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MOVIMIENTO FILOSÓFICO DEL SIGLO XX QUE PONE EN LA EXISTENCIA EL CENTRO DE TODA LA REFLEXIÓN
FILOSÓFICA.
Cuando los filósofos que se incluyen en este movimiento reivindican la reflexión sobre
la existencia como el tema filosófico fundamental no se refieren a la existencia como
categoría abstracta, ni a la existencia de las cosas o realidades no humanas, se refieren a
la existencia humana concreta. Y en su tratamiento de esta existencia emplean dos
estrategias:
Mientras tanto, con su novela La náusea (1938), comenzó a crecer su fama de escritor.
Publicó además varias obras de teatro: Las moscas (1943), A puerta cerrada (1945), La
mujerzuela respetuosa (1946), Las manos sucias (1948), El Diablo y el Buen Dios (1951),
Nekrassov (1956) y Los secuestrados de Altona (1960).
La conciencia
Si un artesano quiere realizar una obra, primera "la" piensa, la construye en su cabeza:
ésa prefiguración será la esencia de lo que se construirá, que luego tendrá existencia.
Pero nosotros, los seres humanos, no fuimos diseñados por alguien, y no tenemos dentro
nuestro algo que nos haga "malos por naturaleza", o "tendientes al bien“.
Afirmaba que hay mundo porque hay hombre. En sí mismo el mundo carece de sentido.
Cuando el hombre descubre lo absurdo de lo real, su esencial contingencia y gratuidad, lo
invade el sentimiento de la náusea.
La experiencia nos muestra que la conciencia, que es conciencia del mundo, es al mismo
tiempo distinta del mundo. La ontología sartreana distingue dos tipos de ser: en sí y para
sí. Las cosas son "en sí", idénticas a sí mismas (cada una es "lo que es").
El hombre está obligado a hacerse, no tiene alternativa, está "condenado a ser libre". El
ser del hombre es su "hacerse" a sí mismo. Por ello nadie llega a ser nada que no haya
elegido ser. No valen las excusas, recurrir a ellas es de mala fe, es presentar lo querido
como inevitable, es pretender acomodarse al modo de ser propio de las cosas y no al de
las conciencias.
El hombre es "el ser por el cual existen todos los valores", él es su fundamento.
La elección no sólo es inevitable sino también absurda. «El hombre es una pasión inútil.»
"La mirada" es la experiencia en la que el otro se hace presente. Ella establece una
relación entre un sujeto que mira a un objeto que es mirado. Respecto de las cosas, esta
relación es siempre unidireccional y no reversible, pero cuando el que es observado es
otro sujeto, otro ser humano, la situación se torna más compleja.
Aquél que es mirado como objeto es, a su vez, un sujeto. Quien mira degrada al otro a
mero objeto, lo ve como algo más entre todo lo que constituye su mundo, le asigna un
lugar en su proyecto.
Odiar es reconocer la libertad del otro como opuesta a la propia y tratar de anularla.
El amor conduce al fracaso, porque sólo se logra la posesión del otro siendo uno a su vez
poseído por él.
No podemos vivir sin relaciones humanas y no podemos evitar que éstas sean conflictivas
y ambivalentes. Desde esta perspectiva no debe extrañarnos que Sartre termine una de
sus obras literarias afirmando que «El infierno son los otros».
EL SER Y LA NADA
Su obra filosófica mas importante.
Aquí plasma los conceptos de “Ser en si” y “ser para si”
Sartre concebía a los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse
contra la autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el respaldo
ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa.
Simone de Beauvoir
(Francia, 1908-1986)
Madre del Feminismo Mundial
Novelista francesa existencialista y feminista. Hasta 1943 fue profesora de filosofía. Tras
conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, en 1929, se unió estrechamente al filósofo y su
círculo. En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la
libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en
novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela
por la que recibió el Premio Goncourt. Las tesis existencialistas, según las cuales cada
uno es responsable de sí mismo, se introducen también en una serie de obras
autobiográficas, entre las que destacan Memorias de una joven de buena familia (también
conocida como Memorias de una joven formal) (1958) y Final de cuentas (1972).
Entre sus ensayos escritos cabe destacar El segundo sexo (1949), un profundo análisis
sobre el papel de las mujeres en la sociedad, de ahí se desprende una frase base de su
filosofía feminista:
"He aquí el primero de mis libros -sin duda el único- que usted no habrá leído antes de ser
impreso (entre ellos siempre se hablaron de usted, forma que enfatizaba su cordialidad
amistosa). Le está completamente consagrado, pero no le atañe ...] Cuando éramos
jóvenes y al término de una discusión apasionada uno de los dos triunfaba con brillantez,
le decía al otro: "lo tengo en la cajita!". Usted está ahora en la cajita; no saldrá de ella y no
me reuniré con usted: Aunque me entierren a su lado, de sus cenizas a mis restos no
habrá ningún pasadizo".