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Según datos de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), dependencia creada por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, desde septiembre de 2008 al 30 de junio de 2010, el 80 por
ciento de las personas afectadas por la problemática de la violencia (psicológica, 90%; física,
67%; económica, 31% y sexual, 13%) son mujeres (el porcentaje excede el 100%, dado que
algunas mujeres son objeto de más de un tipo de violencia).
Asimismo, del total de afectados, el 18% son niños. El informe establece que se han tenido en
cuenta para este apartado los casos en los que el sistema registra a las personas directamente
afectadas (aquellas que se presentan personalmente en la sede de la OVD) como a aquellas a
quienes se las califica como subafectadas a quienes se señala como víctima y sobre cuya
situación el equipo interdisciplinario efectúa una evaluación de riesgo), por ejemplo los niños y
personas ancianas.
En relación con las personas denunciadas, la oficina registró un total de 11.481, con 1.658
mujeres y 9.823 son varones. Es decir, el 86% de las personas indicadas como autoras de hechos
de violencia doméstica son varones y el 14% son mujeres.
Nuestra pregunta inicial apunta a trabajar en este tiempo anterior a hacer la denuncia para
generar una nueva legalidad. Se nos ocurrió partir de una pregunta orientadora:
¿Por qué una mujer soporta o mantiene una relación de violencia en el seno de su hogar?
Para responder a ello decimos que la cultura se sostiene sobre la hegemonía masculina y está
pensada para reproducir valores según esta hegemonía. A decir de Bourdieu, citado por
Domínguez:
¿Qué pensaríamos de un hombre que no sabe defenderse, o aún más, que no sabe defender a su
mujer o a su familia? Un cierto grado de agresividad –necesaria estructuralmente, por cierto- en
el género masculino se presenta como aceptable pero nuestra preocupación se orienta a cuando
esta agresividad se transforma en violencia.
Crecemos con una lógica binaria: el hombre, la fuerza, el exterior, la relación con el afuera; la
mujer, la casa, los hijos, la privacidad. Estos ideales se transmiten en los primeros años de vida,
y producen efectos estructurantes en el psiquismo. Digamos que la institución objetivada en las
estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales que organizan los
pensamientos, las percepciones y las acciones de la comunidad funciona como una
representación autorrealizadora: hacemos lo que creemos que hay que hacer.
Las significaciones imaginarias sociales instituyen y crean un orden social a la vez que son
instituidas y creadas por este mismo orden. De modo que las significaciones sociales permiten, a
la vez, el dominio, adaptación y sometimiento de los individuos sociales a un orden anterior y
exterior a ellos.
Pero así también, las significaciones imaginarias sociales cuestionan un orden social a
través de la crítica, la reforma y el cambio de una sociedad determinada. Tal
cuestionamiento proviene de “otro lugar” o como espacio de la esperanza. A esto
apuntaremos con nuestro proyecto.
La violencia doméstica se vive como una vergüenza, y muchas veces se lleva en silencio. Una de
las ideas más extendidas es la creencia de que la familia es un ámbito privado e intocable. Esta
idea ha hecho que la violencia se vea disculpada en este espacio. Ante los delitos que se realizan
en la familia las personas callan y no recurren a una legalidad exterior por un falso respeto a la
intimidad. Es frecuente que las mujeres que sufren malos tratos y se atreven a traspasar la barrera
de lo privado, se encuentren con un entorno de incomprensión que en vez de darles apoyo, las
hace responsables de su situación.
La no intervención por parte de los vecinos cuando se sabe que una mujer o niños reciben malos
tratos supone un consentimiento implícito: "Quien calla, otorga". Esta no intervención dificulta
que la mujer pida ayuda, y refuerza el poder y la impunidad. La ausencia de penalización social
refuerza las conductas violentas y termina, por la costumbre, normalizándola.
Frecuentemente este consentimiento implícito no supone el consentimiento explícito, sino que
suele ser una reacción automática de inhibición provocada por los valores culturales de
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privacidad del problema.
