You are on page 1of 4

EXISTENCIALISMO

MOVIMIENTO FILOSÓFICO DEL SIGLO XX QUE PONE EN LA EXISTENCIA EL CENTRO DE TODA LA REFLEXIÓN
FILOSÓFICA.

Cuando los filósofos que se incluyen en este movimiento reivindican la reflexión sobre
la existencia como el tema filosófico fundamental no se refieren a la existencia como
categoría abstracta, ni a la existencia de las cosas o realidades no humanas, se refieren a
la existencia humana concreta. Y en su tratamiento de esta existencia emplean dos
estrategias:

• Como método filosófico, rehuyen el pensamiento especulativo, la


construcción de teorías filosóficas a partir de puros conceptos, y prefieren el
método fenomenológico, entendido básicamente como fidelidad absoluta a lo
dado, a lo realmente experimentado, como descripción de lo que se ofrece
inmediatamente en la esfera de la vida; su actitud contraria a los enfoques
abstractos de lo humano les lleva también a criticar el uso de la razón
matematizante para la comprensión de la realidad humana, y por lo tanto a
recelar de la ciencia y de la técnica;

En cuanto a las facetas fundamentales de la existencia objeto de su interés, atienden


básicamente a la dimensión de la finitud en el mundo humano: la temporalidad, la muerte,
la culpa, la fragilidad de la existencia, la responsabilidad, el compromiso, la autenticidad,
la subjetividad, la libertad,

JEAN PAUL SARTRE

Fue el principal representante del existencialismo francés.


Nació en París en 1905 murió en 1980.
En 1924 ingresó en la Escuela Normal Superior y se graduó en Filosofía en 1927.
Entre 1933 y 1934 se estableció en Berlín, con el fin de estudiar la fenomenología de
Husserl.

Durante la Segunda Guerra Mundial se enroló en el ejército y cayó prisionero de los


alemanes (1940 y 1941).

Luego de recuperar la libertad, colaboró activamente con la resistencia francesa, mientras


retomaba la labor docente y comenzaba a publicar sus obras literarias y filosóficas.

Sartre fue un pensador comprometido con las cuestiones sociales y políticas de su


tiempo, desde una postura socialista crítica del sistema soviético, esta participación lo
convirtió en un hombre público, conocido mundialmente.

En 1964 ganó el premio Nobel de literatura, aunque se negó a recibirlo, argumentando


que si lo aceptaba comprometería su integridad como escritor.

Luego de su estancia en Berlín publicó sus primeras obras:


La trascendencia del ego (1936),
La imaginación (1936),
Bosquejo de una teoría de las emociones (1939)
Lo imaginario: Psicología fenomenológica de la imaginación (1940)

Mientras tanto, con su novela La náusea (1938), comenzó a crecer su fama de escritor.

En 1945 salió de imprenta su obra filosófica principal, El ser y la nada.

A ella le seguirían El existencialismo es un humanismo (1946) y La razón dialéctica


(1960).

Su obra como novelista continuó con la publicación de:


La edad de la razón (1945),
El aplazamiento (1945)
La muerte en el alma (1949).

Publicó además varias obras de teatro: Las moscas (1943), A puerta cerrada (1945), La
mujerzuela respetuosa (1946), Las manos sucias (1948), El Diablo y el Buen Dios (1951),
Nekrassov (1956) y Los secuestrados de Altona (1960).

La conciencia

Sartre tomó de la Fenomenología su principio básico, la intencionalidad de la conciencia


("la conciencia es siempre conciencia de algo").

Según Sartre el "yo" no es la conciencia trascendental, sino el conjunto unitario de la


intencionalidad de la conciencia que está "fuera, en el mundo", porque "es un ente del
mundo, igual que el ‘yo’ de otro". Las cosas no están en la conciencia, como imagen o
como representación, las cosas están en el mundo. "La conciencia es conciencia
posicional del mundo", es apertura al mundo, no es el mundo.
Mediante este giro reintrodujo a la conciencia en el mundo de la existencia, permitiendo
que los sufrimientos y las angustias de los hombres reales recuperaran todo su peso.

Si un artesano quiere realizar una obra, primera "la" piensa, la construye en su cabeza:
ésa prefiguración será la esencia de lo que se construirá, que luego tendrá existencia.
Pero nosotros, los seres humanos, no fuimos diseñados por alguien, y no tenemos dentro
nuestro algo que nos haga "malos por naturaleza", o "tendientes al bien“.

Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros


mismos mediante nuestros actos, que son ineludibles: no actuar es un acto en si
mismo, puesto que nuestra libertad no es algo que pueda ser dejado de lado: ser es ser
libres en situación, ser es ser-para, ser como proyecto.

Afirmaba que hay mundo porque hay hombre. En sí mismo el mundo carece de sentido.
Cuando el hombre descubre lo absurdo de lo real, su esencial contingencia y gratuidad, lo
invade el sentimiento de la náusea.

En su novela La náusea, el personaje Antoine Roquentin dice: «Lo esencial es la


contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es
‘estar ahí’, simplemente; los seres aparecen, se dejan encontrar, pero jamás se les puede
deducir […] No hay ningún ser necesario que pueda explicar la existencia: la contingencia
no es una imagen falsa, una apariencia que pueda desvanecerse; es lo absoluto y, por
consiguiente, la perfecta gratuidad. […] Todo es gratuito, este parque, esta ciudad, yo
mismo. Y cuando uno cae en la cuenta de ello, el estómago da vueltas y todo se pone a
flotar. He aquí la náusea.»

