. El
Libro de Mormón nunca ha propuesto una idea tan ingenua. Aunque ha llegado
hasta nosotros en forma breve y concisa, no deja de ser una historia tan intrincada y
compleja que tú mismo lo has podido constatar y en sus complejas y trágicas
páginas nada es mas desafiante que la siniestra presencia de esa fiera y sangrienta
mentalidad de los “hombres que partieron de Asia” y que fueron conocidos en sus
propios días como los Jareditas.
El Panorama Completo
Ha llegado el momento de establecer algunas conclusiones. Como
recordarás, me propuse demostrar “que ciertas cosas extrañas y poco familiares
descritas en el libro de Eter realmente suceden como se dice que sucedieron,
porque sucedieron –particular y repetidamente—en aquellas áreas culturales en las
que, de acuerdo con el Libro de Mormón, los Jareditas adquirieron su cultura y
civilización.” (pág. 111) Entre esas cosas extrañas y poco familiares mencionamos
el valle de Nimrod, la confusión de lenguas, fenómenos meteorológicos, deseret y
las inundadas planicies del mundo antiguo, mientras que en el Nuevo Mundo
nuestra lista incluye tópicos como la gran asamblea del pueblo jaredita, la obtención
de seguidores mediante el soborno, juramentos por los cielos y la tierra, sociedades
secretas, reyes cautivos, artículos finos elaborados en prisión, docellas danzantes,
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Uno a uno voy encontrando paralelos entre los Jareditas y los primeros
hombres de Asia muy impresionantes, pero en conjunto su valor se triplica
exponencialmente. En el libro de Eter los Jareditas forman parte del tramado que
conforma el tejido social; una imagen consistente de un tipo de sociedad cuya única
existencia ha llegado a conocerse únicamente en años recientes y que es
completamente diferente de la cultura de los Indios de Norteamérica de la que
posteriormente esta última se desarrolló. ¡Qué hermosamente integrada se
encuentra esta historia! Se presenta un gran cataclismo, una confusión y la
confunsión de lenguas y pueblos; una dispersión general en diferentes direcciones
desde algún punto al Norte de Mesopotamia.15 Como resultado de lo anterior, se
pone en marcha una migración hacia tierras desconocidas cubiertas de lagos y
pantanos, remanentes de la última era glacial y entonces se desatan vientos de una
furia terrible que toman por sorpresa al grupo justo después de hacerse a la mar.
Algunos años después de su desembarque en playas del Nuevo Mundo se realiza
una reunión general y la elección de un rey; su hijo eventualmente se rebela
inaugurando con ello siglos de enconadas luchas que derivan inexorablemente en
una gigantesca guerra de exterminio que como consecuencia secundaria resulta en
la aparición de proscritos que acechan en los bosques y desiertos. Cifras, distancias
y épocas juntas encajan perfectamente, pero lo único que puede revisarse
completamente de una historia y que por lo tanto no es posible falsificar es, como
frecuentemente he insistido, lo que se hizo y como se hizo. Este es el cuadro final
que resulta verdaderamente impresionante.
Escribir una historia sobre lo que pudo haber sucedido en los albores de la
historia escrita habría estado tan lejos del alcance de cualquier erudito de la época
de José Smith como la posibilidad de que pudiera construir una bomba atómica. La
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
descripción de los antiguos Estados solo empieza a tomar forma en nuestros días y
la idea de un núleo original asiático a partir del cual se desarrollaron el resto de las
naciones era algo inimaginable algunos años atrás. Nuestras propias ideas tendrán
que ser revisadas continuamente en muchos puntos, pero los trazos principales del
cuadro son firmes y claros –y es el mimsmo cuadro que nos encontramos en el libro
de Eter. Uno de los descubrimientos mas sorprendentes de los últimos años ha sido
el hecho de que no importa si los ivestigadores se encuentran explorando Babilonia,
Tebas, Ras Shamra, el Asia Central o el Cercano Oriente, inevitablemente en cada
periodo histórico siempre encuentran evidencias de una increíble mezcla de tipos
físicos y linguísticos. Y a medida que el cuadro biológico se vuelve mas complejo, el
cultural se vuelve mas simple; el mundo entero en algún momento de su historia
parece que habría compartido en general una relación con una civilización
universal. Esto es lo que también tenenos en el libro de Eter, cuando se nos informa
que las naciones y tribus ya estaban completamente “confundidas” en los días de
Jared, mientras que ciertas costumbres y prácticas comunes se describen como
pertenecientes por completo a “los antiguos” mientras florecen entre todas las
naciones.
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Pero nada podría ser más injusto que tratar al libro de Eter como una simple
historia. Después de nuestro largo y sórdido encuentro con el lado secular de la
historia jaredita quizá es tiempo de recordarnos a nosotros mismos que este texto,
del que arbitrariamente hemos seleccionado para comentar ciertos versículos en
específico que presentan similitud con otros documentos de crónicas antiguas, es
uno de los mas grandes tesoros que generacion alguna de hombres ha recibido. La
conmovedora historia de los Jareditas es ante todo un soporte para las inspiradas
interpolaciones de Moroni, así como un poderoso recordatorio para nuestra propia
generacion y para las generaciones venideras.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Nada resulta más difícil que intentar convencer a un hombre de algo que él
jamás ha experimentado: “Eter profetizó al pueblo cosas grandes y maravillosas, las
cuales no creyeron, porque no las veían” (Et. 12:5). Aquellos que viven sin fe, lo
hacen en un mundo que a ellos les parece lógico y racional; adoptan la poco
inteligente postura de que todo aquello que se encuentre fuera del alcance de su
propia y sumamente limitada experiencia ¡no existe! Las gloriosas obras de Dios
parecen pequeñas a su vista y nunca serán rescatados de su miopía hasta que
estén dispuestos a enfrentar los hechos y someterse a una prueba que solo el de
corazón honesto es capaz de considerar sin estremecerse repulsivamente. La
prueba consiste en esto: “Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad.
Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los
hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí y tienen fe en mí,
entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos” (Et. 12:27). ¿Qué
‘hombre natural’ que ostentara un doctorado podría considerarse a sí mismo
“débil”? El hombre natural busca las cosas del mundo; las realidades que les son
familiares –y las mas grandes son “poder y riqueza.” A través de siglos de historia,
el libro de Eter nos asegura que los hombres siempre han convertido estas cosas
en sus más altas aspiraciones e invariablemente y trágicamente han descubierto
que la clave para controlar al resto de los hombres, es decir, alcanzar riqueza y
poder, descansa en tres puntos: secretos, organización y disolucion de anacrónicos
escrúpulos morales, especialmente con respecto al asesinato. Moroni habla con
respecto a estas tres cosas: “Porque el Señor no obra por medio de combinaciones
secretas, ni quiere que los hombres viertan sangre, antes lo ha prohibido en todas
las cosas, desde el principio del hombre” (Et. 8:19). Estas cosas, explica el profeta,
han destruido una civilización tras otra y continuará destruyendo a “cualquier nación
que favorezca tales combinaciones secretas” (Et. 8:22). Cuando leemos los
comentarios de Moroni sobre la historia nefita, parece evocar a Tucídides, quien
hace lo propio sobre el Mundo Griego: Los hombres que viven exclusivamente para
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3. Emil G. Kraeling, "The Earliest Hebrew Flood Story," JBL 66 (1947): 290, 280-85.
4. Ibid., 285.
5. Albrecht Götze, Hethiter, Churriter und Assyreer (Oslo: Aschehoug, 1936), 11.
9. "La finesse des fils est telle qu'avec nos machines les plus récentes, nous ne
l'avons gèure dépassée." Lacasine, quoted by Moret, Histoire de l'Orient 1:66. La
vestimenta más antigua conocida presenta un alto grado de perfección, F.-M.
Bergounioux and André Glory, Les Premiers Hommes (Paris: Didier, 1952), 388-90.
11. Wilhelm Schmidt, "The Injury Done to the Study of Primitive Man by Evolutionary
Preconceptions,"in Edward Eyre, ed., European Civilization, 7 vols. (Oxford: Oxford
University Press, 1934-38), 1:36-51."Los artistas del periodo paleolítico," dice Moret,
Histoire de l'Orient 1:23, "deben haber vivido en una época en que pudieron
desarrollar su trabajo sin interrupciones, con seguridad y comfort." ¡Qué envidia!
12. P. van der Meer, The Ancient Chronology of Western Asia and Egypt (Leiden:
Brill, 1947), 13.
13. La parte 2 de "The World of the Jaredites," IE 54 (October 1951): 704-6, 752-55,
iniciaba en este punto.
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16. Para estudios clásicos sobre la Torre de Babel, véase Jeremias, Handbuch der
altorientalischen Geisteskultur, 44-47, 85-86, 149-50, 230, 236, 275, 286-89, 319,
citing many authorities; Alfred Jeremias, Das Alte Testament im Lichte des Alten
Orients, 3rd ed. (Leipzig: Hinrich, 1916), 168-80; Theodor Dombart, Der Sakralturm
(Munich: Beck 1920); Dombart, "Der Babylonische Turm," Das Alte Orient 29 (1930),
Heft 2; Eric Burrows, "Some Cosmological Patterns in Babylonian Religion," in
Samuel H. Hooke, ed., The Labyrinth (London: Society for Promoting Christian
Knowledge, 1935), 45-70, and below, n. 19.
17. 1 Enoc 6:2-8; El Libro de Jaser 9:20-39; E. A. Wallis Budge, The Chronography
of Bar Hebraeus, 2 vols. (Oxford: Oxford University Press, 1932), 1:3-4.
18. Hugh W. Nibley, "The Arrow, the Hunter, and the State," WPQ 2 (1949): 339-40.
19. Ibid., 339-43; cf. Wilhelm Nestle, "Legenden vom Tod der Gottesverächter,"
ARW 33 (1936): 246-69.
21. Persuadidos por las palabras de Nimrod, los hombres decían, "Ascenderemos al
cielo y lo castigaremos (a Dios) con dardo y jabalina; y dios conocía todas sus
obras,. . . y contempló la ciudad y la torre que estaban edificando," Jaser 9:20;
también. G. Sale, The Koran (Philadelphia: Lippincott, 1870), 269. La misma
costumbre y arrogancia se reporta que era observada por los antiguos Tracianos,
Herodotus, Histories IV, 94.
22. Véase el artículo "Nimrod," JE 9:309-11; también 1 Enoc 10:7-10 sobre Azazel
el cazador loco quien es “descrito como lleno de todo pecado" y que "encabezó a
los ángeles que persiguieron a las hijas de los hombres," etc. Preisendanz,
"Nimrod," 624.
24. Chronicon Paschale 36, in PG 92:145. Koran 16:5, 66; 33:70-72; 40:79 habla de
la comida de los animales. También Chronicon Anonymi 3, in PL 3:680.
26. W. St. Chad Boscawen, "The Legend of the Tower of Babel," TSBA 5 (1876):
303-12.
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28. De acuerdo con el anticuario persa Thaclabi, Kitab Qisas al-Anbiyya (Cairo:
Mustafa al-Babli al-Halabi wa-Awladuhu, A. H., 1345), 33.
29. Ad-Diyarbakri, Tarikh al-Khamis (Cairo, A. H., 1283), 1:67; Clément Huart and
Louis Delaporte, L'Iran antique (Paris: Michel, 1952), 454-55.
30. Preisendanz, "Nimrod," 626. Kraeling, "The Earliest Hebrew Flood Story," 289, n.
28; Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 5 vols. (Stuttgart: Cotta, 1925-58), vol.
2, pt. 2, pp. 31-32.
32. He tratado este tópico con mayor amplitud en mi artículo "The Hierocentric
State," WPQ 4 (1951): 226-253. Para un resumen de algunas montañas notables,
Theodor H. Gaster, Thespis (New York: Schuman, 1950), 184-85, 169-71; H. R.
Hall, "Notices of Recent Publications," JEA 10 (1924): 185-87.
33. C. J. Gadd, Ideas of Divine Rule in the Ancient East (London: Oxford University
Press, 1948), 1-3; Dahhad-Jemshid es un ejemplo típico de esto, Carnoy,
Indian/Iranian Mythology, 321-22.
35. Jeremias, Das Alte Testament im Lichte des Alten Orients, 159-60, citando a bin
Gorion and the Pirke d' R. Eliezar; "Nimrod," JE 9:309; Preisendanz, "Nimrod," 627.
37. August F. von Gall, Basileia tou Theou (Heidelberg: Winter, 1926), 330, citando
2 Enoc 22:8.
38. Robert Eisler, Iesous Basileus ou Basileusas, 2 vols. (Heidelberg: Winter, 1929-
30), 2:33-38. Eisler, 33, cita la tradición consistente en que Juan el Bautista usó el
garment de piel rústica (cor, Genesis 3:21) en lugar del garment original (cor)
empleado antes de La Caída; varios cultos antiguos que prohibían el sacrificio de
animales, sustituyeron el garment de piel por uno confeccionado con el pelo de los
mismos, ibid., 2:16, 34, 118-19, cf. Friedrich Dieterici, ed.,Thier und Mensch vor dem
König der Genien (Leipzig: Hinrich, 1879; reprinted Hildesheim: Olms, 1969), 22, 97.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
41. Eisler, Iesous Basileus, 2:35, 78, 109-10; von Gall, Basileia tou Theou, 330-32,
cit. Greek Baruch Apocalypse (3 Baruch) 4:16; 1 Enoc 62:15; 2 Enoc 22:8;
Revelaciones 3:4-5; 6:11; los Mandaeanos creían que el garment de Juan el
Bautista le sería otorgado a todo aquel heredero de la salvación, Eisler,Iesous
Basileus, 2:33, también Odes of Solomon 25:8; and the 2nd-century Apostolic
writing published by Carl Schmidt, Gespräche Jesu mit seinen Jüngern nach der
Auferstehung (Leipzig: Hinrich, 1919), 72. Con relación a la vestimenta bautismal
(baptismi vestamentum) de los primeros cristianos, Tertullian, De Baptismo (On
Baptism) 13, in PL 1:1323 (1215).
42. Véase arriba no. 7; también Joseph Poplicha, "The Biblical Nimrod and the
Kingdom of Eanna," JAOS 49(1929): 304-5.
44. "Nimrod," JE 9:309: "cuando los animales lo vieron [Nimrod] que se vestiría con
su piel, se echaron a sus pies de modo que no tuvo ninguna dificultad para
atraparlos."
46. Véase arriba no. 29; los sacerdotes egipcios, la realeza y los muertos eran
vestidos con el clásico garment de piel del sacerdocio egipcio; también T. J. C. Baly,
"Notes on the Ritual of Opening the Mouth," JEA 16 (1930): 173-86. El kaunake de
los Sumerios era un pesado garment de piel que era totalmente inadecuado dadas
las condiciones climáticas imperantes en Babilonia y por esa razón lo exhibían
como prueba de que los Sumerios habían venido del Norte, Moret, Histoire de
l'Orient 1:21, n. 81; vs. George A. Barton, "Whence Came the Sumerians?" JAOS 49
(1929): 263-64. Montague R. James, The Apocryphal New Testament (Oxford:
Clarendon, 1924), 414; también p. 412, con respecto al garment usado por el rey de
reyes. En 1939 se encontró una estatua hecha con ámbar que mostraba al rey de
Asiria usando la insignia del sumo sacerdote judío, "A Unique Example of Assyrian
Sculpture: A Portrait in Amber," ILN (7 January 1939): 25.
47. En épocas posteriores los sacerdotes egipcios dejaron de usar "auténtica piel de
leopardo, sustituyéndola por un manto de fino lino tejido con la forma y estampado
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2. Jubilees 8:8.
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6. Aurel Stein, Serindia, 5 vols. (Oxford: Clarendon, 1921; reprinted Delhi: Matilal
Banarsidass, 1980-83), 1:369-449; Aurel Stein, Innermost Asia, 3 vols. (Oxford:
Clarendon, 1928), 1:214-16.
7. Henning Haslund, Men and Gods in Mongolia (New York: Dutton, 1935), 106-10.
8. Ibid., 176-77.
9. Ibid., 177.
16. For 'Ad and Thamud, R. A. Nicholson, A Literary History of the Arabs
(Cambridge: Cambridge University Press, 1930), 1-3; Herodotus, Histories II, 31-32.
La repentina y súbita caída de la Babilonia gobernadora del mundo causó una
impresión imborrable en la mente de los hombres, quienes aplicaron el nombre de
esa ciudad a manera de trágico epíteto a toda gran metropolis con un nefasto
destino desde entonces, p.ej., Roma, Alejandría, etc.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
18. "Este domo era el símbolo ('alam) de Bagdad, y la joya del país, así como el
principal y mas importante logro de los hijos de Abbás." tambien. Génesis 11:4. La
cita se encuentra en E. Harder, Arabische Chrestomathie (Heidelberg: Goos, 1911),
166.
19. La parte 4 de "The World of the Jaredites," IE 54 (December 1951): 862-63, 946-
47, iniciaba aqui. Originalmente, esta entrega iniciaba con el párrafo siguiente;
básicamente el contenido del último párrafo de la sección precedente: "Así que te
parece que mi teoría sobre los grandes vientos te suena inverosímil. No reclamo
que ello fuera la causa de la caída de la torre, solo intento señalar el hecho de que
los antiguos hombres tenían la realmente antigua, difundida y persistente tradición
de que su caída estuvo acompañada de fuertes vientos. Esto concuerda con la
descripción de los vientos presentado en el libro de Eter. Para demostrarte que tal
cosa es posible, sin embargo, permíteme ofrecerte un paralelo histórico. Qazwini en
su Cosmografía menciona que el gran domo de Bagdad era signo y símbolo del
poder y unidad de la tierra. Los eruditos con frecuencia han señalado que la torre de
Babel tambien tenía esa función. Qazwini posteriormente nos informa que esta
imponente estructura fue destruida por terribles vientos –al menos eso es lo que
reporta y queda en nosotros sacar las conclusiones correspondientes."
22. See Charles E. Chapman, A History of California: The Spanish Period (New
York: Macmillan, 1926), 21-30.
23. The quotation is from Louis Marin, foreword to G. N. Roerich, Trails to Inmost
Asia (New Haven: Yale University Press, 1931), ix.
25. George Vernadsky, Ancient Russia (New Haven: Yale University Press, 1943),
15-16. En el siglo XII fue posible evitar la invasión del gran reino centro-asiatico de
Khwarazm inundando el país, Karl A. Wittfogel and Fêng Chia-Shêng, "History of
Chinese Society Liao," TAPS 36 (1946): 647.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
4. William of Rubruck, ch. 12, in Manuel Komroff, ed., Contemporaries of Marco Polo
(New York: Liveright, 1928), 76.
8. William M. McGovern, The Early Empires of Central Asia (Chapel Hill: University
of North Carolina Press, 1939), 73-78. Cf. Pumpelly, Explorations in Turkestan 1:39,
41, 67-69.
9. Henning Haslund, Men and Gods in Mongolia (New York: Dutton, 1935), 264.
11. T. Wright, ed., The Travels of Marco Polo (London: Bohn, 1854), 129 (bk. 1, ch.
47).
12. Xenophon, Cyropaedeia VI, 1, 52, 29, describe enormes carretas-torre usadas
en la guerra.
13. For sources, Alexandre Moret, Histoire de l'Orient, 2 vols. (Paris: Presses
Universitaires, 1929-36),
2:584, n. 150.
15. Xenophon, Cyropaedia VI, 1, 27, menciona que "en la antiguedad Medos, Sirios,
Arameos y todos los habitantes de Asia solían emplear este tipo de carretas que
hasta el día de hoy sobreviven entre los Cirenaeanos."
16. Gertrud Hermes, Anthropos 31 (1925): 365-94, cf. 32 (1926): 105-27. For Tel
Agrab chariot, discovered after Hermes' authoritative study appeared, see Henri
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17. McGovern, The Early Empires of Central Asia, 47; Bruno Meissner, Babylonien
und Assyrien, 2 vols. (Heidelberg: Winter, 1926), 1:93.
18. La parte 5 de "The World of the Jaredites," IE 55 (January 1952): 22-24, inicia
aquí.
21. Alan H. Gardiner, Egyptian Grammar (Oxford: Oxford University Press, 1950),
73-74. El juncia es el símbolo del Alto Egipto y la abeja el símbolo del Bajo Egipto.
Este tópico se desarrolla con mayores detalles en Hugh W. Nibley, Abraham in
Egypt (Salt Lake City: Deseret, 1981), 225-45.
22. See the speculations of W. Pleyte, "Le Guepe," ZASA 4 (1866): 14-15; Kurt H.
Sethe, "über einen vermeintlichen Lautwerth des Zeichens der Biene," ZASA 30
(1892): 113-19; Karl Piehl, "La Lecture du Signe (Abeille)," ZASA 36 (1898): 85.
23. Sethe, "über einen vermeintlichen Lautwerth des Zeichens der Biene," 117.
25. Gardiner, Egyptian Grammar, 504. La "t" final en deseret es el sufijo femenino
regular, no es parte de la raíz, que vendría siendo dsr. Sin embargo, no puede
omitirse si el término intenta designar a la abeja, la corona roja o la región del Bajo
Egipto, sustantivos que son femeninos. El texto original en este punto decía, "La
sustitución era algo natural, debido a que tanto la abeja como la corona roja
representaban igual majestad que el Bajo Egipto."
27. Theodor H. Gaster, Thespis (New York: Schuman, 1950), 364-67. En sus
apuntes sobre el mito de Telepinu, Gaster señala ciertas relaciones que conectan a
los ritos de la abeja con todo el mundo antiguo. Con relación a la abeja en los ritos
cristianos, véase L. Duchesne, Origines du culte chretien, 5th ed. (Paris: Boccard,
1920), 266; for an English translation, see L. Duchesne, Christian Worship: Its Origin
and Evolution (London: Society for the Promotion of Christian Knowledge, 1910),
253.
28. Moret, Histoire de l'Orient, 1:175-180, 189, 207-22, 230-37, especially 257-58.
29. En Egipto "los reyes del norte encarnaron en el tótem de Bouto: una abeja (bit)";
ibid., 1:178.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
30. Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2,
pt. 1, p. 36.
32. Sethe, "über einen vermeintlichen Lautwerth des Zeichens der Biene," 118; "Als
Determinativ steht es aber, was zu beachten ist, stets allen anderen voran."
35. G. N. Roerich, Trails to Inmost Asia (New Haven: Yale University Press, 1931),
123.
37. C. J. Gadd, Ideas of Divine Rule in the Ancient East (London: Oxford University
Press, 1948), 1.
38. George Vernadsky, Ancient Russia (New Haven: Yale University Press, 1943),
27.
39. McGovern, The Early Empires of Central Asia, 116-17, 124.
40. La parte 6 de "The World of the Jaredites," IE 55 (February 1952): 92-94, 98,
100, 102, 104-05, iniciaba aquí. Esta entrega iniciaba originalmente así: "Estimado
Prof. F: Continúo con el tema de mi carta: de la misma forma en que los fugitivos
reunían fuerza en el desierto “reclutando” gente de su rival, así lo hizo Lu Fang en el
siglo I a.C."
43. They were Dinzio, ibid., 129-31; ch. 53, and Mundo, ibid., 137-38; ch. 58.
44. B. Ya. Vladimirtsov, The Life of Chingis-Khan (New York: Houghton Mifflin,
1930), 3.
46. The first quotation from E. S. Creasy, History of the Ottoman Turks, 2 vols.
(London: Bentley, 1854-56), 1:5, the second from Sven Hedin, The Flight of Big
Horse, trs. F. H. Lyon, (New York: Dutton, 1936), 16. Cf. Mildred Cable, The Gobi
Desert (New York: Macmillan, 1945), 222-32.
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47. F. E. A. Krause, Cingis Han (Heidelberg: Winter, 1922), 13. Michael Prawdin,
The Mongol Empire (London: Allen & Unwin, 1940), 47-49. Una descripción de la
técnica de “reclutamiento” de otros conscriptos se encuentra en Al-Fakhari's Al-
Adab al-Sultaniah wal-Daula-l-Islamiah (Cairo), 5.
52. Fritz Hommel, Ethnologie und Geographie des alten Orients (Munich: Beck,
1926), 22-23.
53. I am following the text of René Labat, Le poème babylonien de la création (Paris:
Maisonneuve, 1935), 98-101.
55. Memoirs of Louis IX, King of France, in Lord John de Joinville, Chronicles of the
Crusades (London: Bohn, 1848), 482. La biografia completa de Genghis Khan es
una larga e inniterrumpida sucesión de juramentos, destacandose que los más
sagrados se pactaban y sellaban bebiendo de una bolsa de cuero llena de sangre.
Krause, Cingis Han, 17-18, 23-24, etc. Herodotus, Histories IV, 64, describe los
juramentos bebiendo sangre de los Escitas dos mil años antes.
56. Moritz Hoernes, Natur- und Urgeschichte des Menschen, 2 vols. (Vienna:
Hartleben, 1909), 1:582, discussing conditions in pre-agrarian societies generally.
57. James Darmesteter, The Zend-Avesta, 3 vols. (Oxford: Oxford University Press,
1895), 2:135, 140(Yasts 15:63; 21:82).
58. Hoernes, Natur- und Urgeschichte des Menschen 2:418. Se le recuerda al lector
que las bandas y sociedades secretas han sido siempre el fundamento del gobierno
y religión asiáticos, tanto chamanista (p.ej., el Bn), lamista o budista, desde Pekín
hasta El Cairo.
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59. Clément Huart and Louis Delaporte, L'Iran antique (Paris: Michel, 1952), 399.
3. Benjamin of Tudela, Travels, ch. 56, in A. Asher, ed., The Itinerary of Rabbi
Benjamin of Tudela, 2 vols. (New York: "Hakesheth," n. d.), 1:95 (italics added);
también ibid., 1:96: siguiendo el desenlace de una rebelión el autor nos informa que
"una vez sofocada, toda la familia del Califa fue encadenada, con la finalidad de
domar sus intenciones rebeldes. Sin embargo y por increíble que parezca, cada uno
de ellos residía en un palacio;. . . comían, bebían y disfrutaban de los placeres de la
vida."
4. Michael Prawdin, The Mongol Empire (London: Allen & Unwin, 1940), 424.
5. Ibid., 448.
12. Luckenbill, Ancient Records of Assyria and Babylonia, 1:270-71, 288; 1:182.
14. William M. McGovern, The Early Empires of Central Asia (Chapel Hill: University
of North Carolina Press, 1939), 73. También Herodotus, Histories IV, 20.
193
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
15. Claudian, Bellum Geticum 11, 364-68; C. C. Mierow, The Gothic History of
Jordanes (Princeton: Princeton University Press, 1915), 128-29; ch. 52.
16. Henning Haslund, Men and Gods in Mongolia (New York: Dutton, 1935), 4.
18. B. Ya. Vladimirtsov, The Life of Chingis-Khan (New York: Houghton Mifflin,
1930), 147-48; la cita esta en la pág. 148. En teoría "el conquistado es propiedad
del conquistador, quien se convierte en el legítimo dueño de todo; de sus tierras, de
sus bienes, de su esposas e hijos. Tenemos derecho a hacer lo que nos plazca," E.
S. Creasy, History of the Ottoman Turks, 2 vols. (London: Bentley, 1854-56), 1:21.
19. Prawdin, The Mongol Empire, 131, 142, 175, 476. Luckenbill, Ancient Records of
Assyria and Babylonia, 1:182.
20. G. N. Roerich, Trails to Inmost Asia (New Haven: Yale University Press, 1931),
232.
21. Prawdin, The Mongol Empire, 374; Gadd, Ideas of Divine Rule in the Ancient
East, 6.
24. A. Wünsche, Salomons Thron und Hippodrom (Ex Oriente Lux 2:3), 9ff, 22-25.
Thaclabi, Qisas
al-Anbiyya, 11-12.
25. La parte 7 de "The World of the Jaredites," IE 55 (March 1952): 162-65, 167-68 ,
iniciaba con esta frase.
27. Clément Huart and Louis Delaporte, L'Iran antique (Paris: Michel, 1952), 367;
Adam Mex, The Renaissance of Islam, Salahuddin Khuda Bukhsh and D. S.
Margoliouth, tr. (London: Luzac, 1937), 19-20. Este trono de oro fue colocado sobre
una plataforma del mismo metal, ante el cual era colocada una plataforma hecha de
plata pura en la que sus doncellas se sentaban en sillas doradas; algunos dicen que
mas tarde estas últimas fueron sustituídas por tronos hechos de plata.
28. Carpini, ch. 28, in Manuel Komroff, ed., Contemporaries of Marco Polo (New
York: Liveright, 1928), 45.
194
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
29. Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2,
pt. 1, p. 235; Hugh W. Nibley, "Hierocentric State," WPQ 4 (1951): 240. La ‘sella
curulis’ era una silla temporal de color dorado que era usada por el emperador
romano, pero su nombre muestra que originalmente estaba montada sobre ruedas,
al mas puro estilo asiático.
30. Un encuentro en las costas del Oceáno Pacífico en 1940, ARAHA (1940): 90.
33. Budge, Chronography of Bar Hebraeus, 1:182, "La hermana del Califa tenía a
cierto escriba, un egipcio, en Siria, que fue y se quejó de ella ante Abú Thair (el
gobernador de Siria). . . . y debido a que su hermano el Califa siempre le había
dispensado grandes favores a ella fue y lloró ante él. Entonces recibió de su
hermano el Califa el mandato y fue y mató a Abú Thair y su cabeza fue llevada a
Egipto."
34. Quotation is from P. Van der Meer, The Ancient Chronology of Western Asia and
Egypt (Leiden: Brill, 1947), 13. La cita no es con relación al vidrio, pero es relevante
en cuestiones de prejuicio histórico.
36. Ibid., 7.
43. Este tema recibió alguna consideracion en Hugh W. Nibley, "Lehi in the Desert,"
IE 53 (1950): 323-25.
44. Sadr al-Din Abi al-Hasan 'Ali b. Nasir b. 'Ali al-Husayni, Akhbar al-Dawla al-
Saljuqiyya (Lahore: University of the Panjab, 1933), 1. Esto pudiera estar
relacionado con un simple epíteto ornamental, ya que el nombre flecha de hierro es
muy común y en realidad se refiere mas a un tipo de arma, Semen I. Lipkin, Manas
Vielikodushnyi (Moscow: Sovietski Posaty, 1947), 24-25. Las implicaciones con
195
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
relación a los arcos de acero son por supuesto sumamente significativas en relación
con 1 Ne. 16:18.
45. T. Wright, ed., The Travels of Marco Polo (London: Bohn, 1854), 53 (bk. 1, ch.
14). Traveling through central Asia in 568 a.d., Menander se topó en mas de una
ocasión con tribus primitivas de las montañas que intentaron venderle sus artículos
nativos de hierro; Menander Protector, De Legationibus Romanorum ad Gentes 8, in
PG 113:884.
48. "El arte de la forja en hierro debió haberse conservado en secreto durante
mucho tiempo por parte de esta clase social, a fin de preservar sus privilegios."
George Vernadsky, Ancient Russia (New Haven: Yale University Press, 1943), 43.
49. D. B. Harden, "Ancient Glass," Antiquity 7 (1933): 419; Pliny, Natural History
XXXVI, 191.
51. P. E. Newberry, "A Glass Chalice of Tuthmosis III," JEA 6 (1920): 159.
54. Newberry, "A Glass Chalice of Tuthmosis III," 158; Harden, "Ancient Glass," 420,
cf. 426.
56. Wright, The Travels of Marco Polo, 179, n. 1 (bk. 2, ch. 6). La existencia de tales
ventanas se ha disputado vigorosa y acaloradamente, sin una buena justificación.
Un antiguo viajero "menciona que las ventanas de algunas embarcaciones y navios
tenían vidrios plateados" en Oriente, ibid. Resulta interesante que el único uso
probado de ventanas de vidrio era en embarcaciones.
57. Karl A. Wittfogel and Fêng Chia-Shêng, "History of Chinese Society Liao," TAPS
36 (1946): 661.
60. Fritz Flor, in Harentz, ed., Germanen und Indo-Germanen (Heidelberg, 1934),
1:111ff, 122.
196
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
61. McGovern, The Early Empires of Central Asia, 77, cf. 27; Raphael Pumpelly,
Explorations in Turkestan, 2 vols. (Washington: Carnegie Institution, 1908), 1:41-43.
62. James H. Breasted, A History of Egypt (New York: Scribner, 1909), 304;
Wittfogel & Chia-Shng, "History of Chinese Society Liao," 669.
63. La máxima autoridad en este tema es Max Hilzheimer. Véase Max Hilzheimer,
"Dogs," Anitquity 6 (1932): 411-19; and Max Hilzheimer, "Sheep," Antiquity 10
(1936): 195-206.
64. Véase por ejemplo Wittfogel & Chia-Shng, "History of Chinese Society Liao,"
662, Haslund, Men and Gods in Mongolia, 73.
69. Odoric ch. 13, and William of Rubruck ch. 7, in Komroff, Contemporaries of
Marco Polo, 241, 68. On Oppenheimer, see Nibley, "Hierocentric State," 251.
72. Nibley, "Hierocentric State," 238-44; and Hugh W. Nibley, "The Arrow, the
Hunter, and the State," WPQ 2 (1949): 343-44.
3. Ibid., 226-30.
4. James Darmesteter, The Zend Avesta, 3 vols. (Oxford: Oxford University Press,
1880-87), 2:265 (Din Yast 1:3).
5. Michael Prawdin, The Mongol Empire (London: Allen & Unwin, 1940), 162.
6. Los primeros reyes siempre son descritos de una manera que parecen “actuar
recurrentemente” de manera perpetua. Por lo tanto el faraón en los textos de las
197
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
pirámides “va recorriendo una y otra vez” tanto las dos regiones como los cielos; los
dioses babilonios van de santuario en santuario, o de castillo en castillo como
Apolo, Iliad I, 37-42, y Poseidon, Odyssey V, 381, lo hicieran en un principio.
7. Anton Jirku, "Aufstieg und Untergang der Hyksos," JPOS 12 (1932): 51-61;
William F. Albright, "Egypt and the Early History of the Negeb," JPOS 4 (1924): 134;
Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 2nd ed. (Stuttgart: Cotta, 1928), vol. 2, pt.
1, p. 72. For dates see William F. Albright, The Archaeology of Palestine (Baltimore:
Penguin, 1960), 84-85, 108-9.
9. E. A. Speiser, "On Some Articles of Armor and Their Names," JAOS 70 (1950):
47-49; Hurrian palabras para describir la armadura indican orígenes centro-
asiáticos, ibid., 49.
11. Karl A. Wittfogel and Fêng Chia-Shêng, "History of Chinese Society Liao," TAPS
36 (1946): 663; Henning Haslund, Men and Gods in Mongolia (New York: Dutton,
1935), 236-37.
12. Mildred Cable, The Gobi Desert (New York: Macmillan, 1945), 264.
13. E. Nelson Fell, Russian and Nomad (New York: Duffield, 1916), 9-10.
14. Este tópico es tratado mas ampliamente en mis dos artículos, Hugh W. Nibley,
"The Hierocentric State," WPQ 4 (1951): 226-53; y "The Arrow, the Hunter, and the
State," WPQ 2 (1949): 328-44.
15. F. E. A. Krause, Cingis Han (Heidelberg: Winter, 1922), 14-27; Prawdin, The
Mongol Empire, 147-50.
17. William M. McGovern, The Early Empires of Central Asia (Chapel Hill: University
of North Carolina Press, 1939), 143; tambien Nibley, "Hierocentric State," 244-47.
20. David D. Luckenbill, Ancient Records of Assyria and Babylonia, 2 vols. (Chicago:
University of Chicago Press, 1926-27), 1:57, 60, 40; también 2:124: "Lo capturé vivo
con mis propias manos," etc., hablando con respecto al rey enemigo.
198
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
21. Herodotus, Histories IV, 11, 126; Jordanes, in C. C. Mierow, The Gothic History
of Jordanes (Princeton: Princeton University Press, 1915), 93-95; ch. 30; E. S.
Creasy, History of the Ottoman Turks, 2 vols. (London: Bentley, 1854-56), 1:46.
22. Krause, Cingis Han, 26; Haslund, Men and Gods in Mongolia, 155.
24. George Vernadsky, Ancient Russia (New Haven: Yale University Press, 1943) ,
298-99; G. N. Roerich, Trails to Inmost Asia (New Haven: Yale University Press,
1931), 368; C. R. Beazley, The Dawn of Modern Geography, 2 vols. (London:
Murray, 1901), 2:267.
25. Bruno Meissner, Babylonien und Asyrien, 2 vols. (Heidelberg: Winter, 1926),
1:112; Haslund, Men and Gods in Mongolia, 155.
26. Carpini, ch. 16, in Manuel Komroff, ed. Contemporaries of Marco Polo (New
York: Liveright, 1928), 26.
28. R. Grousset, L'asie orientale des origines au XVe siècle (Paris: Presses
Universitaires, 1941), 304-5, 307; quote on 305.
30. E. A. Wallis Budge, The Chronography of Bar Hebraeus, 2 vols. (Oxford: Oxford
University Press, 1932), 1:465.
32. Este es un tópico principal de Arabshah's Life of Timur, Kitab cAja;prib al-
Maqdur (Cairo, A. H. 1335); los príncipes mientras se encontraban en la defensa de
su tierra regularmente se convertían en ladrones de acuerdo con los anales chinos,
Krause, Cingis Han, 24. Los descendientesde Atila llegaron a ser jefes de bandas
de ladrones aunque heredaron un vasto imperio, Jordanes, in Mierow, The Gothic
History of Jordanes, 137-38; ch. 58. Esta es la situación que prevalece para
Darmesteter, Zend-Avesta 2:171.
34. Herodotus, Histories IV, 64, 66, 70; Pliny, Natural History VII, 2, 10; Ammianus
Marcellinus, Rerum Gestarum XXXI, 2, 14 and 2, 22; Luckenbill, Ancient Records of
Assyria and Babylonia, 2:396 (No.1050); Budge, Chronography of Bar Hebraeus,
1:465; McGovern, The Early Empires of Central Asia, 54.
35. Arabshah, 4-6, enlista los nombres de los grandes conquistadores que
propagaron la creencia entre el pueblo que eran demonios.
199
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
36. M. E. Moghadam, "A Note on the Etymology of the Word Checkmate," JAOS 58
(1938): 662; cf. L. Thorndike, "All the World's a Chessboard," Speculum 6 (1931):
461-65.
37. Krause, Cingis Han, 26; Grousset, L'asie orientale des origines au XVe siècle,
291.
38. Luckenbill, Ancient Records of Assyria and Babylonia 2:310-11 (No. 811); 152
(No. 340).
41. Jordanes, in Mierow, The Gothic History of Jordanes, 131; ch. 53.
46. Carpini, chs. 13, 21, in Komroff, Contemporaries of Marco Polo, 22, 37.
48. Lord John of Joinville, Memoirs of Louis IX. King of France, in Lord John of
Joinville, Chronicles of the Crusades (London: Bohn, 1848), 476.
49. La parte 9 de "The World of the Jaredites," IE 55 (May 1952): 316-18, 340, 342,
344, 346, iniciaba aquí.
50. Joseph Fielding Smith, Teachings of the Prophet Joseph Smith (Salt Lake City:
Deseret, 1938), 320.
51. Quoted in N. B. Lundwall, Temples of the Most High (Salt Lake City: Lundwall,
1941), 301, from Journal of Discourses 3:367-68.
200
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
2. En este punto del texto original se lee: "Noé fue un rey jaredita y otro Noé fue rey
nefita, no obstante, este último no era de sangre exclusivamente nefita, ya que su
padre Zeniff fue el último líder de la colonia mulekita." Esta última parte fue borrada
de la edición del año 1952. La informacion sobre Zeniff es sumamente vaga e
imprecisa.
5. René Grousset, L'asie orientale des origines au XVe siècle (Paris: Presses
Universitaires, 1941), 305.
6. Mildred Cable, The Gobi Desert (New York: Macmillan, 1945), 278.
7. Joseph Fielding Smith, Teachings of the Prophet Joseph Smith (Salt Lake City:
Deseret, 1938), 267.
10. Hugh W. Nibley, "The Book of Mormon as a Mirror of the East," IE 51 (1947):
202-4, 249-51.
11. La parte 10 de "The World of the Jaredites," IE 55 (June 1952): 398-99, 462-64 ,
inicia aquí.
12. René Grousset, L'asie orientale des origines au XVe siècle, 305.
13. Harold S. Gladwin, Men Out of Asia (New York: McGraw-Hill, 1947).
14. M. A. Czaplicka, Aboriginal Siberia (Oxford: Clarendon, 1914), 69, 79, 114-16,
203-27.
201
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
principal colocado sobre los grandes valles que se ubican al norte inmediatamente
después de cruzar la planicie de Sinar. Esto concuerda en estricto apego con
nuestras conclusiones basadas en la informacióon presentada en el libro de Eter.
17. He disertado sobre este tema en "The Arrow, the Hunter, and the State" WPQ 2
(1949): 328-44.
18. Philip K. Hitti, History of Syria (New York: Macmillan, 1951), 149.
19. Ibid., para un examen de los elementos arcaicos Hur-, Hor- presentes en los
nombres egipcios, véase Schott, Mythe und Mythenbildung im alten ägypten, e.g., p.
5.
20. El epílogo de "The World of the Jaredites," IE 55 (July 1952): 510, 550, inicia
aquí.
202
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Tercera Parte
Hubo Jareditas
203
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 1
La Era del Heroísmo1
“Así que realmente crees que hubo Jareditas,” dijo el profesor F con una ligera
expresión de escepticismo mientras aspiraba profundamente de su pipa de ébano.
Detestaba fumar, pero su profesión y el “stablisment” requerían tabaco y una pipa,
inequívocamente prescritas junto con una actitud relajada y el aire intelectual con
los que confrontaba a su visitante.
“Así que realmente crees que había Jareditas. Bueno, bueno y ¿qué es lo que te
hace creerlo? Por supuesto que leí todas tus cartas, pero me parece que estas
trabajando en algo nuevo.”
“¿Ambiente épico? ¿Ambiente épico? ¿Qué rayos es eso?” replicó el profesor. Para
ofrecer una respuesta, el Dr. Justino♣ (un nombre lo suficientemente bueno para su
interlocutor) se dirigió al amplio librero que estaba adosado a la pared. Después de
un minuto de búsqueda, en el que amablemente declinó la ayuda ofrecida por su
anfitrión, regresó a su sillón retirándole el polvo con un soplido a un texto de
Homero.
"Me refiero a este pueblo," dijo Justino mientras sostenía solemnemente el libro
(una elegante edición de Munro impresa en papel de la India), “sus guerras, sus
viajes, sus intrigas y discusiones, su comida, vestido, diversiones –lo que eligieron
hacer y como eligieron hacerlo.”
“Esa es una expresión brillante; ‘El Mundo Homérico’. Homero nos ha legado una
imagen completa del pasado con todo detalle. Pero ahora parece que eso es mas
que el mundo de fantasía del poeta: es el verdadero ambiente en el que la poesía
épica tiene su ascenso.”
“¿Quieres decir que en realidad hubo alguna vez un mundo como el que Homero
describe?”
♣
En la versión original en inglés, el Dr. Nibley dió el nombre de Mr. Blank a este nuevo personaje
como un medio para intentar crear en la mente de sus lectores la idea de un investigador en busca
de la verdad. En ese sentido y tratando de recrear exactamente la misma imagen mental en los
lectores hispanoparlantes se le ha bautizado a nuestro ficticio personaje como Justino.
204
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Existe una difícil rama de la crítica literaria o del análisis histórico, que incluye la
crítica mas especializada de la Biblia,” repuso Justino, “que no despuntó en la
cuestión homérica.”
“¿Me permites el diccionario Webster? Gracias. Ah, sí, aquí está la definición:
entorno: ambiente, medio. Un entorno es un ambiente completo junto con sus
propios orígenes y raíces; y un entorno épico es el mundo real en el que los eventos
descritos en los poemas épicos se supone tuvieron lugar: es ese mundo, y no la
imaginación del poeta, el que se nos describe junto con imágenes y personajes.
Hoy se está de acuerdo en que el entorno épico descrito por Homero es real.”
“Y ahora me dirás que tiene que ver los Jareditas con todo esto,” dijo el Prof. F.
“Con todo gusto. Los Jareditas también tienen un entorno. Si hay un mundo
Homérico que desapareció hace miles de años, entonces también hay un mundo
Jaredita; y si la realidad del primero actualmente puede demostrarse después de
tantos años transcurridos, ¿Por qué no el otro?”
“En serio. Los estudiantes al estilo de los clásicos nunca ignoran evidencia física,
naturalmente…”
“¿Estas bromeando?”
205
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“…pero sucede que el entorno épico ha sido investigado exitosamente desde otra
perspectiva. Veo que estás suscrito a la RAA (Revista Americana de Arqueología).
Muy conveniente. ¿Dónde está esa edición que fue dedicada enteramente a
Homero? Creo que era la edición de 1948. Sí, aquí está. Deberías haber leído este
artículo de Robert Wood. Era uno de los “grandes” en su momento; de hecho a las
órdenes del Secretario de Estado. Mas de cien años antes de Schlieman, éste
hombre fue en búsqueda de Troya; acompañado por sus amigos, recorrió el terreno
en el que supuestamente los héroes de Homero pelearon y huyeron, y entonces
trazaron las rutas recorridas por los héroes hacia Troya.2 A partir de ese momento
se convenció, y fue capaz de convencer a otros, que las historias de Homero al
menos tenían un trasfondo histórico.”
“¿Y crees que puedes hacer lo mismo con respecto a los Jareditas?” interrumpió el
profesor.
“Lo siguiente fue ir a Siria y entrar en contacto con ‘un tipo de comunidad
extrañamente remota del mundo de los eruditos contemporáneos,’ pero al fin y al
cabo, un mundo real y exactamente el mismo referido por Homero. Tú sabes
cuántos relatos clásicos de viajes han dado sustancia al misterioso mundo del
Beduino desde los días de Wood. Bien, pues el ojo crítico de Robert Wood detectó
la ‘misma combinación de salvajismo y caballerosidad en los Arabes que también
caracterizara a los héroes de La Ilíada.’ ¿Era solo una coincidencia, se preguntaba,
o se podrían emplear las costumbres de los Arabes para verificar entre otras cosas
la validez de los relatos de Homero?
“Tú lo has dicho. De cualquier modo Wood creía que había una conexión y, como lo
afirma en el libro, ‘intentó escribir una relación detallada de tales similitudes
encontradas entre las culturas del Nuevo Testamento, en Homero y en el Cercano
Oriente de sus propios días para probar que “la Era del Heroísmo” es un tipo real y
recurrente en la sociedad humana y que el cuadro descrito por Homero de la Grecia
de su época es auténtico’” 3
“Y ¿consiguió su objetivo?”
206
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Ese material está justo detrás de ti,” dijo el profesor, “tercera fila superior.”
“¿Intentas decirme que le Era del Heroísmo del obispo Percy o entorno épico o
como le llames es exactamente igual al de Homero que es dos mil años mas
antiguo?”
“Eso es a lo que iba. Durante mucho tiempo los Germanos, por ejemplo, insistieron
en que tenían un mundo épico exclusivo y particular. Pero Schneider, el líder en la
materia, ha demostrado como empiezan a reconocer gradualmente que el mundo
épico descrito en sus poemas es exactamente igual al descrito en los poemas de
otras naciones: de manera que finalmente han llegado a la conclusión de que la
poesía épica en general no es el producto de un espíritu nacionalista o de una
mente fantasiosa del poeta, sino ante todo del Völkerwanderungszeit –la época de
las grandes migraciones.”5
“Así que los Teutones fueron como los Griegos. Eso no es demasiado sorpresivo.”
“Pero eso es solo el comienzo. Durante el transcurso de este siglo, Hugo Winckler
en su antiguo clásico Die Keilinschriften und das Alte Testament –veo que aquí lo
tienes– escribió lo siguiente:
Ahora sabemos que las oleadas de gente, como los Germanos al principio de
la “Edad Media,” la expansión del Islam…y los movimientos Turcos, Tártaros y
Mongoles (las grandes migraciones a las que hacía referencia)…no fueron eventos
extraordinarios y la historia del mundo antiguo esta compuesta, de igual manera,
por una cadena continua de tales eventos migratorios.6
207
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Este autor señala un hecho que empieza a ser apreciado cada día, a saber, que las
grandes migraciones por ningún motivo estaban confinadas a un único período de la
historia del mundo, sino que ha sido un evento recurrente que ha involucrado a
Europa y Asia desde tiempos inmemoriales.”
“Pero si estas grandes migraciones generan epopeyas ¿no deberían existir mas
poemas épicos de los que existen?”
“Una conclusión natural, si no es que precipitada. Una deducción más correcta sería
inferir que la literatura épica debería ser mas vasta; no de lo que hasta ahora es,
sino de lo que hasta la fecha suponemos debería ser. De hecho las investigaciones
ahora van a mostrar que los eruditos habían estado lidiando con toda clase de
material épico todos estos años debajo de sus narices sin saber que lo era.”
“¿Hablas en serio?”
“De hecho ha sido desde 1930 que el alcance y la naturaleza real del mundo épico
ha comenzado a ser apreciado. Han sido los estudios de H. Munro Chadwick y
Milman Parry, en nuestra propia época, los que primeramente mostraron la
auténtica naturaleza de la epopeya. Regresando a la RAA:
La poesía es épica solo debido a que es creada por gente que vive en cierto
modo y que le permite tener una perspectiva de la vida; nuestra comprensión de la
epopeya solo llegará cuando aprendamos esa forma de vivir y dominemos esa
perspectiva. Encontramos, por ejemplo, que el abigeato es un tema común en los
antiguos poemas europeos, pero se encuentra ahí no porque no exista regla
temática en la poesía que se lo impida, sino porque esa gente vive de una manera
en la que se ven forzados por un lado a robar ganado y por otro lado a practicar la
poesía. El elemento heroico en los primeros poemas no es un problema del dominio
público, sino propio de la antropología y la historia, y los estudiantes de la poesía
heroica han realizado una gran cantidad de esfuerzo para demostrar como el
entorno social esta reflejado en la poesía.7
“No importa cuándo y dónde se produce, la poesía épica genuina solamente puede
ser el producto de un estilo de vida particular y ese estilo de vida es nuestro entorno
épico o heroico –que aparece en las ideas e imágenes reflejadas en los poemas.”
“Por supuesto que no, pero gracias a que lo hemos hallado en algunas partes,
ahora nosotros empezamos a conocer en que punto nos encontramos.”
208
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
casos, éste es un factor decisivo, y creo que también será decisivo en el caso de los
Jareditas.”
“A ver, a ver, un momento. Cuado hablas de un entorno épico ¿te refieres a Homero
y a los hombres del Norte?”
“¿Nueva evidencia?”
“Kramer afirma que la nueva evidencia esta contenida en los fragmentos de nueve
poemas épicos que indican ‘que a través de su historia mas antigua, los Sumerios
han pasado a través de una etapa cultural ahora conocida comúnmente como una
Era Heroica…La determinación de la existencia de una Era Heroica hizo posible
deducir, tanto su patrón cultural como sus antecedentes históricos, y compararlos
con la de Griegos, Indios y Teutones.’ Kramer sostiene que la realidad del entorno
épico ha ‘permitido una reinterpretación de las primeras escenas de la historia de
Mesopotamia que ha probado acercarse mas a la verdad de lo que hasta ahora se
había supuesto.’”8
“Inexistentes. ‘Afortunadamente esta nueva evidencia nada tiene que ver con el
material altamente ambiguo de la Mesopotamia prehistórica; se trata de evidencia
de carácter puramente literario e histórico.’”9
“¡Caramba!, eso sí que suena interesante. ¿Así que en realidad él cree que las eras
épicas de Griegos, Indios y Teutones pueden explicar los hechos de los primeros
Sumerios?”
“E incluso mas que eso; él cree que son la clave ‘de los primeros episodios de la
historia del antiguo Cercano Oriente’”10
“Eso incluye a los Jareditas ¿no es así? Sin embargo tu libro de Eter no es un
poema épico.”
209
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“Eso está por verse, quiero decir, que lo que Moroni compiló es un material con
forma de un poema épico es eso lo que está por verse. Pero por favor recuerda que
los relatos épicos no siempre toman la misma forma; sin embargo, sí hablan
siempre de las mismas cosas. Y son exactamente esas mismas cosas de las que el
libro de Eter habla. En todo sentido es una producción épica.”
“Lo que, como has dicho, aun esta por verse,” replicó el profesor.
“Desde luego que esta por verse. Hay tres cosas que están por verse: (1) ¿el
entorno épico es lo suficientemente antiguo y su realidad esta suficientemente bien
fundamentada y definida para considerarse una prueba válida para el libro de Eter?
(2) ¿el entorno épico esta retratado fiel e indudablemente en el libro de Eter? (3)
¿puede ser falsificado? Notarás que en mucho depende de la última interrogante
que no se había mencionado hasta este preciso momento.”
“Pero insistes en hablar de un entorno épico como si solamente existiera uno ¿no
puede haber tantos entornos como ejemplos de literatura épica?”
“Es el mismo patrón por doquier; los mismos efectos siempre como consecuencia
de las mismas causas. Es cierto que se pueden establecer lazos históricos entre
varias culturas –incluso entre aquellas que parecerían estar distantes unas de otras.
Pero cualquiera que sea su causa, es el hecho de la uniformidad lo que justifica el
hablar del entorno épico como un fenómeno único. No se trata de coincidencias
entre aspectos vagos y generalizados de varias culturas, o entre sorprendentes y
extraordinarios aspectos como pueden ser el comportamiento o el vestido; lo que
tenemos aquí es un elaborado y complejo catálogo de prácticas y tradiciones que
siempre aparecen juntas en la impresionante complejidad del panorama.”
“Implicaría una horrible cantidad de trabajo intentar probar eso,” observó el profesor.
“Comparó tres cuerpos de poesía o literatura épica (no todo era poesía),
colocándolos uno al lado del otro. Aquí, déjame mostrarte…”
El incansable Justino buscó entre las filas de libros tomando la obra de Beowulf,
una edición de Jonsson de la Egils Saga y un pequeño tomo finamente empastado
de Dun Cow.
“Hay debilidad en la sección sobre los Celtas,” comentó, mientras dejaba los tres
libros sobre el escritorio junto con el de Homero, “–un crimen y también un
escándalo, ya que la mitad de la población de este país es de sangre Celta.
Traducciones también –en realidad no es admisible el uso de traducciones, ya
sabes; los desatinos de los novelistas, así como las preconcepciones victorianas y
el romanticismo del siglo diecinueve tuercen cada línea, omiten los puntos
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
principales y ni que decir de los puntos finos. Sin embargo, tendrá que ser así por el
momento.”
Justino colocó los libros formando una hilera. “ahí están cuatro obras en fila, cuatro
de cientos posibles, seleccionadas al azar, escritas en diferentes partes del mundo,
cronológicamente distantes casi 2000 años entre la obra mas antigua y la mas
moderna y aun así son tan similares como ¡dos gotas de agua!”
“Por el contrario, cualquiera que los compare quedará impresionado a causa de las
semejanzas que rara vez llaman la atención si se leen por separado y –puedo
garantizártelo– jamás llaman la atención del lector ¡aunque los lea juntos! ¿Cuánta
gente supones que se habrá tomado la molestia de comparar los textos originales
de, digamos, media docena de epopeyas?”
“Tú sabes la respuesta a eso. ¿En algún lado se habrá hecho por lo menos con
una, o tres?”
“¡Muy cierto! Pero solo son necesarios tres puntos para establecer una curva en un
gráfico. Esa curva representa, digamos, una norma, y por supuesto que entre más
puntos podamos encontrar, mayor certeza tendrá nuestra curva y la regla que ésta
representa. Docenas de otros puntos ‘épicos’ han sido identificados o determinados
a partir de los tres puntos originales detectados por Chadwick, y todos caen
exactamente en la curva original. Por lo tanto, cuando el Dr. Kramer encontró
evidencia que colocaba a sus proto-Sumerios en concordancia con la curva de
Chadwick, no vaciló en proyectar su limitada información junto con las líneas de una
regla general.” Justino subrayó la primera curva con un gis y entonces leyó del libro:
“’Una vez que la existencia de una era heroica fue determinada,’ --la pequeña ‘x’
que dibujamos en la línea,-- ‘fue posible deducir su patrón cultural y su trasfondo
histórico comparándola con eras heroicas conocidas hace mucho’ –que
representaban la curva original.11 Kramer le otorga todo el crédito a Chadwick por el
establecimiento de la curva original: ‘Chadwick merece todo el crédito por haber
notado que las así llamadas Eras Heroicas que vemos aparecer de cuando en
cuando, y aquí y allá en la historia de la civilización, no son simples productos de la
imaginación literaria, sino que representan un real y significativo fenómeno
social.’”12
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Y ahora mi querido amigo,” dijo el profesor, “si esta discusión va a continuar como
así parece, ¿serías tan amable de decirme como podría reconocer tu entorno épico
cuando lo vea?”
“Es muy malo que no tengamos en nuestro idioma una palabra que remotamente se
refiera la rica y suculenta Völkerwanderungszeit. Los términos ‘época de
dispersión’,’migración de gentes’ y ‘migraciones nacionales’ entre otros son
imprecisos y faltos de fuerza expresiva.”
“Sí,” asintió el profesor F., “es una palabreja rimbombante pero, ¿Qué significa?
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
los mas de cien tipos diferentes. La mayoría de los nómadas no guardan registros,
pero un antiguo y buen Völkerwanderungszeit es un evento titánico que involucra a
tal cantidad de gente que difícilmente pasaría desapercibido como para no quedar
registrado: los reportes proceden de ambos lados –las víctimas describen en sus
crónicas las desgracias ocasionadas por la forma en que los bárbaros los arrasaron,
mientras que los invasores glorifican esas mismas cosas en un poema épico. De
cualquier forma la poesía épica siempre describe las condiciones prevalecientes en
tiempos de agitación social y migración en masa.”
“Y uno sumamente importante,” agregó Justino. “El libro de Eter empieza con el pie
derecho. Pero dejemos a Eter fuera de esto hasta que tengamos una clara imagen
del entorno épico en sí. Entonces podremos realizar las comparaciones si así lo
deseamos.”
“Ese es el punto en el que se explica qué es lo que conforma una Era Heroica.15
Ahora consideremos la segunda característica.” Justino dibujó una segunda figura
en el pizarrón y retomó la lectura del trabajo de Chadwick: “’con respecto al carácter
nacionalista,’ dice nuestra guía, ‘no hay saga o poesía heroica que no lo registre. El
amor por la patria y el deber cívico de su defensa naturalmente son reconocidas de
inmediato. Pero el interés…siempre se concentra en los hechos o experiencias de
los individuos.’16 Kramer describe la situación de manera sucinta:
“Hay un cabo suelto,” dijo el profesor. Kramer menciona que son gente ‘que aun no
ha alcanzado la madurez y la estabilidad de una sociedad civilizada’ y se supone
que tus Jareditas ya tenían todo aquello que supone parte de un mundo sumamente
sofisticado, incluyendo una biblioteca.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Bueno, ¿sabe Kramer o alguien mas algo sobre esta gente antes de que empezara
su migración? Unicamente se sabe esto: que algo en cada caso los obligó a
moverse; si llegaron a esta etapa pobremente equipados, no es por que ellos
empezaran a vivir de esa forma, sino por que algo sucedió que los hizo levar anclas
de manera apresurada y solo con lo suficiente para sostener una marcha forzada.
Recuerda que esa gente habitualmente no era nómada –se mueven porque tienen
que hacerlo, y en cada caso están buscando tierras en las cuales asentarse. Han
sido completamente desalojados de sus antiguos hogares y de sus tierras de
pastoreo. Actualmente se acepta la idea de que esta gente siempre formará una
civilización ‘en el proceso de desintegración,’ si citamos a Kramer –esta es una
época de catástrofe global. Por lo tanto ¿qué razón tenemos para dudar que fuera
la desintegración de su propia y menos estable civilización lo que en primer término
los obligó a moverse? Si se mueven en un mundo colapsado, puedes estar
completamente seguro de que dejaron otro atrás –ya que de otro modo no hubieran
emigrado.”
“Las epopeyas están repletas de ellas. El simple hecho de que nuestros héroes no
disfrutan lo que hacen sino que intentan resolver el asunto y asentarse lo más
pronto posible debería ser una indicación suficiente. La mayoría de los poemas
épicos son poco menos que una prolongada agonía. ¿Recuerdas el comentario de
Goethe sobre La Ilíada? Eso nos enseña una cosa: ‘que la vida en esta tierra es un
infierno,’ pero nota lo que Kramer dice aquí: esa gente esta ‘liberada
de…obligaciones tribales.’ Eso significa el rompimiento de antiguos órdenes y el
resquebrajamiento de viejos moldes. Esta gente ha visto el colapso de su orden
antiguo y tradicional, y con ello toda sensación de seguridad. El humor épico es uno
de absoluta desesperación, como lo ha señalado E. V. Gordon. ¿Te suena
conocido? Bueno, ‘una buena resistencia contra las probabilidades se convirtió en la
situación característica de la literatura heroica…Los dioses mismos sabían que al
final sería aplastados por los poderes del mal, pero estaban preparados para resistir
hasta el fin. Todo hombre de cierta religiosidad pagana creía que debía su
existencia a la permanencia de esa causa sin esperanza,’ y así por el estilo.18 Eso
no es, lo admito, un permanente, estable o incluso tolerable estado de las cosas. ¿Y
el asunto de su organización militar? ¿Recuerdas cómo se pusieron las cosas en el
concilio de los jefes en el relato de Homero?”
“Creo recordar,” mientras el profesor cierra sus ojos, “al glorioso Agamenón y a
Aquiles yendo juntos como un par de gatos de callejón. . . "
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
en un principio, lo que pasó no fue idea suya y había dejado mucho mejores cosas
de lado. Así que Andrómana tuvo que dejar un mundo feliz de lado –y hecho
cenizas. Los Jareditas no viajaron con pocas cosas, pero nunca consideraron su
propia civilización como cualquier cosa a pesar de que no era mas que el pálido
reflejo del artículo original que habían dejado atrás.”
“Discúlpame,” dijo el profesor, “si me permito sugerir que has estado describiendo al
hermano de Jared en persona.”
“En cierto sentido,” musitó el profesor, “es realmente digno de considerar que la
única figura heroica en el Libro de Mormón la hallamos en el libro de Eter. Lehi,
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Nefi, el rey Benjamín y algunos otros ciertamente fueron grandes hombres, pero
finalmente todos eran seres humanos comunes enfrentando situaciones de prueba.
Con el libro de Eter es diferente –ahí se encuentran algunos héroes de verdad en el
sentido de un carácter legendario– überlebensgross, dirían los alemanes: las
imágenes sobredimensionadas de gente real elevadas a la estatura de los héroes.”
“En sus tratos,” continuó Justino, “prevalece ‘un tono solemne y fastidioso,’ incluso
entre enemigos recalcitrantes.”25
“¿Realmente crees que esa gente respetaba completamente las reglas? Me parece
recordar que Aquiles y Ayax no estaban enterados de esto último.”
“¿Y no recuerdas que por esto Aquiles fue reprendido por su madre? ¿No recuerdas
que en presencia de Ayax se sentía tan humillado por ello que estaba dispuesto a
suicidarse? Por supuesto que se rompen las reglas, pero las reglas ahí están.
‘Incluso es sumamente extraño,’ dice Chadwick, ‘que hasta los héroes mas grandes
en ocasiones consiguen sus triunfos mas notables empleando medios que nos
parecerían ilícitos.’”26
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Cierto, y sobre el particular Chadwick escribe que la guerra es, mas que un
accesorio, ‘una parte esencial’ de la vida de los héroes.27 Ello nos conduce a
nuestro siguiente punto: el escenario de la acción esta confinado única y
exclusivamente al campo de batalla o a algún otro lugar propicio para la aventura;
generalmente un lugar deshabitado.”28
“¡Ajá! Dijiste un lugar despoblado para traer a colación el libro de Eter; sin embargo,
creo que actúas sin premeditación.”
“No se trata de eso, sino que estoy pensando en ciertas epopeyas clave en las que
un lugar despoblado es el trasfondo normal. Por supuesto tenemos a Siegfried,
vibrando entre los bosques y la campiña –me atrevo a decir que el mundo heroico
de Wagner de cuevas y bosques no se trata de un juego. Pero es válido traer al
libro de Eter hasta aquí y no objetaré tu proposición. De hecho el punto siguiente te
hará pensar en ello: ‘El combate es propenso a tomar la forma de una lucha
individual entre los héroes rivales.’29 A manera de comentario, yo diría que ese es,
con toda certeza, el aspecto mejor conocido de las historias épicas.”
“Por tal razón,” continuó Justino “se hace necesario distinguir entre simples y
esporádicos episodios llamativos y el entorno épico completo; algo que no era
conocido en los días del Profeta.”
“Pero a final de cuentas, él pudo haber leído a Homero o Robin Hood o algo así por
el estilo.”
“Homero sí, pero Robin Hood no es literatura épica. Te sorprendería saber la magra
cantidad de textos épicos que han sido publicados. Homero, de hecho era el único
escritor real disponible –la gente creía, por supuesto, que Dante, y Camoens y
Vergel eran literatura épica, pero esas obras solo muestran lo poco que cualquiera
entendía lo que era literatura épica genuina. En mis años de estudiante de
preparatoria, los eruditos creían firmemente que la poesía épica era el producto de
la imaginación poética simple y llanamente de un gran genio individual, o la
expresión espontánea del Volksgeist. En esa creencia muchas almas ingenuas en
el pasado se han basado para componer auténticos poemas épicos de su propia
autoría –con resultados verdaderamente catastróficos.”
“Hasta hace poco el consenso general entre los eruditos era que la poesía épica
tuvo su origen en los mitos de la naturaleza y que los héroes en realidad eran
dioses venidos a menos. Algunos eruditos reacios aun lo aceptan.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
tenido que esperar hasta nuestros propios días para conocer la verdadera esencia
del entorno épico.”
El saqueo es una necesidad para todo héroe que desea mantener una fuerza
activa de partidarios armados…las incursiones para saquear, parecen ser una
constante de la Era Heroica por todas partes –en efecto, pudiéramos decir que se
trata de una característica esencial. El botín derivado de ello habilita a los
ambiciosos y activos príncipes para atraer y mantener amplios grupos de
adherentes sin los cuales estarían a merced de sus vecinos.33
“Si no es por que lo estoy viendo, diría que estas leyendo un resumen de El Mundo
de los Jareditas. Chadwick hasta menciona que los trofeos normales de toda
empresa heroica ‘consisten usualmente del equipamiento o las cabezas
del…enemigo…como invaluable evidencia de…poder.’34 Esto no es válido para
todas las Eras Heroicas de todas partes, pero se presenta en un sorprendente
número de casos –especialmente entre las regiones del norte de Asia y Europa. Las
formas de riqueza mas codiciadas por esa gente –objetos ansiados y largamente
descritos en casi todos los poemas épicos– son armas, caballos, carretas, joyas,
artículos tejidos y bellas damiselas; eso último adquirido mediante el intercambio
por cabezas de ganado. Toda esta riqueza portátil –cosas normalmente apreciadas
y cultivadas por los nómadas– de la que recordarás se habla en las primeras líneas
de Beowulf, es lo que la gente de las epopeyas siempre esta acumulando y
repartiendo: la economía del saqueo requiere una vigorosa rotación en sus
inventarios.”
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“Sí, en todos los casos esta gente sueña con asentarse en un lugar tan pronto como
les sea posible; pero mientras no se han adueñado de la tierra sembrándola con
castillos y fortificaciones, continúan una existencia cuasi-nómada –un divertido ciclo
de guerras feudales y ‘abominaciones.’”
“Y recordarás que Aristóteles dice que las tragedias lidian con los hechos de las
dinastías porque son ‘naturalmente trágicos.’ Ciertamente lo son: sórdidas batallas
por el poder, odio demencial, asesinatos brutales –y todo esto dentro del seno
familiar. ‘La historia de la familia,’ escribe Chadwick con respecto a un típico ciclo de
horror, ‘efectivamente es poco menos que un catálogo de crímenes cometidos entre
sus miembros.’35 Todo es llevado a un nivel personal, e invariablemente los
antagonistas son parientes y en esas circunstancias particulares es donde las
mujeres toman una posición destacada en el trabajo sucio.36 Para hacerlo incluso
mas parecido al mundo pintado por Eter después de la migración, abundan las
abominaciones: historias de incesto y el depravado acto de servir en un banquete a
los comensales la carne de sus propios hijos ocurre con sorprendente frecuencia.37
Este tipo de cosas generan conspiraciones y alianzas que culminan en guerras de
exterminio en las que no solo dinastías, sino naciones enteras son barridas. Todo
esto queda atrás ante la extraña y trágica figura de ‘el sobreviviente solitario.’”38
“Podrás hablarme de ello mas tarde.” El profesor observaba su reloj. “Me supongo
que podrías pasarte toda la noche citando el material de investigación del Dr.
Chadwick.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Dado que esta gente emigra,” Justino ha empezado a colocar sus cosas en su
portafolio, “en las primeras epopeyas aparecen viajando en carrozas y carretas; y a
caballo en las posteriores. Bueno, así parece. Tenemos un patrón infalible: creo que
no hay mayor posibilidad de confundir el entorno épico como no hay posibilidad de
confundir a un guerrero Sioux de un campesino Europeo.”
“Ah, me parece que empiezo a ver claramente a donde quieres llegar,” dijo el
profesor con acento enfático, “pero en mi opinión, aun te falta un largo camino por
recorrer.”
“Admito que fuimos mas lejos de lo que pensé, pero ahora que hemos llegado a
este punto ¿no crees que deberíamos llegar hasta el final?”
“Sí, pero no esta noche,” dijo el profesor F con cierto pánico reflejado en el rostro –
intentando a toda costa decir algo que pudiera poner en marcha nuevamente a su
incisivo interlocutor.
“Ciertamente no. De hecho con los limitados recursos que tenemos aquí de
cualquier manera no iríamos muy lejos. ¿Qué te parece si nos vemos el jueves por
la noche en la oficina del Dr. Schwulst?”
“Por que creo que podría brindarnos algo de ayuda, aparte de que tiene la única
colección egipcia que se encuentra entre aquí y Puffer Lake.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 2
Egipto Revisitado
“Recibí tu nota,”1 dijo el profesor Schwulst mientras los tres nos acomodábamos en
el sofá del amplio estudio, “pero debes explicarme mas completamente que es lo
que quieres saber.”
“Fue idea de Justino,” explicó el profesor F. “Creo que él quiere mostrarme que los
primeros egipcios fueron de alguna manera amigos de un pueblo que él llama
Jareditas.”
“Eso no es del todo cierto,” interpuso rápidamente Justino. “No son Jareditas lo que
estamos buscando esta noche. Yo simplemente quiero mostrarle a nuestro
escéptico amigo, el profesor F, mi estimado Dr. Schwulst, que el entorno épico es
tan antiguo como la historia misma. Tú sabes la forma en la que la Era Heroica ha
sido empleada por algunos investigadores contemporáneos para ayudarles a
reconstruir una imagen plausible del mundo.”
“¿Lo que tu quieres saber es si los egipcios empezaron con una Era Heroica igual
que Griegos y Germanos?” preguntó Schwulst. Ha sido una cuestión de debate
entre los eruditos; un erudito se preguntaba si su acento al hablar era tan grueso
como el vidrio que fabricaban sin importar qué lengua hablaran –y como experto en
cuestiones de Oriente conocía muchas lenguas– ya que siempre afirmó que parecía
en todos los casos ser similar a su nativa lengua Estonia.
“Eso es exactamente,” replicó Justino. “Ya hemos notado esa misma peculiaridad
en los trabajos desarrollados por Chadwick, pero su evidencia involucra única y
exclusivamente a Griegos, Teutones y Celtas. Lo que no nosotros queremos saber
es si el fenómeno del entorno épico es una constante en todas las antiguas
civilizaciones. Kramer cree que el bosquejo histórico implícito en los trabajos de
Chadwick encaja como anillo al dedo en los inicios de la civilización Sumeria, pero
no ha ido mas allá, de modo que nos deja con algunos cabos sueltos. De manera
que, por ejemplo, en el caso de los Egipcios, ¿tenemos ejemplos de literatura épica
egipcia?”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Es mas antigua de lo que nos podemos imaginar; Egipto siempre ha sido una tierra
no solamente de una, sino de dos culturas esencialmente conflictivas.” El Dr.
Schwulst entonces tomó de uno de los estantes de su estudio un volumen que lucía
la típica encuadernación en negro y oro de Otto Handbuch. “Este es el trabajo de
investigación de Herman Kees, considerada la obra estándar sobre la economía de
Egipto. Kees nos dice aquí cómo siempre uno se puede encontrar en Egipto a sus
pastores de cabello largo y ropajes rústicos que habitan en tiendas porque rechazan
la vida citadina y perciben al resto de la población con una mezcla de desdén y
recelo. Al igual que los cazadores profesionales, Kees dice que estos pastores
vivían en un mundo propio, reteniendo ‘algo de la antigua independencia de los
nómadas.’”2
“Eso suena como si todos los Egipcios alguna vez hubieran sido nómadas,” señaló
el profesor F.
“Bueno, para averiguarlo tendrías que emigrar a Egipto, como Maspero lo señaló
hace mucho tiempo. Ahora se sabe que los Egipcios no eran nativos de esa región;
sus asentamientos mas primitivos parece que surgieron poco antes de la gloriosa
aparición de las Eras dinásticas.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Algunos creen que los asentamientos mas antiguos son los de los Tasianos,
descritos como ‘ni mas ni menos que campamentos de cazadores o campamentos
de naturaleza temporal.’ Incluso con toda probabilidad esas personas eran
agricultores y lo que es mas, hasta fabricaron hermosas piezas de alfarería –y la
alfarería es un arte propio del sedentarismo.5 La misma combinación de las
actividades del nomadismo y las propias de la agricultura caracterizan a los
Badarianos, la primera civilización real de Egipto. La señorita Baumgartel escribe:
‘no podemos decir si los Badarianos ya eran pobladores sedentarios en el valle del
Nilo o si continuaban siendo nómadas…cultivando sus pequeñas parcelas en un
lugar durante una temporada y en otro lugar durante otra.’6 El problema aquí es que
los emigrantes pueden ser sumamente civilizados y aun así llevar relativamente
poco de sus artefactos, como por ejemplo los pioneros del oeste norteamericano.
Oleada tras oleada de gente entró en Egipto como grupos nómadas y terminaron
como agricultores, pero nómadas siempre hubo ahí. Kees, por ejemplo, escribe lo
siguiente: ‘el cuasi-salvaje agricultor de las márgenes pantanosas fue catalogado
por los Egipcios como el famélico pastor de las tribus nómadas.’7 Bueno, entonces
¿era agricultor o nómada? Esto es una constante en todo el Cercano
Oriente.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“No, solo significa que llegó el tiempo en que la mayoría dejó de serlo. Muchos
cazadores y nómadas sobrevivieron como hasta el día de hoy, de modo que en
Sauna, por ejemplo, convivían armónicamente caza, agricultura y pastoreo.”9
“Eso ciertamente nos coloca en la etapa para el desarrollo de una Era Heroica,”
señaló el profesor Justino con cierta satisfacción.
“Otto va aun mas allá al sugerir que las bien conocidas luchas entre los reinos del
Norte y Sur de Egipto, el rojo y el blanco, no fue una lucha por el dominio territorial,
sino un conflicto de culturas, de la que los nómadas resultaron triunfantes, ‘forzando
a los agricultores a adoptar su estricto orden político.’”13
“Sumamente gratificante,” señaló Justino. “Esas son las mas mismas palabras que
usé en un artículo que publiqué hace cinco años.14 Pero advertí que esta etapa es lo
mas adecuado para la aparición de la Era Heroica; ¿te parece bien si
continuamos?”
“Con todo gusto,” contestó el Dr. Schwulst. “Como V. Gordon Childe escribe en su
mas reciente libro, la historia de los faraones da inicio con ‘evidencias definitivas en
el ámbito del registro arqueológico de una lucha por la adquisición de ganado, botín
y tierras.’15 ¿No es eso tu tradición heroica? No debe haber la mas mínima duda
sobre el papel desempeñado por el faraón. Como lo señala Kees, aunque Egipto
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Los Textos de la Pirámide,” dijo el profesor Schwulst mientras le daba unas suaves
palmaditas a dos gruesos volúmenes que estaban sobre la mesa, “se hallaban
grabados en los muros de las pirámides que servían como tumbas a los reyes de
las decimoquinta y decimosexta dinastías. Eso significa que estos textos –y aquí
tengo unas fotografías de ellos– por lo menos datan del año 2175 a.C. Sin embargo,
si no en su totalidad, al menos una gran parte de ellos deben haber sido muy
antiguos, ya que fueron copiados por los escultores reales –incluso si estos últimos
no fueran tan viejos como nuestro autor cree que son. Aquí tienes, encontrarás esto
sumamente práctico; esto es casi una traducción literal de dichos textos.” Acto
seguido le entregó al profesor F una traducción de los textos, realizada por el
profesor Mercer, quien de inmediato comenzó a leer en la primera página: “…’el
cuerpo de material escrito mas antiguo del mundo.’ Esto es lo que queremos. ¿Aquí
se menciona algo con respecto a nuestros reyes-héroes?”19
“En efecto,” respondió Schwulst, señalando ciertos pasajes en el libro (pasajes que
nosotros llamamos, al igual que Mercer lo hiciera, números Sethe). “Aquí vemos,
por ejemplo, que el rey se jacta de la inmensidad de sus rebaños de ganado y que
la forma en que incrementa sus números es a través de constantes y fructíferas
incursiones.20 Al mismo tiempo, no esta menos orgulloso de su habilidad como
cazador. Los monumentos mas significativos del Egipto predinástico son los
extraordinarios implementos de caza que nos muestran que la caza real era como –
un enorme lugar con grandes encierros o parques a los que los animales salvajes
eran conducidos. El monumento mas antiguo de escritura egipcia, la famosa Tabla
de Narmer, describe tal encierro.21 La zona de caza y pastoreo por excelencia era el
Delta: ‘durante el antiguo reino el delta aun era un lugar en el que la nobleza egipcia
practicaba la caza deportiva así como el lugar al que enviaban a pastar a sus
innumerables cabezas de ganado.’22 Lugar que parece ya habían reservado para tal
propósito.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Pero una Era Heroica requiere no únicamente de simples cazadores, sino también
de invasores. ¿Los tenemos?”
“Desde luego,” dijo el profesor, “se trata de un texto clásico que ha llegado a ser
conocido como el ‘Himno Caníbal’ del cual Faulkner ha realizado un estudio, así que
seguiremos su estudio…en este aparece un rey de la quinta dinastía, de nombre
Unis o Wenis, quien se describe a sí mismo traspasando las esferas celestes en su
papel de gran invasor. Las imágenes de la situación que describe obviamente no
son inventadas. ‘Aquí podemos apreciarlo,’ dice Faulkner, ‘como un poderoso
cazador, asesinando y devorando a los dioses para alimentarse,’ toda la situación
se traslada al cielo, pero sigue los mismos convincentes patrones terrenales.
Conforme la escena se desarrolla, nos encontramos en una época de grandes
cataclismos naturales y desordenes sociales de escala mundial…”
“Así parece. Escuchen los siguiente: ‘el cielo derrama el agua, las estrellas se
obscurecen, los Arcos (es decir, los habitantes de la tierra) se apresuran a buscar
refugio, los huesos de los dioses de la tierra tiemblan…’ Hombre y naturaleza en
conmoción y confusión; los Egipcios frecuentemente se refieren a su dios Re
llegando a Egipto montado en las ráfagas del viento del Norte. En esos momentos
su rey principal, ‘el toro del cielo,’ aparece en escena y pareciera que también él
habría sido guiado hasta ahí por la necesidad, ya que es descrito como alguien ‘que
quiso sufrir y decidió vivir en el ser de todo dios.’26 Habiendo tomado en sus manos
las riendas de la situación, este terrible invasor es ‘el ambicioso de élite,’ que
aniquila y somete a los otros señores; que arrasa a sus oponentes; que extermina a
todo lo que se interpone en su camino.27 Sus mensajeros avanzan a la vanguardia
en todas direcciones, demandando sumisión inmediata, ordenando a todos que le
sirvan `quien me ha hecho poderoso en éste lugar: N. (el rey) es el que ordena, la
eternidad se presenta ante él y el conocimiento cae a sus pies. Clamad con júbilo
por N.: él alcanzó el horizonte.'28 `El casco de león de N. está sobre su cabeza, su
terror a ambos lados, ¡su magia le precede!29 Los juncos de los pantanos, la
regiones Horitas, las regiones de Set —todo le pertenece a N.'30 Hay mucho mas
de esto en los textos."
“En la práctica así era, pero en teoría los faraones constantemente reclamaban su
legitimidad, su llamamiento divino, su legítima descendencia y ese tipo de cosas. De
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
hecho, reclamaban tanto que cualquiera supondría que algo andaba mal. Todas
estas leyendas contradictorias y elaboradas, así como las ficciones legales y
doctrinales, estaban destinadas a despejarle el camino al faraón para que reclamara
el derecho de gobernar. La famosa justificación de Osiris, parece remontarse en el
tiempo hasta el fundador de la dinastía que reclama que el gobernador del reino
debe ser examinado mediante un ritual que nunca es explicado satisfactoriamente.
Anthes recientemente ha publicado un estudio de la fórmula machrw, que establece
que el derecho de un rey a gobernar ha sido aclarado mediante la corte prehistórica
de Heliópolis.31 Resulta obvio el hecho de que faraón estaba grandemente
preocupado de que fuera cuestionada su autoridad divina.”
“Pero si el primer faraón llegó como un invasor,” dijo el profesor F., “¿Quién es la
gente expulsada?”
“La dama poseía una habilidad camaleónica para cambiar de nombre. En el Libro
de los Muertos, que es el mejor comentario sobre los Textos de la Pirámide,
aparece ‘cortando las cabezas de los líderes rebeldes bajo el nombre de Tepahet,’
pero también se le conoce con el nombre de Hathor; la dama del agua roja, y con el
nombre de Neith.33 Debido a tantos nombres que adopta, la mujer que se estableció
por vez primera en las tierras de Egipto hasta el día de hoy permanece como una
figura misteriosa y enigmática.”34
“¿Qué es lo que te hace suponer que ella se estableció en Egipto? Preguntó Justino
con interés.
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“Ambos fueron reyes notables, ¿no es así? Preguntó Justino. “La historia debió
haber tenido un prestigio considerable.”
“En efecto, parece haber sido una tradición muy antigua; propia de los grandes
arcanos y reservada para las tumbas reales. Esto es el tipo de cuestión que fue
velada a las miradas profanas: la historia medular, por decirlo así, de la fundación
de Egipto.” Mientras decía esto último, el profesor Schwulst saca una reproducción
litográfica de los textos y empieza a explicarlos.
“La historia da inicio con el gran dios, ‘el dios que existe en sí mismo,’ llamando ante
su presencia a todos aquellos a quienes él llama ‘los padres y madres que existían
conmigo cuando aun estaba en Nun,’ es decir, la eternidad pre-existente. Todos
llegan ante su augusta presencia y postrándose a sus pies preguntan cual es la
razón por la que han sido convocados. Naville, la persona que descubrió el texto,
señala atinadamente que la escena es propia de la vida real; un ensayo de una
escena de una corte pre-dinástica: ‘Re,’ escribe, ‘no es mas que la divinidad
creadora del mundo con la cabeza de carnero al frente de su embarcación; él es un
rey, una especie de Júpiter romano que ha gobernado durante mucho tiempo a
hombres y dioses; además también da órdenes a su padre y parentela,’35 aspecto
típicamente feudal y, si tu quieres, heroico. Eso se observa en la respuesta de Re:
él menciona que la raza humana se ha vuelto en su contra y desea obtener de ellos
algún consejo sobre cómo proceder con los humanos. Después de discutirse
ampliamente el asunto, se decide que la rebelde humanidad debe ser aniquilada.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“’Por la mañana,’ se lee en el texto egipcio,36 ‘la diosa llegó y encontró que toda la
tierra se hallaba bajo el agua y en su rostro se notaba la complacencia; ella bebió
abundantemente y quedó saciada su sed. Pero percibió que no había seres
humanos.’ Claramente esta es la situación que habrían encontrado los primeros
inmigrantes. Unicamente Re le dio la bienvenida a esta nueva tierra diciendo ‘ven
en paz, graciosa dama.’ Entonces Re procedió a establecer el nuevo rito de las
sacerdotisas de Amón-Rá que toda la gente celebraba, pero especialmente las
mujeres año tras año para conmemorar ese evento. Por otras fuentes sabemos que
el hijo de esta mujer fue Horus, el primer faraón.”
“¿Existe alguna otra indicación de que el linaje real inició a partir de una mujer?”
preguntó Justino, con sumo interés.
“Los reyes de Egipto de hecho emplearon el título de ‘la abeja,’ pero de acuerdo con
Sethe, después de que habían usurpado la autoridad de la dama Neith. Sethe
sugiere que el nombre de la dama de hecho es le título N.t dado a la corona roja
prehistórica, si bien es usualmente llamada la corona Dsrt.”39
“¿Es específicamente la posesión de la corona Dsrt lo que hace al rey elegible para
autonombrarse ‘la abeja’?” preguntó Justino con gran ansiedad.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
El profesor Schwulst, quien nada sabía sobre los Jareditas y su abeja llamada
Deseret, continuó su disertación: “Sethe además señaló que siendo un sustantivo
femenino, ‘abeja’ en egipcio no encaja en un rey como su poseedor original y que el
título de ‘el junco y la abeja’ de los faraones no los designaba de hecho como abeja
sino mas particularmente como ‘perteneciente a la abeja’ o ‘descendiente de la
abeja.’ Sethe ofrece evidencia de ello al afirmar que tanto Geb, el padre de los
dioses, y Osiris fueron culpables de usurpar la corona abeja de la dama de Koptos,
así como su trono. También encuentra significativo el hecho de que el título h.b.t
‘perteneciente a la abeja’ y la corona Dsrt ambos sean ‘símbolos de gobierno’
asociados a tiempos prehistóricos, cuando el santuario real era tanto ‘la casa de la
abeja’ como ‘la casa de la corona roja.’ Fue específicamente, como él dice, en su
dignidad de ‘el que pertenece a la abeja’ que el gobernador de éste reino
protohistórico usó la ‘corona Dsrt.’”42
“Lo que sea que esté detrás de esto,” interrumpió Justino con un aire de inusitada
emoción, “hay cuatro cosas que en definitiva van de la mano en el principio de la
historia de Egipto; la abeja, la corona Dsrt; la autoridad de faraón proveniente
originalmente de una mujer y la identificación de esa mujer como la dama de Koptos
y del cual Egipto tomó su nombre.”
“¿Eh?” dijo Schwulst, quien en cierta forma se hallaba sorprendido por el fervor así
como por lo novedoso de ese último comentario.
“Si ustedes me perdonan, he realizado una pequeña investigación sobre el tema por
cuenta propia. Fitian-Adams ha argumentado, como tú quizá sabrás, que Egipto
obtiene su nombre no de Kmt, como tradicionalmente se ha considera, sino de
Koptos que, como tú has sugerido, es el santuario mas antiguo y capital de Egipto.43
Por tanto, ¿no es completamente común en tiempos antiguos que los países tomen
el nombre de sus capitales –Roma, Babilonia, etc. por no mencionar México?”
“Una pregunta mas: ¿ese nombre podría ser también el de una persona?”
“Muchas ciudades antiguas tiene nombres de personas –de hecho cientos de ellas–
pero solamente cuando esa persona es el fundador de la ciudad.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“En efecto, así podría haber sido,” dijo Schwulst, con un gesto de impaciencia, “pero
nadie sabe de donde proviene el nombre de Koptos. ¿Por qué te importa tanto?
“Por un texto que esta charla trae en este momento a mi mente. Permíteme leerlo.
La tierra de Egipto fue descubierta primeramente por una mujer, quien fue
hija de Cam e hija de Egiptus, que en caldeo significa ‘aquello que está prohibido.’
Cuando esta mujer la descubrió, la tierra estaba inundada y posteriormente
estableció a sus hijos en ella. Ahora bien, el primer gobierno de Egipto fue
establecido por faraón, el hijo mayor de Egiptus, la hija de Cam y fue a la manera de
Cam que era un gobierno patriarcal (Abr. 1:23-25).
“Me gustaría saber una cosa: ¿qué tienen que ver los Caldeos en esto?” preguntó el
profesor F con un resoplido despectivo.
Fue el profesor Schwulst quien respondió: “Hace algunos años la mención de los
Caldeos en el pasaje lo habría desacreditado, pero actualmente las cosas han
cambiado. Hay distinguidos egiptólogos que han llegado a creer que en el principio
Egipto y Mesopotamia fueron partes de un vasto imperio gobernado por un hombre.
Los lazos entre Egipto y Babilonia se demuestran con mayor fuerza cada día, como
lo muestra el artículo de la señorita Cantor.44 Mas recientemente, Vycichl ha
argumentado sobre la base lingüística, que los Camitas llegaron a Egipto desde el
Este cuando Egipto ya estaba habitada por una densa y numerosa población de
raza blanca que hablaba un lenguaje semítico.45 Incluso los estudiantes de la
prehistoria ahora sostienen que todas las culturas prehistóricas de Egipto
representan sucesivas oleadas de gente que hablaban dialectos de un lenguaje
semítico.46 Y ahora se nos informa que el lenguaje de los antiguos Libios, del que
todos siempre habían creído que representaba un elemento prehistórico nativo
africano o bere-bere en el egipcio, es prácticamente idéntico, en todos sus detalles,
con el Acadiano.”47
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Nadie lo sabe. Aquí hay un erudito que nos dice que el hogar nativo de la gente de
Nakada (sus egipcios predinásticos) ‘no estaba lejos del de los Sumerios de
Mesopotamia,’ pero del que quizá queden restos por descubrir.50 Aquí encontramos
un indicativo de cuán emocionante era la situación en los primeros días de Egipto:
antes de la aparición de la primera dinastía llegaron visitantes asiáticos a Egipto.
Sin embargo, llegaron de forma numerosa al momento de su fundación, trayendo
consigo una alta civilización; eran parientes de gente que se esparció hasta Chipre
y el Mar Egeo. Después de esto, de acuerdo con este erudito, ‘gente nueva y
altamente competente llegó a Egipto. Ese grupo de gente fue rápidamente sucedido
también por otro grupo de gente que impuso su…civilización en Egipto durante la
cuarta dinastía,’ solo para ser reemplazados por algunos otros grupos mediante un
proceso de infiltración largo y profundo.’51 Y las mismas ondas expansivas que
trajeron a estos grupos a Egipto se mueven en la misma forma en que las ondas
producidas en un estanque de agua; desde un misterioso centro y origen de la
perturbación ubicado al Norte, desde donde también se proyectaban nuevos grupos
invasores hacia Mesopotamia. Las tumbas del llamado cementerio real de Ur de los
Caldeos muestran un asombroso parecido con las tumbas egipcias de la primera
dinastía –esos ‘montículos nómadas’ de los que habla Ricke. Por otra parte, el culto
prehistórico de Heliópolis muestra innumerables signos de origen asiático,
especialmente de carácter semítico.”52
“Mi cabeza esta dando vueltas,” dijo el profesor F. “Volvamos al asunto de faraón y
el entorno épico; ¿de acuerdo?”
“No estas tan equivocado en ello,” contestó el profesor. “Esa gente pastoreaba al
ganado, con el mismo faraón descrito usualmente como ‘el gran toro salvaje’.
Tomemos como ejemplo lo siguiente: ‘Te agradecemos, buey de bueyes, que
habéis ascendido al cielo… [la totalidad de la idea aquí es transferida al rey en sus
exequias fúnebres]. Oh vosotras vacas lecheras, vosotras vacas guardianas, vayan
a su alrededor.’57 Faraón es ‘adornado con los cuernos de Re, su delantal es como
el de Hathor.’58 Al escuchar esto, uno piensa de inmediato en los famosos toros de
Apis, y en efecto, en el Texto de la Pirámide 286e, el rey atrapa la sagrada Apis con
un lazo. Por supuesto que en sus viajes, faraón en mas frecuentemente comparado
con el sol, como quien se mueve por toda la tierra, inspeccionando sus dominios en
un curso que es un giro eterno: ‘he aquí, vos sois grande y hacéis “el gran giro”; he
aquí vos os inclináis y sois como el anillo que circunda el nb.nt [el universo]; he aquí
vos dais vuelta y sois como el “gran círculo que describes.’”59
“¿No eran el sol mismo y su desplazamiento a través del cielo lo que los egipcios
llamaban shenen?” preguntó Justino.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Ahora que lo mencionas, hay algunas interesantes descripciones del progreso solar
y real en el Libro de los Muertos; por ejemplo, cuando Re visita cada uno de los
doce santuarios de los dioses, las puertas se abren y Re les trae alegría, ‘y cuando
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Parecer ser que así fue. Quizá recuerdes la magnífica recámara de la reina Hetep-
Heres, la madre del rey que construyó la Gran Pirámide: está provista de mobiliario
para campo –todo es ligero, portable y puede engancharse. Eso también es válido
para el mobiliario real, como el del rey Tutankamón. Muchos reyes egipcios parecen
haber sido definitivamente invasores asiáticos y algunos eruditos sospechan que
muchos reyes ‘nativos’ en efecto tenían muy poco de sangre egipcia; sus
descripciones, sus nombres, su conducta, los usos y costumbres, sus amigos y
alianzas, la amarga oposición en su contra organizada y dirigida por el grupo
sacerdotal, sus ideas de imperio y su gusto por las armas y el vestido, esos
faraones traicionaron una heroica tradición asiática directamente hasta las últimas
dinastías.70 De la historia de Sinuhé, escrita aproximadamente en el año 2000 a.C.
podemos ver cuan fácilmente la gente del desierto y de la estepa pudo invadir
Egipto al momento en que el gobierno perdió su dominio. Uno no tiene que imaginar
–hay un cuerpo completo de literatura egipcia que nos habla de ello– la llamada
literatura de la Lamentación.”
“Nunca. Todo este recorrido e inspección no era un viaje real de placer: Es el típico
sistema empleado para mantener el control sobre las tierras conquistadas.”
“Al principio tuvo que ser severo. Mantenía corredores, mensajeros y espías
trabajando noche y día reportándole cualquier signo de desaprobación.71 Era el
super-administrador: ‘su peor abominación es dormitar, odia estar cansado.’
Visitaba sus palacios armado con un látigo en la mano y un cetro en su brazo y
todos le mostraban sumisión. La guerra terminó y ahora llega la ocupación: ‘los
mensajeros del ojo azul de Horus salen; sus corredores se aprestan a informarle
quién esta levantándose en armas en el Este.’72 Cualquier signo de descontento es
inmediatamente reportado. ‘Ponedle atención a Geb,’ dice este interesante texto. ‘Si
no le ponéis atención, ¡su hierro de marcar que esta sobre vuestra cabeza lo
hará!’73 Esto es ciertamente suficientemente severo y aun hay mas: cualquiera que
llegara a fruncir el ceño en señal de desaprobación sería instantáneamente muerto,
‘su cabeza no será incluida.’”74
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Eso fue identificado hace tiempo,” dijo Schwulst; “el primer egiptólogo lo llamó el
sistema feudal. Incluso en sus más mínimos detalles parece tener una relación
estrecha con los relatos de Homero.85 El mismo tremendo y multitudinario banquete
con pan, cerveza y grandes porciones de carne de res: ‘levantaos, O N., sentaos
entre los miles de panes, los miles de barriles de cerveza; el asado en el fuego…del
lugar de la matanza, el pan rth de las amplias salas;…venid entre los dominios de
los espíritus poderosos, protegidos por el Ennead en la casa del gran príncipe.’”86
“Y sin pasar por alto el hecho de que el menú es idéntico al que, de acuerdo con
Chadwick, se halla presente en todas sus sociedades épicas,” agregó Justino,
“independientemente del clima y situación geográfica.”
“Aquí tenemos mas,” dijo Schwulst. “Gran señor de los alimentos en Heliópolis,
dignaos a ofrecer pan a N., cerveza…para refrescar el lugar de la matanza de N.’87
Y también: ‘ oh Wr-ka-f gran copero de Horus, jefe de la carpa-comedor [o tienda]
de Re, chef [o cocinero] de Ptah, ofrecedle generosamente viandas a N.; N. comerá
¡todo lo que vos estéis dispuesto a servirle!’88 ¡Hasta un barón medieval instruiría a
su maestresala a que agasajase a su noble invitado! La hospitalidad es la primera
regla de cualquier sociedad heroica. ¿Qué podría ser mas ‘Homérico’, por ejemplo,
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
deberá respetar a quien él respete: ‘hijos de Horus, poneos bajo las órdenes de
Osiris N., que ninguno de vosotros sea quien se retire. Síganlo.’”99
“Muchísima. Como toda sociedad feudal, esta era una sociedad crónicamente
inestable; las grandes casas lucharon competitivamente por conseguir adeptos y
apostaron que su gente se quedaría con ellos.100 Se menciona constantemente el
tema de las alianzas rotas y sangrientas enemistades. Tomemos como ejemplo esta
advertencia: ‘cualquier dios que levante su brazo (amenazadoramente)…cuando N.
os llame en su nombre…no le dará pan; no repartirá provisiones entre sus
hermanos los dioses; no les enviará mensajeros;…las puertas…no se abrirán para
éstos.’101 Adviértanse los sentimientos de tensión y envidia.”
“Se retira todo aquello que un caballero considera deseables: postres, parasoles,
efectos para el aseo personal, carne y el indeseable destino como agricultor.”102
“¡Igual que los Faecianos de Homero!” sonrió Justino. “¡Los ciudadanos modelo de
la Era Heroica! Nunca serían granjeros.”
“Hay actividad agrícola por todos lados en cualquier mundo heroico, pero la gente
importante no toma parte en ello. El caballero es mostrado en su tumba en el acto
de inspeccionar la labor desarrollada por sus trabajadores agrícolas, pero nunca
osaría tomar una herramienta para tales menesteres.103 Por otra parte, todo
caballero orgullosamente toma el liderazgo en la caza y la cría de ganado. Un noble
desea que se hable favorablemente de su persona ante el rey ‘para que sus
provisiones abunden en la tierra –esto es por él, no para él. El rey mismo en su
inagotable progreso, se digna a tomar en consideración la cosecha, pero sigue
moviéndose: ‘la tierra ha sido preparada por su majestad, la ofrenda wdn.t se ha
realizado en tu honor; vosotros iréis por el mismo camino que los dioses recorren,
tornaos y ved la ofrenda.’”104
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
en algunas otras versiones) por la posesión del reino. Desde que los señores
quedaron ligados por juramentos de apoyo mutuo, una lucha lleva a la otra: ‘he
matado por vos como vos sois el toro salvaje,’ jactándose de héroe al vengar a su
señor como Horus en su momento lo hiciera con su padre Osiris.108 ‘Thoth ha
peleado con el enemigo por vos, de modo que ha sido decapitado junto con todos
sus seguidores ; no ha quedado uno solo con vida.’109 Esto claramente ilustra la
forma en que estos juramentos y alianzas conducen a guerras de exterminio: ‘Horus
a causado que Thoth traiga al enemigo ante vos; os ha colocado a su espalda, de
modo que no se atreve a resistiros. Sentaos sobre él,… porque vos sois mas
poderoso que él; causadle daño.’110 No es una descripción agradable, pero sí una
sumamente convincente.”
“Y típicamente Jaredita,” dijo Justino, “pero ¿el culto al rey no puso a faraón en
aprietos, por así decirlo?”
“¡Al contrario! Desde tiempos remotos el rey tenía que compartir su poder con otros,
primeramente por que así lo acordaron y en segundo término por que necesitaba de
ayuda para la administración de sus dominios extraterritoriales. Recientemente el
profesor Helck ha llamado la atención al hecho de que en el ejemplar mas antiguo
de escritura egipcia, la famosa tablilla de Narmer, hay una figura que usa, entre
otros accesorios, un garment de pieles; el distintivo inconfundible, de acuerdo con
Helck, de su real autoridad y sacerdocio, ya que esta persona no es el rey y por lo
tanto se intuye que es uno a quien la autoridad real le ha sido conferida. En el
principio, dice el Dr. Helck, ‘únicamente el rey podía dar órdenes en virtud de su
poder para gobernar en todas las cosas como el altísimo Weltgott,’ es decir, solo él
poseía toda autoridad y sacerdocio. Por lo tanto, cualquiera a quien le fuera
conferido parte de ese poder disfrutaba de una autoridad única, ‘mas poderoso que
otros príncipes,’ de modo que por todo el antiguo reino los hombres procuraron
adquirir ese poder para sí mismos.”111
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“¿No era el título de netby, ‘las dos damas,’ lo que le daba al rey su autoridad
después de todo?” preguntó Justino.
“Sí, ese era un título indispensable para gobernar. De acuerdo con Gardiner ese
título ‘muestra al rey completamente identificado en su persona con las dos
principales diosas del período inmediatamente precedente de la primera dinastía.’119
Si bien el Rpct era un varón, el oficio en sí era el ‘poder de Ibis’ que pertenece
estrictamente a las mujeres.”120
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
que lo convierte, supongo yo, en el Rpct– sentado en el trono real ‘por una cortesía
del rey’ y que ostenta los emblemas de autoridad real. Faraón y su hijo, el legítimo
Rpct, están de pie y siendo instruidos sobre temas de su interés para mostrar
respeto al hombre sentado en el trono.”
“Sí,” refutó Justino, “hasta un imbécil (sic) con miopía puede ver eso y ello explica el
porqué es tan excepcional. El hecho es obviamente intencional: cuando un faraón
se vestía como mujer y aparecía como ‘uno en cuyo cuerpo vestido de mujer, se
honraba a su dios; la madre que había concebido el universo.’127 Un emperador
romano que adoptara las costumbres egipcias tendría que presentarse vestido
como una diosa-madre, ‘una situación que para la mente moderna [incluida la tuya]
sería catalogada como ridícula, pero que no es tan ajena o poco familiar en las
cuestiones del misticismo o gnosticismo,’ esto último de origen egipcio y de lo cual
no necesitas mayor explicación.128
“Si quieres llamarle ‘típica’ a una escena en la que algunos de los elementos
esenciales se han suprimido y en la que figuras altamente llamativas pero inusuales
se han agregado, entonces tienes un dilema,” refutó Justino.
“De acuerdo, sin embargo, se pueden encontrar esas figuras en cualquier colección
de dibujos egipcios – y me refiero a todas ellas–“
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Esa es la clave de todo el asunto, creo yo. Es un hecho que tenemos aquí una
serie de figuras convencionales dispuestas en un orden y situación poco
convencionales. Obviamente fueron dibujadas por un egipcio; incluso el rústico
trazo no puede disimular el auténtico e inimitable estilo egipcio; es un escriba
egipcio el que nos cuenta una historia desconocida empleando las figuras
convencionales que él estaba acostumbrado a dibujar. Puedo ilustrar mejor mi tesis
con otro dibujo del mismo libro.” Entonces Justino mostró el facsímile No. 1. “¿Qué
ves aquí?”
“Aquí hay algo extraño. Como ya se ha mencionado, los cánones o reglas del dibujo
egipcio son extremadamente estrictas y formales.129 Eran especialistas en dibujar
escenas fúnebres en las que había una manera apropiada para representar hasta el
mas mínimo detalle; pero esta es una escena altamente inusual, aunque debo
admitir que coincido con Justino cuando éste señala que con toda seguridad esto
fue dibujado por un egipcio. Estoy intentando descubrir que es lo que esta mal
aquí.”
Justino intentó ser útil: “Estarás de acuerdo que la única forma en que un artista
egipcio hubiera podido dibujar esta escena es colocando figuras que había
aprendido de memoria. Ahora, supongamos que alguien le pide a este artista dibujar
una escena completamente original. ¿Qué es lo que hubiera hecho? Simplemente
arreglar las figuras de su repertorio mental en una nueva e inusual composición y
eso es exactamente lo que tenemos aquí. Coloca en posición vertical el dibujo y el
Dr. Schwulst reconocerá de inmediato lo que está haciendo el hombre colocado en
el diván.”
“De modo que al artista le fue indicado que dibujara a un hombre orando y lo hizo
en la forma apropiada. Pero también se le indicó que representara al mismo hombre
atado en un altar. La víctima no podía parecer atada si el artista fuera a mostrarle
suplicando, pero al menos podía ponerlo boca arriba. De manera que aquí se
presenta una extraña incongruencia de un hombre que asume la actitud para orar
en posición supina. ‘Elevé mi voz,’ dice (Abr. 1:15)…y el Angel del Señor se
presentó ante mí e inmediatamente soltó mis ataduras.’ Si un artista egipcio tuviera
que representar un ángel ¿Qué haría, profesor Schwulst?”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Podríamos continuar con esto toda la noche,” farfulló con impaciencia el profesor F.
“¿Qué tal si regresamos al tema original? Este rito del Rpct del que el profesor nos
ha estado hablando como medio que abría la puerta para que príncipes ambiciosos
pudieran alcanzar el trono y que por lo tanto significaría problemas para faraón ¿no
era ese el tema?”
“Si eso piensas, escucha esto: ‘Abrid las puertas, que quizá vos estéis a la
cabeza;…entrad, permaneced con miedo; salid, alzad vuestras cabezas…vuestro
hermano esta de pie junto a vos, vuestros parientes también.’134 ¿No es esto de Ibn
Batuta? Y cuando el rey levanta su mano todos se ponen de pie, ‘y si N. baja su
mano, se sienta,’ y cuando les manda a llamar así sean miles, deben apresurarse a
postrarse ante él.135 ‘Se sienta en trono imponente cuyos descansabrazos tienen
forma de leones y cuyo escalón está formado por pezuñas de animales salvajes…
“Un príncipe de príncipes es éste,” se dice de él y señalan a N. entre los dioses.’136
Hay gran cantidad de lo mismo y aunque el cuadro pudiera estar adaptado a un
contexto funerario, está completamente dibujado a partir de observaciones de la
vida de la corte real.”
“En otras palabras, ¿un ‘entorno épico’ tangible y real detrás del cuadro completo?”
“Sí, tales escenas de la corte real abundan en las epopeyas. No son solamente
reales, sino también típicamente heroicas.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Bueno,” dijo Justino con renovado entusiasmo, “durante mucho tiempo supuse que
hubo una gran plaga de serpientes en los días de los primeros faraones y las
circunstancias registradas en los anales egipcios son tan similares a los descritos
en el libro de Eter que quiero que escuches ambas descripciones y juzgues por ti
mismo. Aquí tengo los versículos claves del Libro de Mormón. En los albores de su
historia y después de que menos de media docena de reyes habían reinado surgió
una época de gran escasez en la tierra, y los habitantes empezaron a ser destruidos
con suma rapidez por razón de la carestía, pues no había lluvia sobre la faz de la
tierra.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
completo. Toda esta actividad parece haber sido parte de un gran período de
expansión y colonización en los días de Lib.”
“Ahora permíteme llevarte a Egipto138 y ante todo debes recordar todo lo que se ha
hablado esta noche con respecto a que en los primeros días de Egipto la región del
delta fue reservada tanto para el pastoreo como ‘despoblado para la caza,’ con la
presencia de faraón mismo como el Poderoso Cazador.139 Después que la lluvia
había caído en la tierra y las serpientes se habían ‘acobardado,’ el gran Menes, el
primero en la línea genealógica de los faraones, ‘construyó una ciudad grande cerca
de la estrecha lengua de tierra’ –solo que en este caso se trataba de un estrecho
pasaje que comunica el valle con la parte derecha del delta; en el punto en el que
en esa época ‘dividía la tierra’ entre la tierra del norte y la tierra del sur. Antes de
que la ciudad fuera construida, era necesario drenar amplias extensiones de la
tierra del norte que en ese momento eran pantanos inhabitables.140 La ciudad en sí
fue conocida como ‘la balanza de las tierras’ y ‘la ciudad del muro blanco’ porque
controlaba el tránsito entre ambas regiones, permitiendo o restringiendo el paso de
una a otra región.141 El fundador de otra gran dinastía en fecha posterior construyó
otra ciudad al otro extremo de Egipto a la que llamó ‘la puerta del norte’ ya que
bloqueaba el avance del imperio del sur. La típica distinción entre la tierra del norte
y la tierra del sur que encontramos registrada con gran persistencia primeramente
en el Libro de Mormón era mas que una conveniencia de tipo geográfico para los
egipcios: una dicotomía ritual en el asunto de las Dos Tierras, la roja y la blanca,
que siempre fue considerada sumamente importante. Eberhard Otto ha escrito
sobre el tema.142 El filólogo Joseph Karst ha argumentado que la palabra egipcia
empleada para referirse a la tierra del norte, que todos saben es Mekhi, es igual que
México, con igual significado.143 Desde luego que no nos interesan especulaciones
como ésa, pero personalmente sostengo que algunos aspectos de la vida e historia
egipcias demuestran que las cosas descritas en el libro de Eter simplemente
podrían haber sucedido en la tierra.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Pero ¿no significó la llegada del cocodrilo igual castigo que la serpiente-flama?”
preguntó el profesor F.
“Eso, creo yo, es una clara indicación de que había una campaña regular contra las
serpientes porque había una contra los cocodrilos. En los lugares en los que se
aglomeran hasta el día de hoy, constituyen una amenaza real y efectiva para los
pobladores. El Libro de los Muertos describe al dios cocodrilo como un ser ‘voraz,
peligroso, que mora en un lugar aterrador y a quien se le rinde culto y reverencia en
Letópolis,’ lugar en el que se practicaban originalmente actos de pacificación en
lugar de actos de veneración.149 Aquí tenemos un pequeño y vívido episodio de una
antigua epopeya en donde una diosa dice, ‘avanzo en solitario, me abro paso entre
los matorrales. Un enorme cocodrilo esta ante vuestro hijo.’150 Este relato no es un
mero simbolismo. Cuando Cleomenes fue enviado por Alejandro para ser el primer
gobernador de Egipto, su sirviente fue devorado por un cocodrilo y los sacerdotes
tuvieron que pagar un terrible precio.151 Serpientes, cocodrilos leones y escorpiones
vencidos por Horus son las criaturas mas peligrosas que merodean entre la maleza
y la pradera. Aquí tenemos un encantamiento típico: ‘rechazado es el cocodrilo…su
alma es cortada en pedazos y su espinazo desmembrado…los hijos de Horus se
preparan para golpearte –destruyéndote en su momento. Atrás, atrás,
retírate…Horus hace retroceder a la bestia…los hijos de Horus le clavan sus
lanzas.’”152
“Esto último menciona claramente que los reptiles fueron destruidos por los hijos de
Horus ‘en su momento’” observó Schwulst. “Creo que tienes razón –todo parece
indicar una operación a gran escala de carácter definitivo. Esto me recuerda un
episodio en el que las protagonistas son las serpientes en la historia de la dama y la
fundación de Egipto –episodio que ya antes te había mencionado: Re le encarga a
Geb que vaya de inmediato y se acabe con las serpientes que le temen y obedecen
‘y entonces irás al lugar de mi padre Nun,’ le ordena ‘y le dirás: observa
cuidadosamente los reptiles de tierra y agua…’ a continuación se describe un
hechizo contra las serpientes.”153
“Debió tratarse de una confrontación total,” dijo Justino. “Un texto describe a la
serpiente y al rey mordiéndose mutuamente, en tanto que ‘el ciempiés es castigado
por el poblador y viceversa.’154 Y todo esto parece una lucha llevada hasta las
últimas consecuencias: ¿quién prevalecerá? dice el texto, mientras procede a
describir una pelea entre el rey y la serpiente; ¡el rey prevalecerá!”155
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“En este caso se trata de un lince que salta sobre el cuello de la serpiente cuando
esta se levanta para atacar y la deja malherida. Los primeros escritores clásicos
reportan que los sacerdotes egipcios atribuían una santidad singular al gato, al
halcón y al ibis debido a que son enemigos naturales de las serpientes y aliados de
los hijos de Horus para vencerlas.156 Y hablando de las serpientes que infestan el
camino, hay muchos relatos sobre cómo Alejandro el Grande casi fracasa en su
intento por alcanzar el oasis de Ammón debido a las serpientes que obstruían el
camino a través del desierto.157 En el Libro de los Muertos, el camino entre este
mundo y el siguiente se supone que esta bloqueado por serpientes, de tal suerte
que el alma solo puede pasar auxiliado por protección y orientación especiales. En
cierto lugar, tres serpientes impiden el libre tránsito de Re en persona, con lo cual
los dioses locales, quienes son el equivalente de los habitantes locales, se unen a él
en una campaña de exterminio en la que se aplastan las cabezas de las serpientes
y se pronuncian hechizos contra ellas hasta que finalmente Afu-Re puede pasar.”158
“Parece claro que el uso del fuego es en definitiva un arma empleada en gran
escala para hacer la tierra habitable. La mención de las antorchas prueba que todo
el proceso y la disposición sanitaria final de los restos es realmente convincente.”
Dijo el profesor Schwulst.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Pero lo irónico es que después de todo este alboroto, fue la llegada de las lluvias y
los vientos del norte lo que acabó con las serpientes –las ‘acobardó’ como ya se ha
mencionado. ‘La brisa fresca del norte sopló y al compás de los truenos que rugen,’
las serpientes fueron barridas.165 Las serpientes fueron exterminadas, la tierra fue
habitada y el rey de ahora en adelante usaría el emblema de la serpiente Uraeus en
su rostro para causar un terror mortal en sus enemigos: ‘El calor del flamígero
aliento de su serpiente Uraeus es como la de la serpiente Rnn-wt-t de su frente. N.
ha puesto miedo en sus corazones haciendo que entre ellos se masacren.’166
Advierte la combinación de calor, sequía, serpientes y masacre. La serpiente
Uraeus fue una vívida y pavorosamente realista reproducción de la serpiente mas
venenosa conocida; siempre lista para atacar –se suponía que paralizaba de miedo
al observador. Los Textos de la Pirámide nos dicen que su propósito no era
solamente aterrorizar a los enemigos humanos, sino también eliminar serpientes de
verdad –e insignia del primer faraón en su dignidad de destructor de serpientes.”167
“Bueno, bueno,” dijo F. mientras se levantaba del sofá para estirar las piernas,
“supongo que tenemos un mundo épico o algo muy parecido en la historia temprana
de Egipto.”
“Hasta en el primitivo estado agrícola del antiguo reino,” agregó el Dr. Schwulst,
“todos los elementos están ahí. Por supuesto que aun estamos lejos de conocer
cómo fueron las cosas realmente –es tan fácil reconstruir cuadros convincentes y
vívidos en la imaginación, aderezándolos con evidencias arqueológicas por aquí y
por allá, solo para darnos cuenta algún día que lamentablemente hemos estado
equivocados en los puntos principales. La idea de un elemento nómada o ‘épico’ en
la cultura egipcia es nueva, aunque está recibiendo una mayor atención.”
“¿Estarías de acuerdo en que nadie hace ciento veinte años hubiera sido capaz de
imaginar algo como esto?” preguntó Justino.
“Nadie hubiera sido capaz de tal cosa hace cincuenta años,” fue la respuesta.
“Creí que ya estábamos de acuerdo,” dijo su amigo, “los orígenes babilónicos fueron
heroicos.”
247
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Capítulo 3
El Antecedente Babilónico
Dos semanas mas tarde1 los tres amigos se reúnen en la oficina del Dr. Schwulst.
Ningún orientalista de respeto delimita sus estudios a una sola cultura y Schwulst es
tan capaz y solvente en su relación con la cultura babilónica como con la egipcia.
Agradecido por el auditorio cautivo, ha preparado para este evento una pila de
textos extraídos de una docena de epopeyas mesopotámicas que se encuentran
aquí en esta mesa. Y ahora trabajando rápidamente en la pila de arriba abajo,
virtualmente monopolizó el resto de la noche. El lector debe tener siempre en mente
que lo que hacemos aquí es simplemente una perorata académica; un collage de
temas y áreas de investigación que no tiene la mas mínima intención de llegar hasta
el final de la posible discusión.
248
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
las estepas; ¡que no hay nadie como él!’ y envía una gran caravana de mulas que
se mueve al compás de la música festiva ofrecida por las flautas para ofrecer ricos
presentes ‘como carnada’ para incrementar su poderío comprando el apoyo
popular. Un mensajero llega ante él enviado por otro gran Señor para rogarle
humildemente le conceda el privilegio de comprarle materiales de construcción para
su feudo, ya que su tierra produce madera, piedra y metales; el mensajero regresa
ante su Señor con temor y temblor. Este es el mensaje del Señor de Aratta para el
Señor de Uruk (frecuentemente llamada la ciudad mas antigua del mundo): ‘decid al
rey de Uruk que debe someterse a mí, debe pagarme servicios y
canonjías,…entonces solo así bien pudiera continuar viviendo en el templo de Ishtar
como yo vivo en el mío.’ Adviertan que ambos hombres son vasallos de la gran
dama. Si Enmerkar dimite, le será permitido ‘brillar como el Señor de la Ciudad, el
príncipe de la Ciudad, como Señor y Príncipe de las Tormentas, como Señor y
Príncipe de toda Furia.’”6
“En absoluto,” dijo Schwulst, “y todo esto es enteramente típico. Enmerkar entonces
reta a su rival: ‘ya que no tienes la intención de respetar a mi dama, destruiré tu
casa.’ Como en toda época heroica, el centro de todo lo constituye la gran casa y
esas grandes casas son orgullosas y susceptibles de su honor y constantemente
intentan alcanzar mayor poderío entre ellas. Aun más, todas se encuentran ligadas
por lazos de sangre y comprometidas entre sí por terribles juramentos. En este
caso, cuando el Señor de Aratta es vencido, sus súbditos rápida y lealmente se
someten al vencedor, al que aclaman por haber probado su superioridad ganando
‘la joya del cielo,’ es decir, la preferencia de la dama de Ishtar sobre su rival.”
“Cuán medieval suena todo esto,” murmuró el profesor F. –los castillos, los retos,
los fieles emisarios, los vasallos, los juramentos, el culto por la dama…”
“Incluso aun mas importante que la presencia de estos elementos en los Textos de
la Pirámide, es la constante insistencia de los Sumerios en la naturaleza de los
dioses, héroes y reyes como invasores y abigeos. El rey es ‘el toro magnífico, su
nombre es glorioso hasta los cabos de los cielos…hermano gemelo del señor del
buey divino del cielo y de la tierra…padre Iskur, señor que rige la tormenta, cuyo
nombre es conocido en los confines del cielo…su nombre cubre toda la tierra.’”7
“¡Exactamente igual que en el Himno Caníbal!” gritó Justino, tras lo cual el profesor
Schwulst continuó:
“ ‘…el pastor exaltado, soy la vaca sagrada [la confusión del género al mas puro
estilo egipcio] y la mujer que dirigió todo el asunto.’8 El rey es ‘el pastor justo,’ pero
no es un pastor bondadoso; reclama el gobierno del mundo por medio de la fuerza y
demanda la sumisión de todos los habitantes; envía a sus ágiles mensajeros para
que ejerzan estricta vigilancia y control e inclusive él mismo recorre la región de
lugar en lugar, haciéndose acompañar de una belicosa multitud: ‘dejen que el buen
Utukku me dé alcance en el camino, dejen que el buen Lmassu viaje conmigo.’9 En
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Desde la salida hasta la puesta del sol los he subyugado, y durante la bajamar;…
hasta la pleamar el camino me guió directamente hasta él. Desde la salida hasta la
puesta del sol Enlil el rival lucho infructuosamente.’11 Sin el nombre de Enlil como
clave ¿quién no supondría que estamos leyendo los Textos de la Pirámide? Bueno,
existen volúmenes enteros de este material. Pero es más que una invención
literaria. Aquí, por ejemplo, un rey sumerio dice que Enlil, rey de las tierras, le ha
asignado una misión consistente en cobrar venganza de los Gutis, quienes han
‘salido airosos del dominio sumerio dirigiéndose hacia las montañas.’12 Por cierto, si
están interesados en la genealogía del entorno épico, existe una buena cantidad de
eruditos que insisten en identificar a estos Gutis ¡con nuestros propios ancestros
Góticos!13 De cualquier modo, el rey guti Tirigan tuvo la decencia de enviar al mas
puro estilo heroico un desafío formal a los Sumerios e insinuando jactanciosamente
de no quedaría un solo hombre en pie delante de él: Tirigan fue derrotado, sin
embargo, huyó a uno de sus castillos en donde, al mas puro estilo clásico de las
sagas, fue traicionado y capturado.”
“Es tan antiguo como el tiempo mismo,” fue la respuesta. “Es particularmente en los
textos arcaicos que encontramos que todos se ligan a alguien mas a través de
juramentes y lazos familiares, así como otorgando una posición valorada
cuidadosamente a la heráldica familiar dentro de la jerarquía aristocrática. Aquí, por
ejemplo, en lo que Deimel llama ‘la inscripción real mas antigua conocida,’ el rey es
mostrado recibiendo su dignidad de manos de Enlil, el rey de las tierras, quien lo
entroniza como rey de Uruk, rey de la tierra, sacerdote de Anu, profeta de Nisaba,
hijo de Ukush (el patesi de Gish-khu y profeta de Nisba), aprobado por Anu, rey de
las tierras, gran patesi de Enlil, dotado con entendimiento por Enki, cuyo nombre es
mencionado por Babbar, primer ministro de En-zu, shakkanakku (es decir, vasallo)
de Babbar, agente de Innina, hija de Nisaba, quien fue alimentada con leche
sagrada por Nin-har-sag,…hija adoptiva de Nin-a-bu-kha-du, la dama de Uruk, etc.
etc.14 Parentesco familiar, calificación personal, reconocimiento formal –todo ello
sumamente elaborado y exacto. En otro texto arcaico tenemos que Gimil-Sin, en su
dignidad de sacerdote de Anu, a quien Enlil ha escogido como el bien amado de su
corazón, efectúa una ofrenda a Shara, señor del cielo (que no es mas que otro título
de Anu) que es amado de Ninni.15 O este otro: ‘Dungi, el poderoso de Ur’…sirve a
su señor Ningirsu, quien a su vez es ‘el poderoso guerrero de Enlil.’ En esta
jerarquía de lealtades siempre, se encontrará la heroica combinación de lealtad
personal y valor guerrero. Como en Egipto, el favorecido es aceptado entre la
nobleza, otorgándole todas las marcas de reconocimiento concebibles y
proveyéndole de un ingreso adecuado.”
“Una vida de altura en lugares de altura; siempre y por todos lados,” señaló en
profesor F. “¿Qué hay sobre los banquetes?”
250
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Así es,” dijo Justino, “y también es clásico, porque es parte del entorno épico: Los
banquetes y los héroes bohemios divirtiéndose a costa de sus hermanas mayores,
el constante ir y venir de mensajeros con invitaciones, retos formales y quejas, las
visitas recíprocas en los castillos, el hada ofendida que arruina la fiesta, o si lo
prefieres, la dama siniestra en su tétrico castillo, el joven héroe romántico con su
grupo de aventureros que se encuentra con la mujer fatal exactamente como
Odiseo lo hace con Circe. Ciertamente esto no es parte una cultura de agricultores,
sino gestos propios de grandes señores y sus damas.”
El Dr. Schwulst tomó otro texto de la pila que tenía frente a él. “La Epopeya de Irra,”
dijo, “es mas de lo mismo. Al igual que los Textos de la Pirámide, relata la invasión y
pacificación de la tierra y es un relato muy antiguo. Pero lo más destacado aquí es
el hecho de que parece haber sido compuesta y cantada por un juglar que fue de
castillo en castillo ¡a la usanza de los trovadores de la época medieval! La epopeya
divide la sociedad en ‘dioses, reyes, guerreros, religiosos e intelectuales,’ sin hacer
mención del humilde agricultor:
Que [dios] bendiga este canto acumulando riquezas en el almacén…que el
rey que lleva el nombre [del poeta] famoso gobierne [mas allá de] los [cuatro]
extremos [de la tierra]. Que el guerrero [o noble rubú] que recita…la oración del
valor, no encuentre rival en la batalla. El sacerdote que la canta no morirá en un
shiptu, que sus palabras sean presentadas ante reyes y nobles.
“¿Se puede pedir una declaración de valores mas ‘heroica’ que esta?”17
251
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Rebelión, oposición subrepticia y salvajes represalias eran la orden del día. Aquí
dice que un rey menciona que su dios ‘no presta atención a las aflicciones de la
gente común.’ De manera que cuando un gran señor maldice a otro, siempre dice:
‘que la gente de su ciudad, habiéndose sublevado, le den muerte en la plaza
central.’18 Los señores tienen a sus ‘atalayas’ ocupados en todas partes.19 Aquí hay
otro poema épico que ilustra a la perfección sobre la manera en que la situación se
desarrolla. Se le conoce como la Epopeya de Ninib y de acuerdo con su autor ‘pudo
haber sido compuesta inmediatamente después de la victoria y sometimiento de
esas montañas de las que provienen algunas de las piedras aquí mencionadas.’20 El
gran señor se sienta junto con sus seguidores y procede a recompensarlos por sus
servicios otorgándoles tierras y dominios. ‘¡Dolerita!’ grita para llamar a uno de sus
hombres –y eso recuerda la característica de ‘ser llamado por el nombre’ o ‘el
llamado’ y la honra obtenida que leemos en tantos textos Sumerios y Egipcios–
dolerita desde luego, es una piedra, pero como lo señala el editor, ‘actos y hazañas
como esas no son realizadas por piedras, sino por seres humanos.’ El señor habla
favorablemente con respecto a la valiente y gallarda disposición de Dolerita: ‘tú que
te has portando como héroe en todas mis batallas….que durante rebeliones has
proclamado “nuestro señor, ¡él es el único héroe!... Yo, el señor, el brazo de mi
heroísmo me adorna.” Posteriormente le alaba llamándole su mano derecha, ya que
se ha mantenido leal mientras que otros se rebelaban y lo colma con ricos
presentes.21 La era feudal es, en efecto, violenta; el rey es llamado ‘el real señor, el
soberano de las tormentas sobrecogedoras de furia.’ A otro fiel seguidor le dice:
‘¡piedra Eliel! Hombre sabio, de la montaña, el vencedor, mi presencia inspira terror
y con ella serás vestida la gente te mirará de buena gana y te reverenciarán en gran
manera.’22 Esta epopeya nos ofrece además el punto de vista del derrotado:
‘cuando enemigos asolaron como si la tierra se hubiera cubierto con la oscuridad de
la destrucción…cuando nos hicieron llevar el pico y la pala, cuando la exención de
los impuestos fue tomado como nuestra recompensa.’ 23 algún comentario adicional
sobre el orden social es completamente innecesario.”
“La típica descripción de Mesopotamia como un valle entre ríos conlleva a imaginar
a sus habitantes como una raza de aldeanos y cultivadores de productos agrícolas.
Algunos se dedicaban al cultivo de vegetales con toda seguridad, pero no era la
gente importante. Una segunda lectura al ensayo clásico de Hugo Winckler sobre la
naturaleza esencialmente nómada de la civilización babilónica de toda época,
debería bastar para corregir tales nociones, al igual que la obra de Kramer lo hace
en el presente. Recientemente Delaporte ha descrito a la población del valle como
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Gracias por llevarnos de regreso a nuestro tema principal de un modo tan discreto.
La Epopeya de Gilgamesh, como ustedes saben, es la epopeya babilónica más
grande, pero es más de carácter ritual y no tan notoriamente ‘herioca’ como muchas
otras. Aun Gilgamesh mismo es innegablemente idéntico al prototipo de todos los
caballeros errantes y héroes ambulantes que siguen la trayectoria del sol –
Schweitzer, Farnell, Cook y otros han demostrado que es nuestro propio Heracles."
“Hice mención de esta epopeya con un propósito muy claro,” dijo Justino. “Todos
sabemos que en sus correrías el héroe Gilgamesh visitó a Ut-Napishtim, el Noé
babilonio, quien le contó la historia del diluvio.”
“Por cierto, la historia original,” comentó el profesor F con énfasis devastador. Pero
el profesor Schwulst movió negativamente la cabeza.
“Durante cuarenta años,” dijo, “los eruditos sostuvieron que la historia babilonia del
diluvio hallada por Layard en la biblioteca del rey Asurbanipal en Nínive era
justamente lo que dices –la versión original de la historia del diluvio relatado en el
libro de Génesis, pero estaban equivocados. Muchos de los textos hallados en esa
253
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Para tratar el siguiente tópico, el profesor Justino colocó juntas dos descripciones
de un excepcional tipo de embarcación: en primer término tenemos la descripción
tomada del libro de Eter y en segundo término tenemos el estudio del ‘arca’
realizado por el Dr. Hilprecht desarrollado a partir de tres versiones babilonias de la
historia del diluvio y a la que el autor ha agregado, por si fuera poco, una cuarta
versión.
“Primero; dichas naves fueron construidas ‘a semejanza de los que hasta ahora
habéis hecho’ (Et. 2:16). Es decir, salvo algunas escasas particularidades, estos
barcos esencialmente no presentaban un diseño nuevo o innovador, sino que
seguían un patrón familiar y ya establecido –realmente existieron tales barcos.
“Segundo; se construyeron ‘de acuerdo con las instrucciones del Señor’ (Et. 2:16).
“Quinto; ‘…y también la cubierta estaba ajustada como un vaso’ (Et. 2:17).
“Sexto; ‘…y su longitud era la de un árbol’ (Et. 2:17), ‘Y eran pequeños, y eran
ligeros sobre las aguas, así como la ligereza de un ave sobre el agua’ (Et. 2:16).
254
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Queda totalmente claro por el énfasis mostrado, que el tipo usual de embarcación
en aquellos días era cierto tipo de balsa, diseñada simplemente para flotar, para no
dejar entrar el agua.
“Séptimo; ‘…y la puerta, al cerrarse, quedaba ajustada como un vaso’ (Et. 2:17).
“Noveno; ‘…seréis como una ballena en medio del mar; porque las inmensas olas
estallarán contra vosotros’ (Et. 2:24).
“Décimo; ‘…el Señor hizo que las piedras brillaran en las tinieblas para dar luz a los
hombres, mujeres y niños, a fin de que no atravesaran las grandes aguas en la
oscuridad’ (Et. 6:3).
“Undécimo; ‘…sus rebaños y hatos, y cualquier bestia, animal o ave que llevasen
consigo…abordaron sus naves o barcos’ (Et. 6:4).
“Duodécimo; ‘…el Señor causó que soplara un viento furioso’ (Et. 6:5). ‘…fueron
impelidos por el viento sobre las olas el mar’ (Et. 6:5). ‘…el viento no dejó de
soplar…y de este modo fueron impelidos ante el viento’ (Et. 6:8).
“Décimo tercero; ‘…muchas veces fueron sepultados en las profundidades del mar’
(Et. 6:6). ‘…cuando eran sepultados en el abismo, no había agua que pudiera
dañarlos, pues sus barcos estaban ajustados como un vaso, y también estaban
ajustados como el arca de Noé’ (Et. 6:7). ‘…y ningún monstruo del mar podía
despedazarlos, ni ballena alguna podía hacerles daño’ (Et. 6:10).
“Ahora, con todo esto en mente, revisemos nuevamente nuestros trece puntos en el
mismo orden, pero esta vez comparándolos con las descripciones babilónicas del
maravilloso navío que Ut-Napishtim construyó para sobrevivir durante el diluvio.
Durante todo el proceso, nos limitaremos a citar textualmente el trabajo de Hilprecht
con la finalidad de que no alarguemos uno u otro asunto. Cada característica en la
lista siguiente guarda una correlación exacta con su contraparte de la lista anterior.
“Uno; ‘esta clase de barcos [estamos citando a Hilprecht], de acuerdo con la versión
de Nippur [la mas antigua; aprox. 2100 a.C.] era de uso común antes del diluvio.’ En
tiempos históricos la embarcación fue preservada solo en los ritos; los dioses ‘en
sus barcos…se visitaban unos a otros en sus templos durante ciertas
celebraciones,…los canales de Babilonia servían como vías fluviales de
comunicación para los espléndidos botes de los dioses entre sus varios templos en
ciertos días de festividad… Billerbeck y Delitzsch muestran que una cierta clase de
barcos en realidad tenían esa forma.’
“Dos; ‘En las tres versiones de la historia del diluvio, Ut-Napishtim recibió
instrucciones especiales con respecto a la construcción de la cubierta o techo del
navío.’ La forma en la que recibió la instrucción es interesante: la voluntad del padre
Anu, el Señor del cielo, fue transmitida a nuestro Noé babilonio a través de una
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
cortina o mampara de estera; un kikkisu, tal y como era empleada en los ritos de los
templos. En la versión sumeria traducida por Gadd el mandamiento es: ‘colocaos
ante mi muro… a través del muro te hablaré…al único puro, al único prudente,
porque por nuestra mano un diluvio [será enviado],’ etc.
“Tres; ‘había, desde luego, una parte sólida, lo suficientemente fuerte para soportar
un peso importante y para resistir la fuerza del oleaje y las tormentas.’
“Seis; las líneas que contenían ‘un breve comentario con respecto a las
dimensiones del arca’ habían sido borradas en la versión de Nippur. La primera
versión de Nínive simplemente dice: ‘sus dimensiones son proporcionales, su largo
y ancho corresponden.’ Dado que solamente un arca fue construida, a diferencia de
las ocho naves Jareditas, es difícil esperar que las dimensiones de ambas
embarcaciones sean las mismas.
“Ocho; ‘…el barco tiene…una puerta que puede cerrarse durante la tormenta y al
menos un “respiradero” o “ventana” (nappashu, línea 136).’
“Diez; ‘…el barco magur de Sin se le conoce como “una casa brillante” (esh azag),
en donde mora, como lo hacen otros dioses…en sus barcos, cuando se visitan unos
a otros en sus respectivos templos…el dios lunar mismo es representado como
“navegando en un brillante barco magur en medio de los cielos.”’
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Trece; ‘será un barco-casa que salvará todo aliento de vida,’ dice la versión de
Nippur; su propósito es preservar la vida y ofrecer una protección total ‘contra las
amenazantes aguas’”31
“En mi opinión, nada es mas notable,” dijo Justino, “que la referencia específica de
Eter sobre la naturaleza submarina de sus naves, que fueron hechas ‘a semejanza
del arca de Noé,’ ya que ese aspecto del arca nunca ha sido correctamente
entendido.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Es difícil decirlo,” fue la respuesta, “ya que ambas versiones están basadas en los
textos babilonios. Por si eso no fuera suficiente, los rabinos nunca han podido
ponerse de acuerdo en que era exactamente el vocablo tsohar.”
“Algunos dicen que era una ventana, pero otros sostienen que era algún tipo de
objeto luminoso mediante el cual Noé podía distinguir la noche del día.”32
“¡Momento!” dijo el profesor F. sonriendo. “¿no estaremos mezclando esto con las
naves del Sr. Jaredita?”
“¿Por qué no?” respondió Justino. Eter mismo menciona que ambos tipos de
embarcación seguían un mismo modelo.”
“De hecho,” dijo el profesor Schwulst, en parte para sí mismo, “quizá haya algo de
eso ahora que lo pienso, ya que el objeto luminoso en el arca se suponía que era
alguna clase de piedra brillante.”
“¡De manera que esa es la fuente de tu propia historia jaredita!” gritó el profesor F.
con satisfacción.
“No totalmente,” dijo el profesor. “Me parece que la versión del libro de Eter es mas
completa que la de la tradición rabínica y contiene material verdaderamente antiguo
y significativo que no se encuentra en la otra. Fue hace muchos años, pero estoy
seguro que alguna vez leí algunos estudios importantes sobre piedras brillantes.”
“Desearía que pudieras recordar dónde fue,” dijo Justino, “hace mucho tiempo perdí
toda esperanza de encontrar un paralelo para la historia en cualquier parte, además
de que nunca había encontrado hasta ahora a alguien que pudiera ayudarme un
poco en esto. Este episodio del libro de Eter ha originado demasiados comentarios
sarcásticos que me han impulsado a investigar todo esto a fondo. Debo admitir que
es un poco fantástico.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
creo recordar algunos de los mas ambiciosos estudios comparativos sobre el tema,
están inspirados en el material épico sumerio –la historia de Gilgamesh ¡eso es!”
“¿Qué quieres decir con ‘no te preocupes’? Algo como esto no es una cosa que
deba tomarse a la ligera. La historia de las piedras que brillan es demasiado rara y
extraña como para pasarla por alto. ¿Qué estamos haciendo si no somos lo
suficientemente curiosos en estas cosas, sino darle a jóvenes holgazanes la
oportunidad de que se gradúen sin siquiera haberse ensuciado las manos? De
modo que ahora voy a ocuparme de este asunto y si ustedes tienen a bien regresar
mañana, tal vez tenga un poco de información para ustedes.”
“Caballeros,” dijo Schwulst mientras invitaba a sus amigos a tomar asiento en torno
a la mesa, “tengo algo para ustedes. No mucho, desde luego –ya que eso tomaría
mas tiempo– pero al menos lo suficiente. Empecemos examinando las fuentes
judías que nos aburrieron el día de ayer, desde las más recientes hasta las más
antiguas. El Midrash Rabbah nos dice que las opiniones contradictorias de los
rabinos con respecto a la verdadera naturaleza de tsohar, la luz del arca,
simplemente demuestran que ninguno de ellos sabía en realidad lo que era.34 El
rabino Akiba ben Kahmana, por ejemplo, dice que significa luz celeste, mientras que
R. Levi dice que significa piedra preciosa. R. Phineas, citado por R. Levi, explica
que ‘durante los doce meses que Noé estuvo en el arca, no requirió la luz solar del
día o la luz de la luna durante la noche porque tenía una gema pulida que colgaba:
cuando disminuía su brillo sabía que era de día y cuando aumentaba su brillo era de
noche.’35 Para ilustrar mejor este extraño arreglo, el rabí Huna relata una historia:
‘en cierta ocasión, mientras buscábamos refugio de las tropas [Romanas] en las
cuevas de Tiberias teníamos lámparas: cuando dejaban de brillar sabíamos que era
de día y cuando se incrementaba su resplandor sabíamos que era de noche.’36 La
alusión hecha con respecto a estarse ocultando de los Romanos demuestra que al
menos esta tradición tiene una antigüedad de dos mil años. Pero todas éstas
historias parecen converger en un origen único; un breve apunte en el Jerushalmi o
Talmud Palestino reporta que Noé fue capaz de distinguir el día de la noche
mediante ciertas piedras preciosas que él poseía y que de día se opacaban y de
noche brillaban.”37
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“¿Es completamente posible que alguien pudiera adornar con estos relatos la
historia jaredita? Preguntó F.
“No hay límite alguno para los adornos que pueden ser colocados en un relato,
supongo, pero sucede que la peculiar elaboración de la historia del libro de Eter
sigue versiones mucho mas antiguas y completas –de hecho, tan antiguas, que
cualquier otra en el Talmud y ninguna de esas versiones era conocida cuando yo
era niño. Eso es lo que me impresiona. Lo que es mas, me parece completamente
impensable que quien escribió el Libro de Mormón en aquella época explotara las
fuentes judías o siquiera supiera de ellas.”
“Aun peor. En 1781 una pequeña sección fue traducida al alemán –pero no es la
sección que ocupa nuestra atención, por cierto– y de ahí no hay nada hasta la
traducción al alemán de 1880. La traducción al francés de Schwab fue realizada
entre 1871 y 1890 es la mas conocida; Schwab además emprendió la tarea de la
traducción al inglés en 1886, pero solo consiguió completar el principio. De modo
que ninguna traducción en un lenguaje moderno estaba disponible en 1830 y
¿quién podía leer el original?39 ¿quién puede leerlo en la actualidad? Está escrito en
el difícil dialecto Arameo Occidental –no el Arameo Oriental del Talmud Babilonio
que es muy parecido al Hebreo actual– en el que la mayoría de las palabras son
términos que nadie de cualquier manera sabe que significan.40 Esta obra es más
pequeña, pero también es mas complicada que el Talmud Babilonio –¿y quien
puede leer eso? Ahora mismo el profesor Zeitlin orgullosamente declara que de la
multitud de eruditos que trabajan en los estudios sobre los Rollos del Mar Muerto
solo uno de ellos está calificado para leer Hebreo Medieval –lo cual significa que
este erudito es ¡el único hombre en América que puede leer esta obra! Los
intelectuales y eclesiásticos que estudiaron Hebreo en América durante la primera
mitad del siglo XIX no conocían el Hebreo rabínico mejor de lo que se le conoce hoy
en día; por otra parte, su interés residía totalmente en el estudio del Antiguo
260
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Sin embargo todas las fuentes insisten en ello. No dicen que Noé usara las piedras
como lámparas, sino que únicamente le indicaban cuándo era de día y cuándo era
de noche. Eso sin duda debe parecerte extraño, pero ha sido un tema de
considerable interés y de debate entre los antiguos eruditos, tanto judíos como
musulmanes. Tenían mucho que decir con relación a la forma de distinguir entre la
noche y el día empleando para ello ingeniosos y peculiares métodos, como por
ejemplo, colgar un hilo blanco y un hilo negro juntos o distinguiendo ciertas formas u
objetos de cierto tipo y perfil. Se puede deducir, por su forma de pensar, que es
extremadamente importante por razones de carácter ritual saber cuándo es de día y
cuándo es de noche. Había una rama completa de lo que llamaríamos ‘ciencia-
divina’ entregada devotamente a la investigación del tema, y este asunto de las
piedras brillantes –no el problema de la iluminación del interior del arca–
naturalmente era un aspecto que debió interesar a cualquier rabino. Te puedo
asegurar que ningún rabino en América había leído este pasaje hace cien años.
Como lo he mencionado, es un descubrimiento casi contemporáneo, pero que es
producto del estudio de una fuente muy antigua; por ejemplo, su libro de Eter dice
que el hermano de Jared hizo unas piedras transparentes ‘fundiéndolas’ de la roca
– por cierto, la palabra está en perfecto español, aunque es un término arcaico. ¿De
donde piensas que obtuvo la idea?”
“Leí el libro sutilmente obligado por Justino,” dijo el profesor F. “Y que yo recuerde,
se supone que fue el Señor quien le dijo lo que debía hacer.”
“¡De ninguna manera!” gritó Justino. “El construir las naves suponía tres problemas
que el hermano de Jared consideró insalvables por medios convencionales: el
problema de la navegación soportando constantemente condiciones climáticas
extremas; el problema de la ventilación y el problema de la iluminación (Et. 2:19).
Con relación a éste último, el Señor le dijo que los métodos usuales de iluminación
mediante ventanas y el fuego eran imprácticos –la interpretación de Eter 2:23 deja
completamente claro que ambos eran métodos usados ordinariamente. Pero en
lugar de resolverles el problema a los Jareditas dándoles la tan ansiada luz o
indicándoles como obtener una, el Señor pone la responsabilidad en el hermano de
Jared respondiendo su pregunta ¿vas a permitir, oh Señor, que crucemos estas
grandes aguas en la oscuridad? con otra pregunta: ¿qué quieres que yo haga para
que tengáis luz en vuestros barcos?” (Et. 2:22,23)
“Haría lo que anteriormente ya había hecho –seguir el ejemplo de Noé. Así que
procedió a conseguir algunas piedras diáfanas con la esperanza de que pudieran
brillar en la oscuridad.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“¿Y que tenía eso que ver con las piedras brillantes del arca?” dijo el profesor F.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“En Siria; ahí encontramos una serie sumamente interesante de textos rituales que
por su complejidad y detalles es difícil determinar su origen geográfico. Los registros
cubren un período de dos mil años y lo registrado en ellos es sumamente antiguo,
como un breve estudio comparativo lo mostrara. Aunque abarcan todo ese período
de tiempo, los textos narran esencialmente la misma historia, el ahora bien conocido
‘Año-Drama’ en el que se relata la muerte y resurrección del héroe, su victoria sobre
los poderes del inframundo y su matrimonio con la diosa-madre son los episodios
principales. El héroe mismo es llamado por varios nombres, pero en particular los
que nos importan aquí son Attis y Humbaba; nombres que Stocks ha demostrado
que son de una misma persona.50 Todo el mundo sabe que este Attis es idéntico al
personaje sirio Adonis, quien a su vez es el Osiris egipcio, pero Humbaba es menos
familiar.”
“Es un nombre Hurrita, como Noé,” respondió Schwulst; “eso ilustra mi comentario
con respecto a que todo apunta a la misteriosa gente del Norte. Eso da pie a una
buena cantidad de investigación y conjeturas, pero ahora pasemos a considerar a
nuestro héroe sirio. El lugar sagrado más famoso en Oriente en la época clásica era
el centro de culto de este héroe y su esposa la diosa siria que se ubicaba en Aphek.
Lucio visitó el santuario que describió como el centro de culto más grande del
mundo. La leyenda principal del lugar, y que era invocada a menudo para explicar
los ritos y costumbres observadas, era la historia de Deucalión y el diluvio, que
Lucio recuenta en detalle, mostrando un parecido casi idéntico con el relato
bíblico.51 Las vastas multitudes de peregrinos que llegaban de visita a Aphek
procedentes de todas partes del mundo, observaban la enorme grieta por el que las
aguas del diluvio se decía se retiraron, y escuchaban la historia de la manera en
que Deucalión construyó en ese lugar el primer templo; el primer edificio construido
después del diluvio.52 El objeto mas extraordinario del templo era, de acuerdo con
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Eso también nos recuerda,” comentó Justino, “que el barco magur del Noé sumerio
era comparado con la luna, no solo porque parecía la luna en cuarto creciente y
estuvo vagando durante doce meses, sino especialmente porque estaba iluminado
por una luz de origen milagroso.”
“Con respecto a ello,” dijo el profesor Schwulst, “debemos insistir en que el matiz
babilonio de estas y otras historias de gran antigüedad no implica ni por un
momento que la historia en sí tiene un origen babilonio. Tomemos, por ejemplo, las
historias griegas del diluvio de Deucalión: se remontan a épocas prehistóricas y a
fuentes, cronológicamente hablando, de mayor antigüedad que los manuscritos
bíblicos que poseemos. Incluso nadie se atrevería a sugerir que la historia del
diluvio se hubiera originado con los griegos. ¿Por qué no? simplemente porque las
versiones griegas de la historia se han conocido desde siempre y no necesitaron ser
confirmadas por las excavaciones de los arqueólogos. Si hubieran sido descubiertas
en el siglo diecinueve, puedes estar seguro que hubieran sido empleadas
inmediatamente para desacreditar a la Biblia; pero mejor regresemos a nuestra
piedra siria.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“No es algo inverosímil,” repuso Schwulst; “recuerden, que tenemos cosas como
esta gran y entremezclada riqueza simbólica –una cosa representa otra. En tiempos
muy antiguos la piedra brillante era confundida con la planta de vida, como ya
hemos visto; y ahora tenemos que Macrobius describe la luz de la corona de la
dama como dadora de vida.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Resulta verdaderamente extraño el que todo apunte hacia otro pueblo,” subrayó
Justino.
“Sí, Lucio ya nos ha dado una pista cuando dice que el Deucalión o Noé
reverenciado en el templo Sirio no era Griego u oriental, sino un Escita o un Indo-
europeo del Norte.”60
“¿De donde provienen los Sumerios si trajeron con ellos su cultura y leyendas a
Mesopotamia?” preguntó F.
“Ninguna otra pregunta ha sido mas abundantemente discutida que esa,” fue la
respuesta, “pero hoy en día lo mejor que podemos hacer para responderla es seguir
a Speiser, quien ha buscado el hogar original de los Sumerios larga y
diligentemente, para finalmente llegar a la conclusión de que: ‘los Sumerios llegaron
a la zona del Golfo Pérsico…desde el Este, probablemente por mar; además su
hogar original…debe buscarse mas allá de la provincia Iraní,’ es decir, muy lejos de
la parte media de Asia –Speiser ofrece tres opciones: ‘Transcaucasia, Transcaspia
o algún lugar lejos de Asia.’”61
“¿Entonces alguien sabe lo que puede estar detrás de todo esto?” gritó un perplejo
F.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
mundo antiguo y encontramos que el objeto mas excepcional en ese templo era una
maravillosa piedra que brillaba en la oscuridad –Lucio de hecho afirma haberla visto
funcionando.”
“Perdiste por completo la perspectiva del asunto,” respondió Justino; “este asunto
no tiene importancia en términos de su precisión histórica, sino por su significado.”
“Es significativo porque ilustra bellamente una cosa que hemos señalado
insistentemente, a saber, que la fantasiosa, exótica y brillante imaginación oriental
de la que siempre se ha hablado tanto, simplemente no existe. ¿Dónde podrías
encontrar, por ejemplo, una mayor ausencia de imaginación creativa? Los mismos
antiguos argumentos se suceden una y otra vez durante miles de años; los únicos
cambios son las adecuaciones de las igualmente insípidas influencias locales y las
inevitables imprecisiones de la transmisión. ¡Ni la más remota chispa de
imaginación! siempre las mismas cosas repitiéndose una y otra vez.”
“En otras palabras, ¡los salvajes excesos de la imaginación oriental son el perenne
efecto de los salvajes excesos de la imaginación occidental!” dijo Schwulst mientras
reía a carcajadas.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
simple rastro sin el cual los detalles en el libro de Eter nunca hubieran podido
reconstruirse, pero que a manera de testigo coloca un sello final de autenticidad en
el antiguo relato; eso es mas de lo que puedo decirte ahora.”
Capítulo 4
El Entorno Epico en el Antiguo Testamento
Habiendo considerado Egipto1 y Mesopotamia, los amigos realizaron un inexorable
viaje a través de los mundos épicos de Ugarit y los Hurritas, los Hititas, los Fenicios,
los Griegos, los Persas, los Romanos, los Celtas, los Germanos y los
Escandinavos, los Eslavos, así como las culturas heroicas del meridiano de los
tiempos, quienes tomaron las influencias de Arabes y Persas, así como las
tradiciones heroicas de las naciones modernas. En algunas de estas áreas, el
profesor F. y su amigo Justino contaron con la inestimable ayuda del profesor
Schwulst, prolongándose tanto el análisis que es imposible que podamos reseñarlo
aquí. Además debemos, en aras de la justicia, dar paso a otras épocas y epopeyas
heroicas mas recientes, algunas de las cuales son sumamente significativas en el
estudio del libro de Eter por lo que al menos debemos darles un repaso en nuestro
camino de vuelta a los Jareditas.
“En primer lugar, hay un nuevo y sorprendente avance que involucra a los patriarcas
del Antiguo Testamento. Recientes estudios sobre Abraham han hecho énfasis en
la doble responsabilidad que el gran patriarca tenía, por un lado, como el líder de un
grupo de nómadas y, por el otro, como el representante de las grandes y
sofisticadas civilizaciones de Egipto y Babilonia. El hallazgo de que Abraham vivía
tanto en una casa como en una tienda llegó sorpresivamente durante los años
treinta: “nos hemos acostumbrado a pensar en Abraham como en un simple
morador de tiendas,” escribe Sir Leonard Woolley, “cuando con toda seguridad se
encuentra ocupando una sofisticada casa de mampostería en la ciudad.”2 Lo
anterior es un recordatorio de que la vida en tiendas y la vida en la ciudad, lejos de
ser mutuamente excluyentes, normalmente van aparejadas durantes las épocas
heroicas. Y, de acuerdo con Cyrus Gordon, la época de Abraham ciertamente fue
épica.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
armas y perfil racial Ario, es decir, Indo-europeos. Ambas épocas fueron típicos
períodos migratorios; épocas de agitación y colapso de grandes civilizaciones. Un
erudito que coloca a Abraham en el período histórico mas antiguo, nos reporta que
su padre Taré era miembro de “una población nómada y heterogénea,” que se
movía entre las ciudades de Mesopotamia y asegura que “no fue ninguna sorpresa”
descubrir en Mari (una ciudad situada al norte de la región mesopotámica) un
registro que da cuenta de la forma en que “Taré solicitó a Zimrilim su permiso para
¡atravesar sus territorios!”5
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
A continuación nuestra epopeya de Baal reporta una gran asamblea de los dioses
en Hmry, que Gordon ubica como el monte Hermón.11 Esta asamblea se menciona
a menudo en los escritos judíos apócrifos como la asamblea de los caídos que tiene
lugar en el monte Hermón después del diluvio. En ese relato se nos dice que
formaron un orden mundial que imitaba y se oponía al orden establecido por Dios,
pero que triunfó al oprimir a la raza humana bajo los pies de su falsa autoridad.12
Estos escritos apócrifos siempre han sido considerados como simples fantasías,
invenciones medievales producto de una imaginación oriental desequilibrada, pero
fragmentos del Ras Shamra validan ahora su antigüedad. Al final, de acuerdo con el
Ras Shamra, todos los dioses finalmente van y se rinden ante Mot, quien es el
diablo en el monte Hermón (Hmry), mientras que Aliyan Baal también se somete al
altivo y glorioso Mot.13 La rendición es presentada formalmente a través de un
mensajero, como en las otras crónicas épicas ya analizadas anteriormente.
A la luz de estos nuevos textos épicos hallados, nuestra idea de los orígenes
hebreos debe cambiar. “La magnífica estructura crítica articulada con relación al
Antiguo Testamento no debe ser hecha a un lado,” escribe Gordon, “pero sus
resultados individuales ya no pueden ser aceptados a menos que coincidan con el
texto hebreo como ahora lo entendemos a la luz de los paralelos literarios de los
precursores paganos y de los contemporáneos de los Hebreos en tierras bíblicas.”14
Si los hombres han pasado por alto la perspectiva presentada en el libro de Eter
enteramente, también han pasado por alto la perspectiva de la narrativa patriarcal
presente en la Biblia, ya que ambas fuentes nos remiten al mismo mundo épico
De particular interés para los estudiantes de los Jareditas y del entorno épico es la
recientemente descubierta inscripción fenicia de Karapete, fechada entre 800 y 725
a.C. la inscripción fue ordenada por el rey Azitawaddu, quien se conduce ‘a la
manera de los Asirios,’ aunque su pueblo son los Dananeanos. “Yo restauré a los
Dananeanos,” se jacta. “Yo extendí la tierra de la planicie de Adana desde la salida
del sol hasta su puesta…pacté paz con todo rey… y construí fortalezas en las
fronteras mas remotas, en los lugares en donde había forajidos, jefes de bandas de
ladrones que no se han sometido a la casa de Mupshu.” Es la vieja y familiar
historia, incluyendo la clasificación de los que se rehusaban a adherirse a Shiz o a
Coriántumr como proscritos:
A mí, Azitawaddu, me ha complacido ponerlos debajo de mis pies [p. ej., las bandas
de bandidos], y construí fortalezas en esos lugares que los Dananeanos habitan…y
humillé a los reinos de occidente…los derribé; los arrojé hacia el Este.
270
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Una exposición más clara del sistema y propósito de la fundación de una ciudad
como se explicó en ‘El Mundo de los Jareditas’ no podría ofrecerse.17 Pero lo que
evoca un tinte heroico en nuestra inscripción es el nombre mágico de “la casa de
Mopshu,” ya que este Mopshu no es mas que el Mopsus que tan frecuentemente
aparece en las leyendas griegas que eruditos “científicos” siempre han creído que
son mitos sobre la naturaleza.
“En nuestro texto,” escribe Gordon, “tenemos evidencia tangible a este héroe de la
saga griega quien nació de Manto, la hija de Teiresias y llegó a Cilicia un año antes
de la caída de Troya.”18 En el sureste del Asia Menor el legendario Mopsus edificó
tres famosas ciudades y aquí, en una tangible inscripción hallamos a uno de sus
descendientes construyendo y dedicando otra ciudad; una muy real. La metodología
crítica alemana desde hace mucho tiempo dictaminó que la idea de los héroes
construyendo ciudades (un tema obvio en el libro de Eter) no era mas que pura
fantasía mitológica, ya que las ciudades, como todo lo demás requería el apoyo de
la imperante teoría científica de la evolución, que insidiosamente sostiene que todo
es producto de un lento y constante desarrollo.19
Pero, regresando a nuestros textos ‘ugaríticos,’ quinientos años más antiguos que
los textos griegos, tenemos lo siguiente. En ellos, la corriente del mundo semítico y
la del mundo Indo-europeo se cruzan. Los elementos culturales semíticos…incluían
un fuerte componente de Mesopotamia. Los elementos indo-europeos incluían los
Hititas y especialmente los Minoicos.”20 Desde el día que se escribieron esas
palabras y hasta el día de hoy, hemos aprendido que los Minoicos eran nuestros
primos, los Griegos. Todas las grandes razas y culturas de la antigüedad parecen
aquí estar mezcladas todas juntas en una heroica “época-aglomeración.” Y las
figuras del Antiguo Testamento también forman parte de la mezcla:
…Ahora somos capaces de ver que una influencia épica (si no una clara etapa
épica) subyacente en nuestros registros escritos en prosa ha afectado el contenido
de la historia hebrea pre-salomónica.
En la redacción de esta historia, Gordon encuentra “una actitud épica distintiva,” que
en las historias le otorga prioridad a aquellas cosas que “estarían incluidas en el
repertorio épico;” eventos de un atractivo épico que disfrutan de un lugar llamativo
en las historias pre-salomónicas.21
Hasta la década de los veintes, todo lo que se conocía de los Hititas era que
Abraham tuvo tratos con ellos. Ahora los conocemos como los representantes más
antiguos de las lenguas y costumbres Indo-europeas y como un pueblo tan antiguo
como egipcios y babilonios. Su sociedad era marcadamente heroica. El rey vivía en
un estado de constante migración, durante el verano se entregaba por completo a
sus sagrada misión de conquistar y someter al mundo; en invierno iba de ciudad en
ciudad en un avance sagrado que era simplemente considerado como un
prolongado festival llamado nuntariiashhash.22 El rey era el gobernador del mundo;
271
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Los reyes hititas, al igual que los Jareditas, intercambiaban mensajeros y cartas con
sus rivales que invitaban al duelo personal y cuyos seguidores intentaban “reclutar.”
Entonces el mas grande gobernante hitita escribía a su contraparte hurrita
igualmente poderosa: “la gente de Kizzuwatna es rebaño hitita y ha elegido su
establo, habiendo desertado de los Hurritas al servicio de mi majestad.”26 Entre los
Hititas, “los hombres del rey, llamados la ‘gran familia,’ disfrutaban de privilegios
especiales, de los cuales constantemente abusaban.”27 En estas circunstancias,
sucedían cosas que nos son familiares: cuando un rey hitita conquistó Babilonia
aproximadamente en el año 1600 a.C., su hijo el príncipe heredero encabezó una
conspiración en su contra en su tierra natal; el infiel hijo fue desterrado, pero su
sucesor inmediato fue asesinado por su cuñado cuando regresaba a casa después
de haber encabezado una exitosa campaña bélica. Esto abre la puerta a “un sórdido
período de intrigas y asesinatos en el palacio real…que se mantuvo durante
algunas generaciones y redujo al reino a una condición de incipiente anarquía.”28
Leemos en una carta de un noble que llegó como fugitivo ante el rey hitita huyendo
de la opresión del gran señor Attarissiyas (identificado por Forrer con el héroe
griego Atreus). El rey hitita le confirió un ducado en su propia corte y lo rescató de la
miseria dándole un lugar en sus propios dominios de la montaña; lugar hasta el que
llegó Attarissiyas tras seguir su rastro para atacarlo. ¿Y que hizo nuestro noble para
mostrar su agradecimiento a su bienhechor? Unió sus fuerzas a las del terrible
Attarissiyas y ¡asaltaron las tierras de su benefactor hitita!29
¿Qué pudo hacer posible una alianza entre estos hombres? Lazos establecidos
mediante matrimonios (todas las grandes dinastías hititas se casaban entre ellos
mismos), y ¡juramentos! El juramento es casi una obsesión para los Hititas. Todo
vasallo juraba fidelidad eterna a su señor así como su apoyo incondicional en contra
de sus enemigos, y cada año el juramento de lealtad eterna era renovado (solo para
jugar limpio) mediante el pago de un tributo. Cualquiera que fallaba en cumplir con
el juramento y el tributo era llevado al palacio y mantenido dignamente como
prisionero ahí, ya que en teoría, a ningún noble se le podía dar muerte, siendo él
mismo un ciudadano libre.30 Nadie mas en ese Estado era libre; el resto del pueblo
necesariamente consagraba su existencia a servir y apoyar a los nobles. La clase
baja estaba ligada a la tierra y no podían contraer matrimonio fuera de la región en
que vivían.31 “El Estado hitita era el resultado de una casta exclusiva impuesta
sobre la población nativa del país.”32 Leemos de un rey que castigó a un perjuro por
haber tomado su espada y haber osado investirlo como agricultor.33 Con príncipes
intrigantes por todos lados, las revoluciones estaban a la vuelta de la esquina y el
rey era de hecho el líder de un ejército de ocupación. Nos es dicho que el primer rey
hitita, después de subyugar toda la tierra, envió a sus hijos “a todas las regiones de
la tierra…y gobernaron en la tierra y las grandes ciudades de la tierra les fueron
asignadas.”34 El imperio era una red de ciudades fortificadas, esas ciudades de
hecho no eran sino permanentes campamentos fortificados en los que el rey hacía
reunir a sus vasallos para tomarles juramento antes de iniciar su campaña bélica
272
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
De varias cartas de los Hititas, aprendemos que sus grandes casas tenían extensas
relaciones políticas, económicas y familiares con los señores de Ahhiyawa ubicados
al Oeste. Ahora queda perfectamente claro que esos eran nada menos que los
Acaeanos mencionados por Homero. Teniendo presente lo anterior, regresemos
con Chadwick: dado que Homero establece el criterio con el que otras Eras
Heroicas han de ser cuantificadas, carece de relevancia el demostrar que el mundo
de Homero es heroico. Ya que estamos tratando con aspectos muy antiguos, no
está por demás señalar que en esos pasajes de Homero que se consideran los más
arcaicos, estamos ante un mundo con el entorno épico idéntico al de los primeros
Egipcios y Sumerios. El Apolo de las primeras escenas de La Ilíada no es el joven
brillante de la tradición clásica, sino un terrible guerrero de las estepas, que viene
de las lejanas regiones del norte, la tierra de los Hiperboreanos, barriendo como un
vendaval la planicie con una lluvia de flechas –“¡y su llegada es como la de la noche
misma!” “Escúchame, arco de plata,” grita sus sacerdote a modo de súplica, “tú que
viajaste a las regiones de Crisos [uno de sus muchos castillos o templos], y que
gobiernas poderosamente en Killa y Tenedos, oh, Sminteus [otro título]: si alguna
vez traje ofrendas de paz a tu templo o quemé la grosura de ovejas y vacas en el
altar en tus banquetes, concédeme ahora lo que te pido: ¡haz que estos Danaeanos
paguen por mis lágrimas con tus flechas!” Por todo el mundo ésta es la típica
petición hecha por todo vasallo Hitita o Hurrita a su señor. Y cuando Apolo
responde, se oculta a cierta distancia del campamento griego como un cazador
indio y desde su indetectable posición arroja flechas al campamento, que
aparentemente no provienen de lugar alguno: él es un auténtico verdugo de las
planicies. Y así es con el padre de Zeus, Nefelegerites, “el dios del ‘cumulus-
nimbus,’” quien siempre se mueve entre el trueno. El trueno es el sonido de su
carroza, y “todas las deidades supremas de los Griegos tienen una carroza a su
disposición.”37 Llega como conquistador y se establece como tirano: “tú eres quien
gobierna ahora,” le recuerda Prometeo por medio de su arrogante mensajero, “y
como todo nuevo conquistador, piensa vivir despreocupadamente en su nuevo
castillo, ¿no has visto ya caer a dos tiranos? Puedo asegurarte que el tercero no
solo es el peor de todos, sino que su gobierno será también será el mas breve.”38
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
menos hija de la Era Heroica, y sus escritos han llegado hasta nuestra época
concordando estrictamente con la tradición heroica, con “príncipes que actúan y
monarcas que observan la creciente escena.”
Tiempo después nuestros amigos pasaron una noche conversando con el profesor
Sindh y escucharon sobre la sociedad prehistórica de esos invasores indo-iraníes
que siguieron a sus primos al Asia Central y se esparcieron ampliamente con suma
rapidez aproximadamente en el año 2000 a.C. Los Yasht son los libros antiquísimos
que describen su modo de vida; el que se acostumbraba al principio del tiempo: “los
yasht están saturados con el espíritu de las tradiciones de caballería”; en ellos “nos
encontramos inmersos en la era épica de los antiguos Iraníes.”40 Ahí está el rey a la
cabeza de su victoriosa horda de emigrantes, mata a la gran serpiente y encuentra
agua. Su real sucesor es el “jefe perfecto: su rostro es el de aquel que mira por
encima de las siete Karshvares de la tierra; el mas veloz de todos, el mas liberal de
los liberales, el mas fuerte de todos, jefe de jefes, proveedor, magnánimo y
protector.”41 Al igual que Mitra, es el “rey, gobernante e inspector en jefe del mundo
entero.”42 Es el “dios amo de los diez mil espías, poderoso, omnisciente, infalible”
que transita en su carroza rodante.43 Era el pastor en jefe y el cazador en jefe del
reino y todo aquel que no lo desafíe debe necesariamente someterse a él.44 Incluso
sus parientes, los grandes nobles, siempre estaban tramando la forma de
arrebatarle el trono; incluso en una ocasión Ciro reclutó a los enemigos del rey
Cyaxares, quien gritó: “ahora eres grande y glorioso ¡gracias a mis enemigos!
Preferiría seguir el camino de toda la tierra que parecer débil…pero tú estás ahora
encumbrado y mis propios seguidores me han dado la espalda.”45 Hasta Mazda, el
héroe divino, “tomó de Daevas riqueza y provisiones, rebaños y manadas, poder y
gloria. Entonces Mitra arrebató esa gloria…la segunda ocasión que la gloria salió de
Yim…entonces…Treatona tomó esa gloria… quien mató a la serpiente Srvara."46
"De quien yo tomara, sin su consentimiento, la horrible soberanía," grita Mitra, “. . .
quien siente morir. . . quien ordena el castigo. . .y su orden es obedecida en el
acto."47 El es "el señor de los amplios pastos. . . fuerte, despierto y siempre alerta; a
quien los jefes de las naciones ofrecen sacrificios, siempre que va al campo, contra
las hordas hostiles. . .a manera de un viento embravecido."48 Todos sus adherentes
están ligados a él mediante terribles juramentos, y cualquiera que quebrante el
juramento pierde sus ojos y oídos y “Mitra envía rodando las cabezas de aquellos
que le fueron infieles y destruye sus casas.”49 Se recordará que los Jareditas se
juramentaban por su cabeza. Incluso si un rey pasaba por alto una afrenta a su
honor o un desacato a su autoridad, tal circunstancia sería interpretada como una
confesión de debilidad y absolvería a sus partidarios de su juramento de lealtad si
es que éstos decidían unirse a su adversario.50 Por lo tanto, la cuestión importante
para un rey era concertar una confrontación única con sus enemigos. Pero antes de
atacar a cualquiera de ellos, el rey debía enviar un mensaje formal invitándolo a
someterse a Mazda y convertirse en su súbdito.51 La corte persa, con el gran trono
dispuesto en su centro, fue hábilmente copiado en todos sus dramáticos detalles y
adoptado como el modelo de las cortes y catedrales europeas.52
De acuerdo con los Iraníes, el primer hombre también fue el primer rey, el asesino
de serpientes, seguido inmediatamente por ocho gobernantes que ostentaban el
título de kavi y esos, dice Christensen, “eran puramente figuras humanas cuyas
hazañas…no tenían en absoluto un carácter mítico.”53 “Esos hombres…son reyes
de reinos,” dice el yasht, “ricos en caballos, con grandes tributos, con caballos
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Capítulo 5
Nuestro propio Pueblo
De todas las culturas épicas1 que nuestros tres amigos analizaron en sus largas
diatribas, las más notables e interesantes eran aquellas que tenían que ver con
nuestros propios ancestros. Evidentemente, sus anales no se remontan al tercer o
cuarto milenio antes de Cristo; aunque están estrechamente relacionados racial y
lingüísticamente a gente cuyos registros sí poseen tal antigüedad; por ejemplo, los
Hititas y los Hurritas parecen estar muy estrechamente relacionados con los Celtas,
cuya literatura épica y su civilización auténticamente heroica han sido examinadas
por Chadwick con gran detenimiento.
En opinión de los escritores clásicos, los Celtas son gente que esta moviéndose
constantemente en sus carretas decoradas. En tiempos prehistóricos, el latín tomó
prestado de los Celtas un vocabulario “relacionado mayormente con las siguientes
categorías semánticas: cabalgar, conducir,…guerra,…vestido,…” y jerarquía social;
vocablos romanos sinónimos de siervo, y nuestro propio vocablo, embajador (del
alemán Amt: oficio u oficial) son accesorios prestados de los Celtas.2 Se trataba
estrictamente de un vocabulario heroico. El mas grande de los héroes celtas, el Rey
Arturo, construyó su cuerpo de caballeros mediante regalos y recompensas, y “era
tan generoso en sus obsequios…que empezaron a escasear las cosas que
distribuía entre la enorme cantidad de caballeros que se presentaban.”3
Al menos un siglo antes del rey Arturo, un escritor clásico narra el antiguo relato de
la forma en que un héroe viajó entre todas las tribus de Gaul dando regalos tan
espléndidos que la gente seguía su carreta por todos lados y lo eligieron rey de las
tribus.4 Debido a que la generosidad debía unirse con la destreza guerrera y la
sangre de noble para que surgieran reyes, no es una sorpresa que los ciclos
mitológicos celtas estén llenos de horribles actos sangrientos y de intriga entre las
grandes casas. El aspecto más interesante de esos ciclos es la forma en que cada
gran casa o nación es completamente exterminada –con la excepción de un solo
sobreviviente– por la siguiente casa o nación dominante y así sucesivamente. Uno
de estos sobrevivientes deambuló por el mundo durante cincuenta años, viviendo
de recuerdos, como en un febril sueño.5 Esas guerras de exterminio se llevaron a
cabo con formalidad ritual.
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Por lo tanto, cuando el Tuatha De Danaan se rehusó dividir a Irlanda en dos partes
con el Fir Bolg, su paladín retó formalmente al mas fuerte de los del Fir Bolg a
enfrentarse en combate cara a cara mientras ambos ejércitos se encontraban en
Mag Tured y acordaron una tregua de cien días para preparar la batalla. Para la
batalla “se acordó…que no habría una confrontación general, sino que ¡una
cantidad de guerreros determinada de ambos bandos irían y lucharían
diariamente!”6 Entre los Celtas encontramos la historia de dos hermanos que luchan
en un duelo a muerte y en el que el vencedor se convierte en el único gobernante
de la tierra. El rey-héroe de los Celtas es una curiosa mezcla de crueldad y
paternalismo.7
Todo parece señalar a las epopeyas egipcias o babilonias, y en efecto, los eruditos
desde hace mucho y con frecuencia han señalado las asombrosas similitudes entre
la literatura épica celta, especialmente la saga Grail, y los rituales y leyendas
babilonias y egipcias.15
¿Qué persona cuando era niño no se colocó entre dos espejos y vio su imagen
repetirse con perfecta precisión pero al mismo tiempo disminuir su brillo hasta
perderse entre las verdes y misteriosas profundidades en donde “nada es lo que
parece”? La cualidad siniestra y perturbadora de tal experiencia es lo más cercano
que se puede experimentar al leer las epopeyas germánicas y los relatos nórdicos.
La mayoría de las sagas del norte deben interpretarse en un número de diferentes
niveles de tiempo en uno solo. Los juglares de lo que los Germanos llaman la “alta”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Pero la tradición heroica germana no empieza con Atila y Ermanrich, ya que existe
evidencia de una tradición heroica Frakish mas antigua, y una tradición Gótica antes
de ésta, mientras que la mas antigua de las sagas escandinavas enfáticamente
evoca en todos sus detalles ¡a Troya!17 En todo momento nuestros ancestros del
Norte se han encontrado a sí mismos viviendo envueltos en condiciones heroicas
de migración y agitación mundial, se han encargado de revivir una auténtica
literatura heroica, pero siempre han tomado como tema, no las hazañas de su
propia época, sino las de un período migratorio anterior. Sin embargo, los cantos
heroicos de esos tiempos se remontan a otras migraciones anteriores y así
sucesivamente. De ahí la confusa impresión de repetición y duplicidad, así como la
sensación de estar perdido en un laberinto del tiempo o, como lo habíamos
mencionado, en una sala de espejos.
Regresemos a los textos nórdicos más antiguos, por ejemplo Edda, escrito en prosa
y echémosle un vistazo a Othinn, el gran prototipo de los primeros reyes.18 Othinn
llega con la tormenta, especialmente en medio de un viento terrible, y sin importar si
es una lanza o una jabalina lo que sostiene en su mano, inmediatamente se dedica
a la destrucción; él es Einherja –el gran destructor; es Sig-fadhir, siempre victorioso
y que habiendo subyugado la tierra construye su castillo, Sigtun, la fortaleza
victoriosa en donde puede sentarse en una torre elevada sobre su elevado trono, el
Hlithskialf, y a través de una ventana especial observa todo lo que sucede en la
tierra. Al menor signo de inconformidad, sus flechas son las encargadas de vencer
la oposición más distante en unos instantes. Su reinado fue obtenido por la fuerza y
por la fuerza se mantendrá, como Loki les recordó en una ocasión a los dioses
cuando en sus copas en un gran banquete los desafió tachándolos a todos de
usurpadores e invasores.
En la leyenda Othinn es el Cazador Salvaje que dirige las terribles hordas a través
del cielo. Los campesinos le temen como guerrero y nómada de la tierra;20 en
ocasiones viaja disfrazado para espiar la tierra con un impermeable y un sombrero,
un báculo y un parche en el ojo –ya que literalmente ha ofrecido su ojo derecho a
cambio de conocimiento y poder. Como dios de runes él trae anales consigo, magia,
conocimiento oculto y un gobierno autocrático.
“Hay algo peligroso y siniestro” en él, se nos dice, que sugiere que se trata de un
“osado aventurero autocrático.” La gente no lo quiere: él es su padre y su
gobernante, pero justamente los mismos que le temen –“también temen su
superioridad intelectual y su aristocrática osadía.” Ningún juramento o súplica
popular de las muchas que han sobrevivido esta dedicada a él: la gente común le
teme y lo evita.21
279
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Cuando Othinn llega a invadir la tierra, encuentra que Thor, Frey y Njord ya la han
ocupado: ellos la invadieron antes y se han establecido para convertirse en
residentes y dioses populares. Pero un examen más minucioso ha mostrado que en
su momento ellos también hicieron todo lo que Othinn esta haciendo. Tyr, por
ejemplo, se remonta al tiempo de la expansión Indo-europea al menos mil años
antes de la época de Othinn. Como Zio, él es idéntico a Zeus como director de las
guerras. Su símbolo, al igual que el de Othinn, era la lanza, que condujo a los
emigrantes prehistóricos de la misma forma en la que la vara de Moisés guiara una
vez a los hijos de Israel.22
La fascinante y aterradora figura de Othinn, que nos recuerda tan fuertemente a los
reyes prehistóricos de Egipto y Babilonia de los que se ha hablado tanto, no es, sin
embargo, una invención de una imaginación calenturienta. De hecho hubo tales
hombres y uno de ellos fue Atila el Huno, el héroe de la mitad de las epopeyas
germánicas y el villano de la otra mitad. Para los Francos, Atila es un peligroso
tirano, “de la mejor cepa ‘asiática,’” mientras que para los Bávaros y los Ostrogodos
es el modelo del benevolente protector.”23
Las epopeyas germanas más antiguas se remontan a la época en que Atila “tomaba
a los hijos de los príncipes de las tierras y los mantenía como rehenes en su corte,
de la que siempre intentaban escapar.”24 Este tema novelesco era más que
imaginación de los poetas: el embajador romano Pricus que visitó la corte de Atila
tenía mucho que decir sobre estos rehenes.
Con relación a las sangrientas y sórdidas circunstancias entre las casas reinantes,
Schneider dice, “no hay nada ficticio en la descripción de estas iniquidades; ofrecen
una absolutamente convincente impresión de haber sido de hecho
experimentadas…la tiranía asiática es real.” Y otro erudito escribe: “creemos que
los eventos de la era épica frecuentemente expresan una trágica perspectiva de la
vida. Mucha sangre valiosa fue derramada, valientes naciones desaparecieron sin
dejar rastro después de realizar portentosas hazañas, los fundamentos de los
grandes imperios colapsaron, lo virtuoso pereció y la vileza se alzó triunfante.”
Debido a que el autor ha leído sagas al menos una vez a la semana durante treinta
años, se siente profundamente tentado a explotar la inmensidad de esta área
negligentemente atendida. Sin embargo, desde que con el progreso de la educación
las revistas de historietas han reemplazado al resto de los libros, debemos
contentarnos con presentar el mundo épico de al menos una saga representativa.
Hablamos de la Thithriks-saga af Bern, una gigantesca obra y “un gran almacén de
leyendas germánicas, redactada en un nuevo estilo literario similar al del
280
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
romanticismo francés, pero que registra antiguas tradiciones.” El gran héroe de esta
saga, como podríamos esperar, no es Teodorico el Godo, sino Atila. Y es el Atila
históricamente auténtico. En la saga Thithriks, Europa es descrita como un
apéndice de Asia –y es exactamente como Jordano, un Godo que atestiguó los
eventos de la época, la describe.27
281
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
De los reyes en general, la saga nos menciona que debían ser ricos en ganado,
buenos jinetes y repartidores generosos de riquezas.43 Para conseguir esto último,
un rey necesariamente era astuto y codicioso.44 Los grandes jefes eran por derecho
propio grandes comerciantes y hombres de negocios –virtud que no en pequeño
grado era el responsable de su poder. El mercado o torg disfrutaba de su especial
protección,45 siendo especialmente importante la feria del caballo;46 y en la saga
podemos observar a las caravanas de mercaderes moviéndose entre Europa y Asia
exactamente de la misma manera en que lo habían hecho durante las épocas
heroicas mas antiguas.47 La actividad apropiada de un rey es asaltar e invadir las
tierras de otros reyes, tomar tantos borgir (castillos, fuertes, etc.) como sea
posible,48 y regresar con multitud de ganado.49 Las novias eran compradas con
cabezas de ganado, como en las crónicas de Homero, y rechazar una oferta
matrimonial era un insulto fatal: “si no das a tu hija a Atila por esposa,” dice su
mensajero al gran rey, “arrasará tus dominios.”50
Cuando Osantrix se convenció de que Atila iba en pos de la conquista del mundo,
“reunió en su contra a toda la gente de su reino y nadie pudo hacerles frente a
dondequiera que iban."51 Debido a que los dos reyes estaban determinados a
enfrentar una guerra de exterminio al mas puro estilo jaredita, sus asuntos fueron
regulados con gran formalidad: las cartas apropiadas de desafío fueron
debidamente intercambiadas y los preparativos de los dos ejércitos fueron llevados
a cabo con ritual decoro.52 Cuando los ejércitos se encontraron frente a frente,
ambos reyes colocaron sus landtiolds o pabellones reales uno frente al otro a
manera de un reto lanzado a su enemigo.53
Estos combates mano a mano entre los reyes eran comunes y las reglas de
caballería eran escrupulosamente observadas, como por ejemplo, “no atacar por
debajo del escudo.” Los héroes lucharían durante todo el día hasta la caída de la
noche, entonces se retirarían a sus tiendas para descansar durante la noche y
reanudarían el combate a la mañana siguiente.54 En cierta ocasión, los reyes
estaban tan resueltos a terminar la lucha que ésta se prolongó incluso durante la
noche hasta que ambos cayeron desmayados por la pérdida de sangre.55 El rey que
era vencido en uno de estos combates era, o bien decapitado por el vencedor, o
caía a sus pies invocando horribles juramentos de sumisión.56 Un tributo regular de
ganado era exigido por el vencedor.57
Como en otras culturas heroicas, es muy importante para un noble “que todos los
hombres escuchen su nombre.”58 Se debe hablar de él en las grandes casas y debe
ser conocido en todo lugar en el que se detenga para pasar la noche, recibir la
hospitalidad de los de su propia clase, familia y orden después del consabido
intercambio de credenciales.59 El caballero viajaba con su escudo de armas e
insignias de la nobleza a la vista, para que pudiera ser reconocido por un amigo o
un enemigo a la distancia.60
Vestían a la usanza asiática, los pantalones y la armadura inventada por los jinetes
de las estepas.61 Los castillos en la saga son los mas interesantes: son grandes
estructuras de madera62 empleadas principalmente como lugares de refugio –
refugios nocturnos y retenes militares.63 El castillo era una necesidad en un mundo
atestado por bandas de ladrones, forajidos solitarios y aventureros;64 incluso eran
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
En la saga Thithriks, las grandes casas como las de los reyes, siempre estaban
tratando de reclutar seguidores disputándoselos entre sí.66 El mutuo saqueo e
incendio de castillos, como en Froissart, viene siendo casi una formalidad.67 Poner a
un rival en fuga e incluso respetar su vida mediante el convincente recurso de la
mutilación era algo común,68 así como la costumbre de señores rivales de mantener
al otro “en cadenas”69 después de haber logrado el control del rival mediante alguna
ingeniosa estratagema como un gesto de hospitalidad.70
“¡Así que regresamos con los Jareditas!” gritó Justino una noche un año después de
que los tres amigos habían iniciado sus disertaciones.
“Ha sido un viaje muy interesante,” admitió el profesor F., “pero me pregunto si era
realmente necesario ir tan lejos. Analizar veintidós epopeyas es un trabajo
extenuante.”
“Me parece que era necesario,” dijo el profesor Schwulst amablemente. “Cuando
estamos tratando con eventos matemáticamente incuantificables, es difícil saber en
qué punto podemos decir que algo ha sido demostrado. La única manera en que
podemos estar seguros es sobrepasando las probabilidades.”
“E incluso algo mas que eso,” agregó Justino. “¿Quién, por ejemplo autorizó a
Chadwick o a alguien mas para decidir justamente los elementos que deberían
considerarse como evidencia auténtica de la poesía épica? ¿Cómo sabemos que en
su lista no hay más que sus propias ideas? Solo podemos averiguarlo leyendo las
epopeyas nosotros mismos. Cada una es como un ente y no se fragmentan
arbitrariamente en asuntos colaterales. Más importante que cualquier revisión
estadística de temas recurrentes es la impresión de que cada epopeya engloba un
todo. Y esa impresión solo puede experimentarse si se lee cada obra de principio a
fin.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Bueno, casi nadie,” reconoció Justino. “Pero dado que nosotros tres hemos ido tan
lejos ¿puedo pedirles como nuestra última tarea que leamos nuevamente el libro de
Eter una vez mas –no como epopeya, porque ha sido despojado de su forma épica,
sino como un rico depósito de material épico?”
Moroni, nuestro editor, admite el daño ocasionado,” respondió Justino; “él dice que
los hombres de su época eran notoriamente carentes de las peculiares dotes
literarias que poseían aquellos que escribieron el libro de Eter original: ‘he aquí, no
nos has hecho fuertes en escribir, como al hermano de Jared;’ nos confiesa, ‘porque
le concediste que las cosas que él escribiera fuesen tan potentes como tú lo eres, al
grado de dominar al hombre al leerlas’ (Et. 12:24). Sin embargo, esto no solo se
aplica para el caso de estos dos hombres, sino también al legado de ambas
civilizaciones: ‘…Señor, nos has hechos fuertes en palabras por la fe, pero no nos
has hecho fuertes para escribir; porque concediste que todos los de este pueblo
pudiesen declarar mucho,…y tú has hecho que no podamos escribir sino poco,…así
que, cuando escribimos, vemos nuestra debilidad, y tropezamos al colocar nuestras
palabras’” (Et. 12:23-25).
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
de sustancia en todo caso, pero hasta nuestros propios días nadie sabía qué era.
Simplemente es el hecho de que las epopeyas genuinas dicen la verdad. Podemos
agradecer a Milman Parry por haber demostrado que ‘una epopeya auténtica solo
puede ser producto de un entorno épico genuino.’”
“En otras palabras,” concluyó Justino, “la literatura épica no puede ser falsificada.”
“Inclusive,” dijo el profesor F., “el autor del Libro de Mormón parece estar consciente
de esa diferencia –debe haberlo estado para hacer que Moroni diga las cosas que
dijo.”
“Debió haber sido tremendo,” dijo suspirando Justino, “como ’para dominar al
hombre’ al leerlo.” Y todo lo que ahora tenemos es el breve resumen de Moroni
tomado de la traducción e intercalado con sus propias notas y comentarios. Eso
significa que todo lo que nos queda es un esbozo del material épico.”
“Aun así debería ser suficiente material para un minucioso examen,” dijo el profesor
Schwulst; “hay cuarenta páginas de material disponible y algunas de ellas son
sorprendentemente compactas. Así que revisemos nuevamente la lista de Chadwick
y esta vez veamos cómo encaja en el libro de Eter.”
“El libro de Eter inicia con la misma tónica de todas las epopeyas; dos factores que
de acuerdo con Kramer son ‘primariamente responsables del resto de las
características de…toda época heroica,’ la desintegración de una civilización
mundial y el esparcimiento y vagabundeo de los pueblos resultantes.75 Y aquí los
tenemos a ambos: ‘Jared…vino con su hermano…en la época en que el
Señor…juró en su ira que serían dispersados por toda la superficie de la tierra,
y…fue dispersada la gente’ (Et. 1:33). Avanzaron con sus hatos y rebaños, amigos
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
y familiares (Et. 1:41), arrancados de raíz y esparcidos por toda la tierra (Et. 1:38),
pero conservando todavía la esperanza, como todo pueblo épico, de convertirse en
‘una gran nación’ e igualar o superar a otros” (Et. 1:43).
"Philip de Comines nos ofrece un interesante comentario sobre este último punto,”
interrumpió el profesor F., “cuando nos dice que por las leyes de caballería era el
deber solemne de toda nación y monarca llegar a encumbrarse mas alto que los
demás –una regla que hace de la guerra el estado natural de las cosas. Una
condición crónica de lucha fue, por tanto, la herencia recibida por la Edad Media
desde las épocas de migración.”76
“En estricto apego a la tradición épica,” continuó Justino, “la historia de los Jareditas
es presentada bajo la forma de una genealogía de los reyes; el libro de Eter es de
hecho un comentario sobre la base genealógica como plataforma y Moroni
haciendo la mayoría de los comentarios. La historia inicia con una larga lista de los
nombres de los reyes y todo lo que sucede es una continuación y expansión de esa
lista. En apego a sus héroes, la mayoría de ellos son figuras sobredimensionadas
ya sea para bien o para mal, al mas puro estilo épico; el libro de Eter observa
escrupulosamente la regla de que en una auténtica epopeya ‘no hay un personaje
que aparezca uniformemente desfavorecido.’ ¿Quién fue el peor de los Jareditas?
¿Akish?¿Riplákish?¿Coriantumr?¿Shiz? sin importar cual se elija, eventualmente
uno se encontrará igualmente inclinado a compadecerlo o a odiarlo; tampoco se
negará sentir una renuente admiración por la ferocidad y el abandono mostrados
por estos terribles guerreros que, aunque se saben condenados continúan, como el
Lucifer de Milton, persiguiéndose con indomable ferocidad e implacable energía
hasta el fin.”
Una vez mas, como en toda epopeya, todo episodio registrado en el libro de Eter se
desarrolla en el campo de batalla (como en los capítulos del 13 al 15), en la corte
(como en las historias de intriga de los capítulos 7 al 12) o en parajes despoblados,
donde como lugar para esconderse y practicar la cacería eran desempeñaban un
papel casi tan importante como el combate (Et. 2:6-7; 3.3; 14:4, 7; 10:21). La lucha
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
toma la apropiada figura heroica del combate mano a mano entre los héroes, con la
defensa y conservación de su feudo como principal motivo; el combate se realizaba
de acuerdo con las reglas establecidas de caballería. Esto está perfectamente
ilustrado en la actuación de Coriántumr, quien resultó herido tras salir victorioso de
su refriega con Shared (Et. 13:27-31); entonces luchó mano a mano con Gilead (Et.
14:3-8) y a continuación contra Lib (Et. 14:12-16). Finalmente con Shiz, su rival más
peligroso, traba una serie de combates cara a cara (Et. 14:30; 15:30). Dado que en
las épocas heroicas uno llega a ser líder exhibiendo sus habilidades en abierta
competición, la rivalidad y ambición personales son los motivos ordinariamente
aceptados para la guerra y no es necesaria otra excusa. Durante toda la historia
jaredita, la perenne fuente de conflictos y derramamiento de sangre es simple y
sencillamente la rivalidad entre grandes líderes, y así es también en toda la
literatura épica.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
El contrato feudal presente en toda sociedad feudal se basa ante todo en una mutua
obligación de vengar los agravios recibidos. El libro de Eter está repleto de ejemplos
de este tipo. Los hijos del rey Omer, por ejemplo, “estaban enojados en extremo”
contra Jared por haber usurpado el trono de su padre, y “reunieron un ejército” con
el que lo obligaron a devolver el reino (Et. 8:2-6). En la misma forma, “los hijos de
Coriántumr vencieron a Shared, y de nuevo entregaron el reino a su padre” (Et.
13:19); proceso en el cual “combatieron mucho y se desangraron mucho (Et. 13:24).
Pero este Coriántumr habría aceptado gustosamente igual devoción hacia su
persona en la época en que el hermano de Lib “había jurado vengarse…de la
sangre de su hermano” (Et. 14:24), al que Coriántumr había dado muerte en un
combate mano a mano durante una batalla. Vengar la sangre derramada es
obviamente la regla en ésta, así como en el resto de las sociedades épicas; lugar en
el que se dan cita esas añejas y trágicas enemistades que abundan en la literatura
épica, especialmente en aquellas que conforman el "período de la saga." Las
confrontaciones en el libro de Eter son casi todas producto de enemistades
familiares, sórdidas disputas entre reyes guerreros, hijos ambiciosos y hermanos en
busca de venganza (Et. 8:2-6, 9-12; 7:4, 13-16; 12; 10:3-4; 11:4), aunque son
complicaciones típicamente asiáticas, éstas debieron haber sido introducidas por la
poligamia, una costumbre reportada de forma completamente casual por Eter (Et.
14:2) y totalmente típica de los primeros períodos heroicos. La peor de las
conspiraciones registradas en el libro de Eter es urdida por una mujer, que emplea
como su propia guía “hágalo usted mismo” en el arte del asesinato, ciertos libros
que los antiguos habían traído del viejo mundo (Et. 8:9-10). Como hemos visto,
nada es más típico de las épocas post-heroicas, en que los pueblos se han
establecido después de la migración, que esas nefastas mujeres y sus ambiciones
criminales –las tragedias griegas, al igual que las sagas nórdicas, están llenas de
ellas y no están ausentes en cualquier ejemplo de literatura heroica genuina.77
Cuando Chadwick describe un típico ciclo épico como “poco mas que un catálogo
de crímenes cometidos por un pariente [de la familia reinante] contra otro,” y
posteriormente describe esos crímenes como particularmente horribles en su
naturaleza, no necesitamos disculpar al libro de Eter por descuidar o por exagerar
ese tipo de cosas.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
demandaba que el rey fuera el último sobreviviente en cualquier conflicto. Dado que
todos sus súbditos habían prestado juramento de morir en defensa de su persona,
en teoría, el rey debía ser el último en perecer, y en la práctica en ocasiones
realmente lo era. En ocasiones, la única forma de evadir las consecuencias de ésta
inconveniente regla era que otro noble disolviera automáticamente a la nación tras
la muerte del rey, como si todo el pueblo hubiera sido destruido junto con él. En
tales casos, los activos humanos de un rey pasaban a formar parte de las fuerzas
del rey vencedor.78
“Sin embargo, hay algo que me intriga,” dijo el profesor F. en esta última ocasión en
que se habían reunido. “¿En donde está la evidencia arqueológica de todo esto?”
“La gente tiene la propensión a esperar que cualquier civilización descrita en los
textos como grande y poderosa deje tras de sí vestigios arqueológicos majestuosos.
Los imponentes pilares de las construcciones egipcias y babilonias nos han
engañado al hacernos creer que la grandeza e incluso la existencia de una
civilización pueden ser juzgadas a partir de sus vestigios materiales. Nada podría
estar más lejos de la verdad. La grandeza de una civilización radica en sus
costumbres, y como el Dr. Coon ha señalado recientemente, ‘las costumbres no
generan restos arqueológicos que puedan fácilmente detectarse.’79 Esto ha
conducido incluso a expertos a pasar por alto la importancia y en ocasiones la
existencia de mundos heroicos o épicos.”
“O mas aun,” corrigió el profesor Schwulst, “siempre se había asumido que no había
otra opción en la historia antigua entre un completo estado salvaje o la vida
sedentaria de aldeas y ciudades. De hecho los antiguos no estaban comprometidos
totalmente con alguno de los dos tipos de vida. Sin embargo, debido a que los
agricultores y los moradores de las ciudades dejan restos y los nómadas no,
aquellos siempre recibían el crédito de haber aparecido primero. Como lo ha
señalado Childe: ‘la naturaleza de la evidencia arqueológica es susceptible de
favorecer esta perspectiva excesivamente; los pastores de viven en tiendas y
utilizan herramientas hechas de hueso y recipientes fabricados con piel, dejan
pocos restos detrás de ellos, de manera que dondequiera que aparezcan restos de
las primeras civilizaciones existe una probabilidad de cien a uno de que esos restos
hayan sido dejados por aldeanos o agricultores, quienes se llevan todo el crédito al
ser considerados los fundadores de las civilizaciones.’80 De hecho, una sencilla
reflexión mostrará que ellos no pudieron haber sido los primeros, y ahora los
eruditos están de acuerdo en describir a las primeras civilizaciones mas en términos
heroicos que en términos agrícolas. Nilsson advierte a sus colegas arqueólogos que
están perdiendo el tiempo buscando evidencias genuinamente heroicas –es decir, la
época de la migración de los Griegos: ‘ninguna evidencia arqueológica está
preservada,’ dice; ‘…algunos arqueólogos ha intentado encontrar la cerámica de los
griegos invasores. Mucho me temo que incluso esta esperanza es susceptible de
causar desilusión, ya que las tribus nómadas no usan recipientes fabricados con un
material que puede romperse fácilmente, como ha quedado demostrado mediante el
estudio de los recipientes empleados por las tribus nómadas modernas. Este fue un
período histórico de gran importancia y actividad, y de la realidad de una elevada
civilización, aun no se han encontrado evidencias.”
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“Por el contrario,” contestó Schwulst, “es la norma cuando estamos tratando con
pueblos y épocas heroicas. Al igual que los primeros agricultores, su cultura y sus
costumbres pueden ser muy antiguas, ‘raramente permanecen en un sitio lo
suficiente como para producir un montículo funerario’”81
“Tal vez la mas grande82 y con toda certeza una de las civilizaciones que mas
perduraron fue la de los Iraníes del Este,” continuó diciendo el profesor F., si bien
esa gente ‘ya había aprendido a vivir en habitaciones permanentes’ (el Avesta tiene
mucho que decir con respecto a sus espléndidos castillos), la arqueología aun no ha
traído a la luz un solo inmueble construido en esa época.83 Uno puede enlistar
cientos de grandes y poderosas naciones de la antigüedad, cuya existencia y
hechos son indiscutibles, ya que la evidencia histórica y literaria de tales hechos es
abundante, incluso de los hechos y construcciones para los que no existe la mas
mínima evidencia física.
“Desde luego que los pueblos heroicos construyeron mucho, tal y como nos lo
reportan su registros, pero el problema es que nada de ello puede ser identificado.
La situación es por lo tanto planteada por Chadwick: “la evidencia arqueológica es
abundante, aunque no como una regla enteramente satisfactoria. Todavía existen
grandes cantidades de raths o fortalezas terrenas, usualmente mas o menos de
estructura circular, y muchas de ellas son mencionadas en las historias de la época
heroica.’84 El problema es identificarlas. En ningún otro lado han sido mas
exhaustivamente estudiados estos montículos y carros durante años que en
Inglaterra; los expertos todavía no se ponen de acuerdo si tal o cual montículo es de
origen Celta, Romano, Normando, de la Era Paleolítica, Sajón, Danés o incluso de
la Edad Media tardía. Se ha especulado sobre el particular durante cientos de años
y la discusión aun continua.”85
“Esto es lo que Chadwick dice aquí,” agregó Schwulst, “’la evidencia arqueológica
puede demostrar la existencia de las condiciones requeridas para una historia épica
en cierto lugar y época, aunque no puede aportar nombres a menos que se
encuentren registros,’86 –y a menos, podríamos agregar, que los escritos pudieran
ser leídos. Sin eso, todo lo que podemos esperar es una idea general de lo que se
señala –nada específico. La ilustración clásica para esto es, desde luego, el
descubrimiento de Troya por Schliemann. Actualmente, todo párvulo de escuela
primaria sabe que la ciudad que Schliemann identificó como la Troya de Homero no
lo era en realidad; de lo que a menudo no se ha tomado conciencia es que ninguna
ciudad de la colina de Hissarlik ha sido identificada como Troya, y hasta el día de
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
hoy las ruinas de Hissarlik todavía siguen siendo conocidas propiamente por los
arqueólogos como ‘el presunto sitio de Troya.’87 Incluso Homero ha descrito la
ciudad de Troya con mayor amplitud y detalle que lo que el Libro de Mormón dice
de cualquier ciudad. En vista de ello ¿podemos esperar tener mejor suerte en
América?
“El problema principal parece residir en que ésta gente no construía con piedra. En
todas las epopeyas que hemos mencionado, los grandes castillos indirecta o
específicamente se muestran como construidos con madera. Incluso pocos edificios
de piedra que han sobrevivido, como las primeras tumbas reales de Egipto,
muestran, como lo señala Ricke, el carácter nómada de sus constructores; cada
detalle de su construcción es una cuidadosa imitación de las vigas y tableros de
madera, así como de las paredes colgantes de estera que constituían los modelos
originales. Esto es igualmente cierto con respecto a los palacios y a las tumbas de
la realeza heroica, independientemente de su origen Egipcio, Persa o Babilonio: son
fieles reproducciones de los originales fabricados con madera y tela.88 Una vez
mas, los pocos templos sobrevivientes de Grecia son, naturalmente, de piedra e
incluso ellos preservan en el mármol todo el meticuloso detalle de las tablas, vigas,
perchas y junturas de un templo griego normal, que era de madera.89 Pero salvo
honrosas excepciones, los antiguos (a excepción del Cercano Oriente) parecen casi
haber olvidado construir en piedra; pero debido a que esas excepciones fueron los
únicos edificios sobrevivientes, han dado al mundo la impresión de que los antiguos
nunca construyeron algo que no fuera de piedra. Plinio, al igual que San Jerónimo,
incluso menciona que era inmoral construir con piedra, y ciertamente antes de su
época había pocos edificios de piedra en Roma.90
“Por supuesto, si no había madera, eso era otra cuestión. En el Cercano Oriente
sabemos de muchas fuentes que la escasez de madera era aguda en épocas
antiguas: por lo tanto tuvieron que edificar con piedra.91 Pero, en contraste,
consideremos Europa. Los Bogs escandinavos tenían una abundancia de artículos
de metal, piel, seda y madera que ‘evidenciaban la presencia de una alta, incluso
brillante civilización, en tanto que los registros hablan de las mas maravillosas
ciudades y castillos, como el fabuloso castillo Jomsborg; aun no se han encontrado
ni vestigios de tales ciudades y castillos salvo terraplenes y montículos. Los relatos
Welsh están llenos de descripciones de imponentes castillos; aun tras una larga y
minuciosa búsqueda no ha podido hallarse evidencia de una sola ruina de piedra
anterior a la época de Eduardo I, quien trajo a Bretaña la moda de los castillos de
piedra del Cercano Oriente, lugar en donde había estado tomado parte en las
Cruzadas.
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“Las poderosas obras ciclopeas de los Micenios y las instalaciones tipo fortaleza-
palacio de los Hititas son la excepción que confirma la regla,” respondió Schwulst,
“ya que la albañilería ciclopea no es decididamente un estilo de construcción
empleado por gente acostumbrada por largo tiempo a trabajar con piedra. Se trata
de un hábil cambio, un paso inteligente en la adopción de un medio novedoso, o
quizá, como recientemente se ha sugerido, un deliberado intento de construir al
estilo ‘megalítico,’ manteniendo las piedras deliberadamente de forma irregular.
Pero este estilo de edificación es extremadamente laborioso, difícil y costoso y cayó
en desuso. Nunca llegó a ser un estilo de construcción propiamente.”94
“Desde el Egipto prehistórico hasta Babilonia y desde las mas remotas regiones del
Norte hasta las mas recónditas planicies de Asia es la misma historia: los grandes
conquistadores son los grandes constructores de ciudades, y estas ciudades no son
mas grandes que sus imperios. Efectivamente, hay gran cantidad de evidencia al
respecto, ya que la costumbre requería que todo rey inaugurara su reino con la
edificación de una capital –un sistema que agrega mucho a la complejidad de los
comienzos de la historia egipcia.”
“Existen algunos centros perennes, como Babilonia, Tebas y Roma, pero ¿dónde
están los otros? En el centro de todo gran ciclo épico se vislumbra un super-centro
con su fabuloso castillo y su ciudad amurallada cuyas puertas están orientadas
hacia los puntos cardinales –Camelot, Tara, Susat, Troya, Sitgun, Heliópolis, Liere,
Asur, etc.; después de años de búsqueda, ninguno de esos poderosos centros ha
podido ser localizado con certidumbre. Ya hemos mencionado Troya, pero no
menos persistente ha sido la búsqueda de las ciudades de On o Heliópolis en
Egipto. Los registros mas antiguos constantemente mencionan a Heliópolis como el
centro político y religioso global durante largos siglos; a tal grado las búsquedas
mas exhaustivas habían fracasado rotundamente en la intentona de presentar al
menos un botón o la cuenta de un collar para mostrar donde se ubicaba Heliópolis,
que hasta antes del reciente descubrimiento de un cementerio predinástico en el
área, algunos de los mas avezados investigadores, como Miss Baumgartel, insistían
292
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con fervor y convicción que ahí no podía haberse encontrado tal lugar, ¡aunque los
escritos abundantemente así lo indicaban!. Podría darles infinidad de ejemplos
como éste.”96
“El profesor Nilsson nos ha dado una buena descripción de los acontecimientos
posteriores,” dijo Schwulst mientras buscaba un párrafo:
Para llevar a cabo las grandes expediciones mediante las cuales los Griegos
fundaron colonias y alcanzaron tierras cada vez mas hacia el Este, era importante
no desligarse de las incursiones de pequeñas bandas de vagabundos, pero éstas
células debían necesariamente ser respaldadas por alguna fuerza, aunque se
tratara de una organización feudal libre. El asiento de esta fuerza de apoyo era
Micenas, al menos en el comienzo de la última Era Micénica, cuando una gran
actividad constructiva se estableció y un gran palacio, la gran muralla circular con la
Puerta del León, la Tumba Circular y los sepulcros mas imponentes de los
Ptolomeos fueron erigidas.97
“Pero ¿es seguro generalizar al mundo antiguo como un todo?” preguntó el profesor
F. sensiblemente perturbado.
293
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
“La cuestión es que todos los hombres con liderazgo siguen el mismo patrón,”
replicó Schwulst, “y parecen saberlo.” La mejor descripción de esa particularidad
hasta el día de hoy es la que ha presentado Claude Schaeffer, el eminente
investigador de Ras Shamra-Ugarit, el antiguo centro en el que convergen todas las
líneas culturales y lingüísticas del antiguo Oriente. Schaeffer comparó
cuidadosamente y correlacionó los hallazgos arqueológicos de todos los principales
centros de civilizaciones de la antigüedad, desde Asia Menor hasta el corazón de
Asia (tanto como los materiales disponibles se lo permitieron), y apareció con los
bosquejos mas consistentes y significativos. Schaeffer descubrió que los principales
centros urbanos del mundo antiguo fueron destruidos en seis ocasiones entre los
años 2400 y 1200 a.C. y en cada ocasión todos fueron incendiados y fueron
convertidos en ruinas a causa de los terremotos. Terremotos, hambrunas, plagas y
factores climáticos fueron culpables de esta serie de catástrofes de alcance global,
de acuerdo con Scheaffer, quien pone como mayores responsables a los
terremotos. Después de cada uno de esos colapsos mundiales, encontramos una
aguda disminución de la población, mientras que la gente por todos lados regresa a
un estilo de vida nómada generando con ello grandes hordas invasoras formadas
por la mezcla de seres humanos de los mas variados antecedentes raciales y
lingüísticos que se mueven desde las áreas mas afectadas hacia las mas fértiles –la
incertidumbre que les espera es menor que ola que han dejado atrás. De la primera
de esas oleadas de seres humanos afectados, Schaeffer escribe: ‘tal vez el vasto
movimiento que acompañaba a los pueblos era generado por cierto aire belicoso
que, gracias a la superioridad de sus armas y a su vigor físico, fue capaz de
extender sus conquistas sobre vastas áreas del Asia Occidental a pesar de su
inferioridad numérica.’”98
“Es notable cómo todos los tipos de evidencia empiezan a fusionarse en una sola
imagen del pasado,” señaló el Dr. Schwulst, “¡y una imagen muy diferente de lo que
solía ser! En lugar de una evolución lenta y gradual, encontramos retrocesos y
avances, ¡y no hay garantía alguna de que la suma de todos esos retrocesos sea
menos considerable que los avances! Esos contratiempos, como lo señala
Schaeffer con gran pesar, son el resultado de fuerzas que se encuentran totalmente
fuera del alcance del control humano. ‘Comparado con el alcance de ésas crisis
generalizadas,…dice, las hazañas del conquistador y los logros de los líderes de
Estados son completa y patéticamente intrascendentes. La filosofía de la historia,
en lo que respecta al antiguo Oriente, nos parece que ha sido singularmente
distorsionado por la sumamente conveniente adopción de patrones dinásticos; sin
embargo, son convenientes para una clasificación de tipo cronológico.’99 En otras
palabras, no es el hombre quien hace historia antigua; aun incluso en asuntos
estrictamente humanos aparecen curiosos altibajos, con retrocesos tan normales
294
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
como parte del cuadro como el progreso. Tomemos por ejemplo, el caso del hierro.
Al respecto, Scheaffer escribe:
“¡Aquí tenemos un paso importante en la historia humana que ha sucedido una vez
mas!”
“No lo sabes,” contestó Schwulst. “No debes suponer, por ejemplo, que la primera
de las grandes calamidades de Scheaffer, con sus migraciones correspondientes,
fue el primer evento de esa naturaleza. Hace mucho tiempo los filólogos fueron
capaces de trazar con certeza los flujos migratorios de pueblos de los que se carece
de la mas mínima evidencia arqueológica,101 y ese patrón se repite
retrospectivamente hasta la migración mas antigua de todas, época en la que, de
acuerdo con el mas notable de los filólogos, los ancestros de todas las culturas y
lenguas del mundo se esparcieron en todas direcciones desde un punto común,
buscando desesperadamente pastos para sus rebaños.”
295
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Notas de la Parte 3
Notas del Capítulo 1: La Era del Heroísmo.
1. La parte 1 de "There Were Jaredites," IE 59 (January 1956): 30-32,58- 61,
iniciaba en este punto.
2. H. L. Lorimer, "Homer and the Art of Writing: A Sketch of Opinion between 1713
and 1939," AJA 52(1948): 12-13.
3. Ibid., 14-15.
4. Thomas Percy, Reliques of Ancient English Poetry, 3 vols., ed. Henry Wheatley
(London: Allen & Unwin, 1885), 1:350.
8. Samuel N. Kramer, "New Light on the Early History of the Ancient Near East, "
AJA 52(1948): 157.
9. Ibid.
14. Kramer, "New Light on the Early History of the Ancient Near East," 159.
17. Kramer, "New Light on the Early History of the Ancient Near East," 158-59.
296
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
22. Carleton 5. Coon, The Story of Man (New York: Knopf, 1954), 6.
32. Ibid.
297
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
5. V. Gordon Childe, New Light on the Most Ancient East (New York Praeger, 1953),
42-43: "Pottery vessels. . . exhibit a perfection of technique never excelled in the Nile
valley."
11. Herbert Ricke, "Bermerkungen zur ägyptischen Baukunst des alten Reichs I,"
Heft 4 of Beiträge zur ägyptischen Bauforschung und Alter- tumskunde (Zürich:
Borchardt Institute für ÄgyptischeBauforschung und Altertumskunde in Kairo, 1944) ,
25-27, 36-38, 109-10.
12. Eberhard Otto, "Ein Beitrag zur Deutung der ägyptischen Vorund
Frühgeschichte," Die Welt des Orients 1(1952): 431-53.
14. Lo que Justino (Nibley) había escrito era que la "amplia variedad de las tribus de
las estepas... obligaron a los indispuestos habitantes de la tierra a cooperar para de
ahí en adelante formar un gran Estado." Hugh W. Nibley, "The Arrow, the Hunter,
and the State," WPQ 2(1949): 328.
18. Ibid., 22, and Alan H. Gardiner, Egyptian Graininar (Oxford: Oxford University
Press, 1950), 204: "Un evento que ocurría bienalmente era el censo del ganado y
este llegaría a ser el evento estándar por medio del cual los años eran
contabilizados."
298
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
20. Entonces el rey Merekere habla de los Asiáticos: "Traje cautivos a sus
habitantes; robé sus rebaños," Alan H. Gardiner, "New Literary Works from Ancient
Egypt," JEA 1(1914): 31.
24. Carl Fries, Studien zur Odyssee L Das Zagmuklest auf Scheria (Leipzig: Hinrich,
1910).
25. Raymond O. Faulkner, "The `Cannibal Hymn' from the Pyramid Texts," JEA
10(1924): 102. Sethe's number is Pyr. 393a-414c.
26. Faulkner tiene duda sobre el pasaje, que Mercer menciona: "N. es el toro de los
cielos, quien (una vez) sufrió miseria y decidió (lit. dió su corazón) vivir en el ser de
todo dios," Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, 1:93 (Pyr.
397a).
31. Rudolf Anthes, "The Original Meaning of Ma Hrw," JNES 13 (1954): 21-51.
32. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 388a- c.
33. E. A. Wallis Budge, The Book of the Dead: The Papyrus of Ani, 2 vols. (New
York: Putnam, 1913), 1:185-87; 2:495-97.
34. Ibid., 1:185-86: "Un gran número de diosas del mismo nombre se desarrollaron
a partir de ella, y fueron identificadas con Isis, Neith, Iusaset, y muchas otras diosas
cuyos atributos absorbieron. Un grupo de siete Hathors también es mencionado."
35. Edouard Naville, "La destruction des hommes par les dieux," TSBA 4 (1875): 1-
19; quotes from 4-5, 16; el texto mas reciente está en Edouard Naville, "L'Incription
de Ia destruction des hommes dans Ie tombeau de Ramses III," TSBA 8(1884): 412-
20.
36. "III Egypt Revisited," IE 59 (April 1956): 244-45, 256, 258, 260, iniciaba con esta
frase.
299
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
37. Kurt H. Sethe, Urgeschichte und älteste Religion der Ägypter, in vol. 18, pt. 4 of
Abhandlungenfür die Kunde des Morgenlandes (Leipzig: Deutsche Morgenländische
Gesellschaft, 1930), 68.
38. Gerald A. Wainwright, "The Red Crown in Early Prehistoric Times," JEA 9(1923):
26-33.
44. Helene J. Kantor, "Further Evidence for Early Mesopotamian Relations with
Egypt," JNES 11(1952): 23950.
47. O. Rössler, "Akkadisches und libysches Verbum. I," Orientalia 20 (1951): 101-7.
51. T. Burton-Brown, Studies in Third Millennium History (London: Luzac, 1946), 93.
53. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 607a- b.
54. Thus ibid., Pyr. 2100a-c: "O. N., Horns has woven his tent over thy head; Set
has stretched out thy canopy; be enclosed, O father, by the divine tent; thou art
brought there in thy beloved places.
300
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
61. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 919c.
65. E. A. WalIis Budge, "On the Hieratic Papyrus of Nesi-Amsu, a scribe in the
Temple of Amen-Ra at Thebes, about B.C. 305," Archaeologia 52(1890): 535-63.
66. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 310c- 311d.
67. Adolf Deissmann, Light from the Ancient East (New York: Doran, 1927), 368-73.
71. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 400b- 402c.
301
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
85. La tardía historia de Petubastis, llamado "La Lucha por los Derechos de Amón,"
tiene un increíble similitud con una epopeya Indo-Europea que Pieper encontraba
francamente sospechosa hace veinticinco años, si bien ninguna evidencia ha sido
encontrada para probar que no era de origen nativa egipcia; veäse Max Pieper, Die
Ägyptische Literatur (Wildpark-Potsdam: Akademische Verlagsgesellschaft
Athenaion, 1927), 90-92.
86. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 214b- 215c.
94. Re aparece desde un principio "en su fabuloso castillo con una corte cuyo
esplendor refleja la gloria de las cortes de los reyes terrenales, y transplanta al cielo
la vida de un rey del Viejo Reino, con sus archivos, mensajeros, ceremonias y todo
lo demás," véase Schott, Mythe und Mythenbildung im alten Agypten, 17-18.
95. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 136b- 137c.
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Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
103. La población egipcia es descrita por los escritores clásicos como compuesta
por únicamente tres clases sociales: sacerdotes, guerreros y artesanos; véase
Plato, Timaeus III, 22A; Diodorus, Bibliotheke I, 74. Los agricultores están
emparentados con la tierra y todo lo relacionado a ella; también James H. Breasted,
Ancient Records of Egypt, 5 vols. (Chicago: University of Chicago Press, 1906),
1:285 (No. 630). En algunas partes de los Textos de la Pirámide (declaración 422,
renglón 761), Faraón cultiva la tierra de forma ritual, pero esos fragmentos destacan
notablemente del resto en contenido y estilo.
104. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 817a-818a.
111. W. Helck, "Rpt auf dem Thron des Gb," Orientalia 19(1950): 417-18.
112. Ibid., 430-31. Debe señalarse que algunos egiptólogos, particularmente Moret,
han identificado a Atum con Adán.
116. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 757- 764.
119. Gardiner, Egyptian Grammar, 73; cf. Moret, Histoire de l'Orient, 1:185.
303
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
122. R. Lepsius, Denkmäler aus Ägypten und Athiqpiat, 17 vols. (Berlin & Leipzig,
1849-59,1897-1913), 3:169; reprinted in Bonnet, Real lexikon der aegyptischen
Religionsgeschichte 399, fig. 102.
123. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. Text, 625a; cf.
622a-625d.
126. Así como el papiro simboliza al Bajo Egipto y la sedge (shema) al Alto Egipto,
el loto representa toda la tierra, como en una escena de la corte real dibujada en el
papiro de Hunefer, en el que un loto, brota delante del trono, exactamente como en
el facsímile 3 del Libro de Abraham; esto se supone son los dioses de las Cuatro
Regiones; reproducido en Budge, The Book of the Dead: Papyrus of Ani, 1:241, fig.
1.
129. Se pueden encontrar interesantes comentarios sobre los rígidos cánones del
arte antiguo en Kees, Aegypten, 265; E. Douglas Van Buren, "Ancient Beliefs and
Some Modern Interpretations," Orientalia 18(1949): 498-99.
131. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 272c-273a.
304
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
142. Otto, "Ein Beitrag zur Deutung der ägyptischen Vor- und Frühgeschichte."
144. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 244b, 245b.
147. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 236a-237b.
149. Budge, The Book of the Dead: Papyrus of Ani, vol. 1, ch. 88, pl. 27. La
traducción es del autor. Este texto también puede ser encontrado en, ibid., 2:545-
46.
150. Budge, "On the Hieratic Papyrus of Nesi-Amsu," Archaeologia 52(1890): 469.
153. Edouard Naville,"La destruction des hommes par les dieux," TSBA 8(1884): 13-
14.
154. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 425a-c.
156. Cicero, De Natura Dearum I, 36, dice que el Ibis de hecho libró a Egipto de una
plaga de serpientes; también Budge, "On the Hiratic Papyrus of Nesi-Amsu," 578-
79. El Dr. Justino posee muchas otros apuntes sobre el tema, los cuales no puede
encontrar en este momento: una buena cantidad de ellos son con relación a los
gatos como depredadores de serpientes.
157. Thus Nigidius Figulus, cited in Theodorus Hopfner, Fontes Historiae Religionis
Aegyptiaeae (Bonn:Marx & Weber, 1922), 83-84, véase también Plutarch, Alexander
XXVI, 6.
158. Budge, The Book of the Dead: Papyrus of Ani, 1:152; cf. 256.
305
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
166. Mercer, The Pyramid Texts in Translation and Commentary, Pyr. 302a-d.
6. Ibid., 271-73.
9. Ibid., 159; también Gadd, A Sumerian Reading Book, 147: "Let the lightning, thy
messenger, go before thee." Las alusiones a los reyes como pastores de ovejas y
vacas son extremadamente numerosas. También Deimel, Sumerische Grammatik
der archaistischen Text, 243, 246, 243, 144, 151, etc. Gadd, A Sumerian Reading
Book, 55,111.
10. Deimel, Sumerische Grammatik der archaistischen Text, 143; he is also "the lion
of the Desert," ibid., 324.
306
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
12. Deimel, Sumerische Grammatik der archaistischen Text, 278; Gadd, A Sumerian
Reading Book, 65,71.
13. H. V. Hilprecht, The Earliest Version of the Babylonian Deluge Story and the
Temple Library of Nippur, vol. 5, fasc. 1 of The Babylonian Expedition of the
University of Permsylvania (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1910),
32, n. 4. Los Guti no tenían reyes propiamente hablando, sino únicamente caciques
íderes de la migración; Deimel, Sumerische Grammatik der archaistischen Text,
271.
19. Ibid., 238. Exactamente igual que el conquistador en los Textos de la Pirámide,
el jefe Sumerio "no permite que el sueño llegue a sus ojos," ibid., 161; él es "el único
con el ojo del vidente," ibid., 162. En el Enuma Elish los cuatro ojos y orejas de
Marduk le informan de lo que sucede en los cuatro rumbos de la tierra, Labat, Le
Poème Babylonien de la Création, 30-31, n. 43.
20. Hugo Radau, Nin-ib the Determiner of Fates, according to the Great Sumerian
Epic Lugal-e Ug Me-Lám-bi Ner-gál from the Temple Library of Nippur (Philadelphia:
University of Pennsylvania, 1910), 28.
25. Paráfrasis de Hugo Winckler, in Eberhard Schrader, Die Keilinschriften und das
Alte Testament, 3rd ed., (Berlin: Reuther & Reichard, 1903), 169-70, 22-23 . Mas
recientemente Sir Leonard Woolley ha escrito: "Esto trae a la memoria el
307
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
28. Hilprecht, The Earliest Version of the Babylonian Deluge Story and the Temple
Library of Nippur, 61.
30. "The Babylonian Background II," IE 59 (August 1956): 566-67,602, iniciaba aquí.
31. Las refrencias en la comparación de arriba son todas de Hilprecht, The Earliest
Version of the Babylonian Deluge Story and the Temple Library of Nippur, 52-55.
32. Georges Contenau, Le Deluge Babylonien (Paris: Payot, 1952), 84- 87.
33. "The Shinging Stones, Cont.," IE 59 (September 1956): 630-32, 672-75, iniciaba
aquí.
34. Los rabinos "no podían explicar [el significado de Zohar]." H. Freedman & M.
Simon, trs., Midrash Rabbah, 10 vols. (London: Soncino, 1939), 1:244.
35. Ibid.
36. Ibid.
38. Moses Mielziner, Introduction to the Talmud (New York: Bloch, 1968), 62.
308
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
40. El Talmud Babilonio, "tan rico en matices dialécticos, y tan lleno de tecnicismos
y elipsis, ofrece al traductor dificultades casi insuperables. . . . Algunas veces se
requeriría de todo un volumen con comentarios para complementar la traducción de
un simple capítulo del original. . . . Esto explica el porqué los varios intentos de
traducir todo el Talmud Babilonio han fracasado, de modo que, comparativamente
hablando, poco texto masorético de este Talmud ha sido traducido, y esas
traducciones, en la mayoría de los casos, no son lo suficientemente inteligibles
como para ser comprendidas completamente por el lector, que la mayoría de las
veces no esta familiarizado ni con el texto original ni con el espíritu del Talmud,"
ibid., 89-90. ¡Aun así, este Talmud es mas simple e inifinitamente mejor conocido
que el Talmud Palestino!
41. "La antigua literatura India es ta llena del tema en cuestión,” de acuerdo con J.
J. Meyer, "Das unverbrennbare Herz und der Edelstein Pyrophilus," ZDMG
86(1932): 97. Aunque se han sugerido muchas piedras preciosas como la original
piedra brillante --zafiro, esmeralda, etc., el candidato favorito de la sabiduría popúlar
india para ocuapr tal puesto es el rubí, llamada ‘piedra del sol’ debido a su color rojo
encendido. Ibid., 95-97.
43. Ibid., 97. Con respecto a los poderes sobrenaturales de tales gemas, véase
Wilhelm Printz, "Gilgamesh und Alexander," ZDMG 85 (1931): 196-206.
44. Meyer, "Das unverbrennbare Herz und der Edelstein Pyrophilus," 99; Printz,
"Gilgamesh und Alexander," 200.
309
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Aunque las piedras en los pies son la clave de la historia, de acuerdo con Printz, se
identifica la planta de vida en definitiva con la piedra brillante de pirófilo que
Alejandro el Grande extravió de la misma manera; incluso el lector casual notará en
este breve extracto varios sorprendentes paralelos con el relato de La Caída del
Hombre.
50. H. Stock, "Studien zu Lukians `De Syria Dea,' " Beyrutus 4(1937): 12.
51. Lucian, De Syria Den 12-13. Stock, "Studien zu Lukians `De Syria Dea'," 7-8,
señalando que la historia del diluvio de Lucio no es ni Babilonia ni Griega
Babylonian nor Greek. Sostiene, 10, que Lucio se refiere directamente a Deucalión,
el Noé local, como un Escita. El amigo de Gilgamesh and doble de Hurnbaba es
obviamente el Kombabus cuya leyenda Lucio recuenta aquí: es una versión del
tema del sacrifico y la resurrección.
54. Anton Jirku, "Der Kult des Mondgottes im altor. Palästina-Syrien," ZDMG
100(1951): 202-4, muestra que el culto fue importante tanto en Ras Shantra como
en Jericó en épocas muy antiguas. La preeminencia de Kombabus en el templo
Sirio es evidencia suficiente para garantizar la gran época que se vivvió bajo su
ritos.
55. Macrobius, cited in Stocks, "Studien zu Lukians `De Syria Dea,'" 15.
56. Carl Clemen, Lukians Schrift uber die syrische Göttin, Heft 3-4, Der Alte Orient,
No. 37 (Leipzig: Hinrich, 1938), 42.
310
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
59. Anton Jirku, "Die Mimation in den nordsemitischen Sprachen und einige
Bezeichnungen der altisraelitischen Mantik," Biblica 34(1953): 78-80.
4. Ibid., 59.
5. André Parrot, Mari une ville perdue (Paris: Je Sers, 1945), 208-9.
7. Baal and Anat, Text 51: V1I:41-45, in Cyrus H. Gordon, Ugaritic Literature (Rome:
Pontifical Biblical Institute, 1949), 36.
12. Véase Hugh W. Nibley, Lehi in the Desert and the World of the Jaredites (Salt
Lake City: Bookcraft, 1952), 155-60; this volume, above pp. 163-68.
13. Baal and Anat, Text 67:2:2-20, in Gordon, Ugaritic Literature, 39-40.
14. Ibid., 7.
15. Roger T. O'Callaghan, "The Great Phoenician Portal Inscription from Karatepe,"
Orientalia 18(1949): 174-83 en el texto; las citas están en las págs. 175-79.
311
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
18. O'Callaghan, "The Great Phoenician Portal Inscription from Karatepe," 199-200.
20. Cyrus H. Gordon, "Notes of the Legend of Keret," JNES 11(1952): 212.
22. O. R. Gurney, The Hittites (Baltimore: Pelican, 1952), 65-66; Albrecht Götze,
Kleinasien, vol. 3, pt. 1, #3c of Handbuch der Altertumswissenschaft (Munich: Beck,
1933), 85-86.
24. Albrecht Götze, Hethiter, Churriter und Assyrer (Oslo: Aschehoug, 1936), 60-63.
Quote is from Gumey, The Hittites, 63.
25. Götze, Hethiter, Churriter und Assyrer, 53-54; Gurney, The Hittites, 24.
33. Para una disertación sobre la relación entre el rey y su vasallo, véase Götze,
Kleinasien, 89-102.
312
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
39. Esto es discutido por H. C. Baldry, "Aristotle and the Dramatization of Legend,"
CQ 48(1954): 151-57.
40. Arthur Christensen, Die Iranier, vol. 3, pt. 1, #3c of Handbuch der
Altertumswissetschaft (Munich: Beck, 1933), 218-19.
41. James Damlesteter, The Zend-Avesta, 3 vols. (Oxford: Oxford University Press,
1880-87), 2:295 (Zamyad Yast 7:40); 2:19394 (Farvardin Yast 14-15).
43. Darmesteter, Zend-Avesta 2:131, 135, 140 (Mihir Yast 10:46; 15:63; 21:82).
51. Véase Eduard Meyer, Geschichte des Altertums, 4th ed. (Stuttgart: Cotta, 1944),
vol. 4, pt. 1, pp. 21-22; Darmesteter, Zend-Avesta 2:136 (Mihir Yast 16:66; 17:67-
68).
52. Hugh W. Nibley, "The Hierocentric State," WPQ 4(1951): 243 44.
56. Clement Huart and Louls Delaporte, L'Iran antique (Paris: Michel, 1952), 399.
57. Véase Hugh W. Nibley, "There Were Jaredites, Part 3 Egypt Revisited," IE 59
(April 1956): 245; above, p. 320.
58. Bedrich Hrozny, Uber die älteste Völkerwanderujig und uber das problnn der
Proto-Indischenzivilisation, in Monografis Archivu Orientálniho 7 (Prague:
Orientallsches Institut,
1939), 5-7.
313
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
59. A. Muller, Der Islam im Morgen- und Abendland, 2nd ser., pt. 4,2 vols. of
Allgemeine Geschichte in Einzeldarstellungen (Berlin: Historischer Verlag
Baurngärtel, 1885), 1:219-23.
66. Ibid., 22. "Toda la tierra estaba llena de ladrones." Ibid., 28.
2. L. R. Palmer, The Latin Language (London: Faber & Faber, 1954), 52-53.
6. Jubainville, The Irish Mythological Cycle and Celtic Mythology, 91-92. Geoffrey,
Historia Regum Britanniae 9, 11.
9. Lord John of Joinville, Memoirs of Louis IX. King of France, in Lord John of
Joinville, Chronicles of the Crusades (London: Bohn, 1848), 36364.
11. John Rhys, Celtic Heathendom (London: Williams & Norgate, 1898),
608,584,412; Jubainville, The Irish Mythological Cycle and Celtic Mythology, 15,57-
58,60-62.
314
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
12. Geoffrey, Historia Regum Britanniae 3,5; Rhys, Celtic Heathendom, 13.
13. También es idéntico con un tumulus y palacio subterráneo –el mundo de los
muertos con el que los antiguos Celtas se sentían tan identificados. Véase
Jubainville, The Irish Mythological Cycle and Celtic Mythology, 146-55.
14. Geoffrey, Historia Regum Britanniae 6,3-4 for this and a great deal more to the
same effect.
15. Rhys, Celtic Heathendom, 155-58,160-75,562; Mary Williams, "An Early Ritual
Poem in Welsh," Speculum 13 (1938): 38-51; A. H. Krappe, "Who Was the Green
Knight?" Speculum 13(1938): 206-17; Richard Heinzel, "Über die französischen
Gralromane," Denkschriften der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaft 40, pt. 3
(1892), esp. 155-71; and especially Leopold von Schroeder, "Die Wurzeln der Sage
vom heiligen Gral," in vol. 166 of Sitzungsberichte der kaiserliche. Akademie der
Wissenschaft in Wien. Philosophisch-Historische Klasse (Vienna: Hölder, 1910), pt.
1.
17. Este tema es tratado con amplitud por Hermann Schneider en dos obras que
ilustran claramente el completo cambio de pensamiento que se ha manifestado
sobre el tema del entorno épico entre las dos fechas de publicación. Las obras en
cuestión son Hermann Schneider, Germanische Heidensage, 2 vols. (Berlin: De
Gruyter, 1928-33), 1-42; y Heldendichtung, Geistlichendichtung, Ritterdichtung, vol.
1 of Julius Petersen & Hermann Schneider, Geschichte der deutschen Literatur
(Heidelberg: Winter, 1943), 1-37.
20. Jacob Grimm, Teutonic Mythology, James S. Stallybrass, ed., 4 vols. (London:
Bell, 1882-88), 3:918-50.
315
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
27. Hugh W. Nibley, "The Hierocentric State," WPQ 4 (1951): 247- 49.
28. C. R. Unger, ed., Saga Didriks Konungs af Bern (Christiania: Feilberg &
Landmarks, 1853), chs. 47,48.
316
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
317
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
75. Samuel N. Kramer, "New Light on the Early History of the Ancient Near East,"
AJA 52(1948): 159.
76. El halago mas alto que Philippe de Commynes puede hacerle a su maestro, Luis
XI de Francia, es que "as for peace, he could hardly endure the thought of it."
Philippe de Commynes, Memoirs I, 10.
78. Albrecht Götze, Hethiter, Churriter, und Assyrer (Oslo: Aschehung, 1936), 128-
32. Un buen número de ejemplos de esto se han dado en el transcurso de estos
artículos.
79. Carleton S. Coon, The Story of Man (New York: Knopf 1954), 103.
80. V. Gordon Childe, New Light on the Most Ancient East (New York: Praeger,
1953), 24-25.
83. William M. McGovern, The Early Empires of Central Asia (Chapel Hill: University
of North Carolina Press, 1939), 78.
85. Typical are O. G. S. Crawford, "Burrows," Antiquity 1(1927): 413- 34, and E. C.
Curwen, "Neolithic Camps," Antiquity 4(1930): 22-54.
91. Robert J. Braidwood, The Near East and the Foundations for Civilization,
Condon Lectures (Eugene, Oregon: Oregon State System of Higher Education,
1952), 13.
92. Esos puntos son enumerados por Edward King, "Observations on Antient [sic]
Castles," Achaeologia 4 (1777): 364-413; Daines Barrington, "Observations on the
Welsh Castles," Archaeologia 1(1774): 278-91.
318
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
94. Para una buena descripción de este tipo de arquitectura, véase O. R. Gurney,
The Hittites (Baltimore: Pelican, 1952), 145-50, 210, with interesting illustrations.
"Y construí fortalezas en todas las fronteras mas remotas, en lugares en donde
había forajidos, jefes de bandas de ladrones,... Yo Azitawaddu, las consideré
hazañas, y construí fortalezas en esos lñugares de modo que los Dananianos
pudieran habitarlas. ... Y construí esta ciudad, y determiné que se llamara
Azitawaddiya [como él mismo],... que pudiera ser un baluarte para la planicie de
Adana y para la casa def Mupshu.... Así que he construído esta ciudad, llamada
Azitawaddiya,... e instituí sacrificios." Adviértase que la ciudad fue fundada por el
gran jefe, dándole su nombre como medio de control, un “baluarte”, "y esta ciudad
poseerá grano y vino, y los hijos de la gente que aquí morará poseerá ganado y
ovejas y grano... y serán sumamente poderosos." ¡Adviértase como exactamente
este sistema corresponde con el descrito en el libro de Eter! La inscripción fue
citada y discutida en Nibley, "There Were Jaredites: Epic Milieu in the Old
Testament," IE 59 (October 1956): 711-12; above, pp. 384-85. El texto con
fotografías se puede encontar en Roger T. O'Callaghan, "The Great Phoenician
Portal Inscription from Karatepe," Orientalia 18(1949): 173-205, plates 22-25.
96. Elise J. Baumgartel, The Cultures of Prehistoric Egypt, 2 vols. (London: Oxford
University Press, 1947, 1960), 1:3-9. El eminente Lord Ragian ha afirmado
recientemente que ¡Troya nunca existió! El Jomsborg es un ejemplo clásico.
"Lyonesse" es otro, para ello, véase O. S. G. Crawford, "Lyonesse," Antiquity
1(1927): 5-14.
97. Martin P. Nilsson, The Minoan-Mycenaean Religion and Its Survival in Greek
Religion (Lund: Gleerup, 1950), 11-17, la cita es de la pág. 15.
102. Cyrus H. Gordon, "Notes of the Legend of Keret," JNES 11 (1952): 213: "El
Exodo es la epopeya del nacimiento de una nación, incluso aunque la mayoría del
texto está en prosa. Afortunadamente, el capítulo 15 del Exodo preserva un
fragmento poético de dimensiones importantes.... La narrativa contiene episodios
épicos incluídos."
319
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Apéndice A
¿La Costa Este o la Costa Oeste?
Dilucidar si los Jareditas cruzaron el océano Atlántico o el océano Pacífico no es
fundamental para sostener la tesis de su origen asiático, ya que en todo caso su
cultura estaba completamente desarrollada al momento de abandonar su lugar de
origen. El presidente Milton R. Hunter ha llamado poderosamente la atención de
quien esto escribe con relación a ciertas declaraciones en los escritos de Don
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y fray Bernardino de Sahagún que parecen ofrecer una
luz con relación al tema del sitio de desembarco jaredita en tierras del Nuevo
Mundo. Los pasajes en cuestión se encuentran en la obra de Hunter y Ferguson, El
Libro de Mormón y la Antigua América:1
Y nuevamente tenemos: “y este…rey que viajó con ellos a través de gran parte del
mundo, llegó a esta tierra.”4
320
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
Además Sahagún nos dice que los migrantes originales bajo el liderazgo de su
primer dirigente habían viajado “a través de gran parte del mundo,” mientras que los
que desembarcaron en México habían “viajado durante 104 años a través de
diferentes partes del mundo.” Si pasaron del Cercano Oriente al valle situado al
norte, atravesaron Asia y el Océano Pacífico, y entonces cruzaron este continente
321
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
1. Milton R. Hunter and Thomas S. Ferguson, Ancient America and the Book of
Mormon (Oakland, Ca:Kolob, 1950).
2. Ibid., 25.
322
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
3. Ibid., 30-31.
4. Ibid., 38.
Apéndice B
¿Qué tan Lejos de Cumorah?
Estamos en deuda con el Sr. Eugene L. Roberts y la Sra. Eldon Reed Cluff por los
capítulos del 7 al 12 de su fascinante libro Benjamín Cluff que hablan sobre la
expedición de la Academia Brigham Young a Centro y Sudamérica. En sus páginas
el lector quizá encuentre una clara respuesta a la pregunta: ¿Qué barreras
323
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
El 17 de Abril de 1900, una tropa compuesta por veinticinco hombres con mulas y
carretas salió de Provo, Utah con el propósito de recabar información sobre el Libro
de Mormón en tierras australes. Tras alcanzar la frontera con México, el grupo
expedicionario fue disuelto (12 de Agosto de 1900) por orden expresa de las
Autoridades Generales –no porque hubieran llegado a un terreno inexpugnable,
sino porque la empresa involucraba gastos propios de una operación a gran escala.
Internándose en México con una reducida fuerza de nueve hombres desprovistos
de carretas, el grupo expedicionario encontró mucho más fácil y placentero el viaje
que lo que habían experimentado hasta Arizona. A Oaxaca la describieron como el
mismo jardín de Edén y un paraíso para la cacería; durante el recorrido fueron
capaces de viajar un promedio de 20 millas al día. Incluso las terriblemente
escarpadas montañas de la Sierra Madre fueron cruzadas en tres semanas.
324
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
llegó a su fin, no por que el país fuera intransitable, sino porque el gobierno
colombiano les advirtió que desistieran en su intento de ir mas allá debido a que “en
el sur de Bogotá era mas probable que todas las posesiones de los americanos
fueran confiscadas por la guerrilla antes de que pudieran pasar, además de que con
toda seguridad serían asesinados.”
A pesar de todo esto que lo hacía andar a paso de tortuga, el grupo alcanzó la
primera “estrecha faja de tierra” en 16 de Febrero de 1901; menos de diez meses
después de haber dejado Provo. Cuatro de esos diez meses se habían consumido
en Utah y Arizona, mientras que un mes mas se había desperdiciado en
negociaciones migratorias en la frontera mexicana. La “segunda estrecha faja de
tierra” fue conquistada el 13 de Abril de 1901, en menos de un año, y la faja más
estrecha de todas fue traspasada solamente dos semanas mas tarde –fue una
revolución lo que demoró el arribo a la ciudad de Panamá hasta entrado el año.
Vista la naturaleza de los obstáculos, se podrá ver de inmediato que no son lo que
cualquier ejército Jaredita o Lamanita pudiera encontrar. Retrasos oficiales, ríos,
reposo durante las enfermedades, obligaciones sociales, desconocimiento del país,
nativos hostiles, revoluciones, falta de guías, pérdida y mal empaquetado de
animales, el trabajo de preparar colecciones científicas –tales estorbos podrían
evitarse con el despliegue de ejércitos temporales. La expedición de la Academia
Brigham Young ocasionalmente recorrió antiguos caminos, algunos de los cuales
bien podrían ser nefitas. Resulta innecesario decir que los caminos a través de la
jungla habrían sido infinitamente mejor reparados en los días de los antiguos. La
marcha de ejércitos establecería en corto tiempo un sistema claramente marcado y
fácilmente transitable de caminos estratégicos, y esto mejoraría año tras año
después de cada campaña. Fuertes tropas nativas, adecuadamente equipadas con
medios para lograr rápidas marchas forzadas, podrían fácilmente pasar la estrecha
faja de tierra hacia el norte del continente en cuestión de días. Durante la Segunda
Guerra Mundial, los japoneses demostraron que las “impenetrables junglas” de
Malasia, en las que descansaba gran parte de la estrategia Británica, eran
simplemente un mito. Como el profesor Spear señala en su libro Desiertos
Marchando, no existen “junglas impenetrables” en la naturaleza. De acuerdo con la
famosa máxima militar de Suvorov, “donde un venado puede ir, un hombre puede ir,
325
Lehi en el Desierto y el Mundo de los Jareditas. Hugh B. Nibley.
y donde un hombre puede ir un ejército puede ir.” Esto ha sido probado una y otra
vez.
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