Consideramos que para abordar el tema de la violencia doméstica, es necesario hacerlo a partir
del entorno social más próximo en el que viven las personas: el barrio y sus redes sociales.
Nadie puede hacer mejor una labor de difusión en el barrio que las personas que forman parte del
propio barrio, ya que en sus relaciones cotidianas están transmitiendo constantemente la
información y los valores con que cuentan. También consideramos que aunque la información
ayuda a cambiar los valores y actitudes existentes, suele ser insuficiente para promover cambios
profundos. Por este motivo nos planteamos, no sólo hacer una campaña de sensibilización e
información sobre el tema, sino potenciar el cambio de valores a través de la participación. Es la
experiencia directa la que permite contrastar los mitos existentes y obtener una visión más
amplia y completa del problema Cuando una persona necesita ayuda el primer lugar a donde
acude, mucho antes que a los servicios profesionales, es a su entorno social más próximo:
familia, amigos, vecinos, etc., por ello también pensamos que el paso por este taller
determinará como efecto secundario que las personas que no estén afectadas directamente
puedan oficiar de “agentes multiplicadores” dentro del barrio.
B. Proyecto
En Villa Hidalgo, los habitantes se establecieron en tierras del CEAMSE y en tierras fiscales.
Construyeron sus casillas en los márgenes del zanjón Madero, que es un brazo del Río
Reconquista.
Hace ocho años aproximadamente, llegaron inmigrantes de Paraguay expulsados por las
condiciones económicas de su país. La mayoría de ellos obreros de la construcción, carpinteros y
pintores, que formaron una pequeña comunidad, compartiendo costumbres, comidas y hasta un
particular deporte, el pique volley, una variante del volley ball en donde se utilizan los pies en
lugar de las manos.
A medida que llegaban más y más personas, los espacios escasearon y los recién venidos
comenzaron a ganar terrenos a la laguna que formaba en ese lugar el desagüe del zanjón. La
rellenaron para conseguir suelo firme e instalar sus casas.
Justamente fue uno de los habituales desbordes del Zanjón Madero el que logró que los
habitantes reaccionaran y se conformaran como Asamblea. Su primera tarea fue redactar un
petitorio en donde se enumeraban los principales problemas del asentamiento. Mediante la
participación lograron que las autoridades municipales enviaran máquinas para limpiar el curso
de agua y también acelerar los trabajos de entubamiento que concluirían con el problema de las
inundaciones.
En muchos casos esta situación se vive con resignación, dado que hay un lugar asignado
culturalmente a la mujer como la que se ocupa de los hijos y al hombre como el sostén de la
casa.
Sin embargo, más allá de estas particularidades, pudieron reaccionar ante una necesidad como
fue el desborde del río, conformando una Asamblea y actuando para solucionar un problema.
Esta experiencia fue un semillero para la creación de un Centro Comunitario, que se organizó
con una estructura y organización comunal que pudo tender redes sociales y que se construyó a
partir del trabajo de autogestión del propio barrio.
El Centro Comunitario se asienta a partir de la donación de una casa por parte de un vecino. Al
no contar con financiamiento externo, el soporte económico se basa en la recaudación de
ingresos por medio de peñas, rifas, donaciones y aporte de trabajo de los propios vecinos y de
algunos profesionales. Dentro de las actividades del Centro hay:
Un taller de alfabetización semanal para el primer ciclo al cual asiste a alrededor de 20 chicos de
entre 1° y 3° grado a cargo de dos maestras voluntarias.
Un taller de matemática semanal para el segundo ciclo para chicos de entre 6 y 13 años.
Una cooperativa de trabajo, que se organizó a partir de un convenio de colaboración con la
intendencia y que trabaja en las mejoras del propio barrio.
Un taller para la mujer semanal coordinado por una psicóloga.
Publicación mensual de la revista Caminando Juntos, de distribución gratuita.