La experiencia nos muestra que la conciencia, que es conciencia del mundo, es al mismo
tiempo distinta del mundo. La ontología sartreana distingue dos tipos de ser: en sí y para
sí. Las cosas son "en sí", idénticas a sí mismas (cada una es "lo que es").

Lo "en sí" es absolutamente contingente y gratuito. Por su parte, la conciencia, que es


"para sí", es "una nada de ser y, al mismo tiempo, un poder anonadador, la nada"; es "el
ser para el cual en su ser está en cuestión su ser"; es "carencia de ser", que se evidencia
en el deseo.

La conciencia, que está en el mundo, siendo esencialmente diferente de él, no se halla


vinculada al mundo y por lo tanto es absolutamente libre. Las cosas son lo que son; la
conciencia, por el contrario, no es nada, está vacía de ser, es posibilidad, es libertad.

El hombre está obligado a hacerse, no tiene alternativa, está "condenado a ser libre". El
ser del hombre es su "hacerse" a sí mismo. Por ello nadie llega a ser nada que no haya
elegido ser. No valen las excusas, recurrir a ellas es de mala fe, es presentar lo querido
como inevitable, es pretender acomodarse al modo de ser propio de las cosas y no al de
las conciencias.

El hombre se da a sí mismo su proyecto y puede cambiarlo cuando quiera.

El hombre es "el ser por el cual existen todos los valores", él es su fundamento.

La elección no sólo es inevitable sino también absurda. «El hombre es una pasión inútil.»

Las relaciones humanas

Las relaciones humanas, tienen un carácter complejo, conflictivo y ambivalente.

"La mirada" es la experiencia en la que el otro se hace presente. Ella establece una
relación entre un sujeto que mira a un objeto que es mirado. Respecto de las cosas, esta
relación es siempre unidireccional y no reversible, pero cuando el que es observado es
otro sujeto, otro ser humano, la situación se torna más compleja.

Aquél que es mirado como objeto es, a su vez, un sujeto. Quien mira degrada al otro a
mero objeto, lo ve como algo más entre todo lo que constituye su mundo, le asigna un
lugar en su proyecto.

En su relación con el otro, el hombre busca siempre imponer su voluntad, su proyecto.


Por ello las relaciones siempre son conflictivas, tanto las de amor como las de odio.

Amar es intentar dominar la voluntad del otro.

Odiar es reconocer la libertad del otro como opuesta a la propia y tratar de anularla.
El amor conduce al fracaso, porque sólo se logra la posesión del otro siendo uno a su vez
poseído por él.

Y el odio también conduce al fracaso, porque su expresión extrema el homicidio, degrada


al homicida a asesino.

No podemos vivir sin relaciones humanas y no podemos evitar que éstas sean conflictivas
y ambivalentes. Desde esta perspectiva no debe extrañarnos que Sartre termine una de
sus obras literarias afirmando que «El infierno son los otros».

EL SER Y LA NADA
Su obra filosófica mas importante.
Aquí plasma los conceptos de “Ser en si” y “ser para si”
Sartre concebía a los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse
contra la autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el respaldo
ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa.

Simone de Beauvoir
(Francia, 1908-1986)
Madre del Feminismo Mundial
Novelista francesa existencialista y feminista. Hasta 1943 fue profesora de filosofía. Tras
conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, en 1929, se unió estrechamente al filósofo y su
círculo. En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la
libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en
novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela
por la que recibió el Premio Goncourt. Las tesis existencialistas, según las cuales cada
uno es responsable de sí mismo, se introducen también en una serie de obras
autobiográficas, entre las que destacan Memorias de una joven de buena familia (también
conocida como Memorias de una joven formal) (1958) y Final de cuentas (1972).

Entre sus ensayos escritos cabe destacar El segundo sexo (1949), un profundo análisis
sobre el papel de las mujeres en la sociedad, de ahí se desprende una frase base de su
filosofía feminista:

No se nace mujer; se llega a serlo (...) no es la inferioridad de las mujeres lo que ha


determinado su insignificancia histórica, sino su insignificancia histórica lo que las
ha condenado a la inferioridad".

La vejez (1970), sobre el proceso de envejecimiento donde critica apasionadamente la


actitud de la sociedad hacia los ancianos, y La ceremonia del adiós (1981), donde evoca
la figura de su compañero y colega de tantos años, Jean Paul Sastre de las siguiente
manera:

"He aquí el primero de mis libros -sin duda el único- que usted no habrá leído antes de ser
impreso (entre ellos siempre se hablaron de usted, forma que enfatizaba su cordialidad
amistosa). Le está completamente consagrado, pero no le atañe ...] Cuando éramos
jóvenes y al término de una discusión apasionada uno de los dos triunfaba con brillantez,
le decía al otro: "lo tengo en la cajita!". Usted está ahora en la cajita; no saldrá de ella y no
me reuniré con usted: Aunque me entierren a su lado, de sus cenizas a mis restos no
habrá ningún pasadizo".

You might also like