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MANEJO INTEGRADO DE

ENFERMEDADES
AGROFORESTALES
Vivimos en una sociedad esencialmente consumista,
ávido por cualquier tipo de novedad tecnológica lo INTRODUCCION
cual se consume vorazmente. Como consecuencia
para atender ésta misma demanda que provocan los
sectores productivos se utilizan cada vez más recursos
y lo que es peor, de una manera no sustentable.
No es solo la cultura consumista, tenemos además, un
mercado que viene creciendo constantemente debido
a la alta tasa de crecimiento poblacional.
En la actualidad superamos los seis billones de
habitantes y la población aumenta en 93 millones
cada año según datos recientes del Banco Mundial,
necesitando cada vez más alimentos y más recursos
naturales para nuestra sobrevivencia. Se prevé que
para el año 2030 la demanda por alimentos se
duplique, pero existe un límite de la tierra que puede
ponerse bajo cultivo. Satisfacer ésta demanda
requerirá un aumento sustancial de la productividad
mediante la intensificación de la producción en las
tierras que están actualmente en cultivo. Pero
lamentablemente la tasa de incremento de la
productividad en muchos países está quedando por
debajo del aumento de la población.
Entre los recursos más importantes que se requieren
son: El suelo y el agua.
• Según la FAO (Food and Agriculture
Organization), el agua es un elemento
fundamental en la producción de alimentos, pues,
dos tercios de la producción mundial provienen
de una agricultura bajo riego. Desde el comienzo
del siglo hasta el inicio de los años noventa, las
cantidades de agua utilizadas en los procesos
industriales creció 21 veces y no se tiene indicios
que esta demanda va a disminuir.
• Del volumen total existente de agua el 97 % es
agua salada, 2.3 % esta concentrada en los hielos
y 0.7 % del agua está concentrado en ríos y lagos
distantes de las concentraciones poblacionales; el
resto, apenas el 0,0081 % con la calidad
suficiente para consumo humano.
• En las últimas décadas, se ha seguido una
filosofía de producción agrícola de corto plazo,
inspirada en la revolución verde de los años
sesenta; si bien es cierto se ha logrado aumentar
los rendimientos, no ha tenido en cuenta los
efectos adversos a largo plazo ocasionados al
medio ambiente.
Mediante ésta visión, se debe proporcionar a
las plantas las condiciones óptimas para que
manifiesten todo su potencial genético, lo que
significa:
– Controles de agua a través de riego
– Fertilidad del suelo por medio de
fertilizantes químicos.
– La sanidad del cultivo por medio de toda
clase de pesticidas (insecticidas,
fungicidas, herbicidas, etc.)
– Homogenidad genética del cultivo,
sembrando grandes superficies con
material genético uniforme.
– Este enfoque a corto plazo se traduce en
gran aumento de los rendimientos por
hectárea, pero en un plazo más largo,
empiezan a ser notorias toda clase de
efectos adversos; por ejemplo, las
prácticas inadecuadas de riego y de
fertilización han conducido a procesos de
erosión del suelo y salinización que se
traduce en pérdida de la productividad.
Tal vez se requiere otra revolución
verde y la ciencia de la fitopatología
debe jugar un rol protagónico. Solo
existen estimados sobre las pérdidas
que ocasionan las enfermedades a
nivel mundial , pero aproximadamente
el 12% del potencial de la producción
se pierde por efecto de los patógenos;
el mayor porcentaje de pérdidas se
tiene en la producción de papa, que
según el informe de FAO de 1987,
alcanza el 21,8 %. Esto se debe en
primer lugar, a un complejo de
enfermedades viróticas, tizón tardío y
algunas enfermedades bacterianas.
• La ciencia de la fitopatología esta firmemente
incluida en las disciplinas del manejo sanitario
de los cultivos, que van a guiar a los
especialistas del próximo siglo. Diariamente se
producen nuevos avances en diferentes áreas
como la biotecnología, control biológico,
resistencia a las enfermedades, detección y
pronóstico de enfermedades que tienen
aplicación a nivel de campo para los
fitopatólogos de todo el mundo.
• Los plagicidas aplicados en grandes cantidades
y en forma indiscriminada generan una carga
considerable de residuos tóxicos que se
traducen en contaminación del suelo, aire, agua
y de los propios alimentos que ingerimos.
• De otro lado la siembra masiva de variedades
mejoradas, altamente rendidoras producidas
por la investigación, han desplazado al
germoplasma nativo causando la erosión
genética o pérdida de la biodiversidad.
Por éstas razones, es urgente retornar
hacia una agricultura agroecológica, la
misma que requiere de profundos
conocimiento biológicos, ecológicos
agronómicos, sociales y otros para
generar tecnología de producción
dentro de la filosofía de
aprovechamiento sostenible de los
recursos naturales.
En éste contexto, se hace necesario
emplear plantas adaptadas a su
ambiente, capaces de rendir aún en
condiciones adversas, utilizando
insumos autogenerados que son menos
costosos y dañinos como el abono
orgánico y bioestimulantes; así como
el uso de plaguicidas menos tóxicos y
biodegradables en condiciones
normales con prácticas de manejo y
controles biológicos integrados.
Buscar la utilización de sistemas
sostenibles desde el punto de vista
productivo, ecológico, económico y
además, socialmente justo.

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