Asimismo, la mayoría de las actividades del centro son llevadas a cabo por las mujeres, son ellas
las que llevan a los hombres a las peñas o actividades que se realizan para recaudar fondos. Son
ellas las que llevan a sus hijos a los talleres de apoyo escolar.
Sin embargo, a pesar de la participación que se evidencia, el tema de la violencia intrafamiliar
que es conocido por los profesionales no aparece en los talleres de mujeres, en las charlas y en
ninguna de las actividades realizadas.
Nuestra entrevistada nos decía que “estas mujeres soportan los maltratos de sus maridos sin decir
una sola palabra. Ellas siguen trabajando y organizándose pero ese tema no lo tocan, ni aún
cuando ellas mismas maltratan a sus hijos, pero tampoco hablan de eso, aunque generalmente lo
viven con culpa”. Las inquietudes siempre se centran en el futuro de los hijos, las
preocupaciones por el fracaso escolar, las dificultades en las viviendas. Para encontrar soluciones
a estos problemas que las preocupan se muestran activas y emprendedoras. Sin embargo el tema
de la violencia está de alguna manera invisibilizado, de eso no se habla. Se ve que esto se les
torna socialmente inaceptable y vergonzante: por un lado, ser golpeadas por sus maridos y
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mucho más, ser ellas mismas golpeadoras de sus hijos.
II.2. Objetivos
Teniendo en cuenta la situación descripta anteriormente, el objetivo principal de nuestro trabajo
será sacar el velo a este problema para que empiece a circular la palabra en el tema de la
violencia y éste pase a ser vivenciado como un hecho “no natural”, como algo que tiene una
entidad, como un tema a discutir y pensar y en el mejor de los casos como un problema.
Es decir, nuestro objetivo es hacer visible esta temática, sacarla del encierro familiar y promover
situaciones donde se puedan romper los supuestos instituidos que transforman todas las
situaciones que suceden en el seno de un hogar como “algo privado”.
En este sentido, sostenemos que crear condiciones para la producción de nuevas subjetividades,
llevará al cuestionamiento de los sistemas de dominación que se viven como algo naturalizado.
Población esperada: se espera contar con por lo menos 45 asistentes. Se realizará una difusión
por medio de la revista y folletos y se prevé contar con por lo menos un 50% más de la población
que asiste al Taller que se desarrolla actualmente.
Costo: El taller será gratuito. Se pedirá a quienes lo deseen colaborar con $ 10 mensual o su
valor en alimentos necesarios para una merienda que se ofrecerá a las participantes.
Parte 1
A) Proyección de cuatro películas donde el tema de la mujer y de la violencia doméstica
esté tratada.
Parte 2
Reuniones mensuales con la modalidad de taller con tema abierto que se anunciará en la
reunión anterior.
Suponemos que del trabajo realizado en la Parte 1 surgirán elementos que permitirán introducir a
las mujeres en el tema de la violencia y que comiencen a vivenciarlo como algo de lo que se
puede hablar: con el médico, con el pediatra, eventualmente con un abogado y por supuesto con
profesionales de la salud mental. El objetivo primario de la exhibición de la película es
introducirlas en un rol activo que se prosigue con la apropiación de la palabra en el momento en
que cuenten como llegaron al barrio, a que se dedican, lo que estuvieron pensando, que les
pareció la película, etc.
La Parte 2 tiene el objetivo de sostener el espacio creado facilitando a las mujeres la búsqueda de
información y gestión de sus inquietudes.
Los talleres se llevarán a cabo en el ámbito del Centro Comunitario, el cual cuenta con TV y
DVD. Se utilizarán fondos de dicho centro para cubrir los gastos de infraestructura y de
materiales que eventualmente se utilicen. Las coordinadoras del taller donarán su trabajo de tres
horas cada dos semanas durante cuatro meses y de dos horas mensuales por cuatro meses. CIÓN
Bibliografía: